Juan de Castellanos. HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA. Tomo 1.

Juan de Castellanos. HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA. Tomo 1.

COLECCIÓN

DE

ESCRITORES CASTELLANOS

HISTORIADORES.

HISTORIA

DEL

NUEVO REINO DE GRANADA

TOMO I.

TIRADAS ESPECIALES

25 ejemplares en papel China………. / á XXV

25 » en papel Japón………. XXVI á L

100 » en papel de hilo…….. 7 á 100

AL PUEBLO NEO-GRANADINO,

Á LA ACADEMIA COLOMBIANA

Y AL SEÑOR DON M. A. CARO ,

ILUSTRADO CRÍTICO DE LAS OBRAS DE CASTELLANOS

dedican esta edición

EL COLECTOR Y LOS EDITORES.

by

INTRODUCCIÓN

NTRE los libros y manuscritos que en

número de cuatro mil trescientos vein-

te donó el Virrey D. Pedro de Aragón

al monasterio de Poblet desde 1602 á 1677,

guardó el célebre^ santuario largos tiempos la

obra de Juan de Castellanos que hoy por vez

primera sale á luz conforme á su original.

No deja dudar de ésta su procedencia la ca-

racterística encuademación del manuscrito, que

ostenta en sus tapas el nombre y blasón de ar-

mas del generoso donante, y que en lo demás

conviene en absoluto con los detalles especifica-

dos en su testamento.

El trabajo de Castellanos no era , sin embar-

go, completamente desconocido. A fines del

X HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

siglo xvii, cerca de uno después de escrito,

el obispo de Santa Marta, Doctor D. Lucas Fer-

nández Piedrahita, le halló original y con las

licencias para la impresión, en la librería de Don

Alonso Ramírez de Prado ; y utilizando luego

otro hallazgo que le deparó la suerte en las

librerías de la Corte, el Compendio historial de

las conquistas del Nuevo Reino , por el Adelantado

D. Gonzalo Ximénez de Quesada redujo el

verso de Castellanos á prosa, y publicó el To-

mo I de la Historia general de las conquistas del

Nuevo Reino de Granada *.

Llama, no obstante, la atención que el manus-

crito utilizado por Piedrahita, con ser el origi –

nal, sólo constase de veintidós cantos, como en

el prólogo declara, terminando en la llegada del

Presidente Venero de Leiva, cuando el manuscrito

que sirve para esta edición, también rubrica-

do en todas sus hojas para imprimirse, y con v

fecha de 1602, consta de veintitrés cantos nu-

merados, hasta la expedición de Diego Soleto,

y contiene además una Elegía á la muirte de

» Obra hoy perdida , puesto que el ejemplar propio de la

biblioteca de Santa Fe de Bogotá , desapareció de allí hace al-

gunos años.

* Amberes, Verdussen, 1688.—En 1881 se ha publicado

en Santa Fe de Bogotá una reimpresión de esta obra, en cuyo

prólogo el Sr. Caro ha hecho un excelente resumen de los

principales trabajos históricos acerca de la conquista de América.

INTRODUCCIÓN. XI

D. Jerónimo Hurtado de Mendoza, en tres can-

tos; un Elogio del Presidente doctor D. Antonio

Gon%ale%, y el Canto final de las Alcabalas,

En el Repertorio Colombiano, revista de Santa

Fe de Bogotá, publicó en 1879-80 el ilustrado

escritor Sr. D. M. A. Caro unos artículos, en que

con acertada crítica discurrió acerca de la vida

y obras de Castellanos, corrigiendo y ampliando

las noticias que antes escribieran el coronel Don

Joaquín Acosta 1 y D. J. María Vergara a. He

utilizado tan apreciable trabajo para las que si-

guen sacadas de la única fuente adonde es dado

acudir, que son sus Elegios de varones ilustres de In-

dias , publicadas, como es sabido, en la Biblio-

teca de Autores españoles de Rivadeneyra, y pre-

cedidas de un Prólogo de una hoja escasa, en

que viene á decirse que acerca de Castellanos

sólo se sabe que no se sabe nada.

Desde luego, no habiendo tenido noticia los

escritores citados de la partida de bautismo de

nuestro autor, que insertó el Sr. Fernández Es-

pino en su Curso histórico critico de literatura espa-

ñola (1871), señalan por conjeturas la fecha de

su nacimiento hacia 1510-1515, cuando de aquel

1 Compendio histórico del descubrimiento y colonización de

la Nueva Granada en el siglo *P7.—París, 1848.—8.0 (Mapa

y grabados.)

» Historia de la literatura en Nueva Granada.—1867.

XIV HIST. DEL H. R. DE GRANADA.

Queda por averiguar el año preciso en que

realizó este hecho. El Sr. Vergara no le fija, y

al afirmar que fué como soldado de caballería

con Baltasar, hijo de Juan Ponce de León, con-

funde á este conquistador de Puerto-Rico con

Juan de León, soldado que á las órdenes de aquél

ejecutó en 1511 proezas que consignan Caste-

llanos y Herrera *.

El Sr. Caro dice que es de presumir fuese nuestro

autor á las Indias con la expedición que en 1534

sacó de Sevilla Jerónimo de Ortal •, sospechando

que sólo en tal año pudo conocer al cronista Fer-

nández de Oviedo en Sevilla Favorecen esta

conjetura dos pasajes de las ELEGÍAS; uno en que,

citando entre los de la expedición el nombre

1 Década i, hb. vm, cap. xm. —Véase el Artículo I del se-

ñor Caro.

> «Cuya persona fué de mí bien conocida de vista»….

(ELBG.,pág. 99,oct. 1$.*)

c….de quien decían…. de buen pecho ser ajeno,

pero por cierto yo lo hallé bueno».

(Ibid., 125, 16.*)

} Para probarlo, argumenta así. Castellanos afirma que co-

noció á Oviedo de trato y vista (ELEG., pág. 45). Éste estuvo

en Sevilla en 1534, y conoció á los principales individuos de la

expedición, partiendo para Indias como Alcaide de Santo Do-

mingo en 1536, de donde no regresó hasta 1546. Pero en estos

diez años, Castellanos, que recorrió Cubagua, Margarita, Cabo

de la Vela y otros puntos de las costas de Venezuela , no se

sabe que pasara á Santo Domingo : luego es probable que le

conociese en Sevilla en la fecha citada.

INTRODUCCIÓN. XV

de Antón García, dice: ccá quien llamábamos An-

tón del Guante» , y otro cuando, al hablar de

Luís Lanchero, capitán en la misma expedición

que, preso con esposas, pugnaba por quitárse-

las , escribe:

idífome que debajo de desino

de hacer algún grande desatino!.

Cabe también suponer que pasara á Indias con

la expedición que al año siguiente, 1535, llevó

el adelantado de Canarias, y de la que era. Justi-

cia mayor D. Gonzalo Ximénez de Quesada; y

ciertamente que al describir las bromas de los

baqueanos que contemplaban el desembarco de

los expedicionarios, no parece sino que se ha-

llaba presente. De todos modos, si para los que

fijaban su nacimiento en 1510-1515, los veinte

á veinticuatro años que al arribar al nuevo con^

tinente hubiera contado, bastan para suponer

que hubiese adquirido ya en España los conoci-

mientos de latín y otros literarios que luego

manifestó , hoy, sabido el año exacto de su na-

cimiento , los doce que al dejar su patria tenía,

parecen insuficientes para tal ilustración, y hay

que explicarse de otro modo la que en sus obras

se descubre.

Hallóse después en el golfo de Paria con An-

tonio Sedeño, y en la isla de la Trinidad, donde

XVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

dice que «ten aquella edad y coyuntura gastó sus

ciertos años 1». Formó parte de la expedición

en que murió Jerónimo de Ortal *, y cuando

Martín Nieto se levantó contra aquél con la

mayor parte de los soldados, quedando sólo diez

leales sin tomar parte en el detestable motín, de

éstos debió ser Castellanos

Muerto Ortal, salió con Antonio Sedeño de

Maracapana en 1536, entre los quinientos hom-

bres escogidos que iban en busca del famoso

templo del Sol, y uno de cuyos capitanes era

el Rodrigo de Vega ya citado. Llegaron á la isla

de Cubagua, y sus moradores, viendo la oca-

> ELEG. , pág. 87 , oct. 5.*

» Ibid., pág. 106, 17.* «La morisca Leonor Suárez, a quien

llamábamos la Fundimenta.»

—Pág. 113,4.» Alabando la destreza de Agustín Delgado

en los encuentros con los indios por las riberas del Uñare,

dice….: «pero no vi jamás igual destreza en manejar la lanza

y el caballo». Y hablando de su muerte y sepultura (página

122, 19.a): « É yo vi que decían sus renglones (los de su epi-

tafio) estas mismas palabras y razones », etc.

Cuando Sedeño, persiguiendo á Ortal, envía gente con un

soldado viejo llamado Rodrigo de Vega, nuestro autor asegura

que le conoció medianamente , porque tuvo su misma compa-

ñía. (ELEG. , pág. 120 ,

Cuando Ortal prepara su desquite’, dice también Castella-

nos : ….«Pues luego los caballos ensillados que vimos escapar

del duro trance», etc. (ELEG., pág. 125, 6.«)

3 No recordando los nombres de otros diez de gente suelta

que se le unieron, dice asi: ….«y otros no sé cómo pueda de-

cir sus nombres por entero, pues es esta distancia tan notoria,

que aunque los vi, se pierde la memoria».

INTRODUCCIÓN. XVII

sión propicia, concertaron que á la sombra de

aquellos valientes saliesen sus capitanes y res-

catadores á recoger esclavos para sus ricas pes-

querías de perlas. Aquí Castellanos debió pre •

senciar escenas tan inhumanas, que con negros

colores pinta aquellas cacerías de indios, muje-

res y niños que en prolijísimas cadenas llevaban

á Sedeño, y que comprábanlos principales cuba-

güeses, cuyo fin, pretensión y paraderos, dice,

fué siempre destruir los naturales. Tal vez en esta

ocasión sería testigo de hechos iguales ó pareci-

dos al que en otra parte cuenta , cuando el capi-

tán español, para acelerar la marcha , mandaba

cortar la cabeza á todo indio que por cansancio

ó enfermedad no podía seguir en la cadena, he-

cha por tal mecanismo, que para sacar uno del

centro era preciso sacar antes iodos los anterio-

res. Ello es que, dejando las veredas regadas de

sangre y los caminos de cadáveres, los tigres se

cebaron en ellos de tal modo, que cuando les

faltaron, acometían ferozmente álos vivos, «no

dejándonos, dice Castellanos, hora segura». Con

este motivo refiere casos diferentes de tigres, en

uno de los cuales contribuyó con otros cinco

compañeros á librar á Juan de Oña de las garras

de la fiera, y á curarle después las heridas.

Durante su estancia en Cubagua debieron ocu-

– XLIV – . b

XVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

rrir las riñas y vanos rencuentros con el mariscal

Miguel de Castellanos, de que habla en la página

149 de sus ELEGÍAS , y que generosamente dio al

olvido, elogiándole siempre que le nombra.

Es de creer que siguiera á Sedeño hasta su

muerte; pues, citando la opinión que corría de

haberle dado hierbas una esclava, dice: «….la

morisca Fernández, á quien llamábamos Fran-

cisca ».

Cuando dejaron á Sedeño sepultado en las cer-

canías del río de Tiznados , Castellanos continuó

probablemente á las órdenes de Reinoso y Diego

de Losada, pues con ellos se hallaba aquel Ro-

drigo de Vega de cuya compañía dice formó

parte. Esperábanle aquí también grandes traba*

jos, marchas penosas por calzadas de más de

cien leguas, surcando ríos, atravesando países

de tribus guerreras, sufriendo hambres, enfer-

medades y demás obligado cortejo de tales ex-

pediciones. Llegaban al río Cazanare, y di visaban

ya la alta sierra de que, dice, teníamos noticia 1

por indios que la pintaban muy bastecida de

todo; pero en aquel punto Losada, con la codi-

cia de saltear esclavos , intentó volver atrás.

Rodrigo de Vega y otros querían pasar á inver-

nar á las sierras, y de aquí surgieron divisiones,

1 ELEG. , pág. 137 , 18.a

INTRODUCCIÓN. XIX

fugas y hasta choques sangrientos entre los es-

pañoles. Es de creer que Castellanos siguiese á

los que con Alonso Alvarez Guerrero se resis-

tieron á la autoridad del’ malintencionado Lo-

sada ; y cuando , triunfante éste, hizo quitar la

vida á Copete y á Guerrero, y desterró á veinte

soldados principales, como entre ellos estaba el

citado Rodrigo de Vega, es probable que les

acompañara en el destierro Castellanos , tanto

más, cuanto que citando allí al negro Pedro Ma-

buya, dice que le vio tirar tres flechas juntas y

hacer blanco con ellas.

Los peligros y trabajos que en la marcha pa-

saron fueron sin cuento. Una vez, rodeados de

mil indios de guerra . estuvieron combatiendo,

no ya para salvar la vida , sino para vengar su

muerte, que veían segura, y de la que sólo la

casualidad pudo librarles, enviando en su soco-

rro á ocho compañeros escapados de las bande-

ras de Reinoso. El hambre llegó al punto de ali –

mentarse Bautista Zapatero con las entrañas de

un compañero suyo á quien abrió el pecho

luego que le vio muerto de calenturas.

Al fin Diego Losada , recogiendo fugitivos

volvió á Maracapana y luego á Cubagua, y

acaso entonces pasaría á esta isla nuestro autor •

Discurre éste con atinada observación en el

XX HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

principio de una de sus ELEGÍAS sobre las expe-

diciones que se organizaban en busca de soñados

tesoros, y dice que era cosa de risa , ó acaso de

lloro, ver desembarcar en las Indias á gente

chapetona con gran autoridad, pensando cargar

inmediatamente el oro; y á otros que, trocando

los pellicos en cueros y jubones para volver en-

riquecidos , iban en los navios con grandes galas

y atavíos de plumas y gorras, terciopelos y

rasos, tan inútiles para las entradas por bosques

y espesuras. Censura luego álos que, conociendo

las indias, engañaban en España á los infelices,

haciéndoles creer que dejaron allá montes cu-

biertos de oro fino, con lo que con ansia de me-

jorar su medianía vienen, dice, tantos hombres

á peor estado.

Y ocúrresele esto al referir la expedición que

en 1536 llevó á Santa Marta el Adelantado de

Canarias D. Pedro Fernández de Lugo, con su hijo

D. Alonso por General, y por Justicia mayor el

licenciado D. Gonzalo Jiménez de Quesada ; ex –

pedición que terminó llevándose el D. Alonso á

España el oro con tantos trabajos adquirido por

todos los soldados, y quedando éstos más po-

bres que cuando desembarcaron.

La burla no tenía más remedio que resignarse

á emprender nuevo descubrimiento , y antes

INTRODUCCIÓN. XXI

de terminar aquel año 1536 tuvo el Adelanta-

do D. Pedro que enviar al que luego se llamó

Nuevo reino de Granada otra expedición al

mando de D. Gonzalo Jiménez de Quesada, en

la que iba nuestro autor, y que detenidamente

refiere en losjtres últimos cantos de la ELEGÍA IV,

Parte 11.a, y en ésta IV.*

Eran unos mil los expedicionarios ; de ellos,

quinientos treinta de á caballo marcharon por

tierra, y cuatrocientos sesenta por mar, todos

encaminados, como punto de reunión, al rio

grande de la Magdalena. Sus penalidades en

ésta como en las sucesivas marchas están expli-

cadas con decir que antes del año sólo quedaban

ciento sesenta y seis hombres y sesenta caballos.

El hambre llegó á obligarles á comerse los cueros

de las adargas cocidos en agua.

Pero las hazañas y resistencia de este puñado

de hombres son superiores á toda ponderación.

Castellanos , que entre ellos iba 1 , dice en

sus ELEGÍAS 3 que tal historia había de escribir-

la pluma de alto vuelo, y pareciéndole dig-

na de más extensa recordación, declara en el

mismo Tugar que la reserva para una cuarta

parte. Como ésta forma la presente obra, en ella –

1 Véanse sus nombres en Piedrahita, pág. 125.

» Pág. 312 , 14.*

XXII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

verá el lector la justificación de tales palabras.

Creíble es que asistiese á la fundación de

Santa Fe, y que anduviera en 1538 y 1539 por

aquellas tierras con D. Gonzalo Jiménez de Que-

sada.

Por el año de 1540 pasó por las islas de los

Gigantes (laguna de Venezuela), donde, al des-

embarcar , encontró al gobernador Lázaro Be-

jarano poeta notable, según Castellanos, que

acababa de perder á su único hijo. No fué en la

expedición que en este mismo año capitaneaba

Ambrosio Alñnger, puesto que declara seguir la

relación de Bernardo de Alcocer, que se halló

á todo presente a; pero por incidencia habla de

sí, diciéndonos que trabajó después algo , aun-

que inútilmente, en buscar hasta las sierras di-

chas de Herrera el ídolo de oro de Boronata, de

tan desmesurado tamaño, que se necesitaban diez

ó doce gandules para llevarle en una hamaca.

Iba también nuestro autor en la expedición

que el Adelantado de Canarias, D. Alonso Luís de

Lugo, llevó en 1540 al Nuevo reino de Granada.

Refiérelo él en el Canto XVII de esta IV.» Par-

te , y eso excusa de más noticia. Baste decir que

habiendo salido el de Lugo con doscientos ó

‘ ELEG. , pág. 284 , 10.* .

2 IbiJ., 203 , 11.«

INTRODUCCIÓN. XXIII

trescientos hombres 1, otros tantos caballos y

treinta y cinco vacas, al cabo de tres ó cuatro

meses de jornada, cuando llegó á Tamalameque,

le faltaban más de cien hombres, y la mayor

parte de las bestias. Decayó el ánimo del Gene-

ral ante tan recio desastre, y ya trataba de re-

troceder en busca de los bergantines que dejara

en las barrancas de Sompallón, cuando, ponién-

dosele delante Castellanos, soldado de buen brío,

como él mismo se llama, todavía no rendido á

tantos trabajos pasados, le pidió veinticinco

hombres, comprometiéndose á llegar con ellos á

Vélez y volver con socorro de alimentos. Como

garantía le recordaba haber sido de los prime-

ros que por allí pasaron, refiriéndose á la expe-

dición deQuesada, donde nuestro autor cuenta8,

hablando del valle de Upar, cómo fué uno *de

los primeros pobladores, y pudo tener allí al-

guna mano, pues padeció trabajos insufribles;

pero con deseo de mejores tierras, despreció por

de poco valor lo que le daban.

Dejóle el General la elección de los veinticinco

compañeros, y con ellos, alimentándose duran-

te ocho días con el insípido manjar de tallos de

* Piedrahita , pág. 102 , señala la última cifra; Castellanos,

la primera.

* ELEG , 203 , 3.*”

XXIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

bihaos, llegaron hasta las lomas de las sierras

de Atún. Tales iban ya, que con un solo pie ha-

cían dos y tres pisadas; y el etíope Mangalonga,

como menos desmayado, tuvo que adelantarse en

busca de alguna habitación. Hallóla pronto; mas

los indios, alborotados con la extraña visita de

un hombre negro, fueron tras él, y dieron en los

españoles, apoderándose de un Juan de Carva-

jal , que con su persona pagó la salvación de

los otros. Dos de ellos, imposibilitados de se-

guir á pie, hicieron una balsa, siguieron el cur-

so del río, y alimentándose de frutillas que en

los árboles de las riberas veían comer á los

monos, tuvieron la dicha de tropezar con los

macheteros, avanzadas del campo, que les dieron

dos tasajos de carne de caballo y unos granos

de maíz tostado, delicadísimo y supremo regalo

entre aquellos expedicionarios. Recobrada el

habla con el alimento, pudieron indicarles hacia

dónde quedaban los compañeros, y el General

enviar doce soldados con el capitán Lorenzo Mar-

tín , poeta improvisador, dándole como víveres

á cada uno para un viaje de siete días, dos ve-

las de sebo y un pedazo de queso de Canarias.

Puede calcularse cuál sería el hambre que se pa-

decía en el campo , leyendo cómo el soldado

Fernán Suárez se comió , antes de ponerse en

INTRODUCCIÓN. XXy

marcha, y en presencia del Adelantado, una de las

dos velas de sebo de su ración, dejando limpio

el pábilo y castañeteando la lengua de gusto. Al

fin, próximos ya al campo de Castellanos, ti-

raron algunos arcabuzazos, á cuyo ruido acudió

él con doce compañeros y el negro Mangalonga,

todos verdadera imagen de la muerte. El resto

había perecido de hambre. Pero ni en trance tan

lastimero faltó el buen humor de esta desdichada

raza, pues el capitán poeta reanimó sus abatidos

espíritus con unas coplas, parte de las cuales in-

serta Castellanos.

En la isla de Cubagua se hallaba cuando en

1$43 ocurrió la furiosa tormenta y terremoto que

describe en sus ELEGÍAS Posaba cerca del mar,

delante de la plaza; en casa de Pero Ruíz Barra-

sa y Beatriz de Medina, y al salir huyendo, vio

henderse cierta esquina, y dando voces á los que

por la puerta se precipitaban á la calle, logró

detenerlos y salvar la vida de muchos. Cuando

renació la bonanza, falta de tráfico la isla, y sin

peculio alguno Castellanos para resistir la necesi-

dad , vergüenza generosa, dice, le obligó con otros

á buscar recursos, metiéndose en barcos de Nie-

bla y de Juan Cabello, con rumbo á la Margarita.

Su estancia en esta isla, que describe con ex-

■ Pág. 150,3.*

XXVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

traordinaria complacencia, fué grata compen-

sación de sus trabajos pasados y futuros, como

que ella era, según sus palabras, holgura de los

quebrantados en los descubrimientos, y regalo

de los conquistadores afligidos con el peso de

las armas. Allí enfermos y sanos dormían sin

ellas, seguros de sobresaltos; no había temor al

hambre ni á la sed, satisfechas con los más rega-

lados alimentos y puras aguas; reuníase alegre

juventud, principalmente en el Val de San Juan,

ala sombra de corpulentísima ceiba; sobre verde

alfombra matizada de fragantes flores, recrea-

dos los ojos con la contemplación de un paisaje

en que jugueteaban los rebaños, y el oído con el

murmullo de fresca fuente y el concierto de voces

é instrumentos; damas hermosas se mecían en

las hamacas suspendidas de los árboles , donde

los ruiseñores con sus cantos enamorados en-

cendían más y más los pechos de los galanes, y

poetas como Bartolomé Fernández de Virués,

Jorge de Herrera y Fernán Mateos, ejercitaban su

ingenio en el elogio de la hermosura. Después se

tendían las mesas bajo la ancha bóveda de la

ceiba, y servían los manjares en brillante y rica

vajilla diligentes mozas mestizas de levantadas

frentes, voluptuoso mirar y condición benévola

y humana.

INTRODUCCIÓN. XXVII

Tal es, en pálido resumen, la descripción que

hace Castellanos de aquella verdadera Arcadia

en que pasó algunos días de su aprovechada ju-

ventud , y cuyo dulce recuerdo le hace excla-

mar ya en su vejez: «Margarita, tierra que quiero

bien, pues por atti gasté mi primavera 1».

Calcúlese cómo saborearía tales regalos el que

seis años antes caminaba trabajosamente en la

desastrosa expedición de Quesada, entre aque-

llos ciento sesenta y seis soldados , verdaderos

esqueletos , tan amarillos como el oro que les

hacía arrostrar tales sufrimientos , y que no te-

nían fuerzas para, llevar consigo.

Pero como lo que sostenía tanta animación y

regalo tanto en la isla era la riqueza de las per-

las que allí se recogían, cuando ellas se agota-

ron , dispersáronse los moradores , y con ellos

Castellanos, á quien hallamos ya en 1544 siendo

testigo de los peligros y grandes daños de Fr. Mar-

tín de Calatayud, obispo de Santa Marta, en el

Cabo de la Vela y río de la Hacha a. El noble

ánimo de nuestro autor se levanta contra la

crueldad de los que, embebecidos en el ansia

de recoger las perlas, obligaban á los indios á

pasar el día sumergidos en el agua, y la noche

* ELEG., pág. 170, 12.»

2 Ibid., páginas 194,’ 195 y 251.

XXVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en prisiones, amarrados con cadenas, y acusa al

Obispo que, enviado por el Emperador para re-

mediar tales desmanes, se dejó sobornar por los

enriquecidos aventureros, y regresó dejando las

cosas como estaban.

Acabadas las perlas, y ya vencido el año 1545,

salieron dos expediciones en busca de minas de

oro, de que había recogido muestra Pero Fer-

nández Zapatero. Capitaneaba Blas de Medina la

que se dirigía por mar, y Luís Pardo la de tie-

rra. En ésta iba Castellanos, que nos cuenta

cómo, pagado el gran compás de la salina de

Tapé, corrió grave riesgo en el río de Palomi-

no , donde entró bien armado á caballo persi-

guiendo á los indios que hacían resistencia, de-

jándose el caballo atascado hasta la frente y

saliendo milagrosamente á la orilla á pie, lanza

en mano y espada ceñida. El lance le trajo á la

memoria la desdicha de aquel valiente que con

su muerte dio al río su nombre. v

Pasó al día siguiente la expedición por Ma-

rona; bajó á la playa, y atravesando el río de

Don Diego por él paso de la Peña horadada y el

río de Guachaca, acampó en Buritaca, entre este

río y el de Mendiguaca. Al amanecer llegaron

allí los navios de que esperaban mantenimien-

tos , pero estorbó la comunicación una tormén-

INTRODUCCIÓN. XXIX

ta tan recia, que los de tierra vieron perdidas

sus vidas.

En este punto nos refiere Castellanos inciden-

talmente otra borrasca que sufrió embarcado

cerca del paso de Marona, relato muy propio

para conocer hasta dónde puede llegar el buen

humor de un andaluz. En medio de los llantos

de sus compañeros y de las oraciones de un

indio y una india, esclavos suyos, comenzó

repetidas veces el salmo Miserere, sin que la zo-

zobra del barco le permitiera concluir ningún

versículo; y cuando ya llegaba una vez al As-

mperges me, Domine, dice que un furioso golpe de

mar le cubrió todo, dejándole sin aliento y

con la camisa por único abrigo. Todavía tuvo

ánimo para mostrar su pericia marinera , dis-

poniendo una maniobra con que salieron del

aprieto

Arribaron los de los navios á Santa Marta;’,

aunque los de tierra, no divisando ninguno, tu-.

viéronlos por perdidos, hasta que Castellanos

y los de á pie que iban en la delantera, siguien-

do la playa, encontraron en la resaca víveres y

vasijas con vino, con que restauraron sus fuer-

zas , concibiendo esperanzas de la salvación de

i ELEG., pág. 253.

XXX HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

sus compañeros, no viendo flotar ningún ca-

dáver.

Resueltos á esperar su vuelta, salió Castella-

nos con once hombres en busca de comida, y en

una marcha de seis ó siete días vivieron sólo de

salmuera de tasajo, auyamas y fríjoles, sin beber

gota de agua: á los catorce días descubrieron in-

dios que les traían carta con noticia de haber arri-

bado los de las canoas al puerto de Santa Marta.

Supo entonces nuestro autor que los de aque-

lla población habían acudido al licenciado Mi-

guel Díaz, pidiéndole se opusiese al intento de

los expedicionarios, y como tenía allá su cau-

dálejo, adquirido con inmensos trabajos, en un

arranque de temerario valor resolvió confiarse

á los indios guías que trajeran las cartas, malos

y crueles, como de Bonda , y acompañado so-

lamente de Juan Pardo, atravesó en un día quin-

ce leguas de territorio todo de guerra, por sie-

rras y oteros asperísimos. En Concha se reunie-

ron con Francisco Ruíz y Luís de Mesa, los cuales

les dijeron que sus canoas iban adelante, y ya

en el ancón de Biraca halló Castellanos la suya,

y en ella arribó á Santa Marta, donde Tapia y

otros hombres principales le reprendieron fuer-

temente, dice, por su poco seso.

Detúvose allí algún tiempo, construyendo bu-

INTRODUCCIÓN. XXXI

híós en la marina con grandes árboles que cor-

taban de las selvas vecinas, y haciendo buenas

sementeras; pero quéjase de las plagas de mos-

quitos , que les obligaban á ir con capillos, como

penitentes, con un solo agujero para ver. Los

indios que vinieron de paz les proveían abun-

dantemente de alimentos, y á tanto llegó en

esta ocasión el buen trato de Castellanos y de

los españoles con aquéllos, que, á caballo y

con un solo criado, hizo el viaje de Santa Marta

al Cabo de la Vela, de cuyo hecho pone por

testigo á su amigo Calderón de la Barca.

Nuevamente se le ofreció la engañosa espe-

ranza de hallar ricos tesoros labrando las minas

del Guachaca, objeto principal de su ida á aque-

llas playas. Resueltos á trabajar en la quebrada

más próxima, cerca del pueblo de Maconchita,

marchó allá la expedición con negros, indios y las

herramientas necesarias, entre la grita y estruen-

do á que les excitaba la afanosa codicia del oro.

Subíase á aquellas alturas, dice el autor, por

escalones hechos á mano, de lajas grandes,

habiendo algunas escalas que tenían reventones

de más de novecientos peldaños; muchas, ma –

yores, y en partes prolijísimas calzadas , no fal-

tas de primor y grandeza, enlosadas de hermo-

sas lajas, indicio de la gran potencia de los

XXXII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

señores, que solían tener también en los recues-

tos y remates de las sierras nevadas poderosos

mármoles enhiestos

A los primeros gofpes de azadones, barras y

almocafres, los ojos atentos de los españoles

descubren los codiciados granos del oro, y la

esperanza les hace dar saltos de gozo, y pro-

rrumpir en extravagantes canciones. El golpe

del agua que acarreaba el oro había excavado

ancho pozo de seis brazas, donde caía todo el

que no pasaba al mar. Propone Francisco Caro

desaguar aquél; pénense todos á la obra con

gran ardor, y ya los indios buzos sacaban entre

hojas de árboles nuevos granos de oro que les

llenaban de esperanza, pensando en su prosperi-

dad futura, cuando, levantándose obscurísima

nube con espantosa lluvia, volvió á llenarse el

pozo, donde quedó su gozo enterrado.

Durante ciertos días siguieron recogiendo

algún oro por aquellos parajes; mudaron luego

sus rancherías entre Tapi y el paso de Marona;

sacaron ricos granos en el río de San Salvador,

y allí por las tierras de la Ramada se detuvieron

haciendo estancias y labrando los campos.

Hallamos á nuestro autor, durante los siguien-

tes años de 1546 á 48, ya en Antioquía, donde

1 ELEG., pág. 255 , 18.»

INTRODUCCIÓN. XXXIII

presenció las revueltas de los dos Adelantados

Heredia y Benalcazar 1, ya en la Gobernación

de Popayán, donde, dice, pudo tratar de vista

la residencia de Miguel Díaz de Armendáriz 2; y

á fines de 1549 estuvo presente en el Cabo de

la Vela á la muerte del general Tolosa

En 1550 residía en Cubagua, pues en el Can-

to 11 de la Elegía XIV declara que salió á la

playa con mucha gente á ver la que traían los

barcos de Orellana que iban al descubrimiento

de los Quijos.

Un año más tarde se hallaba en Bogotá, y

asistía á la entrada en aquella ciudad de Alvaro

de Oyón, enviado por Quintero para dar cuenta

á los Oidores de las conquistas de los Cambis y

fundación de San Sebastián de la Plata 4.

Anduvo algún tiempo con el General Pedro

de Ursúa , que fundó en 1549 Pamplona , y Tu-

dela en 1551, y á quien, dice, vio hacer á la co-

rona otros muchos servicios 5; en 1552 vivía en

Santa Marta, «muy ajeno de componer historias,

ni de dar fina peregrinaciones » 6, y en el mis-

» ELEG. , pág. 426, 13.a

» Ibid., 426,5.*

3 Ibid., 239, 19 a

4 Ibid., 495, «7a

5 Ibid. ,156, 7.»

6 Ibid., .143, 8.a y 9 a

– XLIV – C

XXXIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

mo año se halló con Ursúa en la batalla del paso

de Origua ó de Rodrigo.

Desde el año antes en que aquél tomó pose-

sión del cargo de Justicia mayor de Santa Marta,

meditaba la conquista de los Tayronas, consi-

derados como una de las tres naciones más be-

licosas de Indias, y en cuyo valle estaban los

minerales de oro y las platerías en que se fun-

dían las primorosas joyas de filigrana en figuras

de águilas, sapos, culebras, orejeras, chagua-

las , medias lunas y cañutillos, á más de mucho

oro en puntas, y polvo de aquellos sepulcros.

Salió, pues, ya entrado el año 1552 , con 40

peones y 12 hombres de caballo, entre los que

iba Castellanos. Esguazaron el Gayra, y se en –

caminaron á Pocigueyca, famosa plaza de ar-

mas. Resueltos los Tayronas á tenerle engañado

con fingida paz y á no resistirle hasta que , in-

ternado en la tierra , sus asperezas le tuvieran

rendido, el cacique de aquella plaza les envió

rico presente de cañoncillos de pavas rellenos

de oro en polvo, convidándoles á entrar en la

ciudad. Marcharon en orden de guerra; recono-

cieron el origen del río de Cañas; volvieron ha-

cia la sierra nevada de los Aruacos en demanda

del valle de Tayrona, donde todos los recibían

de paz y los regalaban con el citado presente.

INTRODUCCIÓN. XXXV j

Ya aquí el peso de armas y sayos, las marchas i

á pie y la mudanza de temples habían enflaque- ¡

cido de tal modo á los españoles, que al reco-

nocer las cabeceras del río de Piedras no había

veinte con alientos para seguir adelante, y Ur-

súa iba tan apretado de cuartanas, que resolvió

volver á Santa Marta por el curso de aquel río,

hasta dar con el camino que llevaba á Giriboca.

Conocido el intento por los indios, resuelven

tomarle los pasos de Origua, que por corrup-

ción llamaban de Rodrigo. ó tal vez, dice Pie-

drahita , por haberlos descubierto Rodrigo Bas-

tidas. Distaba el paso siete leguas de la ciudad,

y formábale por un lado altísimo é inaccesible

peñasco, y por otro profundo derrumbadero,

donde «hay, dice elegantemente el autor citado,

tanto riesgo para el que le ha de pasar, que para

animarle á que lo empréndanse necesita ponerle

barandillas que le esperancen». Mil indios va-

lientes se previnieron aquí; quedando otros dos

mil ocultos en el monte con las tropas de Bofi-

das y Bondiguas , para coger á Ursúa por la es-

palda.

Llegó éste con su gente , y creyéndose fuera

de peligro, no dobló las centinelas, ni acuarteló

con orden la tropa , con lo que fué fácil al ene-

migo acercársele, para acometerle al alba del

XXXVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

siguiente día. Como la fiebre le tenía desvelado,

él fué el primero que oyó el estruendo de la

guazabara; saltó de la cama con sólo un pie

calzado, y á pesar de la nube de flechas y pie-

dras, y de los tres mil indios que por la espalda

le cercaban, se apresta á la defensa, anima á doce

compañeros que le siguen, empieza á ganar la

cumbre, pasa y repasa por entre los enemigos,

y tal estrago hace en ellos con su arcabuz por

espacio de dos horas, que al fin huyen á Tayro-

na, con lo cual, desalentados los indios de abajo,

dejan á los españoles, á quien tenían muy apre-

tados. Dieron éstos muerte á más de quinientos,

aunque saliendo heridos casi todos, y ayunos y

con terrible calor entraron en Santa Marta, des-

pués de seis leguas de jornada.

Sólo de seis de aquellos doce héroes se con-

servan los nombres, á saber, del capitán Luís de

Manjarrés, Bartolomé de Alba, Francisco Diez

de Arles, Lorenzo Jiménez, el tesorero Pedro

Briceño, que á pocos días murió en Santa Marta,

y nuestro Juan de Castellanos.

Es éste uno de los puntos en que más brilla

su modestia y magnanimidad, pues se contenta

con indicar simplemente en dos versos 1 su

presencia en el hecho, quedando á la sombra

» ELEG., pág. 156, 8/

INTRODUCCIÓN. XXXVII

para que la luz dé de lleno sobre la heroica figu-

ra de su general Pedro de Ursúa.

Ya muy entrado el año de 15 54 le encontra-

mos en Cartagena, siendo testigo de las escenas

de dolor que produjo la noticia de haberse aho-

gado el Adelantado D. Pedro de Heredia l. Desde

aquel año al de 1559 no hallamos ninguna de

él; pero en éste sabemos que estaba en el Cabo

de la Vela, que hospedó al P. Ayala a cuando

quiso volverse por la Guayana al Perú, de don-

de vino desterrado; que comunicado su desig-

nio con Castellanos, éste le dijo era un desatino;

y que no debía tener mal ojo, cuando marchando

al fin el Padre en busca’del Dorado , murió con

todos los suyos en la Guayana á manos de los

indios. Fundaba su profecía en el valor de estos

Cumanagotos, á quienes conoció soldado pobre >,

y en su opinión de que los que nunca fueron

soldados difícilmente serán buenos capitanes.

Por este tiempo ya Castellanos, como su ami-

go Juan de Valbuena, cansados de tan largas

peregrinaciones y disgustados de la guerra cruel,

fero%y airada, huyeron de sus desastres como ha-

cen malhechores que suelen recogerse á sagrado 4, y

• ELBO., pág. 433, 13.a

a Ibid., pág. 84, 1/ á 10/

J Ibid., pág. 84, 10.a

4 Ibid., páginas 192 y 193.

XXXVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

vistieron el hábito sacerdotal. Cantó la primera

misa á los treinta y nueve ó cuarenta años de

su edad, y en el de 1559 0 en Cartagena,

celebrándose la fiesta en casa del capitán Ñuño

de Castro, padre y hermano suyo en amistad,

y siendo su padrino el Deán D. Juan Pérez Ma-

turano. El canónigo Campos, provisor de aquel

clero, le nombró cura por más honrarle, y después

S. M., tesorero.

Ignoramos por qué dejó este cargo y se tras-

ladó á Tunja, en cuya parroquial de Santiago

fué beneficiado desde 1561, empleado en su

servicio (dice en su testamento, hecho en 1606)

durante cuarenta y cinco años. Por el mismo

documento se sabe que fué algunos años mayor-

domo de fábrica déla misma iglesia, «sin salario

ni interese, sino solamente por servir á Dios».

Uno de sus compañeros en la conquista, Do-

mingo de Aguirre, le dejó las casas en que vivía

al morir, con cargo de capellán, nombrándole

su albacea, y legándole las relaciones de viajes

que había escrito. Además poseía en Tunja y en

Leiva otras fincas urbanas y rústicas; en Vélez

una hacienda que le adjudicó el gobernador

Venero, con quinientasresesde ganado mayor,

y cerca de Tunja un campo 1 con diez yuntas

1 Acaso del que habla en las ELEG., pág. 218 , 7.*

INTRODUCCIÓN.

XXXIX

de bueyes, cien yeguas con doce caballos y mil

ovejas. Había dado también muchos dineros á

censo.

Por todo esto dice que en Tunja tiene su re-

poso , con una medianía de sustento; rico, si

lo es el que está contento con lo que posee

Pero ni aun aquí y con tales bienes pudo hallar el

descanso y bienestar á que le daban derecho las

fatigas con que los adquiriera. Ya al terminar

la primera parte de sus ELEGÍAS confiesa que le

traen inquieto movimientos de tiempo proceloso, y

promete escribir la segunda si ellos se lo per*

miten, pues querer y poder, dice, no van con-#

formes en los acoceados de fortuna.

En esta Cuarta Parte descubre claramente nue-

vos motivos de disgusto, y después de declarar

que D. Felipe le dio el beneficio de aquella ciu-

dad: que en su servicio gastó en Indias su ju-

ventud y senectud presente, y que el mayor pro-

vecho de sus servicios es el tenerse él mismo

por satisfecho, dice que la. envidia, nunca por

él conocida, le muerde, y algunos envidiosos

suponen ser sus bienes mayores de lo que son:

que en especial un malévolo, jugando falsa tre-

ta , escarnece dé sus merecimientos y le inquie-

ta , siendo precisamente aquel á quien su pluma

> Canto XVIII de la Cuarta Parte.

GoOglC

XL HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

honra y ensalza; que por persuasión de aquel

milano le cercenan por muchas vías aquella li-

mitadísima comida , y pide que lo restante se

divida, según lo cual debe ya contarle con los

muertos, siendo así que aquel su émulo no ha

de vivir más que él, pues tiene el pelo blanco y

menos dientes.

Esto lo escribía hacia 1592, declarando que

en aquella ciudad y en aquel templo ha servido

cuarenta y cinco años 1, sin que, por la bondad

de Dios, haya perdido nada en vida, en doctrina

ni en ejemplo.

. Otorgó testamento a á los ochenta y cuatro

años de su edad, el de 1606, á 6 de Mayo, to-

davía con suficiente firmeza de inteligencia para

no olvidar en él ningún detalle, y bastante ro-

bustez física , á pesar de sus trabajosas campa-

ñas, para decir que ha celebrado todas las mi-

sas de domingos y fiestas. Además, en 1588,

cuando las rogativas á la Virgen de Chiquinquirá

1 Treinta.años nada menos be servido, decía primeramente

el texto, tachado luego y enmendado como arriba aparece.

Llegando en esta Cuarta Parte al año 1592, la primera fecha da

para su entrada en la iglesia de Tunja, la de 1562. Para la en-

mendada de cuarenta y cinco años, y aun teniendo en cuenta

la última fecha que lleva el manuscrito de 1601 , tendríamos

que atrasar hasta 1556 su primer servicio en la citada iglesia.

2 Al Sr. D. Mateo Domínguez Espinosa se debe copia de él,

sacada de la notaría de Tunja, libro protocolo de 1607.

– INTRODUCCIÓN. XLI

por la peste de viruelas, pudo aún acompañar á

la imagen á su casa, distante siete leguas de

Tunja l.

En el testamento aparece el nombre de un

hermano suyo, llamado Alonso González Caste-

llanos, todavía vivo en 1606, y el de un sobri-

no, clérigo, Alonso de Castellanos, que le

acompañaba en Tunja, y á quien demuestra su

cariño legándole «el escriptorio donde tenía sus

papeles y escripturas», «su cama con colchones,

cobertor y colgaduras de paño verde», y otros

objetos.

Habíale enviado del Cabo de la Vela un su

amigo, llamado Luís de Villanueva, una mucha-

cha llamada «Hierónima», y el buen Castella-

nos procuró noble y generosamente deshacerse

de obsequio tan singular para un presbítero,

dando á Pedro de Ribera dinero y parte de unos

solares para que la dotase y tomase por mujer.

No contento con esto, los tuvo en su casa, ya

casados, y al hijo de éstos, Gabriel de Ribera,

así como á su citado sobrino Alonso, los insti-

tuyó capellanes, para cumplir con las obligacio-

nes de las capellanías por él fundadas, dejando

además al primero todos sus libros latinos y

los otros que en vida le diera. A la hermana de

■ ELBo.,pág. 362.

XLII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

este, María de la Paz, monja en el convento de

Santa Clara, señaló también renta en su última

disposición.

Lo principal de sus bienes, entre los que se

halla la renta de su hacienda en términos de Vé-

lez, lo deja á su iglesia parroquial, conventos y

hospital de Tunja , y para el servicio de aquélla

algunos de sus esclavos que encomienda al cui-

dado de su sobrino, á quien prohibe ven-

derlos.

Encarga á Gabriel de Ribera que celebre vein-

ticinco misas por las almas de los negros y ne-

gras muertos en su servicio ; declara que siem-

pre contrató equitativamente el trabajo de los

indios, y ordena que en muchas de las misas

que encarga se rece la oración : «Et gentes In-

dorum in sua caritate persistentes gratia Sancti

Spiritu illuminentur ut ad veram catholicam

fidem convertantur».

Entre el curioso inventario de su menaje cita

un Agnus Dei de oro y el pequeño crucifijo que

llevaba al pecho, «una espada corta antigua de

camino, y una rodela blanca de madera dé ni-

guerón».

Últimamente, señala para lugar de su sepul-

tura en la parroquial de Santiago un sitio á es-

paldas del coro, junto á la peana del altar, y

INTRODUCCIÓN.

XLIII

demuestra la entera tranquilidad de su con-

ciencia , declarando que nada tiene sobre ella de

cuando fué albacea y depositario de confianzas,

y que quiere se pague á toda persona que jure

serle en deber hasta la cantidad de cuatro pesos

de oro.

Queda de su fisonomía lejano recuerdo en el

retrato toscamente ejecutado que va al frente de

la primera edición de sus ELEGÍAS, de 1589.

Todavía en 1552, viviendo en Santa Marta.

no pensaba Castellanos en componer su histo-

ria, pues dice que jamás le pasó tal cosa por las

mientes, así por falta de talento, como’ por no

juzgarse digno de esta gloria ni de dar fin á pere-

grinaciones , pues á haber tenido tales intentos,

hubiera encomendado á la memoria muchas par-

ticularidades Hasta 1570 no se resolvió á

escribir, y desde esta fecha á 1592 trabajó las

cuatro partes hoy ya conocidas, calculadas en

su integridad por el Sr.,Caro en unos 145,000

versos; un libro en octavas rimas de la vida,

muerte y milagros de San Diego de Alcalá y

otros escritos en verso, hoy perdidos, y todavía

el año 1592, á los setenta de edad, se hallaba

con alientos para prometer en el prólogo de la

• ELEG. , 443 , 9*

GooQle

XLIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Cuarta Parte, si Dios le diere vida, la quinta,

donde daría cumplida relación de los demás pue-

blos que, después de fundada Santa Fe, Vélez y

Tunja, habían cimentado los españoles en el

Nuevo reino. No es probable que llegase á com-

ponerla.

¿Qué motivos le indujeron á escribir , y qué

modelos pudo proponerse? Respecto al primer

punto, puede contestarse con la lectura del pró-

logo de esta Cuarta Parte, que tres muy nobles:

el deseo de no comer, como dicen, el pan de bal-

de , pues sin duda no bastaban á su actividad las

ocupaciones de su ministerio sacerdotal; des-

p ués el generoso y desinteresado propósito de

eternizar por medio de la historia los trabajos y

haza ñas de muchos compañeros suyos de armas

que le importunaron para que así lo hiciera; úl-

timamente , el amor á la verdad, puesto que

viendo desaparecer los vivos originales de donde

había de sacar verdadero traslado el que tomase

el cuidado de escribir aquellos sucesos, y te-

miendo las terceduras (así las llama) de los que

después habían de escribir sin testigos de vista,

se apresuró á aprovechar la ocasión antes que

este recurso le faltase.

En cuanto á sus modelos, descartado Fernán-

dez de Oviedo, de quien sólo pudo leer la pri-

INTRODUCCIÓN.

XLV

mera parte, impresa ya én 1535, pero dedicada

á la descripción geográfica y natural de las In –

dias, queda como indudable el de D. Alonso de

Ercilla, á quien en el citado prólogo declara

que sus amigos quisieron tomase por dechado,

al menos en la forma del verso en octavas ri-

mas. Más adelante tendremos ocasión de lamen-

tar esos deplorables entusiasmos de la amistad.

La forma de ELEGÍAS en que naturalmente van

envueltas la biografía y el elogio de las personas

cuya muerte deplora, pudo muy bien inspirár-

sela , como apunta el tantas veces citado señor

Caro, la obra de Pulgar titulada Claros varones,

ó las Vidas de Plutarco, traducidas por Alonso

de Palencia.

Y aquí es de notar en qué circunstancias tan

difíciles hubo de adquirir Castellanos el caudal

de conocimientos científicos y literarios, prepa-

ración necesaria para sus obras, puesto que su

partida de bautismo obliga á rechazar la hipó-

tesis de que pudiese adquirir en España ni aun

los primeros rudimentos de humanidades que

aquellas suponen. Todo tuvo que aprenderlo

por sí mismo en su nueva patria, desde el latín,

que le era muy familiar, la mitología, historia,

retórica, etc., etc., hasta los conocimientos del

astrólogo , del cosmógrafo, del geógrafo y del

XLVI HIST. DEL N. R. DB GRANADA.

cursado marinero, que en su Censura le reco-

noce Agustín de Zarate, llegando á declarar, por

fin, que ninguna cosa de la matemática le falta.

Para ello no disfrutó, bien se comprende, de

tranquilo retiro, sino que hubo de hacerlo entre

la incesante zozobra de marchas, sorpresas y com-

bates, y las incomodidades del hambre, de las

inclemencias del cielo, enfermedades y heridas.

Ayudóle mucho, á no dudar, el trato con buen

número de sus compañeros de armas, hombres

instruidos, en cuyo elogio siempre se complace 1.

Contaba, sobre esta excelente preparación,

con otra más estimable, para los lectores la

más preciada garantía , que era un intenso

amor á la verdad, que en todas ocasiones pro-

clama , y único mérito de que francamente se

gloría. Por ello le acontecía tener sobre un mis-

mo asunto diez relaciones de respeto; y ella le

obligaba á dar abierto el cuaderno de lo que

iba escribiendo á las personas que le dictaban lo

que él no había visto , encomendándoles sobre

todo que le advirtieran siempre lo cierto, para

i Entre aquellos á quienes trató , y cuyos conocimientos,

ingenio ó dotes poéticas ensalza, se encuentran Hierónimo Hur-

tado de Mendoza , sobrino del Adelantado Quesada, D. Loren-

zo Laso, Lorenzo Martín, Jorge de Herrera, el canónigo Liendo,

Juan y Diego de Guzmán , Femando de Virués, Diego de Mi-

randa , Bejarano, Fernán Mateos, Arce de Quirós, Villasirga.

Francisco Soler y otros.

INTRODUCCIÓN. XLVH

poner el remedio antes que muriese el testigo

ocular. Y añadiendo al amor á la verdad el de

la justicia, tiene exquisito cuidado de dar á

cada uno lo suyo, citando las fuentes de que se

ha valido con tal escrupulosidad que con sus

citas reunidas hemos formado larga nota al fin

déla obra. Entre aquéllas, y como las más im-

portantes , declara haber utilizado parte de los

escritos que Fernández de Oviedo le comunicó,

y el cuaderno autógrafo de D. Gonzalo Ximé-

nez de Quesada, antes citado, y que también

disfrutó Oviedo 1. Mas no se crea que fué un

simple colector de tales memorias, porque en

los sucesos anteriores á 1530 se aparta con

frecuencia del último autor citado, apelando

á testimonios verbales y á otras fuentes hoy

desconocidas, y pasando con su relación medio

siglo más allá que Oviedo. Tenemos, por otra

parte, evidente testimonio de su veracidad en es-

tas palabras de D. Alonso de Ercilla, por más

que el testigo pueda parecer á algunos sospecho-

so : «En lo que toca á la historia, la tengo por

verdadera, por fielmente escritas muchas cosas

y particularidades que yo vi y entendí en aquella

tierra al tiempo que pasé y estuve en ella M>

« Hist., tomo 11, vi libro de la Segunda Parte.

7 Censura de la Segunda Parte de las ELE6.

XLVIII H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

Finalmente, y aunque tan larga enumeración

de virtudes suene algo á deliberado panegírico,

la verdad se impone y obliga á reconocerle im-

parcial , modesto y amante hasta el extremo de

su patria adoptiva.

No calla, por ejemplo, el rumor de haber fal-

tado á los Colones la templanza al crecer con

la riqueza su hinchazón, «afrentando y aba-

tiendo mil buenos , y resultando muertes, azo-

tes y prisiones que reprendía Fray Buil, á quien,

en represalias, privaban aquéllos de todos ali-

mentos l»: ensalza calurosamente las buenas in-

tenciones del P. Las Casas, pero trata con des-

deñosa sonrisa su exagerado sentimentalismo

para con los indios: no escasea el elogio del

Adelantado Quesada, mas censúrale por su vana

ostentación y dilapidaciones; y si afea con du-

reza la cruel inhumanidad de capitanes como

Reinoso ó Losada, sabe hacer justicia á su va-

lor y heroísmo.

Respecto á su modestia, baste observar cuán-

tas veces calla su participación en cosas que le

honrarían, y aquella sobriedad y como apresu-

ramiento con que habla de sí mismo en hechos

tan heroicos como las campañas de los ciento

sesenta con Quesada , ó el paso de Origua con

• ELEG., 34, 14.’

INTRODUCCIÓN. XLIX

Ursúa. ¿Qué más ? Tan parco es en las citas de

su persona, que de la atenta lectura de los mi-

liares de versos que componen las cuatro partes

de su obra, sólo ha resultado el mezquino bos-

quejo biográfico que antecede.

Del cariño á su patria adoptiva abundan las

pruebas. Al hablar de los de Santa Marta y Ve-

nezuela, dice que son gente sincera, sin doblez,

cuyo punto estriba sólo en ser valientes en la

guerra, y con dos puños de maíz tostado, trabar

encuentros y allanar provincias; que ninguna

gente de la que el mundo tiene es más quieta ni

obediente, y agotando en su elogio los epítetos de

llana, fiel, modesta, clara, leal, humilde,sana, y

otros, acaba por decir que la influencia de aque-

lla tierra es tal, que vuelve á los malos en buenos.

Veamos ahora cuál era su criterio en lo cien-

tífico y en lo moral.

A nadie chocará que, pagando tributo á la cre-

dulidad de la época , hable de pigmeos de un

codo de altura 1, del salvaje gigante hermafro-

dita % del fuego en el Santuario de Sogamoso

que duró cinco años ó de la leche que en un

convite se convierte en sangre, como presagio

i ELEG., pág. 455.

a Ibid., pág. 456.

3 HIST. D. N. R. D. G., I, pág. 184.

– XLIV – d

L HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.

funesto 1; pero sobre que nunca se da por tes-

tigo de hechos tan estupendos, sino que cita, por

lo. general, las personas que se los refirieron,

compensa suficientemente el exceso con el buen

sentido, y casi diríamos despreocupación cien-

tífica, que en otras ocasiones demuestra. Así, por

ejemplo, á la creencia vulgar de la formación

de las perlas por el rocío, una en cada concha,

opone su experiencia propia, que le mostró cin-

co , seis y más granos en una sola; y de las fal-

sas explicaciones que daban de la extinción de

las perlas en la Margarita se burla diciendo sen-

cillamente que se acabaron por la prisa que se

dieran á cogerlas, é imposibilidad de recriarlas:

llama boberías á las creencias de los marineros,

postrados en cierta noche borrascosa ante el

hierro de una lanza en que lucía el fuego de San

Telmo, ó adorando un cuerpo santo que creían

descendido al barco, y que él les muestra ser

gotas de agua que brillan en un estrenque: acu-

sa de superchería á Orellana por su invención de

las Amazonas, y sabe descubrir la falsedad de

aquellos italianos que, para acreditar la opinión

de haber habitado sus ascendientes en América,

desenterraban monedas antiguas por ellos mis-

mos escondidas.

i ELGO., pág. 53.

INTRODUCCIÓN. LI

El arqueólogo, el hombre de ciencia, él sim-

ple curioso., le deben además interesantes no-

ticias en que no suele reparar el mero cronista

de encuentros y batallas. Desde luego, y ca-

llando muchas observaciones de la historia na-

tural , son por demás curiosas las descripcio-

nes del gobierno y antiguas costumbres de los

indios con que ocupa cincuenta y dos páginas

de este primer tomo, así como las de monu-

mentos megalíticos de Maconchita, de que ya

hicimos mención.

Digna de ella juzga la operación de neoplás-

tica que médicos de Madrid ó de Toledo reali-

zaron, restableciendo á Pedro de Heredia á costa

de su propia carne la nariz que había perdido, y

dando por felizmente terminada la cura á los

sesenta días de absoluto reposo.

Y dejando aparte, por conocidos, los efectos

de la electricidad que observó en el pez torpedo,

no deja de ser curioso aquel modo de cazar de

los indios guaypíes que ponían no sé qué, dice,

en el tiro, con lo que, apenas tocado el jabalí,

caía amortecido; aunque era necesario acercarse

inmediatamente y darle muerte, porque si no,

á poco despertaba del letargo y huía ileso. Cas-

tellanos sospecha si sería algún hueso del peje

temblador: nosotros no nos atreveríamos á pre-

LII HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.

guntar si conocerían aquellos salvajes algo pa-

recido á los modernos acumuladores de electri-

cidad.

Severo y enérgico en sus principios morales,

sin tocar en escrupuloso ni timorato, mani-

fiesta decidida enemiga contra los jueces, gober-

nadores y leguleyos, finísimos ladrones, llega á

decir, absortos en ser universales herederos de

lo ganado con sangre de valientes; dignos de

que los transporten á desiertos, pues en poblado

encienden guerra donde hay paz, y tan al ser-

vicio de la justicia, que los delincuentes en In •

dias los apedrean con esmeraldas guarnecidas.

No cabe desconocer que en su vocación al estado

eclesiástico influyeron poderosamente el espec-

táculo de esta corrupción de las autoridades; la

desmoralización de los soldados procedentes del

Perú, alguno de los cuales llevaba para su servi-

cio ciento cincuenta piezas de ambos sexos 1; las

inhumanidades de los españoles con los indios,

y la desigual é injusta distribución de las recom-

pensas de que se queja en esta Cuarta Parte

cuando, hablando del reparto del oro y esmeral-

das en la expedición de Quesada, declara, quizá

aludiendo á sí mismo, que muchos buenos sol-

dados quedaron agraviados con la preferencia

i HIST. D. N, R. D. G., Canto xviu.

INTRODUCCIÓN.

Lili

dada á los que menos habían trabajado; abuso

que corrobora citando el ejemplo de Cabrera de |

Sosa, soldado principal y gran jinete, con mis I

de cuarenta y tres años de servicios en la tierra,

á quien no cupo en recompensa un solo pedazo

de pan I

Su opinión respecto á la conquista y á la \

conducta de los españoles con los indios , son ¡

perfectamente sensatas, y tan distantes de las

exageradas sensiblerías de Las Casas ó del Obispo

Ortiz, como de las crueldades y tiranías de ca-

pitanes como Reinoso y Ochoa ó los cuba-

güeses.

No era poco frecuente, como es sabido, el

caso de pasar á América personas animadas de

excelentes sentimientos para con los indios, y

resueltas á variar el sistema de rigurosa con-

quista por el de amistosos contratos y pacíficas

transacciones comerciales. Pronto la realidad de

las cosas se imponía, haciendo á los más cambiar

de opiniones y entrar en la corriente común.

