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HISTORIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA. История республики Колумбия.

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История республики Колумбия.
HISTORIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA.

HISTORIA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

PARIS.
EN LA IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE J. PINARD,
1827.

PREFACIO…………………………………………………….. i
TERRITORIO COLOMBIARO. — Situación geográfica. — Tempe-
raturas . — Aspecto físico……………………………….. 9
División antigua.—División nueva……………………. i3
PRIMERA PARTE.
CAPÍTULO PRIMERO. — Descubrimiento y conquista de las
diferentes provincias de Colombia……………………… 17
CAP. II.—De la población que tenia Colombia al tiempo,
de su descubrimiento. — Primeros medios empleados
para hacer establecimientos allí……………………….. 34
CAP. III» — Régimen colonial. — Población nueva. — De
los Indios…………………………………………………. 48
SEGUNDA PARTE.

CAPÍTULO PRIMERO. — Causas y preludios de la.revolución.
— Situación de la España. — Insurrecciones en la Nueva
Granada. —Independencia de Venezuela………………. 68
CAP. II. — Temblor de tierra en Caracas. — Nueva ocu-
pación de Venezuela por los Españoles. — Bolívar……. 91
CAP. III. — Situación de la Nueva Granada. — Congreso
de Tunja. — Guerra civil. — Bolívar en Cartagena…… io3
CAP. IV. — Libertad de Venezuela conseguida por Bo-
lívar………………………………………………………. Ji3

CAPÍTULO V.— Alistamiento de (os esclavos y nuera ocupa-
ción de Venezuela por los Españoles. — Sacrificio bizarro
del joven Ricante. — Bolívar en la Nueva Granada…… ia3
CAP. VI. —Vuelta del rey Fernando á España. — Expe-
dición confiada á Morillo. —Situación en que se encon-
^traba el jufcblo colombiano. —Las Guerrillas……….. 157
^flfp.* VR. Vpu^isioj de la Margarita r^aJ las costas
de Venezuela. — Sitio de^artaffeuaVV^ueVa^dcupa-
cion de la Nuera-Granada por los Españoles. — Sacri-
ficio generoso de la joven Salararieta.~…. casualmente
un nuevo mundo.
El tráfico del oro y de los hombres detenia
entonce* á los exploradores sin pasar les lí-
optes, de Venezuela. Fernando quiso? por fin
sacar partido de las costas últimamente descí*?
biertas pqr Colon y de la situación marítima
que tanto habia ponderado Bastidas. A este
fin dividió estos territorios en dos gobiernos,
Upo con el nombre de Nueva Andalucía, que
opmprendia dqsde el cabo déla VeU hasta el
Darien; y otro apellidado Castilla de oso, que
partía desde este río acia el O. hasta el cabo
Gracias á Dios* El primero se con fió á Oj$da el
antiguo compañero de Colon y de Americo.El
segundo se dio á un, tal Nicuesa oficial de la
corte que lo solicitó con ansia jurando por su
espada que sugetariay haría florecer lgs tiernas
dependientes de su mando. Una y otr$ expe-
dición, amba,s bastante numerosas, dejáronla
España en, 1509. , . , r
Ya no existia entonces la generosa Isabel; y
asi las instrucciones del gabinete de Madrid 110

DE LA COLOMBIA. *3

llevaban la marca de aquella política dulce y
bien calculada que tanto se Había recomen-
dado al iftismdColdn. Al contrario sé encangaba
á los gobernadores que desplegasen la fuerza
para hacerse obedecer. Los indios aunque nue-
vos eri el’lériguage de nuestras Convenciones,
comprendieron sin embargo mui eñ breve qué
se les daban violentamente nuevos dioses y
nuevos1 dueños; y sus respuestas fueron ar-
matae con súsíléchas por lo cómun envene-
nadas. Muchos de eltos perecieron por las ar-
mas de niego europeas; pero los delegados del
rey no podían hacer reclutas en las montañas,.
ni buscar retiradas en fel fondo dé los bosques.
Perseguidos siempre, precisados á pelear siA
descansó, recorrían los límites que se les ha-
bían marcado en un mapa, dando aquí y allí
el nombre de ciudad á algunas chozas que in-
mediatamente eran incendiadas por los sal-
vagés, consumiendo sus víveres y sus hombrea,
viéndose forzados á abandonar sus buques al
furor deias tempestades, y sin poder invocar
en su slocbrro sino la divina providencia. Las
tentativas arriesgadas, y él heroísmo constante
dé los españoles de aquella época podrían ha-
cer creíbles’ los cuentos de los tiempos mara-
villosos. Ojeda mttri\ Coa la fama de haber
sido el mas esforzado y d menos dichoso de

24 HISTORIA

todos los exploradores. Por lo que hace á Ni-
cuesa, víctima de sus ridiculas y ambiciosas
pretensiones, pereció abandonado de sus mis-
mos compatriotas.
Hallábase, aunque sin empleo, entre los
compañeros de Ojeda un hombre de un mérito
superior, Nuñez de Balboa, que cuando era
todavía joven, habia tenido parte en los
peligros y en las observaciones de Bastidas
sobre las costas de Cartagena. Este salvó las
reliquias de ambas expediciones, y reunió los
dos gobiernos bajo uno solo. A él se debe
la fundación de Santa María la Antigua, en el
Darien, que fue la primera ciudad que se
construyó en el continente americano en 15io,
y no subsistió sino hasta la fundación de
Panamá. Las riquezas que Balboa hizo pasar
á España le proporcionaron algunos auxilios
y refuerzos.
Sus empresas atrevidas le habían hecho
dueño de todas las costas al norte del istmo;,
pero no era de aquel lado por donde se
aproximaba al descurbimiento que le dio ser
celebridad. Un día se excitaron ciertas dis-
putas sobre el repartimiento de una contri*.
bucion que traía un hijo de un cacique: y
sorprendido este joven de que se diese tanta
importancia á un poco mas ó menos de oro,

