Luis Capoche. RELACIÓN GENERAL DE LA VILLA IMPERIAL DE POTOSÍ (1585). Луис Капоче. Общий доклад об Имперском Городе Потоси

Луис Капоче. Общий доклад об Имперском Городе Потоси (1585).
Luis Capoche. RELACIÓN GENERAL DE LA VILLA IMPERIAL DE POTOSÍ (1585).

RELACIÓN
GENERAL
DE LA VILLA
IMPERIAL
DE POTOSÍ

OBRA CUSTODIADA POR EL
ARCHIVO Y BIBLIOTECA NACIONALES DE BOLIVIA

BIBLIOTECA
DE
AVTORES-5
ESPAÑOLES
DESDE LA FORMACIÓN
DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DlAS
(CONTINUACIÓN)

TOMO CXXII
RELACIONES HISTORICO-
LITERARIAS DE LA
AMERICA MERIDIONAL

MADRID

BIBLIOTECA
DE
AUTORES ESPAÑOLES
(CONTINUACIÓN)

TOMO CENTESIMOVIGESIMOSEGUNDO

Continuación de la
COLECCIÓN RIVADENEIRA
publicada con autorización de la
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

BIBLIOTECA
DE
AUTORES ESPAÑOLES
DESDE LA FORMACIÓN DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DÍAS
(CONTINUACIÓN)
Relaciones histórico-literarias de la América meridional
LUIS CAPOCHE
RELACIÓN GENERAL
DE
LA VILLA IMPERIAL DE POTOSÍ
EDICIÓN Y ESTUDIO PRELIMINAR POR LEWIS HANKE
CONCOLORCORVü
EL LAZARILLO DE CIEGOS CAMINANTES
ESTUDIO PRELIMINAR DE JOSÉ J. REAL DÍAZ
EDICIÓN DE JUAN PÉREZ DE TUDELA

MADRID
1959

Depósito Legal: M. 12.456-1969

Gráficas Yagües, S. L.—Plaza Conde Barajas, 3.—Madrid.

LUIS CAPOCHE

RELACIÓN GENERAL
DE
LA VILLA IMPERIAL DE POTOSÍ
UN CAPITULO INÉDITO EN LA HISTORIA
DEL NUEVO MUNDO

PROLOGO Y NOTAS
DE
LEWIS HANKE

Esta obra ha sido preparada con la generosa ayuda de
la Sociedad Filosófica Americana, de Filadelfia, y el
Instituto de Investigación de la Universidad de Texas,

I

POTOSÍ: SUPREMA CIUDAD DEL AUGE (1)
Ninguna ciudad sobre la vasta haz de las Indias Occidentales ganada para el
rey de España—excepto México, acaso—ha tenido un curso más sugestivo o más
importante que Potosí, en el virreinato del Perú. La colorida historia de esta
ingente montaña de plata comienza cuando el inca Huayna Cápaj quiere excavarla,
casi un siglo antes que lleguen Jos españoles. Cuenta la leyenda que un ruido terrorí-
fico lo paralizó y que una voz misteriosa le ordenó en quechua: «No saquéis la
plat?. de este cerro, que está destinada para otros dueños» (2). Los conquistadores
no escucharon en 1545 un mandato isemejante, al tener noticias sobre el rico mi-
neral argentífero por unos indios que lo habían descubierto accidentalmente, y es
indudable que aun escuchándolo no habrían vacilado en reputarse dueños ¡abso-
lutos en derecho. Comenzaron, pues, a trabajar de inmediato al Potosí, que iba
a ser uno de los centros mineros más celebrados en la historia del mundo.
Buscadores de tesoros llovieron desde España y otras muchias partes, sobre
este yermo e inhóspito paraje peraltado isobre los Andes para extraer la plata de
el Cerro, montaña en forma de pan de azúcar, que se yergue1 majestuosamente a una
altura de 4.890 metros sobre el nivel del mar. El primer censo, hecho por el virrey
don Francisco de Toledo unos veinticinco años después que la nueva de la veta
relumbrara por vez primera en el mundo, sumó el monto increíble de 120.000
habitantes. Hacia 1650 la población había subido a 160.000 almas, se dice, y
Potosí era sin disputa la ciudad mayor en América del Sur. Cuando las colonias
de Virginia y Massachusetts Bay Coíony eran apenas unas criaturas balbuceantes,
insccniscientes de su medro futuro, Potosí había prodigado ya tal cantidad de plata,
que su solo nombre constituía un símbolo universal de riqueza inaudita, según
advierte Don Quijote a Sancho Panza (3). Lo decían los españoles: «Vale un
Potosí». La frase as rich as Potosí se hizo corriente en la literatura inglesa. Al
cabo de una generación después de su descubrimiento, las astronómicas cantidades
(1) Quiero testimoniar aquí mi sentimiento de viva gratitud al doctor Gunnar Mendoza L.,
de la Biblioteca y Archivo Nacional de Bolivia, y a mi colega, profesor Ramón Martínez-
López de la Universidad de Texas, por su valiosa ayuda en la preparación de este estudio.
Esta Introducción ha sido basada en un estudio con el mismo título publicado en 1954 por
la Universidad de San Francisco Xavier, en Sucre, Bolivia.
(2) Esta tradición consta en la Historia de la Villa Imperial de Potosí (siglo XVIII),
de BARTOLOMÉ ORSÚA Y VELA, de la que tan sólo se han publicado parte de los capítulos
iniciales. Mayor información sobre esta obra, iafra, notas 20 y 24. VICENTE G. QUESADA,
entre otros, utilizó el manuscrito y divulgó la tradición en sus Crónicas potosiaas. Costumbres
de la edad medieval hispano-americana, I (París, 1890), pág. 5.
(3; Ver FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN, ed.: Cervantes ingenioso hidalgo Don Quitóte,
2.a ed., VIII, págs. 282, para el proverbio «Vale un Potosí». Potosí, como sinónimo de gran
riqueza puede encontrarse en obras manuales como Roget’s International Thesaurus of
Engliíh Words and Phrases (Nueva York, 1925), núm. 803.

10

LUIS CAPOCHE

de plata extraídas de allí eran conocidas por los enemigos de España y otros pueblos
en rincones alejados del mundo. Los portugueses, rivales siempre alerta de España,
marcaron pronto a Potosí en sus cartas geográficas, y hasta en el mapamundi
chino del padre Ricci figura en su posición correcta con el nombre de Monte
Pei-tu-hsi (4).
La prosperidad duró unos dos siglos. En su transcurso, la Villa Imperial—tal
el título que oficialmente le impuso el emperador Carlos V—fué habitada por una
sociedad tan rica y desordenada como el mundo apenas había visto antes. El vicio,
la piedad, el crimen, las fiestas de los potosinos, todo asumía allí proporciones
enormes. En 1556, por ejemplo, a los once años de su fundación, la villa celebró
la coronación de Felipe II con un festejo que duró veinticuatro días y costó ocho
millones de pesos. En 1577 se invirtieron tres millones de pesos en formidables
obra» hidráulicas, progreso que anunció una era de prosperidad aún mayor.
Hacia el fin del siglo xvi, los mineros ganosos de esparcimiento podían elegir entre
catorce escuelas de baile y treinta y seis casas de juego, y tenían un teatro cuyos
asientos costaban de cuarenta a cincuenta pesos (5). Poco después, celebrando un
acaecimiento eclesiástico, uno de los gobernadores organizó una «grandiosa fies-
ta4, en la que exhibió -un jardín hecho exprofeso, «encerrando en su clausura cuan-
tos animales fieros tuvo el arca de Noé […]. Hubo cañas que manaban vino,
chicha y agua a un tiempo» (6). El cronista agustino del siglo xvn, fray Antonio
de la Calancha, declara: «Predominan en Potosí […] los Signos de Libra i Venus,
i cas” son los mas que inclinan a los que allí abitan a ser codiciosos, amigos de
música i festines, i trabajadores por adquirir riquezas, i algo dados a gustos
venéreos.» (7) Las escasas noticias hoy a mano destacan en forma parecida los
placeres carnales que brindaba el rico asiento argentífero, así como los raros,
admirables y milagrosos sucesos de su tumultuosa historia. Puede decirse que
nuestro conocimiento sobre Potosí yace aún en el estadio folklórico
Por muchos años Potosí fué la suprema ciudad del auge y de la turbulencia.
La traición, el homicidio y la guerra civil florecieron como fruto natural del juego,
la intriga, la enemistad entre españoles peninsulares y criollos americanos y la
rivalidad por el favor de las mujeres. La riña cruenta llegó a ser un pasatiempo,
una actividad social reconocida. Hasta los cabildantes concurrían a los acuerdos
armados con espadas y pistoletas y protegidos con petos y cotas. El dominico fray
Rodrigo de Loaysa caracterizó «aquel maldito cerro de Potosí» como una zahúrda
de iniquidad (8), mas el virrey García Hurtado de Mendoza declaró por su parte
que el asiento era «el nervio principal de aquel reino» (9).
JNo muy entrado aún el siglo xvn había en la villa, a un tiempo, de setecientos
a ochocientos tahúres profesionales y ciento veinte célebres prostitutas, entre éstas
la temible cortesana Doña Clara, cuya belleza y riqueza fueron impares, según

(4> Lionel Giles menciona la ubicación de Potosí en esos mapas primitivos en su artículo
«Translations from the Chinese world map of Father Ricci», Geographical Journal, Lili
(Londres, 1919), pág. 27.
Los libros de LAVINO APOLONIO, De Peruviae Regiouis (Amberes, 1567) y GERÓNIMO CAR-
DAN, De Rerum Varielale (Basilea, 1557) muestran cuan rápidamente Europa sabía de Potosí.
(5) Muchos curiosos detalles sobre la vida fastuosa de los mineros se encontrarán en
la historia ms. de Orsúa y Vela citada, supra, nota 2.
(6) RAÚL MOCLIA, ed.: «Representación escénica en Potosí en 1663), Revista de Füosojía
Hispánica, V (Buenos Aires-Nueva York, abril-junio, 1943), núm 2, págs. 166-167. Cítase
aquí una rara «Relación de la grandiosa fiesta que el señor gobernador don Luis de Andrade
y Sotomayor, alcalde ordinario de la imperial villa de Potosí, hizo a la renovación del San-
tísimo Sacramento, a 4 de marzo de 1663».
(7) Coránica moralizada del orden de San Agustín en el Perú, I (Barcelona, 1638),
pág. 747.
(8) «Memorial de las cosas del Pirú tocantes a los Indios», Colección de documentos
inéditos relativos a la historia de España, XCIV (Madrid, 1889), págs. 550-556.
(9) Luis CABRERA DE CÓRDOBA: Felipe Se.gundo, Rey de España, IV (Madrid, 1877),
pág. 359.

RELACIÓN GENERAL

I
11

certifican los cronistas. Mujer la más fastuosa de Potosí, sabía adornar su man-
sión con el lujo de Oriente y de Europa, pues sus salones eran frecuentados por
los mineros más ricos, que competían ardorosamente por sus favores. Pululaban’-.
los vagabundos, y los oficiales reales informaban indignados que esta gente per-
dida no hacía otra cosa que vestir con lujo y comer y beber con exceso. Sus pre-
tensiones subieron tanto, que un Juan Fernández se atrevió, en 1583, a tramar una
conspiración, por medio de la cual esperaba proclamarse rey de Potosí. Planeó
apoderarse con sus hermanos de la viÜa y «aunque era casado Fernández había
elegido a una viuda, María Alvarez, para que compartiese el trono de su futuro
reino» (10). Sabedor de la trama, el Gobierno aprisionó a Fernández antes de que
pusitse sus designios en obra, pero no fué la última vez que la riqueza de Potosí
engendró una fiebre de ambición sin límite y un deseo devastador en los temerarios
ánimos atraídos al helado y ventoso asiento. Entre estos disturbios, que podrían
dar materia para compilar un grueso volumen, uno de los más notables e incóg-
nito* parece ser la conspiración de don Gonzalo Luis de Cabrera y el relator de
la Audiencia de La Plata, Juan Díaz Ortiz, quienes, entre otras cosas, pretendían
internar por el Río de la Platta a Charcas, en 1599, unos centenares de ingleses
para ayudarse con ellos en sus fines subversivos (11).
Al descubrirse otros minerales, particularmente después de 1640, la producción
comenzó a languidecer. La declinación prosiguió tenaz a lo largo del sigjo XVIII,
pese a los desesperados esfuerzos por mejorar los métodos de beneficio. Finalmente
la gloria se consumió. Un factor decisivo en la decadencia irremediable de Potosí
fué la guerra de Independencia. Durante este lapso pararon casi del todo los tra-
bajos del Cerro y la ribera, porque los indios ya no acudían y la provisión de
materiales se hizo muy difícil. Hasta 1816 Potosí estuvo por tres veces alternativa-
mente en manos realistas y patriotas. A partir de entonces, ocupado por un fuerte
ejército regular realista, el Alto Perú sólo pudo hacer la guerra de guerrillas, pero
Potosí no se restauró más. Cuando la llegada de Bolívar (5 octubre de 1825),’en la
villa no quedaban sino sombras de su antiguo esplendor. Celosa, empero, de sus
tradiciones, se sobrepujó a sí misma, con un recibimiento rimbombante, de los que
gustaban al Libertador. Miles de indios fueron reunidos con sus polícromos trajes,
para saludarlo en las goteras de la ciudad, hacia la cual avanzaba pasando bajo series
de arcos de triunfo junto a los que otros indios, .vistosamente emplumados, danzaban
una suerte de ballets. Cuando se aproximaba hacia el arco triunfal mayor, en el
centro de la ciudad, dos niños, que figuraban sendos ángeles, bajaron desde el
arco y cada uno lo saludó con un breve discurso.
Durante las siete semanas de su estancia en Potosí, Bolívar fué objeto de muchos
otros discursos. En un solo día correspondió con «contestaciones elocuentes y
adecuadas» en diecisiete ocasiones diferentes, y sus días y noches se llenaron de
corridas de toros, banquetes, bailes, fuegos de artificio, iluminaciones y «otros
mil signos de regocijo público». EJ 26 de octubre subió al Cerro, montaña llamadla
así por antonomasia, acompañado por el general Antonio José ¿e Sucre «y todas
las personas de distinción existentes en Potosí». Otro de sus acompañantes en la
ascensión por los desolados taludes del Cerro fué su viejo mentor, don Simón Ro-
dríguez, una de las figuras más peregrinas en la historia pedagógica de América
Latina. Ante el propio Rodríguez y en Ja cima de otro monte—el hoy lejano Monte

(10) GWENDOLIN BALLANTINE COBB: «Potosí and Huancavelica Economic Bases of Peni,
1545 to 1640». págs. 226-227. Deseo expresar mi gratitud a la doctora Cobb por permitirme
utilizar su valiosa tesis doctoral, inédita, presentada en la Universidad de California, Ber-
keley El capítulo intitulado «Potosí 1573-1640» (pags. 213-234) ha sido mi fuente para al-
gunas de las noticias sobre la sociedad de Potosí. La doctora Cobb ha publicado otros dos
artículos, citados injra, nota 15.
(11) ROBERTO LEVILLIER, ed.: Audiencia de Charcas. Corretpondencia de Presidentes y
Oidores, III (Madrid, 1922), pág. 451.

12

LUIS CAPOCHE

Sacro de Roma—, Bolívar había jurado solemnemente consagrar ‘su vida a la
liberación de su patria, hacía tres lustras.
Ahora, por fin, Potosí, uno de los últimos reductos del poder realista en Amé-
rica, había caído y el Libertador podía muy bien ver en este triunfo final el
cumplimiento del voto hecho años atrás en Roma. La simbólica ascensión se llevó
a cabo al terminar el invierno, culando vientos desapacibles azotan todavía la
cumbre de la montaña y reinan temperaturas glaciales; mas la ceremonia se desen-
volvió con pompa y elocuencia. Descrita por el general Miller, el pintoresco vete-
rano inglés de la Independencia peruana, que a la sazón era presidente, o prefecto,
de Potosí, el espectacular episodio incluyó una «especie de almuerzo en lo alto;
hubo varios brindis patrióticos» (12). Con las banderas de los países no ha mucho
liberados—Argentina, Colombia, Chile y Perú—flameando al viento, Bolívar de-
clamó: «Venimos venciendo desde las costas dej Atlántico, y en quince años de
una lucha de gigantes hemos derrocado el edificio de la tiranía, formado tranqui-
lamente en tres siglos de usurpación y de violencia. Las míseras reliquias de los
señoies de este mundo estaban destinadas a la más degradante esclavitud. ¡Cuánto
no debe ser nuestro gozo al ver tantos millones de hombres restituidos a sus derechos
por nuestra perseverancia y nuestro esfuerzo! En cuanto a mí, de pie sobre esta
mole de plata que se llama Potosí y cuyas venas riquísim’as fueron trescientos
años el erario de España, yo estimo en nada esta opulencia cuando la comparo
con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de Ja libertad desde las playas
ardientes del Orinoco para fijarlo aquí, en el pico de esta montaña, cuyo seno es
el asombro y la envidia del universo.» (13)
Si bien estas frases tienen la grandilocuencia propia del Libertador, ¿quién
podría asegurar que el juicio formulado en la cima del Potosí fuese erróneo?

II
CARESTÍA DE HISTORIAS IMPRESAS SOBRE POTOSÍ
Pese al hecho generalmente reconocido de que tan largo y turbulento pasado
es un segmento significativo en el de toda América hispana, ninguna obra subs-
tancial fundada en los copiosos manuscritos a mano se ha publicado jamás sobre
la historia de Potosí. Pedro de Angelis lamentaba hace más de un siglo: «Potosí,
cuyas minas han enriquecido al mundo, no ha encontrado quien se encargara de
publicar su historia.» (14)
Nuestro conocimiento actual sobre la historia de Potosí no es mucho mayor,
no obstante el notable incremento cualitativo y cuantitativo en el campo de la
historia latinoamericana (15). Al parecer, sólo dos tesis doctorales existen sobre

(12) JOHN MILLER: Memorias del general Miller al servicio de la República del Perú,
traducción del general Torrijos, II (Londres, 1829), pág. 275. Los capítulos 29 y 30 contienen
abundantes detalles sobre la visita de Bolívar y el estado coetáneo de Potosí.
(13) Proclamas y discursos del Libertador, ed. de Vicente Lecuna (Caracas, 1939), pág. 314.
Ver también GERHARD MASÜR, Simón Bolívar (Albuquerque, 1948), pág. 551, y Luis SUBIETA
SAGÁRNAGA, Bolívar en Potosí (Potosí, 1925), quien cita esta palabras del Libertador: «El
Potosí tiene para mí tres recuerdos: allí me quité el bigote y allí usé vestido de baile y allí
tuve un hijo» (pág. 97). Charles Arnade ofrece mucha información sobre Potosí durante la
gueira de independencia en su monografía titulada The Emergence of the Republic of Bolivia
(University of Florida Press, Gainesville, 1957).
(14) Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y mo^”raa de las
provincias del Río de la Plata, II (Buenos Aires, 1836), pág. 1
(15) Gwendolin Ballantine Cobb da una valiosa descripción bibliográfica de los prin-
cipales elementos impresos en su artículo «Potosí, a South American Mining Frontier»,

RELACIÓN GENERAL

13

Potosí, una en la Universidad de California y otra en la Universidad dé Madrid;
ninguna de ellas se ha impreso (16). En el registro bibliográfico más completo
que hay sobre la obra de España en América apenas unas cuantas entradas corres-
ponden a Potosí (17). Esta inopia resalta aún más junto a Ja próvida cosecha
histórica sobre la ciudad de México, tan profusa que sólo de sus cronista fea debido
compilarse una bibliografía especial (18), al paso que para la mina de azogue
de Huancavelica, estrechamente vinculada a Potosí, contamos con los provechosos
estudios de Guillermo Lohmann Villena y Arthur P. Whitaker (19).
Ninguna bibliografía ha recopilado los pocos artículos dispersos sobre Potosí,
bien que el espléndido libro de Eugenio Maffei y Ramón Rúa Figueroa sigue siendo
una eficaz ayuda paria todos los estudiosos de la historia mineralógica española (20).
Tampoco se han impreso colecciones de documentos que brinden una base de
hechos primordiales y apenas una pequeña parte de la grande e importante historia
escrita en el siglo XVIII por el leal potosino Bartolomé Orsúa y Vela se ha pu-
blicado (21).
Vientos mejores empiezan a soplar, empero, y varios casos recientes inducen
a esperanza, por una nueva consagración a la gran empresa de preparar unía his-
toria digna de Potosí. La Sociedad Geográfica y de Historia «Potosí», cuya oficina
y pknita editora ocupa Ja Casa de Moneda restaurada, ha editado hace poco, por
primera vez, la Guía histórica geográfica, física, política, civil y legal del gobierno
e intendencia de la provincia de Potosí (1787), por Pedro Vicente Cañete y Do-
mínguez, editada por Armando Alba (22). Gunnar Mendoza L., el ‘hábil director de
la Biblioteca Nlaeional y del Archivo ¡Nacional de Bolivia, acaba de completar un
estudio enjundioso sobre Cañete, el funcionario más notable quizá de Potosí en el
siglo XVIII (23). Otro substancioso estudio de Mendoza es su guía a la rica do-

