Juan de Castellanos. HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA. Tomo 1.
COLECCIÓN
DE
ESCRITORES CASTELLANOS
HISTORIADORES.
HISTORIA
DEL
NUEVO REINO DE GRANADA
TOMO I.
TIRADAS ESPECIALES
25 ejemplares en papel China………. / á XXV
25 » en papel Japón………. XXVI á L
100 » en papel de hilo…….. 7 á 100
AL PUEBLO NEO-GRANADINO,
Á LA ACADEMIA COLOMBIANA
Y AL SEÑOR DON M. A. CARO ,
ILUSTRADO CRÍTICO DE LAS OBRAS DE CASTELLANOS
dedican esta edición
EL COLECTOR Y LOS EDITORES.
by
INTRODUCCIÓN
NTRE los libros y manuscritos que en
número de cuatro mil trescientos vein-
te donó el Virrey D. Pedro de Aragón
al monasterio de Poblet desde 1602 á 1677,
guardó el célebre^ santuario largos tiempos la
obra de Juan de Castellanos que hoy por vez
primera sale á luz conforme á su original.
No deja dudar de ésta su procedencia la ca-
racterística encuademación del manuscrito, que
ostenta en sus tapas el nombre y blasón de ar-
mas del generoso donante, y que en lo demás
conviene en absoluto con los detalles especifica-
dos en su testamento.
El trabajo de Castellanos no era , sin embar-
go, completamente desconocido. A fines del
X HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
siglo xvii, cerca de uno después de escrito,
el obispo de Santa Marta, Doctor D. Lucas Fer-
nández Piedrahita, le halló original y con las
licencias para la impresión, en la librería de Don
Alonso Ramírez de Prado ; y utilizando luego
otro hallazgo que le deparó la suerte en las
librerías de la Corte, el Compendio historial de
las conquistas del Nuevo Reino , por el Adelantado
D. Gonzalo Ximénez de Quesada redujo el
verso de Castellanos á prosa, y publicó el To-
mo I de la Historia general de las conquistas del
Nuevo Reino de Granada *.
Llama, no obstante, la atención que el manus-
crito utilizado por Piedrahita, con ser el origi –
nal, sólo constase de veintidós cantos, como en
el prólogo declara, terminando en la llegada del
Presidente Venero de Leiva, cuando el manuscrito
que sirve para esta edición, también rubrica-
do en todas sus hojas para imprimirse, y con v
fecha de 1602, consta de veintitrés cantos nu-
merados, hasta la expedición de Diego Soleto,
y contiene además una Elegía á la muirte de
» Obra hoy perdida , puesto que el ejemplar propio de la
biblioteca de Santa Fe de Bogotá , desapareció de allí hace al-
gunos años.
* Amberes, Verdussen, 1688.—En 1881 se ha publicado
en Santa Fe de Bogotá una reimpresión de esta obra, en cuyo
prólogo el Sr. Caro ha hecho un excelente resumen de los
principales trabajos históricos acerca de la conquista de América.
INTRODUCCIÓN. XI
D. Jerónimo Hurtado de Mendoza, en tres can-
tos; un Elogio del Presidente doctor D. Antonio
Gon%ale%, y el Canto final de las Alcabalas,
En el Repertorio Colombiano, revista de Santa
Fe de Bogotá, publicó en 1879-80 el ilustrado
escritor Sr. D. M. A. Caro unos artículos, en que
con acertada crítica discurrió acerca de la vida
y obras de Castellanos, corrigiendo y ampliando
las noticias que antes escribieran el coronel Don
Joaquín Acosta 1 y D. J. María Vergara a. He
utilizado tan apreciable trabajo para las que si-
guen sacadas de la única fuente adonde es dado
acudir, que son sus Elegios de varones ilustres de In-
dias , publicadas, como es sabido, en la Biblio-
teca de Autores españoles de Rivadeneyra, y pre-
cedidas de un Prólogo de una hoja escasa, en
que viene á decirse que acerca de Castellanos
sólo se sabe que no se sabe nada.
Desde luego, no habiendo tenido noticia los
escritores citados de la partida de bautismo de
nuestro autor, que insertó el Sr. Fernández Es-
pino en su Curso histórico critico de literatura espa-
ñola (1871), señalan por conjeturas la fecha de
su nacimiento hacia 1510-1515, cuando de aquel
1 Compendio histórico del descubrimiento y colonización de
la Nueva Granada en el siglo *P7.—París, 1848.—8.0 (Mapa
y grabados.)
» Historia de la literatura en Nueva Granada.—1867.
XIV HIST. DEL H. R. DE GRANADA.
Queda por averiguar el año preciso en que
realizó este hecho. El Sr. Vergara no le fija, y
al afirmar que fué como soldado de caballería
con Baltasar, hijo de Juan Ponce de León, con-
funde á este conquistador de Puerto-Rico con
Juan de León, soldado que á las órdenes de aquél
ejecutó en 1511 proezas que consignan Caste-
llanos y Herrera *.
El Sr. Caro dice que es de presumir fuese nuestro
autor á las Indias con la expedición que en 1534
sacó de Sevilla Jerónimo de Ortal •, sospechando
que sólo en tal año pudo conocer al cronista Fer-
nández de Oviedo en Sevilla Favorecen esta
conjetura dos pasajes de las ELEGÍAS; uno en que,
citando entre los de la expedición el nombre
1 Década i, hb. vm, cap. xm. —Véase el Artículo I del se-
ñor Caro.
> «Cuya persona fué de mí bien conocida de vista»….
(ELBG.,pág. 99,oct. 1$.*)
c….de quien decían…. de buen pecho ser ajeno,
pero por cierto yo lo hallé bueno».
(Ibid., 125, 16.*)
} Para probarlo, argumenta así. Castellanos afirma que co-
noció á Oviedo de trato y vista (ELEG., pág. 45). Éste estuvo
en Sevilla en 1534, y conoció á los principales individuos de la
expedición, partiendo para Indias como Alcaide de Santo Do-
mingo en 1536, de donde no regresó hasta 1546. Pero en estos
diez años, Castellanos, que recorrió Cubagua, Margarita, Cabo
de la Vela y otros puntos de las costas de Venezuela , no se
sabe que pasara á Santo Domingo : luego es probable que le
conociese en Sevilla en la fecha citada.
INTRODUCCIÓN. XV
de Antón García, dice: ccá quien llamábamos An-
tón del Guante» , y otro cuando, al hablar de
Luís Lanchero, capitán en la misma expedición
que, preso con esposas, pugnaba por quitárse-
las , escribe:
idífome que debajo de desino
de hacer algún grande desatino!.
Cabe también suponer que pasara á Indias con
la expedición que al año siguiente, 1535, llevó
el adelantado de Canarias, y de la que era. Justi-
cia mayor D. Gonzalo Ximénez de Quesada; y
ciertamente que al describir las bromas de los
baqueanos que contemplaban el desembarco de
los expedicionarios, no parece sino que se ha-
llaba presente. De todos modos, si para los que
fijaban su nacimiento en 1510-1515, los veinte
á veinticuatro años que al arribar al nuevo con^
tinente hubiera contado, bastan para suponer
que hubiese adquirido ya en España los conoci-
mientos de latín y otros literarios que luego
manifestó , hoy, sabido el año exacto de su na-
cimiento , los doce que al dejar su patria tenía,
parecen insuficientes para tal ilustración, y hay
que explicarse de otro modo la que en sus obras
se descubre.
Hallóse después en el golfo de Paria con An-
tonio Sedeño, y en la isla de la Trinidad, donde
XVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
dice que «ten aquella edad y coyuntura gastó sus
ciertos años 1». Formó parte de la expedición
en que murió Jerónimo de Ortal *, y cuando
Martín Nieto se levantó contra aquél con la
mayor parte de los soldados, quedando sólo diez
leales sin tomar parte en el detestable motín, de
éstos debió ser Castellanos
Muerto Ortal, salió con Antonio Sedeño de
Maracapana en 1536, entre los quinientos hom-
bres escogidos que iban en busca del famoso
templo del Sol, y uno de cuyos capitanes era
el Rodrigo de Vega ya citado. Llegaron á la isla
de Cubagua, y sus moradores, viendo la oca-
> ELEG. , pág. 87 , oct. 5.*
» Ibid., pág. 106, 17.* «La morisca Leonor Suárez, a quien
llamábamos la Fundimenta.»
—Pág. 113,4.» Alabando la destreza de Agustín Delgado
en los encuentros con los indios por las riberas del Uñare,
dice….: «pero no vi jamás igual destreza en manejar la lanza
y el caballo». Y hablando de su muerte y sepultura (página
122, 19.a): « É yo vi que decían sus renglones (los de su epi-
tafio) estas mismas palabras y razones », etc.
Cuando Sedeño, persiguiendo á Ortal, envía gente con un
soldado viejo llamado Rodrigo de Vega, nuestro autor asegura
que le conoció medianamente , porque tuvo su misma compa-
ñía. (ELEG. , pág. 120 ,
Cuando Ortal prepara su desquite’, dice también Castella-
nos : ….«Pues luego los caballos ensillados que vimos escapar
del duro trance», etc. (ELEG., pág. 125, 6.«)
3 No recordando los nombres de otros diez de gente suelta
que se le unieron, dice asi: ….«y otros no sé cómo pueda de-
cir sus nombres por entero, pues es esta distancia tan notoria,
que aunque los vi, se pierde la memoria».
INTRODUCCIÓN. XVII
sión propicia, concertaron que á la sombra de
aquellos valientes saliesen sus capitanes y res-
catadores á recoger esclavos para sus ricas pes-
querías de perlas. Aquí Castellanos debió pre •
senciar escenas tan inhumanas, que con negros
colores pinta aquellas cacerías de indios, muje-
res y niños que en prolijísimas cadenas llevaban
á Sedeño, y que comprábanlos principales cuba-
güeses, cuyo fin, pretensión y paraderos, dice,
fué siempre destruir los naturales. Tal vez en esta
ocasión sería testigo de hechos iguales ó pareci-
dos al que en otra parte cuenta , cuando el capi-
tán español, para acelerar la marcha , mandaba
cortar la cabeza á todo indio que por cansancio
ó enfermedad no podía seguir en la cadena, he-
cha por tal mecanismo, que para sacar uno del
centro era preciso sacar antes iodos los anterio-
res. Ello es que, dejando las veredas regadas de
sangre y los caminos de cadáveres, los tigres se
cebaron en ellos de tal modo, que cuando les
faltaron, acometían ferozmente álos vivos, «no
dejándonos, dice Castellanos, hora segura». Con
este motivo refiere casos diferentes de tigres, en
uno de los cuales contribuyó con otros cinco
compañeros á librar á Juan de Oña de las garras
de la fiera, y á curarle después las heridas.
Durante su estancia en Cubagua debieron ocu-
– XLIV – . b
XVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
rrir las riñas y vanos rencuentros con el mariscal
Miguel de Castellanos, de que habla en la página
149 de sus ELEGÍAS , y que generosamente dio al
olvido, elogiándole siempre que le nombra.
Es de creer que siguiera á Sedeño hasta su
muerte; pues, citando la opinión que corría de
haberle dado hierbas una esclava, dice: «….la
morisca Fernández, á quien llamábamos Fran-
cisca ».
Cuando dejaron á Sedeño sepultado en las cer-
canías del río de Tiznados , Castellanos continuó
probablemente á las órdenes de Reinoso y Diego
de Losada, pues con ellos se hallaba aquel Ro-
drigo de Vega de cuya compañía dice formó
parte. Esperábanle aquí también grandes traba*
jos, marchas penosas por calzadas de más de
cien leguas, surcando ríos, atravesando países
de tribus guerreras, sufriendo hambres, enfer-
medades y demás obligado cortejo de tales ex-
pediciones. Llegaban al río Cazanare, y di visaban
ya la alta sierra de que, dice, teníamos noticia 1
por indios que la pintaban muy bastecida de
todo; pero en aquel punto Losada, con la codi-
cia de saltear esclavos , intentó volver atrás.
Rodrigo de Vega y otros querían pasar á inver-
nar á las sierras, y de aquí surgieron divisiones,
1 ELEG. , pág. 137 , 18.a
INTRODUCCIÓN. XIX
fugas y hasta choques sangrientos entre los es-
pañoles. Es de creer que Castellanos siguiese á
los que con Alonso Alvarez Guerrero se resis-
tieron á la autoridad del’ malintencionado Lo-
sada ; y cuando , triunfante éste, hizo quitar la
vida á Copete y á Guerrero, y desterró á veinte
soldados principales, como entre ellos estaba el
citado Rodrigo de Vega, es probable que les
acompañara en el destierro Castellanos , tanto
más, cuanto que citando allí al negro Pedro Ma-
buya, dice que le vio tirar tres flechas juntas y
hacer blanco con ellas.
Los peligros y trabajos que en la marcha pa-
saron fueron sin cuento. Una vez, rodeados de
mil indios de guerra . estuvieron combatiendo,
no ya para salvar la vida , sino para vengar su
muerte, que veían segura, y de la que sólo la
casualidad pudo librarles, enviando en su soco-
rro á ocho compañeros escapados de las bande-
ras de Reinoso. El hambre llegó al punto de ali –
mentarse Bautista Zapatero con las entrañas de
un compañero suyo á quien abrió el pecho
luego que le vio muerto de calenturas.
Al fin Diego Losada , recogiendo fugitivos
volvió á Maracapana y luego á Cubagua, y
acaso entonces pasaría á esta isla nuestro autor •
Discurre éste con atinada observación en el
XX HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
principio de una de sus ELEGÍAS sobre las expe-
diciones que se organizaban en busca de soñados
tesoros, y dice que era cosa de risa , ó acaso de
lloro, ver desembarcar en las Indias á gente
chapetona con gran autoridad, pensando cargar
inmediatamente el oro; y á otros que, trocando
los pellicos en cueros y jubones para volver en-
riquecidos , iban en los navios con grandes galas
y atavíos de plumas y gorras, terciopelos y
rasos, tan inútiles para las entradas por bosques
y espesuras. Censura luego álos que, conociendo
las indias, engañaban en España á los infelices,
haciéndoles creer que dejaron allá montes cu-
biertos de oro fino, con lo que con ansia de me-
jorar su medianía vienen, dice, tantos hombres
á peor estado.
Y ocúrresele esto al referir la expedición que
en 1536 llevó á Santa Marta el Adelantado de
Canarias D. Pedro Fernández de Lugo, con su hijo
D. Alonso por General, y por Justicia mayor el
licenciado D. Gonzalo Jiménez de Quesada ; ex –
pedición que terminó llevándose el D. Alonso á
España el oro con tantos trabajos adquirido por
todos los soldados, y quedando éstos más po-
bres que cuando desembarcaron.
La burla no tenía más remedio que resignarse
á emprender nuevo descubrimiento , y antes
INTRODUCCIÓN. XXI
de terminar aquel año 1536 tuvo el Adelanta-
do D. Pedro que enviar al que luego se llamó
Nuevo reino de Granada otra expedición al
mando de D. Gonzalo Jiménez de Quesada, en
la que iba nuestro autor, y que detenidamente
refiere en losjtres últimos cantos de la ELEGÍA IV,
Parte 11.a, y en ésta IV.*
Eran unos mil los expedicionarios ; de ellos,
quinientos treinta de á caballo marcharon por
tierra, y cuatrocientos sesenta por mar, todos
encaminados, como punto de reunión, al rio
grande de la Magdalena. Sus penalidades en
ésta como en las sucesivas marchas están expli-
cadas con decir que antes del año sólo quedaban
ciento sesenta y seis hombres y sesenta caballos.
El hambre llegó á obligarles á comerse los cueros
de las adargas cocidos en agua.
Pero las hazañas y resistencia de este puñado
de hombres son superiores á toda ponderación.
Castellanos , que entre ellos iba 1 , dice en
sus ELEGÍAS 3 que tal historia había de escribir-
la pluma de alto vuelo, y pareciéndole dig-
na de más extensa recordación, declara en el
mismo Tugar que la reserva para una cuarta
parte. Como ésta forma la presente obra, en ella –
1 Véanse sus nombres en Piedrahita, pág. 125.
» Pág. 312 , 14.*
XXII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
verá el lector la justificación de tales palabras.
Creíble es que asistiese á la fundación de
Santa Fe, y que anduviera en 1538 y 1539 por
aquellas tierras con D. Gonzalo Jiménez de Que-
sada.
Por el año de 1540 pasó por las islas de los
Gigantes (laguna de Venezuela), donde, al des-
embarcar , encontró al gobernador Lázaro Be-
jarano poeta notable, según Castellanos, que
acababa de perder á su único hijo. No fué en la
expedición que en este mismo año capitaneaba
Ambrosio Alñnger, puesto que declara seguir la
relación de Bernardo de Alcocer, que se halló
á todo presente a; pero por incidencia habla de
sí, diciéndonos que trabajó después algo , aun-
que inútilmente, en buscar hasta las sierras di-
chas de Herrera el ídolo de oro de Boronata, de
tan desmesurado tamaño, que se necesitaban diez
ó doce gandules para llevarle en una hamaca.
Iba también nuestro autor en la expedición
que el Adelantado de Canarias, D. Alonso Luís de
Lugo, llevó en 1540 al Nuevo reino de Granada.
Refiérelo él en el Canto XVII de esta IV.» Par-
te , y eso excusa de más noticia. Baste decir que
habiendo salido el de Lugo con doscientos ó
‘ ELEG. , pág. 284 , 10.* .
2 IbiJ., 203 , 11.«
INTRODUCCIÓN. XXIII
trescientos hombres 1, otros tantos caballos y
treinta y cinco vacas, al cabo de tres ó cuatro
meses de jornada, cuando llegó á Tamalameque,
le faltaban más de cien hombres, y la mayor
parte de las bestias. Decayó el ánimo del Gene-
ral ante tan recio desastre, y ya trataba de re-
troceder en busca de los bergantines que dejara
en las barrancas de Sompallón, cuando, ponién-
dosele delante Castellanos, soldado de buen brío,
como él mismo se llama, todavía no rendido á
tantos trabajos pasados, le pidió veinticinco
hombres, comprometiéndose á llegar con ellos á
Vélez y volver con socorro de alimentos. Como
garantía le recordaba haber sido de los prime-
ros que por allí pasaron, refiriéndose á la expe-
dición deQuesada, donde nuestro autor cuenta8,
hablando del valle de Upar, cómo fué uno *de
los primeros pobladores, y pudo tener allí al-
guna mano, pues padeció trabajos insufribles;
pero con deseo de mejores tierras, despreció por
de poco valor lo que le daban.
Dejóle el General la elección de los veinticinco
compañeros, y con ellos, alimentándose duran-
te ocho días con el insípido manjar de tallos de
* Piedrahita , pág. 102 , señala la última cifra; Castellanos,
la primera.
* ELEG , 203 , 3.*”
XXIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
bihaos, llegaron hasta las lomas de las sierras
de Atún. Tales iban ya, que con un solo pie ha-
cían dos y tres pisadas; y el etíope Mangalonga,
como menos desmayado, tuvo que adelantarse en
busca de alguna habitación. Hallóla pronto; mas
los indios, alborotados con la extraña visita de
un hombre negro, fueron tras él, y dieron en los
españoles, apoderándose de un Juan de Carva-
jal , que con su persona pagó la salvación de
los otros. Dos de ellos, imposibilitados de se-
guir á pie, hicieron una balsa, siguieron el cur-
so del río, y alimentándose de frutillas que en
los árboles de las riberas veían comer á los
monos, tuvieron la dicha de tropezar con los
macheteros, avanzadas del campo, que les dieron
dos tasajos de carne de caballo y unos granos
de maíz tostado, delicadísimo y supremo regalo
entre aquellos expedicionarios. Recobrada el
habla con el alimento, pudieron indicarles hacia
dónde quedaban los compañeros, y el General
enviar doce soldados con el capitán Lorenzo Mar-
tín , poeta improvisador, dándole como víveres
á cada uno para un viaje de siete días, dos ve-
las de sebo y un pedazo de queso de Canarias.
Puede calcularse cuál sería el hambre que se pa-
decía en el campo , leyendo cómo el soldado
Fernán Suárez se comió , antes de ponerse en
INTRODUCCIÓN. XXy
marcha, y en presencia del Adelantado, una de las
dos velas de sebo de su ración, dejando limpio
el pábilo y castañeteando la lengua de gusto. Al
fin, próximos ya al campo de Castellanos, ti-
raron algunos arcabuzazos, á cuyo ruido acudió
él con doce compañeros y el negro Mangalonga,
todos verdadera imagen de la muerte. El resto
había perecido de hambre. Pero ni en trance tan
lastimero faltó el buen humor de esta desdichada
raza, pues el capitán poeta reanimó sus abatidos
espíritus con unas coplas, parte de las cuales in-
serta Castellanos.
En la isla de Cubagua se hallaba cuando en
1$43 ocurrió la furiosa tormenta y terremoto que
describe en sus ELEGÍAS Posaba cerca del mar,
delante de la plaza; en casa de Pero Ruíz Barra-
sa y Beatriz de Medina, y al salir huyendo, vio
henderse cierta esquina, y dando voces á los que
por la puerta se precipitaban á la calle, logró
detenerlos y salvar la vida de muchos. Cuando
renació la bonanza, falta de tráfico la isla, y sin
peculio alguno Castellanos para resistir la necesi-
dad , vergüenza generosa, dice, le obligó con otros
á buscar recursos, metiéndose en barcos de Nie-
bla y de Juan Cabello, con rumbo á la Margarita.
Su estancia en esta isla, que describe con ex-
■ Pág. 150,3.*
XXVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
traordinaria complacencia, fué grata compen-
sación de sus trabajos pasados y futuros, como
que ella era, según sus palabras, holgura de los
quebrantados en los descubrimientos, y regalo
de los conquistadores afligidos con el peso de
las armas. Allí enfermos y sanos dormían sin
ellas, seguros de sobresaltos; no había temor al
hambre ni á la sed, satisfechas con los más rega-
lados alimentos y puras aguas; reuníase alegre
juventud, principalmente en el Val de San Juan,
ala sombra de corpulentísima ceiba; sobre verde
alfombra matizada de fragantes flores, recrea-
dos los ojos con la contemplación de un paisaje
en que jugueteaban los rebaños, y el oído con el
murmullo de fresca fuente y el concierto de voces
é instrumentos; damas hermosas se mecían en
las hamacas suspendidas de los árboles , donde
los ruiseñores con sus cantos enamorados en-
cendían más y más los pechos de los galanes, y
poetas como Bartolomé Fernández de Virués,
Jorge de Herrera y Fernán Mateos, ejercitaban su
ingenio en el elogio de la hermosura. Después se
tendían las mesas bajo la ancha bóveda de la
ceiba, y servían los manjares en brillante y rica
vajilla diligentes mozas mestizas de levantadas
frentes, voluptuoso mirar y condición benévola
y humana.
INTRODUCCIÓN. XXVII
Tal es, en pálido resumen, la descripción que
hace Castellanos de aquella verdadera Arcadia
en que pasó algunos días de su aprovechada ju-
ventud , y cuyo dulce recuerdo le hace excla-
mar ya en su vejez: «Margarita, tierra que quiero
bien, pues por atti gasté mi primavera 1».
Calcúlese cómo saborearía tales regalos el que
seis años antes caminaba trabajosamente en la
desastrosa expedición de Quesada, entre aque-
llos ciento sesenta y seis soldados , verdaderos
esqueletos , tan amarillos como el oro que les
hacía arrostrar tales sufrimientos , y que no te-
nían fuerzas para, llevar consigo.
Pero como lo que sostenía tanta animación y
regalo tanto en la isla era la riqueza de las per-
las que allí se recogían, cuando ellas se agota-
ron , dispersáronse los moradores , y con ellos
Castellanos, á quien hallamos ya en 1544 siendo
testigo de los peligros y grandes daños de Fr. Mar-
tín de Calatayud, obispo de Santa Marta, en el
Cabo de la Vela y río de la Hacha a. El noble
ánimo de nuestro autor se levanta contra la
crueldad de los que, embebecidos en el ansia
de recoger las perlas, obligaban á los indios á
pasar el día sumergidos en el agua, y la noche
* ELEG., pág. 170, 12.»
2 Ibid., páginas 194,’ 195 y 251.
XXVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en prisiones, amarrados con cadenas, y acusa al
Obispo que, enviado por el Emperador para re-
mediar tales desmanes, se dejó sobornar por los
enriquecidos aventureros, y regresó dejando las
cosas como estaban.
Acabadas las perlas, y ya vencido el año 1545,
salieron dos expediciones en busca de minas de
oro, de que había recogido muestra Pero Fer-
nández Zapatero. Capitaneaba Blas de Medina la
que se dirigía por mar, y Luís Pardo la de tie-
rra. En ésta iba Castellanos, que nos cuenta
cómo, pagado el gran compás de la salina de
Tapé, corrió grave riesgo en el río de Palomi-
no , donde entró bien armado á caballo persi-
guiendo á los indios que hacían resistencia, de-
jándose el caballo atascado hasta la frente y
saliendo milagrosamente á la orilla á pie, lanza
en mano y espada ceñida. El lance le trajo á la
memoria la desdicha de aquel valiente que con
su muerte dio al río su nombre. v
Pasó al día siguiente la expedición por Ma-
rona; bajó á la playa, y atravesando el río de
Don Diego por él paso de la Peña horadada y el
río de Guachaca, acampó en Buritaca, entre este
río y el de Mendiguaca. Al amanecer llegaron
allí los navios de que esperaban mantenimien-
tos , pero estorbó la comunicación una tormén-
INTRODUCCIÓN. XXIX
ta tan recia, que los de tierra vieron perdidas
sus vidas.
En este punto nos refiere Castellanos inciden-
talmente otra borrasca que sufrió embarcado
cerca del paso de Marona, relato muy propio
para conocer hasta dónde puede llegar el buen
humor de un andaluz. En medio de los llantos
de sus compañeros y de las oraciones de un
indio y una india, esclavos suyos, comenzó
repetidas veces el salmo Miserere, sin que la zo-
zobra del barco le permitiera concluir ningún
versículo; y cuando ya llegaba una vez al As-
mperges me, Domine, dice que un furioso golpe de
mar le cubrió todo, dejándole sin aliento y
con la camisa por único abrigo. Todavía tuvo
ánimo para mostrar su pericia marinera , dis-
poniendo una maniobra con que salieron del
aprieto
Arribaron los de los navios á Santa Marta;’,
aunque los de tierra, no divisando ninguno, tu-.
viéronlos por perdidos, hasta que Castellanos
y los de á pie que iban en la delantera, siguien-
do la playa, encontraron en la resaca víveres y
vasijas con vino, con que restauraron sus fuer-
zas , concibiendo esperanzas de la salvación de
i ELEG., pág. 253.
XXX HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
sus compañeros, no viendo flotar ningún ca-
dáver.
Resueltos á esperar su vuelta, salió Castella-
nos con once hombres en busca de comida, y en
una marcha de seis ó siete días vivieron sólo de
salmuera de tasajo, auyamas y fríjoles, sin beber
gota de agua: á los catorce días descubrieron in-
dios que les traían carta con noticia de haber arri-
bado los de las canoas al puerto de Santa Marta.
Supo entonces nuestro autor que los de aque-
lla población habían acudido al licenciado Mi-
guel Díaz, pidiéndole se opusiese al intento de
los expedicionarios, y como tenía allá su cau-
dálejo, adquirido con inmensos trabajos, en un
arranque de temerario valor resolvió confiarse
á los indios guías que trajeran las cartas, malos
y crueles, como de Bonda , y acompañado so-
lamente de Juan Pardo, atravesó en un día quin-
ce leguas de territorio todo de guerra, por sie-
rras y oteros asperísimos. En Concha se reunie-
ron con Francisco Ruíz y Luís de Mesa, los cuales
les dijeron que sus canoas iban adelante, y ya
en el ancón de Biraca halló Castellanos la suya,
y en ella arribó á Santa Marta, donde Tapia y
otros hombres principales le reprendieron fuer-
temente, dice, por su poco seso.
Detúvose allí algún tiempo, construyendo bu-
INTRODUCCIÓN. XXXI
híós en la marina con grandes árboles que cor-
taban de las selvas vecinas, y haciendo buenas
sementeras; pero quéjase de las plagas de mos-
quitos , que les obligaban á ir con capillos, como
penitentes, con un solo agujero para ver. Los
indios que vinieron de paz les proveían abun-
dantemente de alimentos, y á tanto llegó en
esta ocasión el buen trato de Castellanos y de
los españoles con aquéllos, que, á caballo y
con un solo criado, hizo el viaje de Santa Marta
al Cabo de la Vela, de cuyo hecho pone por
testigo á su amigo Calderón de la Barca.
Nuevamente se le ofreció la engañosa espe-
ranza de hallar ricos tesoros labrando las minas
del Guachaca, objeto principal de su ida á aque-
llas playas. Resueltos á trabajar en la quebrada
más próxima, cerca del pueblo de Maconchita,
marchó allá la expedición con negros, indios y las
herramientas necesarias, entre la grita y estruen-
do á que les excitaba la afanosa codicia del oro.
Subíase á aquellas alturas, dice el autor, por
escalones hechos á mano, de lajas grandes,
habiendo algunas escalas que tenían reventones
de más de novecientos peldaños; muchas, ma –
yores, y en partes prolijísimas calzadas , no fal-
tas de primor y grandeza, enlosadas de hermo-
sas lajas, indicio de la gran potencia de los
XXXII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
señores, que solían tener también en los recues-
tos y remates de las sierras nevadas poderosos
mármoles enhiestos
A los primeros gofpes de azadones, barras y
almocafres, los ojos atentos de los españoles
descubren los codiciados granos del oro, y la
esperanza les hace dar saltos de gozo, y pro-
rrumpir en extravagantes canciones. El golpe
del agua que acarreaba el oro había excavado
ancho pozo de seis brazas, donde caía todo el
que no pasaba al mar. Propone Francisco Caro
desaguar aquél; pénense todos á la obra con
gran ardor, y ya los indios buzos sacaban entre
hojas de árboles nuevos granos de oro que les
llenaban de esperanza, pensando en su prosperi-
dad futura, cuando, levantándose obscurísima
nube con espantosa lluvia, volvió á llenarse el
pozo, donde quedó su gozo enterrado.
Durante ciertos días siguieron recogiendo
algún oro por aquellos parajes; mudaron luego
sus rancherías entre Tapi y el paso de Marona;
sacaron ricos granos en el río de San Salvador,
y allí por las tierras de la Ramada se detuvieron
haciendo estancias y labrando los campos.
Hallamos á nuestro autor, durante los siguien-
tes años de 1546 á 48, ya en Antioquía, donde
1 ELEG., pág. 255 , 18.»
INTRODUCCIÓN. XXXIII
presenció las revueltas de los dos Adelantados
Heredia y Benalcazar 1, ya en la Gobernación
de Popayán, donde, dice, pudo tratar de vista
la residencia de Miguel Díaz de Armendáriz 2; y
á fines de 1549 estuvo presente en el Cabo de
la Vela á la muerte del general Tolosa
En 1550 residía en Cubagua, pues en el Can-
to 11 de la Elegía XIV declara que salió á la
playa con mucha gente á ver la que traían los
barcos de Orellana que iban al descubrimiento
de los Quijos.
Un año más tarde se hallaba en Bogotá, y
asistía á la entrada en aquella ciudad de Alvaro
de Oyón, enviado por Quintero para dar cuenta
á los Oidores de las conquistas de los Cambis y
fundación de San Sebastián de la Plata 4.
Anduvo algún tiempo con el General Pedro
de Ursúa , que fundó en 1549 Pamplona , y Tu-
dela en 1551, y á quien, dice, vio hacer á la co-
rona otros muchos servicios 5; en 1552 vivía en
Santa Marta, «muy ajeno de componer historias,
ni de dar fina peregrinaciones » 6, y en el mis-
» ELEG. , pág. 426, 13.a
» Ibid., 426,5.*
3 Ibid., 239, 19 a
4 Ibid., 495, «7a
5 Ibid. ,156, 7.»
6 Ibid., .143, 8.a y 9 a
– XLIV – C
XXXIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
mo año se halló con Ursúa en la batalla del paso
de Origua ó de Rodrigo.
Desde el año antes en que aquél tomó pose-
sión del cargo de Justicia mayor de Santa Marta,
meditaba la conquista de los Tayronas, consi-
derados como una de las tres naciones más be-
licosas de Indias, y en cuyo valle estaban los
minerales de oro y las platerías en que se fun-
dían las primorosas joyas de filigrana en figuras
de águilas, sapos, culebras, orejeras, chagua-
las , medias lunas y cañutillos, á más de mucho
oro en puntas, y polvo de aquellos sepulcros.
Salió, pues, ya entrado el año 1552 , con 40
peones y 12 hombres de caballo, entre los que
iba Castellanos. Esguazaron el Gayra, y se en –
caminaron á Pocigueyca, famosa plaza de ar-
mas. Resueltos los Tayronas á tenerle engañado
con fingida paz y á no resistirle hasta que , in-
ternado en la tierra , sus asperezas le tuvieran
rendido, el cacique de aquella plaza les envió
rico presente de cañoncillos de pavas rellenos
de oro en polvo, convidándoles á entrar en la
ciudad. Marcharon en orden de guerra; recono-
cieron el origen del río de Cañas; volvieron ha-
cia la sierra nevada de los Aruacos en demanda
del valle de Tayrona, donde todos los recibían
de paz y los regalaban con el citado presente.
INTRODUCCIÓN. XXXV j
Ya aquí el peso de armas y sayos, las marchas i
á pie y la mudanza de temples habían enflaque- ¡
cido de tal modo á los españoles, que al reco-
nocer las cabeceras del río de Piedras no había
veinte con alientos para seguir adelante, y Ur-
súa iba tan apretado de cuartanas, que resolvió
volver á Santa Marta por el curso de aquel río,
hasta dar con el camino que llevaba á Giriboca.
Conocido el intento por los indios, resuelven
tomarle los pasos de Origua, que por corrup-
ción llamaban de Rodrigo. ó tal vez, dice Pie-
drahita , por haberlos descubierto Rodrigo Bas-
tidas. Distaba el paso siete leguas de la ciudad,
y formábale por un lado altísimo é inaccesible
peñasco, y por otro profundo derrumbadero,
donde «hay, dice elegantemente el autor citado,
tanto riesgo para el que le ha de pasar, que para
animarle á que lo empréndanse necesita ponerle
barandillas que le esperancen». Mil indios va-
lientes se previnieron aquí; quedando otros dos
mil ocultos en el monte con las tropas de Bofi-
das y Bondiguas , para coger á Ursúa por la es-
palda.
Llegó éste con su gente , y creyéndose fuera
de peligro, no dobló las centinelas, ni acuarteló
con orden la tropa , con lo que fué fácil al ene-
migo acercársele, para acometerle al alba del
XXXVI HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
siguiente día. Como la fiebre le tenía desvelado,
él fué el primero que oyó el estruendo de la
guazabara; saltó de la cama con sólo un pie
calzado, y á pesar de la nube de flechas y pie-
dras, y de los tres mil indios que por la espalda
le cercaban, se apresta á la defensa, anima á doce
compañeros que le siguen, empieza á ganar la
cumbre, pasa y repasa por entre los enemigos,
y tal estrago hace en ellos con su arcabuz por
espacio de dos horas, que al fin huyen á Tayro-
na, con lo cual, desalentados los indios de abajo,
dejan á los españoles, á quien tenían muy apre-
tados. Dieron éstos muerte á más de quinientos,
aunque saliendo heridos casi todos, y ayunos y
con terrible calor entraron en Santa Marta, des-
pués de seis leguas de jornada.
Sólo de seis de aquellos doce héroes se con-
servan los nombres, á saber, del capitán Luís de
Manjarrés, Bartolomé de Alba, Francisco Diez
de Arles, Lorenzo Jiménez, el tesorero Pedro
Briceño, que á pocos días murió en Santa Marta,
y nuestro Juan de Castellanos.
Es éste uno de los puntos en que más brilla
su modestia y magnanimidad, pues se contenta
con indicar simplemente en dos versos 1 su
presencia en el hecho, quedando á la sombra
» ELEG., pág. 156, 8/
INTRODUCCIÓN. XXXVII
para que la luz dé de lleno sobre la heroica figu-
ra de su general Pedro de Ursúa.
Ya muy entrado el año de 15 54 le encontra-
mos en Cartagena, siendo testigo de las escenas
de dolor que produjo la noticia de haberse aho-
gado el Adelantado D. Pedro de Heredia l. Desde
aquel año al de 1559 no hallamos ninguna de
él; pero en éste sabemos que estaba en el Cabo
de la Vela, que hospedó al P. Ayala a cuando
quiso volverse por la Guayana al Perú, de don-
de vino desterrado; que comunicado su desig-
nio con Castellanos, éste le dijo era un desatino;
y que no debía tener mal ojo, cuando marchando
al fin el Padre en busca’del Dorado , murió con
todos los suyos en la Guayana á manos de los
indios. Fundaba su profecía en el valor de estos
Cumanagotos, á quienes conoció soldado pobre >,
y en su opinión de que los que nunca fueron
soldados difícilmente serán buenos capitanes.
Por este tiempo ya Castellanos, como su ami-
go Juan de Valbuena, cansados de tan largas
peregrinaciones y disgustados de la guerra cruel,
fero%y airada, huyeron de sus desastres como ha-
cen malhechores que suelen recogerse á sagrado 4, y
• ELBO., pág. 433, 13.a
a Ibid., pág. 84, 1/ á 10/
J Ibid., pág. 84, 10.a
4 Ibid., páginas 192 y 193.
XXXVIII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
vistieron el hábito sacerdotal. Cantó la primera
misa á los treinta y nueve ó cuarenta años de
su edad, y en el de 1559 0 en Cartagena,
celebrándose la fiesta en casa del capitán Ñuño
de Castro, padre y hermano suyo en amistad,
y siendo su padrino el Deán D. Juan Pérez Ma-
turano. El canónigo Campos, provisor de aquel
clero, le nombró cura por más honrarle, y después
S. M., tesorero.
Ignoramos por qué dejó este cargo y se tras-
ladó á Tunja, en cuya parroquial de Santiago
fué beneficiado desde 1561, empleado en su
servicio (dice en su testamento, hecho en 1606)
durante cuarenta y cinco años. Por el mismo
documento se sabe que fué algunos años mayor-
domo de fábrica déla misma iglesia, «sin salario
ni interese, sino solamente por servir á Dios».
Uno de sus compañeros en la conquista, Do-
mingo de Aguirre, le dejó las casas en que vivía
al morir, con cargo de capellán, nombrándole
su albacea, y legándole las relaciones de viajes
que había escrito. Además poseía en Tunja y en
Leiva otras fincas urbanas y rústicas; en Vélez
una hacienda que le adjudicó el gobernador
Venero, con quinientasresesde ganado mayor,
y cerca de Tunja un campo 1 con diez yuntas
1 Acaso del que habla en las ELEG., pág. 218 , 7.*
INTRODUCCIÓN.
XXXIX
de bueyes, cien yeguas con doce caballos y mil
ovejas. Había dado también muchos dineros á
censo.
Por todo esto dice que en Tunja tiene su re-
poso , con una medianía de sustento; rico, si
lo es el que está contento con lo que posee
Pero ni aun aquí y con tales bienes pudo hallar el
descanso y bienestar á que le daban derecho las
fatigas con que los adquiriera. Ya al terminar
la primera parte de sus ELEGÍAS confiesa que le
traen inquieto movimientos de tiempo proceloso, y
promete escribir la segunda si ellos se lo per*
miten, pues querer y poder, dice, no van con-#
formes en los acoceados de fortuna.
En esta Cuarta Parte descubre claramente nue-
vos motivos de disgusto, y después de declarar
que D. Felipe le dio el beneficio de aquella ciu-
dad: que en su servicio gastó en Indias su ju-
ventud y senectud presente, y que el mayor pro-
vecho de sus servicios es el tenerse él mismo
por satisfecho, dice que la. envidia, nunca por
él conocida, le muerde, y algunos envidiosos
suponen ser sus bienes mayores de lo que son:
que en especial un malévolo, jugando falsa tre-
ta , escarnece dé sus merecimientos y le inquie-
ta , siendo precisamente aquel á quien su pluma
> Canto XVIII de la Cuarta Parte.
GoOglC
XL HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
honra y ensalza; que por persuasión de aquel
milano le cercenan por muchas vías aquella li-
mitadísima comida , y pide que lo restante se
divida, según lo cual debe ya contarle con los
muertos, siendo así que aquel su émulo no ha
de vivir más que él, pues tiene el pelo blanco y
menos dientes.
Esto lo escribía hacia 1592, declarando que
en aquella ciudad y en aquel templo ha servido
cuarenta y cinco años 1, sin que, por la bondad
de Dios, haya perdido nada en vida, en doctrina
ni en ejemplo.
. Otorgó testamento a á los ochenta y cuatro
años de su edad, el de 1606, á 6 de Mayo, to-
davía con suficiente firmeza de inteligencia para
no olvidar en él ningún detalle, y bastante ro-
bustez física , á pesar de sus trabajosas campa-
ñas, para decir que ha celebrado todas las mi-
sas de domingos y fiestas. Además, en 1588,
cuando las rogativas á la Virgen de Chiquinquirá
1 Treinta.años nada menos be servido, decía primeramente
el texto, tachado luego y enmendado como arriba aparece.
Llegando en esta Cuarta Parte al año 1592, la primera fecha da
para su entrada en la iglesia de Tunja, la de 1562. Para la en-
mendada de cuarenta y cinco años, y aun teniendo en cuenta
la última fecha que lleva el manuscrito de 1601 , tendríamos
que atrasar hasta 1556 su primer servicio en la citada iglesia.
2 Al Sr. D. Mateo Domínguez Espinosa se debe copia de él,
sacada de la notaría de Tunja, libro protocolo de 1607.
– INTRODUCCIÓN. XLI
por la peste de viruelas, pudo aún acompañar á
la imagen á su casa, distante siete leguas de
Tunja l.
En el testamento aparece el nombre de un
hermano suyo, llamado Alonso González Caste-
llanos, todavía vivo en 1606, y el de un sobri-
no, clérigo, Alonso de Castellanos, que le
acompañaba en Tunja, y á quien demuestra su
cariño legándole «el escriptorio donde tenía sus
papeles y escripturas», «su cama con colchones,
cobertor y colgaduras de paño verde», y otros
objetos.
Habíale enviado del Cabo de la Vela un su
amigo, llamado Luís de Villanueva, una mucha-
cha llamada «Hierónima», y el buen Castella-
nos procuró noble y generosamente deshacerse
de obsequio tan singular para un presbítero,
dando á Pedro de Ribera dinero y parte de unos
solares para que la dotase y tomase por mujer.
No contento con esto, los tuvo en su casa, ya
casados, y al hijo de éstos, Gabriel de Ribera,
así como á su citado sobrino Alonso, los insti-
tuyó capellanes, para cumplir con las obligacio-
nes de las capellanías por él fundadas, dejando
además al primero todos sus libros latinos y
los otros que en vida le diera. A la hermana de
■ ELBo.,pág. 362.
XLII HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
este, María de la Paz, monja en el convento de
Santa Clara, señaló también renta en su última
disposición.
Lo principal de sus bienes, entre los que se
halla la renta de su hacienda en términos de Vé-
lez, lo deja á su iglesia parroquial, conventos y
hospital de Tunja , y para el servicio de aquélla
algunos de sus esclavos que encomienda al cui-
dado de su sobrino, á quien prohibe ven-
derlos.
Encarga á Gabriel de Ribera que celebre vein-
ticinco misas por las almas de los negros y ne-
gras muertos en su servicio ; declara que siem-
pre contrató equitativamente el trabajo de los
indios, y ordena que en muchas de las misas
que encarga se rece la oración : «Et gentes In-
dorum in sua caritate persistentes gratia Sancti
Spiritu illuminentur ut ad veram catholicam
fidem convertantur».
Entre el curioso inventario de su menaje cita
un Agnus Dei de oro y el pequeño crucifijo que
llevaba al pecho, «una espada corta antigua de
camino, y una rodela blanca de madera dé ni-
guerón».
Últimamente, señala para lugar de su sepul-
tura en la parroquial de Santiago un sitio á es-
paldas del coro, junto á la peana del altar, y
INTRODUCCIÓN.
XLIII
demuestra la entera tranquilidad de su con-
ciencia , declarando que nada tiene sobre ella de
cuando fué albacea y depositario de confianzas,
y que quiere se pague á toda persona que jure
serle en deber hasta la cantidad de cuatro pesos
de oro.
Queda de su fisonomía lejano recuerdo en el
retrato toscamente ejecutado que va al frente de
la primera edición de sus ELEGÍAS, de 1589.
Todavía en 1552, viviendo en Santa Marta.
no pensaba Castellanos en componer su histo-
ria, pues dice que jamás le pasó tal cosa por las
mientes, así por falta de talento, como’ por no
juzgarse digno de esta gloria ni de dar fin á pere-
grinaciones , pues á haber tenido tales intentos,
hubiera encomendado á la memoria muchas par-
ticularidades Hasta 1570 no se resolvió á
escribir, y desde esta fecha á 1592 trabajó las
cuatro partes hoy ya conocidas, calculadas en
su integridad por el Sr.,Caro en unos 145,000
versos; un libro en octavas rimas de la vida,
muerte y milagros de San Diego de Alcalá y
otros escritos en verso, hoy perdidos, y todavía
el año 1592, á los setenta de edad, se hallaba
con alientos para prometer en el prólogo de la
• ELEG. , 443 , 9*
GooQle
XLIV HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Cuarta Parte, si Dios le diere vida, la quinta,
donde daría cumplida relación de los demás pue-
blos que, después de fundada Santa Fe, Vélez y
Tunja, habían cimentado los españoles en el
Nuevo reino. No es probable que llegase á com-
ponerla.
¿Qué motivos le indujeron á escribir , y qué
modelos pudo proponerse? Respecto al primer
punto, puede contestarse con la lectura del pró-
logo de esta Cuarta Parte, que tres muy nobles:
el deseo de no comer, como dicen, el pan de bal-
de , pues sin duda no bastaban á su actividad las
ocupaciones de su ministerio sacerdotal; des-
p ués el generoso y desinteresado propósito de
eternizar por medio de la historia los trabajos y
haza ñas de muchos compañeros suyos de armas
que le importunaron para que así lo hiciera; úl-
timamente , el amor á la verdad, puesto que
viendo desaparecer los vivos originales de donde
había de sacar verdadero traslado el que tomase
el cuidado de escribir aquellos sucesos, y te-
miendo las terceduras (así las llama) de los que
después habían de escribir sin testigos de vista,
se apresuró á aprovechar la ocasión antes que
este recurso le faltase.
En cuanto á sus modelos, descartado Fernán-
dez de Oviedo, de quien sólo pudo leer la pri-
INTRODUCCIÓN.
XLV
mera parte, impresa ya én 1535, pero dedicada
á la descripción geográfica y natural de las In –
dias, queda como indudable el de D. Alonso de
Ercilla, á quien en el citado prólogo declara
que sus amigos quisieron tomase por dechado,
al menos en la forma del verso en octavas ri-
mas. Más adelante tendremos ocasión de lamen-
tar esos deplorables entusiasmos de la amistad.
La forma de ELEGÍAS en que naturalmente van
envueltas la biografía y el elogio de las personas
cuya muerte deplora, pudo muy bien inspirár-
sela , como apunta el tantas veces citado señor
Caro, la obra de Pulgar titulada Claros varones,
ó las Vidas de Plutarco, traducidas por Alonso
de Palencia.
Y aquí es de notar en qué circunstancias tan
difíciles hubo de adquirir Castellanos el caudal
de conocimientos científicos y literarios, prepa-
ración necesaria para sus obras, puesto que su
partida de bautismo obliga á rechazar la hipó-
tesis de que pudiese adquirir en España ni aun
los primeros rudimentos de humanidades que
aquellas suponen. Todo tuvo que aprenderlo
por sí mismo en su nueva patria, desde el latín,
que le era muy familiar, la mitología, historia,
retórica, etc., etc., hasta los conocimientos del
astrólogo , del cosmógrafo, del geógrafo y del
XLVI HIST. DEL N. R. DB GRANADA.
cursado marinero, que en su Censura le reco-
noce Agustín de Zarate, llegando á declarar, por
fin, que ninguna cosa de la matemática le falta.
Para ello no disfrutó, bien se comprende, de
tranquilo retiro, sino que hubo de hacerlo entre
la incesante zozobra de marchas, sorpresas y com-
bates, y las incomodidades del hambre, de las
inclemencias del cielo, enfermedades y heridas.
Ayudóle mucho, á no dudar, el trato con buen
número de sus compañeros de armas, hombres
instruidos, en cuyo elogio siempre se complace 1.
Contaba, sobre esta excelente preparación,
con otra más estimable, para los lectores la
más preciada garantía , que era un intenso
amor á la verdad, que en todas ocasiones pro-
clama , y único mérito de que francamente se
gloría. Por ello le acontecía tener sobre un mis-
mo asunto diez relaciones de respeto; y ella le
obligaba á dar abierto el cuaderno de lo que
iba escribiendo á las personas que le dictaban lo
que él no había visto , encomendándoles sobre
todo que le advirtieran siempre lo cierto, para
i Entre aquellos á quienes trató , y cuyos conocimientos,
ingenio ó dotes poéticas ensalza, se encuentran Hierónimo Hur-
tado de Mendoza , sobrino del Adelantado Quesada, D. Loren-
zo Laso, Lorenzo Martín, Jorge de Herrera, el canónigo Liendo,
Juan y Diego de Guzmán , Femando de Virués, Diego de Mi-
randa , Bejarano, Fernán Mateos, Arce de Quirós, Villasirga.
Francisco Soler y otros.
INTRODUCCIÓN. XLVH
poner el remedio antes que muriese el testigo
ocular. Y añadiendo al amor á la verdad el de
la justicia, tiene exquisito cuidado de dar á
cada uno lo suyo, citando las fuentes de que se
ha valido con tal escrupulosidad que con sus
citas reunidas hemos formado larga nota al fin
déla obra. Entre aquéllas, y como las más im-
portantes , declara haber utilizado parte de los
escritos que Fernández de Oviedo le comunicó,
y el cuaderno autógrafo de D. Gonzalo Ximé-
nez de Quesada, antes citado, y que también
disfrutó Oviedo 1. Mas no se crea que fué un
simple colector de tales memorias, porque en
los sucesos anteriores á 1530 se aparta con
frecuencia del último autor citado, apelando
á testimonios verbales y á otras fuentes hoy
desconocidas, y pasando con su relación medio
siglo más allá que Oviedo. Tenemos, por otra
parte, evidente testimonio de su veracidad en es-
tas palabras de D. Alonso de Ercilla, por más
que el testigo pueda parecer á algunos sospecho-
so : «En lo que toca á la historia, la tengo por
verdadera, por fielmente escritas muchas cosas
y particularidades que yo vi y entendí en aquella
tierra al tiempo que pasé y estuve en ella M>
« Hist., tomo 11, vi libro de la Segunda Parte.
7 Censura de la Segunda Parte de las ELE6.
XLVIII H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
Finalmente, y aunque tan larga enumeración
de virtudes suene algo á deliberado panegírico,
la verdad se impone y obliga á reconocerle im-
parcial , modesto y amante hasta el extremo de
su patria adoptiva.
No calla, por ejemplo, el rumor de haber fal-
tado á los Colones la templanza al crecer con
la riqueza su hinchazón, «afrentando y aba-
tiendo mil buenos , y resultando muertes, azo-
tes y prisiones que reprendía Fray Buil, á quien,
en represalias, privaban aquéllos de todos ali-
mentos l»: ensalza calurosamente las buenas in-
tenciones del P. Las Casas, pero trata con des-
deñosa sonrisa su exagerado sentimentalismo
para con los indios: no escasea el elogio del
Adelantado Quesada, mas censúrale por su vana
ostentación y dilapidaciones; y si afea con du-
reza la cruel inhumanidad de capitanes como
Reinoso ó Losada, sabe hacer justicia á su va-
lor y heroísmo.
Respecto á su modestia, baste observar cuán-
tas veces calla su participación en cosas que le
honrarían, y aquella sobriedad y como apresu-
ramiento con que habla de sí mismo en hechos
tan heroicos como las campañas de los ciento
sesenta con Quesada , ó el paso de Origua con
• ELEG., 34, 14.’
INTRODUCCIÓN. XLIX
Ursúa. ¿Qué más ? Tan parco es en las citas de
su persona, que de la atenta lectura de los mi-
liares de versos que componen las cuatro partes
de su obra, sólo ha resultado el mezquino bos-
quejo biográfico que antecede.
Del cariño á su patria adoptiva abundan las
pruebas. Al hablar de los de Santa Marta y Ve-
nezuela, dice que son gente sincera, sin doblez,
cuyo punto estriba sólo en ser valientes en la
guerra, y con dos puños de maíz tostado, trabar
encuentros y allanar provincias; que ninguna
gente de la que el mundo tiene es más quieta ni
obediente, y agotando en su elogio los epítetos de
llana, fiel, modesta, clara, leal, humilde,sana, y
otros, acaba por decir que la influencia de aque-
lla tierra es tal, que vuelve á los malos en buenos.
Veamos ahora cuál era su criterio en lo cien-
tífico y en lo moral.
A nadie chocará que, pagando tributo á la cre-
dulidad de la época , hable de pigmeos de un
codo de altura 1, del salvaje gigante hermafro-
dita % del fuego en el Santuario de Sogamoso
que duró cinco años ó de la leche que en un
convite se convierte en sangre, como presagio
i ELEG., pág. 455.
a Ibid., pág. 456.
3 HIST. D. N. R. D. G., I, pág. 184.
– XLIV – d
L HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.
funesto 1; pero sobre que nunca se da por tes-
tigo de hechos tan estupendos, sino que cita, por
lo. general, las personas que se los refirieron,
compensa suficientemente el exceso con el buen
sentido, y casi diríamos despreocupación cien-
tífica, que en otras ocasiones demuestra. Así, por
ejemplo, á la creencia vulgar de la formación
de las perlas por el rocío, una en cada concha,
opone su experiencia propia, que le mostró cin-
co , seis y más granos en una sola; y de las fal-
sas explicaciones que daban de la extinción de
las perlas en la Margarita se burla diciendo sen-
cillamente que se acabaron por la prisa que se
dieran á cogerlas, é imposibilidad de recriarlas:
llama boberías á las creencias de los marineros,
postrados en cierta noche borrascosa ante el
hierro de una lanza en que lucía el fuego de San
Telmo, ó adorando un cuerpo santo que creían
descendido al barco, y que él les muestra ser
gotas de agua que brillan en un estrenque: acu-
sa de superchería á Orellana por su invención de
las Amazonas, y sabe descubrir la falsedad de
aquellos italianos que, para acreditar la opinión
de haber habitado sus ascendientes en América,
desenterraban monedas antiguas por ellos mis-
mos escondidas.
i ELGO., pág. 53.
INTRODUCCIÓN. LI
El arqueólogo, el hombre de ciencia, él sim-
ple curioso., le deben además interesantes no-
ticias en que no suele reparar el mero cronista
de encuentros y batallas. Desde luego, y ca-
llando muchas observaciones de la historia na-
tural , son por demás curiosas las descripcio-
nes del gobierno y antiguas costumbres de los
indios con que ocupa cincuenta y dos páginas
de este primer tomo, así como las de monu-
mentos megalíticos de Maconchita, de que ya
hicimos mención.
Digna de ella juzga la operación de neoplás-
tica que médicos de Madrid ó de Toledo reali-
zaron, restableciendo á Pedro de Heredia á costa
de su propia carne la nariz que había perdido, y
dando por felizmente terminada la cura á los
sesenta días de absoluto reposo.
Y dejando aparte, por conocidos, los efectos
de la electricidad que observó en el pez torpedo,
no deja de ser curioso aquel modo de cazar de
los indios guaypíes que ponían no sé qué, dice,
en el tiro, con lo que, apenas tocado el jabalí,
caía amortecido; aunque era necesario acercarse
inmediatamente y darle muerte, porque si no,
á poco despertaba del letargo y huía ileso. Cas-
tellanos sospecha si sería algún hueso del peje
temblador: nosotros no nos atreveríamos á pre-
LII HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.
guntar si conocerían aquellos salvajes algo pa-
recido á los modernos acumuladores de electri-
cidad.
Severo y enérgico en sus principios morales,
sin tocar en escrupuloso ni timorato, mani-
fiesta decidida enemiga contra los jueces, gober-
nadores y leguleyos, finísimos ladrones, llega á
decir, absortos en ser universales herederos de
lo ganado con sangre de valientes; dignos de
que los transporten á desiertos, pues en poblado
encienden guerra donde hay paz, y tan al ser-
vicio de la justicia, que los delincuentes en In •
dias los apedrean con esmeraldas guarnecidas.
No cabe desconocer que en su vocación al estado
eclesiástico influyeron poderosamente el espec-
táculo de esta corrupción de las autoridades; la
desmoralización de los soldados procedentes del
Perú, alguno de los cuales llevaba para su servi-
cio ciento cincuenta piezas de ambos sexos 1; las
inhumanidades de los españoles con los indios,
y la desigual é injusta distribución de las recom-
pensas de que se queja en esta Cuarta Parte
cuando, hablando del reparto del oro y esmeral-
das en la expedición de Quesada, declara, quizá
aludiendo á sí mismo, que muchos buenos sol-
dados quedaron agraviados con la preferencia
i HIST. D. N, R. D. G., Canto xviu.
INTRODUCCIÓN.
Lili
dada á los que menos habían trabajado; abuso
que corrobora citando el ejemplo de Cabrera de |
Sosa, soldado principal y gran jinete, con mis I
de cuarenta y tres años de servicios en la tierra,
á quien no cupo en recompensa un solo pedazo
de pan I
Su opinión respecto á la conquista y á la \
conducta de los españoles con los indios , son ¡
perfectamente sensatas, y tan distantes de las
exageradas sensiblerías de Las Casas ó del Obispo
Ortiz, como de las crueldades y tiranías de ca-
pitanes como Reinoso y Ochoa ó los cuba-
güeses.
No era poco frecuente, como es sabido, el
caso de pasar á América personas animadas de
excelentes sentimientos para con los indios, y
resueltas á variar el sistema de rigurosa con-
quista por el de amistosos contratos y pacíficas
transacciones comerciales. Pronto la realidad de
las cosas se imponía, haciendo á los más cambiar
de opiniones y entrar en la corriente común.