DE LA COLOMBIA. a5

echó por tierra la balanza en que se pesaba
el qué habia traído, y añadió: « Puesto que asi
reñis por tan poca cosa, y que el ansia de
ese metal os ha hecho abandonar vuestra
patria, correr tantos peligros, y turbar la
paz de tantos pueblos, quiero señalaros un
terreno que llenará vuestra ambición!……»
Immediatamente Balboa, transportado de
gozo, y mas confiado que lo habia sido
Colon en tales relaciones, toma consigo dos-
cientos hombres, y marcha en busca de esos
sitios desconocidos. Alejóse asi hasta unas
treinta leguas ; pero ademas de lo incierto
y dificultoso de su marcha, se veia á cada paso
obligado á someter caciques, ó á formar
alianzas con ellos para asegurar su buelta. Al,
fin después de un mes de esfuerzos se halló á’
la vista de aquella parte del mar del gran4
Occeano llamada Mar del Sur, en el cual se
entró con, el agua hasta la cintura y su es-
pada desnuda en k mano, para tomar pose-
sión de él en nombre del rey de España.
Sucedió esto el dia a3 de septiembre de i5i3,
fiesta de S. Miguel, y por eso dio este nombre
á la bahía donde se detuvo, sita en la costa
oriental del golfo de Panamá.
La noticia de este importante descubrí-
miente llegó á España con bastante tiempo

a6 HISTORIA

para la gloria de Balboa , pero demasiado
tarde para que $e le hifciese le justicia que le
era debida; ya la envidia le habia perdonado
sus primeros ilustres sucesos, mas no el haber
obtenido de sus iguales el honor del mando.
La Nueva Andalucía y la Castilla de oro,
conservadas bajo un soler gobierno con el
nombre de Tierra Firme, se habían confiado
ya al mando de don Pedro Arias Dávila; y
este personage acababa de salir con encargo
de fortnar proceso al héroe republicano, al
frente de unft expedición considerable. Sü
ftota se* componía de iS’ navios y llevaba
provisiones abundantes, db£ mil soldados,
varios caballeros, algunos sacerdotes, y ere*
cido númerd de emigrados; Abordó á Santa
María del Darien en julio ^de i5f 4* y Balboa
á»quien inmediamente sfe puso en prisión,
ftie decapitado áfines del mismo año, cuándo
su relación y sus proyectos, que4 habían -Hel-
gado á Madrid, le habían hecho recobrar la
confianza del monarca.
Balboa hábia creado inmensos recursos en
aquél: paiá á( esfuerzo de su taraba jó y sü
talento rdon Pedro los hffco estériles; sus-‘*
pendió los descubrimientos y fue ¿no de los
primeros que hicieron odioso $1* nombre es-
pañol. En I5I8 dio orden de construir b

DE LA COLOMBIA. *7

ciudad de Panamá ; pero hasta el año de
(5*4* OQ permitió que Pizarro se lanzase
desde aquel puerto á la conquista del Perú.
Mas al fin pudo entonces hacerse constar la
existencia y la extensión de las oostas de
aquel continente en di mar del sor.
– A esta misma época se formaban varios
establecimientos á la parte del nérte, pero
con harta dificultad y sin otro lustre que el
de la asolación. El mar de las Antillas solo
tenia dosi puertos, á saber, Cumaná y Santa
Marta; nada de Lo interior habia sido visitado.
Solo después de sometidos los Incas obtuvieron
las armas españolas fortuna constante en ka
tierras da Colombia; pero desde entonces se
aseguró la conquista desde el norte al sur,
casi simultáneamente.
En *536 partió de Santa Marta una expe-
dición de setecientos hombres al mando de
Quesada, oficial intrépido y experimentada.
Emprendió remontar el rio de la Magdalena
de . corriente rápida, erizado de peñascos é
infestado de animales feroces ó venenosos.
Grmtdefr peligros tuvieron Quesada y su tropa
en esta, navegación que aun hay dia presenta
muchos riesgos, pero fue no menor su gloria.
A \5o leguas de Santa Marta descubrieron
3«ien&$ llanuras abrigadas entre dos ramalea

28 HISTORIA’

de la Cordillera.: eran las de Cundinamarca,
reino asi llamado por los naturales, y en
donde se advertía cierta especie de cultura.
Sus habitantes pelearon con tanto encarniza-
miento como los otros Indios, pero con mas
orden y constancia ; mas con todo fueron
batidos y dispersados por la artillería > y Que-
sada entró triunfante en Bogotá, capital de
este imperio.
Ya que era soldado feliz pudo dar honor
á su victoria f pero la manchó con la carni-
cería y la destrucción : y solo un acaso ines-
perado le salvó de la desesperación de los
indígenas. Benalcazar, general español, de
familia morisca, habü y afortunado compa-
ñero de Pizarro en el Perú, marchaba á ese
mismo tiempo en busca de nuevos descubri-
mientos. Después de haber dejado el imperio
dé los Incas en una latitud opuesta á la de
Santa Marta, habia atravesado y sojuzgado el
territorio de Cuenca, Quito, Pasco y Popayan^
sus buenos sucesos le condugeron k Cundi-
namarca, y allí vinieron felizmente á reunirse
los dos egércitos españoles: decidióse entonces
la conquista de las provincias mediterráneas
de la Cordillera : y Benalcazar las dio él nom-
bre de Nueva Granada en honor de su patria.
Quesada fundó en 1538 á Santa Fé de Bogotá

DE LA COLOMBIA. ag

sobre las ruinas de la antigua capital de Cun-
dinamarca.
El resultado de estas diferentes expedí*
ciones era conocerse acia el norte desde el
Paria hasta mas allá de Veraguas, mas de
600 leguas de costas contándolas en linea
recta; hacerse la navegación acia el oeste por
espacio de trece grados, por las orillas del mar
del sur, desde Panamá al golfo de Guayaquil;
y últimamente haberse internado por la Cor-
dillera desde 100 á a5o leguas. Pero se ha-
bia adelantado poco en lo interior propia-
mente dicho , esto es en los llanos que toda-
vía son inaccesibles en muchos parages á causa
de las inundaciones, y que entonces defendían
los indígenas como sus últimos refugios. Que-
dó una multitud de tribus que nunca han sido
visitadas, y aun las sometidas no lo han
sido por las armas: son ios misioneros los
que en cierto modo han acabado su con-
quista.
Alarmados estos religiosos por la despobla-
ción de los Indios, obtuvieron desde el año de
i5ia que los dejasen sin soldados; y mar-
chaban ellos en corto numero, con la cruz en
la mano, precedidos del espanto que inspiraba
la vista de un Europeo, y afrontando mil pe-
ligros : nada resfriraba su zelo, ni los ultrages