Grealer America. Essays in honor of Herben Eugene Bollón (Berkeley y Los Angeles, 1943),
págs. 39-58. Sobre un aspeólo especial de la historia potosina, la doctora Cohb ha publicado
también «Supply and Transportation for the Potosí Mines, 1545-1640», Hispanic American
Histoncal Review, XXIX (1949), págs. 25-45.
(16) Sobre la tesis de la doctora Cobb ver supra, nota 10. La otra tesis es de Antonio
Artola y Guardiola, Notas para una historia de la imperial villa de Potosí (Madrid, 19Ó9),
187 nágs. Expreso mi reconocimiento al profesor Francia M. Rcgers, de la Universidad de
Harvard, por haber llamado mi atención «obre esta tesis española, y a Mr Frederick Crom-
jrelL del Servicio -de Información de Estado* Unidos en Sevilla, por un provechoso informe
•obre la obra. Parece que la tesis de Artola y Guardiola es breve y más bien general, basada
gutéidlésuittetbe&&>rl*&itsas manuales, aunque no dejó di consultar algunos manus-
critos ■ «B jflL > Archivo ^Sekaral áe Indias, inclusas las ordenanzas promulgadas por el virrey
don L^ d^Valascor
(17) BENITO SÁNCHEZ ALONSO: Fuentes de la historia española e liispaaa-ame’;mn,:
(Madrid, 1952), 3 vols. El resumen bibliográfico y descriptivo intitulado Contribuciones a ta
historia municipal de América (México, 1951) no contiene nada sobre Potosí.
(18) MANUEL ROMERO DE TERREROS: Bibliografías de cronistas de la ciudad de México
(México, 1926).
(19) ARTHUR P. WHITAKER: The Huancavelica Mercury Mina. (Cambridge, 1941); GUI-
LLERMO LOHMAN VILLENA: Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII (Sevilla, 1949).
(.20) Apuntes para una bibliografía española de libros, folletos y artículo;, impresos y
manuscritos relativos al conocimiento y explotación d< las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares (Madrid, 1871-1872), 2 vols. (21) El manuscrito original, en la Biblioteca de Palacio (Madrid), en dos volúmenes: su título, Historia de la villa imperial de Potosí, riquezas incomparables de su famoso cerro, grandezas de su población, sus guerras civiles y casos memorables. Abarca el lapso 1545-1736. Su autor ha sido muy discutido en años recientes. Por mi parte, he seguido la relación del Archivo General de Indias, Lima, 644, según la describe FRANCISCO MATEOS, Historia de ta Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay, VIII, primeía parte, pág. 265. Gonzalo Gumucio cita otro informe del mismo Archivo, Charcas 563, de junio 27, 1756, del arzobispo Alfonso del Pozo y Silva al gobernador Ventura de Santelices, de Potosí, donde se da el mismo nombre para el autor. Ver infra, nota 40. (22) Potosí, 1952. (23) El doctor don Pedro Vicente. Cañete y su historia física y:política de Potosí (Su- cre, ]954). Este valioso estudio comprende 140 páginas, con referencias bibliográficas copio- sas y su edición ha sido patrocinada por la Universidad de San Francisco Xavier. 14 LUIS CAPOGHE aumentación ¡colegida, per él en el Archivo Nacional (Sucre) sobre aquel curioso disturbio, socioiógicjcnente revelador, de los años 1623-1626, conocido con el nombre dé guerrasientre vicuñas y vascongados (24). En Madrid, Gonzalo Gumucio ha iniciado, con él patrocinio del Instituto de Cultura Hispánica, la tremenda empresa'de sacar a luz la crónica de Orsúa y Vela, vasto acervo de información sobre ha fantásticos y emocionantes acontecimientos de los primreos dos siglos de 1P historia potosina (25). Orsúa y Vela basó su obra en algunas de las historias manuscritas y otros documentos manuscritos coetáneos y así pudo producir un gran testo, que sigue siendo la mayor fuente, única conocida, de informlación orgánica sobre Potosí. No incluye cuadros estadísticos exactos sobre la produc- ción metalífera, pero da muchas referencias sobre hechos, tales como las guerras de españoles contra indios, las de españoles entre sí, las luchas por las elecciones y el gobierno del cabildo, las plagas, sequías, inundaciones y temporales de frío glacial que Potosí sufrió frecuentemente. Quienes se interesen por el proceso de la minería en el Nuevo Mundo, encon- trarán también datos provechosos en esta historia, pues el autor describe maqui- narias, relata la introducción y etl uso del azogue en la amalgamación, así como el establecimiento y- las actividades del gremio de mineros. La tumultuosa y des- lumbrante civilización que floreció en Potosí descansaba sobre el trabajo de los indios; los repetidos esfuerzos, férvidamente apoyados por los religiosos, para supr'mir la mita (servicio forzado de los indios en el trabajo minero) se traen asimismo a cuento, no menos que las reiteradas y victoriosas acometidas de los mineros contra esos conatos de privarles del derecho de explotar a los indios. La crónica de Orsúa y Vela encierra también material de interés para la historia económica. Relata las luchas de los mercaderes para reducir las alca- balas asignadas a sus géneros, para combatir la plaga de la moneda envilecida y para introducir en la villa géneros prohibidos o restringidos por severas leyes reales. De cuando en cuando, dedica algún capítulo, o parte de él, a referir la vida y los padecimientos apostólicos de diversos religiosos, lo cual representa una valiosa contribución en el estudio de la historia eclesiástica (26). Registra, asi- mismo, la fundación de monasterios, iglesias e instituciones filantrópicas, por ricos mineros piadosos. Ni olvida manifestar las escandalosas contiendas eclesiás- ticas, que no trajeron bien para la cristiandad en la villa. Describe, por otra parte, la justicia que España bacía con los traidores, sodomitas y brujas. Ofrece, en fin, algunos pintoresco® bocados, como los capítulos sobre «la muerte de un avariento y el extraño testamento que hizo», «Intenta el capitán Francisco de la Rocha dar veneno al Presidente)) y «las grandes penitencias, rogativas y procesio- nes que se hicieron en esta Villa por las noticias de la ruina que hizo un terrible terremoto en la ciudad de los Reyes». Existen muchas otras historias y relatos sobre Potosí. Desde que se propagó la nueva de su descubrimiento, en 1545, españoles y extranjeros a porfía pugnaron (24) Guerra civil entre vascongados y otras naciones en Potosí. Documentos del Archivo Nacional de Bolivia 1622-1641, Cuadernos de la Colección de la Cultura Boliviana (Potosí, 1954). Publicado también en Sur, revista de la Sociedad Geográfica y de Historia (Potosí, 1954>. núm. 2. La extensa y fascinante documentación del repositorio boliviano ha sido cer-
teramente compendiada por Mendoza, que acompaña además un excelente y bien espito
estudio sobre este pugnante episodio como introducción al catálogo donde se describe cui
dañosamente cada documento.
(25) Unos pocos capítulos iniciales fueron publicados por Luis Subieta Sagárnaga en
1925 en Potosí, y en 1945 la Fundación Universitaria Simón I. Patino editó en Buenos
Aires un volumen, con prefacio de Gustavo Adolfo Otero, que también contiene una pequeña
parte de esta extensa crónica.
(26^ José de Mesa y Teresa Gisbert de Mesa han recopilado una buena parte de la in-
formación de Ors^a y Vela sobre el arte religioso, en su artículo «Noticias para la historia
del arte en Potosí», Anuario de Estudios Americanos, VII (Sevilla, 1951), págs 471-503.

RELACIÓN GENERAL

15

por llegar a esta remota ciudad, brotada en las desoladas altitudes andinas, mara-
villarse ante sus increíbles riquezas y escribir relaciones sobre ellas. Pocas de
esas historias se han impreso. El autor del estudio presente publica ahora la primera
historia conocida (27) de Potosí, escrita por el minero Luis Capoche en 1585, que
ha estado esperando un editor en el Archivo General de Indias (Sevilla), por casi
cuatrocientos años, y proyecta la edición de las leyes de minas elaboradas por
Pedro Vicente Cañete y Domínguez con el nombre de Código coralino (28).
Constituye otro motivo de estímulo el creciente interés de los historiadores
de arte (29) por los templos, cuadros, monumentos civiles y otras manifestaciones
artísticas que la riqueza de Potosí trajo al mundo. Mario Buschiazzo, Enrique Marco
Dorta, Pal Kelemen, José de Mesa y Teresa Gisbert de Mesa, Juan Giuria, Martín
Noel. Harold Wethey, Pedro Juan Vignale y otros, han publicados trabajos impor-
tantes, mientras otros, como Martín Soria, están en plena obra. En el campo de la
numismática, Humberto F. Burzio (30), de Buenos Aires, ha dado un gran primer
paso, y el joven estudioso boliviano, Gastón Bejarano, ha comenzado a investigar
y producir.

III
MATERIAL MANUSCRITO ACCESIBLE
– En el frente archivístico, la cantidad y calidad de los tan dispersos manuscritos
accesibles representa una seria exigencia para el investigador. Los documentos de
Potosí, como su misma plata, se han desparramado por los repositorios de muchos
(27) Relación general del asiento y villa imperial de Potosí y de las cosa’ más impor-
tantes de su gobierno, dirigida al Excelentísimo señor Don Hernando de Torra y Portugal,
conde del Villar y Visorrey del Perú, Archivo General de Indias, Charcas 275. Se encontrara
olro ejemplar en dt mismo Archivo, Charcas 134. Poco se sabe de Capoche; su firma y un
juicio de minas en que fué implicado en 1592-1594 se hallarán en Archivo Nacional (Sucre),
Minaj núm. 18.
(28) Copias del manuscrito se hallarán en la Academia de la Historia (Mpdrid) y en el
Archivo General de Indias.
U9) El manual Guide to the Art of Latin American (Washington, 1948) de ROBERT
C. SMITH y ELIZABETH WILDER contiene algunas entradas (núms. 915-940) sobre Bolivia,
publicadas hasta 1942; ninguna j.uede decirse que constituya una contribución estimable
sobre Potosí. Desde entonces, la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires ha
editado dos bien ilustrados volúmenes en sus series «Documentos de Arte Colonial Sudame-
ricano»: I, La Villa Imperial de Potosí (1943), y III, Las iglesias de Potosí (1945). Para
un discernimiento cabal de nuestros conocimientos actuales, con referencias completas a la
literatura recienie, pueden verse loe artículos de HAROLD E. WETHEY, «Hisnanic colonial
archiie.cture in Perú», Gazette des Beaux-Arts (Nueva York, 1952), págs. 47 60, 193-208;
«Meslizo Architecture in Bolivia», The Art Quarterly (Nueva York, invierno 19-]), págs. 283
308, y su obra básica Colonial Architecture and Sculpture in Perú (Cambridge, 1949). Pro-
vechosa también, como comprensión general e información bibliográfica, es la obra de PAL
KELEMEN, Baroque and Rococó in Latin America (Nueva York, 1951). Eu pintura puede
citarse «Un pintor colonial boliviano: Melchor Pérez Holguín», por los jóvenes arquitectos
bolivianos JOSÉ DE MESA y TERESA GISBERT DE MESA, trabajo publicado por el Laboratorio
de Arte, Universidad de Sevilla, en Arle en América y Filipinas, II (Sevilla. 1952), cua-
derno 4, págs. 149-216. Reproducciones de pintura^ potosinas se encontrarán en la Exposición
de arle religioso retrospectivo, edición del Museo Histórico Provincial de Rosario, Argentina,
1941 Otras piezas a preciables son PIBHO JUAN VIGNALE, La casa real de moneda de Potosí
(Bueno» Aires, 1944); JUAN GIURIA, «Organización estructural de las iglesias coloniales de
La Paz, Sucre y; Potosí», Anale.s del Instituto de Arte Americano, e Investigaciones Estética-,
(Buenos Aires, 1949), núm. 2, págs. 97-103, y MARIO J. BUSCHIAZZO, «La arquitectura &~.
MóJKtó y Chiquitos», ibyi. (1952), núm. 5, págs. 23-40. En este último artículo se hace la
interesante sugerencia de que los extraños elementos decorativos animales y vegetales de las
iglesias de Potosí puedan proceder de Mojos y Chiquitos.
(30) La eeca de la Villa Imperial de Potosí y la moneda colonial (Buenos Aires, 1945).
Publicaciones del Instituto de Investigaciones Estéticas, núm. 88

16

LUIS CAPOCHE

países. Junto a otros doce centros menores, los depósitos principales son: el Archivo
General de Indias (Sevilla);, la Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional de
Bolivia; el Archivo General de la Nación Argentina; el Museo Británico; la.
Biblioteca Nacional, la Academia de la Historia y otros centros de Madrid, y
Potosí mismo.
Aunque los manuscritos relativos al mineral salieron de Potosí en gran parte,
el doctor Domingo Flores, presidente de la Sociedad Geográfica, y el doctor
Armando Alba, hacen enérgicos esfuerzos por preservar y organizar cualesquiera
manuscritos aún existentes (31). Otro signo propicio es la creciente atención que
se consagra a catalogar documentos en Potosí, y particularmente en Sucre, donde
Gunnar Mendoza prepara una serie de cuidadosos índices, relativos a los manus-
critos bajo su jurisdicción (32). Estos y el monumental catálogo (33) compuesto
por el malogrado José Vázquez-Madhicado, sobre los materiales altopeTuanos en
el Archivo General de Indias, dotan de guías indispensables a los dos depósitos
más ricos en documentos manuscritos sobre Potosí. Infortunadamente, ninguna de
estas valiosas obras ha sido aún publicada.
Pese a los esfuerzos de algunas personas intrépidas, la gran masa de papeles
relativos a la historia de Potosí permanece incógnita, no catalogada y, por con-
siguiente, inaprovechada. Sólo en Buenos Aires, el Archivo General de la Nación
tiene unos doscientos cincuenta legajos manuscritos, con un cúmulo tan denso de
datos económicos que para dominarlo se requerirían varios estudiosos con la
energía y la experiencia sin límites de un Earl J. Hamilton, que devotamente dedicó
miles de horas a los papeles sobre el tesoro indiano y el alza de precios en Es-
paña (34). Aunque es accesible ya una nutrida documentación, perduran impor-

(31) ARMANDO ALBA: «Archivo de documentos de la Casa Real de Moneda. índice ana-
lítico. Parte primera: siglo XVII», Boletín de la Sociedad Geográfica y de Historia «Potosí»,
año 39 (Potosí, 1951), núm. 11, págs. 156-159. Fundado en 1913 este Boletín, ha ofrecido
diversos artículos sobre Potosí. Para los más bien escasos documentos del Archivo Municipal
de Potosí existe el «índice general del Archivo Municipal. Primera parte: ti Coloniaie»,
Boletín de Estadística Municipal de la ciudad de Potosí, II (Potosí, 1929).
(32) MENDOZA tiene ya colegida y compilada una valiosa guía mecanografiada, Archivo
Nacional de Bolivia. Audiencia de Charcas: Documentos de minas, 1561-1825 i Sucre, 1946),
que sobre la Villa de Potosí comprende unas 700 entradas correspondientes a las secciones
de «Minas e ingenios», «Azogue y otros materiales de laboreo’.. «Procedimientos de bene-
ficio», «Condiciones del trabajo», «Compraventa y envío del metal a España», «Casa de
Moneda», «Banco de Rescates», «Falsa amonedación», «Extravíos y defraudación de meta-
les». Dos artículos de valor general son: RUBÉN VARGAS UGARTE, S. J., «LOS archivos de la anti-
gua Chuquisaca, Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas., IV (Buenos Aires, 1929),
págs. 298-315, y JUAN DE ZENGOTITA, «The National Archive and the Nationa! Library of
Bolivia at Sucre», Hispanic American Historical Revi’w, XXIX (1949). págs 649-676. El
mejoi guía que para el Archivo Nacional, en Sucre, he encontrado es el señor Mendoza, que
siempre generosamente pone su conocimiento amplio y experto disposición de los inves-
tigadores.
(33) Catálogo descriptivo del material del Archivo de Indias referentes a ia historia de
Bolivia, Sevilla, 1933, 3 tomos. Mecanografiado, en poder de Humberto Vázquez-Machicado.
hermano del autor (Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia), qu: gentilmen.e
me permitió consultar esta preciosa guía, organizada como sigue: tomo I, Audiencia de
Charcas, 537 págs, 3,334 ítems; tomo II, Audiencia de Buenos Aive.s, 210 págs.,, 1,118 ítems;
tomo 111, Audiencia de Lima, 106 págs., 578 ítems. Un breve resumen descripiivo se acom-
paña para muchos de los documentos inscritos, de suerte que o\ substancioso conjunto dí
material sobre Potosí puede ser encontrado fácilmente. No se ‘xpresa el número de hojas
de cada documento.
(34) Sólo en la División Colonia, sección Contaduría, hay 121 legajos sobre Potisí que
cubren el período 1640-1810. Cada legajo incluye por lo común varios libros, con apartados
individuales intitulados: «Manual de diezmos», «Manual de caja», «Manual de alcabalas»
o «Manual de azogues». A partir del legajo núm. 25 figuran muchos «Manuales del Banco
de Rescates», «Manual de gastos y reglamento del Socabón del Cerro», «Diarios del Banco
de San Carlos» y «Manuales del Banco de San Carlos». En el libro 3 del legajo núm. 1 se
hallará una relación, en inglés, «Negro slaves sent to Perú, 1726»
El doctor Domingo Flores, de Potosí, me presentó generosamente un ejemplar de ia
elocuente «Carta a los intelectuales potosinos», escrita en mayo, j 950, en Buenos Aires, por

RELACIÓN GENERAL

17

Sanies y lamentables lagunlas. Los libros de acuerdos capitulares potosinos ante-
riores a 1585 se han perdido sin dejar ningún rastro (35); los juicios de resi-
dencia no parece que abundan tanto corno podría esperarse (36). La documenta-
•ción es además despareja. Mientras sabemos pormenorizadarnente sobre los vidrios
destrozados en la Casa de Moneda por una tormenta de granizo en 1795 (37), la
primera relación gubernativa formal sobre Potosí, ‘hecha en 1572, como parte
de un informe general sobre el Imperio, no ha sido aún localizada (38). Una
Jaguna muy importante en la documentación inédita potosina es la ausencia casi
■absoluta de protocolos notariales, desde que se establece e] asiento hasta el decenio
1560-1570. Se puede apreciar la riqueza de ese perdido material pensando que
en una época tan. formalista como la de la Colonia, en que todo se hacía mediante
contrato escrito, los documentos notariales debían contener profusa información
sobre mineros y beneficiadores, avío de materiales para el beneficio, nombres de
mina? y vetas, construcción de ingenios, fábrica de monumentos públicos, etc.
Con todo, aunque se constaten nuevas lagunas, el simple amontonamiento de
material conocido sobre Potosí es de suyo ¡impresionante. Una referencia histo-
riográíica ilustrará este punto. Los potosinos eran tan orgullosos como los téjanos
de hoy y muchas historias compusiéronse con el propósito de justificar su orgu-
llo (39). Nadie sabe cuántas fueron escritas, aunque un autor boliviano ha publi-
cado recientemente un artículo titulado «Las mil y una ‘historias de la Villa
Imperial de Potosí» (40). Por lo menos uno de estos libros era en verso, varios

el boliviano Carlos Morales Avila, incitando a sus compatriotas a interesarse en el rico
material manuscrito sobre la historia de Bolivia y especialmente de Potosí, en el Archivo
General de la Nación Argentina.
(35) Los libros subsistentes se encuentran en la Colección Riick, Biblioteca Nacional
(Sucie) y comienzan con el año 1585. Aún en los años posteriores se notan lagunas impor-
tantes, como en la época de las guerras entre vicuñas y vascongados, pero así y todo ios
grandes volúmenes contienen una montaña de material sobre la vida comunal en conjunto
Existen treinta de ellos, infolio, correspondientes a los años 1585 1611, 1614-1622, 1626-1628,
1634-1636, 1649-1651, 1658-1661, 1674-1681, 1719-1748, 1754-175:., 1762-1779, 1804-1819. El
señor Mendoza me informó que, pese a sus esfuerzos, no ha podido localizar los volúmenes
•que faltan, y que presume se hayan perdido.
(36) Tres residencias de fines del siglo XVII sobre los gobiernos de don Pedro Luis
Enríquez, don Juan Velarde Treviño y don Fernando de Noriega y Ribera existen en 1
Archivo General de Indias, Escribanía de Cámara, legajos 680, 865, 867; debe de haber
muchas más. Mi amigo Guillermo Lohman Villena me informó que en el Archivo Histórico
Nacional (Madrid) hay material complementario. Está registrado por Ángel González Palen-
cia en su Extracto del catálogo de los documentos del Consejo de ludias (Madrid, 1920).
(37) «Casa de Moneda de Potosí, 1795. Sobre reposición de los vidrios rotos por un
granizo», Archivo General de la Nación (Buenos Aires), Guerra y Marina, legajo 24, expe-
diente 30.
(38) MARCOS JIMÉNEZ DE LA ESPADA, ed.: Relaciones g”ográficas de Indias, II (Madrid.
1885), pág. 95.
(39) Jiménez de la Espada incluye varios documentos demostrativos de este interés,
íbid. II, págs. 88-136, 240.253, Apéndice III, págs. xxix-xxxvi, cxx-cxliv. El virrey Toledo,
manifestando un deseo especial por conocer la historia de Potosí, estimuló al clérigo Rodrigo
de la Fuente a esclarecer el descubrimiento del Cerro y pidió al florentino Nicolás del Benino
escribiese una relación atañedera. Jiménez de la Espada publicó embos documentos, así como
otras cartas e informes sobre el asunto.
(40) GONZALO GUMUCIO: «Las mil y una historias de la Villa Imperial», La Razón (L

La relación escrita en 1585 por Luis Capoche sobre el asiento argentífero alto-
peruano denominado Ja Villa Imperial de Potosí puede ser plenamente comprendida
si se la proyecta sobre el telón de íondo del apasionado interés que la historia del
Nuevo Mundo despertó entre los españoles. Colón inauguró la práctica de escribir
sobre América, y muchos siguieron su ejemplo. Á tal punto excitó la Conquista las
imaginaciones, que los españoles acabaron por considerarla como el acontecimiento
más grande desde la venida de Cristo. Al mismo tiempo de deambular por vastos
ámbitos de mar y tierra los conquistadores, y de acometer la conversión de millones
de indios los misioneros, fueron recolectando materiales historiográficos y compo-
niendo relaciones en una proporción monumental (1).
Muchos de estos documentos retratan el carácter de los españoles del siglo xvi.
El juvenil Diego de Ordaz, ansioso por saber que había bajo la ascendente estela
de un volcán mexicano, arrancó finalmente el consentimiento de su jefe Hernán
Cortés, quien de mal grado autorizó la azarosa empresa de ascender el cráter sólo
para que los indios vieran que nada era imposible a los españoles (2). Otra arrojada
hazaña fué consumada por la querida del gobernador Pedro de Valdivia cuando,
para atemorizar a los indios que habían sitiado a Santiago de Chile, por su propia
mano cercenó Jas cabezas de seis capitanes tomados como rehenes y las lanzó
rodando entre las filas de los atacantes. El fraile dominico Luis Cáncer hizo gala
de un coraje insólito cuando se lanzó, impertérrito, a convertir a los indios de
Florida, a pesar de la predicción, cumplida poco después, de que iba a ser destro-
zado por los naturales. Muchos pasajes semejantes de heroísmo, crueldad y caridad
van entrelazados en los miles de declaraciones que los españoles hicieron sobre sus
hazañas y que todavía esperan en los archivos a los investigadores, pues no obs-
tante, lo ganado en años recientes, la historiografía hispanoamericana es- todavía
un campo poco cultivado (3).