Así, por ejemplo, refiere el P. Aguado que
el Adelantado D. Pedro Fernández de Lugo,
resuelto á tratar á los indios con suma blandu-
ra, limitándose á atraerlos con rescates, se irri-
tó grandemente con.los capitanes viejos, como
i HIST. D. N. R. D. G., Canto iVÍI.
LIV HISTORIA DEL N. R. DE GRANADA.
‘
San Martín y Céspedes, que contradecían su opi-
nión , y llegó á decirles que hablaban como
hombres acostumbrados á robar y á matar á los
naturales. Al día siguiente le mataron éstos
treinta hombres en una sorpresa, con lo que
hubo de modificar sus humanitarios propósitos.
Gracioso es también lo ocurrido al Obispo
de Santa Marta, D. Juan Ortiz, que cita el mis
mo autor. Proclamábase el Prelado protector
de los indios; llamábalos hijos, y prohibía seve-
ramente á los soldados que los tocasen ai pelo….
de la cabeza. Pero un día que remontaba en una
barca el río, faltó poco para que le hiriera una
lluvia de flechas que desde la orilla le arrojaron,
y encarándose con sus soldados, les dijo: «A
ellos, hijos míos, que }’0 os absolveré!»
Respecto á Las Casas, Castellanos, después de
elogiar sus intentos, búrlase no poco de aque-
llos estirados rústicos que el buen Padre llevó
á Cumaná por el año de 1521, con ánimo de
realizar pastoriles idilios, imposibles entre «in
dios crueles y bestiales, más brutos que los bru-
tos animales ‘)>. El discurso que pone en boca
de Gonzalo de Ocampo a, antítesis completa de
las doctrinas de Las Casas, representa perfecta-
1 ELEGÍAS 147, 6.»
a Ibid., 147 , 10/
INTRODUCCIÓN. LV
mente las de Castellanos sobre este punto. Per-
suadido de la incapacidad de los indios para todo
progreso, y observador atento de sus número-
sos vicios y de su invencible repugnancia á oir
consejos ó á imitar sanos ejemplos, afirma que
nunca tendrán chispa de virtud, y con ojo cer-
tero pronostica que es ra%a llamada á desaparecer.
De esta teoría deduce lógicamente un sistema de
conquista de que estuvieran proscritas inhuma-
nidades, traiciones y alevosías; pero que, apo-
yado en el derecho de la raza más privilegiada
en inteligencia y fuerza sobre la menos capaz,
fuese avanzando paulatinamente, espada en ma-
no , sobre el territorio de los indios, después de
dejar atrás sólidamente fundadas cristianas po-
blaciones.
Lamentemos, sobre todo después de apreciar
la sobria y galana prosa de sus prólogos, aquel
desdichado trabajo de diez años que empleó 1 en
cambiar la de toda su obra en versos á me-
nudo prosaicos, y no siempre correctos, y ha-
gamos recaer gran parte de culpa sobre aquellos
amigos suyos, de quienes se queja en estos tér-
minos, aludiendo á la composición de toda su
obra: «La salida de este laberinto fuera menos
i ELEGÍAS, Censura de Agustín de Zarate, pág. 3.
LVI HISTORIA DEL N. R DE GRANADA.
«difícil si los que en él me metieron se contenta-
»ran con que los hilos de su tela se tejieran en
«prosa; pero enamorados, con justa razón, de
»Ia dulcedumbre del verso con que D. Alonso de
»Erzilla celebró las guerras de Chile, quisieron
»que las del mar del Norte también se canta-
‘ »sen con la misma ligadura, que es en octavas
»ríthmicas.»
Y todavía debe agradecérseles que, viéndole
cansado y viejo, le aconsejaran f según él refie-
re , la variación de las macizas octavas reales
por la más descansada compostura del verso
libre empleado en esta Cuarta Parte.
Hemos creído oportuna la circunstancia para
suplir con un índice alfabético de personas la
sensible omisión que se nota en la edición de las
ELEGÍAS , donde tantos conquistadores, capitanes
y soldados valientes se. citan, y tantos hechos
heroicos se mencionan, deseando que el lector
nos lo tome en cuenta, en compensación del
enojoso prólogo que antecede.
No por repetida debe renunciarse á la costum-
bre de terminar mostrando á las personas que al
mejor desempeño de una obra nos ayudan, la
merecida gratitud. Debérnosla en primer tér-
mino al Sr. Menéndez y Pelayo, que recomendó
eficazmente la adquisición del manuscrito; al
INTRODUCCIÓN.
LVII
Sr. D. Manuel Tamayo, dignísimo Jefe de la Bi-
blioteca Nacional, que la procuró con empeño.
así como su inmediata publicación , y al Sr. Ji-
ménez de la Espada, que quiso presentar la obra
en el Congreso de Americanistas últimamente
celebrado en Turín (propósito que estorbaron
dificultades ajenas de so voluntad), y que nos
ha ofrecido algunas notas para las ilustraciones
del segundo tomo de esta obra.
Octubre 24 de 1886.
A. P. Y M.
y
HISTORIA
DEL
NUEVO REINO DE GRANADA
\
Á LA MAJESTAD
REY DON FELIPE, NUESTRO SEÑOR
ANSADO de peregrinar por diversas
partes de estas Indias Occidentales,
tomé asiento y reposo en este Nuevo
reino de Granada, donde, socorrido
de la merced que V. M. fué servido hacerme del
beneficio de la iglesia parroquial de la ciudad de
Tunja, he residido muchos años , y por no co-
mer , como dicen, el pan de balde, bien infor-
mado de las cosas en él sucedidas desde su pri-
mero descubrimiento, me aventuré á ponerlas
en escrito, ayudado (en lo que yo no vi) de las
relaciones de los primeros descubridores y con-
quistadores , con quien he tenido comunicación
y amistad continuada, no solamente después,
pero mucho antes que este pió recurso se me
proveyese.
– XLIV – I
2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Y así por ser informaciones de testigos ocu-
lares fidedignos, como porque la corriente deo-
lias no va tan lejos de su nacimiento que no
se pueda coger el agua clara, me parece que
he pasado esta carrera sin dejar en ella offen-
dículo de adición sospechosa; y la misma fide-
lidad he guardado, cuanto posible me ha sido,
en otras tres partes que he compuesto de aquellos
sucesos que ninguno ha querido encomendar á
la pluma, ó por no tener noticia de ellos, ó por
tener puesta la mano en cosas de mayor cuali-
dad. Mas aunque el sujeto de las que yo he es-
crito no sea de tanta, accidentalmente no deja de
tenerla muy grande, por ser todo puesto debajo
de la sombra y amparo de V. M., á quien hu-
mildísimamente suplico participe asimismo de
su real favor esta cuarta, que trata del origen y
principio que este Reino tuvo, conquista de él,
y pueblos que se han fundado debajo del cetro
é imperio de V. M., cuya real persona y excel-
sos Estados prospere nuestro Señor, con au-
mento de su divina gracia.
De Tunja i.° de Mayo de 1601 años.
Á LOS LECTORES
OSA común es á la mayor parte de los
hombres el deseo de alcanzar por los ries-
gos y trabajos padecidos fama y gloria;
y esto dio bien á entender Marco Tulio en el pri-
mero libro de sus Oficios, diciendo: Vi$ invenitur
qui láboribw susceptis periculisque aditis non quasi
mercedem rerutn gestarum desideret gloriam. Y como
la más autorizada y que más se estima es la his-
toria , guarda fiel de los ilustres hechos y que
mayor perpetuidad les promete, ninguno hay que
no la apetezca. Y ansí, viendo la poca ó ninguna
memoria que los que han escrito casos tocan-
tes á Pirú y Nueva España han hecho de mu-
chas provincias de Indias, donde, aunque fal-
tas de aquella prosperidad y grandeza, no han
faltado varios trances y sucesos dignos de re-
4
HIST- DEL N. R. DE GRANADA.
cordacion, y que con solemnidad de escritura
merecen ser eternizados, de muchos que en
sus peregrinaciones han envejecido fui importu-
nado á que yo tomase la mano para ponellas
en escrito, como quien ya que no en todas, á
lo menos en muchas dellas habia sido ocular
testigo; y de las otras no estaba tan ayuno
que no tuviese bastante noticia por el cono-
cimiento y comunicación de muchas personas
que en ellas se hallaron ; y aunque la autoridad
de aquellos á quienes este deseo remordía, al
cumplimiento del me levantaba, es cierto que
mi propia desconfianza me abatía, así por ser
laboriosísimo discurso, como porque nunca mi
entendimiento estuvo tan confiado de su lumbre
que creyese cosa suya ser merescedora de salir
á luz.
Pero ya, vencido de persuasiones amigables,.
y considerando cómo se iban consumiendo con
larga edad los vivos originales de donde habia
de sacar verdadero traslado cualquiera que to-
mase este cuidado, y que los que después escri-
ben sin testigos de vista no llevan el camino
tan derecho que no hallen dudosas torceduras,
porque las cosas cuanto mas lejanas de sus prin-
cipios se cuentan, con menos certidumbre se
pintan, antes que este recurso á mí me faltase,
puse, como dicen, faldas en cinta, y entré en
este ambagioso labirinto, cuya salida fuera me-
Á LOS LECTORES.
5
nos dificultosa si los que en él me metieron se
contentaran con que los hilos de su tela se teje-
rán en prosa; pero enamorados (con justa razón)
de la dulcedumbre del verso con que D. Alonso
de Ercilla celebró las guerras de Chile, quisieron
que las del Mar del Norte también se cantasen
con la misma ligadura, que es en octavas rit-
mas ; y ansí con ellas, por la mayor parte, he
procedido en la fábrica deste inexausto edificio,
del cual he compuesto hasta agora quatro par-
tes , ordenadas en esta forma : La primera tracta
del Descubrimiento del Nuevo Orbe y conquistas
de las Islas confines y cercanas á la de Haiti ó
Española, con parte de la Tierra firme.
La segunda, de Venezuela, Cabo de la Vela y
Santa Marta, hasta llegar (con las dificultades
que en ella se declaran) á este Nuevo Reino.
La tercera, de Popayany Cartagena, con todo
lo que en aquellas gobernaciones ha acontecido
desde sus primeros descubrimientos hasta la
presente era.
La cuarta es aquesta que tenemos entre ma-
nos, que es la Historia deste Nuevo Reino de Gra-
nada, cuya carrera comienza desde que los espa-
ñoles pusieron los pies en él, que fué por el año
de treinta y siete, y se continuó hasta el año de
noventa y dos, quando ya lo gobernaba el insig-
ne Doctor Antonio González, uno de los del Real
Consejo de Indias, con cuyo elogio di remate á
6 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
este volumen, pareciéndome que no se podia
dar mejor postre de comida, y que ya por haber
ocupado cuantidad de papel (á causa de que
mucho no se pudo decir en poco), en este lu-
gar convenia hacer pausa, pero con presupues-
to de que. dándome Dios vida, en otro libró-
se dará cumplida relación de los demás pue-
blos que, después de la fundación de Santa Fe,
Velez y Tunja, aquí contenida, se ha cimenta-
do por los españoles deste Reino en el circui-
to del.
Y porque cuando la jornada es larga dicen ser
menos molesta si la duración del camino es en-
treverada de cuestas y llanos, y el caminante
siente menos cansancio por no llevar siempre los
miembros en una misma postura, también en es-
ta por donde ha corrido mi pluma me pareció ser
menos enfadosa , así al que la pasa como al que
la lee, variando la compostura, que fué en la
mayor parte desta cuarta proceder en versos
sueltos, en opinión de muchos, no menos gra-
tos que los que van asidos al rigor de conso-
nancias.
De creer es que quien mas desea acertar en
la obra es el artífice della; pero como no to-
dos dan á lo que guisan para muchos aquella sal
que el gusto de cada uno pide, imprudencia gran-
de seria la miá, si pensase haber adereszado estos
anales con tan entero sabor, que lo pueda dar
Á LOS LECTORES.
7
á tanta diversidad de paladares; pero á lo menos
estará cierta la posteridad (para quien esto prin-
cipalmente se escribe), que aquí no falta el prin-
cipal condimento que historia requiere, que es
verdad. Ésta se lea, y mi buena voluntad se re-
ciba, pues sin esperanza de remuneración he gas-
tado tiempo, papel y dineros por servilles.
y
DOMINI FRANCISCI MEXIA DE PORRAS
1N SACRA THEOLOGlA LICBNCIATI, ARCHIDIACONl ECCLES1AE SANCTAE
FIDEI NOV1 REGNI GRANATAE AD CAND1DUM LECTOREM
EP1GRAMMA.
Ómnibus ut saeclis memorentur candida gesta
est opus historici sedulitate viri
quo sine cunctarum rerum monimenta perirent
esset et ignotum quidquid in orbe fuit.
Exemplum clarum dat nobis Indicus orbis
de quibus gestis pagina parva data est;
unde fit ut digni victura faude triumphi
nocte sub obscura sint et hucusque latent.
Quod si nonnulii tentarunt pingere corpus,
hic manus, iste pedes pinxit et ilie caput;
at noster vates memoratu digna Joannes
de Castellanos omnia membra refert;
namque canit varias gentes, cultusque locorum ,
regnorum mores, arma simulque duces
et fundamentum populis quis iccerit hospes
illos et nomen fecit habere novum.
Perspicies tándem quos sustinuere labores,
bella famemque, sitim, pestiferamque luem;
insuper hanc curam (nullo pensante) capessit.
et quoniam gratis haec monumenta dedit,
posteritas lauda laudantem facta tuorum,
lector, et hoc munus consule quaeso boni.
y
DOCTOR PETRUS DÍAZ BARROSO
SACRAB THEOLOG1AE PROPESSOR ET CONCIONATOR BGREGIUS , PRO
OPERE JOANNIS DE CASTELLANOS DISHEPTASTICON.
Immortalis honor validis debetur athletis
Qui Indorum duras corripuere vias,
Quique sagittiferae vicerunt agmina gentis,
Aerumnis pressi, mortiferisque malis.
Sed tamen immensos quos tune subiere labores
Historici nullum protulit ingenium;
Sic inhonoratos penitus consumeret aetas
Haec nisi venturis tradderet historia
Quam dat perspicuam, praeclaram musa Joannis
De Castellanos qui haec monumenta canit,
In quibus ostendit priscorum forcia facta
Hactenus a nulla commemorata manu.
At nunc a vero (fuci sine crimini) vate
Carminibus comptis, candide lector, habes.
y
DE SEBASTIAN GARCÍA,
NATURAL DE TUNJA.
Vuestra labor, heroico Castellanos r
he visto y á mis ojos resplandece
su musa de tal suerte, que meresce
renombre y epithetos soberanos.
Estos le dan entendimientos sanos,
pero con uno solo se engrandesce,
y es decir : tal dibujo bien paresce
ser obra que salió de tales manos.
Con este queda muy encarescida,
y con que si murieron los amigos
de quien aquí tenéis historia cierta,
á vos proveyó Dios de larga vida ,
porque sin ello la de los antiguos
en Indias fuera para siempre muerta.
y
Gracias al cielo doy que ya me veo
en el pobre rincón de la morada
que por merced de Dios y el Rey poseo
en este Nuevo reino de Granada,
después del prolijísimo rodeo
que hize con mi pluma mal cortada
cantando varios hechos y hazañas
de nuestras gentes y de las extrañas.
Y pues mi baja lira llanamente
formó de verdad pura consonancia
en otros tres volúmenes escritos,
adonde celebré los funerales
de varones en Indias señalados,
con muchos de los cuales yo no tuve
más amistad ni más conoscimiento
del afición común, bien merescida,
l6 H1ST. DF.L N. R. DE GRANADA.
por público-pregón y certidumbre
que de sus hechos dio sonora trompa,
ingratitud sería grande mia
si callase los del Adelantado,
Don Gonzalo Jiménez de Quesada,
cuyo valor á mí me fué notorio
por la conversación de muchos años».
y de los valerosos caballeros
debajo de su seña militantes,
algunos de los cuales hoy se hallan
presentes por testigos fidedignos
del laboriosísimo discurso
adonde, con deseo de servilles ,
me lleva la verdad encaminada.
Vos, del Altitonante madre pia,
Musa superior del monte santo,
esclaresced la vena de la mia
con esforzada voz y dulce canto,
para que, socorrido de tal guia,
mi pluma no se turbe con espanto.
y pueda yo cumplir con lo que debo
á la fidelidad del Rey no Nuevo.
Acuerdóme, Monarca soberano,
invictísimo Rey de las Españas,
haber tratado cómo por el año
de treinta y seis salió de Santa Marta,
puerto del mar del Norte, Don Gonzalo
CANTO PRIMERO.
“7
Jiménez de Quesada, varón docto,
insigne capitán, con novecientos
soldados españoles y caballos.
en demanda de tierras nunca vistas,
siendo guiado por noticias ciegas
y un eco de sonido mal formado
que lo hizo venir por las orillas
del rio grande de la Magdalena,
por ciénagas, pantanos y lagunas,
pasos inaccesibles y montañas,
alturas salebrosas de las sierras,
cuya dificultad le hizo menos
la mayor parte desta compañía,
pues dellos escaparon solamente
ciento y sesenta y seis muy malparados
y sesenta caballos macilentos,
porque los otros, cuando no podían
salir (por su flaqueza ) de los cienos,
fueron regalo para los dolientes,
que todos lo venían, y asombrados,
viendo menoscabada tanta gente
de graves calenturas y de llagas,
causadas de las plagas del camino,
garrapatas, murciélagos, mosquitos,
voraces sierpes, crocodilos, tigres,
hambres, calamidades y miserias,
con otros infortunios que no pueden
bastantemente ser encarescidos.
Y por el año ya de treinta y siete,
– XLIV – 2
l8 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
después de trece meses de jornada
continuada, sin hallar abrigo.
á tierras escombradas dieron vista
que, puesto caso que naturaleza
las hizo fértiles, gratas y amenas,
las inclemencias de las que dejaban
aumento dieron á su hermosura,
mayormente después que se hallaron
rodeados de prósperas culturas,
de donde ya podían dar substancia
á los estómagos enflaquecidos;
y para dar cubiertas á sus miembros,
á quien la desnudez daba fatiga.
ciertas y no dudosas esperanzas,
por ver gran multitud de naturales
de telas de algodón aderezados,
varias en los colores y pinturas,
cuyas muestras les dieron certidumbre
de mas honestidad y policía
que las otras naciones habitantes
en las provincias bajas adyacentes
á las marinas ondas y riberas.
Y ansí, según se oian los principios,
juzgaban que tenían entre manos
conquista que pedia mayor fuerza
que la que de sus brazos conoscian;
de cuya causa los de mas aliento
en alguna manera daban puerta
á la desconfianza y al desmayo,
OANTO PRIMERO.
viéndose descarnados de potencia
y de socorro no menos remotos;
mas el animosísimo Letrado
con la cansada gente que tenía
pensaba sojuzgar el orbe todo.
El cual, como diremos adelante,
particularizando los sucesos,
vistas las cualidades de la tierra,
fertilidad de campos y de vegas,
por ser él natural de la*de España,
le puso Nuevo reino de Granada,
del cual he yo tratado muchas veces
en partes y lugares convenientes
para declaración de lo que entonces
procuraba poner en escritura.
Mas agora daré más por extenso
cumplida relación de sus conquistas;
ansí mismo de villas y ciudades
que tienen hoy pobladas españoles,
con las demás particularidades •
que sean al discurso necesarias.
Y porque en otra parte se declaran
los grados y el altura de su sitio,
sólo.diré que tiene de distancia
aquello que se llama propiamente
tierra del Nuevo reino de Granada,
de Norte á Sur como sesenta leguas,
y poco más ó menos otras tantas
las que puede tener del Este á Oeste,
20 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
medidas por el ayre, que por tierra.
por ser ambagiosos los caminos,
á causa de huir las asperezas,
bien sé que sobrepujan esta cuenta.
Por parte del Oriente le demora
la magnitud inmensa de los llanos
que lo rodean hasta Mediodía,
y al Occidente fulminosas sierras,
bosques incultos y montañas bravas.
Son al Septentrión marinas ondas
que distan del por la mas recta vía
sobre doscientas leguas de montaña,
cuyas dificultades se desechan
por rios navegables con bajeles
acomodados para sus corrientes ,
hasta poner tratantes y otras gentes
en desembarcaderos señalados.
Al fin es una caja rodeada
de grandes asperezas su terreno,
al cual hemos de entrar ó salir fuera
por tres ó cuatro grandes angosturas
en diferentes vias, que se cursan
remotísimas unas de las otras,
y todas por rigores naturales
insuperables, como las defiendan.
Mas toda la distancia contenida
en el leal compás de esta clausura
goza de felicísimos influjos.
CANTO PRIMERO. . 21
Hay oro, plata, cobre, plomo, piedras
preciosas de valor engrandescido,
con templanza graciosa y apacible
en todo tiempo, porque raras veces
hay tal rigor de frió que demande
favor á chimeneas ni braseros;
aunque también hay hielos y granizos
y páramos no tales que no sean
para fértiles mieses apropiados,
de todos granos, hierbas y legumbres
y cualesquier especies de ganados
de que tenemos hoy gran abundancia.
Y el huello dellos y uso del arado
hacen el aspereza ser templanza ,
y corrigen y enmiendan los contrarios
temples que parecían repugnantes
á tratos de labores y crianzas.
Provincias hay calientes ansí mismo,
terrenos de propicias influencias,
do fructíferos árboles se crian ,
ansí de los plantados nuevamente,
como de los antiguos y nativos,
de cuyos frutos gozan á sus tiempos
los que residen en la tierra fría.
En este claustro, pues, y circuito
habia de caciques muchedumbre,
á quien gente vulgar daba tributos;
y destos Príncipes la mayor parte
22 . HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
servían á dos reyes diferentes,
el uno Bogotá* y el otro Tunja,
que como poderosos y soberbios,
procuraban ganarse los Estados ;
sobre lo cual en diferentes tiempos
hubo grandes recuentros y batallas,
sin que ninguno dellos consiguiese
el cumplimiento de sus pretensiones.
Eran antiguas estas competencias,
las cuales se venian heredando
– de los antiguos en los succesores;
mas no podré yo dellas dar noticia ,
por la poca que tienen estos indios
de lo que precedió, ni del origen
de los primeros padres desta tierra.
Sólo presumo yo que fueron gentes
venidas de los llanos á la sierra,
y las necesidades de ampararse
del frió , fué la causa del vestirse.
Ansí que de los siglos precedentes
poder sacar razón es imposible,
bien que noticia tienen del diluvio
y de la creación del universo;
pero con adición de disparates
indignos de poner en escritura,
varios en relación, como carescen
de letras y caracteres antiguos,
según las hieroglíphicas figuras
XI
CANTO PRIMERO. 2)
que solían tener otras naciones
que les representaban por señales
los pretéritos acontecimientos.
De manera que solamente saben ,
y aun no sin variar en sus razones,
cosas acontescidas -poco antes
que los nuestros entrasen en su tierra;
de las cuales habernos colegido
que lo que llaman Bogotá los nuestros
se dice Bocatá, que decir quiere
remate de labranzas, y es el nombre,
no del cacique, sino de la tierra.
Y el penúltimo rey de sus provincias
dicen que se llamaba Nemequene,
que es hueso de león en su lenguaje;
y el que reinaba quando los cristianos
llegaron , se decía Thisquesuzha ,
que es cosa noble puesta sobre frente.
El Nemequene, pues, como tocado
de mayor ambición, era quien siempre
tenia competencias con el Tunja,
y el Tunja se valia y ayudaba
de dos príncipes grandes, sus amigos,
al Bogotá confines y cercanos,
que superioridad no conocían:
el uno se decía Guatabita,
que quiere decir alto sobre sierra,
y el que llaman Ubaque , corrompido
24 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
el nombre, pues Ebaque se decia,
que representa sangre de madero.
Y aunque Bogotá tuvo gran potencia
y subiectó caciques comarcanos,
á los dos nunca pudo por gran tiempo
poderlos atraer á su dominio ,
antes si se movia contra Tunja,
espaldas vueltas, le hacian guerra
y entraban por las sierras de su reino;
de manera que para no moverse
con libertad entera muchas veces
estos caciques le ponian freno;
y así se desvelaba dando trazas
varias para quitallas de por medio;
pues si las tierras destos sujetaba,
quedábale camino sin estorbo
para lo principal que pretendía;
y aquel investigar no fué baldío,
por ofrescelle luego la fortuna
ocasión á su gusto , y es aquesta.
Los Guatabitas por la mayor parte
eran artífices de labrar oro,
y entre los otros indios reputados
por mas sutiles en aquestos usos ,
y así por las provincias convecinas,
ajenas de las deste señorío ,
andaban muchos de ellos divertidos
ganando de comer por sus oficios,
CANTO PRIMERO.
25
sin acudir á las obligaciones
debidas al Señor según sus leyes.
El cual, vista la falta que hacían
así de renta, como de personas,
mandó con gran rigor que todos ellos
se recogiesen á sus naturales,
y que el Señor que menester hubiese
algún oficial dellos en su tierra,
por uno diese dos de sus vasallos
que con el Guata bita residiesen
en tanto que el aurífice faltaba.
Y en aquel tiempo, como los señores
y principales indios abundaban
de pálidos metales, granjeados
ya por contratos, ya por otras vias,
y su felicidad eran las joyas,
ornamentos de vivos y de muertos,
fué fácil de cumplir lo que pedia,
y en breve tiempo tuvo Guatabita
más de dos mil gandules extranjeros
en recompensa de los oficiales,
y aumento de sus rentas y tributos;
con que también crecía la jactancia,
diciendo que los más altos señores
ya le reconocían obediencia,
pues que de sus vasallos se servían.
Mas como muchas veces los humanos
miden los fines por las apariencias
que les prometen prósperos sucesos,
26 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y al cabo salen vanas esperanzas,
aquello que pensó ser granjeria
fué después su total asolamiento,
porque todos los mas eran vasallos
del Bogotá, sacados de su reino ,
y por industria del hombres guerreros,
con los cuales habia concertado
que cuando se les diesen los avisos
de su venida y él acometiese,
matasen al cacique y á sus hijos,
sobrinos y cercanos herederos.
Estaban estos indios á la mira,
esperando por horas el mandado,
sin que se presumiesen sus intentos;
mas Bogotá para hacer el salto
hallaba duro tropezón opuesto.
Este era cierto capitán, nombrado
Guasca, que decir quiere fin de tierra,
vasallo del señor de Guatabita,
y de quien él hacía confianza
para guardar el paso por adonde
podría Bogotá hacelle daño,
poco más de una legua de distancia
de donde Guatabita residía,
allí poblado con innumerable
gente que el dicho Guasca gobernaba;
y así Bogotá viendo ser aqueste
impedimento para sus conciertos,
CANTO PRIMERO.
*7
pudo tanto con él por tercerías,
dádivas y promesas frecuentadas,
que, corrompido dellas, antepuso
á la fidelidad el interese,
dándole paso libre cierta noche,
y aun. se halló con él en el asalto,
como ladrón de casa, con las otras
domésticas espías que cercaron
la casa del Señor, cuando durmiendo
estaba sin sospecha de la muerte.
Pero llegadas las inundaciones
y furia repentina de contrarios,
fué con sus herederos fácilmente
de la vida y estado descompuesto.
Y así quedó señor de esta provincia
el Bogotá sin riesgo de su gente,
la cual aseguró con guarniciones
y con aquel ejército, dejando •
por gobernador un hermano suyo;
y antes que se perdiesen ocasiones
del presente favor con que lo iba
regalando la próspera fortuna,
procedió luego con abierta guerra,
entrando por ías tierras del Ubaque
con dos huestes guiadas por dos vías.
El cual, como cacique poderoso,
resistió los incursos bravamente
por espacio de seis ó siete meses,
ó lunas, según es la cuenta dellos ;
28 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
al cabo de los cuales, como viese
la gran pujanza de los enemigos
y la diminución de sus vasallos,
en guerra tan prolija consumidos,
se le rindió, debajo de concierto
que el Bogotá tomase por mujeres
á dos hijas doncellas que tenia.
Aceptó Bogotá las condiciones,
y el Ubaque las de quedar sujeto.
Parece que, teniéndolo por yerno,
se le hicieron algo tolerables ;
mas Bogotá tomó la mayor dellas,
y casó la menor con un hermano,
con la solemnidad y regocijo
que tienen de costumbre todos ellos
en esta tierra cuando se desposan,
que son embriagueces descompuestas,
sin otras ceremonias ni terceros ;
antes cualquiera dellos que pretende
casarse con alguna que le cuadra,
contrata con los padres ó parientes
que la tienen debajo de su mano
cerca del precio que dará por ella ,
y si la cantidad no les contenta,
el comprador añade por dos veces
la mitad más de lo que dio primero ;
y si de la tercera vez no compra,
busca mujer que sea más barata ;
CANTO PRIMERO. 20,
mas si les satisface lo que manda,
dánsela, sin usarse de más ritos
de recibirla, dándoles la paga,
quedándose con ella quien la vende,
porque no lleva más dote la novia,
de nobles ó de bajas condiciones,
de solas veinte mucuras de chicha,
vino que hacen de molido grano,
y algunas alhajuelas usuales.
De manera que van por diferente
camino del que por acá llevamos;
pues para salir desta mercancía
hemos de dar dineros al esposo.
Finalmente, los indios deste reino
sustentaban aquellas que podían,
pues sólo su caudal era la tasa.
Además desto los reyes ó caciques
cuando les dan noticias de doncellas
hermosas, las demandan á sus padres,
que sin contradicción se las envían,
y sírvenlos desnudas algún tiempo;
mas cuando ya las tienen hechas dueñas,
las cubren con la ropa y atavio
que las otras mujeres acostumbran.
De donde se colige que tenia
el Bogotá crecida muchedumbre;
el cual, después que hizo tributario
al Ubaque, -señor de mucha tierra,
dejó gente de guerra bien armada
30 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
para seguridad de sus provincias,
y dio la vuelta lleno de despojos
á las recreaciones de su reino,
donde fué recibido de los suyos
con bailes, regocijos y canciones
en que representaban sus victorias.
Quedábanle cercanos tres caciques
exentos de su mando y obediencia :
el uno dellos era Siminjaca,
que nari{ de lechuda representa ,
y Susa, que declara paja blanda,
y Ebaté , que Ubaté decir solemos ,
que quiere decir sangre derramada,
contra los cuales vino poderoso;
y aunque se sustentaron muchos dias
con victorias recíprocas, al cabo
los hizo tributarios y sujetos ,
dejando guarniciones y caudillos ,
sujetos todos ellos al hermano
que los de Guatabita gobernaba .
como su general y su teniente
en aquellas provincias y comarcas.
Este, con los sujetos nuevamente
usaba de los términos que suelen
malos y codiciosos vencedores,
inquiriendo las joyas y preseas
de los que por allí tenían fama
de ricos antes de su vencimiento;
CANTO PRIMERO.
3< y como dónde quiera los que mandan hallan infinidad de susurrones que procuran con ellos ganar gracias, nunca faltaba quien le descubría secretos de los bienes escondidos; entre los cuales hubo quien le dijo del tesoro de Ubaque, que tenia en un fuerte peñol, que rodeaba la mayor parte del un lago hondo, y estimulado de codicia ciega, determinó poner allí las manos. Mas no podían ir secretamente, ni entraren el terreno sin sentirse, pues para tal empresa convenia llevar copia de gente bien armada, y ser inevitable su pasaje por donde Chiguachí, cierto cacique vasallo del Ubaque, residía: mas el ladrón lo descuidó, diciendo mandarle Bogotá que con obscuro llegase para ver la vigilancia que tenían aquellas guarniciones allí puestas por él, y visitarlas; y el Chiguachí, pensando que decia verdad, dejó pasar los escuadrones, con los cuales entró dentro del fuerte peñol, repositorio de riquezas, matando los que pudo de los indios á quien se cometió la guarda dellas; 32 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. y los que se escaparon, á gran priesa fueron á dar aviso del insulto á su señor Ubaque, que turbado con esta nueva, como le dijeron poner otro las manos en el arca donde su corazón estaba preso, saltó del lecho convocando gente y pidiendo favores al caudillo que de la guarnición tenia cargo; mas éste, sospechando que el hermano de su Señor tan gran atrevimiento no tuviera sino por orden suya , estúvose neutral, y nunca quiso* dar favor á los unos ni á los otros; y Ubaque, conociendo la tibieza, el peñol rodeó con ios vasallos suyos que se hallaron más á mano, con acometimientos porfiados por ganar el peñol inexpugnable. El entrada del cual fué defendida término que pasó de cinco dias, porque la cantidad de la riqueza y el gran deseo de quedar con ella, al codicioso capitán ponía brio, valor, vigor, perseverancia; mas como les faltó mantenimiento, y crecía la gente del Ubaque, desconfiado de valerse dentro y de poder salir con sus intentos, CANTO PRIMERO. 33 determinó salir á la batalla; mas antes, el tesoro recogido, lanzólo dentro de las aguas hondas diciendo: —«Tú que mueves las peleas, »porque nunca más veas movimientos «de pechos avarientos, yo me pago »con que busques del lago lo profundo; «y aun cuanto tiene el mundo destas masas «pasar por donde pasas fuera justo ; «porque todo tu gusto va mezclado »con un sobresaltado pensamiento, »sin que tenga momento de sosiego. »Lo claro hace ciego tu codicia; »al fin es avaricia , quita sueño; »pues para que tu dueño sin ti duerma, «dentro del agua yerma te sepulto. «Ternáte bien oculto la laguna , «sin que ya sol ni luna más té vea.» Aquesto dijo, y en el mismo punto salió con sus escuadras en buen orden adonde se mostraba peleando no menos ávido de roja sangre que de metales ricos cuidadoso; pero la grave multitud opuesta arrebató la vida y el esfuerzo del joven orgulloso brevemente con los más señalados de los suyos; - XLIV - 3 34 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. y el Ubaque quedó victorioso, aunque sin esperanza para siempre de ver en su poder aquel tesoro, y no sin gran temor del Nemequene, á causa de la muerte del hermano, á quien por su valor preciaba mucho. Y así, como sagaz, despachó luego á darle la disculpa que tenía * cerca deste furor inopinado, • contra su voluntad acontescido, diciendo que debajo del amparo de tan insigne rey y justiciero , lo quiso saltear el que debiera de cualquiera zozobra defenderlo; y que ademas de le robar los bienes, también le procuró quitar la vida, y acontesció, por permisión del cielo , durante la defensa permitida, quedar él perdidoso de la suya. Despacháronse, pues, los mensajeros, en este menester bien instruidos, y por ser antiquísima costumbre que ninguno parezca manvacio ante cualquier cacique desta tierra (y eso me da que sea su vasallo que de los extranjeros señoríos), ha de presentar algo cuantas veces hubiere de llegar á su presencia. CANTO PRIMERO. 35 Ubaque proveyó los que enviaba de joyas y preseas de gran precio, con las cuales llegaron al cercado , edificio que hacen los señores do tienen sus pajizos aposentos, que á los demás exceden en grandeza y en suntuosidad , principalmente . estos de Bogotá de quien tratamos; adonde se les dio libre licencia para dar al Señor el embajada, espaldas vueltas, bajos y encorvados, respeto que se tiene de costumbre, por parecerles poca reverencia hablar á los señores cara á cara. Estuvo, pues, el bárbaro severo á lo que le dijeron muy atento , y sin alteración ni muestra de ella, al Ubaque mandó que luego venga á dar personalmente su descargo. El cual, sin excusarse, conocida la voluntad del Rey, luego se puso en camino con un rico presente de veinte hermosísimas doncellas, de ricas joyas bien aderescadas , cien cargas de su ropa más preciada, muchas y finas piedras esmeraldas y ciertos animales de oro fino, con otras varias cosas que ser suelen }6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. dellos, y aun de nosotros, estimadas; más él de tantas cosas nada quiso, salvo por ceremonia, como suelen , dos telas de algodón, porque decia no deberse tomar del acusado prenda con que se tuerza la justicia. En efecto. probados los descargos , y entendida la culpa del hermano, á cabo ya de seis ó siete meses, á su casa mandó que se volviese con libertad, honor y otros favores. Después aqueste Rey. porque su reinó gozase de pacífico gobierno, y delincuentes fuesen castigados según la cualidad de los delitos, ordenó muchas leyes, estampadas en solas las memorias de los hombres, que por ejecutarlas sin descuido se fueron arraigando de tal suerte, que hasta nuestros días permanecen entr' ellos, y se guardan muchas dellas, aunque, como subjetos alas nuestras, se van á más andar desvaneciendo; pero diremos de las que tenían, estas que nos ofrece la memoria. Mandaba que quien mata, que muriese aunque lo perdonasen los parientes, porque la vida Dios solo la daba, CANTO PRIMERO. 37 y no los hombres para perdonarla. Mandó matar á quien mujer forzase, siendo soltero, pero si casado, durmiesen dos solteros con la suya. Al que tuviese cuenta con su madre, con hija, con hermana, con sobrina, que son entr' ellos grados prohibidos, que lo metiesen en un hoyo de agua angosto, con obscenas sabandijas, y lo cubriesen con una gran losa do pereciese miserablemente, y ellas pasaran por la misma pena. Al sodomita, que muriese luego con ásperos tormentos, y dejaba abierta puerta para que pudiesen los reyes venideros agravarlos con aumento de más crueles penas. Y ansí los naturales deste reino nunca jamás han sido maculados de tan feo y horrendo maleficio, y son en este caso todos limpios, lo que no son (según algunos dicen), naciones que confinan con los llanos. Mandó que si de parto pereciese cualquier mujer casada, su marido perdiese la mitad de la hacienda, y la diesen al suegro y á la suegra, hermanos ó parientes más cercanos; en defecto de padres; mas quedando ■ 38 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. viva la criatura, no debia más de que la criasen á su costa. Ordenó que ningún señor subiese en andas, que llevaban á sus hombros criados que tenían , sino sólp él ó cualquiera que él determinase por algunos servicios señalados. Limitó los vestidos y las joyas á la gente común, y á los Uzaques y que son los caballeros principales, de gran valor y generosa casta, dióles licencia para que pudiesen horadar las orejas y narices, y á su gusto traer joyas pendientes. Ordenó que los bienes y haciendas de quien sin heredero fallesciese, quedaran aplicados á su fisco. Mandó que quien huyese de batalla antes que el capitán que los regia, con fin de muerte vil fuese punido. Mandó que quien mostrase cobardia en guerra, por afrenta lo vistiesen con ropas de mujer, y que con ellas usase de los mismos ministerios que suelen ser anejos á las hembras, por aquel tiempo que su Rey quisiese. Estableció también penas ligeras por algunos delitos más livianos, como romper la manta que se cubren, CANTO PRIMERO. 39 ó tresquilalle todos los cabellos de que se precian y los traen largos, y así la tienen por afrenta grave ; y aun el dia de»hoy los españoles también suelen usar deste castigo con ellos, pero ya poco les duele, viendo que allí se quedan las raices, que pueden remediar aquella falta. Y, según corren sus atrevimientos, más dura pugnicion es necesaria, pues no tenemos ya cosa segura dentro de las ciudades ni en los campos. Volviendo, pues, á nuestro Nemequene, como se viese ya con gran pujanza, sin tener en la tierra más contraste que el Rey de Tunja, príncipe potente, con determinación de sojuzgallo, hizo de principales llamamiento,. los cuales acudieron á su corte dentro del tiempo que les fué mandado, y puestos todos ellos en presencia suya para saber lo que mandaba, en alto trono puesto y asentado, les hizo semejante parlamento: «Mis grandes vencimientos y victorias á todos son notorias y patentes, y á los que sois presentes manifiestas, pues veis soberbias crestas abatidas 40 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. de gentes sometidas á mi mando, y que contrario bando no me queda adonde hacer pueda más empleo; porque ya señoreo desta tierra cuanto tiene y encierra, y en los llanos, caciques comarcanos me obedecen, y todos apetecen darme gusto, pareciéndoles justo que yo sea rey solo que posea cuantas greyes tienen los otros reyes de gentíos. Y pues, vasallos míos, es afrenta quedar libre y exenta de mi mano ' la tierra del Tunjano señorío, que tiene con el mió competencia, será de mi potencia menoscabo el no llevar al cabo la porfía, para lo cual querría brevemente juntar de buena gente gruesa hueste, daremos cabo deste mi contrario. Será, pues, necesario para esto estar cada cual presto con sus gentes, y aquellos adherentes que convengan á mi presencia vengan aviados para ser numerados los que vienen y las armas que tienen y pertrechos. Quien en aquestos hechos más hiciere y más prendas metiere en mi servicio , seréie yo propicio y obligado. He dicho y declarado mis intentos; CANTO PRIMERO. 41 restan los cumplimientos que os encargo; y el espacio más largo que os asigno para venir camino compañías de sólo treinta días os es puesto. Podéis os ir con esto de mañana, y desde esta semana dar indicio del militar oficio donde quiera, pues ya la primavera nos convida . á poner en efecto la partida.» Tales palabras dijo Nemequene á los príncipes grandes de su reino; los cuales, obedientes á su mando, pusieron en efecto la partida, cada cual al estado .que regia ; adonde convocaron de los suyos la gente de más uso y experiencia en militares trances y recuentros, de varias armas bien apercibidos, macanas, dardos, picas, hondas, flechas. Pero los indios Moscas, moradores de todo lo que llaman tierra fria, usan principalmente tiraderas, que son unos dardillos de carrizo con puntas de durísima madera, que tiran con amientos, no de hilo , sino con un palillo de dos palmos del grueso de la flecha, prolongando con él la tercia parte de la caña. 42 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Este tiene dos ganchos afijados, distantes cada cual en un extremo del amiento que digo; con el uno ocupan el pie raso del dardillo, y el otro, con el índice corvado,. aprietan con la ñecha juntamente hasta que el jáculo se desembraza, según la juerza del que lo despide. Es arma limpia de mortal veneno, y de todas las bárbaras es esta la de menor rigor, y harto menos que flechas que despiden cebratanas, pues hay cierta nación que dellas usa, do meten jaculillos venenosos de muy sutiles puntas, y al principio un poco de algodón que el hueco hinche , y cuando soplan, sale de tal suerte que hace regulada puntería; y aun acontece dar entre las cejas sin que los ojos puedan dar aviso; el golpe flaco, pero los efectos con mortales angustias amenazan, á causa de tener mortal untura. Pero las tiraderas destos Moscas con débiles escudos se resisten, y aun todos los que dellas tienen uso menos guerreros son que contratantes, pues su mayor felicidad estriba en ferias y mercados que celebran CANTO PRIMERO. 43 en partes señaladas, donde vienen en dias diputados para ellq con varias y diversas mercancías, con todos los engaños y cubiertas que suelen sutilísimos judíos. Teniendo , pues, su gente recogida cada cacique con los alimentos y copia numerosa de mujeres para los regalar en la jornada, ante su gran Señor, que Cipa llaman , fueron á presentarse todos ellos , y al tiempo limitado se hallaron en los herbosos y espaciosos campos de Bogotá, cabeza destos reinos, donde tomaron sitios diferentes, aparte cada cual con sus insignias, diversas en colores, de manera que la parcialidad de cada uno podia conocerse por las tiendas y pabellones que tenían puestos. Y asi los escuadrones ordenados, el Nemequene, muy acompañado de todos los Uzaques de su corte, que son los caballeros bien nacidos, salió para hacer general lista; y la nómina hecha , se hallaron sobre cincuenta mil hombres de guerra, de todas armas bien aderescados 44 H1ST. DHL N. R. DE GRANADA. y de mantenimientos abundancia. Luego se prepararon sacrificios de víctimas humanas y otras cosas, para ser inmoladas por las manos de los insanos xeques agoreros, que son los sacerdotes y ministros que de su religión tienen cuidado, y de cuyas palabras y respuestas en gran manera viven confiados. Por éstos se presentan las ofrendas que trae cada cual al santuario, que son varias figuras hechas de oro, hasta culebras. ranas, lagartijas, mosquitos y hormigas y gusanos, casquetes, brazaletes, diademas, vasos de diferentes composturas, leones, tigres, monos y raposas, aves de todas suertes y maneras, y el xeque hace tal ofrecimiento ante los falsos ídolos que tienen, unos de oro y otros de madera, otros de hilo, grandes y pequeños, todos con cabelleras, mal tallados; y también hacen ídolos de cera y otros de barro blanco, pero todos están de dos en dos, macho con hembra , adornados con mantas que les ponen dentro de los infames santuarios CANTO PRIMERO. 45 donde los xeques tienen sus moradas con gran recogimiento y abstinencia , porque comen muy poco, y eso cosas livianas y de muy poca substancia. No son casados, viven castamente, y si contraria cosa se presume, de aquella dignidad son removidos , porque teniéndolos por hombres santos á quien respetan, honran y veneran y con quien se consultan cosas graves , no les parece cosa conveniente que sean lujuriosos y lascivos; antes las manos por quien las ofrendas se hacen á los dioses y á los templos, limpias conviene ser y no polutas. Hablan pocas palabras , duermen poco, pues el mayor espacio de la noche gastan en mascar ayo , que son hojas naturalmente como de zumaque; y de la misma suerte las labranzas, y los efectos son ni más ni menos : mas debe ser de gran vigor el jugo, pues comportan con él la sed y el hambre, y aun debe conservar la dentadura, pues por viejo que sea cualquier indio muere sin padecer falta de dientes; y en todas las naciones destas Indias es Común uso, por la mayor parte, mascar aquestas hojas, que es la coca, 46 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. que tienen en Pirú los naturales, y aun españoles, por ganancia gruesa. Usan también con él de cierto polvo ó cal hecha de ciertos caracoles, que traen en el que llaman poporo, que es un calabazuelo, donde meten un palillo, y aquello que se pega recogen en la boca con el ayo. Y por tener en mucho tales hojas, sahumaban á sus ídolos con ellas; pero de los perfumes que mas usan es trementina parda, que mal huele, y unos caracolillos y almejuelas, no cierto del olor que se pregona tener las ochinas del mar Bermejo, unguis (apud latinos) odoratus, y en las boticas es blaíta Bisanua, pues el de aquestas es abominable hedor, y tal al fin cual ló merece el hijo de maldad por quien se hace; de cuyo mandamiento no discrepan, aunque lo reconocen por inicuo, y saben que los ídolos no tienen poder para les dar lo que les piden, siendo, como son, obras de sus manos; mas dicen que el diablo se lo manda, y que en aquellos quiere ser honrado. No niegan haber Dios omnipotente, CANTO PRIMERO. 47 señor universal y siempre bueno que todo lo crió ; mas porque dicen que el sol es criatura mas lucida, lo deben adorar, y así lo hacen , y como á su mujer y compañera, adoran y engrandescen á la luna. Bien creen ser las almas inmortales, y que los, cuerpos mueren solamente, y ellas bajan ai centro de la tierra , adonde tiene cada cual provincia, términos y lugares diputados, según acá los tienen y poseen, y hallan casas hechas y labranzas, adonde tienen vida descansada; eso me da los malos que los buenos, porque en esto no hacen diferencia. También esperan ellos el juicio universal, y dicen que los muertos han de resuscitar, y para siempre vivir en este mundo, de la suerte que agora viven, y es porque presumen ser este mundo permanescedero de la misma manera que lo vemos. Hacer memoria de otras opiniones que corren por aqueste barbarismo, - son tan absurdas todas , que haria ridículo sartal de disparates, porque como les falta los cimientos 48 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. de sólida verdad, en lo que dicen los unos y los otros se confunden, y en pocas cosas destas van conformes. Y aun no todos ofrescen en los templos, ni á ídolos, hechura de sus manos, pues muchos reverencian á las sierras, á las lagunas, fuentes y á los ríos, á cuevas, á quebradas, á peñascos y á plantas donde hacen sus ofrendas, sin que sepan decir los inventores primeros de las tales ceremonias. Verdad sea que cuentan cómo vino en los pasados siglos un extraño á quien llamaban Neuterequeteua , ó Bochica por otro nombramiento, ó Xue que, según dicen algunos, no fueron sino tres los que vinieron en diferentes tiempos predicando; pero lo más común es que uno solo tenia los tres dichos epítetos. Este tenia muy crecida barba, y hasta la cintura los cabellos, con venda rodeados y cogidos, al modo del rodete que ellos usan, ó como los antiguos fariseos los anchos filacterios ó coronas con que se rodeaban la cabeza; y del Decálogo los mandamientos en medio de la frente colocados; CANTO PRIMERO. 49 que bien desta manera tienen estos una rosa de plumas en el medio deste rodete de que tienen uso, el cual compuesto sobre los cabellos, cae la rosa del sobre las cejas. Andaba, pues , aqueste, según dicen, las plantas por el suelo sin calzado, un almalafa puesta, cuyas puntas ataba sobre el hombro con un nudo, de donde dicen ellos que tomaron andar descalzos y en el mismo traje y largos los cabellos , porque barbas á muy pocos ocupan las mejillas. Este les predicaba muchas cosas, las cuales, si eran buenas, poco caso hicieron dellas, pues las olvidaron; pero conforman en decir que vino después una mujer de gran belleza, que predicaba cosas diferentes de las que dijo Neuterequeteua; á la cual unos dellos llaman Chie, otros Huitaca y otros Jubchrasguaya; á cuyas opiniones se llegaba innumerable cantidad de gente; y porque predicaba cosas malas, el Neuterequeteua le dio plumas y convirtió sus miembros en lechuza. - xuv - 4 50 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Y de transformaciones dicen tantas, que, si hiciésemos memoria dellas , de solas se haría mas volumen que el otro del poeta sulmonense; mas por ridiculosas no las cuento. Pero de tantas, una me parece indigna de quedar en el tintero; y es afirmarme por indubitable indios ladinos y de buen ingenio haber entrellos grandes hechiceros, algunos de los cuales se convierten en leones y tigres cuando quieren, y hacen los efectos que los otros que suelen devorar carnes humanas. Con gran razón se puede tener duda de caso tan horrendo y espantable; mas aquel preceptor de maleficios cuya ponzoña hiere varias gentes con abominaciones semejantes que, según hoy leemos en autores á lo que voy diciendo corresponden, también será maestro diligente en enseñar aquestas ilusiones á gentes tan sujetas á su mandó, prontísimas al mal sobremanera ,. y totalmente bestias incapaces para cualquier negocio virtuoso. Y así Huitaca que , según yo creo , CANTO PRIMERO, no debia de ser sino demonio, llevaba desta bárbara caterva tras sí la muchedumbre que pregonan de gente que seguian sus errores, ritos y ceremonias tan absurdas como vemos que tienen hoy en uso, sin que ministro de la fe cristiana las pueda divertir de su memoria. Y el Bochica, que es Neuterequeteua , á quien ellos alaban por muy santo, no me parece que debia serlo, pues afirman morir en Sogamoso, donde son los mayores idolatras y universal abismo de estos yerros. Y al tiempo de su muerte, según dicen , al cacique dejó por heredero de su gran santidad y poderío, y tienen hoy por muy averiguado ser aquel territorio tierra santa , y que el cacique della tiene mano para poder mudar los temporales, llover y granizar, y enviar hielos, y los demás efectos que proceden de la media región y baja y alta. Y así de todas partes deste reino en busca del remedio que desean allí suelen venir en romería gran cantidad de gentes con ofrendas 52 HIST. DBL N. R. DE GRANADA. en precio y en valor de gran substancia, que se dan al cacique. y él al xeque que tiene cargo de su santuario, del cual declararemos á su tiempo el caudal y riqueza que tenia cuando dieron en él los españoles; que de presente basta que digamos de la reputación del Sogamoso entre estos indios , porque les envíe buenos y saludables temporales, teniendo por muy cierto que su ira es causa de los daños que padecen en sus personas, casas ó labranzas, y así se dice del que cuando hiela y el escarcha los quema los maíces , tiene costumbre de cubrirse manta blanca, por imitar á la pruína. Estáse solo melancolizado, inconversable, triste, desabrido, porque conozcan por aquellas muestras ser él el causador de aquella plaga, y no la región ínfima del aire do los vapores gruesos con el frío en agua pruinosa se convierten. Estas prestigiosas vanidades de que suele jactarse Sogamoso , se conocieron más abiertamente andando visitando su provincia CANTO PRIMERO. 53 el Arzobispo don Luis Zapata y el tesorero don Miguel de Espejo, el cual tenemos hoy por vicepresul; porque como hiciesen escrutinio destas vanísimas supersticiones, averiguóse con algunos indios que el bárbaro que tienen de presente por cacique, llamado don Felipe, con haber profesado fe cristiana , riñendo con su gente les decia: «Vosotros, perros, no me tenéis miedo; pues bien sabéis que puedo cualquier cosa: traer contagiosa pestilencia, la fétida dolencia Me viruelas, grave dolor de muelas, calenturas, con otras desventuras, y que crio con este poder mió todas cuantas hierbas, legumbres, plantas son nacidas.» Tales palabras y otras semejantes dijeron que decia los testigos, mas él en el negar estuvo firme, y así se descargó ; pero lo cierto es decir lo que tienen de costumbre los embaucadores segárnosos, hablando con aquella gente bruta, á lo cual dan más crédito que suelen á los que les predican cosas sanctas, 54 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. contradiciéndoles sus desvarios y el culto de los ídolos nefarios, á quien ofrecen hoy mejor que nunca aquellas cosas con que les parece tenerlos más propicios y contentos para conseguir cosas que les piden. Y antes que hagan el ofrecimiento, ayunan grande número de días, eso me da varones que mujeres. Y es digna de notar el abstinencia y el gran recogimiento con que viven el tiempo todo que el ayuno dura. No se lavan el cuerpo, siendo cosa que todos ellos usan por momentos ; no tocan á mujer, ni ellas á hombre, ni quieren comer carne ni pescado, sino cosas de muy poca sustancia sin sal y sin agí, siendo de todos sus gustos el que más les satisface. Y aunque sepan morir en la demanda, no tienen de exceder un solo punto de aquel recogimiento y abstinencia. Y concluidos los dias del ayuno que llaman saga, luego dan al xeque aquello que han de dar al Santuario, y el xeque, no con menos abstinencia, ofrece la presea, consultando con el demonio lo que se pretende CANTO PRIMERO. 55 por parte del que dio la tal ofrenda ; al cual después el xeque le da cuenta de aquello que el diablo le responde, á poco más ó menos por palabras equívocas, y el indio con aquello se va contento, sin saber qué lleva ; y con cierto jabón que tienen ellos se lava luego bien el cuerpo todo; vístese nuevas mantas y galanas, convida los amigos y parientes, banqueteándolos algunos días , adonde se consume harta chicha , que es el brebaje que de grano hacen. Danzan y bailan, cantan j untamente cantares ó canciones , donde tienen sus medidas y ciertas consonancias que corresponden á los villancicos, compuestos á su modo, donde cuentan los sucesos presentes y pasados, ya de facecias, ya de cosas graves ," adonde vituperan ó engrandecen honor ó deshonor de quien se trata. En cosas graves van á compásete; usan de proporción en las alegres. El modo de cantar es algo frío, y del mismo jaez todos sus bailes; mas van en el compás tan regulados, que no discrepan un tan solo comma en todos sus visajes y meneos. $6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Y aun hasta cuando traen arrastrando algunos ponderosos materiales para sus edificios ó los nuestros, con bailes ó con cantos van tirando á una con la voz y pies y manos, medidos al vaivén y voz que guia, como cuando caloman marineros. Van muy empenachados y compuestos con grandes medias-lunas en la frente, cuyos cuernos responden á lo alto, que de buen oro tienen apariencia; y,en seguimiento suyo van mujeres con cantidad de mucuras de vino, que llevan donde quiera que se mueven, y son los adherentes principales de que ellos se pertrechan en sus tratos, y más en las belígeras contiendas, según entonces hizo Nemequene, á quien dejé haciendo sacrificios debajo del intento declarado. Y como por el xeque le fué dicho ser bien afortunado su viaje, efectuóse luego la partida de la tumultuosa compañía, haciendo grande estrago por las tierras de Turmeque, cacique poderoso, que del Tunjano rey era vasallo. CiOOglC CANTO PRIMERO. 57 El cual, como tuviese ya noticia de su diseño muchos dias antes, habia convocado de los suyos no menos multitud de combatientes que los que gobernaba su contrario; y á su contemplación también habia venido Sogamoso de su parte con más de doce mil hombres de guerra valientes, y estos dos señores juntos al Nemequen salieron al encuentro, y al fin se dieron vista donde agora llamamos el Arroyo de las Vueltas, de tal manera, que el pequeño rio hacia división de los dos campos que cubrían los llanos y laderas. Y antes de presentarse la batalla, entre los reyes hubo mensajeros, porque el de Bogotá con un criado de los más eminentes de su casa envió su recado y embajada, • y al de Tunja habló desta manera: «Tunja, varón prudente, yo me espanto que te confies tanto de tu brío y quieras con el mío competencia, sin que de mi potencia te receles. Tú que á los otros sueles dar preciso consejo , ten aviso no te pierdas , pues por vias más cuerdas que por guerras 58 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. gozarás de tus tierras y vasallos; y sin precipítanos en reyertas, adonde tengo cierta la victoria, siendo cosa notoria que mi mano todo lo halla llano donde quiera. Harto mejor te fuera y mejor fuera que me reconocieras vasallaje, el cual á mi linaje le es debido. Si me prestas oído y obediencia, serás de mi clemencia perdonado, querido y acatado de mis reinos, y en todos sus gobiernos tendrás voto; pero si vas remoto por tu parte, no puedes escaparte de mi ira. Pues tienes tiempo, mira tus contentos antes que rompimientos se comiencen „ y en ti se desvergüencen los que llevo. De piedad me muevo ciertamente, por no ver mortandad de tanta gente.» Oyó Tunja con los de su consulta, no sin alteración, aquel mensaje; mas con aquel reporte que debia á su reputación , al mensajero dijo que se volviese, que otro dia daría la respuesta con acuerdo. Y ansí lo hizo, pues por la mañana con un criado suyo satisfizo á su punto y honor con embajada, CANTO PRIMERO. 59 cuya substancia fué la que se sigue: «Gran Nemequen, de ti me maravillo en tener de caudillo de mi punto tan absurdo barrunto, pues que pides que sin ver destas lides el efecto me dé por tu subjecto y obediente, teniendo por patente de tu parte lo que no pueden darte presunciones, pues suelen opiniones ser falibles, y fuerzas invencibles las del cielo; porque en aqueste suelo bien conoces que da terribles coces la fortuna, y es potencia ninguna tan bien puesta que esté segura desta lisonjera que con rueda ligera se remueve. Dices que se te debe por antiguo linaje, y eso digo de los mios; y que los desafíos tienen veces ya para ser jueces; pues quien fuere mejor y defendiere su nobleza, dará de su grandeza muestra clara. A la prueba te para con tu gente, y si por ti se siente tanta muerte, haz como varón fuerte, que do estamos los dos solos hagamos el examen en singular certamen, y el vencido sea constituido tributario, teniendo por señor á su contrario.» 6o HIST. DEL N. R. DB GRANADA. Oyendo Nemequen el embajada, quedó corrido del atrevimiento, y confiado de su valentía, bien quisiera salir al desafío; mas todos los Uzaques le dijeron que por ninguna via lo hiciese, porque demás de ser exorbitancia un principe de prendas tan excelsas salir á combatir con un cacique que ya por su vasallo reputaba, tantos reinos y tantos señoríos y un campo tan florido de guerreros valientes y cursados en las armas, era temeridad la confianza de los aventurar al fin incierto de singular batalla, puesto caso que la ventaja ya se conocía en ánimo, vigor, destreza, y arte; pero negocio de tan grande peso no debían colgar de un solo hilo por infinitas vías quebradizo. En efecto, le suplicaron todos que luego se le diese la batalla de poder á poder, lo cual se hizo: y ansí los escuadrones ordenados por uno y otro reino, se dio principio á la sangrienta lid, y en el discurso, no tempestad de viento riguroso viene con tal vigor precipitando CANTO PRIMERO. 6l de las cubiertas plantas las coronas, cuanto la furia fué destos salvajes en los primeros acometimientos, pues vieras por aquel sangriento suelo penachos y diademas cuyos amos quedaban batallando con la muerte, unos de las volantes tiraderas por lados ó por pechos transpasados, otros las duras piedras con las hondas impresas en los cascos y molleras, otros quebrados brazos y ternillas con los terribles golpes de macana; rompe los vagos aires al estruendo, y grita de los unos y los otros. Andaba Nemequen en ricas andas aquí y allí los suyos animando, y en otras no de menos valor Tunja con gran solicitud lo mismo hace ; y á lo que pareció, según las muestras, ambos con gran deseo de encontrarse ; pero la confusión sanguinolenta impedimento fué por ambas partes. Mas otro muy mayor se les ofrece, al uno de dolor, y al otro grato, y fué venir silbando por el aire acutísimo dardo, cuya punta al Nemequen hirió profundamente por la tetilla del derecho lado ; 02 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. el cual, sin esperar manos ajenas, él mismo la sacó con ambas suyas, y fué tal el dolor, que dijo luego á los que resguardaban su persona : «Amigos, yo me siento mal herido, y tan cruel ha sido la herida, que no tengo de vida confianza. Haced en mi venganza como buenos, y no vengáis á menos por mi daño, porque, si no me engaño, por la muestra, presto tendréis por vuestra la victoria.» Quisiera decir más, y el dolor grave turbaba sus acentos á la lengua, de cuya causa todos los presentes en gran manera fueron ocupados de turbación , éxtasis excesivo ; mas todavía gran número de ellos procuraron sacarlo del conflicto, y este rumor acerbo fué corriendo por unos y por otros de tal suerte , que con los sobresaltos aflojaron del ímpetu primero, y ansí Tunja , como reconociese su desmayo, con una y otra carga dio tal priesa , que todos le volvieron las espaldas, y hasta Chocoritá los fué siguiendo , de donde se volvió victorioso, dejando los confines campos llenos CANTO PRIMERO. 03 de los que en el alcance perecieron, que fué gran cantidad; pero los vivos llevaban al Señor, sin que parasen un tan solo momento con las andas, los unos y los otros á remudo, las noches y los dias, hasta tanto que á Bogotá llegaron, do los xeques á su cargo tomaron esta cura; porque también son médicos , y tienen noticia de las hierbas virtuosas ; y al tiempo de la cura también usan de mil ridiculas ceremonias. Mas aquí sus insanas diligencias fueron de ningún fruto, porque dentro de tres ó cuatro dias ó del quinto, quedó privado del vital aliento, y todos sus vasallos en prolijo lloro, como lo tienen de costumbre, que son endechas y cantares tristes, adonde representan las hazañas y cosas que por él acontecieran. Y en la celebración de los entierros se suelen poner mantas coloradas ; y no menos con bija rubicunda se tiñen muchos hasta los cabellos, porque su luto dellos es aqueste; todo lo cual también se solemniza con cantidad de vino de su grano, haciendo suntuosas borracheras 64 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. durante las exequias del difunto, que el espacio del tiempo corresponde á la cualidad del cuando las hacen. Mas en el enterrar á los señores, ningunos otros van sino los xeques hasta la sepultura, la cual tienen secretamente hecha por sus manos desde la misma hora que el cacique entra por heredero del Estado, en lugar tan oculto y escondido, que no tan solamente criatura viviente no la ve ni sabe della, pero ni dueño para quien se hace. Unas hacen en bosques y espesuras, otras en sierras altas, y otras veces en partes do con agua, derivada de rios ó de lagos , las encubren, y aquestas son las más disimuladas; pero con todo esto la codicia de nuestros españoles las rastrea, y como tengan oro, raras veces pueden asegurarse de sus uñas. Y a*sí de lo que sacan de ios muertos suelen resucitar algunos vivos, mayormente si son las sepulturas de reyes y caciques principales, porque se halla do henchir las manos. CANTO PRIMERO. 65 Hacen estos sepulcros muy profundos, y en lo más bajo ponen á los reyes, en los que llaman duhos asentados, que muchos dellos suelen ser de oro, compuestos de galanos ornamentos, así de mantas como ricas joyas, con armas defensivas y ofensivas, hasta brazales, petos, morriones del mas alto metal, y de los hombros pendientes hartas veces de lo mismo la mochila del ayo y el poporo, con mucuras de vino y otras cosas que suelen ser común mantenimiento. E ya cubiertos de terrena capa, encima de aquel lecho ponderoso ponen á las mujeres desdichadas, de las que más quería tres ó cuatro, ó más ó menos, que sepultan vivas, cubriéndolas con otra lechigada, encima de la cual van los e^la> >
que mejor le servían, también vivos,
sobre los cuales cae la postrera
capa de tierra con que se concluye
el lúgubre sepulcro y odioso,
cuyas capas ningunas hay sin oro.