3o HISTORIA

con que eran recibidas sus muestras de alecto,
ni la muerte misma que al principio pade-
cieron muchos. De manera que algunos hom-
bres despreciadores de su vida, separados á
veces mas de cien leguas de todo estableci-
miento español, conquistaban para la moral
evangélica varios salvages que hubieran sido
invencibles á fuerza de armas. El corazón mas
tibio en materias de~fé debe admirar estos
conquistadores pacíficos; porque sus trabajos
y su gloria son comunes á todas las creen*
cias. Tal es el origen de las misiones, esto es,
de unas pequeñas aldeas quemas adelante
formaron una república de frailes, sin conser-
var á su favor aquel interés y aquella gloria
que parece debía haberles asegurado el he-
roísmo de su principio.
Volviendo á nuestros navegantes, la historia
nos presenta en los territorios de Paria, O*»
maná, Caracas*;* la Coriana, que se compren-
dían entonces bajo el nombre de Venezuela,
el teatro de’ los .crimines mas odiosos que
se cometieron durante La conquista. Los ió*-
digenas que se mostraron movidos de curiosi-:
dad y dóciles á la llegada de los Colon, Qjedá
y Bastidas, y confiados con los negociantes
que habían venido á trocar sus bagatelas con
el oro y las perlas, se presentaron feroces y

DE LA COLOMBIA. 3i

crueles con los muchos, aventureros, que no
les Llevaban sino el saqueo y la muerte. La
isla de Santo Domingo que se habia cometido
la imprudencia de poblar con los presidiarios
de Europa, habia enviado á aquellas costas
gavillas de hombres mas bárbaros que los
misipos salvages á quienes iban á combatir.
Durante un inérvalo de ¿al carnicería,, ai»
gunos ministros de la -religión consiguieron
establecerse entre los indios, instruirlos y
ser de eüo$ repp^fados. Pero se presentan
nvjevo^ soldados españoles, y se renuevan los
excesos* Entonces los, naturales, recobrando
3u fpraz independencia, acusan de seducción
á sus predicadores y los asesinan. La falta
de Quería fe qu^ ocasionó kt muerte de estos
religiosos fue vengada con nuevos asesinatos.
J¡jia ^pedición q^evino de Santo Domingo
p$9¿ó y cubrió de sangre todas aquellas copar»
5*9
fjUfidó la ciqdad.de Coro cuya importancia duró
solamente hasta la fundación estable de Ca-
racas.

;
\

God

3a HISTORIA

Esta colonia iba tomando consistencia, ¿han-
do le vino de Europa una calamidad. Casias Y
habia contraído fuertes empeños con los Ye.
brers, mercaderes ricos de Ausburgo, y por
ellos les cedió enteramente el territorio de
Venezuela, con la carga de acabar sn con-
quista, fundar y mantener nuevas colonias en
ella, dejando á su fjteccion el nombramiento de
todos los empleos administrativos. Los Vebrers
negociaran su$ defechos*con unos aventureros
alemanes que asolaron aquel territorio; su co-
dicia insaciable costó la vida á millones de In-
dios, y los colonos españoles gimieron también
bajo el yugo de una tiranía insuportable. Poco
faltaba para que aquellas costas, tantas veces
asoladas, solo presentasen una immensa sole-
dad, cuando por fin Carlos anuló su vergon-
zoso contrato con los Vebrers en 155o. Ello
es que el primer territorio visitado en aquel
continente fue el último á someterse á la au-
toridad de la Corona.
Cristo val Colon, Ojeda y Americo, Rodrigo
de Bastidas, Balboa, Benalcazar y Quesada nos
han hecho recorrer todas las comarcas de Co-
lombia: en su descubrimiento y su conquista
se señalaron talentos, heroísmo y crueldad.
Ahora veremos extyiguirse la grandeza y fuer-
za de alma , y dirigirse los medios de estable-

DE Lá COLOMBIA. 13

cimiento en el pais solo á impulso de una
codicia cobarde á ignorante, al paso que la
situación de los vencidos debia tener satisfecha
la mayor ambición, inspirar afecciones gene*
rosas y atraer imperiosamente el interés de la
ciencia acia su conocimiento y observación.
__^sn*—– —

34

HISTORIA

CAPITULO II.
De la población que tenia Colombia al tiempo de su descubri-
miento. ■— Primeros mrelios empinados para hacir «tableen

MUCHOS territorios de ia América han reci-
bido nombres europeos; unas veces se trata-
ba con ellos de proclamar el poder del prín-
cipe que se decía ser su dueño; otras de
perpetuar la memoria del explorador, ó tribu-
tar honor á un santo; á veces también esas
denominaciones nacían de la operación del
entendimiento que somete las cosas nuevas á
la comparación con las ya conocidas. Así la
idea de Venecia dio nombre á Venezuela, y
ya hemos dicho porqué.
Por este estilo se ha querido buscar puntos
de semejanza entre los habitantes de aquel
hemisferio y los del nuestro. Algunos obser-
vadores pretendieron hallar Europeos en las
costas septentrionales visitadas por los Escan-
dinavos quinientos años antes de Colon.

DE LA COLOMBIA. 35

Otros han cfeido ver Chinos y Malagueses en
los extremos del oeste > y como al parecer es
ana misma raza la que pobló lo interior, no
dudaron en suponer venidos del Asia los pri-
meros habitantes de toda la América. Citaban
en prueba de ello la analogía que observaban
en algunos de sus usos y hábitos, y varias
palabras pertenecientes á los dialectos del an-
tiguo oriente; y sobre todo se .fundaban en
ciertas facciones de la familia mongolesa que
se encuentran con bastante generalidad en la
fisionomía de los naturales americanos. Pero sí
se apura la comparación, se ve caer las teorías
ingeniosas, y presentarse diferencias positivas
para destruir toda idea de parentesco. Tales
controversias deben quedar para esa parte de
la historia del mundo físico que será todavía
por mucho tiempo fecunda en questiones que
no tienen solución. Fuera de que por que razón
no habiendo dejado la naturaleza sin herencia
á ninguna parte del globo, habría necesitado
para poblar esta del socorro de las demás ?
A la época del descubrimiento encerraba
Colombia una multitud de pueblas enemigas
entre sí, y que se diferenciaban en costumbres
y en idioma; pero, si se exceptúan los Caribes,
todas se asemejaban en su físico, y habia
ciertos rasgos de fisionomía comunes á todos

36 HISTORIA

los indígenas. Cabeza gruesa; cara redonda
mas ancha que larga y. algo convexa ; frente
aplastada y cráneo poco levantado; ojos obli-
cuos, medianamente grandes, y sin.expresión;
nariz afilada, labios gruesos, dientes fuertes
y boca mui rasgada; juanetes abultados ; pelo
negro encrespado y largo y que no encanece
sino en edad mui avanzada; barba rala y
tardía, poco ó nada de vello; la piel de color
de cobre en las montañas y bronceada en los
llanos; cuerpo ancho, piernas pequeñas y ar-
queadas. El habitante de las costas mostraba
una energía feroz que no tenia el de tierra
adentro, y en general su fuerza y estatura
eran medianas. Si los españoles los pintaron
al principio como flojos y débiles, fue para
justificar la despoblación que ellos causaban
con el rigor y el trabajo á que condenaban
aquella raza de hombres por esencia pere-
zosos y melancólicos.
Por lo que hace, á esas vandadas antropó-
fagas que se llamaban los calibis ó caribes,
eran de una estatura alta y bien dispuesta,
tenían las facciones muy marcadas pero fe-
roces, y acababa de darles un aspe. es-
pantador el color de un rojo fuego que da-
ban á su piel frotándose el cuerpo con ciertas
plantas que los defendían de las picaduras de