< *) Traducido por Gunnar Mendoza. (1) El autor se complace en expresar su reconocimiento por la ayuda recibida para la preparación de este artículo a las siguientes instituciones y personas: Instituto de Investiga- ción de la Universidad de Texas; Sociedad Americana de Filosofía; Clara Penney, de la Soc'edad Hispánica de Nueva York; Vicenta Cortés y Victoria Hernández, del Archivo de Indias; Mlle. Marie Helmer; y, en particular, Gunnar Mendoza, de la Biblioteca y el Archivo Nacionales de Bolivia. (2) CASIANO GARCÍA: Vida del Comendador Diego de Ordaz, descubridor del Orinoco (Mé- xico, 1952), pág. 5. (3) Las declaraciones formuladas por individuos que procuraban obtener privilegios y re- compensas de la Corona, rotuladas generalmente como «Probanzas o informaciones de méritos y servicios», constituyen por sí solas unas enorme fuente de material biográfico. Son ejemplos de este tipo de documentación histórica sobre personas actuantes en los primeros años de Polosí, las probanzas de Martín García de Oñaz y Loyola y de Diego Centeno. Véase VÍCTOR M. 42 LUIS CAPOCHE A medida que la Conquista proseguía y que España estabilizaba su estructura gubernativa en el Nuevo Mundo, crecía la demanda de una historia adecuada para los hechos llevados a cabo por los españoles. Primero los sacerdotes sintieron la necesidad de una constancia de sus contribuciones, y después las disputas sobre la justicia del dominio español movieron'a los cabildantes de México a comisionar la formación de historias. Una época decisiva para la historiografía comenzó hacia 1570, cuando Juan de Ovando, presidente del Consejo de Indias, decidió que para el buen gobierno se necesitaba un archivo con información orgánica sobie las leyes dictadas y los hechos sucedidos, un mecanismo apropiado para la provisión de información permanente, y un historiador y cosmógrafo oficial. Se preparó un cuestionario detallado para que cada gobernador de América diese datos sobre la historia, población, productos, clima y geografía de su respectivo territorio. Iniciado como una breve encuesta en 1569, dicho cuestionario se acrecentó hasta cincuenta puntos, y finalmente devino un volumen impreso con 355 preguntas diferentes. El primer cosmógrafo e historiógrafo real fue nombrado en 1573 para que aprovechase el material recolectado por aquel medio, y después dispuso también de los docu- mentos remitidos a España por efecto de la orden de 25 de junio de 1578, que instruía a las principales autoridades reales de América para hacer buscar en sus archivos documentos históricos y enviar los originales o copias auténticas de ellos al Consejo de Indias, de suerte que una verdadera y general historia de eátos dominios pudiera escribirse (4). A más de esta documentación oficial, de las crónicas religiosas y de los relatos de las grandes hazañas cumplidas, otro tipo de historia se producía a medida que algunas personas se daban a considerar la Conquista y se dedicaban a contar la historia de aspectos, hechos y territorios particulares. La clásica Verdadera historia de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, la pugnaz Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas, y Ja descripción del Perú, por el joven soldado Pedro de Cieza de León, representan bien conocidos ejemplares de tales trabajos. A excepción del hecho trascendental del descubrimiento mismo, y de las con- quistas dramáticas de Cortés y Pizarro, pocos asuntos han despertado tan constan- temente la admiración y el interés de generaciones sucesivas como la fabulosa his- toria de Potosí. Durante casi cuatrocientos años, los leales potosinos, y otros también, compusieron poemas, novelas, dramas e historias sobre el tumultuario v MAURTUA, Juicio de límites entre el Peiú y BoLivia (12 vols., Barcelona, 1906), VIL 3-70: VIII, 1-35. El primer estudio serio, todavía útil, es el de FREDERICK WEBER: Beitrage zur Charakteristik der alteren Geschichtsschreiber über Spanisch-Amerika, eine biographisch-bibliographische Skizze (Leipzig, 1911). Una obra más reciente, pero muy lejos de ser satisfactoria, es la de RÓMULO D. CAHBIA: La crónica oficial de las Indias Occidentales (La Plata, 1934). El interés ha ido creciendo, como puede apreciarse por las diversas publicaciones historiográficas de la Comisión de Historia del Instituto Pan Americano de Geografía e Historia; véanse también los Estudios de historiografía americana, editados por Silvio Zavala (México, 1948), y los Estudios de his- torijgrafia de la Nueva España, editados por Ramón Iglesias (México, 1945). La contribución más reciente es del historiador sueco SVERKER ARNOLDSSON: LOS momentos históricos de Amé- rica (Madrid, 1956). (4) MARCOS JIMÉNEZ DE LA ESPADA, ed.: Relaciones geográficas de ludias (4 vols., Madrid, 1885), I, xvii-lxxvii, ofrece una historia documentada de los esfuerzos de la Corona para reunir material historiográfico. Un decreto del 25 de junio de 1578 establece: «Para que pueda pro- seguir la historia general de las Indias con el fundamento de verdad, y noticia universal de los casos, y sucesos dignos de memoria, se manda a los Virreyes, Audiencias y Gobernadores que hagan ver y reconocer los Archivos y papeles que tuvieren por personas inteligentes; y los que tocaren a historia, así en materias de gobierno como de guerra, descubrimientos y cosas señaladas, que en sus distritos hubieren sucedido, nos envíen originales o copias auténticas, dirigidas al Consejo de Indias.» Recopilación de Leyes de. los reynos d° las Indias (4 vols., Madrid, 1681), libro III, título XIV, ley 30. Los sacerdotes también fueron instruidos para enviar papeles útiles para los historiógrafos, JIMÉNEZ DE LA ESPADA: Relaciones geográficas de Indias, II, 174-175. RELACIÓN GENERAL 43 romancesco pasado de esta montaña de plata peraltada en los Andes, en uno de los más desolados y remotos rincones de Sudamérica. Los primeros años de Potosí, desde su descubrimiento en 1545, se consumieron en una explotación tan frenética de los generosos y superficiales depósitos, que no hubo tiempo para un florecimiento historiográfico (5). Sólo a partir del gobierno del virrey don Francisco de Toledo (1569-1572) la vida del bullente asiento mineio se asentó lo suficiente como para que sus habitantes pudieran interesarse por el pasado. Cuando Toledo llegó en visita de gobierno a Potosí, en diciembre de 1572, un indio presentó una petición para que se le remunerase por ser hijo del descu- bridor del Cerro, cuyas minas desde entonces fueron el factor más importante en la economía del virreinato. El metódico virrey instruyó a Rodrigo de la Fuente para que averiguase el asunto y certificase los hechos. El informe de la Fuente forma parte de la larga y contradictoria literatura sobre la manera como los indios vi- nieron a dar con el ingente yacimiento argentífero y lo dieron a conocer luego a sus conquistadores (6). Toledo estimuló también al florentino Nicolás de Benino —vastago de la familia de los Médicis, que abandonó su ciudad natal por razones políticas hacia 1550 e inició una accidentada carrera en Potosí como dueño de minas—a componer en 1573 una valiosa descripción geológica del Cerro (7). Otro veterano minero, Diego Rodríguez Enríguez de Figueroa, informaba al virrey don Martín Enríquez, en 1582, que venía escribiendo, a manera de descanso en sus otros trabajos, una relación de la cultura de los Incas, así como una historia de los primeros españoles del Perú, incluyendo a Potosí, y que para ilustrar esta obra había pintado un cuadro de todas las minas y socavones del Cerro; perse- guía además un propósito definido, pues anunciaba a Toledo que a menos de resti- tuírsele los doce indios que se le habían quitado en la mina, se vería arruinado (8). Muchas de las relaciones que actualmente forman parte apreciable de la historio- grafía de Potosí iban enderezadas a influir en las decisiones de la corte vicerreal en Lima o de la corte real en España; pero muy pocos de ellas o de las historias más formales, asimismo abundantes, se han publicado. Entre los españoles que delinearon largos informes con el propósito de orientar los actos de las autoridades, se cuenta Luis Capoche, dueño de un ingenio en Potosí, quien elaboró una historia del descubrimiento del Cerro y su enorme desa rrüllo, así como una descripción de la vida económica y social de aquel asiento hasta 1585. El 10 de agosto de dicho año completó su manuscrito, lo dedicó al virrey entrante, don Hernando de Torres y Portugal, conde del Villar, y lo remitió a Lima de suerte que el conde pudiese conocerlo tan pronto como asumiese el mando El manuscrito original se ha perdido, al parecer, así como el «retrato», o dibujo, (5) From Panamá to Perú. The Conquest of Perú by the Pitorros, the Rebellion oj Gon- zalo Pizarra, and the Pacijication by La Gasea (Londres, 1935), págs. 247, 499, 508, 512, 541-542. (6) Manuel Ballesteros Gaibrois ha recopilado acertadamente muchas de esas historias en su Descubrimiento y fundación del Potosí (Zaragoza, 1950). La petición presentada ante Toledo ha sido publicada con el nombre de «Interesante documento histórico de Potosí. Memorial de Gualpa, hijo de don Diego Gualpa, primer descubridor del cerro de Potosí», Boletín de la Sociedad Geográfica de Potosí, año II (1914), núm. 3, págs. 109-110. Por último, una real orden, fechada el 4 de mayo de 1578, mandó que Juan Guallpa y sus hermanos reci- biesen algún premio de la Audiencia de Charcas, Archivo de Indias, Charcas 415, lib. I, fs. 15-15 v. (7) Relación muy particular del cerro y minas de Potosí y su calidad y labores, por Ni- colás del Benino, dirigida a don Francisco de Toledo, virrey del Perú.» Fechada en La Plata, el 9 de octubre de 1573, y publicada por JIMÉNEZ DE LA ESPADA: Relaciones geográficas de Indias, II, 97.112. José Toribio Medina incluyó algunas noticias sobre la vida de este impor- tante potosino, en su reproducción facsimilar, antecedida de un estudio preliminar, de un escrito raro de Benino sobre la historia temprana del Perú: Verdadera relación délo sucedido en/.)s Reynos e provincias del Perú desde (a y da a ellos del Virey Blasco Nuñes Vela hasta el desbarato y muerte de Gonqalo Picarro (Sevilla, 1549) (París, 1930). (8) JIMÉNEZ DE LA ESPADA: Relaciones geográficas de Indias, II, Apéndice núm. III, pá- ginas xxix-xxxiv. 44 LUIS CAPOCHE que iba adjunto para dar una idea del aspecto de Potosí; pero en el Archivo de Indias existe una buena copia coetánea de esta «Relación general del asiento y Villa Imperial de Potosí y de las cosas más importantes a su gobierno» (9). Esta obra tuvo alguna circulación, en códices, y se la menciona ocasionalmente, desde- el tiempo en que fué escrita, pero no se la ha estudiado seriamente ni en sí misma, ni en relación con otros documentos de los primeros cuarenta años críticos de Po- tosí Este ensayo pretende reunir todo lo que se sabe del autor y explicar el valor de *u obra para la comprensión de Potosí y para la historia de Hispanoamérica. I El nombre de Capoche aparece muy rara vez en los manuscritos sobre Potosí, y ninguna en la voluminosa correspondencia impresa de la Audiencia de La Plata con los virreyes y la Corona (10). Nació, probablemente, en Sevilla: cuenta que allí, siendo muchacho, contemplaba y se preguntaba qué podía significar una ex- traña insignia grabada en los muros de la casa de Juan de Marroquí, que había amasado una fortuna en el Cerro y había adoptado la guaira, u horno incásico de fundición, como escudo de armas (11). Este fué el primer contacto de Capoche con la minería potosina, aunque por entonces Sevilla ya debía de mostrar muchas tra?as de la riqueza traída desde el Nuevo Mundo: uno de sus orgullosos histo- riadores afirma, hacia el tiempo en que Capoche escribía, que de América habían llegado a Sevilla tesoros bastantes para empedrar sus calles con oro y plata (12). Capoche observa también que la madera transportada a Potosí para levantar los ingenios atravesaba largas distancias cargada sobre los hombros de los indios «como los alhameles de 'Sevilla» (13). Pareciera pues, que él fué sevillano, perte- neciente acaso a alguna de las muchas familias de mercaderes italianos, o de sus descendientes, que tanta influencia tuvieron en los puertos de la España meridional a partir del siglo xin (14). Capoche conoció Castilla y quizá sirvió en los tercios españoles fuera de la (9) Las dos versiones del manuscrito se encuentran en un legajo intitulado «Documento! respectivos al descubrimeinto del cerro y minas de Potosí: población de su Villa Imperial } ordenanzas dadas por el Virrey Luis de Velasco, año de 1599», Archivo de Indias, Charcas 134 El Apéndice I de la presente edición provee descripciones detalladas de dichos manuscritos Todas las referencias de este artículo son relativas a la primera versión que se menciona el adelante como «Relación». El cerro suscitó interés desde el comienzo, y muchos funcionarios y viajeros trataron di reproducir gráficamente sus contornos. El anciano segundo virrey del Perú, don Antonio di Mendoza, envió a su hijo Francisco a Potosí para que informase sobre sus asuntos. El mapi y los planos que Francisco dibujó fueron llevados a España en 1552, pero, al parecer, no & conservan. Pudieron encontrarse entre los documentos dejados por el cosmógrafo real Alonsí de Santa Cruz y entregados al presidente del Consejo de Indias, Juan de Ovando, cuya list incluye este ítem: «Otro papel en que está descrito el cerro de Potosí, y dentro un rollo d papel con letras de indios.» JIMÉNEZ DE LA ESPADA: Relaciones geográficas de Indias, II, xxxft (10) ROBERTO LEVILLIER, ed.: Audiencia de Charcas. Correspondencia de presidentes ■ oidores (3 vols., Marid, 1918-1922). Los primeros dos volúmenes cubren el período de la «R< lación» de Capoche. Tampoco pude hallar ninguna referencia, a Capoche entr? las diversa cédulas reales dirigidas al conde del Villar, Archivo de Indias, Lima 570, tomos 14-15, ni e: los documentos de ese período, íbid., Lima, 580. 111) «Relación», f. 30. (12) ALONSO MORGADO: Historia de Sevilla, 1587 (Sevilla, 1887), pág. 169. Véanse asimism las sugestivas observaciones de FRANJOIS CHEVALIER, «En lisant les 'novelas': la vie á Sevill au siécle d'or», Annales: Sociétés, Economies, Civilisations, II (1947), 349-353. (13) «Relación», f. 32 v. (14) ANTONIO BALLESTEROS BERETTA: Sevilla en ei siglo XIII (Madrid, 1913), pág. 43 y CHARLES VERLINDEN: «Italian Influences in Iberian Colonization», Hispanic American Hi torical Revietv, XXXIII (1935), 199-211. Un «iCapeche, oriundo de Ñapóles» figura en la lisl de Julio de Atienza, Nobiliario español (Madrid, 1948), pág. 539. RELACIÓN GENERAL 45 Periínsula3 pues dice que en Potosí hacía más frío aún que en Flandes (15). Se refiere a África y a Tierra Firme como si hubiera visitado esas regiones (16). Antes •de establecerse en Potosí, mozo aún, había estado evidentemente en otras partes ■del Perú. Sus observaciones sobre la firmeza que los encomenderos conferían a una comunidad edificando buenas casas, trayendo a sus mujeres para fundar familias y distinguiéndose por el vestido y el porte, muestra que posiblemente viv ó por algún tiempo en Lima (17). También es posible que pasase por México: comenta que su gobierno no era tan difícil como el del Perú, «tierra mucho más complicada» (18). En Potosí se hizo dueño de minas e ingenios quizá poco antes de la visita de Toledo en 1572, que recuerda, y al tiempo que escribía su relación en 1585 poseía don ingenios y era hombre de alguna sustancia (.19). Un juicio seguido contra él en 1593 para el pago de cierta suma que estaba debiendo, pinta el alza y la baja connatural a la vida económica de los potosinos, pues este antes próspero dueño de ingenios, no podía ahora pagar sus deudas; el proceso revela también su notable tenacidad, pues salió al paso a su acreedor a lo largo de todas las instancias (20). El 25 de enero de 1596 el capitán Alonso Vázquez Dávila Arze (15) «Relación», f. 1. (16) Ibid., f. 89. (17) Ibid., f. 2. (18) Ibid., f. 70. (19) Ibid., i. 34 v. Es curioso que Capoche no se inscriba a sí mismo como dueño de minas en 1585. Positivamente las poseía en 1592-1593 o por lo menos tenía dinero invertido en ellas, según el documento (fs. 5-6) citado infra, nota 20. (20) «Audiencia de Charcas: Juan Nicolás del Corro, cesionario de Diego Núñez Bazán, sobre los pesos que Luis Capoche está debiendo por los avíos recibidos para sus ingenios sitos en la ribera de Potosí y valle de Tarapaya.» Archivo Nacional (Bolivia). Minas, núm. 18. 42 fs. Gunnar Mendoza L. extracta así este documento: 1. Recurso de Capoche ante la Audiencia de La Plata contra la sentencia pronunciada por la justicia de Potosí en este pleito; La Plata, 1593. 28.IX. Autógrafo (f. 1). a) Poder para pleitos otorgados por Luis Capoche, vecino de Potosí, a Gaspar Ruiz, re- gidor perpetuo de dicha villa, a Alonso Pérez de Valer, y a Gaspar Rodríguez, procurador de La Plata; Potosí, 1593.22.IX (fs. 2). 2. Testimonio de los autos obrados en Potosí. Contiene: a) Carta de obligación otorgada por Luis Capoche en favor de Diego Núñez Bazán, ambos vecinos de Potosí, por 5.996 pesos ensayados, de ellos 3.9.17 pesos prestados en diferentes partidas y ocasiones, y el resto por libranzas de Capoche para diversas personas y para el pago de jornales de indios y avío de los ingenios y las minos de Capoche; deuda que en su toialidad deberá ser cancelada al fin de marzo de 1593, obligando a ello sus bienes y per- sona, etc.; Potosí, 1592.6.V (fs. 5-6). 6) Poder en causa propia otorgado por Diego Núñez Bazán a Juan Nicolás del Corro, vecinos de Potosí, para cobrar a Luis Capoche el monto de la obligación antecedente; Potosí, 1592.6.V (fs. 6-7). el Ejecución solicitada por Corro, como concesionario de Núñez Bazán, por la cuantía de esta obligación, contra Capoche; Potosí, 1593.20.VIII (fs. 7 v-8). d) Requerimiento hecho por Juan Gutiérrez Pina, teniente de alguacil mayor de Potosí, a Capoche, para el pago de la obligación. No teniendo los pesos, Capoche nombra para la ejecución dos ingenios de agua que tiene, uno en Tarapaya, junto al de Regodon Calderón, y otro en la ribera de Potosí junto al de Diego de León Garavito, ingenios en los cuales se hace la ejecución sin perjuicio del privilegio; Potosí, 1593.21.VII (fs. 8v-9v). e) Oposición de Capoche contra el remate de sus ingenios por ser bienes especialmente rservados, según la ordenanza del virrey Toledo; Potosí, 1593.27.VIII (fs. 10v-ll). /) Réplica de Corro para que, sin embargo de la oposición, sean rematados los ingenios, tanto por lo general de derecho como porque el dinero recibido por Capoche fué precisamente para reedificar, aderezar y aviar dichos ingenios y pagar jornales de indios, de suerte que están prácticamente hipotecados; además, Capoche tiene hacienda con que pagar la deuda y dejar sus ingenios libres para sustentarse; Potosí, 1593.6.IX (fs. llv-13). g) Sentencia pronunciada por el contador Diego Bravo, teniente de corregidor, ordenando el remate de los ingenios, sin embargo de la oposición; Potosí, 1593.13.IX (fs. 13v-14). h) Remate del ingenio que está en la ribera de Potosí en Luis Ramón de Lizárraga, único postor, en la suma de 5.996 pesos de plata ensayada; Potosí, 1593.14.IX (fs. 15 v-16 v). i) Traspaso del remate del ingenio y los indios que le están repartidos, por Lizárraga a Corro; Potosí, 1593.14.IX (fs. 16v-17). /') Oposición de Capoche a la posesión y uso de Corro en el ingenio rematado. Protesta 46 LUIS CAPOCHE visitó el ingenio de Capoche en Potosí e informó que molía y beneficiaba mucha cantidad de mineral; su otro ingenio, en Tarapaya, se encontraba en repara- ción (21). Capoche tenía treinta y ocho años de edad (22) cuando escribía la Relación en J585 y, de acuerdo con las evidencias documentales, pudo vivir hasta 1613 (23). recurrir ante la Audiencia de La Plata. Trascribe las ordenanzas 6 y 7 del virrey Toledo. Asimismo una provisión de éste, fecha en el valle de Yucay, 1572.22.V, sobre que para el fomento de las minas de Potosí, Porco, Berenguela y otras de esta provincia, las ejecuciones por deudas de los dueños de minas no puedan trabarse en ellas, los ingenios, ni esclavos o útiles afectados al trabajo minero, sino solamente en los frutos, etc.; Potosí, 1593.20.IX (fs. 17v-24). k) Réplica de Corro para que se le confirme la posesión, una vez que las disposiciones del virrey Toledo son para que no cese el trabajo minero y Capoche «ny trae labor de mynas ny tiene en- sus yngenios molienda ny aprobechamyento alguno antes agora de presente el que tiene en tarapaya esta parado y no muele tres años a y el que tiene en esta rribera no a molido en las aguas pasadas seys mili quintales y en las otras ninguna cosa de manera que las dichas haziendas siempre las a tenido desiertas»; Potosí, 1593.20.IX (fs. 24v-25v). /) Mandamiento del teniente de corregidor para que se dé posesión a Corro en el ingenio de Capoche en esta villa, con sus pertrechos, canal, rueda, chiscón, eje, mazos, morteros, almadanetas, casas de vivienda, buitrones, tinas, cancha, galpones, indios de repartimiento, etcétera; Potosí, 1593.14.IX (fs. 25 v-28 v). Acto de posesión, 1593.15.IX (fs. 28v-29v). m) Apelación de Capoche para ante la Audiencia de La Plata; Potosí, 1593.16.IX (fs. 29v-34). A. Auto de la Audiencia de La Plata confirmatorio de la sentencia pronunciada en este pleito en Potosí; 1593.30.IX (fs. 35). 4. Suplicación de Luis Capoche contra el auto antecedente. Reitera que deben aplicarse las ordenanzas del virrey Toledo «por que los hombres que an gastado sus haziendas en "om- prar minas y idificar yngenios para el bien común de la rrepublica y para aumento de vuestt»? rreales quintos y por desgrasio [sic] como es ordinario le acuden un año o dos mai los metales y por esta causa se empeñan no es justo que luego sean desposeídos» etc. Observa que el ingenio fué rematado por muy menos de su valor que es de más de 20.000 pesos «por ser uno de los mejores de la rriuera» quedando así defraudados otros acreedores; La Plata. 1593.6 X (fs. 36-36 v). 5. Petición de Luis Capoche a esta Audiencia para que siendo esta la época de reparación de ingenios en Potosí, se nombre administrador que saque los indios y haga los reparos debidos en el ingenio materia de esta causa, a fin de que se encuentre en estado de moler en las próximas aguas; La Plata, 1593.7.X. Nombróse administrador a Pedro de Astudillo (f. 37). 6. Respuesta de Corro: Las disposiciones restrictivas del virrey Toledo obedecieron a que en su tiempo «solo auia en la uilla de Potossi ocho o dies yngenios y esos de magos de pie que todos ellos eran de tan poco efecto que no molian lo que agora muele un yngenio de agua mas agora que ay tantos yngenios y en tanta abundancia los beneficios de moles metales como es notorio y a vuestra alteza le consta cessa la razón en que se fundo la dicha ordenanga». A Capoche le queda el ingenio de Tarapaya para pagar con los frutos a sus otros acreedores que por lo demás son fingidos; Potosí, 1593.8.X (fs. 38-38 v). 7. Capoche pide que, habiéndosele suscitado otros pleitos de acreedores en Potosí, teme que se le vendan sus minas y el otro ingenio y pide que se le señale por cárcel la villa de Potosí, el cerro, Tarapaya y Tabaconuño y no se le vendan sus bienes. La Audiencia provee nuevo auto, sometienda la causa a prueba con término de - veinte días. Capoche solicita am- pliación a los cincuenta días de ordenanza para Potosí y se le concede; La Plata, 1593.11.X- 12.X (fs. 37-41). (21) «Visita que hizo el capitán Alonso Vázquez Dávila Arze...» Bibliothéque Nationale (París). Ms. Esp. núm. 175, fs. 220-220 v. Otras referencias a los ingenios de Capoche a fs. 232v-233, 246. (22) «Traslado de los autos que el corregidor de Potosí hizo con los oficiales sobre el tanteo de cuentas y llaves que quitó de las cajas a Martín de Mardones, teniente de tesorero, y la información hecha por el licenciado Lupidana, por comisión de la Audiencia de La Plata, contra el corregidor de Potosí, don Alonso de Leyba.» Los Reyes, 9 de julio, 1586. Archivo de Indias, Charcas 35, núm. 70. La declaración de Capoche es del 27 de noviembre de 1585 y consta a fs. 182-197 v, y al final de su declaración indica que su edad es de 38 años. (23) Los dos últimos documentos conocidos sobre Capoche fueron descubiertos y extratados por Gunnar Mendoza L.: 1613: Poder otorgado por el arzobispo de La Plata al padre Nicolás Duran, de la Compañía de Jesús, para la ejecución de la última voluntad de Luis Capoche, en lo que le toca. La Plata, mayo 6 de 1613. (ANB. Escrituras públicas, Gaspar Núñez, año 1613, f. 216 v). Don Alonso de Peralta, arzobispo de La Plata, dice que habiendo muerto en la villa de Potosí Luis Capoche, vecino que fué de ella, en su testamento dejó por heredera a su alma, para que del remanente de sus bienes se distribuya en obras pías, lo cual, conforme a derecho, RELACIÓN GENERAL 47 Prefirió, al parecer, una vida tranquila, si la ausencia relativa de documentación fuera una prueba de ello; no desempeñó oficios comunales ni reales, pagó cumpli- damente las gabelas que le correspondían (24), y participó muy poco en las quere- llas gubernativas y legalistas del tiempo (25). Una vez, atestiguó contra cierto codi- corresponde al otorgante. No pudiendo ir personalmente a Potosí a procurar que se cobre dicha herencia y se distribuya, y porque al tiempo que el secretario Juan Bautista Rocafort, que fué tenedor de dichos bienes y dio cuenta de ellos ante la Audiencia de esta ciudad, donde se litigó la causa, se mandó que en lo tocante al legado de referencia, ocurriesen ante el arzobispo, éste otorga poder al padre Nicolás Duran, de la Compañía de Jesús y rector del colegio de esta ciudad, para que vaya a Potosí y tanto en ella como en La Plata y cualesquiera otras partes, haga todos los autos y diligencias que convenga, pida cuentas a los tenedores de los bienes, hasta que se aclare lo que queda para el ánima del difunto, y lo cobre. 1613: Donación hecha por el arzobispo de La Plata, en favor del Colegio de la Compañía de Jesús de dicha ciudad, de los bienes que Luis Capoche legó a su alma.—La Plata, junio 4 de 1613. (ANB. Escrituras públicas, Gaspar Núñez, año 1613, f. 245.) Don Alonso de Peralta, arzobispo de La Plata, dice que por cuanto Luis Capoche, vecino que fué de la villa de Potosí, dejó por sus bienes un ingenio de agua para moler metales y unas minas en el cerro rico de dicha villa, y en su testamento instituyó por heredera a su ánima después de pagadas sus deudas; y habiéndose seguido pleito en la Audiencia de La Plata sobre los bienes de Capoche y sobre las cuentas que de su aprovechamiento dijo el secretario Juan Bautista de Rocafort que fué administrador del ingenio y las minas, se proveyó un auto para que el arzobispo, por el ecónomo del alma de Capoche, pidiese lo conveniente en dichas cuentas y dichos bienes; y como quiera que el prelado, por sus notorias ocupaciones en el gobierno del arzobispado, no puede llevar adelante este asunto, ni encomen- dándolo a personas que no tengan verdadero interés podrá obtenerse nada, ahora, para que el ánima de Capoche comience a gozar de algunos sufragios, hace donación del derecho que aquélla puede tener a estos bienes, al colegio de la Compañía de Jesús de esta ciudad, en el ingenio, minas y demás bienes que quedaron de Capoche, para que todo ello lo tenga dicho Colegio para ayuda en la obra de la iglesia que ahora comienza a hacerse y edificarse. La cual donación la hace en la persona del padre Nicolás Duran, que al presente es rector del Colegio, y en los demás padres y rectores que ahora son y serán, con cargo que los religiosos de dicho colegio encomienden a Dios el ánima de Capoche y hagan bien por ella. Y con esto declara haber cumplido con la distribución de esta obra pía, pues hace la donación para un efecto tan santo como es la obra de la iglesia del Colegio de que ha de resultar tanto provecho a los moradores de esta ciudad y provincia y la mayor gloria y honra de Dios y descargo del ánima de Capoche. Y así da poder al Colegio para que puedan tomar y continuar la pose. sión del ingenio y las minas y demás bienes dejados pop Capoche, para aprovecharse de ellos o venderlos y aplicar los frutos a la obra de la iglesia. En agosto 12 de este mismo año comparece el padre Nicolás Duran, rector de la Compañía de esta ciudad, y dice que teniendo noticia de esta donación, la acepta en nombre del Colegio y se obliga a todo lo que le corresponde, y que todos los religiosos del Colegio harán bien por e! ánima de Luis Capoche. (24) BNB. Acuerdos del cabildo de Potosí. Tomo I, f. 171 v. Capoche está empadronado, en 24 de julio de 1601, como uno de los «vecinos y moradores», con la obligación de pagar «diez pesos de alcabala». (25) Vista la escasez de datos biográficos sobre Capoche, será útil registrar la infor- mación hasta aquí descubierta. Marie Helmer encontró en el Archivo Histórico de Potosí (Sección IV, Escrituras Públicas) los documentos siguientes: 1588: residente en Potosí, se obliga a moler 4.000 quintales de metal, cernirlos desde el primer día que comenzare a moler el ingenio, de forma que den 4.000 quintales de harina, por razón para cada quintal de 20 tomines, legajo 13, escribano Pedro Ochoa, f. 2.400. 1589: vecino se Potosí, se obliga a pagar a Alonso González de la Pana, residente en Potosí, 1.097 pesos de plata ensayada, por razón de 2.194 libras de hierro Librado en 28 almadanelas, legajo 3, f. 205. 1594: vecino de Potosí, se obliga a moler y cernir a Martín de Bertendona en su ingenio de agua en la Ribera 20.000 quintales de metal de plata a 4 tomines el quintal. Dará para la saca del metal 32 indios de cédulas (28 canas y «asychuquicotas», 4 arapas), hasta las aguas venideras de 1595. legajo 143, f. 1.551. 1603: Carta de pago otorgada por Jorge de Paz, como concesionario de Luis Capoche para cobrar de Gonzalo del Campo 1.720 pesos ensayados del arrendamiento que hizo de un ingenio de agua de diez mazos en la Ribera, por escritura otorgada ante Nicolás de Guevara, escribano público y de cabildo, su fecha 12 de agosto 1592. 13 de marzo 1603. legajo 35, f. 742. El testamento de Capoche no se encuentra en este Archivo, según se infiere de la prolija búoqueda hecha por Mlle. Helmer en un profuso material, de 1603 en adelante, sin hallar nada. Otra breve referencia a Capoche existe en la Sección L del ¿¡Apuntamiento de los indios que el Licenciado Esteban Marañón y don Pedro Zores de Ulloa y Diego Bravo señalan para las minas y para los ingenios y beneficios, y los que van reservados a su excelencia van a la 48 LUIS CAPOCHE ciosp corregidor que oprimía a los indios y era dado dado al juego (26). Muy parva información sobre la vida de Capoche ha salido a luz, y dependemos casi ente- ramente de la Relación para saber qué clase de hombre era y por que compiló su curioso y notable informe sobre Potosí. ¿Cuál la razón de la obra? No por escribir «curiosidades» ni por ninguna pretensión literaria, exclama enfáticamente (27). En la dedicatoria al virrey ex- plica que su intención principal fué facilitar la comprensión de los asuntos de! Cerro y sus dificultades. Considera que los problemas de Potosí eran los más complejos y laberínticos que el virrey tendría que afrontar y que no se podía contemplarlos bajo la luz adecuada, a menos que una persona con experiencia los presentase. La Relación está, pues, compuesta para información del conde del Villar, que a la sazón estaba naciendo la larga y ardua travesía de España al Perú. El anciano y achacoso virrey debió luchar durante su gobierno (1585- 1589) contra los corsarios ingleses, ávidos de hacer presa en las ricas flotas es- pañolas del Pacífico, y contra los infieles chiriguanos, las viruelas, los terremotos y la corrupción de eclesiásticos y de seglares, pero Potosí fué, sin duda, uno de sus señalados y constantes desvelos (28). El virrey había sido advertido sobre las arremolinadas condiciones sociales y económicas de Potosí antes aún de salir de España y, consiguientemente, había comisionado a su leal amigo y deudo don Pedro ele Córdova Mesía para que averiguase los pormenores de la materia, de suerte que al llegar al Perú él pu- diese disponer de un informe de primera mano. Córdova Mesía fué a Potosí, co- noció a Capoche, obtuvo, al parecer, el acceso de éste a los documentos oficiales, y no solamente lo estimuló a escribir la Relación,- sino que le urgió a incluir un capítulo sobre las tasas de indios (29). Posteriormente, Córdova Mesía fué co- postre>‘. Potosí, Nov. 15, 1591. Archivo de Indias, Lima. 272. Aquí se indica que se le con-
cedieron 30 indios para su ingenio de Tarapaya.
(26) Gunnar Mendoza sintetiza el carácter de Capoche en esta forma: «Se han revisado
los libros del cabildo de Potosí de 1585 a 1610 y los papeles de la audiencia de Charcas (co-
rrespondencia con autoridades de Potosí, Lima y España; libros de acuerdos; expedientes) de
1570 a 1610, y, en vista del pequeñísimo fruto recogido parece lícito concluir en que
CaDOche fué un hombre modesto y pertinazmente retraído; en Potosí no fué miembro del
cabildo, ni candidato a tal, ni funcionario de la administración minera (alcalde mayor de
minas veedor del cerro, etc.), a pesar de sus grandes conocimientos en la materia. Una
ausencia tan cerrada no parece casual: es que el hombre no gustaba de estas cosas: hurtaba
deliberadamente su persona a ellas, cuidaba su independencia. El dato perfila mejor su silueta
en el ambiente coetáneo.»
(27) «Relación», f. 77 v.
(28) ROBERTO LEVILUER, ed.: Gobernantes del Perú (14 vols., Madrid, 1921-1926),
provee mucha información sobre el conde del Villar, 1584-1591, en los volúmenes X-XI.
(29) «Relación)’, fs. 91 v, 95. Córdova y Mesía servía por entonces el oficio de Alguacil
Mayor en la Audiencia de Lima. LEVILUER, Goberiumteí del Perú-, X, 141. Gunnar Mendoza
hace un agudo análisis de este punto en carta al autor, de Sucre, 4 de abril de 1957:
Hay algunos hechos significativos: o) La Relación no solamente está dedicada sino dirigida
al virrey, según se ha hecho notar, constituyendo un documento elaborado ex profeso para la
oportunidad de la llegada del nuevo virrey; la dedicatoria y el texto rebosan de indicios
al respecto: «para que … tenga vuestra excelencia noticia de todo» (f. 77v), etc. b) Por la
misma Relación (y se confirma esto en la correspondencia citada del conde del Villar al rey)
se deja entender que con motivo de dicha llegada, Potosí estaba enviando procuradores a
gestionar varias cosas, c) En diversos apartes, la Relación anuncia su disconformidad con los
planteamienots de esos procuradores, v. gr.: «es de considerar que la primera cosa que han
de decir los procuradores a vuestra excelencia es que está esta villa perdida ) sus vecinos
pobres, y que si no les bajan el azogue y el jornal de los indios no se podrán sustentar.
Y por esta relación verá vuestra excelencia cómo los quintos cada año han ido aumentando
y que la caja se entera en los tributos como las demás del reino y que es grande el consumo
de azogue y coca»; la Relación llega hasta ironizar al respector: «Cosas que [el lujo, la
abundancia, los juegos, las limosnas, etc., en Potosí] que ponen admiración, y por otra parte
ver cuan arruinado está el cerro y los metales sin ley, y todos con gran querella y miseria.
La concordancia de estas cosas remito a los procuradores, que tienen obligación de dar
razón de todo», d) El carácter ex profeso de la Relación se podría concretar, pues, hasta el
punto de decir que no sólo pretendía informar al virrey, sino salir al paso a los procuradores