Y para que no Lsientan las mujeres
ni los esclavos míseros su muerte,
antes de ver la cueva monstruosa
les dan los xeques ciertos bebedizos
– XLIV – 5
66 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
del ebrio tabaco. y otras hojas
del árbol que llamamos borrachera
en su común bebida disfrazados,
con que de las acciones del sentido
nada les queda para ver su daño.
Otros ritos teman acerca desto
que por no los saber no los escribo;
mas uno hallé puesto por memoria
en los papeles del Adelantado
Don Gonzalo Jiménez de Quesada
en un cuaderno de su propia mano,
y es poner cruces sobre los sepulcros
de aquellos que murieron de heridas
de víboras y sierpes ponzoñosas;
acerca de lo cual ninguno dellos
aciertan á decir cuál fué la causa
de poner esta seña más que otra
nnra que se conozca que el difunto
murió de picadura de culebra,
pues pudieran poner una figura
de sierpe que más claro lo dijera.
Pero la dignidad incomparable
desta preciosa planta resplandece
aun entre los que ignoran su misterio ,
pues sin saber el fin van atinando .
á que su fruto fué la medicina
con que fuimos curados del bocado
que dio la boca del dragón antiguo
CANTO PRIMERO.
67
Hechas, pues, las infames ceremonias
■en este funeral del Nemequene,
los príncipes y xeques se juntaron
para constituir en el Estado
al sucesor, que no puede ser hijo,
sino sobrino, hijo del hermana,
y en defecto de no tener sobrino,
hermano del Señor es heredero,
siendo los de mas dias preferidos.
Y al que tiene de ser, desde muy niño
lo tienen en un templo recogido ,
en continuos ayunos ocupado,
con guardas vigilantes que lo miran;
y en esta reclusión de hartos años
no tiene de ver sol, ni comer cosa
que lleve sal ? ni conocer mujeres,
con otras abstinencias que le ponen ,
de las cuales si punto discrepase,
queda por incapaz del señorío.
Y no tan solamente lo reprueban,
mas es de todos ellos reputado
por hombre vil, infame, fementido,
sobre lo cual le toman juramento,
diciendo maldiciones que le vengan
si no manifestare claramente
cualquier exceso que haya cometido
contra las observancias de las cosas
perseguidor del humanal linaje.
68 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que le notificaron que guardase;
y si les consta ser libre de culpa,
con gran solemnidad es admitido,
haciéndole sentar en rica silla,
guarnecida de oro y esmeraldas
y preciosa corona de lo mismo,
al modo de bonete su hechura,
cubierta de sus mas preciadas telas;
y después de tomarle juramento
sobre que será rey de buen gobierno,
según lo fueron sus antecesores,
y amparará sus tierras y vasallos
de cualesquier agravios y molestias i
ellos, por consiguiente, hacen jura
de le ser obedientes y leales,
y en reconocimiento desde luego
le sirve cada cual con una joya.
Preséntanle gran copia de venados,
conejos y coríes y perdices,
palomas, tortolillas y otras aves
para proveimiento de las fiestas
y grandes regocijos que se hacen,
señalándole nuevos oficiales
anejos al gobierno de su casa,
y dándole mujer que corresponda
en generosidad y hermosura
á los merecimientos de su esposo;
y aunque después él toma cuantas quiere ,
á todas es aquesta preferida,
CANTO PRIMERO.
69
y la superior en el estado;
y si ésta muere, queda la segunda
en la tal eminencia colocada.
Debajo del cual orden se procede,
heredando su vez la más antigua;
y esto se guarda desde los señores
hasta los de mas ínfimos estados.
Mas es para notar una costumbre
que tienen cuando muere la señora
principal que la casa gobernaba,
y es que puede mandar á su marido
que no tenga carnal ayuntamiento
dentro del término que le señala;
pero la ley limita que no pueda
pasar la castidad del año quinto,
y menos lo que quiere la difunta;
y así, mediante ruegos y regalos,
buenas obras y buenos tratamientos
que el marido le pone por delante
haberle hecho desque se casaron,
alcanza della que le disminuya
todo lo más que puede del espacio
determinado para continencia.
Al fin, después de muerto Nemequene,
quedó por sucesor en el Estado
su sobrino, llamado Thisquesuzha,
el cual á la sazón era cacique
GoOglC
70 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
de Chia, donde dicen que procede
el rey de Bogotá, y ansí primero
que goce del primero señorío,
ha de ser el de Chia su principio.
Éste, según oyeron españoles ,
representaba bien en su persona,
alta disposición y gallardía
y gravedad de rostro bien compuesto,,
la dignidad y mando que tenía
sobre los otros reyes desta tierra,
cuyos Estados, aunque les viniesen
de juro y heredad, no los gozaban
sin que el de Bogotá los confirmase
y aprobase las nuevas elecciones ;
y así los príncipes que por herencia
entraron á regir algún Estado,
tomada posesión, según sus leyes,
venían con preciosos dones luego
por la confirmación del cacicazgo
al Bogotá, y al tiempo que volvían
autorizados con aquel resello,
salían al camino sus vasallos
con reconocimiento de presentes,
y á dar el parabién de las mercedes
que por el gran Cipa le fueron hechas.
Y desde entonces eran los caciques
obedecidos en tan gran manera,
que ninguna nación de las del mundo*
tuvo tal obediencia ni respeto
CANTO PRIMERO. *Jl
á señor que sobre ella tuvo mando.
Lo cual en este tiempo no se hace,
porque después que vino nuestra gente,
son mal obedecidos los caciques,
y en cosas que no pueden excusarse,
y ellos tenidos á su cumplimiento.
Los subditos, por ser mal inclinados,
gente de su cosecha haragana,
hacen poco caudal de lo que mandan
y conviene hacer, de do%resulta
á los caciques cárcel y prisiones,
por no dar á su tiempo los tributos ,
á causa de les ser inobedientes
los que tienen debajo de su mano.
Contra lo cual parece que seria
eficaz remedio si, vacando
algún estado destos , y los indios,
según y como tienen de costumbre,
admitiesen en él al heredero,
lo confirmase la real Audiencia
con alguna loable ceremonia
donde públicamente conociesen
tener aquel señor el cacicazgo
ya con autoridad del Rey de España,
que seria negocio de momento,
para que le tuviesen más respeto ,
según antes solian, pues entonces
sentían en grandísima manera
el morir un señor sin heredero,
73 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
derecho sucesor del* cacicazgo;
y así, cuando lo tal acontescia,
Bogotá lo ponía de su mano,
sin que hiciesen ellos diligencia
en elegir señor que los rigiese.
Mas él una hacia, y es aquesta:
buscaba dos de buenas apariencias,
hombres de buena casta conoscidos
y de aquella provincia naturales.
Estos mandaba desnudar, quedando
todas sus partes muy al descubierto
en plaza pública, y en medio dellos
una graciosa ninfa sin más ropa
de la que le vistió naturaleza;
y estando casi juntos y fronteros
del vaso codicioso de la dueña ,
á cualquier dellos cuya viril planta
alteración mostró libidinosa,
desechábalo luego como hombre
de quien se conosció poca vergüenza
y de ningún sosten para gobierno;
y si los dos mostraron accidentes,
entrambos iban fuera de la suerte,
y otros se disponían á la prueba,
hasta topar con uno que tuviese
quietos y enfrenados genitales.
Este quedaba con el señorío
y sucesor perpetuo del estado,
y era del Bogotá favorescido,
CANTO PRIMERO.
73
porque le parescia que la cosa4
que desconcierta más al que gobierna
eran inclinaciones sensuales,
y que para defensa de las tierras
convenia ser hombres continentes,
porque las añagazas de mujeres
los hacen descuidados y remisos,
y algunas veces ser acobardados.
Destos nunca dio muestras Thisquesuzha,
antes como se viese colocado
en el potente reino de su tío,
propuso la venganza de su muerte,
y para los efectos deseados,
por él y por los hombres principales
en la de Nemequen desbaratados
se hizo llamamiento, y esta junta
fué de sesenta mil hombres guerreros,
con los preparamentos nescesarios;
y estando de camino contra Tunja
con determinación de dar remate
á sus continuadas competencias,
opúsose delante sus diseños,
no la potencia grande del contrario ,
que en número de gentes igualaba ,
sino ciento y sesenta peregrinos
flacos, debilitados y remotos
de socorros y de favor humano ;
pero con el de Dios, á cuya fuerza
74 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
el más alto poder se hace llano,
corrieron esta tierra, y en entrando,
se dio fin á las guerras intestinas
y comenzaron otras, de las cuales
yo quiero dar noticia, comenzando
desde el punto que nuestros españoles
mejoraron los pies en tierra rasa,
que fué cuando salieron al paraje
del cacique que se llamaba Sacre,
en cuyos términos está fundada
hoy la ciudad de Velez, pues las cosas
que sucedieron en aquel viaje
hasta llegar allí, quedan escritas
en la segunda parte de mis cantos,
adonde remitimos los lectores
que no se desdeñaren de ver héchc s
desnudos de vanilocas ficciones.
CANTO SEGUNDO.
Donde se trata cómo el licenciado Gonzalo Jiménez de Que-
sada , después que salió de las montañas al paraje de la
tierra donde agora está poblada la ciudad de Velez, pro-
cedió adelante, descubriendo grandes poblaciones, hasta
llegar á Bogotá, y las cosas que en el camino sucedieron.
Después que el animoso licenciado
Don Gonzalo Jiménez de Quesada
salió de la clausura de los montes,
y gozaron sus pies de tierra rasa
con aquellos heroicos compañeros
que de los infortunios escaparan ,
hizo nómina dellos, y hallaron
ciento y sesenta y seis tan solamente,
y aun destos uno, dicho Johan Duarte ,
de su juicio muy enajenado,
frenético furioso, porque quiso
satisfacer á la rabiosa hambre
con rabioso manjar, feo y obsceno,
76 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que fué la carne de terrestre sapo,
y desde el mismo punto quedó loco,
sin que cobrase más su buen juicio,
que harto poco tuvo cuando Jiizo
en tan horrenda sabandija salva.
Pero de todos los demás restantes,
de cada uno particularmente
pudiéramos tejer con certidumbre
historia substancial, y tal que fuera
de virtud y valor ejemplo vivo.
Destos, los capitanes señalados
que salieron con cargos de la costa
fue Gonzalo Suarez Rendon uno,
y Juan de Céspedes, varón insigne,
y Juan de San Martin y Antón de Olalla,
Balthasar Maldonado y un Lebrija,
del singular Antonio descendiente;
un Juan Albarracin , Lázaro Fon te,
Gómez Corral y Gonzalo Garcia, .
que tenia por sobrenombre Zorro;
y el que fue capitán de macheteros,
Jerónimo de Insa, de los cuales
he hecho yo mención en otras partes
y tengo de hacer más adelante
cuando la narración abriere puerta;
con otros cuyos méritos igualan
á los más encumbrados, como fueron
un Gómez de Cifuentes y Domingo
CANTO SEGUNDO.
77
de,Aguirre, Pero Nuñez de Cabrera,
un Francisco Salguero y un Macias,
primer conquistador de Santa Marta;
Paredes Calderón, Cristóbal Roa,
y el noble Pero Bravo de Ribera,
y Diego Montañés y Miguel. Sánchez,
y Pedro de Madrid, Juan Valenciano,
un Antonio de Castro , lusitano,
y Juan Rodríguez Gil, Juan de Quincoces,
Miguel Gamboa, Juan Rodríguez Parra,
y el capitán Bartolomé Camacho,
cuyos dias al punto que esto escribo
Lachesis remató , pero con muerte
preciosa, y á su vida respondiente :
Pero Ruiz Corredor, que bien podia ‘
con cualquiera valor correr parejas,
y uno de treinta de quien confiaba
el docto Licenciado su persona,
y cuyos pareceres en consultas
siempre dieron buen son á sus oidos :
Pero Ruiz Herrezuelo, tres hermanos
Santanas, Antón, Diego y el Fernando ;
un Francisco Rodríguez, un Juan López,
Alonso de Aguilar, Pero Rodríguez
de Carrion, Mantilla de los Rios,
Juan de Torres, el padre de Don Diego,
mestizo sin justicia perseguido ,
un Francisco de Silva , Pero López
de Monteagudo, Juan de Salamanca,
78 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Juan de Chinchilla y otros que se dejan
para más adaptada coyuntura,
porque fueron agora mis intentos
en señalar aquestos por sus nombres,
saber que todos tienen herederos
en este pueblo donde yo resido,
y desear que quien gozó del fruto
de sus heroicos hechos y trabajos,
herede la lealtad y la firmeza
que tuvieron en el real servicio
todos cuantos entraron en la tierra
con este fidelísimo letrado.
Elcual después que ya los tuvo juntos
en el asiento del cacique Sacre,
cerca de cuyos términos yo escribo
aquesta discusión laboriosa,
con aquella facundia y energía
que solía tener en sus razones,
les hizo semejante parlamento :
« Fuertes atletas y varones claros,
aquella gran bondad de Dios ordena
que del mal que solia fatigaros
veamos quebrantada la cadena ;
y así , conmilitones, quiero daros
el parabién de vuestra dicha buena,
pues aquestas regiones y templanzas
han hecho ciertas nuestras esperanzas.
»Bien veis la multitud de naturales,
CANTO SEGUNDO.
79
graciosas y apacibles apariencias,
claras y evidentísimas señales
de ser tierra de nobles influencias,
preñada y abundante de metales,
con otras principales eminencias
que cuanto más con atención las veo,
tanto más satisfacen mi deseo.
»Ya todo lo que veis es rasa sierra,
escombrada de montes y montañas;
muestra de oro veis sobre la tierra
arreo destas bárbaras campañas,
y mucho más será lo que se encierra
en la capacidad de sus entrañas,
así de los veneros encubiertos
como de los sepulcros de los muertos.
»Y pues dejamos ya via molesta,
continuada con mortal zozobra ,
y en el enmiendo della tenéis esta
por quien después de Dios salud se cobra,
querría con la gente que nos resta
poner luego las manos en la obra,
y proceder por términos discretos
descubriendo ciudades y secretos.
»Tengo de vuestro pecho conocido
estar en estas mismas voluntades,
como quien muchas veces ha vencido
grandes abismos de dificultades,
indignas de la cárcel del olvido, 1
pero dignas , según sus cualidades,
8o
HIST. DEL N. R. DE GRANADA,
de ser cantadas con heroica trompa
que longitud de tiempo no corrompa.
»No sin los epinicios y renombres
con que suelen honrar al invencible,
publicando que fuistes más que hombres,
pues que hicistes más que lo posible,
y pusistes en guarda vuestros nombres
de la perpetuidad inextinguible,
cada cual arriscando su persona
en servicio de la real corona.
»Pero tanto trabajo, tanto luto,
tanta diminución de nuestro bando,
tanto dolor de vello diminuto,
tantas calamidades conquistando,
entended que será de poco fruto
sin este que la tierra va mostrando;
pero con él gozando sus provechos,
dais perfección á vuestros grandes hechos.
»Ea, pues, invencibles compañeros,
sigamos la ventura que nos llama
á que todos seamos herederos
de próspero caudal y eterna fama;
la cual, si es alentada con dineros,
por una y otra parte se derrama;
pero sin ellos, no sólo cubierta,
pero cualquier hazaña queda muerta.
»No receléis belígera contienda
cuando de gente vierdes gran tumulto,
porque favor de Dios lleváis por prenda >.
CANTO SEGUNDO.
Bl
pues nos mostró terreno tan oculto
á que su santa ley aquí se extienda
y se destierre pernicioso culto,
á sus oscuridades dando lumbre
con orden de católica costumbre.
»Y no digo tan pocos, pero menos,
podemos extirpar estos abusos,
porque bien entendéis los que estáis llanos
de las partes que piden estos usos,
que valen mucho más pocos y buenos
que multitud de torpes y confusos,
y que pocas y bien compuestas lanzas
vencieron á grandísimas pujanzas.
»El poderoso Xerjes tuvo mano,
según dicen autores, tan potente,
que no se lee que poder humano
tuviese de guerreros tanta gente,
y fué vencido por el espartano
con cuatro mil soldados solamente;
donde tuvo más fuerza la destreza
que la numerosísima grandeza.
» Del cual número fué poco distinto,
antes en armas fuerza más notoria,
aquella del turquesco labirinto
que quiso confundir cristiana gloria,
cuando el Emperador Don Carlos Quinto
salió con ilustrísima victoria,
y con su multitud el Otomano
huyendcñfué del príncipe cristiano.
– XLIV – 6
82 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
» No sin gran perdición y fin amargo
de muchos de la escítica ralea
y quiebra del honor y poder largo
del que el Oriente todo señorea;
mas peleaba Dios, que tiene cargo
de pelear por quien por Él pelea,
y del favor de aquel invicto Marte
también acá nos ha de caber parte.
» Pues aquel nombre solo del Atlante,
invictísimo Rey de las Españas,
cuyos vasallos somos , es bastante
para domar las gentes más extrañas.
También quiero poneros por delante
vuestras propias proezas y hazañas.
que si consideráis las hechas antes,
juzgareis por menores las restantes.
»Con esta confianza presupuesta,
que no puede faltar ni salir vana,
quiero que para ver qué gente es esta
nos dispongamos luego de mañana ,
no con mano sangrienta ni molesta,
ni como los que suelen ir por lana,
antes, como veáis guerrera muestra,
el anticipación será la nuestra.
»Buen orden siempre fué cosa segura,
y á lo que puede ser estar atentos;
mas porque no paresce gente dura,
y piensan que debemos ser portentos,
será bien atraelios por blandura, . •
CANTO SEGUNDO. 83
sin usarse de términos sangrientos,
hasta que, granjeadas amistades,
los rindamos á nuestras voluntades.
»Pues no seria conveniente traza
de cazadores, sino torpe yerro,
si para descuidar aquella caza
que ven pascer en el herboso cerro,
en vez de se tocar el añagaza
de ciervo, se pusieran la de perro,
y en las imitaciones de los sones,
diesen fuertes bramidos de leones.
»Los cuales, como son de voz ajena,
remontan á los pies por el oido,
quedando quien pensó cazar sin cena,
y con pena de ser mal advertido;
y así podría ser en casa llena
que halláramos sin pájaros el nido,
porque viendo que vamos á contiendas,
han de poner en cobro sus haciendas.
»De manera que por muchos respetos
entre tanto que nadie se desmanda,
conviene tener términos quietos
con estas gentes y la mano blanda,
porque pensar hacer luego sujetos
tan numerosa y extendida banda,
seria confianza de hombre loco,
y lo mejor es irnos poco á poco.
»En conclusión, mi principal intento,
es que ¿liando de paz nos acudieren-,
84 HIST. DEL N. R. OB GRANADA.
tengamos recatado miramiento,
no tomándoles más de lo que dieren;
mas con los que quisieren rompimiento,
y con indignación acometieren,
porque les pongan freno los temores,
conozcan que los pocos son mejores.»
Dijo, y aquella noble compañía,
cuyo valor con justa razón puede
á lo más esencial ser comparado,
y en el obedescer á su caudillo
á los más obedientes antepuesto,
dijeron que la traza y el concierto
dada por su merced se guardaría
según y como siempre lo hicieron
hasta llegar allí, que fué mediante
su discreción y pecho no rendido
jamás á los durísimos contrastes
continuados en aquel viaje.
Y porque se venían acercando
los quietos silencios de la noche,
el orden de la vela concertado,
se fué cada cual d ellos á su rancho
á preparar sus armas, esperando
la nueva luz del dia venidero.
Y cuando ya los míseros mortales ,
gozando della, manos ocupaban
en sus acostumbrados ejercicios,
los ñacos peregrinos á las suyas
CANTO SEGUNDO.
entregaron las armas que tenian,
no cierto de los cóncavos cañones
que escupen con calor el pardo plomo
con horrísono vuelo y estampido
(que fueran parte para que esta gente
fuera tocada de mayor espanto
que dio la novedad de Salmoneo
cuando con mentirosos truenos quiso
ser tenido por Dios y venerado),
pero con solas lanzas en las manos
y espadas botas y rubiginosas
proceden adelante, descubriendo
infinidad de gentes asombradas
de ver extraños hombres en su tierra,
y más cuando los vían ir encima
de los caballos, y correr con ellos ,
porque tenían por indubitable
ser como los rubígenas biformes,
en un mismo sujeto dos figuras.
Y ansí se fué tendiendo por la tierra
esta monstruosidad imaginada,
hasta decir los unos á los otros
que por los altos aires daban vuelo,
según aquel alígero Pegaso ;
y si por caso repentinamente
algún indio los via, por no verlos,
se dejaba caer desalentado ,
apretando la cara con la tierra ;
otros, enflaquecidos y pasmados ,
86 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y poco menos que si les mostrara
Perseo la cabeza de Medusa ,
quedaban yertos sin ningún sentido.
Desta manera fueron caminando
hasta llegar al rio que se dice
en lengua de los indios Sarabita ,
y en idioma nuestro, de aquí sale;
y desde entonces, rio de Suarez ,
á causa de un rocín que le llevaba
al capitán Suarez la corriente,
que mediante su buena diligencia
y ayuda de soldados de su rancho,
del peligroso trance salió vivo.
Es rio furioso, donde muchos,
después que se fundó por españoles
cerca de allí ciudad llamada Velez,
en el forzoso paso perescian,
así de nuestros como naturales,
hasta tanto que el buen Doctor Venero
y el próvido Juan López de Cepeda,
hoy en los Charcas digno Presidente,
mandaron hacer puente de madera
cuyos remates son de calicanto,
fábrica necesaria’y edificio
por el cual se reservan de la muerte
infinidad de gente pasajera.
Pudieran, pues , allí los moradores
defender el pasaje fácilmente
CANTO SEGUNDO.
87
á los descubridores malparados ,
pero faltóles ánimo y aliento ;
y ansí las aguas solas dilataron
aquel pasaje por algunas horas,
después del cual entraron en un pueblo
que llamaban Ubaza, mas el nombre
heredó la quebrada comarcana,
porque de lo demás no queda cosa;
y entonces los vecinos que tenía
habían ya huido de sus casas
con temor de las gentes extranjeras,
porque también la fama publicaba
que devoraban gentes , y que carnes
humanas eran su mejor comida.
Mas con otra que fué más á su gusto
hubo solemnidad en el asiento,
á causa de hallar ocho venados
muertos y desollados, y á tal tiempo
que les fué preciosísimo regalo,
y mas en conocerse el aramente
que no faltaba caza por la tierra.
Y en efecto, lo es muy abundante
de venados, coríes y conejos,
palomas, tórtolas y perdicillas
que tienen parecer de codornices,
y otras aves de muchas diferencias,
mayormente do son tierras templadas.
Allí hicieron noche , y otro dia
88
•
entraron por las grandes poblaciones
de Sorocotá, ya todas desiertas,
con el mismo temor de sus vecinos,
aunque las casas todas proveídas
de su maíz, fríjoles y de turmas,
redondillas raices que se siembran
y producen un tallo con sus ramas,
y hojas y unas flores, aunque raras,
de purpúreo color amortiguado;
y á las raices desta dicha hierba,
que será de tres palmos el altura,
están asidas ellas so la tierra,
del tamaño de un huevo más y menos,
unas redondas y otras perlongadas:
son blancas y moradas y amarillas,
harinosas raices de buen gusto,
regalo de los indios bien acepto,
y aun de los españoles golosina.
Allí por se hallar mantenimiento
y mucho grano para los caballos,
se detuvieron tres ó cuatro dias ,
que no fué sin disgusto, porque muchos,
queriendo proceder más adelante,
de los pies se hallaron tan tullidos ,
que casi no podían menearse,
con una comezón intolerable,
sin entender la causa deste daño;
hasta que ciertas bárbaras, por señas,
por no haber lengua que las entendiese,
HIST. DEL N. R. DB GRANADA.
CANTO SEGUNDO.
89
se convidaron á les dar remedio,
sacando con las puntas de los topos,
ó gruesos alfileres (con que traen
asida la cubierta que se ponen,
de tal suerte, que de sus miembros todos
los brazos solos quedan descubiertos),
unas abominables sabandijas
á quien llamamos niguas comunmente,
minutísimas pulgas que se meten
entre el cuero y la carne soterradas,
adonde con el cebo van creciendo,
y llegan, si por caso se descuidan,
á ser de la grandeza de garbanzo;
aquella corpulencia toda llena
de hijos semejantes á la madre,
que se van por las plantas extendiendo
y su generación multiplicando.
Y ansí vimos algunos, á lo menos
indios y negros sucios, descuidados,
dejailas encarnar de tai manera,
que vienen á perder algunos dedos
de los pies, por tardar en remediarlos.
Mas nuestros españoles luego fueron
á su común andar restituidos,
y después que supieron el misterio,
entraban en las casas despobladas
con el recato que les convenia.
En efecto, buscaron los vecinos
90 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
por diferentes partes derramados,
y prenderían como cuatrocientos
varones y mujeres y muchachos;
á los cuales por señas de halagos
dieron seguridad, manifestando
que no venían á hacerles daño ,
sino para tenerlos por amigos;
y ansí dejaron muchos en sus casas
y algunos se llevaron para carga,
cosa que hacen ellos comunmente
desde que tienen fuerza para esto ;
aunque pocos hay hoy que no se huelguen
de valerse también de pies ajenos,
y tienen por acepta granjeria
tener yeguas y potros con que ganan
á llevar cargas copia de dineros.
Dejando, pues, aquellas poblaciones
de Sorocotá, luego descendieron
al pueblo comarcano dicho Turca,
al cual ellos llamaron Pueblo fondo,
por ser de todas partes rodeado
de lomas altas y él en lo profundo,
donde tomaron ansimismo gente,
y gran copia de telas de sus lienzos
ó mantas , y algún oro y esmeraldas,
principio que les puso más espuelas
para calar secretos de la tierra.
Y ansí, dia siguiente se partieron
á Guachetá, que fué pueblo potente,
CANTO SEGUNDO.
y le pusieron ellos San Gregorio,
por ser en aquel dia su llegada.
Cuya gente se vía retraída
en unos altos riscos y peñoles
á vista de los nuestros y sus casas,
en las cuales entraron sin que fuesen
de guerrero furor acometidos,
porque el temor de ver gentes extrañas
y representación de los centauros,
imaginando ser un cuerpo solo
el caballero y el que lo llevaba,
los tenia suspensos de tal suerte,
que cada cual estaba más dispuesto
á se valer de pies que de las manos;
mas viéndolos enírar quietamente,
y sin usar de aquellas destemplanzas
anejas á guerreras violencias ,
parecíales ser no tan crueles
cuanto la veloz fama publicaba.
Y ansí, para saber de cierta ciencia
cual era su comida mas acepta
(por la sospecha que tenían dellos
acerca de comer humanas carnes),
enviaron un indio y una india ,
ambos maniatados, y un venado.
Los nuestros (el misterio conocido),
la carne del venado repartieron,
y á la india y al indio libertaron,
diciéndoles por señas que volviesen
92 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
á decir que ellos no comían hombres,
ni venían á darles sinsabores,
antes á defenderlos y ampararlos
de cualquier enemigo que tuviesen ;
y ansí podian muy seguramente
venir á sus albergues sin recelo.
Los bárbaros, que estaban á la mira,
este mudo mensaje recibido,
vinieron á la paz, que fué primicia
de la que voluntaria dieron indios
en este nuevo reino de Granada.
Otro dia después, por un descuido
encendióse la casa de un vecino;
y antes que se tendiese más la llama ,
dispuesta para más crecido daño,
acudieron los nuestros al remedio,
que dieron con su buena diligencia;
por cuyo beneficio los vecinos
representaban agradecimiento,
y, en su opinión, quedó la gente nuestra
en industria y bondad acreditada.
Dejados, pues, los destas vecindades
en-sirs casas seguros y quietos,
fueron á la ciudad de Lenguazaque,
cuyos vecinos, de la misma suerte,
estaban entre peñas retraídos;
pero como tuviesen ya noticia
ser gente comedida y amigable,
CANTO SEGUNDO.
93
saliéronles de paz, y presentaron
cantidad de venados y conejos,
con otros alimentos nescesarios,
y muchas telas varias en colores,
que para su reparo fueron buenas.
De todo lo cual era recompensa
mostrar por términos inteligibles
que los suyos les eran agradables,
y siempre ios ternian por amigos.
Y ansí fue procediendo nuestro campo
hasta Cucunubá , y á los asientos
del poderoso pueblo de Suesca,
donde fueron servidos y hospedados,
y acudían de partes diferentes
á verlos y traerles de las cosas
de que más abundaban en sus casas.
Entre los cuales, uno que venia
con dos telas, primero que llegase
al lugar donde estaban rancheados,
topó, que no debiera, con Juan Gordo,
en cualidad humilde, pero fuerte ,
y de mucho valor en los trabajos;
el cual atrás volvía, con intento
de aprovechar la carne de un caballo
que no lejos de allí quedaba muerto;
y el indio que venia con las telas,
como viese venir aquel cristiano,
púsolas en el medio del camino,
y desvióse del breve distancia,
94 HIST. D8L N. R. DE GRANADA.
cuasi por via de comedimiento,
hasta tanto que el español pasase.
El Juan Gordo pensó que le hacia
servicio de las telas que le puso
delante de los pies, y recogiólas
el miserable (como no sabía
ser ciertos mensajeros de su muerte),
y fuese luego donde le llevaba
aquella descompuesta golosina.
Mas entre tanto vino con querella
el indezuelo vil al Licenciado,
diciendo que un soldado de los suyos
le tomó ciertas mantas que traía;
y oída la querella , mandó luego
al alguacil llamado Villalobos,
que le trajese presa la persona
que fuese señalada por el indio.
Al fin lo trajo preso, y aunque el pobre
dio su disculpa sin ficción alguna,
y no faltaron buenas tercerías,
de ningún fruto fué la diligencia;
pues no sin gran pesar del campo todo
á muerte natural fué condenado,
y ejecutada luego la sentencia.
Debióle parescer que con venia,
para que los demás tuviesen freno;
y tal persona fuera que parara
en otra punición de más templanza;
y á él no le valió llamarse Gordo,
CANTO SEGUNDO.
95
antes, según el uso de las gentes ,
quebró la soga por lo más delgado.
Con esto se partieron en demanda
de Nemocon, que goza de las fuentes
saladas, importante granjeria
páralos naturales deste pueblo
y el de Cipaquira, no lejos deste,
por acudir allí de todas partes
ácomprarles la sal que hacen del agua,
en blancura y sabor aventajada
á cuantas en las Indias he yo visto.
La cual cuecen en vasos que de barro
aposta tienen hecho para esto,
que llaman ellos gachas, y no sirven
más de una sola vez, porque se’quedan
pegadas á la sal, que (ya formado
el pan que pesa dos ó tres arrobas,
ó más ó menos peso, según suele
ser la capacidad de la vasija),
no puede despegarse sin quebrarla.
Ya por aquella parte descubrían
grandes y espaciosísimas llanadas,
y en ellas grandiosas poblaciones;
soberbios y vistosos edificios,
mayormente las cercas de señores
con tanta majestad autorizadas,
que parecían , viéndolas de lejos ,
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96 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
todas inexpugnables fortalezas,
y por este respeto nuestra gente
Valle de los Alcázares le puso.
Veian en muchas partes ansimesmo
mástiles gruesos, altos y derechos,
y encima de lo más alto del mástil
gavias que semejaban desde fuera
á las otras que traen los navios,
que tales parescian á los nuestros
cuando lejana vista los miraba.
Y estaban estos árboles y ellas
ungidas del biturnen colorado
que el índico vecino llama bija.
Habia muchos destos, y el efecto
declararé después en otro canto,
pues de presente, por estar ya cerca
del rey de Bogotá, quiero con nuevo
principio celebrar lo sucedido
á nuestros españoles en su valle.
CANTO TERCERO
En el cual se trata cómo saliendo los españoles de Gpaquirá,
les acometieron como quinientos ó seiscientos indios con gran
furia, y lo que más sucedió hasta llegar al cercado y apo-
sentos del Bogotá.
Aquel primer espanto que recibe
de ver cosas extrañas quien no tuvo
costumbre de las ver, si continúa
la vista dellas, valo desechando;
y ansí los indios como conosciesen
caballo y caballero ser dos cuerpos
distintos cada vez que se apeaban,
perdieron los temores, y decían
ser otra diferencia de venados,
y los que los mandaban hombres puros,
mortales y sujetos á miserias,
por ver alguno dellos macilentos,
y el fin acelerado de Juan Gordo,
que borró la sospecha que tenían
antes juzgándolos por inmortales.
De cuya causa principales indios
de su valor y fuerza confiados,
– XLIV – 7
98 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
fueron de parecer ver para cuánto
eran aquellos pocos peregrinos
que ya llevaban largo carruaje
y número crecido de sirvientes,
lo cual se presumió ser por mandado
de Bogotá , Señora quien servían.
Salieron, pues, de bárbaros lucidos
poco más de quinientos bien armados,
trayendo por delante ciertos muertos
enjutos y muy secos, empinados,
que debían de ser cuando vivían
hombres bien fortunados en batallas,
para poder vencer en virtud dellos,-
y viéndolos allí, tomar esfuerzo
imitando sus grandes valentías,
según lo que nos cuentan las historias
de nuestro valeroso Cid Ruy Diaz
que, muerto, lo llevaban á la guerra,
y por méritos deste caballero
les concedía Dios grandes victorias.
Y estos debían de pensar lo mismo,
pues que con los cadáveres infames
acometieron á la retaguardia
donde iban Juan de Céspedes y el Zorro,
Baltasar Maldonado y un Pin illa,
y otros buenos jinetes y peones
que, vista la belígera caterva
y el ímpetu primero que los puso
en gran necesidad de su defensa,
CANTO TERCERO.
99
salieron con aquel brio que suelen
lebreles incitados á la presa,
ó de propio furor estimulados;
y como fuesen llanos, apacibles
é ya bien reformados los caballos,
rompen el escuadrón tumultuoso,
haciendo cada cual ancho camino
no menos con las lanzas presurosas
que con los duros pies de los rocines,
de tal manera que con su destreza
fué presto descompuesta la phalanga,
dejando señalada la carrera
con huella de caidos y de muertos,
por donde cada cual iba hiriendo
como fuego terrible que por ancho
campo lleva sus alas extendidas,
y do halla materia de más cebo
deja más sus efectos señalados.
Quedaron, pues, los muertos que traían
á vuelta de los muertos nuevamente,
y fuéronse los vivos retrayendo
hasta meterse dentro de un cercado
grande que se llamaba Buzongote,
yéndoles en alcance los caballos
que rodearon esta fortaleza;
pero por ver en un cercano cerro
infinidad de gente congregada,
tuvieron por seguro dar la vuelta
IOO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
al campo, que marchaba con aviso,
y por el poco que tuvieron ellos
en divertirse tanto tras los indios,
después de se alojar el campo todo,
mandólos echar presos Don Gonzalo;
mas como fuesen hombres principales,
de quien él confiaba graves cosas,
y entrasen de por medio nobles hombres,
diciendo que cumplió dar el alcance,
llamólos ante sí, ya reportado,
reprehendiéndolos desta manera :
« Esta puede pasar, amigos mios ,
por quien sois y por quien os apadrina;
mas entended que tales desvarios
no caben en guerrera disciplina.
Son (como veis) crecidos los gentíos,
pocos los de la gente peregrina,
y en terrenos de bárbaros tan llenos,
apartados, podríamos ser menos.
«Fácilmente quebramos una vara,
ya por el medio, ya por ambas puntas,
pero sin división , es cosa clara
que no pueden quebrarse muchas juntas;
efectos que se hacen manifiestos
en hombres bien unidos y compuestos.
»Acontescen en militar usanza
por no los tantear, sucesos varios;
daña demasiada confianza
CANTO TERCERO.
IOI
y el no hacer caudal de los contrarios :
guerra susténtase con ordenanza ,
con recatos y avisos necesarios,
y quien discrepa dellos, aunque acierte,
suele pagar no menos que con muerte.
»Aquel valerosísimo tebano,
Epaminondas, es cosa notoria
matar á su hijo con su propia mano
al tiempo que volvió con la victoria,
por ir sin orden y volver temprano
con juvenil ardor y vanagloria;
y esto hizo también Manlio Torcuato,
y á otros en quien guardar amos buen rato.
»Mas agora no quiero más que enmienda
para lo que adelante sucediere ,
y que ningún caudillo me pretenda
salir fuera del orden que yo diere ;
de lo contrario, quiero que se entienda
castigo con rigor, sea quien fuere,
porque por salir uno de medida
acontesce perder muchos la vida.
»Yo sé que sois varones singulares,
y tenéis de destreza lo más fino;
mas en estos negocios militares,
aunque no tan cursado peregrino,
también tengo mis puntas y collares,
como cada hijuelo de vecino ;
y he por bien, con la gente más adulta,
de nunca hacer cosa sin consulta.
I02 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
»Bien veo que la cólera movida
muy pocas veces á razón aguarda,
y cuanto más caliente y encendida,
en las ejecuciones menos tarda ;
mas bastaba ponellos en huida,
sin se desamparar la retaguarda;
pero ya que se hizo, mi querella
cesa con no ver más la causa della.»
Oidas las razones luculentas,
quedaron convencidos y contentos,
y aquella noche con los capitanes
el mismo Licenciado hizo vela.
É ya cuando venia descubriendo
su rubicundo rostro la mañana ,
á punto caballeros y peones
fueron para ganar aquel cercado
donde se retrajeron ios Uzaques
que hicieron el acometimiento,
• que todos ellos eran caballeros
de quien el Rey fiaba su persona.
El cual á la sazón estaba dentro,
y viendo que volvieron de vencida,
al momento desamparó la cerca,
en espacioso llano situada ,
bien gruesa y espaciosa, mas de cañas
por orden singular entretejidas,
tan juntas y tupidas que de solo
fuego podia ser damnificada.
CANTO TERCERO
Seria de tres tapias el altura,
á trechos gruesos mástiles en ella;
un toldo por lo alto que tenia
en ancho cinco varas y de luengo
todo lo que el cercado rodeaba ,
que serian dos mil varas de tela,
tan gruesa y tan tupida, que del agua
y de rayos del sol era defensa.
Dentro se contenian grandes cosas,
vistosas y d e buena compostura ,
guarnidas las paredes de carrizos
muy limpios , unos de otros enlazados
con hilos difererfes en colores.
Estaban todas .estas casas llenas
de varias municiones y pertrechos;
macanas, dardos, hondas, tiraderas,
maiz , fríjoles , turmas y cecinas ,
y otros preparamentos para guerra;
porque, según dijimos, ya tenia
gentes apercibidas contra Tunja
en este mismo tiempo que los nuestros
pusieron las banderas en su tierra.
Los cuales , sin haber impedimento,
se hicieron señores de la cerca
y de lo contenido dentro della,
adonde se alojaron á su gusto,
por tener apacibles aposentos
y á discreción de todos la comida..
Pero todo les era desabrido,
104 HlsT- DEL- N- DE GRANADA.
por no hallarse muestra de riqueza,
según la gran noticia que traían
cerca de ser la deste rey crecida;
y el alimento que compraran antes
por cualquier cosa que se les pidiera,
sin reservar la sangre de sus venas;
y un puño de maiz tostado fuera
suma felicidad al más gallardo,
agora, con tenello tan arrodo,
estaban algo melancolizados,
por ir más altos ya sus pensamientos;
condición de los hijos deste siglo,
en quien, si vemos una hambre muerta,
otra y otra les queda siempre viva.
Las andas se hallaron solamente
en que este rey andaba, pero sólo,
sin guarniciones de oro, la madera-,
lejos de su deseo, pero como
conoscieron ser esta casa de armas
y las reales casas do vivía
en campo mas ameno situadas,
tenían esperanza de entregarse
en ellas del tesoro caudaloso,
que tal era , según se publicaba.
Mas él, como sagaz , adivinando
la hambre que traían , dióse priesa
á lo poner en cobro, de tal suerte,
que nunca hasta hoy hombre viviente
pudo tener noticia del sepulcro
CANTO TERCERO.
adonde lo dejaba sepultado ;
y aun no me espantaría quedar muertos
los esclavos en quien fueron las cargas.
Allí, pues, estuvieron ocho dias,
y celebraron la florida Pascua
con paz de muchos indios comarcanos
que venían á ver la gente nueva
con abundancia de mantenimientos,
joyas de oro, piedras, esmeraldas,
y mucha cantidad de finas telas
á todas las demás aventajadas.
Pasada ya la fiesta gloriosa,
proceden descubriendo los potentes
pueblos en que la vista se cebaba,
con tanta muchedumbre de tugurios
que parecían ser innumerables,
y aquella señaladaxompostura
de los grandes cercados que tenían
los que por el Señor los*gobernaban,
que para ser de pajas y madera,
eran laboriosos edificios
y con curiosidad edificados.
Y de cualquier cercado procedía
una niveladísima carrera ,
en longitud de larga media legua,
y en latitud podían sin estorbo
ir caminando dos grandes carretas,
tan por compás y tan sin torcedura,
IOÓ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que aunque subiese por alguna loma,
de buena rectitud no discrepaba ;
las cuales se señalan hoy en dia,
aunque dejaron ya los usos dellas,
mas entonces en ellas celebraban
las fiestas que tenían de costumbre,
con muchos entremeses, juegos, danzas,
al son de sus agrestes caramillos
y rústicas cicutas y zamponas,
cada cual ostentando sus riquezas
con ornamentos de plumajería .
y pieles de diversos animales ;
muchos con diademas de oro fino
y aquellas medias lunas que acostumbran.
É ya cuando llegaban al remate,
hacían á sus ídolos ofrendas;
no sin humana sangre hartas veces,
porque ponían sobre las garitas
de aquellos mástiles que ya dijimos
algún esclavo vivo y amarrado,
tirándole con jáculos agudos,
al pie del mástil muchas escudillas
que ponían los unos y los otros,
y la sangre que el vaso recibía,
del mísero paciente destilada,
los dueños cuyas eran las vasijas
ofrecían al torpe santuario
con sus ridiculosas ceremonias ;
y aquel acto concluso , se volvían
CANTO TERCERO.
por la misma carrera con sus juegos,
hasta llegar á casa del cacique
desde donde tenía su principio,
el cual los despedía con favores,
alabando sus buenas invenciones ,
juegos y regocijos y libreas.
Los nuestros , pues, siguiendo su camino ,
entraron en ei pueblo dicho Chía,
origen y principio del imperio
del rey de Bogotá, según se dice,
donde se detuvieron poco tiempo,
porque pasaron á los dos Señores
confines , que se dicen Suba y Tuna,
los cuales les salieron al encuentro
con ledos rostros y sinceras muestras,
certificadas con magnificencia
de muchas joyas de oro y esmeraldas;
y después de llegados á su pueblo,
en aposentos bien adere szados
fueron bastantemente proveídos,
no con fingida paz, pues desde entonces
la sustentaron con los españoles;
pero no fueron parte los regalos
para se detener gozando dellos,
porque lo que la fama publicaba
de la grande riqueza y aparato
del gran señor á quien obedescian
éstos y los demás, no los dejaba
!08 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
tomar mucho sosiego, hasta tanto
que se desengañasen con la vista.
Y ansí dia siguiente descubrieron
aquella majestad de los cercados
y casas del Señor, cuya grandeza
aniquiló las fábricas pasadas,
y las moradas de los Bogotaes
á los demás comunes edificios,
y acrescentaron en los más templados
más engolosinados apetitos,
con aliento de nueva ligereza
para tomar las puertas del alcázar
con tal corrida, que paresció vuelo;
según ave rapace que desciende
con ímpetu furioso tras la caza,
las curvas uñas prestas, mas al tiempo
que quiso hacer presa, se le puso
el tímido conejo so las ramas
espesas de la mata contrapuesta ,
al cual le fueron armas defensivas,
y al águila real impedimento
para quedar sin cebo por entonces.
Que bien desta manera les avino,
pues no hallaron cosa de provecho,
á causa de que el gran Señor estaba
en un secreto bosque retraído,
sin dejar en su casa ni en las otras
cosa de que pudiesen echar mano,
ni rastro ni apariencia de tesoro
CANTO TERCERO.
en el insigne pueblo numeroso;
aunque por él habia muchedumbre
de santuarios públicos comunes,
sin los particulares que tenia
cada uno, según sus devociones;
allí sus especiales alcancías
ó cepos do metian las ofrendas;’
mas en los generales se ponían
dos diferencias de gazofilacios
en la hechura, pues el uno era
imagen de persona toda hueca,
obra de barro mal proporcionada,
abierta por encima de la frente,
por donde se metian joyas de oro
de varios animales y figuras,
y el abertura della se tapaba
con un bonete hecho de lo mismo,
tocado que acostumbran muchos indios,
unos redondos, y otros con sus picos
al modo de los clérigos cristianos,
mas de hojas de palmas bien tejidos;
•y algunos tienen en la coronilla
un masteiillo de grosor de un dedo,
y el luengo del será de seis ó siete.
Otra manera de repositorios:
también tenían en los santuarios
ciertas vasijas puestas so la tierra,
del cuello muy poquito descubierto,
1IO H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
GoOQlC
tanto que cuasi no se parescia,
por donde se metian ansimismo
las joyas y preseas que ofrescian ;
y elun cepo y el otro , cuando llenos,
enterrábanlos en lugar secreto
los xeques, y ponían otros nuevos
que, después de la tierra más arada ,
solícita codicia de las gentes
algunos dellos hizo manifiestos,
con que se mejoraron los vestidos ,
y mudaron el paso los rastreros,
á quien era propicia la fortuna
en les encaminar bienes ocultos,
remotos y apartados de los usos
para que los crió naturaleza.
Mas en aquella era, como nuevos,
poníanse tinieblas por delante
de los ojos y velos de ignorancia,
para no poder ver grandes secretos
metidos en cavernas de la tierra,
antes al parecer común de todos,
paraba la bondad destas provincias
en ser fértiles, sanas y abundantes
de cosas á la vida necesarias,
pero paupérrimas de plata y oro;
y aquellas muestras que se vieron antes
juzgaban ser por vía de rescates
y contratos de partes diferentes ;
y así sólo querían reformarse
CANTO TERCERO.
1 I I
en aquellos asientos apacibles ,
y pasadas las aguas del invierno,
llevar más adelante su conquista
en busca de región de más substancia.
Pero los Bogotaes, como viesen
no ser de pocos dias la tardanza ,
y estarse de reposo por sus tierras .
el remedio para que las dejasen
pusieron en las fuerzas de sus brazos
con espesos asaltos y frecuentes,
sin darles un momento de sosiego
en las horas diurnas y nocturnas;
mas con lejanos acometimientos,
con jaculables tiros desde fuera,
sin experimentar fuerzas de manos ,
contra los cuales iban los jinetes
sin se hacer efecto, porque luego
se metian los indios en pantanos
y lagunas, que por aquellos campos
hay muchos, cuyas aguas cenagosas
‘eran impedimento de caballos.
Pero no pocas veces sucedia
á confiados con su ligereza
quedar tendidos en carrera seca ,
por alcanzarlos piernas más ligeras
antes de se meter en la guarida ,
de donde reiteraban los incursos
con nubes de volantes tiraderas,
algunas con fomentos encendidos ,
112 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
tentando de quemar los aposentos
que, mediante la buena diligencia
de nuestros españoles, se quedaron
ilesos del incendio comenzado.
En estas gritas y desasosiegos
gastaron harto número de dias ,
y vista la constancia de los nuestros
(por mandado del Rey, según paresce),
acudieron de paz muchos caciques
con abundancia de mantenimientos ,
pero sin rastro ni demostraciones
de lo que más tenían en deseo.
En est# coyuntura, los más diestros
de nuestros españoles procuraban
entender los vocablos desta lengua ,
y la conversación cuotidiana
les dio del idioma mucha lumbre,
de tal manera que los más podían
(aunque titubeando) preguntalies,
mayormente las indias que escaparon
de las que se trajeron de la costa,
que con facilidad comprendieron
los términos del bárbaro lenguaje.
Y ya los naturales ansimismo
no se extrañaban de la gente nueva,
pues voluntariamente les servían
muchas que, como todas, comunmente
amicísimas son de novedades
CANTO TERCERO.
y no poco salaces y lascivas.
Venían, pues , de indios Bogotaes
á todas horas número crecido
á ver los españoles y caballos,
con los cuales á tarde y á mañana
pasaban los jinetes la carrera ,
para que viesen el ligero huello
coq que estos animales se movían.
Pero gallardos mozos, bien dispuestos,
sueltos en gran manera y alentados,
como los hay algunos ciertamente,
les dieron á entender por modos claros
haber entr’ ellos ágiles cursores
que no’ rehusarían por su parte
con cualquiera rocin correr parejas.
Admiróse la gente castellana
de ver la confianza resoluta
que mostraban tener de su soltura ,
y ansí Lázaro Fonte, que podía
entre buenos jinetes señalarse,
y en aire y destreza ser tenido
por otro Castor ó por otro Pollux,
dijo:
—«Yo quiero ver este misterio
y aceptar el moderno desafio ,
porqu’ esta gente bárbara conozca
cuánto se diferencian y aventajan
los cuatro pies á dos, puesto que sean
– XLIV –
114 HIST- DEL N- R- DE GRANADA.
las plantas de Camila ó Atalanta.»
Para lo cual subió, puestas espuelas,
en un caballo zaino que tenia,
que destos, según vimos en las Indias,
muy pocos ó ninguno salió malo;
y en orden puesto, convocó los indios,
diciendo que saliese quien tuviese
de su velocidad más confianza.
Luego salió de entr’ ellos un mancebo
gentil y de gallarda compostura,
cuyo meneo, muestra y apariencia ,
de su pernicidad la daba buena;
y con delgada tela rodeadas
las partes inhonestas y cintura,
llevando sin cubierta lo restante
que con menos vergüenza se descubre,
á carrera dudosa se dispuso.
Cuya distancia siendo señalada,
y dada la señal, el indio parte
con tal velocidad que parecía
no tocar con las plantas en el suelo.
El jinete, de industria le dio larga
para que precediese su corrida,
á media rienda yendo buen espacio,
de que la gente bárbara presente
en gran manera se regocijaba,
creyendo” ser cumplido su deseo.
Mas el Lázaro Fonte como viese
CANTO TERCERO.
faltarle poco trecho de carrera
del término que estaba limitado,
hirió con más braveza los ijares
del pérnice caballo, que volaba
no menos que el alígero Pegaso,
y al tiempo que llegó donde movia
el bárbaro los pies nada tardíos,
ó por más no poder, ó con malicia,
de encuentro.lo llevó con el caballo,
no dándole de lleno , mas de suerte
que dejó de correr y fué rodando
barriendo tierra ya con los hocicos,
y el caballero se pasó de largo
hasta do le cuadró hacer parada.
Socorrieron los indios al caido,
y aun muchos españoles ocurrieron
á levantallo luego, y á hacelle
beber una totuma de agua fria ,
remedio que hallamos más á mano
cuando damos alguna gran caída.
Al fin nunca más hubo quien quisiese
tomar con los caballos competencia ;
pero siempre venian á mirallos
infinidad de gente todas horas,
ansí de la vulgar como caciques,
ios cuales eran muy acariciados
del sabio general y capitanes,
importunándoles que le hablasen
Il6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
al Señor de su parte que viniese
á su cercado y á sus aposentos
debajo de amistad que le seria
inviolablemente conservada.
A lo cual todos ellos respondían
que ninguno sabia dónde estaba ;
y aunque los desmembraran á tormentos,
fuera de ningún fruto su trabajo,
porque ninguno dellos jamás tuvo
más querer, voluntad ni complacencia
de la que en el Señor reconocían.
Pues como ya los nuestros se sintiesen
con tanta sanidad como si nunca
padecieran trabajo ni dolencia,
y el Don Gonzalo siempre procuraba
ocupallos y no vellos baldíos,
mandó que Juan de Céspedes saliese
con peones y gente de caballo
á ver y descubrir aquellas tierras
que confinaban con los Bogotaes,
el cual, á punto puesto con cuarenta
peones y catorce caballeros
al Occidente hizo su viaje,
del cual en este canto no se hace
particular memoria , por hacella
con especialidad en el futuro.
CANTO CUARTO
Trátase en él cómo los indios Bogotaes encaminaron al capitán
Juan de Céspedes y á los que con él iban á la provincia de
los Panches, gente belicosísima, debajo de cautela , y lo
demás que les sucedió en el viaje.