DE LA COLOMBIA. ‘ 3}

los insectos. Como estaban dotados de una
fuerza superior á la de los demás indíge-
nas , no hablaban de estos sino con sumo
desprecio, y se consideraban así mismos como
una raza privilegiada ; y en efecto tenían la
frente menos estrecha y mas redondeada, y
el género de su valor anunciaba mayor vigor
en sus resoluciones. 5e encontraron muchos
de ellos capitaneando algunas tribus pacíficas
que habían sojuzgado. Su idioma, convinado
con bastante unión, ha dejado rastros en las
orillas donde dominaban, que eran la Guaya-
na, Paria y Cumaná. En lo derñas no mani-
festaban mas adelantamientos en su indus-
tria que las otras tribus marítimas.
Tales eran las dos razas distintas que ha-
bitaban Colombia. La segunda era menor en
número : juntas podían componer una pobla-
ción de i5 millones de individuos.
Su situación moral presentaba mas variedad.
En todas las costas eran tribus aguerridas y crue. *
les; en los llanos y centro de los bosques habia
pueblas agrestes y tímidas, observándose algu-
na industria en la caída de los Andes y princi-
pios /saciedad entre ellos. Se han descrito ya
muchas veces las costumbres de los salvages;
pero siempre sehaHa complacencia en bolver á
tomar este primer anillo de la cadena intelectual

38 HISTORIA

Las vandadas marítimas tenían por límites
de sus territorios un peñasco ó el emboca-
dero de un Rio. Se hacian unas á otra¿ guerra
á muerte; la mayor parte de ellas comian los
prisioneros que hacian, y otras poseían el
funesto secreto de envenenar sus flechas.
Todos estos salvages hacian una especie de
trenzas ó lias de miembres, encorvábanlos
árboles, y aguzaban los pedernales para pro-
porcionarse algunos instrumentos útiles, y
medios de destrucción. Vivían de la caza y
de la pesca , de raices y de frutas. Unos se
retiraban por la noche á sus madrigueras,
otros dormían en los huecos de los árboles:
unos iban descazos; otros llevaban un cinto x
de hojas, ó se cubrían con la piel de alguna
fiera que habían muerto. No desconocían el
deseo de parecer bien, y por eso pintarragea-
bau su cuerpo con dibujos raros formados
con yerbas corrosivas : adornaban su caheza
con plumas de aves, y sus orejas con los dien-
tes del tigre que habían vencido; y aun sa-
bían arrollar el oro para formar unos anillos
toscos con los que se desgarraban las ternillas
de la nariz. Tenían fiestas y regocijos públi-
cos, gritos para proclamar sus victorias, y
para celebrar su culto, si puede decirse que
lenian alguno.

DE LA COLOMBIA. 3g

Entre todos los barberos se ha encontrado
cierta idea de un poder superior, Jtóro $ol#
como una consecuencia del terror y de la
seguridad. Un salv&ge explica la cóler* de los
dioses por las tempestades y furia de Los ele-
mentos* y sú clemencia por la serenidad del
cíalo; el peñasco donde etwwtró abrigo se
convierte para él en un’lugar sagrado; ye *na
voluntad en la planta que le mata y en la que
le alimenta; y tributa igual hooienage á lo
que le parece ser el bien ó él mal\ esperando
ponfcrloé á uno y otro á su favor. El tiempo
va modificando estas primeras idease y he
aquí el origen de todas * las mitologías.
A este punto habían llegado los naturales
de Colombia, En un principio los astros y
después algunas plantas y piedras fueron
los objetos de temor y de veneración $n tp-
das las tribus y á estas divinidades sacrifi-
caban pródigamente víctimas humana^ : por
lo común eran jóvenes los sacfificados; otras
veces lo eran los prisioneros. El instinto de
s$ propia conservación había también puesto
cada Iribú bajo la autoridad de un gefe cuyfts
ÍTOCÍQ^S: estaba^ limitadas á dar la señal y
el fgawplo <1q1 combate contra sus vecinos; y
e^te arriesgado honor, que $e disputaba como
un trono, no se concedía sino d^fcpues de mu-

4o HISTORIA

chas pruebas que acreditasen el valor y la
fuerza del pretendiente.
Las tribus errantes eran muchas en numera
en los llanos, Condenadas á una vida sin do-
micilia ya por las inundaciones ya por los
calores abrasadores del equinoccio, andaban
buscando un terreno propicio, sin que jamas
variase Su gusto por el estado salvage; antes
bien huían como un peligro de las tribus
sedentarias que empezaban á tener algún
principio de civilidad. Estas últimas se ejer-
citaban en • alguna industria, y cultivaban
desde mucho tiempo antes el maiz, la yuca
y también el algodón, del cual formaban al-
gunos tegidos groseros. Unas y otras se re-
fugiaron á la llegada de los Españoles
mas adentro de los llanos y de los bosques,
en donde todavía después de trescientos años
se encuentran algunos restos de ellas con los
mismos nombres y en el mismo estado que
en el siglo XVI.
Últimamente en la Cordillera de los Andes
estaba oculto cierto asomo de sociedad ci-
vil. Estaban gobernadas por príncipes á que
daban el nombre de Zippas, y su reunión
política formaba el imperio de Cundinamarca;
territorio entenso, rico y poblado, que reco-
nocía por soberano al mas poderoso de es-

DE LA COLOMBIA. ¿i

tos Zippas : era una especie de gobierno feu-
dal. Su gefe supremo tenia una corte menos
brillante que la de los Incas, pero que.no
obstante presentaba cierto esplendor. La ca-
pital tenia bastantes habitantes y tráfico, era
espaciosa y de edificios medianamente orde-
nados; se la daba el nombre del rey, Bogotá.
Habia otras ciudades igualmente notables como
la antigua Tunja; pero la codicia de los pri-
meros conquistadores ha dado mas celebridad
al templo de Sogamoso que por todas partes
brillaba en metales y piedras preciosas, y es-
taba . dedicado al sol. Por. lo demás todas
aquellas ciudades fueron saqueadas y destrui-
das, antes de que se huhiese podido formar.
cabal idea de sus costumbres de su industria
y de sus monumentos.
Entre las naciones sometidas al gobierno del
rey Bogotá la mas numerosa y la mas ilustrada
era la de los Moscas. En ella se dejaba ver
la infancia de las artes, y varias columnas
levantadas en diversos parages y en que se
veian meridianas informes, atestiguan por lo
menos que allí sabían calcular el tiempo. Una
especie de calendario trazado sobre la piedra
y algunos otros objetos que se han encon-
trado después, prueban también que su ima-
ginación percibía los elementos de la escritura.