RELACIÓN GENERAL

49

rregidor de Potosí, y por todas las referencias documentales disponibles fué un
gobernante capaz y experimentado que por mucho tiempo gozó de la confianza
de ministros muy principales del rey (29a).
Los vecinos de Potosí, por su parte, preparaban para el nuevo virrey un in-
forme por intermedio de sus procuradores, y Capoche sabía que éstos iban a pin-
tar un sombrío cuadro sobre el ruinoso estado de la minería, como argumento
para obtener precios menores para el azogue y asignaciones mayores de indios.
Lo cual induce a Capoche a comentar irónicamente que dichos procuradores ten
drian que explicar la conexión entre su lamentable pintura de los pobres potosinos
y ios hechos verdaderos, ya que, según dice, las reales rentas «han ido en au-
mento de año en año, el consumo de coca y azogue es grande, se ostenta mucho
lujo, hay gran abundancia de géneros, fiestas numerosas y liberales donaciones
para la caridad y las iglesias» (30).

que Potosí enviaba a Lima con motivo de la llegada del nuevo virrey, para hacerles oposición
en diversos puntos, más bien que para acompañarlos o respaldarles, dentro del juego de inte-
reses que era rutinario en un centro como Potosí, e) Siguiendo por esta línea, sería importante
esclarecer cuáles fueron las relaciones de Capoche con don Pedro de Córdova y Mesía, citado
en la Relación en dos parles con un tono obsecuente de protegido o valido: «El muy iluslrí-
simo señor don Pedro de Córdova Mesía» (í. 91 v, 95). /) Capoche llega a decir, en el capítulo
de las tasas, que acometió el trabajo de escribir sobre Potosí porque se lo pidió o mandó
Có’dova y Mesía, quien—detalle importante—había venido ya a Potosí con el fin deliberado
de recoger impresiones para transmitirlas al nuevo virrey: «Conozco que era menester otro
ingenio que el mío para tratarlo, y si a esto hubiera de tener consideración mil causas había
para dejarlo hacer por mi rudeza. Y excúsame el haberme hacho merced yu? ¡.uv.ua 180
5 4 Lucas de Medina, en lo que llaman Cotamito …… 5
f> 4 Juan Méndez, y Jerónomi de Vargas y Andrés Gómez. 7 V- 180
5 3 Francisco Bozo, vecino de Arequipa, y Bautista
Monte…………………………………… 5 170
12 8 Jerónimo de Vargas y Juan Méndez y compañía … 20 190
5 2 Francisco Bozo y Bautista Monte……………… 5 200
15 4 Gonzalo Santos y Gonzalo Alonso ……… ……… 15 180
20 Su Majestad. Esta mina está arrendada por los ofi-
ciales reales a Juan Picón por cinco mil pesos en-
sayados por [blanco] años………………… 15 18
10 4 Gonzalo López ……………………………… 10 50
10 4 Diego de Olaesta como sucesor de [blanco] ……… 10 60
20 4 El licenciado Torres de Vera, oidor que fué de la Real
Audiencia de La Plata, como padre de don Juan
de Zarate, hijo de doña Juana de Zarate, su mujer,
difunta………………………………… 16 60
:28 8 Garci Michel y los herederos de Ñuño Afvarez, su
compañero……………………………… 20 130
7 4 Luis Hernández Ramírez y Melchor Pardo ……… 7 V» 130

RELACIÓN GENERAL 81

5 4 Ñuño de Balboa…………………………… 5 130
6 2 Jerónimo de Esquivel………………………… 5 .110
10 4 Los herederos del licenciado Juan de Sanabria …… 5 180
10 5 Alonso de Torrejón ………………………… 7 /> 160
11 4 Cristóbal Losa y Luis Alvarez ………………… 7 180
4 3 Alonso de Torrejón…………………………… 3 A 160
L6 4 Rodrigo de Ybarra y los menores que tie[f. 7]ne a su
cargo Hernán Cabrera por mitad. Es mina la más
peligrosa que tiene este cerro, y está suspendida su
labor hasta tanto que se hagan ciertos reparos … 16 90
L5 3 Don Diego Vaca …………………………… 15 7» 190
10 1 Jerónimo de Vargas………………………… 7 7″ 180
5 6 Los acreedores de Roque de Larrumbida, ausente por
muerte ………………………………… 15 180
7 3 Alvaro de Lira ……………………………… 5 190
7 4 Don Hernando de Zarate, vecino de la ciudad de La
Plata…………………………………… 7 7= 180
15 4 Cristóbal de Espinosa………………………… 15 80
8 4 Andrés Hernández…………………………… 7 50
8 4 Antonio de Velasco…………………………… 7 30
10 7 Juan Gómez Hernández ……………………… 7 190
10 6 Juan Fernández de Castro……………………… 7 180
20 8 Los roenores. de Pedro Hernández Escudero ……… 20 180
14 4 Pedro de Herrera Cerspo……………………… 10 180
34 5 Domingo Gallego …………………………… 28 200
25 4 Gaspar de Ángulo y Juan de Cisneros…………… 20 200
7 4 Alvaro López de Padilla ……………………… 6 30
25 8 El capitán Jerónimo Osorio …………………… 31 7> 100
10 4 García de Toledo……………………………… 10 100
12 3 Domingo Gallego…………………………… 12 7= 80
5 1 Gonzalo Santos……………………………… 12 160
14 4 Miguel Marín, difunto………………………… 14 160
12 6 Juan de Hermosa…………………………… 12 160
9 1 Gonzalo Santos……………………………… 6 110
8 2 Juan Gómez Hernández ……… ……………… 7 7> 140
8 4 Alonso López Barriales……………………… 7 7» 150
12 1 Gonzalo Santos y Juan Román. Indivisas………… 9 190
10 4 Alonso López Barriales……………………… 7 7″ 120
10 4 Pedro Núñez Téllez…………………………… 7 7» 120
10 3 Alonso Marañón …………………………… 6 7» 120
10 6 Juan Román………………………………… 7 7* 120
5 2 Juan Bautista Savando [f. 7 v.] ………………… 3 7″ 180
8 4 Francisco de Oruño…………………………… 9 130
8 4 Los herederos de Suero Méndez de Sotomayor, difunto. 9 130
14 4 Francisco de Polanco………………………… 9 190
9 3 Juan Pérez de Arriaga ……………………… 5 120
8 1 Francisco de Oruño ……………………….. 5 180
28 8 Luis Hernández Ramírez y Francisco de Segovia. In-
divisas y por partir las veinte del dicho y las cinco
de Segovia……………………………… 25 180
13 4 Gómez Hernández…………………………… 12l/, 175
15 4 Luis Hernández y Jerónimo Pérez ……………… 15 170
30 7 Juan Martín de Echarriaga…………………… 38 170