No tiene poca fuerza la malicia
en estómagos llenos de torpeza,
y á veces quien parece más sincero
tiene más de doblado que sencillo,
según se conoció destos salvajes,
que por exteriores apariencias
daban de sencillez alguna muestra
sin uso de los tratos fraudulentos;
y como les pidiesen para guias
y para cargas indios que llevasen
el Juan de Céspedes y sus soldados,
entraron en consulta, y acordaron
gutallos á los Panches, nación fiera,
implacable, feroz y temeraria
I 18 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en el acometer á cualquier gente,
por ser carnes humanas su sustento ;
y tan sin pesadumbre se metian
entre contrarias armas en la guerra,
como perros en tímidos venados.
Plaga cuotidiana de los Moscas
que, con ser en poder superiores,
y los caribes Panches, en respeto
de tanta multitud, angosta copia,
temblaban dellos, porque los tenían
por fieras indomables, y sepulcros
sus impias entrañas de las suyas.
Y ansí, para seguro de’ su tierra,
que con la desta gente confinaba,
tenia Bogotá sus guarniciones
en Tibaquí y en Ciénago y en Fosca
de ciertos indios que llamaban Guechas»
hombres valientes y determinados,
de gran disposición , sueltos y diestros
y en lo que convenía vigilantes.
Éstos andaban siempre trasquilados,
horadados los labios y narices ,
y á la redonda todas las orejas,
y canutillos de oro fino puestos
atravesados por los agujeros,
y de labios y orejas eran tantos
cuantos habían muerto de los Panches
cualquiera de los Guechas en la guerra.
CANTO CUARTO.’
U9
Los Moscas, pues, tiraron á dos hitos
en los encaminar por esta via,
diciendo : si vencieren los cristianos,
los Panches quedarán de tal manera
que sin dificultad en los restantes
vengaremos agravios recibidos;
y si quedaren muertos estos pocos,
con más facilidad de los que quedan
podemos triunfar y compelelles
á que nos dejen libre nuestra tierra.
Con este presupuesto caminaron
via de Tibaquí, Señor sujeto
al rey de Bogotá , donde el cacique
los recibió con ledas apariencias,
y proveyó las cosas necesarias
á ellos y’á los Moscas que venían
en servicio de nuestros españoles.
Y un Guecha principal, maravillado
de ver la nueva gente y el intento
de se meter tan pocos en los pueblos
de la generación dura y horrenda,
habló con Juan de Céspedes aparte,
mediante lengua que lo declaraba,
y dijo :
—« Peregrino, para mientes
que te llevan á gentes indomables,
malas, abominables, carniceras,
que como bestias fieras despedazan
las ánimas que cazan, y se ceban
120 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
dellas cuando las llevan á sus casas;
y aun si las rojas brasas son absentes,
ensangrientan los dientes importunos,
y si hacen algunos regocijos,
comen sus propios hijos y mujeres.
Verás por donde fueres destos males
reliquias y señales á sus puertas.
Son gentes descubiertas , sin ropaje,
pobre nación salvaje, vil, proterva,
de venenosa hierba guarnescida
que priva de la vida brevemente.
Yendo con poca gente, ten por cierto.
que tú quedarás muerto con los tuyos.»
El Céspedes, mostrándosele grato,
porque le parescia su consejo
jr fundado debajo de buen celo,
le dijo:
—«Capitán, puesto que sea
el riesgo que me dices evidente,
no tengo de volverme sin que vea
el rostro y el meneo de esa gente;
y la prosecución de la pelea
descubrirá quién es el más valiente;
pero de mí podrás estar seguro
que no me comerán, porque soy duro.»
El Guecha se holgó con la respuesta
del nuevo huésped , que representaba
CANTO CUARTO.
121
ser la correspondencia de sus obras
igual á sus magnificas palabras.
Con lo cual se retrajo cada uno
al reposo y hospicio señalado r
porque ya los diurnos resplandores
encubría la noche con sus alas ,
el curso de la cual fué repartido
por cuartos á soldados vigilantes;
y cuando ya venia descubriendo
por sus purpúreas puertas el Aurora,
prosiguen el camino comenzado,
cubiertos caballeros y caballos
de las colchadas armas, y peones
ansimismo sayetes estofados,
desnudas las espadas cortadoras,
los cóncavos escudos embrazados,
porque decían ser breve distancia
los indios que llevaban para guias,
cuyos pálidos rostros daban muestra
del temor grande que los ocupaba,
pensando que ya veian los horribles
rostros de sus antiguos enemigos ,
do no su voluntad, mas el mandado
del señor Tisquesuzha los llevaba.
Entraron desta suerte por la tierra
de la nación cruel y furiosa ,
y en los primeros pueblos donde dieron,
ningunos moradores se hallaron ,
122 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
porque, según las muestras, les habían
dado noticia los fronteros Guechas
de la venida de los que llamaban
los Ochies ó los Soagagoas
(que son hijos del sol en lengua mosca),
y estaban más adentro retraídos
en otra población más extendida,
donde se congregó toda la tierra
para salir á dalles la batalla,
después que por espías entendiesen
que ponían los pies en su terreno.
Y ansí los españoles, sospechosos
de ciegas emboscadas en los pasos
angostos y asperezas del camino,
fueron con gran aviso caminando
por una loma rasa, desde donde
podia divisar cualquiera’vista
buena distancia sin impedimento
de monte que tuviese contrapuesto;
mas no se tardó mucho sin que viesen
ondear muchedumbre de penachos ,
según en espesura las espigas
lanuginosas de carrizos altos
por espacioso curso de algún rio
que con sus soplos inquieto viento
á movimiento trémulo compele;
pues tales parecían las cimeras
de cinco mil gandules embijados ,
gente robusta , suelta y alentada ♦
CANTO CUARTO.
12*
de gran disposición , horribles gestos ,
frentes y colodrillos aplanados ,
de tal suerte, que hace la cabeza
atravesado lomo por lo alto,
no por naturaleza, mas por arte ,
entablándolas desde que son tiernas
hasta que se endurecen desta forma.
Narices corvas por la mayor parte,
•cortados los cabellos por la frente,
pero por las espaldas algo largos.
Traían tan formados escuadrones
y con tal regulada disciplina ,
como si fuera banda de tudescos;
unos dellos cubiertos con paveses
y multitud de dardos á la mano
que mujeres armígeras traían :
otros con picas largas y con mazas
pendientes de los hombros asimismo:
otros con fuertes arcos y con flechas :
otros fundibúlanos, proveído
zurrón dé lisas piedras y.redondas :
otros también traían cebratanas
y aljabas de saetas emplumadas
que violentos soplos despedían ;
pero ningunos jáculos sin hierba
que con rabioso fin amenazaba.
Viendo los nuestros, pues, la fiera hueste
y el orden que traían los salvajes,
124 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
GooQle
en la más ancha parte de la loma
se congregaron y hicieron alto;
y el Juan de Céspedes, con aquel brío
“que solia tener en estos trances,
puestos los ojos en los compañeros,
con gracioso donaire les decia:
«¡ Ah caballeros! ciertos son los toros,
que se quieren probar con los alanos:
si quisierdes que larguen los poporos,
abrid los ojos y apretad las manos;
anden los golpes prestos y sonoros,
los brazos listos y los pies livianos,
espada corte., lanza no se embote,
y mire cada cual por el virote.
»La nata somos deste mundo nuevo,
según las maravillas hechas antes,*
que con feridas es de poco cebo
este feroz tumulto de gigantes,
y pues con la mitad dellos me atrevo,
muy bien os averneis con los restantes.
Dejémoslos llegar á los beodos,
que ellos se volverán, aunque no todos.
«Porque, mediante Dios, aqueste dia
ha de ser para ellos aciago,
y habrán por bien cesar de su porfía
después que reconozcan el estrago.
La señal del romper ha de ser mia;
al tiempo que dijere: ¡Santiago!
CANTO CUARTO.
12*
adelante la gente que atropella ,
y sigan los peones nuestra huella.»
En este tiempo ya los enemigos
a paso lento y orden atentado ,
hechas dos mangas largas que ciñeron
la una y otra parte de la loma,
distaban poco de los españoles,
y con el gran temor, los indios Moscas
se metian debajo los caballos ,
y algunos dellos, por no ver visiones >
disimuladamente se hurtaron
antes de conmenzarse la batalla,
y no pararon hasta verse dentro
de Bogotá, y allá, sin haber sido
testigos del conflicto , certifican
haber sido los Panches vencedores
y cebado sus vientres detestables
en todos los católicos que fu eron;
porque las experiencias que tenían
desta fiera nación, les prometía
su falsa presunción ser infalible.
Mas engañóles esta confia nza,
porque los nuestros, viendo coyuntura
y lugar apto para rompimiento ,
el Céspedes alzó la voz , diciendo :
/ Santiago y á ellos, caballeros l
Baten luego las piernas los jinetes,
ellos y los caballos bien armados,
136 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA,
y rompen por aquella muchedumbre
de bárbaros opuestos con paveses,
que, siendo del encuentro furioso
de los lozanos potros embestido,
caen unos sobre otros dando vueltas,
y aquí y allí confusos y tendidos
como golpes de leños mal compuestos ,
sin orden, en montón , asobrunados
que tales parecían, sin valerse
de manos ni de pies el avanguardia,
adonde los peones presurosos
emplean á su gusto las espadas,
piernas, brazos , cabezas cercenando ,
según el labrador que , ya caídos
los glandíferos robles ó chaparros,
va cortando las ramas, y asi quedan
dispuestos para fuego solamente;
que no menos quedaban por la loma
cuantos precipitaban los caballos;
y los que los regían y menean
las lanzas con destreza memorable ,
rompen ijares, pechos y costillas
de los que parecían principales
y más se señalaban, animando
la gente popular de sus escuadras
que, ya más afirmados y compuestos,
el ímpetu sostienen con las picas,
desembrazando jáculos y piedras
que sobre todos ellos descendían
CANTO CUARTO.
127
( no menos que nubadas de zorzales
á rubicunda fruta de madroño,
ó á la de pomíferos olivos),
en tanto grado, que de las cubiertas
de los caballos y de los jinetes
pendían tanto número de flechas
como garrochas fijas en el toro
que lidia gran caterva de villanos.
Y en esta presurosa coyuntura,
alguna gente del siniestro cuerno
tomaba lo más alto de la loma
en tal manera, que por do subían,
podían á la gente baptizada
ganarles las espaldas sin contraste.
Mas Juan de Sant Mantin, caudillo diestro,
y no menos que Céspedes cursado,
le dijo:
—a Gran caterva nos rodea
que no con mal ardid se nos atreve;
aquí, para dar fin á la pelea,
cumpla vuestra merced con lo que debe ,
pues hay necesidad que yo provea
contra la haz que por aquí se mueve,
que bien es menester acudir luego
antes que puedan entablar el juego.»
Céspedes al amigo le responde:
«Paréceme, señor, consejo sano
ia8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
el acudir á tales coyunturas,
tanto más útil cuanto más temprano,
antes que nos ocupen las alturas;
principalmente, yendo vuestra mano >
tememos las espaldas bien seguras.
Lleve vuestra merced á los efectos
aquellos que le fueren más aceptos.»
El Juan de Sant Martin convocó luego
ájuan de Albarracin y á Galeano,
á Domingo de Aguirre y á Salguero,
y doce validísimos peones
que, puestos al encuentro de la gente,
ganosa de probarse con la nuestra ,
se comenzó la lid sanguinolenta
contal obstinación, furor y saña,
que cuanto más estrago se hacia
en la salvaje turba temeraria ,
con tanto más denuedo se metian
por las mismas espadas y las lanzas;
y la lluvia de piedras y de tiros
venia tan espesa como gotas
que resultan de peñas combatidas
del mar impetuoso cuando quiebra
en ellas la soberbia de sus olas,
y de los céfiros arrebatadas
se esparcen por las playas, embistiendo
al caminante que forzosamente
por la ribera hace su viaje.
CANTO CUARTO.
129
Y así los animosos españoles
con gran dificultad se sustentaban,
falsados los escudos, y los brazos
molidos de los golpes ponderosos,
de suerte que se via claramente
la quiebra de sus fuerzas y cansancio;
y el Juan de Sant Martin reconociendo
los tajos y reveses ser remisos
y tardíos, alzó la voz diciendo:
((;Oh gente noble, clara y ortodoxa !
En riesgo y en peligro semejante
os mostráis tibios y la mano floja!
Cobrad, cobrad vigor y buen talante;
españoles, virtud, no quede coja
ni se resfrie, porque, Dios mediante,
este tumulto que nos es molesto
muy quebrantado lo veremos presto. »
Estas breves razones fueron parte
para restituilles sus ardores,
así como la vela recien muerta
cuyo pábilo queda humeando,
que luego que es tocado de la llama ,
con gran facilidad es encendido ;
que no menos lo fueron en el punto
que la lumbre pasó por la memoria
de las victorias antes adquiridas.
Y ansí con nuevo brio tal estrago
– XLIV- 9
I JO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
hacían por la rústica caterva,
que perdieron las hierbas sus verdores,
cubiertas del profluvio de la sangre
y multitud de miembros palpitantes.
Don Juan de Sant Martin el asta juega
con presta y admirable vigilancia,
sin desviar los golpes de la parte
do los encaminaba su deseo,
con menoscabo grande de las vidas
de bárbaros que más se señalaban.
Entre los cuales uno se mostraba
con más autoridad y más severo,
alto, robusto , fiero y riguroso,
en las reprehensiones animando
á los que con tibieza se movían.
Del cual el Sant Martin reconocía
ser el más principal, según las muestras,
y que le convenia brevemente
abatir su coraje y osadía ;
mas esperaba buena coyuntura,
porque con el tumulto contrapuesto
su brazo no quedase defraudado
del mortífero golpe que prepara.
Y así como lo viese más á mano,
el caballo hirió de las espuelas,
rompiendo con veloz arremetida
hasta pasar por él, y de camino
la lanza le metió por el un hombro ,
y el hierro le salió por el costado ;
CANTO CUARTO.
•de suerte que, después de dar un grito ,
la tierra sacudió como si fuera
ramosa planta que del alto monte
para tablas y cercos precipita
el oficial del corvo carpintero.
Cuyo remate visto por aquellos
que le reconocían vasallaje,
heridos de temor se derramaron
desgalgándose por la cuesta abajo,
según junta de perros que ladrando
iban tras quien pasaba por la calle;
el cual , en su defensa diligente,
desembrazó la piedra resonante,
y al uno lastimó de tal manera ,
que, oyéndolo gemir, huyeron todos;
pues de este modo la caterva fiera,
asombrada del grito postrimero
del que pensaban mal ser invencible,
á paso presuroso dio la vuelta,
en busca de refugio cada uno
por do mejor podiaconcediendo
á nuestros españoles la victoria,
que fué por todos ellos conocida;
pues en el mismo tiempo ya tenia
el Juan de Céspedes desbaratado
el número mayor de los salvajes.
En cuyo rompimiento se hicieron
suertes miraculosas aquel día,
con admiración grande de los Moscas,
132 HIST. DEL N. R. DE. GRANADA.
que, recogidos en lugar más alto,
vieron bien el conflicto riguroso
y ios heroicos hechos y hazañas
de ios insuperables peregrinos.
De los cuales, aunque ninguno muerto,
doce de ellos quedaron mal heridos,
y de estos uno fué Juan de Montalvo ,
que con su barba blanca y honorosa
hoy vive y autoriza real plaza.
Quedaron seis caballos ansimismo
de dardos y de flechas lastimados ,
y ocurrieron al pueblo más propincuo
de los que se hallaron despoblados,
á socorrerse del ardiente hierro,
que se tiene por eficace cura,
y adonde del trabajo padescido
quisieran descansar aquella noche.
Pero los moradores que cercanos
estaban por cavernas escondidos ,
siempre los molestaron con rebatos,
el tiempo que duraron las tinieblas,
con tal obstinación, que fué forzoso
estar todos en pie y apercibidos,
las armas en la mano, y ensillados
y sin desenfrenarse los caballos.
Y cuando ya la roja cabellera
de la febea frente descubría
sus claríficos rayos, desterrando
CANTO CUARTO.
13 3
el tenebroso humo de la noche,
determinaron de salirse fuera
del belicoso suelo, por dar cura
con más seguridad á los pacientes ;
mas no por el camino que vinieron,
sino por una sierra montuosa ,
por abreviar camino, siendo guias
los Moscas que traían de servicio.
Y antes de comenzarse la subida,
vieron venir un Panche dando voces,
de gran disposición y horrible gesto,
solo, sin otras armas en la mano
que macana de palo ponderoso;
y ios nuestros , creyendo ser mensaje,
ó para dar la paz ó mayor guerra,
pararon todos é hicieron alto,
con intención de conocer la* suya.
La cual él hizo luego manifiesta,
pues por salutación, en el primero
dellos que se halló más á la mano ,
á quien llamaban Juan de las Canoas,
el palo descargó con ambas manos,
que, como vio venir el golpe, puso
la cóncava rodela por delante
donde lo rescibió; mas el escudo
quedó desmenuzado, como cuando
de fulminoso fuego que desciende
de la región aérea fué tocado
el duro material que lo deshace,
134 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
y las briznas y astillas van volando,
por una y otra parte divididas.
Y aunque mozo robusto y animoso,
faltóle fuerza para sustentarse
sobre sus pies , y con obscura nube
de que sus ojos fueron ocupados,
cayó desacordado y aturdido.
Lo cual visto por nuestros españoles r
acometiéronle por todas partes,
y el Céspedes á voces les decía
que por ninguna vía lo matasen,
sino que sin herillo lo prendiesen,
por saber la razón de su locura.
Mas el soberbio Panche con el leño
y portentosa fuerza se defiende ,
los unos y los otros oxeando
con buen compás de. pies y gallardía y
según maestro práctico de esgrima
que en plaza pública se desenvuelve,
jugando de floreo con montante,
rodeado de gente que lo mira,
que porque no les toque revolviendo,
los unos y los otros se retrahen,
dejando campo desembarazado
donde pueda jugar á su contento ;
que bien desta manera lo hacían
aquellos que tentaban de prendello ,
cada cual resguardando su cabeza.
Mas Juan Rodríguez Gil, mozo valiente,
CANTO CUARTO. I35
de monstruosas fuerzas, corpulento,
en viendo tiempo, dio véloce salto
por las espaldas del, y con los brazos
nervosos lo ciñó por los ijares ,
según el torvo tigre que, rastrando
el pecho por el suelo , sin ruido
se va llegando para hacer presa
en ancas de cornígero juvenco,
y con velocidad imperceptible,
subiéndose sobre él, asió las garras,
y el mísero novillo por librarse,
da brincos y corcovos, brama , gime ,
sin se poder valer ni aprovecharse
del arma que le dio naturaleza.
Desta manera lo tenia preso,
sin le dejar usar de la macana,
que con dificultad se la quitaron
los otros compañeros de las manos,
ligándoselas luego con esposas
y pendiente cadena del pescuezo.
Y el Juan de Céspedes con una lengua
mosca que declaraba los acentos,
pregunta :
«Dime, bárbaro valiente,
¿cómo te poseyó tan gran demencia
que, siendo solo contra tanta gente,
presumieses venir á competencia?
Porque moverte tú tan solamente
sin emboscada dé mayor potencia,
l}6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
no me paresce vero testimonio,
y si lo es, tú debes ser demonio.»
El indio le responde :
«Yo soy hombre
por tal y por mi nombre conoscido,
y aquí donde resido fui criado.
Antier me fué forzado salir fuera,
y ayer, que no debiera, ya muy tarde,
vi con temor cobarde gente Pancha
que nunca de tal mancha tuvo nota.
Dijéronme ser rota y abatida,
privando de la vida muchos buenos
vosotros que sois menos, y tan pocos
que no tuve por locos desconciertos
pensar dejaros muertos por mi mano,
en pago de un hermano y de un tío
y un mozo hijo mió, y otras gentes,
mis deudos y parientes, cuya muerte
me turbó de tal suerte, que con saña,
sin convocar compaña de los tristes,
intenté lo que vistes por las muestras
cuando probé mis fuerzas con las vuestras.»
Todos de ver el término soberbio
y atrevimiento con que les hablaba,
quedaron admirados, y quisiera
el Juan de Céspedes que lo llevaran
á Bogotá ligado con prisiones;
CANTO CUARTO.
*37
mas Juan de las Canoas que corrido
estaba por habello derribado,
con otros compañeros impacientes,
luego que el capitán volvió la suya,
al indio le cortaron la cabeza,
que por los indios Moscas fué guardada,
y en certificación de la victoria,
con gran solemnidad y regocijo,
con otras la metieron en su tierra ,
para donde los nuestros se partieron
atravesando por aquella sierra.
Y para ver si por aquella via
la hallarían para los caballos
hasta salir á la sabana rasa,
envió Céspedes á Juan del Valle
y ájuan Rodríguez Gil, mancebos sueltos,
que fuesen descubriendo y aguardasen
en las insuperables asperezas.
Y ansí fueron los dos siempre delante,
apartados del cuerpo de la gente,
distancia quesería media legua,
por una senda vieja, mal trillada,
y de una y otra parte monte espeso,
pero tal que podían ir las bestias,
las unas tras las otras enhiladas.
É yendo con aviso , como suelen
aquellos que recelan emboscada,
vieron veinte gandules bien armados
que por ella venían con recato;
I38 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.
y como fuese cosa creedera
tener puesta celada más adentro,
embrazan las rodelas y echan mano
con brioso valor á las espadas,
poniéndose á los lados de la senda
uno frontero de otro, de manera
que el camino quedaba de por medio.
y por señas llamaban á los indios
que se llegasen más, si los buscaban.
Mas ellos, asentándose en el suelo,
una cruz enseñaron y una carta,
por donde conoscieron ser mensaje
que desde Bogotá les enviaban,
y ansí pararon hasta que llegase
la gente que venia caminando;
y el capitán, la carta rescibida,
á todos la leyó públicamente,
cuya sustancia fué la que se sigue:
«De vuestro bien ó mal somos inciertos.
porque los indios Moscas fugitivos.
que con vosotros fueron á los puertos
y sierras desos bárbaros nocivos
nos han certificado que sois muertos,
que no permita Dios, pero los vivos,
aquesta carta vista y entendida,
abrevien lo posible su venida.»
Entendida por todos la congoja
CANTO CUARTO.
*39
en que la mala nueva los tenia,
esforzáronse sanos y heridos
á los desengañar por su presencia,
dándose cuanta priesa fué posible
en salir á terreno descubierto.
Y así, dos ó tres días después desto
á Bogotá llegaron, donde fueron
los unos de los otros rescebidos
con placer á medida del deseo,
igual en todos de se ver los rostros.
É ya fuera de riesgo los que fueron
heridos en la guerra de los Panches,
parecióles dejar aquel asiento
de Bogotá y, el campo todo junto,
ir á buscar las minas de esmeraldas,
de que tenían ya clara noticia.
Y en confianza de las buenas guias
que, según las preguntas y respuestas,
no se movían con incertidumbre,
pusieron en efecto la partida.
Cuyos sucesos callo de presente,
pero, mediante Dios, haré memoria
dellos en otro canto, pues aqueste
aquí será razón que se concluya.
y
CANTO QUINTO
Donde se da razón cómo, después que salieron los españoles de
Bogotá , descubrieron otras populosísimas provincias , donde
por la mayor parte los recibían de paz.
Tiempo, paciencia, prontitud, cuidado,
son los rastreros con que se descubren
las cosas más ocultas y encerradas;
y ansí los que se ven en tierras nuevas,
mayormente de muchos naturales,
si no toparen luego montes de oro,
no dejen de tener perseverancia,
que del primer voleo mal se pueden
penetrar los secretos, y con ella
lo que no se ve hoy se ve*mañana.
Pues aconteció ya por falta desta,
dejar próspera suerte de las manos,
con esperanzas de mejor empleo,
y quedar de uno y otro defraudados.
Lo cual aconteciera ciertamente
á los que descubrieron este reino,
I4> HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
si, como lo intentaron por dos veces,
bajaran de las sierras á los llanos,
sepulcro y perdición de las armadas
que por ellos han ido descubriendo
por parte de Cubagua y Venezuela ;
mas el General sabio, como viese
tan buena muestra de oro y esmeraldas
entre los indios Moscas, siempre tuvo
por cierto ser allí su nacimiento,
y no venir por via de rescate,
según á los principios se pensaba.
Y ansí, como tuviese de costumbre
de preguntar particularidades
á gente nueva menos recatada ,
á uno preguntó dónde hallaban
aquellas piedras verdes que los indios
le daban, de las cuales hizo muestra.
Y un mozo respondió que en Somendoco,
menos de doce leguas de camino
del sitio donde estaban rancheados.
Lo cual oido por el Licenciado ,
comunicólo con los capitanes ,
y acordaron de ver aquel terreno
que las preciosas piedras producía.
Dejaron, pues , aquel, y de viaje
dieron en Bojacá, cacique rico,
cerca de Bogotá , porque no quiso
i líos á visitar como los otros :
¥B*g\
CANTO QUINTO. 143
y allí tomaron sin haber defensa
más de quinientas piezas para carga ,
y cantidad de ropa de sus telas,
ningunas hasta allí de más fineza.
Y en continuación de su jornada,
pasaron por aquellas poblaciones
grandes de Teusacá y de Guasca Uzaque,
admirados de ver que donde quiera
hervía multitud de naturales,
cuyos caciques y gobernadores
les salían de paz y rescebian
con grandes ceremonias y respetos;
y cuanto más adentro caminaban,
pueblos más poderosos descubrían;
porque llegaron al de Guatabita,
de gran fuerza de gente pertrechado ;
pero también allí los rescibieron
con dones y apariencias amigables.
Y despedidos del, siguiente día
fueron á Chocontá, pueblo potente,
donde no fueron menos regalados;
y era frontera contra los de Tunja,
porque los términos se remataban
de lo que Bogotá señoreaba
en aquesta ciudad, á quien llamaron
del Spiritu Sancto, porque en ella
tuvieron esta Pascua sacrosanta.
Y la festividad solemnizada,
entrando por los términos de Tunja,
144 HIST* DEL N- Rl DB GRANADA.
fueron á Turmequé, pueblo cercano
de ios de Chocontá, y en él habia
innumerable cantidad de gente,
porque el Señor de Tunja, que distaba
de aquellas poblaciones cuatro leguas,
allí tenía grandes guarniciones,
por las antiguas guerras y contiendas
que tenían aquestos dos Señores,
á quien obedescian los restantes
caciques principales de sus reinos.
Mas de las competencias destos reyes
ios nuestros estuvieron ignorantes
gran espacio de tiempo, sin que nadie
oyese decir Tunja, ni supiesse
quién era ni en qué parte residía;
aunque se detuvieron en el sitio
de Turmequé buen número de dias,
donde los veneraban sus vasallos
como si fueran dioses, sahumando
á cada cual con las especies mismas
usadas en sus torpes santuarios,
que dellas es el moque, cierta fruta
que tiene parescer de cabrahigo,
en el olor más grave que gustoso.
Y puesto caso que les preguntaban
por algunos secretos á vecinos
las lenguas que tenían cohechadas,
nunca jamás del rey dieron noticia,
ni de la gran riqueza que tenía.
CANTO QUINTO.
M5
En efecto, salieron deste pueblo
á quien llamaron el de las Trompetas,
por cuatro que hicieron de las paylas
gastadas de servir en las cocinas,
para poder mejor autorizarse
en su campo con clásico sonido,
y comer, como dicen, con trompetas.
Llegaron, pues, al pueblo de Isabuco,
de no menos potencia que el pasado,
y dia de Sant Juan fueron á Tenza,
también de vecindad engrandecida,
llamándolo del nombre de aquel dia
en que fué su pacífica llegada.
De allí fueron á dar en Garagoa
y Ubeita, do pararon por ser casas
las que por allí tienen talantosas.
Y por estar ya cerca de las minas
do decían sacar las esmeraldas,
envió allá ciertos soldados ,
de los cuales hoy vive y es presente
Paredes Calderón, siendo caudillo
un Juan de Albarracin, para que viesen
la verdad y trajesen certidumbre.
El cual, en cumpl imiento deste mando,
llegó con los soldados que llevaba
á Somendoco y á las altas sierras
do las preciosas piedras se sacaban,
y desde donde vieron claramente
– XLIV – 10
146 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
buena parte de los inmensos llanos,
según la vista pudo dar alcance;
y al parescer de todos era breve
para llegar á ellos la jornada;
lo cual se deseaba por extremo,
porque se presumia ser aquello
terreno de grandísimo momento,
como gente que nunca los anduvo,
según los que gastamos largo tiempo
sin descubrirse cosa que no fuese
hambre, calamidad y desventura
al menos en invierno, que en verano,
como no falten perros y caballos,
venados y pescados nunca faltan.
Al campo finalmente se volvieron,
llevando buena muestra de las piedras,
y relación de cómo dieron vista
á campos de grandeza milagrosa.
Y el General y todos, deseosos
de ver lo que mostraban las llanadas,
á Juan de Sant Martin se le dio cargo,
con orden de volver á dar aviso
á lo más largo dentro de diez dias.
El cual puso por obra la partida
con peones y gente de caballo,
que no dudaban de poner el pecho
á la dificultad más evidente.
Y así pasaron yendo su viaje
CANTO QUINTO.
por Nengupá, terreno postrimero
de lo que corre lengua de los Moscas,
y atravesaron á las asperezas
laboriosas de los indios Tecuas,
diferentes en traje y en la lengua,
do hallaron un rio no muy ancho,
pero de tal furor en su corrida,
que para lo pasar el más brioso
se desnudó de toda confianza,
á causa de venirse desriscando
por peñas descubiertas y cubiertas
con tan impetuoso movimiento,
que el agua cristalina no se via
con multitud de espuma, de la suerte
que en las nevadas sierras acontesce
quedar plantas y hierbas blanqueando.
Y para buscar paso más quieto,
fueron cinco soldados más abajo,
los cuales encontraron con un indio,
descuidado de ver en aquel suelo
hombres extraños y de barba larga,
y á prima fronte deste sobresalto
quedó con el horror que caminante
cuando se ve de fiera salteado,
que, viendo no poder asegurarse
con fuga de los pies, se desenvuelve,
y á las manos comete su defensa.
El bárbaro feroz desta manera,
estando de los cinco rodeado ,
LiOOQle
148 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
con un astil pesado se menea
con furia y apariencia de demonio ,
pues dellos lastimó los tres ó cuatro ,
á causa de querer tomallo vivo
para que fuese guia del camino;
mas’él se defendió por un buen rato,
y al fin se diqron maña , sin herillo,
cómo lo derribaron, y arrastrando t
á todos los llevaba por la cuesta
que declinaba hacia la corriente
del peñascoso río, forcejando
con manos y con pies y con rodillas r
no sin coces, puñetes y bocados,
y aun alguno gritó porque le hizo
los testículos cortos algo largos;
pero con todo esto fué rendido
y sin ejecución amenazado.
É ya después por señas amigables
le dieron á entender que no querían
sino que les mostrase por adonde
en aquel rio hallarían paso.
El cual les enseñó no lejos dellos
una puente tejida de bejucos,
pendiente de los árboles más altos,
invención que ninguno dellos vido
en peregrinaciones atrasadas;
y ansí pasar por ella no quería
hombre de cuantos iban en el campo,
porque además de ser fábrica frágil,
CANTO QUINTO.
149
zarzo mal hecho con las mallas largas,
sospechaban haber algún engaño,
y ser alguna fraudulenta trampa.
Mas Juan Rodríguez Gil, más atrevido,
subió para mirar las ligaduras,
y pareciéndole bien las amarras,
fuelas tentando, yendo poco á poco
(aunque con los vaivenes de columpio),
hasta llegar á la contraria banda;
y hecha ya la salva y experiencia ,
pasaban uno á uno con gran tiento,
pero con descontento todavía,
por no tenello para los caballos;
y ansí por donde el agua parescia
en alguna manera más quieta,
fueron de parecer aventurallos;
para lo cual fué cosa nescesaria
pasar primeramente quien llevase
un cordel ó cabuya que doblada
alcanzaba la una y otra playa,
para que quien tomase la ribera
tirase de ella como de cabestro
al tiempo de pasar cualquier caballo,
y acá no les faltase donde asi líos,
á veces recogiendo p alargando,
sin que de todo punto se soltase
de la una ni de la otra parte
hasta tanto que los pasasen todos.
150 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA
Deste remedio sólo se podía
usar; pero ninguno se hallaba
que no temiese de tentar el vado,
sino fué Diego Gómez, lusitano,
experto nadador y para mucho;
el cual se aventuró, mas la corriente r
sin valelle su fuerza, lo llevaba
de una en otra peña maltratado
de tal manera, que los compañeros
ya no hacían cuenta de su vida;
pero su gran valor y buena maña
en aqueste peligro pudo tanto,
que sin soltar la soga de la mano,
venció la gran soberbia de las aguas
y tomó la ribera deseada.
Adonde por el orden referido
y con voces y gritos animados,
pasaron los caballos uno á uno,
siendo del portugués acabestrados ;
y aquesto hecho, no sin gran fatiga r
sus amos se volvieron á la puente
para pasar las sillas y fardaje.
En esto consumieron aquel dia,
y el siguiente pasaron adelante
por tierras asperísimas y faltas
ansí de gente como de comida,
raros los moradores, y apartados
los unos de los otros largo trecho.
CANTO QUINTO.
É yendo dos soldados descubriendo
camino por do fuesen los caballos,
encontraron dos indios con macanas,
y queriendo tomallos para guias,
sin asombrarse de la gente nueva,
de quien nunca por vista ni por fama
supieron, alistaron los bastones,
y del primero golpe que dio uno,
al español que más se le metía
le hizo la rodela dos pedazos.
El cual, viéndose della descompuesto,
extendió más la mano del espada,
y abrióle de revés el ancho pecho ;
cuya herida, vista por el otro,
mostró las plantas y escapó huyendo.
Y después que llegó la gente toda,
dieron en una casa, do tomaron
quince personas de promiscuo sexo,
entr’ ellas una india que doquiera
pudiera ser juzgada por hermosa, •
gentil disposición y rostro grave;
cosa común á todas las que tienen
de su beldad alguna confianza.
A ésta le llamaron Cardenosa,
por una dama que ellos conoscieron
en la costa del mar de Santa Marta.
Buscaron, pues, allí mantenimiento;
pero nunca se pudo hallar grano,
15a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
sino tortas algunas de casabe
con hormigas aladas amasadas,
que solas y tostadas ansimismo,
suelen comellas en algunas partes;
y al tiempo del tostallas en sus tiestos
huelen como quesillos asaderos.
Hallaron de maní ciertas labranzas,
y es una hierba que de las raices
están asidas pequeñuelas vainas,
no mayores que las de los garbanzos,
y dentro dellas tienen unos granos
que, fuera de la cascara, parescen •
meollos de avellanas propiamente,
y no menos lo son en el tamaño.
Éstos, tostados, tienen gusto bueno,
aunque si los comemos con exceso
después decimos : Dolet mihi caput.
Hácese dellos buena confitura
y turrón que paresce de piñones.
Allí, pues, preguntaron á los indios
por caminos que fuesen á los llanos
que se vían bien claros; en respuesta
se taparon los ojos todos ellos ,
significando que jamás llegaron
á ver aquella tierra, ni sabían
camino ni vereda por do fuessen ;
mas ellos no dejaron su viaje
á tino por aquella derescera,
CANTO QUINTO.
que los metió por montes inamenos,
pasos laboriosos y quebradas
r profundas, rodeadas de peñascos
á los humanos pies insuperables,
donde gastaron diez ó doce dias,
. sin hallarse recurso de comida,
ni rastro ni señal que denotase
haber habitación sino de fieras.
Al fin fueron á dar en cierto rio
muy más impetuoso que el pasado,
de más horribles peñas, embestidas
del embate precito de las aguas ;
y viendo que el decurso furioso
imposibilitaba su pasaje,
de parecer común, determinaron
volverse descontentos á su campo
por el camino que dejaban hecho,
cuya dificultad hizo más grave
la hambre, la flaqueza y el cansancio,
y ser de ningún fruto su trabajo.
Y habiendo ya sobre cuarenta dias
que por allí pasaron más enteros,
á Nengupá llegaron todos vivos,
aunque de la hambrienta pesadumbre
ellos y los caballos cuasi muertos.
Alli se rehicieron á su gusto ,
por ser terreno sano y abundante,
y enviaron á dar al Licenciado
entera relación de su viaje,
154 HIST» DBL N- R- DE GRANADA.
y de querer tentar por otra via
si la hallaban para las llanadas ;
á quien desde lá hora que las vieron
encaminaban todos su deseo,
midiendo por las buenas apariencias
dellas las poblaciones y el tesoro,
bien lejos (si hay alguno) de lo que ellos
pintaban en su mente si llegaran.
Y el Juan de Sant Martin con aquel frió,
con guías ignorantes fué calando
á poco más ó menos por la tierra
poblada de los Moscas, descubriendo
por ella generosas poblaciones,
y entre ellas la del valle Bagañique,
después llamado valle de Vanegas,
por lo que se dirá más adelante.
Y con frígido páramo bajaron
del alto que llamaron Puerto frió,
hasta venir á dar á las moradas
de Ciénega, que es hoy repartimiento
de Calderón Paredes, y los indios
alborotados, viendo nueva gente,
salieron al encuentro con sus armas,
con presunción de los tomar á manos
para los ofrecer en sacrificio
dentro de los inmundos santuarios.
Y á causa de ser dia proceloso
de lluvias y de vientos insufribles,
caminos ásperos y deleznables,
CANTO QUINTO.
155
los españoles no venían juntos,
antes, desensillados los caballos,
las sillas en los indios de servicio,
y cada cual el suyo de cabestro,
por do mejor podia cada uno.
Los bárbaros pusieron en aprieto
á los que estaban ya más en lo llano,
y Martin Galeano, como viese
en indios Moscas tanta desvergüenza.,
en cerro subió sobre su caballo,
y blandiendo la lanza detenia
el primer ímpetu con poco daño,
porque para sedar aquel tumulto,
más hirió con espanto que con lanza,
de ver aquel cornípedo no visto.
Mas esto duró poco, porque luego,
en oyendo la grita y alboroto,
bajaron á gran priesa ios restantes,
unos cayendo y otros resbalando,
y los indios tuvieron por seguro
dejalles el lugar desembargado,
el caudal que tenían, y la cena
y fuegos encendidos en sus casas,
socorro necesario por ir todos
del frígido rocío fatigados.
Allí hallaron buenas esmeraldas,
y á vueltas del rancheo de la ropa,
sobre quinientos pesos de oro fino,
156 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que tanta cantidad en ningún pueblo
pudieron recoger , por rescebillos
de paz y nunca selles quebrantada.
Y ansí los enviaron otro dia
al campo con dos hombres de caballo;
cuya muestra les dio no poco gusto,
debajo de sentir que hallarían
otros rancheos de mayor substancia,
reconosciendo ya, según lo visto,
que la distancia de la tierra fria
era mayor de lo que se pensaba;
y el campo se mudó de Garagoa,
al asiento de Ciénaga, de donde
el Juan de Sant Martin, con el intento
de salir á la tierra de los llanos,
había ya partido con su gente.
El cual, continuando su demanda,
pasó por Ciachoque y Tocabita,
y por el pueblo que se dice Toca,
á quien dieron por nombre Pueblo grande,
porque lo merescia su grandeza
en aquella sazón, y atravesaron
por el alto de aquella serrezuela
hasta venir hallar al que llamaron
pueblo de los Paveses, por los muchos
con que salieron á les dar batalla,
que fácilmente fueron descompuestos.
Y sin hacelies daño, se pasaron
á Issa, población donde decían
CANTO QUINTO. 157
haber algunos indios que trataban
con los que confinaban con los llanos.
Y estando rancheados, procurando
por guias que supiesen la derrota,
vieron venir un indio presuroso,
de sangre rubricados los vestidos,
recien cortada la siniestra mano
y las orejas ambas, y al cabello
asidas, que venia de Tundama,
á quien dicen Duitama comunmente,
cacique rico y hombre poderoso,
el más guerrero de los deste rey no.
Y el mísero gandul, puesto delante
de los Ochies á quien él buscaba,
en alta voz habló desta manera :
«Hijos del sol, yo vengo de Tundama,
por donde vuestra fama va tendida,
con relación cumplida de lo hecho,
beninidad de pecho con quietos
que quieren ser subjetos á sosiego:
lo cual sabido, luego como viejo
dije ser buen consejo que viniese
quien por Tundama diese paz y dones.
Tuvo reprensiones este voto,
y él, de razón remoto, por aquesto
amancilló mi gesto, y el tirano,
cortándome la mano dijo:—« Quiero
»que seas mensajero, declarando
158 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.
acornó les voy llegando destos frutos,
«porque son los tributos que yo pago
»y que lo que en ti hago por tenelios,
»hede hacer en ellos cuando vengan.
»Di que no se detengan, y en su via
»tú puedes ser la guia de mañana.»
No me falta la gana, gente santa,
y pues que no os espanta dura lanza ,
ordene la venganza vuestra diestra,
por ser afrenta vuestra más que mía.»
Oida la razón del miserable,
condoliéndose de su desventura
el capitán Cardoso, lusitano,
en este caso bien afortunado,
le curó las heridas que traia ;
y el Juan de San Martin incontinente
con aceleración mandó que fuesen
diez peones y siete de caballo,
de quien estaban todos confiados
ser poderosos para quebrantalle
al brioso cacique la soberbia;
pero llegados á Firabitoa,
supieron de vecinos de aquel pueblo
estar el indio bien apercibido
de gentes en guerrera disciplina
cursados, y pertrechos necesarios
para perseverar en su defensa,
según después se vio por experiencia,
CANTO QUINTO.
como declararemos á su tiempo.
Y así determinaron por entonces
de no llegar allá sino volverse,
reconosciendo que les convenia
mayor posible y otro fundamento.
Y porque también vieron, aunque lejos,
ameno valle que representaba
haber de naturales gran pujanza,
acerca de lo cual hubo preguntas,
y por ser población de Sogamoso,
á quien todos guardaban el decoro,
nunca tuvieron resolución dellas.
Volvieron pues á Issa, desde donde
las guias que tenian caminaron
á la mano derecha, diferente
camino del que siempre deseaban
para salir al llano repetido,
porque los adestraron por los pueblos
de Cuitibá, de Guáquira, de Tota,
y Bombaza, bojando la laguna
de Sogamoso, sin llegar al pueblo,
ni hallar el compás que se tenía
entre estos bárbaros por tierra santa.
Al fin por circuitos y rodeos
los trajeron los indios quince dias,
y cuando ya pensaban que salían
de los términos desta serranía,
que de su perdición fuera camino,
IÓO HIST. DEL N. R. DE GRANADA»
sus propios pies , ajenos del deseo,
entraron otra vez en Baganique,
no sin desabrimiento del engaño,
que fué para más gusto y alegría,
é yerro para más acertamiento.
Yendo, pues, caminando por el valle,
hallaron rastro fresco de caballos,
porque otros españoles de su campo,
siendo su capitán Fernán Vanegas
(segundo Mariscal deste distrito,
el cual después casó con Doña Juana,
de Ponce y de León estirpe clara),
habían por allí tomado prendas
que prometieron dar otras mayores
en acrescentamiento de ganancia.
Reconosciendo, pues, la cercanía
de Ciénaga, do el campo hizo pausa,
el Juan de San Martin, como debia,
– envió dos peones á decirles
lo que pasaba cerca del viaje.
Los cuales como ya llegasen junto,
y viesen humos sin aquel murmurio
común en todos los alojamientos,
creyeron que se estaban en Ubeita,
adonde los dejaron de partida
para venir allí, y así temieron,
considerando que los moradores,
CANTO QUINTO.
viéndolos solos, ejecutarían
en ellos los enojos del rancheo
pasado cuando los ahuyentaron ;
y por asegurarse deste riesgo, .
tomaron una mata por cubierta,
con intento que con la de la noche
volverían á quien los enviaba.
Y estando temerosos y confusos,
un asno que llamaban Marubare
(de quien he yo tratado largamente
en lo que se escribió de Santa Marta),
usó del mismo cante y armonía
que el otro de Sileno , cuando Lotis
la ninfa recordó del dulce sueño:
y fué de tal virtud aquel roznido,
que los dos desecharon el del miedo,
por dalles aquel son salvoconducto
para salir del monte sin recelo.
Y ansí llegaron á los aposentos
do hallaron algunos españoles,
y preguntando por la demás gente,
dióseles por respuesta cómo fueron
en demanda del rey llamado Tunja,
de quien habia dado gran noticia
un indio que prendió Fernaa Vanegas;
pero que no sabían el suceso.
Y para yo decillo será justo,
– XLIV – II
l6¿ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
por ser prisión de rey cuya pujanza
no tenia contraste de fortuna,
que se comience con moderno canto,
pues el proceso deste ya repugna
en pocas cosas detenerme tanto.
CANTO SEXTO
En el cual se trata cómo el general Don Gonzalo Jiménez de
Quesada tuvo noticia del rey de Tunja, y vino en. persona
con cincuenta españoles de pie y de caballo, y lo prendió por
su propia mano dentro del alcázar que tenía con dos cercas.
Caducas son las cosas deste suelo
y á caída sujetas las más sanas;
nadie confie del humano vuelo,
que son sus alas confianzas vanas,
pues contra potestad del alto cielo
no pueden sustentarse las humanas;
la cual suele con flacos instrumentos
abatir torres hasta los cimientos.
En verificación de lo que digo
buen ejemplo tenemos entre manos
de la prisión de un príncipe soberbio
de quien temblaban no tan sqjamente
las provincias sujetas á su yugo,
pero también aquellas cuyas fuerzas
164 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
no le reconoscian vasallaje.
Este era Tunja, ya varón anciano,
de gruesa y espantable corpulencia ,
aspecto torvo, rostro formidable,
sagaz, astuto, presto, diligente
en todas sus guerreras competencias ;
en las disposiciones del gobierno
señor en gran manera vigilante,
y en las ejecuciones del castigo
á toda crueldad precipitado ;
feroz de condición , inexorable.
Y ansí, por las alturas de la loma
al occidente puesta deste pueblo,
que de su nombre del es heredero,
tenía muchos indios ahorcados;
la cual por los antiguos españoles
la loma de los tales es llamada,
por la gran multitud de palos puestos
que hallaron en ella los primeros,
hendidos por los altos, do metian
al mísero paciente la garganta,
y quedaba pendiente hasta tanto
que el ánima del cuerpo se partía ;
demás de otros castigos con que todos
los de su reino, grandes y menores,
estaban, sin sentirse lo contrario,
á su voluntad prontos y ajustados ;
y mucho más después de la noticia.
que tuvo de que gentes extranjeras
CANTO SEXTO.
andaban por su tierra, que los suyos
con fraudes y cautela desviaban .
de la ciudad de Tunja do tenía
aqueste rey severo su vivienda.
Y era la vigilancia tan conforme
en todas las provincias por adonde
pasaban inquiriendo rica presa
(y por ventura no sin amenazas
á multitud de indios que dijesen
particularidades de la tierra,
de los cuales algunos estarían
con afrentosas muertes agraviados
de padres ó de hijos ó parientes),
que ninguno hallaban descompuesto
para falsar la llave del secreto
por aqueste Señor encomendado.
Mas como de los pechos lastimados
no salen tan de golpe los enojos
que no dejen reliquias encubiertas ,
y la fidelidad en estos tales
es á más no poder, y las pasiones
suelen reverdescer viendo la suya,
acontesció salir Fernán Vanegas
á buscar de comer en aquel valle
de Baganique con alguna gente,
y saqueó las casas despobladas,
entr’ ellas una que era.santuario,
en la cual se hallaron de oro fino
seis mil pesos en joyas y otras cosas.
l66 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.
Y el bárbaro señor destos caudales
que el valle gobernaba por el Tunja,
gran odio le tenia por haberle
muerto su padre, no sé por qué causa ;
y viendo que los nuestros le llevaban
las joyas y otras cosas que tenía,
salióles al camino con semblante
pacífico, sin otra compañía,
y al Vanegas habló mediante lengua
fiel que declaraba sus conceptos ,
cuyas razones son las que se siguen :
«Capitán, pues que llevas la hacienda,
con tan pequeña prenda no te alejes,
ni la persona dejes de quien era.
Ser vi rete doquiera, según estos
indios que llevas puestos en buen traje,
y son de otro linaje y otra casta.
Ser tu siervo me basta como ellos;
córtame los cabellos y el vestido,
no seré conoscido de los míos,
y sin los atavíos destos valles,
llevaréte do halles gran tesoro;
pues si pretendes oro y otros bienes ,
aquí presente tienes buena guia ;
caudal de gran cuantía te prometo.
Otro deste secreto nunca diera
razón, aunque muriera con tormentos,
porque son mandamientos y rigores
CANTO SEXTO.
de Tunja, de señores el supremo;
y aunque también yo temo su potencia
vuestra mejor esencia me asegura
y me da coyuntura que me cuadre.
Este mató mi padre con prisiones ;
tan buenas ocasiones de venganza
ninguno las alcanza que perdellas
quiera sin gozar dellas, y así digo
que si fueres conmigo y á su casa,
ternán en plaza rasa tus hermanos
donde henchir las manos de riqueza.
Requiérese presteza y armas buenas
por haber partes llenas de defensa
y gente que no piensa ser rendida.»
Oidas por Vanegas las razones
y por los compañeros que llevaba,
al indio regalaron y vistieron
según los otros indios de la costa.
También le cercenaron el cabello,
tocándole bonete colorado,
y con gran regocijo y alegría
á Ciénaga volvieron , donde estaba
el Licenciado con la demás gente ;
y dándole razón de lo que el indio
decia, fué por él repreguntado,
y afirmando por ciertos sus avisos,
el mismo Licenciado con cincuenta
soldados animosos, de los cuales
IÓ8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
serian de caballo veinticinco,
fueron por el camino que la guia
les iba señalando, dando priesa,
á causa de ser tarde, porque lleguen
con claridad á Tunja, cuyo dueño,
como de los sujetos á su mando
tuviese por momentos los avisos
de los pasos que daba nuestra gente,
supo cómo venían presurosos
á dar en la ciudad de su reposo,
y mandó que saliesen al encuentro
crescida cantidad de los pleoeyos
con algunos regalos de comida,
telas aventajadas, cudiciosas,
con que los detuviesen , entre tanto
que ponían en cobro la substancia
de lo que se venia rastreando :
pero cuando salieron los vecinos,
ya los nuestros llegaban á las casas
y á vista del cercado del cacique,
á tiempo que la luz del sol tenia
espacio de dos horas solamente
para dar conclusión á su jornada ;
cuyos rayos herían los bullios,
y dellos resultaban resplandores
deláminas y piezas de oro fino,
pendientes de las puertas , y tan juntas,
que siendo de los vientos meneadas,
daban unas en otras, y formaban
CANTO SEXTO.
169
retinte de sabor á los oidos;
aunque mayor lo daban á la vista
de nuestros españoles, que pasaron
á toda furia por los que traían
el cebo de regalos y preseas,
por ir á lo que más les importaba , \
con tal velocidad y ligereza,
que los pies igualaban al deseo
que traian de ver allí las manos,
no sin gran turbación y sobresalto
de aquella multitud innumerable
de gente que hallaron congregada
junto de los reales aposentos :
cuyo tumulto, grita y alboroto
era tan grande, que se confundían
sin que sangrienta lid se comenzase,
aunque todos con armas en las manos
de dardos y de picas y macanas;
mas no para que se valiesen dellas
más que el bonaso de su cornamenta,
antes quedaron todos como cuando
llega la tempestad inopinada,
y el vehemente soplo de los vientos
con procelosa pluvia sobresalta
á los más recogidos en sus casas,
faltándoles amparo fuera dellas,
y con perplejidad están suspensos
sin la resolución de cosa cierta ,
ó de dejar la trémula posada,
I7O HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
ó con aquel rigor salirse fuera.
Desta manera, viendo los caballos
y la soberbia de los extranjeros,
quedaron los más vivos cuasi muertos;
y el Tunja con la grande pesadumbre
de vejez y carnosa corpulencia,
imposibilitado de salvarse
por pies ajenos ni por suyos propios,
mandó cerrar las puertas del cercado,
guarnido de dos cercas que distaban
la una de la otra doce pasos,
y en la de más adentro grandes casas;
en una de las cuales ya tenía
en petacas liadas recogido
gran cantidad de oro que podia
llevar un indio solo cada carga,
las cuales arrojaban por encima
de la primera cerca sus criados,
sin advertir en ello nuestra gente,
por estar todos juntos á la puerta
del gran cercado por meterse dentro,
do tenían noticia del tesoro;
y apenas las petacas que caian
con él en tierra fuera de la cerca
eran llegadas, cuando de improviso
desparescian y de mano en mano
las trasponían por ocultas vías,
donde nunca jamás se halló rastro
por los inquisidores diligentes.
CANTO SEXTO.
171
En este mismo tiempo trabajaban
algunos por romper las ligaduras
y amarras de la puerta de la cerca
primera donde estaban detenidos;
y el alférez mayor, Antón de Olalla ,
joven de gran valor, con el espada
cortó nudos y vueltas intrincadas,
y dio portillo por do bien podían
entrar hombres á pie, y el Licenciado
bajóse con presteza del caballo,
y ambos con gran ardor entraron dentro,
desnudas las espadas, bien cubiertos
de los escudos, y en el mismo punto
en la segunda cerca se colaron,
la cual estaba sin impedimento,
siguiéndolos algunos de los nuestros,
haciéndoles espaldas, y en la casa
que más autorizada parescia,
rompiendo por gran número de gente,
se metieron los dos, y allí hallaron
al reyTunjano con severo gesto,
en un duho sentado, y en contorno,
en pie delante del, gentiles hombres
de los más principales de su reino;
y aunque vido venir los españoles,
estúvose quieto sin dar muestra
de sobresalto ni de movimiento,
con una presunción desvanecida
deque ninguno fuera tan osado
¡72 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que se atreviera por ninguna via
á llegar ni tocar en su persona.
Tal era la ventosa confianza
y el entronizamiento, que pensaba
que la veneración que le tenian
los suyos le tuvieran los ajenos,
sin atención á vueltas de fortuna
que por diversas vias va haciendo
siervos señores y señores- siervos;
mas el General luego y el Alférez,
reconociendo ser el que querían,
echaron mano del para sacallo
de enmedio de los suyos, con intento
de ponerlo con guardas á recado;
y el Tunja , viendo la descompostura,
á grandes voces dijo:
«¿Quién consiente
que en medio de mi gente, preso sea,
sin que nadie provea resistencia,
y que en vuestra presencia tengan éstos
téminos descompuestos y villanos?
Apareje las manos cada uno
y no quede ninguno destos locos,
pues son malos y pocos todos ellos.»
Aun no bien acabó de decir esto,
cuando de dentro y fuera del cercado
se levantó gran grita y alarido,
confusísimas voces y alboroto,
CANTO SEXTO.
l73
desenvolviéndose de todas partes;
y los peones que quedaban fuera
entraron á valer al Licenciado,
y lo mismo con este pensamiento
querían ya hacer los de caballo;
mas Gonzalo Suarez Rendon dijo:
« En ninguna manera nos movamos,
pues vemos fuera llenos los ejidos,
y desde este lugar adonde estamos,
podrán ser. fácilmente resistidos;
pero, señores, si nos apeamos,
quedamos como mancos y perdidos,
cuanto más que los hombres que están dentro,
bastantes* son para mayor recuentro. »
Y tuvo gran razón, pues aunque pocos
y de diversas armas, rodeados
de principales indios, trabajando
de quitalles el rey de entre las manos,
no pudieron salir con sus intentos,
antes con poca sangre derramada
lo defendieron valerosamente;
y de fuera los otros de caballo
andaban en contorno de la cerca
picando con las lanzas y asombrando
la multitud inmensa que venia,
hasta que ya la noche sobrevino,
y la caliginosa sombra della,
174 HI5T- DEL N- R- DE GRANADA.
ó voluntad de Dios, que es lo más cierto,
hizo no proceder en la porfía,
porque según la gente se juntaba ,
no digo yo con armas, mas con puños
de tierra que tiraran solamente
pudieran oprimillos y ahogallos.
Mas El tuvo por bien que su fe santa
prevalesciese contra Iqs abusos
de los enormes ritos y maldades
que contra la verdad se cometían
por estos engañados id olatras,
y que fuese principio de tan alta
fábrica y edificio soberano,
la breve mano destos españoles.
Los cuales, como viesen la molesta
grita y alborotado movimiento
en tácito silencio convertido,
pusieron centinelas por defuera,
y gente de caballo que velasen
con la solicitud y vigilancia
que para su seguro convenia,
y entregaron á guardas cuidadosas
al Tunja con algunas indias suyas
que lo sirviesen bien como solían,
dándole con halagos apacibles
de su libertad buenas esperanzas.
Y ellos, con el deseo del tesoro,
cuyas muestras les daban en los ojos,
de las pendientes joyas por las puertas,
CANTO SEXTO. 175
anduvieron con lumbres encendidas,
por ver si respondían las entrañas
á las exteriores apariencias;
y en una petaquilla rezagada,
que con el alboroto no pudieron
poner en cobro como las primeras,
hallaron ocho mil pesos de oro
finísimos de joyas diferentes,
y un ataúd de no menos quilates,
al modo de linterna su hechura
(dentro del unos huesos de difunto),
que pesó seis mil pesos, y en el mismo
vaso maravillosas esmeraldas;
y de láminas, águilas, chagualas ,
que colgadas estaban de las puertas,
se recogió tal suma, que montaba
ciento y cuarenta mil pesos cumplidos,
de lo que no pudieron con la priesa
sacar, por les entrar en el cercado
con más presteza de la que pensaban.
Hallaron ansimismo tres buhios
en forma circular , llenos de rollos
de finas telas, varias en colores,
de las que tributaban sus vasallos :
hallaron demás desto de verdosas
y coloradas piedras horadadas
infinidad de sartas á sus trechos;
cañutos de oro fino que servían
en fiestas de coronas ó rodetes,
176 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
con que los principales se ceñían
las sienes, las muñecas y gargantas.
Hallaron también grandes caracotes
marinos, de oro fino guárnese i dos ,
y estas eran las trompas ó cornetas
que se tocaban en los regocijos
y en los sangrientos trances de la guerra
los cuales, según hemos colegido.
venían por rescate de la costa
de gente en gente por diversas vias,
los cuales comp cosa peregrina
entre estos indios eran estimados.
Andaban, pues , allí las manos listas ,
y tan sueltos los pies, que parescian
que no los asentaban en el suelo;
acarreando cada cual al patio
aquello que hallaba de provecho;
y al tiempo que traían las preseas
de lo que relucía , van diciendo:
¡Pirú! ¡Pirú! ¡Pirú! buen Licenciado,
que, ¡voto á tal! que es otro Caxamalca.