4/ HISTORIA

Fabricaban algunas piezas de platería. La
agricultura era muy honrada entre ellos, y
formaba entre sus pueblas los lazos de interés
eomnn. Las habitaciones eran cómodas: el ves-
tido coman del pueblo era decente y mas rico
el de los magistrados.
Estos indígenas tan dignos de observación,
tenían varias leyes orales que se trasmitían y se
respetaban de familia en familia. Adoraban
también los astros, pero representados por una
grande divinidad llamada bochiea, la cual tenia
templos y sacerdote». La suavidad de sus cos-
tumbres les habia hecho tomar horror á los
sacrificios humanos, y sus sacerdotes para con-
ciliar esta justa repugnancia con el rigor del
culto, habían siquiera discurrido una engañifa
verdaderamente filosófica; enseñaban á ciertos
pájaros á que repitiesen algunas palabras de la
lengua del país, y después los destinaban al sa-
crificio de los altares; con esto los Moscas se
persuadían de que sus divinidades los acepta-
ban como víctimas humanas.
Los Muzos f otra nación de Cuandinainarca,
estaban en continua guerra con los Moscas, y se
diferenciaban de estosen un solo punto; esto es
que no tenían ni dioses ni culto. Su única tra-
dición era la de que un ser lht»ado Ari, habi-
tante de una de las orillas de la Magdelena, se

DE LA COLOMBIA. 43

había divertido en formar varias figuras huma-
nas de madera, y que habiéndolas echado en el
rio, habían salido de él convertidas en .hom-
bres ó mugeres con Ubre albedrio, y que de
allí habia venido la población del pais. Entre
los Muzos era donde habia el estraño uso, cuyo
origen no explicaban, s$gun el cual estaba la
rauger obligada á dar de golpes á su marido
durante la primera luna de su unión.
Siguiendo los Andes acia el sur, y hasta pa-
sada la linea, se dejaba ver el origen de las luces
que penetraban en estos países : venían del
Perú, caminando acia el cual se advertía una
civilización, interrumpida muchas veces por
algui»os territorios todavía desiertos, pero que
iba en aumento á cada paso que se las iba en-
contrando. Por lo demás estos pueblo* estaban
en guerra coq los Incas que ya eran dueños de
Quito» y al parecer Gundinamarca hubiera caí-
do bajo la dominación peruana, de la cqal ha-
blaremos mas particularmente en otro lugar,
puesto que esta dominación se habia bscbo
allí tan. formidable, que ni pero esta nación habia llegado á ser rica v y
habia visto apagarse su industria no menos
que la intrepidez de su valor. En tal estado
la Europa comerciante suministró la provisión
de sus colonias, haciéndolo por mucho tiempo
bajo bandera española por respeto á la ley
prohibitiva, la qual hubo al fin de ceder á la
voluntad de la política. Así los tratados de
fines del siglo anterior entregaban alternativa-
• > mente el comercio de la América á la Francia,
á la Holanda y principalmente á la Inglaterra.
La corona dé Castilla habia perdido los te-
• soros del nuevo mundo, y la continuación de
este estado de flogedad y de despilfarro era
preciso que con el tiempo la quitase su sobe-
ranía en éL Mas solo la madurez de laxazon
consiguiente á la injusticia sufrida, podia rom-
per los lazos morales que afianzaban la paeí-
‘ fica y larga posesión de la metrópoli. Su política
‘ oscura pero de grande previsión, habia dado
á aquella población enteramente nueva hábitos
‘ y maneras acomodadas á los dos despotismos
sacerdotal y aristocrático. El tribunal de la in-
quisición se había establecido bajo los aus-

54 HISTORIA –

picios del devoto y cruel Felipe segundo;
desde entonces una autoridad desconfiada
vigilaba igualmente sobre el alcalde y la real
audiencia, sobre el encomendero y el Virrey:
el clero predicaba y mantenía la sumisión, la
ignorancia y la credulidad; y los delegados
de la corona se esmeraban en tener divididos
los intereses y las clases.
No habiéndose pensado en la legislación
civil, la arbitrariedad arreglaba muchas veces*
las herencias, así como prodigaba los privile-
gios : y de ahí provenia la lentitud con que se
verificaba la emigración de simples ciudada*
nos españoles para las provincias de Colombia.
Los impuestos fundados sobre bases muy aifc-
plias, dejaban poco beneficio á las propie-
dades medianas cuyo principal producto se
quedaba en la iglesia : una administración
malversadora absorbía la parte del estado* y
este buscaba siempre nuevos recursos aumen-
tando los derechos de las aduanas.
A la cabeza de la población se ponían los
chapetones9 esto es, los españoles qui iban
llegando succesivamente de Europa bajo la
protección de la metrópoli. En sus manos
estaban los primeros empleos y las gracias;
aspiraban á que los respetaran las otras clases
y comunmente se ganaban solamente su odio,

DE LA COLOMBIA. 55

del cual se vengaban con injusticias. Las ma-
gistraturas civiles y eclesiásticas de segundo
orden eran desempeñadas por criollos, esto es?
los nacidos en América,, pero de padres es-
pañoles. Al orgullo que los chapetones ma-
nifestaban por el crédito ó distinciones que
sus familias gozaban en Madrid, los criollos
oponian dos géneros de aristocracia : unos,
hijos de otros chapetones mas antigups, cita-
ban con orgullo los que entre sus antepasados
habian egercido grandes cargos en la colonia;
otros se honraban diciéndose descendientes de
de los primeros conquistadores.
Hubiera pqdido esperarse que los criollos,
uniendo la inteligencia europea á la ventaja
que les daba el haber nacido allí, hubiesen
llegado á ser la clase ilustrada é industriosa :
.pero lejos de eso pasaban su vida entregados
á la molicie de los placeres, y á las supersti-
ciones del culto. Es verdad que la mayor parte
de ellos eran ricos. Fuera de que la lectura
que se les permitía era de libros místicos, y se
miraba con mucho menos escándalo una ohra
obscena que un tratado de política ó de filoso:
fía. El gusto de las letras y de las ciencias se
conservaba, por decirlo así, secretamente en el
seno de algunas familias que enviaban sus hijos
á estudiar á Europa; pero cuando bolvian á las