6

82

LUIS CAPOCHE

18 6 Gaspar de Miranda y Bernabé de Salazar. Indivisas
y por partir……………………………… 15 150
6 4 Sebastián Sánchez de Merlo…………………… 31/. 150
20 8 Don Luis Dávalos de Ayala…………………… 16’/, 150
80 8 Garci MicheJ y Diego Paniagua. Indivisas y por partir. 100 150
Veta de los Flamencos
Oue es la misma Rica que va atravesando el cerro y sale a la parte del poniente
y pierde su nombre, porque en su descubrimiento se tuvo por distinta, y es toda una.
30 8 Juan de Pendones y Juan Pérez Montañés ……… 60 50
50 8 Juan de Pendones y los herederos de Sebastián de
Otaola. Indivisas y por partir ……………… 60 50
20 5 Don Diego Vaca……………………………… 25 50
30 3 Juan de Pendones…………………………… 35 80
5 4 Pedro Márquez……………………………… 5 40
6 3 Diego López de Haro ………………………… 5 40
6 3 Sebastián Sabando…………………………… 5 40
17 Pedro Márquez……………………………… 16 40
30 9 Martín Ruiz de Santo Domingo, y Francisco de Boldo
y Tomás de Cheo. Indivisas………………… 30 30
50 10 Juan Guerra y Francisco de Salazar, y Luis de Sayas
y la viuda de Guillermo Diste, Juana de Alcoba, y
la menor hija de Moreno [f. 8] ……………… 60 50
22 6 Juan Juárez………………………………… 22 30
8 4 Sebastián González…………………………… 71/, 30
10 4 Juana de Alcoba……………………………… 10 30
10 3 Francisco de Oruño…………………………… 10 30
10 4 Cristóbal de Espinosa………………………… 10 30
30 6 Su Majestad………………………………… 60 t
10 6 Sebastián de Canseco………………………… 60 t
Veta del Estaño
Tomó este nombre porque sobre la haz de la tierra tocaba el metal en cobre,
y después se topó tan rico que ninguna veta ha habido en el cerro que más haya
perseverado en dar metales ricos. Es toda la veta de pedernal, que es trabajosísimo
de barretear y moler.
16 4 Juan Picón ………………………………… 12 70
12 4 Hernán Cabrera de Córdoba…………………… 10 70
10 4 Alonso Marañón …………………………… 8 70
10 4 Juan de Torres Palomino ……………………… 8 70
10 4 Juan de España. Estas minas están indivisas y por
partir…………………………………… 8 70
15 4 Gonzalo López……………………………… 15 90
15 4 Gaspar de Ángulo y Juan de Cisneros. Indivisas y
por partir ……………………………… 15 90
30 6 Gonzalo Santos……………………………… 30 60
20 2 Juan de Pendones…………………………… 20 85
10 2 Domingo Gallego …………………………… 10 90
10 4 Juan Ramírez……………………………… 10 90
10 4 Baltasar Rodríguez. Estas minas están indivisas y por
partir…………………………………… 10 90

RELACIÓN GENERAL 83

10 2 Cristóbal de Medina [f. 8 v.] ………………… .10 70
10 4 Los herederos de Gonzalo Hernández de la Torre … 12 70
10 3 Antón Yáñez………………… ……………… 5 70
10 4 Bartolomé García. Indivisas y por partir………… 10 70
9 2 Andrés Gómez……………………………… 7 A 60
17 6 Gómez Felipe. Indivisas y por partir éstas ……… 15 60
9 4 Tres minas con la de Juan Méndez …………… 7/» 60
28 4 Luis de’San Román, y Luis Méndez, y Gonzalo de So-
ria. Indivisas y por partir…………………… 45 100
20 4 Luis Méndez………………………………11 ‘A 120
18 4 Gonzalo de Soria …………………………… 11 ‘A 140
25 4 Luis* Alvarez, y Juan Núñez Maldonado, y Alonso Tu-
fino. Indivisas y por partir………………… 18 130
10 3 Cristóbal Losa y Luis Alvarez. Indivisas ………… 7 120
18 4 Alonso Tufiñño, y Juan Núñez Maldonado, y Luis Al-
varez. Indivisas………………………… 12 120
10 3 Antonio Vázquez…………………………… 5 A 120
5 2 Diego de Morales…………………………… 2 3 A 120
14. 3 Rodrigo de Ybaira………………………… 10’A 120
20 6 Bernardino Muñoz y Luis de Arguello…………… 14 120
10 2 Rodrigo de Ybarra…………………………7 120
12 3 Antonio Vázquez…………………………… 7 70
30 5 Rodrigo de Ybarra’…………………………… 16 70
25 6 Hernando Pacheco…………………………… 16 70
18 3 Martín de Elizalde……………………… 12 70
25 8 El licenciado Corvalán de Robles………………… 22 30
20 22 Gonzalo Santos…… ………………………… 15 20
18 4 Los herederos de García de Aguilar……………… 15 20
16 4 Jerónimo de Esquivel………………………… 13 25
18 Pablo de Carvajal, vecino del Cuzco …………… 18 25
18 25 Martín de Elizalde y Diego Fernández de Castro … 18 25
15 4 Martín de Elizalde ………………………… 15 30
15 5 Martín de Chazarreta………………………… 15 30
16 3 Juan Martín de Echarriaga…………………… 12 25
32 8 Cristóbal de Losa y Luis Alvarez. Indivisas [f. 9]. 30 70
30 6 Francisco de Saavedra………………………… 30 70
30 4 Juan de Pendones…………………………… 30 25
10 3 Juan de Gamboa…………………………… 15 25
10 6 Gómez de Chaves. Están estas dos minas indivisas … 15 25
10 Juan de Gamboa…………………………… 60 t
20 6 Andrés Velázquez…………………………… 21 t
6 2 Cristóbal de Medina………………………… 5 t
40 Juan Martínez y los herederos de Gonzalo Hernández
de la Torre. Indivisas……………………… 60 t
60 6 Los herederos de Miguel de Torralba tienen cuatro mi-
nas de a sesenta varas. Están vírgenes y son las
postreras de esta veta hacia Porco ………… 240 t

Veta de Mendieta
30 4 Antonio Quijada……………………………… 60 t
40 4 Martín de Carrillo y García de Toledo ………… 60 60
10 5 Don Gabriel Pañi agua de Loaysa……………… 10 60
10 1 Gonzalo Santos……………………………… 10 60

84

LUIS CAPOCHE

10 4 Los menores de García de Aguilar. Estas tres minas

están indivisas y por partir ……………… 10
28 6 Juan González Sotelo, vecino de h ciudad de La Plata. 27 ‘/«
15 4 Gaspar Ortiz, difunto ………………………… 9
15 6 Diego de Mendieta…………………………… 25
15 Diego de Zarate. Están indivisas………………… 25
80 8 El licenciado Torres de Vera ……………… … 60
25 8 Los herederos de Manuel de Espina……………… 30
15 4 Juan Ortiz Picón……………………………… 14
15 6 Pedro de Arroyo. Están indivisas y por partir……… 14
10 3 Don Gabriel Paniagua de Loaysa………………. 7 ‘/a
10 Los herederos de Diego de Zarate …………… 7 ‘/>
67 14 Alonso Hernández Hurtado las quince [f. 9v.J, An-
drés Gómez veinte y una, Luis Martín doce, Alvaro
Hernández de la Torre cinco. Indivisas y por partir. 53
40 6 El convento de Nuestra Señora de Ja Merced …… 45
20 4 Garci Michel. Están indivisas y por partir ……… 15
20 14 Luis de San Román…………………………… 20
20 4 Diego Paniagua……………………………… 20
20 4 El convento de Nuestra Señora de la Merced. Indivisas. 20
20 4 Luis de San Román…………………………… 20
20 4 Diego Paniagua……………………………… 20
20 5 Diego Hernández de Castro, indivisas…………… 20
50 8 Los herederos de Marcos Muñoz de Larregata …… 60
15 5 Juan de Gamboa……………………………… 30
10 8 Los menores de Sojo ………………………… 30
30 5 Luis Valero y Cristóbal Avarez………………… 60
Veta que descubrió Juan Domínguez Deslida
40 Andrés Vela, y Bernabé de Bruceña, y Diego de Vega,
y Diego de Herrera, y José Luis de Escobar. Está
dado en esta mina un pozo………………… 60
20 Andrés de Mayorga y Pedro de Castro. Indivisas … 30
40 Juan de Ayllón, y Juan Suárez, y Elena de Solís, y
Juan de Avila……………………………… 60
Veta de Oñate
20 4 Miguel de Rosas……………………………… 40
15 4 Lope Sellinos……………………………… 20
20 Don Diego Dávalos…………………………… 60
20 Pedro de Cardos … ………………………… 40
20 4 Cristóbal López……………………………… 40
Veta de Oñate, por ta parte de abajo
25 6 Los herederos de Juan de los Cameros. En ésta tiene
Juan Pérez de Arriaga quince varas. Está dado un
pozo de veinte estados……………………… 60
25 Hernando de la Cueva y Juan Martínez. Tienen dados
dos pozos de treinta estados [f. 10] ……… 60
20 Martín de Elizalde. Tiene dado un pozo de dos estados. 60

RELACIÓN GENERAL 85

30 Elena de Soíís y Rodrigo de Quiroga ………… 60 t
12 Juan López………………………………… 60 t
12 Francisco Vázquez…………………………… 7 t
Veta de Oñate, por el socavón de Medina
30 8 Lope Sellinos. Y en esta mina tiene Luis Hernández
diez varas, y Miguel de Rosas diez y ocho, y María
Ortiz diez, y el dicho Sellino? veinte y dos. Indivi-
sas y por partir…………………………… 60
Veta de Los Ciegos
12 4 Sebastián Sánchez…………………………… 17
15 4 Andrés Sánchez Serrano……………………… 20
4 3 Francisco de Mora……………………….. 5
7 4 Juan de Solís……………………………… 8
14 5 Los menores de Duran ………………………… 15
15 Alonso de Torrejón y Francisco de Godoy………… 20
35 4 Pedro Flores y Martín de la Coba……………… 20
12 4 Bautista Monte1…………………………… 15
6 Juan Barba………………………………… 10
40 6 Antonio Hernández…………………………… 60 60
120 80 El licenciado Torres de Vera, y los herederos de Benito
de Torres, y Martín de Elizalde, y Luis Méndez.
Indivisas………………………………… 120 60
40 6 Luis de la Serna y los herederos de Diego Palacios.
Indivisas………………………………… 60 20
30 Los herederos del licenciado León, difunto, vecino que
fué de Lima…………………………… 60 t
9 4 Juan de Torres Machuca……………………… 20 t
6 6 Francisco de Salazar………………1………… 20 t
6 5 Sebastián Gutiérrez. Tiene un pozo dado de cuatro es-
tados ……………………………1……… 20 t
60 8 Cristóbal López [f. 10 v.] …………………… 60 60
40 6 Don Juan de Alvarado y de Velasco, del hábito de San-
tiago, hijo del mariscal don Alonso de Alvarado,
que reside en Ja ciudad de La Plata…………… 60 25
20 Juan de Alvarado’…………………………… 60 t
25 La mujer de Garci Michel, y Juan Gutiérrez y Fran-
cisco Vázquez…………………………… 120 f
Veta que descubrió Antonio Quijada
Que está a un lado de la veta Rica hacia el pueblo
40 Garci Michel, y Antonio Quijada, y José Luis de
Escobar, y Felipe’ Díaz. Indiviso …………… 60 20
60 Diego Hernández las sesenta, y Hernán González, y
Garci Michel, y Francisco Vázquez, y Diego Pani-
agua, y Diego de Alvarado las ciento y veinte. Indi-
visas …………………………………… 180 t
20 Cristóbal de Losa…………………………… 60 f

86

LUIS CAPOCHE

VETAS QUE NACEN Y SON RAMOS DE LAS PRINCIPALES
Veia efe Alonso López Cerno

20 Los herederos de Francisco de Guzmán. Está junto a
[la veta de] Centeno …………………… 70 8
25 Juan de Carvajal y Antonio de Quintanilla. Está
esta mina en la veta que registró don Diego Acó
[indio] ………………………………… 60 t
Francisco de Segovia y Rodrigo Arias de Baeza, junto
al [la veta del] Estaño ……………………
Veta de Los Viejos y de don Francisco Lobato
Está junto a la veta de Mendieta
25 Gonzalo Santos, y Bernabé de Bruceña, y Luis Hernán-
dez, y Melchor Márquez…………………… 60 t
20 6 Juan de Berrio las cincuenta y Pedro de San Juan
las diez … ………………………………… 60 t
20 Los herederos de Gonzalo Hernández [f. 11] ……… 60 t
45 4 Alonso Hernández Hurtado…………………… 60 60
40 6 Pedro Bernal de Acosta y compañía de Juan Picón. 60 60
20 4 Juan González Sotelo………………………… 27 60
12 4 Gaspar Ortiz………………………………… 9 60
30 6 Diego de Pavía, difunto, y Juan Picón [y] compañía. 36 60
12 4 Don Luis Dávalos…………………………… 10 60
Vetilla de Jerónimo de Esquivel
40 En la cual el dicho, y Andrés Vela, y Bernabé de Bru-
ceña, cincuenta varas……………………… 50 t
15 Francisco Vázquez…………………………… 25
15 Juan García y Ñuño Alvarez…………………… 25
15 Lucas de Medina…………………………… 20 t
15 Andrés de Mayorga………………………… 25 t
15 Diego de Luna………………………………… 5 t
Pedro de Guzmán…………………………… 10 t
3 Francisco de Aguilar………………………… 10
6 Luis Palmero ……………………………… 5 t
Veta del Espirita Santo
33 Andrés Vela y Diego de Vega, y el dicho Vela tiene
las cincuenta y cinco……………………… 60 30
15 Bernabé de Bruceña…………………………… 15 t
8 Alvaro de Ribas Taboada …………………… 8 t
10 Diego de Luna………………………………. 10 t
6 La Compañía del Nombre de Jesús …………… 5 t
15 Gonzalo López……………………………… 15 t
6 Juan Dávila………………………………… 5 t
Veía de San Andrés
16 Isabel de la Paz……………………………… 30 20
15 Andrés Vela………………………………… 60 t

RELACIÓN GENERAL 87

Veta \de Corpus Chrísti,
que se descubrió por el socavón de So jo
30 Los herederos del dicho, por el socavón por la haz
de la tierra [f. 1.1 v.] ……………………… 60 70
40 Martín de Vergares………… ………………… 60 t
20 El dicho Martín de Vergares y Miguel Marín …… 30 t
60 Juanes de Gamboa, y Francisco Alvarez, y Luis Her-
nández, y Diego de Solís, y Pedro Martínez Ta-
jarrista. Indiviso. Está en hondura, por el soca-
vón, de sesenta estados por el haz de la tierra … 20 60

Veta Negra,
que se tiene por ramo de la veta del Estaño
40 Juan Gómez Hernández, y los herederos de Francisco
de Guzmán, y Juan Fernández de Castro, y Fran-
cisco de Orúe. Indiviso. Está en ochenta estados

desde el crucero…………………………… 60 80
25 Juan Fernández de Castro, y Simón Pérez, y Juan
Briceño. Indiviso………………………… 30 t
20 Gonzalo de Solís…………………………… 60 t
20 Miguel García de Lujan, las cincuenta, y diez Juan
Fernández de Castro. Alonso López Barriales tie-
ne en ellas seis varas…… ………………… 60 t
40 4 Diego Guitián. Está en hondura, por él crucero, de
setenta estados al peso del socavón ………… 60 70
6 Gabriel Guerra. En la primera, seis Julio Corzo. En
esta mina tiene seis varas Diego de Solís. Está de
hondo por el crucero sesenta estados ………… 10 t
40 Juan de Gamboa y Simón Pérez. Está de hondo al
peso del socavón y crucero ochenta estados …… 60 60 [sic
10 [sic] ………… … ……………………………… 30 [sic] 80
Veta de Cristóbal López
30 Gonzalo Duran y Alonso Proaño, su menor, las
treinta, y diez Lope Sellinos y Pedro ‘Clavijo … 60 t
10 Diego de Luna……………………………… 15 t
[f. 12] Veta de Terrosas
25 Ñuño Méndez, las cuarenta, y Diego de Vega, ocho,
y Martín de Veramendi, doce. Está en hondura de
sesenta estados por el socavón ……………… 60 70
25 Alonso Marañón …………………………… 60 t
25 Gaspar Ortiz y Baltasar Ortiz ………………… 60 t
Velja de Medina
30 Andrés Velázquez y Gonzalo López…………… 120 t
15 5 Pedro Clavijo……………………………… 40 f
20 Cristóbal Losa y Luis Alvarez ………………… 60 t
15 Jerónimo de Esquivel………………………… 35 f

88

LUIS CAPOCHE

Veta de Luis de frías,
que está junto a la de Los Ciegos

20 La Cofradía de Nuestra Señora, en compañía del
dicho Frías……………………………… 60
20 Antonio de Quintanilla y Juan de Torres Palomino.
Indivisas………………………………… 60 t
20 Antonio Ponce y Bartolomé Remón. Indiviso …… 60 t
20 Los herederos de Juan Barba, difunto ………… 60 t
Su Majestad………………………………… 60 t
20 Hernando Márquez y Juan de Torres Palomino, en
compañía dé la iglesia de Nuestra Señora de la
Concepción……………………………… 60
20 Gaspar Pamo y los herederos de Juan Carrasco.
Indiviso……………………………… 60

Veía Nueva,
que registró Juan Ordóñez de Villaquirán, que
se tiene por la de Los Ciegos, por estar a las
espaldas del cerro hacia Porco, en el rumbo
de la veta dicha

20 Jerónimo de Esquivel………………………… 60 t
20 Baltasar de Villanueva……………………… 60 t
20 Pedro de la Torre…………………………… 60 t
20 Juan de Castro. Estas cuatro minas están indivisas
y por partir, y están dados en ellas algunos pozos
[f. 12 v.] ………………………………… 60 t
Veía de Olmeda
25 Hernando Pacheco ………………………… 60 25
25 Los herederos de Pedro de Leicegui, y en estas varas
tiene quince Diego Hernández……………… 60
20 Juan Picón………………………………… 60 10
20 Su Majestad………………………………… 60 t
30 Juan Arias de Castilla, y don Diego Dávalos, y don
Pedro Marañón………… ……………… 60 t
20 Manuel Rodríguez las cuarenta y Pedro Núñez veinte. 60 t
25 Hernando de la Cueva, y Alonso Muñoz, y los here-
deros de Bartolomé Copado. Está dado un pozo de
ocho estados……………………………… 60
Veta que registró Luis Hernández,
que está entre la de Olmeda y Flamencos
20 El dicho Luis Hernández, y tiene dado un pozo de
cuatro estados…………………………… 60 t
Veta que registró \Guillermo Diste y Tomás de Ayala
30 Juana de Alcoba las cuarenta, y Domingo Quenta,
indio, las veinte…………………………… 60 t
10 Cristóbal Osorio …………………………… 10

RELACIÓN GENERAL

Veta de Las Animáis del Purgatorio, que ¡registró
Diego López de Haro
El dicho Diego López…………………………
Su Majestad…………………………………
Los herederos de Sebastián de Otaola y Bernabé de
Salazar, dos minas [en] compañía …………
Francisco de Oruño y Cristóbal Osorio …………
[f. 13] Vetilla que registró Diego López de Haro
El dicho Diego López, y tiene dado un pozo………
Luis Osorio y don Diego Dávalos………………
Veta que descubrió Benito ‘fie Torres
Juan de Caballos. Tiene dado un pozo de veinte es-
tados ……………………………………
Veta de S¡an Antonio
Francisco de Segovia, y Miguel García, y Pedro Sande
tienen dado un pozo de seis estados y está indiviso.
Veta que registró Torres, el Mollero
Luis Hernández, y Jerónimo de Esquivel, y Juan de
Aguirre, y Pedro Posada. Tienen dado un pozo de
diez estados………………… ……………
El capitán Hinojosa…………………………
Veta de Nuestra Señora de la Candelaria
Dos minas con ciento y veinte varas, en las cuales
tiene cuarenta y una vara y media Pedro de Va-
lencia, descubridor, y José de Escobar, cincuenta
y tres y media, y Cristóbal Losa, veinte y cinco.
Tiene dado un pozo de dos estados……………
El licenciado Pedro González de las Cuentas, y Diego
de Vega, y Jerónimo de Montenegro, y Diego de
Luna……………………………………
El capitán Luis García de Meló, en las cuales tiene
diez varas Diego de Meneses y otras diez Manuel
Rodríguez………………………………
Benito de Peñalosa y Pedro de Alcaraz…………
Su Majestad…………………………………
Pedro Clavijo ……………………………
Veta de San Antonio,
que descubrió Pedro de Valencia
El dicho Pedro de Valencia y tiene dada una cata.