Y cierto, si llegaran más temprano,
y más copia de gente que pudiera
escudriñar las casas principales,
cogieran grande suma de moneda;
pero con la cubierta de la noche
transpuso cada cual lo que tenia.
Y ansí, dia siguiente que se hizo
CANTO SEXTO.
177
aquella diligencia y escrutinio
que tiene la codicia de costumbre,
fué poca cosa lo que más hallaron;
pero tenían buenas esperanzas
acerca del rescate del cacique,
porque la guia les habia dicho
ser cifra la riqueza recogida
en respecto de aquello que él sabia
que estaba dentro de sus aposentos.
Mas aunque con halagos y promesas,
y algunas veces no sin amenazas,
importunado fuese con preguntas,
nunca jamás pudieron sacar jugo,
antes estuvo siempre tan protervo,
que pocas veces quiso dar respuesta
á cosa que le fuese preguntada ,
haciendo poca cuenta de halagos,
y menos de amenazas ni de fieros.
Mas no por eso se le dio disgusto
en cuanto le tocar á la persona,
ni se le defendió que no gozase
de todos los servicios y regalos
.de mujeres, criados y criadas,
sin que ninguno de los españoles
á las apetecer ojos alzase,
porque el General era circunspecto,
y mandaba guardalle su decoro
de Señor aquel tiempo que lo tuvo
detenido con guardas, sin prisiones.
– XL1V – • 12
I78 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Lo cual también usaba con aquellos
que constaba ser hombres principales;
y en sustentar la paz á quien la daba,
ningún capitán hubo más constante.
Y fué mal informado ciertamente
quien otra cosa dijo por escrito,
pues si deste Señor después se hizo
justicia, ó sin justicia, poca culpa
tuvo quien no lo vio, ni oyó, ni supo,
por estar él entonces en España :
hízola Fernán Pérez de Quesada ,
hermano suyo, no sin imprudencia
y estímulos de malos consejeros,
venidos de Perú, de cuya parte
pandetur omne malum. ¡ Dios quisiera
que nunca gente del en esta tierra
hubiera puesto pies á gobernallo!
Hubiéranse excusado pesadumbres,
pues todos ó los más que vienen traen
un olor y aun sabor de cherinolas.
Pero dejemos esto para cuando
pidiere coyuntura tratar delio ,
y volvamos á nuestro Licenciado
que, visto que la tierra descubría
más próspero caudal que se esperaba,
á Ciénega mandó tres de caballo
que llamasen la gente que allí estaba.
CANTO SEXTO.
I79
Y ya cuando llegaron al asiento,
el Juan de Sant Martin era venido,
y sabida por él la buena suerte,
á Tunja se partieron con el campo,
adonde se juntaron todos ellos
alegres y contentos con la presa,
y con espectativa de más bienes ,
porque quien dio noticia del de Tunja
también les declaró que Sogamoso
(á la tierra del cual llaman Iraca),
tenia crecidísimo tesoro
en el adoratorio de su pueblo,
y que por ser aquella tierra santa ,
otros muchos señores principales,
demás del general, allí tenían
también particulares santuarios
do hallarían cuantidad de oro.
Lo cual oido por el Licenciado,
con el sabor y gusto de aquel cebo
que cuanto más se come menos harta ,
apercibidos veinte de caballo
y peonaje menos perezoso
que veloz pantera cuando salta
al fimo que le cuelgan los pastores,
caminaron apriesa tras la guia
y fueron en un dia hasta Paipa
(suerte que es hoy de Gómez de Cifuentes,
heredero del otro de su nombre),
donde hicieron noche, y otro dia
l8o HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
llegaron á las sierras de Tundama.
El cual, como guerrero caviloso,
les envió regalos al camino
de mantas, oro, caza y otras cosas,
diciendo que esperasen entre tanto
que él venia con ocho cargas de oro
que se llegaban entre los vecinos;
y siéndoles acepto su mensaje,
por no perder aquel aditamento ,
pararon tanto tiempo, que pasaba
el sol del círculo meridiano;
mas él, con el espacio que le dieron,
se dio tan buena maña con los suyos r
que sacaron del pueblo las alhajas
y el oro todo de los santuarios,
y por los altos comarcanos puso
innumerable gente bien armada
que hundían con gran grita la comarca
con oprobios, diciendo que viniesen,
llevarían encima las cabezas
el oro que tenían para darles.
Y corridos los nuestros de la burla,
determinaron saquear el pueblo, «
del cual salieron todos manvacios,
aunque no de pedradas y flechazos
que descendían de lugares altos,
sin respondelles armas españolas,
porque les fué forzoso por entonces
no pelear á causa de ser tarde
CANTO SEXTO.
181
para llegar adonde los llevaba
la guia, que seria la distancia
de estos asientos hasta Sogamoso,
poco más de una legua de camino.
Y asi, por grande priesa que se dieron,
llegaron cuando Febo ya quería
•desamparar aquellos horizontes ;
en los cuales hallaron congregados
en llano sitio grandes escuadrones ,
que, viéndolos venir, dieron la grita
que suelen cuando piden rompimiento,
y nuestros españoles convidados
dellos y del lugar acomodado,
rompieron por la gente más granada,
derribando coronas y penachos
con algún daño de los dueños dellos,
que no fué, mucho, porque fácilmente
hicieron que volviesen las espaldas
y les dejasen libres los albergues,
y el mismo Sogamoso su cercado,
con las pendientes láminas y platos
del pálido metal que se buscaba ,
según y como Tunja los tenia,
que valieron ochenta mil ducados
los que se recogieron con obscuro,
y entre ellos hubo pieza que pesaba
arriba dé mil pesos de buen oro.
Y la tiniebla fué no poca parte
para sacar ios indios gran riqueza,
l82 HIST. DEL N. K. DE < « RANADA. así de casas como de santuarios, y más del principal adoratorio que ya por religión, ó por ser cosa común, ó porque más no fué posible, no pudieron del todo despojallo. Al cual llegaron rato de la noche Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra f ambos valerosísimos soldados (de ios cuales es hoy el Miguel Sanchez, vivó, y el uno alcalde deste pueblo), y para ver lo que se contenia dentro del edificio suntuoso, rompiéronle las puertas, y con lumbre de pajas que llevaban encendidas entraron dentro del, adonde vieron donde llenar las manos á su gusto, y en una barbacoa bien compuesta hombres difuntos secos, adornados de telas ricas y de joyas de oro, con otros ornamentos, que debían de ser cualificados personajes; y el pavimento del adoratorio cubierto de espartillo blando, seco (según allí se tiene de costumbre, y en las demás provincias deste reino que participan de terrenos frios). Y estos soldados, con la gran codicia, que las más veces suele dar de mano CANTO SEXTO. i8? á consideraciones necesarias, pusieron en el suelo la candela de las ardientes pajas que llevaban, y embebescidos en recoger oro, no miraron aquel inconveniente, que fué cundiendo por los espartillos, no con abierta llama ni sonora, hasta venir á dar en las paredes , que estaban esteradas de carrizos pulidamente puestos y trabados, donde creció la llama de tal suerte, que cuando revolvieron las cabezas no fué cosa posible mitigalla, y aun poder salir fuera fué un milagro, á causa de ser fábrica pajiza. Pero con este riesgo no dejaron el oro que tenían recogido, á lo menos aquello que sus fuerzas bastaron á poner sobre los hombros, dejando lo demás encomendado á la soberbia furia del incendio, que fué volando hasta la techumbre, y de su resplandor aquellos campos desecharon de sí nocturna sombra. Y Domingo de Aguirre que velaba junto con Pero Bravo de Ribera, vinieron á caballo presurosos, pensando ser ardides de los indios, porque vieron algunos ir huyendo; 184 • HIST. DEL N. R. DE GRANADA. VjOOQlC de la cual opinión es Miguel Sánchez, diciendo que no fue descuido suyo, mas puesto por industria de los xeques que decian estar allí secretos en guarda del insigne santuario, y viendo los dos hombres ocupados, determinaron de quemalios dentro. Mas de cualquier manera que esto sea, el fuego desta casa fué durable espacio de cinco años, sin que fuese invierno parte para consumillo, y en este tiempo nunca faltó humo en el compás y sitio donde estaba. Tanto grosor tenia la cubierta, gordor y corpulencia de los palos sobre que fué la fábrica compuesta, los cuales se trajeron de los llanos, según dicen los indios más antiguos, con infinito número de gente que de diversas partes ocurrieron á traer de tan lejos la madera que parescía ser incorruptible, porque su templo fuese tan durable como los que nos cuentan las historias ser hechos de maderos arceuthinos, que son de enebro, planta conoscida, de quien.leemos que, sin corromperse, en España duraron edificios CANTO SEXTO. ■85 doscientos años sobre tres quinientos. La cual madera Solomon pedia • ai rey Hiran para labrar el suyo; y esta ciega nación, con pensamiento de hacer edificio permanente, buscaba materiales infalibles. Y aun díceme Juan Vázquez de Loaisa que cuando se hincaban los estantes ponderosísimos, cada cual dellos se plantaba sobre un esclavo vivo, porque fundados sobre humana sangre no serian sujetos á jactura, Mas engañáronse los insensatos, pues fueron en ceniza convertidos, sin que la potestad de Sogamoso entonces acudiese con su pluvia; porque, según aquestas gentes creen, llover y granizar es en su mano, con los demás efectos naturales que por los cuatro tiempos se varían; y están en esto tan endurecidos estos bestiales, que razón no basta á deshacer aquestas burlerías, con otras más ridiculas y tontas •que tienen arraigadas en los pechos. Y el origen de aqueste desvario Fernando de Avendaño, curioso l86 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. en las antigüedades de los Moscas, mozo criollo, diestro desta lengua , hijo del capitán Juan de Avendaño, certifica que fué por esta via. Hubo tiempos pasados un cacique, ldacansás llamado, que en su lengua significa lu% gran^e de la tierra, el cual tenia gran conocimiento en las señales que representaban haber mudanzas en los temporales ó de serenidad ó tempestades, de sequedad, de pluvias, hielos, vientos, ó de contagiosas pestilencias, por el sol, por la luna, por estrellas, por nubes, aves y otros animales, y.cosas que le daban cierta muestra en aquella provincia que regia de venideros acontecimientos; ó por ventura como hechicero por comunicaciones del demonio que, como gran filósofo, diria estas revoluciones y mudanzas al gran ldacansás, cuyos juicios, como vieron en él ser puntuales, entendieron venir por orden suyo , y acudian á él con varios dones á la necesidad correspondientes de lo que pretendía cada uno , I ; i (■ CANTO SEXTO. 187 reverenciándolo como quien era oráculo común que consultaban, no sólo sus vasallos, pero cuantos indios hay en aqueste Nuevo reino. La cual opinión fueron heredando j hasta hoy los caciques que tenían aquesta dignidad, no por herencia, sino por elecion en aquel tiempo; y no podían ser los elegidos sino de Tobacá y Firabitova, pueblos al Sogamoso comarcanos, gozando de su vez cada cual destos, sin haber eleciones sucesivas, unas tras otras en un mismo pueblo, antes, en las vacantes, alternadas; más dicen que una vez, en la vacante, un caballero de Firabitova, de barba larga y en color bermejo (cosa que raras veces acontece en aquesta nación), tiranamente usurpó con favor de seis hermanos, varones valerosos que tenía, aquesta dignidad y señorío, siendo de Tobacá la vez entonces; y sobre esta razón dieron aviso los Tobacaes á los electores, cuatro principalísimos caciques de Buzbauza, de Gameza, de Toca 1*88 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. y de Pesca, y en caso de discordia se valian del voto de Tundama. Los cuales avisados de la fuerza y atrevimiento grande del bermejo, determinaron de hacelle guerra, ansí por quebrantar los estatutos, como porque prendió por ciertas vias á Gameza, y á causa de negalle el voto y voluntad que le pedia, hizo justicia del públicamente. Juntaron, pues, ejército crescido todos los electores y el Tundama, y el "bermejo barbudo con su gente no rehusó de dalles la batalla; donde dio clara muestra peleando á todos ellos ser aventajado en animosidad y valentía ; pero los electores pregonaron so penas capitales que ninguno de los de Sogamoso lo siguiesen ni lo reconociesen por cacique, pues les era notorio ser tirano y haber tomado violentamente aquella dignidad que se debia hacer por elección de los señores que venían allí determinados de poner en razón aquel abuso. Y aquesta diligencia pudo tanto, CANTO SEXTO. 189 que la parcialidad de Sogamosos, que era la mayor parte de. su hueste, se pasó de la seña del bermejo á la de los caciques electores, y ansí dieron sobre él, y en el conflicto fué de vida y estado perdidoso, como varón insigne peleando; y los hermanos, viéndolo caido, de entre la multitud innumerable con sus pocos parciales lo sacaron, y el cuerpo transpusieron donde nunca jamás supieron del, porque quisieron poner en palos altos el cadáver, según él hizo temerariamente , de Gameza, cacique generoso. Puestas ya las cosas en sosiego, de voluntad de todos eligieron uno de Tobacá, que se llamaba Nonpanim, que en su lengua representa vasija de león, y después deste, sucedió su sobrino Sugamuxi, que allí quiere decir el encubierto, y este reinaba cuando los cristianos entraron en la tierra, y es llamado (el nombre corrompido) Sogamoso ; á quien después llamaron Don Alonso, cuando con agua santa fué lavado. Al cual yo conocí, y en muchas cosas 190 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. tenía términos caballerosos, y para negociar sus pretensiones se daba buena maña con jueces. E yo le vi hablar con una dueña, mostrando sentimiento de la muerte de su marido, por estar viuda , y condoliéndose de su trabajo, por remate del pésame le dijo. «Entiéndame, señora, lo que digo ; yo tuve por amigo tu marido, y sin amor fingido consentía que alguna gente mia le sirviese y dellos recogiese la demora. Tú los tienes agora, y están dentro de aquel repartimiento que te deja. De mí no ternas queja, y á la clara el guardalle la cara ten por cierto, tanto después de muerto como vivo, si tú con buen motivo la guardares ; pero si te casares, aquí cesa el dar á mi promesa cumplimiento; pues si tienes intento de otra prenda, • quiero que mi hacienda no la tenga cualquier otro que venga bigarrado á lo que no ha ganado ni meresce ; pues vemos que acontesce muchas veces entrar aquestas heces holgazanas en lugar de las canas honorosas, CANTO SEXTO. y con manos ociosas y lavadas gozan de las ganadas posesiones, y os dan de bofetones y de palos, en vez de los regalos recibidos de los viejos maridos que perdistes. Y ansí lo que hicistes por holgaros, suele después quitaros dulce vida; pena cuya medida satisface , porque la que tal hace, que tal pague.» Semejantes palabras en substancia fueron las deste bárbaro prudente; el cual, por las razones declaradas, tenía gran caudal en aquel tiempo que entraron españoles en su tierra; mas por estar los indios avisados, el que hallaron fué casi ninguno en respecto de lo que se sabia por la noticia cierta que les dieron; pero por no perder lo recogido, si junta de caciques ocurriesen , determinaron de volverse luego á se juntar en Tunja con los otros que quedaron en guarda de la presa én aquella comarca recogida; y juntos allí todos, dieron orden en la prosecución del escrutinio de donde resultase más ganancia. 192 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. Y ansí, por ser caminos algo largos r haberme detenido con digresos debidos al sujeto deste canto, en el que después viene, Dios mediante. iremos por sus pasos procediendo. CANTO SÉPTIMO Donde se cuenta como los españoles dejaron el asiento de Tunja , y salieron en demanda del valle de Nciba y del rey de Bogotá, y lo que más les sucedió. Teniendo ya la presa y el rancheo en la ciudad de Tunja recogido, creció, con el montón , nuevo deseo de verlo más cubierto y extendido. Inquieren dó podran hacer empleo, .. que más acrecentase su partido, y Neiba declararon ser terreno que de prosperidad estaba lleno; porque verian una gran laguna y dentro della rico santuario, fundado sobre mármores de oro, y ser inestimable la riqueza que dentro del estaba consagrada. Ansimismo tuvieron nueva cierta -xuv- i 3 194 HIST- DEL N- R- DE GRANADA. del rey de Bogotá, y en qué boscaje tenia sus ocultos aposentos. Estímulos solícitos que luego les compelieron á dejar á Tunja, dándole libertad al rey anciano y encomendándole que siempre fuese amigo de españoles, pues si antes les saliera de paz, se reservara de todos los disgustos padecidos; pero que ya podía sin recelo gozar de su quietud y señorío, en el cual, sin haber cosa contraria, seria defendido y amparado. Y despedidos del, puestos en orden, con ochenta gandules en cadena que llevaban el oro, se partieron, y fueron caminando hasta Paipa , do pararon espacio de tres dias; y al cuarto, cuando ya febeos carros con movimiento rápido querían atravesar el eje del esfera, vieron hacia la parte del Oriente bajar por la cercana serranía sobre cincuenta mil hombres de guerra; lucidos escuadrones ordenados, con diferentes armas y pertrechos, innúmeros paveses, hondas, picas, arcos, flechas» macanas, tiraderas, CANTO SÉPTIMO. ondeando por cima de las sienes lozana bizarría de plumajes, coronas de oro, petos, brazaletes •que traian los indios principales, con otras joyas más, cuyo refracto la vista de los ojos impedia, y el codicioso gusto despertaba de los que se pusieron á la mira, sin conoscer qué gentes eran estas que con tan gran denuedo se movían. Mas éste era Tundama, con aquellos caciques que le daban obediencia , Onzaga, Chicamocha y Ocabita, Icabuco, Ceniza, Lupachoque, Satiua, Tutassa, Susa , y el fuerte Soata, con el alto Chitagoto, con otros capitanes y caudillos, los cuales, por impulso del Tundama, venían con bravoso movimiento desgalgándose por la cuesta bajo de la frontera sierra comarcana. Bien como cuando nimbo proceloso derrama por los altos sus licuores y la cresciente dellos se deriva por los declives valles y quebrados, llevando por delante con ruido las plantasy las piedras ponderosas, de tal manera bajan los salvajes 19b HIST. DEL N. R. DE GRANADA. con terrible ruido y estampido contra los españoles que por orden digestos esperaban el conflicto, junto de las llanadas apacibles de Bonza, cuyos indios hoy posee Pero Nuñe'z Cabrera por herencia del noble padre de su mismo nombre, allí presente con el Licenciado, y al lado del con otros caballeros á quien (viendo cercanos los tumultos y aquellas furiosas apariencias), les dijo las palabras que se siguen: «Fuertes conmilitones, no se excusa venir á sanguinoso rompimiento, pues la bárbara furia no rehusa de se probar en este detrimento. Es multitud , mas en venir confusa puede facilitar su vencimiento. Soldados viejos sois, hijos de España, y hombres que sabéis daros buena maña. »Y pues ella con guerra nos convida, sin de nosotros rescibir ofensa, hagamos su locura convertida en contrario suceso del que piensa. Los que se ven en riesgo de la vida justamente procuran su defensa, y ansí conviene pena y escarmiento donde los enemigos son sin cuento. CANTO SÉPTIMO, I 97 «Dejémoslos que bajen de la cumbre y ocupen esta llana circunstancia, adonde no con mucha pesadumbre quebrantareis su brío y arrogancia con algún fruto de la muchedumbre, porque cuantos más moros más ganancia ; y nadie salga ni me juegue treta, hasta tanto que yo les acometa.» En este tiempo ya la mayor parte de la gente belígera llegaba á tiro de ballesta de los nuestros , desembrazando jáculos y piedras, que por los vagos aires resonaban espesas como nubes de langostas, á nuestros españoles dirigidas; los cuales viendo que la cercanía y el cómodo lugar los convidaba, el Licenciado dijo : ¡Santiago¡ De cuya voz movidos acudieron , ansí peones como de caballo , y algunos naturales ansimismo que les eran amigos y parciales, cada cual dellos con guirnalda verde para los conocer en la refriega; y entre ellos aquel indio que los trajo á Tunja y al preciado Sogamoso, y era gobernador de Baganique. El cual en la sangrienta pesadumbre 198 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. donde muchos estaban vomitando las ánimas, los pechos traspasadosr vio con corona de oro y ornamentos de bellas plumas un gallardo joven ya de vital aliento despedido, y como fuese pica cudiciosa, quísose mejorar, y dio de mano á la verde guirnalda que tenía, señal de su salud y su seguro, y púsose la otra, que fué cambio que no le costó menos que la vida, porque en la confusión sanguinolenta * viéndolo con insignia diferente de la que los amigos se cubrían , creyendo ser del puesto de Tundama r con todos los demás quedó tendido; sin que desta desgracia se tuviese noticia ni sospecha hasta tanto que, puestos en huida los contrarios y recogidos todos los amigos, aquél se halló menos, que cualquiera quisiera más guardallo que sus ojos; al cual entre cadáveres buscando, hallaron traspasado de una lanza; y por tener trocada la presea , se conoció la causa de su muerte, por no ser conocido del que hizo el mal en el horror de la matanza. CANTO SÉPTIMO. 199 En efecto, cantada la vitoria sin daño de la gente castellana, recogen los despojos de los muertos, cuyo número fué bien extendido , y otro dia siguiente se partieron con presupuesto de llegar á Neiba, donde los indios Moscas afirmaban haber montones de oro por las casas, como tenían ellos de los.granos de maíz y de turmas y frijoles, debajo de cautela, por echallos con aquel trueno fuera de su tierra. Llegaron, pues, al pueblo de Suesca, cerca de Bogotá, donde dejaron el campo con la gente necesaria que para su defensa convenia, y todos los demás á la ligera caminaron con guias hasta Pasca, tierra que ya hallaron otras veces, desde donde siguieron su derrota, por páramos y tierras despobladas, hasta llegar al valle prometido, á quien llamaron Val de la Tristeza, donde las falsas guias se huyeron, dejándolos con grave desconsuelo , por ser aquella tierra mal poblada. sin bien y en sumo grado calurosa; de cuya causa padecieron grandes hambres y enfermedad de calenturas, 200 HIST. DEL N. R. DH GRANADA. de las cuales por falta de remedios murió la mayor.parte del servicio, y de los españoles tres ó cuatro, por la gran humedad y los vapores del rio grande de la Magdalena, junto del cual estaban alojados, á causa de hallar allí tugurios do vivían algunos naturales que, huyendo de gentes extranjeras, se pasaron á la contraria banda, desde donde con grita, como suelen , cada mañana los amenazaban. Mas uno dellos, mozo bien dispuesto, sin saber los intentos que traía, vieron venir nadando por el rio, encaminado, sin mostrar recelo, al lugar donde estaban alojados; y después de tomada la ribera, vínose para ellos, y en llegando, sacó de su zurrón ó su mochila catorce corazones de oro fino de veintiún quilates, que pesaron dos mil y setecientos castellanos. Los nuestros, aunque tristes y afligidos , parece que con ver aquella muestra, cobraron un poquillo de más brío, y con grandes regalos y caricias al bárbaro trataron, y le dieron cuchillos y tijeras y otras cosas ; CANTO SÉPTIMO. 201 gitized by y con tan pobres prendas satisfecho, á nado se volvió por donde vino, y otro dia volvió con otro tanto, que fué recompensado con cosillas de cuentas y un bonete colorado, rogándole que siempre les trajese de aquellos corazones, do los suyos tenían colocados sus afectos; pero nunca volvió, ni más lo vieron, aunque esperaron tres ó cuatro dias. Y ansí determinaron de volverse ¡j á gozar de terreno más sanio; y en el cargar el oro por su tanda cada cual rehusaba la carrera, por la flaqueza grande que tenían ellos y algunos indios que escaparon, pues apenas podían sustentarse sobre los flacos miembros con bordones. Y ansi determinaban enterrallo en parte conoscida, hasta tanto que una compañía revolviese á lo llevar con menos pesadumbre; más paresciéndoles que no cumplía, Pedro de Salazar y Juan de Valle, que se hallaron con mejor aliento, á veces lo llevaron á sus cuestas hasta llegar á Pasca, do hallaron cuatro hombres de caballo, que dijeron mandar el General que todos fuesen 202 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. derechos al cercado del cacique de Bogotá, donde los esperaba con el demás restante de la gente. Lo cual luego pusieron en efecto, reconosciendo ser aquel asiento para convalescer acomodado y de mantenimientos proveído; donde después que todos fueron juntos y acordaron de repartir el oro para dar su porción á cada uno , haciendo nombramiento de jueces, según suelen en casos semejantes. É ya la cuantidad toda sumada, después de dar al Rey su real quinto, hiciéronse las partes , y tasaron á cuatrocientos pesos cada parte; y aquel número dellas tanteado, al Gobernador Don Pero Fernandez por capitulación le dieron nueve, y á Gonzalo Jiménez de Quesada, como teniente suyo, dieron siete. A todos los demás iban juzgando, según les paresció que merescian; no con tal rectitud que no quedasen muchos buenos soldados con agravio, viendo ser preferidos con ventajas los que menos habían trabajado : negocio bien común en estas partes , donde los lisonjeros y malsines CANTO SÉPTIMO. 203 suelen llevar la nata de la tierra , y los que conoscieron ser atlantes que llevaron el peso de la siesta, muchos jueces malconsiderados los dejan con el papo lleno de aire. Aunque ya todo va tan corrompido, que si en nombre del Rey hacen mercedes, las vende para sí quien tiene mando á quien trae mayor garcisobaco, sin atenciones de merescimientos; y es ésta desvergüenza tan usada, que ya paresce ley establescida. Partiéronse también las esmeraldas, que no fué partición de menos fraude contra los que sudaron en ganallas; mas como gente bien intincionada , fiel á sus caudillos y obediente, pasaron blandamente por lo hecho; y aun el Teniente tuvo tales mañas, so color de.querer ir en España á demandar mercedes para todos, que cada cual le dio la mayor parte de aquello que le cupo de la suya. Y como ya tuviesen guias ciertas para saber la parte donde estaba el señor Tisquesuzha retraído , cuya prosperidad les prometía riqueza que en quilates excediese J04 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. i la que ya tenían repartida, acordaron entralle con obscuro; y apercibidos con el Licenciado peones y caballos escogidos, cuando ya los mortales corazones habían desechado los cuidados de los cuotidianos ejercicios, y los humanos ojos regalados del humor soporífero cobraban aquel tributo que les es debido , dieron en los ocultos aposentos, de innumerable gente rodeados ; donde con turbación desordenada se fué tendiendo por aquellos campos un confuso ruido y alboroto, tan mal proporcionado como cuando va por espesas selvas la braveza del violento céfiro hiriendo con fervorosos soplos robles altos. Mas ya reconoscida la cautela, volviendo sobre sí los soñolientos á reparar aquel nocturno daño, arrojaban tizQnes encendidos, piedras, troncones y otros instrumentos sobre los que decían ¡Santiago!, que por ahuyentar la muchedumbre hacían grande estrago con las lanzas. Cuyo rigor, y de los que caian gemidos y querellas, compelieron gitized by CANTO SÉPTIMO. 20^ á dejar la prolija ranchería, buscando los lugares más seguros 1 ' en los latibulos.de la montaña por do la mayor parte desta gente andaba divertida y asombrada. Y el miserable Rey, por escaparse de aquella tempestad inopinada, salió del postigo del cercado con algunos señores principales y muchos caballeros de su guarda, en dura coyuntura, pues á bulto una saeta vino contra ellos, y, reservando toda la cuadrilla, al Rey atravesó por las espaldas. Miserable suceso que nos muestra cómo también los grandes corren riesgo y están sujetos á calamidades y á muertes desastrosas como esta. Allí con el dolor midió la tierra y juntamente dio postrer gemido ; pero los circunstantes lo tomaron, y á paso presuroso lo metieron por lo más áspero de la montaña, donde, según el tiempo y el angustia, le debieron de dar la sepultura, porque después, andando rastreando un lusitano dicho Gaspar Méndez, con un sepulcro dio recien labrado, y en él un cuerpo muerto que tenía 306 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA. lucidísimas joyas que pesaron ocho mil castellanos de oro fino; mas cerca de ser él se tuvo duda , por el poco caudal y otras señales que hallan en reales sepulturas, antes se sospechaba ser alguno de sus Uzaques, hombre señalado, que debió de morir en la presura; * pero nunca se supo ni ha sabido de cierta ciencia dónde lo pusieron. Este fué, pues, el fin de Tisquesuzha, por quien los principales y menores de todas las provincias que regia hicieron doloroso sentimiento, por ser á todos ellos agradable; estando por entonces ignorantes de la desgracia nuestros españoles, cuyos deseos principales eran tener aqueste Rey por prisionero , y tuvieron por caso desgraciado que se les deslizase de las manos, dejando sus albergues sin defensa, los cuales saquearon, y, aunque pocas, se hallaron algunas joyas de oro, en casa del Señor principalmente, y una totuma, vaso de oro fino, llena de tejolillos de lo mismo que pesaron mil pesos poco menos, CANTO SÉPTIMO. que, según paresció, de sus tributos aquella noche de su desventura un señor se la dio de sus vasallos. Hallóse mucha ropa de sus telas, y en la real despensa provisiones de varios alimentos y de cazas, entre ellas cien venados recien muertos, que los monteros diestros que tenia aquella misma noche le trajeron. Pero todo les dio poco contento, por no hallar aquel tesoro grande que verdadera fama publicaba, ni de tantos millares, quien dijese siquiera por barruntos algún rastro. Al fin á Bogotá dieron la vuelta, donde supieron de mujeres suyas la muerte del Señor y por qué via, de que se rescibió no poca pena; y por la muerte del un caballero que era su general, y se llamaba Sacresaxigua, bien acreditado entre los principales deste reino, varón astuto, liberal, bien quisto, de gran autoridad en su persona , de presencia graciosa y agradable, á quien reconoscian obediencia las altas y las bajas condiciones, tentó quedarse con el señorío, 208 H1ST. DEL N. R. DE GRANADAv sin que se le debiese por herencia ; y convocando gentes atrevidas, inquietó gran número de dias á nuestros españoles con asaltos, con tal obstinación y pertinacia, que comer ni dormir no los dejaba; las armas en la mano todas horas, aunque sin jactura de los suyos, que pagaban los acometimientos con sangre destilada de sus venas. Ansí que en este caso no salían sus obras á medida del deseo, que era desarraigar de todo punto los pocos españoles de su tierra á quien, como demás de sus avisos* fuerza superior favorescia, humana diligencia no bastaba, y era la multitud ninguna parte para los expeler de sus albergues. En todo lo demás Sacresaxigua era varón cabal y circunspecto, y ninguno juzgaba ser indigno del cargo que tomó sobre sus hombros en cuya posesión estaba puesto, sin que comunidad adivinase en esta sucesión haber mudanza. Mas como pocos hombres ó ningunos que sean señalados sean exentos ó de tácitos émulos ó claros, CANTO SÉPTIMO. 209 habia dos insignes caballeros de la casta real, que se decía que murmuraban del abiertamente acerca de tomar el mando regio. El uno destos fué Cuximinpaua, y el otro se llamó Cuxinimegua, ambos en gran manera respetados, ansí por el valor de sus personas, como por ser preciada descendencia. Destos se receló Sacresaxigua, porque para seguro del estado donde se colocó por sus industrias, otro ningún contraste conoscia; y estos, por ser personas favoridas que doquiera tenían mucha mano, no podía quitallos de por medio; y ansi determinó dejar la guerra contra los españoles comenzada, y para perfección de sus intentos, saliéndoles de paz, valerse dellos y dalles á entender ser heredero y el cierto sucesor en el estado. Esto se puso luego por la obra, de gente principal acompañado, con larga procesión de sus criados, cargados de regalos y de ropa, copia de joyas de oro y esmeraldas, y fueron adelante mensajeros - XLIV - 14 210 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. á que notificasen su venida al campo de la gente castellana, que fué nueva de gran contentamiento. Y ansí luego salieron al camino algunos principales capitanes para venir con él adonde estaba el General, de quien fué rescibido con apacibles y amigables muestras ; y todos se holgaron grandemente ansí de ver su buena compostura, gracia, disposición y gallardía, de quien cualquiera buen entendimiento juzgara ser, según las apariencias, en él la dignidad bien empleada , como por el magnífico presente que fué de sus ganancias crescimiento. Estando, pues, intérpretes presentes, que ya con certidumbre declaraban en idioma nuestro las razones y propiedad del bárbaro lenguaje, Sacresaxigua declaró su pecho al General Jiménez de Quesada, cuya substancia fué lo que se sigue : «Gran capitán, bien creo que estás cierto ser por vosotros muerto Tisquesuzha en la guerra confusa del cercado do estuvo retirado muchos dias. CANTO SÉPTIMO. 21 I Tenté por varias vias vuestra lanza para tomar venganza de su muerte, pero ninguna suerte hice buena, por ser la vuestra llena de ventura, la cual os asegura las regiones de soberbias naciones y terribles. Sé que sois invencibles, y ansí quiero aquel odio primero convertillo en un amor sencillo, limpio , sano, por ser trabajo vano del que piensa que puede ser ofensa ni flagello de ios que el alto cielo favoresce. Paz y amistad floresce, y ésta os pido, como quien ha venido por herencia al imperio y potencia de mi tio; en el cual señorío regalaros, serviros y agradaros son intentos mios, que á todos vientos no me muevo. La paz quiero y apruebo y amistades, y en las necesidades y rigores recíprocos favores nos prestemos. » Dijo, y el General, que muy atentos á sus razones tuvo los oídos, en satisfacion dellas le responde: «Gran contento me da, Sacrisaxigua, tu consideración y tu prudencia, porque por ella sola se averigua 212 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. venir de generosa descendencia. Y aun para yo creer ser tan antigua, bastaba contemplar esa presencia, que me promete ser verdad tu hecho y no moverte con siniestro pecho. »Y ansí, pues has querido conformarte con gente que no supo ser vencida, debes perseverar y no mudarte, del amistad que tienes prometida. Estando cierto que de nuestra parte no tiene de ser manca ni torcida; como si menester has nuestro amparo darán las obras testimonio claro. »Pero para gozar desta clemencia y prendar á tu gusto mis entrañas, has de dar vasallaje y obediencia al invencible Rey de las Españas, á cuya felicísima potencia se rinden las naciones más extrañas, y varios reyes de diversos bandos están todos sujetos á sus mandos. »É1 nos envia, del somos mandados venir á descubrir nuevas ciudades, y como sus vasallos y criados, no podemos tener paz ni amistades sino con quien sujeta sus estados á sus decretos y á sus voluntades; y en este sano parescer resuelto, podrás luego dormir á sueño suelto.» CANTO SÉPTIMO. 213 El bárbaro mostraba ser contento servir á quien servían tantos buenos, y ser del número de los señores que de tan alto Rey eran vasallos; midiendo sus palabras y respuestas al talle de las puestas condiciones, y siempre frecuentaba los albergues de los que ya tenia por amigos, trayéndoles las cosas necesarias para la provisión cuotidiana , con tal magnificencia y abundancia, que á todos cuantos eran los tenia á su voluntad llanos y rendidos. Pocos dias después los indios Panches entraron en las tierras de los Moscas, en las cuales hicieron grande estrago, y se fueron ellos con la presa de gente que llevaron para cebo de sus infames y voraces vientres. Lo cual sabido por Sacresaxigua, á los católicos acudió luego, y al Gonzalo Jiménez de Quesada le dijo: «Capitán, si no soy necio, en vuestro menosprecio más que mió el caribe gentío comarcano ensangrentó su mano largamente en esta buena gente que os sustenta. 214 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. Si sentís el afrenta como es justo, vuestro brazo robusto no se venza, y á tanta desvergüenza dé castigos, pues entre los amigos es expresa ley dar á la promesa cumplimiento. Si tu primer intento no se muda, el socorro y ayuda prometido es el que agora pido, porque quiero hasta dejar el cuero dalles guerra.» Oídas las razones querellosas por el teniente y otros capitanes, dijeron ser muy justa su demanda, y ansí dio por respuesta Don Gonzalo: «Apercibe tu gente, buen amigo, porque la mia ya se perficiona, con buena gana de se ver contigo entre la mala gente que os baldona; y en las ejecuciones del castigo yo me quiero hallar por mi persona , y cuando tu poder tuvieres junto, aquí nos hallarás puestos á punto.» Sacresaxigua, lleno de contento de ver la voluntad determinada, puso luego las manos en la obra, y en brevísimo número de dias sacó doce mil hombres de pelea, CANTO SÉPTIMO. 215 de los que conocía ser cursados y diestros en guerrera disciplina , que, sujetos al orden -de los nuestros, entraron en la tierra de los Panches que no vivían punto descuidados , antes con un aviso tan entero en la cuotidiana vigilancia, que por ninguna parte se podia meter un hombre solo sin sen tillo. Y ansí, como supiesen la venida de.los barbudos con tan gran caterva, escarmentados de las otras rotas pasadas, como viesen que en lo llano prevalecían siempre los caballos,' ocuparon las ásperas alturas, donde ningún efecto se hiciese con ellos, y los Panches á su salvo •podían ofender á sus contrarios, por ser muchos y bien fortalecidos en las inaccesibles asperezas. Pero como llegase deseosa la gente del ejército cristiano á hora que las sombras de los montes crecían y el sol iba declinando, tocaron las trompetas españolas , y ansimismo las bárbaras cornetas, estruendo de atambores y bocinas >
la grita y alarido descompuesto
que suelen en señal de rompimiento-
Uooole
2l6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
con tal retumbo, que los animales
ñeros desamparaban sus cavernas,
buscando cada cual lugar seguro
fuera de aquel horrísono ruido,
y comenzóse la sangrienta prueba
con ventaja de los acometidos,
por no poder romper los de á caballo,
y subir los peones con gran riesgo
de galgas, piedras y de varios tiros.
También los Moscas con sus escuadrones,
animados por el Sacresaxigua
y viejos capitanes de su hueste,
acometieron con gentil denuedo;
pero los bravos Panches, como perros
á liebres ó conejos se llegaban’,
cebados en aquel mantenimiento
que tenían en uso y en costumbre,
y aunque con algún daño de los suyos,
mataron ciertos Moscas, y al momento
fueron despedazados, y bebida
la sangre que pudieron á porfía.
Y fuera más sangrienta la matanza,
á no ser socorridos de los nuestros,
que reprimieron la caribe furia
con hechos y proezas admirables,
no sin notable detrimento suyo,
pues quedaron los doce mal heridos;
mas al fin sostuvieron el concurso
terrible y en extremo porfiado,
CANTO SÉPTIMO.
2I7
hasta que ya faltó la luz del dia,
y el ejército Panche se retrajo
á los lugares más fortalecidos,
dejando por entonces la pelea,
y el bando de los Moscas á lo llano,
do quedaba la gente de caballo;
donde fueron curados los heridos ,
y por las partes más aparejadas
para ser asaltados de los Panches
pusieron centinelas vigilantes;
aunque los españoles, sospechosos
ansí de amigos como de contrarios,
de los unos y otros se>elaban.
Y para ver qué modo se ternia
en el acometer dia siguiente ,
de suerte que pudiesen menearse
caballos y jinetes á su gusto,
entraron en consulta, y acordaron
armalles emboscada, y atraellos
por mañas á lugar acomodado
do hiciesen efecto los caballos.
Habia, pues, á breve trecho dellos
una quebrada grande, que los campos
de los contrarios bandos dividía,
cuyas orillas eran montuosas
y acomodadas para sus intentos,
y por delante dellos tierra llana,
por donde los cuadrúpedos podían
2l8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
correr y revolver, y dar alcances.
En estas espesuras se metieron
en el mayor silencio de la noche
el General, su hermano Fernán Pérez
y Gonzalo Suarez , Juan del Junco,
Lázaro Fonte, Céspedes el Zorro,
y Gómez del Corral, Pero Fernandez
de Valenzuela , Sant Martin , Lebrija,
y Martin Galeano, tales doce,
que dudo yo que puedan preferirse
á ellos los que llaman doce Pares.
Allí, con el recato nescesario ,
pasaron de la noche lo restante,
dejando los del campo con aviso
del orden y concierto que debían
tener cuando la luz los visitase:
y ansí, después que rayos matutinos
obscura pesadumbre desterraron ,
y de febea lumbre las alturas
y los declives valles se doraban,
los otros que quedaban en el campo
mandaron á los Moscas que pasasen
con todas sus escuadras la quebrada;
lo cual luego cumplió Sacresaxigua ,
que del concierto fué participante;
y puestas ya sus gentes en la parte
que para sucedelles bien la suerte
habían muchas veces tanteado,
GoOglC
CANTO SÉPTIMO.
219
mandó tocar cornetas y atambores
y comenzó á subir á las alturas
que los Panches tenían ocupadas.
Los cuales, como viesen indios solos,
y en la contraria banda los caballos,
y la cristiana gente que de industria
muestra de sí hacían en un alto,
como neutrales hombres que querían
mirar tan solamente la pelea,
corridos de q ue Moscas se atreviesen
á les acometer en su terreno
sin el presidio de los españoles,
como leones fieros á la presa
bajó la multitud por las laderas
con una confianza temeraria
deque tenían cierta la victoria.
Pero los Moscas , con temor fingido,
según la traza y orden que les dieron,
á gran priesa se fueron retrayendo,
desembrazando tiros y haciendo
rostro de cuando en cuando , hasta tanto
que los Panches entraron en lo llano.
Y cuando los del campo vieron esto,
tocaron una trompa , que fué seña
para que del latíbulo saliesen
los doce caballeros encubiertos,
que no menos que llamas presurosas
por pajonales secos y movidos
de furiosos vientos van volando
220 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
por donde hallan más espeso cebo,
rompieron por el bárbaro gentio,
que se turbó de verse salteado
en tiempo que iba más embebecido
en la persecución de sus contrarios;
pero la turbación fué más crecida
desque se comenzaron las lanzadas ,
pues con la diligencia y el orgullo
que suelen los martillos meneados
por brazos de robustos oficiales
descargar sobre masa caldeada,
desta manera pasan con los hierros
á bárbaras entrañas martillando
con proílavio de sangre , que hacia
tomar rojo color el campo verde ,
acrecentándose con la venida
de los demás caballos y peones
restantes que quedaron descubiertos :
pues luego que tocaron la trompeta,
señal que ellos hicieron ansimismo,
vinieron al conflicto presurosos ,
con cuyos patrocinios los amigos
tomaban á su gusto la venganza
con notable jactura de los Panches.
Los cuales, viendo tan mortal estrago,
délos pies se valían muchos dellos,
y aquestos no tan libres que no fuese
muerta gran cantidad en los alcances;
pero los que pudieron escaparse,
CANTO SÉPTIMO.
221
se metieron por bosques y cavernas,
donde las más seguras acogidas
les eran aparencias de la muerte.
Y ansí los españoles y los Moscas
lozanos se volvieron á su puesto.
contentos del suceso venturoso
que celebraron ellos á su modo
con bailes y con cantos que duraron
gran parte de la noche; mas la gente
cristiana se velaba con cuidado,
no menos dellos que de los vencidos.
Y al tiempo que Timbreo con sus rayos
enjugaba del campo los rocíos,
los Panches, con temor de más castigo,
como ya se hallasen quebrantados,
y con diminución y menoscabo
de sus conmilitones más granados,
entraron en consulta , y acordaron
salir de paz á nuestros españoles.
Vinieron, pues, algunos principales
con guamas, aguacates y otras frutas,
y algunas buenas joyas de oro fino;
y el más antiguo dellos, con la lengua
Mosca que declaraba sus razones,
al General habló desta manera:
«La nación de los Panches hasta agora
ha sido vencedora , no vencida;
antes siempre temida, no sin llanto
222 HIST. DEL N. R. ‘ DE GRANADA.
y universal espanto de las gentes
confines y adyacentes al terreno
deste florido seno, do ninguno
entró con importuno rompimiento;
y este soberbio viento nos movia
á creer que no habia , de millones,
quien nuestros corazones quebrantase,
ni jamás domeñase cerviz nuestra;
mas como mano vuestra nos enseña
que sujeta y domeña lo más duro,
tomamos por seguro ser amigos,
y excusar los castigos comenzados.
Seamos amparados como tales,
que buenos y leales os seremos,
y siempre cumpliremos con fe grande
cualquier dificultad que se nos mande.»
El General, oídas las razones,
mostró holgarse de los ver humildes ,
por dar fin á la guerra comenzada,
dispuesta para gran derramamiento
de sangre y otros daños que resultan
de los alborotados movimientos,
y dióles á entender cómo debían
de dar el vasallaje y obediencia
al invencible Rey de las Españas;
y hizo luego que se presentasen
ante Sacresaxigua, su contrario,
mandando que las armas le rindiesen
CANTO SÉPTIMO.
22)
y estuviesen á lo que les mandase,
como vencidos á sus vencedores;
lo cual ellos sintieron gravemente;
pero después de aquella ceremonia,
entraron españoles de por medio,
y entr’ ellos celebraron amistades ,
de suerte que quedaron muy contentos
los unos y los otros, y otro dia
para la tierra fria se partieron.
Y con aquel placer que vencedores
llevan después que cantan la victoria,
llegan á Bojacá, donde hallaron
innumerable gente congregada,
á fin de celebrar aquel trofeo
con gran copia de vinos y alimentos ,
y dar el parabién á su cacique
deste tan honoroso vencimiento.
El cual solemnizaron todos ellos
con grandes regocijos y convites,
cuyo remate fué con el disgusto
de que daré razón en otro canto;
pues ya pide razón que se concluya
éste que no sufrió ser más sucinto.
CANTO OCTAVO
Cuéntase en él cómo los españoles prendieron á Sacresaxigua, y
le pedían el tesoro del rey muerto , á titulo de que era dellos,
por no habelles acudido de paz ; y lo demás que sobre ello
pasó.
No porque gocen los humanos pechos
de prósperos sucesos y favores
estén de su fortuna satisfechos
para quedar exentos de temores,
pues entonces son ciertos los acechos
y asaltos de los duros sinsabores
que mudan en tormenta la bonanza
del que duerme con vana confianza.
Bastante prueba fué Sacresaxigua
desta vuelta de vientos inconstantes,
pues cuando ya pensaba que tenía
bien puestos sus negocios y afijados,
un émulo, que fué Guximinpaua,
habló con Fernán Pérez, y le dijo
-XLIV- 15
226 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
no ser aquel Señor, sino tirano,
pariente del Señor, pero no tanto
que el reino le viniese por herencia;
mas como poderoso y atrevido,
con mañas y cautelas y sobornos
se apoderó, no sólo del estado,
pero de la grandeza del tesoro.
Lo cual por Fernán Pérez entendido,
y por otros no menos cudiciosos ,
por escrito pidieron al Teniente
lo mandase prender, y que con guardas
armadas lo pusiesen en la cárcel
que para ello fuese señalada,
hasta tanto que diese las riquezas
de su predecesor, que fué rebelde,
por no se sujetar al Rey hispano,
porque, según derecho de la guerra,
después de dar al Rey su real quinto,
á ellos les venia lo restante.
Este requerimiento presentado
y por el Licenciado percibido
(que por ventura fué por su consejo) ,
al punto proveyó su mandamiento,
y fué preso y á guardas entregado,
con gran escándalo de sus vasallos,
que con temor de no ver otro tanto
en los calificados personajes,
desparecieron todos brevemente,
CANTO OCTAVO. 227
sin que de multitud tan numerosa
alguno le hiciese compañía,
•como suelen al mal afortunado.
Pero los españoles le hacían
urbano y amigable tratamiento,
y en el detenimiento y estrechura
las guardas solas fueron las prisiones;
y de la misma suerte lo sacaron
de Boj acá después cuando se fueron
á Bogotá , donde los españoles
tenían su vivienda, y en llegando ,
el Licenciado junto de su rancho
le señaló buhío, y en su guarda
doce soldados, buenos ballesteros,
que con amor y gracia lo trataban;
y él, como liberal y generoso,
siempre les acudía con preseas
de lo que le traían sus criados.
Porque después que vieron que los nuestros
no le daban disgusto que pasase
á más de detenelle la persona ,
venían todas horas con regalos
y cosas que tenian algún precio,
que luego repartía con aquellos
que tenian cuidado de su guarda
y con aquellos que lo visitaban.
Entre los cuales Gonzalo Jiménez
vino con sus atletas á decille
la causa de tenelle detenido ,
328 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y lo que con venia que hiciese
para gozar de libertad segura ;
y ansí, mediante lengua bien experta,
dijo:
«Sacresaxigua, yo no ignoro
que tiranizas este señorío,
y aunque esto sea, tu real decoro
reguardaré como si fuese mió,
si tú por bien tuvieres dar el oro
que tienes en poder del rey tu tío,
porque son bienes de rebelde pecho
y á nuestro Rey le vienen de derecho.
»Porque el Papa, Monarca soberano
que por poder de celestial clemencia
sobre todos^ los hombres tiene mano,
unos en acto y otros en potencia,
tuvo por bien de dar al Rey hispano
aqueste nuevo mundo por herencia,
para que gentes ciegas y pollutas
en nuestra santa fe fuesen instrutas.
«Debajo de cumplir estos preceptos
hemos venido descubriendo tierra,
mas han sido ningunos los efectos
adonde la paz santa se destierra;
y ansí cuando nos ponen en aprietos
dándonos guerra, les hacemos guerra,
no con intento de hacer injuria,
sino por defendernos de su furia.
»Estos son despojados, y á los buenos
CANTO OCTAVO.
que de paz y amistad metieron, prendas,
nunca jamás les hemos hecho menos
un pelo de sus bienes y haciendas.
Gozan de quietud en sus terrenos
y de nuestro favor en sus contiendas,
de lo cual eres tú muy buen testigo
después que profesaste ser amigo.
)>Esto se procuraba cada dia
con tu predecesor, mas como yerto,
á ninguna blandura se movia
que fuese de pacífico concierto,
hasta que con su dura rebeldía,
las armas en la mano cayó muerto,
y por su muerte todo cuanto tiene
por las razones dichas nos conviene.
»Dando, pues, los tesoros y preseas
y hacienda que tienes escondida,
la libertad y reino que deseas
ternas todos los dias de tu vida,
sin que del para siempre jamas seas
desposeído ni desposeída
tu casa del respeto y obediencia
que se deben á la real potencia.
«Concluyo con decir que si tal fueres
cual yo de tu virtud y seso creo,
en la restitución de los haberes,
que no son tuyos sino de hombre reo,
en aquel mismo punto que los dieres
será cumplido todo tu deseo;
230 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
pero si los negares con engaño,
el mismo será causa de tu daño.»
Oídas por el indio las razones,
dio por respuesta con semblante ledo:
«El oro que yo puedo del rey muerto
podéis tener por cierto y en la mano,
é yo me hago llano cerca desto;
mas no podré tan presto recogello ,
á causa de tenello repartido
y entre sí dividido gentes mias ;
mas en cuarenta dias hago bueno
de daros medio lleno desde el fondo
el buhío redondo donde duermo.»
Con este liberal prometimiento
los españoles se regocijaron ,
y el General le dio grandes favores;
é ya hacían cuenta que tenian
tan contiosas partes como fueron
las de la memorable Caxamalca.
Y el indio convocó de sus vasallos
personas de quien él se confiaba,
con quien comunicó sus pensamientos
y el orden que quería que tuviesen
en traer el tesoro prometido.
Y ansí, después de hecho su concierto,
cada dia traían una carga
CANTO OCTAVO.
231
de joyas y de láminas envueltas
en una de sus mantas como suelen ,
pero de tal manera, que el sonido
con el reiterado movimiento
del cuerpo que sudaba con el peso,
en los oídos de los españoles
formaba deleitosa consonancia;
y acompañaban cada carga destas
tres docenas de indios bien dispuestos,
cubiertos todos de galanas telas
(uso suyo común en vez de capas),
y después que llegaban, el cacique
mandábalo’meter en el retrete
para tales efectos señalado,
donde, sin se bajar el del carguio,
de los robustos hombros lo dejaba
caer en a.quel suelo, porque fuese
el sonoroso golpe percebido
de los que estaban fuera conversando
con el Sacresaxigua, que les ruega
que hasta tanto que viniese todo,
y á su promesa diese cumplimiento, *
estuviesen quietos sin mirallo ,
por ser el oro cosa codiciosa,
y de diversas manos atractado,
podría ser el más venir á menos,
y por el mismo caso su palabra;
y ansí por no le dar desabrimiento,
todos se conformaron con su ruego.
3J2 H1ST, DEL Nr R. DE GRANADA.
Pero los indios cuando se volvían,
el oro que traia solo uno
por todos era luego repartido
en mochilas á posta preparadas,
sacándolo disimuladamente
debajo de las mantas encubierto,
sin que se barruntasen los engaños;
cuyos intentos eran , entre tanto
que el tiempo limitado se cumplía,
ser posible tener algún descuido
los ojos vigilantes de las guardas,
y el detenido sin prisión tuviese
lugar para poder escabullirse;
mas esta buena suerte no le cupo,
por la continuada vigilancia .
en las nocturnas horas y diurnas.
Y ansí, cumplida ya la cuarentena,
y llegada la pascua de aquel gozo
á cuyas posesiones anhelaban,
entraron para ver el caudaloso
tesoro con inmenso regocijo,
porque cada cual dellos dibujaba
en su desvanecida fantasía
grandes estados, rentas, mayorazgos;
pero como hallasen el tugurio
vacio de sus ricas esperanzas
y sin que dellas pareciese rastro,
quedaron como cuando los seguros
de pesado temor son salteados,
CANTO OCTAVO. 233
los ojos bajos y las lenguas mudas,
y en todo lo demás como pasmados.
Finalmente, que los varones ricos,
despertando del sueño que durmieron,
con nada se hallaron en las manos.
Y el General Jiménez, agraviado
de tan pesada y enojosa burla,
mandó poner en ásperas prisiones
al autor dellas, no sin amenazas
y algunos palos por añadidura,
diciéndole :
«Di, perro fementido,
inicuo, falso , malo, fraudulento,
¿do pusieron el oro que han traído?
¿ Ó quién lo traspasó deste aposento ?
Que yo lo vi, si no estaba dormido.
¿O fué humo de algún encantamento?
Y pues que no paresce, bien se entiende
que en mostrallo y quitallo fuiste duende.»
El indio cauteloso le responde:
«No puedo saber dónde lo pusieron-;
presentes estuvieron vuestras velas;
mas estas son cautelas del aljaba
del mal Quiximinpaua, falsa tregua,
y de Quixinimegua, mis contrarios,
y sus consiliarios, cuyos pechos
tiran á sus provechos y á mi daño.
2 34 HIST. DEL N- R- DE GRANADA.
Dellos es el engaño, que no mió,
pues corre como rio mi concierto,
y ellos por verme muerto con prisiones
de tales invenciones son maestros.
Y con los indios diestros que vinieron
con los que los trajeron en resguardo
de cada rico fardo por mi mando ,
concertaron que cuando se tornasen,
entr’elloslo sacasen repartido
debajo del vestido y ropa floja,
porque quedase coja mi promesa,
y por la ver aviesa vuestros ojos,
con la pasión y enojos deis castigo
á quien os es amigo verdadero,
que lo que queréis quiero; mas ¿qué presta
con los autores desta maldad hecha?
Creed ser mi sospecha verdadera,
porque no pudo ser de otra manera.»
Oídas las disculpas del cacique ,
teniéndolas por ciertas y sencillas,
convirtieron el odio y aspereza
contra los otros pobres inocentes,
á los cuales prendieron otro dia ;
y después de preguntas con tormentos ,
como no declarasen á su gusto
aquello de que estaban ignorantes,
determinaron, aunque no constaba
más culpa que la falsa y alevosa,
CANTO OCTAVO.
quitar á los dos émulos la vida,
paresciéndoles que quedando solo
Sacresaxigua con su señorío
y sin contradictores poderosos,
habrían á las manos el tesoro
con liberales muestras prometido.
Y ansí, sin judiciales diligencias,
suspensos perescieron en la horca ,
no sin escándalo del reino todo.
Mas puesto caso que Sacresaxigua
se vengó dellos con ajena mano,
no por eso cumplió palabra puesta,
tomando por excusa no ser parte
para satisfacer á su codicia,
á causa de no ser obedescido
de sus vasallos, como ya lo vían,
en ásperas prisiones enlazado,
y como vil esclavo detenido;
pero si libertad le fuese dada,
decia que daría fácilmente
la suma que tenia prometida.
Entraron en consulta cerca desto,
y aunque se le quitaron las prisiones ,
no se le concedió lo que pedia ,
antes con más aviso lo velaban
las guardas, porque no hiciese fuga,
importunándole cada momento
cumpliese como bueno su palabra,
2)6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
pues con sólo mandallo desde donde
estaba, sin que nadie rehuyese,
todos acudirían á su mando
con muy mayor respeto que solían;
mayormente faltando de por medio
los dos émulos grandes que tenia.
A lo cual respondía con silencio ,
porque como tenia diferente
el ánimo tenaz del cumplimiento
de lo que poco antes prometía,
venció lo natural á lo compuesto;
y aquellas apacibles consonancias
que solia tener en sus respuestas,
se convirtieron en desabrimientos,
desaguando con muestras evidentes
los odios y rencores represados
de que su corazón estaba lleno
por la prisión y agravios rescebidos,
estando todas horas desdeñoso,
melancólico, triste, desabrido,
sin querer dar respuestas á preguntas
hechas acerca de las pretensiones
del caudal á que todos aspiraban.
De cuya causa hizo Fernán Pérez
grandes requerimientos al Teniente
para que del supiese por tormentos
lo que les ocultaba con halagos.
Y esto se hizo tan acerbamente,
que dieron cabo del en breve tiempo;
CANTO OCTAVO. 237
y ansí quedó la gente castellana
no sin codicia, mas sin esperanza
de poder rastrear aquel tesoro,
y el cacique sin él y sin la vida,
riesgo que correr suelen avarientos
cuando no satisfacen á la hambre .
de aquellos que pretenden despojallos.
Desconfiados, pues, desta riqueza,
partieron como veinte mil ducados
en oro y esmeraldas, recogidas
después de las primeras particiones,
dándoles sus porciones con ventaja
á los dos sacerdotes que traían,
el uno secular, que se llamaba
Juan de Lezcamez, natural vecino
del pueblo que se dice Moratilla ,
y el otro Fray Domingo de las Casas,
docto predicador dominicano;
el cual, después del oro repartido,
antes que lo llevasen á sus ranchos,
ni dispusiese del dado ni naipe,
como soldados tienen de costumbre,
hízoles un prolijo parlamento,
del cual diremos sola la substancia:
«No será justo, nobles caballeros,
que nos mostremos desagradescidos
á los otros difuntos compañeros
2)S HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en riesgos y trabajos consumidos.