Así, por ejemplo, refiere el P. Aguado que

el Adelantado D. Pedro Fernández de Lugo,

resuelto á tratar á los indios con suma blandu-

ra, limitándose á atraerlos con rescates, se irri-

tó grandemente con.los capitanes viejos, como

i HIST. D. N. R. D. G., Canto iVÍI.

LIV HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.

San Martín y Céspedes, que contradecían su opi-

nión , y llegó á decirles que hablaban como

hombres acostumbrados á robar y á matar á los

naturales. Al día siguiente le mataron éstos

treinta hombres en una sorpresa, con lo que

hubo de modificar sus humanitarios propósitos.

Gracioso es también lo ocurrido al Obispo

de Santa Marta, D. Juan Ortiz, que cita el mis

mo autor. Proclamábase el Prelado protector

de los indios; llamábalos hijos, y prohibía seve-

ramente á los soldados que los tocasen ai pelo….

de la cabeza. Pero un día que remontaba en una

barca el río, faltó poco para que le hiriera una

lluvia de flechas que desde la orilla le arrojaron,

y encarándose con sus soldados, les dijo: «A

ellos, hijos míos, que }’0 os absolveré!»

Respecto á Las Casas, Castellanos, después de

elogiar sus intentos, búrlase no poco de aque-

llos estirados rústicos que el buen Padre llevó

á Cumaná por el año de 1521, con ánimo de

realizar pastoriles idilios, imposibles entre «in

dios crueles y bestiales, más brutos que los bru-

tos animales ‘)>. El discurso que pone en boca

de Gonzalo de Ocampo a, antítesis completa de

las doctrinas de Las Casas, representa perfecta-

1 ELEGÍAS 147, 6.»

a Ibid., 147 , 10/

INTRODUCCIÓN. LV

mente las de Castellanos sobre este punto. Per-

suadido de la incapacidad de los indios para todo

progreso, y observador atento de sus número-

sos vicios y de su invencible repugnancia á oir

consejos ó á imitar sanos ejemplos, afirma que

nunca tendrán chispa de virtud, y con ojo cer-

tero pronostica que es ra%a llamada á desaparecer.

De esta teoría deduce lógicamente un sistema de

conquista de que estuvieran proscritas inhuma-

nidades, traiciones y alevosías; pero que, apo-

yado en el derecho de la raza más privilegiada

en inteligencia y fuerza sobre la menos capaz,

fuese avanzando paulatinamente, espada en ma-

no , sobre el territorio de los indios, después de

dejar atrás sólidamente fundadas cristianas po-

blaciones.

Lamentemos, sobre todo después de apreciar

la sobria y galana prosa de sus prólogos, aquel

desdichado trabajo de diez años que empleó 1 en

cambiar la de toda su obra en versos á me-

nudo prosaicos, y no siempre correctos, y ha-

gamos recaer gran parte de culpa sobre aquellos

amigos suyos, de quienes se queja en estos tér-

minos, aludiendo á la composición de toda su

obra: «La salida de este laberinto fuera menos

i ELEGÍAS, Censura de Agustín de Zarate, pág. 3.

LVI HISTORIA DEL N. R DE GRANADA.

«difícil si los que en él me metieron se contenta-

»ran con que los hilos de su tela se tejieran en

«prosa; pero enamorados, con justa razón, de

»Ia dulcedumbre del verso con que D. Alonso de

»Erzilla celebró las guerras de Chile, quisieron

»que las del mar del Norte también se canta-

‘ »sen con la misma ligadura, que es en octavas

»ríthmicas.»

Y todavía debe agradecérseles que, viéndole

cansado y viejo, le aconsejaran f según él refie-

re , la variación de las macizas octavas reales

por la más descansada compostura del verso

libre empleado en esta Cuarta Parte.

Hemos creído oportuna la circunstancia para

suplir con un índice alfabético de personas la

sensible omisión que se nota en la edición de las

ELEGÍAS , donde tantos conquistadores, capitanes

y soldados valientes se. citan, y tantos hechos

heroicos se mencionan, deseando que el lector

nos lo tome en cuenta, en compensación del

enojoso prólogo que antecede.

No por repetida debe renunciarse á la costum-

bre de terminar mostrando á las personas que al

mejor desempeño de una obra nos ayudan, la

merecida gratitud. Debérnosla en primer tér-

mino al Sr. Menéndez y Pelayo, que recomendó

eficazmente la adquisición del manuscrito; al

INTRODUCCIÓN.

LVII

Sr. D. Manuel Tamayo, dignísimo Jefe de la Bi-

blioteca Nacional, que la procuró con empeño.

así como su inmediata publicación , y al Sr. Ji-

ménez de la Espada, que quiso presentar la obra

en el Congreso de Americanistas últimamente

celebrado en Turín (propósito que estorbaron

dificultades ajenas de so voluntad), y que nos

ha ofrecido algunas notas para las ilustraciones

del segundo tomo de esta obra.

Octubre 24 de 1886.

A. P. Y M.

y

HISTORIA

DEL

NUEVO REINO DE GRANADA

\

Á LA MAJESTAD

REY DON FELIPE, NUESTRO SEÑOR

ANSADO de peregrinar por diversas

partes de estas Indias Occidentales,

tomé asiento y reposo en este Nuevo

reino de Granada, donde, socorrido

de la merced que V. M. fué servido hacerme del

beneficio de la iglesia parroquial de la ciudad de

Tunja, he residido muchos años , y por no co-

mer , como dicen, el pan de balde, bien infor-

mado de las cosas en él sucedidas desde su pri-

mero descubrimiento, me aventuré á ponerlas

en escrito, ayudado (en lo que yo no vi) de las

relaciones de los primeros descubridores y con-

quistadores , con quien he tenido comunicación

y amistad continuada, no solamente después,

pero mucho antes que este pió recurso se me

proveyese.

– XLIV – I

2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Y así por ser informaciones de testigos ocu-

lares fidedignos, como porque la corriente deo-

lias no va tan lejos de su nacimiento que no

se pueda coger el agua clara, me parece que

he pasado esta carrera sin dejar en ella offen-

dículo de adición sospechosa; y la misma fide-

lidad he guardado, cuanto posible me ha sido,

en otras tres partes que he compuesto de aquellos

sucesos que ninguno ha querido encomendar á

la pluma, ó por no tener noticia de ellos, ó por

tener puesta la mano en cosas de mayor cuali-

dad. Mas aunque el sujeto de las que yo he es-

crito no sea de tanta, accidentalmente no deja de

tenerla muy grande, por ser todo puesto debajo

de la sombra y amparo de V. M., á quien hu-

mildísimamente suplico participe asimismo de

su real favor esta cuarta, que trata del origen y

principio que este Reino tuvo, conquista de él,

y pueblos que se han fundado debajo del cetro

é imperio de V. M., cuya real persona y excel-

sos Estados prospere nuestro Señor, con au-

mento de su divina gracia.

De Tunja i.° de Mayo de 1601 años.

Á LOS LECTORES

OSA común es á la mayor parte de los

hombres el deseo de alcanzar por los ries-

gos y trabajos padecidos fama y gloria;

y esto dio bien á entender Marco Tulio en el pri-

mero libro de sus Oficios, diciendo: Vi$ invenitur

qui láboribw susceptis periculisque aditis non quasi

mercedem rerutn gestarum desideret gloriam. Y como

la más autorizada y que más se estima es la his-

toria , guarda fiel de los ilustres hechos y que

mayor perpetuidad les promete, ninguno hay que

no la apetezca. Y ansí, viendo la poca ó ninguna

memoria que los que han escrito casos tocan-

tes á Pirú y Nueva España han hecho de mu-

chas provincias de Indias, donde, aunque fal-

tas de aquella prosperidad y grandeza, no han

faltado varios trances y sucesos dignos de re-

4

HIST- DEL N. R. DE GRANADA.

cordacion, y que con solemnidad de escritura

merecen ser eternizados, de muchos que en

sus peregrinaciones han envejecido fui importu-

nado á que yo tomase la mano para ponellas

en escrito, como quien ya que no en todas, á

lo menos en muchas dellas habia sido ocular

testigo; y de las otras no estaba tan ayuno

que no tuviese bastante noticia por el cono-

cimiento y comunicación de muchas personas

que en ellas se hallaron ; y aunque la autoridad

de aquellos á quienes este deseo remordía, al

cumplimiento del me levantaba, es cierto que

mi propia desconfianza me abatía, así por ser

laboriosísimo discurso, como porque nunca mi

entendimiento estuvo tan confiado de su lumbre

que creyese cosa suya ser merescedora de salir

á luz.

Pero ya, vencido de persuasiones amigables,.

y considerando cómo se iban consumiendo con

larga edad los vivos originales de donde habia

de sacar verdadero traslado cualquiera que to-

mase este cuidado, y que los que después escri-

ben sin testigos de vista no llevan el camino

tan derecho que no hallen dudosas torceduras,

porque las cosas cuanto mas lejanas de sus prin-

cipios se cuentan, con menos certidumbre se

pintan, antes que este recurso á mí me faltase,

puse, como dicen, faldas en cinta, y entré en

este ambagioso labirinto, cuya salida fuera me-

Á LOS LECTORES.

5

nos dificultosa si los que en él me metieron se

contentaran con que los hilos de su tela se teje-

rán en prosa; pero enamorados (con justa razón)

de la dulcedumbre del verso con que D. Alonso

de Ercilla celebró las guerras de Chile, quisieron

que las del Mar del Norte también se cantasen

con la misma ligadura, que es en octavas rit-

mas ; y ansí con ellas, por la mayor parte, he

procedido en la fábrica deste inexausto edificio,

del cual he compuesto hasta agora quatro par-

tes , ordenadas en esta forma : La primera tracta

del Descubrimiento del Nuevo Orbe y conquistas

de las Islas confines y cercanas á la de Haiti ó

Española, con parte de la Tierra firme.

La segunda, de Venezuela, Cabo de la Vela y

Santa Marta, hasta llegar (con las dificultades

que en ella se declaran) á este Nuevo Reino.

La tercera, de Popayany Cartagena, con todo

lo que en aquellas gobernaciones ha acontecido

desde sus primeros descubrimientos hasta la

presente era.

La cuarta es aquesta que tenemos entre ma-

nos, que es la Historia deste Nuevo Reino de Gra-

nada, cuya carrera comienza desde que los espa-

ñoles pusieron los pies en él, que fué por el año

de treinta y siete, y se continuó hasta el año de

noventa y dos, quando ya lo gobernaba el insig-

ne Doctor Antonio González, uno de los del Real

Consejo de Indias, con cuyo elogio di remate á

6 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

este volumen, pareciéndome que no se podia

dar mejor postre de comida, y que ya por haber

ocupado cuantidad de papel (á causa de que

mucho no se pudo decir en poco), en este lu-

gar convenia hacer pausa, pero con presupues-

to de que. dándome Dios vida, en otro libró-

se dará cumplida relación de los demás pue-

blos que, después de la fundación de Santa Fe,

Velez y Tunja, aquí contenida, se ha cimenta-

do por los españoles deste Reino en el circui-

to del.

Y porque cuando la jornada es larga dicen ser

menos molesta si la duración del camino es en-

treverada de cuestas y llanos, y el caminante

siente menos cansancio por no llevar siempre los

miembros en una misma postura, también en es-

ta por donde ha corrido mi pluma me pareció ser

menos enfadosa , así al que la pasa como al que

la lee, variando la compostura, que fué en la

mayor parte desta cuarta proceder en versos

sueltos, en opinión de muchos, no menos gra-

tos que los que van asidos al rigor de conso-

nancias.

De creer es que quien mas desea acertar en

la obra es el artífice della; pero como no to-

dos dan á lo que guisan para muchos aquella sal

que el gusto de cada uno pide, imprudencia gran-

de seria la miá, si pensase haber adereszado estos

anales con tan entero sabor, que lo pueda dar

Á LOS LECTORES.

7

á tanta diversidad de paladares; pero á lo menos

estará cierta la posteridad (para quien esto prin-

cipalmente se escribe), que aquí no falta el prin-

cipal condimento que historia requiere, que es

verdad. Ésta se lea, y mi buena voluntad se re-

ciba, pues sin esperanza de remuneración he gas-

tado tiempo, papel y dineros por servilles.

y

DOMINI FRANCISCI MEXIA DE PORRAS

1N SACRA THEOLOGlA LICBNCIATI, ARCHIDIACONl ECCLES1AE SANCTAE

FIDEI NOV1 REGNI GRANATAE AD CAND1DUM LECTOREM

EP1GRAMMA.

Ómnibus ut saeclis memorentur candida gesta

est opus historici sedulitate viri

quo sine cunctarum rerum monimenta perirent

esset et ignotum quidquid in orbe fuit.

Exemplum clarum dat nobis Indicus orbis

de quibus gestis pagina parva data est;

unde fit ut digni victura faude triumphi

nocte sub obscura sint et hucusque latent.

Quod si nonnulii tentarunt pingere corpus,

hic manus, iste pedes pinxit et ilie caput;

at noster vates memoratu digna Joannes

de Castellanos omnia membra refert;

namque canit varias gentes, cultusque locorum ,

regnorum mores, arma simulque duces

et fundamentum populis quis iccerit hospes

illos et nomen fecit habere novum.

Perspicies tándem quos sustinuere labores,

bella famemque, sitim, pestiferamque luem;

insuper hanc curam (nullo pensante) capessit.

et quoniam gratis haec monumenta dedit,

posteritas lauda laudantem facta tuorum,

lector, et hoc munus consule quaeso boni.

y

DOCTOR PETRUS DÍAZ BARROSO

SACRAB THEOLOG1AE PROPESSOR ET CONCIONATOR BGREGIUS , PRO

OPERE JOANNIS DE CASTELLANOS DISHEPTASTICON.

Immortalis honor validis debetur athletis

Qui Indorum duras corripuere vias,

Quique sagittiferae vicerunt agmina gentis,

Aerumnis pressi, mortiferisque malis.

Sed tamen immensos quos tune subiere labores

Historici nullum protulit ingenium;

Sic inhonoratos penitus consumeret aetas

Haec nisi venturis tradderet historia

Quam dat perspicuam, praeclaram musa Joannis

De Castellanos qui haec monumenta canit,

In quibus ostendit priscorum forcia facta

Hactenus a nulla commemorata manu.

At nunc a vero (fuci sine crimini) vate

Carminibus comptis, candide lector, habes.

y

DE SEBASTIAN GARCÍA,

NATURAL DE TUNJA.

Vuestra labor, heroico Castellanos r

he visto y á mis ojos resplandece

su musa de tal suerte, que meresce

renombre y epithetos soberanos.

Estos le dan entendimientos sanos,

pero con uno solo se engrandesce,

y es decir : tal dibujo bien paresce

ser obra que salió de tales manos.

Con este queda muy encarescida,

y con que si murieron los amigos

de quien aquí tenéis historia cierta,

á vos proveyó Dios de larga vida ,

porque sin ello la de los antiguos

en Indias fuera para siempre muerta.

y

Gracias al cielo doy que ya me veo

en el pobre rincón de la morada

que por merced de Dios y el Rey poseo

en este Nuevo reino de Granada,

después del prolijísimo rodeo

que hize con mi pluma mal cortada

cantando varios hechos y hazañas

de nuestras gentes y de las extrañas.

Y pues mi baja lira llanamente

formó de verdad pura consonancia

en otros tres volúmenes escritos,

adonde celebré los funerales

de varones en Indias señalados,

con muchos de los cuales yo no tuve

más amistad ni más conoscimiento

del afición común, bien merescida,

l6 H1ST. DF.L N. R. DE GRANADA.

por público-pregón y certidumbre

que de sus hechos dio sonora trompa,

ingratitud sería grande mia

si callase los del Adelantado,

Don Gonzalo Jiménez de Quesada,

cuyo valor á mí me fué notorio

por la conversación de muchos años».

y de los valerosos caballeros

debajo de su seña militantes,

algunos de los cuales hoy se hallan

presentes por testigos fidedignos

del laboriosísimo discurso

adonde, con deseo de servilles ,

me lleva la verdad encaminada.

Vos, del Altitonante madre pia,

Musa superior del monte santo,

esclaresced la vena de la mia

con esforzada voz y dulce canto,

para que, socorrido de tal guia,

mi pluma no se turbe con espanto.

y pueda yo cumplir con lo que debo

á la fidelidad del Rey no Nuevo.

Acuerdóme, Monarca soberano,

invictísimo Rey de las Españas,

haber tratado cómo por el año

de treinta y seis salió de Santa Marta,

puerto del mar del Norte, Don Gonzalo

CANTO PRIMERO.

“7

Jiménez de Quesada, varón docto,

insigne capitán, con novecientos

soldados españoles y caballos.

en demanda de tierras nunca vistas,

siendo guiado por noticias ciegas

y un eco de sonido mal formado

que lo hizo venir por las orillas

del rio grande de la Magdalena,

por ciénagas, pantanos y lagunas,

pasos inaccesibles y montañas,

alturas salebrosas de las sierras,

cuya dificultad le hizo menos

la mayor parte desta compañía,

pues dellos escaparon solamente

ciento y sesenta y seis muy malparados

y sesenta caballos macilentos,

porque los otros, cuando no podían

salir (por su flaqueza ) de los cienos,

fueron regalo para los dolientes,

que todos lo venían, y asombrados,

viendo menoscabada tanta gente

de graves calenturas y de llagas,

causadas de las plagas del camino,

garrapatas, murciélagos, mosquitos,

voraces sierpes, crocodilos, tigres,

hambres, calamidades y miserias,

con otros infortunios que no pueden

bastantemente ser encarescidos.

Y por el año ya de treinta y siete,

– XLIV – 2

l8 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

después de trece meses de jornada

continuada, sin hallar abrigo.

á tierras escombradas dieron vista

que, puesto caso que naturaleza

las hizo fértiles, gratas y amenas,

las inclemencias de las que dejaban

aumento dieron á su hermosura,

mayormente después que se hallaron

rodeados de prósperas culturas,

de donde ya podían dar substancia

á los estómagos enflaquecidos;

y para dar cubiertas á sus miembros,

á quien la desnudez daba fatiga.

ciertas y no dudosas esperanzas,

por ver gran multitud de naturales

de telas de algodón aderezados,

varias en los colores y pinturas,

cuyas muestras les dieron certidumbre

de mas honestidad y policía

que las otras naciones habitantes

en las provincias bajas adyacentes

á las marinas ondas y riberas.

Y ansí, según se oian los principios,

juzgaban que tenían entre manos

conquista que pedia mayor fuerza

que la que de sus brazos conoscian;

de cuya causa los de mas aliento

en alguna manera daban puerta

á la desconfianza y al desmayo,

OANTO PRIMERO.

viéndose descarnados de potencia

y de socorro no menos remotos;

mas el animosísimo Letrado

con la cansada gente que tenía

pensaba sojuzgar el orbe todo.

El cual, como diremos adelante,

particularizando los sucesos,

vistas las cualidades de la tierra,

fertilidad de campos y de vegas,

por ser él natural de la*de España,

le puso Nuevo reino de Granada,

del cual he yo tratado muchas veces

en partes y lugares convenientes

para declaración de lo que entonces

procuraba poner en escritura.

Mas agora daré más por extenso

cumplida relación de sus conquistas;

ansí mismo de villas y ciudades

que tienen hoy pobladas españoles,

con las demás particularidades •

que sean al discurso necesarias.

Y porque en otra parte se declaran

los grados y el altura de su sitio,

sólo.diré que tiene de distancia

aquello que se llama propiamente

tierra del Nuevo reino de Granada,

de Norte á Sur como sesenta leguas,

y poco más ó menos otras tantas

las que puede tener del Este á Oeste,

20 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

medidas por el ayre, que por tierra.

por ser ambagiosos los caminos,

á causa de huir las asperezas,

bien sé que sobrepujan esta cuenta.

Por parte del Oriente le demora

la magnitud inmensa de los llanos

que lo rodean hasta Mediodía,

y al Occidente fulminosas sierras,

bosques incultos y montañas bravas.

Son al Septentrión marinas ondas

que distan del por la mas recta vía

sobre doscientas leguas de montaña,

cuyas dificultades se desechan

por rios navegables con bajeles

acomodados para sus corrientes ,

hasta poner tratantes y otras gentes

en desembarcaderos señalados.

Al fin es una caja rodeada

de grandes asperezas su terreno,

al cual hemos de entrar ó salir fuera

por tres ó cuatro grandes angosturas

en diferentes vias, que se cursan

remotísimas unas de las otras,

y todas por rigores naturales

insuperables, como las defiendan.

Mas toda la distancia contenida

en el leal compás de esta clausura

goza de felicísimos influjos.

CANTO PRIMERO. . 21

Hay oro, plata, cobre, plomo, piedras

preciosas de valor engrandescido,

con templanza graciosa y apacible

en todo tiempo, porque raras veces

hay tal rigor de frió que demande

favor á chimeneas ni braseros;

aunque también hay hielos y granizos

y páramos no tales que no sean

para fértiles mieses apropiados,

de todos granos, hierbas y legumbres

y cualesquier especies de ganados

de que tenemos hoy gran abundancia.

Y el huello dellos y uso del arado

hacen el aspereza ser templanza ,

y corrigen y enmiendan los contrarios

temples que parecían repugnantes

á tratos de labores y crianzas.

Provincias hay calientes ansí mismo,

terrenos de propicias influencias,

do fructíferos árboles se crian ,

ansí de los plantados nuevamente,

como de los antiguos y nativos,

de cuyos frutos gozan á sus tiempos

los que residen en la tierra fría.

En este claustro, pues, y circuito

habia de caciques muchedumbre,

á quien gente vulgar daba tributos;

y destos Príncipes la mayor parte

22 . HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

servían á dos reyes diferentes,

el uno Bogotá* y el otro Tunja,

que como poderosos y soberbios,

procuraban ganarse los Estados ;

sobre lo cual en diferentes tiempos

hubo grandes recuentros y batallas,

sin que ninguno dellos consiguiese

el cumplimiento de sus pretensiones.

Eran antiguas estas competencias,

las cuales se venian heredando

– de los antiguos en los succesores;

mas no podré yo dellas dar noticia ,

por la poca que tienen estos indios

de lo que precedió, ni del origen

de los primeros padres desta tierra.

Sólo presumo yo que fueron gentes

venidas de los llanos á la sierra,

y las necesidades de ampararse

del frió , fué la causa del vestirse.

Ansí que de los siglos precedentes

poder sacar razón es imposible,

bien que noticia tienen del diluvio

y de la creación del universo;

pero con adición de disparates

indignos de poner en escritura,

varios en relación, como carescen

de letras y caracteres antiguos,

según las hieroglíphicas figuras

XI

CANTO PRIMERO. 2)

que solían tener otras naciones

que les representaban por señales

los pretéritos acontecimientos.

De manera que solamente saben ,

y aun no sin variar en sus razones,

cosas acontescidas -poco antes

que los nuestros entrasen en su tierra;

de las cuales habernos colegido

que lo que llaman Bogotá los nuestros

se dice Bocatá, que decir quiere

remate de labranzas, y es el nombre,

no del cacique, sino de la tierra.

Y el penúltimo rey de sus provincias

dicen que se llamaba Nemequene,

que es hueso de león en su lenguaje;

y el que reinaba quando los cristianos

llegaron , se decía Thisquesuzha ,

que es cosa noble puesta sobre frente.

El Nemequene, pues, como tocado

de mayor ambición, era quien siempre

tenia competencias con el Tunja,

y el Tunja se valia y ayudaba

de dos príncipes grandes, sus amigos,

al Bogotá confines y cercanos,

que superioridad no conocían:

el uno se decía Guatabita,

que quiere decir alto sobre sierra,

y el que llaman Ubaque , corrompido

24 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

el nombre, pues Ebaque se decia,

que representa sangre de madero.

Y aunque Bogotá tuvo gran potencia

y subiectó caciques comarcanos,

á los dos nunca pudo por gran tiempo

poderlos atraer á su dominio ,

antes si se movia contra Tunja,

espaldas vueltas, le hacian guerra

y entraban por las sierras de su reino;

de manera que para no moverse

con libertad entera muchas veces

estos caciques le ponian freno;

y así se desvelaba dando trazas

varias para quitallas de por medio;

pues si las tierras destos sujetaba,

quedábale camino sin estorbo

para lo principal que pretendía;

y aquel investigar no fué baldío,

por ofrescelle luego la fortuna

ocasión á su gusto , y es aquesta.

Los Guatabitas por la mayor parte

eran artífices de labrar oro,

y entre los otros indios reputados

por mas sutiles en aquestos usos ,

y así por las provincias convecinas,

ajenas de las deste señorío ,

andaban muchos de ellos divertidos

ganando de comer por sus oficios,

CANTO PRIMERO.

25

sin acudir á las obligaciones

debidas al Señor según sus leyes.

El cual, vista la falta que hacían

así de renta, como de personas,

mandó con gran rigor que todos ellos

se recogiesen á sus naturales,

y que el Señor que menester hubiese

algún oficial dellos en su tierra,

por uno diese dos de sus vasallos

que con el Guata bita residiesen

en tanto que el aurífice faltaba.

Y en aquel tiempo, como los señores

y principales indios abundaban

de pálidos metales, granjeados

ya por contratos, ya por otras vias,

y su felicidad eran las joyas,

ornamentos de vivos y de muertos,

fué fácil de cumplir lo que pedia,

y en breve tiempo tuvo Guatabita

más de dos mil gandules extranjeros

en recompensa de los oficiales,

y aumento de sus rentas y tributos;

con que también crecía la jactancia,

diciendo que los más altos señores

ya le reconocían obediencia,

pues que de sus vasallos se servían.

Mas como muchas veces los humanos

miden los fines por las apariencias

que les prometen prósperos sucesos,

26 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y al cabo salen vanas esperanzas,

aquello que pensó ser granjeria

fué después su total asolamiento,

porque todos los mas eran vasallos

del Bogotá, sacados de su reino ,

y por industria del hombres guerreros,

con los cuales habia concertado

que cuando se les diesen los avisos

de su venida y él acometiese,

matasen al cacique y á sus hijos,

sobrinos y cercanos herederos.

Estaban estos indios á la mira,

esperando por horas el mandado,

sin que se presumiesen sus intentos;

mas Bogotá para hacer el salto

hallaba duro tropezón opuesto.

Este era cierto capitán, nombrado

Guasca, que decir quiere fin de tierra,

vasallo del señor de Guatabita,

y de quien él hacía confianza

para guardar el paso por adonde

podría Bogotá hacelle daño,

poco más de una legua de distancia

de donde Guatabita residía,

allí poblado con innumerable

gente que el dicho Guasca gobernaba;

y así Bogotá viendo ser aqueste

impedimento para sus conciertos,

CANTO PRIMERO.

*7

pudo tanto con él por tercerías,

dádivas y promesas frecuentadas,

que, corrompido dellas, antepuso

á la fidelidad el interese,

dándole paso libre cierta noche,

y aun. se halló con él en el asalto,

como ladrón de casa, con las otras

domésticas espías que cercaron

la casa del Señor, cuando durmiendo

estaba sin sospecha de la muerte.

Pero llegadas las inundaciones

y furia repentina de contrarios,

fué con sus herederos fácilmente

de la vida y estado descompuesto.

Y así quedó señor de esta provincia

el Bogotá sin riesgo de su gente,

la cual aseguró con guarniciones

y con aquel ejército, dejando •

por gobernador un hermano suyo;

y antes que se perdiesen ocasiones

del presente favor con que lo iba

regalando la próspera fortuna,

procedió luego con abierta guerra,

entrando por ías tierras del Ubaque

con dos huestes guiadas por dos vías.

El cual, como cacique poderoso,

resistió los incursos bravamente

por espacio de seis ó siete meses,

ó lunas, según es la cuenta dellos ;

28 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

al cabo de los cuales, como viese

la gran pujanza de los enemigos

y la diminución de sus vasallos,

en guerra tan prolija consumidos,

se le rindió, debajo de concierto

que el Bogotá tomase por mujeres

á dos hijas doncellas que tenia.

Aceptó Bogotá las condiciones,

y el Ubaque las de quedar sujeto.

Parece que, teniéndolo por yerno,

se le hicieron algo tolerables ;

mas Bogotá tomó la mayor dellas,

y casó la menor con un hermano,

con la solemnidad y regocijo

que tienen de costumbre todos ellos

en esta tierra cuando se desposan,

que son embriagueces descompuestas,

sin otras ceremonias ni terceros ;

antes cualquiera dellos que pretende

casarse con alguna que le cuadra,

contrata con los padres ó parientes

que la tienen debajo de su mano

cerca del precio que dará por ella ,

y si la cantidad no les contenta,

el comprador añade por dos veces

la mitad más de lo que dio primero ;

y si de la tercera vez no compra,

busca mujer que sea más barata ;

CANTO PRIMERO. 20,

mas si les satisface lo que manda,

dánsela, sin usarse de más ritos

de recibirla, dándoles la paga,

quedándose con ella quien la vende,

porque no lleva más dote la novia,

de nobles ó de bajas condiciones,

de solas veinte mucuras de chicha,

vino que hacen de molido grano,

y algunas alhajuelas usuales.

De manera que van por diferente

camino del que por acá llevamos;

pues para salir desta mercancía

hemos de dar dineros al esposo.

Finalmente, los indios deste reino

sustentaban aquellas que podían,

pues sólo su caudal era la tasa.

Además desto los reyes ó caciques

cuando les dan noticias de doncellas

hermosas, las demandan á sus padres,

que sin contradicción se las envían,

y sírvenlos desnudas algún tiempo;

mas cuando ya las tienen hechas dueñas,

las cubren con la ropa y atavio

que las otras mujeres acostumbran.

De donde se colige que tenia

el Bogotá crecida muchedumbre;

el cual, después que hizo tributario

al Ubaque, -señor de mucha tierra,

dejó gente de guerra bien armada

30 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

para seguridad de sus provincias,

y dio la vuelta lleno de despojos

á las recreaciones de su reino,

donde fué recibido de los suyos

con bailes, regocijos y canciones

en que representaban sus victorias.

Quedábanle cercanos tres caciques

exentos de su mando y obediencia :

el uno dellos era Siminjaca,

que nari{ de lechuda representa ,

y Susa, que declara paja blanda,

y Ebaté , que Ubaté decir solemos ,

que quiere decir sangre derramada,

contra los cuales vino poderoso;

y aunque se sustentaron muchos dias

con victorias recíprocas, al cabo

los hizo tributarios y sujetos ,

dejando guarniciones y caudillos ,

sujetos todos ellos al hermano

que los de Guatabita gobernaba .

como su general y su teniente

en aquellas provincias y comarcas.

Este, con los sujetos nuevamente

usaba de los términos que suelen

malos y codiciosos vencedores,

inquiriendo las joyas y preseas

de los que por allí tenían fama

de ricos antes de su vencimiento;

CANTO PRIMERO.

3< y como dónde quiera los que mandan hallan infinidad de susurrones que procuran con ellos ganar gracias, nunca faltaba quien le descubría secretos de los bienes escondidos; entre los cuales hubo quien le dijo del tesoro de Ubaque, que tenia en un fuerte peñol, que rodeaba la mayor parte del un lago hondo, y estimulado de codicia ciega, determinó poner allí las manos. Mas no podían ir secretamente, ni entraren el terreno sin sentirse, pues para tal empresa convenia llevar copia de gente bien armada, y ser inevitable su pasaje por donde Chiguachí, cierto cacique vasallo del Ubaque, residía: mas el ladrón lo descuidó, diciendo mandarle Bogotá que con obscuro llegase para ver la vigilancia que tenían aquellas guarniciones allí puestas por él, y visitarlas; y el Chiguachí, pensando que decia verdad, dejó pasar los escuadrones, con los cuales entró dentro del fuerte peñol, repositorio de riquezas, matando los que pudo de los indios á quien se cometió la guarda dellas; 32 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. y los que se escaparon, á gran priesa fueron á dar aviso del insulto á su señor Ubaque, que turbado con esta nueva, como le dijeron poner otro las manos en el arca donde su corazón estaba preso, saltó del lecho convocando gente y pidiendo favores al caudillo que de la guarnición tenia cargo; mas éste, sospechando que el hermano de su Señor tan gran atrevimiento no tuviera sino por orden suya , estúvose neutral, y nunca quiso* dar favor á los unos ni á los otros; y Ubaque, conociendo la tibieza, el peñol rodeó con ios vasallos suyos que se hallaron más á mano, con acometimientos porfiados por ganar el peñol inexpugnable. El entrada del cual fué defendida término que pasó de cinco dias, porque la cantidad de la riqueza y el gran deseo de quedar con ella, al codicioso capitán ponía brio, valor, vigor, perseverancia; mas como les faltó mantenimiento, y crecía la gente del Ubaque, desconfiado de valerse dentro y de poder salir con sus intentos, CANTO PRIMERO. 33 determinó salir á la batalla; mas antes, el tesoro recogido, lanzólo dentro de las aguas hondas diciendo: —«Tú que mueves las peleas, »porque nunca más veas movimientos «de pechos avarientos, yo me pago »con que busques del lago lo profundo; «y aun cuanto tiene el mundo destas masas «pasar por donde pasas fuera justo ; «porque todo tu gusto va mezclado »con un sobresaltado pensamiento, »sin que tenga momento de sosiego. »Lo claro hace ciego tu codicia; »al fin es avaricia , quita sueño; »pues para que tu dueño sin ti duerma, «dentro del agua yerma te sepulto. «Ternáte bien oculto la laguna , «sin que ya sol ni luna más té vea.» Aquesto dijo, y en el mismo punto salió con sus escuadras en buen orden adonde se mostraba peleando no menos ávido de roja sangre que de metales ricos cuidadoso; pero la grave multitud opuesta arrebató la vida y el esfuerzo del joven orgulloso brevemente con los más señalados de los suyos; - XLIV - 3 34 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. y el Ubaque quedó victorioso, aunque sin esperanza para siempre de ver en su poder aquel tesoro, y no sin gran temor del Nemequene, á causa de la muerte del hermano, á quien por su valor preciaba mucho. Y así, como sagaz, despachó luego á darle la disculpa que tenía * cerca deste furor inopinado, • contra su voluntad acontescido, diciendo que debajo del amparo de tan insigne rey y justiciero , lo quiso saltear el que debiera de cualquiera zozobra defenderlo; y que ademas de le robar los bienes, también le procuró quitar la vida, y acontesció, por permisión del cielo , durante la defensa permitida, quedar él perdidoso de la suya. Despacháronse, pues, los mensajeros, en este menester bien instruidos, y por ser antiquísima costumbre que ninguno parezca manvacio ante cualquier cacique desta tierra (y eso me da que sea su vasallo que de los extranjeros señoríos), ha de presentar algo cuantas veces hubiere de llegar á su presencia. CANTO PRIMERO. 35 Ubaque proveyó los que enviaba de joyas y preseas de gran precio, con las cuales llegaron al cercado , edificio que hacen los señores do tienen sus pajizos aposentos, que á los demás exceden en grandeza y en suntuosidad , principalmente . estos de Bogotá de quien tratamos; adonde se les dio libre licencia para dar al Señor el embajada, espaldas vueltas, bajos y encorvados, respeto que se tiene de costumbre, por parecerles poca reverencia hablar á los señores cara á cara. Estuvo, pues, el bárbaro severo á lo que le dijeron muy atento , y sin alteración ni muestra de ella, al Ubaque mandó que luego venga á dar personalmente su descargo. El cual, sin excusarse, conocida la voluntad del Rey, luego se puso en camino con un rico presente de veinte hermosísimas doncellas, de ricas joyas bien aderescadas , cien cargas de su ropa más preciada, muchas y finas piedras esmeraldas y ciertos animales de oro fino, con otras varias cosas que ser suelen }6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. dellos, y aun de nosotros, estimadas; más él de tantas cosas nada quiso, salvo por ceremonia, como suelen , dos telas de algodón, porque decia no deberse tomar del acusado prenda con que se tuerza la justicia. En efecto. probados los descargos , y entendida la culpa del hermano, á cabo ya de seis ó siete meses, á su casa mandó que se volviese con libertad, honor y otros favores. Después aqueste Rey. porque su reinó gozase de pacífico gobierno, y delincuentes fuesen castigados según la cualidad de los delitos, ordenó muchas leyes, estampadas en solas las memorias de los hombres, que por ejecutarlas sin descuido se fueron arraigando de tal suerte, que hasta nuestros días permanecen entr' ellos, y se guardan muchas dellas, aunque, como subjetos alas nuestras, se van á más andar desvaneciendo; pero diremos de las que tenían, estas que nos ofrece la memoria. Mandaba que quien mata, que muriese aunque lo perdonasen los parientes, porque la vida Dios solo la daba, CANTO PRIMERO. 37 y no los hombres para perdonarla. Mandó matar á quien mujer forzase, siendo soltero, pero si casado, durmiesen dos solteros con la suya. Al que tuviese cuenta con su madre, con hija, con hermana, con sobrina, que son entr' ellos grados prohibidos, que lo metiesen en un hoyo de agua angosto, con obscenas sabandijas, y lo cubriesen con una gran losa do pereciese miserablemente, y ellas pasaran por la misma pena. Al sodomita, que muriese luego con ásperos tormentos, y dejaba abierta puerta para que pudiesen los reyes venideros agravarlos con aumento de más crueles penas. Y ansí los naturales deste reino nunca jamás han sido maculados de tan feo y horrendo maleficio, y son en este caso todos limpios, lo que no son (según algunos dicen), naciones que confinan con los llanos. Mandó que si de parto pereciese cualquier mujer casada, su marido perdiese la mitad de la hacienda, y la diesen al suegro y á la suegra, hermanos ó parientes más cercanos; en defecto de padres; mas quedando ■ 38 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. viva la criatura, no debia más de que la criasen á su costa. Ordenó que ningún señor subiese en andas, que llevaban á sus hombros criados que tenían , sino sólp él ó cualquiera que él determinase por algunos servicios señalados. Limitó los vestidos y las joyas á la gente común, y á los Uzaques y que son los caballeros principales, de gran valor y generosa casta, dióles licencia para que pudiesen horadar las orejas y narices, y á su gusto traer joyas pendientes. Ordenó que los bienes y haciendas de quien sin heredero fallesciese, quedaran aplicados á su fisco. Mandó que quien huyese de batalla antes que el capitán que los regia, con fin de muerte vil fuese punido. Mandó que quien mostrase cobardia en guerra, por afrenta lo vistiesen con ropas de mujer, y que con ellas usase de los mismos ministerios que suelen ser anejos á las hembras, por aquel tiempo que su Rey quisiese. Estableció también penas ligeras por algunos delitos más livianos, como romper la manta que se cubren, CANTO PRIMERO. 39 ó tresquilalle todos los cabellos de que se precian y los traen largos, y así la tienen por afrenta grave ; y aun el dia de»hoy los españoles también suelen usar deste castigo con ellos, pero ya poco les duele, viendo que allí se quedan las raices, que pueden remediar aquella falta. Y, según corren sus atrevimientos, más dura pugnicion es necesaria, pues no tenemos ya cosa segura dentro de las ciudades ni en los campos. Volviendo, pues, á nuestro Nemequene, como se viese ya con gran pujanza, sin tener en la tierra más contraste que el Rey de Tunja, príncipe potente, con determinación de sojuzgallo, hizo de principales llamamiento,. los cuales acudieron á su corte dentro del tiempo que les fué mandado, y puestos todos ellos en presencia suya para saber lo que mandaba, en alto trono puesto y asentado, les hizo semejante parlamento: «Mis grandes vencimientos y victorias á todos son notorias y patentes, y á los que sois presentes manifiestas, pues veis soberbias crestas abatidas 40 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. de gentes sometidas á mi mando, y que contrario bando no me queda adonde hacer pueda más empleo; porque ya señoreo desta tierra cuanto tiene y encierra, y en los llanos, caciques comarcanos me obedecen, y todos apetecen darme gusto, pareciéndoles justo que yo sea rey solo que posea cuantas greyes tienen los otros reyes de gentíos. Y pues, vasallos míos, es afrenta quedar libre y exenta de mi mano ' la tierra del Tunjano señorío, que tiene con el mió competencia, será de mi potencia menoscabo el no llevar al cabo la porfía, para lo cual querría brevemente juntar de buena gente gruesa hueste, daremos cabo deste mi contrario. Será, pues, necesario para esto estar cada cual presto con sus gentes, y aquellos adherentes que convengan á mi presencia vengan aviados para ser numerados los que vienen y las armas que tienen y pertrechos. Quien en aquestos hechos más hiciere y más prendas metiere en mi servicio , seréie yo propicio y obligado. He dicho y declarado mis intentos; CANTO PRIMERO. 41 restan los cumplimientos que os encargo; y el espacio más largo que os asigno para venir camino compañías de sólo treinta días os es puesto. Podéis os ir con esto de mañana, y desde esta semana dar indicio del militar oficio donde quiera, pues ya la primavera nos convida . á poner en efecto la partida.» Tales palabras dijo Nemequene á los príncipes grandes de su reino; los cuales, obedientes á su mando, pusieron en efecto la partida, cada cual al estado .que regia ; adonde convocaron de los suyos la gente de más uso y experiencia en militares trances y recuentros, de varias armas bien apercibidos, macanas, dardos, picas, hondas, flechas. Pero los indios Moscas, moradores de todo lo que llaman tierra fria, usan principalmente tiraderas, que son unos dardillos de carrizo con puntas de durísima madera, que tiran con amientos, no de hilo , sino con un palillo de dos palmos del grueso de la flecha, prolongando con él la tercia parte de la caña. 42 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Este tiene dos ganchos afijados, distantes cada cual en un extremo del amiento que digo; con el uno ocupan el pie raso del dardillo, y el otro, con el índice corvado,. aprietan con la ñecha juntamente hasta que el jáculo se desembraza, según la juerza del que lo despide. Es arma limpia de mortal veneno, y de todas las bárbaras es esta la de menor rigor, y harto menos que flechas que despiden cebratanas, pues hay cierta nación que dellas usa, do meten jaculillos venenosos de muy sutiles puntas, y al principio un poco de algodón que el hueco hinche , y cuando soplan, sale de tal suerte que hace regulada puntería; y aun acontece dar entre las cejas sin que los ojos puedan dar aviso; el golpe flaco, pero los efectos con mortales angustias amenazan, á causa de tener mortal untura. Pero las tiraderas destos Moscas con débiles escudos se resisten, y aun todos los que dellas tienen uso menos guerreros son que contratantes, pues su mayor felicidad estriba en ferias y mercados que celebran CANTO PRIMERO. 43 en partes señaladas, donde vienen en dias diputados para ellq con varias y diversas mercancías, con todos los engaños y cubiertas que suelen sutilísimos judíos. Teniendo , pues, su gente recogida cada cacique con los alimentos y copia numerosa de mujeres para los regalar en la jornada, ante su gran Señor, que Cipa llaman , fueron á presentarse todos ellos , y al tiempo limitado se hallaron en los herbosos y espaciosos campos de Bogotá, cabeza destos reinos, donde tomaron sitios diferentes, aparte cada cual con sus insignias, diversas en colores, de manera que la parcialidad de cada uno podia conocerse por las tiendas y pabellones que tenían puestos. Y asi los escuadrones ordenados, el Nemequene, muy acompañado de todos los Uzaques de su corte, que son los caballeros bien nacidos, salió para hacer general lista; y la nómina hecha , se hallaron sobre cincuenta mil hombres de guerra, de todas armas bien aderescados 44 H1ST. DHL N. R. DE GRANADA. y de mantenimientos abundancia. Luego se prepararon sacrificios de víctimas humanas y otras cosas, para ser inmoladas por las manos de los insanos xeques agoreros, que son los sacerdotes y ministros que de su religión tienen cuidado, y de cuyas palabras y respuestas en gran manera viven confiados. Por éstos se presentan las ofrendas que trae cada cual al santuario, que son varias figuras hechas de oro, hasta culebras. ranas, lagartijas, mosquitos y hormigas y gusanos, casquetes, brazaletes, diademas, vasos de diferentes composturas, leones, tigres, monos y raposas, aves de todas suertes y maneras, y el xeque hace tal ofrecimiento ante los falsos ídolos que tienen, unos de oro y otros de madera, otros de hilo, grandes y pequeños, todos con cabelleras, mal tallados; y también hacen ídolos de cera y otros de barro blanco, pero todos están de dos en dos, macho con hembra , adornados con mantas que les ponen dentro de los infames santuarios CANTO PRIMERO. 45 donde los xeques tienen sus moradas con gran recogimiento y abstinencia , porque comen muy poco, y eso cosas livianas y de muy poca substancia. No son casados, viven castamente, y si contraria cosa se presume, de aquella dignidad son removidos , porque teniéndolos por hombres santos á quien respetan, honran y veneran y con quien se consultan cosas graves , no les parece cosa conveniente que sean lujuriosos y lascivos; antes las manos por quien las ofrendas se hacen á los dioses y á los templos, limpias conviene ser y no polutas. Hablan pocas palabras , duermen poco, pues el mayor espacio de la noche gastan en mascar ayo , que son hojas naturalmente como de zumaque; y de la misma suerte las labranzas, y los efectos son ni más ni menos : mas debe ser de gran vigor el jugo, pues comportan con él la sed y el hambre, y aun debe conservar la dentadura, pues por viejo que sea cualquier indio muere sin padecer falta de dientes; y en todas las naciones destas Indias es Común uso, por la mayor parte, mascar aquestas hojas, que es la coca, 46 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. que tienen en Pirú los naturales, y aun españoles, por ganancia gruesa. Usan también con él de cierto polvo ó cal hecha de ciertos caracoles, que traen en el que llaman poporo, que es un calabazuelo, donde meten un palillo, y aquello que se pega recogen en la boca con el ayo. Y por tener en mucho tales hojas, sahumaban á sus ídolos con ellas; pero de los perfumes que mas usan es trementina parda, que mal huele, y unos caracolillos y almejuelas, no cierto del olor que se pregona tener las ochinas del mar Bermejo, unguis (apud latinos) odoratus, y en las boticas es blaíta Bisanua, pues el de aquestas es abominable hedor, y tal al fin cual ló merece el hijo de maldad por quien se hace; de cuyo mandamiento no discrepan, aunque lo reconocen por inicuo, y saben que los ídolos no tienen poder para les dar lo que les piden, siendo, como son, obras de sus manos; mas dicen que el diablo se lo manda, y que en aquellos quiere ser honrado. No niegan haber Dios omnipotente, CANTO PRIMERO. 47 señor universal y siempre bueno que todo lo crió ; mas porque dicen que el sol es criatura mas lucida, lo deben adorar, y así lo hacen , y como á su mujer y compañera, adoran y engrandescen á la luna. Bien creen ser las almas inmortales, y que los, cuerpos mueren solamente, y ellas bajan ai centro de la tierra , adonde tiene cada cual provincia, términos y lugares diputados, según acá los tienen y poseen, y hallan casas hechas y labranzas, adonde tienen vida descansada; eso me da los malos que los buenos, porque en esto no hacen diferencia. También esperan ellos el juicio universal, y dicen que los muertos han de resuscitar, y para siempre vivir en este mundo, de la suerte que agora viven, y es porque presumen ser este mundo permanescedero de la misma manera que lo vemos. Hacer memoria de otras opiniones que corren por aqueste barbarismo, - son tan absurdas todas , que haria ridículo sartal de disparates, porque como les falta los cimientos 48 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. de sólida verdad, en lo que dicen los unos y los otros se confunden, y en pocas cosas destas van conformes. Y aun no todos ofrescen en los templos, ni á ídolos, hechura de sus manos, pues muchos reverencian á las sierras, á las lagunas, fuentes y á los ríos, á cuevas, á quebradas, á peñascos y á plantas donde hacen sus ofrendas, sin que sepan decir los inventores primeros de las tales ceremonias. Verdad sea que cuentan cómo vino en los pasados siglos un extraño á quien llamaban Neuterequeteua , ó Bochica por otro nombramiento, ó Xue que, según dicen algunos, no fueron sino tres los que vinieron en diferentes tiempos predicando; pero lo más común es que uno solo tenia los tres dichos epítetos. Este tenia muy crecida barba, y hasta la cintura los cabellos, con venda rodeados y cogidos, al modo del rodete que ellos usan, ó como los antiguos fariseos los anchos filacterios ó coronas con que se rodeaban la cabeza; y del Decálogo los mandamientos en medio de la frente colocados; CANTO PRIMERO. 49 que bien desta manera tienen estos una rosa de plumas en el medio deste rodete de que tienen uso, el cual compuesto sobre los cabellos, cae la rosa del sobre las cejas. Andaba, pues , aqueste, según dicen, las plantas por el suelo sin calzado, un almalafa puesta, cuyas puntas ataba sobre el hombro con un nudo, de donde dicen ellos que tomaron andar descalzos y en el mismo traje y largos los cabellos , porque barbas á muy pocos ocupan las mejillas. Este les predicaba muchas cosas, las cuales, si eran buenas, poco caso hicieron dellas, pues las olvidaron; pero conforman en decir que vino después una mujer de gran belleza, que predicaba cosas diferentes de las que dijo Neuterequeteua; á la cual unos dellos llaman Chie, otros Huitaca y otros Jubchrasguaya; á cuyas opiniones se llegaba innumerable cantidad de gente; y porque predicaba cosas malas, el Neuterequeteua le dio plumas y convirtió sus miembros en lechuza. - xuv - 4 50 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Y de transformaciones dicen tantas, que, si hiciésemos memoria dellas , de solas se haría mas volumen que el otro del poeta sulmonense; mas por ridiculosas no las cuento. Pero de tantas, una me parece indigna de quedar en el tintero; y es afirmarme por indubitable indios ladinos y de buen ingenio haber entrellos grandes hechiceros, algunos de los cuales se convierten en leones y tigres cuando quieren, y hacen los efectos que los otros que suelen devorar carnes humanas. Con gran razón se puede tener duda de caso tan horrendo y espantable; mas aquel preceptor de maleficios cuya ponzoña hiere varias gentes con abominaciones semejantes que, según hoy leemos en autores á lo que voy diciendo corresponden, también será maestro diligente en enseñar aquestas ilusiones á gentes tan sujetas á su mandó, prontísimas al mal sobremanera ,. y totalmente bestias incapaces para cualquier negocio virtuoso. Y así Huitaca que , según yo creo , CANTO PRIMERO, no debia de ser sino demonio, llevaba desta bárbara caterva tras sí la muchedumbre que pregonan de gente que seguian sus errores, ritos y ceremonias tan absurdas como vemos que tienen hoy en uso, sin que ministro de la fe cristiana las pueda divertir de su memoria. Y el Bochica, que es Neuterequeteua , á quien ellos alaban por muy santo, no me parece que debia serlo, pues afirman morir en Sogamoso, donde son los mayores idolatras y universal abismo de estos yerros. Y al tiempo de su muerte, según dicen , al cacique dejó por heredero de su gran santidad y poderío, y tienen hoy por muy averiguado ser aquel territorio tierra santa , y que el cacique della tiene mano para poder mudar los temporales, llover y granizar, y enviar hielos, y los demás efectos que proceden de la media región y baja y alta. Y así de todas partes deste reino en busca del remedio que desean allí suelen venir en romería gran cantidad de gentes con ofrendas 52 HIST. DBL N. R. DE GRANADA. en precio y en valor de gran substancia, que se dan al cacique. y él al xeque que tiene cargo de su santuario, del cual declararemos á su tiempo el caudal y riqueza que tenia cuando dieron en él los españoles; que de presente basta que digamos de la reputación del Sogamoso entre estos indios , porque les envíe buenos y saludables temporales, teniendo por muy cierto que su ira es causa de los daños que padecen en sus personas, casas ó labranzas, y así se dice del que cuando hiela y el escarcha los quema los maíces , tiene costumbre de cubrirse manta blanca, por imitar á la pruína. Estáse solo melancolizado, inconversable, triste, desabrido, porque conozcan por aquellas muestras ser él el causador de aquella plaga, y no la región ínfima del aire do los vapores gruesos con el frío en agua pruinosa se convierten. Estas prestigiosas vanidades de que suele jactarse Sogamoso , se conocieron más abiertamente andando visitando su provincia CANTO PRIMERO. 53 el Arzobispo don Luis Zapata y el tesorero don Miguel de Espejo, el cual tenemos hoy por vicepresul; porque como hiciesen escrutinio destas vanísimas supersticiones, averiguóse con algunos indios que el bárbaro que tienen de presente por cacique, llamado don Felipe, con haber profesado fe cristiana , riñendo con su gente les decia: «Vosotros, perros, no me tenéis miedo; pues bien sabéis que puedo cualquier cosa: traer contagiosa pestilencia, la fétida dolencia Me viruelas, grave dolor de muelas, calenturas, con otras desventuras, y que crio con este poder mió todas cuantas hierbas, legumbres, plantas son nacidas.» Tales palabras y otras semejantes dijeron que decia los testigos, mas él en el negar estuvo firme, y así se descargó ; pero lo cierto es decir lo que tienen de costumbre los embaucadores segárnosos, hablando con aquella gente bruta, á lo cual dan más crédito que suelen á los que les predican cosas sanctas, 54 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. contradiciéndoles sus desvarios y el culto de los ídolos nefarios, á quien ofrecen hoy mejor que nunca aquellas cosas con que les parece tenerlos más propicios y contentos para conseguir cosas que les piden. Y antes que hagan el ofrecimiento, ayunan grande número de días, eso me da varones que mujeres. Y es digna de notar el abstinencia y el gran recogimiento con que viven el tiempo todo que el ayuno dura. No se lavan el cuerpo, siendo cosa que todos ellos usan por momentos ; no tocan á mujer, ni ellas á hombre, ni quieren comer carne ni pescado, sino cosas de muy poca sustancia sin sal y sin agí, siendo de todos sus gustos el que más les satisface. Y aunque sepan morir en la demanda, no tienen de exceder un solo punto de aquel recogimiento y abstinencia. Y concluidos los dias del ayuno que llaman saga, luego dan al xeque aquello que han de dar al Santuario, y el xeque, no con menos abstinencia, ofrece la presea, consultando con el demonio lo que se pretende CANTO PRIMERO. 55 por parte del que dio la tal ofrenda ; al cual después el xeque le da cuenta de aquello que el diablo le responde, á poco más ó menos por palabras equívocas, y el indio con aquello se va contento, sin saber qué lleva ; y con cierto jabón que tienen ellos se lava luego bien el cuerpo todo; vístese nuevas mantas y galanas, convida los amigos y parientes, banqueteándolos algunos días , adonde se consume harta chicha , que es el brebaje que de grano hacen. Danzan y bailan, cantan j untamente cantares ó canciones , donde tienen sus medidas y ciertas consonancias que corresponden á los villancicos, compuestos á su modo, donde cuentan los sucesos presentes y pasados, ya de facecias, ya de cosas graves ," adonde vituperan ó engrandecen honor ó deshonor de quien se trata. En cosas graves van á compásete; usan de proporción en las alegres. El modo de cantar es algo frío, y del mismo jaez todos sus bailes; mas van en el compás tan regulados, que no discrepan un tan solo comma en todos sus visajes y meneos. $6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Y aun hasta cuando traen arrastrando algunos ponderosos materiales para sus edificios ó los nuestros, con bailes ó con cantos van tirando á una con la voz y pies y manos, medidos al vaivén y voz que guia, como cuando caloman marineros. Van muy empenachados y compuestos con grandes medias-lunas en la frente, cuyos cuernos responden á lo alto, que de buen oro tienen apariencia; y,en seguimiento suyo van mujeres con cantidad de mucuras de vino, que llevan donde quiera que se mueven, y son los adherentes principales de que ellos se pertrechan en sus tratos, y más en las belígeras contiendas, según entonces hizo Nemequene, á quien dejé haciendo sacrificios debajo del intento declarado. Y como por el xeque le fué dicho ser bien afortunado su viaje, efectuóse luego la partida de la tumultuosa compañía, haciendo grande estrago por las tierras de Turmeque, cacique poderoso, que del Tunjano rey era vasallo. CiOOglC CANTO PRIMERO. 57 El cual, como tuviese ya noticia de su diseño muchos dias antes, habia convocado de los suyos no menos multitud de combatientes que los que gobernaba su contrario; y á su contemplación también habia venido Sogamoso de su parte con más de doce mil hombres de guerra valientes, y estos dos señores juntos al Nemequen salieron al encuentro, y al fin se dieron vista donde agora llamamos el Arroyo de las Vueltas, de tal manera, que el pequeño rio hacia división de los dos campos que cubrían los llanos y laderas. Y antes de presentarse la batalla, entre los reyes hubo mensajeros, porque el de Bogotá con un criado de los más eminentes de su casa envió su recado y embajada, • y al de Tunja habló desta manera: «Tunja, varón prudente, yo me espanto que te confies tanto de tu brío y quieras con el mío competencia, sin que de mi potencia te receles. Tú que á los otros sueles dar preciso consejo , ten aviso no te pierdas , pues por vias más cuerdas que por guerras 58 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. gozarás de tus tierras y vasallos; y sin precipítanos en reyertas, adonde tengo cierta la victoria, siendo cosa notoria que mi mano todo lo halla llano donde quiera. Harto mejor te fuera y mejor fuera que me reconocieras vasallaje, el cual á mi linaje le es debido. Si me prestas oído y obediencia, serás de mi clemencia perdonado, querido y acatado de mis reinos, y en todos sus gobiernos tendrás voto; pero si vas remoto por tu parte, no puedes escaparte de mi ira. Pues tienes tiempo, mira tus contentos antes que rompimientos se comiencen „ y en ti se desvergüencen los que llevo. De piedad me muevo ciertamente, por no ver mortandad de tanta gente.» Oyó Tunja con los de su consulta, no sin alteración, aquel mensaje; mas con aquel reporte que debia á su reputación , al mensajero dijo que se volviese, que otro dia daría la respuesta con acuerdo. Y ansí lo hizo, pues por la mañana con un criado suyo satisfizo á su punto y honor con embajada, CANTO PRIMERO. 59 cuya substancia fué la que se sigue: «Gran Nemequen, de ti me maravillo en tener de caudillo de mi punto tan absurdo barrunto, pues que pides que sin ver destas lides el efecto me dé por tu subjecto y obediente, teniendo por patente de tu parte lo que no pueden darte presunciones, pues suelen opiniones ser falibles, y fuerzas invencibles las del cielo; porque en aqueste suelo bien conoces que da terribles coces la fortuna, y es potencia ninguna tan bien puesta que esté segura desta lisonjera que con rueda ligera se remueve. Dices que se te debe por antiguo linaje, y eso digo de los mios; y que los desafíos tienen veces ya para ser jueces; pues quien fuere mejor y defendiere su nobleza, dará de su grandeza muestra clara. A la prueba te para con tu gente, y si por ti se siente tanta muerte, haz como varón fuerte, que do estamos los dos solos hagamos el examen en singular certamen, y el vencido sea constituido tributario, teniendo por señor á su contrario.» 6o HIST. DEL N. R. DB GRANADA. Oyendo Nemequen el embajada, quedó corrido del atrevimiento, y confiado de su valentía, bien quisiera salir al desafío; mas todos los Uzaques le dijeron que por ninguna via lo hiciese, porque demás de ser exorbitancia un principe de prendas tan excelsas salir á combatir con un cacique que ya por su vasallo reputaba, tantos reinos y tantos señoríos y un campo tan florido de guerreros valientes y cursados en las armas, era temeridad la confianza de los aventurar al fin incierto de singular batalla, puesto caso que la ventaja ya se conocía en ánimo, vigor, destreza, y arte; pero negocio de tan grande peso no debían colgar de un solo hilo por infinitas vías quebradizo. En efecto, le suplicaron todos que luego se le diese la batalla de poder á poder, lo cual se hizo: y ansí los escuadrones ordenados por uno y otro reino, se dio principio á la sangrienta lid, y en el discurso, no tempestad de viento riguroso viene con tal vigor precipitando CANTO PRIMERO. 6l de las cubiertas plantas las coronas, cuanto la furia fué destos salvajes en los primeros acometimientos, pues vieras por aquel sangriento suelo penachos y diademas cuyos amos quedaban batallando con la muerte, unos de las volantes tiraderas por lados ó por pechos transpasados, otros las duras piedras con las hondas impresas en los cascos y molleras, otros quebrados brazos y ternillas con los terribles golpes de macana; rompe los vagos aires al estruendo, y grita de los unos y los otros. Andaba Nemequen en ricas andas aquí y allí los suyos animando, y en otras no de menos valor Tunja con gran solicitud lo mismo hace ; y á lo que pareció, según las muestras, ambos con gran deseo de encontrarse ; pero la confusión sanguinolenta impedimento fué por ambas partes. Mas otro muy mayor se les ofrece, al uno de dolor, y al otro grato, y fué venir silbando por el aire acutísimo dardo, cuya punta al Nemequen hirió profundamente por la tetilla del derecho lado ; 02 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. el cual, sin esperar manos ajenas, él mismo la sacó con ambas suyas, y fué tal el dolor, que dijo luego á los que resguardaban su persona : «Amigos, yo me siento mal herido, y tan cruel ha sido la herida, que no tengo de vida confianza. Haced en mi venganza como buenos, y no vengáis á menos por mi daño, porque, si no me engaño, por la muestra, presto tendréis por vuestra la victoria.» Quisiera decir más, y el dolor grave turbaba sus acentos á la lengua, de cuya causa todos los presentes en gran manera fueron ocupados de turbación , éxtasis excesivo ; mas todavía gran número de ellos procuraron sacarlo del conflicto, y este rumor acerbo fué corriendo por unos y por otros de tal suerte , que con los sobresaltos aflojaron del ímpetu primero, y ansí Tunja , como reconociese su desmayo, con una y otra carga dio tal priesa , que todos le volvieron las espaldas, y hasta Chocoritá los fué siguiendo , de donde se volvió victorioso, dejando los confines campos llenos CANTO PRIMERO. 03 de los que en el alcance perecieron, que fué gran cantidad; pero los vivos llevaban al Señor, sin que parasen un tan solo momento con las andas, los unos y los otros á remudo, las noches y los dias, hasta tanto que á Bogotá llegaron, do los xeques á su cargo tomaron esta cura; porque también son médicos , y tienen noticia de las hierbas virtuosas ; y al tiempo de la cura también usan de mil ridiculas ceremonias. Mas aquí sus insanas diligencias fueron de ningún fruto, porque dentro de tres ó cuatro dias ó del quinto, quedó privado del vital aliento, y todos sus vasallos en prolijo lloro, como lo tienen de costumbre, que son endechas y cantares tristes, adonde representan las hazañas y cosas que por él acontecieran. Y en la celebración de los entierros se suelen poner mantas coloradas ; y no menos con bija rubicunda se tiñen muchos hasta los cabellos, porque su luto dellos es aqueste; todo lo cual también se solemniza con cantidad de vino de su grano, haciendo suntuosas borracheras 64 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. durante las exequias del difunto, que el espacio del tiempo corresponde á la cualidad del cuando las hacen. Mas en el enterrar á los señores, ningunos otros van sino los xeques hasta la sepultura, la cual tienen secretamente hecha por sus manos desde la misma hora que el cacique entra por heredero del Estado, en lugar tan oculto y escondido, que no tan solamente criatura viviente no la ve ni sabe della, pero ni dueño para quien se hace. Unas hacen en bosques y espesuras, otras en sierras altas, y otras veces en partes do con agua, derivada de rios ó de lagos , las encubren, y aquestas son las más disimuladas; pero con todo esto la codicia de nuestros españoles las rastrea, y como tengan oro, raras veces pueden asegurarse de sus uñas. Y a*sí de lo que sacan de ios muertos suelen resucitar algunos vivos, mayormente si son las sepulturas de reyes y caciques principales, porque se halla do henchir las manos. CANTO PRIMERO. 65 Hacen estos sepulcros muy profundos, y en lo más bajo ponen á los reyes, en los que llaman duhos asentados, que muchos dellos suelen ser de oro, compuestos de galanos ornamentos, así de mantas como ricas joyas, con armas defensivas y ofensivas, hasta brazales, petos, morriones del mas alto metal, y de los hombros pendientes hartas veces de lo mismo la mochila del ayo y el poporo, con mucuras de vino y otras cosas que suelen ser común mantenimiento. E ya cubiertos de terrena capa, encima de aquel lecho ponderoso ponen á las mujeres desdichadas, de las que más quería tres ó cuatro, ó más ó menos, que sepultan vivas, cubriéndolas con otra lechigada, encima de la cual van los e^la> >

que mejor le servían, también vivos,

sobre los cuales cae la postrera

capa de tierra con que se concluye

el lúgubre sepulcro y odioso,

cuyas capas ningunas hay sin oro.