90

LUIS CAPOCHE

[f. 13 v.] Veta de Gómez de Alarcón

20 Domingo Beltrán tiene las doce y Diego de Guitián
las veinte, y veinte y ocho Ñuño de Balboa. Está
dada una cata…………………………… 60 t
Veta de Pedro de Valencia
20 El dicho, como descubridor …………………… 60 t
20 José de Escobar, y Juan Ordóñez, y Baltasar de Vi-
llanueva e Isabel Clavijo…………………… 60 t
20 Isabel Clavijo, mujer del dicho Villanueva ……… 60 t
20 Su Majestad………………………………… 60 t
Veta de Nuestra Señora del Pilar
20 Pedro Martínez de [Ta]jarrista, y tiene en ellas [sic]
veinte varas. Tiene dado un pozo …………… 60 t
20 Mayor de Herrada y Jerónimo Pérez. Son del dicho
las cincuenta…………………………… 60 t
15 Gonzalo Franco………… …………………… 60 t
Vetilla de Guillermo Diste
El dicho, y su mujer, Juana de Alcoba……………
20 Juana y los herederos del dicho su marido ……… 60 t
20 Miguel de Morales…………………………… 60 t
Veta ,que descubrió Francisco Martínez
a un lado de la veta Rica
25 Los herederos de Marcos de Baeza, y Alonso Pérez,
y Francisco Martínez. Tiene dado un pozo de
quince estados…………………………… 60 t

Vela de La Magdalena,
que descubrió Francisco Martínez y está al lado de
la de Mendieta y don Francisco Lobato
30 6 El dicho Francisco Martínez tiene las veinte, y Alonso
Pérez, quince, y Diego de Acevedo, diez, y Juan
Rodríguez de Ribera, quince. Tiene dado un pozo

de quince estados………………………… 60 t
20 Su Majestad………………………………… 60 t
20 Cristóbal de Quirós…………………………… 60 t
20 Juan de Mojica [f. 14] ……………………… 60 t

Veta Nueva,
que registró Pedro Dávila, que está junto a la
veta del Estaño

15

El dicho Pedro Dávila, y Juan Bautista de Solís, y
Gaspar del Peso …………………………

60

t

RELACIÓN GENERAL

91

Veta de don Francisco Lobato

15 4 Alvaro López de Padilla. Está, por el crucero, en
hondura de veinte y cinco estados…………… 20 25
15 5 Los menores de Juan de Artigas. Está, por el soca-
vón, en hondura de veinte y cinco estados desde
él haz de la tierra………………………… 20 25
9 4 Juan de Cisneros y Gaspar de Ángulo. Está, por el
crucero, en veinte y cinco estados…………… 9 25
8 5 Bernardino Muñoz y Juan Pérez Donoso. Está en
veinte y cinco estados por el socavón ………… 10 25
5 2 Los menores de Juanes de Artiaga. Está, por el soca-
vón, en veinte y cinco estados……………… 5 25
30 8 Los herederos de don Francisco Lobato, en las cuajes
tiene doce varas Alvaro de Ribas Taboada, y nue-
ve Ñuño de Balboa. Indivisas y por partir. Está
en veinte y cinco estados por ej socavón……… 30 25
20 8 Hernán Sánchez Velasco y los herederos de García
de Aguilar. Indiviso……………………… 32 20
Martín de Elizalde, las catorce y dos tercias, y Barto-
lomé de Victoria, otras tantas, y Alvaro de Ca-

rrión, doce, y los herederos de Marcos Muñoz de
Larregata, diez y ocho ……………………
Veta que registró Alonso López Barriales

15 Alonso Hernández Hurtado, y las veinte varas tiene
Francisco de San Martín…………………… 60 t
20 Los menores de don Francisco Lobato, en compañía
de Ñuño de Balboa y de Alvaro de Rivas Taboada. 40
[f. 14 v.] Veta que registró Juan Chupacho, indio
35 El dicho indio, y María Ortiz Picón, y Juan Picón.
Tienen dado un pozo de ochenta estados……… 60 t
20 Su Majestad………………………………… 60 t
15 Juan de Cárdenas…………………………… 60 t
Veta de Miguel de Rosas,
a las espaldas del cerro, hacia Porco
15 El dicho Miguel de Rosas …………………… 60 t
15 Alonso de la Feria…………………………… 60 t
15 Juan de Matute……………………………… 60 t
15 Su Majestad………………………………… 60 t
Veta de Mendieta la Vieja
10 4 Gaspar de Miranda ………………………… 40
5 Luis de Escobar……………………………… 10
5 Bernabé de Bruceña tiene dado un pozo de treinta es-
tados por donde se labran. Indivisas y por partir. 10

LUIS CAPOCHE

Elena de Solís, las veinte, y Gaspar de Miranda otras
veinte, y don Luis Dávalos otras veinte………
Alonso Hernández Hurtado……………………
Juan Arcos Cortés……………………………
Veta de Santa Bárbara
que descubrió Pedro Jiménez del Castillo.
Tiénese por la del Estaño.
El dicho Pedro Jiménez………………………
Su Majestad…………………………………
Don Diego Acó, capitán [de indios], y Lope de Allen-
de, su compañero …………………………
Juanes de Gamboa y Sebastián Canseco …………
Veta de San Marcos
Que registró Hernando Llunqui, indio, y Juan Ro-
dríguez, y Juan Mojica, y Hernando Zama, y Je-
rónimo Pérez, y Francisco Dente ……………
Cristóbal de Quirós…………………………
Veta de San Agustín,
que descubrió don Juan Yupanqui, indio
Diego Bravo [f. 15] ………………………..
Su Majestad…………………………………
Hernando Pacheco, y don Antonio de Paz, y Pedro
Chirinos …………………………………
Los herederos del licenciado Polo Ondegardo ……
Diego Bravo ………………………………
El licenciado Luz, vecino de Arequipa, y Diego Dá-
valos, difunto, y Juan Ortiz Picón, y Juan Picón.
Son tres minas enteras……………………
Veta de San Julián,
que registró Martín Ruiz de Santo Domingo
El dicho Martín Ruiz y Julián Chura, indio de Acha-
cache: y en éstas tiene Blas de Colmenares diez,
y está dado un pozo de cinco estados…………
Su Majestad…………………………………
Juan Rodríguez de Ocampo, y Lucas Lobo, y Juan
de Vega, difuntos los dichos últimos …………
Veta que registró Pedro Panas
El dicho y Juan JuUaca, indio, en las cuales tiene Pe-
dro de Grado las treinta varas. Tiene dado un
pozo de tres estados Francisco Romo…………

RELACIÓN GENERAL

93

Veta de Antonio Rodríguez
20 Diego Bravo. Tiene dado un pozo de quince estados. 60
15 Antonio Rodríguez, y Bartolomé de Victoria, y To-
más de Garay…………………………… 60
15 Diego Hernández de Castro, y Jerónimo de Esqui-
vel, y Cristóbal de Medina, y Pedro de Alcocer, y
Gonzalo de Solís. Dos minas………………… 120 t
15 Gonzalo López, y Sebastián de Otaola, difunto, y Juan
de España. Tienen dado un pozo de cinco estados. 60 t
16 Alonso Hernández Hurtado, y Pedro Hernández de
Ontiveros, y Luis Hernández, y Juan de Castro
y [f. 15 v.] Domingo de Ybarra …………… 60 t
16 Juanes de Gamboa ………………………… 60 t
10 Los herederos de Miguel de Torralba y el padre Pi-
ñega…………………………………… 60 t
10 Juan Moran………………………………… 40 t
10 Ñuño de Balboa…………………………… 80 t
3 Francisco de Orúe…………………………… 5 t
4 Francisco de Aguilar ………………………… 10 t
10 Francisco Muñoz y Pedro de Arenas…………… 60 t
10 Francisco de Oruño………………………… 30 t
Veta de San Juan
5 Juan de Castro. Tiene dado un pozo de cinco estados. 60 t
5 Juan de León y Pedro de Torres, en las cuales tiene
Bartolomé de Victoria las quince…………… 60 t
10 Cristóbal de Losa y compañía, dos minas enteras … 120 t
Vela de San Jerónimo
10 Gaspar de Miranda y Pedro de Zúñiga. Tienen dado
un pozo de dos estados…………………… 60 t
12 Don Francisco de Valenzuela ………………… 60 t
Veta de San Telmo,
que descubrió Diego Rodríguez de Figueroa
15 Francisco de Oruño, y Jerónimo Pérez Valdés, y doña
Mariana, hija del dicho Diego Rodríguez, y las de-
más sus hijas; dos minas………………… 120 t
Veta de Santiago,
que descubrió Hernando Ortiz, difunto
20 Gaspar de Miranda, y en ellas tiene Luis de Escobar
ocho varas, y Diego de Palma diez, y Magdalena
de Salas diez, y Juan Franco (hijo del doctor Fran-
co) diez, y Pascuala (hija de Antonia, morena)
diez …………………………………… 60 t

94

LUIS CAPOCHE

Juan Vázquez Dávila ……………………… 10 t
Francisco de Aguilar………………………… 5 t
Francisco de Orúe [f. 16] …………………… 20 t
6 Diego Rodríguez de Figueroa, y Juan Aviles, y Fran-
cisco Colmenares………… ……………… 30 t
Veta de Barreño
15 Gaspar de Miranda, y Elena de Solís, y Diego Ro-
dríguez, y Diego de Palma, e Inés de Olivera. Tie-
nen dado un pozo de dos estados …………… 60 t
15 María Castellanos…………………………… 60 t
Gaspar de Miranda, y Elena de Solís, y Gonzalo de
Solís, y Bernabé de Bruceña. Tienen dado un pozo
de diez y seis estados………………………
Veta de Martín Totora, indio del Cuzco
12 6 Juan Díaz Jiménez, dos minas. Tiene dados dos po-
zos, el uno de veinte estados y el otro de tres … 120
Veta que descubrió Alcoba
10 Juan de Alcoba y Alonso de Torrejón tienen las sesen-
ta varas, y está dado un pozo de ocho estados … 60 t
Alonso de Torrejón ………………………… 35
Veía de Los Viejos
20 Marcos Caro las catorce y media, y Juan Vázquez diez,
y Garci Michel diez……………………… 34 l/a
Veta de Andrés Vela
16 Sancho López de Bilbao. Tiene un pozo de treinta
estados………………………………… 60
10 Juan de Castro, melero ……………………… 60 t
Veta de San Juan,
que descubrió Diego Rodríguez al cabo y remate
de la veta de Centeno hacia Potosí
12 En la cual vetilla tiene el dicho Diego Rodríguez cien-
to y veinte varas en dos minas, y Diego Hernán-
dez diez, y Bartolomé de Victoria otras diez. Tiene
dado un pozo de dos estados……………… 140 t
8 Juan de Arévalo…………………………… 60 t
6 Pedro Hernández [f. 16 v.]…………………… 60 t
6 Su Majestad ……………………………… 60 f
3 Cristóbal de Medina………………………… 5

RELACIÓN GENERAL

Veta que registró el capitán Diego Moreno
entre la veta Rica y la de Centeno

El dicho capitán y el licenciado Contreras, dos minas.
Tiene un socavón de quince estados ………… 120
El pozo y vetilla de Vivanco
Pedro Hernández las treinta varas, y Juan Ochoa vein-
te, y Francisco Losa diez. Tiene dado un pozo de
diez estados. Está indiviso y por partir ……… 60

Veja de San Juan de la Pedrera,
que descubrió Diego Quili, indio
Juan Niño de Figueroa tiene las veinte y dos, y Ro-
drigo de Miranda las veinte y ocho, y Rodrigo de
Arias de Buico diez……………………… 60
Su Majestad ……………………………… 60
Veta de San Jorge,
que registró Antonio Gutiérrez y Gonzalo de Solís

El dicho Gonzalo de Solís, y en éstas tiene Ana, Gu-
tiérrez quince, y Pedro de Jerez quince, y treinta
Juan Gutiérrez de Ulloa. Han dado un pozo que
está de seis estados……………………… 90
Diego de Figueroa las veinte, y Diego Hernández
diez, y Juan Guerra veinte, y Baltasar Ramírez
diez. Indiviso…………………………… 60

Veta que llaman de Berrío.
que descubrió Agustín Ohara, indio de Llanquisupa del Cuzco
El dicho Agustín en compañía de Diego Chuna y Alon-

so, indios; y en esta mina tiene Pedro de Grado
diez varas, y el padre Yllarregui tres varas, y San-
tiago Samalvide tres varas, y Martín de Vergares
cinco varas. Lábrase [f. 17] por un pozo que tiene
de treinta estados………………………… 60
Juan de Berrío en compañía de don Juan Molloco-
pata, cacique principal de Llanquisupa ……… 60
Francisco Ortiz de Olestia y Mencía de la Chica. Tie-
nen dada una catilla……………………… 60
Su Majestad ……………………………… 60
Rodrigo de Benavente, y en ésta tiene el secretario
Juan de Losa doce varas y media, y los herederos
de Pedro de Honor doce varas, y Martín de Ver-
gares tres varas………………………… 60
Francisco Gutiérrez Caballería, que reside en Lima,
y Diego Núñez Bazán tiene doce varas, y Juan de
Pendones doce, y Juan de Alba doce ………… 60

96

LUIS CAPOCHE

-20 Juan Fernández de Castro, y Gonzalo de Solís, y Blas
de Colmenares diez varas, y Jerónimo de Monte-

negro diez varas………………………… 60 t
Luis de San Román ………………………… 60 t
Mencía de la Chica………………………… 50 t
Luis García, escribano público y del cabildo de esta
villa de Potosí…………………………… 60 t
45 El licenciado Torres de Vera ………………… 60 t
Hernando Mateos…………………………… 50 t
Juan Fernández de Castro y Gonzalo de Solís. A estas
minas señalaron los cuarenta y cinco indios…… 20 t
3 María Castellanos…………………………… 60 t
3 Juan de Castro, melero ……………………… 60 t

Veta de San Pedro que registró Gaspar Ortiz
’30 El dicho Gaspar Ortiz, el cual dio las cincuenta varas
a Catalina Ortiz, su hija, y diez a la iglesia del
Señor San Pedro, y diez a Nuestra Señora, y diez
a Luis Hernández. Tiene dado un pozo de diez

estados ………………………………… 80 t
20 Francisco Díaz, en compañía de doña Margarita … 60 t
30 Mateo Ruiz y Francisco Hernández, zapateros [fo-
lio 17 v.] ………………………………… 60 t
20 Gonzalo de Tarragona en compañía de Francisca Eu-
frasia, hija de Gaspar Ortiz………………… 60 t
20 Blas de Colmenares y Diego Hernández. Indiviso … 60 t
Veta de M\aría Castellanos
20 4 En la cual tiene mina de sesenta varas ………… 6U
Veta de Francisco Logroño
30 4 El dicho. Tiene dado un pozo de veinte estados … 60
15 Pedro Panus, flamenco ……………………… 60 t
20 Jerónimo de Esquivel, y Juan de Aguirre, y Pedro
Posada………………………………… 60 t
6 Juan López………………………………… 10 t
6 Francisco Vázquez…………………………… 5 t
15 Martín de Ghazarreta. Tiene dado un pozo de doce
estados………………………………… 60
20 Sancho de Curaraire, y Juanes de Olazaga, y los he-
rederos de Pedro Juárez de Valer, y los herederos
de Pedro Copado. Tienen dos minas indivisas … 120 t
15 Francisco Hernández de la Torre……………… 60 t
15 Pedro Clavijo y Lope de Villarreal……………… 60 +
15 El rey don Felipe, nuestro señor ……………… 60
Veta que llaman de Chumpi
20 Ñuño de Balboa, en las cuales tiene cuarenta varas
Juan Moran. Está dado un pozo de cuatro estados. 90

RELACIÓN GENERAL 97

Veta de Juan Fernández
JO El dicho, sesenta varas……………………… 60 t
>2 Baltasar de Villanueva y Jerónimo Rodríguez …… 35 t
Veta que registró Villabáñez
20 El dicho, y Alonso Sánchez Herrero, y los herederos
de Cristóbal de Pereña. Indiviso …………… 60 t
[f. 18] Veta de San Sebastián de la Pedrera
35 8 Pedro de Avila tiene en estas dos minas las treinta
varas, y Martín de Tineo otras tantas, y los here-
deros de Espinosa las sesenta restantes. Está dado
un pozo de veinte y cinco estados…………… 120
15 8 La Católica Majestad………………………… 60 6
15 4 El monasterio de Nuestra Señora de la Merced …… 60 t
15 Juan de Camarena, y tiene dado un pozo de diez es-
tados ………………………………… 60
10 Alonso Hernández Hurtado…………………… 60 t
15 Juan de la Puebla…………………………… 60 t
Veta de Cristóbal López,
que está a la parte del poniente
25 El dicho y Luis Alvarez. Está dada una cata de siete
estados………………………………… 60 t
15 Su Majestad………………………………… 60 t
10 Francisco de Losa. Está dada una catilla………… 60
10 Juan de Gamboa…………………………… 60 t
10 Antonio de Salas…………………………… 60 t
20 Luis Losa y Cristóbal Alvarez………………… 60 2
20 Francisco Alvarez y Juan Alvarez, su hijo ……… 60 t
30 Luis Alvarez, en las cuales tiene Juan de la Puebla
quince varas, y diez Francisco de Orellana, y otras
diez Ñuño Méndez, difunto, y diez Jerónimo de
Montenegro y Alonso Velasco ……………… 60 t
10 Juan de Hermosa…………………………… 60 t
El dicho Ñuño Méndez……………………… 60 t
Veta de San Antón de la Pedrera
Melchor Gómez……………………………… 60 t
Pedro Dávila……………………………… 60 t
Pedro de la Cal, y en esta mina tiene Luis Hernández
quince varas, y Juan Rodríguez del Campo [SÍC].
A estas tres minas se tiene dada una cata ……… 60 t
Veta de San Juan de la Pedrera, que llaman Chapa
20 Los herederos de Cristóbal de Pereña quince varas,
y las demás del racionero Villarreal [f. 18 v.] y
don Juan Inca tiene dado un pozo de diez estados. 60

7

98

LUIS CAPOCHE

20 Alvaro González y García Hernández, las treinta, y
las otras treinta Mariana de Flores. Está en hon-
dura de diez estados……………………… 60
Veta de Juan Niño en San Juan de la Pedrera
10 4 El dicho Juan Niño ………………………… 60 15
10 Juan Ramírez……………………………… 60 t
15 Diego Bravo………………………………… 60 t
16 Baltasar Ruiz de Sosa………………………… 60 t
Veta que descubrió [H]uaman, indio,
a las espaldas del cerro Porco
20 Juan García Cuadrado y su hijo, Diego García. Tie-
nen dado un pozo de dos estados…………… 120 t
30 Diego Rodríguez de Figueroa, y en ésta tiene diez va-
ras Simón Pérez y Luis Hernández veinte …… 60 t
20 Simón Rodríguez Garavallo, y Juan Gutiérrez de Soto
tiene las treinta ………………………… 60 t
15 Juan de Arriaga y Elena de Santiago, dos minas…… 120 t
Veta de Santa Bárbara
que registró Diego Rodríguez de Figueroa
10 El dicho Diego Rodrigo de Figueroa…………… 60 14
10 Su Majestad ……………………………… 60 t
15 Juan de Arriaga cuarenta varas, y Simón Rodríguez
veinte y cinco, y Juan de Castro cincuenta y cinco.
Háse dado pozo…………………………… 120
Veta de San Juan de la Pedrera, que registró
Antonio de Elizalde
20 El dicho y Martín de Elizalde tienen dos minas en-
teras y dánle una cata …………………… 120 t
20 Juan Picón y Rojas………………………… 60 3
Veta que descubrió Amador de Ayerdi en
San Juan de la Pedrera
15 Diego Hernández de Castro, en las cuales tiene vein-
te varas Juan Velázquez, y sesenta \ varas Juan Se-
villano, clérigo, y otras sesenta Diego Ylla, indio
presbítero [sic] [f. 19] …………………… 180 4
16 Baltasar Ruiz de Sosa……………………… 60 t

Veta que registró Francisco Logroño en
San Juan de la Pedrera

10

En la cual tiene el dicho Logroño una mina de sesenta
varas y en ella una catilla de dos estados……… 60

RELACIÓN GENERAL

99

Veta que registró Diego Puma, indio,
10 en San Juan de la Pedrera, en la cual tiene Martín
Cusí, indio, una mina……………………… 60 t
Veta de San M\atías, que descubrió Juanes de Aguirre
25 Jerónimo de Esquivel, las diez y ocho varas, y Alonso
Velasco, diez, y el dicho Aguirre, nueve, y Pedro
Posada, diez y ocho, y Sanabria, cinco. Indiviso
y por partir……………………………… 60 10
15 Su Majestad………………………………… 60 t
12 Miguel de Montoya y Juanes de Laozaga y compañía. 60 t
15 Cristóbal de Medina y Martín de Elizalde tienen dos
minas, y en las sesenta varas de Elizalde tiene las
diez Alonso Velasco……………………… 120 t
10 Benito de Torres…………………………… 60 t
15 José Luis de Escobar, y Juan Martínez, y Sebastián
Márquez. Indivisas……………………… 120 4
Veta de Santiago de la Frontera, que registró
Francisco de Paredes.
24 El dicho Francisco de Paredes, las diez y siete varas,
y Gaspar del Peso otras tantas, y Pedro Dávila
otras diez y siete, y las nueve restantes, Juan Pi-
cón. Tienen dado un pozo de ocho estados …… 60
10 Su Majestad………………………………… 60 t
10 Su Majestad [f. 19 v.] ……………………… 60 t
10 Don Pedro Marañen………………………… 60 t
12 Diego Hernández …………………………… 60 t
15 Diego Dalvis, y en esta mina tiene diez varas Juan
Picón…………………………………… 60 t
10 Gonzalo de Amaya………………………… 60 t
10 Baltasar Ruiz de Sosa………………………… 60 t
10 Hernando Ramos…………………………… 60 t
Juan de la Puebla…………………………… 60 t
Veta que registró Alonso López Barriales por el socavón de Lobato
8 5 Andrés Lobato ……………………………… 30
8 Juan de Ballesteros Narváez………………… 30
16 Antonio de Heredia, y doña Elvira de Godoy, y Andrés
Vela, y en esta mina tiene diez varas Antón de Po-
blete y veinte Gaspar de Meneses……………… 60 t
Veta de Santo Domingo que registró
Domingo de Yarda
20 6 El dicho tiene en esta mina cuarenta varas, y diez Juan
de Castro, y otras diez Jerónimo de Esquivel. Está
dado un pozo de ocho estados………………… 60
10 Cristóbal de (Mazábala ……………………… 60 t