Los cuales ya que no son herederos
deste provecho, sean socorridos
con sufragios de santos sacrificios ,
pues no fueron menores sus servicios.
»Porque bien vistes que los más continos
en darnos ya por altos ya por cienos
hechos y aderezados los caminos,
fueron los que la muerte hizo menos,
mas no porque muriesen son indinos
de los premios debidos á los buenos;
siendo no poca parte con su muerte
para dar en aquesta buena suerte.
»Y ansí terne por obra meritoria
ver en algún lugar establecida
con limosnas que deis, una memoria
con capellán y renta conocida,
donde rueguen á Dios les dé su gloria,
y á los que las hacéis salud y vida,
fundándola con nombre sempiterno
de los descubridores deste reino.
»Y si correspondierdes al intento
deste cristiano celo que me llama,
terneis para con Dios merescimiento
y con los hombres gloriosa fama.
Encargaréme yo del fundamento,
según la cuantidad de la derrama,
comprando suelo para la capilla
cercano de los muelles de Sevilla.
CANTO OCTAVO.
«Adonde si llegare sin tormenta
y libre de naufragios y desmanes,
según las cuantidades de la renta ,
ansí se nombrarán los capellanes;
y de lo que hiciere daré cuenta
álos soldados y á los capitanes
que de su voluntad y sin zozobra
vinieren en aquesta buena obra.
«Este, señores, es común provecho,
y ansí ninguno se me muestre duro ,
estando de mi parte satisfecho
ser servicio de Dios el que procuro;
y es de creer que religioso pecho
va caminando por lo mas seguro,
y si faltare la magnificencia ,
yo con esto descargo mi conciencia.»
Hicieron impresión estas palabras,
por ser todos los más deste consorcio
de sanas y sinceras intenciones,
y el dicho Fray Domingo respetado
y de gran crédito con todos ellos,
á lo menos el tiempo que no tuvo
en manos ocasión para perdello,
que son los toques con que se descubren
las buenas ó las malas propiedades.
Y ansí, teniéndola por obra pia ,
todos favorecieron su demanda
con ánimo cabal y generoso,
2jQ HlSTi DEL K. DE GRASADA.
dándole cada cual tan buena parle,
que le juntaron siete mil ducados,
los cuales para tal efecto santo
le fueron entregados, con poderes
y minuta del orden que debia
tener en asentar aquella planta.
1 Pero él, como díscolo, no quiso
guardar el propio suyo ni el ajeno,
porque dias después, con buen viaje
á Sevilla llegó con el dinero,
y combatido de las tentaciones
que suelen afligir pechos humanos,
dejóse vencer dellas como flaco,
huyendo de pobreza y obediencia,
mudando los honestos femorales
en calzas recamadas y costosas,
y los demás vestidos religiosos
en legos y profanos atavíos,
con todas las anejas circunstancias
á lascivo galán desvanecido.
Y en este traje puesto, partió luego
con fausto de criados para Roma,
y anduvo por Italia derramado,
donde después murió, según se dice.
Mas aquestas son falsas opiniones
i Al margen hay una nota rubricada por Gracian, que
dice: «Estos treinta y cinco versos borrados sequilan.—
GRACIAN.» La supresión termina en el que dice: en lo que va-
nos hombres acostumbran.
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CANTO OCTAVO.
241
en que están los que dieron la limosna,
porque la culpa fué del Licenciado
que recogió del fraile la pecunia,
so color de querer él de su mano
plantar el piadoso beneficio.
De lo cual están todos ignorantes,
pero yo no, que por el testamento
debajo del cual dio fin á sus dias,
y tengo con algunas escrituras
suyas, he visto cláusula que dice
ser él el que gozó de aquel dinero,
no sin remordimiento de conciencia ,
por no hacer aquel bien cuando pudo,
pues cuando quiso no fué poderoso,
por haber consumido sus caudales
en lo que vanos hombres acostumbran.
El Licenciado, pues, viéndose rico,
y el fraile y otros hombres principales,
pusieron sus intentos en bajarse
á la costa del mar de Cartagena,
allí comprar navio y embarcarse
con toda brevedad para Castilla ,
antes que su llegada se supiese
por el Gobernador de Santa Marta
y Adelantado Don Pedro Fernandez,
con cuyo poder, orden y mandado
descubrieron la tierra deste Reino,
huyendo de se ver en su presencia,
por no le dar la parte que fué puesta
– XLIV – 16
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24a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en las capituladas condiciones
cuando le dio poder al Licenciado
Jiménez de Quesada de Teniente.
Lo cual él y los otros rescelaban,
porque del fin acerbo de su vida
estaban por entonces ignorantes.’
Mas antes de salirse de la tierra,
por no desamparar lo descubierto,
el dicho Licenciado determina
de buscar un asiento do quedase
la gente que dejaba recogida,
y dar allí primero fundamento
á pueblo cimentado de españoles,
que fuese cómodo para defensa,
y á la mano tuviesen leña y agua,
y en él permaneciesen entre tanto
que se les proveía de socorro.;
para lo cual nombraron por caudillo
á Gómez de Corral, capitán diestro,
que vino tanteando por el valle,
lugar hacia la parte del Oriente,
hasta llegar al pie de las alturas
á quien llamamos hoy la Serrezuela.
Y allí, por parescelle suelo fértil,
dispuesto para plantas y legumbres,
jardines y vergeles, porque abundan
de cristalinas aguas que descienden
por una y otra parte murmurando,
CANTO OCTAVO.
243
y ser cumbres y faldas montuosas
y al Este, Norte y Sur grandes llanadas,
libres y limpias de nubloso monte,
llenas de generosas poblaciones
que perspicace vista señorea,
á la nueva ciudad puso cimientos,
á quien de Santa Fe le dieron nombre,
no sin contemplación de la de España,
por ser disposiciones y aparencias
de los campos y vegas de Granada,
patria del General que los regía. ‘
Y ansí fundaron luego doce ranchos
pajizos, que bastaban por entonces
para se recoger la gente toda,
repartidos en doce camaradas,
por igualar las casas á las doce
tribus de los hebreos y á las fuentes
de la tierra de Elin por do pasaron,
y arnúmero doceno de las piedras
que del rio Jordán fueron sacadas ,
y en el suelo de Gálgala pusieron
para memoria de sus descendientes
‘ y señal de las grandes maravillas
que Dios obró por ellos, y principio
de posesión eterna, que los mismos
intentos se tuvieron en aquestos
ranchos por nuestra gente fabricada.
Pues en aquel asfento permanesce
cristiana población, acrecentada
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344 HIST” DEL N< R> DE GRANADA.
con ediñcios ya de cal y canto,
autorizada con real Audiencia,
iglesia catedral y dignidades;
aunque vapores del cubierto monte
que por parte del orto le demora,
á cuyo pie le dieron fundamento,
á la salud nos consta ser nocivos;
y ansí febea lumbre cuando sale
sobre la ciudad nueva los derriba,
y son causa de reumas y catarros;
pero la poca fuerza de aquel tiempo
no daba comisión á que buscasen
lugar que fuese más acomodado.
Y levantados ya los edificios,
aunque se reconozca mejoría
y más comodidad en otra parte,
hay gran dificultad en la mudanza,
porque desamparar ninguno quiere
lo que costó dineros y trabajo.
Teniendo, pues, allí ya sus soldados
el General Jiménez de Quesada,
no hizo de cabildo nombramiento,
ni puso más justicia que á su hermano
Fernán Pérez, á quien dejó su cargo,
y él con menos de treinta compañeros
ricos y de los hombres más granados,
al Norte caminó con su riqueza,
hacia el rio del Oro, por adonde
CANTO OCTAVO. 245
GoOglg
pensaba de bajar al rio Grande
en balsas ó canoas, que podían
hacer porque llevaban herramientas.
É yendo prosiguiendo su viaje,
pocos dias después de su partida,
ó por le parescer dificultoso
el áspero camino que llevaba,
ó porque le dijeron al oido
jurar el capitán Lázaro Fonte
que después que llegasen á la costa
denunciaría del, porque sabia
llevar ocultas piedras esmeraldas
en grande cuantidad sin pagar quinto’,
él se determinó de dar la vuelta
al Val de los Alcázares, adonde
el resto de su gente se quedaba
en el reciente pueblo que fundaron,
do se regocijaron con su vista ,
porque con el respeto que debían
al cargo y al valor de su persona,
el temor y el amor andaban juntos;
y aun libres de su mano y de su mando,
con estar cada cual entronizado
en autoridad, honra y en posible,
le tenian la misma reverencia
que solían tenelle con el cargo;
y él ( si por caso se les ofrescia
algún negocio que les importase),
lo defendía como propio suyo,
246 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
tomando muy á pechos su defensa.
de lo cual puedo yo ser buen testigo;
pero después que agora dio la vuelta
de la derrota del rio del Oro,
la dio ni más ni menos en templanza,
andando más sobrado que compuesto
con aquel capitán Lázaro Fonte,
soplando susurrones de por medio;
porque, según algunas presunciones,
cierto soldado, por industria suya,
denunció del, diciendo que le vido
rescatar una piedra de gran precio,
después que por pregón les fué mandado
con penas capitales que ninguno
rescatase con indios esmeraldas
sino delante del, porque se diese
á la caja del Rey su real quinto;
y sin ser del delito convencido,
la causa sentenció donde mandaba
que le fuese cortada la cabeza.
Apeló para el Rey, mas sin embargo t
ejecutar mandaba la sentencia,
con gran disgusto de la gente noble
y sentimiento general de todos,
ansí de legos como sacerdotes,
que .con instancia grande le rogaban
no denegase las apelaciones:
sobre, lo cual allí tomó la mano
el capitán Suarez , que le dijo :
CANTO OCTAVO.
247
de la ciudad de Velez deste reino,
y en él segunda planta de cristianos,
será justa razón que se comience
su nueva fundación con nuevo canto.
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CANTO DÉCIMO
En el cual se trata cómo el capitán Martin Galeano, con la gen-
te que le fué dada por el Licenciado Gonzalo Jiménez de Que-
sada, fundó la ciudad de Velez.
La luz que de las lumbres es arreo,
círculo reiterado recorriendo,
por la morada del león Ñemeo
iba sus claros rayos extendiendo,
cuando para cumplir aquel deseo
que de poblar la tierra voy diciendo,
el Martin Galeano hizo via
con gente de valor que lo seguía.
Van al Septentrión encaminados,
y dentro de seis dias dieron vista
á Tinjacaes, población que goza
del espacioso lago Siguasinza ,
seminario de peces sin escama,
de facción de lampreas pequeñuelas ,
38o HIST. DEL N. R. DB GRANADA.
cuyo grueso será como tres dedos,
mtnos ó más algunos, y de largo
el de más longitud de palmo y medio;
preciosos en sabor, aunque flegmosos;
pero de semejante pesquería
viven en Santa Fe más regalados,
por ser en general más corpulentos
estos peces, y el agua do se pescan
rio corriente, Fontibon llamado,
del bárbaro lucrosa granjeria ;
como lo es también esta laguna
de Tinjacá, cuya circunferencia
es cuatro ó cinco leguas, y de ancho
dos leguas poco menos la distancia.
Y algunas de las villas circunstantes
artífices tenían figulinos,
de cuya causa nuestros españoles
pueblos de los Olleros les llamaron.
Prosiguen adelante su camino
al lapidoso suelo que contiene
Suta, Sorocptá , Monquirá, Turca,
hasta llegar á las barrancas altas
que solemos llamar quebrada fonda,
y por aquellos términos de Ubassa,
asiento conoscido desde cuando
entraron en la tierra los primeros,
no lejos del furor impetuoso
el rio que llamamos de Suarez ;
y en parte rasa que les parescia
CANTO DÉCIMO.
ser para se poblar acomodada ,
trazaron la ciudad , que fué segunda
de las que se fundaron en la tierra,
con términos bien largos y extendidos,
cuyas provincias en aquella era
gran multitud de bárbaros tenian ,
en ánimo, valor , destreza y maña
á todos los demás aventajados;
pues solo Saboyá fué poderoso
á sustentar la guerra por espacio
de treinta años ó más, no sin jactura
de hartos españoles principales.
Allí, pues, en los términos de Ubassa
pusieron los primeros fundamentos
de la ciudad, á quien por nombre dieron
Velez, según el orden que,traían
del General Jiménez de Quesada,
en memoria y honor, según yo creo ,
de la que tienen deste mismo nombre
los católicos Reyes en España,
por ser, como ya dejo declarado ,
este varón insigne de Granada ,
y los que fundan pueblos acostumbran
poner los apellidos de su patria.
Hicieron elección de regimiento
de las personas más cualificadas ,
en la cual elección salió nombrado
alcalde Juan Alonso de la Torre,
28a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
padre de quien hoy es beneficiado
en aquella ciudad, patricio noble,
que es Lorenzo Martin de Benavides.
El otro fué Gascón, y regidores
Baltasar Moratin, Diego de Güete,
Antonio Pérez y Marcos Fernandez,
y un Francisco Fernandez, Juan de Prado;
el alguacil mayor fué Miguel Seco,
y Pedro Salazar el escribano.
Mas esta población no fué durable,
porque después, calando más la tierra
adelante del rio de Suarez,
breve distancia de la gran montaña
en la provincia de los Chipataes,
vieron disposición donde podian
con más comodidad estar poblados,
y ansí, de parescer común de todos ,
trasladaron allí la planta nueva
á los catorce dias de Septiembre
cuando celebra la cristiana gente
la gran exaltación de aquella planta
do Cristo padesció por nuestros yerros,
y de su nascimiento sacrosanto
sobre mil y quinientos treinta y nueve.
Y en el sitio que dieron á la iglesia
exaltaron cristífe-ra bandera,
por cuya causa con el mismo nombre
el templo que se hizo permanesce.
CANTO DÉCIMO.
Dada la traza, pues, y repartidos
solares por las calles señalados,
según la cuantidad de los vecinos,
do con ayuda de íos indios Moscas
que hallaron allí más á la mano
y vinieron de paz, hicieron ranchos
donde se recogieron por entonces,
entre tanto que con vasallos propios
hacían fábricas de más momento.
Y para tal efecto determinan
de recorrer la tierra y apuntalla
á poco más ó menos, y dar suertes
á los conquistadores, porque luego
tuviesen el sustento deseado;
mas ante todas cosas dieron orden
cómo su nueve templo se cubriese ;
del cual, por ser cacique comarcano.
al indio Saboyá se [le] dio cargo ,
que vino con buen número de gente ,
y en breves dias dio fin á la obra ,
y aun á la fresca paz se dio remate ,
porque como varón presuntuoso ,
superbísimo , fiero y arrogante ,
negó la sujeción y puso mano
al arco y á la flecha venenosa ,
defendiéndose valerosamente,
y ofendiendo la gente castellana.
La cual, antes que se desvergonzase,
dejándolo de paz falsificada,
284 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
GooQle
fueron á la provincia de Misaque
y á las encumbradísimas alturas
de sierras de Agatá, que en aquel tiempo
hollaba multitud de naturales,
á quien señoreaban dos caciques ,
Cocomé y Agatá , de quien heredan
las empinadas sierras este nombre ,
que por la mayor parte son sin monte;
pero sabanas altas y balsares
estériles, y faltas en verano
de líquidas corrientes, porque beben
las represadas aguas del invierno.
Mas vistas las vertientes al Ocaso ,
al nascimiento de la misma sierra
responden grandes rios furiosos
que proceden de partes diferentes,
y se encuentran y juntan en un valle
de muy grandes llanadas, que se hace
entre esta sierra y otra montuosa ,
cubierta de vetustas arboledas ,
por donde quedan espaciosos lagos
en tiempo de verano, cuyas aguas
abundan de pescados diferentes.
En el invierno los confines montes
y campos rasos quedan anegados, –
cuyos fluidos ímpetus rescibe
el rio Grande de la Magdalena.
Subidos, pues, á la primera sierra j
CANTO DÉCIMO.
285
convocaron los indios moradores,
que de paz acudieron y comida
y algunas piezas buenas de oro fino,
dándoles á entender á los caciques
Cocomé y Agatá cómo debían
reconocer señor que los mandase,
á tiempos acudiendo con tributos
demás de los servicios necesarios;
á lo cual atención prestaron todos,
y aunque se les hacía cosa dura
de señores venir á ser criados,
al fin dieron rehenes y palabra
de nunca le negar el vasallaje
al poderoso Rey de las Españas,
y al amo que les fuese señalado
en su nombre real le servirían.
Con lo cual nuestra gente dio la vuelta
á la ciudad de Velez sin contraste,
contento Galeano de lo hecho,
porque le parescia buen principio
para perficionarse sus intentos,
los cuales eran ya de buscar minas
y sacar granos de oro con los indios
á los conquistadores repartidos.
Y ansí, poco después, en seguimiento
de la noticia que les dieron dellas
indios interrogados muchas veces,
que señalaban hacia las vertientes
286 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
del rio Grande de la Magdalena,
acordó la justicia y regimiento
que fuese Juan Alonso de la Torre
con treinta compañeros y doscientos
indios de los amigos más seguros.
El cual hizo camino por adonde ,
subieron antes á los Agatáes,
do fueron recibidos y hospedados
con apariencias ledas y amigables;
y en la subida, que era de dos leguas
ásperas y de grandes pajonales,
con sol intolerable, los soldados
perecían de sed, y los vecinos
con agua les salieron al encuentro,
y vino del que hacen de su grano,
con que se repararon y subieron
á Cocomé, Señor que poseía
aquella parte de las altas sierras
á la mano derecha del Poniente;
porque lo de Agatá les demoraba
á la mano siniestra desta via.
Mas Cocomé les hizo grande fiesta
dos dias que estuvieron descansando;
y luego procedieron adelante
al valle que por nombre tiene Sapo,
cuyos caminos son dificultosos
de riscos y peñascos y asperezas,
indignas de hollallas pies humanos.
Entre las cuales dieron en un paso,
CANTO DÉCIMO.
peña tajada viva, que tenia
prolija la subida peligrosa
por la profundidad del paradero
si della deslizaba quien subía.
Y para la subir, los naturales
tenian adminículos flexibles,
correosos bejucos bien asidos
á troncos de los árboles arriba,
al modo de la jarcia por do suben
á la ñútante gavia marineros;
y á la derecha mano desta peña
un grueso golpe de agua cristalina
tenia nascimiento fervoroso,
que buscaba su centro por el aire,
sin hallar ofensión desde la altura;
é ya cuando llegaba despeñada
á tocar en la tierra más propincua,
iba según la nieve que desciende
en candidos copillos esparcida.
Al fin por las escalas de las yedras
trabadas y tejidas bastamente,
pasaron todos ellos uno á uno
con riesgo de la vida, que no teme
la raiz de los males, que es codicia.
De allí bajaron por despeñaderos
hasta llegar al llano montuoso,
y en él una quebrada peñascosa,
en cuyas arboledas se hallaron
»88 H1ST. DEL N. R, DE GRANADA.
inmensa cantidad de guacamayas
que los atormentaban con graznidos,
como suelen hacer cuando ven gente»
ó anuncian humedad de temporales.
Y aquel arroyo hasta nuestro tiempo
se llama río de las Guacamayas;
do sobrevino luego tal estruendo
de truenos y de pluvias, que pensaron
ser allí sumergidos y anegados.
Tal fué la turbación del avenida
que por aquellos altos precipicios
al llano se venia despeñando,
sacando la quebrada de su curso,
y ocupando sus aguas por gran trecho
aquellos arcabucos más cercanos.
Mas este proceloso torbellino
pasó por ellos sin notable daño,
yendo corriendo la nimbosa nube
la montaña que va más adelante,
dejándolos acá bien empapados,
y el anegado suelo descubierto
y sin perturbación, en breve tiempo
se vio del agua que estaba lleno,
por ser declives una y otra parte
del lugar donde estaban reparados,
y por donde los indios que llevaban.
á churchear saliendo, como suelen,
en lo que las corrientes anegaron
hallaron cantidad de peces buenos
LiOOQle
CANTO DÉCIMO.
entre las piedras secas palpitando,
con que tuvieron apacible cena.
Allí hicieron noche, y otro dia
Luis Fernandez y García Calvete
y Diego Ortiz y Gonzalo de Vega,
Pedro de Salazar y Juan de Eslava,
yendo por una senda mal seguida,
dieron en maizales sazonados,
y en un poco de gente descuidada
del asalto y prisión que padescieron;
entr’ ellos una india de quien dice
el Diego Ortiz, testigo fidedigno,
ser en disposición y gallardía
y en rutilo color purpúrea rosa;
ojos serenos, claros , rostro grave,
con las demás facciones respondientes
á perfección de candida pintura,
cuales se suelen dar en los poemas
á las hermosas ninfas y náyades
en culto y atavio de su tierra ,
pero de telas algo más lustrosas;
en el cual las por ciones descubiertas
manifestaban bien que las ocultas
no serian de gracias envidiosas.
Murénula de oro rodeaba
el garzo cuello con maures ricas
(que son zarcillos hechos á su modo),
y otras algunas joyas que mostraban
– XLIV – 19
29O HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
ser principal señora de aquel suelo.
Aquesta presa hecha, se volvieron
donde los compañeros esperaban,
para tomar razón de los cautivos
acerca de las minas deseadas.
Los cuales, preguntados con las lenguas»
no supieron decirles cosa cierta,
sino que el oro que ellos poseían
venia de muy lejos por rescate.
Gastaron después desto quince días,
rompiendo por aquellas espesuras
entre el rio de Orta y de Carare,
y aun llegaron al rio Maporiche
que de parte del Norte se deriva,
y por largos ambages y rodeos,
los unos y los otros más abajo
se juntan y confunden y se mezclan
con el gran rio de la Magdalena.
Mas fué de ningún fruto su trabajo,
porque no vieron áureos veneros,
aunque de los lugares salteados
de los raros vecinos destos montes
recogían algún oro labrado.
Al fin determinaron de volverse
á Velez por aquel mismo camino
por do vinieron, porque no sabían
otro que fuese menos trabajoso.
CANTO DÉCIMO.
29I
Y al tiempo que llegaron á la sierra
de Cocomé, ningún vecino vieron,
porque todos estaban levantados,
metidos en las cuevas y cavernas ,
que son muchas y grandes, do se meten
cuando toman las armas para guerra ,
ó por ser frescos suelos en verano.
Donde, como nascion dura y proterva,
y ser las asperezas de la tierra
inaccesibles para pies humanos,
nunca jamás tuvieron paz perfecta ,
ni rehusaron trance belicoso ,
hasta que ya lps más los han puesto
en los extremos de total ruina,
pues dellos quedan hoy cuasi ningunos,
y aun esos, aunque pocos, no mejores.
Durmieron, pues, aquestos españoles
en tos buhios del desierto pueblo,
con el recato y orden necesario,
como gente de largas experiencias.
E ya cuando venia descubriendo
el rojo resplandor de la mañana,
prosiguen su camino para Velez,
espadas empuñadas, y embrazados
los cóncavos escudos ó rodelas,
porque por las señales conoscian
haber bien menester entrambas manos,
é ir con gran aviso y ordenanza
2g2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en toda la bajada de la cuesta,
prolija y empinada por extremo,
después que van bajando de las mesas,
do tienen los vecinos sus asientos.
Y no les salió vana la sospecha,
pues apenas habian caminado
cuarto de media legua, cuando vieron
cubiertos los altores y las lomas
de fieros Agatáes con penachos
soberbios y posturas arrogantes,
ios arcos en las manos, y de tiros
aljabas proveídas y carcajes;
otros con lanzas, dardos y macapas,
con los demás pertrechos con que suelen
poner en confusión á los contrarios;
porque como negocio bien pensado,
precipitaron luego ponderosas
galgas, puestas á trechos por los altos,
cuyo ruido dellas y cornetas
y gritos descompuestos eran tantos,
que el más valiente dellos y el más diestro
reconoscia ser dificultoso
poder salir ilesos del conflicto.
Y ansí, viendo las furias, el caudillo
á los demás habló desta manera:
«Tomemos aquel áspero cuchillo
que corre por la loma delantera.»
Juan Alonso tardó más en deciilo
que ellos en gatear por la ladera ,
CANTO DÉCIMO.
hasta poner los pies y componellos
do galgas no pudiesen ofendellos.
Y ellos se dispusieron por tal orden ,
que los volantes tiros no podían
hallallos juntos, sino divididos;
mas el atrevimiento de los indios
fué tanto, que llegaron escuadrones
á medir las macanas con espadas,
mayormente con los de retaguarda,
donde fué necesario que mostrase
cada cual el valor de su persona ,
haciendo suertes de tajante hierro
qué se pueden vender por admirables,
pues no pocas cabezas sin los cuerpos
fueron rodando por la cuesta abajo
de la canalla bárbara, que viendo
la terribilidad de los contrarios
y cuan infatigables se mostraban,
se fueron retrayendo y apartando
á las alturas de la serranía,
y nuestros españoles cuesta yuso
á la prosecución de su caminó.
Al cual se dieron priesa, porque muchos
iban descalabrados, mas ninguno
fué de mortal herida lastimado.
Y llegados á Velez , dieron cuenta
á los demás vecinos del suceso;
y el Martin Galeano, conosciendo
cómo no convenían dilaciones
294 HIST- DBL N. R. DH GRANADA.
en castigar aquel atrevimiento ,
partió luego con gente descansada
y algunos perros bravos y cebados
en indios, que trajeron á la tierra
los que vinieron con el Benalcazar,
porque los otros antes no tenian
en uso coadjutores semejantes;
y después raros eran los soldados
que se menospreciaban de tenellos;
algunos con soltura que pasaba
de límites y términos humanos;
pues como gente de piedad ajena,
las culpas que pudieran ser punidas
con más templanza, las voraces bocas
eran ejecutores del castigo.
Y desta demasia Galeano,
con ser en todas cosas bien compuesto
y digno de tener en gran estima
por su mucho valor en paz y guerra,
sabemos que no tuvo poca parte;
de do le resultaron pesadumbres
por via de justicia, siendo viejo,
y cuando ya gozaba de reposo,
como declararemos adelante.
Llegaron, pues, sobre los Agataes
por partes encubiertas, y cubiertos
con el obscuro manto de la noche,
donde se repartieron en dos partes:
CANTO DÉCIMO.
295
la una dellas fué con Galeano,
y otra con Juan Fernandez Valenzuela,
por dar con una misma coyuntura
en dos pueblos, distantes uno de otro
espacio poco más de media legua,
donde, según las guias declaraban,
estaba mucha gente congregada;
y confiados en las asperezas,
según su parecer, insuperables,
en tiempo tenebroso mayormente,
estaban descuidados y quietos,
mediante soporífero reposo.
Pero los españoles vigilantes,
haciendo pies á veces de las manos,
garrando por los ásperos recuestos,
á las espaldas puestos los escudos,
con fluido sudor unos y otros,
con gran silencio llegan á la cumbre
hasta ponerse cerca de las casas,
adonde , por ir todos sin aliento ,
hicieron pausa bien apercebidos;
y llegada la parte de la noche
que los latinos llaman intempesta,
fueron por sus cuarteles repartidos,
y hecha la señal con éreo cuerno,
el asalto se dio con tal estruendo ,
que bien pensaron los acometidos
ser muchos más los acometedores;
y del inopinado sobresalto
2$6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
quedaron, como cuando rayo rompe,
húmedos humos de la fusca nube,
cuyo terrible trueno y estampido
atónitos dejó los circunstantes.
Tales efectos hizo la borrasca
en los inadvertidos moradores
á los principios della, pero luego
crecieron confusiones y alborotos,
ocurriendo los unos á las armas,
tardías ya para valerse dellas;
otros que de sus pies se confiaban1
ligeros acudían á las puertas,
pensando hacer fuga y escaparse
del acerbo furor que se movía
con duras amenazas de la muerte,
con la cual encontraban muchos dellos,
porque de 4os aceros traspasados,
las infelices ánimas exhalan
y entregan á las furias del infierno;
cresciendo la matanza y el conflicto
por una y otra parte del asiento
de sanguinoso flujo rubricado.
Del cual los indios menos impedidos,
que fueron muchos, se descabulleron
por unas y otras partes derramados
donde frío temor los arrojaba,
dejando victoriosos á los nuestros,
que de promiscuo sexo prenderían
hasta trescientas piezas, todas sanas,
CANTO DÉCIMO. 297
de las cuales á bárbaros más duros
señalaron con áspero castigo,
cortándoles á unos las narices,
á otros los pulgares ó la mano,
mandándoles que fuesen mensajeros
con aquella señal á los vecinos,
diciendo que si fuesen pertinaces
habian de pasar por otro tanto.
Llanos, pues, estos pueblos principales
por Martin Gáleano y Valenzuela,
un dia, cuando ya febea lumbre
principiaba su fúlgida carrera
por aquellos collados y horizontes,
vieron de donde estaba Galeano
gran junta de salvajes en un alto,
con gran ostentación de regocijos
y grita de palabras injuriosas
en menosprecio de los españoles.
Cuyos acentos eran percebidos.,
á causa de ser poca la distancia;
pero la causa dellos ignoraban ,
porque significaban que tenian
uno de sus consortes entre manos,
de que todos estaban bien ayunos;
pero certificados por las lenguas
de lo que los salvajes referían,
convocó los soldados el caudillo ,
y recorridos por sus camaradas,
298 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
hallaron que faltaba Juan de Cueilar,
uno de los soldados fanfarrones
que trajo Belalcazar en su hueste.
Al cual, según se supo después desto,
común necesidad inevitable
lo hizo divertir al cumplimiento
no lejos de su rancho, mas en parte
oculta y encubierta do pudiese
con más honestidad evacuarse;
cerca del cual estaban en acecho,
espiando la gente castellana
tres ó cuatro gandules atrevidos,
que no perdieron tiempo, porque luego
saltaron como tigres á la caza,
y del primero golpe de macana,
que no supo de dónde le venia,
le saltaron los ojos, y los sesos
quedaron esparcidos por el suelo,
sin que sintiese nadie la desgracia,
sino quien padeció la desventura.
Y como cudiciosos de la presa,
en ese mismo punto la llevaron
al alto donde estaba detenido
el golpe de la gente que ya dije
dar voces con señales de alegría,
haciendo mil ensayes de ludibrios
en el infelicísimo cadáver;
cuya muerte causó grave congoja
en toda la cristiana compañía;
CANTO DÉCIMO.
en Galeano más, por ser primero
hombre que le mataron en la guerra.
Y ansí corrió la tierra castigando
severísimamente los que pudo,
después que se juntó con Valenzuela,
sin dejar reposar noches ni dias
con emboscadas, saltos, trasnochadas ,
la gente deste duro barbarismo,
hasta que por latíbulos de cuevas,
pináculos excelsos y lugares
ocultos se metian ; y ansí, viendo
que no se les podía dar alcance,
á causa de las grandes asperezas
y estar los españoles fatigados
de trastornar laderas y recuestos,
determinó de se volver á Velez
con mucha cantidad de gente presa.
Y puestos en camino, como viesen
los bárbaros inmites y protervos
que les llevaban hijos y mujeres,
bajó gran cantidad de los altores
con ímpetu furioso y alocado,
rompiendo por opuestos defensores
hasta trabar de cuerdas y cadenas
con que iban enlazados los cautivos;
tal era su pasión y su deseo
de libertar sus deudos y parientes.
Sobre lo cual, cresciendo las porfías,
3
allí se revolvió sangrienta plaga,
llevando lo peor bárbara hueste,
pues quedó de vigor menoscabada;
y con temor del golpe del acero
no se llegaban tanto, pero nunca
dejaron de soplar á las espaldas
con piedras y otros tiros, reguardando
la gente que les llevan enlazada,
dándoles siempre caza, hasta tanto
que los de la vanguardia más remotos,
en oculto lugar acomodado
quedaron escondidos Diego Franco,
Bartolomé González y Poveda,
Alonso Gómez y Pedro Gutiérrez
y Francisco de Murcia y Juan Mateos,
un Alonso Domínguez y Herreño,
Pero Fernandez Bolegan, Aranda,
ansimismo Bartolomé Fernandez
de León, y también Fernán Gallego,
soldados excelentes y cursados
en tratos de belígeras contiendas.
Y aquesto hecho , sin perderse punto
del paso que llevaban caminando,
dióse la retaguardia mayor priesa,
amenazando con desnudos hierros
la presa que llevaban por delante
porque fuesen á paso presuroso,
como que ya huían del peligro
á vista del incauto barbarismo ,
CANTO DÉCIMO.
301
que bien tuvo creído por la muestra
ser cierta y esencial el apariencia,
precipitándose confusamente
en pos del cauteloso peregrino.
Y ansí, con orgulloso desconcierto,
cayeron en el lazo y emboscada,
de do como pasó la turba multa,
salieron de través los emboscados
diciendo : ¡Santiago, Santiago!
A cuya voz los otros acudieron
contra la confiada muchedumbre,
que se halló burlada como cuando
el codicioso can va tras venado
por herbosa sabana, y encubierto
estaba por allí tigre ligero
que salió de través con veloz salto
cogiéndole la caza que seguía,
y él se volvió la cola recogida
y apretada debajo de las piernas,
huyendo de se ver entre sus uñas.
Tal fué la turbación de los salvajes
cuando se vieron en aquel conflicto
sangriento sin valerse de sus manos,
porque todos los más dellos pusieron
en los pies su salud y confianza
por donde cada cual pudo librarse;
algunos malamente lastimados,
otros quedaron muertos y otros presos.
302 HIST. DHL N. R. DE GRANADA.
freno bastante para que dejasen
ir á los españoles libremente
con la cautiva gente que llevaban.
Y llegados á Velez, enviaron
algunos indios dellos á sus pueblos,
habiéndoles hablado largamente
acerca de la paz que deseaban
tener con los vecinos comarcanos,
y que debajo della bien podian
venir á libertar queridas prendas,
sin dar por ellas otros intereses
más que sencilla paz y amor sencillo,
según á los principios prometieron;
y que esto les cumplía si querían
tener vida quieta y apacible;
porque si no, del acontecimiento
pasado juzgarían lo futuro.
Llevaron, pues, los indios el mensaje ,
que fué bien rescibido, porque luego
vinieron los señores principales
y el amistad se celebró de nuevo,
no con tanta firmeza que faltasen
rebeldes repiquetes después desto,
hasta que por las guerras y otras causas
quedaron de potencia descarnados,
y están sus tierras ya cuasi desiertas.
Mas en aquella era no dejaban
de poner en aprieto hartas veces
CANTO DÉCIMO.
á los que pretendían domeñallos;
tanto que á Galeano le convino
venir alguna vez más que de paso
á demandar favor á los de Tunja,
tercera población adonde estaba
el capitán Suarez ya poblado;
según declararemos, Dios mediante,
cuando tratemos della, pues agora
con los de Velez quiero detenerme.
Adonde no faltó después socorro
que llegó de la costa, cuando vino
Jerónimo Lebrón, como diremos
cuando se dé razón de su viaje,
pues de presente voy encaminado
á la provincia que se llama Guane,
jurisdicción de la ciudad de Velez,
adonde hecha paz con Agataes,
pasaron luego las sangrientas armas,
y á la conquista della se disponen,
é yo, para dar cuenta del suceso,
al venidero canto, pues aqueste
con este presupuesto se remata.
CANTO UNDÉCIMO
En el cual se da razón de la conquista de la provincia de Guane,
y rencuentros que hubo en la pacificación della.
Corria, según cómputo cristiano,
año de tres quinientos y cuarenta,
al tiempo que el planeta más lozano
al pluvial Acuario se presenta,
veinteno dia del bifronte Jano,
primero de los meses desta cuenta,
cuando partió la valerosa gente,
guiados á la parte del Oriente
en demanda de Guane , cuyas tierras
están del pueblo de los españoles
menos de veinte leguas de distancia.
Y aunque son grandemente pedregosas
las partes habitables deste suelo,
es amigable siempre su templanza
para conservación del individuo,
pues nunca frió ni calor da pena,
por ser desocupado de montañas
y visitallo saludables vientos
– XLIV – 20
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3ü6 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
á su fertilidad nada contrarios.
Y ansí contiene virtuosas plantas
que producen en todos tiempos frutos
apacibles al gusto y á la vista,
y al olfato no menos agradables,
traspuestas en labranzas regadías
do guian por acequias aguas claras
que bajan de los altos murmurando
y se derivan por diversas partes
en toda la provincia, que contiene
de circuito más de doce leguas.
La cual hacia la parte del Oriente
viva peña tajada la rodea,
á quien llamamos cingla comunmente,
que corre Norte Sur algo torcida
más espacio que dura la provincia;
pero por la frontera de los Guanes
rio de Sogamoso la divide,
y corre furioso por sus tierras >
donde se junta con el de Suarez
y otro que Chalala tiene por nombre.
Cuyas corrientes van encaminadas
al rio Grande de la Magdalena,
de suerte que por bajo de la cingla
al ocaso tenian sus asientos
estos Guanes, y encima de la cingla
sabanas rasas hay, pero desiertas,
excepto la que tienen más á mano
que llamamos la Mesa de Xerira ,
CANTO UNDÉCIMO.
307
fértilísimo campo y apacible,.
igual, alegre, llano, raso, limpio;
cuya circunferencia tanteada
será compás de seis ó siete leguas
ella sola, sin las colaterales ,
que son grandes y amplísimas dehesas ,
todas de tan propicias influencias,
que si por españoles se poblaran
en aquella sazón y coyuntura ,
conservando los indios naturales ,
tuvieran cumplimiento de regalos,
pues no faltara trigo ni cebada,
con las demás simientes de legumbres,
fructíferos verjeles y jardines
de las nativas plantas y extranjeras,
con todas las especies de ganados
al menester humano necesarios ,
y viníferas viñas ansimismo
en partes que pudieran ser irríguas,
por ser esta llanada deleitosa
de cristalinas fuentes proveída
con aguas salutíferas que corren
al beneplácito de quien las guia,
y amiga la templanza del terreno
á la salud humana todo tiempo.
Y allí los moradores demás desto
tuvieran para colmo de contento
auríferos veneros por vecinos,
308 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
porque el rio del oro que se labra
por Velez y Pamplona les confina.
Y ansí Guanentá* rey desta comarca,
á quien los otros indios principales
por supremo Señor reconoscian
y daban vasallaje y obediencia,
en esta Mesa tuvo su vivienda,
por ser más apacibles estalajes
que los inferiores déla cingla;
aunque todos son unos y una lengua,
unas costumbres, ritos y ropaje
de telas de algodón, que van tejidas
con hilos variados en colores;
con una se rodean la cintura,
y otra que de los hombros va pendiente
al izquierdo trabada con un ñudo
dado con los extremos de la manta;
traje también común á las mujeres,
que por honestidad y más resguardo
usan debajo desto pampanillas,
con que cubren las partes impudentes
las casadas, porque las incorruptas
deste tercero velo son exentas.
Tienen disposición y gallardía;
y es gente blanca, limpia, curiosa,
los rostros aguilenos, y facciones
de linda y agraciada compostura;
y las que sirven á los españoles
CANTO UNDÉCIMO.
es de maravillar cuan brevemente
toman el idioma castellano,
tan bien articulados los vocablos
como si les vinieran por herencia;
primor que yo jamás he visto
en las otras naciones de las Indias,
con haber visto muchas y diversas,
por ser los más ladinos balbucientes
en la pronunciación de nuestra lengua.
Los indios son también ingeniosos
y diestros en sus armas, que son lanzas,
dardos, macanas, hondas, de las cuales
usan en las peleas comunmente
con brazo vigoroso, sin torcerse
la piedra del objeto do la guian.
Y ansí, con prevenciones necesarias,
escudos, morriones y celadas,
entraron en las tierras de los Guanes
cincuenta belicosos españoles,
solamente seis dellos de caballo;
y después de pasar á Conacuba,
impetuoso rio, procedieron
arriba por un valle hacia donde
la población de Guane se comienza ,
para tomalla desde su principio
y venir allanando la provincia,
volviendo hacia Velez conquistando
á los que les hiciesen resistencia.
Y las primeras casas do llegaron
¿lO HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
fueron de Poasaque, cierto pueblo
que Corbaraque, capitán, regía,
al monte retirado con su gente,
con temor de la nueva que venía
entrando por la tierra no hollada
con planta de nación advenediza,
al cual dieron alcance, y asentaron
con él el amistad que deseaban,
debajo de promesa que hicieron
de ser por ambas partes conservada,
con que reconosciesen vasallaje
al prepotente Rey de las Españas
y al auto que les fuese señalado
en su nombre real, porque con esto
vivirán quietos y seguros.
Y con la misma mano de concordia
fueron en otro valle recibidos
que con el Corbaraque confinaba. •
Después fueron á Poima, que lo mismo
hizo, dándoles telas bien labradas
y algunas buenas joyas de oro fino.
A Chalala pasaron después desto,
gente que se mostró más animosa
y para defenderse con más brio;
donde se detuvieron ocho dias,
procurando ganar las voluntades,
que se mostraron duras y contrarias
al vínculo de paz que se pedia.
CANTO UNDÉCIMO.
De cuya causa con rigor de guerra
prendieron en rencuentros y en alcances
gente de toda edad crescida copia,
de por aquel compás la más lucida;
mayormente mujeres, do la vista
humana más inclina sus antojos,
eran á las demás aventajadas
en la disposición y hermosura ,
aire, donaire, gracia y atavío.
Corrieron ansimismo la ribera
del memorado rio que desciende
de Sogamoso , términos de Tunja,
pasando por asientos bien poblados,
desamparados ya de los vecinos,
que con temor dejaban sus posadas
al albedrio de los peregrinos.
Los cuales recogieron en las casas
gran cantidad de ropa y algún oro;
y á las tierras de Guane revolviendo,
noticia se les dio de Macaregua,
cacique belicoso y hombre rico,
en demanda del cual partieron luego,
inciertos de la paz, mas del rancheo
ciertos y confiados, por la mucha
fama de la riqueza que tenía.
Y porque no podían los caballos
ir camino derecho por la parte
más baja que las guias señalaban ,
312 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
á causa de las grandes asperezas
de peñascales y derrumbaderos,
fuéronse los peones por lo bajo
con indios yanaconas de servicio
que, con favor y auxilio de cristianos,
se muestran animosos en la guerra ,
y con la dulcedumbre del rancheo
aman las disensiones y revueltas.
Y Galeano con los caballeros
á vista caminó por la cuchilla
alta que por encima se hacía,
loma limpia de piedras y de monte.
Y cuando dieron vista los peones
al pueblo peñascoso (que tal era
que allí nada valian los caballos,
ni pudieran bajar á coyuntura , .
por no hallar camino que les diese
bajada que no fuese precipicio),
arremetieron á tomar la puerta
de la principal casa, que juzgaban
por su grandeza ser la del cacique,
no con tanto silencio que no fuese
el acometimiento percebido.
Y ansí, sobresaltados los de dentro,
al encuentro salió con gentil orden
un escuadrón soberbio de piqueros
que debían estar ya con aviso,
haciendo retener el presuroso
paso del codicioso peregrino,
CANTO UNDÉCIMO.
313
amparándose bien con los escudos,
porque con tal denuedo les picaban,
como si fueran diestros alemanes
en el compás de pies y en las posturas;
y si ios nuestros les ganaban tierra,
con retrógrado curso la perdían.
Andando desta suerte los dos bandos
con recíprocos acometimientos
(á la manera de marinas olas
que saltan de la mar á la ribera
y sin parar en ella se retraen
después de dar el golpe repetido,
las unas con las otras batallando
con incesable furia de tormenta),
en el cual rompimiento Pedro Vázquez,
joven acelerado y orgulloso,
adelantó los pies, alta la mano,
para golpe de muerte que la suya
iba llamando, porque descuidada
del opuesto contrario la rodela,
llegó punta tostada de una pica
rompiendo por orgánicas arterias,
por donde los espíritus vitales
se despidieron della para siempre,
y el miserable dio final caida.
Al cual llevaron indios arrastrando
hasta ponello junto de la puerta
de su mayor, en cuya delantera
314 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
hervía la rencilla rigurosa
tal y tan obstinada, que los nuestros
no pudieron quitalles el cadáver.
Pero como corridos del afrenta
y del soberbio brio que mostraban,
puestos en ala, se determinaron
de morir ó vencer, porque venia
al alboroto multitud dé gente
de los cercanos barrios, proveída
de lanzas y de piedras y otras armas
que la necesidad administraba ;
y ansí, poniendo todo su remedio
en Dios y en el meneo dé sus brazos,
rompen por ellos, y al primer encuentro
quedaron trece bárbaros tendidos,
sin otros cuya sangre daba muestra
tener necesidad de buena cura.
Los cuales, acordando de buscalla,
se fueron retrayendo del conflicto,
y en seguimiento dellos los restantes,
huyendo cada cual por do podía;
de manera que nuestros españoles
quedaron por señores en el pueblo,
asaz necesitados de descanso,
y Pedro Salazar con dos lanzadas –
que tuvo que curar algunos dias.
Y entonces Galeano ya tenía
hallado paso para los caballos;
cuyas congojas fueron impacientes
CANTO UNDÉCIMO.
por no poder bajar con más presteza
al tiempo de la grita y el estruendo
que de los combatientes percibía;
aunque con los caballos no pudieran
hacer efecto bueno por las peñas
opuestas por delante donde quiera.
Finalmente, pasada la refriega,
llegaron á la parte donde vieron
al desdichado Pero Vázquez muerto,
que no causó pequeña pesadumbre;
mas como sea pió beneficio
al de vital calor desamparado
ocultalle la parte corruptible
debajo de la tierra ponderosa,
fué la primera cosa que se hizo ,
según la coyuntura y el espacio;
y luego discurrieron por las casas
ai rancheo, que no fué de momento, t
porque lo substancial estaba fuera
en diversos lugares ocultado.
É ya cuando su luz el sacro Febo
de aquellos hemisferios apartaba,
á los otros antípodas guiando
sus lucidos caballos y veloces,
tomaron por más cómoda posada
la casa del cacique Macarigua,
donde se recogieron y cenaron
316 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
con prevención de buenos centinelas,
las armas en las manos, y dispuestos
para salir en orden prevenido
en oyendo cualquiera repiquete.
Mas aunque los más dellos algún tanto
tomaban soporífero sosiego,
el Martin Galeano no paraba,
visitando los que velaban fuera.
Y al tiempo de rendir el primer cuarto,
á todos los llamó , y estando juntos,
les dijo brevemente su concepto :
«Compañeros y amigos, mal seguro
es para defendernos este puesto,
do si nos acometen con obscuro
el suelo que hollamos es molesto,
y arriba libre de peñasco duro
páramo llano, limpio, sin recuesto,
adonde los caballos son señores
del campo sin aquestos sinsabores.
«Sería, pues, notorio desatino
no desembarázalas la posada,
porque si yo no soy mal adivino,
aquí nos han de dar el alborada;
y ansí cumple ponernos en camino
luego, por ser la hora sosegada,
y aunque veáis arriba campos llenos
de gente, valdréis más los que sois menos.»
L,ooQle
CANTO UNDÉCIMO. 3 1 7
Á todos paresció bien el acuerdo,
y ansí tácitamente caminaron
hasta llegar al alto, por la parte
por donde descendieron los caballos,
y en llano claro, raso y apacible
asentaron su campo, y estuvieron
espacio de tres días descansando,
ocupados en reparar pertrechos
y en la reformación de los rocines,
que, por falta de hierro, los herraban
con herraduras hechas de oro bajo,
porque sin ellas, por ninguna via
pudieran caminar sin despearse,
á causa de ser suelo lapidoso;
donde la mayor parte de los indios
tenían población innumerable,
pues en el circuito solamente
de lo que propiamente llaman Guane
habia treinta mil casas pobladas,
á dos y á tres vecinos cada una,
y en ellas sus mujeres y familias;
de manera que la provincia toda
era manantial de naturales.
Y ansí los españoles por ser pocos,
y el suelo de la suerte que lo pinto,
y que por desmandarse Pero Vázquez
del cuerpo de los otros compañeros
quedó desamparado de la vida,
tomaron el empresa con recato
318 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y con la prevención que fué posible,
porque de todas partes se mostraba
gran multitud de bárbaros armados,
estruendo de cornetas y atambores,
eso me da las noches que los dias,
con fieros y amenazas á lo lejos,
sin quererse llegar á rompimiento.
De cuya causa los que no querían
permanecer ociosos ni baldíos
determinaron ir en busca dellos
por ver sus pueblos, y primeramente
dieron en Guanentá, donde hervía
innumerable gente que asombrada
de ver la nunca vista por su tierra,
se fueron deslizando con espanto,
aprovechándose de la huida.
En cuyo seguimiento , sin acuerdo
otro que la codicia del rancheo,
los nuestros se partieron en dos partes:
ocho peones solos en la una
con dos gentiles hombres de caballo,
un Alonso Fernandez y Gonzalo
de Vega, cuyo hijo de su nombre
hoy goza los trabajos de su padre,
yéndose los demás con Galeano
tras el tumulto por diversa via.
Pero los diez que digo, prosiguiendo
aquellos que cayeron á su mano,
CANTO UNDÉCIMO.
3»9
dieron en cierta junta de gandules
que de improviso vieron en un cerro ,
de hondas proveídos y de lanzas.
Mas ellos, aunque pocos, no por eso
detuvieron el paso que llevaban,
con determinación de dar en ellos;
pero cuando llegaban á paraje
cercano de los indios, que quietos
estaban esperando su llegada,
dieron de ojos repentinamente
sobre una quebradilla barrancosa,
imposibilitada de pasaje
por su profundidad y por las piedras
opuestas en el curso de las aguas,
donde forciblemente repararon
caballos y peones, y los indios
á causa de tener esta muralla ,
déla contraria banda con las hondas
enviaban espesas rociadas.
Lo cual visto por nuestros españoles,
á los indios amigos yanaconas
que ios fueron siguiendo con sus arcos,
pusieron en aquella misma frente,
para que con las flechas respondiesen
¿1 vuelo de las piedras susurrantes,
con dos peones en su compañía
que siempre los moviesen y animasen.
Y los seis, abatidos, arrastrando
los pechos por la tierra, se deslizan
3 20 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
dentro de la quebrada peñascosa,
por la cual fueron hasta más arriba
del lugar do hervía la borrasca
en la contraria banda de los Guanes,
en su pelea tan embebecidos,
que no sintieron el estratagema
hasta que les soplaron las espaldas
con .aceradas puntas y con filos
que brazos y cabezas cercenaban.
De cuyo sobresalto los temores
de tal manera se le revistieron,
que pocos se valian de las armas;
y mucho menos desque los caballos
pasaron por lugar acomodado,
porque hallaron apacible suelo,
donde se revolvían sin contraste
ellos y los peones que siguiendo
los fueron, con mortífera ruina
de los que se mostraban más gallardos.
Y satisfechos de la suerte hecha,
dieron la vuelta con algún despojo
en busca de los otros españoles,
cuyo suceso fué no” menos grato,
antes aquel alcance más sangriento,
sin que los nuestros padeciesen daño.
Los cuales juntos y regocijados,
pasaron el real á Butaregua,
pueblo poco distante de la cingla,
CANTO UNDÉCIMO.
321
asiento bien compuesto, llano, limpio,
de frutos y de mieses abundante,
porque los moradores curiosos
tenian regadías heredades
por acequias antiguas, y cursadas
en tal manera, que satisfacían
al codicioso fin de los cultores.
No hallaron vecinos en el pueblo,
porque todos estaban retraídos
en unas grandes cuevas y solapas
que el pecho de la cingla contenia;
altas y rigurosas las subidas,
pero por ambos lados iban sendas
á soslayo guiadas á las puertas,
porque via derecha pies humanos
no fueran poderosos, y aun por donde
subían era prueba temeraria ,
por no tener adonde detenerse,
de aquel anden estrecho resbalando;
y habían de dar salto que tenía
bien doscientos estados de distancia.
Pero los españoles, como viesen
el rastro , conoscieron el secreto,
y repartidos por entrambos lados,
subieron los más sueltos y atrevidos,
debajo de concierto que, saliendo
algunos á hacelles resistencia,
volviesen las espaldas con ensayo
de fuga por sacalles á lo llano,
– XLIV – 2*
322 HIST. OBL N. R. DB GRANADA.
fuera del evidente precipicio.
Y no se defraudó su pensamiento,
porque viendo los indios que subían,
salieron denodados al encuentro,
y ellos, á las espaldas los escudos,
volvieron á tomar tierra segura ,
los bárbaros tras ellos en’ alcance,
según iban saliendo de las cuevas
no menos que fervientes hormigueros.
Y visto por la gente castellana
algunos en lugar acomodado
para poder jugar de las espadas,
sobre ellos dieron vuelta sanguinosa,
cebando los aceros afilados
en bárbaras entrañas á gran priesa.
Y como retuvieron los primeros
el presuroso paso de repente
en el remate del despeñadero ,
y los que los seguían no paraban
el reventón abajo desgalgados ,
sin ser en mano dellos detenerse,
por ser anden enhiesto por extremo,
y éste dar en aquél y aquél en otro,
confusos y revueltos se derriban,
yéndoseles los pies, y unos á otros
asidos por valerse van volando
por los vagantes aires á la tierra
que los rescibe hechos mil pedazos,
y en el regazo de la vieja madre
CANTO UNDÉCIMO.
3*3
quedó gran cuantidad de cuerpos.muertos.
Y ansí, los que escaparon en lo alto,
siendo persuadidos por las lenguas,
vinieron á la paz, por excusarse
de las calamidades de la guerra.
Esta nueva voló por la comarca,
y tuvieron por sana granjeria
celebrar amistad con los cristianos,
siendo de los primeros Macaregua,
trayéndoles las armas del soldado
primero que mataron en su pueblo,
con mantas y con oro y otras cosas,
con que se mitigaron los enojos,
y á sus palabras blandas y amigables
también prestaron blandos los oídos.
Y puestos ya debajo del dominio
del Católico Rey insuperable,
pasaron á Bocore y á Xuaguete,
dos pueblos que quietos estuvieron,
y al nuevo yugo que les imponían
no menos liberales que obedientes,
porque les dieron piezas y preseas
que fueron importantes en el precio.
Pero Cacher entonces no quería
dar reconocimiento de tributo,
ni venir á los ver, siendo llamado,
con algún menosprecio y arrogancia >
que no sufrió quedarse sin enmienda.
334 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Á cuya corrección fueron los veinte
peones con algunos de caballo,
y entrando por el pueblo con semblante
pacífico, según se les mandaba,
por negociar sin efusión de sangre
lo que se pretendía; mas llegando
cercanos á la casa del cacique,
salieron della con bastones gruesos
cuarenta bárbaros, determinados
de los matar á palos, y el intento
manifestaron luego por la obra,
pues descargaron los pesados golpes
en los que no venian descuidados,
que, como mal sufridos, fueron prestos
á dalles las respuestas con el hierro
que traspasaba pechos y costados,
en tal manera que de los cuarenta
unos quedaron muertos y otros presos,
y el cacique con ellos maniatado.
Con los cuales vinieron á Bocore,
sin ser parte la gente que salía
á quitalles la presa de las manos,
ni reprimir el paso comenzado;
yendo los de caballo deteniendo
el ímpetu, y los otros caminando
hasta llegar adonde los espera
el Martin Galeano con el resto,
que les mandó quitar las ligaduras
con tratamiento pió y amigable,
CANTO UNDÉCIMO.
325
é instrucción y expreso mandamiento
de lo que convenia que hiciesen
para vivir quietos en sus casas.
Y granjeadas con razones mansas L
entreveradas con algunos fieros,
la sujeción pedida y obediencia,
se les dio libertad para volverse
á quietar la gente de su pueblo
por aquella prisión alborotada.
Esto hecho, pasaron á Siscota,•
do fueron recibidos con aplauso
y cantidad de telas y algún oro,
sin repugnancia de la servidumbre
que por ellos les fué notificada.
Y despedidos deste señorío,
pasaron á Cotisco y Carahota,
y al Val de Sancotéo y Uyamata,
entonces poblaciones principales,
no menos fértiles que populosas,
las cuales sin bullicio belicoso
á todo se mostraron obedientes.
Y hecha descripción de los Señores
que la tierra de Guane contenia,
para dar suertes á los compañeros
y remuneración de los trabajos
en la conquista dellos padescidos,
la determinación fue reservada
326* HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
para de más espacio tantealla
en la ciudad de Velez, deseando
de ya volver á vella, con sospecha
de novedades en absencia suya;
en cuya dilación habían visto
después de su partida cuatro veces
juntarse los dos cuernos de la luna.
Y á causa de tardarse tanto tiempo,
estaba temeroso Galeano
de bárbaro furor y movimiento
de parte de los indios convecinos,
que ya tenian amos señalados
á quien daban demoras ó tributos,
ponderoso carguio para gente
que fue, de libertad antigua, puesta
en una miserable servidumbre;
mayormente faltando la modestia
de parte de los duros exactores
que no tenian límite ni tasa
en aquel tiempo, sino que sin ella
cobraba cada cual con extorsiones
aquello que razón no permitía,
demás de los trabajos excesivos
de personal servicio, donde muchos
por no lo comportar desesperaban,
ó; débiles y flacos, perescian.
Y fué causa también á los principios
para que, confiados de sus fuerzas,
por redimir aquellas vejaciones,
CANTO UNDÉCIMO.
qi/ebrasen deste yugo las coy andas,
quitándolo de sobre sus cervices;
y si vían la suya, les hacian
que pagasen el natural tributo
á los que les pedian el impuesto,
según aconteció desde á dos meses
que salió Galeano p ara Guane,
como diremos en el otro canto
que viene después deste, pues llegado,
halló las novedades que me piden
ser con nuevo principio celebradas.
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CANTO DUODÉCIMO.
En el cual se contiene la rebelión de Saboya y de los indios
de Tiquesoque, y la muerte de ciertos españoles.
Las demasías, fuerzas y rigores
de los hinchados y ensoberbecidos,
hacen que se levanten á mayores,
como dicen, pacientes y sufridos,
y que contra crueles vencedores
tiren pesadas coces los vencidos ,
porque ninguno dellos es tan bestia,
que sufra todas veces gran molestia.
Será, pues, adaptado paradigma
y ejemplificacion de lo propuesto
el suceso después que se partieron
los soldados que dije para Guane;
quedando los demás para defensa
de la nueva ciudad, y por caudillo
dellos el Juan Fernandez Valenzuela ,
3>0 HIST. DEL N. K. DE GRANADA.
en uso de la guerra vigilante,
y en excusalla no tan advertido
que no disimulase desafueros
para quebrar la paz ocasionados
con los que ya tenian encomiendas,
de los cuales algunos procuraban
sin illes á la mano sacar jugo
de los que por ventura no tenian
substancia ni virtud con que pudiesen
satisfacer á sed más insaciable
que los heridos de serpiente dipsas,
que por mucho que beban no se hartan.