56 HISTORIA
colonias con conocimientos de los que estaban
prohibidos, no los comunicaban sino á sus
iguales, á egemplo del clero que solo dentro
de los claustros permitía dar algún pábulo á
las producciones del entendimiento.
La tercera clase era la mas numerosa, y com-
prendía los hombres llamados de color, asilos
mestizos, esto es, los nacidos de español é iridia,
como los mulatos, que son los hijos de español
y negra. Favorecidos por la naturaleza con
una buena constitución física, activos, hábiles
para las artes mecánicas, se dedicaban al cui-
dado de los negocios, al comercio y á las ma-
nufacturas. Por medio de estos es como se
forma la naturalización de la raza europea en
aquellos parages: su primera generación – era
tratada como india ó como negra; pero como
la marca de su origen se desvanecía i la ter-
cera generación en los mestizos y á la quinta
en los mulatos, se confundían entonces con
los criollos, y tomaban sus costumbres y su
clase. El color blanco es la nobleza de las co-
lonias, y así el nieto de un hombre de color
no evitaba el desprecio de los blancos puros
sino ocultando con. todo euidado el secreto de
su nacimiento.
Los negros ^ que eran timcho menos nume-
rosos en . estas provincias que en las demás

DE LA COLOMBIA. 57

posesiones españolas, formaban la coarta
clase. Su condición ó estado era diverso; lfcs
destinados al servicio doméstico, alas labores
de la tierra, al laborío de las minas, se veiaa
todavía con demasiada frequencia asimilados
á las bestias de carga; pero los reglamentos y la
generosidad de los colonos proporcionaban á
muchos su libertad. Todo esclavo tenia de*
rechoá rescatarse por trescientos pesos fuertes,
aunque hubiese costado á su dueño el triple;
y esta manera de obtener la libertad aún era
menos frequente que las cohcessionés á título
gratuito, ya por testamento ya por via de-
recompensa de una conducta laboriosa. Por
una especie de moda habia algunos negros mas
predilectos: acariciados y festejado** por sus
señores, eran como monos domesticados, y
aun gozaban de aquellas libertades que al-
gunos reyes permitían tomar á los bufones
de sus palacios. Sin embargo qualquiera que
fuese la suerte del negro, conservaba su puesto
en la aristocracia* de los colores-, y miraba
con desprecio á los hombres de color de
cobre. ; ( . . , .
Estos que- eran los primeros poseedores de
aquel terreno , quedaban colocados en- la úl-
tima clase. Condenados á la muerte ó á la mas
vil esclavitud en los tiempos de la conquista,

56 HISTORIA

habían obtenido algún alivio en su suerte con
la ordenanza de i54* dada por Carlos Y, y
por la cual se les declaraba hombres libres,
bien que sugetos á la religión del estado y á
varios reglamentos que conciliaban sus incli-
naciones y su aptitud con los derechos é in-
tereses de la corona.
Los Indios vivían esparcidos ya en las ha-
ciendas de los colonos, ya en las tierras pro-
pias del estado. Los unos , divididos por dis-
tritos llamados encomiendas, permanecieron
ocupados por sus señores por cierto tiempo
y mediante un salario. £1 colono pagaba un
derecho proporcional al número de naturales
que habia en su encomienda, y no podía exigir
de ellos sino un trabajo moderadopero toda la
sabiduría délos reglamentos era por lo común
bien débil para competir contra la codicia. .
Al fin se dio una especie de régimen mu-
nicipal á los indios vasallos de la corona. Se
les permitió escoger entre ellos y nombrar
por si mismos sus caciques, los cuales estaban
bajo la inspección de magistrados españoles.
De este modo formaron muchos lugares que
recordaban hasta cierto punto el estado pri-
mitivo de aquellos indígenas, los cuales se
juzgaban felices encontrando así la tradición
de algunos de sus usos, y la autoridad inme-

DE LA COLOMBIA. 5g

díala de uno de sus compatriotas; y hacian
hereditario este poder después de haberle
confiado con toda preferencia al descendiente
de algún antiguo cacique. Exigíase de ellos
una contribución anual impuesta sobre los
hombres de 18 a 5o años, la cual los ponía
en la necesidad de vencer su repugnancia al
trabajo. Cultivaban las tierras y llevaban los
comestibles á las ciudades.
Los indios que preferían habitar en las
ciudades, estaban sujetos en ellas á las mis-
mas leyes que los Españoles; egercian oficios
mecánicos pero libres. Solo se les prohibia
andar á caballo y tener armas en su poder.
Si cometían algunos delitos, eran castigados
con mas rigor que los blancos, pero en los
pleitos civiles tenían el privilegio de los me-
nores de edad, de modo que un español per-
día casi siempre sus demandas contra un na-
tural. Se les habia declarado exentos. de?
tribunal de la inquisición, y no podían ser áaf
cerdotes. Últimamente si eran llamados par¿
testigos, el testimonio de seis indios se contab*
por uno solo de blancos.
Tales disposiciones parecían una declaración
solemne de la debilidad é incapacidad de es*
raza de hombres digna de compasión por la£
desgracias que la habían anonadado, pero que

6o HISTORIA

inspiraba poca confianza al considerarla como
una sección de la sociedad Es menester confe”
sar que los indios han dado visos de justicia á
muchas privaciones bochornosas: porque han
sido siempre perezosos, descuidados > vacíos
de ideas, y sin cálculo sino para mentir. La
distancia á que están de la civilización se ex-
plica bien con la queja que la mayor parte
de ellos presentan todavía contra los Euro-
peos echándoles en cara como una.insopor-
table tiranía la obligación de tener una resi-
dencia fija é ir vestidos.
Con todo eso este régimen político ha sido
mas favorable á los indios que el de las
misiones, las cuales se multiplicaran princi-
palmente en la Guayana y en lo interior de
Cumaná. La misión se reduce á una centena
de casas construidas bajo un mismo modelo
y reunidas al rededor de una iglesia; algu-
nos frailes para la instrucción y los oficios
divinos; indios que van por reglamento á
anisa y después labran’ la tierra para las ne-
cesidades de la comunidad; y un alcalde es-
cogido entre los naturales para arbitrar en
Isus altercados, sobre intereses, el cual está
bajo la inspección de un fraile que depende
del prelado de su orden. Hemos visto, ha-
blando del descubrimiento de este país, el