LUIS CAPOCHE

Sancho de Apioca ………………………. 60 t
Su Majestad………………………………… 60 t
Juan de Porras las veinte y dos, y doña Ana de Val-
derrama seis, y otras seis Luisa Requelme, y diez
varas Santiago de Samalvide, y Martín Yáñez ocho 60 t
Veta de San Ildefonso que registró
Alonso López Barriales
El dicho, y en éstas tiene quince varas Juan de la Puebla. 60 t
[f. 20] Veta de Pedro Cebicas
6 El dicho tiene una mina de sesenta varas y en ellas están
dados tres pozos, por donde se labra, de doce y
quince y veinte estados de hondura ………… 60
8 Diego Núñez Bazán, y tiene dado un pozo de veinte
varas……………………………….. 20
3 Don Juan Sacaoa, indio, y labra por pozo ……… 40
Los herederos de Juan Moreno. Están dadas dos catas 60
6 Martín de Elizalde y Pablo Díaz Colodro. Está dado
un pozo de veinte estados……………….. 60
1 El dioho don Juan Sacaca, y tiene dada una cata de
tres estados …………………………… 15
Los herederos de Marcos Muñoz de Larregata … 60 t
Diego Núñez Bazán, y tiene dadas dos catas……… 60
Los herederos de Juan de Aguirre …………… 60 t
4 Francisco Serrano, difunto, y tienen en ellas veinte
varas los herederos de Cristóbal de Pereña, y
otras veinte Miguel Jerónimo. Está indiviso y dado
un pozo de veinte estados ………………… 60
Francisco Guerra, y tiene dada una cata ……… 60
Martín de Elizalde y Alonso Torrejón, y está dada una
carilla de tres estados…………………… 120
Gaspar Pamo ……………………………… 60 t
Cristóbal Losa, y Alonso Sánchez Herrero, y los here-
deros de Alonso Muñoz. Está dada una carilla de
dos estados……………………………
Juanes de Castro ………………………… 60 t
Felipe de Medina, y en ellas tiene Alonso de Mercado
las veinte, y quince los herederos de Cristóbal de
Artiaga, y diez un indio. Está dado un pozo de
veinte estados ………………………… 60
Veta de Alonso Cavaría, indio
El dicho descubridor, y Martín Puyana, indio, y Diego
Delgado. Están dados unos pozos de dos estados 60
Juan del Castillo el Mozo, y Andrés Vela, y Bernabé
de Bruceña, veedor deJ cerro, y Juan de Solórzano.
Indiviso. Tienen dados unos piozos de seis es-
tados [1.20^.] ……………………….. 60
Juan de la Puebla ………………………… 60 t

RELACIÓN GENERAL

101

15 Diego Bravo, alcalde mayor de minas, y tiene dadas
algunas catas de dos estados……………… 60
25 Don Juan Pati, indio, y en ellas tiene Juan Pérez
veinte, y diez Juan de Arévalo y Juan Picón. Están
dadas unas catas de a tres y a cuatro estados … 60
10 El dicho don Juan Pati, y don Diego, su hijo, y don
Carlos, indios, en la veta que dicen de Hinojosa.
Tienen dado un socavón de cincuenta brazas … 15
10 Elena de Solís y Elena de Santiago tiene las quince
varas. Está esta mina junto a la de Cevicos, en
una vetilla nueva ………………………… 25
20 Juan Chico Herrero en la veta de Nuestra Señora
de la Candelaria, en las cuales tiene Luis García
de Meló diez varas …………………… 60
t
Veta de San José
Domingo Quinta, indio de Yunguyo, descubridor, y
Pedro de Valencia. Tienen tres minas enteras y
dada una catilla ………………………… 180
25 El dicho Valencia ………………………… 60 t
Veta que descubrió Jerónimo de Zúñiga
20 4 Jerónimo de Esquivel, y Juan Pérez de Godoy, y
Diego Rodríguez de Figueroa. Están dados dos
pozos……………………………….. 60
20 Alonso Paniagua, en las cuales tiene Francisco García,
escribano real, veinte varas, y Jerónimo de Es-
quivel diez, y diez Juan de Saucedilla ………
20 Miguel Jerónimo tiene en esta mina las treinta varas,
y Pedro Pérez, tonelero, las veinte, y Juan de
Saucedilla las diez ……………………… 60 t
10 Su Majestad………………………………… 60 t
Baltasar Rodríguez de Sosa, en las cuales tiene diez
Bernabé de Bruceña [f. 21] ……………… 60 t
15 Pedro de León, en las cuales tiene veinte doña Qui-
teña de Berrío, y diez varas del dicho Bruceña … 60 t
15 5 Alvaro de Carrión y don Juan Guaneo, indio de Oruro.
Está dada una cata de cuatro estados; son en la
mina de San Juan y Santa Isabel; tienen [sic]
Alonso Hernández Perales sesenta veras de mina,
y está dada una cata de catorce estados y otra
de cuatro ……………………………… 120
10 Diego García Zembrano ……………………… 60 t
10 Miguel de Morales…………………………… 60 t
25 Hernando de la Cueva y Domingo Betanzos, en las
cuales tiene Juan García de Valneda veinte varas,
y Diego de Robles Cornejo otras veinte ……… 120
15 Antonio, indio natural de Quispicanoha, tres leguas del
Cuzco, tiene una mina de sesenta varas que está
junto a la entrada del socavón de Luis Hernández,
y tiene dada una cata de cinco estados ……… 60
20 Juan Picón y compañía……………………… 60 t

102 LUIS CAPOCHE

15 Pedro de Niza, ausente, las treinta, y María Ortiz
veinte, y Manuel Rodríguez diez …………… 60 t
10 Su Majestad ……………………………… 60 t
20 Juan Ortiz Picón, y Baltasar Ortiz, Francisco de Cer-
vantes, y Diego Núñez de Prado tienen dos minas
en una vetilla, cabe el pozo de Vivanco, a un lado
de la veta Rica. Tiene dada una cata de dos o tres
estados ……………………………… 120
24 Juan de España, en las cuales tiene diez varas Diego
de Meneses, y diez varas Hernando de Valencia.
Está dado un pozo de tres estados…………… 60
10 Francisco Ballesteros, y Francisco Gómez, Hernando
de la Cueva, en las cuales tiene Pedro Contador
veinte, y otras veinte Diego de Meneses, escribano
de minas……………………………. 60 t

10 Su Majestad [f. 21 v.] ……………………… 60 t

Veta de Santa Catalina
que descubrió Juan de [blanco]
10 El dicho descubridor, y tiene dado un pozo de dos
estados………………………………… 60
16 Baltasar de Sosa…………………………… 60
25 Pascual Juárez. Tiene una mina de quince varas en la
cueva del socavón de Luis Hernández………… 15
16 Baltasar Pérez, y Elena de Solís, y Juan Barragán, di-
funto, y Juan Arias de Castilla, y tiene dado un
pozo de ocho estados …………………… 120
60 Martín de Chazarreta tiene una mina de sesenta varas
junto a la de Cevicos, y tiene dado un pozo de cinco
estados ………………………………… 60

Veta de don Bernardino
8 Jerónimo de Vargas tiene en esta veta dos pedazos de
mina con sesenta y cinco varas y está dado un pozo
de quince estados………………………… 65
10 En el cerro de Guaina Potosí tiene Juanes de Gamboa
una mina de sesenta varas, y en el cerro hay al-
gunos socavones antiguos y lo uno ni lo otro no
se labra por ser inútil …………………… 60

De las vetas y minas que se han des-
cubierto y registrado en el cerro rico
de esta villa, después de la visita ge-
neral, que se acabó en nueve de marzo
de mil y quinientos y ochenta y dos
años
Antonio de Contreras descubrió una veta
de metal de plata por encima del socavón
de Medina, en la cual se le concedieron las
sesenta varas de mina que pertenecen al

descubridor, y Su Majestad tomó mina
y muchas personas se estacaron.
Francisco de Polanco, el Mozo, descu-
brió y registró una veta de metal de plata
entre la veta de Los Ciegos [f. 22] y la
de Los Flamencos, en la cual le señala-
ron las sesenta varas que le pertenecían.
Y Su Majestad tomó mina y muchas per-
sonas [se estacaron], y lo mismo se en-
tenderá en todos los registros que se si-
guen, que por evitar prolijidad no pongo

RELACIÓN

GENERAL 103

los nombres de los que tomaron mina
y se estacaron, y por estar casi la mayor
parte de todas estos minas y vetas vír-
genes.
Juan Niño de Figueroa descubrió y re-
gistró una veta de metal de plata a un
lado de la veta de San Juan de la Pe-
drera, al poniente, y es ramo de la veta
principal y púsole nombre San Felipe.
Gonzalo de Lagos registró una veta de
metal de plata en el dicho cerro.
Andrés Velázquez, y Juan de Padilla,
y Francisco Chuquisana, indio natural del
pueblo de Sicuana, del distrito del Cuzco,
registraron una veta de metal de este cerro.
Jorge Polo registró una veta de metal
a la parte del sur.
Pedro de Godoy registró una veta de
metal de plata entre la veta de Los Ciegos
y Los Flamencos.
El dicho Juan Niño de Figueroa registró
una veta de metal de plata.
Bartolomé Guamani, indio cana, y Lo-
renzo Luqui, natural de Puno, descubrie-
ron una veta de metal de plata y pusié-
ronle por nombre Santiago, y está junto
a la de Cevicos.
Miguel Tomo, indio, y Hernando de la
Cueva Corredor registraron una veta de
metal a las espaldas del cerro hacia los
indios chichas, por debajo del socavón de
Marcos Muñoz de Larregata, difunto.
El dicho Lorenzo Luqui registró, como
descubridor, cuatro vetas de plata en el
dicho cerro.
Baltasar Ruiz de Sosa registró una veta
de metal de plata.
Jorge Hernández registró una veta de
metal de plata.
Alonso Vairuañu [Uairuaño?] y Juan
Gutiérrez Bernal descubrieron una veta
de metal.
Alonso Rodríguez registró una veta de
metal de plata junto a la veta Rica.
[f. 22 v.] Diego Illatincu, indio, descu-
brió una veta de metal de plata a un lado
del cerro, hacia el poniente.
Miguel Rubio registró una veta de metal.
Cristóbal de Baranda registró una veta
de metal de plata.
Juan Dols registró una veta de metal.
Alonso Tufiño registró una veta de me-
tal de plata.
Martín de Peralta registró una veta de
metal.

Mateo López de Gamboa registró una
veta de plato.
Francisco de Jodar, alférez, registro una
veta de metal de plata.
Don Juan Consa, indio canchi, registró
una veta de metal de plata junto a la
iglesia del cerro, cerca de la mina de la
Muñiza.
Jorge Polo registró una veta de metal
de plata que manifestó en la cañada que
se hace en lo de San Juan de la Pedrera.
Juan Guerra registró una veta que des-
cubrió, estando labrando una mina que
tiene en la veta de Los Flamencos, por un
socavón, atravesando las cajas hacia el
oriente y corre norte sur, y hallóla en cua-
renta estados de hondura.
Pedro López de Almanza registró una
veta de metal de plata.
Jorge Polo registró veta de metal de
plata.
Francisco Díaz registró veta de metal de
plata.
Baltasar González registró veta de metal
de plata.
Juan García Casjazola registró veta de
metal de plata.
Don Diego Guaca, indio natural de Po-
mata, en la provincia de Chucuito, regis-
tró una veta de metal. Está hacia el po-
niente, por debajo de la veta de Los Fla-
mencos.
Don Lorenzo Luqui y don Diego, indios,
descubrieron una veta de metal de plata.
Luis Martín registró una veta de metal
de plata.
Antón Lusco, indio canchi, descubrió
una veta de metal de plata.
Diego Bravo, alcalde mayor de minas,
registró una veta de metal de plata, que
está al poniente, junto a una fuente cabe
las mina° de Cevicos.
Francisco Alvarez registró una veta de
plata al poniente, que va atravesando la
veta de Los Ciegos.
Francisco Guitérrez, el Mozo registró
una veta de plata.
[f. 23] Francisco Martínez, y Lucas
Martín, y Lorenzo Calisaya, indio, regis-
traron una veta de plata junto a la de
Los Viejos.
Gonzalo López de las Higueras registró
una veta de metal entre la del Estaño y la
de Oñate.
Diego Rodríguez de Figueroa registró

104

LUIS CAPOCHE

una veta de metal de plata, en la cual se
hallaron algunas catas antiguas que esta-
ban ciegas y la veta perdida, por tener
mucha tierra y piedra encima. Y lo mis-
mo se ha de entender de muchas que se
registran por nuevo descubrimiento, por-
que los que las hallan, por no ser de im-
portancia, las dejan y el tiempo va gas-
tando la memoria de esto. Y otras per-
sonas topan la veta, y ordinariamente son
indios que comúnmente andan escarbando
el cerro y dan noticia a sus amos o ami-
gos, los cuales hacen nueva manifestación,
intentándolo por despoblada, si acaso se
ha hecho de ella registro o por nuevo des-
cubrimiento, que lo uno y lo otro es con-
forme a la ordenanza real, aunque entien-
do que en la primera visita que se hiciere
se visitarán más de cuarenta vetas con
muchas personas que han tomado mi-
nas en ellas, y este último registro parece
haberse hecho por octubre de mil y qui-
nientos y ochenta y cuatro años.
De los socavones que hay en el cerro
y de su efecto y uso
Una de las buenas invenciones que se han
hecho en el cerro para la labor de las mi-
nias y aprovecharse de sus metales ha sido
la de los socavones, cuya labor es de mu-
cho fruto e importancia. Y así debe Vues-
tra Excelencia mandar se tenga gran cui-
dado en continuarla, y que los indios que
les dieron para este efecto se ocupen en su
labor, para lo cual se ha de advertir que
las vetas de este cerro, como está dicho,
están y se descubrieron en las cumbres
y partes más altas de él hacia el oriente.
Corren norte sur subiendo las vetas hacia
la punta y corona del cerro, descendiendo
la caja y metal hacia abajo, que es de
a do procede y tiene su raíz, y a lo que
se entiende, hasta su planta y podría ser
más, que a buena cuenta debe de tener
más de mil y doscientos estados de des-
cendida, [f. 23 v.] Y han sido tan fijas
las cajas y vetas en este cerro, que se
entiende tener su principio y firmamento
en lo bajo, aunque hay riesgo en lo muy
hondo de hallar agua, que por haber fal-
tado y ser el cerro tan enjuto se ha po-
dido ahondar tanto en la labor de las mi-
nias, porque quitadas las que señalé en la

veta Rica, en lo que llaman de Pancorvo,
que fué un vecino del Cuzco, no hay otras
que hayan dado en agua.
Pues para labrar las minas y sacar los
metales han de descender forzoso por las
escalas la hondura que tuvieren, y des-
pués de barreteado el metal subirlo con
dificultad, costa, y trabajo, y peligro no-
table de los indios. Y para excusar esto,
inventaron hacer en los lados del cerro
unas cuevas por donde van minando el
cerro, siguiendo el rumbo que va al orien-
te, en busca de las vetas que están norte
sur, tomándolas atravesadas.
Lábranse los socavones con trabajo, a
punta de barreta, (por eT)cerro de peña y
no poder trabajar juntos más que dos
barreteros en el testero del socavón, re-
mudándose entre noche y día. Y con el
aliento de los indios y poca aspiración
del aire se les apagan las velas, que no
es poco trabajo.
Tienen los socavones por el ancho ocho
pies y por lo alto algo más de un estado.
Entrase por ellos a paso llano, aunque
con algunas gradas y escalones mal la-
brados; ciérranse con sus puertas; sá-
canse por ellas los metales con facilidad
y sin riesgo de los indios. Cuando por
los socavones algunos señores de minas
quieren labrar las que se pueden gobernar
por ellos, deben al dueño del socavón el
quinto del metal, que por ellos sacan,
aunque no se cobran con rigor. Estos so-
cavones no son generales para poderse co-
municar por ellos todas las minas, sino
particulares para la veta a que se diri-
gieron.
Tiénese gran esperanza que si los que
se están dando se acabaren, como se en-
tiende, será con brevedad si se tiene cui-
dado en ello, se restaurará esta tierra y
será grande la grosedad de metales y pla-
ta que habrá. Y así como fuere tratando
en particular de ellos, referiré [f. 24] a
Vuestra Excelencia el estado en que están.
Y aunque el socavón al metal de chile,
que es la última hondura de la mina, no
puede hacerlo de mejor condición y ley
que lo es ahora, síguense por ellos más
frutos que el ahorrar la descendida y su-
bida, aunque esto es [ya] importante, por
la seguridad y menos trabajo del indio.
Pero síguense otros útiles, por haber mu-
chas minas que han dado en barriales y

RELACIÓN

GENERAL 105

quemazones y metales pobres, que su ley
no iguala con la costa, y sus dueños no
tienen fuerza para desencajar la mina y
sacar aquella tierra y metales inútiles sin
provecho y de mucha costa. Y por el so-
cavón topan y alcanzan la mina en parejo,
que ahorran el vaciarla de los barríales
y quemazones por tomarla el socavón por
parte más baja, como si hiciésemos cuenta
que el barrial fuese de quince o treinta
estados, hasta tornar a tomar lo fijo y
buen metal. El socavón, cuando alcanza
la veta y mina, deja el barrial y tierras
salvándolo, lo cual sirve de puente y for-
taleza de las cajas.
Pongo los [socavones] que han alcan-
zado vetas que por ellos se gobiernan y
labran, con los que se están acabando.
Cuando el socavón alcanza la veta llaman
aquel lugar crucero, por hacerse allí una
encrucijada el socavón y la veta. Y pro-
siguiendo adelante con el socavón, que
hay algunos que alcanzan a diversas vetas
yendo haciendo sus cruceros, apartándose
las labores unas a una mano y otras a
otra, como en el lugar que cada uno tiene
su mina y pertenencia. Y desde el paraje
del socavón se tornan a labrar las minas
prosiguiendo la veta abajo, de manera que
no es menester descender por escalas. Y
algunos socavones se han dejado de la-
brar porque tomaban la veta en hueco y
fuera necesario descender por muchas es-
calas, por haberse labrado la veta con más
presteza que el socavón. Y algunos de los
que hoy se están labrando tienen este ries-
go, aunque no es notable el inconveniente,
porque caso que tope la veta en hueco será
en veinte o treinta esta-[f. 24 v.]dos hasta
llegar a lo macizo y excusará lo que hay
desde la superficie de la tierra, que va a
decir más de ciento y sesenta estados.
Y así hay plática entre mineros que era
necesario se diese ahora de nuevo un so-
cavón de mejor traza y labor que los
que hasta aquí se han dado, y [en] el
paraje que alcanzase las minas por lo
macizo comisidtrando el tiempo que se
puede gastar en la labor de minas y so-
cavón, y que se hiciese con declinación de
corrientes hacia su boca para que por él
se pudiesen desaguar las minas si se to-
pase agua. Porque [en] los que se han
dado hasta ahora no se tuvo este respecto;
antes van declinando desde su puerta y

principio hacia la mina, en decrecimiento
de siete u ocho estados del peso y altura
que comenzó su labor.
Hay en este cerro los socavones que se
siguen, con los indios que les señalaron
al tiempo de la visita y los que les dieron
por el repartimiento general, así para la
limpieza de los que están acabados, como
para acabar los que se están labrando.
El socavón de Sojo, por el cual se labra
parte de la veta de Corpus Christi, y men-
dieta, y Rica, y Negra, y del Espíritu San-
to. Dijeron los veedores que había me-
nester ocho indios para tenerlo limpio y
Su Excelencia le mandó dar tres.
El socavón de Marcos Muñoz, que ahora
poseen sus herederos, por el cual se la-
bra la veta de Mendieta. Le señalaron seis
indios y le dieron tres.
El socavón de Luis Hernández Ramírez,
por el cual se labra parte de la veta de
Mendieta y la Rica. Señaláronle seis in-
dios y repartiéronle tres.
El socavón de Juan Ortiz Picón; se la-
bra por él, parte de la veta de Mendieta.
Señaláronle seis indios y diéronle tres.
El socavón de Juan Ortiz de Zarate, que
es ahora del licenciado Juan Torres de
Vera como yerno suyo; lábrase por él
parte de la veta de Mendieta y parte de la
veta Rica y otras vetillas, y va dirigido a
la veta del Estaño. Tiene [f. 25] arren-
dados los quintos que le pertenencieren
en cada un año, y aseguro que los quin-
tos llegarían a doce mil quintales de me-
tal. Señaláronle por su labor y limpieza
quince indios y diéronle doce.
El socavón de Medina; lábrase por él
parte de la veta del Estaño, y de la Rica,
y Negra, y otras vetillas. Señaláronle ocho
indios y diéronle tres.
El socavón de Juanes de Gamboa y com-
pañía, por el cual se labra parte de la
veta de Mendieta y de la de Corpus Christi,
y va en seguimiento de la veta de Los Fla-
mencos. Señaláronle doce indios y diéron-
le ocho.
El socavón de Cristóbal López, que es
de los antiguos de esta villa y el más
viejo que hay en ella y creo en toda la
provincia, por ser de ciento y veinte años
y de tan buen aspecto que lee sin ante-
ojos y a las veces sube a pie al cerro.
Lábrase por este socavón la veta de Los
Ciegos y otras, y va dirigido a la de Los