Destos aquel Gascón, primer alcalde,
paresce ser que fué más importuno
en dalles priesa que trajesen oro
los indios que por suerte le cupieron,
entonces una de las principales,
porque fué lo que dicen Tiquisoque
en él (para su mal) encomendado.
Éste, siendo llamado por el amo
á la contribución de su tributo,
vino sin excusarse, proveído
de lo que le mandaron que trajese;
y después de le dar joyas tan buenas
que merescian agradescimiento,
el inconsiderado, blasfemando
de todo cuanto trajo, le decía:
CANTO DUODÉCIMO.
331
«Perro chingamanal, sucio borracho,
con opinión de principal cacique,
este oro me diste sin empacho,
más destilado que por alambique.
¿Piensas que tratas con algún muchacho,
que podrás contentallo con empique?
Vea ya claridad lo del archivo,
si no quieres que yo te queme viv*o.»
El indio con traición disimulada,
aparencia leal y rostro ledo,
le respondió:
« No puedo más ahora;
pero si con mejora quieres paga,
conviene que se haga donde moro,
pues para llegar oro mucho hace
al caso, si te place , ser presente *
donde yo represente que conviene
darte de lo que tiene cada uno,
sin excusar ninguno deste gasto,
pues yo solo no basto para tanto.
Y ansí cobrarás cuanto tu deseo
te pide, porque creo ser bastante
el tenerte delante de los ojos
para que tus antojos y tu pecho
quede de lo que buscas satisfecho.»
Alegróse Gascón» y halagólo
con promesa de selle buen amigo,
332 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
si la suya tuviese cumplimiento.
Y con aquel anhelo codicioso
que ciega los humanos corazones
para no ver los riesgos y peligros
que nascen de la loca confianza,
al Valenzuela le pidió licencia,
teniendo por notorio desvario
soltar, aunque dejallas no lo fuera,
aquellas ocasiones de las manos.
El cual, después de ruegos importunos,
la licencia le dio, no sin consejo
que fuese con aviso y á recado ;
y él, con aquel estímulo pungente,
de miseros avaros quitasueño,
apercibió sus armas y caballo
y seis amigos suyos, excelentes
peones, con espadas y rodelas.
El uno dellos fué Benito Zarco,
y otro llamado Bartolomé Sánchez,
soldados estos dos de Santa Marta:
los otros cuatro fueron, según dicen,
de la parcialidad de Venezuela,
cuyos nombres aquí no se declaran
por caer en la boca del olvido.
Sé que llevaron en su compañía
algunos yanaconas de servicio,
con los cuales llegaron á las casas
de Tiquisoque, donde les hicieron
regalos que servían de cubierta
CANTO DUODÉCIMO.
333
de los intentos malos que tenian ;
y dejándolos bien aposentados,
el Tiquisoque se despidió dellos
diciéndoles :
«Por más regocijaros,
serviros y agradaros, damos traza
para salir á caza de venados
cazadores cursados del oficio.
Gozareis de ejercicio deleitoso;
veréis que el temeroso ciervo huye,
y cómo lo concluye la red puesta,
donde la flecha presta lo traspasa,
de la cual no es escasa gente suelta.
Al fin daré la vuelta de mañana ;
después no será vana mi promesa,
pues todos á gran priesa traerán oro
tanto que satisfagan á tu lloro.»
Con esto se partió del torpe huésped
y de los compañeros emplazados
á la caza del trance postrimero
que, combatidos de mortal sospecha,
no las tenian ya todas consigo ;
y ansí Benito Zarco dijo luego :
«Señores, plega á Dios que los venados
pardos no se conviertan en mohínos
(que somos los que estamos encerrados
por nuestra necedad y desatinos),
334 HIST, DEL N. R. DE GRANADA.
y que no tengan pasos ocupados
y con fuerza de gente los caminos.
En esta confusión quien se recela
no debe descuidarse de la vela.
»Ya que caímos en tan grande yerro,
no durmamos según gente sencilla:
este caballo que tenéis en cerro
esté toda la noche con la silla ;
á la mano también aqueste perro
para quitalle luego la trahilla;
porque si viere gente de mal arte,
él hará lo que suele por su parte.»
Á todos paresció bien el aviso,
y ansi por el espacio de la noche
tuvieron perspicace vigilancia,
y el indio Tiquisoque con la misma
envió mensajeros á gran priesa –
á convocar caciques comarcanos,
al indio Saboyá principalmente,
de tales ocasiones deseoso ;
y aun por ventura fué, según sospechan
el principal autor de la revuelta
y el consultor primero del engaño.
En efecto, después que luz febea
hizo restitución de los colores
que nocturnos vapores encubrian,
nuestros atribulados españoles
estaban á la mira, vacilando .
CANTO DUODÉCIMO.
335
en varios pensamientos divertidos,
unas veces del riesgo que corrían
entre gente bestial, arrojadiza,
y otras veces con buenas esperanzas ,
por pasarse la noche sin habelles
acometido bárbaro tumulto.
Y tendiendo la vista codiciosa
á una y otra parte del asiento,
vieron bajar por una loma rasa
más de seiscientos indios bien armados
de dardos y de flechas y macanas,
con aderezos de plumajería,
uso común de todos cuando salen
muchos á guerra, caza y ejercicios
en que comunidad pone las manos.
Y ansí los españoles no podían
certificarse de sus intenciones;
pero según la muestra y el denuedo,
creyeron lo peor, y fué lo cierto;
de cuya causa, bien apercibidos,
y el Juan Gascón encima del caballo,
salieron al encuentro, no mostrando
alteración alguna, mas fingiendo
salir por amistad á rescebillos,
estándose parados y quietos
donde con el cuadrúpedo podía
hacer algunos lances ofensivos,
por ser allí lugar desembargado .
para les responder según cantasen.
JJÓ HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Mas la perplejidad no fué prolija,
antes con brevedad salieron della,
porque viéndose ya breve distancia
de los que los estaban esperando,
sonaron caracoles con que suelen
suplir el ronco son de las trompetas,
y la molesta grita que rompía
los aires declaró sus intenciones,
demás de las espesas rociadas
de venenosas flechas que clavaban
los cóncavos escudos contrapuestos
con tal obstinación que los ponian
muerte cruel delante de los ojos,
y que sin el auxilio y el socorro
del cielo no podían escaparse.
Y ansí, viéndose dentro del peligro,
por medios de razón inevitable,
el Juan Gascón, con voz algo turbada,
habló con sus amigos desta suerte:
«Perdonadme, señores, pues he sido
principal movedor y el instrumento
para que sin razón hayáis venido
á veros en aqueste detrimento.
Bien sabe Dios si estoy arrepentido
y á cuánto llega mi arrepentimiento;
pero para libraros nada presta:
socorro celestial es el que resta.
CANTO DUODÉCIMO.
337
«Encomendaos á Dios como cristianos,
y todos peleemos de manera
que no vengamos vivos á las manos
desta gente bestial, cruel y fiera,
pues al que toman vivo los insanos
cien mil muertes le dan antes que muera;
por ahorrar de tantas, jnorir una
ya.^ue nos ocupó falsa fortuna.»
Esto dicho, mandó soltar el perro
y él dio de las espuelas al caballo,
siguiendo los peones sus pisadas.
No lobos, rio leones, no ligeros
tigres entre manadas de balantes
ovejas hacen tan cruel estrago,
cuanto hacian lojs desesperados
de poder escapar, porque de hierba
pestilencial estaban ya heridos,
como de todas partes les picaba
aquella multitud embravecida
de fuertes bárbaros, que presumían
algunos dellos de tomallos vivos,
confiados de si, por no faltalles
fuerza, desenvoltura, ligereza;
mas no lo consentían las espadas,
con los tajantes filos dividiendo
los brazos de los hombres, y con puntas
penetraban las partes entrañables,
por cuyas violentas bocas sale
– XLIV – 22
GoOQÍC
338 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
la substancia vital y el alma triste.
Unos y otros el lebrel degüella,
rompiéndoles las venas de los cuellos;
el de caballo hiere y atropella,
derribando los más lozanos dellos,
los peones que siguen ppr su huella
ensangrientan penachos y cabellos;
suena grita, tumulto y alboroto,
horrible y espantable terremoto.
Cuanto más entran en sangrienta lucha,
más se van encendiendo ios furores,
indignación, rigor, porque los unos,
ya que no pueden redimir sus vidas,
quieren que cuesten muchas, y Jos otros,
á trueco de las suyas, dar remate
de aquellas que tan caras se vendían;
pues tenian los toros en el coso
de donde no podían evadirse,
ansí por ser aljabas de garrochas
los miserables cuerpos que pendientes
traían de las carnes lastimadas
(y la presura grande del conflicto
ningún espacio da para quitallas),
como porque la sed intolerable
del mucho trabajar y sol ardiente
aumentaba la pena y el tormento –
en tal manera, que el mayor remedio
CANTO DUODÉCIMO.
339
era la certidumbre de la muerte.
La cual, con amenazas conoscidas,
no dejaba lugar desocupado,
según tímida caza que si deste
primero puesto huye, donde quiera
halla lebreles puestos en paradas;
ó como cuando cerca la sabana
de vivas llamas bárbara caterva
contra los animales campesinos,
que por instinto natural guiados,
desamparan huyendo los cubiles,
y doquiera que llegan hallan fuego,
que los detiene dentro de la cerca
de sonorosas llamas, hasta tanto
que el círculo fogoso se recoge
á término más breve, y el ganado
de diversas especies se confunde
donde el ardor, el humo, la presura,
los diestros sagitarios que hay en torno
adelgazan y cortan vital hilo.
Tales andaban ya los desdichados,
cuyos cansados brazos no responden
al vigoroso son de los principios,
antes los golpes pecan de remisos,
porque el vaso mortal, roto y abierto
por infinitas partes, destilaba
aquel rubio licor, silla del alma,
cuya falta las fuerzas disminuye.
340 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
El perro, traspasado de heridas,
había dado ya postrer gemido;
el caballo leal por consiguiente,
rotos por cien mil partes los ijares,
cayó, y el caballero, como diestro,
en pie quedó, dejando los estribos,
y con la rubricada lanza hizo
en su defensa todo lo posible;
pero como por una y otra parte
fuese de duros golpes combatido,
un golpe de macana le derriba
por tierra la celada borgoñona,
y con otro segundo más en lleno
quedó desposeído de la vida,
adonde hizo dejación del asta
en manos del tumulto furioso;
y el indio principal á quien le cupo,
en tanto la preció como si fuera
alguna preciosísima reliquia,
pues en otros recuentros después deste,
usaba della como de presea
que le podia dar valor y fuerza,
en presunciones suyas, invencible.
Pero falace fué su conjetura,
porque guardó ministro con que fuese
atravesado su robusto pecho
por el buen capitán Juan de Ribera
á tiempo que perdió su propia lanza,
y aquella que ganó con violencia
CANTO DUODÉCIMO. 341
del bárbaro feroz, le dio la vida
en un rigurosísimo combate,
de más de quince mil indios cercado,
con sólo dos peones, uno cojo.
Cuyo valor insigne y admirable
pornemos en escripto, Dios mediante,
cuando se representen las batallas
habidas en las tierras de los Moscas,
gente furiosa, suelta y atrevida.
Ahora demos fin á la batalla
de.Tiquisoque, donde los restantes
seis españoles fueron oprimidos,
haciendo menos muchas vidas antes
que fuesen de las suyas despedidos;
aunque quieren decir que el uno dellos
con ciertos yanaconas de servicio
del áspero conflicto se hurtaron :
pero no les valió su diligencia,
por hallar los caminos ocupados.
Y ansí murieron todos, pues un indio
dellos tan solamente llegó vivo
á la ciudad de Velez , malparado,
de quien supieron el suceso triste ,
que no causó pequeñas turbaciones,
á causa de ser flaca la defensa,
y ver que los trabajos padecidos
se renovaban, pues forzosamente
con más dificultad y mayor riesgo
342 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
habían de volver á la conquista;
demás de sospechar que las provincias
todas habían de venir sobr’ ellos ,
por ser los indios bravos y terribles
á cualquiera maldad determinados;
mayormente que todas las naciones
afligidas pretenden desasirse
del yugo poderoso que les ponen.
Y por asegurarse deste daño,
los pocos españoles deste pueblo,
á Santa Fe hicieron mensajeros
para que Fernán Pérez de Quesada
enviase socorro por la posta;
porque por este tiempo ya tenia
cargo de General en este reino,
nombrado por su hermano Don Gonzalo,
el cual había ya hecho viaje
á la costa del mar con Benalcazar
y Fedriman , dejando ya poblada
á la ciudad de Tunja do la vemos ,
como diremos cuando della trate.
Sabiendo, pues, la nueva Fernán Pérez
del riesgo que corrían los de Velez,
despachó de caballos y peones
número de cincuenta bien armados,
y á los dos capitanes excelentes,
el uno Juan de Céspedes, y el otro
el noble capitán Juan de Ribera,
CANTO DUODÉCIMO.
343
los cuales abreviaron el camino,
y llegados á Velez, otro dia
llegó de Guane Martin Galeano,
que fué de su seguro más aumento.
Y ansí, por no cumplir que en el castigo
hobiese remisión, determinaron
que luego se pusiese por la obra ,
para lo cual apercebidos fueron
setenta compañeros solamente,
el Martin Galeano por caudillo;
todos sin ministerio de caballos,
por ser equinos pies allí baldíos,
si no fueran alígeros Pegasos,
mayormente teniendo ya noticia
de la congregación que se hacía
dentro del aspereza de los montes
de Orta y Cocumí, que son confines
á sierras de Agatá, donde pensaban
los bárbaros inmites defenderse,
y congregada ya la muchedumbre,
salir á presentalles la batalla,
con ánimo de no volver el rostro
hasta desarraigar los españoles
de términos anejos á sus tierras.
Ansí los nuestros , avisados desto
por bárbaros que fueron salteados,
considerando para su seguro
el anticipación ser necesaria ,
con espadas, rodelas y ballestas
344 HIST* DEL N- R- DE GRANADA.
á la dificultad se dispusieron
el número que tengo señalado,
cuyos nombres no pongo por escrito,
porque me falta dellos la memoria.
Sé que fué uno Gonzalo García,
vecino de aquel pueblo, y después deste
de Tunja, donde Sebastian García,
su hijo, joven de cabal talento,
goza del fruto que paterna mano
produjo con servicios que son dignos
de muy más extendida recompensa.
Del parto de la Virgen ya corrían
sobre mil y quinientos los cuarenta,
y el radiante Febo visitaba
la imagen del cornígero segundo,
de tres que entre los signos se numeran,
cuando la valerosa compañía
hizo camino por las altas sierras
de aquellos indomables Agataes ,
cuyas habitaciones vieron yermas,
sin se hallar en todas las moradas
cosa de que pudiesen echar mano,
ni rastro que dé muestra por adonde
buscasen sus latí bulos y ranchos.
Pero como rastreros bien cursados
en este menester, algunos dellos
dieron en una trocha mal hollada ,
estrecha tanto, que los menos diestros
CANTO DUODÉCIMO.
345
juzgaban ser perdida diligencia
ir en prosecución de sus señales;
mas la perseverancia dilatada
halló que cuanto más se proseguia
la senda, se hallase más trillada,
hasta dar en camino manifiesto,
por donde les constó ser el paraje
por do la multitud se recogía
á lugares dispuestos á defensa.
Y ansí lo prosiguieron, hasta tanto
que dieron en la cingla peñascosa ,
perlongada y opuesta por delante;
desde la cual cercana vieron otra
de no menos altura, que distaba
de la primera brevecillo trecho,
pues alcanzaban los volantes tiros
de flechas ó saetas á los altos
del valle fondo que Tos dividía,
y subidos en la segunda cingla
gran número de bárbaros armados,
con ornamentos de plumajería,
con cuyas apariencias aumentaban
aquella furibunda bizarría;
y en viendo los soldados españoles
á quien en estos pasos esperaban
por tener ya razón de su venida,
tocáronse los roncos instrumentos
fotutos y cornetas, dando grita
con oprobios, afrentas y amenazas
346 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
de muerte, con espesas rociadas
que desde los peñascos les envían.
En uno de los cuales, que salía
un poco más afuera, se mostraba
robusto capitán, cuyas palabras
y jáculos mortíferos frecuentes
daban á los de España pesadumbre,
y había lastimado cierto perro.
Mas Alonso Martin, soldado viejo
de los de Fedriman, cuya ballesta
no menos era cierta que los arcos
del sagitífero señor de Délos ,
puso recto arpón en la cureña,
y al señalado bárbaro dirige
el penetrante tiro de tal suerte,
que las viscosas plumas se embebieron
en el siniestro lado, cuyo golpe
hizo que se viniese despeñando
por más de cíen estados á lo bajo,
cercano del camino por adonde
habían de bajar ios españoles
para llegar al alto que tenian
los bárbaros soberbios ocupado.
Los cuales, viendo la penosa muerte
del capitán robusto y atrevido,
y suertes que hicieron después desta
con las demás ballestas españolas,
y que ya no tenian municiones
para los detener en aquel paso,
CANTO DUODÉCIMO.
347
se fueron retrayendo más adentro
para les ocupar otras alturas,
inevitables por aquel paraje.
Pero reconoscidos sus intentos
por la sagacidad de los contrarios,
á gran priesa siguieron el alcance,
no sin ayuda de los bravos perros
que hicieron en ellos gran estrago,
hasta tanto que por diversas vias
se derramaron estos escuadrones
por bosques y latebras, do pudiesen
librarse del vigor sanguinolento
con que los asombró severa mano.
La cual, gozosa ya de la victoria,
fué rastreando los alojamientos,
que fueron fácilmente descubiertos,
y en ellos abundancia de comida,
con despojos no menos importantes.
Estuvieron allí dos ó tres dias,
del trabajo pasado descansando,
al cabo de los cuales se partieron
á Tiquisoque, donde fué concierto
que el Ribera y el Céspedes con otros
algunos caballeros esperasen,
por ser allí la tierra más dispuesta
para poder valerse de caballos.
Pasaron, pues, por tierras de Popona,
y alojáronse todos en un pueblo
34# HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
del indio capitán llamado Capa,
donde los de caballo se juntaron;
y con la vigilancia necesaria
allí hicieron noche, y otro día
siguen á Tiquisoque su camino,
poco más de una legua de distancia.
Y como su viaje fué forzoso
ir á media ladera caminando,
cargó tal muchedumbre por lo alto
de galgas y de tiros venenosos,
que no fué sin favor del alto cielo
salir intactos de las reiteradas
inundaciones que sobre ellos iban,
sin poder revolver sobre la cumbre,
y parescelles medio más seguro
ir divididos y abreviar el paso.
Y cuando ya llegaban al asiento
dei pueblo principal de Tiquisoque,
salieron al encuentro furiosos
inmensa cantidad de sagitarios,
ostentación haciendo de preseas
que allí perdió Gascón y sus amigos,
espadas y la lanza que no pudo
cobrar gente cristiana por entonces,
por no les dar lugar la muchedumbre
de los opuestos indios que venían
con ímpetu terrible y obstinado,
no menos que las águilas volantes
cuando se precipitan tras el cebo,
CANTO DUODÉCIMO.
349
con horrísonas voces que rompían
los vagos aires, y con los crujidos
de las flexibles cuerdas de los arcos,
cuyo bravo furor á los principios
en gran aprieto puso los cristianos.
Mas como todos ellos ya se viesen
en parte menos agrá, do podían
menear los cornípedes caballos,
arriman las espuelas los jinetes,
que son tres veces tres, de sus cubiertas
ellos y los caballos amparados,
y rompen con la furia que podía
viento de riguroso torbellino ,
cuando circungirando por el campo
sopla, confunde, barre y ahuyenta
el ponderoso polvo y el arena,
que no menos efectos van haciendo
el Céspedes y el capitán Ribera ,
y el buen capitán Zorro, como cuando
el animal astuto de su nombre
en aves congregadas hace ricía.
Y los demás caballos y peones
no traían enjutos los aceros,
mas antes llenos de ferviente sangre,
que derramaban rústicas entrañas,
abatiendo soberbias presunciones
de los que se mostraban más gallardos..
3^0 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Los cuales, como viesen el estrago,
se fueron poco á poco retrayendo
por partes do tenian ciertos hoyos
sutilmente tapados y encubiertos,
uso común de todos estos indios,
do toman ciervos y otros animales:
é yendo los caballos en alcance,
en el uno cayó cierto jinete
de los de Santa Fe, de cuyo nombre
está ya la memoria divertida.
Y visto por la bárbara canalla
el prisionero del oculto lazo,
acudió multitud impetuosa
á gozar de la caza deseada;
pero los españoles presurosos,
con diligencia viva y honorosa,
rebatieron con fuerza más que humana
los mortíferos golpes que venían
por una y otra parte descargando
y allí se renovó con mayor furia
la lucha rigurosa y espantable,
do se manifestó bastantemente
el valor invencible de los nuestros,
pues sin llegar á número de ciento,
hicieron en aquella muchedumbre
innumerables suertes admirables.
Mayormente que no puede negarse
ser estos indios válidos guerreros,
alentados, ligeros, corpulentos
CANTO DUODÉCIMO. 351
y en el acometer determinados,
demás de la destreza vigilante
que tienen en el uso de sus armas,
y aquí no les valió, pues á su costa
y menoscabo grande de sus vidas
sacaron fuera del doloso hoyo
al español ileso y al caballo.
Y el bárbaro tumulto, hostigado
de tan acerbos golpes, hizo fuga
por vias que sabían ser exentas
de graves y mortíferos engaños,
con que sin se poner ellos en riesgo,
con una sola vieja que enviaban,
acontesció matar más españoles
que en rompimiento de cruel batalla ;
porque ponían puyas con veneno
en partes que tenian evidencia
que para los efectos contingentes
habia por allí de ser el paso,
por tal orden digestas y ocultadas,
que raras se presentan á los ojos
hasta que se descubren con el daño.
Y ansí muchos soldados se empuyaron,
de los cuales ninguno tuvo cura,
sino fué Diego Ortiz, por socorrello
la navaja y el fierro caldeado;
de suerte que tomaron por remedio
los peones llevar sus antiparas
colchadas de tupidos algodones,
352 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y el pie todo cubierto con la planta,
si por lugares sospechosos iban
do las puntas sutiles y nocivas
quebraban el acumen delicado ,
sin que llegasen á la blanda carne.
Mas un Antonio Pérez, lusitano,
honoroso soldado y excelente,
yendo muy confiado de las suyas,
por ser de grueso cuero de una danta,
como roció las parase lentas
á causa de las hierbas del camino
y del blando frescor de la mañana,
una de aquellas púas detestables
caló por la defensa de tal suerte
que apenas le tocó; mas al septeno
con rabioso furor perdió la vida,
no sin dolor y grave sentimiento
de capitanes y soldados nobles.
Saliendo, pues, de aquellas poblaciones
fueron á la provincia de Chenere,
donde se detuvieron ocho dias
en riñas y guazávaras molestas,
de las cuales salió , con otros muchos,
herido Juan Fernandez Valenzuela,
el brazo traspasado con un dardo,
y empuyada también la diestra pierna;
y Francisco de Murcia, cuyo hijo,
CANTO DUODÉCIMO.
del mismo nombre, tiene justamente
el don sacerdotal en este tiempo.
Mas estos dos, por diligente cura,
vivieron largos años después desto.
Pero no se escapó Diego Martínez,
y otro llamado Francisco Fernandez
de Écija, dos soldados excelentes
y de gran opinión, con otros cuatro
cuyos nombres quedaron sepultados
con ellos, aunque no lo merescian.
Y entonces no hicieron menos falta
dos valientes lebreles y una yegua
del capitán Alonso de Poveda,
tocados de la hierba ponzoñosa.
De suerte que la más cruenta guerra
era la que sin ver al enemigo
menoscababa tanta gente noble;
pero con todo esto, se hicieron
algunas buenas suertes en venganza
del daño rescibido, que no fueron •
equivalentes en valor y precio;
pero la cuantidad muy más crescida
de los bárbaros muertos y punidos,
unos en manos y otros en narices.
Y este castigo hecho, que fué grande r
luego con más socorro que les vino
de la ciudad de Velez, con caballos,
fueron á Tunungá, donde hallaron
– XLIV – T V %y
354 HIST* DEL N. R. DE GRANADA.
potentes poblaciones, bastecidas
de cuantas cosas eran necesarias
á la prosecución de larga guerra,
y prevención de hoyos y de púas
de que tenian con sutil astucia,
ocupados los pasos y caminos.
Mas los escarmentados españoles
iban con el recato necesario,
engaños encubiertos descubriendo;
pero no tan sin daño que no fuese
con desgracia de Pedro de Alvarado
y Baltasar de Morantin, alcalde
en aquella sazón, porque dos púas
quebrantaron el hilo de sus vidas,
con aquellos rabiosos accidentes,
anejos de pestífero veneno.
Y al tiempo que el castigo riguroso
iba por Tunungá desenfrenado ,
vino carta de Velez, con sospecha
de que venía gente de la costa,
según se colegia de los indios;
y si fuese verdad, que no dudaban
venir nuevo regente proveído
por la Real Audiencia, residente
en la Española, que en aquella era
tenía larga y extendida mano.
De cuya causa los conquistadores
la belígera suya refrenaron ,
y se volvieron cada cual al pueblo
CANTO DUODÉCIMO.
355
donde tenía rancho fabricado;
aunque por algún fin que convenia
en Velez se quedó Juan de Ribera,
ó por ventura por le ver la cara
al Gobernador nuevo que esperaban.
Del cual para yo dar .entera cuenta,
habré de remitir á los lectores
á los renglones del siguiente canto.
CANTO DECIMOTERCERO
Dase en él razón de cómo , sabida la muerte de Don Pero Fer-
nandez de Lugo por los señores de la Real Audiencia de San-
to Domingo, proveyeron por Gobernador de Santa Marta á
Jerónimo Lebrón, el cual, teniendo noticia del descubri-
miento deste Nuevo reino, vino á él diciendo ser anejo á su
gobierno.
En Santa Marta dije largamente
cómo Don Pedro hizo nombramiento-
de Justicia mayor y de Teniente
en Jiménez, letrado, con intento
de que fuese cabeza de la gente
que por su voluntad y mandamiento
vinieron descubriendo por la sierra
no vista población y nueva tierra.
Y como ya pusimos en escrito
los riesgos y trabajos padescidos
por los perseverantes españoles
antes de dar en este Nuevo reino,
3^8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
solamente diré cómo Don Pedro
Fernandez, el señor deste gobierno,
no fué tan venturoso que supiese
antes de su final acabamiento
desta jornada larga los sucesos ,
que «iempre los tuvieron por dudosos.
Y en opinión de todos los vecinos
de Santa Marta, no tenía vida
hombre de todos cuantos a llá fueron,
pues que ningunos en tan largo tiempo
con buena ó mala nueva respondían.
De cuya causa Don Pero Fernandez,
e varias pesadumbres combatido,
pobreza, enfermedad, poco regalo,
acabó santamente su carrera,
y con las diligencias que debia
tan noble y tan cristiano caballero.
Y ciertos los Oidores de su muerte,
este gobierno suyo proveyeron
á un noble varón que se decia
Jerónimo Lebrón, hombre bastante
para negocios de mayor substancia.
El cual en Santa Marta rescebido
con voluntad de todos, algún tiempo
estuvo sin tenerse certidumbre
del Gonzalo Jiménez de Quesada
ni de los compañeros que llevaba,
hasta tanto que los tres Generales
CANTO DECIMOTERCERO.
359
el Alemán y él y Belalcazar,
con otros muchos hombres principales,
llegaron ricos de oro y esmeraldas,
con vestidos de telas nunca vistas
entre los moradores de la costa,
á la nueva ciudad de Cartagena.
Cuya llegada dio gran estampida,
colmando los oyentes la medida
con mayor adición que la substancia,
según suelen en cosas semejantes;
porque los peregrinos con modestia
y sincera verdad satisfacían
á los que preguntaban su discurso
y la tierra que habian descubierto.
Desde donde bajaron brevemente
en un barco muy bueno que hicieron
dentro de los confines de Tocayma,
labrando materiales á la orilla
del rio Grande de la Magdalena,
por cuyo veloz curso des cendieron
hasta venir á dar al mar del Norte,
entonces de g ran riesgo la carrera,
ansí de multitud de bravos indios
que el barco perseguían todas horas
con sus angostas barcas ó maderos,
como por cierto alto que hacía
el rio más abajo de Tocayma,
cuyo ruido hizo que parasen
á sacar del bajel la rica carga,
360 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
DigiWzed by
y aventurándolo con tres ó cuatro
diestros natantes que quedaron dentro,
para que si pasase sin peligro
aquellos lo llevasen á la playa
á recoger el peso que sacaron ;
lo cual les sucedió como querían,
Y ansí continuando su viaje,
llegaron á la mar y adonde digo
que divulgó la fama pregonera
aquestas nuevas por diversas partes ;
de las cuales, por se hallar más cerca ,
Jerónimo Lebrón tuvo noticia,
y á título de haberse descubierto .
aquellas nuevas tierras y provincias
por la Gobernación de Santa Marta ,
en cuyo moderamen él fué puesto
por los señores del real Senado,
determinó venir personalmente
á ellas , para ser de sus vecinos
por tal Gobernador obedescido.
Y como se supiesen los intentos
por los recien llegados á la costa,
el Licenciado Gonzalo Jiménez
á Santa Marta despachó recados,
requerimientos y protestaciones
que le notificaron sus agentes
por muchas veces al Lebrón, diciendo
que por ninguna vía se moviese
CANTO DECIMOTERCERO.
361
á la demanda, porque no sería
de los del Nuevo reino rescebido,
por ser aquella tierra ya distinta
de su Gobernación, según constaba
por los mismos despachos que él tenía,
en los cuales les daba solamente
á la Gobernación de Santa Marta,
sin hacerse mención en los poderes
del reino nuevamente descubierto.
Y con autorizados testimonios
acerca desto y de otros requisitos,
Jiménez se partió para Castilla,
donde lo dejaremos hasta tanto
que llegue tiempo donde me convenga
hacer memoria del, pues de presente
Jerónimo Lebrón es á quien sigo.
El cual (aunque Lebrón) no se alebrasta,
ni hace caso de las diligencias
que el animoso Licenciado hizo f
antes en su propósito constante ,
juntó trescientos hombres excelentes,
rompidos en trabajos de conquistas,
y cien caballos buenos, y otras bestias
donde llevaban cosas necesarias
á las dificultades del camino,
y siete bergantines artillados
que fuesen navegando por el rio,
porque por tierra y agua convenia
}Ó2 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
hacer viaje como los primeros
descubridores. Y en aquestos iba
gran cantidad de buena mercancía,
y algunas peruleras de buen vino,
con otros vasos llenos de harina
para celebración del sacrificio
en que se nos da Dios, porque sabían
que carescian deste beneficio
los que quedaron en la nueva tierra.
Entre la cual harina se llevaba
trigo sano y entero, porque quieren
á suelo nuevo dar nueva semilla,
con otras diferencias de legumbres,
de las cuales ningunas extrañaron
las Vegas y los valles per adonde
fueron después sembradas, declarando
con su fecundidad tener deseo
de que las ocupasen tales mieses.
También trajeron en ios bergantines
la planta de mujeres españolas,
que fueron las primeras que subieron
á ver el Nuevo reino, do no menos
han hoy fructificado que las otras
de trigo y de cebada y de otros granos.
Una fué destas Isabel Romero,
á matrimonial yugo sujeta
con Francisco Lorenzo, primitivo
vecino del ancón de Santa Marta;
después con Juan de Céspedes casada,
CANTO DECIMOTERCERO. 363
en quien hubo dos hijos, hoy presentes,
Antonio de Céspedes y Lope.
Vino doña María, hija suya,
mujer que fué de Lope de Rioja ,
primero relator en ei Audiencia ;
de los cuales se va multiplicando
noble propagación y numerosa.
Las demás no se ponen en escrito
por no darme sus nombres los antiguos,
á causa de falta Des la memoria. «
Aderezadas, pues, todas las cosas
que convenían para su jornada,
nombró por General de los de tierra
al buen Ortun Velazquez de Velasco,
hombre capaz, prudente y honoroso,
que fué después vecino de Pamplona,
con Luis de Manjares, principal hombre,
cuyo valor, destreza y osadía
en muchas partes hemos declarado.
Fué capitán Gregorio Suarez
de Deza, de quien queda monumento
insigne de tres deas, hijas suyas,
doña Isabel, Leonor y Catalina,
no menos avisadas que hermosas,
con el esmalte de virtud cristiana;
y el buen capitán Alvaro Suarez,
de paternas virtudes heredero.
Vino también en esta compañía
364 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
el capitán Millan, hombre bastante,
y de los más antiguos baquianos.
Escuadra fué Diego Paredes Calvo f
en aquellas conquistas señalado
desde la fundación de Santa Marta,
á quien los largos y prolijos tiempos
van en este presente consumiendo,
sin padescer dolencia fuera desta
que debilita fuerzas y sentidos.
Con estos mismos vino Juan de Ángulo
que con Isabel Juan es hoy casado
en la ciudad de Velez, donde tiene
de hijos nobles numerosa prole.
Vino también Pero Ruiz García,
á cuyo primogénito tenemos
presente, que es el capitán Antonio
Ruiz, persona bien acreditada.
Vino Diego Rincón, el cual fue guia
hasta que ya llegaron al paraje
de donde se apartaron del Jiménez
aquellos que volvieron en los barcos
con aquel licenciado Juan Gallegos,
según que largamente dimos cuenta
en la Segunda Parte, donde trato
deste claro Rincón, cuyas proezas
no merescen quedar arrinconadas,
en cuya posesión quedó su hijo,
hoy heredero de su propio nombre,
CANTO DECIMOTERCERO. 365
y doña Catalina Rincón, ninfa
á quien pocas veces exceden en belleza,
aviso, discreción y gallardía,
habidos ambos en doña Luisa
de Porras, nobilísima señora,
por singular virtud esclarecida.
Vino también en esta compañía
el capitán Francisco Melgarejo,
después casado con doña Isabela
de Leguizamo, cuya hermosura,
gracia, disposición y gentileza,
más puede contemplarse que decirse.
También allí venía Pero Niño,
que no k> supo ser en cuantas cosas
se suelen señalar varones nobles.
El cual después tomó por compañera
á la virtuosísima doncella
Doña Ana de Velasco , y de presente
Doña Elvira Zambrano, hija cara
del capitán Bartolomé Ca macho,
en quien concurren cuantas cualidades
se pueden aplicar á bella dama.
Vino también Moran, á quien celebra
el ínclito poeta y admirable
Don Alonso de Ercilla con sus versos
corrientes, lisos, tersos y suaves.
Vino también el capitán Lorenzo
Martin» aquel que dio primer cimiento
366 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
al pueblo hispano de Tamalameque,
la era de cuarenta y cinco años,
ó por el fin del de cuarenta y cuatro,
porque por aquel tiempo me rogaba
hiciese yo con él aquel viaje.
Este fué valentísimo soldado
y de grandes industrias en la guerra;
el cual bebió también en Hipocrene
aquel sacro licor que manar hizo
la uña del alígero Pegaso,
con tan sonora y abundante vena,
que nunca yo vi cosa semejante,
según antiguos modos de españoles,
porque composición italiana,
hurtada de los metros que se dicen
endecasílabos entre latinos,
aun no corría por aquestas partes;
antes cuando leía los poemas
vestidos desta nueva compostura
dejaban tan mal son en sus oídos,
que juzgaba ser prosa que tenía
al beneplácito las consonancias,
con ser tan puntual esta medida
que se requiere para mayor gracia
huir las colisiones de vocales.
Y el Lorenzo Martin, con ser extremo
en la facilidad al uso viejo,
al nuevo no le pudo dar alcance.
Y esta dificultad hallaba siempre
CANTO DECIMOTERCERO.
367
Jiménez de Quesada, licenciado,
que es el Adelantado deste reino,
de quien puedo decir no ser ayuno
del poético gusto y ejercicio.
Y él porfió conmigo muchas veces
ser los metros antiguos castellanos
los propios y adaptados á su lengua,
por ser hijos nascidos de su vientre,
y éstos advenedizos, adoptivos
de diferente madre y extranjera.
Mas no tuvo razón, pues que sabía
haber versos latinos que son varios
en la composición y cuantidades,
y aunque con diferentes pies se mueven ,
son legítimos hijos de una madre
y en sus entrañas propias engendrados;
como lo son también de nuestra lengua
(puesto que el uso dellos es moderno),
estos con que renuevo la memoria
destos soldados ínclitos que trajo
Jerónimo Lebrón. Entre los cuales
de gran estima fué Diego García
Pacheco, de prosapia generosa,
primer conquistador de Santa Marta,
á yugo conyugal después ligado
con la religiosísima señora
doña Francisca de Caravajales,
de ilustres caballeros descendiente;
los cuales tienen hoy ilustre:prole
368 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
de hijos y de hijas excelentes.
Son éstas doña Inés, doña Maria,
de gracia y hermosura con un colmo
que no puede subir á mayor grado.
Los nobles hijos son Pedro y Alonso,
uno Caravajal, y otro Pacheco,
y ambos correspondientes á su casta.
Blasco Martin fué destos ansimismo,
un basto labrador tal y tan tosco,
que movían á risa sus vocablos,
pues donde los venados se cazaban
llamaba venadales, y á la cierva
le llamaba venada, y al caballo
rijoso, religioso, y al buen tino
de alguno que guiaba, buen termeño;
y por decir botones de atauxia,
brotones les llamó de teología;
y otros términos no menos groseros
que los tenía él por cortesanos,
y de los muy limados y polidos.
Era mediano, airoso’, de buen rostro,
y de bien amasadas proporciones;
y en Santa Marta de los más antiguos,
do fué caudillo diestro y excelente,
tanto que fueron pocos ó ningunos
aquellos que pasaron adelante;
y en entender la guerra y los conceptos
que so color de paz indios traían,
CANTO DECIMOTERCERO.
369
tenía prontitud miraculosa,
de tal manera que los más astutos
no podían echalle dado falso
en atinar por rasos ó montañas;
en estas partes cosa necesaria,
so pena de meterse y engolfarse
do pereciesen todos sin remedio.
Era tan puntual, que no faltaba
de su demarcación un solo paso,
sin desviar la frente del objeto
donde sus intenciones caminaban.
Gracia particular que pocos tienen,
y en la presunción deila muchos yerran ;
pues ya vimos alguno, confiado
de su moderación en este caso,
tomar la mano para salir fuera
de ciertas espesuras por adonde
andaba nuestra gente fatigada,
y á cabo de dos dias malgastados
que pensaron estar muy adelante,
se hallaron atrás en conoscido
lugar donde durmieron noches antes;
pero Blasco Martin era milagro
en saberse guiar sin torcedura.
Acónteseió que yendo caminando
con muchos compañeros por sabanas
de las confines de Tamalameque,
dijo:
« Diez años ha, si más no menos .
– XLIV – 24
370 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
que yendo por aquesta derescera
tras un venado, porque los hay buenos,
llevando presurosa la carrera ,
se me quebró el arción entre estos henos,
y no pude hallar el estribera ;
y véisla, véisla, junto della vengo.
|0h qué lindo termeñode hombre ten gol»
Pasó puntualmente lo que digo ,
y allí la halló tan rubiginosa ,
que no fué de provecho; más hallóla,
de que todos quedaron admirados.
A caballo y á pie bien le podían
fiar el cuarto y aun la parte toda,
porque destreza, maña, valentía
en menear la lanza y el espada,
y en saberse valer y menearse
muy bien, puedo decir, sin alargarme,
que nunca le faltaron en la guerra,
con hechos (si cayeran en persona
de más autoridad) merecedores
de los solemnizar y celebrallos
pluma más espaciosa que la mía.
Fué, demás de lo dicho, venturoso
en no herille gente que llevase
en las cuotidianas competencias
(que bien puedo ponelles este nombre);
aunque yo no gocé desta ventura,
CANTO DECIMOTERCERO. 371
pues una vez salí muy mal herido
hallándome con él en un recuentro
que tuvimos con bárbaros Guanaos ,•
nación no menos fuerte que lustrosa,
con harta pena suya por la mia.
Fué hombre de sanísimas entrañas,
llana zo , sin resabios de malicia,
y que disimulaba con paciencia
algunos menosprecios de soldados
locos y de soberbias condiciones.
Mas en una jornada después desta,
dónde el Blasco Martin era la guia,
trayendo ciertas vacas á su cargo
el capitán Francisco Melgarejo
para meter en este Nuevo reino,
estando Blasco dentro de su rancho,
quieto y apartado de ruido,
las manos ocupadas en la obra
de ciertos alpargates que hacía,
según altos y bajos acostumbran
en los descubrimientos, si no quieren
hollar el suelo con las plantas vivas,
llegó con gran furor Antón García,
mancebo fanfarrón y de gran punto,
en opinión común hombre valiente,
y sobre ciertos chismes y novelas
de que el Blasco Martin no tuvo culpa,
trató mal de palabras al buen viejo.
£1 cual dijo por dos ó por tres veces
372 HIST. DFX N. R. DE GRANADA.
que se fuese con Dios y lo dejase;
mas el Antón García, no contento
con las afrentas dichas, echó mano
ala espada, y el Blasco, ya con ira
de ver su desvergüenza, saltó fuera
con el bria y soltura que solía,
con una sola daga, porque nunca
jamás se le caía de la cinta,
y con ella se dio tan buena maña,
que á pocas vueltas lo dejó sin vida.
Quisiéronle prender por el delito,
mas la montaña fué lugar sagrado
adonde con presteza se retrajo,
y solo, sin auxilio ni refugio,
sino de solo Dios y sus industrias,
vino más de cien leguas caminando
hasta meterse dentro deste reino.
Cosa que no paresce creedera,
según los grandes riesgos del camino,
pues cosa no hay en él que no lo sea,
con tanta multitud de inconvenientes,
que la memoria, por capaz que sea,
no puede dallos todos á la lengua.
Al fin él se libró de todos ellos,
y ansimismo por tela de juicio
(sin pena corporal) del homicidio,
volvió al valle de Upar, donde tenía
mediana suerte de indios, desde cuando
fundamos primer pueblo de españoles,
CANTO DECIMOTERCERO. 373
donde murió después naturalmente
como bueno y católico cristiano,
rescibiendo los Santos Sacramentos,
y examinando siempre su conciencia.
Fué natural, según á mí me dijo,
de Cabeza de Buey, en el Maesazgo,’
y del quise hacer este discurso
breve, porque lo tuve por amigo,
demás de merescello sus proezas
y sus costumbres sanas sin reveses.
Y ansí porque no cumple detenerme
particularizando hechos suyos
y suertes admirables en la guerra,
quiero volver al punto de la lista
que hago de los hombres más granados
que vinieron en esta coyuntura,
porque también venía muy bien puesto,
y por Maese de campo desta gente,
el capitán Jerónimo de Aguayo,
honrado caballero cordubense,
primero que en el reino sembró trigo
y repartió por muchos aquel fruto
de su primer cosecha procedido;
de donde cesultó la muchedumbre
que vemos en el tiempo que esto digo.
Y la primera que sacó harina
y dio primero pan perfeccionado,.
es Eloísa Gutiérrez, noble, dueña,
374 HIST- DEL N- R- DE GRANADA.
mujer del capitán Juan de Montalvo,
cuyas presencias honorosas viven.
Y el que primero fabricó molino
el tesorero fué Pedro Briceño,
antiguo capitán y señalado.
Vino también en esta compañía
Juan Ruiz Orejuela, caballero
de Córdoba, varón ejercitado
desde su juventud en la milicia ,
alférez en Italia por la era
que vino sobre Ñapóles Lutreque,
hombre de gran valor y gran substancia.
Pasó después á Indias con cincuenta
soldados valerosos á su costa,
por provisión real del invencible
y bienaventurado Carlos Quinto.
El cual con esta gente que traia
se congregó después en Tenerife
con Don Pedro Fernandez, que venía
á la Gobernación de Santa Marta,
donde le dio conducta favorable –
antes de capitán , y después desto
de Maese de campo de la gente.
Y en aquel tiempo que Jiménez vino
á descubrir aqueste Nuevo reino,
el Don Pero Fernandez, conociendo
tener necesidad del Orejuela,
no le dejó salir de Santa Marta,
CANTO DECIMOTERCERO.
375
debajo de concierto que heredase
de la riqueza que se descubriese
aquella misma parte que le fuera
dada y adjudicada por presencia.
Mas los descubridores primitivos,
después que ya se vieron en su reino,
huyeron de cumplir las condiciones,
y no sólo con él, mas con el dueño
y con el Licenciado Juan Gallegos,
aunque de las refriegas del viaje
quedó menoscabado del un ojo.
Y aqueste caballero de quien tracto
después casó, con Catalina López,
mujer en este reino señalada,
de quien procreó hijos hoy presentes,
que son Francisco, moñaco agustino,
y Diego, religioso franciscano,
y Luis de Orejuela, sacerdote
secular, y el Esteban, mayorazgo.
También son Juan y Pedro y Andrés, todos
en la proceridad y gentileza
correspondientes á la de su padre,
cuya disposición era notable.
Ansimismo vinieron en la lista
Moscoso, Pero Tellez, y Hurtado,
Antón Pérez del Ara, Peñaranda,
y un Antón Pérez, otro lusitano,
hombres de gran valor, industriosos,
para cualesquier casos importantes
37^ HIST. DEL N- El. DE GRANADA.
á la solicitud desta carrera ,
colmada de cien mil dificultades,
eso me da por tierra que por agua.
por adonde venían tos bajeles,
y dentro cien soldados animosos.
vigilantes y bien adereszados,
con tres canoas grandes que servían
de squifes ó bateles, que podían
en otras ocasiones dar alcance,
equipadas de bárbaros amigos
de los que son confínes á Malambo,
á los cuales mandaban dos caciques
que venían con ellos, uno Meló,
y el otro Malebú, de donde toman
los indios Malebues este nombre ;
y el Meló lo tomó del lusitano
primitivo que entró por aquel rio.
Capitán general fué destos barcos
un Alonso Martin, varón experto,
de los caudillos viejos el más viejo,
y de los más antiguos desta tierra,
en uso de la guerra muy rompido,
y no menos valiente que cursado.
Adereszadas, pues, todas las cosas
que necesarias eran al viaje,
. unos por tierra y otros navegando,
quedaron de concierto de juntarse
á la boca del rio de Zazare,
CANTO DECIMOTERCERO. 377
*
donde mezcla sus aguas con el Grande,
que hasta allí posible no les era
unos con otros ir comunicando,
•ni ver á los del agua los de tierra,
á causa de las grandes espesuras,
ciénagas y pantanos contrapuestos,
hasta llegar al puesto concertado ,
de donde fueron juntos su camino.
Cuyo suceso, por ser algo largo,
ai venidero canto se remite.
y
CANTO DECIMOCUARTO
En el cual se prosigue el viaje del Gobernador Jerónimo Le-
brón y sucesos del, con otras cosas que sucedieron mucho
después.
El año de cuarenta, por Enero,
al tiempo que Piscis los pies aparta
del signo del cornígero tercero,
y entraba por el que de pluvias harta,
aqueste generoso caballero
partió de la ciudad de Santa Marta :
los unos por la mar, otros por tierra
encaminados van hacia la sierra.
El Alonso Martin guió la flota
á la boca del rio, por adonde
era certificada la derrota;
VjOOQlC
380 HIST. DEL N. R. DE GRANADA,
L,ooQle
mas no pudieron todos, por el mucho
orgullo de marinos movimientos
y corriente del rio cuando rompe
por las saladas ondas, que levanta
soberbios montes de mezcladas aguas,
donde se vieron en tan grande riesgo
que para salir del les fue forzado
hacer alijazon de muchas cosas.
Y ansí subieron unos, y los otros
volvieron á buscar otro pasaje
por la ciénaga, que es una laguna
de rica y abundante pesquería,
para salir al rio por la parte
que ella rescibe mucha de su cebo
de la superfluidad del mismo rio,
donde llaman la boca de Pestague,
frente de las barrancas de Malambo;
salida trabajosa por respeto
de ser una angostura que tenia
manglares muy espesos por los lados,
y en la canal raices y maderos
ocultos con las aguas cenagosas,
donde los bergantines encallaban.
Cuya dificultad laboriosa
venció la prontitud y buena maña
de cierto vizcaíno dicho Sancho,
buzo,que sumergido, no sin riesgo
de crocodilos fieros ó caimanes,
cortaba y apartaba los tropiezos,
CANTO DECIMOCUARTO.
hasta que ya salieron á la madre
profunda y espaciosa, do los otros
barcos los esperaban; y ansí juntos,
á su navegación dieron principio,
ayudados de velas y de remos,
y en partes menos hondas, de palancas
hasta que ya llegaron al asiento
del pueblo de Mompox , bien conocido,
donde después poblaron españoles
y permanecen hoy sus descendientes,
ó sucesores de repartimientos.
Allí los recibieron con fingida
paz tres caciques, hombres principales,
los cuales t como ya supiesen antes
de la venida destos bergantines,
tenian prevenidos sus vasallos,
con presupuesto de les dar de mala,
debajo de amistad, como hicieron
á los del licenciado Juan Gallegos.
Acompañaban á los tres caciques
al tiempo que vinieron, cien gandules,
que debían ser hombres escogidos,
proveídos de ñechas y macanas,
para que cuando viesen que llegaba
el golpe de la gente por el rio,
y acudiesen los nuestros á los barcos
á defendejr personas y haciendas,
pudiesen ellos dar por las espaldas;
lo cual facilitaron los efectos
38a HIST. DEL N. R. DB GRANADA.
á se perficionar; mas la malicia
del pecho descubrían las señales ,
demás de que la lengua que traian
por algunas palabras de los indios
coligió la maldad y estratagema,
y al Alonso Martin en gran secreto
le dijo:
aCapitan, cumple velarte,
que vienen de mal arte los presentes,
y deben tener gentes en celada.
Gente de paz y armada tan exenta
á mí no me contenta donde piso;
por tanto, ten aviso y advertencia,
pues tienes experiencia destas cosas.»
El Alonso Martin, que recatado
era de su cosecha y advertido,
y el pecho no tenia menos lleno
desta mala sospecha que la lengua;
disimuladamente fue diciendo
á cada compañero lo siguiente:
«No me parescen bien estas señales,
por ser indicios de peor motivo.
Si vierdes abajar por los raudales
muchas canoas con furor nocivo,
prended estos tres indios principales,
y desotros ninguno quede vivo,
porque cumple, sí vierdes otros gallos,
CANTO DECIMOCUARTO.
antes que ellos nos cenen , ayantallos.»
Y apenas acabó de decir esto,
cuando vieron salir de cierta punta
de las que el rio hace, muchedumbre
de cóncavos maderos, ocupando
la gran anchura del potente rio
en tanta multitud, que parescia
algún espeso bosque desasido
de la brava montaña circunstante;
infinidad de bárbaros en ellos
con la bravosidad acostumbrada,
delineados rostros, brazos, pechos,
con el bitumen de que tienen uso
por mano de sus damas más queridas.
La mayor parte dellos con coronas
de plumas coloradas y amarillas,
otros con superbísimos penachos
y diademas de oro que, heridas
del refracto del sol, á los opuestos
más prontitud ponían en la vista;
arcos, flechas y tiros venenosos
á la similitud y á la manera
con que se muestra la quemada selva
de las ligeras hojas descompuesta f
y las enteras ramas chamuscadas;
que tales parescian con las armas
los del tumultuoso movimiento,
que rompían los aires con la grita ,
384 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
estruendo y estampidos de,cornetas
con que se denunciaba la batalla.
Para la cual ios nuestros ansimismo
con suma diligencia se preparan
á las ejecuciones del concierto
cuando vieron venir la turba multa j
porque Alonso Martin y Pero Niño,
Diego Rincón, Moscoso y Pero Tellez,
con aceleración premeditada
echaron mano de los tres caciques,
que fueron en prisiones rigurosas
puestos á buen recaudo , y entre tanto
los demás españoles no tuvieron
menos solicitud en las espadas,
pues todos los cien bárbaros quedaron
con liberalidad imperceptible
del aliento vital desposeídos;
y en ese mismo punto se metieron
dentro de los armados bergantines,
y en ellos los caciques ansimismo.
E ya cuando llegaba más cercano
de los barcos el bárbaro tumulto,
á los sulfúreos tiros ponen fuego,
cuyas volantes balas desembargan
cuantidad de canoas de la gente
que en ellas se mostraba más enhiesta,
precipitándola por las corrientes
aguas que de su sangre van teñidas.
CANTO DECIMOCUARTO. 385
Van nadando penachos, arcos, flechas,
que perdieron sus amos con las vidas,
y fueron cebo de los crocodilos,
no sin admiración de los restantes,
que con el espectáculo presente,
y ver que no cesaban los fumosos
bronces, sin responder los otros indios
á los efectos del concierto hecho,
con penosa sospecha se volvieron
confusos y con menos lozanía.
Y conclusa la grita y alboroto
de poca duración, aunque terrible,
cuyo rigor fué antes que llegase
el sol al círculo de mediodía,
pacíficos vinieron á la tarde
cinco gandules canos desarmados
á ver los españoles, con promesa
de buenas y sinceras amistades;
aunque su principal motivo era
saber qué se hicieron los señores
y los demás que los acompañaban;
que, sin lo preguntar, les fué patente,
por los desengañar su propia vista,
viendo de sus parientes el estrago
mortal, y los caciques en prisiones,
con quien hablaron, y de quien supieron
su determinación y voluntades;
porque precisamente les mandaron
que por ninguna vía tomen armas
-XLiv- 25
j86 HIST. DEL N. H DK GRANADA.
contra los atrevidos peregrinos,
pues de ta quietud en aquel tiempo
pendia su salud y su remedio,
y pena capital de lo contrario;
con lo cual se volvieron á sus pueblos
á dar á los demás aquel aviso.
Y ansí los españoles se partieron
del pueblo de Monpox desde á tres dias
después de la refriega sanguinosa
á la prosecución de su viaje,
en el cual acudían con sus barcas
con* maíz y regalos los vasallos
de aquellos tres caciques prisioneros.
El uno de los cuales , con deseo
de ver su libertad, y acreditarse
con Alonso Martin, de quien creia
venir á castigar el maleficio
usado con aquellos que venian
con Juan Gallegos, como ya se dijo
con la segunda trama desta tela,
le dijo las palabras que se siguen:
«No tengas, capitán, mala sospecha
que de la maldad hecha el otro año
ayudamos al daño y desatinos
los que somos vecinos desta banda,
sino de la que manda Alonso xeque,
que es en Tamalameque su vivienda,
CANTO DECIMOCUARTO. 387
L,ooQle
y él fué de la contienda trama y tela,
autor de la cautela y las maldades
debajo de amistades y halago.
Si piensas dar el pago que meresce,
mi persona se ofresce ser la guia
por esta misma vía por do vienes,
do cobrarás los bienes que robaron
al tiempo que mataron tus amigos.
Padezcan los castigos agresores,
penas y sinsabores de fortuna,
y no los que ninguna culpa tienen.»
El Alonso Martin quedó contento
de la razón que el bárbaro le daba,
y respondió :
«Si tú hicieres eso,
en mí siempre ternas fiel amigo,
sin memoria ni acuerdo del exceso
de que queríades usar conmigo.
En las manos tenemos el progreso,
é yo no faltaré de lo que digo.
Di por adonde sin que me detenga,
que yo te soltaré cuando convenga.»
En efecto, guiaron los bajeles
á la parte que el indio les decía,
y dieron en las casas descuidadas
de semejante salto , donde fueron
presos algunos hombres y mujeres.
388 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Mas el Alonso con los más granados
por las corrientes aguas hizo fuga,
de sus ligeros remos ayudados,
de que suelen estar á todas horas
prevenidos y prontos á la mira.
Y aunque puede creerse que llevaron
consigo las preseas de substancia,
no les faltó rancheo que dio gusto,
porque hallaron cuantidad de ropa
de la perdida por los españoles
en aquella guazavara terrible
donde perdió el un ojo Juan Gallegos,
y quedó tanto número de buenos
soldados de la vida perdidosos.
Cuyas espadas, dagas y otras armas
volvieron á los usos conoscidos,
con otra variedad de herramientas
no poco necesarias al camino,
que ansimismo hallaron en las casas.
Y después que salieron deste pueblo,
dieron dias después en otra isla
poblada de gran número de gente,
donde los moradores se mostraron
en su defensa duros y constantes
más término y espacio de una hora;
donde la resistencia porfiada
por parte de los indies fué con daño
del pobre de Juan Vivas, pues que vido
CANTO DECIMOCUARTO.
389
el remate contrario de su nombre.
En venganza del cual los españoles
fueron de tal ardor estimulados,
que rompieron la bárbara caterva
con sangrientos efectos, hasta tanto
que dejaron las casas al arbitrio
y beneplácito de vencedores,
tomando por amparo las lagunas
aquellos que pudieron evadirse
del golpe riguroso de las manos,
que luego se ocuparon en el saco,
trastornando retretes y rincones,
según uso común, donde hallaron
preseas que les fueron de provecho,
y entre las otras cosas diez ó doce
cargas, que bien tendrían dos quintales
de joyas y argollones de oro bajo,
de que ninguno dellos hizo cuenta,
por parescelles cobre sin quilates,
y allí se lo dejaron por inútil,
y parescelles ponderosa carga,
que agora se juzgara por ligera,
pues tiene su valor y ganancioso
precio que se declara con ensayo.
Anduvieron después haciendo saltos
por una y otra banda del gran rio,
entrando por esteros y lagunas,
huyendo de tener ratos ociosos
390 HIST. DEL N. R. DE GRANADA
en tanto que llegaban los de tierra
al paraje por ellos señalado.
Y en continuación de sus rancheos ,
fueron á £ompallon, do descansaron
algunos dias, que es adonde ahora
trasplantaron sus casas y viviendas
los moradores de Tamalameque,
por ser asiento más acomodado
para los que frecuentan este rio-,
y haber allí sabanas y dehesas
para tener crianzas de ganados.