DE LA COLOMBIA. 61

admirable origen de este vasto imperio teo-
crático , cuyos subditos se conocen coa el
nombra de pueblos de doctrina: f ero la ins-
trucción y el tiempo no han hecho estos es-
tablecimientos dignos de su fundación. Los
frailes tienen la indolencia y las costumbres
de los antiguos criólos; y no exigen de sus
ovejas sino la exactitud en las prácticas re»
Kgiosas, abandonándolos en todo lo demás
á sí mismos. La intemperancia y la hipocre-
sía son las faltas comunes de los indios de
las doctrinas; en su culto no hai otra idea
que la del hábito de practicarlo; se divier-
ten con sus ceremonias, mas están del todo
á obscuras de sn moral. Su población se- ha
aumentado, pero la esfera dé sus ideas se ha
limitado todavia mas con la pérdida de la li-
bertad de su estado primitivo.
Como en las observaciones sobre los indios
se ha mezclado siempre cierto interés .gene-
roso, no han faltado defensores suyos que
buscaban causas particulares para excusar la
dificultad de sus percepciones, ó sea el en-
torpecimiento de sus facultades intelectuales.
Pretendían que el haberles querido infundir
por fuerza los conocimientos del mundo an-
tiguo, habia sufocado el germen de sus pro«-
pías luces; que estaban destinados para otra

62 HISTORIA

especie de organización social demasiado dis-
tinta de la nuestra para que podamos valo-
rarla competentemente; en fin, que eran plan-
tas tiernas que perecían dándoles un cultivo
exótico-. Pudieran acaso aplicarse estas aser-
ciones á los indios que estaban medio ci-
vilizados al tiempo del descubrimiento, y
cuya especie de industria ba quedado efec-
tivamente estacionaria; pero los indígenas
no sojuzgados ¿que progresos, han hecho por
su propio instinto ?
Las tribus sedentarias ó errantes, refugia-
das ó no vencidas, que viven en sociedad
ó aislados unos de otros, se encuentran en
unos mismos sitios, y muestran las unas igual
pasión por la vida salva ge, las otras se de-
dican á los mismos cultivos ó conservan to-
davía la ferocidad de los primeros tiempos.
Un solo beneficio han aceptado de los Eu-
ropeos que es el mantenimiento de los ga-
nados que cubren sus ■ llanuras. Una de es-
tas tribus ha llegado á ser obgeto digno de
la historiales á saber, la de los Goagiros
que ocupa unas cincuenta leguas en el Rio
Hacha al E. de Santa Marta.
– Los Goagiros no han sido nunca vencidos
por la fuerza de las armas. Algunos misio-
neros lograron reducirlos; pero en 1766, una

DE LA COLOMBIA. 63

ligera ocurrencia los restituyó á su indepen-
dencia antigua. Uno de ellos acusado de
amancebamiento, habia sido dado de palos
por orden de un religioso, y estando cubier-
to de sangre gritó apellidando venganza. Le-
vántase la tribu entera; asesina a los estran-
geros y puesta sobre las ruinas de las habi-
taciones de estos incendiadas, jura bolver á
su libertad y defenderla. Desde entonces nin-
gún español ha entrado en territorio de los
Goagiros^ sin pagar su imprudencia con la
vida. Pero sé ha continuado traficando con
ellos y aun se han extendido sus relaciones
hasta los escritorios de la Jamaica. No obs-
tante los ingleses no se han atrevido á in>-
tentar hacer establecimiento ninguno en su
puerto; las transacciones se hacen á bordo de
los navios y estos se retiran lo mas pronto
que pueden. Todo buque que naufraga en la
costa de estos indios queda presa suya. Son
em todo unos treinta mil bien armados. ‘
Los naturales que han permanecido inde-
pendientes son muchos, y provincias mui
principales, como Cartagena y Maracaíbo, to-
leran sin inquietud la vecindad de varias tribus
aguerridas. Supóngase que se uniesen muchas
de estas comunidades bárbaras en intereses ó
para resistir el ataque de otra nación envidiosa,

64 HISTORIA

y resultaría un pueblo de piratas qije acaso for-
zaría c^u el tiempo á la porción civilizada del
género humano aprestarles uqa especie de opqer
nage, al modo que la Europa le presta todavía á
esas bandas que infestan las costas de África-
– Así sucede que después de tres siglos, ó se
encuentran los indios como ql tiempo de sn des-
cubrimiento, ó se les mira sin el interés que
inspiraban durante ¡a conquista; porque han
ce&do deser desgraciados, y po prpmeten mida
a los progresos de la cultura humana. Si la falta
de monumentos impide que se vea en ellos 19$
despojos de un gran naufragio ¿habremos de
seguir á algunos observadores buscando allí los
primeros elementos de nnevas generaciones?
Habríamos de.decir entonces que los indios
eran bien jóvenes en el mundo. Fuera de esto
el origen de los pueblos del mundo antiguo »p
es mas claro: siempre tropezamps con estran-
geros venidos de Jos extremos del globo, que
echan mas allá á los originarios, que lps suge~
tan y forman imperios* La población primitiva
de Colombia se extinguirá confundida en la
mezcla de las razas, é indudablemente llegará
el día en que no se vea allí sino la nación origi-
naria de Europa.
Este cruzamiento de castas había producido
dos convinaconies felices, los mestizos y los

DE LA COLOMBIA. 65

Buniatos, pero ha dado también otra que es 1*
de los zambos, finito de la unión de negros con
indias ó vice versa. £1 color del zambo es me?
dio entre el negro y el mulato; tiene los miem-
bros nervudos y bien formados; es de robusta
constitución. Bajo todos aspectos se presenta
superior al indio y al negro; pero sus faculta-*
das intelectuales son inferiores á las del mulato
y del mestizo, y toda* sus inclinaciones son al
mal: de modo qué el nombre de zambo ha lle-
gado á ser sinónimo de vicioso, de ladrón, dease?
sino, y está observado que de cada diez críme*
nes, lo* ocho son cometidos por individuos 4*
esta especie, que por fortuna no es muimulti-r
pücada. Estaba prohibida la unión de negros ¿
indios, pero aun mas que á esta causa, debe
atribuirse el corto número de «ambos á la
antipatía que hai entre aquellas dos captas.
Los zambos aumentan el número de aque*
Has bandas que se distinguen por allí como nuer
vas: tribus de Árabes, Compónense de hombres
de dolor, de negros cimarrones ú horros, á
quienes el influjo y el temple seductor del
dint han hecho abandonar sus profesiones
para danse auna vida sin cuidados y errapte.
Varios indios que huyen de las obligaciones
que impone 1* saciedad * ó de la enseñanza de
.las misiones, acuden á tomar parte en Ia
5