Y para que no Lsientan las mujeres

ni los esclavos míseros su muerte,

antes de ver la cueva monstruosa

les dan los xeques ciertos bebedizos

– XLIV – 5

66 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

del ebrio tabaco. y otras hojas

del árbol que llamamos borrachera

en su común bebida disfrazados,

con que de las acciones del sentido

nada les queda para ver su daño.

Otros ritos teman acerca desto

que por no los saber no los escribo;

mas uno hallé puesto por memoria

en los papeles del Adelantado

Don Gonzalo Jiménez de Quesada

en un cuaderno de su propia mano,

y es poner cruces sobre los sepulcros

de aquellos que murieron de heridas

de víboras y sierpes ponzoñosas;

acerca de lo cual ninguno dellos

aciertan á decir cuál fué la causa

de poner esta seña más que otra

nnra que se conozca que el difunto

murió de picadura de culebra,

pues pudieran poner una figura

de sierpe que más claro lo dijera.

Pero la dignidad incomparable

desta preciosa planta resplandece

aun entre los que ignoran su misterio ,

pues sin saber el fin van atinando .

á que su fruto fué la medicina

con que fuimos curados del bocado

que dio la boca del dragón antiguo

CANTO PRIMERO.

67

Hechas, pues, las infames ceremonias

■en este funeral del Nemequene,

los príncipes y xeques se juntaron

para constituir en el Estado

al sucesor, que no puede ser hijo,

sino sobrino, hijo del hermana,

y en defecto de no tener sobrino,

hermano del Señor es heredero,

siendo los de mas dias preferidos.

Y al que tiene de ser, desde muy niño

lo tienen en un templo recogido ,

en continuos ayunos ocupado,

con guardas vigilantes que lo miran;

y en esta reclusión de hartos años

no tiene de ver sol, ni comer cosa

que lleve sal ? ni conocer mujeres,

con otras abstinencias que le ponen ,

de las cuales si punto discrepase,

queda por incapaz del señorío.

Y no tan solamente lo reprueban,

mas es de todos ellos reputado

por hombre vil, infame, fementido,

sobre lo cual le toman juramento,

diciendo maldiciones que le vengan

si no manifestare claramente

cualquier exceso que haya cometido

contra las observancias de las cosas

perseguidor del humanal linaje.

68 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que le notificaron que guardase;

y si les consta ser libre de culpa,

con gran solemnidad es admitido,

haciéndole sentar en rica silla,

guarnecida de oro y esmeraldas

y preciosa corona de lo mismo,

al modo de bonete su hechura,

cubierta de sus mas preciadas telas;

y después de tomarle juramento

sobre que será rey de buen gobierno,

según lo fueron sus antecesores,

y amparará sus tierras y vasallos

de cualesquier agravios y molestias i

ellos, por consiguiente, hacen jura

de le ser obedientes y leales,

y en reconocimiento desde luego

le sirve cada cual con una joya.

Preséntanle gran copia de venados,

conejos y coríes y perdices,

palomas, tortolillas y otras aves

para proveimiento de las fiestas

y grandes regocijos que se hacen,

señalándole nuevos oficiales

anejos al gobierno de su casa,

y dándole mujer que corresponda

en generosidad y hermosura

á los merecimientos de su esposo;

y aunque después él toma cuantas quiere ,

á todas es aquesta preferida,

CANTO PRIMERO.

69

y la superior en el estado;

y si ésta muere, queda la segunda

en la tal eminencia colocada.

Debajo del cual orden se procede,

heredando su vez la más antigua;

y esto se guarda desde los señores

hasta los de mas ínfimos estados.

Mas es para notar una costumbre

que tienen cuando muere la señora

principal que la casa gobernaba,

y es que puede mandar á su marido

que no tenga carnal ayuntamiento

dentro del término que le señala;

pero la ley limita que no pueda

pasar la castidad del año quinto,

y menos lo que quiere la difunta;

y así, mediante ruegos y regalos,

buenas obras y buenos tratamientos

que el marido le pone por delante

haberle hecho desque se casaron,

alcanza della que le disminuya

todo lo más que puede del espacio

determinado para continencia.

Al fin, después de muerto Nemequene,

quedó por sucesor en el Estado

su sobrino, llamado Thisquesuzha,

el cual á la sazón era cacique

GoOglC

70 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

de Chia, donde dicen que procede

el rey de Bogotá, y ansí primero

que goce del primero señorío,

ha de ser el de Chia su principio.

Éste, según oyeron españoles ,

representaba bien en su persona,

alta disposición y gallardía

y gravedad de rostro bien compuesto,,

la dignidad y mando que tenía

sobre los otros reyes desta tierra,

cuyos Estados, aunque les viniesen

de juro y heredad, no los gozaban

sin que el de Bogotá los confirmase

y aprobase las nuevas elecciones ;

y así los príncipes que por herencia

entraron á regir algún Estado,

tomada posesión, según sus leyes,

venían con preciosos dones luego

por la confirmación del cacicazgo

al Bogotá, y al tiempo que volvían

autorizados con aquel resello,

salían al camino sus vasallos

con reconocimiento de presentes,

y á dar el parabién de las mercedes

que por el gran Cipa le fueron hechas.

Y desde entonces eran los caciques

obedecidos en tan gran manera,

que ninguna nación de las del mundo*

tuvo tal obediencia ni respeto

CANTO PRIMERO. *Jl

á señor que sobre ella tuvo mando.

Lo cual en este tiempo no se hace,

porque después que vino nuestra gente,

son mal obedecidos los caciques,

y en cosas que no pueden excusarse,

y ellos tenidos á su cumplimiento.

Los subditos, por ser mal inclinados,

gente de su cosecha haragana,

hacen poco caudal de lo que mandan

y conviene hacer, de do%resulta

á los caciques cárcel y prisiones,

por no dar á su tiempo los tributos ,

á causa de les ser inobedientes

los que tienen debajo de su mano.

Contra lo cual parece que seria

eficaz remedio si, vacando

algún estado destos , y los indios,

según y como tienen de costumbre,

admitiesen en él al heredero,

lo confirmase la real Audiencia

con alguna loable ceremonia

donde públicamente conociesen

tener aquel señor el cacicazgo

ya con autoridad del Rey de España,

que seria negocio de momento,

para que le tuviesen más respeto ,

según antes solian, pues entonces

sentían en grandísima manera

el morir un señor sin heredero,

73 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

derecho sucesor del* cacicazgo;

y así, cuando lo tal acontescia,

Bogotá lo ponía de su mano,

sin que hiciesen ellos diligencia

en elegir señor que los rigiese.

Mas él una hacia, y es aquesta:

buscaba dos de buenas apariencias,

hombres de buena casta conoscidos

y de aquella provincia naturales.

Estos mandaba desnudar, quedando

todas sus partes muy al descubierto

en plaza pública, y en medio dellos

una graciosa ninfa sin más ropa

de la que le vistió naturaleza;

y estando casi juntos y fronteros

del vaso codicioso de la dueña ,

á cualquier dellos cuya viril planta

alteración mostró libidinosa,

desechábalo luego como hombre

de quien se conosció poca vergüenza

y de ningún sosten para gobierno;

y si los dos mostraron accidentes,

entrambos iban fuera de la suerte,

y otros se disponían á la prueba,

hasta topar con uno que tuviese

quietos y enfrenados genitales.

Este quedaba con el señorío

y sucesor perpetuo del estado,

y era del Bogotá favorescido,

CANTO PRIMERO.

73

porque le parescia que la cosa4

que desconcierta más al que gobierna

eran inclinaciones sensuales,

y que para defensa de las tierras

convenia ser hombres continentes,

porque las añagazas de mujeres

los hacen descuidados y remisos,

y algunas veces ser acobardados.

Destos nunca dio muestras Thisquesuzha,

antes como se viese colocado

en el potente reino de su tío,

propuso la venganza de su muerte,

y para los efectos deseados,

por él y por los hombres principales

en la de Nemequen desbaratados

se hizo llamamiento, y esta junta

fué de sesenta mil hombres guerreros,

con los preparamentos nescesarios;

y estando de camino contra Tunja

con determinación de dar remate

á sus continuadas competencias,

opúsose delante sus diseños,

no la potencia grande del contrario ,

que en número de gentes igualaba ,

sino ciento y sesenta peregrinos

flacos, debilitados y remotos

de socorros y de favor humano ;

pero con el de Dios, á cuya fuerza

74 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

el más alto poder se hace llano,

corrieron esta tierra, y en entrando,

se dio fin á las guerras intestinas

y comenzaron otras, de las cuales

yo quiero dar noticia, comenzando

desde el punto que nuestros españoles

mejoraron los pies en tierra rasa,

que fué cuando salieron al paraje

del cacique que se llamaba Sacre,

en cuyos términos está fundada

hoy la ciudad de Velez, pues las cosas

que sucedieron en aquel viaje

hasta llegar allí, quedan escritas

en la segunda parte de mis cantos,

adonde remitimos los lectores

que no se desdeñaren de ver héchc s

desnudos de vanilocas ficciones.

CANTO SEGUNDO.

Donde se trata cómo el licenciado Gonzalo Jiménez de Que-

sada , después que salió de las montañas al paraje de la

tierra donde agora está poblada la ciudad de Velez, pro-

cedió adelante, descubriendo grandes poblaciones, hasta

llegar á Bogotá, y las cosas que en el camino sucedieron.

Después que el animoso licenciado

Don Gonzalo Jiménez de Quesada

salió de la clausura de los montes,

y gozaron sus pies de tierra rasa

con aquellos heroicos compañeros

que de los infortunios escaparan ,

hizo nómina dellos, y hallaron

ciento y sesenta y seis tan solamente,

y aun destos uno, dicho Johan Duarte ,

de su juicio muy enajenado,

frenético furioso, porque quiso

satisfacer á la rabiosa hambre

con rabioso manjar, feo y obsceno,

76 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que fué la carne de terrestre sapo,

y desde el mismo punto quedó loco,

sin que cobrase más su buen juicio,

que harto poco tuvo cuando Jiizo

en tan horrenda sabandija salva.

Pero de todos los demás restantes,

de cada uno particularmente

pudiéramos tejer con certidumbre

historia substancial, y tal que fuera

de virtud y valor ejemplo vivo.

Destos, los capitanes señalados

que salieron con cargos de la costa

fue Gonzalo Suarez Rendon uno,

y Juan de Céspedes, varón insigne,

y Juan de San Martin y Antón de Olalla,

Balthasar Maldonado y un Lebrija,

del singular Antonio descendiente;

un Juan Albarracin , Lázaro Fon te,

Gómez Corral y Gonzalo Garcia, .

que tenia por sobrenombre Zorro;

y el que fue capitán de macheteros,

Jerónimo de Insa, de los cuales

he hecho yo mención en otras partes

y tengo de hacer más adelante

cuando la narración abriere puerta;

con otros cuyos méritos igualan

á los más encumbrados, como fueron

un Gómez de Cifuentes y Domingo

CANTO SEGUNDO.

77

de,Aguirre, Pero Nuñez de Cabrera,

un Francisco Salguero y un Macias,

primer conquistador de Santa Marta;

Paredes Calderón, Cristóbal Roa,

y el noble Pero Bravo de Ribera,

y Diego Montañés y Miguel. Sánchez,

y Pedro de Madrid, Juan Valenciano,

un Antonio de Castro , lusitano,

y Juan Rodríguez Gil, Juan de Quincoces,

Miguel Gamboa, Juan Rodríguez Parra,

y el capitán Bartolomé Camacho,

cuyos dias al punto que esto escribo

Lachesis remató , pero con muerte

preciosa, y á su vida respondiente :

Pero Ruiz Corredor, que bien podia ‘

con cualquiera valor correr parejas,

y uno de treinta de quien confiaba

el docto Licenciado su persona,

y cuyos pareceres en consultas

siempre dieron buen son á sus oidos :

Pero Ruiz Herrezuelo, tres hermanos

Santanas, Antón, Diego y el Fernando ;

un Francisco Rodríguez, un Juan López,

Alonso de Aguilar, Pero Rodríguez

de Carrion, Mantilla de los Rios,

Juan de Torres, el padre de Don Diego,

mestizo sin justicia perseguido ,

un Francisco de Silva , Pero López

de Monteagudo, Juan de Salamanca,

78 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Juan de Chinchilla y otros que se dejan

para más adaptada coyuntura,

porque fueron agora mis intentos

en señalar aquestos por sus nombres,

saber que todos tienen herederos

en este pueblo donde yo resido,

y desear que quien gozó del fruto

de sus heroicos hechos y trabajos,

herede la lealtad y la firmeza

que tuvieron en el real servicio

todos cuantos entraron en la tierra

con este fidelísimo letrado.

Elcual después que ya los tuvo juntos

en el asiento del cacique Sacre,

cerca de cuyos términos yo escribo

aquesta discusión laboriosa,

con aquella facundia y energía

que solía tener en sus razones,

les hizo semejante parlamento :

« Fuertes atletas y varones claros,

aquella gran bondad de Dios ordena

que del mal que solia fatigaros

veamos quebrantada la cadena ;

y así , conmilitones, quiero daros

el parabién de vuestra dicha buena,

pues aquestas regiones y templanzas

han hecho ciertas nuestras esperanzas.

»Bien veis la multitud de naturales,

CANTO SEGUNDO.

79

graciosas y apacibles apariencias,

claras y evidentísimas señales

de ser tierra de nobles influencias,

preñada y abundante de metales,

con otras principales eminencias

que cuanto más con atención las veo,

tanto más satisfacen mi deseo.

»Ya todo lo que veis es rasa sierra,

escombrada de montes y montañas;

muestra de oro veis sobre la tierra

arreo destas bárbaras campañas,

y mucho más será lo que se encierra

en la capacidad de sus entrañas,

así de los veneros encubiertos

como de los sepulcros de los muertos.

»Y pues dejamos ya via molesta,

continuada con mortal zozobra ,

y en el enmiendo della tenéis esta

por quien después de Dios salud se cobra,

querría con la gente que nos resta

poner luego las manos en la obra,

y proceder por términos discretos

descubriendo ciudades y secretos.

»Tengo de vuestro pecho conocido

estar en estas mismas voluntades,

como quien muchas veces ha vencido

grandes abismos de dificultades,

indignas de la cárcel del olvido, 1

pero dignas , según sus cualidades,

8o

HIST. DEL N. R. DE GRANADA,

de ser cantadas con heroica trompa

que longitud de tiempo no corrompa.

»No sin los epinicios y renombres

con que suelen honrar al invencible,

publicando que fuistes más que hombres,

pues que hicistes más que lo posible,

y pusistes en guarda vuestros nombres

de la perpetuidad inextinguible,

cada cual arriscando su persona

en servicio de la real corona.

»Pero tanto trabajo, tanto luto,

tanta diminución de nuestro bando,

tanto dolor de vello diminuto,

tantas calamidades conquistando,

entended que será de poco fruto

sin este que la tierra va mostrando;

pero con él gozando sus provechos,

dais perfección á vuestros grandes hechos.

»Ea, pues, invencibles compañeros,

sigamos la ventura que nos llama

á que todos seamos herederos

de próspero caudal y eterna fama;

la cual, si es alentada con dineros,

por una y otra parte se derrama;

pero sin ellos, no sólo cubierta,

pero cualquier hazaña queda muerta.

»No receléis belígera contienda

cuando de gente vierdes gran tumulto,

porque favor de Dios lleváis por prenda >.

CANTO SEGUNDO.

Bl

pues nos mostró terreno tan oculto

á que su santa ley aquí se extienda

y se destierre pernicioso culto,

á sus oscuridades dando lumbre

con orden de católica costumbre.

»Y no digo tan pocos, pero menos,

podemos extirpar estos abusos,

porque bien entendéis los que estáis llanos

de las partes que piden estos usos,

que valen mucho más pocos y buenos

que multitud de torpes y confusos,

y que pocas y bien compuestas lanzas

vencieron á grandísimas pujanzas.

»El poderoso Xerjes tuvo mano,

según dicen autores, tan potente,

que no se lee que poder humano

tuviese de guerreros tanta gente,

y fué vencido por el espartano

con cuatro mil soldados solamente;

donde tuvo más fuerza la destreza

que la numerosísima grandeza.

» Del cual número fué poco distinto,

antes en armas fuerza más notoria,

aquella del turquesco labirinto

que quiso confundir cristiana gloria,

cuando el Emperador Don Carlos Quinto

salió con ilustrísima victoria,

y con su multitud el Otomano

huyendcñfué del príncipe cristiano.

– XLIV – 6

82 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

» No sin gran perdición y fin amargo

de muchos de la escítica ralea

y quiebra del honor y poder largo

del que el Oriente todo señorea;

mas peleaba Dios, que tiene cargo

de pelear por quien por Él pelea,

y del favor de aquel invicto Marte

también acá nos ha de caber parte.

» Pues aquel nombre solo del Atlante,

invictísimo Rey de las Españas,

cuyos vasallos somos , es bastante

para domar las gentes más extrañas.

También quiero poneros por delante

vuestras propias proezas y hazañas.

que si consideráis las hechas antes,

juzgareis por menores las restantes.

»Con esta confianza presupuesta,

que no puede faltar ni salir vana,

quiero que para ver qué gente es esta

nos dispongamos luego de mañana ,

no con mano sangrienta ni molesta,

ni como los que suelen ir por lana,

antes, como veáis guerrera muestra,

el anticipación será la nuestra.

»Buen orden siempre fué cosa segura,

y á lo que puede ser estar atentos;

mas porque no paresce gente dura,

y piensan que debemos ser portentos,

será bien atraelios por blandura, . •

CANTO SEGUNDO. 83

sin usarse de términos sangrientos,

hasta que, granjeadas amistades,

los rindamos á nuestras voluntades.

»Pues no seria conveniente traza

de cazadores, sino torpe yerro,

si para descuidar aquella caza

que ven pascer en el herboso cerro,

en vez de se tocar el añagaza

de ciervo, se pusieran la de perro,

y en las imitaciones de los sones,

diesen fuertes bramidos de leones.

»Los cuales, como son de voz ajena,

remontan á los pies por el oido,

quedando quien pensó cazar sin cena,

y con pena de ser mal advertido;

y así podría ser en casa llena

que halláramos sin pájaros el nido,

porque viendo que vamos á contiendas,

han de poner en cobro sus haciendas.

»De manera que por muchos respetos

entre tanto que nadie se desmanda,

conviene tener términos quietos

con estas gentes y la mano blanda,

porque pensar hacer luego sujetos

tan numerosa y extendida banda,

seria confianza de hombre loco,

y lo mejor es irnos poco á poco.

»En conclusión, mi principal intento,

es que ¿liando de paz nos acudieren-,

84 HIST. DEL N. R. OB GRANADA.

tengamos recatado miramiento,

no tomándoles más de lo que dieren;

mas con los que quisieren rompimiento,

y con indignación acometieren,

porque les pongan freno los temores,

conozcan que los pocos son mejores.»

Dijo, y aquella noble compañía,

cuyo valor con justa razón puede

á lo más esencial ser comparado,

y en el obedescer á su caudillo

á los más obedientes antepuesto,

dijeron que la traza y el concierto

dada por su merced se guardaría

según y como siempre lo hicieron

hasta llegar allí, que fué mediante

su discreción y pecho no rendido

jamás á los durísimos contrastes

continuados en aquel viaje.

Y porque se venían acercando

los quietos silencios de la noche,

el orden de la vela concertado,

se fué cada cual d ellos á su rancho

á preparar sus armas, esperando

la nueva luz del dia venidero.

Y cuando ya los míseros mortales ,

gozando della, manos ocupaban

en sus acostumbrados ejercicios,

los ñacos peregrinos á las suyas

CANTO SEGUNDO.

entregaron las armas que tenian,

no cierto de los cóncavos cañones

que escupen con calor el pardo plomo

con horrísono vuelo y estampido

(que fueran parte para que esta gente

fuera tocada de mayor espanto

que dio la novedad de Salmoneo

cuando con mentirosos truenos quiso

ser tenido por Dios y venerado),

pero con solas lanzas en las manos

y espadas botas y rubiginosas

proceden adelante, descubriendo

infinidad de gentes asombradas

de ver extraños hombres en su tierra,

y más cuando los vían ir encima

de los caballos, y correr con ellos ,

porque tenían por indubitable

ser como los rubígenas biformes,

en un mismo sujeto dos figuras.

Y ansí se fué tendiendo por la tierra

esta monstruosidad imaginada,

hasta decir los unos á los otros

que por los altos aires daban vuelo,

según aquel alígero Pegaso ;

y si por caso repentinamente

algún indio los via, por no verlos,

se dejaba caer desalentado ,

apretando la cara con la tierra ;

otros, enflaquecidos y pasmados ,

86 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y poco menos que si les mostrara

Perseo la cabeza de Medusa ,

quedaban yertos sin ningún sentido.

Desta manera fueron caminando

hasta llegar al rio que se dice

en lengua de los indios Sarabita ,

y en idioma nuestro, de aquí sale;

y desde entonces, rio de Suarez ,

á causa de un rocín que le llevaba

al capitán Suarez la corriente,

que mediante su buena diligencia

y ayuda de soldados de su rancho,

del peligroso trance salió vivo.

Es rio furioso, donde muchos,

después que se fundó por españoles

cerca de allí ciudad llamada Velez,

en el forzoso paso perescian,

así de nuestros como naturales,

hasta tanto que el buen Doctor Venero

y el próvido Juan López de Cepeda,

hoy en los Charcas digno Presidente,

mandaron hacer puente de madera

cuyos remates son de calicanto,

fábrica necesaria’y edificio

por el cual se reservan de la muerte

infinidad de gente pasajera.

Pudieran, pues , allí los moradores

defender el pasaje fácilmente

CANTO SEGUNDO.

87

á los descubridores malparados ,

pero faltóles ánimo y aliento ;

y ansí las aguas solas dilataron

aquel pasaje por algunas horas,

después del cual entraron en un pueblo

que llamaban Ubaza, mas el nombre

heredó la quebrada comarcana,

porque de lo demás no queda cosa;

y entonces los vecinos que tenía

habían ya huido de sus casas

con temor de las gentes extranjeras,

porque también la fama publicaba

que devoraban gentes , y que carnes

humanas eran su mejor comida.

Mas con otra que fué más á su gusto

hubo solemnidad en el asiento,

á causa de hallar ocho venados

muertos y desollados, y á tal tiempo

que les fué preciosísimo regalo,

y mas en conocerse el aramente

que no faltaba caza por la tierra.

Y en efecto, lo es muy abundante

de venados, coríes y conejos,

palomas, tórtolas y perdicillas

que tienen parecer de codornices,

y otras aves de muchas diferencias,

mayormente do son tierras templadas.

Allí hicieron noche , y otro dia

88

entraron por las grandes poblaciones

de Sorocotá, ya todas desiertas,

con el mismo temor de sus vecinos,

aunque las casas todas proveídas

de su maíz, fríjoles y de turmas,

redondillas raices que se siembran

y producen un tallo con sus ramas,

y hojas y unas flores, aunque raras,

de purpúreo color amortiguado;

y á las raices desta dicha hierba,

que será de tres palmos el altura,

están asidas ellas so la tierra,

del tamaño de un huevo más y menos,

unas redondas y otras perlongadas:

son blancas y moradas y amarillas,

harinosas raices de buen gusto,

regalo de los indios bien acepto,

y aun de los españoles golosina.

Allí por se hallar mantenimiento

y mucho grano para los caballos,

se detuvieron tres ó cuatro dias ,

que no fué sin disgusto, porque muchos,

queriendo proceder más adelante,

de los pies se hallaron tan tullidos ,

que casi no podían menearse,

con una comezón intolerable,

sin entender la causa deste daño;

hasta que ciertas bárbaras, por señas,

por no haber lengua que las entendiese,

HIST. DEL N. R. DB GRANADA.

CANTO SEGUNDO.

89

se convidaron á les dar remedio,

sacando con las puntas de los topos,

ó gruesos alfileres (con que traen

asida la cubierta que se ponen,

de tal suerte, que de sus miembros todos

los brazos solos quedan descubiertos),

unas abominables sabandijas

á quien llamamos niguas comunmente,

minutísimas pulgas que se meten

entre el cuero y la carne soterradas,

adonde con el cebo van creciendo,

y llegan, si por caso se descuidan,

á ser de la grandeza de garbanzo;

aquella corpulencia toda llena

de hijos semejantes á la madre,

que se van por las plantas extendiendo

y su generación multiplicando.

Y ansí vimos algunos, á lo menos

indios y negros sucios, descuidados,

dejailas encarnar de tai manera,

que vienen á perder algunos dedos

de los pies, por tardar en remediarlos.

Mas nuestros españoles luego fueron

á su común andar restituidos,

y después que supieron el misterio,

entraban en las casas despobladas

con el recato que les convenia.

En efecto, buscaron los vecinos

90 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

por diferentes partes derramados,

y prenderían como cuatrocientos

varones y mujeres y muchachos;

á los cuales por señas de halagos

dieron seguridad, manifestando

que no venían á hacerles daño ,

sino para tenerlos por amigos;

y ansí dejaron muchos en sus casas

y algunos se llevaron para carga,

cosa que hacen ellos comunmente

desde que tienen fuerza para esto ;

aunque pocos hay hoy que no se huelguen

de valerse también de pies ajenos,

y tienen por acepta granjeria

tener yeguas y potros con que ganan

á llevar cargas copia de dineros.

Dejando, pues, aquellas poblaciones

de Sorocotá, luego descendieron

al pueblo comarcano dicho Turca,

al cual ellos llamaron Pueblo fondo,

por ser de todas partes rodeado

de lomas altas y él en lo profundo,

donde tomaron ansimismo gente,

y gran copia de telas de sus lienzos

ó mantas , y algún oro y esmeraldas,

principio que les puso más espuelas

para calar secretos de la tierra.

Y ansí, dia siguiente se partieron

á Guachetá, que fué pueblo potente,

CANTO SEGUNDO.

y le pusieron ellos San Gregorio,

por ser en aquel dia su llegada.

Cuya gente se vía retraída

en unos altos riscos y peñoles

á vista de los nuestros y sus casas,

en las cuales entraron sin que fuesen

de guerrero furor acometidos,

porque el temor de ver gentes extrañas

y representación de los centauros,

imaginando ser un cuerpo solo

el caballero y el que lo llevaba,

los tenia suspensos de tal suerte,

que cada cual estaba más dispuesto

á se valer de pies que de las manos;

mas viéndolos enírar quietamente,

y sin usar de aquellas destemplanzas

anejas á guerreras violencias ,

parecíales ser no tan crueles

cuanto la veloz fama publicaba.

Y ansí, para saber de cierta ciencia

cual era su comida mas acepta

(por la sospecha que tenían dellos

acerca de comer humanas carnes),

enviaron un indio y una india ,

ambos maniatados, y un venado.

Los nuestros (el misterio conocido),

la carne del venado repartieron,

y á la india y al indio libertaron,

diciéndoles por señas que volviesen

92 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

á decir que ellos no comían hombres,

ni venían á darles sinsabores,

antes á defenderlos y ampararlos

de cualquier enemigo que tuviesen ;

y ansí podian muy seguramente

venir á sus albergues sin recelo.

Los bárbaros, que estaban á la mira,

este mudo mensaje recibido,

vinieron á la paz, que fué primicia

de la que voluntaria dieron indios

en este nuevo reino de Granada.

Otro dia después, por un descuido

encendióse la casa de un vecino;

y antes que se tendiese más la llama ,

dispuesta para más crecido daño,

acudieron los nuestros al remedio,

que dieron con su buena diligencia;

por cuyo beneficio los vecinos

representaban agradecimiento,

y, en su opinión, quedó la gente nuestra

en industria y bondad acreditada.

Dejados, pues, los destas vecindades

en-sirs casas seguros y quietos,

fueron á la ciudad de Lenguazaque,

cuyos vecinos, de la misma suerte,

estaban entre peñas retraídos;

pero como tuviesen ya noticia

ser gente comedida y amigable,

CANTO SEGUNDO.

93

saliéronles de paz, y presentaron

cantidad de venados y conejos,

con otros alimentos nescesarios,

y muchas telas varias en colores,

que para su reparo fueron buenas.

De todo lo cual era recompensa

mostrar por términos inteligibles

que los suyos les eran agradables,

y siempre ios ternian por amigos.

Y ansí fue procediendo nuestro campo

hasta Cucunubá , y á los asientos

del poderoso pueblo de Suesca,

donde fueron servidos y hospedados,

y acudían de partes diferentes

á verlos y traerles de las cosas

de que más abundaban en sus casas.

Entre los cuales, uno que venia

con dos telas, primero que llegase

al lugar donde estaban rancheados,

topó, que no debiera, con Juan Gordo,

en cualidad humilde, pero fuerte ,

y de mucho valor en los trabajos;

el cual atrás volvía, con intento

de aprovechar la carne de un caballo

que no lejos de allí quedaba muerto;

y el indio que venia con las telas,

como viese venir aquel cristiano,

púsolas en el medio del camino,

y desvióse del breve distancia,

94 HIST. D8L N. R. DE GRANADA.

cuasi por via de comedimiento,

hasta tanto que el español pasase.

El Juan Gordo pensó que le hacia

servicio de las telas que le puso

delante de los pies, y recogiólas

el miserable (como no sabía

ser ciertos mensajeros de su muerte),

y fuese luego donde le llevaba

aquella descompuesta golosina.

Mas entre tanto vino con querella

el indezuelo vil al Licenciado,

diciendo que un soldado de los suyos

le tomó ciertas mantas que traía;

y oída la querella , mandó luego

al alguacil llamado Villalobos,

que le trajese presa la persona

que fuese señalada por el indio.

Al fin lo trajo preso, y aunque el pobre

dio su disculpa sin ficción alguna,

y no faltaron buenas tercerías,

de ningún fruto fué la diligencia;

pues no sin gran pesar del campo todo

á muerte natural fué condenado,

y ejecutada luego la sentencia.

Debióle parescer que con venia,

para que los demás tuviesen freno;

y tal persona fuera que parara

en otra punición de más templanza;

y á él no le valió llamarse Gordo,

CANTO SEGUNDO.

95

antes, según el uso de las gentes ,

quebró la soga por lo más delgado.

Con esto se partieron en demanda

de Nemocon, que goza de las fuentes

saladas, importante granjeria

páralos naturales deste pueblo

y el de Cipaquira, no lejos deste,

por acudir allí de todas partes

ácomprarles la sal que hacen del agua,

en blancura y sabor aventajada

á cuantas en las Indias he yo visto.

La cual cuecen en vasos que de barro

aposta tienen hecho para esto,

que llaman ellos gachas, y no sirven

más de una sola vez, porque se’quedan

pegadas á la sal, que (ya formado

el pan que pesa dos ó tres arrobas,

ó más ó menos peso, según suele

ser la capacidad de la vasija),

no puede despegarse sin quebrarla.

Ya por aquella parte descubrían

grandes y espaciosísimas llanadas,

y en ellas grandiosas poblaciones;

soberbios y vistosos edificios,

mayormente las cercas de señores

con tanta majestad autorizadas,

que parecían , viéndolas de lejos ,

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96 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

todas inexpugnables fortalezas,

y por este respeto nuestra gente

Valle de los Alcázares le puso.

Veian en muchas partes ansimesmo

mástiles gruesos, altos y derechos,

y encima de lo más alto del mástil

gavias que semejaban desde fuera

á las otras que traen los navios,

que tales parescian á los nuestros

cuando lejana vista los miraba.

Y estaban estos árboles y ellas

ungidas del biturnen colorado

que el índico vecino llama bija.

Habia muchos destos, y el efecto

declararé después en otro canto,

pues de presente, por estar ya cerca

del rey de Bogotá, quiero con nuevo

principio celebrar lo sucedido

á nuestros españoles en su valle.

CANTO TERCERO

En el cual se trata cómo saliendo los españoles de Gpaquirá,

les acometieron como quinientos ó seiscientos indios con gran

furia, y lo que más sucedió hasta llegar al cercado y apo-

sentos del Bogotá.

Aquel primer espanto que recibe

de ver cosas extrañas quien no tuvo

costumbre de las ver, si continúa

la vista dellas, valo desechando;

y ansí los indios como conosciesen

caballo y caballero ser dos cuerpos

distintos cada vez que se apeaban,

perdieron los temores, y decían

ser otra diferencia de venados,

y los que los mandaban hombres puros,

mortales y sujetos á miserias,

por ver alguno dellos macilentos,

y el fin acelerado de Juan Gordo,

que borró la sospecha que tenían

antes juzgándolos por inmortales.

De cuya causa principales indios

de su valor y fuerza confiados,

– XLIV – 7

98 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

fueron de parecer ver para cuánto

eran aquellos pocos peregrinos

que ya llevaban largo carruaje

y número crecido de sirvientes,

lo cual se presumió ser por mandado

de Bogotá , Señora quien servían.

Salieron, pues, de bárbaros lucidos

poco más de quinientos bien armados,

trayendo por delante ciertos muertos

enjutos y muy secos, empinados,

que debían de ser cuando vivían

hombres bien fortunados en batallas,

para poder vencer en virtud dellos,-

y viéndolos allí, tomar esfuerzo

imitando sus grandes valentías,

según lo que nos cuentan las historias

de nuestro valeroso Cid Ruy Diaz

que, muerto, lo llevaban á la guerra,

y por méritos deste caballero

les concedía Dios grandes victorias.

Y estos debían de pensar lo mismo,

pues que con los cadáveres infames

acometieron á la retaguardia

donde iban Juan de Céspedes y el Zorro,

Baltasar Maldonado y un Pin illa,

y otros buenos jinetes y peones

que, vista la belígera caterva

y el ímpetu primero que los puso

en gran necesidad de su defensa,

CANTO TERCERO.

99

salieron con aquel brio que suelen

lebreles incitados á la presa,

ó de propio furor estimulados;

y como fuesen llanos, apacibles

é ya bien reformados los caballos,

rompen el escuadrón tumultuoso,

haciendo cada cual ancho camino

no menos con las lanzas presurosas

que con los duros pies de los rocines,

de tal manera que con su destreza

fué presto descompuesta la phalanga,

dejando señalada la carrera

con huella de caidos y de muertos,

por donde cada cual iba hiriendo

como fuego terrible que por ancho

campo lleva sus alas extendidas,

y do halla materia de más cebo

deja más sus efectos señalados.

Quedaron, pues, los muertos que traían

á vuelta de los muertos nuevamente,

y fuéronse los vivos retrayendo

hasta meterse dentro de un cercado

grande que se llamaba Buzongote,

yéndoles en alcance los caballos

que rodearon esta fortaleza;

pero por ver en un cercano cerro

infinidad de gente congregada,

tuvieron por seguro dar la vuelta

IOO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

al campo, que marchaba con aviso,

y por el poco que tuvieron ellos

en divertirse tanto tras los indios,

después de se alojar el campo todo,

mandólos echar presos Don Gonzalo;

mas como fuesen hombres principales,

de quien él confiaba graves cosas,

y entrasen de por medio nobles hombres,

diciendo que cumplió dar el alcance,

llamólos ante sí, ya reportado,

reprehendiéndolos desta manera :

« Esta puede pasar, amigos mios ,

por quien sois y por quien os apadrina;

mas entended que tales desvarios

no caben en guerrera disciplina.

Son (como veis) crecidos los gentíos,

pocos los de la gente peregrina,

y en terrenos de bárbaros tan llenos,

apartados, podríamos ser menos.

«Fácilmente quebramos una vara,

ya por el medio, ya por ambas puntas,

pero sin división , es cosa clara

que no pueden quebrarse muchas juntas;

efectos que se hacen manifiestos

en hombres bien unidos y compuestos.

»Acontescen en militar usanza

por no los tantear, sucesos varios;

daña demasiada confianza

CANTO TERCERO.

IOI

y el no hacer caudal de los contrarios :

guerra susténtase con ordenanza ,

con recatos y avisos necesarios,

y quien discrepa dellos, aunque acierte,

suele pagar no menos que con muerte.

»Aquel valerosísimo tebano,

Epaminondas, es cosa notoria

matar á su hijo con su propia mano

al tiempo que volvió con la victoria,

por ir sin orden y volver temprano

con juvenil ardor y vanagloria;

y esto hizo también Manlio Torcuato,

y á otros en quien guardar amos buen rato.

»Mas agora no quiero más que enmienda

para lo que adelante sucediere ,

y que ningún caudillo me pretenda

salir fuera del orden que yo diere ;

de lo contrario, quiero que se entienda

castigo con rigor, sea quien fuere,

porque por salir uno de medida

acontesce perder muchos la vida.

»Yo sé que sois varones singulares,

y tenéis de destreza lo más fino;

mas en estos negocios militares,

aunque no tan cursado peregrino,

también tengo mis puntas y collares,

como cada hijuelo de vecino ;

y he por bien, con la gente más adulta,

de nunca hacer cosa sin consulta.

I02 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

»Bien veo que la cólera movida

muy pocas veces á razón aguarda,

y cuanto más caliente y encendida,

en las ejecuciones menos tarda ;

mas bastaba ponellos en huida,

sin se desamparar la retaguarda;

pero ya que se hizo, mi querella

cesa con no ver más la causa della.»

Oidas las razones luculentas,

quedaron convencidos y contentos,

y aquella noche con los capitanes

el mismo Licenciado hizo vela.

É ya cuando venia descubriendo

su rubicundo rostro la mañana ,

á punto caballeros y peones

fueron para ganar aquel cercado

donde se retrajeron ios Uzaques

que hicieron el acometimiento,

• que todos ellos eran caballeros

de quien el Rey fiaba su persona.

El cual á la sazón estaba dentro,

y viendo que volvieron de vencida,

al momento desamparó la cerca,

en espacioso llano situada ,

bien gruesa y espaciosa, mas de cañas

por orden singular entretejidas,

tan juntas y tupidas que de solo

fuego podia ser damnificada.

CANTO TERCERO

Seria de tres tapias el altura,

á trechos gruesos mástiles en ella;

un toldo por lo alto que tenia

en ancho cinco varas y de luengo

todo lo que el cercado rodeaba ,

que serian dos mil varas de tela,

tan gruesa y tan tupida, que del agua

y de rayos del sol era defensa.

Dentro se contenian grandes cosas,

vistosas y d e buena compostura ,

guarnidas las paredes de carrizos

muy limpios , unos de otros enlazados

con hilos difererfes en colores.

Estaban todas .estas casas llenas

de varias municiones y pertrechos;

macanas, dardos, hondas, tiraderas,

maiz , fríjoles , turmas y cecinas ,

y otros preparamentos para guerra;

porque, según dijimos, ya tenia

gentes apercibidas contra Tunja

en este mismo tiempo que los nuestros

pusieron las banderas en su tierra.

Los cuales , sin haber impedimento,

se hicieron señores de la cerca

y de lo contenido dentro della,

adonde se alojaron á su gusto,

por tener apacibles aposentos

y á discreción de todos la comida..

Pero todo les era desabrido,

104 HlsT- DEL- N- DE GRANADA.

por no hallarse muestra de riqueza,

según la gran noticia que traían

cerca de ser la deste rey crecida;

y el alimento que compraran antes

por cualquier cosa que se les pidiera,

sin reservar la sangre de sus venas;

y un puño de maiz tostado fuera

suma felicidad al más gallardo,

agora, con tenello tan arrodo,

estaban algo melancolizados,

por ir más altos ya sus pensamientos;

condición de los hijos deste siglo,

en quien, si vemos una hambre muerta,

otra y otra les queda siempre viva.

Las andas se hallaron solamente

en que este rey andaba, pero sólo,

sin guarniciones de oro, la madera-,

lejos de su deseo, pero como

conoscieron ser esta casa de armas

y las reales casas do vivía

en campo mas ameno situadas,

tenían esperanza de entregarse

en ellas del tesoro caudaloso,

que tal era , según se publicaba.

Mas él, como sagaz , adivinando

la hambre que traían , dióse priesa

á lo poner en cobro, de tal suerte,

que nunca hasta hoy hombre viviente

pudo tener noticia del sepulcro

CANTO TERCERO.

adonde lo dejaba sepultado ;

y aun no me espantaría quedar muertos

los esclavos en quien fueron las cargas.

Allí, pues, estuvieron ocho dias,

y celebraron la florida Pascua

con paz de muchos indios comarcanos

que venían á ver la gente nueva

con abundancia de mantenimientos,

joyas de oro, piedras, esmeraldas,

y mucha cantidad de finas telas

á todas las demás aventajadas.

Pasada ya la fiesta gloriosa,

proceden descubriendo los potentes

pueblos en que la vista se cebaba,

con tanta muchedumbre de tugurios

que parecían ser innumerables,

y aquella señaladaxompostura

de los grandes cercados que tenían

los que por el Señor los*gobernaban,

que para ser de pajas y madera,

eran laboriosos edificios

y con curiosidad edificados.

Y de cualquier cercado procedía

una niveladísima carrera ,

en longitud de larga media legua,

y en latitud podían sin estorbo

ir caminando dos grandes carretas,

tan por compás y tan sin torcedura,

IOÓ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que aunque subiese por alguna loma,

de buena rectitud no discrepaba ;

las cuales se señalan hoy en dia,

aunque dejaron ya los usos dellas,

mas entonces en ellas celebraban

las fiestas que tenían de costumbre,

con muchos entremeses, juegos, danzas,

al son de sus agrestes caramillos

y rústicas cicutas y zamponas,

cada cual ostentando sus riquezas

con ornamentos de plumajería .

y pieles de diversos animales ;

muchos con diademas de oro fino

y aquellas medias lunas que acostumbran.

É ya cuando llegaban al remate,

hacían á sus ídolos ofrendas;

no sin humana sangre hartas veces,

porque ponían sobre las garitas

de aquellos mástiles que ya dijimos

algún esclavo vivo y amarrado,

tirándole con jáculos agudos,

al pie del mástil muchas escudillas

que ponían los unos y los otros,

y la sangre que el vaso recibía,

del mísero paciente destilada,

los dueños cuyas eran las vasijas

ofrecían al torpe santuario

con sus ridiculosas ceremonias ;

y aquel acto concluso , se volvían

CANTO TERCERO.

por la misma carrera con sus juegos,

hasta llegar á casa del cacique

desde donde tenía su principio,

el cual los despedía con favores,

alabando sus buenas invenciones ,

juegos y regocijos y libreas.

Los nuestros , pues, siguiendo su camino ,

entraron en ei pueblo dicho Chía,

origen y principio del imperio

del rey de Bogotá, según se dice,

donde se detuvieron poco tiempo,

porque pasaron á los dos Señores

confines , que se dicen Suba y Tuna,

los cuales les salieron al encuentro

con ledos rostros y sinceras muestras,

certificadas con magnificencia

de muchas joyas de oro y esmeraldas;

y después de llegados á su pueblo,

en aposentos bien adere szados

fueron bastantemente proveídos,

no con fingida paz, pues desde entonces

la sustentaron con los españoles;

pero no fueron parte los regalos

para se detener gozando dellos,

porque lo que la fama publicaba

de la grande riqueza y aparato

del gran señor á quien obedescian

éstos y los demás, no los dejaba

!08 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

tomar mucho sosiego, hasta tanto

que se desengañasen con la vista.

Y ansí dia siguiente descubrieron

aquella majestad de los cercados

y casas del Señor, cuya grandeza

aniquiló las fábricas pasadas,

y las moradas de los Bogotaes

á los demás comunes edificios,

y acrescentaron en los más templados

más engolosinados apetitos,

con aliento de nueva ligereza

para tomar las puertas del alcázar

con tal corrida, que paresció vuelo;

según ave rapace que desciende

con ímpetu furioso tras la caza,

las curvas uñas prestas, mas al tiempo

que quiso hacer presa, se le puso

el tímido conejo so las ramas

espesas de la mata contrapuesta ,

al cual le fueron armas defensivas,

y al águila real impedimento

para quedar sin cebo por entonces.

Que bien desta manera les avino,

pues no hallaron cosa de provecho,

á causa de que el gran Señor estaba

en un secreto bosque retraído,

sin dejar en su casa ni en las otras

cosa de que pudiesen echar mano,

ni rastro ni apariencia de tesoro

CANTO TERCERO.

en el insigne pueblo numeroso;

aunque por él habia muchedumbre

de santuarios públicos comunes,

sin los particulares que tenia

cada uno, según sus devociones;

allí sus especiales alcancías

ó cepos do metian las ofrendas;’

mas en los generales se ponían

dos diferencias de gazofilacios

en la hechura, pues el uno era

imagen de persona toda hueca,

obra de barro mal proporcionada,

abierta por encima de la frente,

por donde se metian joyas de oro

de varios animales y figuras,

y el abertura della se tapaba

con un bonete hecho de lo mismo,

tocado que acostumbran muchos indios,

unos redondos, y otros con sus picos

al modo de los clérigos cristianos,

mas de hojas de palmas bien tejidos;

•y algunos tienen en la coronilla

un masteiillo de grosor de un dedo,

y el luengo del será de seis ó siete.

Otra manera de repositorios:

también tenían en los santuarios

ciertas vasijas puestas so la tierra,

del cuello muy poquito descubierto,

1IO H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

GoOQlC

tanto que cuasi no se parescia,

por donde se metian ansimismo

las joyas y preseas que ofrescian ;

y elun cepo y el otro , cuando llenos,

enterrábanlos en lugar secreto

los xeques, y ponían otros nuevos

que, después de la tierra más arada ,

solícita codicia de las gentes

algunos dellos hizo manifiestos,

con que se mejoraron los vestidos ,

y mudaron el paso los rastreros,

á quien era propicia la fortuna

en les encaminar bienes ocultos,

remotos y apartados de los usos

para que los crió naturaleza.

Mas en aquella era, como nuevos,

poníanse tinieblas por delante

de los ojos y velos de ignorancia,

para no poder ver grandes secretos

metidos en cavernas de la tierra,

antes al parecer común de todos,

paraba la bondad destas provincias

en ser fértiles, sanas y abundantes

de cosas á la vida necesarias,

pero paupérrimas de plata y oro;

y aquellas muestras que se vieron antes

juzgaban ser por vía de rescates

y contratos de partes diferentes ;

y así sólo querían reformarse

CANTO TERCERO.

1 I I

en aquellos asientos apacibles ,

y pasadas las aguas del invierno,

llevar más adelante su conquista

en busca de región de más substancia.

Pero los Bogotaes, como viesen

no ser de pocos dias la tardanza ,

y estarse de reposo por sus tierras .

el remedio para que las dejasen

pusieron en las fuerzas de sus brazos

con espesos asaltos y frecuentes,

sin darles un momento de sosiego

en las horas diurnas y nocturnas;

mas con lejanos acometimientos,

con jaculables tiros desde fuera,

sin experimentar fuerzas de manos ,

contra los cuales iban los jinetes

sin se hacer efecto, porque luego

se metian los indios en pantanos

y lagunas, que por aquellos campos

hay muchos, cuyas aguas cenagosas

‘eran impedimento de caballos.

Pero no pocas veces sucedia

á confiados con su ligereza

quedar tendidos en carrera seca ,

por alcanzarlos piernas más ligeras

antes de se meter en la guarida ,

de donde reiteraban los incursos

con nubes de volantes tiraderas,

algunas con fomentos encendidos ,

112 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

tentando de quemar los aposentos

que, mediante la buena diligencia

de nuestros españoles, se quedaron

ilesos del incendio comenzado.

En estas gritas y desasosiegos

gastaron harto número de dias ,

y vista la constancia de los nuestros

(por mandado del Rey, según paresce),

acudieron de paz muchos caciques

con abundancia de mantenimientos ,

pero sin rastro ni demostraciones

de lo que más tenían en deseo.

En est# coyuntura, los más diestros

de nuestros españoles procuraban

entender los vocablos desta lengua ,

y la conversación cuotidiana

les dio del idioma mucha lumbre,

de tal manera que los más podían

(aunque titubeando) preguntalies,

mayormente las indias que escaparon

de las que se trajeron de la costa,

que con facilidad comprendieron

los términos del bárbaro lenguaje.

Y ya los naturales ansimismo

no se extrañaban de la gente nueva,

pues voluntariamente les servían

muchas que, como todas, comunmente

amicísimas son de novedades

CANTO TERCERO.

y no poco salaces y lascivas.

Venían, pues , de indios Bogotaes

á todas horas número crecido

á ver los españoles y caballos,

con los cuales á tarde y á mañana

pasaban los jinetes la carrera ,

para que viesen el ligero huello

coq que estos animales se movían.

Pero gallardos mozos, bien dispuestos,

sueltos en gran manera y alentados,

como los hay algunos ciertamente,

les dieron á entender por modos claros

haber entr’ ellos ágiles cursores

que no’ rehusarían por su parte

con cualquiera rocin correr parejas.

Admiróse la gente castellana

de ver la confianza resoluta

que mostraban tener de su soltura ,

y ansí Lázaro Fonte, que podía

entre buenos jinetes señalarse,

y en aire y destreza ser tenido

por otro Castor ó por otro Pollux,

dijo:

—«Yo quiero ver este misterio

y aceptar el moderno desafio ,

porqu’ esta gente bárbara conozca

cuánto se diferencian y aventajan

los cuatro pies á dos, puesto que sean

– XLIV –

114 HIST- DEL N- R- DE GRANADA.

las plantas de Camila ó Atalanta.»

Para lo cual subió, puestas espuelas,

en un caballo zaino que tenia,

que destos, según vimos en las Indias,

muy pocos ó ninguno salió malo;

y en orden puesto, convocó los indios,

diciendo que saliese quien tuviese

de su velocidad más confianza.

Luego salió de entr’ ellos un mancebo

gentil y de gallarda compostura,

cuyo meneo, muestra y apariencia ,

de su pernicidad la daba buena;

y con delgada tela rodeadas

las partes inhonestas y cintura,

llevando sin cubierta lo restante

que con menos vergüenza se descubre,

á carrera dudosa se dispuso.

Cuya distancia siendo señalada,

y dada la señal, el indio parte

con tal velocidad que parecía

no tocar con las plantas en el suelo.

El jinete, de industria le dio larga

para que precediese su corrida,

á media rienda yendo buen espacio,

de que la gente bárbara presente

en gran manera se regocijaba,

creyendo” ser cumplido su deseo.

Mas el Lázaro Fonte como viese

CANTO TERCERO.

faltarle poco trecho de carrera

del término que estaba limitado,

hirió con más braveza los ijares

del pérnice caballo, que volaba

no menos que el alígero Pegaso,

y al tiempo que llegó donde movia

el bárbaro los pies nada tardíos,

ó por más no poder, ó con malicia,

de encuentro.lo llevó con el caballo,

no dándole de lleno , mas de suerte

que dejó de correr y fué rodando

barriendo tierra ya con los hocicos,

y el caballero se pasó de largo

hasta do le cuadró hacer parada.

Socorrieron los indios al caido,

y aun muchos españoles ocurrieron

á levantallo luego, y á hacelle

beber una totuma de agua fria ,

remedio que hallamos más á mano

cuando damos alguna gran caída.

Al fin nunca más hubo quien quisiese

tomar con los caballos competencia ;

pero siempre venian á mirallos

infinidad de gente todas horas,

ansí de la vulgar como caciques,

ios cuales eran muy acariciados

del sabio general y capitanes,

importunándoles que le hablasen

Il6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

al Señor de su parte que viniese

á su cercado y á sus aposentos

debajo de amistad que le seria

inviolablemente conservada.

A lo cual todos ellos respondían

que ninguno sabia dónde estaba ;

y aunque los desmembraran á tormentos,

fuera de ningún fruto su trabajo,

porque ninguno dellos jamás tuvo

más querer, voluntad ni complacencia

de la que en el Señor reconocían.

Pues como ya los nuestros se sintiesen

con tanta sanidad como si nunca

padecieran trabajo ni dolencia,

y el Don Gonzalo siempre procuraba

ocupallos y no vellos baldíos,

mandó que Juan de Céspedes saliese

con peones y gente de caballo

á ver y descubrir aquellas tierras

que confinaban con los Bogotaes,

el cual, á punto puesto con cuarenta

peones y catorce caballeros

al Occidente hizo su viaje,

del cual en este canto no se hace

particular memoria , por hacella

con especialidad en el futuro.

CANTO CUARTO

Trátase en él cómo los indios Bogotaes encaminaron al capitán

Juan de Céspedes y á los que con él iban á la provincia de

los Panches, gente belicosísima, debajo de cautela , y lo

demás que les sucedió en el viaje.