Adonde por el año de cuarenta,
ó poco, más ó menos, pobló Cuevas
un capitán no mal acreditado;
y entonces fueron de su compañía
el capitán Luis de Villanueva,
que fué mucho después en Cartagena
á matrimonial yugo sujeto
con Doña Inés de Heredia, yo presente;
y el diestro capitán Juan Maldonadó,
después casado con Doña María,
hija del capitán Ortun Velasco,
principal caballero deste reino.
Mas estos no pudieron sustentarse
dentro de £ompallon en aquel tiempo;
y ansí lo despoblaron por la mucha
fuerza de naturales, ya ninguna
en aquesta sazón, que es por la era
de quince cientos y noventa y uno,
CANTO DECIMOCUARTO. 391
por donde voy con paso presuroso,
dejando de contar varios sucesos
por no hacer acervos de Chrysippo,
que poco menos fuera si tomara
muchos años atrás este cuidado;
mas no me pasó tal por pensamiento,
y agora ni la edad me lo consiente,
ni me faltan cien mil desasosiegos
causados de malditas intenciones.
P ues de las cosas sucedidas
en las navegaciones deste rio
pudiéramos tejer largo volumen ,
conta ndo muchos saltos que hicieron
en diferentes tiempos estos indios
con daño grande de los españoles,
y pérdida de vidas y haciendas;
de que pudiera ser Francisco Enriquez,
con grande dolor suyo , buen testigo,
pues yendo su mujer acompañada
de ciertos españoles, sus criados,
dentro de un bergantín bien equipado
de negros que remaban, y de negras
de que ella se servia, do llevaba
alhajas importantes y vajilla
de plata que costó hartos dineros,
quedándose el Enriquez despachando
con otro bergantín en Santa Marta,
ella fué navegando por el rio
392 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
hacia Tamalameque, do tenía
muy buen repartimiento su marido,
sin sospecha de mal inconveniente,
por estar en aquella coyuntura
de paz entrambas bandas deste curso.
Como la pérfida nascion no sabe
conservar amistad, viendo la suya,
dieron en el navio descuidado
con sangriento rigor, pues que ninguno
de cuantos iban escapó con vida
sino la dama sola desdichada,
reservada para mayor desdicha,
porque la traspusieron donde nunca
vido su libertad, y el cautiverio
es de creer que fué de pocos dias,
viéndose despedida y apartada
de gente de razón, y entre bestiales
cuya conversación bruta y horrenda
remataría presto su carrera
con fin de los principios diferente;
pues aunque no faltaron diligencias
para tenerse clara certidumbre,
no pudieron hallar noticia della
al tiempo que hicieron el castigo,
por la protervidad desta canalla
de bárbaros que viven á la banda
del dicho £ompallon , adonde digo
que ahora se pasó Tamalameque,
por parecer y orden de Fernando
CANTO DECIMOCUARTO.
393
Alvarez de Azevedo, varón noble,
á quien conozco yo desde los tiempos
que residimos en la Margarita ,
y sé ser el primero que ganado
metió desde esta isla que refiero
en este Nuevo reino, por camino
no menos peligroso que prolijo.
Cuyos servicios de presente callo
por volver ai que tengo comenzado
en lo de Qompailón, donde me espera
el Alonso Martin con sus secuaces.
A lbs cuales como se detuviesen
algunos días por aquel paraje,
aquel Alonso , xeque cauteloso
á quien obedecían las comarcas,
quiso dar la batalla por vengarse
del daño nuevamente rescibido ;
y para convocar sus aliados
pasaban estafetas cada dia
á vista de los barcos á lo lejos,
sin que los españoles presumiesen
la causa destas idas y venidas;
pero los dos caciques que venían
en su servicio desde la marina,
como sagaces dieron en la pinta,
debajo de la cual les dijo Meló:
«Sabed que me recelo de repique
de parte del cacique desta banda.
394 H1ST- DEL N- R- DE GRANADA.
La priesa con que anda quien va y viene
algún misterio tiene, y el secreto
de ningún buen eFeto da la muestra.
Haya de parte vuestra vigilancia,
pues corren con instancia las comarcas,
Las tres ligeras barcas estén prestas i
tomemos una destas que pasare
para que nos declare los intentos
por bien , ó si negaren, con tormentos.»
A todos paresció sano consejo,
y ansí, viendo pasará tres canoas
de válidos gandules equipadas,
salieron otras tres con buen avio
de parte de los nuestros, cada una
con seis diestros soldados y con indios
amigos que servian de remeros;
los cuales, con calor de los de España ,
con tal vigor siguieron el alcance,
que se lo dieron antes que tomasen
la tierra para donde dirigían
las proas con huida presurosa;
y embarazándose con las dos dellas,
la una se escapó, y en las rendidas
hobieron á las manos al Alonso p
ventura grande por desdicha suya,
el cual venía de correr la tierra,
convocando La gente prevenida
á fin de dar aquella misma noche
CANTO DECIMOCUARTO.
395
sobre ios acechados bergantines;
adonde se llevaron los cautivos
y al afligido xeque hechicero
que de su mal no fue buen adivino,
pues salieron falaces sus juicios
y el oráculo suyo fementido.
El cual, con los demás aprisionados
en diferentes partes, por preguntas
conformes declararon que, sin duda,
toda la tierra de una y otra banda
les habían de dar el alborada,
y que la prisión dellos no sería
parte para mudar las intenciones.
Y enterados del orden y pujanza,
entraron españoles en consulta;
no sin gran variedad de paresceres,
aunque todos á un fin encaminados
de no salirse del lugar do estaban,
al menos por entonces, no embargante
que habian de volver forzosamente
á la boca del rio de Zaza re
para pasar la gente que venía
por tierra, que el sabor de los rancheos
los había subido muchas leguas
arriba del paraje señalado.
Pero por parescelles ser temprano
para llegar allí la compañía,
y por dar antes en algunos pueblos
de donde más provecho resultase,
30 HtST. DEL N. R. DE GRANADA.
no quisieron entonces dar la vuelta,
unos facilitando la victoria,
y otros que ya los indios no vernian
á causa de estar presos los caciques.
Mas Alonso Martin, como cursado
y de gran prontitud en estos casos,
dijo su parescer en esta forma :
«Caballeros, la cosa más segura
es huir los peligros conoscidos,
sin ponernos en riesgo y aventura
de quedar lastimados y heridos,
y más de pestilencia, que con cura
rarísimos podrán ser socorridos,
pues en obscuridad no veis el tiro
hasta que se declara con suspiro.
»Aquí nos busca rigurosa mano,
según el movedor ha descubierto,
habernos de volver tarde ó temprano,
pomo poder volver deste concierto;
y ansí hurtar el cuerpo es lo más sano,
saliendo con obscuro deste puerto.
Ellos harán caminos excusados,
nosotros una via y dos mandados.
«Dejémosles aquí las aguas rasas,
porque costumbres son de gentes diestras
desasir al contrario de las asas
CANTO DECIMOCUARTO.
397
que dan de daños infalibles muestras.
Podrá ser que se vuelvan á sus casas
pensando que nos vamos á las nuestras,
y una vez derramada tanta gente,
no puede congregarse fácilmente.
»Y en caso que siguiesen con porfía
á los que recelamos este trance,
es imposible hasta ser de dia
que puedan ellos darnos el alcance ;
y con lo claro por ninguna via
les puede suceder bien su balance,
antes han de perder en la pelea
os más lozanos, como yo los vea.
»Ansí que mi determinación cierta ^
es que sin esperar inconveniente,
en dándonos la noche su cubierta,
nos vamqs al amor de la corriente.
La carrera tenéis llana y abierta
y ningún embarazo de presente;
en los efectos haya diligencia,
pues ya quiere hacer el sol ausencia.»
Oyeron sus razones y subjetos
al cumplimiento dellas dieron orden
y á lo que convenia prepararse;
y ansí, cuando la sombra tenebrosa
cubrió con su velamen los mortales,
398 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
levaron los resones, y guiaron.
las proas á la boca de Zazare ,
cuyo camino fué tan espacioso,
que en él se consumió toda la noche.
Y cuando la presencia del planeta
del cuarto cielo que los tiempos mide
todas las demás lumbres encubría,
sus carros laboríferos guiando
por aquel hemisferio y horizonte,
surgieron y saltaron á la banda
de la Gobernación de Cartagena,
en parte rasa, limpia y escombrada
de los impedimentos montuosos,
frente de la ribera por adonde
habían de venir los que esperaban,
con intento de no hacer mudanza
de aquel asiento hasta que llegasen.
Y ansí los unos asentaban tiendas ,
y otros adereszaban el regalo t
. que los estómagos apetecían.
Pero la quietud no duró mucho,
porque luego salieron de la boca
de Zazare más de quinientos vasos
de cóncavas canoas con la furia
que suele la barbárica caterva
cuando para batalla se dispone,
y entonces con más loca confianza,
porque todos pensaban que venían
de los de £ompallon desbaratados,
CANTO DECIMOCUARTO.
399
y faltos de pertrechos fulminosos.
Y en este mismo tiempo vieron cerca
innumerables barcas que venian
por la parte de arriba furiosas
que, según paresció, hallando vaco
el puerto do pensaban salteallos,
acordaron venir en seguimiento
con determinación precipitada;
y ansí, de su pujanza confiados,
los unos se juntaron con los otros,
bien como cuando nubes pluviosas
de diferentes partes se condensan,
y en fluidos licuores ya resueltas,
descargan el imbrífero rocío
en los opuestos valles y laderas;
que no menos aquella muchedumbre
de bárbaros expertos y atrevidos,
con nubadas de tiros venenosos
acometieron á los bergantines;
donde los españoles desde el punto
que vieron los primeros , se embarcaron
con cuanta brevedad les fué posible,
á su defensa prestos, y amparados
de toldos desde proa hasta popa ;
que puesto caso que los traspasaban
los jáculos ungidos con veneno,
eran las puntas dellos solamente,
quedándose pendientes por defuera
4
todos los arundíneos tendales,
adonde los acúleos se fijan,
y engastan de durísima madera.
Y ansí los españoles por lo alto
seguros, y encorvados por las bordas,
salieron al encuentro de rodelas
opuestas conveniente pavesada,
cargados buena copia de arcabuces
y tiros de fuslera preparados;
y cuando ya tuvieron oportuno
tiempo para jugar los instrumentos,
á los sulfúreos polvos ponen fuego, .
y con tonitruosa violencia
el ponderoso plomo fué volando
con la velocidad imperceptible
que da la salitrosa compostura;
tanto que de glandíferos regüeldos
cayó copia crescida de salvajes;
y en la revolución continuada
muchos leños quedaron tan barridos
que del todo faltó la viva carga;
y muchos, de temor, en viendo fuego,
se dejaban caer de los bajeles
al agua que tomaban por guarida,
en ella sumergidos y cubiertos,
según lutras ó nutrias, ó los otros
acuáticos cuadrúpedos que salen
á gozar de calor á la ribera,
y en oyendo rumor se precipitan,
CANTO DECIMOCUARTO.
40I
tomando la hondura por refugio.
Otros, con más cordura, como viesen
que los mortales soplos no cesaban,
volvieron á gran priesa las espaldas
con tanta brevedad, que se quedaron
solos los españoles, sin ninguno
dellos quedar herido: tanto vale
en semejantes trances la prudencia
del diestro capitán y circunspecto.
El cual, como se vio victorioso,
hizo luego cabeza de proceso
contra los indios que tenia presos,
y por las atrasadas y presentes
culpas, de que quedaron convencidos t
con pena capital pagaron todos.
Donde se concluyeron las cautelas
del infiel Alonso, puesto caso
que prometió de ser fiel y bueno
al tiempo que le dieron el bautismo
muchos años atrás, como se dijo
en otra parte donde del se trata.
Y seis dias después de la batalla
llegaron á la parte referida
Jerónimo Lebrón y el campo todo,
adonde fueron con aplauso grande
los unos de los otros rescibidos,
y con los bergantines y canoas,
en pasando la boca de Zazare,
– XLIV – 36
402 HIST. DEL N. R, DE GRANADA,
cuyo curso se junta con el Grande
(que lo mismo hadan en los otros
si acaso no podían vadearse) ,
siguieron adelante su jornada,
comunicándose los de los barcos
con los que por la tierra caminaban;
pues por la mayor parte cada noche
eran comunes los alojamientos
hasta pasar el rio de Lebrija
(que es el rio del oro deste reino),
y después del el rio de Serrano,
cuya profundidad no se podía
atravesar sin riesgo de caimanes.
Y porque los demás hasta la Tora
(que son los cuatro brazos en que parten
ciertos isleos altos la gran madre),
tenian el pasaje sin zozobra , *
colaron adelante los navios
para los esperar adonde digo.
Y en tanto que llegaban los de tierra,
andaban los del agua rancheando
por aquellos confines de la Tora ,
do prendieron con otros cierto indio
que prometió de dalles en las manos
gran multitud de gente recogida,
poblada por orillas de un gran lago,
pero que no podían por la boca
entrar, por ser angosta , bergantines.
CANTO DECIMOCUARTO.
Y ansí, bien informados de la guia ,
determinaron ir en tres canoas
veinticuatro soldados valerosos
con bárbaros amigos que remaban.
Y arriba de la Tora poco trecho,
á la banda de aqueste Nuevo reino,
hallaron la canal que el indio dijo,
profunda, cuya latitud sería
dos brazas, y por partes algo menos,
pero la longitud de gran distancia ,
sin ensancharse más, y en toda ella
inmensa cantidad de crocodilos,
tantos que perturbaban el pasaje.
Y aunque se comenzó por la mañana,
sin dar ociosos ratos á los remos,
en él se consumió la luz del dia
y las nocturnas horas, porque cuando
la lumbre de la aurora descubría
su róseo color por el Oriente,
salieron al gran lago y espacioso,
el circuito del con tantos humos ,
que por la muestra dellos conoscian
ser más la cantidad que la noticia.
Y por estar en diferentes partes
del extendido lago las moradas ,
guiaron á la parte que mostraban
los humos menos fuerzas de vecinos;
pero fué la carrera tan prolija
de la navegación, que se tardaron
404 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
en tomar tierra más de medio día,
enhiestos solamente los remeros
y nuestros españoles abatidos
en el plan de los cóncavos maderos,
porque no se pusiesen en defensa,
reconosciendo ser gente vestida.
Pero después que en tierra zabordaron
y vieron que saltaban españoles,
corrió la confusión tumultuosa
por los inadvertidos moradores,
y aquella turbación y movimiento
que causan semejantes sobresaltos
en los que ven aquello que aborrescen,
y están presentes las noscivas manos
del recelado mal ejecutoras;
pero como valientes y animosos
salieron con sus armas al encuentro,
deteniendo los pasos entre tanto
que huian los hijos y mujeres.
Y Francisco Muñoz, maravilloso
soldado, con codicia temeraria
de tomar una moza bien dispuesta,
rompió por los opuestos, apartado
del cuerpo de los otros españoles,
é ya teniéndola por los cabellos,
á los gritos que dio viéndose presa,
acudió su marido, no con menos
furor que torva vaca cuando siente
CANTO DECIMOCUARTO.
4O5
al hijo berrear en la dehesa
y asido de las uñas de la fiera;
y como lo halló tan ocupado
en sujetar la bárbara hermosa,
y entonces descompuesto de rodela,
el indio, no perdiendo coyuntura,
en el Muñoz desembrazó la ñecha
traspasando las armas, y en un hombro
tocó la punta del mortal veneno,
del cual murió después cuando pensaron
estar el buen Muñoz fuera de riesgo;
dicen que por hartarse de pescado
con que cobró vigor la pestilencia.
Y el bárbaro feroz también quisiera
emplear otro tiro venenoso
en Pero Niño que sobre él venia;
mas amparóse bien con el escudo,
y antes que segundase se le llega
con alígeros pies, y con el hierro
el arco sagitifero cercena
y un dedo de la mano juntamente.
Mas el membrudo bárbaro herido,
en confianza de su fortaleza,
apechugó con él, y ambos asidos,
enciéndese la lucha rigurosa,
con no menos bufidos que si fueran
dos toros madrigados encendidos
en furia de cornígera pelea.
Anda la cabezada y la rodilla,
406 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
puños y mojicones á las vueltas;
estriban y forcejan con anhelos
recíprocos y vueltas, hasta tanto
que vinieron los dos juntos al suelo
al pie de cierta palma, que fué dalla
al Pero Niño, por caer encima
lugar y parte donde se anidaba
enjambre de melifluas abejas,
que todas ellas dieron al desnudo
harto menos dulzor que pesadumbre.
Y la mujer del indio que pudiera
hacer ausencia dellos y escaparse,
no se determinó, y en lo que pudo
favoreció la parte del marido,
que fué rendido del contrario Marte,
y presos ella y él del fuerte joven.
Entre tanto los otros españoles
no tuvieron los ratos más ociosos,
porque se entretuvieron peleando
los bárbaros el tiempo que sintieron
ser necesario para que huyesen
los imbelles muchachos y mujeres;
y algunos dellos muertos y heridos,
los vivos se pusieron en huida,
dejándoles las casas sin defensa.
De las cuales, tomados los despojos
antes que los lugares convecinos
pudiesen convocarse, se embarcaron
CANTO DECIMOCUARTO.
407
y se volvieron á los cuatro brazos
con la mujer y el bárbaro valiente,
que fueron buenos para su viaje,
según declararemos adelante.
Y juntos ya los unos con los otros,
para prosecución de su jornada
dieron la traza y orden que diremos
en el canto que viene después deste.
y
CANTO DECIMOQUINTO
En el cual se da razón de las cosas sucedidas en el discurso
desta jornada hasta llegar á la ciudad de Velez.
En la carrera larga que es oculta
á los aventureros peregrinos,
mucha lumbre les da buena consulta
para prosecución de sus caminos,
porque del parescer della resulta *
qué via llevará mejores tinos,
y en la dificultad que se barrunta
ningún hierro comete quien pregunta.
Pues como hasta allí fueron las guias
Diego Rincón y Diego de Paredes,
por ser de los soldados que volvieron
á la costa del mar con Juan Gallegos,
y para proceder más adelante
no tenian noticia de la tierra,
GoOglC
410 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y habían de dejar forzosamente
al río Grande, y á la mano izquierda
entrar por un brazuelo que desagua
en él, y navegar aquel espacio
que pudiesen nadar los bergantines,
y dejallos allí, porque por tierra
habían todos juntos de moverse
aquello que restaba del viaje,
entraron en consulta , y acordaron
que fuese Manjarrés por la montaña ,
colando con algunos compañeros
por donde viese cortaduras viejas
de los descubridores antes dellos ,
cortando por aquella derecera
algunas ramas frescas por adonde
el capitán que fué de macheteros,
llamado Sanmillan, por ellas fuese
talando las espesas arboledas,
adereszando pasos, y hiciese
puentes adonde fueren necesarios,
porque el campo más tardo y espacioso
pudiese caminar con menos pena.
Y-aquesto concertado, preguntaron
entre los indios presos si sabría
alguno dellos ir aquel camino
hasta la tierra rasa, donde estaban
otros hombres barbudos ya poblados.
Y el indio con quien tuvo la pelea
el Pero Niño respondió diciendo:
CANTO DECIMOQUINTO.
411
«Yo y mi mujer podemos ser jueces,
que fuimos muchas veces al contrato
de sal que dan barato los vecinos,
cómo son los caminos montuosos,
largos y trabajosos, todos llenos
de pantanos y cienos, montes fríos,
mil quebradas y rios furiosos,
pasos laboriosos, sierras altas,
y cuasi todas faltas de alimentos;
raros los aposentos, poco grano.
En invierno y verano desatina
la pluvia por contina pesadumbre;
pues para sacar lumbre lugar niega.
Nadie de via ciega se confíe;
mas si queréis que guie la carrera ,
de mí y mi compañera sed amparo;
sacaros hemos al terreno claro.»
Fuéles acepta la postrer palabra,
puesto caso que las dificultades
que el bárbaro ponía por delante
traían pesadumbre de disgusto;
y ansí de todos fué favorescido,
y la mujer y él aventajados
en blando y amoroso tratamiento.
Y para proceder en su demanda,
llevólos Manjarrés ambos consigo,
yendo colando por el arcabuco,
picando ramas que señales fuesen
41 a HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
á los azadoneros por adonde
habian de hacer más ancha via,
para que los del campo y el bagaje
pasar pudiesen con menor molestia.
Los barcos ansimismo navegaron
por el pequeño rio hasta donde
pudieron hallar fondo conveniente,
y en acabándose, los descargaron
en puesto y en paraje donde vieron
recientes cortaduras de los que iban
colando con el paso más ligero
adonde se juntaron con el campo;
y después de llegado, dieron orden
en aviar las cargas del fardaje,
que por causa del pésimo camino
cada jornada lo hacia menos, ,
porque iban alijando muchas cosas,
y las que se llevaban de más precio
era con increíble pesadumbre.
Antes, pues, que partiesen del brazuelo
donde los bergantines se quedaron
en tierra zabordados y sin dueños,
Jerónimo Lebrón les dio licencia
á Meló y Malebu para volverse
con los demás amigos á sus casas.
Mas ellos, ó por ver la tierra nueva,
ó por no se atrever sin españoles
CANTO DECIMOQUINTO.
413
á navegar por la de sus contrarios,
dijeron que querían juntamente
ir en prosecución de la jornada.
Lo cual efectuaron, y volvieron
después aprovechados con el mismo
Jerónimo Lebrón, como diremos
al tiempo que se trate de su vuelta,
pues quiero por ahora detenerme
con Luis de Manjarrés que va delante
cuatro y cinco jornadas con las guias
que los encaminaban al buhío
donde hallaron los descubridores
primeros deste reino muchos panes
de sal que contrataban las comarcas.
É yendo por zarzales y espesuras
cortando con machetes vizcaínos
ramas para señales, un soldado
desjarretó, sin ver lo que hacia,
á un Alonso Pérez, de los buenos
soldados que llevaban en el campó,
de que se rescibió notable pena ,
ansí por la desgracia del paciente,
como por no tener donde dejallo
sin detrimento cierto de su vida ,
á causa de hallarse muy remotos
de la gente que más atrás venía.
Y ansí, como léales compañeros ,
lo llevaron á ratos en hamaca
pendiente de sus hombros hartos días
414 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
hasta llegar al rio, legua y media .
más atrás del bunio que buscaban,
tambo donde la sal se recogia;
que hasta ver el rio, desde cuando
salieron de la Tora, fué tardanza
de veintisiete dias trabajosos,
á causa del boscaje riguroso,
ciénagas y pantanos, y por falta
de los mantenimientos, cuyas veces
suplia la esperanza de hallallos
por aquellos parajes y comarcas
habitadas de raros moradores
que tienen sus culturas, á las cuales
iban los peregrinos anhelando;
mas opúsose el rio que decimos,
cuyo furioso curso les fué freno
para no proceder en su camino
á la casa de sal, donde pensaban
hallar algún recurso de comida.
Cuyo detenimiento desabrido
fué para más aumento de su hambre;
la cual, como solicita maestra ,
no menos ingeniosa que atrevida,
remedios indagando, se dispuso
á hacer una soga de bejucos
gruesos y de longura que podia
atravesar el rio y amarralla
en las dos bandas á troncones bajos;
y ansí hecha, pasaron nadadores
CANTO DÉCIMOQPINTO. 415
con cabuyas delgadas, que dejaban
atadas al un cabo de la soga ,
y después que salieron á la banda
contraria con grandísimo trabajo,
tiran de los cordeles, hasta tanto
que pasaron un cabo de la soga;
y en una y otra parte bien atada,
asidos fuertemente con los dedos,
y los desnudos cuerpos por el agua,
uno cada viaje solamente,
alternando las manos con aviso,
una dellas quitada y otra puesta,
y sobre las cabezas el hatillo,
que camisetas son de vil angeo,
y entre ellas el espada, van pasando
el ímpetu del agua peligroso.
Pasó Moran primero, y el segundo
Pedro Carrasco, Manjarrés tercero,
y después destos Joanes, vizcaíno,
escelente soldado de los viejos
de Santa Marta, diestro y animoso :
el quinto cierto mozo desbarbado
á quien llamaban Pedro Machetero ,
y Gonzalo de Oyon, mayor hermano
del que se rebeló, según ya dije
en la Gobernación de Benalcazar.
Un Alvaro Vicente pasó luego
y Cristóbal Roldan, Juan de Tolosa.
416 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Y estando fuera ya del agua rauda
once soldados con los dos primeros
que pasaron la soga, cuyos nombres
eran el buzo Sancho y un Gamboa,
vino tan gran creciente y avenida,
que se quebró por medio la maroma;
y ansí quedaron con desabrimiento
los unos divididos de los otros,
el agua de por medio, que llamaron
el rio del Bejuco, y en su nombre
propio le llaman Tucura los indios.
Y Luis de Manjarrés, viendo la falta,
y para la suplir ningún remedio,
por venir la creciente furiosa,
de más de que la hambre no sufría
reposo ni quietud, determinaron
los once de pasar más adelante
en busca del buhío memorado,
siguiendo cierta senda que llevaba
á la parte de arriba cierto huello.
Y poco más de legua caminando,
llegaron á la casa que tenia
cuantidad de sal blanca hecha panes,
sin morador que en ella residiese;
pero luego siguieron un camino,
y no lejos de aquella se hallaron
otros bunios que tenian gente,
que fácilmente vio su rompimiento,
CANTO DECIMOQUINTO. 417
á causa de tomallos descuidados,
por no tener sospecha ni barrunto
de que venían gentes extranjeras,
y estar la mayor parte de los indios
entonces divertidos en labores,
recogiendo su grano y aquel fruto
de que gozaron otros sin sembrallo r
porque lo que hallaron en el campo
y lo que ya tenian en sus casas,
todo lo recogieron y juntaron
en una casa del pequeño pueblo ,
con intento de no desamparallo,
por ser importantísimo socorro
para cuando llegasen los restantes.
Y por no desasirse de la presa
ni cumplir dividirse, por ser pocos,
estuvieron dos dias detenidos,
sin enviar razón ni dar aviso
á los que se quedaron sin pasaje,
que padecían grande desconsuelo,
ansí por estar faltos de comida
(pues en espacio de catorce dias
la principal fué tallos de bihaos,
remota de sabor y de substancia) T
como por no saber de su caudillo
ni de los que llevó, porque ninguno
por aquella frontera respondía.
Y como ya de hambre perecían,
un caballero dicho Valenzuela
– XLIV – 27
418 H1ST. DFX N. R. DE GRANADA.
á los otros juró solemnemente
de matar á la india que era guia
y comerse los hígados asados.
É ya dispuesto para la torpeza,
ajeno de piedad, valor y punto
de que suelen preciarse caballeros,
delante del se puso demudado
el buen Iñigo López de Mendoza
(que yo conocí bien en Santa Marta,
adonde tuvo por repartimiento
los indios del ancón llamado Gaira),
y díjole:
«Señor, por Dios os pido
que no queráis usar de tan mal seso,
pues no debe ser eso permitido
do estamos hombres de razón y peso.
Yo tengo reservado y escondido
en mis alforjas un poco de queso;
esto y más os daré, cuanto poseo,
porque no cometáis caso tan feo.»
En efecto, le dio lo que decia ,
con que se reportó, no sin alguna
vergüenza y confusión de sus intentos.
Y Luis de Manjarrés, al tercer dia,
paresciéndole no ser acertado
dejar de dar aviso, determina
enviar dos soldados, hombres sueltos
con algunas mazorcas de aquel grano,
CANTO DK MOQyiNTO.
419
que fuesen recatados, por el riesgo
que corrían en caso que los viesen
algunos moradores de la tierra,
y avisasen á los que no podian
pasar el rio por aquella parte
subiesen una legua más arriba
y hallarían apacible vado,
por ir el agua muy más extendida
y por esta razón poco fondable.
Mas antes que el mensaje les llegase ,
se aventuraron siete nadadores
á pasar por aquella travesía ,
paresciéndoles ser menos dañoso
hartarse de agua que morir de hambre ;% –
de los cuales fué uno Pero Niño ,
vecino principal en este tiempo
desta ciudad adonde yo resido.
Y al fin fué Dios servido que saliesen
á diferentes puestos muy abajo ,
por ser impetuosa la corriente;
mas Juan Guillen y Antón Pérez de Lara
perdieron las espadas y el hatillo,
quedando solamente con aquello
de que los proveyó naturaleza.
Echóse después destos un Alonso
Martin, que de los indios era lengua
por haberse criado desde niño
en la Gobernación de Santa Marta,
420 HIST. O EL N. R. DE GRANADA.
y viendo Pero Niño que venía
con turbación mortal ya desmayado,
animólo con voces, y al momento
asióse de una rama que caia
sobre las aguas, y extendió la pierna
antes que lo pasase la corriente
del árbol donde estaba bien asido ,
y dióle gritos que se asiese della.
El cual cobró vigor, y ansí lo hizo,
y como se llegase más á tierra,
asióse de otras ramas que bañaban
las aguas que igualaban la barranca,
y con favor divino salió fuera
por medios de la buena diligencia;
aunque perdió la ropa y el espada
como los otros dos; y á los desnudos,
los que pudieron escapar, su ropa
les dieron de la poca que tenian
con que cubriesen las viriles prendas,
y á todas las demás corpóreas partes
el cielo les servia de cubierta.
Y para no llevar manos vacias
(pues aunque los tres dellos lo quisieran
no podían metellas en el seno
si del no les servían los sobacos ),
cortaron varas lisas y derechas ,
adelgazando puntas que tuviesen ,
si fuese menester, veces de picas.
CANTO DECIMOQUINTO.
421
Con esto prosiguieron la derrota
que Manjarrés llevó los penitentes,
que tales parescian en el traje,
y aun fuéranles aceptos los ayunos
á ser á pan y agua, pero fueron
con agua solamente, que por fuerza
bebieron en el rio , que fué tzuita,
que tres ó cuatro dellos se paraban
á desaguar los vasos por la boca.
Y á muy poca distancia de camino
encontraron con Pedro , machetero,
y Gonzalo de Oyon, que son aquellos
que envió Manjarrés á dar aviso;
con cuya vista fueron consolados
y del índico grano proveídos,
que, sin dalle templanza de candela,
les parescia ser en el buen gusto
granos de aquel maná de los judíos.
Y dados los avisos á los otros
acerca de que fuesen más arriba ,
allí los esperaron hasta tanto
que ya pasaron todos sin zozobra,
y los encaminaron al bunio
do Manjarrés estaba, donde fueron
reparados de ropa los desnudos,
porque ya por allí los moradores
tenian de algodón algunas telas.
Y el Gonzalo de Oyon y el machetero
pasaron en demanda de la gente
432 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
GoOglC
del campo, que con no menor fatiga
venía caminando, por faltalles
aquello que nos da vida y aliento;
tanto que los soldados comenzaban
con gran cautela de matar caballos,
siendo tan importantes, presumiendo
que viéndolos yajnuertos los señores,
ó los repartirían por la gente
que más debilitada se hallaba,
ó se los venderían á pedazos;
porque todos los más traían oro
de lo que recogieron en rancheos,
y entonces les valieran á los dueños
más allí muertos que en el reino vivos.
Mas Pero Ruiz García que primero
aqueste daño vido por su rancho
en un caballo suyo regalado,
considerando los inconvenientes
grandes si se cumplían los deseos
malos de los ocultos matadores,
á sus negros mandó precipitallo
eta las corrientes aguas de aquel río
para, que lo comiesen los caimanes;
aunque su gente y él no padescian
menos necesidad que sus vecinos.
Y el Gobernador, vista la malicia,
pronunció auto por el cual mandaba
con capitales penas que ninguno,
aunque fuesen los dueños cuyos eran,
CANTO DECIMOQUINTO.
423
osase matar perro ni caballo.
Y llegados los dos con el aviso
de que los esperaba con comida
Luis de Manjarrés más adelante,
el campo caminó con más aliento,
no haciendo tan cortas las jornadas,
porque la certidumbre del socorro
hacía sacar fuerzas de flaqueza
hasta llegar allí, do descansaron
algunos días; y el Alonso Pérez
que fué desjarretado, según dije,
al tiempo que salieron del brazuelo,
acabó de sanar de su herida,
porque la mucha dieta por ventura
debió de ser en tiempo tan hambriento
más parte que la cura diligente,
pues que sin adminículos ajenos
podía caminar como solia.
Y el Manjarrés con los que lo seguían,
desque llegó Lebrón adonde digo,
fué colando la sierra más adentro,
que se empinaba más cuanto más iban,
hasta venir á dar al que llamaron
el Paso volador estos soldados,
porque desque subieron á la cumbre
vieron ser la bajada de manera
que habia de volar el que quisiese
bajar para pasar más adelante,
424 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
por ser altísima peña tajada,
cingla que se extendia muchas leguas
por la dificultosa cordillera.
Y ansí la perlongaron hasta tanto
que vieron una quiebra que hacía,
no tan derecha como lo restante,
ni tan pervia que no se conosciese
riesgo y dificultad cuando bajasen
al valle que tenia por delante,
rodeado de cumbres más excelsas.
Pero viendo que no se descubría
más cómodo pasaje que esta grieta,
de manos hizo pies cada cual dellos;
y, en efecto, bajaron, donde dieron
gracias á Dios por escapar ilesos,
y el campo que llegó desde á tres dias
al paso conoscido por las señas,
pararon confusísimos de vello,
á causa de las bestias que llevaban,
pues era menester nascelles alas
para poder bajar sin despeñarse.
Pero Millan con los azadoneros,
en partes que la peña permitía
y habia arcilla poco rigurosa,
iba haciendo gradas y escalones
con la seguridad que fué posible,
y en lo más bajo se pusieron ramas
hojosas que subían tres estados,
porque si resbalase de la cuesta
CANTO DECIMOQUINTO. 425
alguna bestia, como no podía
ser menos, por venir ya fatigadas,
en la fagina blanda do parasen
no padesciesen tanto detrimento
como si diesen en la dura tierra.
Y acabada la obra necesaria
en que se consumió la luz del día,
aunque los operarios eran muchos,
el siguiente, sin sillas y sin frenos,
uno cada viaje solamente,
los van encaminando por las gradas,
habiéndoles detrás, los cuales iban
con tal tiento y compás, que parescia
alcanzar de razón alguna lumbre.
Y ansí bajaron todos sin desgracia,
excepto de dos yeguas, que vinieron
rodando hasta dar en la fagina,
que nunca más pudieron levantallas
sino para ser cebo de hambrientos.
Y el Manjarrés, que siempre precedía
obra de legua y media de aquel paso,
dio sobre ciertas casas ya cercanas
á la sierra de Atún, donde tomaron
algún mantenimiento, y en un alto,
aun no cuarto de legua separados,
vieron otros buhíos , y por causa
de que no les alzasen la comida,
acudieron Moran y Juan de Cuenca,
426 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
Antón Pérez de La ra y Antón Pérez ,
el portugués, y Pedro machetero,
Pedro Carrasco, y otro que llamaban
Santo Domingo, siete compañeros ,
soldados excelentes y ligeros
que volando subieron por la cuesta;
y los imberbes indios, como vieron
venir gente barbada por su tierra,
dejáronles las casas , y huyeron.
Y como ya la luz se despedía
y sobrevino tempestad de pluvia
con furia de relámpagos y truenos,
y allí tenian razonable cena,
determinaron todos de quedarse
en una de las casas, de dos que eran
de bárbaro tumulto descuidados.
Pero los indios convocaron gente
de las sierras de Atún la misma noche,
y al tiempo que venía descubriendo
Apolo sus cabellos rutilantes,
con ímpetu terrible rodearon
inmensa cuantidad de fieros indios
la casa donde estaban con descuido
de semejante caso, y en llegando,
entregan á las llamas el bunio,
pegando fuego por diversas partes.
Pero los valerosos españoles,
reconociendo ser acometidos,
acuden á las armas y á la puerta,
CANTO DECIMOQUINTO.
427
rompiendo por opuesto barbarismo
con efusión solícita de sangre,
de golpes prestos y de fuertes manos,
por escaparse de las que venian
llenas de armas y de confianza;
donde creció la grita y el tumulto
en tal manera, que los compañeros
que quedaron abajo percibieron
aquel alborotado movimiento;
y vista claramente la refriega,
envió Manjarrés á Valenzuela
con doce compañeros y arcabuces
para que brevemente socorriese
antes que el torbellino riguroso
anegase los siete combatientes.
Mas por causa de ser larga distancia,
y no poco penosa la subida ,
no se pudo llegar tan brevemente
que no durase harto la pelea
con hechos dignos de inmortal memoria,
si pudiera mi pluma presurosa
particularizar de cada uno
la fuerza y el valor de su persona.
Mas como fuese con insigne brio
Antón Pérez de Lara derribando
bárbaros fieros por aquella cuesta,
del agua y de lá sangre resbalosa,
fuéronsele los pies, y dio caida
en medio de los indios, y en cayendo,
CooQle
428 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
saltó con él con suma ligereza
un indio principal como gigante,
con otros circunstantes juntamente
que lo llevaban sin tocar al suelo.
Y viéndose perdido, sin poderse
valer, como la res que ya rendida
á dientes de los lobos, no le queda
otro recurso si no dar balidos,
dio voces á Moran que lo valiese;
el cual, reconociendo voz amiga,
acudió con la furia y el denuedo
que el águila caudal cuando socorre
los hijos en el nido salteados,
que, encogidas las alas , y las uñas
abiertas y extendidas, furiosa
se viene por los aires despeñando
contra quien de su prole la despoja.
Tal se arrojó Moran á dar socorro
á su carillo cuya voz oia,
y al indio principal y monstruoso
abrió con el acero las entrañas,
dejándole tal puerta, que por ella
el alma condenada se despide
con un horrible grito, cuyo trueno
á los demás causó mortal espanto,
en tal manera que se retrajeron
dejándole la presa sana y viva,
asido de sus armas, porque nunca
el espada soltó ni la rodela,
CANTO DECIMOQUINTO. 429
sin pararse á quitallas los salvajes;
tanta fué la codicia de Uevallo.
Y porque en un instante pasó todo,
el caer y el asir y el socorrello
( pues á tardarse su ñel amigo
fuera su paradero miserable),
al fin el Lara se escapó de buena
y tuvo que contar algunos dias.
Y en este tiempo ya llegaba cerca
el Valenzuela con su compañía,
soltando los fumosos instrumentos,
de cuyas estampidas temerosos
los indios se subieron á lo alto
de la fragosa y empinada sierra,
dejando libres á los españoles,
aunque no de heridas, pues los siete
quedaron del conflicto lastimados,
pero ninguno de mortal zozobra.
Y Luis de Manjarrés, reconosciendo
haber en el paraje poblaciones
que podrían volver con más potencia
y dalles ai subir algún mal rato,
mandó que veinticinco compañeros,
con arcabuces y un barril de polvos
d’ especie salitrosa, trabajasen
de tomar en la noche venidera
de la frontera sierra lo más alto.
Y al tiempo cuando del inerte sueño
430 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
los ojos de mortales rescebian
aquel dulce licor que los detiene
en diversas ideas transportados,
fueron los vigilantes peregrinos
subiendo por las ásperas laderas,
hasta que ya llegaron á la cumbre
antes que de la aurora paresciese
el arrebol fogoso de su rostro.
Y en este mismo tiempo, ya venian
armados escuadrones en demanda
dellos, á la venganza del cacique
muerto por el Moran en la batalla;
donde después que ya febea lumbre
por aquel hemisferio descubría
el róseo color y bella frente,
se vieron las dos huestes en campaña,
una de veinticinco solamente,
y otra de multitud innumerable,
de que los pocos en sabana rasa
fueron en un momento rodeados.
Pero los preparados arcabuces
(invención por su tierra nunca vista,
y á los oidos bárbaros horrible),
escupen luego los volantes globos,
y á vueltas perdigones de mal gusto,
pues cuanto mayor era la sustancia
hacía más mortíferos efectos.
De modo que la cólera ferviente
que la caterva bárbara traía
CANTO DECIMOQUINTO.
431
se resfrió; y cuando presurosos
en disparar fumosos instrumentos,
un soldado, de pólvora ya falto,
al barril acudió para sacalla
con la mecha pendiente y encendida,
y en aquella que ya tenía fuera
tocó, paresce ser por su descuido,
quemándose las barbas y aun las cejas,
y aquellas mismas chispas y centellas
dieron en el barril sin cobertura,
cuya fulmínea furia lo levanta
y por los vagos aires fué volando L
las duelas ó costillas esparciendo
á diferentes partes, con ruido
y estruendo de la llama presurosa.
Con el cual espectáculo los indios
quedaron tan atónitos, que luego
volvieron á gran priesa las espaldas,
pensando ser llegada ya la hora
del general juicio; tras los cuales
fueron los españoles en alcance,
hasta meterse por las poblaciones
de las sierras de Atún, entonces grandes.
Y viendo los vecinos que venian
ios extranjeros tan determinados
á se meter en ellas, al momento,
correspondiendo con aquel incendio
de que quedaron ellos asombrados,
pusieron fuego todos á sus casas,
432 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
y por collados, valles y laderas
en espacio de menos de dos horas
vieron toda la tierra humeando,
sin dejalles albergue do pudiesen
de las molestas pluvias ampararse.
De que se rescibió gran pesadumbre,
por ser allí las aguas ya frecuentes;
mas consoláronse con que hallaron
cuantidad razonable de alimentos
que recogieron en pajizos ranchos,
por ellos nuevamente fabricados,
donde esperaron hasta que llegase
Luis de Manjarrés, que luego vino
desque Lebrón llegó con los del campo
á las primeras casas que ya dije.
Donde pararon poco, por ser poco
el alimento para tanta gente,
y no cumplir detener el paso,
sino pasar adonde lo hallasen
los que delante dellos caminaban.
No que viniesen todos atenidos
á lo que Manjarrés tan solamente
venía descubriendo; pues salian
de los del campo próvidos caudillos,
como Blasco Martin, y Pero Tellez
y otros, que trastornaban los confines
del camino por donde se guiaban,
campestres moradores rastreando.
Y ahora se hallaron todos juntos
CANTO DECIMOQUINTO.
en la tierra de Atún algunos dias
de su penoso curso descansando,
hasta que les faltaba la comida ,
con esperanzas vanas los más dellos
de que la hallarían adelante.
Y ansí, mal proveídos , prosiguieron
su laboriosísima jornada;
y Luis de Manjarrés, con ser un hombre
infatigable para los trabajos ,
y en los mayores más regocijado,
alegrando con cuentos y facecias,
y dando siempre de lo que tenía
á los que via melancolizados,
con que los animaba y alentaba
á llevar con buen ánimo las penas
al humano vigor intolerables,
ahora, por sentirse fatigado,
quedóse con el campo, y en su nombre
tomó la vez Diego Paredes Calvo,
soldado robustísimo y experto,
á quien tenemos vivo de presente,
ó por mejor decir del largo curso
poco menos que muerto ; pues que.tiene*
poco menos edad que el viejo Néstor.
Aqueste fué con treinta compañeros
hasta llegar á Opon, valle que dista
de la sierra de Atún catorce leguas,
caminos cenagosos y montañas
• XLIV – 2&
434 HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
tristes, obscuras, ásperas, lluviosas,
y ajenas totalmente de consuelo;
inundación de aguas todas horas ,
sin que jamás pudiesen enjugarse;
siguiendo los del campo sus pisadas
con gran debilidad , porque faltaba
aquello que podía dar sustento;
pues era tal la hambre, que comían
grillos, culebras y otras inmundicias,
á la salud contrarias y noscivas;
tanto que perescieron brevemente
más de sesenta por aquellos bosques,
de enfermedad y hambre traspasados.
Y acontesció hallarse Pero Niño
seis ó siete ratones que tenian
unos indios cocidos en la olla
con insípidos tallos de bihaos,
y tuvo tan gran asco que no pudo
gustar aquel manjar inusitado;
y otro soldado menos asqueroso
dio por ellos sesenta y cuatro pesos
en dos buenas chagualas de oro fino,
y anidándolos dentro de su pecho,
afirmaba ser carne de faisanes.
Y aunque se pregonó que quien matase
cuadrúpedo doméstico muriese,
a.manescieron muertos ciertos mulos,
y otros cortados uno y otro labio,
quedando de tal suerte, que juzgaran
CANTO DECIMOQUINTO.
43*
jactarse de su buena dentadura,
y que de las ayunas se reian,
siendo (como lo fué) sardonia risa ,
de griegos y latinos celebrada.
Hízose la pesquisa, mas no pudo
hallarse más razón de la que daban
los míseros pacientes con su boca
por una y otra parte cercenada,
para cebo de las que no podían
roer las hojas de las verdes cañas
con que se entretenían los caballos
por no hallarse hierba más á mano.
Salió, pasado esto, Pero Teilez
con los que se hallaban más enteros
hacia los nascimientos de aquel rio
de Opon, mantenimientos inquiriendo,
y dio con ciertas casas proveídas
dé algurr maíz y yuca y otras cosas.
Y al tiempo que volvían con la carga,
y llegaban al rio por adonde
habían de pasar forzosamente
para llegar al campo, descendieron
tras ellos unos pocos de salvajes
con tal atrevimiento y osadía ,
que les convino, por salvar las vidas,
dejar caer las cargas de los hombros
y aprovecharse del mohoso hierro,
porque con las macanas ponderosas
436 H1ST. DEL N. R. DE GRANADA.
los iban retrayendo y ojeando,
sin poder sustentarse ni valerse.
Tan grande fué la priesa y el orgullo
y determinación con que vinieron,
como gente robusta y animosa,
y tan ligera, que lugar no daba
á valerse de espada ni rodela,
antes á cinco dellos maltrataron
con los terribles golpes, y á Carrasco
de tres, de que murió la noche misma.
Y allí murieran todos, á faltalles
socorro, sin pedillo ni esperallo;
mas en aquella misma coyuntura
iban en su demanda seis soldados
que, llegados al rio, como viesen .
la revuelta y aprieto peligroso,
Alonso Pérez, el que ya se dijo
que fué desjarretado, de aquel riesgo
para mayor desgracia reservado,
al rio se arrojó por socorrellos,
do fué de mortal flecha traspasado,
con la cual le rompieron las entrañas,
y acabó su carrera trabajosa
como Carrasco y otro compañero,
después que los llevaron á sus ranchos
y hicieron cristianas diligencias,
porque las de sus manos no valieron
para salir ilesos del conflicto.
Cuya porfía viendo los que estaban
CANTO DECIMOQUINTO,
437
destotra banda, de los cuales era
aquel hidalgo dicho Valenzuela ,
que brevísimamente sacó lumbre
y con el arcabuz se dio tal maña,
que hizo retraer de la ribera
á los salvajes duros y protervos;
y ansí pasaron á los mal heridos
los que quedaron sanos, aunque todos
más cargados de leña que comida,
no siendo reservado Pero Tellez,
á quien le cupo parte de la fruta.
Él cual, como corrido y afrontado,
habiendo descansado cuatro dias,
recogió mayor copia de soldados,
mejor apercibidos de pertrechos,
y caminó la via que llevaron
los indios que hicieron este daño,
procediendo con todo buen aviso
hasta pasar la sierra, y á la banda
de Guane vido grandes poblaciones,
y en las que se hallaron más á mano
hicieron salto, no sin sanguinoso
recuentro, do vengaron sus injurias;
pero no sin desgracia de un soldado
que les mataron en la pesadumbre.
Y por le parescer que convenia,
al campo se volvió con esta nueva ^
y Luis de Manjarrés, que se hallaba
4)8 HIST. DEL N. R. DE GRANADA. .
ya con mejor aliento, se dispuso
con cuarenta ó cincuenta compañeros
á proseguir aquella misma via,
dejando rancheados los del campo
en el valle de Opon , hasta que diese
razón de los terrenos sucesivos.
Y en la prosecución, en una chapa
del alto donde van encaminados,
vieron ciertas labranzas y bunios
que denotaban ser de gente poca,
y para los tomar, forzosamente
habían de subir por un recuesto
enhiesto, cuya senda no les daba
mayor lugar de para que subiesen
unos en pos de otros enhilados,
y por entrambos lados espesura
cerradísima de cañaverales.
É yendo por aquellos reventones,
un terrible gandul se les opuso
en medio de la senda, defendiendo
él solo, sin ayuda, la subida,
de su fuerza y esfuerzo confiado ,
en las manos bastón correspondiente
al monstruoso cuerpo y estatura;
pues en los miembros era Polifemo,
ó el otro Briareo centimano.
Y viéndolo parado, y esperando
en parte buena para sus intentos,
los de vanguardia con gentil denuedo
CANTO DECIMOQUINTO,
439
se fueron para él la cuesta arriba
con acometimiento furioso,
• poniendo las rodelas por delante;
mas él con la macana de Golias,
que poco menos era , tales golpes
les daba, que volvían trompicando
unos sobre los otros por la cuesta,
con la facilidad que derribara
un diestro jugador birlos con bola.
Y como fuesen hombres honorosos,
corridos , presumía cada uno
de volver solo, no sin gran coraje,
á se probar en singular certamen,
porque les parescia gran bajeza
no ser iguales en la competencia,
aunque el enhiesto cerro y angostura
no les daba lugar acomodado;
y el animoso bárbaro tenía,
como dicen, tres piedras y la cuesta.
Y ansí subieron de los más briosos
á se probar en veces diferentes
con la soberbia guarda del mal paso.
El cual, con poca pena, les hacia
con afrenta y pesar volver rodando,
ellos y sus escudos mal parados.
Era tanta la priesa que se daba
á una y otra mano , que tenía
rozado con los golpes gran espacio
440 HIST. DHL N. R. DE GRANADA.
con el medio del palo hizo golpe,
no tan en lleno tomo s¡ estuviera
un poco más afuera separado;
y entonces el Rincón tendió l.i mano
con viva prontitud y acelerada,
encarnando la punta del estoque
en el siniestro muslo del salvaje,
que, como se sintió picar, y vido
el rubicundo flujo de «ti sangre,
y es de creer que estaba ya cansado,
volvióle las espaldas a gran priesa ,
yendo Diego Rincón en el alcance,
ambos á dos con tan veloce curso,
que paresció más vuelo que carrera ;
pues aunque tos demás subieron presto.
no fueron poderosos para dalles
alcance con la vista , ni socorro
al joven atrevido y ariscado,
por no saber la vía que llevaban.
Y estando desta causa congojosos,
llegó con el espada bien teñida,
diciendo con hinchadas arrogancias:
«Hago voto solemne repentino
á Hércules, y á Héctor y á Morgante ,
les haga que me den ancho camino,
y huyan de ponérseme delante,
que mi rodela y el acero fino
asombrarán al más fiero gigante,
CANTO DECIMOQUINTO.
443
y á reveses y i puntas de mi brazo
es por demás ponelles embarazo.
»Fué de poco momento lo del cerro;
pues de que lo alcancé pasó lo bueno,
porque se me venía como perro
que de rabiosa furia viene lleno;
mas yo tendí la mano con el hierro,
y dile por las tripas un barreno.
^ Cayó y tembló la tierra del carguío,
si acaso no tembló de temor mío.»
Manjarrés luego, con su media lengua
(porque era balbuciente tanto cuanto,
y en esto de triscar hombre donoso),
le dijo:
«Yo oí el golpe, voto á Quisto,
cuando tocó la tierra con los codos;
y aun ahora sin habello visto,
en oiros habiar, tembiamos todos.
¡ Oh biazo vigoroso, diestro, listo ,
más fuerte que el más fuerte de los godos!
Este hecho deshace cuanta trama
han tejido los Nueve de la Fama.»
Con estas gratas triscas y facecias,
que suelen ser alivios de trabajos,
llegaron á las casas y labranzas
donde no se hallaron moradores,
444 H!ST. DEL N. R. DE GRANADA.
porque las intenciones del salvaje
cuando les impedia la subida,
eran porque pudiesen entre tanto
huirse sus mujeres y familia,
do solos ellos eran habitantes ,
sin otra compañía de vecinos,
á lo que paresció, y allí durmieron;
y otro dia siguieron su viaje
laborioso, hasta que llegaron
al valle que llamaron los primeros
el valle del Alférez, quince leguas
de la tierra de Opon, donde quedaba
el peregrino campo rancheado.
Al cual dieron aviso que viniese,
por se hallar ya más mantenimiento
en aquellas provincias, hasta donde
habían perescido más de ochenta
hombres, de hambre por la mayor parte,
desde cuando dejaron el gran rio
y entraron por las húmidas montañas.
Y allí también, pasando la corriente
del presuroso rio deste valle,
arrebatado fué Diego Hermoso
del ímpetu terrible de las aguas ,
sin lo poder valer la compañía.
Llegando, pues, el campo donde digo f
el Luis de Manjarrés pasó delante
al valle que llamamos de la Grita,
CANTO DECIMOQUINTO.
445
porque nunca de noche ni de dia
dejaban de la dar los naturales
con acometimientos furiosos;
y en aquellos recuentros que tuvieron
les tomaron á manos un soldado
vivo, que se llamaba Palomares;
cuya desdicha dio pena notable.
Y con este disgusto caminaron,
por ser remate ya de las montañas,
por claras y escombradas serranías;
pero tan altas y tan faltas de agua,
que se vieron en grandes aflicciones
por ir de vasos desapercibidos
para llevar bebida, como suelen
los que por tierras secas hacen via;
tanto que Manjarrés en una siesta
peresciera de sed, si los soldados,
por unas y otras partes inquiriendo,
no descubrieran frígida corriente.
Y habiéndoseles muerto ya la guia
que se traia desde el rio Grande,
á bárbaros que fueron salteados
por señas preguntaron en qué parte
estaban los barbudos como ellos.
Los cuales por señales respondieron
estar solos dos dias de camino;
nueva que sonó bien á sus oidos,
y les puso más ánimo y esfuerzo,
para volar aquello que restaba
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Je su jornada larga y enojosa.
Y ansí siguiente dia dieron vista
al pueblo nuevo, sin que los vecinos
supiesen su llegada , puesto caso
que por indios tenian ya noticia
de que venían otros españoles
con hombre principal que los regia ,
en relación confusa , que causaba
presunción y sospecha que seria
algún Gobernador por el Audiencia.
Mas unos presumían ser incierto,
y otros, menos incrédulos, que fuera
mayor la dilación de su venida;
y ansí todos estaban descuidados,
hasta tanto que entrando por las calles
hicieron salva con los arcabuces,
de cuyos estampidos alterados
salieron luego todos los vecinos,
y como vieron gente de la costa ,
compañeros y amigos conoscidos,
con los brazos abiertos los resciben ,
manifestando con exteriores
señas el gran amor que se tenian .
y con aplausos y palabras blandas
fueron en sus hospicios regalados.
Y en este mismo dia despacharon
vecinos que saliesen al encuentro
al Gobernador nuevo y á su gente ,
CANTO DECIMOQUINTO.
447
con pacíficos indios que llevaban
aquel regalo que les fué posible,
y luego se pusieron eu camino.
Mas yo, porque me siento del pasado
algo necesitado de reposo,
entre tanto que vuelven, determino
respirar y cobrar algún aliento,
para poder tramar en otro canto
los hilos dependientes desta tela.
FIN DEL TOMO PRIMERO.
ÍNDICE DEL TOMO PRIMERO
Pág«.
INTRODUCCIÓN
PRELIMINARES.
CANTO I…..
IX
i
CANTO II.—Donde se trata cómo el Licenciado Gonzalo Ji-
ménez de Quesada, después que salió de las montañas al
paraje de la tierra donde agora está poblada la ciudad
de Vélez, procedió adelante, descubriendo grandes po-
blaciones hasta Negar á Bogotá, y las cosas que en el
camino sucedieron……………………….. 75
CANTO III.—En el cual se trata cómo saliendo los espa-
ñoles de Cipaquirá, les acometieron como quinientos ó
seiscientos indios con gran furia, y lo que más sucedió-
hasta llegar al cercado y aposentos del Bogotá…… 97
CANTO IV.—Trátase en él cómo los indios Bogotaes enea*
minaron al capitán Juan de Céspedes y á los que con
él iban ala provincia de los Panches, gente belicosísima,
debajo de cautela, y lo demás que les sucedió en el viaje. 117
CANTO V. —Donde seda razón cómo después que salie-
ron los españoles de Bogotá, descubrieron otras populosí-
simas provincias, donde por la mayor parte los resce-
bían de paz…………………………….. 141
CANTO VI. — En el cual se trata cómo el General D. Gon-
zalo Jiménez de Quesada tuvo noticia del rey de Tunja,
y vino en persona con cincuenta españoles de pie y de
caballo, y lo prendió por su propia mano dentro del
alcázar que tenia con dos cercas………………. 163*
– XLIV –
29
45<> HIST. DEL N. R. DE GRANADA.
CANTO VII.—Donde se cuenta cómo los españoles dejaron
el asiento de Tunja r y salieron en demanda del valle de
Neiba y del rey de Bogotá , y lo que más les sucedió. 193
CANTO VIII.—Cuéntase en él cómo los españoles prendie-
ran á Sacresaxigua, y le pedían el tesoro del rey muerto,
á título de que era dellos, por no habelles acudido de
paz, y lo demás que sobre ello pasó…………… 235
CANTO IX.—Donde se da razón de la venida de Nicolao
Fedriman, Gobernador de Venezuela, el cual entró por
la vía de los llanos en este reino , y en la misma coyun-
tura Sebastián de Belalcazar por vía de Popayán….. 257
CANTO X.—En el cual se trata cómo el capitán Martín
Galeano, con la gente que le fué dada por el Licenciado
Gonzalo Jiménez de Quesada, fundó la ciudad de Vélez. 279
CANTO XI.—En el cual se da razón de la conquista de la
provincia de Guane, y recuentros que hubo en la pacifi-
cación della…………………………….. 305
CANTO XII.—En el cual se contiene el rebelión de Saboyá
y de los indios de Tiquesoque , y la muerte de ciertos
españoles…………………… 1…………• 329
CANTO XIII.—Dase en él razón de cómo, sabida la muer-
te de D. Pero Fernández de Lugo por los señores de
la Real Audiencia de Santo Domingo , proveyeron por
Gobernador de Santa Marta á Jerónimo Lebrón, el
cual, teniendo noticia del descubrimiento deste Nuevo
reino, vino á él, diciendo ser anejo á su Gobierno….. 357
CANTO XIV.—En el cual se prosigue el viaje del Goberna-
dor Jerónimo Lebrón y sucesos del, con otras cosas „,
que sucedieron mucho tiempo después…………. 379
CANTO XV.—En el cual se da razón de las cosas sucedi-
das en el discurso desta jornada hasta llegar á la ciu- .
dad de Vélez……………………………. 409
Este libro se acabó de imprimir
en Madrid, en casa de
Antonio Pére\ DubrulL
el 28 de Octubre
del año de
1886
D