106

LUIS CAPOCHE

Flamencos. Señaláronle doce indios y dié-
ronle ocho.
A la parte oriental del cerro, en lugar
bajo, ,e dio un socavón que llaman del
Benino, de buena obra, dirigido a la veta
Rica y a las minas de Pancorvo y Cota-
mito, cuya labor se comenzó día de Nues-
tra Señora de la Candelaria, a dos de fe-
brero del año del Señor de mil y quinien-
tos y cincuenta y seis; y tomó este nom-
bre porque uno de doce compañeros que
trataron de hacerlo es un florentino que
se dice Nicolás del Benino, persona anti-
gua y de los viejos del pueblo. Ha sido
trabajoso de labrar, por ser durísima la
peña por donde ha ido y haberse tarda-
do mucho su obra. Y pareciéndole a un
Enrique Sandi, natural de Londres, que
era uno de los compañeros, que fuera de
efecto dar fuego en el testero del socavón
para que quemando la peña quedara más
blanda y fácil de labrar, a los catorce años
de su labor lo hizo así, echando’ una pa-
redcilla de piedra suelta dos [f. 25 v.]
palmos apartada del testero, en el cual
hueco puso carbón, estando con él cuatro
o cinco indios que la ayudaban; y su-
cedió que el inglés se echó a dormir y los
indios estaban cebando la lumbre, y con
el humo del carbón, por no tener por don-
de respirar, los encalabrinó de manera
que perdieron el sentido y no atinaron a
salir, y el Enrique y ellos quedaron muer-
tos. Y con esto se dejó por entonces la
labor hasta que los demás compañeros la
tornaron a continuar, bien desconfiados
de ver su fin por parecerles se había dado
bajo. Y así son muertos casi todos, que ti
no son sus herederos apenas hav vivos
más que el florentín y Toribio de Alcaraz.
Hase tenido el acabarse este socavón per
importantísimo, por gobernarse por é! las
minas más principales que tiene !.i veta
Rica, las cuales están las más hondas del
cerro y que de ellas no se tenía por eíte
respecto ningún aprovechamiento. Y como
el continuo trabajo todo lo vence, esta
importuna [importante?] y deseada labor
se acabó el día de San León, Papa y Con-
fesor, en once de abril de este año de
mil y quinientos y ochenta y cinco, ha-
biendo veinte y nueve años v dos meses
que se había comenzado.
Luego que se vio abierta la caja del
sol, que es la primera que está al orien-

te, y descubierta la veta se partió a Chu-
quisaca por la posta Bernardino Muñoz,
que es uno de los compañeros y había
días que lo estaba labrando, a dar aviso
al señor presidente. Y su señoría le hizo
merced de aplicarle los diez y seis indios
que tenía este socavón, por el aviso que
había dado en aquella Real Audiencia,
con que se holgó mucho por el socorro
del pueblo. Alcanzó la veta en treinta y
cinco estados de hueco hasta su fondo y
salió el socavón en las trece varas y media
de mina de Carlos Corzo (que dije en la
veta Rica), que estaban en agua con las
demás sus vecinas. Y ahora parece que
están enjutas y que hubo de ser algún
veneral que se ha secado, si con la labor
no torna a manar. Estánse haciendo por
las personas que tienen minas muchos bo-
híos cerca de la [f. 26] boca del socavón
para recoger los metales que sacaren, y
en las minas los reparos necesarios para
poder cada uno labrar su pertenencia.
Está el pueblo contentísimo con tan
buen suceso, porque dicen muchos que
será de nuevo tornar Potosí por muchos
años con gran prosperidad y riqueza que
estaba guardada hasta la venida de Vues-
tra Excelencia, porque, demás que se sa-
caron los metales de lo macizo y hondo
con facilidad por escala de treinta y cinco
estados, ahorrando ciento y treinta y cinco
que hay por esta mina desde el paraje
del socavón hasta la superficie y haz de
la tierra donde estaba la entrada vieja,
se seguirán otros frutos y útiles como la-
brar los metales de puentes antiguas que
dejaron por fortificación, que gran parte
de ello será rico, y mucha cantidad de
metales sueltos y tierras que no se sacaban
por ser reparos de las minas y caminos.
Tlambién se labrarán las barrigas y mu-
cho metal que ha quedado en las cajas,
de manera que todas las puentes, aunque
hay pocas por haber sido estas minas ri-
cas y blandas de labrar, y los demás
reparos desde el paraje del socavón hasta
lo alto (que por partes hay ciento y se-
senta y cinco estados, como son las que
están en doscientos de hondo), las qui-
tarán como cosa que no es necesaria para
la fortificación y seguridad de lo que se
ha de labrar y seguir, porque [ya] no ha
de ser camino.
Estas puentes de metal se llaman de este

RELACIÓN

GENERAL 107

nombre por estar pegadas de una caja a
otra y sirven de tránsito y paso, fortaleza
y reparo para que no se junte una caja
con otra y los indios tengan en que hacer
paradas. La orden que se tiene en hacer
estos socavones es que se juntan las per-
sonas que tienen minas en el paraje a que
va dirigido, tomando unos parte [con] el
teroio y otros el cuarto, y a veces con
igualdad, y por [f. 26 v.] este orden con-
tribuyen en los gastos y heredan en los
quintos sueldo a rata. Desde el año de
ochenta se han labrado cincuenta varas,
que han costado cuatro mil pesos ensa-
yados, y la mitad se ha gastado con indios
y lo demás con un mozo que ha andado
con ellos. Tiene todo el socavón desde la
boca hasta la veta y crucero doscientas
y cincuenta varas.
De los socavones que se están labrando
y no han alcanzado las vetas
El socavón de Juan Ortiz de Zarate,
que ahora posee el licenciado Juan de
Torres de Vera, que llaman el de Agán-
garo, porque va dirigido a una mina del
dicho licenciado que tiene este nombre,
acabado que sea, se labrarán por él muy
ricas minas. Y hase de advertir que no
son suficientes los socavones para labrar-
se por ellos la veta donde están dados,
por la distancia que hay de un socavón
a otro, por la longitud de la veta. Y así
vemos por experiencia que la veta Rica
se labra por el socavón de Sojo, y [por]
el primero de Juan Ortiz de Zarate y
[por] el de Medina, y se labrará de aquí
adelante por el [socavón] nuevamente da-
do del Benino y por éste que va en busca
de la veta Rica, que importará mucho por
la grosedad de la tierra el acabarse, y si
se pone diligencia será con brevedad. Tie-
ne más de ciento y treinta varas de largo.
Señaláronle veinte y cinco indios y diéron-
le doce.
El socavón de Pedro de Monto y a y
compañía es nuevo y está labrado hasta
ochenta o noventa varas. Va a dar a la
veta del Estaño y alcanza otras vetillas de
provecho antes de llegar a la principal.
Señaláronle veinte indio? v diéronle ocho.
Los dos socavones de Martín Elizalde
y compañía, que van a dar a las vetas de

San Juan de la Pedrera, tienen por largo
más de sesenta o setenta varas. Señalá-
[f. 27] ronles treinta indios y diéronles
ocho.
El socavón de Francisco de Zúñiga co-
rre norte sur, contrario de los demás, por
ir barrenando el cerro, la veta de Centeno
arriba siguiéndola por su caja. Tiene de
largo más de doscientas varas; va diri-
gido a las minas de Juan de Pendones y
los herederos de Marcos Muñoz de Larre-
gata, que es lo que llaman de Cerón, en
la mina descubridora de la veta de Cen-
teno. Tiene este socavón por colaterales
a la veta del Estaño y Rica. Pretenden ha-
cer cruceros en estas dos vetas, rompiendo
y atravesando la distancia que hay de la
veta de Centeno a la Rica y del Estaño,
de manera que se gobiernen y labren por
este socavón las tres vetas más principales
que tiene este cerro. Es labor que impor-
ta mucho seguirla, por ser muy ricas las
minas adonde va, [en] especial las de
Centeno, que son las más ricas que hay
en el cerro, las que nombré en la descu-
bridora y sus vecinos. Señaláronle veinte
y cinco indios y diéronle ocho.
El socavón de Martín Carrillo, que va
a dar a unas vetas de soroche, tiene de
largo más de cincuenta varas y llegado
que sea será de provecho, aunque se ha
tenido por de poca importancia y por esta
causa no le dieron indios, habiéndole se-
ñalado veinte y cinco.
A la parte del poniente de este cerro
se dio un socavón en tiempo del exce-
lentísimo señor don Andrés Hurtado de
Mendoza, de buena memoria, marqués de
Cañete y virrey que fué de estos reinos,
cuya obra se dejó por parecer haberlo dado
muy bajo, como parece por el retrato (*)
del cerro. Hacíase por cuenta de Su Ma-
jestad, por hacer bien y merced a esta
villa, y que sería mucho el interés que se
seguiría a Su Majestad por pozar de los
quintos del metal que por allí saliese, y
de los quintos reales. Gastóse de la caja
veinte y cinco mil pesos corrientes.
[f. 27 ] Pusiéronle en noventa varas de
largo y como las vetas están al oriente,
tenían necesidad de atravesar todo el cerro
para alcanzarlas, por tener su principio al
poniente. Otros quieren decir que era muy

* No consta este retrato en el manuscrito.

108

LUIS CAPOCHE

acertada obra por coger todas las vetas y
la raíz del metal, y es opinión de antiguos
que algunas veces algunas vetas se suelen
reducir a su principio y raíz, de a donde
nacen como ramos del tronco principal.
Y así hay ordenanzas que declaran la
orden que se ha de tener cuando se jun-
tan dos vetas por lo hondo que por lo
alto van desapartadas, y así presumen al-
gunos que se reducen este vetas [a una]
en la planta del cerro. Otros dicen, y de
este parecer son los más, que si se hubiera
dado a la parte del sol hubiera sido la
cosa más acertada y necesaria, y de donde
se hubiera seguido una increíble riqueza y
aprovechamiento general. Es muy ancho
y bien labrado, con una puerta de arco
de ladrillo; no se puede entrar en él por
mucha agua que tiene, que destila y sale
de sus paredes.
De los pozos del cerro.
Los pozos son cierto género de mina
que se da en el cerro, así por la super-
ficie de la veta como en lo hondo de la
mina, porque hay muchos que están vír-
genes, como está escrito en su lugar. Y
son de metales pobres y van encajadas las
vetas, que es ir escondidas y estar sobre
ellas padrastros [pedrastras?], que son
riscos que no se pueden labrar por la
costa que tendrían si se hubiese de hacer
a tajo abierto, como las minas ricas, para
cuyo remedio hacen un pozo, que tiene
este nombre por ser de la hechura de los
comunes de agua. Y vánlos labrando has-
ta dar en el metal y luego’ corren por su
pertenencia barrenando la mina por deba-
jo de tierra, salvando lo inútil. También
dan estos pozos dentro de las minas hon-
das que han sido labradas a tajo abierto,
como están las princi- [f. 281 pales por ir
siguiendo la riqueza que estaba sobre la
haz de la tierra, aunque ha sido mala
labor por el riesgo de la entrada. Tam-
bién usan de estos pozos por topar en lo
hondo de las minas los barriales que dije
en lo de los socavones y metales pobres,
que no se podrían seguir. Hacen por ellos
los pozos, buscando el metal fijo que está
debajo del barrial o quemazón, y labran
por ellos las minas.

De las catas del cerro.
La cata se deja bien entender por su.
nombre, la cual dan el la haz de la tierra
por descubrir y hallar la veta, y ver su
compostura y rumbo que lleva, y la ca-
lidad y fijeza del metal. Y siendo para
seguir[la], prosiguen la cata, o, con es-
peranza de hallarlo por las señales que
ven [cuando] se va labrando; y ahondan-
do se viene a hacer pozo, como hemos
dicho.
Del modo antiguo de labrar las minas
y beneficiar los metales por guaira.
Pues he dicho las vetas y socavones, po-
zos, y catas, y minas que hay en el cerro,
que son todas las suertes de minas y labo-
res -que tiene, es necesario decir a Vues-
tra Excelencia el modo y manera que se
tenía antiguamente en el labrarlas y apro-
vecharse de sus metales y el que usan
ahora.
El primero era, que muchos indios ven-
tureros de su voluntad se concertaban con
los señores de las minas para que los
dejasen labrar y trabajar en tantas varas
de mina, de donde tomaron este nombre
de llamarse indios varas. Y el minero da-
ba las barretas y los indios las calzaban
y aguzaban a su costa y ponían las velas.
Y el tiempo que estaban dentro labraban
sircando el metal, que es descubrirlo por
la parte de la caja umbría, dejando lo rico
pegado en la caja del sol, que es donde
comúnmente se halla y cría la tierra, y
piedras, siques y quemazones, que son
horruras de las minas que tienen alguna
plata. Lo sacaban y ponían a la puerta
y boca de la mina limpiándola. Y el pre-
mio e [f. 28 v.] interés que por esto lleva-
ban era que el señor de la mina les vendía
el metal rico que habían sacado a ojo,
que [tal era] la experiencia que en esto
tenían. La veta y mina de donde era [el
metal] hacía el peso y precio de lo que va-
lía, sin que quedasen agraviadas las par-
tes. Y si acaso en el tiempo que los in-
dios estaban dentro no hallaban metales
ricos de guaira, que llamaban casillas, se
les satisfacía dándoles de gracia algunos
metales de poco precio.
Y de este beneficio gozaron todas las

RELACIÓN

GENERAL 109

minas en el tiempo que se hallaron los
metales ricos y los indios poseyeron toda
la riqueza del reino, porque de esta con-
tratación estaba [él] pendiente, ni en él
había otro socorro más que la plata que
beneficiaban los indios por guaira. Y este
aprovechamiento no lo tenían todos los
mineros, porque esto hacían los indios
[sólo] en las minas ricas que tenían ga-
nancia conocida. Y los que no las tenían
tales, yendo ya en declinación su riqueza
las labraban a su costa y ventura con
indios que les repartía la justicia ordina-
ria y otros que alquilaban, [y el metal]
lo vendían por todo lo que valía como
personas que lo habían labrado a su costa.
Pero en su principio todas las minas tu-
vieren metales de guaira, porque las que
se labraban eran las cuatro vetas princi-
pales.
Al presente no se tiene este modo de
labor, por ser los metales pobres y los
que se hallan ricos son pocos. Pero no
faltan indios que se conciertan con los
señores de minas que los dejen labrarlas,
con cargo que pueda el indio salir cargado
de metal poniendo barretas y vela?. Y lo
demás que barretea queda por el señor
de la mina y con indios suyos a su costa
se saca, aunque entiendo que de esta ma-
nera de concierto más usan los que tienen
minas arrendadas que los propietarios.
El modo general como al presente se
labra es por jornal, dando a cada indio
de cédula tres reales y medio, y a los
mingados, que quieren decir alquilados,
a cuatro reales; y los unos y los otros
labran ¡las minas, unos barreteando el me-
tal y otros sacándolo y subiéndolo por
unas escalas de tres ramales, hechas de
cueros de vacas retorcidos como gruesas
maromas y de un ramal a otro puestos
palos como escalera, [f. 29] de manera
que pueda subir un indio y bajar otro.
Tienen esta escalas de largo diez estados,
y al fin de ellas está otra que comienza
de un relej o poyo, o barbacoa o puente,
y hechos sobre madera andamios en que
pueden descansar, que son las barbacoas.
Sacan los indios el metal, que ha de
llegar a dos arrobas, en una manta suya,
que no sé que obligación tengan para
ponerla, atada por los pechos y el metal
a las espaldas, y suben de tres en tres,

y el delantero en una mano lleva una vela
para que vean por donde suben y descien-
den, por estar las minas oscuras sin ningu-
na claridad, y la vela (áej poca luz y las
más veces se le apaga con el viento, y con
entrambas manos lo mejor que pueden
se vienen asiendo y ayudando, y subiendo
con harto trabajo ciento y cincuenta es-
tados y otros tantos de descendida; y
en minas que son [de] cuatrocientos [es-
tados]—que por tierra llana era distan-
cia para cansarse un hombre yendo car-
gado, cuanto más descendiendo y subiendo
con tanto trabajo y riesgo—allegan los
indios sudando y sin aliento, y robada la
calor, y el refrigerio que suelen hallar
para consuelo de su fatiga es decirle que
es un perro, y darle una vuelta sobre que
trae poco metal o que se tarda mucho, o
que es tierra lo que saca o que lo ha
hurtado. Y menos ha de cuatro meses que
sucedió que un minero queriendo dar a
un indio sobre esto, temeroso del palo
con que le quería herir, se fué a guare-
cer a la propia mina y con la turbación
cayó y se hizo< cien mil pedazos. Los indios mingas tienen algunas ven- tajas y son mejor tratados, porque como se conciertan con libertad la tienen para llevar alguna corpa de metal, que es como decir un pedazo grande, de su jornal, por- que si en esto se les pusiese limitación no volverían a las minas. Y las que tienen gran frecuencia de indios mingas son las ricas, donde hallan provecho y sacan me- tales de azogue y [metal] rico si les viene a la mano, que como lo haya no se les puede esconder. Las que son de metales pobres padecen sus dueños, porque los indios que tienen la cédula [f. 29 v.] son tan pocos que casi no son de efecto y no pueden labrar las minas con ellos, [en] especial que no los tienen todos. Como los naturales de este reino y to- das las naciones occidentales del Nuevo Mundo de las Indias sean de su natural de poco ingenio y faltos de imaginativa para inventar los instrumento i necesarios y convenientes a las obras que hacían, y así vivían con una grande ignorancia de lo que había en el mundo como si no na- cieran en él. Y por no tener uso de fuelles para hacer sus fundiciones, usaban estos indios del Perú de unos cañores de cobre 110 LUIS CAPOCHE de tres palmos de largo que soplaban con la boca con trabajo. Y a las fundiciones que era menester más fuerza, aprovechá- banse del mismo viento, haciendo en el campo, en las partes altas, unos hornillos de piedras sueltas, puestas unas sobre otras sin barro, huecas a manera de unas torre- cillas, tan altas como dos palmos. Y po- nían el metal con estiércol de sus ganados y alguna leña, por no tener carbón; e hi- riendo el viento por las aberturas de las piedras se fundía el metal. Y el tiempo que es maestro e inventor de las artes, enseñó a hacer de barro, por industria de Juan de Marroquí, natural de [blanco], unas formas de barro de la he- chura de esta demostración (*), que lla- maron guayrachina o guaira, que hasta hoy conservan y usan, donde funden los metales con facilidad y sin el trabajo de las fundiciones de fuelles, que es muy costosa y no tan provechosa para los me- tales de aquí como lo es la guaira en el tiempo que corre recio viento, porque no siendo así no es de provecho. Y por tener necesidad de viento en este pueblo para este efecto tomaron por abogado y patrón de este socorro al glorioso' [San] Agus- tino, pero hase mudado la necesidad del viento en agua porque faltando ésta falta todo. Como se vio rico el Marroquí se fué a Castilla y se casó en Sevilla, y puso por armas en un escudo que hizo pintar en el [f. 30] zaguán de su casa la guaira con muchos fuegos, como inventor de ella; y siendo yo muchacho' la miraba con otros, que no podíamos atinar qué blasón fuese. La manera que tienen beneficiar el me- tal por guaira es ésta: Primeramente lo muelen y lavan, sacándole la parte que tiene de tierra muerta, dejando' la metá- lica—y a la que es muy rico no es me- nester lavar—•, y a dos partes de metal echan una de soroche (que es metal de plomo que sacan de minas cerca de este asiento y tiene a dos y tres pesos de ley de plata por quintal, y por sí no se puede beneficiar—así por fundición grande de fuelles como por la pequeña de guaira—, porque sería más la costa que el provecho), mezclando con ello ciertas crazas y cen- diadas, que son resultas de fundiciones pasadas. (Y a las tacanas, que es el me- Ital riquísimo de cincuenta marcos por quintal, no lo ponen en la guaira sino en lo que va destilando de ella, que es la 'plata y plomo que sale derretido; yén- dolo fundiendo mézclase el metal con el soroche para que como cosa más blanda y fácil de derretir npr su humedad y blandura regale y haga correr la plata, por ser más seca, fría, y dura, sirviendo de liga [e] incorporándola consigo, por- que sin él fuérase en exhalación y humo.) Después que está hecha esta mixtión, con agua, porque no se lleve el viento el metal en polvo cuando lo ponen en la forma de barro (que es tan alta como una vara común con cuatro ángulos o esquinas, prolongada, casi cuadrada, hue- ca, abierta por arriba; tiene hechos por sus cuatro lienzos o haces, aberturas o ventanillas por que por ellas haga más efecto el viento; tiene suelo donde se re- mata, viniendo disminuyendo de lo alto a lo bajo, con alambique por donde des- tila el metal que se funde; está firme, levantada del suelo sobre un asiento a manera de pedestal, vara y media y dos en alto para que la señoree más el viento, de donde parece llamarse guaira, [que] en esta lengua significa viento), [f. 30 v.] llena que está de carbón ponen el metal en la manera dicha, y el aire lo hace arder con tanta prisa y movimiento como si fuera de fuelles, y mejor, por arder con aquella presteza igualmente por toda la guaira, a causa de sus ventanillas y del recio viento que comúnmente corre aquí. De manera que los cuatro elementos están ocupados en el beneficio de la plata; la tierra nos da el metal, el fuego lo refina, el agua lo lava y ayuda, el viento lo so- pla y hace los fuelles, que parece que están sirviendo y haciendo favor al hombre, socorriéndole con la plata que de allí procede para la necesidad de la vida. Fundidos los dos metales, tan contrarios en la calidad cuan diferentes en los pre- cios, hacen una pasta plomosa, que es casi i todo plomo, porque el tercio de soroche I que echan se torna a salir con poca merma | y de los dos tercios de metal resulta poca ¡ plata; lo cual tornan a fundir y refinar ! en sus casas, en unos hornillos chicos a ' fuego manso. Y mientras dura el gastar * No consta en el manuscrití este dibujo o demostración. RELACIÓN GENERAL 111 el plomo hace cierto humo y movimiento, y en quedando la plata pura y acendrada, libre de liga y mezcla, cesa el humo y movimiento, que llaman dar la vuelta, y queda la plata en gran fineza y de dos mil y doscientos y treinta [maravedís] de ley. Pero los indios no esperaban (antes de los azogues cuando corría la plata co- rriente que eran pedazos y tejos) que hiciese todo su curso y punto, y así la quitaban del fuego con mucho plomo y cobre que le echaban, por no acudirles los metales como solía. Y así andaba en esta villa y reino la plata tan baja que la de esta provincia era de ochocientos y no- vecientos maravedís de ley, y se perdían los mercaderes que la recogían a trueque de sus mercaderías, cuando la fundían pa- ra hacer barras, por ser la contratación en [peso] ensayado. Y los indios pa- decían también este perjuicio y daño en las fundiciones que hacían las [f. 31] co- munidades para pagar sus tributos. Y pa- ra remedio de esto el excelentísimo señor virrey don Francisco de Toledo mandó cerrar y que no se labrasen las minas de cobre que hay cerca de esta villa, e hizo casas de moneda, porque la que se había fundado en Lima por el señor presiden- te y gobernador Lope García de Castro, no era de ningún socorro ni remedio, por- que nadie subía de los llanos reales a la sierra. Están puestas las guairas por las cum- bres y faldas de los cerros y collados que están a vista y circuito de esta villa, que da contento ver con la oscuridad de la noche tantos fuegos por el campo, unos puestos por orden por las puntas y pi- náculos de los cerros a manera de lumi- narias, y oltrcis confusamente asentadas por las laderas y quebradas, y todas jun- tas causan una regocijada y agradable vista. Llegó los años pasados el número de los asientos de guairas a 6eis mil y cuatrocientos y noventa y siete. En este 'fliempo permanecen casí todos, aunque están arruinados gran parte de ellos, por no usarse la guaira como solía.

KUPRIENKO