No tiene poca fuerza la malicia

en estómagos llenos de torpeza,

y á veces quien parece más sincero

tiene más de doblado que sencillo,

según se conoció destos salvajes,

que por exteriores apariencias

daban de sencillez alguna muestra

sin uso de los tratos fraudulentos;

y como les pidiesen para guias

y para cargas indios que llevasen

el Juan de Céspedes y sus soldados,

entraron en consulta, y acordaron

gutallos á los Panches, nación fiera,

implacable, feroz y temeraria

I 18 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en el acometer á cualquier gente,

por ser carnes humanas su sustento ;

y tan sin pesadumbre se metian

entre contrarias armas en la guerra,

como perros en tímidos venados.

Plaga cuotidiana de los Moscas

que, con ser en poder superiores,

y los caribes Panches, en respeto

de tanta multitud, angosta copia,

temblaban dellos, porque los tenían

por fieras indomables, y sepulcros

sus impias entrañas de las suyas.

Y ansí, para seguro de’ su tierra,

que con la desta gente confinaba,

tenia Bogotá sus guarniciones

en Tibaquí y en Ciénago y en Fosca

de ciertos indios que llamaban Guechas»

hombres valientes y determinados,

de gran disposición , sueltos y diestros

y en lo que convenía vigilantes.

Éstos andaban siempre trasquilados,

horadados los labios y narices ,

y á la redonda todas las orejas,

y canutillos de oro fino puestos

atravesados por los agujeros,

y de labios y orejas eran tantos

cuantos habían muerto de los Panches

cualquiera de los Guechas en la guerra.

CANTO CUARTO.’

U9

Los Moscas, pues, tiraron á dos hitos

en los encaminar por esta via,

diciendo : si vencieren los cristianos,

los Panches quedarán de tal manera

que sin dificultad en los restantes

vengaremos agravios recibidos;

y si quedaren muertos estos pocos,

con más facilidad de los que quedan

podemos triunfar y compelelles

á que nos dejen libre nuestra tierra.

Con este presupuesto caminaron

via de Tibaquí, Señor sujeto

al rey de Bogotá , donde el cacique

los recibió con ledas apariencias,

y proveyó las cosas necesarias

á ellos y’á los Moscas que venían

en servicio de nuestros españoles.

Y un Guecha principal, maravillado

de ver la nueva gente y el intento

de se meter tan pocos en los pueblos

de la generación dura y horrenda,

habló con Juan de Céspedes aparte,

mediante lengua que lo declaraba,

y dijo :

—« Peregrino, para mientes

que te llevan á gentes indomables,

malas, abominables, carniceras,

que como bestias fieras despedazan

las ánimas que cazan, y se ceban

120 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

dellas cuando las llevan á sus casas;

y aun si las rojas brasas son absentes,

ensangrientan los dientes importunos,

y si hacen algunos regocijos,

comen sus propios hijos y mujeres.

Verás por donde fueres destos males

reliquias y señales á sus puertas.

Son gentes descubiertas , sin ropaje,

pobre nación salvaje, vil, proterva,

de venenosa hierba guarnescida

que priva de la vida brevemente.

Yendo con poca gente, ten por cierto.

que tú quedarás muerto con los tuyos.»

El Céspedes, mostrándosele grato,

porque le parescia su consejo

jr fundado debajo de buen celo,

le dijo:

—«Capitán, puesto que sea

el riesgo que me dices evidente,

no tengo de volverme sin que vea

el rostro y el meneo de esa gente;

y la prosecución de la pelea

descubrirá quién es el más valiente;

pero de mí podrás estar seguro

que no me comerán, porque soy duro.»

El Guecha se holgó con la respuesta

del nuevo huésped , que representaba

CANTO CUARTO.

121

ser la correspondencia de sus obras

igual á sus magnificas palabras.

Con lo cual se retrajo cada uno

al reposo y hospicio señalado r

porque ya los diurnos resplandores

encubría la noche con sus alas ,

el curso de la cual fué repartido

por cuartos á soldados vigilantes;

y cuando ya venia descubriendo

por sus purpúreas puertas el Aurora,

prosiguen el camino comenzado,

cubiertos caballeros y caballos

de las colchadas armas, y peones

ansimismo sayetes estofados,

desnudas las espadas cortadoras,

los cóncavos escudos embrazados,

porque decían ser breve distancia

los indios que llevaban para guias,

cuyos pálidos rostros daban muestra

del temor grande que los ocupaba,

pensando que ya veian los horribles

rostros de sus antiguos enemigos ,

do no su voluntad, mas el mandado

del señor Tisquesuzha los llevaba.

Entraron desta suerte por la tierra

de la nación cruel y furiosa ,

y en los primeros pueblos donde dieron,

ningunos moradores se hallaron ,

122 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

porque, según las muestras, les habían

dado noticia los fronteros Guechas

de la venida de los que llamaban

los Ochies ó los Soagagoas

(que son hijos del sol en lengua mosca),

y estaban más adentro retraídos

en otra población más extendida,

donde se congregó toda la tierra

para salir á dalles la batalla,

después que por espías entendiesen

que ponían los pies en su terreno.

Y ansí los españoles, sospechosos

de ciegas emboscadas en los pasos

angostos y asperezas del camino,

fueron con gran aviso caminando

por una loma rasa, desde donde

podia divisar cualquiera’vista

buena distancia sin impedimento

de monte que tuviese contrapuesto;

mas no se tardó mucho sin que viesen

ondear muchedumbre de penachos ,

según en espesura las espigas

lanuginosas de carrizos altos

por espacioso curso de algún rio

que con sus soplos inquieto viento

á movimiento trémulo compele;

pues tales parecían las cimeras

de cinco mil gandules embijados ,

gente robusta , suelta y alentada ♦

CANTO CUARTO.

12*

de gran disposición , horribles gestos ,

frentes y colodrillos aplanados ,

de tal suerte, que hace la cabeza

atravesado lomo por lo alto,

no por naturaleza, mas por arte ,

entablándolas desde que son tiernas

hasta que se endurecen desta forma.

Narices corvas por la mayor parte,

•cortados los cabellos por la frente,

pero por las espaldas algo largos.

Traían tan formados escuadrones

y con tal regulada disciplina ,

como si fuera banda de tudescos;

unos dellos cubiertos con paveses

y multitud de dardos á la mano

que mujeres armígeras traían :

otros con picas largas y con mazas

pendientes de los hombros asimismo:

otros con fuertes arcos y con flechas :

otros fundibúlanos, proveído

zurrón dé lisas piedras y.redondas :

otros también traían cebratanas

y aljabas de saetas emplumadas

que violentos soplos despedían ;

pero ningunos jáculos sin hierba

que con rabioso fin amenazaba.

Viendo los nuestros, pues, la fiera hueste

y el orden que traían los salvajes,

124 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

GooQle

en la más ancha parte de la loma

se congregaron y hicieron alto;

y el Juan de Céspedes, con aquel brío

“que solia tener en estos trances,

puestos los ojos en los compañeros,

con gracioso donaire les decia:

«¡ Ah caballeros! ciertos son los toros,

que se quieren probar con los alanos:

si quisierdes que larguen los poporos,

abrid los ojos y apretad las manos;

anden los golpes prestos y sonoros,

los brazos listos y los pies livianos,

espada corte., lanza no se embote,

y mire cada cual por el virote.

»La nata somos deste mundo nuevo,

según las maravillas hechas antes,*

que con feridas es de poco cebo

este feroz tumulto de gigantes,

y pues con la mitad dellos me atrevo,

muy bien os averneis con los restantes.

Dejémoslos llegar á los beodos,

que ellos se volverán, aunque no todos.

«Porque, mediante Dios, aqueste dia

ha de ser para ellos aciago,

y habrán por bien cesar de su porfía

después que reconozcan el estrago.

La señal del romper ha de ser mia;

al tiempo que dijere: ¡Santiago!

CANTO CUARTO.

12*

adelante la gente que atropella ,

y sigan los peones nuestra huella.»

En este tiempo ya los enemigos

a paso lento y orden atentado ,

hechas dos mangas largas que ciñeron

la una y otra parte de la loma,

distaban poco de los españoles,

y con el gran temor, los indios Moscas

se metian debajo los caballos ,

y algunos dellos, por no ver visiones >

disimuladamente se hurtaron

antes de conmenzarse la batalla,

y no pararon hasta verse dentro

de Bogotá, y allá, sin haber sido

testigos del conflicto , certifican

haber sido los Panches vencedores

y cebado sus vientres detestables

en todos los católicos que fu eron;

porque las experiencias que tenían

desta fiera nación, les prometía

su falsa presunción ser infalible.

Mas engañóles esta confia nza,

porque los nuestros, viendo coyuntura

y lugar apto para rompimiento ,

el Céspedes alzó la voz , diciendo :

/ Santiago y á ellos, caballeros l

Baten luego las piernas los jinetes,

ellos y los caballos bien armados,

136 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA,

y rompen por aquella muchedumbre

de bárbaros opuestos con paveses,

que, siendo del encuentro furioso

de los lozanos potros embestido,

caen unos sobre otros dando vueltas,

y aquí y allí confusos y tendidos

como golpes de leños mal compuestos ,

sin orden, en montón , asobrunados

que tales parecían, sin valerse

de manos ni de pies el avanguardia,

adonde los peones presurosos

emplean á su gusto las espadas,

piernas, brazos , cabezas cercenando ,

según el labrador que , ya caídos

los glandíferos robles ó chaparros,

va cortando las ramas, y asi quedan

dispuestos para fuego solamente;

que no menos quedaban por la loma

cuantos precipitaban los caballos;

y los que los regían y menean

las lanzas con destreza memorable ,

rompen ijares, pechos y costillas

de los que parecían principales

y más se señalaban, animando

la gente popular de sus escuadras

que, ya más afirmados y compuestos,

el ímpetu sostienen con las picas,

desembrazando jáculos y piedras

que sobre todos ellos descendían

CANTO CUARTO.

127

( no menos que nubadas de zorzales

á rubicunda fruta de madroño,

ó á la de pomíferos olivos),

en tanto grado, que de las cubiertas

de los caballos y de los jinetes

pendían tanto número de flechas

como garrochas fijas en el toro

que lidia gran caterva de villanos.

Y en esta presurosa coyuntura,

alguna gente del siniestro cuerno

tomaba lo más alto de la loma

en tal manera, que por do subían,

podían á la gente baptizada

ganarles las espaldas sin contraste.

Mas Juan de Sant Mantin, caudillo diestro,

y no menos que Céspedes cursado,

le dijo:

—a Gran caterva nos rodea

que no con mal ardid se nos atreve;

aquí, para dar fin á la pelea,

cumpla vuestra merced con lo que debe ,

pues hay necesidad que yo provea

contra la haz que por aquí se mueve,

que bien es menester acudir luego

antes que puedan entablar el juego.»

Céspedes al amigo le responde:

«Paréceme, señor, consejo sano

ia8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

el acudir á tales coyunturas,

tanto más útil cuanto más temprano,

antes que nos ocupen las alturas;

principalmente, yendo vuestra mano >

tememos las espaldas bien seguras.

Lleve vuestra merced á los efectos

aquellos que le fueren más aceptos.»

El Juan de Sant Martin convocó luego

ájuan de Albarracin y á Galeano,

á Domingo de Aguirre y á Salguero,

y doce validísimos peones

que, puestos al encuentro de la gente,

ganosa de probarse con la nuestra ,

se comenzó la lid sanguinolenta

contal obstinación, furor y saña,

que cuanto más estrago se hacia

en la salvaje turba temeraria ,

con tanto más denuedo se metian

por las mismas espadas y las lanzas;

y la lluvia de piedras y de tiros

venia tan espesa como gotas

que resultan de peñas combatidas

del mar impetuoso cuando quiebra

en ellas la soberbia de sus olas,

y de los céfiros arrebatadas

se esparcen por las playas, embistiendo

al caminante que forzosamente

por la ribera hace su viaje.

CANTO CUARTO.

129

Y así los animosos españoles

con gran dificultad se sustentaban,

falsados los escudos, y los brazos

molidos de los golpes ponderosos,

de suerte que se via claramente

la quiebra de sus fuerzas y cansancio;

y el Juan de Sant Martin reconociendo

los tajos y reveses ser remisos

y tardíos, alzó la voz diciendo:

((;Oh gente noble, clara y ortodoxa !

En riesgo y en peligro semejante

os mostráis tibios y la mano floja!

Cobrad, cobrad vigor y buen talante;

españoles, virtud, no quede coja

ni se resfrie, porque, Dios mediante,

este tumulto que nos es molesto

muy quebrantado lo veremos presto. »

Estas breves razones fueron parte

para restituilles sus ardores,

así como la vela recien muerta

cuyo pábilo queda humeando,

que luego que es tocado de la llama ,

con gran facilidad es encendido ;

que no menos lo fueron en el punto

que la lumbre pasó por la memoria

de las victorias antes adquiridas.

Y ansí con nuevo brio tal estrago

– XLIV- 9

I JO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

hacían por la rústica caterva,

que perdieron las hierbas sus verdores,

cubiertas del profluvio de la sangre

y multitud de miembros palpitantes.

Don Juan de Sant Martin el asta juega

con presta y admirable vigilancia,

sin desviar los golpes de la parte

do los encaminaba su deseo,

con menoscabo grande de las vidas

de bárbaros que más se señalaban.

Entre los cuales uno se mostraba

con más autoridad y más severo,

alto, robusto , fiero y riguroso,

en las reprehensiones animando

á los que con tibieza se movían.

Del cual el Sant Martin reconocía

ser el más principal, según las muestras,

y que le convenia brevemente

abatir su coraje y osadía ;

mas esperaba buena coyuntura,

porque con el tumulto contrapuesto

su brazo no quedase defraudado

del mortífero golpe que prepara.

Y así como lo viese más á mano,

el caballo hirió de las espuelas,

rompiendo con veloz arremetida

hasta pasar por él, y de camino

la lanza le metió por el un hombro ,

y el hierro le salió por el costado ;

CANTO CUARTO.

•de suerte que, después de dar un grito ,

la tierra sacudió como si fuera

ramosa planta que del alto monte

para tablas y cercos precipita

el oficial del corvo carpintero.

Cuyo remate visto por aquellos

que le reconocían vasallaje,

heridos de temor se derramaron

desgalgándose por la cuesta abajo,

según junta de perros que ladrando

iban tras quien pasaba por la calle;

el cual , en su defensa diligente,

desembrazó la piedra resonante,

y al uno lastimó de tal manera ,

que, oyéndolo gemir, huyeron todos;

pues de este modo la caterva fiera,

asombrada del grito postrimero

del que pensaban mal ser invencible,

á paso presuroso dio la vuelta,

en busca de refugio cada uno

por do mejor podiaconcediendo

á nuestros españoles la victoria,

que fué por todos ellos conocida;

pues en el mismo tiempo ya tenia

el Juan de Céspedes desbaratado

el número mayor de los salvajes.

En cuyo rompimiento se hicieron

suertes miraculosas aquel día,

con admiración grande de los Moscas,

132 HIST. DEL N. R. DE. GRANADA.

que, recogidos en lugar más alto,

vieron bien el conflicto riguroso

y ios heroicos hechos y hazañas

de ios insuperables peregrinos.

De los cuales, aunque ninguno muerto,

doce de ellos quedaron mal heridos,

y de estos uno fué Juan de Montalvo ,

que con su barba blanca y honorosa

hoy vive y autoriza real plaza.

Quedaron seis caballos ansimismo

de dardos y de flechas lastimados ,

y ocurrieron al pueblo más propincuo

de los que se hallaron despoblados,

á socorrerse del ardiente hierro,

que se tiene por eficace cura,

y adonde del trabajo padescido

quisieran descansar aquella noche.

Pero los moradores que cercanos

estaban por cavernas escondidos ,

siempre los molestaron con rebatos,

el tiempo que duraron las tinieblas,

con tal obstinación, que fué forzoso

estar todos en pie y apercibidos,

las armas en la mano, y ensillados

y sin desenfrenarse los caballos.

Y cuando ya la roja cabellera

de la febea frente descubría

sus claríficos rayos, desterrando

CANTO CUARTO.

13 3

el tenebroso humo de la noche,

determinaron de salirse fuera

del belicoso suelo, por dar cura

con más seguridad á los pacientes ;

mas no por el camino que vinieron,

sino por una sierra montuosa ,

por abreviar camino, siendo guias

los Moscas que traían de servicio.

Y antes de comenzarse la subida,

vieron venir un Panche dando voces,

de gran disposición y horrible gesto,

solo, sin otras armas en la mano

que macana de palo ponderoso;

y ios nuestros , creyendo ser mensaje,

ó para dar la paz ó mayor guerra,

pararon todos é hicieron alto,

con intención de conocer la* suya.

La cual él hizo luego manifiesta,

pues por salutación, en el primero

dellos que se halló más á la mano ,

á quien llamaban Juan de las Canoas,

el palo descargó con ambas manos,

que, como vio venir el golpe, puso

la cóncava rodela por delante

donde lo rescibió; mas el escudo

quedó desmenuzado, como cuando

de fulminoso fuego que desciende

de la región aérea fué tocado

el duro material que lo deshace,

134 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

y las briznas y astillas van volando,

por una y otra parte divididas.

Y aunque mozo robusto y animoso,

faltóle fuerza para sustentarse

sobre sus pies , y con obscura nube

de que sus ojos fueron ocupados,

cayó desacordado y aturdido.

Lo cual visto por nuestros españoles r

acometiéronle por todas partes,

y el Céspedes á voces les decía

que por ninguna vía lo matasen,

sino que sin herillo lo prendiesen,

por saber la razón de su locura.

Mas el soberbio Panche con el leño

y portentosa fuerza se defiende ,

los unos y los otros oxeando

con buen compás de. pies y gallardía y

según maestro práctico de esgrima

que en plaza pública se desenvuelve,

jugando de floreo con montante,

rodeado de gente que lo mira,

que porque no les toque revolviendo,

los unos y los otros se retrahen,

dejando campo desembarazado

donde pueda jugar á su contento ;

que bien desta manera lo hacían

aquellos que tentaban de prendello ,

cada cual resguardando su cabeza.

Mas Juan Rodríguez Gil, mozo valiente,

CANTO CUARTO. I35

de monstruosas fuerzas, corpulento,

en viendo tiempo, dio véloce salto

por las espaldas del, y con los brazos

nervosos lo ciñó por los ijares ,

según el torvo tigre que, rastrando

el pecho por el suelo , sin ruido

se va llegando para hacer presa

en ancas de cornígero juvenco,

y con velocidad imperceptible,

subiéndose sobre él, asió las garras,

y el mísero novillo por librarse,

da brincos y corcovos, brama , gime ,

sin se poder valer ni aprovecharse

del arma que le dio naturaleza.

Desta manera lo tenia preso,

sin le dejar usar de la macana,

que con dificultad se la quitaron

los otros compañeros de las manos,

ligándoselas luego con esposas

y pendiente cadena del pescuezo.

Y el Juan de Céspedes con una lengua

mosca que declaraba los acentos,

pregunta :

«Dime, bárbaro valiente,

¿cómo te poseyó tan gran demencia

que, siendo solo contra tanta gente,

presumieses venir á competencia?

Porque moverte tú tan solamente

sin emboscada dé mayor potencia,

l}6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

no me paresce vero testimonio,

y si lo es, tú debes ser demonio.»

El indio le responde :

«Yo soy hombre

por tal y por mi nombre conoscido,

y aquí donde resido fui criado.

Antier me fué forzado salir fuera,

y ayer, que no debiera, ya muy tarde,

vi con temor cobarde gente Pancha

que nunca de tal mancha tuvo nota.

Dijéronme ser rota y abatida,

privando de la vida muchos buenos

vosotros que sois menos, y tan pocos

que no tuve por locos desconciertos

pensar dejaros muertos por mi mano,

en pago de un hermano y de un tío

y un mozo hijo mió, y otras gentes,

mis deudos y parientes, cuya muerte

me turbó de tal suerte, que con saña,

sin convocar compaña de los tristes,

intenté lo que vistes por las muestras

cuando probé mis fuerzas con las vuestras.»

Todos de ver el término soberbio

y atrevimiento con que les hablaba,

quedaron admirados, y quisiera

el Juan de Céspedes que lo llevaran

á Bogotá ligado con prisiones;

CANTO CUARTO.

*37

mas Juan de las Canoas que corrido

estaba por habello derribado,

con otros compañeros impacientes,

luego que el capitán volvió la suya,

al indio le cortaron la cabeza,

que por los indios Moscas fué guardada,

y en certificación de la victoria,

con gran solemnidad y regocijo,

con otras la metieron en su tierra ,

para donde los nuestros se partieron

atravesando por aquella sierra.

Y para ver si por aquella via

la hallarían para los caballos

hasta salir á la sabana rasa,

envió Céspedes á Juan del Valle

y ájuan Rodríguez Gil, mancebos sueltos,

que fuesen descubriendo y aguardasen

en las insuperables asperezas.

Y ansí fueron los dos siempre delante,

apartados del cuerpo de la gente,

distancia quesería media legua,

por una senda vieja, mal trillada,

y de una y otra parte monte espeso,

pero tal que podían ir las bestias,

las unas tras las otras enhiladas.

É yendo con aviso , como suelen

aquellos que recelan emboscada,

vieron veinte gandules bien armados

que por ella venían con recato;

I38 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.

y como fuese cosa creedera

tener puesta celada más adentro,

embrazan las rodelas y echan mano

con brioso valor á las espadas,

poniéndose á los lados de la senda

uno frontero de otro, de manera

que el camino quedaba de por medio.

y por señas llamaban á los indios

que se llegasen más, si los buscaban.

Mas ellos, asentándose en el suelo,

una cruz enseñaron y una carta,

por donde conoscieron ser mensaje

que desde Bogotá les enviaban,

y ansí pararon hasta que llegase

la gente que venia caminando;

y el capitán, la carta rescibida,

á todos la leyó públicamente,

cuya sustancia fué la que se sigue:

«De vuestro bien ó mal somos inciertos.

porque los indios Moscas fugitivos.

que con vosotros fueron á los puertos

y sierras desos bárbaros nocivos

nos han certificado que sois muertos,

que no permita Dios, pero los vivos,

aquesta carta vista y entendida,

abrevien lo posible su venida.»

Entendida por todos la congoja

CANTO CUARTO.

*39

en que la mala nueva los tenia,

esforzáronse sanos y heridos

á los desengañar por su presencia,

dándose cuanta priesa fué posible

en salir á terreno descubierto.

Y así, dos ó tres días después desto

á Bogotá llegaron, donde fueron

los unos de los otros rescebidos

con placer á medida del deseo,

igual en todos de se ver los rostros.

É ya fuera de riesgo los que fueron

heridos en la guerra de los Panches,

parecióles dejar aquel asiento

de Bogotá y, el campo todo junto,

ir á buscar las minas de esmeraldas,

de que tenían ya clara noticia.

Y en confianza de las buenas guias

que, según las preguntas y respuestas,

no se movían con incertidumbre,

pusieron en efecto la partida.

Cuyos sucesos callo de presente,

pero, mediante Dios, haré memoria

dellos en otro canto, pues aqueste

aquí será razón que se concluya.

y

CANTO QUINTO

Donde se da razón cómo, después que salieron los españoles de

Bogotá , descubrieron otras populosísimas provincias , donde

por la mayor parte los recibían de paz.

Tiempo, paciencia, prontitud, cuidado,

son los rastreros con que se descubren

las cosas más ocultas y encerradas;

y ansí los que se ven en tierras nuevas,

mayormente de muchos naturales,

si no toparen luego montes de oro,

no dejen de tener perseverancia,

que del primer voleo mal se pueden

penetrar los secretos, y con ella

lo que no se ve hoy se ve*mañana.

Pues aconteció ya por falta desta,

dejar próspera suerte de las manos,

con esperanzas de mejor empleo,

y quedar de uno y otro defraudados.

Lo cual aconteciera ciertamente

á los que descubrieron este reino,

I4> HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

si, como lo intentaron por dos veces,

bajaran de las sierras á los llanos,

sepulcro y perdición de las armadas

que por ellos han ido descubriendo

por parte de Cubagua y Venezuela ;

mas el General sabio, como viese

tan buena muestra de oro y esmeraldas

entre los indios Moscas, siempre tuvo

por cierto ser allí su nacimiento,

y no venir por via de rescate,

según á los principios se pensaba.

Y ansí, como tuviese de costumbre

de preguntar particularidades

á gente nueva menos recatada ,

á uno preguntó dónde hallaban

aquellas piedras verdes que los indios

le daban, de las cuales hizo muestra.

Y un mozo respondió que en Somendoco,

menos de doce leguas de camino

del sitio donde estaban rancheados.

Lo cual oido por el Licenciado ,

comunicólo con los capitanes ,

y acordaron de ver aquel terreno

que las preciosas piedras producía.

Dejaron, pues , aquel, y de viaje

dieron en Bojacá, cacique rico,

cerca de Bogotá , porque no quiso

i líos á visitar como los otros :

¥B*g\

CANTO QUINTO. 143

y allí tomaron sin haber defensa

más de quinientas piezas para carga ,

y cantidad de ropa de sus telas,

ningunas hasta allí de más fineza.

Y en continuación de su jornada,

pasaron por aquellas poblaciones

grandes de Teusacá y de Guasca Uzaque,

admirados de ver que donde quiera

hervía multitud de naturales,

cuyos caciques y gobernadores

les salían de paz y rescebian

con grandes ceremonias y respetos;

y cuanto más adentro caminaban,

pueblos más poderosos descubrían;

porque llegaron al de Guatabita,

de gran fuerza de gente pertrechado ;

pero también allí los rescibieron

con dones y apariencias amigables.

Y despedidos del, siguiente día

fueron á Chocontá, pueblo potente,

donde no fueron menos regalados;

y era frontera contra los de Tunja,

porque los términos se remataban

de lo que Bogotá señoreaba

en aquesta ciudad, á quien llamaron

del Spiritu Sancto, porque en ella

tuvieron esta Pascua sacrosanta.

Y la festividad solemnizada,

entrando por los términos de Tunja,

144 HIST* DEL N- Rl DB GRANADA.

fueron á Turmequé, pueblo cercano

de ios de Chocontá, y en él habia

innumerable cantidad de gente,

porque el Señor de Tunja, que distaba

de aquellas poblaciones cuatro leguas,

allí tenía grandes guarniciones,

por las antiguas guerras y contiendas

que tenían aquestos dos Señores,

á quien obedescian los restantes

caciques principales de sus reinos.

Mas de las competencias destos reyes

ios nuestros estuvieron ignorantes

gran espacio de tiempo, sin que nadie

oyese decir Tunja, ni supiesse

quién era ni en qué parte residía;

aunque se detuvieron en el sitio

de Turmequé buen número de dias,

donde los veneraban sus vasallos

como si fueran dioses, sahumando

á cada cual con las especies mismas

usadas en sus torpes santuarios,

que dellas es el moque, cierta fruta

que tiene parescer de cabrahigo,

en el olor más grave que gustoso.

Y puesto caso que les preguntaban

por algunos secretos á vecinos

las lenguas que tenían cohechadas,

nunca jamás del rey dieron noticia,

ni de la gran riqueza que tenía.

CANTO QUINTO.

M5

En efecto, salieron deste pueblo

á quien llamaron el de las Trompetas,

por cuatro que hicieron de las paylas

gastadas de servir en las cocinas,

para poder mejor autorizarse

en su campo con clásico sonido,

y comer, como dicen, con trompetas.

Llegaron, pues, al pueblo de Isabuco,

de no menos potencia que el pasado,

y dia de Sant Juan fueron á Tenza,

también de vecindad engrandecida,

llamándolo del nombre de aquel dia

en que fué su pacífica llegada.

De allí fueron á dar en Garagoa

y Ubeita, do pararon por ser casas

las que por allí tienen talantosas.

Y por estar ya cerca de las minas

do decían sacar las esmeraldas,

envió allá ciertos soldados ,

de los cuales hoy vive y es presente

Paredes Calderón, siendo caudillo

un Juan de Albarracin, para que viesen

la verdad y trajesen certidumbre.

El cual, en cumpl imiento deste mando,

llegó con los soldados que llevaba

á Somendoco y á las altas sierras

do las preciosas piedras se sacaban,

y desde donde vieron claramente

– XLIV – 10

146 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

buena parte de los inmensos llanos,

según la vista pudo dar alcance;

y al parescer de todos era breve

para llegar á ellos la jornada;

lo cual se deseaba por extremo,

porque se presumia ser aquello

terreno de grandísimo momento,

como gente que nunca los anduvo,

según los que gastamos largo tiempo

sin descubrirse cosa que no fuese

hambre, calamidad y desventura

al menos en invierno, que en verano,

como no falten perros y caballos,

venados y pescados nunca faltan.

Al campo finalmente se volvieron,

llevando buena muestra de las piedras,

y relación de cómo dieron vista

á campos de grandeza milagrosa.

Y el General y todos, deseosos

de ver lo que mostraban las llanadas,

á Juan de Sant Martin se le dio cargo,

con orden de volver á dar aviso

á lo más largo dentro de diez dias.

El cual puso por obra la partida

con peones y gente de caballo,

que no dudaban de poner el pecho

á la dificultad más evidente.

Y así pasaron yendo su viaje

CANTO QUINTO.

por Nengupá, terreno postrimero

de lo que corre lengua de los Moscas,

y atravesaron á las asperezas

laboriosas de los indios Tecuas,

diferentes en traje y en la lengua,

do hallaron un rio no muy ancho,

pero de tal furor en su corrida,

que para lo pasar el más brioso

se desnudó de toda confianza,

á causa de venirse desriscando

por peñas descubiertas y cubiertas

con tan impetuoso movimiento,

que el agua cristalina no se via

con multitud de espuma, de la suerte

que en las nevadas sierras acontesce

quedar plantas y hierbas blanqueando.

Y para buscar paso más quieto,

fueron cinco soldados más abajo,

los cuales encontraron con un indio,

descuidado de ver en aquel suelo

hombres extraños y de barba larga,

y á prima fronte deste sobresalto

quedó con el horror que caminante

cuando se ve de fiera salteado,

que, viendo no poder asegurarse

con fuga de los pies, se desenvuelve,

y á las manos comete su defensa.

El bárbaro feroz desta manera,

estando de los cinco rodeado ,

LiOOQle

148 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

con un astil pesado se menea

con furia y apariencia de demonio ,

pues dellos lastimó los tres ó cuatro ,

á causa de querer tomallo vivo

para que fuese guia del camino;

mas’él se defendió por un buen rato,

y al fin se diqron maña , sin herillo,

cómo lo derribaron, y arrastrando t

á todos los llevaba por la cuesta

que declinaba hacia la corriente

del peñascoso río, forcejando

con manos y con pies y con rodillas r

no sin coces, puñetes y bocados,

y aun alguno gritó porque le hizo

los testículos cortos algo largos;

pero con todo esto fué rendido

y sin ejecución amenazado.

É ya después por señas amigables

le dieron á entender que no querían

sino que les mostrase por adonde

en aquel rio hallarían paso.

El cual les enseñó no lejos dellos

una puente tejida de bejucos,

pendiente de los árboles más altos,

invención que ninguno dellos vido

en peregrinaciones atrasadas;

y ansí pasar por ella no quería

hombre de cuantos iban en el campo,

porque además de ser fábrica frágil,

CANTO QUINTO.

149

zarzo mal hecho con las mallas largas,

sospechaban haber algún engaño,

y ser alguna fraudulenta trampa.

Mas Juan Rodríguez Gil, más atrevido,

subió para mirar las ligaduras,

y pareciéndole bien las amarras,

fuelas tentando, yendo poco á poco

(aunque con los vaivenes de columpio),

hasta llegar á la contraria banda;

y hecha ya la salva y experiencia ,

pasaban uno á uno con gran tiento,

pero con descontento todavía,

por no tenello para los caballos;

y ansí por donde el agua parescia

en alguna manera más quieta,

fueron de parecer aventurallos;

para lo cual fué cosa nescesaria

pasar primeramente quien llevase

un cordel ó cabuya que doblada

alcanzaba la una y otra playa,

para que quien tomase la ribera

tirase de ella como de cabestro

al tiempo de pasar cualquier caballo,

y acá no les faltase donde asi líos,

á veces recogiendo p alargando,

sin que de todo punto se soltase

de la una ni de la otra parte

hasta tanto que los pasasen todos.

150 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA

Deste remedio sólo se podía

usar; pero ninguno se hallaba

que no temiese de tentar el vado,

sino fué Diego Gómez, lusitano,

experto nadador y para mucho;

el cual se aventuró, mas la corriente r

sin valelle su fuerza, lo llevaba

de una en otra peña maltratado

de tal manera, que los compañeros

ya no hacían cuenta de su vida;

pero su gran valor y buena maña

en aqueste peligro pudo tanto,

que sin soltar la soga de la mano,

venció la gran soberbia de las aguas

y tomó la ribera deseada.

Adonde por el orden referido

y con voces y gritos animados,

pasaron los caballos uno á uno,

siendo del portugués acabestrados ;

y aquesto hecho, no sin gran fatiga r

sus amos se volvieron á la puente

para pasar las sillas y fardaje.

En esto consumieron aquel dia,

y el siguiente pasaron adelante

por tierras asperísimas y faltas

ansí de gente como de comida,

raros los moradores, y apartados

los unos de los otros largo trecho.

CANTO QUINTO.

É yendo dos soldados descubriendo

camino por do fuesen los caballos,

encontraron dos indios con macanas,

y queriendo tomallos para guias,

sin asombrarse de la gente nueva,

de quien nunca por vista ni por fama

supieron, alistaron los bastones,

y del primero golpe que dio uno,

al español que más se le metía

le hizo la rodela dos pedazos.

El cual, viéndose della descompuesto,

extendió más la mano del espada,

y abrióle de revés el ancho pecho ;

cuya herida, vista por el otro,

mostró las plantas y escapó huyendo.

Y después que llegó la gente toda,

dieron en una casa, do tomaron

quince personas de promiscuo sexo,

entr’ ellas una india que doquiera

pudiera ser juzgada por hermosa, •

gentil disposición y rostro grave;

cosa común á todas las que tienen

de su beldad alguna confianza.

A ésta le llamaron Cardenosa,

por una dama que ellos conoscieron

en la costa del mar de Santa Marta.

Buscaron, pues, allí mantenimiento;

pero nunca se pudo hallar grano,

15a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

sino tortas algunas de casabe

con hormigas aladas amasadas,

que solas y tostadas ansimismo,

suelen comellas en algunas partes;

y al tiempo del tostallas en sus tiestos

huelen como quesillos asaderos.

Hallaron de maní ciertas labranzas,

y es una hierba que de las raices

están asidas pequeñuelas vainas,

no mayores que las de los garbanzos,

y dentro dellas tienen unos granos

que, fuera de la cascara, parescen •

meollos de avellanas propiamente,

y no menos lo son en el tamaño.

Éstos, tostados, tienen gusto bueno,

aunque si los comemos con exceso

después decimos : Dolet mihi caput.

Hácese dellos buena confitura

y turrón que paresce de piñones.

Allí, pues, preguntaron á los indios

por caminos que fuesen á los llanos

que se vían bien claros; en respuesta

se taparon los ojos todos ellos ,

significando que jamás llegaron

á ver aquella tierra, ni sabían

camino ni vereda por do fuessen ;

mas ellos no dejaron su viaje

á tino por aquella derescera,

CANTO QUINTO.

que los metió por montes inamenos,

pasos laboriosos y quebradas

r profundas, rodeadas de peñascos

á los humanos pies insuperables,

donde gastaron diez ó doce dias,

. sin hallarse recurso de comida,

ni rastro ni señal que denotase

haber habitación sino de fieras.

Al fin fueron á dar en cierto rio

muy más impetuoso que el pasado,

de más horribles peñas, embestidas

del embate precito de las aguas ;

y viendo que el decurso furioso

imposibilitaba su pasaje,

de parecer común, determinaron

volverse descontentos á su campo

por el camino que dejaban hecho,

cuya dificultad hizo más grave

la hambre, la flaqueza y el cansancio,

y ser de ningún fruto su trabajo.

Y habiendo ya sobre cuarenta dias

que por allí pasaron más enteros,

á Nengupá llegaron todos vivos,

aunque de la hambrienta pesadumbre

ellos y los caballos cuasi muertos.

Alli se rehicieron á su gusto ,

por ser terreno sano y abundante,

y enviaron á dar al Licenciado

entera relación de su viaje,

154 HIST» DBL N- R- DE GRANADA.

y de querer tentar por otra via

si la hallaban para las llanadas ;

á quien desde lá hora que las vieron

encaminaban todos su deseo,

midiendo por las buenas apariencias

dellas las poblaciones y el tesoro,

bien lejos (si hay alguno) de lo que ellos

pintaban en su mente si llegaran.

Y el Juan de Sant Martin con aquel frió,

con guías ignorantes fué calando

á poco más ó menos por la tierra

poblada de los Moscas, descubriendo

por ella generosas poblaciones,

y entre ellas la del valle Bagañique,

después llamado valle de Vanegas,

por lo que se dirá más adelante.

Y con frígido páramo bajaron

del alto que llamaron Puerto frió,

hasta venir á dar á las moradas

de Ciénega, que es hoy repartimiento

de Calderón Paredes, y los indios

alborotados, viendo nueva gente,

salieron al encuentro con sus armas,

con presunción de los tomar á manos

para los ofrecer en sacrificio

dentro de los inmundos santuarios.

Y á causa de ser dia proceloso

de lluvias y de vientos insufribles,

caminos ásperos y deleznables,

CANTO QUINTO.

155

los españoles no venían juntos,

antes, desensillados los caballos,

las sillas en los indios de servicio,

y cada cual el suyo de cabestro,

por do mejor podia cada uno.

Los bárbaros pusieron en aprieto

á los que estaban ya más en lo llano,

y Martin Galeano, como viese

en indios Moscas tanta desvergüenza.,

en cerro subió sobre su caballo,

y blandiendo la lanza detenia

el primer ímpetu con poco daño,

porque para sedar aquel tumulto,

más hirió con espanto que con lanza,

de ver aquel cornípedo no visto.

Mas esto duró poco, porque luego,

en oyendo la grita y alboroto,

bajaron á gran priesa ios restantes,

unos cayendo y otros resbalando,

y los indios tuvieron por seguro

dejalles el lugar desembargado,

el caudal que tenían, y la cena

y fuegos encendidos en sus casas,

socorro necesario por ir todos

del frígido rocío fatigados.

Allí hallaron buenas esmeraldas,

y á vueltas del rancheo de la ropa,

sobre quinientos pesos de oro fino,

156 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que tanta cantidad en ningún pueblo

pudieron recoger , por rescebillos

de paz y nunca selles quebrantada.

Y ansí los enviaron otro dia

al campo con dos hombres de caballo;

cuya muestra les dio no poco gusto,

debajo de sentir que hallarían

otros rancheos de mayor substancia,

reconosciendo ya, según lo visto,

que la distancia de la tierra fria

era mayor de lo que se pensaba;

y el campo se mudó de Garagoa,

al asiento de Ciénaga, de donde

el Juan de Sant Martin, con el intento

de salir á la tierra de los llanos,

había ya partido con su gente.

El cual, continuando su demanda,

pasó por Ciachoque y Tocabita,

y por el pueblo que se dice Toca,

á quien dieron por nombre Pueblo grande,

porque lo merescia su grandeza

en aquella sazón, y atravesaron

por el alto de aquella serrezuela

hasta venir hallar al que llamaron

pueblo de los Paveses, por los muchos

con que salieron á les dar batalla,

que fácilmente fueron descompuestos.

Y sin hacelies daño, se pasaron

á Issa, población donde decían

CANTO QUINTO. 157

haber algunos indios que trataban

con los que confinaban con los llanos.

Y estando rancheados, procurando

por guias que supiesen la derrota,

vieron venir un indio presuroso,

de sangre rubricados los vestidos,

recien cortada la siniestra mano

y las orejas ambas, y al cabello

asidas, que venia de Tundama,

á quien dicen Duitama comunmente,

cacique rico y hombre poderoso,

el más guerrero de los deste rey no.

Y el mísero gandul, puesto delante

de los Ochies á quien él buscaba,

en alta voz habló desta manera :

«Hijos del sol, yo vengo de Tundama,

por donde vuestra fama va tendida,

con relación cumplida de lo hecho,

beninidad de pecho con quietos

que quieren ser subjetos á sosiego:

lo cual sabido, luego como viejo

dije ser buen consejo que viniese

quien por Tundama diese paz y dones.

Tuvo reprensiones este voto,

y él, de razón remoto, por aquesto

amancilló mi gesto, y el tirano,

cortándome la mano dijo:—« Quiero

»que seas mensajero, declarando

158 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.

acornó les voy llegando destos frutos,

«porque son los tributos que yo pago

»y que lo que en ti hago por tenelios,

»hede hacer en ellos cuando vengan.

»Di que no se detengan, y en su via

»tú puedes ser la guia de mañana.»

No me falta la gana, gente santa,

y pues que no os espanta dura lanza ,

ordene la venganza vuestra diestra,

por ser afrenta vuestra más que mía.»

Oida la razón del miserable,

condoliéndose de su desventura

el capitán Cardoso, lusitano,

en este caso bien afortunado,

le curó las heridas que traia ;

y el Juan de San Martin incontinente

con aceleración mandó que fuesen

diez peones y siete de caballo,

de quien estaban todos confiados

ser poderosos para quebrantalle

al brioso cacique la soberbia;

pero llegados á Firabitoa,

supieron de vecinos de aquel pueblo

estar el indio bien apercibido

de gentes en guerrera disciplina

cursados, y pertrechos necesarios

para perseverar en su defensa,

según después se vio por experiencia,

CANTO QUINTO.

como declararemos á su tiempo.

Y así determinaron por entonces

de no llegar allá sino volverse,

reconosciendo que les convenia

mayor posible y otro fundamento.

Y porque también vieron, aunque lejos,

ameno valle que representaba

haber de naturales gran pujanza,

acerca de lo cual hubo preguntas,

y por ser población de Sogamoso,

á quien todos guardaban el decoro,

nunca tuvieron resolución dellas.

Volvieron pues á Issa, desde donde

las guias que tenian caminaron

á la mano derecha, diferente

camino del que siempre deseaban

para salir al llano repetido,

porque los adestraron por los pueblos

de Cuitibá, de Guáquira, de Tota,

y Bombaza, bojando la laguna

de Sogamoso, sin llegar al pueblo,

ni hallar el compás que se tenía

entre estos bárbaros por tierra santa.

Al fin por circuitos y rodeos

los trajeron los indios quince dias,

y cuando ya pensaban que salían

de los términos desta serranía,

que de su perdición fuera camino,

IÓO HIST. DEL N. R. DE GRANADA»

sus propios pies , ajenos del deseo,

entraron otra vez en Baganique,

no sin desabrimiento del engaño,

que fué para más gusto y alegría,

é yerro para más acertamiento.

Yendo, pues, caminando por el valle,

hallaron rastro fresco de caballos,

porque otros españoles de su campo,

siendo su capitán Fernán Vanegas

(segundo Mariscal deste distrito,

el cual después casó con Doña Juana,

de Ponce y de León estirpe clara),

habían por allí tomado prendas

que prometieron dar otras mayores

en acrescentamiento de ganancia.

Reconosciendo, pues, la cercanía

de Ciénaga, do el campo hizo pausa,

el Juan de San Martin, como debia,

– envió dos peones á decirles

lo que pasaba cerca del viaje.

Los cuales como ya llegasen junto,

y viesen humos sin aquel murmurio

común en todos los alojamientos,

creyeron que se estaban en Ubeita,

adonde los dejaron de partida

para venir allí, y así temieron,

considerando que los moradores,

CANTO QUINTO.

viéndolos solos, ejecutarían

en ellos los enojos del rancheo

pasado cuando los ahuyentaron ;

y por asegurarse deste riesgo, .

tomaron una mata por cubierta,

con intento que con la de la noche

volverían á quien los enviaba.

Y estando temerosos y confusos,

un asno que llamaban Marubare

(de quien he yo tratado largamente

en lo que se escribió de Santa Marta),

usó del mismo cante y armonía

que el otro de Sileno , cuando Lotis

la ninfa recordó del dulce sueño:

y fué de tal virtud aquel roznido,

que los dos desecharon el del miedo,

por dalles aquel son salvoconducto

para salir del monte sin recelo.

Y ansí llegaron á los aposentos

do hallaron algunos españoles,

y preguntando por la demás gente,

dióseles por respuesta cómo fueron

en demanda del rey llamado Tunja,

de quien habia dado gran noticia

un indio que prendió Fernaa Vanegas;

pero que no sabían el suceso.

Y para yo decillo será justo,

– XLIV – II

l6¿ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

por ser prisión de rey cuya pujanza

no tenia contraste de fortuna,

que se comience con moderno canto,

pues el proceso deste ya repugna

en pocas cosas detenerme tanto.

CANTO SEXTO

En el cual se trata cómo el general Don Gonzalo Jiménez de

Quesada tuvo noticia del rey de Tunja, y vino en. persona

con cincuenta españoles de pie y de caballo, y lo prendió por

su propia mano dentro del alcázar que tenía con dos cercas.

Caducas son las cosas deste suelo

y á caída sujetas las más sanas;

nadie confie del humano vuelo,

que son sus alas confianzas vanas,

pues contra potestad del alto cielo

no pueden sustentarse las humanas;

la cual suele con flacos instrumentos

abatir torres hasta los cimientos.

En verificación de lo que digo

buen ejemplo tenemos entre manos

de la prisión de un príncipe soberbio

de quien temblaban no tan sqjamente

las provincias sujetas á su yugo,

pero también aquellas cuyas fuerzas

164 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

no le reconoscian vasallaje.

Este era Tunja, ya varón anciano,

de gruesa y espantable corpulencia ,

aspecto torvo, rostro formidable,

sagaz, astuto, presto, diligente

en todas sus guerreras competencias ;

en las disposiciones del gobierno

señor en gran manera vigilante,

y en las ejecuciones del castigo

á toda crueldad precipitado ;

feroz de condición , inexorable.

Y ansí, por las alturas de la loma

al occidente puesta deste pueblo,

que de su nombre del es heredero,

tenía muchos indios ahorcados;

la cual por los antiguos españoles

la loma de los tales es llamada,

por la gran multitud de palos puestos

que hallaron en ella los primeros,

hendidos por los altos, do metian

al mísero paciente la garganta,

y quedaba pendiente hasta tanto

que el ánima del cuerpo se partía ;

demás de otros castigos con que todos

los de su reino, grandes y menores,

estaban, sin sentirse lo contrario,

á su voluntad prontos y ajustados ;

y mucho más después de la noticia.

que tuvo de que gentes extranjeras

CANTO SEXTO.

andaban por su tierra, que los suyos

con fraudes y cautela desviaban .

de la ciudad de Tunja do tenía

aqueste rey severo su vivienda.

Y era la vigilancia tan conforme

en todas las provincias por adonde

pasaban inquiriendo rica presa

(y por ventura no sin amenazas

á multitud de indios que dijesen

particularidades de la tierra,

de los cuales algunos estarían

con afrentosas muertes agraviados

de padres ó de hijos ó parientes),

que ninguno hallaban descompuesto

para falsar la llave del secreto

por aqueste Señor encomendado.

Mas como de los pechos lastimados

no salen tan de golpe los enojos

que no dejen reliquias encubiertas ,

y la fidelidad en estos tales

es á más no poder, y las pasiones

suelen reverdescer viendo la suya,

acontesció salir Fernán Vanegas

á buscar de comer en aquel valle

de Baganique con alguna gente,

y saqueó las casas despobladas,

entr’ ellas una que era.santuario,

en la cual se hallaron de oro fino

seis mil pesos en joyas y otras cosas.

l66 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.

Y el bárbaro señor destos caudales

que el valle gobernaba por el Tunja,

gran odio le tenia por haberle

muerto su padre, no sé por qué causa ;

y viendo que los nuestros le llevaban

las joyas y otras cosas que tenía,

salióles al camino con semblante

pacífico, sin otra compañía,

y al Vanegas habló mediante lengua

fiel que declaraba sus conceptos ,

cuyas razones son las que se siguen :

«Capitán, pues que llevas la hacienda,

con tan pequeña prenda no te alejes,

ni la persona dejes de quien era.

Ser vi rete doquiera, según estos

indios que llevas puestos en buen traje,

y son de otro linaje y otra casta.

Ser tu siervo me basta como ellos;

córtame los cabellos y el vestido,

no seré conoscido de los míos,

y sin los atavíos destos valles,

llevaréte do halles gran tesoro;

pues si pretendes oro y otros bienes ,

aquí presente tienes buena guia ;

caudal de gran cuantía te prometo.

Otro deste secreto nunca diera

razón, aunque muriera con tormentos,

porque son mandamientos y rigores

CANTO SEXTO.

de Tunja, de señores el supremo;

y aunque también yo temo su potencia

vuestra mejor esencia me asegura

y me da coyuntura que me cuadre.

Este mató mi padre con prisiones ;

tan buenas ocasiones de venganza

ninguno las alcanza que perdellas

quiera sin gozar dellas, y así digo

que si fueres conmigo y á su casa,

ternán en plaza rasa tus hermanos

donde henchir las manos de riqueza.

Requiérese presteza y armas buenas

por haber partes llenas de defensa

y gente que no piensa ser rendida.»

Oidas por Vanegas las razones

y por los compañeros que llevaba,

al indio regalaron y vistieron

según los otros indios de la costa.

También le cercenaron el cabello,

tocándole bonete colorado,

y con gran regocijo y alegría

á Ciénaga volvieron , donde estaba

el Licenciado con la demás gente ;

y dándole razón de lo que el indio

decia, fué por él repreguntado,

y afirmando por ciertos sus avisos,

el mismo Licenciado con cincuenta

soldados animosos, de los cuales

IÓ8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

serian de caballo veinticinco,

fueron por el camino que la guia

les iba señalando, dando priesa,

á causa de ser tarde, porque lleguen

con claridad á Tunja, cuyo dueño,

como de los sujetos á su mando

tuviese por momentos los avisos

de los pasos que daba nuestra gente,

supo cómo venían presurosos

á dar en la ciudad de su reposo,

y mandó que saliesen al encuentro

crescida cantidad de los pleoeyos

con algunos regalos de comida,

telas aventajadas, cudiciosas,

con que los detuviesen , entre tanto

que ponían en cobro la substancia

de lo que se venia rastreando :

pero cuando salieron los vecinos,

ya los nuestros llegaban á las casas

y á vista del cercado del cacique,

á tiempo que la luz del sol tenia

espacio de dos horas solamente

para dar conclusión á su jornada ;

cuyos rayos herían los bullios,

y dellos resultaban resplandores

deláminas y piezas de oro fino,

pendientes de las puertas , y tan juntas,

que siendo de los vientos meneadas,

daban unas en otras, y formaban

CANTO SEXTO.

169

retinte de sabor á los oidos;

aunque mayor lo daban á la vista

de nuestros españoles, que pasaron

á toda furia por los que traían

el cebo de regalos y preseas,

por ir á lo que más les importaba , \

con tal velocidad y ligereza,

que los pies igualaban al deseo

que traian de ver allí las manos,

no sin gran turbación y sobresalto

de aquella multitud innumerable

de gente que hallaron congregada

junto de los reales aposentos :

cuyo tumulto, grita y alboroto

era tan grande, que se confundían

sin que sangrienta lid se comenzase,

aunque todos con armas en las manos

de dardos y de picas y macanas;

mas no para que se valiesen dellas

más que el bonaso de su cornamenta,

antes quedaron todos como cuando

llega la tempestad inopinada,

y el vehemente soplo de los vientos

con procelosa pluvia sobresalta

á los más recogidos en sus casas,

faltándoles amparo fuera dellas,

y con perplejidad están suspensos

sin la resolución de cosa cierta ,

ó de dejar la trémula posada,

I7O HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

ó con aquel rigor salirse fuera.

Desta manera, viendo los caballos

y la soberbia de los extranjeros,

quedaron los más vivos cuasi muertos;

y el Tunja con la grande pesadumbre

de vejez y carnosa corpulencia,

imposibilitado de salvarse

por pies ajenos ni por suyos propios,

mandó cerrar las puertas del cercado,

guarnido de dos cercas que distaban

la una de la otra doce pasos,

y en la de más adentro grandes casas;

en una de las cuales ya tenía

en petacas liadas recogido

gran cantidad de oro que podia

llevar un indio solo cada carga,

las cuales arrojaban por encima

de la primera cerca sus criados,

sin advertir en ello nuestra gente,

por estar todos juntos á la puerta

del gran cercado por meterse dentro,

do tenían noticia del tesoro;

y apenas las petacas que caian

con él en tierra fuera de la cerca

eran llegadas, cuando de improviso

desparescian y de mano en mano

las trasponían por ocultas vías,

donde nunca jamás se halló rastro

por los inquisidores diligentes.

CANTO SEXTO.

171

En este mismo tiempo trabajaban

algunos por romper las ligaduras

y amarras de la puerta de la cerca

primera donde estaban detenidos;

y el alférez mayor, Antón de Olalla ,

joven de gran valor, con el espada

cortó nudos y vueltas intrincadas,

y dio portillo por do bien podían

entrar hombres á pie, y el Licenciado

bajóse con presteza del caballo,

y ambos con gran ardor entraron dentro,

desnudas las espadas, bien cubiertos

de los escudos, y en el mismo punto

en la segunda cerca se colaron,

la cual estaba sin impedimento,

siguiéndolos algunos de los nuestros,

haciéndoles espaldas, y en la casa

que más autorizada parescia,

rompiendo por gran número de gente,

se metieron los dos, y allí hallaron

al reyTunjano con severo gesto,

en un duho sentado, y en contorno,

en pie delante del, gentiles hombres

de los más principales de su reino;

y aunque vido venir los españoles,

estúvose quieto sin dar muestra

de sobresalto ni de movimiento,

con una presunción desvanecida

deque ninguno fuera tan osado

¡72 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que se atreviera por ninguna via

á llegar ni tocar en su persona.

Tal era la ventosa confianza

y el entronizamiento, que pensaba

que la veneración que le tenian

los suyos le tuvieran los ajenos,

sin atención á vueltas de fortuna

que por diversas vias va haciendo

siervos señores y señores- siervos;

mas el General luego y el Alférez,

reconociendo ser el que querían,

echaron mano del para sacallo

de enmedio de los suyos, con intento

de ponerlo con guardas á recado;

y el Tunja , viendo la descompostura,

á grandes voces dijo:

«¿Quién consiente

que en medio de mi gente, preso sea,

sin que nadie provea resistencia,

y que en vuestra presencia tengan éstos

téminos descompuestos y villanos?

Apareje las manos cada uno

y no quede ninguno destos locos,

pues son malos y pocos todos ellos.»

Aun no bien acabó de decir esto,

cuando de dentro y fuera del cercado

se levantó gran grita y alarido,

confusísimas voces y alboroto,

CANTO SEXTO.

l73

desenvolviéndose de todas partes;

y los peones que quedaban fuera

entraron á valer al Licenciado,

y lo mismo con este pensamiento

querían ya hacer los de caballo;

mas Gonzalo Suarez Rendon dijo:

« En ninguna manera nos movamos,

pues vemos fuera llenos los ejidos,

y desde este lugar adonde estamos,

podrán ser. fácilmente resistidos;

pero, señores, si nos apeamos,

quedamos como mancos y perdidos,

cuanto más que los hombres que están dentro,

bastantes* son para mayor recuentro. »

Y tuvo gran razón, pues aunque pocos

y de diversas armas, rodeados

de principales indios, trabajando

de quitalles el rey de entre las manos,

no pudieron salir con sus intentos,

antes con poca sangre derramada

lo defendieron valerosamente;

y de fuera los otros de caballo

andaban en contorno de la cerca

picando con las lanzas y asombrando

la multitud inmensa que venia,

hasta que ya la noche sobrevino,

y la caliginosa sombra della,

174 HI5T- DEL N- R- DE GRANADA.

ó voluntad de Dios, que es lo más cierto,

hizo no proceder en la porfía,

porque según la gente se juntaba ,

no digo yo con armas, mas con puños

de tierra que tiraran solamente

pudieran oprimillos y ahogallos.

Mas El tuvo por bien que su fe santa

prevalesciese contra Iqs abusos

de los enormes ritos y maldades

que contra la verdad se cometían

por estos engañados id olatras,

y que fuese principio de tan alta

fábrica y edificio soberano,

la breve mano destos españoles.

Los cuales, como viesen la molesta

grita y alborotado movimiento

en tácito silencio convertido,

pusieron centinelas por defuera,

y gente de caballo que velasen

con la solicitud y vigilancia

que para su seguro convenia,

y entregaron á guardas cuidadosas

al Tunja con algunas indias suyas

que lo sirviesen bien como solían,

dándole con halagos apacibles

de su libertad buenas esperanzas.

Y ellos, con el deseo del tesoro,

cuyas muestras les daban en los ojos,

de las pendientes joyas por las puertas,

CANTO SEXTO. 175

anduvieron con lumbres encendidas,

por ver si respondían las entrañas

á las exteriores apariencias;

y en una petaquilla rezagada,

que con el alboroto no pudieron

poner en cobro como las primeras,

hallaron ocho mil pesos de oro

finísimos de joyas diferentes,

y un ataúd de no menos quilates,

al modo de linterna su hechura

(dentro del unos huesos de difunto),

que pesó seis mil pesos, y en el mismo

vaso maravillosas esmeraldas;

y de láminas, águilas, chagualas ,

que colgadas estaban de las puertas,

se recogió tal suma, que montaba

ciento y cuarenta mil pesos cumplidos,

de lo que no pudieron con la priesa

sacar, por les entrar en el cercado

con más presteza de la que pensaban.

Hallaron ansimismo tres buhios

en forma circular , llenos de rollos

de finas telas, varias en colores,

de las que tributaban sus vasallos :

hallaron demás desto de verdosas

y coloradas piedras horadadas

infinidad de sartas á sus trechos;

cañutos de oro fino que servían

en fiestas de coronas ó rodetes,

176 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

con que los principales se ceñían

las sienes, las muñecas y gargantas.

Hallaron también grandes caracotes

marinos, de oro fino guárnese i dos ,

y estas eran las trompas ó cornetas

que se tocaban en los regocijos

y en los sangrientos trances de la guerra

los cuales, según hemos colegido.

venían por rescate de la costa

de gente en gente por diversas vias,

los cuales comp cosa peregrina

entre estos indios eran estimados.

Andaban, pues , allí las manos listas ,

y tan sueltos los pies, que parescian

que no los asentaban en el suelo;

acarreando cada cual al patio

aquello que hallaba de provecho;

y al tiempo que traían las preseas

de lo que relucía , van diciendo:

¡Pirú! ¡Pirú! ¡Pirú! buen Licenciado,

que, ¡voto á tal! que es otro Caxamalca.

Y cierto, si llegaran más temprano,

y más copia de gente que pudiera

escudriñar las casas principales,

cogieran grande suma de moneda;

pero con la cubierta de la noche

transpuso cada cual lo que tenia.

Y ansí, dia siguiente que se hizo

CANTO SEXTO.

177

aquella diligencia y escrutinio

que tiene la codicia de costumbre,

fué poca cosa lo que más hallaron;

pero tenían buenas esperanzas

acerca del rescate del cacique,

porque la guia les habia dicho

ser cifra la riqueza recogida

en respecto de aquello que él sabia

que estaba dentro de sus aposentos.

Mas aunque con halagos y promesas,

y algunas veces no sin amenazas,

importunado fuese con preguntas,

nunca jamás pudieron sacar jugo,

antes estuvo siempre tan protervo,

que pocas veces quiso dar respuesta

á cosa que le fuese preguntada ,

haciendo poca cuenta de halagos,

y menos de amenazas ni de fieros.

Mas no por eso se le dio disgusto

en cuanto le tocar á la persona,

ni se le defendió que no gozase

de todos los servicios y regalos

.de mujeres, criados y criadas,

sin que ninguno de los españoles

á las apetecer ojos alzase,

porque el General era circunspecto,

y mandaba guardalle su decoro

de Señor aquel tiempo que lo tuvo

detenido con guardas, sin prisiones.

– XL1V – • 12

I78 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Lo cual también usaba con aquellos

que constaba ser hombres principales;

y en sustentar la paz á quien la daba,

ningún capitán hubo más constante.

Y fué mal informado ciertamente

quien otra cosa dijo por escrito,

pues si deste Señor después se hizo

justicia, ó sin justicia, poca culpa

tuvo quien no lo vio, ni oyó, ni supo,

por estar él entonces en España :

hízola Fernán Pérez de Quesada ,

hermano suyo, no sin imprudencia

y estímulos de malos consejeros,

venidos de Perú, de cuya parte

pandetur omne malum. ¡ Dios quisiera

que nunca gente del en esta tierra

hubiera puesto pies á gobernallo!

Hubiéranse excusado pesadumbres,

pues todos ó los más que vienen traen

un olor y aun sabor de cherinolas.

Pero dejemos esto para cuando

pidiere coyuntura tratar delio ,

y volvamos á nuestro Licenciado

que, visto que la tierra descubría

más próspero caudal que se esperaba,

á Ciénega mandó tres de caballo

que llamasen la gente que allí estaba.

CANTO SEXTO.

I79

Y ya cuando llegaron al asiento,

el Juan de Sant Martin era venido,

y sabida por él la buena suerte,

á Tunja se partieron con el campo,

adonde se juntaron todos ellos

alegres y contentos con la presa,

y con espectativa de más bienes ,

porque quien dio noticia del de Tunja

también les declaró que Sogamoso

(á la tierra del cual llaman Iraca),

tenia crecidísimo tesoro

en el adoratorio de su pueblo,

y que por ser aquella tierra santa ,

otros muchos señores principales,

demás del general, allí tenían

también particulares santuarios

do hallarían cuantidad de oro.

Lo cual oido por el Licenciado,

con el sabor y gusto de aquel cebo

que cuanto más se come menos harta ,

apercibidos veinte de caballo

y peonaje menos perezoso

que veloz pantera cuando salta

al fimo que le cuelgan los pastores,

caminaron apriesa tras la guia

y fueron en un dia hasta Paipa

(suerte que es hoy de Gómez de Cifuentes,

heredero del otro de su nombre),

donde hicieron noche, y otro dia

l8o HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

llegaron á las sierras de Tundama.

El cual, como guerrero caviloso,

les envió regalos al camino

de mantas, oro, caza y otras cosas,

diciendo que esperasen entre tanto

que él venia con ocho cargas de oro

que se llegaban entre los vecinos;

y siéndoles acepto su mensaje,

por no perder aquel aditamento ,

pararon tanto tiempo, que pasaba

el sol del círculo meridiano;

mas él, con el espacio que le dieron,

se dio tan buena maña con los suyos r

que sacaron del pueblo las alhajas

y el oro todo de los santuarios,

y por los altos comarcanos puso

innumerable gente bien armada

que hundían con gran grita la comarca

con oprobios, diciendo que viniesen,

llevarían encima las cabezas

el oro que tenían para darles.

Y corridos los nuestros de la burla,

determinaron saquear el pueblo, «

del cual salieron todos manvacios,

aunque no de pedradas y flechazos

que descendían de lugares altos,

sin respondelles armas españolas,

porque les fué forzoso por entonces

no pelear á causa de ser tarde

CANTO SEXTO.

181

para llegar adonde los llevaba

la guia, que seria la distancia

de estos asientos hasta Sogamoso,

poco más de una legua de camino.

Y asi, por grande priesa que se dieron,

llegaron cuando Febo ya quería

•desamparar aquellos horizontes ;

en los cuales hallaron congregados

en llano sitio grandes escuadrones ,

que, viéndolos venir, dieron la grita

que suelen cuando piden rompimiento,

y nuestros españoles convidados

dellos y del lugar acomodado,

rompieron por la gente más granada,

derribando coronas y penachos

con algún daño de los dueños dellos,

que no fué, mucho, porque fácilmente

hicieron que volviesen las espaldas

y les dejasen libres los albergues,

y el mismo Sogamoso su cercado,

con las pendientes láminas y platos

del pálido metal que se buscaba ,

según y como Tunja los tenia,

que valieron ochenta mil ducados

los que se recogieron con obscuro,

y entre ellos hubo pieza que pesaba

arriba dé mil pesos de buen oro.

Y la tiniebla fué no poca parte

para sacar ios indios gran riqueza,

l82 HIST. DEL N. K. DE < « RANADA. así de casas como de santuarios, y más del principal adoratorio que ya por religión, ó por ser cosa común, ó porque más no fué posible, no pudieron del todo despojallo. Al cual llegaron rato de la noche Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra f ambos valerosísimos soldados (de ios cuales es hoy el Miguel Sanchez, vivó, y el uno alcalde deste pueblo), y para ver lo que se contenia dentro del edificio suntuoso, rompiéronle las puertas, y con lumbre de pajas que llevaban encendidas entraron dentro del, adonde vieron donde llenar las manos á su gusto, y en una barbacoa bien compuesta hombres difuntos secos, adornados de telas ricas y de joyas de oro, con otros ornamentos, que debían de ser cualificados personajes; y el pavimento del adoratorio cubierto de espartillo blando, seco (según allí se tiene de costumbre, y en las demás provincias deste reino que participan de terrenos frios). Y estos soldados, con la gran codicia, que las más veces suele dar de mano CANTO SEXTO. i8? á consideraciones necesarias, pusieron en el suelo la candela de las ardientes pajas que llevaban, y embebescidos en recoger oro, no miraron aquel inconveniente, que fué cundiendo por los espartillos, no con abierta llama ni sonora, hasta venir á dar en las paredes , que estaban esteradas de carrizos pulidamente puestos y trabados, donde creció la llama de tal suerte, que cuando revolvieron las cabezas no fué cosa posible mitigalla, y aun poder salir fuera fué un milagro, á causa de ser fábrica pajiza. Pero con este riesgo no dejaron el oro que tenían recogido, á lo menos aquello que sus fuerzas bastaron á poner sobre los hombros, dejando lo demás encomendado á la soberbia furia del incendio, que fué volando hasta la techumbre, y de su resplandor aquellos campos desecharon de sí nocturna sombra. Y Domingo de Aguirre que velaba junto con Pero Bravo de Ribera, vinieron á caballo presurosos, pensando ser ardides de los indios, porque vieron algunos ir huyendo; 184 • HIST. DEL N. R. DE GRANADA. VjOOQlC de la cual opinión es Miguel Sánchez, diciendo que no fue descuido suyo, mas puesto por industria de los xeques que decian estar allí secretos en guarda del insigne santuario, y viendo los dos hombres ocupados, determinaron de quemalios dentro. Mas de cualquier manera que esto sea, el fuego desta casa fué durable espacio de cinco años, sin que fuese invierno parte para consumillo, y en este tiempo nunca faltó humo en el compás y sitio donde estaba. Tanto grosor tenia la cubierta, gordor y corpulencia de los palos sobre que fué la fábrica compuesta, los cuales se trajeron de los llanos, según dicen los indios más antiguos, con infinito número de gente que de diversas partes ocurrieron á traer de tan lejos la madera que parescía ser incorruptible, porque su templo fuese tan durable como los que nos cuentan las historias ser hechos de maderos arceuthinos, que son de enebro, planta conoscida, de quien.leemos que, sin corromperse, en España duraron edificios CANTO SEXTO. ■85 doscientos años sobre tres quinientos. La cual madera Solomon pedia • ai rey Hiran para labrar el suyo; y esta ciega nación, con pensamiento de hacer edificio permanente, buscaba materiales infalibles. Y aun díceme Juan Vázquez de Loaisa que cuando se hincaban los estantes ponderosísimos, cada cual dellos se plantaba sobre un esclavo vivo, porque fundados sobre humana sangre no serian sujetos á jactura, Mas engañáronse los insensatos, pues fueron en ceniza convertidos, sin que la potestad de Sogamoso entonces acudiese con su pluvia; porque, según aquestas gentes creen, llover y granizar es en su mano, con los demás efectos naturales que por los cuatro tiempos se varían; y están en esto tan endurecidos estos bestiales, que razón no basta á deshacer aquestas burlerías, con otras más ridiculas y tontas •que tienen arraigadas en los pechos. Y el origen de aqueste desvario Fernando de Avendaño, curioso l86 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. en las antigüedades de los Moscas, mozo criollo, diestro desta lengua , hijo del capitán Juan de Avendaño, certifica que fué por esta via. Hubo tiempos pasados un cacique, ldacansás llamado, que en su lengua significa lu% gran^e de la tierra, el cual tenia gran conocimiento en las señales que representaban haber mudanzas en los temporales ó de serenidad ó tempestades, de sequedad, de pluvias, hielos, vientos, ó de contagiosas pestilencias, por el sol, por la luna, por estrellas, por nubes, aves y otros animales, y.cosas que le daban cierta muestra en aquella provincia que regia de venideros acontecimientos; ó por ventura como hechicero por comunicaciones del demonio que, como gran filósofo, diria estas revoluciones y mudanzas al gran ldacansás, cuyos juicios, como vieron en él ser puntuales, entendieron venir por orden suyo , y acudian á él con varios dones á la necesidad correspondientes de lo que pretendía cada uno , I ; i (■ CANTO SEXTO. 187 reverenciándolo como quien era oráculo común que consultaban, no sólo sus vasallos, pero cuantos indios hay en aqueste Nuevo reino. La cual opinión fueron heredando j hasta hoy los caciques que tenían aquesta dignidad, no por herencia, sino por elecion en aquel tiempo; y no podían ser los elegidos sino de Tobacá y Firabitova, pueblos al Sogamoso comarcanos, gozando de su vez cada cual destos, sin haber eleciones sucesivas, unas tras otras en un mismo pueblo, antes, en las vacantes, alternadas; más dicen que una vez, en la vacante, un caballero de Firabitova, de barba larga y en color bermejo (cosa que raras veces acontece en aquesta nación), tiranamente usurpó con favor de seis hermanos, varones valerosos que tenía, aquesta dignidad y señorío, siendo de Tobacá la vez entonces; y sobre esta razón dieron aviso los Tobacaes á los electores, cuatro principalísimos caciques de Buzbauza, de Gameza, de Toca 1*88 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. y de Pesca, y en caso de discordia se valian del voto de Tundama. Los cuales avisados de la fuerza y atrevimiento grande del bermejo, determinaron de hacelle guerra, ansí por quebrantar los estatutos, como porque prendió por ciertas vias á Gameza, y á causa de negalle el voto y voluntad que le pedia, hizo justicia del públicamente. Juntaron, pues, ejército crescido todos los electores y el Tundama, y el "bermejo barbudo con su gente no rehusó de dalles la batalla; donde dio clara muestra peleando á todos ellos ser aventajado en animosidad y valentía ; pero los electores pregonaron so penas capitales que ninguno de los de Sogamoso lo siguiesen ni lo reconociesen por cacique, pues les era notorio ser tirano y haber tomado violentamente aquella dignidad que se debia hacer por elección de los señores que venían allí determinados de poner en razón aquel abuso. Y aquesta diligencia pudo tanto, CANTO SEXTO. 189 que la parcialidad de Sogamosos, que era la mayor parte de. su hueste, se pasó de la seña del bermejo á la de los caciques electores, y ansí dieron sobre él, y en el conflicto fué de vida y estado perdidoso, como varón insigne peleando; y los hermanos, viéndolo caido, de entre la multitud innumerable con sus pocos parciales lo sacaron, y el cuerpo transpusieron donde nunca jamás supieron del, porque quisieron poner en palos altos el cadáver, según él hizo temerariamente , de Gameza, cacique generoso. Puestas ya las cosas en sosiego, de voluntad de todos eligieron uno de Tobacá, que se llamaba Nonpanim, que en su lengua representa vasija de león, y después deste, sucedió su sobrino Sugamuxi, que allí quiere decir el encubierto, y este reinaba cuando los cristianos entraron en la tierra, y es llamado (el nombre corrompido) Sogamoso ; á quien después llamaron Don Alonso, cuando con agua santa fué lavado. Al cual yo conocí, y en muchas cosas 190 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. tenía términos caballerosos, y para negociar sus pretensiones se daba buena maña con jueces. E yo le vi hablar con una dueña, mostrando sentimiento de la muerte de su marido, por estar viuda , y condoliéndose de su trabajo, por remate del pésame le dijo. «Entiéndame, señora, lo que digo ; yo tuve por amigo tu marido, y sin amor fingido consentía que alguna gente mia le sirviese y dellos recogiese la demora. Tú los tienes agora, y están dentro de aquel repartimiento que te deja. De mí no ternas queja, y á la clara el guardalle la cara ten por cierto, tanto después de muerto como vivo, si tú con buen motivo la guardares ; pero si te casares, aquí cesa el dar á mi promesa cumplimiento; pues si tienes intento de otra prenda, • quiero que mi hacienda no la tenga cualquier otro que venga bigarrado á lo que no ha ganado ni meresce ; pues vemos que acontesce muchas veces entrar aquestas heces holgazanas en lugar de las canas honorosas, CANTO SEXTO. y con manos ociosas y lavadas gozan de las ganadas posesiones, y os dan de bofetones y de palos, en vez de los regalos recibidos de los viejos maridos que perdistes. Y ansí lo que hicistes por holgaros, suele después quitaros dulce vida; pena cuya medida satisface , porque la que tal hace, que tal pague.» Semejantes palabras en substancia fueron las deste bárbaro prudente; el cual, por las razones declaradas, tenía gran caudal en aquel tiempo que entraron españoles en su tierra; mas por estar los indios avisados, el que hallaron fué casi ninguno en respecto de lo que se sabia por la noticia cierta que les dieron; pero por no perder lo recogido, si junta de caciques ocurriesen , determinaron de volverse luego á se juntar en Tunja con los otros que quedaron en guarda de la presa én aquella comarca recogida; y juntos allí todos, dieron orden en la prosecución del escrutinio de donde resultase más ganancia. 192 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. Y ansí, por ser caminos algo largos r haberme detenido con digresos debidos al sujeto deste canto, en el que después viene, Dios mediante. iremos por sus pasos procediendo. CANTO SÉPTIMO Donde se cuenta como los españoles dejaron el asiento de Tunja , y salieron en demanda del valle de Nciba y del rey de Bogotá, y lo que más les sucedió. Teniendo ya la presa y el rancheo en la ciudad de Tunja recogido, creció, con el montón , nuevo deseo de verlo más cubierto y extendido. Inquieren dó podran hacer empleo, .. que más acrecentase su partido, y Neiba declararon ser terreno que de prosperidad estaba lleno; porque verian una gran laguna y dentro della rico santuario, fundado sobre mármores de oro, y ser inestimable la riqueza que dentro del estaba consagrada. Ansimismo tuvieron nueva cierta -xuv- i 3 194 HIST- DEL N- R- DE GRANADA. del rey de Bogotá, y en qué boscaje tenia sus ocultos aposentos. Estímulos solícitos que luego les compelieron á dejar á Tunja, dándole libertad al rey anciano y encomendándole que siempre fuese amigo de españoles, pues si antes les saliera de paz, se reservara de todos los disgustos padecidos; pero que ya podía sin recelo gozar de su quietud y señorío, en el cual, sin haber cosa contraria, seria defendido y amparado. Y despedidos del, puestos en orden, con ochenta gandules en cadena que llevaban el oro, se partieron, y fueron caminando hasta Paipa , do pararon espacio de tres dias; y al cuarto, cuando ya febeos carros con movimiento rápido querían atravesar el eje del esfera, vieron hacia la parte del Oriente bajar por la cercana serranía sobre cincuenta mil hombres de guerra; lucidos escuadrones ordenados, con diferentes armas y pertrechos, innúmeros paveses, hondas, picas, arcos, flechas» macanas, tiraderas, CANTO SÉPTIMO. ondeando por cima de las sienes lozana bizarría de plumajes, coronas de oro, petos, brazaletes •que traian los indios principales, con otras joyas más, cuyo refracto la vista de los ojos impedia, y el codicioso gusto despertaba de los que se pusieron á la mira, sin conoscer qué gentes eran estas que con tan gran denuedo se movían. Mas éste era Tundama, con aquellos caciques que le daban obediencia , Onzaga, Chicamocha y Ocabita, Icabuco, Ceniza, Lupachoque, Satiua, Tutassa, Susa , y el fuerte Soata, con el alto Chitagoto, con otros capitanes y caudillos, los cuales, por impulso del Tundama, venían con bravoso movimiento desgalgándose por la cuesta bajo de la frontera sierra comarcana. Bien como cuando nimbo proceloso derrama por los altos sus licuores y la cresciente dellos se deriva por los declives valles y quebrados, llevando por delante con ruido las plantasy las piedras ponderosas, de tal manera bajan los salvajes 19b HIST. DEL N. R. DE GRANADA. con terrible ruido y estampido contra los españoles que por orden digestos esperaban el conflicto, junto de las llanadas apacibles de Bonza, cuyos indios hoy posee Pero Nuñe'z Cabrera por herencia del noble padre de su mismo nombre, allí presente con el Licenciado, y al lado del con otros caballeros á quien (viendo cercanos los tumultos y aquellas furiosas apariencias), les dijo las palabras que se siguen: «Fuertes conmilitones, no se excusa venir á sanguinoso rompimiento, pues la bárbara furia no rehusa de se probar en este detrimento. Es multitud , mas en venir confusa puede facilitar su vencimiento. Soldados viejos sois, hijos de España, y hombres que sabéis daros buena maña. »Y pues ella con guerra nos convida, sin de nosotros rescibir ofensa, hagamos su locura convertida en contrario suceso del que piensa. Los que se ven en riesgo de la vida justamente procuran su defensa, y ansí conviene pena y escarmiento donde los enemigos son sin cuento. CANTO SÉPTIMO, I 97 «Dejémoslos que bajen de la cumbre y ocupen esta llana circunstancia, adonde no con mucha pesadumbre quebrantareis su brío y arrogancia con algún fruto de la muchedumbre, porque cuantos más moros más ganancia ; y nadie salga ni me juegue treta, hasta tanto que yo les acometa.» En este tiempo ya la mayor parte de la gente belígera llegaba á tiro de ballesta de los nuestros , desembrazando jáculos y piedras, que por los vagos aires resonaban espesas como nubes de langostas, á nuestros españoles dirigidas; los cuales viendo que la cercanía y el cómodo lugar los convidaba, el Licenciado dijo : ¡Santiago¡ De cuya voz movidos acudieron , ansí peones como de caballo , y algunos naturales ansimismo que les eran amigos y parciales, cada cual dellos con guirnalda verde para los conocer en la refriega; y entre ellos aquel indio que los trajo á Tunja y al preciado Sogamoso, y era gobernador de Baganique. El cual en la sangrienta pesadumbre 198 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. donde muchos estaban vomitando las ánimas, los pechos traspasadosr vio con corona de oro y ornamentos de bellas plumas un gallardo joven ya de vital aliento despedido, y como fuese pica cudiciosa, quísose mejorar, y dio de mano á la verde guirnalda que tenía, señal de su salud y su seguro, y púsose la otra, que fué cambio que no le costó menos que la vida, porque en la confusión sanguinolenta * viéndolo con insignia diferente de la que los amigos se cubrían , creyendo ser del puesto de Tundama r con todos los demás quedó tendido; sin que desta desgracia se tuviese noticia ni sospecha hasta tanto que, puestos en huida los contrarios y recogidos todos los amigos, aquél se halló menos, que cualquiera quisiera más guardallo que sus ojos; al cual entre cadáveres buscando, hallaron traspasado de una lanza; y por tener trocada la presea , se conoció la causa de su muerte, por no ser conocido del que hizo el mal en el horror de la matanza. CANTO SÉPTIMO. 199 En efecto, cantada la vitoria sin daño de la gente castellana, recogen los despojos de los muertos, cuyo número fué bien extendido , y otro dia siguiente se partieron con presupuesto de llegar á Neiba, donde los indios Moscas afirmaban haber montones de oro por las casas, como tenían ellos de los.granos de maíz y de turmas y frijoles, debajo de cautela, por echallos con aquel trueno fuera de su tierra. Llegaron, pues, al pueblo de Suesca, cerca de Bogotá, donde dejaron el campo con la gente necesaria que para su defensa convenia, y todos los demás á la ligera caminaron con guias hasta Pasca, tierra que ya hallaron otras veces, desde donde siguieron su derrota, por páramos y tierras despobladas, hasta llegar al valle prometido, á quien llamaron Val de la Tristeza, donde las falsas guias se huyeron, dejándolos con grave desconsuelo , por ser aquella tierra mal poblada. sin bien y en sumo grado calurosa; de cuya causa padecieron grandes hambres y enfermedad de calenturas, 200 HIST. DEL N. R. DH GRANADA. de las cuales por falta de remedios murió la mayor.parte del servicio, y de los españoles tres ó cuatro, por la gran humedad y los vapores del rio grande de la Magdalena, junto del cual estaban alojados, á causa de hallar allí tugurios do vivían algunos naturales que, huyendo de gentes extranjeras, se pasaron á la contraria banda, desde donde con grita, como suelen , cada mañana los amenazaban. Mas uno dellos, mozo bien dispuesto, sin saber los intentos que traía, vieron venir nadando por el rio, encaminado, sin mostrar recelo, al lugar donde estaban alojados; y después de tomada la ribera, vínose para ellos, y en llegando, sacó de su zurrón ó su mochila catorce corazones de oro fino de veintiún quilates, que pesaron dos mil y setecientos castellanos. Los nuestros, aunque tristes y afligidos , parece que con ver aquella muestra, cobraron un poquillo de más brío, y con grandes regalos y caricias al bárbaro trataron, y le dieron cuchillos y tijeras y otras cosas ; CANTO SÉPTIMO. 201 gitized by y con tan pobres prendas satisfecho, á nado se volvió por donde vino, y otro dia volvió con otro tanto, que fué recompensado con cosillas de cuentas y un bonete colorado, rogándole que siempre les trajese de aquellos corazones, do los suyos tenían colocados sus afectos; pero nunca volvió, ni más lo vieron, aunque esperaron tres ó cuatro dias. Y ansí determinaron de volverse ¡j á gozar de terreno más sanio; y en el cargar el oro por su tanda cada cual rehusaba la carrera, por la flaqueza grande que tenían ellos y algunos indios que escaparon, pues apenas podían sustentarse sobre los flacos miembros con bordones. Y ansi determinaban enterrallo en parte conoscida, hasta tanto que una compañía revolviese á lo llevar con menos pesadumbre; más paresciéndoles que no cumplía, Pedro de Salazar y Juan de Valle, que se hallaron con mejor aliento, á veces lo llevaron á sus cuestas hasta llegar á Pasca, do hallaron cuatro hombres de caballo, que dijeron mandar el General que todos fuesen 202 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. derechos al cercado del cacique de Bogotá, donde los esperaba con el demás restante de la gente. Lo cual luego pusieron en efecto, reconosciendo ser aquel asiento para convalescer acomodado y de mantenimientos proveído; donde después que todos fueron juntos y acordaron de repartir el oro para dar su porción á cada uno , haciendo nombramiento de jueces, según suelen en casos semejantes. É ya la cuantidad toda sumada, después de dar al Rey su real quinto, hiciéronse las partes , y tasaron á cuatrocientos pesos cada parte; y aquel número dellas tanteado, al Gobernador Don Pero Fernandez por capitulación le dieron nueve, y á Gonzalo Jiménez de Quesada, como teniente suyo, dieron siete. A todos los demás iban juzgando, según les paresció que merescian; no con tal rectitud que no quedasen muchos buenos soldados con agravio, viendo ser preferidos con ventajas los que menos habían trabajado : negocio bien común en estas partes , donde los lisonjeros y malsines CANTO SÉPTIMO. 203 suelen llevar la nata de la tierra , y los que conoscieron ser atlantes que llevaron el peso de la siesta, muchos jueces malconsiderados los dejan con el papo lleno de aire. Aunque ya todo va tan corrompido, que si en nombre del Rey hacen mercedes, las vende para sí quien tiene mando á quien trae mayor garcisobaco, sin atenciones de merescimientos; y es ésta desvergüenza tan usada, que ya paresce ley establescida. Partiéronse también las esmeraldas, que no fué partición de menos fraude contra los que sudaron en ganallas; mas como gente bien intincionada , fiel á sus caudillos y obediente, pasaron blandamente por lo hecho; y aun el Teniente tuvo tales mañas, so color de.querer ir en España á demandar mercedes para todos, que cada cual le dio la mayor parte de aquello que le cupo de la suya. Y como ya tuviesen guias ciertas para saber la parte donde estaba el señor Tisquesuzha retraído , cuya prosperidad les prometía riqueza que en quilates excediese J04 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. i la que ya tenían repartida, acordaron entralle con obscuro; y apercibidos con el Licenciado peones y caballos escogidos, cuando ya los mortales corazones habían desechado los cuidados de los cuotidianos ejercicios, y los humanos ojos regalados del humor soporífero cobraban aquel tributo que les es debido , dieron en los ocultos aposentos, de innumerable gente rodeados ; donde con turbación desordenada se fué tendiendo por aquellos campos un confuso ruido y alboroto, tan mal proporcionado como cuando va por espesas selvas la braveza del violento céfiro hiriendo con fervorosos soplos robles altos. Mas ya reconoscida la cautela, volviendo sobre sí los soñolientos á reparar aquel nocturno daño, arrojaban tizQnes encendidos, piedras, troncones y otros instrumentos sobre los que decían ¡Santiago!, que por ahuyentar la muchedumbre hacían grande estrago con las lanzas. Cuyo rigor, y de los que caian gemidos y querellas, compelieron gitized by CANTO SÉPTIMO. 20^ á dejar la prolija ranchería, buscando los lugares más seguros 1 ' en los latibulos.de la montaña por do la mayor parte desta gente andaba divertida y asombrada. Y el miserable Rey, por escaparse de aquella tempestad inopinada, salió del postigo del cercado con algunos señores principales y muchos caballeros de su guarda, en dura coyuntura, pues á bulto una saeta vino contra ellos, y, reservando toda la cuadrilla, al Rey atravesó por las espaldas. Miserable suceso que nos muestra cómo también los grandes corren riesgo y están sujetos á calamidades y á muertes desastrosas como esta. Allí con el dolor midió la tierra y juntamente dio postrer gemido ; pero los circunstantes lo tomaron, y á paso presuroso lo metieron por lo más áspero de la montaña, donde, según el tiempo y el angustia, le debieron de dar la sepultura, porque después, andando rastreando un lusitano dicho Gaspar Méndez, con un sepulcro dio recien labrado, y en él un cuerpo muerto que tenía 306 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. lucidísimas joyas que pesaron ocho mil castellanos de oro fino; mas cerca de ser él se tuvo duda , por el poco caudal y otras señales que hallan en reales sepulturas, antes se sospechaba ser alguno de sus Uzaques, hombre señalado, que debió de morir en la presura; * pero nunca se supo ni ha sabido de cierta ciencia dónde lo pusieron. Este fué, pues, el fin de Tisquesuzha, por quien los principales y menores de todas las provincias que regia hicieron doloroso sentimiento, por ser á todos ellos agradable; estando por entonces ignorantes de la desgracia nuestros españoles, cuyos deseos principales eran tener aqueste Rey por prisionero , y tuvieron por caso desgraciado que se les deslizase de las manos, dejando sus albergues sin defensa, los cuales saquearon, y, aunque pocas, se hallaron algunas joyas de oro, en casa del Señor principalmente, y una totuma, vaso de oro fino, llena de tejolillos de lo mismo que pesaron mil pesos poco menos, CANTO SÉPTIMO. que, según paresció, de sus tributos aquella noche de su desventura un señor se la dio de sus vasallos. Hallóse mucha ropa de sus telas, y en la real despensa provisiones de varios alimentos y de cazas, entre ellas cien venados recien muertos, que los monteros diestros que tenia aquella misma noche le trajeron. Pero todo les dio poco contento, por no hallar aquel tesoro grande que verdadera fama publicaba, ni de tantos millares, quien dijese siquiera por barruntos algún rastro. Al fin á Bogotá dieron la vuelta, donde supieron de mujeres suyas la muerte del Señor y por qué via, de que se rescibió no poca pena; y por la muerte del un caballero que era su general, y se llamaba Sacresaxigua, bien acreditado entre los principales deste reino, varón astuto, liberal, bien quisto, de gran autoridad en su persona , de presencia graciosa y agradable, á quien reconoscian obediencia las altas y las bajas condiciones, tentó quedarse con el señorío, 208 H1ST. DEL N. R. DE GRANADAv sin que se le debiese por herencia ; y convocando gentes atrevidas, inquietó gran número de dias á nuestros españoles con asaltos, con tal obstinación y pertinacia, que comer ni dormir no los dejaba; las armas en la mano todas horas, aunque sin jactura de los suyos, que pagaban los acometimientos con sangre destilada de sus venas. Ansí que en este caso no salían sus obras á medida del deseo, que era desarraigar de todo punto los pocos españoles de su tierra á quien, como demás de sus avisos* fuerza superior favorescia, humana diligencia no bastaba, y era la multitud ninguna parte para los expeler de sus albergues. En todo lo demás Sacresaxigua era varón cabal y circunspecto, y ninguno juzgaba ser indigno del cargo que tomó sobre sus hombros en cuya posesión estaba puesto, sin que comunidad adivinase en esta sucesión haber mudanza. Mas como pocos hombres ó ningunos que sean señalados sean exentos ó de tácitos émulos ó claros, CANTO SÉPTIMO. 209 habia dos insignes caballeros de la casta real, que se decía que murmuraban del abiertamente acerca de tomar el mando regio. El uno destos fué Cuximinpaua, y el otro se llamó Cuxinimegua, ambos en gran manera respetados, ansí por el valor de sus personas, como por ser preciada descendencia. Destos se receló Sacresaxigua, porque para seguro del estado donde se colocó por sus industrias, otro ningún contraste conoscia; y estos, por ser personas favoridas que doquiera tenían mucha mano, no podía quitallos de por medio; y ansi determinó dejar la guerra contra los españoles comenzada, y para perfección de sus intentos, saliéndoles de paz, valerse dellos y dalles á entender ser heredero y el cierto sucesor en el estado. Esto se puso luego por la obra, de gente principal acompañado, con larga procesión de sus criados, cargados de regalos y de ropa, copia de joyas de oro y esmeraldas, y fueron adelante mensajeros - XLIV - 14 210 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. á que notificasen su venida al campo de la gente castellana, que fué nueva de gran contentamiento. Y ansí luego salieron al camino algunos principales capitanes para venir con él adonde estaba el General, de quien fué rescibido con apacibles y amigables muestras ; y todos se holgaron grandemente ansí de ver su buena compostura, gracia, disposición y gallardía, de quien cualquiera buen entendimiento juzgara ser, según las apariencias, en él la dignidad bien empleada , como por el magnífico presente que fué de sus ganancias crescimiento. Estando, pues, intérpretes presentes, que ya con certidumbre declaraban en idioma nuestro las razones y propiedad del bárbaro lenguaje, Sacresaxigua declaró su pecho al General Jiménez de Quesada, cuya substancia fué lo que se sigue : «Gran capitán, bien creo que estás cierto ser por vosotros muerto Tisquesuzha en la guerra confusa del cercado do estuvo retirado muchos dias. CANTO SÉPTIMO. 21 I Tenté por varias vias vuestra lanza para tomar venganza de su muerte, pero ninguna suerte hice buena, por ser la vuestra llena de ventura, la cual os asegura las regiones de soberbias naciones y terribles. Sé que sois invencibles, y ansí quiero aquel odio primero convertillo en un amor sencillo, limpio , sano, por ser trabajo vano del que piensa que puede ser ofensa ni flagello de ios que el alto cielo favoresce. Paz y amistad floresce, y ésta os pido, como quien ha venido por herencia al imperio y potencia de mi tio; en el cual señorío regalaros, serviros y agradaros son intentos mios, que á todos vientos no me muevo. La paz quiero y apruebo y amistades, y en las necesidades y rigores recíprocos favores nos prestemos. » Dijo, y el General, que muy atentos á sus razones tuvo los oídos, en satisfacion dellas le responde: «Gran contento me da, Sacrisaxigua, tu consideración y tu prudencia, porque por ella sola se averigua 212 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. venir de generosa descendencia. Y aun para yo creer ser tan antigua, bastaba contemplar esa presencia, que me promete ser verdad tu hecho y no moverte con siniestro pecho. »Y ansí, pues has querido conformarte con gente que no supo ser vencida, debes perseverar y no mudarte, del amistad que tienes prometida. Estando cierto que de nuestra parte no tiene de ser manca ni torcida; como si menester has nuestro amparo darán las obras testimonio claro. »Pero para gozar desta clemencia y prendar á tu gusto mis entrañas, has de dar vasallaje y obediencia al invencible Rey de las Españas, á cuya felicísima potencia se rinden las naciones más extrañas, y varios reyes de diversos bandos están todos sujetos á sus mandos. »É1 nos envia, del somos mandados venir á descubrir nuevas ciudades, y como sus vasallos y criados, no podemos tener paz ni amistades sino con quien sujeta sus estados á sus decretos y á sus voluntades; y en este sano parescer resuelto, podrás luego dormir á sueño suelto.» CANTO SÉPTIMO. 213 El bárbaro mostraba ser contento servir á quien servían tantos buenos, y ser del número de los señores que de tan alto Rey eran vasallos; midiendo sus palabras y respuestas al talle de las puestas condiciones, y siempre frecuentaba los albergues de los que ya tenia por amigos, trayéndoles las cosas necesarias para la provisión cuotidiana , con tal magnificencia y abundancia, que á todos cuantos eran los tenia á su voluntad llanos y rendidos. Pocos dias después los indios Panches entraron en las tierras de los Moscas, en las cuales hicieron grande estrago, y se fueron ellos con la presa de gente que llevaron para cebo de sus infames y voraces vientres. Lo cual sabido por Sacresaxigua, á los católicos acudió luego, y al Gonzalo Jiménez de Quesada le dijo: «Capitán, si no soy necio, en vuestro menosprecio más que mió el caribe gentío comarcano ensangrentó su mano largamente en esta buena gente que os sustenta. 214 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Si sentís el afrenta como es justo, vuestro brazo robusto no se venza, y á tanta desvergüenza dé castigos, pues entre los amigos es expresa ley dar á la promesa cumplimiento. Si tu primer intento no se muda, el socorro y ayuda prometido es el que agora pido, porque quiero hasta dejar el cuero dalles guerra.» Oídas las razones querellosas por el teniente y otros capitanes, dijeron ser muy justa su demanda, y ansí dio por respuesta Don Gonzalo: «Apercibe tu gente, buen amigo, porque la mia ya se perficiona, con buena gana de se ver contigo entre la mala gente que os baldona; y en las ejecuciones del castigo yo me quiero hallar por mi persona , y cuando tu poder tuvieres junto, aquí nos hallarás puestos á punto.» Sacresaxigua, lleno de contento de ver la voluntad determinada, puso luego las manos en la obra, y en brevísimo número de dias sacó doce mil hombres de pelea, CANTO SÉPTIMO. 215 de los que conocía ser cursados y diestros en guerrera disciplina , que, sujetos al orden -de los nuestros, entraron en la tierra de los Panches que no vivían punto descuidados , antes con un aviso tan entero en la cuotidiana vigilancia, que por ninguna parte se podia meter un hombre solo sin sen tillo. Y ansí, como supiesen la venida de.los barbudos con tan gran caterva, escarmentados de las otras rotas pasadas, como viesen que en lo llano prevalecían siempre los caballos,' ocuparon las ásperas alturas, donde ningún efecto se hiciese con ellos, y los Panches á su salvo •podían ofender á sus contrarios, por ser muchos y bien fortalecidos en las inaccesibles asperezas. Pero como llegase deseosa la gente del ejército cristiano á hora que las sombras de los montes crecían y el sol iba declinando, tocaron las trompetas españolas , y ansimismo las bárbaras cornetas, estruendo de atambores y bocinas >

la grita y alarido descompuesto

que suelen en señal de rompimiento-

Uooole

2l6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

con tal retumbo, que los animales

ñeros desamparaban sus cavernas,

buscando cada cual lugar seguro

fuera de aquel horrísono ruido,

y comenzóse la sangrienta prueba

con ventaja de los acometidos,

por no poder romper los de á caballo,

y subir los peones con gran riesgo

de galgas, piedras y de varios tiros.

También los Moscas con sus escuadrones,

animados por el Sacresaxigua

y viejos capitanes de su hueste,

acometieron con gentil denuedo;

pero los bravos Panches, como perros

á liebres ó conejos se llegaban’,

cebados en aquel mantenimiento

que tenían en uso y en costumbre,

y aunque con algún daño de los suyos,

mataron ciertos Moscas, y al momento

fueron despedazados, y bebida

la sangre que pudieron á porfía.

Y fuera más sangrienta la matanza,

á no ser socorridos de los nuestros,

que reprimieron la caribe furia

con hechos y proezas admirables,

no sin notable detrimento suyo,

pues quedaron los doce mal heridos;

mas al fin sostuvieron el concurso

terrible y en extremo porfiado,

CANTO SÉPTIMO.

2I7

hasta que ya faltó la luz del dia,

y el ejército Panche se retrajo

á los lugares más fortalecidos,

dejando por entonces la pelea,

y el bando de los Moscas á lo llano,

do quedaba la gente de caballo;

donde fueron curados los heridos ,

y por las partes más aparejadas

para ser asaltados de los Panches

pusieron centinelas vigilantes;

aunque los españoles, sospechosos

ansí de amigos como de contrarios,

de los unos y otros se>elaban.

Y para ver qué modo se ternia

en el acometer dia siguiente ,

de suerte que pudiesen menearse

caballos y jinetes á su gusto,

entraron en consulta, y acordaron

armalles emboscada, y atraellos

por mañas á lugar acomodado

do hiciesen efecto los caballos.

Habia, pues, á breve trecho dellos

una quebrada grande, que los campos

de los contrarios bandos dividía,

cuyas orillas eran montuosas

y acomodadas para sus intentos,

y por delante dellos tierra llana,

por donde los cuadrúpedos podían

2l8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

correr y revolver, y dar alcances.

En estas espesuras se metieron

en el mayor silencio de la noche

el General, su hermano Fernán Pérez

y Gonzalo Suarez , Juan del Junco,

Lázaro Fonte, Céspedes el Zorro,

y Gómez del Corral, Pero Fernandez

de Valenzuela , Sant Martin , Lebrija,

y Martin Galeano, tales doce,

que dudo yo que puedan preferirse

á ellos los que llaman doce Pares.

Allí, con el recato nescesario ,

pasaron de la noche lo restante,

dejando los del campo con aviso

del orden y concierto que debían

tener cuando la luz los visitase:

y ansí, después que rayos matutinos

obscura pesadumbre desterraron ,

y de febea lumbre las alturas

y los declives valles se doraban,

los otros que quedaban en el campo

mandaron á los Moscas que pasasen

con todas sus escuadras la quebrada;

lo cual luego cumplió Sacresaxigua ,

que del concierto fué participante;

y puestas ya sus gentes en la parte

que para sucedelles bien la suerte

habían muchas veces tanteado,

GoOglC

CANTO SÉPTIMO.

219

mandó tocar cornetas y atambores

y comenzó á subir á las alturas

que los Panches tenían ocupadas.

Los cuales, como viesen indios solos,

y en la contraria banda los caballos,

y la cristiana gente que de industria

muestra de sí hacían en un alto,

como neutrales hombres que querían

mirar tan solamente la pelea,

corridos de q ue Moscas se atreviesen

á les acometer en su terreno

sin el presidio de los españoles,

como leones fieros á la presa

bajó la multitud por las laderas

con una confianza temeraria

deque tenían cierta la victoria.

Pero los Moscas , con temor fingido,

según la traza y orden que les dieron,

á gran priesa se fueron retrayendo,

desembrazando tiros y haciendo

rostro de cuando en cuando , hasta tanto

que los Panches entraron en lo llano.

Y cuando los del campo vieron esto,

tocaron una trompa , que fué seña

para que del latíbulo saliesen

los doce caballeros encubiertos,

que no menos que llamas presurosas

por pajonales secos y movidos

de furiosos vientos van volando

220 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

por donde hallan más espeso cebo,

rompieron por el bárbaro gentio,

que se turbó de verse salteado

en tiempo que iba más embebecido

en la persecución de sus contrarios;

pero la turbación fué más crecida

desque se comenzaron las lanzadas ,

pues con la diligencia y el orgullo

que suelen los martillos meneados

por brazos de robustos oficiales

descargar sobre masa caldeada,

desta manera pasan con los hierros

á bárbaras entrañas martillando

con proílavio de sangre , que hacia

tomar rojo color el campo verde ,

acrecentándose con la venida

de los demás caballos y peones

restantes que quedaron descubiertos :

pues luego que tocaron la trompeta,

señal que ellos hicieron ansimismo,

vinieron al conflicto presurosos ,

con cuyos patrocinios los amigos

tomaban á su gusto la venganza

con notable jactura de los Panches.

Los cuales, viendo tan mortal estrago,

délos pies se valían muchos dellos,

y aquestos no tan libres que no fuese

muerta gran cantidad en los alcances;

pero los que pudieron escaparse,

CANTO SÉPTIMO.

221

se metieron por bosques y cavernas,

donde las más seguras acogidas

les eran aparencias de la muerte.

Y ansí los españoles y los Moscas

lozanos se volvieron á su puesto.

contentos del suceso venturoso

que celebraron ellos á su modo

con bailes y con cantos que duraron

gran parte de la noche; mas la gente

cristiana se velaba con cuidado,

no menos dellos que de los vencidos.

Y al tiempo que Timbreo con sus rayos

enjugaba del campo los rocíos,

los Panches, con temor de más castigo,

como ya se hallasen quebrantados,

y con diminución y menoscabo

de sus conmilitones más granados,

entraron en consulta , y acordaron

salir de paz á nuestros españoles.

Vinieron, pues, algunos principales

con guamas, aguacates y otras frutas,

y algunas buenas joyas de oro fino;

y el más antiguo dellos, con la lengua

Mosca que declaraba sus razones,

al General habló desta manera:

«La nación de los Panches hasta agora

ha sido vencedora , no vencida;

antes siempre temida, no sin llanto

222 HIST. DEL N. R. ‘ DE GRANADA.

y universal espanto de las gentes

confines y adyacentes al terreno

deste florido seno, do ninguno

entró con importuno rompimiento;

y este soberbio viento nos movia

á creer que no habia , de millones,

quien nuestros corazones quebrantase,

ni jamás domeñase cerviz nuestra;

mas como mano vuestra nos enseña

que sujeta y domeña lo más duro,

tomamos por seguro ser amigos,

y excusar los castigos comenzados.

Seamos amparados como tales,

que buenos y leales os seremos,

y siempre cumpliremos con fe grande

cualquier dificultad que se nos mande.»

El General, oídas las razones,

mostró holgarse de los ver humildes ,

por dar fin á la guerra comenzada,

dispuesta para gran derramamiento

de sangre y otros daños que resultan

de los alborotados movimientos,

y dióles á entender cómo debían

de dar el vasallaje y obediencia

al invencible Rey de las Españas;

y hizo luego que se presentasen

ante Sacresaxigua, su contrario,

mandando que las armas le rindiesen

CANTO SÉPTIMO.

22)

y estuviesen á lo que les mandase,

como vencidos á sus vencedores;

lo cual ellos sintieron gravemente;

pero después de aquella ceremonia,

entraron españoles de por medio,

y entr’ ellos celebraron amistades ,

de suerte que quedaron muy contentos

los unos y los otros, y otro dia

para la tierra fria se partieron.

Y con aquel placer que vencedores

llevan después que cantan la victoria,

llegan á Bojacá, donde hallaron

innumerable gente congregada,

á fin de celebrar aquel trofeo

con gran copia de vinos y alimentos ,

y dar el parabién á su cacique

deste tan honoroso vencimiento.

El cual solemnizaron todos ellos

con grandes regocijos y convites,

cuyo remate fué con el disgusto

de que daré razón en otro canto;

pues ya pide razón que se concluya

éste que no sufrió ser más sucinto.

CANTO OCTAVO

Cuéntase en él cómo los españoles prendieron á Sacresaxigua, y

le pedían el tesoro del rey muerto , á titulo de que era dellos,

por no habelles acudido de paz ; y lo demás que sobre ello

pasó.

No porque gocen los humanos pechos

de prósperos sucesos y favores

estén de su fortuna satisfechos

para quedar exentos de temores,

pues entonces son ciertos los acechos

y asaltos de los duros sinsabores

que mudan en tormenta la bonanza

del que duerme con vana confianza.

Bastante prueba fué Sacresaxigua

desta vuelta de vientos inconstantes,

pues cuando ya pensaba que tenía

bien puestos sus negocios y afijados,

un émulo, que fué Guximinpaua,

habló con Fernán Pérez, y le dijo

-XLIV- 15

226 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

no ser aquel Señor, sino tirano,

pariente del Señor, pero no tanto

que el reino le viniese por herencia;

mas como poderoso y atrevido,

con mañas y cautelas y sobornos

se apoderó, no sólo del estado,

pero de la grandeza del tesoro.

Lo cual por Fernán Pérez entendido,

y por otros no menos cudiciosos ,

por escrito pidieron al Teniente

lo mandase prender, y que con guardas

armadas lo pusiesen en la cárcel

que para ello fuese señalada,

hasta tanto que diese las riquezas

de su predecesor, que fué rebelde,

por no se sujetar al Rey hispano,

porque, según derecho de la guerra,

después de dar al Rey su real quinto,

á ellos les venia lo restante.

Este requerimiento presentado

y por el Licenciado percibido

(que por ventura fué por su consejo) ,

al punto proveyó su mandamiento,

y fué preso y á guardas entregado,

con gran escándalo de sus vasallos,

que con temor de no ver otro tanto

en los calificados personajes,

desparecieron todos brevemente,

CANTO OCTAVO. 227

sin que de multitud tan numerosa

alguno le hiciese compañía,

•como suelen al mal afortunado.

Pero los españoles le hacían

urbano y amigable tratamiento,

y en el detenimiento y estrechura

las guardas solas fueron las prisiones;

y de la misma suerte lo sacaron

de Boj acá después cuando se fueron

á Bogotá , donde los españoles

tenían su vivienda, y en llegando ,

el Licenciado junto de su rancho

le señaló buhío, y en su guarda

doce soldados, buenos ballesteros,

que con amor y gracia lo trataban;

y él, como liberal y generoso,

siempre les acudía con preseas

de lo que le traían sus criados.

Porque después que vieron que los nuestros

no le daban disgusto que pasase

á más de detenelle la persona ,

venían todas horas con regalos

y cosas que tenian algún precio,

que luego repartía con aquellos

que tenian cuidado de su guarda

y con aquellos que lo visitaban.

Entre los cuales Gonzalo Jiménez

vino con sus atletas á decille

la causa de tenelle detenido ,

328 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y lo que con venia que hiciese

para gozar de libertad segura ;

y ansí, mediante lengua bien experta,

dijo:

«Sacresaxigua, yo no ignoro

que tiranizas este señorío,

y aunque esto sea, tu real decoro

reguardaré como si fuese mió,

si tú por bien tuvieres dar el oro

que tienes en poder del rey tu tío,

porque son bienes de rebelde pecho

y á nuestro Rey le vienen de derecho.

»Porque el Papa, Monarca soberano

que por poder de celestial clemencia

sobre todos^ los hombres tiene mano,

unos en acto y otros en potencia,

tuvo por bien de dar al Rey hispano

aqueste nuevo mundo por herencia,

para que gentes ciegas y pollutas

en nuestra santa fe fuesen instrutas.

«Debajo de cumplir estos preceptos

hemos venido descubriendo tierra,

mas han sido ningunos los efectos

adonde la paz santa se destierra;

y ansí cuando nos ponen en aprietos

dándonos guerra, les hacemos guerra,

no con intento de hacer injuria,

sino por defendernos de su furia.

»Estos son despojados, y á los buenos

CANTO OCTAVO.

que de paz y amistad metieron, prendas,

nunca jamás les hemos hecho menos

un pelo de sus bienes y haciendas.

Gozan de quietud en sus terrenos

y de nuestro favor en sus contiendas,

de lo cual eres tú muy buen testigo

después que profesaste ser amigo.

)>Esto se procuraba cada dia

con tu predecesor, mas como yerto,

á ninguna blandura se movia

que fuese de pacífico concierto,

hasta que con su dura rebeldía,

las armas en la mano cayó muerto,

y por su muerte todo cuanto tiene

por las razones dichas nos conviene.

»Dando, pues, los tesoros y preseas

y hacienda que tienes escondida,

la libertad y reino que deseas

ternas todos los dias de tu vida,

sin que del para siempre jamas seas

desposeído ni desposeída

tu casa del respeto y obediencia

que se deben á la real potencia.

«Concluyo con decir que si tal fueres

cual yo de tu virtud y seso creo,

en la restitución de los haberes,

que no son tuyos sino de hombre reo,

en aquel mismo punto que los dieres

será cumplido todo tu deseo;

230 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

pero si los negares con engaño,

el mismo será causa de tu daño.»

Oídas por el indio las razones,

dio por respuesta con semblante ledo:

«El oro que yo puedo del rey muerto

podéis tener por cierto y en la mano,

é yo me hago llano cerca desto;

mas no podré tan presto recogello ,

á causa de tenello repartido

y entre sí dividido gentes mias ;

mas en cuarenta dias hago bueno

de daros medio lleno desde el fondo

el buhío redondo donde duermo.»

Con este liberal prometimiento

los españoles se regocijaron ,

y el General le dio grandes favores;

é ya hacían cuenta que tenian

tan contiosas partes como fueron

las de la memorable Caxamalca.

Y el indio convocó de sus vasallos

personas de quien él se confiaba,

con quien comunicó sus pensamientos

y el orden que quería que tuviesen

en traer el tesoro prometido.

Y ansí, después de hecho su concierto,

cada dia traían una carga

CANTO OCTAVO.

231

de joyas y de láminas envueltas

en una de sus mantas como suelen ,

pero de tal manera, que el sonido

con el reiterado movimiento

del cuerpo que sudaba con el peso,

en los oídos de los españoles

formaba deleitosa consonancia;

y acompañaban cada carga destas

tres docenas de indios bien dispuestos,

cubiertos todos de galanas telas

(uso suyo común en vez de capas),

y después que llegaban, el cacique

mandábalo’meter en el retrete

para tales efectos señalado,

donde, sin se bajar el del carguio,

de los robustos hombros lo dejaba

caer en a.quel suelo, porque fuese

el sonoroso golpe percebido

de los que estaban fuera conversando

con el Sacresaxigua, que les ruega

que hasta tanto que viniese todo,

y á su promesa diese cumplimiento, *

estuviesen quietos sin mirallo ,

por ser el oro cosa codiciosa,

y de diversas manos atractado,

podría ser el más venir á menos,

y por el mismo caso su palabra;

y ansí por no le dar desabrimiento,

todos se conformaron con su ruego.

3J2 H1ST, DEL Nr R. DE GRANADA.

Pero los indios cuando se volvían,

el oro que traia solo uno

por todos era luego repartido

en mochilas á posta preparadas,

sacándolo disimuladamente

debajo de las mantas encubierto,

sin que se barruntasen los engaños;

cuyos intentos eran , entre tanto

que el tiempo limitado se cumplía,

ser posible tener algún descuido

los ojos vigilantes de las guardas,

y el detenido sin prisión tuviese

lugar para poder escabullirse;

mas esta buena suerte no le cupo,

por la continuada vigilancia .

en las nocturnas horas y diurnas.

Y ansí, cumplida ya la cuarentena,

y llegada la pascua de aquel gozo

á cuyas posesiones anhelaban,

entraron para ver el caudaloso

tesoro con inmenso regocijo,

porque cada cual dellos dibujaba

en su desvanecida fantasía

grandes estados, rentas, mayorazgos;

pero como hallasen el tugurio

vacio de sus ricas esperanzas

y sin que dellas pareciese rastro,

quedaron como cuando los seguros

de pesado temor son salteados,

CANTO OCTAVO. 233

los ojos bajos y las lenguas mudas,

y en todo lo demás como pasmados.

Finalmente, que los varones ricos,

despertando del sueño que durmieron,

con nada se hallaron en las manos.

Y el General Jiménez, agraviado

de tan pesada y enojosa burla,

mandó poner en ásperas prisiones

al autor dellas, no sin amenazas

y algunos palos por añadidura,

diciéndole :

«Di, perro fementido,

inicuo, falso , malo, fraudulento,

¿do pusieron el oro que han traído?

¿ Ó quién lo traspasó deste aposento ?

Que yo lo vi, si no estaba dormido.

¿O fué humo de algún encantamento?

Y pues que no paresce, bien se entiende

que en mostrallo y quitallo fuiste duende.»

El indio cauteloso le responde:

«No puedo saber dónde lo pusieron-;

presentes estuvieron vuestras velas;

mas estas son cautelas del aljaba

del mal Quiximinpaua, falsa tregua,

y de Quixinimegua, mis contrarios,

y sus consiliarios, cuyos pechos

tiran á sus provechos y á mi daño.

2 34 HIST. DEL N- R- DE GRANADA.

Dellos es el engaño, que no mió,

pues corre como rio mi concierto,

y ellos por verme muerto con prisiones

de tales invenciones son maestros.

Y con los indios diestros que vinieron

con los que los trajeron en resguardo

de cada rico fardo por mi mando ,

concertaron que cuando se tornasen,

entr’elloslo sacasen repartido

debajo del vestido y ropa floja,

porque quedase coja mi promesa,

y por la ver aviesa vuestros ojos,

con la pasión y enojos deis castigo

á quien os es amigo verdadero,

que lo que queréis quiero; mas ¿qué presta

con los autores desta maldad hecha?

Creed ser mi sospecha verdadera,

porque no pudo ser de otra manera.»

Oídas las disculpas del cacique ,

teniéndolas por ciertas y sencillas,

convirtieron el odio y aspereza

contra los otros pobres inocentes,

á los cuales prendieron otro dia ;

y después de preguntas con tormentos ,

como no declarasen á su gusto

aquello de que estaban ignorantes,

determinaron, aunque no constaba

más culpa que la falsa y alevosa,

CANTO OCTAVO.

quitar á los dos émulos la vida,

paresciéndoles que quedando solo

Sacresaxigua con su señorío

y sin contradictores poderosos,

habrían á las manos el tesoro

con liberales muestras prometido.

Y ansí, sin judiciales diligencias,

suspensos perescieron en la horca ,

no sin escándalo del reino todo.

Mas puesto caso que Sacresaxigua

se vengó dellos con ajena mano,

no por eso cumplió palabra puesta,

tomando por excusa no ser parte

para satisfacer á su codicia,

á causa de no ser obedescido

de sus vasallos, como ya lo vían,

en ásperas prisiones enlazado,

y como vil esclavo detenido;

pero si libertad le fuese dada,

decia que daría fácilmente

la suma que tenia prometida.

Entraron en consulta cerca desto,

y aunque se le quitaron las prisiones ,

no se le concedió lo que pedia ,

antes con más aviso lo velaban

las guardas, porque no hiciese fuga,

importunándole cada momento

cumpliese como bueno su palabra,

2)6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

pues con sólo mandallo desde donde

estaba, sin que nadie rehuyese,

todos acudirían á su mando

con muy mayor respeto que solían;

mayormente faltando de por medio

los dos émulos grandes que tenia.

A lo cual respondía con silencio ,

porque como tenia diferente

el ánimo tenaz del cumplimiento

de lo que poco antes prometía,

venció lo natural á lo compuesto;

y aquellas apacibles consonancias

que solia tener en sus respuestas,

se convirtieron en desabrimientos,

desaguando con muestras evidentes

los odios y rencores represados

de que su corazón estaba lleno

por la prisión y agravios rescebidos,

estando todas horas desdeñoso,

melancólico, triste, desabrido,

sin querer dar respuestas á preguntas

hechas acerca de las pretensiones

del caudal á que todos aspiraban.

De cuya causa hizo Fernán Pérez

grandes requerimientos al Teniente

para que del supiese por tormentos

lo que les ocultaba con halagos.

Y esto se hizo tan acerbamente,

que dieron cabo del en breve tiempo;

CANTO OCTAVO. 237

y ansí quedó la gente castellana

no sin codicia, mas sin esperanza

de poder rastrear aquel tesoro,

y el cacique sin él y sin la vida,

riesgo que correr suelen avarientos

cuando no satisfacen á la hambre .

de aquellos que pretenden despojallos.

Desconfiados, pues, desta riqueza,

partieron como veinte mil ducados

en oro y esmeraldas, recogidas

después de las primeras particiones,

dándoles sus porciones con ventaja

á los dos sacerdotes que traían,

el uno secular, que se llamaba

Juan de Lezcamez, natural vecino

del pueblo que se dice Moratilla ,

y el otro Fray Domingo de las Casas,

docto predicador dominicano;

el cual, después del oro repartido,

antes que lo llevasen á sus ranchos,

ni dispusiese del dado ni naipe,

como soldados tienen de costumbre,

hízoles un prolijo parlamento,

del cual diremos sola la substancia:

«No será justo, nobles caballeros,

que nos mostremos desagradescidos

á los otros difuntos compañeros

2)S HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en riesgos y trabajos consumidos.

Los cuales ya que no son herederos

deste provecho, sean socorridos

con sufragios de santos sacrificios ,

pues no fueron menores sus servicios.

»Porque bien vistes que los más continos

en darnos ya por altos ya por cienos

hechos y aderezados los caminos,

fueron los que la muerte hizo menos,

mas no porque muriesen son indinos

de los premios debidos á los buenos;

siendo no poca parte con su muerte

para dar en aquesta buena suerte.

»Y ansí terne por obra meritoria

ver en algún lugar establecida

con limosnas que deis, una memoria

con capellán y renta conocida,

donde rueguen á Dios les dé su gloria,

y á los que las hacéis salud y vida,

fundándola con nombre sempiterno

de los descubridores deste reino.

»Y si correspondierdes al intento

deste cristiano celo que me llama,

terneis para con Dios merescimiento

y con los hombres gloriosa fama.

Encargaréme yo del fundamento,

según la cuantidad de la derrama,

comprando suelo para la capilla

cercano de los muelles de Sevilla.

CANTO OCTAVO.

«Adonde si llegare sin tormenta

y libre de naufragios y desmanes,

según las cuantidades de la renta ,

ansí se nombrarán los capellanes;

y de lo que hiciere daré cuenta

álos soldados y á los capitanes

que de su voluntad y sin zozobra

vinieren en aquesta buena obra.

«Este, señores, es común provecho,

y ansí ninguno se me muestre duro ,

estando de mi parte satisfecho

ser servicio de Dios el que procuro;

y es de creer que religioso pecho

va caminando por lo mas seguro,

y si faltare la magnificencia ,

yo con esto descargo mi conciencia.»

Hicieron impresión estas palabras,

por ser todos los más deste consorcio

de sanas y sinceras intenciones,

y el dicho Fray Domingo respetado

y de gran crédito con todos ellos,

á lo menos el tiempo que no tuvo

en manos ocasión para perdello,

que son los toques con que se descubren

las buenas ó las malas propiedades.

Y ansí, teniéndola por obra pia ,

todos favorecieron su demanda

con ánimo cabal y generoso,

2jQ HlSTi DEL K. DE GRASADA.

dándole cada cual tan buena parle,

que le juntaron siete mil ducados,

los cuales para tal efecto santo

le fueron entregados, con poderes

y minuta del orden que debia

tener en asentar aquella planta.

1 Pero él, como díscolo, no quiso

guardar el propio suyo ni el ajeno,

porque dias después, con buen viaje

á Sevilla llegó con el dinero,

y combatido de las tentaciones

que suelen afligir pechos humanos,

dejóse vencer dellas como flaco,

huyendo de pobreza y obediencia,

mudando los honestos femorales

en calzas recamadas y costosas,

y los demás vestidos religiosos

en legos y profanos atavíos,

con todas las anejas circunstancias

á lascivo galán desvanecido.

Y en este traje puesto, partió luego

con fausto de criados para Roma,

y anduvo por Italia derramado,

donde después murió, según se dice.

Mas aquestas son falsas opiniones

i Al margen hay una nota rubricada por Gracian, que

dice: «Estos treinta y cinco versos borrados sequilan.—

GRACIAN.» La supresión termina en el que dice: en lo que va-

nos hombres acostumbran.

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CANTO OCTAVO.

241

en que están los que dieron la limosna,

porque la culpa fué del Licenciado

que recogió del fraile la pecunia,

so color de querer él de su mano

plantar el piadoso beneficio.

De lo cual están todos ignorantes,

pero yo no, que por el testamento

debajo del cual dio fin á sus dias,

y tengo con algunas escrituras

suyas, he visto cláusula que dice

ser él el que gozó de aquel dinero,

no sin remordimiento de conciencia ,

por no hacer aquel bien cuando pudo,

pues cuando quiso no fué poderoso,

por haber consumido sus caudales

en lo que vanos hombres acostumbran.

El Licenciado, pues, viéndose rico,

y el fraile y otros hombres principales,

pusieron sus intentos en bajarse

á la costa del mar de Cartagena,

allí comprar navio y embarcarse

con toda brevedad para Castilla ,

antes que su llegada se supiese

por el Gobernador de Santa Marta

y Adelantado Don Pedro Fernandez,

con cuyo poder, orden y mandado

descubrieron la tierra deste Reino,

huyendo de se ver en su presencia,

por no le dar la parte que fué puesta

– XLIV – 16

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24a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en las capituladas condiciones

cuando le dio poder al Licenciado

Jiménez de Quesada de Teniente.

Lo cual él y los otros rescelaban,

porque del fin acerbo de su vida

estaban por entonces ignorantes.’

Mas antes de salirse de la tierra,

por no desamparar lo descubierto,

el dicho Licenciado determina

de buscar un asiento do quedase

la gente que dejaba recogida,

y dar allí primero fundamento

á pueblo cimentado de españoles,

que fuese cómodo para defensa,

y á la mano tuviesen leña y agua,

y en él permaneciesen entre tanto

que se les proveía de socorro.;

para lo cual nombraron por caudillo

á Gómez de Corral, capitán diestro,

que vino tanteando por el valle,

lugar hacia la parte del Oriente,

hasta llegar al pie de las alturas

á quien llamamos hoy la Serrezuela.

Y allí, por parescelle suelo fértil,

dispuesto para plantas y legumbres,

jardines y vergeles, porque abundan

de cristalinas aguas que descienden

por una y otra parte murmurando,

CANTO OCTAVO.

243

y ser cumbres y faldas montuosas

y al Este, Norte y Sur grandes llanadas,

libres y limpias de nubloso monte,

llenas de generosas poblaciones

que perspicace vista señorea,

á la nueva ciudad puso cimientos,

á quien de Santa Fe le dieron nombre,

no sin contemplación de la de España,

por ser disposiciones y aparencias

de los campos y vegas de Granada,

patria del General que los regía. ‘

Y ansí fundaron luego doce ranchos

pajizos, que bastaban por entonces

para se recoger la gente toda,

repartidos en doce camaradas,

por igualar las casas á las doce

tribus de los hebreos y á las fuentes

de la tierra de Elin por do pasaron,

y arnúmero doceno de las piedras

que del rio Jordán fueron sacadas ,

y en el suelo de Gálgala pusieron

para memoria de sus descendientes

‘ y señal de las grandes maravillas

que Dios obró por ellos, y principio

de posesión eterna, que los mismos

intentos se tuvieron en aquestos

ranchos por nuestra gente fabricada.

Pues en aquel asfento permanesce

cristiana población, acrecentada

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344 HIST” DEL N< R> DE GRANADA.

con ediñcios ya de cal y canto,

autorizada con real Audiencia,

iglesia catedral y dignidades;

aunque vapores del cubierto monte

que por parte del orto le demora,

á cuyo pie le dieron fundamento,

á la salud nos consta ser nocivos;

y ansí febea lumbre cuando sale

sobre la ciudad nueva los derriba,

y son causa de reumas y catarros;

pero la poca fuerza de aquel tiempo

no daba comisión á que buscasen

lugar que fuese más acomodado.

Y levantados ya los edificios,

aunque se reconozca mejoría

y más comodidad en otra parte,

hay gran dificultad en la mudanza,

porque desamparar ninguno quiere

lo que costó dineros y trabajo.

Teniendo, pues, allí ya sus soldados

el General Jiménez de Quesada,

no hizo de cabildo nombramiento,

ni puso más justicia que á su hermano

Fernán Pérez, á quien dejó su cargo,

y él con menos de treinta compañeros

ricos y de los hombres más granados,

al Norte caminó con su riqueza,

hacia el rio del Oro, por adonde

CANTO OCTAVO. 245

GoOglg

pensaba de bajar al rio Grande

en balsas ó canoas, que podían

hacer porque llevaban herramientas.

É yendo prosiguiendo su viaje,

pocos dias después de su partida,

ó por le parescer dificultoso

el áspero camino que llevaba,

ó porque le dijeron al oido

jurar el capitán Lázaro Fonte

que después que llegasen á la costa

denunciaría del, porque sabia

llevar ocultas piedras esmeraldas

en grande cuantidad sin pagar quinto’,

él se determinó de dar la vuelta

al Val de los Alcázares, adonde

el resto de su gente se quedaba

en el reciente pueblo que fundaron,

do se regocijaron con su vista ,

porque con el respeto que debían

al cargo y al valor de su persona,

el temor y el amor andaban juntos;

y aun libres de su mano y de su mando,

con estar cada cual entronizado

en autoridad, honra y en posible,

le tenian la misma reverencia

que solían tenelle con el cargo;

y él ( si por caso se les ofrescia

algún negocio que les importase),

lo defendía como propio suyo,

246 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

tomando muy á pechos su defensa.

de lo cual puedo yo ser buen testigo;

pero después que agora dio la vuelta

de la derrota del rio del Oro,

la dio ni más ni menos en templanza,

andando más sobrado que compuesto

con aquel capitán Lázaro Fonte,

soplando susurrones de por medio;

porque, según algunas presunciones,

cierto soldado, por industria suya,

denunció del, diciendo que le vido

rescatar una piedra de gran precio,

después que por pregón les fué mandado

con penas capitales que ninguno

rescatase con indios esmeraldas

sino delante del, porque se diese

á la caja del Rey su real quinto;

y sin ser del delito convencido,

la causa sentenció donde mandaba

que le fuese cortada la cabeza.

Apeló para el Rey, mas sin embargo t

ejecutar mandaba la sentencia,

con gran disgusto de la gente noble

y sentimiento general de todos,

ansí de legos como sacerdotes,

que .con instancia grande le rogaban

no denegase las apelaciones:

sobre, lo cual allí tomó la mano

el capitán Suarez , que le dijo :

CANTO OCTAVO.

247

por ser origen y principio

de la ciudad de Velez deste reino,

y en él segunda planta de cristianos,

será justa razón que se comience

su nueva fundación con nuevo canto.

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CANTO DÉCIMO

En el cual se trata cómo el capitán Martin Galeano, con la gen-

te que le fué dada por el Licenciado Gonzalo Jiménez de Que-

sada, fundó la ciudad de Velez.

La luz que de las lumbres es arreo,

círculo reiterado recorriendo,

por la morada del león Ñemeo

iba sus claros rayos extendiendo,

cuando para cumplir aquel deseo

que de poblar la tierra voy diciendo,

el Martin Galeano hizo via

con gente de valor que lo seguía.

Van al Septentrión encaminados,

y dentro de seis dias dieron vista

á Tinjacaes, población que goza

del espacioso lago Siguasinza ,

seminario de peces sin escama,

de facción de lampreas pequeñuelas ,

38o HIST. DEL N. R. DB GRANADA.

cuyo grueso será como tres dedos,

mtnos ó más algunos, y de largo

el de más longitud de palmo y medio;

preciosos en sabor, aunque flegmosos;

pero de semejante pesquería

viven en Santa Fe más regalados,

por ser en general más corpulentos

estos peces, y el agua do se pescan

rio corriente, Fontibon llamado,

del bárbaro lucrosa granjeria ;

como lo es también esta laguna

de Tinjacá, cuya circunferencia

es cuatro ó cinco leguas, y de ancho

dos leguas poco menos la distancia.

Y algunas de las villas circunstantes

artífices tenían figulinos,

de cuya causa nuestros españoles

pueblos de los Olleros les llamaron.

Prosiguen adelante su camino

al lapidoso suelo que contiene

Suta, Sorocptá , Monquirá, Turca,

hasta llegar á las barrancas altas

que solemos llamar quebrada fonda,

y por aquellos términos de Ubassa,

asiento conoscido desde cuando

entraron en la tierra los primeros,

no lejos del furor impetuoso

el rio que llamamos de Suarez ;

y en parte rasa que les parescia

CANTO DÉCIMO.

ser para se poblar acomodada ,

trazaron la ciudad , que fué segunda

de las que se fundaron en la tierra,

con términos bien largos y extendidos,

cuyas provincias en aquella era

gran multitud de bárbaros tenian ,

en ánimo, valor , destreza y maña

á todos los demás aventajados;

pues solo Saboyá fué poderoso

á sustentar la guerra por espacio

de treinta años ó más, no sin jactura

de hartos españoles principales.

Allí, pues, en los términos de Ubassa

pusieron los primeros fundamentos

de la ciudad, á quien por nombre dieron

Velez, según el orden que,traían

del General Jiménez de Quesada,

en memoria y honor, según yo creo ,

de la que tienen deste mismo nombre

los católicos Reyes en España,

por ser, como ya dejo declarado ,

este varón insigne de Granada ,

y los que fundan pueblos acostumbran

poner los apellidos de su patria.

Hicieron elección de regimiento

de las personas más cualificadas ,

en la cual elección salió nombrado

alcalde Juan Alonso de la Torre,

28a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

padre de quien hoy es beneficiado

en aquella ciudad, patricio noble,

que es Lorenzo Martin de Benavides.

El otro fué Gascón, y regidores

Baltasar Moratin, Diego de Güete,

Antonio Pérez y Marcos Fernandez,

y un Francisco Fernandez, Juan de Prado;

el alguacil mayor fué Miguel Seco,

y Pedro Salazar el escribano.

Mas esta población no fué durable,

porque después, calando más la tierra

adelante del rio de Suarez,

breve distancia de la gran montaña

en la provincia de los Chipataes,

vieron disposición donde podian

con más comodidad estar poblados,

y ansí, de parescer común de todos ,

trasladaron allí la planta nueva

á los catorce dias de Septiembre

cuando celebra la cristiana gente

la gran exaltación de aquella planta

do Cristo padesció por nuestros yerros,

y de su nascimiento sacrosanto

sobre mil y quinientos treinta y nueve.

Y en el sitio que dieron á la iglesia

exaltaron cristífe-ra bandera,

por cuya causa con el mismo nombre

el templo que se hizo permanesce.

CANTO DÉCIMO.

Dada la traza, pues, y repartidos

solares por las calles señalados,

según la cuantidad de los vecinos,

do con ayuda de íos indios Moscas

que hallaron allí más á la mano

y vinieron de paz, hicieron ranchos

donde se recogieron por entonces,

entre tanto que con vasallos propios

hacían fábricas de más momento.

Y para tal efecto determinan

de recorrer la tierra y apuntalla

á poco más ó menos, y dar suertes

á los conquistadores, porque luego

tuviesen el sustento deseado;

mas ante todas cosas dieron orden

cómo su nueve templo se cubriese ;

del cual, por ser cacique comarcano.

al indio Saboyá se [le] dio cargo ,

que vino con buen número de gente ,

y en breves dias dio fin á la obra ,

y aun á la fresca paz se dio remate ,

porque como varón presuntuoso ,

superbísimo , fiero y arrogante ,

negó la sujeción y puso mano

al arco y á la flecha venenosa ,

defendiéndose valerosamente,

y ofendiendo la gente castellana.

La cual, antes que se desvergonzase,

dejándolo de paz falsificada,

284 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

GooQle

fueron á la provincia de Misaque

y á las encumbradísimas alturas

de sierras de Agatá, que en aquel tiempo

hollaba multitud de naturales,

á quien señoreaban dos caciques ,

Cocomé y Agatá , de quien heredan

las empinadas sierras este nombre ,

que por la mayor parte son sin monte;

pero sabanas altas y balsares

estériles, y faltas en verano

de líquidas corrientes, porque beben

las represadas aguas del invierno.

Mas vistas las vertientes al Ocaso ,

al nascimiento de la misma sierra

responden grandes rios furiosos

que proceden de partes diferentes,

y se encuentran y juntan en un valle

de muy grandes llanadas, que se hace

entre esta sierra y otra montuosa ,

cubierta de vetustas arboledas ,

por donde quedan espaciosos lagos

en tiempo de verano, cuyas aguas

abundan de pescados diferentes.

En el invierno los confines montes

y campos rasos quedan anegados, –

cuyos fluidos ímpetus rescibe

el rio Grande de la Magdalena.

Subidos, pues, á la primera sierra j

CANTO DÉCIMO.

285

convocaron los indios moradores,

que de paz acudieron y comida

y algunas piezas buenas de oro fino,

dándoles á entender á los caciques

Cocomé y Agatá cómo debían

reconocer señor que los mandase,

á tiempos acudiendo con tributos

demás de los servicios necesarios;

á lo cual atención prestaron todos,

y aunque se les hacía cosa dura

de señores venir á ser criados,

al fin dieron rehenes y palabra

de nunca le negar el vasallaje

al poderoso Rey de las Españas,

y al amo que les fuese señalado

en su nombre real le servirían.

Con lo cual nuestra gente dio la vuelta

á la ciudad de Velez sin contraste,

contento Galeano de lo hecho,

porque le parescia buen principio

para perficionarse sus intentos,

los cuales eran ya de buscar minas

y sacar granos de oro con los indios

á los conquistadores repartidos.

Y ansí, poco después, en seguimiento

de la noticia que les dieron dellas

indios interrogados muchas veces,

que señalaban hacia las vertientes

286 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

del rio Grande de la Magdalena,

acordó la justicia y regimiento

que fuese Juan Alonso de la Torre

con treinta compañeros y doscientos

indios de los amigos más seguros.

El cual hizo camino por adonde ,

subieron antes á los Agatáes,

do fueron recibidos y hospedados

con apariencias ledas y amigables;

y en la subida, que era de dos leguas

ásperas y de grandes pajonales,

con sol intolerable, los soldados

perecían de sed, y los vecinos

con agua les salieron al encuentro,

y vino del que hacen de su grano,

con que se repararon y subieron

á Cocomé, Señor que poseía

aquella parte de las altas sierras

á la mano derecha del Poniente;

porque lo de Agatá les demoraba

á la mano siniestra desta via.

Mas Cocomé les hizo grande fiesta

dos dias que estuvieron descansando;

y luego procedieron adelante

al valle que por nombre tiene Sapo,

cuyos caminos son dificultosos

de riscos y peñascos y asperezas,

indignas de hollallas pies humanos.

Entre las cuales dieron en un paso,

CANTO DÉCIMO.

peña tajada viva, que tenia

prolija la subida peligrosa

por la profundidad del paradero

si della deslizaba quien subía.

Y para la subir, los naturales

tenian adminículos flexibles,

correosos bejucos bien asidos

á troncos de los árboles arriba,

al modo de la jarcia por do suben

á la ñútante gavia marineros;

y á la derecha mano desta peña

un grueso golpe de agua cristalina

tenia nascimiento fervoroso,

que buscaba su centro por el aire,

sin hallar ofensión desde la altura;

é ya cuando llegaba despeñada

á tocar en la tierra más propincua,

iba según la nieve que desciende

en candidos copillos esparcida.

Al fin por las escalas de las yedras

trabadas y tejidas bastamente,

pasaron todos ellos uno á uno

con riesgo de la vida, que no teme

la raiz de los males, que es codicia.

De allí bajaron por despeñaderos

hasta llegar al llano montuoso,

y en él una quebrada peñascosa,

en cuyas arboledas se hallaron

»88 H1ST. DEL N. R, DE GRANADA.

inmensa cantidad de guacamayas

que los atormentaban con graznidos,

como suelen hacer cuando ven gente»

ó anuncian humedad de temporales.

Y aquel arroyo hasta nuestro tiempo

se llama río de las Guacamayas;

do sobrevino luego tal estruendo

de truenos y de pluvias, que pensaron

ser allí sumergidos y anegados.

Tal fué la turbación del avenida

que por aquellos altos precipicios

al llano se venia despeñando,

sacando la quebrada de su curso,

y ocupando sus aguas por gran trecho

aquellos arcabucos más cercanos.

Mas este proceloso torbellino

pasó por ellos sin notable daño,

yendo corriendo la nimbosa nube

la montaña que va más adelante,

dejándolos acá bien empapados,

y el anegado suelo descubierto

y sin perturbación, en breve tiempo

se vio del agua que estaba lleno,

por ser declives una y otra parte

del lugar donde estaban reparados,

y por donde los indios que llevaban.

á churchear saliendo, como suelen,

en lo que las corrientes anegaron

hallaron cantidad de peces buenos

LiOOQle

CANTO DÉCIMO.

entre las piedras secas palpitando,

con que tuvieron apacible cena.

Allí hicieron noche, y otro dia

Luis Fernandez y García Calvete

y Diego Ortiz y Gonzalo de Vega,

Pedro de Salazar y Juan de Eslava,

yendo por una senda mal seguida,

dieron en maizales sazonados,

y en un poco de gente descuidada

del asalto y prisión que padescieron;

entr’ ellos una india de quien dice

el Diego Ortiz, testigo fidedigno,

ser en disposición y gallardía

y en rutilo color purpúrea rosa;

ojos serenos, claros , rostro grave,

con las demás facciones respondientes

á perfección de candida pintura,

cuales se suelen dar en los poemas

á las hermosas ninfas y náyades

en culto y atavio de su tierra ,

pero de telas algo más lustrosas;

en el cual las por ciones descubiertas

manifestaban bien que las ocultas

no serian de gracias envidiosas.

Murénula de oro rodeaba

el garzo cuello con maures ricas

(que son zarcillos hechos á su modo),

y otras algunas joyas que mostraban

– XLIV – 19

29O HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

ser principal señora de aquel suelo.

Aquesta presa hecha, se volvieron

donde los compañeros esperaban,

para tomar razón de los cautivos

acerca de las minas deseadas.

Los cuales, preguntados con las lenguas»

no supieron decirles cosa cierta,

sino que el oro que ellos poseían

venia de muy lejos por rescate.

Gastaron después desto quince días,

rompiendo por aquellas espesuras

entre el rio de Orta y de Carare,

y aun llegaron al rio Maporiche

que de parte del Norte se deriva,

y por largos ambages y rodeos,

los unos y los otros más abajo

se juntan y confunden y se mezclan

con el gran rio de la Magdalena.

Mas fué de ningún fruto su trabajo,

porque no vieron áureos veneros,

aunque de los lugares salteados

de los raros vecinos destos montes

recogían algún oro labrado.

Al fin determinaron de volverse

á Velez por aquel mismo camino

por do vinieron, porque no sabían

otro que fuese menos trabajoso.

CANTO DÉCIMO.

29I

Y al tiempo que llegaron á la sierra

de Cocomé, ningún vecino vieron,

porque todos estaban levantados,

metidos en las cuevas y cavernas ,

que son muchas y grandes, do se meten

cuando toman las armas para guerra ,

ó por ser frescos suelos en verano.

Donde, como nascion dura y proterva,

y ser las asperezas de la tierra

inaccesibles para pies humanos,

nunca jamás tuvieron paz perfecta ,

ni rehusaron trance belicoso ,

hasta que ya lps más los han puesto

en los extremos de total ruina,

pues dellos quedan hoy cuasi ningunos,

y aun esos, aunque pocos, no mejores.

Durmieron, pues, aquestos españoles

en tos buhios del desierto pueblo,

con el recato y orden necesario,

como gente de largas experiencias.

E ya cuando venia descubriendo

el rojo resplandor de la mañana,

prosiguen su camino para Velez,

espadas empuñadas, y embrazados

los cóncavos escudos ó rodelas,

porque por las señales conoscian

haber bien menester entrambas manos,

é ir con gran aviso y ordenanza

2g2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en toda la bajada de la cuesta,

prolija y empinada por extremo,

después que van bajando de las mesas,

do tienen los vecinos sus asientos.

Y no les salió vana la sospecha,

pues apenas habian caminado

cuarto de media legua, cuando vieron

cubiertos los altores y las lomas

de fieros Agatáes con penachos

soberbios y posturas arrogantes,

ios arcos en las manos, y de tiros

aljabas proveídas y carcajes;

otros con lanzas, dardos y macapas,

con los demás pertrechos con que suelen

poner en confusión á los contrarios;

porque como negocio bien pensado,

precipitaron luego ponderosas

galgas, puestas á trechos por los altos,

cuyo ruido dellas y cornetas

y gritos descompuestos eran tantos,

que el más valiente dellos y el más diestro

reconoscia ser dificultoso

poder salir ilesos del conflicto.

Y ansí, viendo las furias, el caudillo

á los demás habló desta manera:

«Tomemos aquel áspero cuchillo

que corre por la loma delantera.»

Juan Alonso tardó más en deciilo

que ellos en gatear por la ladera ,

CANTO DÉCIMO.

hasta poner los pies y componellos

do galgas no pudiesen ofendellos.

Y ellos se dispusieron por tal orden ,

que los volantes tiros no podían

hallallos juntos, sino divididos;

mas el atrevimiento de los indios

fué tanto, que llegaron escuadrones

á medir las macanas con espadas,

mayormente con los de retaguarda,

donde fué necesario que mostrase

cada cual el valor de su persona ,

haciendo suertes de tajante hierro

qué se pueden vender por admirables,

pues no pocas cabezas sin los cuerpos

fueron rodando por la cuesta abajo

de la canalla bárbara, que viendo

la terribilidad de los contrarios

y cuan infatigables se mostraban,

se fueron retrayendo y apartando

á las alturas de la serranía,

y nuestros españoles cuesta yuso

á la prosecución de su caminó.

Al cual se dieron priesa, porque muchos

iban descalabrados, mas ninguno

fué de mortal herida lastimado.

Y llegados á Velez , dieron cuenta

á los demás vecinos del suceso;

y el Martin Galeano, conosciendo

cómo no convenían dilaciones

294 HIST- DBL N. R. DH GRANADA.

en castigar aquel atrevimiento ,

partió luego con gente descansada

y algunos perros bravos y cebados

en indios, que trajeron á la tierra

los que vinieron con el Benalcazar,

porque los otros antes no tenian

en uso coadjutores semejantes;

y después raros eran los soldados

que se menospreciaban de tenellos;

algunos con soltura que pasaba

de límites y términos humanos;

pues como gente de piedad ajena,

las culpas que pudieran ser punidas

con más templanza, las voraces bocas

eran ejecutores del castigo.

Y desta demasia Galeano,

con ser en todas cosas bien compuesto

y digno de tener en gran estima

por su mucho valor en paz y guerra,

sabemos que no tuvo poca parte;

de do le resultaron pesadumbres

por via de justicia, siendo viejo,

y cuando ya gozaba de reposo,

como declararemos adelante.

Llegaron, pues, sobre los Agataes

por partes encubiertas, y cubiertos

con el obscuro manto de la noche,

donde se repartieron en dos partes:

CANTO DÉCIMO.

295

la una dellas fué con Galeano,

y otra con Juan Fernandez Valenzuela,

por dar con una misma coyuntura

en dos pueblos, distantes uno de otro

espacio poco más de media legua,

donde, según las guias declaraban,

estaba mucha gente congregada;

y confiados en las asperezas,

según su parecer, insuperables,

en tiempo tenebroso mayormente,

estaban descuidados y quietos,

mediante soporífero reposo.

Pero los españoles vigilantes,

haciendo pies á veces de las manos,

garrando por los ásperos recuestos,

á las espaldas puestos los escudos,

con fluido sudor unos y otros,

con gran silencio llegan á la cumbre

hasta ponerse cerca de las casas,

adonde , por ir todos sin aliento ,

hicieron pausa bien apercebidos;

y llegada la parte de la noche

que los latinos llaman intempesta,

fueron por sus cuarteles repartidos,

y hecha la señal con éreo cuerno,

el asalto se dio con tal estruendo ,

que bien pensaron los acometidos

ser muchos más los acometedores;

y del inopinado sobresalto

2$6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

quedaron, como cuando rayo rompe,

húmedos humos de la fusca nube,

cuyo terrible trueno y estampido

atónitos dejó los circunstantes.

Tales efectos hizo la borrasca

en los inadvertidos moradores

á los principios della, pero luego

crecieron confusiones y alborotos,

ocurriendo los unos á las armas,

tardías ya para valerse dellas;

otros que de sus pies se confiaban1

ligeros acudían á las puertas,

pensando hacer fuga y escaparse

del acerbo furor que se movía

con duras amenazas de la muerte,

con la cual encontraban muchos dellos,

porque de 4os aceros traspasados,

las infelices ánimas exhalan

y entregan á las furias del infierno;

cresciendo la matanza y el conflicto

por una y otra parte del asiento

de sanguinoso flujo rubricado.

Del cual los indios menos impedidos,

que fueron muchos, se descabulleron

por unas y otras partes derramados

donde frío temor los arrojaba,

dejando victoriosos á los nuestros,

que de promiscuo sexo prenderían

hasta trescientas piezas, todas sanas,

CANTO DÉCIMO. 297

de las cuales á bárbaros más duros

señalaron con áspero castigo,

cortándoles á unos las narices,

á otros los pulgares ó la mano,

mandándoles que fuesen mensajeros

con aquella señal á los vecinos,

diciendo que si fuesen pertinaces

habian de pasar por otro tanto.

Llanos, pues, estos pueblos principales

por Martin Gáleano y Valenzuela,

un dia, cuando ya febea lumbre

principiaba su fúlgida carrera

por aquellos collados y horizontes,

vieron de donde estaba Galeano

gran junta de salvajes en un alto,

con gran ostentación de regocijos

y grita de palabras injuriosas

en menosprecio de los españoles.

Cuyos acentos eran percebidos.,

á causa de ser poca la distancia;

pero la causa dellos ignoraban ,

porque significaban que tenian

uno de sus consortes entre manos,

de que todos estaban bien ayunos;

pero certificados por las lenguas

de lo que los salvajes referían,

convocó los soldados el caudillo ,

y recorridos por sus camaradas,

298 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

hallaron que faltaba Juan de Cueilar,

uno de los soldados fanfarrones

que trajo Belalcazar en su hueste.

Al cual, según se supo después desto,

común necesidad inevitable

lo hizo divertir al cumplimiento

no lejos de su rancho, mas en parte

oculta y encubierta do pudiese

con más honestidad evacuarse;

cerca del cual estaban en acecho,

espiando la gente castellana

tres ó cuatro gandules atrevidos,

que no perdieron tiempo, porque luego

saltaron como tigres á la caza,

y del primero golpe de macana,

que no supo de dónde le venia,

le saltaron los ojos, y los sesos

quedaron esparcidos por el suelo,

sin que sintiese nadie la desgracia,

sino quien padeció la desventura.

Y como cudiciosos de la presa,

en ese mismo punto la llevaron

al alto donde estaba detenido

el golpe de la gente que ya dije

dar voces con señales de alegría,

haciendo mil ensayes de ludibrios

en el infelicísimo cadáver;

cuya muerte causó grave congoja

en toda la cristiana compañía;

CANTO DÉCIMO.

en Galeano más, por ser primero

hombre que le mataron en la guerra.

Y ansí corrió la tierra castigando

severísimamente los que pudo,

después que se juntó con Valenzuela,

sin dejar reposar noches ni dias

con emboscadas, saltos, trasnochadas ,

la gente deste duro barbarismo,

hasta que por latíbulos de cuevas,

pináculos excelsos y lugares

ocultos se metian ; y ansí, viendo

que no se les podía dar alcance,

á causa de las grandes asperezas

y estar los españoles fatigados

de trastornar laderas y recuestos,

determinó de se volver á Velez

con mucha cantidad de gente presa.

Y puestos en camino, como viesen

los bárbaros inmites y protervos

que les llevaban hijos y mujeres,

bajó gran cantidad de los altores

con ímpetu furioso y alocado,

rompiendo por opuestos defensores

hasta trabar de cuerdas y cadenas

con que iban enlazados los cautivos;

tal era su pasión y su deseo

de libertar sus deudos y parientes.

Sobre lo cual, cresciendo las porfías,

3 HI3T. DEL N. R. DE GRANADA.

allí se revolvió sangrienta plaga,

llevando lo peor bárbara hueste,

pues quedó de vigor menoscabada;

y con temor del golpe del acero

no se llegaban tanto, pero nunca

dejaron de soplar á las espaldas

con piedras y otros tiros, reguardando

la gente que les llevan enlazada,

dándoles siempre caza, hasta tanto

que los de la vanguardia más remotos,

en oculto lugar acomodado

quedaron escondidos Diego Franco,

Bartolomé González y Poveda,

Alonso Gómez y Pedro Gutiérrez

y Francisco de Murcia y Juan Mateos,

un Alonso Domínguez y Herreño,

Pero Fernandez Bolegan, Aranda,

ansimismo Bartolomé Fernandez

de León, y también Fernán Gallego,

soldados excelentes y cursados

en tratos de belígeras contiendas.

Y aquesto hecho , sin perderse punto

del paso que llevaban caminando,

dióse la retaguardia mayor priesa,

amenazando con desnudos hierros

la presa que llevaban por delante

porque fuesen á paso presuroso,

como que ya huían del peligro

á vista del incauto barbarismo ,

CANTO DÉCIMO.

301

que bien tuvo creído por la muestra

ser cierta y esencial el apariencia,

precipitándose confusamente

en pos del cauteloso peregrino.

Y ansí, con orgulloso desconcierto,

cayeron en el lazo y emboscada,

de do como pasó la turba multa,

salieron de través los emboscados

diciendo : ¡Santiago, Santiago!

A cuya voz los otros acudieron

contra la confiada muchedumbre,

que se halló burlada como cuando

el codicioso can va tras venado

por herbosa sabana, y encubierto

estaba por allí tigre ligero

que salió de través con veloz salto

cogiéndole la caza que seguía,

y él se volvió la cola recogida

y apretada debajo de las piernas,

huyendo de se ver entre sus uñas.

Tal fué la turbación de los salvajes

cuando se vieron en aquel conflicto

sangriento sin valerse de sus manos,

porque todos los más dellos pusieron

en los pies su salud y confianza

por donde cada cual pudo librarse;

algunos malamente lastimados,

otros quedaron muertos y otros presos.

302 HIST. DHL N. R. DE GRANADA.

freno bastante para que dejasen

ir á los españoles libremente

con la cautiva gente que llevaban.

Y llegados á Velez, enviaron

algunos indios dellos á sus pueblos,

habiéndoles hablado largamente

acerca de la paz que deseaban

tener con los vecinos comarcanos,

y que debajo della bien podian

venir á libertar queridas prendas,

sin dar por ellas otros intereses

más que sencilla paz y amor sencillo,

según á los principios prometieron;

y que esto les cumplía si querían

tener vida quieta y apacible;

porque si no, del acontecimiento

pasado juzgarían lo futuro.

Llevaron, pues, los indios el mensaje ,

que fué bien rescibido, porque luego

vinieron los señores principales

y el amistad se celebró de nuevo,

no con tanta firmeza que faltasen

rebeldes repiquetes después desto,

hasta que por las guerras y otras causas

quedaron de potencia descarnados,

y están sus tierras ya cuasi desiertas.

Mas en aquella era no dejaban

de poner en aprieto hartas veces

CANTO DÉCIMO.

á los que pretendían domeñallos;

tanto que á Galeano le convino

venir alguna vez más que de paso

á demandar favor á los de Tunja,

tercera población adonde estaba

el capitán Suarez ya poblado;

según declararemos, Dios mediante,

cuando tratemos della, pues agora

con los de Velez quiero detenerme.

Adonde no faltó después socorro

que llegó de la costa, cuando vino

Jerónimo Lebrón, como diremos

cuando se dé razón de su viaje,

pues de presente voy encaminado

á la provincia que se llama Guane,

jurisdicción de la ciudad de Velez,

adonde hecha paz con Agataes,

pasaron luego las sangrientas armas,

y á la conquista della se disponen,

é yo, para dar cuenta del suceso,

al venidero canto, pues aqueste

con este presupuesto se remata.

CANTO UNDÉCIMO

En el cual se da razón de la conquista de la provincia de Guane,

y rencuentros que hubo en la pacificación della.

Corria, según cómputo cristiano,

año de tres quinientos y cuarenta,

al tiempo que el planeta más lozano

al pluvial Acuario se presenta,

veinteno dia del bifronte Jano,

primero de los meses desta cuenta,

cuando partió la valerosa gente,

guiados á la parte del Oriente

en demanda de Guane , cuyas tierras

están del pueblo de los españoles

menos de veinte leguas de distancia.

Y aunque son grandemente pedregosas

las partes habitables deste suelo,

es amigable siempre su templanza

para conservación del individuo,

pues nunca frió ni calor da pena,

por ser desocupado de montañas

y visitallo saludables vientos

– XLIV – 20

iOOglg| ^

3ü6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

á su fertilidad nada contrarios.

Y ansí contiene virtuosas plantas

que producen en todos tiempos frutos

apacibles al gusto y á la vista,

y al olfato no menos agradables,

traspuestas en labranzas regadías

do guian por acequias aguas claras

que bajan de los altos murmurando

y se derivan por diversas partes

en toda la provincia, que contiene

de circuito más de doce leguas.

La cual hacia la parte del Oriente

viva peña tajada la rodea,

á quien llamamos cingla comunmente,

que corre Norte Sur algo torcida

más espacio que dura la provincia;

pero por la frontera de los Guanes

rio de Sogamoso la divide,

y corre furioso por sus tierras >

donde se junta con el de Suarez

y otro que Chalala tiene por nombre.

Cuyas corrientes van encaminadas

al rio Grande de la Magdalena,

de suerte que por bajo de la cingla

al ocaso tenian sus asientos

estos Guanes, y encima de la cingla

sabanas rasas hay, pero desiertas,

excepto la que tienen más á mano

que llamamos la Mesa de Xerira ,

CANTO UNDÉCIMO.

307

fértilísimo campo y apacible,.

igual, alegre, llano, raso, limpio;

cuya circunferencia tanteada

será compás de seis ó siete leguas

ella sola, sin las colaterales ,

que son grandes y amplísimas dehesas ,

todas de tan propicias influencias,

que si por españoles se poblaran

en aquella sazón y coyuntura ,

conservando los indios naturales ,

tuvieran cumplimiento de regalos,

pues no faltara trigo ni cebada,

con las demás simientes de legumbres,

fructíferos verjeles y jardines

de las nativas plantas y extranjeras,

con todas las especies de ganados

al menester humano necesarios ,

y viníferas viñas ansimismo

en partes que pudieran ser irríguas,

por ser esta llanada deleitosa

de cristalinas fuentes proveída

con aguas salutíferas que corren

al beneplácito de quien las guia,

y amiga la templanza del terreno

á la salud humana todo tiempo.

Y allí los moradores demás desto

tuvieran para colmo de contento

auríferos veneros por vecinos,

308 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

porque el rio del oro que se labra

por Velez y Pamplona les confina.

Y ansí Guanentá* rey desta comarca,

á quien los otros indios principales

por supremo Señor reconoscian

y daban vasallaje y obediencia,

en esta Mesa tuvo su vivienda,

por ser más apacibles estalajes

que los inferiores déla cingla;

aunque todos son unos y una lengua,

unas costumbres, ritos y ropaje

de telas de algodón, que van tejidas

con hilos variados en colores;

con una se rodean la cintura,

y otra que de los hombros va pendiente

al izquierdo trabada con un ñudo

dado con los extremos de la manta;

traje también común á las mujeres,

que por honestidad y más resguardo

usan debajo desto pampanillas,

con que cubren las partes impudentes

las casadas, porque las incorruptas

deste tercero velo son exentas.

Tienen disposición y gallardía;

y es gente blanca, limpia, curiosa,

los rostros aguilenos, y facciones

de linda y agraciada compostura;

y las que sirven á los españoles

CANTO UNDÉCIMO.

es de maravillar cuan brevemente

toman el idioma castellano,

tan bien articulados los vocablos

como si les vinieran por herencia;

primor que yo jamás he visto

en las otras naciones de las Indias,

con haber visto muchas y diversas,

por ser los más ladinos balbucientes

en la pronunciación de nuestra lengua.

Los indios son también ingeniosos

y diestros en sus armas, que son lanzas,

dardos, macanas, hondas, de las cuales

usan en las peleas comunmente

con brazo vigoroso, sin torcerse

la piedra del objeto do la guian.

Y ansí, con prevenciones necesarias,

escudos, morriones y celadas,

entraron en las tierras de los Guanes

cincuenta belicosos españoles,

solamente seis dellos de caballo;

y después de pasar á Conacuba,

impetuoso rio, procedieron

arriba por un valle hacia donde

la población de Guane se comienza ,

para tomalla desde su principio

y venir allanando la provincia,

volviendo hacia Velez conquistando

á los que les hiciesen resistencia.

Y las primeras casas do llegaron

¿lO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

fueron de Poasaque, cierto pueblo

que Corbaraque, capitán, regía,

al monte retirado con su gente,

con temor de la nueva que venía

entrando por la tierra no hollada

con planta de nación advenediza,

al cual dieron alcance, y asentaron

con él el amistad que deseaban,

debajo de promesa que hicieron

de ser por ambas partes conservada,

con que reconosciesen vasallaje

al prepotente Rey de las Españas

y al auto que les fuese señalado

en su nombre real, porque con esto

vivirán quietos y seguros.

Y con la misma mano de concordia

fueron en otro valle recibidos

que con el Corbaraque confinaba. •

Después fueron á Poima, que lo mismo

hizo, dándoles telas bien labradas

y algunas buenas joyas de oro fino.

A Chalala pasaron después desto,

gente que se mostró más animosa

y para defenderse con más brio;

donde se detuvieron ocho dias,

procurando ganar las voluntades,

que se mostraron duras y contrarias

al vínculo de paz que se pedia.

CANTO UNDÉCIMO.

De cuya causa con rigor de guerra

prendieron en rencuentros y en alcances

gente de toda edad crescida copia,

de por aquel compás la más lucida;

mayormente mujeres, do la vista

humana más inclina sus antojos,

eran á las demás aventajadas

en la disposición y hermosura ,

aire, donaire, gracia y atavío.

Corrieron ansimismo la ribera

del memorado rio que desciende

de Sogamoso , términos de Tunja,

pasando por asientos bien poblados,

desamparados ya de los vecinos,

que con temor dejaban sus posadas

al albedrio de los peregrinos.

Los cuales recogieron en las casas

gran cantidad de ropa y algún oro;

y á las tierras de Guane revolviendo,

noticia se les dio de Macaregua,

cacique belicoso y hombre rico,

en demanda del cual partieron luego,

inciertos de la paz, mas del rancheo

ciertos y confiados, por la mucha

fama de la riqueza que tenía.

Y porque no podían los caballos

ir camino derecho por la parte

más baja que las guias señalaban ,

312 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

á causa de las grandes asperezas

de peñascales y derrumbaderos,

fuéronse los peones por lo bajo

con indios yanaconas de servicio

que, con favor y auxilio de cristianos,

se muestran animosos en la guerra ,

y con la dulcedumbre del rancheo

aman las disensiones y revueltas.

Y Galeano con los caballeros

á vista caminó por la cuchilla

alta que por encima se hacía,

loma limpia de piedras y de monte.

Y cuando dieron vista los peones

al pueblo peñascoso (que tal era

que allí nada valian los caballos,

ni pudieran bajar á coyuntura , .

por no hallar camino que les diese

bajada que no fuese precipicio),

arremetieron á tomar la puerta

de la principal casa, que juzgaban

por su grandeza ser la del cacique,

no con tanto silencio que no fuese

el acometimiento percebido.

Y ansí, sobresaltados los de dentro,

al encuentro salió con gentil orden

un escuadrón soberbio de piqueros

que debían estar ya con aviso,

haciendo retener el presuroso

paso del codicioso peregrino,

CANTO UNDÉCIMO.

313

amparándose bien con los escudos,

porque con tal denuedo les picaban,

como si fueran diestros alemanes

en el compás de pies y en las posturas;

y si ios nuestros les ganaban tierra,

con retrógrado curso la perdían.

Andando desta suerte los dos bandos

con recíprocos acometimientos

(á la manera de marinas olas

que saltan de la mar á la ribera

y sin parar en ella se retraen

después de dar el golpe repetido,

las unas con las otras batallando

con incesable furia de tormenta),

en el cual rompimiento Pedro Vázquez,

joven acelerado y orgulloso,

adelantó los pies, alta la mano,

para golpe de muerte que la suya

iba llamando, porque descuidada

del opuesto contrario la rodela,

llegó punta tostada de una pica

rompiendo por orgánicas arterias,

por donde los espíritus vitales

se despidieron della para siempre,

y el miserable dio final caida.

Al cual llevaron indios arrastrando

hasta ponello junto de la puerta

de su mayor, en cuya delantera

314 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

hervía la rencilla rigurosa

tal y tan obstinada, que los nuestros

no pudieron quitalles el cadáver.

Pero como corridos del afrenta

y del soberbio brio que mostraban,

puestos en ala, se determinaron

de morir ó vencer, porque venia

al alboroto multitud dé gente

de los cercanos barrios, proveída

de lanzas y de piedras y otras armas

que la necesidad administraba ;

y ansí, poniendo todo su remedio

en Dios y en el meneo dé sus brazos,

rompen por ellos, y al primer encuentro

quedaron trece bárbaros tendidos,

sin otros cuya sangre daba muestra

tener necesidad de buena cura.

Los cuales, acordando de buscalla,

se fueron retrayendo del conflicto,

y en seguimiento dellos los restantes,

huyendo cada cual por do podía;

de manera que nuestros españoles

quedaron por señores en el pueblo,

asaz necesitados de descanso,

y Pedro Salazar con dos lanzadas –

que tuvo que curar algunos dias.

Y entonces Galeano ya tenía

hallado paso para los caballos;

cuyas congojas fueron impacientes

CANTO UNDÉCIMO.

por no poder bajar con más presteza

al tiempo de la grita y el estruendo

que de los combatientes percibía;

aunque con los caballos no pudieran

hacer efecto bueno por las peñas

opuestas por delante donde quiera.

Finalmente, pasada la refriega,

llegaron á la parte donde vieron

al desdichado Pero Vázquez muerto,

que no causó pequeña pesadumbre;

mas como sea pió beneficio

al de vital calor desamparado

ocultalle la parte corruptible

debajo de la tierra ponderosa,

fué la primera cosa que se hizo ,

según la coyuntura y el espacio;

y luego discurrieron por las casas

ai rancheo, que no fué de momento, t

porque lo substancial estaba fuera

en diversos lugares ocultado.

É ya cuando su luz el sacro Febo

de aquellos hemisferios apartaba,

á los otros antípodas guiando

sus lucidos caballos y veloces,

tomaron por más cómoda posada

la casa del cacique Macarigua,

donde se recogieron y cenaron

316 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

con prevención de buenos centinelas,

las armas en las manos, y dispuestos

para salir en orden prevenido

en oyendo cualquiera repiquete.

Mas aunque los más dellos algún tanto

tomaban soporífero sosiego,

el Martin Galeano no paraba,

visitando los que velaban fuera.

Y al tiempo de rendir el primer cuarto,

á todos los llamó , y estando juntos,

les dijo brevemente su concepto :

«Compañeros y amigos, mal seguro

es para defendernos este puesto,

do si nos acometen con obscuro

el suelo que hollamos es molesto,

y arriba libre de peñasco duro

páramo llano, limpio, sin recuesto,

adonde los caballos son señores

del campo sin aquestos sinsabores.

«Sería, pues, notorio desatino

no desembarázalas la posada,

porque si yo no soy mal adivino,

aquí nos han de dar el alborada;

y ansí cumple ponernos en camino

luego, por ser la hora sosegada,

y aunque veáis arriba campos llenos

de gente, valdréis más los que sois menos.»

L,ooQle

CANTO UNDÉCIMO. 3 1 7

Á todos paresció bien el acuerdo,

y ansí tácitamente caminaron

hasta llegar al alto, por la parte

por donde descendieron los caballos,

y en llano claro, raso y apacible

asentaron su campo, y estuvieron

espacio de tres días descansando,

ocupados en reparar pertrechos

y en la reformación de los rocines,

que, por falta de hierro, los herraban

con herraduras hechas de oro bajo,

porque sin ellas, por ninguna via

pudieran caminar sin despearse,

á causa de ser suelo lapidoso;

donde la mayor parte de los indios

tenían población innumerable,

pues en el circuito solamente

de lo que propiamente llaman Guane

habia treinta mil casas pobladas,

á dos y á tres vecinos cada una,

y en ellas sus mujeres y familias;

de manera que la provincia toda

era manantial de naturales.

Y ansí los españoles por ser pocos,

y el suelo de la suerte que lo pinto,

y que por desmandarse Pero Vázquez

del cuerpo de los otros compañeros

quedó desamparado de la vida,

tomaron el empresa con recato

318 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y con la prevención que fué posible,

porque de todas partes se mostraba

gran multitud de bárbaros armados,

estruendo de cornetas y atambores,

eso me da las noches que los dias,

con fieros y amenazas á lo lejos,

sin quererse llegar á rompimiento.

De cuya causa los que no querían

permanecer ociosos ni baldíos

determinaron ir en busca dellos

por ver sus pueblos, y primeramente

dieron en Guanentá, donde hervía

innumerable gente que asombrada

de ver la nunca vista por su tierra,

se fueron deslizando con espanto,

aprovechándose de la huida.

En cuyo seguimiento , sin acuerdo

otro que la codicia del rancheo,

los nuestros se partieron en dos partes:

ocho peones solos en la una

con dos gentiles hombres de caballo,

un Alonso Fernandez y Gonzalo

de Vega, cuyo hijo de su nombre

hoy goza los trabajos de su padre,

yéndose los demás con Galeano

tras el tumulto por diversa via.

Pero los diez que digo, prosiguiendo

aquellos que cayeron á su mano,

CANTO UNDÉCIMO.

3»9

dieron en cierta junta de gandules

que de improviso vieron en un cerro ,

de hondas proveídos y de lanzas.

Mas ellos, aunque pocos, no por eso

detuvieron el paso que llevaban,

con determinación de dar en ellos;

pero cuando llegaban á paraje

cercano de los indios, que quietos

estaban esperando su llegada,

dieron de ojos repentinamente

sobre una quebradilla barrancosa,

imposibilitada de pasaje

por su profundidad y por las piedras

opuestas en el curso de las aguas,

donde forciblemente repararon

caballos y peones, y los indios

á causa de tener esta muralla ,

déla contraria banda con las hondas

enviaban espesas rociadas.

Lo cual visto por nuestros españoles,

á los indios amigos yanaconas

que ios fueron siguiendo con sus arcos,

pusieron en aquella misma frente,

para que con las flechas respondiesen

¿1 vuelo de las piedras susurrantes,

con dos peones en su compañía

que siempre los moviesen y animasen.

Y los seis, abatidos, arrastrando

los pechos por la tierra, se deslizan

3 20 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

dentro de la quebrada peñascosa,

por la cual fueron hasta más arriba

del lugar do hervía la borrasca

en la contraria banda de los Guanes,

en su pelea tan embebecidos,

que no sintieron el estratagema

hasta que les soplaron las espaldas

con .aceradas puntas y con filos

que brazos y cabezas cercenaban.

De cuyo sobresalto los temores

de tal manera se le revistieron,

que pocos se valian de las armas;

y mucho menos desque los caballos

pasaron por lugar acomodado,

porque hallaron apacible suelo,

donde se revolvían sin contraste

ellos y los peones que siguiendo

los fueron, con mortífera ruina

de los que se mostraban más gallardos.

Y satisfechos de la suerte hecha,

dieron la vuelta con algún despojo

en busca de los otros españoles,

cuyo suceso fué no” menos grato,

antes aquel alcance más sangriento,

sin que los nuestros padeciesen daño.

Los cuales juntos y regocijados,

pasaron el real á Butaregua,

pueblo poco distante de la cingla,

CANTO UNDÉCIMO.

321

asiento bien compuesto, llano, limpio,

de frutos y de mieses abundante,

porque los moradores curiosos

tenian regadías heredades

por acequias antiguas, y cursadas

en tal manera, que satisfacían

al codicioso fin de los cultores.

No hallaron vecinos en el pueblo,

porque todos estaban retraídos

en unas grandes cuevas y solapas

que el pecho de la cingla contenia;

altas y rigurosas las subidas,

pero por ambos lados iban sendas

á soslayo guiadas á las puertas,

porque via derecha pies humanos

no fueran poderosos, y aun por donde

subían era prueba temeraria ,

por no tener adonde detenerse,

de aquel anden estrecho resbalando;

y habían de dar salto que tenía

bien doscientos estados de distancia.

Pero los españoles, como viesen

el rastro , conoscieron el secreto,

y repartidos por entrambos lados,

subieron los más sueltos y atrevidos,

debajo de concierto que, saliendo

algunos á hacelles resistencia,

volviesen las espaldas con ensayo

de fuga por sacalles á lo llano,

– XLIV – 2*

322 HIST. OBL N. R. DB GRANADA.

fuera del evidente precipicio.

Y no se defraudó su pensamiento,

porque viendo los indios que subían,

salieron denodados al encuentro,

y ellos, á las espaldas los escudos,

volvieron á tomar tierra segura ,

los bárbaros tras ellos en’ alcance,

según iban saliendo de las cuevas

no menos que fervientes hormigueros.

Y visto por la gente castellana

algunos en lugar acomodado

para poder jugar de las espadas,

sobre ellos dieron vuelta sanguinosa,

cebando los aceros afilados

en bárbaras entrañas á gran priesa.

Y como retuvieron los primeros

el presuroso paso de repente

en el remate del despeñadero ,

y los que los seguían no paraban

el reventón abajo desgalgados ,

sin ser en mano dellos detenerse,

por ser anden enhiesto por extremo,

y éste dar en aquél y aquél en otro,

confusos y revueltos se derriban,

yéndoseles los pies, y unos á otros

asidos por valerse van volando

por los vagantes aires á la tierra

que los rescibe hechos mil pedazos,

y en el regazo de la vieja madre

CANTO UNDÉCIMO.

3*3

quedó gran cuantidad de cuerpos.muertos.

Y ansí, los que escaparon en lo alto,

siendo persuadidos por las lenguas,

vinieron á la paz, por excusarse

de las calamidades de la guerra.

Esta nueva voló por la comarca,

y tuvieron por sana granjeria

celebrar amistad con los cristianos,

siendo de los primeros Macaregua,

trayéndoles las armas del soldado

primero que mataron en su pueblo,

con mantas y con oro y otras cosas,

con que se mitigaron los enojos,

y á sus palabras blandas y amigables

también prestaron blandos los oídos.

Y puestos ya debajo del dominio

del Católico Rey insuperable,

pasaron á Bocore y á Xuaguete,

dos pueblos que quietos estuvieron,

y al nuevo yugo que les imponían

no menos liberales que obedientes,

porque les dieron piezas y preseas

que fueron importantes en el precio.

Pero Cacher entonces no quería

dar reconocimiento de tributo,

ni venir á los ver, siendo llamado,

con algún menosprecio y arrogancia >

que no sufrió quedarse sin enmienda.

334 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Á cuya corrección fueron los veinte

peones con algunos de caballo,

y entrando por el pueblo con semblante

pacífico, según se les mandaba,

por negociar sin efusión de sangre

lo que se pretendía; mas llegando

cercanos á la casa del cacique,

salieron della con bastones gruesos

cuarenta bárbaros, determinados

de los matar á palos, y el intento

manifestaron luego por la obra,

pues descargaron los pesados golpes

en los que no venian descuidados,

que, como mal sufridos, fueron prestos

á dalles las respuestas con el hierro

que traspasaba pechos y costados,

en tal manera que de los cuarenta

unos quedaron muertos y otros presos,

y el cacique con ellos maniatado.

Con los cuales vinieron á Bocore,

sin ser parte la gente que salía

á quitalles la presa de las manos,

ni reprimir el paso comenzado;

yendo los de caballo deteniendo

el ímpetu, y los otros caminando

hasta llegar adonde los espera

el Martin Galeano con el resto,

que les mandó quitar las ligaduras

con tratamiento pió y amigable,

CANTO UNDÉCIMO.

325

é instrucción y expreso mandamiento

de lo que convenia que hiciesen

para vivir quietos en sus casas.

Y granjeadas con razones mansas L

entreveradas con algunos fieros,

la sujeción pedida y obediencia,

se les dio libertad para volverse

á quietar la gente de su pueblo

por aquella prisión alborotada.

Esto hecho, pasaron á Siscota,•

do fueron recibidos con aplauso

y cantidad de telas y algún oro,

sin repugnancia de la servidumbre

que por ellos les fué notificada.

Y despedidos deste señorío,

pasaron á Cotisco y Carahota,

y al Val de Sancotéo y Uyamata,

entonces poblaciones principales,

no menos fértiles que populosas,

las cuales sin bullicio belicoso

á todo se mostraron obedientes.

Y hecha descripción de los Señores

que la tierra de Guane contenia,

para dar suertes á los compañeros

y remuneración de los trabajos

en la conquista dellos padescidos,

la determinación fue reservada

326* HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

para de más espacio tantealla

en la ciudad de Velez, deseando

de ya volver á vella, con sospecha

de novedades en absencia suya;

en cuya dilación habían visto

después de su partida cuatro veces

juntarse los dos cuernos de la luna.

Y á causa de tardarse tanto tiempo,

estaba temeroso Galeano

de bárbaro furor y movimiento

de parte de los indios convecinos,

que ya tenian amos señalados

á quien daban demoras ó tributos,

ponderoso carguio para gente

que fue, de libertad antigua, puesta

en una miserable servidumbre;

mayormente faltando la modestia

de parte de los duros exactores

que no tenian límite ni tasa

en aquel tiempo, sino que sin ella

cobraba cada cual con extorsiones

aquello que razón no permitía,

demás de los trabajos excesivos

de personal servicio, donde muchos

por no lo comportar desesperaban,

ó; débiles y flacos, perescian.

Y fué causa también á los principios

para que, confiados de sus fuerzas,

por redimir aquellas vejaciones,

CANTO UNDÉCIMO.

qi/ebrasen deste yugo las coy andas,

quitándolo de sobre sus cervices;

y si vían la suya, les hacian

que pagasen el natural tributo

á los que les pedian el impuesto,

según aconteció desde á dos meses

que salió Galeano p ara Guane,

como diremos en el otro canto

que viene después deste, pues llegado,

halló las novedades que me piden

ser con nuevo principio celebradas.

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CANTO DUODÉCIMO.

En el cual se contiene la rebelión de Saboya y de los indios

de Tiquesoque, y la muerte de ciertos españoles.

Las demasías, fuerzas y rigores

de los hinchados y ensoberbecidos,

hacen que se levanten á mayores,

como dicen, pacientes y sufridos,

y que contra crueles vencedores

tiren pesadas coces los vencidos ,

porque ninguno dellos es tan bestia,

que sufra todas veces gran molestia.

Será, pues, adaptado paradigma

y ejemplificacion de lo propuesto

el suceso después que se partieron

los soldados que dije para Guane;

quedando los demás para defensa

de la nueva ciudad, y por caudillo

dellos el Juan Fernandez Valenzuela ,

3>0 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.

en uso de la guerra vigilante,

y en excusalla no tan advertido

que no disimulase desafueros

para quebrar la paz ocasionados

con los que ya tenian encomiendas,

de los cuales algunos procuraban

sin illes á la mano sacar jugo

de los que por ventura no tenian

substancia ni virtud con que pudiesen

satisfacer á sed más insaciable

que los heridos de serpiente dipsas,

que por mucho que beban no se hartan.

Destos aquel Gascón, primer alcalde,

paresce ser que fué más importuno

en dalles priesa que trajesen oro

los indios que por suerte le cupieron,

entonces una de las principales,

porque fué lo que dicen Tiquisoque

en él (para su mal) encomendado.

Éste, siendo llamado por el amo

á la contribución de su tributo,

vino sin excusarse, proveído

de lo que le mandaron que trajese;

y después de le dar joyas tan buenas

que merescian agradescimiento,

el inconsiderado, blasfemando

de todo cuanto trajo, le decía:

CANTO DUODÉCIMO.

331

«Perro chingamanal, sucio borracho,

con opinión de principal cacique,

este oro me diste sin empacho,

más destilado que por alambique.

¿Piensas que tratas con algún muchacho,

que podrás contentallo con empique?

Vea ya claridad lo del archivo,

si no quieres que yo te queme viv*o.»

El indio con traición disimulada,

aparencia leal y rostro ledo,

le respondió:

« No puedo más ahora;

pero si con mejora quieres paga,

conviene que se haga donde moro,

pues para llegar oro mucho hace

al caso, si te place , ser presente *

donde yo represente que conviene

darte de lo que tiene cada uno,

sin excusar ninguno deste gasto,

pues yo solo no basto para tanto.

Y ansí cobrarás cuanto tu deseo

te pide, porque creo ser bastante

el tenerte delante de los ojos

para que tus antojos y tu pecho

quede de lo que buscas satisfecho.»

Alegróse Gascón» y halagólo

con promesa de selle buen amigo,

332 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

si la suya tuviese cumplimiento.

Y con aquel anhelo codicioso

que ciega los humanos corazones

para no ver los riesgos y peligros

que nascen de la loca confianza,

al Valenzuela le pidió licencia,

teniendo por notorio desvario

soltar, aunque dejallas no lo fuera,

aquellas ocasiones de las manos.

El cual, después de ruegos importunos,

la licencia le dio, no sin consejo

que fuese con aviso y á recado ;

y él, con aquel estímulo pungente,

de miseros avaros quitasueño,

apercibió sus armas y caballo

y seis amigos suyos, excelentes

peones, con espadas y rodelas.

El uno dellos fué Benito Zarco,

y otro llamado Bartolomé Sánchez,

soldados estos dos de Santa Marta:

los otros cuatro fueron, según dicen,

de la parcialidad de Venezuela,

cuyos nombres aquí no se declaran

por caer en la boca del olvido.

Sé que llevaron en su compañía

algunos yanaconas de servicio,

con los cuales llegaron á las casas

de Tiquisoque, donde les hicieron

regalos que servían de cubierta

CANTO DUODÉCIMO.

333

de los intentos malos que tenian ;

y dejándolos bien aposentados,

el Tiquisoque se despidió dellos

diciéndoles :

«Por más regocijaros,

serviros y agradaros, damos traza

para salir á caza de venados

cazadores cursados del oficio.

Gozareis de ejercicio deleitoso;

veréis que el temeroso ciervo huye,

y cómo lo concluye la red puesta,

donde la flecha presta lo traspasa,

de la cual no es escasa gente suelta.

Al fin daré la vuelta de mañana ;

después no será vana mi promesa,

pues todos á gran priesa traerán oro

tanto que satisfagan á tu lloro.»

Con esto se partió del torpe huésped

y de los compañeros emplazados

á la caza del trance postrimero

que, combatidos de mortal sospecha,

no las tenian ya todas consigo ;

y ansí Benito Zarco dijo luego :

«Señores, plega á Dios que los venados

pardos no se conviertan en mohínos

(que somos los que estamos encerrados

por nuestra necedad y desatinos),

334 HIST, DEL N. R. DE GRANADA.

y que no tengan pasos ocupados

y con fuerza de gente los caminos.

En esta confusión quien se recela

no debe descuidarse de la vela.

»Ya que caímos en tan grande yerro,

no durmamos según gente sencilla:

este caballo que tenéis en cerro

esté toda la noche con la silla ;

á la mano también aqueste perro

para quitalle luego la trahilla;

porque si viere gente de mal arte,

él hará lo que suele por su parte.»

Á todos paresció bien el aviso,

y ansi por el espacio de la noche

tuvieron perspicace vigilancia,

y el indio Tiquisoque con la misma

envió mensajeros á gran priesa –

á convocar caciques comarcanos,

al indio Saboyá principalmente,

de tales ocasiones deseoso ;

y aun por ventura fué, según sospechan

el principal autor de la revuelta

y el consultor primero del engaño.

En efecto, después que luz febea

hizo restitución de los colores

que nocturnos vapores encubrian,

nuestros atribulados españoles

estaban á la mira, vacilando .

CANTO DUODÉCIMO.

335

en varios pensamientos divertidos,

unas veces del riesgo que corrían

entre gente bestial, arrojadiza,

y otras veces con buenas esperanzas ,

por pasarse la noche sin habelles

acometido bárbaro tumulto.

Y tendiendo la vista codiciosa

á una y otra parte del asiento,

vieron bajar por una loma rasa

más de seiscientos indios bien armados

de dardos y de flechas y macanas,

con aderezos de plumajería,

uso común de todos cuando salen

muchos á guerra, caza y ejercicios

en que comunidad pone las manos.

Y ansí los españoles no podían

certificarse de sus intenciones;

pero según la muestra y el denuedo,

creyeron lo peor, y fué lo cierto;

de cuya causa, bien apercibidos,

y el Juan Gascón encima del caballo,

salieron al encuentro, no mostrando

alteración alguna, mas fingiendo

salir por amistad á rescebillos,

estándose parados y quietos

donde con el cuadrúpedo podía

hacer algunos lances ofensivos,

por ser allí lugar desembargado .

para les responder según cantasen.

JJÓ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Mas la perplejidad no fué prolija,

antes con brevedad salieron della,

porque viéndose ya breve distancia

de los que los estaban esperando,

sonaron caracoles con que suelen

suplir el ronco son de las trompetas,

y la molesta grita que rompía

los aires declaró sus intenciones,

demás de las espesas rociadas

de venenosas flechas que clavaban

los cóncavos escudos contrapuestos

con tal obstinación que los ponian

muerte cruel delante de los ojos,

y que sin el auxilio y el socorro

del cielo no podían escaparse.

Y ansí, viéndose dentro del peligro,

por medios de razón inevitable,

el Juan Gascón, con voz algo turbada,

habló con sus amigos desta suerte:

«Perdonadme, señores, pues he sido

principal movedor y el instrumento

para que sin razón hayáis venido

á veros en aqueste detrimento.

Bien sabe Dios si estoy arrepentido

y á cuánto llega mi arrepentimiento;

pero para libraros nada presta:

socorro celestial es el que resta.

CANTO DUODÉCIMO.

337

«Encomendaos á Dios como cristianos,

y todos peleemos de manera

que no vengamos vivos á las manos

desta gente bestial, cruel y fiera,

pues al que toman vivo los insanos

cien mil muertes le dan antes que muera;

por ahorrar de tantas, jnorir una

ya.^ue nos ocupó falsa fortuna.»

Esto dicho, mandó soltar el perro

y él dio de las espuelas al caballo,

siguiendo los peones sus pisadas.

No lobos, rio leones, no ligeros

tigres entre manadas de balantes

ovejas hacen tan cruel estrago,

cuanto hacian lojs desesperados

de poder escapar, porque de hierba

pestilencial estaban ya heridos,

como de todas partes les picaba

aquella multitud embravecida

de fuertes bárbaros, que presumían

algunos dellos de tomallos vivos,

confiados de si, por no faltalles

fuerza, desenvoltura, ligereza;

mas no lo consentían las espadas,

con los tajantes filos dividiendo

los brazos de los hombres, y con puntas

penetraban las partes entrañables,

por cuyas violentas bocas sale

– XLIV – 22

GoOQÍC

338 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

la substancia vital y el alma triste.

Unos y otros el lebrel degüella,

rompiéndoles las venas de los cuellos;

el de caballo hiere y atropella,

derribando los más lozanos dellos,

los peones que siguen ppr su huella

ensangrientan penachos y cabellos;

suena grita, tumulto y alboroto,

horrible y espantable terremoto.

Cuanto más entran en sangrienta lucha,

más se van encendiendo ios furores,

indignación, rigor, porque los unos,

ya que no pueden redimir sus vidas,

quieren que cuesten muchas, y Jos otros,

á trueco de las suyas, dar remate

de aquellas que tan caras se vendían;

pues tenian los toros en el coso

de donde no podían evadirse,

ansí por ser aljabas de garrochas

los miserables cuerpos que pendientes

traían de las carnes lastimadas

(y la presura grande del conflicto

ningún espacio da para quitallas),

como porque la sed intolerable

del mucho trabajar y sol ardiente

aumentaba la pena y el tormento –

en tal manera, que el mayor remedio

CANTO DUODÉCIMO.

339

era la certidumbre de la muerte.

La cual, con amenazas conoscidas,

no dejaba lugar desocupado,

según tímida caza que si deste

primero puesto huye, donde quiera

halla lebreles puestos en paradas;

ó como cuando cerca la sabana

de vivas llamas bárbara caterva

contra los animales campesinos,

que por instinto natural guiados,

desamparan huyendo los cubiles,

y doquiera que llegan hallan fuego,

que los detiene dentro de la cerca

de sonorosas llamas, hasta tanto

que el círculo fogoso se recoge

á término más breve, y el ganado

de diversas especies se confunde

donde el ardor, el humo, la presura,

los diestros sagitarios que hay en torno

adelgazan y cortan vital hilo.

Tales andaban ya los desdichados,

cuyos cansados brazos no responden

al vigoroso son de los principios,

antes los golpes pecan de remisos,

porque el vaso mortal, roto y abierto

por infinitas partes, destilaba

aquel rubio licor, silla del alma,

cuya falta las fuerzas disminuye.

340 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

El perro, traspasado de heridas,

había dado ya postrer gemido;

el caballo leal por consiguiente,

rotos por cien mil partes los ijares,

cayó, y el caballero, como diestro,

en pie quedó, dejando los estribos,

y con la rubricada lanza hizo

en su defensa todo lo posible;

pero como por una y otra parte

fuese de duros golpes combatido,

un golpe de macana le derriba

por tierra la celada borgoñona,

y con otro segundo más en lleno

quedó desposeído de la vida,

adonde hizo dejación del asta

en manos del tumulto furioso;

y el indio principal á quien le cupo,

en tanto la preció como si fuera

alguna preciosísima reliquia,

pues en otros recuentros después deste,

usaba della como de presea

que le podia dar valor y fuerza,

en presunciones suyas, invencible.

Pero falace fué su conjetura,

porque guardó ministro con que fuese

atravesado su robusto pecho

por el buen capitán Juan de Ribera

á tiempo que perdió su propia lanza,

y aquella que ganó con violencia

CANTO DUODÉCIMO. 341

del bárbaro feroz, le dio la vida

en un rigurosísimo combate,

de más de quince mil indios cercado,

con sólo dos peones, uno cojo.

Cuyo valor insigne y admirable

pornemos en escripto, Dios mediante,

cuando se representen las batallas

habidas en las tierras de los Moscas,

gente furiosa, suelta y atrevida.

Ahora demos fin á la batalla

de.Tiquisoque, donde los restantes

seis españoles fueron oprimidos,

haciendo menos muchas vidas antes

que fuesen de las suyas despedidos;

aunque quieren decir que el uno dellos

con ciertos yanaconas de servicio

del áspero conflicto se hurtaron :

pero no les valió su diligencia,

por hallar los caminos ocupados.

Y ansí murieron todos, pues un indio

dellos tan solamente llegó vivo

á la ciudad de Velez , malparado,

de quien supieron el suceso triste ,

que no causó pequeñas turbaciones,

á causa de ser flaca la defensa,

y ver que los trabajos padecidos

se renovaban, pues forzosamente

con más dificultad y mayor riesgo

342 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

habían de volver á la conquista;

demás de sospechar que las provincias

todas habían de venir sobr’ ellos ,

por ser los indios bravos y terribles

á cualquiera maldad determinados;

mayormente que todas las naciones

afligidas pretenden desasirse

del yugo poderoso que les ponen.

Y por asegurarse deste daño,

los pocos españoles deste pueblo,

á Santa Fe hicieron mensajeros

para que Fernán Pérez de Quesada

enviase socorro por la posta;

porque por este tiempo ya tenia

cargo de General en este reino,

nombrado por su hermano Don Gonzalo,

el cual había ya hecho viaje

á la costa del mar con Benalcazar

y Fedriman , dejando ya poblada

á la ciudad de Tunja do la vemos ,

como diremos cuando della trate.

Sabiendo, pues, la nueva Fernán Pérez

del riesgo que corrían los de Velez,

despachó de caballos y peones

número de cincuenta bien armados,

y á los dos capitanes excelentes,

el uno Juan de Céspedes, y el otro

el noble capitán Juan de Ribera,

CANTO DUODÉCIMO.

343

los cuales abreviaron el camino,

y llegados á Velez, otro dia

llegó de Guane Martin Galeano,

que fué de su seguro más aumento.

Y ansí, por no cumplir que en el castigo

hobiese remisión, determinaron

que luego se pusiese por la obra ,

para lo cual apercebidos fueron

setenta compañeros solamente,

el Martin Galeano por caudillo;

todos sin ministerio de caballos,

por ser equinos pies allí baldíos,

si no fueran alígeros Pegasos,

mayormente teniendo ya noticia

de la congregación que se hacía

dentro del aspereza de los montes

de Orta y Cocumí, que son confines

á sierras de Agatá, donde pensaban

los bárbaros inmites defenderse,

y congregada ya la muchedumbre,

salir á presentalles la batalla,

con ánimo de no volver el rostro

hasta desarraigar los españoles

de términos anejos á sus tierras.

Ansí los nuestros , avisados desto

por bárbaros que fueron salteados,

considerando para su seguro

el anticipación ser necesaria ,

con espadas, rodelas y ballestas

344 HIST* DEL N- R- DE GRANADA.

á la dificultad se dispusieron

el número que tengo señalado,

cuyos nombres no pongo por escrito,

porque me falta dellos la memoria.

Sé que fué uno Gonzalo García,

vecino de aquel pueblo, y después deste

de Tunja, donde Sebastian García,

su hijo, joven de cabal talento,

goza del fruto que paterna mano

produjo con servicios que son dignos

de muy más extendida recompensa.

Del parto de la Virgen ya corrían

sobre mil y quinientos los cuarenta,

y el radiante Febo visitaba

la imagen del cornígero segundo,

de tres que entre los signos se numeran,

cuando la valerosa compañía

hizo camino por las altas sierras

de aquellos indomables Agataes ,

cuyas habitaciones vieron yermas,

sin se hallar en todas las moradas

cosa de que pudiesen echar mano,

ni rastro que dé muestra por adonde

buscasen sus latí bulos y ranchos.

Pero como rastreros bien cursados

en este menester, algunos dellos

dieron en una trocha mal hollada ,

estrecha tanto, que los menos diestros

CANTO DUODÉCIMO.

345

juzgaban ser perdida diligencia

ir en prosecución de sus señales;

mas la perseverancia dilatada

halló que cuanto más se proseguia

la senda, se hallase más trillada,

hasta dar en camino manifiesto,

por donde les constó ser el paraje

por do la multitud se recogía

á lugares dispuestos á defensa.

Y ansí lo prosiguieron, hasta tanto

que dieron en la cingla peñascosa ,

perlongada y opuesta por delante;

desde la cual cercana vieron otra

de no menos altura, que distaba

de la primera brevecillo trecho,

pues alcanzaban los volantes tiros

de flechas ó saetas á los altos

del valle fondo que Tos dividía,

y subidos en la segunda cingla

gran número de bárbaros armados,

con ornamentos de plumajería,

con cuyas apariencias aumentaban

aquella furibunda bizarría;

y en viendo los soldados españoles

á quien en estos pasos esperaban

por tener ya razón de su venida,

tocáronse los roncos instrumentos

fotutos y cornetas, dando grita

con oprobios, afrentas y amenazas

346 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

de muerte, con espesas rociadas

que desde los peñascos les envían.

En uno de los cuales, que salía

un poco más afuera, se mostraba

robusto capitán, cuyas palabras

y jáculos mortíferos frecuentes

daban á los de España pesadumbre,

y había lastimado cierto perro.

Mas Alonso Martin, soldado viejo

de los de Fedriman, cuya ballesta

no menos era cierta que los arcos

del sagitífero señor de Délos ,

puso recto arpón en la cureña,

y al señalado bárbaro dirige

el penetrante tiro de tal suerte,

que las viscosas plumas se embebieron

en el siniestro lado, cuyo golpe

hizo que se viniese despeñando

por más de cíen estados á lo bajo,

cercano del camino por adonde

habían de bajar ios españoles

para llegar al alto que tenian

los bárbaros soberbios ocupado.

Los cuales, viendo la penosa muerte

del capitán robusto y atrevido,

y suertes que hicieron después desta

con las demás ballestas españolas,

y que ya no tenian municiones

para los detener en aquel paso,

CANTO DUODÉCIMO.

347

se fueron retrayendo más adentro

para les ocupar otras alturas,

inevitables por aquel paraje.

Pero reconoscidos sus intentos

por la sagacidad de los contrarios,

á gran priesa siguieron el alcance,

no sin ayuda de los bravos perros

que hicieron en ellos gran estrago,

hasta tanto que por diversas vias

se derramaron estos escuadrones

por bosques y latebras, do pudiesen

librarse del vigor sanguinolento

con que los asombró severa mano.

La cual, gozosa ya de la victoria,

fué rastreando los alojamientos,

que fueron fácilmente descubiertos,

y en ellos abundancia de comida,

con despojos no menos importantes.

Estuvieron allí dos ó tres dias,

del trabajo pasado descansando,

al cabo de los cuales se partieron

á Tiquisoque, donde fué concierto

que el Ribera y el Céspedes con otros

algunos caballeros esperasen,

por ser allí la tierra más dispuesta

para poder valerse de caballos.

Pasaron, pues, por tierras de Popona,

y alojáronse todos en un pueblo

34# HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

del indio capitán llamado Capa,

donde los de caballo se juntaron;

y con la vigilancia necesaria

allí hicieron noche, y otro día

siguen á Tiquisoque su camino,

poco más de una legua de distancia.

Y como su viaje fué forzoso

ir á media ladera caminando,

cargó tal muchedumbre por lo alto

de galgas y de tiros venenosos,

que no fué sin favor del alto cielo

salir intactos de las reiteradas

inundaciones que sobre ellos iban,

sin poder revolver sobre la cumbre,

y parescelles medio más seguro

ir divididos y abreviar el paso.

Y cuando ya llegaban al asiento

dei pueblo principal de Tiquisoque,

salieron al encuentro furiosos

inmensa cantidad de sagitarios,

ostentación haciendo de preseas

que allí perdió Gascón y sus amigos,

espadas y la lanza que no pudo

cobrar gente cristiana por entonces,

por no les dar lugar la muchedumbre

de los opuestos indios que venían

con ímpetu terrible y obstinado,

no menos que las águilas volantes

cuando se precipitan tras el cebo,

CANTO DUODÉCIMO.

349

con horrísonas voces que rompían

los vagos aires, y con los crujidos

de las flexibles cuerdas de los arcos,

cuyo bravo furor á los principios

en gran aprieto puso los cristianos.

Mas como todos ellos ya se viesen

en parte menos agrá, do podían

menear los cornípedes caballos,

arriman las espuelas los jinetes,

que son tres veces tres, de sus cubiertas

ellos y los caballos amparados,

y rompen con la furia que podía

viento de riguroso torbellino ,

cuando circungirando por el campo

sopla, confunde, barre y ahuyenta

el ponderoso polvo y el arena,

que no menos efectos van haciendo

el Céspedes y el capitán Ribera ,

y el buen capitán Zorro, como cuando

el animal astuto de su nombre

en aves congregadas hace ricía.

Y los demás caballos y peones

no traían enjutos los aceros,

mas antes llenos de ferviente sangre,

que derramaban rústicas entrañas,

abatiendo soberbias presunciones

de los que se mostraban más gallardos..

3^0 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Los cuales, como viesen el estrago,

se fueron poco á poco retrayendo

por partes do tenian ciertos hoyos

sutilmente tapados y encubiertos,

uso común de todos estos indios,

do toman ciervos y otros animales:

é yendo los caballos en alcance,

en el uno cayó cierto jinete

de los de Santa Fe, de cuyo nombre

está ya la memoria divertida.

Y visto por la bárbara canalla

el prisionero del oculto lazo,

acudió multitud impetuosa

á gozar de la caza deseada;

pero los españoles presurosos,

con diligencia viva y honorosa,

rebatieron con fuerza más que humana

los mortíferos golpes que venían

por una y otra parte descargando

y allí se renovó con mayor furia

la lucha rigurosa y espantable,

do se manifestó bastantemente

el valor invencible de los nuestros,

pues sin llegar á número de ciento,

hicieron en aquella muchedumbre

innumerables suertes admirables.

Mayormente que no puede negarse

ser estos indios válidos guerreros,

alentados, ligeros, corpulentos

CANTO DUODÉCIMO. 351

y en el acometer determinados,

demás de la destreza vigilante

que tienen en el uso de sus armas,

y aquí no les valió, pues á su costa

y menoscabo grande de sus vidas

sacaron fuera del doloso hoyo

al español ileso y al caballo.

Y el bárbaro tumulto, hostigado

de tan acerbos golpes, hizo fuga

por vias que sabían ser exentas

de graves y mortíferos engaños,

con que sin se poner ellos en riesgo,

con una sola vieja que enviaban,

acontesció matar más españoles

que en rompimiento de cruel batalla ;

porque ponían puyas con veneno

en partes que tenian evidencia

que para los efectos contingentes

habia por allí de ser el paso,

por tal orden digestas y ocultadas,

que raras se presentan á los ojos

hasta que se descubren con el daño.

Y ansí muchos soldados se empuyaron,

de los cuales ninguno tuvo cura,

sino fué Diego Ortiz, por socorrello

la navaja y el fierro caldeado;

de suerte que tomaron por remedio

los peones llevar sus antiparas

colchadas de tupidos algodones,

352 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y el pie todo cubierto con la planta,

si por lugares sospechosos iban

do las puntas sutiles y nocivas

quebraban el acumen delicado ,

sin que llegasen á la blanda carne.

Mas un Antonio Pérez, lusitano,

honoroso soldado y excelente,

yendo muy confiado de las suyas,

por ser de grueso cuero de una danta,

como roció las parase lentas

á causa de las hierbas del camino

y del blando frescor de la mañana,

una de aquellas púas detestables

caló por la defensa de tal suerte

que apenas le tocó; mas al septeno

con rabioso furor perdió la vida,

no sin dolor y grave sentimiento

de capitanes y soldados nobles.

Saliendo, pues, de aquellas poblaciones

fueron á la provincia de Chenere,

donde se detuvieron ocho dias

en riñas y guazávaras molestas,

de las cuales salió , con otros muchos,

herido Juan Fernandez Valenzuela,

el brazo traspasado con un dardo,

y empuyada también la diestra pierna;

y Francisco de Murcia, cuyo hijo,

CANTO DUODÉCIMO.

del mismo nombre, tiene justamente

el don sacerdotal en este tiempo.

Mas estos dos, por diligente cura,

vivieron largos años después desto.

Pero no se escapó Diego Martínez,

y otro llamado Francisco Fernandez

de Écija, dos soldados excelentes

y de gran opinión, con otros cuatro

cuyos nombres quedaron sepultados

con ellos, aunque no lo merescian.

Y entonces no hicieron menos falta

dos valientes lebreles y una yegua

del capitán Alonso de Poveda,

tocados de la hierba ponzoñosa.

De suerte que la más cruenta guerra

era la que sin ver al enemigo

menoscababa tanta gente noble;

pero con todo esto, se hicieron

algunas buenas suertes en venganza

del daño rescibido, que no fueron •

equivalentes en valor y precio;

pero la cuantidad muy más crescida

de los bárbaros muertos y punidos,

unos en manos y otros en narices.

Y este castigo hecho, que fué grande r

luego con más socorro que les vino

de la ciudad de Velez, con caballos,

fueron á Tunungá, donde hallaron

– XLIV – T V %y

354 HIST* DEL N. R. DE GRANADA.

potentes poblaciones, bastecidas

de cuantas cosas eran necesarias

á la prosecución de larga guerra,

y prevención de hoyos y de púas

de que tenian con sutil astucia,

ocupados los pasos y caminos.

Mas los escarmentados españoles

iban con el recato necesario,

engaños encubiertos descubriendo;

pero no tan sin daño que no fuese

con desgracia de Pedro de Alvarado

y Baltasar de Morantin, alcalde

en aquella sazón, porque dos púas

quebrantaron el hilo de sus vidas,

con aquellos rabiosos accidentes,

anejos de pestífero veneno.

Y al tiempo que el castigo riguroso

iba por Tunungá desenfrenado ,

vino carta de Velez, con sospecha

de que venía gente de la costa,

según se colegia de los indios;

y si fuese verdad, que no dudaban

venir nuevo regente proveído

por la Real Audiencia, residente

en la Española, que en aquella era

tenía larga y extendida mano.

De cuya causa los conquistadores

la belígera suya refrenaron ,

y se volvieron cada cual al pueblo

CANTO DUODÉCIMO.

355

donde tenía rancho fabricado;

aunque por algún fin que convenia

en Velez se quedó Juan de Ribera,

ó por ventura por le ver la cara

al Gobernador nuevo que esperaban.

Del cual para yo dar .entera cuenta,

habré de remitir á los lectores

á los renglones del siguiente canto.

CANTO DECIMOTERCERO

Dase en él razón de cómo , sabida la muerte de Don Pero Fer-

nandez de Lugo por los señores de la Real Audiencia de San-

to Domingo, proveyeron por Gobernador de Santa Marta á

Jerónimo Lebrón, el cual, teniendo noticia del descubri-

miento deste Nuevo reino, vino á él diciendo ser anejo á su

gobierno.

En Santa Marta dije largamente

cómo Don Pedro hizo nombramiento-

de Justicia mayor y de Teniente

en Jiménez, letrado, con intento

de que fuese cabeza de la gente

que por su voluntad y mandamiento

vinieron descubriendo por la sierra

no vista población y nueva tierra.

Y como ya pusimos en escrito

los riesgos y trabajos padescidos

por los perseverantes españoles

antes de dar en este Nuevo reino,

3^8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

solamente diré cómo Don Pedro

Fernandez, el señor deste gobierno,

no fué tan venturoso que supiese

antes de su final acabamiento

desta jornada larga los sucesos ,

que «iempre los tuvieron por dudosos.

Y en opinión de todos los vecinos

de Santa Marta, no tenía vida

hombre de todos cuantos a llá fueron,

pues que ningunos en tan largo tiempo

con buena ó mala nueva respondían.

De cuya causa Don Pero Fernandez,

e varias pesadumbres combatido,

pobreza, enfermedad, poco regalo,

acabó santamente su carrera,

y con las diligencias que debia

tan noble y tan cristiano caballero.

Y ciertos los Oidores de su muerte,

este gobierno suyo proveyeron

á un noble varón que se decia

Jerónimo Lebrón, hombre bastante

para negocios de mayor substancia.

El cual en Santa Marta rescebido

con voluntad de todos, algún tiempo

estuvo sin tenerse certidumbre

del Gonzalo Jiménez de Quesada

ni de los compañeros que llevaba,

hasta tanto que los tres Generales

CANTO DECIMOTERCERO.

359

el Alemán y él y Belalcazar,

con otros muchos hombres principales,

llegaron ricos de oro y esmeraldas,

con vestidos de telas nunca vistas

entre los moradores de la costa,

á la nueva ciudad de Cartagena.

Cuya llegada dio gran estampida,

colmando los oyentes la medida

con mayor adición que la substancia,

según suelen en cosas semejantes;

porque los peregrinos con modestia

y sincera verdad satisfacían

á los que preguntaban su discurso

y la tierra que habian descubierto.

Desde donde bajaron brevemente

en un barco muy bueno que hicieron

dentro de los confines de Tocayma,

labrando materiales á la orilla

del rio Grande de la Magdalena,

por cuyo veloz curso des cendieron

hasta venir á dar al mar del Norte,

entonces de g ran riesgo la carrera,

ansí de multitud de bravos indios

que el barco perseguían todas horas

con sus angostas barcas ó maderos,

como por cierto alto que hacía

el rio más abajo de Tocayma,

cuyo ruido hizo que parasen

á sacar del bajel la rica carga,

360 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

DigiWzed by

y aventurándolo con tres ó cuatro

diestros natantes que quedaron dentro,

para que si pasase sin peligro

aquellos lo llevasen á la playa

á recoger el peso que sacaron ;

lo cual les sucedió como querían,

Y ansí continuando su viaje,

llegaron á la mar y adonde digo

que divulgó la fama pregonera

aquestas nuevas por diversas partes ;

de las cuales, por se hallar más cerca ,

Jerónimo Lebrón tuvo noticia,

y á título de haberse descubierto .

aquellas nuevas tierras y provincias

por la Gobernación de Santa Marta ,

en cuyo moderamen él fué puesto

por los señores del real Senado,

determinó venir personalmente

á ellas , para ser de sus vecinos

por tal Gobernador obedescido.

Y como se supiesen los intentos

por los recien llegados á la costa,

el Licenciado Gonzalo Jiménez

á Santa Marta despachó recados,

requerimientos y protestaciones

que le notificaron sus agentes

por muchas veces al Lebrón, diciendo

que por ninguna vía se moviese

CANTO DECIMOTERCERO.

361

á la demanda, porque no sería

de los del Nuevo reino rescebido,

por ser aquella tierra ya distinta

de su Gobernación, según constaba

por los mismos despachos que él tenía,

en los cuales les daba solamente

á la Gobernación de Santa Marta,

sin hacerse mención en los poderes

del reino nuevamente descubierto.

Y con autorizados testimonios

acerca desto y de otros requisitos,

Jiménez se partió para Castilla,

donde lo dejaremos hasta tanto

que llegue tiempo donde me convenga

hacer memoria del, pues de presente

Jerónimo Lebrón es á quien sigo.

El cual (aunque Lebrón) no se alebrasta,

ni hace caso de las diligencias

que el animoso Licenciado hizo f

antes en su propósito constante ,

juntó trescientos hombres excelentes,

rompidos en trabajos de conquistas,

y cien caballos buenos, y otras bestias

donde llevaban cosas necesarias

á las dificultades del camino,

y siete bergantines artillados

que fuesen navegando por el rio,

porque por tierra y agua convenia

}Ó2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

hacer viaje como los primeros

descubridores. Y en aquestos iba

gran cantidad de buena mercancía,

y algunas peruleras de buen vino,

con otros vasos llenos de harina

para celebración del sacrificio

en que se nos da Dios, porque sabían

que carescian deste beneficio

los que quedaron en la nueva tierra.

Entre la cual harina se llevaba

trigo sano y entero, porque quieren

á suelo nuevo dar nueva semilla,

con otras diferencias de legumbres,

de las cuales ningunas extrañaron

las Vegas y los valles per adonde

fueron después sembradas, declarando

con su fecundidad tener deseo

de que las ocupasen tales mieses.

También trajeron en ios bergantines

la planta de mujeres españolas,

que fueron las primeras que subieron

á ver el Nuevo reino, do no menos

han hoy fructificado que las otras

de trigo y de cebada y de otros granos.

Una fué destas Isabel Romero,

á matrimonial yugo sujeta

con Francisco Lorenzo, primitivo

vecino del ancón de Santa Marta;

después con Juan de Céspedes casada,

CANTO DECIMOTERCERO. 363

en quien hubo dos hijos, hoy presentes,

Antonio de Céspedes y Lope.

Vino doña María, hija suya,

mujer que fué de Lope de Rioja ,

primero relator en ei Audiencia ;

de los cuales se va multiplicando

noble propagación y numerosa.

Las demás no se ponen en escrito

por no darme sus nombres los antiguos,

á causa de falta Des la memoria. «

Aderezadas, pues, todas las cosas

que convenían para su jornada,

nombró por General de los de tierra

al buen Ortun Velazquez de Velasco,

hombre capaz, prudente y honoroso,

que fué después vecino de Pamplona,

con Luis de Manjares, principal hombre,

cuyo valor, destreza y osadía

en muchas partes hemos declarado.

Fué capitán Gregorio Suarez

de Deza, de quien queda monumento

insigne de tres deas, hijas suyas,

doña Isabel, Leonor y Catalina,

no menos avisadas que hermosas,

con el esmalte de virtud cristiana;

y el buen capitán Alvaro Suarez,

de paternas virtudes heredero.

Vino también en esta compañía

364 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

el capitán Millan, hombre bastante,

y de los más antiguos baquianos.

Escuadra fué Diego Paredes Calvo f

en aquellas conquistas señalado

desde la fundación de Santa Marta,

á quien los largos y prolijos tiempos

van en este presente consumiendo,

sin padescer dolencia fuera desta

que debilita fuerzas y sentidos.

Con estos mismos vino Juan de Ángulo

que con Isabel Juan es hoy casado

en la ciudad de Velez, donde tiene

de hijos nobles numerosa prole.

Vino también Pero Ruiz García,

á cuyo primogénito tenemos

presente, que es el capitán Antonio

Ruiz, persona bien acreditada.

Vino Diego Rincón, el cual fue guia

hasta que ya llegaron al paraje

de donde se apartaron del Jiménez

aquellos que volvieron en los barcos

con aquel licenciado Juan Gallegos,

según que largamente dimos cuenta

en la Segunda Parte, donde trato

deste claro Rincón, cuyas proezas

no merescen quedar arrinconadas,

en cuya posesión quedó su hijo,

hoy heredero de su propio nombre,

CANTO DECIMOTERCERO. 365

y doña Catalina Rincón, ninfa

á quien pocas veces exceden en belleza,

aviso, discreción y gallardía,

habidos ambos en doña Luisa

de Porras, nobilísima señora,

por singular virtud esclarecida.

Vino también en esta compañía

el capitán Francisco Melgarejo,

después casado con doña Isabela

de Leguizamo, cuya hermosura,

gracia, disposición y gentileza,

más puede contemplarse que decirse.

También allí venía Pero Niño,

que no k> supo ser en cuantas cosas

se suelen señalar varones nobles.

El cual después tomó por compañera

á la virtuosísima doncella

Doña Ana de Velasco , y de presente

Doña Elvira Zambrano, hija cara

del capitán Bartolomé Ca macho,

en quien concurren cuantas cualidades

se pueden aplicar á bella dama.

Vino también Moran, á quien celebra

el ínclito poeta y admirable

Don Alonso de Ercilla con sus versos

corrientes, lisos, tersos y suaves.

Vino también el capitán Lorenzo

Martin» aquel que dio primer cimiento

366 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

al pueblo hispano de Tamalameque,

la era de cuarenta y cinco años,

ó por el fin del de cuarenta y cuatro,

porque por aquel tiempo me rogaba

hiciese yo con él aquel viaje.

Este fué valentísimo soldado

y de grandes industrias en la guerra;

el cual bebió también en Hipocrene

aquel sacro licor que manar hizo

la uña del alígero Pegaso,

con tan sonora y abundante vena,

que nunca yo vi cosa semejante,

según antiguos modos de españoles,

porque composición italiana,

hurtada de los metros que se dicen

endecasílabos entre latinos,

aun no corría por aquestas partes;

antes cuando leía los poemas

vestidos desta nueva compostura

dejaban tan mal son en sus oídos,

que juzgaba ser prosa que tenía

al beneplácito las consonancias,

con ser tan puntual esta medida

que se requiere para mayor gracia

huir las colisiones de vocales.

Y el Lorenzo Martin, con ser extremo

en la facilidad al uso viejo,

al nuevo no le pudo dar alcance.

Y esta dificultad hallaba siempre

CANTO DECIMOTERCERO.

367

Jiménez de Quesada, licenciado,

que es el Adelantado deste reino,

de quien puedo decir no ser ayuno

del poético gusto y ejercicio.

Y él porfió conmigo muchas veces

ser los metros antiguos castellanos

los propios y adaptados á su lengua,

por ser hijos nascidos de su vientre,

y éstos advenedizos, adoptivos

de diferente madre y extranjera.

Mas no tuvo razón, pues que sabía

haber versos latinos que son varios

en la composición y cuantidades,

y aunque con diferentes pies se mueven ,

son legítimos hijos de una madre

y en sus entrañas propias engendrados;

como lo son también de nuestra lengua

(puesto que el uso dellos es moderno),

estos con que renuevo la memoria

destos soldados ínclitos que trajo

Jerónimo Lebrón. Entre los cuales

de gran estima fué Diego García

Pacheco, de prosapia generosa,

primer conquistador de Santa Marta,

á yugo conyugal después ligado

con la religiosísima señora

doña Francisca de Caravajales,

de ilustres caballeros descendiente;

los cuales tienen hoy ilustre:prole

368 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

de hijos y de hijas excelentes.

Son éstas doña Inés, doña Maria,

de gracia y hermosura con un colmo

que no puede subir á mayor grado.

Los nobles hijos son Pedro y Alonso,

uno Caravajal, y otro Pacheco,

y ambos correspondientes á su casta.

Blasco Martin fué destos ansimismo,

un basto labrador tal y tan tosco,

que movían á risa sus vocablos,

pues donde los venados se cazaban

llamaba venadales, y á la cierva

le llamaba venada, y al caballo

rijoso, religioso, y al buen tino

de alguno que guiaba, buen termeño;

y por decir botones de atauxia,

brotones les llamó de teología;

y otros términos no menos groseros

que los tenía él por cortesanos,

y de los muy limados y polidos.

Era mediano, airoso’, de buen rostro,

y de bien amasadas proporciones;

y en Santa Marta de los más antiguos,

do fué caudillo diestro y excelente,

tanto que fueron pocos ó ningunos

aquellos que pasaron adelante;

y en entender la guerra y los conceptos

que so color de paz indios traían,

CANTO DECIMOTERCERO.

369

tenía prontitud miraculosa,

de tal manera que los más astutos

no podían echalle dado falso

en atinar por rasos ó montañas;

en estas partes cosa necesaria,

so pena de meterse y engolfarse

do pereciesen todos sin remedio.

Era tan puntual, que no faltaba

de su demarcación un solo paso,

sin desviar la frente del objeto

donde sus intenciones caminaban.

Gracia particular que pocos tienen,

y en la presunción deila muchos yerran ;

pues ya vimos alguno, confiado

de su moderación en este caso,

tomar la mano para salir fuera

de ciertas espesuras por adonde

andaba nuestra gente fatigada,

y á cabo de dos dias malgastados

que pensaron estar muy adelante,

se hallaron atrás en conoscido

lugar donde durmieron noches antes;

pero Blasco Martin era milagro

en saberse guiar sin torcedura.

Acónteseió que yendo caminando

con muchos compañeros por sabanas

de las confines de Tamalameque,

dijo:

« Diez años ha, si más no menos .

– XLIV – 24

370 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

que yendo por aquesta derescera

tras un venado, porque los hay buenos,

llevando presurosa la carrera ,

se me quebró el arción entre estos henos,

y no pude hallar el estribera ;

y véisla, véisla, junto della vengo.

|0h qué lindo termeñode hombre ten gol»

Pasó puntualmente lo que digo ,

y allí la halló tan rubiginosa ,

que no fué de provecho; más hallóla,

de que todos quedaron admirados.

A caballo y á pie bien le podían

fiar el cuarto y aun la parte toda,

porque destreza, maña, valentía

en menear la lanza y el espada,

y en saberse valer y menearse

muy bien, puedo decir, sin alargarme,

que nunca le faltaron en la guerra,

con hechos (si cayeran en persona

de más autoridad) merecedores

de los solemnizar y celebrallos

pluma más espaciosa que la mía.

Fué, demás de lo dicho, venturoso

en no herille gente que llevase

en las cuotidianas competencias

(que bien puedo ponelles este nombre);

aunque yo no gocé desta ventura,

CANTO DECIMOTERCERO. 371

pues una vez salí muy mal herido

hallándome con él en un recuentro

que tuvimos con bárbaros Guanaos ,•

nación no menos fuerte que lustrosa,

con harta pena suya por la mia.

Fué hombre de sanísimas entrañas,

llana zo , sin resabios de malicia,

y que disimulaba con paciencia

algunos menosprecios de soldados

locos y de soberbias condiciones.

Mas en una jornada después desta,

dónde el Blasco Martin era la guia,

trayendo ciertas vacas á su cargo

el capitán Francisco Melgarejo

para meter en este Nuevo reino,

estando Blasco dentro de su rancho,

quieto y apartado de ruido,

las manos ocupadas en la obra

de ciertos alpargates que hacía,

según altos y bajos acostumbran

en los descubrimientos, si no quieren

hollar el suelo con las plantas vivas,

llegó con gran furor Antón García,

mancebo fanfarrón y de gran punto,

en opinión común hombre valiente,

y sobre ciertos chismes y novelas

de que el Blasco Martin no tuvo culpa,

trató mal de palabras al buen viejo.

£1 cual dijo por dos ó por tres veces

372 HIST. DFX N. R. DE GRANADA.

que se fuese con Dios y lo dejase;

mas el Antón García, no contento

con las afrentas dichas, echó mano

ala espada, y el Blasco, ya con ira

de ver su desvergüenza, saltó fuera

con el bria y soltura que solía,

con una sola daga, porque nunca

jamás se le caía de la cinta,

y con ella se dio tan buena maña,

que á pocas vueltas lo dejó sin vida.

Quisiéronle prender por el delito,

mas la montaña fué lugar sagrado

adonde con presteza se retrajo,

y solo, sin auxilio ni refugio,

sino de solo Dios y sus industrias,

vino más de cien leguas caminando

hasta meterse dentro deste reino.

Cosa que no paresce creedera,

según los grandes riesgos del camino,

pues cosa no hay en él que no lo sea,

con tanta multitud de inconvenientes,

que la memoria, por capaz que sea,

no puede dallos todos á la lengua.

Al fin él se libró de todos ellos,

y ansimismo por tela de juicio

(sin pena corporal) del homicidio,

volvió al valle de Upar, donde tenía

mediana suerte de indios, desde cuando

fundamos primer pueblo de españoles,

CANTO DECIMOTERCERO. 373

donde murió después naturalmente

como bueno y católico cristiano,

rescibiendo los Santos Sacramentos,

y examinando siempre su conciencia.

Fué natural, según á mí me dijo,

de Cabeza de Buey, en el Maesazgo,’

y del quise hacer este discurso

breve, porque lo tuve por amigo,

demás de merescello sus proezas

y sus costumbres sanas sin reveses.

Y ansí porque no cumple detenerme

particularizando hechos suyos

y suertes admirables en la guerra,

quiero volver al punto de la lista

que hago de los hombres más granados

que vinieron en esta coyuntura,

porque también venía muy bien puesto,

y por Maese de campo desta gente,

el capitán Jerónimo de Aguayo,

honrado caballero cordubense,

primero que en el reino sembró trigo

y repartió por muchos aquel fruto

de su primer cosecha procedido;

de donde cesultó la muchedumbre

que vemos en el tiempo que esto digo.

Y la primera que sacó harina

y dio primero pan perfeccionado,.

es Eloísa Gutiérrez, noble, dueña,

374 HIST- DEL N- R- DE GRANADA.

mujer del capitán Juan de Montalvo,

cuyas presencias honorosas viven.

Y el que primero fabricó molino

el tesorero fué Pedro Briceño,

antiguo capitán y señalado.

Vino también en esta compañía

Juan Ruiz Orejuela, caballero

de Córdoba, varón ejercitado

desde su juventud en la milicia ,

alférez en Italia por la era

que vino sobre Ñapóles Lutreque,

hombre de gran valor y gran substancia.

Pasó después á Indias con cincuenta

soldados valerosos á su costa,

por provisión real del invencible

y bienaventurado Carlos Quinto.

El cual con esta gente que traia

se congregó después en Tenerife

con Don Pedro Fernandez, que venía

á la Gobernación de Santa Marta,

donde le dio conducta favorable –

antes de capitán , y después desto

de Maese de campo de la gente.

Y en aquel tiempo que Jiménez vino

á descubrir aqueste Nuevo reino,

el Don Pero Fernandez, conociendo

tener necesidad del Orejuela,

no le dejó salir de Santa Marta,

CANTO DECIMOTERCERO.

375

debajo de concierto que heredase

de la riqueza que se descubriese

aquella misma parte que le fuera

dada y adjudicada por presencia.

Mas los descubridores primitivos,

después que ya se vieron en su reino,

huyeron de cumplir las condiciones,

y no sólo con él, mas con el dueño

y con el Licenciado Juan Gallegos,

aunque de las refriegas del viaje

quedó menoscabado del un ojo.

Y aqueste caballero de quien tracto

después casó, con Catalina López,

mujer en este reino señalada,

de quien procreó hijos hoy presentes,

que son Francisco, moñaco agustino,

y Diego, religioso franciscano,

y Luis de Orejuela, sacerdote

secular, y el Esteban, mayorazgo.

También son Juan y Pedro y Andrés, todos

en la proceridad y gentileza

correspondientes á la de su padre,

cuya disposición era notable.

Ansimismo vinieron en la lista

Moscoso, Pero Tellez, y Hurtado,

Antón Pérez del Ara, Peñaranda,

y un Antón Pérez, otro lusitano,

hombres de gran valor, industriosos,

para cualesquier casos importantes

37^ HIST. DEL N- El. DE GRANADA.

á la solicitud desta carrera ,

colmada de cien mil dificultades,

eso me da por tierra que por agua.

por adonde venían tos bajeles,

y dentro cien soldados animosos.

vigilantes y bien adereszados,

con tres canoas grandes que servían

de squifes ó bateles, que podían

en otras ocasiones dar alcance,

equipadas de bárbaros amigos

de los que son confínes á Malambo,

á los cuales mandaban dos caciques

que venían con ellos, uno Meló,

y el otro Malebú, de donde toman

los indios Malebues este nombre ;

y el Meló lo tomó del lusitano

primitivo que entró por aquel rio.

Capitán general fué destos barcos

un Alonso Martin, varón experto,

de los caudillos viejos el más viejo,

y de los más antiguos desta tierra,

en uso de la guerra muy rompido,

y no menos valiente que cursado.

Adereszadas, pues, todas las cosas

que necesarias eran al viaje,

. unos por tierra y otros navegando,

quedaron de concierto de juntarse

á la boca del rio de Zazare,

CANTO DECIMOTERCERO. 377

*

donde mezcla sus aguas con el Grande,

que hasta allí posible no les era

unos con otros ir comunicando,

•ni ver á los del agua los de tierra,

á causa de las grandes espesuras,

ciénagas y pantanos contrapuestos,

hasta llegar al puesto concertado ,

de donde fueron juntos su camino.

Cuyo suceso, por ser algo largo,

ai venidero canto se remite.

y

CANTO DECIMOCUARTO

En el cual se prosigue el viaje del Gobernador Jerónimo Le-

brón y sucesos del, con otras cosas que sucedieron mucho

después.

El año de cuarenta, por Enero,

al tiempo que Piscis los pies aparta

del signo del cornígero tercero,

y entraba por el que de pluvias harta,

aqueste generoso caballero

partió de la ciudad de Santa Marta :

los unos por la mar, otros por tierra

encaminados van hacia la sierra.

El Alonso Martin guió la flota

á la boca del rio, por adonde

era certificada la derrota;

VjOOQlC

380 HIST. DEL N. R. DE GRANADA,

L,ooQle

mas no pudieron todos, por el mucho

orgullo de marinos movimientos

y corriente del rio cuando rompe

por las saladas ondas, que levanta

soberbios montes de mezcladas aguas,

donde se vieron en tan grande riesgo

que para salir del les fue forzado

hacer alijazon de muchas cosas.

Y ansí subieron unos, y los otros

volvieron á buscar otro pasaje

por la ciénaga, que es una laguna

de rica y abundante pesquería,

para salir al rio por la parte

que ella rescibe mucha de su cebo

de la superfluidad del mismo rio,

donde llaman la boca de Pestague,

frente de las barrancas de Malambo;

salida trabajosa por respeto

de ser una angostura que tenia

manglares muy espesos por los lados,

y en la canal raices y maderos

ocultos con las aguas cenagosas,

donde los bergantines encallaban.

Cuya dificultad laboriosa

venció la prontitud y buena maña

de cierto vizcaíno dicho Sancho,

buzo,que sumergido, no sin riesgo

de crocodilos fieros ó caimanes,

cortaba y apartaba los tropiezos,

CANTO DECIMOCUARTO.

hasta que ya salieron á la madre

profunda y espaciosa, do los otros

barcos los esperaban; y ansí juntos,

á su navegación dieron principio,

ayudados de velas y de remos,

y en partes menos hondas, de palancas

hasta que ya llegaron al asiento

del pueblo de Mompox , bien conocido,

donde después poblaron españoles

y permanecen hoy sus descendientes,

ó sucesores de repartimientos.

Allí los recibieron con fingida

paz tres caciques, hombres principales,

los cuales t como ya supiesen antes

de la venida destos bergantines,

tenian prevenidos sus vasallos,

con presupuesto de les dar de mala,

debajo de amistad, como hicieron

á los del licenciado Juan Gallegos.

Acompañaban á los tres caciques

al tiempo que vinieron, cien gandules,

que debían ser hombres escogidos,

proveídos de ñechas y macanas,

para que cuando viesen que llegaba

el golpe de la gente por el rio,

y acudiesen los nuestros á los barcos

á defendejr personas y haciendas,

pudiesen ellos dar por las espaldas;

lo cual facilitaron los efectos

38a HIST. DEL N. R. DB GRANADA.

á se perficionar; mas la malicia

del pecho descubrían las señales ,

demás de que la lengua que traian

por algunas palabras de los indios

coligió la maldad y estratagema,

y al Alonso Martin en gran secreto

le dijo:

aCapitan, cumple velarte,

que vienen de mal arte los presentes,

y deben tener gentes en celada.

Gente de paz y armada tan exenta

á mí no me contenta donde piso;

por tanto, ten aviso y advertencia,

pues tienes experiencia destas cosas.»

El Alonso Martin, que recatado

era de su cosecha y advertido,

y el pecho no tenia menos lleno

desta mala sospecha que la lengua;

disimuladamente fue diciendo

á cada compañero lo siguiente:

«No me parescen bien estas señales,

por ser indicios de peor motivo.

Si vierdes abajar por los raudales

muchas canoas con furor nocivo,

prended estos tres indios principales,

y desotros ninguno quede vivo,

porque cumple, sí vierdes otros gallos,

CANTO DECIMOCUARTO.

antes que ellos nos cenen , ayantallos.»

Y apenas acabó de decir esto,

cuando vieron salir de cierta punta

de las que el rio hace, muchedumbre

de cóncavos maderos, ocupando

la gran anchura del potente rio

en tanta multitud, que parescia

algún espeso bosque desasido

de la brava montaña circunstante;

infinidad de bárbaros en ellos

con la bravosidad acostumbrada,

delineados rostros, brazos, pechos,

con el bitumen de que tienen uso

por mano de sus damas más queridas.

La mayor parte dellos con coronas

de plumas coloradas y amarillas,

otros con superbísimos penachos

y diademas de oro que, heridas

del refracto del sol, á los opuestos

más prontitud ponían en la vista;

arcos, flechas y tiros venenosos

á la similitud y á la manera

con que se muestra la quemada selva

de las ligeras hojas descompuesta f

y las enteras ramas chamuscadas;

que tales parescian con las armas

los del tumultuoso movimiento,

que rompían los aires con la grita ,

384 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

estruendo y estampidos de,cornetas

con que se denunciaba la batalla.

Para la cual ios nuestros ansimismo

con suma diligencia se preparan

á las ejecuciones del concierto

cuando vieron venir la turba multa j

porque Alonso Martin y Pero Niño,

Diego Rincón, Moscoso y Pero Tellez,

con aceleración premeditada

echaron mano de los tres caciques,

que fueron en prisiones rigurosas

puestos á buen recaudo , y entre tanto

los demás españoles no tuvieron

menos solicitud en las espadas,

pues todos los cien bárbaros quedaron

con liberalidad imperceptible

del aliento vital desposeídos;

y en ese mismo punto se metieron

dentro de los armados bergantines,

y en ellos los caciques ansimismo.

E ya cuando llegaba más cercano

de los barcos el bárbaro tumulto,

á los sulfúreos tiros ponen fuego,

cuyas volantes balas desembargan

cuantidad de canoas de la gente

que en ellas se mostraba más enhiesta,

precipitándola por las corrientes

aguas que de su sangre van teñidas.

CANTO DECIMOCUARTO. 385

Van nadando penachos, arcos, flechas,

que perdieron sus amos con las vidas,

y fueron cebo de los crocodilos,

no sin admiración de los restantes,

que con el espectáculo presente,

y ver que no cesaban los fumosos

bronces, sin responder los otros indios

á los efectos del concierto hecho,

con penosa sospecha se volvieron

confusos y con menos lozanía.

Y conclusa la grita y alboroto

de poca duración, aunque terrible,

cuyo rigor fué antes que llegase

el sol al círculo de mediodía,

pacíficos vinieron á la tarde

cinco gandules canos desarmados

á ver los españoles, con promesa

de buenas y sinceras amistades;

aunque su principal motivo era

saber qué se hicieron los señores

y los demás que los acompañaban;

que, sin lo preguntar, les fué patente,

por los desengañar su propia vista,

viendo de sus parientes el estrago

mortal, y los caciques en prisiones,

con quien hablaron, y de quien supieron

su determinación y voluntades;

porque precisamente les mandaron

que por ninguna vía tomen armas

-XLiv- 25

j86 HIST. DEL N. H DK GRANADA.

contra los atrevidos peregrinos,

pues de ta quietud en aquel tiempo

pendia su salud y su remedio,

y pena capital de lo contrario;

con lo cual se volvieron á sus pueblos

á dar á los demás aquel aviso.

Y ansí los españoles se partieron

del pueblo de Monpox desde á tres dias

después de la refriega sanguinosa

á la prosecución de su viaje,

en el cual acudían con sus barcas

con* maíz y regalos los vasallos

de aquellos tres caciques prisioneros.

El uno de los cuales , con deseo

de ver su libertad, y acreditarse

con Alonso Martin, de quien creia

venir á castigar el maleficio

usado con aquellos que venian

con Juan Gallegos, como ya se dijo

con la segunda trama desta tela,

le dijo las palabras que se siguen:

«No tengas, capitán, mala sospecha

que de la maldad hecha el otro año

ayudamos al daño y desatinos

los que somos vecinos desta banda,

sino de la que manda Alonso xeque,

que es en Tamalameque su vivienda,

CANTO DECIMOCUARTO. 387

L,ooQle

y él fué de la contienda trama y tela,

autor de la cautela y las maldades

debajo de amistades y halago.

Si piensas dar el pago que meresce,

mi persona se ofresce ser la guia

por esta misma vía por do vienes,

do cobrarás los bienes que robaron

al tiempo que mataron tus amigos.

Padezcan los castigos agresores,

penas y sinsabores de fortuna,

y no los que ninguna culpa tienen.»

El Alonso Martin quedó contento

de la razón que el bárbaro le daba,

y respondió :

«Si tú hicieres eso,

en mí siempre ternas fiel amigo,

sin memoria ni acuerdo del exceso

de que queríades usar conmigo.

En las manos tenemos el progreso,

é yo no faltaré de lo que digo.

Di por adonde sin que me detenga,

que yo te soltaré cuando convenga.»

En efecto, guiaron los bajeles

á la parte que el indio les decía,

y dieron en las casas descuidadas

de semejante salto , donde fueron

presos algunos hombres y mujeres.

388 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Mas el Alonso con los más granados

por las corrientes aguas hizo fuga,

de sus ligeros remos ayudados,

de que suelen estar á todas horas

prevenidos y prontos á la mira.

Y aunque puede creerse que llevaron

consigo las preseas de substancia,

no les faltó rancheo que dio gusto,

porque hallaron cuantidad de ropa

de la perdida por los españoles

en aquella guazavara terrible

donde perdió el un ojo Juan Gallegos,

y quedó tanto número de buenos

soldados de la vida perdidosos.

Cuyas espadas, dagas y otras armas

volvieron á los usos conoscidos,

con otra variedad de herramientas

no poco necesarias al camino,

que ansimismo hallaron en las casas.

Y después que salieron deste pueblo,

dieron dias después en otra isla

poblada de gran número de gente,

donde los moradores se mostraron

en su defensa duros y constantes

más término y espacio de una hora;

donde la resistencia porfiada

por parte de los indies fué con daño

del pobre de Juan Vivas, pues que vido

CANTO DECIMOCUARTO.

389

el remate contrario de su nombre.

En venganza del cual los españoles

fueron de tal ardor estimulados,

que rompieron la bárbara caterva

con sangrientos efectos, hasta tanto

que dejaron las casas al arbitrio

y beneplácito de vencedores,

tomando por amparo las lagunas

aquellos que pudieron evadirse

del golpe riguroso de las manos,

que luego se ocuparon en el saco,

trastornando retretes y rincones,

según uso común, donde hallaron

preseas que les fueron de provecho,

y entre las otras cosas diez ó doce

cargas, que bien tendrían dos quintales

de joyas y argollones de oro bajo,

de que ninguno dellos hizo cuenta,

por parescelles cobre sin quilates,

y allí se lo dejaron por inútil,

y parescelles ponderosa carga,

que agora se juzgara por ligera,

pues tiene su valor y ganancioso

precio que se declara con ensayo.

Anduvieron después haciendo saltos

por una y otra banda del gran rio,

entrando por esteros y lagunas,

huyendo de tener ratos ociosos

390 HIST. DEL N. R. DE GRANADA

en tanto que llegaban los de tierra

al paraje por ellos señalado.

Y en continuación de sus rancheos ,

fueron á £ompallon, do descansaron

algunos dias, que es adonde ahora

trasplantaron sus casas y viviendas

los moradores de Tamalameque,

por ser asiento más acomodado

para los que frecuentan este rio-,

y haber allí sabanas y dehesas

para tener crianzas de ganados.

Adonde por el año de cuarenta,

ó poco, más ó menos, pobló Cuevas

un capitán no mal acreditado;

y entonces fueron de su compañía

el capitán Luis de Villanueva,

que fué mucho después en Cartagena

á matrimonial yugo sujeto

con Doña Inés de Heredia, yo presente;

y el diestro capitán Juan Maldonadó,

después casado con Doña María,

hija del capitán Ortun Velasco,

principal caballero deste reino.

Mas estos no pudieron sustentarse

dentro de £ompallon en aquel tiempo;

y ansí lo despoblaron por la mucha

fuerza de naturales, ya ninguna

en aquesta sazón, que es por la era

de quince cientos y noventa y uno,

CANTO DECIMOCUARTO. 391

por donde voy con paso presuroso,

dejando de contar varios sucesos

por no hacer acervos de Chrysippo,

que poco menos fuera si tomara

muchos años atrás este cuidado;

mas no me pasó tal por pensamiento,

y agora ni la edad me lo consiente,

ni me faltan cien mil desasosiegos

causados de malditas intenciones.

P ues de las cosas sucedidas

en las navegaciones deste rio

pudiéramos tejer largo volumen ,

conta ndo muchos saltos que hicieron

en diferentes tiempos estos indios

con daño grande de los españoles,

y pérdida de vidas y haciendas;

de que pudiera ser Francisco Enriquez,

con grande dolor suyo , buen testigo,

pues yendo su mujer acompañada

de ciertos españoles, sus criados,

dentro de un bergantín bien equipado

de negros que remaban, y de negras

de que ella se servia, do llevaba

alhajas importantes y vajilla

de plata que costó hartos dineros,

quedándose el Enriquez despachando

con otro bergantín en Santa Marta,

ella fué navegando por el rio

392 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

hacia Tamalameque, do tenía

muy buen repartimiento su marido,

sin sospecha de mal inconveniente,

por estar en aquella coyuntura

de paz entrambas bandas deste curso.

Como la pérfida nascion no sabe

conservar amistad, viendo la suya,

dieron en el navio descuidado

con sangriento rigor, pues que ninguno

de cuantos iban escapó con vida

sino la dama sola desdichada,

reservada para mayor desdicha,

porque la traspusieron donde nunca

vido su libertad, y el cautiverio

es de creer que fué de pocos dias,

viéndose despedida y apartada

de gente de razón, y entre bestiales

cuya conversación bruta y horrenda

remataría presto su carrera

con fin de los principios diferente;

pues aunque no faltaron diligencias

para tenerse clara certidumbre,

no pudieron hallar noticia della

al tiempo que hicieron el castigo,

por la protervidad desta canalla

de bárbaros que viven á la banda

del dicho £ompallon , adonde digo

que ahora se pasó Tamalameque,

por parecer y orden de Fernando

CANTO DECIMOCUARTO.

393

Alvarez de Azevedo, varón noble,

á quien conozco yo desde los tiempos

que residimos en la Margarita ,

y sé ser el primero que ganado

metió desde esta isla que refiero

en este Nuevo reino, por camino

no menos peligroso que prolijo.

Cuyos servicios de presente callo

por volver ai que tengo comenzado

en lo de Qompailón, donde me espera

el Alonso Martin con sus secuaces.

A lbs cuales como se detuviesen

algunos días por aquel paraje,

aquel Alonso , xeque cauteloso

á quien obedecían las comarcas,

quiso dar la batalla por vengarse

del daño nuevamente rescibido ;

y para convocar sus aliados

pasaban estafetas cada dia

á vista de los barcos á lo lejos,

sin que los españoles presumiesen

la causa destas idas y venidas;

pero los dos caciques que venían

en su servicio desde la marina,

como sagaces dieron en la pinta,

debajo de la cual les dijo Meló:

«Sabed que me recelo de repique

de parte del cacique desta banda.

394 H1ST- DEL N- R- DE GRANADA.

La priesa con que anda quien va y viene

algún misterio tiene, y el secreto

de ningún buen eFeto da la muestra.

Haya de parte vuestra vigilancia,

pues corren con instancia las comarcas,

Las tres ligeras barcas estén prestas i

tomemos una destas que pasare

para que nos declare los intentos

por bien , ó si negaren, con tormentos.»

A todos paresció sano consejo,

y ansí, viendo pasará tres canoas

de válidos gandules equipadas,

salieron otras tres con buen avio

de parte de los nuestros, cada una

con seis diestros soldados y con indios

amigos que servian de remeros;

los cuales, con calor de los de España ,

con tal vigor siguieron el alcance,

que se lo dieron antes que tomasen

la tierra para donde dirigían

las proas con huida presurosa;

y embarazándose con las dos dellas,

la una se escapó, y en las rendidas

hobieron á las manos al Alonso p

ventura grande por desdicha suya,

el cual venía de correr la tierra,

convocando La gente prevenida

á fin de dar aquella misma noche

CANTO DECIMOCUARTO.

395

sobre ios acechados bergantines;

adonde se llevaron los cautivos

y al afligido xeque hechicero

que de su mal no fue buen adivino,

pues salieron falaces sus juicios

y el oráculo suyo fementido.

El cual, con los demás aprisionados

en diferentes partes, por preguntas

conformes declararon que, sin duda,

toda la tierra de una y otra banda

les habían de dar el alborada,

y que la prisión dellos no sería

parte para mudar las intenciones.

Y enterados del orden y pujanza,

entraron españoles en consulta;

no sin gran variedad de paresceres,

aunque todos á un fin encaminados

de no salirse del lugar do estaban,

al menos por entonces, no embargante

que habian de volver forzosamente

á la boca del rio de Zaza re

para pasar la gente que venía

por tierra, que el sabor de los rancheos

los había subido muchas leguas

arriba del paraje señalado.

Pero por parescelles ser temprano

para llegar allí la compañía,

y por dar antes en algunos pueblos

de donde más provecho resultase,

30 HtST. DEL N. R. DE GRANADA.

no quisieron entonces dar la vuelta,

unos facilitando la victoria,

y otros que ya los indios no vernian

á causa de estar presos los caciques.

Mas Alonso Martin, como cursado

y de gran prontitud en estos casos,

dijo su parescer en esta forma :

«Caballeros, la cosa más segura

es huir los peligros conoscidos,

sin ponernos en riesgo y aventura

de quedar lastimados y heridos,

y más de pestilencia, que con cura

rarísimos podrán ser socorridos,

pues en obscuridad no veis el tiro

hasta que se declara con suspiro.

»Aquí nos busca rigurosa mano,

según el movedor ha descubierto,

habernos de volver tarde ó temprano,

pomo poder volver deste concierto;

y ansí hurtar el cuerpo es lo más sano,

saliendo con obscuro deste puerto.

Ellos harán caminos excusados,

nosotros una via y dos mandados.

«Dejémosles aquí las aguas rasas,

porque costumbres son de gentes diestras

desasir al contrario de las asas

CANTO DECIMOCUARTO.

397

que dan de daños infalibles muestras.

Podrá ser que se vuelvan á sus casas

pensando que nos vamos á las nuestras,

y una vez derramada tanta gente,

no puede congregarse fácilmente.

»Y en caso que siguiesen con porfía

á los que recelamos este trance,

es imposible hasta ser de dia

que puedan ellos darnos el alcance ;

y con lo claro por ninguna via

les puede suceder bien su balance,

antes han de perder en la pelea

os más lozanos, como yo los vea.

»Ansí que mi determinación cierta ^

es que sin esperar inconveniente,

en dándonos la noche su cubierta,

nos vamqs al amor de la corriente.

La carrera tenéis llana y abierta

y ningún embarazo de presente;

en los efectos haya diligencia,

pues ya quiere hacer el sol ausencia.»

Oyeron sus razones y subjetos

al cumplimiento dellas dieron orden

y á lo que convenia prepararse;

y ansí, cuando la sombra tenebrosa

cubrió con su velamen los mortales,

398 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

levaron los resones, y guiaron.

las proas á la boca de Zazare ,

cuyo camino fué tan espacioso,

que en él se consumió toda la noche.

Y cuando la presencia del planeta

del cuarto cielo que los tiempos mide

todas las demás lumbres encubría,

sus carros laboríferos guiando

por aquel hemisferio y horizonte,

surgieron y saltaron á la banda

de la Gobernación de Cartagena,

en parte rasa, limpia y escombrada

de los impedimentos montuosos,

frente de la ribera por adonde

habían de venir los que esperaban,

con intento de no hacer mudanza

de aquel asiento hasta que llegasen.

Y ansí los unos asentaban tiendas ,

y otros adereszaban el regalo t

. que los estómagos apetecían.

Pero la quietud no duró mucho,

porque luego salieron de la boca

de Zazare más de quinientos vasos

de cóncavas canoas con la furia

que suele la barbárica caterva

cuando para batalla se dispone,

y entonces con más loca confianza,

porque todos pensaban que venían

de los de £ompallon desbaratados,

CANTO DECIMOCUARTO.

399

y faltos de pertrechos fulminosos.

Y en este mismo tiempo vieron cerca

innumerables barcas que venian

por la parte de arriba furiosas

que, según paresció, hallando vaco

el puerto do pensaban salteallos,

acordaron venir en seguimiento

con determinación precipitada;

y ansí, de su pujanza confiados,

los unos se juntaron con los otros,

bien como cuando nubes pluviosas

de diferentes partes se condensan,

y en fluidos licuores ya resueltas,

descargan el imbrífero rocío

en los opuestos valles y laderas;

que no menos aquella muchedumbre

de bárbaros expertos y atrevidos,

con nubadas de tiros venenosos

acometieron á los bergantines;

donde los españoles desde el punto

que vieron los primeros , se embarcaron

con cuanta brevedad les fué posible,

á su defensa prestos, y amparados

de toldos desde proa hasta popa ;

que puesto caso que los traspasaban

los jáculos ungidos con veneno,

eran las puntas dellos solamente,

quedándose pendientes por defuera

4 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

todos los arundíneos tendales,

adonde los acúleos se fijan,

y engastan de durísima madera.

Y ansí los españoles por lo alto

seguros, y encorvados por las bordas,

salieron al encuentro de rodelas

opuestas conveniente pavesada,

cargados buena copia de arcabuces

y tiros de fuslera preparados;

y cuando ya tuvieron oportuno

tiempo para jugar los instrumentos,

á los sulfúreos polvos ponen fuego, .

y con tonitruosa violencia

el ponderoso plomo fué volando

con la velocidad imperceptible

que da la salitrosa compostura;

tanto que de glandíferos regüeldos

cayó copia crescida de salvajes;

y en la revolución continuada

muchos leños quedaron tan barridos

que del todo faltó la viva carga;

y muchos, de temor, en viendo fuego,

se dejaban caer de los bajeles

al agua que tomaban por guarida,

en ella sumergidos y cubiertos,

según lutras ó nutrias, ó los otros

acuáticos cuadrúpedos que salen

á gozar de calor á la ribera,

y en oyendo rumor se precipitan,

CANTO DECIMOCUARTO.

40I

tomando la hondura por refugio.

Otros, con más cordura, como viesen

que los mortales soplos no cesaban,

volvieron á gran priesa las espaldas

con tanta brevedad, que se quedaron

solos los españoles, sin ninguno

dellos quedar herido: tanto vale

en semejantes trances la prudencia

del diestro capitán y circunspecto.

El cual, como se vio victorioso,

hizo luego cabeza de proceso

contra los indios que tenia presos,

y por las atrasadas y presentes

culpas, de que quedaron convencidos t

con pena capital pagaron todos.

Donde se concluyeron las cautelas

del infiel Alonso, puesto caso

que prometió de ser fiel y bueno

al tiempo que le dieron el bautismo

muchos años atrás, como se dijo

en otra parte donde del se trata.

Y seis dias después de la batalla

llegaron á la parte referida

Jerónimo Lebrón y el campo todo,

adonde fueron con aplauso grande

los unos de los otros rescibidos,

y con los bergantines y canoas,

en pasando la boca de Zazare,

– XLIV – 36

402 HIST. DEL N. R, DE GRANADA,

cuyo curso se junta con el Grande

(que lo mismo hadan en los otros

si acaso no podían vadearse) ,

siguieron adelante su jornada,

comunicándose los de los barcos

con los que por la tierra caminaban;

pues por la mayor parte cada noche

eran comunes los alojamientos

hasta pasar el rio de Lebrija

(que es el rio del oro deste reino),

y después del el rio de Serrano,

cuya profundidad no se podía

atravesar sin riesgo de caimanes.

Y porque los demás hasta la Tora

(que son los cuatro brazos en que parten

ciertos isleos altos la gran madre),

tenian el pasaje sin zozobra , *

colaron adelante los navios

para los esperar adonde digo.

Y en tanto que llegaban los de tierra,

andaban los del agua rancheando

por aquellos confines de la Tora ,

do prendieron con otros cierto indio

que prometió de dalles en las manos

gran multitud de gente recogida,

poblada por orillas de un gran lago,

pero que no podían por la boca

entrar, por ser angosta , bergantines.

CANTO DECIMOCUARTO.

Y ansí, bien informados de la guia ,

determinaron ir en tres canoas

veinticuatro soldados valerosos

con bárbaros amigos que remaban.

Y arriba de la Tora poco trecho,

á la banda de aqueste Nuevo reino,

hallaron la canal que el indio dijo,

profunda, cuya latitud sería

dos brazas, y por partes algo menos,

pero la longitud de gran distancia ,

sin ensancharse más, y en toda ella

inmensa cantidad de crocodilos,

tantos que perturbaban el pasaje.

Y aunque se comenzó por la mañana,

sin dar ociosos ratos á los remos,

en él se consumió la luz del dia

y las nocturnas horas, porque cuando

la lumbre de la aurora descubría

su róseo color por el Oriente,

salieron al gran lago y espacioso,

el circuito del con tantos humos ,

que por la muestra dellos conoscian

ser más la cantidad que la noticia.

Y por estar en diferentes partes

del extendido lago las moradas ,

guiaron á la parte que mostraban

los humos menos fuerzas de vecinos;

pero fué la carrera tan prolija

de la navegación, que se tardaron

404 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

en tomar tierra más de medio día,

enhiestos solamente los remeros

y nuestros españoles abatidos

en el plan de los cóncavos maderos,

porque no se pusiesen en defensa,

reconosciendo ser gente vestida.

Pero después que en tierra zabordaron

y vieron que saltaban españoles,

corrió la confusión tumultuosa

por los inadvertidos moradores,

y aquella turbación y movimiento

que causan semejantes sobresaltos

en los que ven aquello que aborrescen,

y están presentes las noscivas manos

del recelado mal ejecutoras;

pero como valientes y animosos

salieron con sus armas al encuentro,

deteniendo los pasos entre tanto

que huian los hijos y mujeres.

Y Francisco Muñoz, maravilloso

soldado, con codicia temeraria

de tomar una moza bien dispuesta,

rompió por los opuestos, apartado

del cuerpo de los otros españoles,

é ya teniéndola por los cabellos,

á los gritos que dio viéndose presa,

acudió su marido, no con menos

furor que torva vaca cuando siente

CANTO DECIMOCUARTO.

4O5

al hijo berrear en la dehesa

y asido de las uñas de la fiera;

y como lo halló tan ocupado

en sujetar la bárbara hermosa,

y entonces descompuesto de rodela,

el indio, no perdiendo coyuntura,

en el Muñoz desembrazó la ñecha

traspasando las armas, y en un hombro

tocó la punta del mortal veneno,

del cual murió después cuando pensaron

estar el buen Muñoz fuera de riesgo;

dicen que por hartarse de pescado

con que cobró vigor la pestilencia.

Y el bárbaro feroz también quisiera

emplear otro tiro venenoso

en Pero Niño que sobre él venia;

mas amparóse bien con el escudo,

y antes que segundase se le llega

con alígeros pies, y con el hierro

el arco sagitifero cercena

y un dedo de la mano juntamente.

Mas el membrudo bárbaro herido,

en confianza de su fortaleza,

apechugó con él, y ambos asidos,

enciéndese la lucha rigurosa,

con no menos bufidos que si fueran

dos toros madrigados encendidos

en furia de cornígera pelea.

Anda la cabezada y la rodilla,

406 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

puños y mojicones á las vueltas;

estriban y forcejan con anhelos

recíprocos y vueltas, hasta tanto

que vinieron los dos juntos al suelo

al pie de cierta palma, que fué dalla

al Pero Niño, por caer encima

lugar y parte donde se anidaba

enjambre de melifluas abejas,

que todas ellas dieron al desnudo

harto menos dulzor que pesadumbre.

Y la mujer del indio que pudiera

hacer ausencia dellos y escaparse,

no se determinó, y en lo que pudo

favoreció la parte del marido,

que fué rendido del contrario Marte,

y presos ella y él del fuerte joven.

Entre tanto los otros españoles

no tuvieron los ratos más ociosos,

porque se entretuvieron peleando

los bárbaros el tiempo que sintieron

ser necesario para que huyesen

los imbelles muchachos y mujeres;

y algunos dellos muertos y heridos,

los vivos se pusieron en huida,

dejándoles las casas sin defensa.

De las cuales, tomados los despojos

antes que los lugares convecinos

pudiesen convocarse, se embarcaron

CANTO DECIMOCUARTO.

407

y se volvieron á los cuatro brazos

con la mujer y el bárbaro valiente,

que fueron buenos para su viaje,

según declararemos adelante.

Y juntos ya los unos con los otros,

para prosecución de su jornada

dieron la traza y orden que diremos

en el canto que viene después deste.

y

CANTO DECIMOQUINTO

En el cual se da razón de las cosas sucedidas en el discurso

desta jornada hasta llegar á la ciudad de Velez.

En la carrera larga que es oculta

á los aventureros peregrinos,

mucha lumbre les da buena consulta

para prosecución de sus caminos,

porque del parescer della resulta *

qué via llevará mejores tinos,

y en la dificultad que se barrunta

ningún hierro comete quien pregunta.

Pues como hasta allí fueron las guias

Diego Rincón y Diego de Paredes,

por ser de los soldados que volvieron

á la costa del mar con Juan Gallegos,

y para proceder más adelante

no tenian noticia de la tierra,

GoOglC

410 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y habían de dejar forzosamente

al río Grande, y á la mano izquierda

entrar por un brazuelo que desagua

en él, y navegar aquel espacio

que pudiesen nadar los bergantines,

y dejallos allí, porque por tierra

habían todos juntos de moverse

aquello que restaba del viaje,

entraron en consulta , y acordaron

que fuese Manjarrés por la montaña ,

colando con algunos compañeros

por donde viese cortaduras viejas

de los descubridores antes dellos ,

cortando por aquella derecera

algunas ramas frescas por adonde

el capitán que fué de macheteros,

llamado Sanmillan, por ellas fuese

talando las espesas arboledas,

adereszando pasos, y hiciese

puentes adonde fueren necesarios,

porque el campo más tardo y espacioso

pudiese caminar con menos pena.

Y-aquesto concertado, preguntaron

entre los indios presos si sabría

alguno dellos ir aquel camino

hasta la tierra rasa, donde estaban

otros hombres barbudos ya poblados.

Y el indio con quien tuvo la pelea

el Pero Niño respondió diciendo:

CANTO DECIMOQUINTO.

411

«Yo y mi mujer podemos ser jueces,

que fuimos muchas veces al contrato

de sal que dan barato los vecinos,

cómo son los caminos montuosos,

largos y trabajosos, todos llenos

de pantanos y cienos, montes fríos,

mil quebradas y rios furiosos,

pasos laboriosos, sierras altas,

y cuasi todas faltas de alimentos;

raros los aposentos, poco grano.

En invierno y verano desatina

la pluvia por contina pesadumbre;

pues para sacar lumbre lugar niega.

Nadie de via ciega se confíe;

mas si queréis que guie la carrera ,

de mí y mi compañera sed amparo;

sacaros hemos al terreno claro.»

Fuéles acepta la postrer palabra,

puesto caso que las dificultades

que el bárbaro ponía por delante

traían pesadumbre de disgusto;

y ansí de todos fué favorescido,

y la mujer y él aventajados

en blando y amoroso tratamiento.

Y para proceder en su demanda,

llevólos Manjarrés ambos consigo,

yendo colando por el arcabuco,

picando ramas que señales fuesen

41 a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

á los azadoneros por adonde

habian de hacer más ancha via,

para que los del campo y el bagaje

pasar pudiesen con menor molestia.

Los barcos ansimismo navegaron

por el pequeño rio hasta donde

pudieron hallar fondo conveniente,

y en acabándose, los descargaron

en puesto y en paraje donde vieron

recientes cortaduras de los que iban

colando con el paso más ligero

adonde se juntaron con el campo;

y después de llegado, dieron orden

en aviar las cargas del fardaje,

que por causa del pésimo camino

cada jornada lo hacia menos, ,

porque iban alijando muchas cosas,

y las que se llevaban de más precio

era con increíble pesadumbre.

Antes, pues, que partiesen del brazuelo

donde los bergantines se quedaron

en tierra zabordados y sin dueños,

Jerónimo Lebrón les dio licencia

á Meló y Malebu para volverse

con los demás amigos á sus casas.

Mas ellos, ó por ver la tierra nueva,

ó por no se atrever sin españoles

CANTO DECIMOQUINTO.

413

á navegar por la de sus contrarios,

dijeron que querían juntamente

ir en prosecución de la jornada.

Lo cual efectuaron, y volvieron

después aprovechados con el mismo

Jerónimo Lebrón, como diremos

al tiempo que se trate de su vuelta,

pues quiero por ahora detenerme

con Luis de Manjarrés que va delante

cuatro y cinco jornadas con las guias

que los encaminaban al buhío

donde hallaron los descubridores

primeros deste reino muchos panes

de sal que contrataban las comarcas.

É yendo por zarzales y espesuras

cortando con machetes vizcaínos

ramas para señales, un soldado

desjarretó, sin ver lo que hacia,

á un Alonso Pérez, de los buenos

soldados que llevaban en el campó,

de que se rescibió notable pena ,

ansí por la desgracia del paciente,

como por no tener donde dejallo

sin detrimento cierto de su vida ,

á causa de hallarse muy remotos

de la gente que más atrás venía.

Y ansí, como léales compañeros ,

lo llevaron á ratos en hamaca

pendiente de sus hombros hartos días

414 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

hasta llegar al rio, legua y media .

más atrás del bunio que buscaban,

tambo donde la sal se recogia;

que hasta ver el rio, desde cuando

salieron de la Tora, fué tardanza

de veintisiete dias trabajosos,

á causa del boscaje riguroso,

ciénagas y pantanos, y por falta

de los mantenimientos, cuyas veces

suplia la esperanza de hallallos

por aquellos parajes y comarcas

habitadas de raros moradores

que tienen sus culturas, á las cuales

iban los peregrinos anhelando;

mas opúsose el rio que decimos,

cuyo furioso curso les fué freno

para no proceder en su camino

á la casa de sal, donde pensaban

hallar algún recurso de comida.

Cuyo detenimiento desabrido

fué para más aumento de su hambre;

la cual, como solicita maestra ,

no menos ingeniosa que atrevida,

remedios indagando, se dispuso

á hacer una soga de bejucos

gruesos y de longura que podia

atravesar el rio y amarralla

en las dos bandas á troncones bajos;

y ansí hecha, pasaron nadadores

CANTO DÉCIMOQPINTO. 415

con cabuyas delgadas, que dejaban

atadas al un cabo de la soga ,

y después que salieron á la banda

contraria con grandísimo trabajo,

tiran de los cordeles, hasta tanto

que pasaron un cabo de la soga;

y en una y otra parte bien atada,

asidos fuertemente con los dedos,

y los desnudos cuerpos por el agua,

uno cada viaje solamente,

alternando las manos con aviso,

una dellas quitada y otra puesta,

y sobre las cabezas el hatillo,

que camisetas son de vil angeo,

y entre ellas el espada, van pasando

el ímpetu del agua peligroso.

Pasó Moran primero, y el segundo

Pedro Carrasco, Manjarrés tercero,

y después destos Joanes, vizcaíno,

escelente soldado de los viejos

de Santa Marta, diestro y animoso :

el quinto cierto mozo desbarbado

á quien llamaban Pedro Machetero ,

y Gonzalo de Oyon, mayor hermano

del que se rebeló, según ya dije

en la Gobernación de Benalcazar.

Un Alvaro Vicente pasó luego

y Cristóbal Roldan, Juan de Tolosa.

416 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Y estando fuera ya del agua rauda

once soldados con los dos primeros

que pasaron la soga, cuyos nombres

eran el buzo Sancho y un Gamboa,

vino tan gran creciente y avenida,

que se quebró por medio la maroma;

y ansí quedaron con desabrimiento

los unos divididos de los otros,

el agua de por medio, que llamaron

el rio del Bejuco, y en su nombre

propio le llaman Tucura los indios.

Y Luis de Manjarrés, viendo la falta,

y para la suplir ningún remedio,

por venir la creciente furiosa,

de más de que la hambre no sufría

reposo ni quietud, determinaron

los once de pasar más adelante

en busca del buhío memorado,

siguiendo cierta senda que llevaba

á la parte de arriba cierto huello.

Y poco más de legua caminando,

llegaron á la casa que tenia

cuantidad de sal blanca hecha panes,

sin morador que en ella residiese;

pero luego siguieron un camino,

y no lejos de aquella se hallaron

otros bunios que tenian gente,

que fácilmente vio su rompimiento,

CANTO DECIMOQUINTO. 417

á causa de tomallos descuidados,

por no tener sospecha ni barrunto

de que venían gentes extranjeras,

y estar la mayor parte de los indios

entonces divertidos en labores,

recogiendo su grano y aquel fruto

de que gozaron otros sin sembrallo r

porque lo que hallaron en el campo

y lo que ya tenian en sus casas,

todo lo recogieron y juntaron

en una casa del pequeño pueblo ,

con intento de no desamparallo,

por ser importantísimo socorro

para cuando llegasen los restantes.

Y por no desasirse de la presa

ni cumplir dividirse, por ser pocos,

estuvieron dos dias detenidos,

sin enviar razón ni dar aviso

á los que se quedaron sin pasaje,

que padecían grande desconsuelo,

ansí por estar faltos de comida

(pues en espacio de catorce dias

la principal fué tallos de bihaos,

remota de sabor y de substancia) T

como por no saber de su caudillo

ni de los que llevó, porque ninguno

por aquella frontera respondía.

Y como ya de hambre perecían,

un caballero dicho Valenzuela

– XLIV – 27

418 H1ST. DFX N. R. DE GRANADA.

á los otros juró solemnemente

de matar á la india que era guia

y comerse los hígados asados.

É ya dispuesto para la torpeza,

ajeno de piedad, valor y punto

de que suelen preciarse caballeros,

delante del se puso demudado

el buen Iñigo López de Mendoza

(que yo conocí bien en Santa Marta,

adonde tuvo por repartimiento

los indios del ancón llamado Gaira),

y díjole:

«Señor, por Dios os pido

que no queráis usar de tan mal seso,

pues no debe ser eso permitido

do estamos hombres de razón y peso.

Yo tengo reservado y escondido

en mis alforjas un poco de queso;

esto y más os daré, cuanto poseo,

porque no cometáis caso tan feo.»

En efecto, le dio lo que decia ,

con que se reportó, no sin alguna

vergüenza y confusión de sus intentos.

Y Luis de Manjarrés, al tercer dia,

paresciéndole no ser acertado

dejar de dar aviso, determina

enviar dos soldados, hombres sueltos

con algunas mazorcas de aquel grano,

CANTO DK MOQyiNTO.

419

que fuesen recatados, por el riesgo

que corrían en caso que los viesen

algunos moradores de la tierra,

y avisasen á los que no podian

pasar el rio por aquella parte

subiesen una legua más arriba

y hallarían apacible vado,

por ir el agua muy más extendida

y por esta razón poco fondable.

Mas antes que el mensaje les llegase ,

se aventuraron siete nadadores

á pasar por aquella travesía ,

paresciéndoles ser menos dañoso

hartarse de agua que morir de hambre ;% –

de los cuales fué uno Pero Niño ,

vecino principal en este tiempo

desta ciudad adonde yo resido.

Y al fin fué Dios servido que saliesen

á diferentes puestos muy abajo ,

por ser impetuosa la corriente;

mas Juan Guillen y Antón Pérez de Lara

perdieron las espadas y el hatillo,

quedando solamente con aquello

de que los proveyó naturaleza.

Echóse después destos un Alonso

Martin, que de los indios era lengua

por haberse criado desde niño

en la Gobernación de Santa Marta,

420 HIST. O EL N. R. DE GRANADA.

y viendo Pero Niño que venía

con turbación mortal ya desmayado,

animólo con voces, y al momento

asióse de una rama que caia

sobre las aguas, y extendió la pierna

antes que lo pasase la corriente

del árbol donde estaba bien asido ,

y dióle gritos que se asiese della.

El cual cobró vigor, y ansí lo hizo,

y como se llegase más á tierra,

asióse de otras ramas que bañaban

las aguas que igualaban la barranca,

y con favor divino salió fuera

por medios de la buena diligencia;

aunque perdió la ropa y el espada

como los otros dos; y á los desnudos,

los que pudieron escapar, su ropa

les dieron de la poca que tenian

con que cubriesen las viriles prendas,

y á todas las demás corpóreas partes

el cielo les servia de cubierta.

Y para no llevar manos vacias

(pues aunque los tres dellos lo quisieran

no podían metellas en el seno

si del no les servían los sobacos ),

cortaron varas lisas y derechas ,

adelgazando puntas que tuviesen ,

si fuese menester, veces de picas.

CANTO DECIMOQUINTO.

421

Con esto prosiguieron la derrota

que Manjarrés llevó los penitentes,

que tales parescian en el traje,

y aun fuéranles aceptos los ayunos

á ser á pan y agua, pero fueron

con agua solamente, que por fuerza

bebieron en el rio , que fué tzuita,

que tres ó cuatro dellos se paraban

á desaguar los vasos por la boca.

Y á muy poca distancia de camino

encontraron con Pedro , machetero,

y Gonzalo de Oyon, que son aquellos

que envió Manjarrés á dar aviso;

con cuya vista fueron consolados

y del índico grano proveídos,

que, sin dalle templanza de candela,

les parescia ser en el buen gusto

granos de aquel maná de los judíos.

Y dados los avisos á los otros

acerca de que fuesen más arriba ,

allí los esperaron hasta tanto

que ya pasaron todos sin zozobra,

y los encaminaron al bunio

do Manjarrés estaba, donde fueron

reparados de ropa los desnudos,

porque ya por allí los moradores

tenian de algodón algunas telas.

Y el Gonzalo de Oyon y el machetero

pasaron en demanda de la gente

432 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

GoOglC

del campo, que con no menor fatiga

venía caminando, por faltalles

aquello que nos da vida y aliento;

tanto que los soldados comenzaban

con gran cautela de matar caballos,

siendo tan importantes, presumiendo

que viéndolos yajnuertos los señores,

ó los repartirían por la gente

que más debilitada se hallaba,

ó se los venderían á pedazos;

porque todos los más traían oro

de lo que recogieron en rancheos,

y entonces les valieran á los dueños

más allí muertos que en el reino vivos.

Mas Pero Ruiz García que primero

aqueste daño vido por su rancho

en un caballo suyo regalado,

considerando los inconvenientes

grandes si se cumplían los deseos

malos de los ocultos matadores,

á sus negros mandó precipitallo

eta las corrientes aguas de aquel río

para, que lo comiesen los caimanes;

aunque su gente y él no padescian

menos necesidad que sus vecinos.

Y el Gobernador, vista la malicia,

pronunció auto por el cual mandaba

con capitales penas que ninguno,

aunque fuesen los dueños cuyos eran,

CANTO DECIMOQUINTO.

423

osase matar perro ni caballo.

Y llegados los dos con el aviso

de que los esperaba con comida

Luis de Manjarrés más adelante,

el campo caminó con más aliento,

no haciendo tan cortas las jornadas,

porque la certidumbre del socorro

hacía sacar fuerzas de flaqueza

hasta llegar allí, do descansaron

algunos días; y el Alonso Pérez

que fué desjarretado, según dije,

al tiempo que salieron del brazuelo,

acabó de sanar de su herida,

porque la mucha dieta por ventura

debió de ser en tiempo tan hambriento

más parte que la cura diligente,

pues que sin adminículos ajenos

podía caminar como solia.

Y el Manjarrés con los que lo seguían,

desque llegó Lebrón adonde digo,

fué colando la sierra más adentro,

que se empinaba más cuanto más iban,

hasta venir á dar al que llamaron

el Paso volador estos soldados,

porque desque subieron á la cumbre

vieron ser la bajada de manera

que habia de volar el que quisiese

bajar para pasar más adelante,

424 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

por ser altísima peña tajada,

cingla que se extendia muchas leguas

por la dificultosa cordillera.

Y ansí la perlongaron hasta tanto

que vieron una quiebra que hacía,

no tan derecha como lo restante,

ni tan pervia que no se conosciese

riesgo y dificultad cuando bajasen

al valle que tenia por delante,

rodeado de cumbres más excelsas.

Pero viendo que no se descubría

más cómodo pasaje que esta grieta,

de manos hizo pies cada cual dellos;

y, en efecto, bajaron, donde dieron

gracias á Dios por escapar ilesos,

y el campo que llegó desde á tres dias

al paso conoscido por las señas,

pararon confusísimos de vello,

á causa de las bestias que llevaban,

pues era menester nascelles alas

para poder bajar sin despeñarse.

Pero Millan con los azadoneros,

en partes que la peña permitía

y habia arcilla poco rigurosa,

iba haciendo gradas y escalones

con la seguridad que fué posible,

y en lo más bajo se pusieron ramas

hojosas que subían tres estados,

porque si resbalase de la cuesta

CANTO DECIMOQUINTO. 425

alguna bestia, como no podía

ser menos, por venir ya fatigadas,

en la fagina blanda do parasen

no padesciesen tanto detrimento

como si diesen en la dura tierra.

Y acabada la obra necesaria

en que se consumió la luz del día,

aunque los operarios eran muchos,

el siguiente, sin sillas y sin frenos,

uno cada viaje solamente,

los van encaminando por las gradas,

habiéndoles detrás, los cuales iban

con tal tiento y compás, que parescia

alcanzar de razón alguna lumbre.

Y ansí bajaron todos sin desgracia,

excepto de dos yeguas, que vinieron

rodando hasta dar en la fagina,

que nunca más pudieron levantallas

sino para ser cebo de hambrientos.

Y el Manjarrés, que siempre precedía

obra de legua y media de aquel paso,

dio sobre ciertas casas ya cercanas

á la sierra de Atún, donde tomaron

algún mantenimiento, y en un alto,

aun no cuarto de legua separados,

vieron otros buhíos , y por causa

de que no les alzasen la comida,

acudieron Moran y Juan de Cuenca,

426 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

Antón Pérez de La ra y Antón Pérez ,

el portugués, y Pedro machetero,

Pedro Carrasco, y otro que llamaban

Santo Domingo, siete compañeros ,

soldados excelentes y ligeros

que volando subieron por la cuesta;

y los imberbes indios, como vieron

venir gente barbada por su tierra,

dejáronles las casas , y huyeron.

Y como ya la luz se despedía

y sobrevino tempestad de pluvia

con furia de relámpagos y truenos,

y allí tenian razonable cena,

determinaron todos de quedarse

en una de las casas, de dos que eran

de bárbaro tumulto descuidados.

Pero los indios convocaron gente

de las sierras de Atún la misma noche,

y al tiempo que venía descubriendo

Apolo sus cabellos rutilantes,

con ímpetu terrible rodearon

inmensa cuantidad de fieros indios

la casa donde estaban con descuido

de semejante caso, y en llegando,

entregan á las llamas el bunio,

pegando fuego por diversas partes.

Pero los valerosos españoles,

reconociendo ser acometidos,

acuden á las armas y á la puerta,

CANTO DECIMOQUINTO.

427

rompiendo por opuesto barbarismo

con efusión solícita de sangre,

de golpes prestos y de fuertes manos,

por escaparse de las que venian

llenas de armas y de confianza;

donde creció la grita y el tumulto

en tal manera, que los compañeros

que quedaron abajo percibieron

aquel alborotado movimiento;

y vista claramente la refriega,

envió Manjarrés á Valenzuela

con doce compañeros y arcabuces

para que brevemente socorriese

antes que el torbellino riguroso

anegase los siete combatientes.

Mas por causa de ser larga distancia,

y no poco penosa la subida ,

no se pudo llegar tan brevemente

que no durase harto la pelea

con hechos dignos de inmortal memoria,

si pudiera mi pluma presurosa

particularizar de cada uno

la fuerza y el valor de su persona.

Mas como fuese con insigne brio

Antón Pérez de Lara derribando

bárbaros fieros por aquella cuesta,

del agua y de lá sangre resbalosa,

fuéronsele los pies, y dio caida

en medio de los indios, y en cayendo,

CooQle

428 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

saltó con él con suma ligereza

un indio principal como gigante,

con otros circunstantes juntamente

que lo llevaban sin tocar al suelo.

Y viéndose perdido, sin poderse

valer, como la res que ya rendida

á dientes de los lobos, no le queda

otro recurso si no dar balidos,

dio voces á Moran que lo valiese;

el cual, reconociendo voz amiga,

acudió con la furia y el denuedo

que el águila caudal cuando socorre

los hijos en el nido salteados,

que, encogidas las alas , y las uñas

abiertas y extendidas, furiosa

se viene por los aires despeñando

contra quien de su prole la despoja.

Tal se arrojó Moran á dar socorro

á su carillo cuya voz oia,

y al indio principal y monstruoso

abrió con el acero las entrañas,

dejándole tal puerta, que por ella

el alma condenada se despide

con un horrible grito, cuyo trueno

á los demás causó mortal espanto,

en tal manera que se retrajeron

dejándole la presa sana y viva,

asido de sus armas, porque nunca

el espada soltó ni la rodela,

CANTO DECIMOQUINTO. 429

sin pararse á quitallas los salvajes;

tanta fué la codicia de Uevallo.

Y porque en un instante pasó todo,

el caer y el asir y el socorrello

( pues á tardarse su ñel amigo

fuera su paradero miserable),

al fin el Lara se escapó de buena

y tuvo que contar algunos dias.

Y en este tiempo ya llegaba cerca

el Valenzuela con su compañía,

soltando los fumosos instrumentos,

de cuyas estampidas temerosos

los indios se subieron á lo alto

de la fragosa y empinada sierra,

dejando libres á los españoles,

aunque no de heridas, pues los siete

quedaron del conflicto lastimados,

pero ninguno de mortal zozobra.

Y Luis de Manjarrés, reconosciendo

haber en el paraje poblaciones

que podrían volver con más potencia

y dalles ai subir algún mal rato,

mandó que veinticinco compañeros,

con arcabuces y un barril de polvos

d’ especie salitrosa, trabajasen

de tomar en la noche venidera

de la frontera sierra lo más alto.

Y al tiempo cuando del inerte sueño

430 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

los ojos de mortales rescebian

aquel dulce licor que los detiene

en diversas ideas transportados,

fueron los vigilantes peregrinos

subiendo por las ásperas laderas,

hasta que ya llegaron á la cumbre

antes que de la aurora paresciese

el arrebol fogoso de su rostro.

Y en este mismo tiempo, ya venian

armados escuadrones en demanda

dellos, á la venganza del cacique

muerto por el Moran en la batalla;

donde después que ya febea lumbre

por aquel hemisferio descubría

el róseo color y bella frente,

se vieron las dos huestes en campaña,

una de veinticinco solamente,

y otra de multitud innumerable,

de que los pocos en sabana rasa

fueron en un momento rodeados.

Pero los preparados arcabuces

(invención por su tierra nunca vista,

y á los oidos bárbaros horrible),

escupen luego los volantes globos,

y á vueltas perdigones de mal gusto,

pues cuanto mayor era la sustancia

hacía más mortíferos efectos.

De modo que la cólera ferviente

que la caterva bárbara traía

CANTO DECIMOQUINTO.

431

se resfrió; y cuando presurosos

en disparar fumosos instrumentos,

un soldado, de pólvora ya falto,

al barril acudió para sacalla

con la mecha pendiente y encendida,

y en aquella que ya tenía fuera

tocó, paresce ser por su descuido,

quemándose las barbas y aun las cejas,

y aquellas mismas chispas y centellas

dieron en el barril sin cobertura,

cuya fulmínea furia lo levanta

y por los vagos aires fué volando L

las duelas ó costillas esparciendo

á diferentes partes, con ruido

y estruendo de la llama presurosa.

Con el cual espectáculo los indios

quedaron tan atónitos, que luego

volvieron á gran priesa las espaldas,

pensando ser llegada ya la hora

del general juicio; tras los cuales

fueron los españoles en alcance,

hasta meterse por las poblaciones

de las sierras de Atún, entonces grandes.

Y viendo los vecinos que venian

ios extranjeros tan determinados

á se meter en ellas, al momento,

correspondiendo con aquel incendio

de que quedaron ellos asombrados,

pusieron fuego todos á sus casas,

432 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

y por collados, valles y laderas

en espacio de menos de dos horas

vieron toda la tierra humeando,

sin dejalles albergue do pudiesen

de las molestas pluvias ampararse.

De que se rescibió gran pesadumbre,

por ser allí las aguas ya frecuentes;

mas consoláronse con que hallaron

cuantidad razonable de alimentos

que recogieron en pajizos ranchos,

por ellos nuevamente fabricados,

donde esperaron hasta que llegase

Luis de Manjarrés, que luego vino

desque Lebrón llegó con los del campo

á las primeras casas que ya dije.

Donde pararon poco, por ser poco

el alimento para tanta gente,

y no cumplir detener el paso,

sino pasar adonde lo hallasen

los que delante dellos caminaban.

No que viniesen todos atenidos

á lo que Manjarrés tan solamente

venía descubriendo; pues salian

de los del campo próvidos caudillos,

como Blasco Martin, y Pero Tellez

y otros, que trastornaban los confines

del camino por donde se guiaban,

campestres moradores rastreando.

Y ahora se hallaron todos juntos

CANTO DECIMOQUINTO.

en la tierra de Atún algunos dias

de su penoso curso descansando,

hasta que les faltaba la comida ,

con esperanzas vanas los más dellos

de que la hallarían adelante.

Y ansí, mal proveídos , prosiguieron

su laboriosísima jornada;

y Luis de Manjarrés, con ser un hombre

infatigable para los trabajos ,

y en los mayores más regocijado,

alegrando con cuentos y facecias,

y dando siempre de lo que tenía

á los que via melancolizados,

con que los animaba y alentaba

á llevar con buen ánimo las penas

al humano vigor intolerables,

ahora, por sentirse fatigado,

quedóse con el campo, y en su nombre

tomó la vez Diego Paredes Calvo,

soldado robustísimo y experto,

á quien tenemos vivo de presente,

ó por mejor decir del largo curso

poco menos que muerto ; pues que.tiene*

poco menos edad que el viejo Néstor.

Aqueste fué con treinta compañeros

hasta llegar á Opon, valle que dista

de la sierra de Atún catorce leguas,

caminos cenagosos y montañas

• XLIV – 2&

434 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

tristes, obscuras, ásperas, lluviosas,

y ajenas totalmente de consuelo;

inundación de aguas todas horas ,

sin que jamás pudiesen enjugarse;

siguiendo los del campo sus pisadas

con gran debilidad , porque faltaba

aquello que podía dar sustento;

pues era tal la hambre, que comían

grillos, culebras y otras inmundicias,

á la salud contrarias y noscivas;

tanto que perescieron brevemente

más de sesenta por aquellos bosques,

de enfermedad y hambre traspasados.

Y acontesció hallarse Pero Niño

seis ó siete ratones que tenian

unos indios cocidos en la olla

con insípidos tallos de bihaos,

y tuvo tan gran asco que no pudo

gustar aquel manjar inusitado;

y otro soldado menos asqueroso

dio por ellos sesenta y cuatro pesos

en dos buenas chagualas de oro fino,

y anidándolos dentro de su pecho,

afirmaba ser carne de faisanes.

Y aunque se pregonó que quien matase

cuadrúpedo doméstico muriese,

a.manescieron muertos ciertos mulos,

y otros cortados uno y otro labio,

quedando de tal suerte, que juzgaran

CANTO DECIMOQUINTO.

43*

jactarse de su buena dentadura,

y que de las ayunas se reian,

siendo (como lo fué) sardonia risa ,

de griegos y latinos celebrada.

Hízose la pesquisa, mas no pudo

hallarse más razón de la que daban

los míseros pacientes con su boca

por una y otra parte cercenada,

para cebo de las que no podían

roer las hojas de las verdes cañas

con que se entretenían los caballos

por no hallarse hierba más á mano.

Salió, pasado esto, Pero Teilez

con los que se hallaban más enteros

hacia los nascimientos de aquel rio

de Opon, mantenimientos inquiriendo,

y dio con ciertas casas proveídas

dé algurr maíz y yuca y otras cosas.

Y al tiempo que volvían con la carga,

y llegaban al rio por adonde

habían de pasar forzosamente

para llegar al campo, descendieron

tras ellos unos pocos de salvajes

con tal atrevimiento y osadía ,

que les convino, por salvar las vidas,

dejar caer las cargas de los hombros

y aprovecharse del mohoso hierro,

porque con las macanas ponderosas

436 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.

los iban retrayendo y ojeando,

sin poder sustentarse ni valerse.

Tan grande fué la priesa y el orgullo

y determinación con que vinieron,

como gente robusta y animosa,

y tan ligera, que lugar no daba

á valerse de espada ni rodela,

antes á cinco dellos maltrataron

con los terribles golpes, y á Carrasco

de tres, de que murió la noche misma.

Y allí murieran todos, á faltalles

socorro, sin pedillo ni esperallo;

mas en aquella misma coyuntura

iban en su demanda seis soldados

que, llegados al rio, como viesen .

la revuelta y aprieto peligroso,

Alonso Pérez, el que ya se dijo

que fué desjarretado, de aquel riesgo

para mayor desgracia reservado,

al rio se arrojó por socorrellos,

do fué de mortal flecha traspasado,

con la cual le rompieron las entrañas,

y acabó su carrera trabajosa

como Carrasco y otro compañero,

después que los llevaron á sus ranchos

y hicieron cristianas diligencias,

porque las de sus manos no valieron

para salir ilesos del conflicto.

Cuya porfía viendo los que estaban

CANTO DECIMOQUINTO,

437

destotra banda, de los cuales era

aquel hidalgo dicho Valenzuela ,

que brevísimamente sacó lumbre

y con el arcabuz se dio tal maña,

que hizo retraer de la ribera

á los salvajes duros y protervos;

y ansí pasaron á los mal heridos

los que quedaron sanos, aunque todos

más cargados de leña que comida,

no siendo reservado Pero Tellez,

á quien le cupo parte de la fruta.

Él cual, como corrido y afrontado,

habiendo descansado cuatro dias,

recogió mayor copia de soldados,

mejor apercibidos de pertrechos,

y caminó la via que llevaron

los indios que hicieron este daño,

procediendo con todo buen aviso

hasta pasar la sierra, y á la banda

de Guane vido grandes poblaciones,

y en las que se hallaron más á mano

hicieron salto, no sin sanguinoso

recuentro, do vengaron sus injurias;

pero no sin desgracia de un soldado

que les mataron en la pesadumbre.

Y por le parescer que convenia,

al campo se volvió con esta nueva ^

y Luis de Manjarrés, que se hallaba

4)8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. .

ya con mejor aliento, se dispuso

con cuarenta ó cincuenta compañeros

á proseguir aquella misma via,

dejando rancheados los del campo

en el valle de Opon , hasta que diese

razón de los terrenos sucesivos.

Y en la prosecución, en una chapa

del alto donde van encaminados,

vieron ciertas labranzas y bunios

que denotaban ser de gente poca,

y para los tomar, forzosamente

habían de subir por un recuesto

enhiesto, cuya senda no les daba

mayor lugar de para que subiesen

unos en pos de otros enhilados,

y por entrambos lados espesura

cerradísima de cañaverales.

É yendo por aquellos reventones,

un terrible gandul se les opuso

en medio de la senda, defendiendo

él solo, sin ayuda, la subida,

de su fuerza y esfuerzo confiado ,

en las manos bastón correspondiente

al monstruoso cuerpo y estatura;

pues en los miembros era Polifemo,

ó el otro Briareo centimano.

Y viéndolo parado, y esperando

en parte buena para sus intentos,

los de vanguardia con gentil denuedo

CANTO DECIMOQUINTO,

439

se fueron para él la cuesta arriba

con acometimiento furioso,

• poniendo las rodelas por delante;

mas él con la macana de Golias,

que poco menos era , tales golpes

les daba, que volvían trompicando

unos sobre los otros por la cuesta,

con la facilidad que derribara

un diestro jugador birlos con bola.

Y como fuesen hombres honorosos,

corridos , presumía cada uno

de volver solo, no sin gran coraje,

á se probar en singular certamen,

porque les parescia gran bajeza

no ser iguales en la competencia,

aunque el enhiesto cerro y angostura

no les daba lugar acomodado;

y el animoso bárbaro tenía,

como dicen, tres piedras y la cuesta.

Y ansí subieron de los más briosos

á se probar en veces diferentes

con la soberbia guarda del mal paso.

El cual, con poca pena, les hacia

con afrenta y pesar volver rodando,

ellos y sus escudos mal parados.

Era tanta la priesa que se daba

á una y otra mano , que tenía

rozado con los golpes gran espacio

440 HIST. DHL N. R. DE GRANADA.

nisr. W.L y R. DE GRANADA.

con el medio del palo hizo golpe,

no tan en lleno tomo s¡ estuviera

un poco más afuera separado;

y entonces el Rincón tendió l.i mano

con viva prontitud y acelerada,

encarnando la punta del estoque

en el siniestro muslo del salvaje,

que, como se sintió picar, y vido

el rubicundo flujo de «ti sangre,

y es de creer que estaba ya cansado,

volvióle las espaldas a gran priesa ,

yendo Diego Rincón en el alcance,

ambos á dos con tan veloce curso,

que paresció más vuelo que carrera ;

pues aunque tos demás subieron presto.

no fueron poderosos para dalles

alcance con la vista , ni socorro

al joven atrevido y ariscado,

por no saber la vía que llevaban.

Y estando desta causa congojosos,

llegó con el espada bien teñida,

diciendo con hinchadas arrogancias:

«Hago voto solemne repentino

á Hércules, y á Héctor y á Morgante ,

les haga que me den ancho camino,

y huyan de ponérseme delante,

que mi rodela y el acero fino

asombrarán al más fiero gigante,

CANTO DECIMOQUINTO.

443

y á reveses y i puntas de mi brazo

es por demás ponelles embarazo.

»Fué de poco momento lo del cerro;

pues de que lo alcancé pasó lo bueno,

porque se me venía como perro

que de rabiosa furia viene lleno;

mas yo tendí la mano con el hierro,

y dile por las tripas un barreno.

^ Cayó y tembló la tierra del carguío,

si acaso no tembló de temor mío.»

Manjarrés luego, con su media lengua

(porque era balbuciente tanto cuanto,

y en esto de triscar hombre donoso),

le dijo:

«Yo oí el golpe, voto á Quisto,

cuando tocó la tierra con los codos;

y aun ahora sin habello visto,

en oiros habiar, tembiamos todos.

¡ Oh biazo vigoroso, diestro, listo ,

más fuerte que el más fuerte de los godos!

Este hecho deshace cuanta trama

han tejido los Nueve de la Fama.»

Con estas gratas triscas y facecias,

que suelen ser alivios de trabajos,

llegaron á las casas y labranzas

donde no se hallaron moradores,

444 H!ST. DEL N. R. DE GRANADA.

porque las intenciones del salvaje

cuando les impedia la subida,

eran porque pudiesen entre tanto

huirse sus mujeres y familia,

do solos ellos eran habitantes ,

sin otra compañía de vecinos,

á lo que paresció, y allí durmieron;

y otro dia siguieron su viaje

laborioso, hasta que llegaron

al valle que llamaron los primeros

el valle del Alférez, quince leguas

de la tierra de Opon, donde quedaba

el peregrino campo rancheado.

Al cual dieron aviso que viniese,

por se hallar ya más mantenimiento

en aquellas provincias, hasta donde

habían perescido más de ochenta

hombres, de hambre por la mayor parte,

desde cuando dejaron el gran rio

y entraron por las húmidas montañas.

Y allí también, pasando la corriente

del presuroso rio deste valle,

arrebatado fué Diego Hermoso

del ímpetu terrible de las aguas ,

sin lo poder valer la compañía.

Llegando, pues, el campo donde digo f

el Luis de Manjarrés pasó delante

al valle que llamamos de la Grita,

CANTO DECIMOQUINTO.

445

porque nunca de noche ni de dia

dejaban de la dar los naturales

con acometimientos furiosos;

y en aquellos recuentros que tuvieron

les tomaron á manos un soldado

vivo, que se llamaba Palomares;

cuya desdicha dio pena notable.

Y con este disgusto caminaron,

por ser remate ya de las montañas,

por claras y escombradas serranías;

pero tan altas y tan faltas de agua,

que se vieron en grandes aflicciones

por ir de vasos desapercibidos

para llevar bebida, como suelen

los que por tierras secas hacen via;

tanto que Manjarrés en una siesta

peresciera de sed, si los soldados,

por unas y otras partes inquiriendo,

no descubrieran frígida corriente.

Y habiéndoseles muerto ya la guia

que se traia desde el rio Grande,

á bárbaros que fueron salteados

por señas preguntaron en qué parte

estaban los barbudos como ellos.

Los cuales por señales respondieron

estar solos dos dias de camino;

nueva que sonó bien á sus oidos,

y les puso más ánimo y esfuerzo,

para volar aquello que restaba

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4V> MI&T “> 1 N. K t>fi GRANADA.

Je su jornada larga y enojosa.

Y ansí siguiente dia dieron vista

al pueblo nuevo, sin que los vecinos

supiesen su llegada , puesto caso

que por indios tenian ya noticia

de que venían otros españoles

con hombre principal que los regia ,

en relación confusa , que causaba

presunción y sospecha que seria

algún Gobernador por el Audiencia.

Mas unos presumían ser incierto,

y otros, menos incrédulos, que fuera

mayor la dilación de su venida;

y ansí todos estaban descuidados,

hasta tanto que entrando por las calles

hicieron salva con los arcabuces,

de cuyos estampidos alterados

salieron luego todos los vecinos,

y como vieron gente de la costa ,

compañeros y amigos conoscidos,

con los brazos abiertos los resciben ,

manifestando con exteriores

señas el gran amor que se tenian .

y con aplausos y palabras blandas

fueron en sus hospicios regalados.

Y en este mismo dia despacharon

vecinos que saliesen al encuentro

al Gobernador nuevo y á su gente ,

CANTO DECIMOQUINTO.

447

con pacíficos indios que llevaban

aquel regalo que les fué posible,

y luego se pusieron eu camino.

Mas yo, porque me siento del pasado

algo necesitado de reposo,

entre tanto que vuelven, determino

respirar y cobrar algún aliento,

para poder tramar en otro canto

los hilos dependientes desta tela.

FIN DEL TOMO PRIMERO.

ÍNDICE DEL TOMO PRIMERO

Pág«.

INTRODUCCIÓN

PRELIMINARES.

CANTO I…..

IX

i

CANTO II.—Donde se trata cómo el Licenciado Gonzalo Ji-

ménez de Quesada, después que salió de las montañas al

paraje de la tierra donde agora está poblada la ciudad

de Vélez, procedió adelante, descubriendo grandes po-

blaciones hasta Negar á Bogotá, y las cosas que en el

camino sucedieron……………………….. 75

CANTO III.—En el cual se trata cómo saliendo los espa-

ñoles de Cipaquirá, les acometieron como quinientos ó

seiscientos indios con gran furia, y lo que más sucedió-

hasta llegar al cercado y aposentos del Bogotá…… 97

CANTO IV.—Trátase en él cómo los indios Bogotaes enea*

minaron al capitán Juan de Céspedes y á los que con

él iban ala provincia de los Panches, gente belicosísima,

debajo de cautela, y lo demás que les sucedió en el viaje. 117

CANTO V. —Donde seda razón cómo después que salie-

ron los españoles de Bogotá, descubrieron otras populosí-

simas provincias, donde por la mayor parte los resce-

bían de paz…………………………….. 141

CANTO VI. — En el cual se trata cómo el General D. Gon-

zalo Jiménez de Quesada tuvo noticia del rey de Tunja,

y vino en persona con cincuenta españoles de pie y de

caballo, y lo prendió por su propia mano dentro del

alcázar que tenia con dos cercas………………. 163*

– XLIV –

29

45<> HIST. DEL N. R. DE GRANADA.

CANTO VII.—Donde se cuenta cómo los españoles dejaron

el asiento de Tunja r y salieron en demanda del valle de

Neiba y del rey de Bogotá , y lo que más les sucedió. 193

CANTO VIII.—Cuéntase en él cómo los españoles prendie-

ran á Sacresaxigua, y le pedían el tesoro del rey muerto,

á título de que era dellos, por no habelles acudido de

paz, y lo demás que sobre ello pasó…………… 235

CANTO IX.—Donde se da razón de la venida de Nicolao

Fedriman, Gobernador de Venezuela, el cual entró por

la vía de los llanos en este reino , y en la misma coyun-

tura Sebastián de Belalcazar por vía de Popayán….. 257

CANTO X.—En el cual se trata cómo el capitán Martín

Galeano, con la gente que le fué dada por el Licenciado

Gonzalo Jiménez de Quesada, fundó la ciudad de Vélez. 279

CANTO XI.—En el cual se da razón de la conquista de la

provincia de Guane, y recuentros que hubo en la pacifi-

cación della…………………………….. 305

CANTO XII.—En el cual se contiene el rebelión de Saboyá

y de los indios de Tiquesoque , y la muerte de ciertos

españoles…………………… 1…………• 329

CANTO XIII.—Dase en él razón de cómo, sabida la muer-

te de D. Pero Fernández de Lugo por los señores de

la Real Audiencia de Santo Domingo , proveyeron por

Gobernador de Santa Marta á Jerónimo Lebrón, el

cual, teniendo noticia del descubrimiento deste Nuevo

reino, vino á él, diciendo ser anejo á su Gobierno….. 357

CANTO XIV.—En el cual se prosigue el viaje del Goberna-

dor Jerónimo Lebrón y sucesos del, con otras cosas „,

que sucedieron mucho tiempo después…………. 379

CANTO XV.—En el cual se da razón de las cosas sucedi-

das en el discurso desta jornada hasta llegar á la ciu- .

dad de Vélez……………………………. 409

Este libro se acabó de imprimir

en Madrid, en casa de

Antonio Pére\ DubrulL

el 28 de Octubre

del año de

1886

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KUPRIENKO