66 HISTORIA
mayor felicidad que ellos conocen, que es la
de andar desnudos. Todos estos vagamundos
están armados para la caza; llevan consigo al-
gunos ganados, sus mugeres é hijos, y andan
así errantes sin mas protección que la genero-
sidad de aquel terreno: se emborrachan al pie
de un coco, cuyo fruto les da una bebida ina-
gotable , y no conocen otros enemigos que las
fieras con quienes combaten y á quienes ven-
cen con suma destreza. No deben confundirse
estas bandas con los llaneros, mezcla de hom-
bres provenientes de las mismas castas, pero
labradores pacíficos que no salen de “Sus cam-
pos sino para defenderlos.
Estas diferentes especies de pobladores, no
comprendiendo las tribus errantes, no com-
ponían arriba de tres millones de individuos,
á saber : 65o,ooo blancos, 3oo,ooo mulatos,
670,000 mestizos, 160,000 negros, y 620,000
indios.
A pesar de la diversidad de tales elementos,
formaban juntos un todo homogéneo. Sí el
desprecio aristocrático era mas fuerte, al paso
que descendía de clase en clase, la creencia re-
ligiosa llevada hasta la ceguedad, aproximaba
todas las condiciones; la voz de un clérigo cal-
maba los odios como podía excitarlos; mas no
se conocían hereges en las colonias españolas.

DE LA COLOMBIA. 67

El hábito á la sumisión, ciertas costumbres sen-
cillas y una grande ignorancia suplian la falta
de toda otra especie de bienestar. La larga in-
fancia de esta población bastarda es la que ha
motivado la inmobilidad de la política de la
metrópoli; sin que haya habido la menor al-
teración de tal estado en los siglos que ha du-
rado él régimen colonial.

SEGUNDA PARTE.

CAPITULO PRIMERO.

Causas y preludios de la revolución. —Situation de la España.
— Insurrecciones en la Nuera Granada. — Independencia de
Venesuela.

TRES causas principales prepararon la eman-
cipación de las colonias españolas, á saber :
la política de la Inglaterra constatemente de-
dicada á hacer titubear la dominación española
en el nuevo mundo; la independencia de los
Estados-Unidos que enseñó á los americanos
del sur á sospechar que existia una dignidad
nacional; en fin la revolución francesa. Pero
todos los pueblos necesitan algunas conmo-
ciones interiores para justificar á sus propios
ojos la autoridad de los egemplos, y aquellas
debían nacer allí por rechazo de los desastres
de la metrópoli y de su mala política.

HISTORIA DE LA COLOMBIA. 69
No hubieran bastado todavía estos móbiles
para conseguir la unión de todos los esfuerzos
en apoyo de la emancipación. Iya multitud no
conocía los caminos que conducen á la gloria;
porque no tenia que defender ni parientes,
ni recuerdos, ni patria. ¿Que antepasados po-
día señalar el hijo de una india ó de una
africana? El color sea pufo, sea modificado,
de su piel le ensenaba solamente que debia su
existencia á un esclavo ó á uno de sus dueños.
La memoria es una dolorosa potencia cuando
ofrece por primeras ideas las del infortunio ó
la vergüenza, y la tierra misma no inspira sino
mui débil afición cuando solo se encuentra
en ella un mero asilo. Esta turba de gente
despreciada hubiera permanecido siempre sin
la menor sensación de orgullo nacional, si la
aristocracia no la hubiese levantado del suelo
y acercádola á si misma* De ai ha provenido
una lucha tan larga, tantas incertidumhres,
tantos sacrificios, como se han visto para con-
sagrar el triunfo de la igualdad* Este no podía
resultar sino de la revolución de las ideas,
siempre lenta, pero siempre la única que de-
cide las regeneraciones políticas.
Ya de mucho tiempo antes el contrabando
llevaba á las colonias los títulos del género
humano, y Montesquieu, Voltaire, Rousseau,

7o HISTORIA

y Raynal ilustraban el nuevo mundo.* Cuantos
obstáculos oponían las tres lineas de aduanas,
la vigilancia interior, las severas penas que
amenazaban á los tenedores de libros prohi-
bidos, por todos se atrepellaba consideran**
dolos como peligros heroicos. La juventud
noble, muchos padres de familia, y aun al-
gunos clérigos hacian gala de estar iniciados
en las ciencias modernas. Avergonzados de la
reputación que tenían de ignorantes, apro-
vechaban del tránsito de un europeo con la
misma ansia que se busca un testigo de sus
glorias, para llevarleȇ un cuarto reservado,
y manifestarle las obras de un filósofo francés,
guardadas con todo misterio y admiración.
Al paso que aprendían á dar honor á la
obediencia otro tanto como habían •reveren-
ciado al poder, entreveían los criollos toda
la debilidad de un gobierno fundado sobre la
ignorancia y la opresión. De este modo ya
aun antes de los primeros combates de la in-
dependencia, se hallaba vacilante aquel po-?
der; ya eran conocidos sus resortes, é iba
cayendo al paso que se egercitaba la facultad
de pensar.
La España misma, por una íeliz inconse-
cuencia de su política, dio muestras de querer
comenzar la educación de la multitud. Es in-

DE LA COLOMBIA. 71

dudable que tenia que egercer justas hostili-
dades contra la Gran Bretaña; pero la sana
política no admite represalias sino con indem-
nizaciones, y al paso que las posesiones in-
glesas presentaban un ancho campo á la ven-
ganza de España* el tomarla iba á contribuir
al triunfo de una causa que hacia traición á
un mismo tiempo á los principios y los inte-
reses del vengativo. Así es como los puertos de
Colombia estaban abiertos á las flotas france-
sas que llevaban á los Estados-Unidos los. pri-
meros amantes de la libertad, los cuales ins-
truían en este culto á los pueblos que visitaban;
y así es como la España enviaba sus soldados
al norte de América para recibir mas de cerca
las lecciones de la independencia. Gloriosos
de haber peleado contra un despotismo estrali-
gero, llevaban á su vuelta en sus corazones
el odio al despotismo nacional.
Una imposición habia provocado la libertad
de lá Nueva Inglaterra, y uña imposición tam-
bien dio en 1781 el primer egemplo de una
sublevación en la América española, siendo el
teatro de esta escena una provincia de Colom-
bia. La imposición era sobre la venta de los
efectos de vestir, y se habia introducido ya
en Socorro, comarca situada en treTunja y Pam-
plona al norte de Santa Eé. La población ya

7a HISTORIA

estrujada coa tantas otras contribuciones, se
negó á someterse á esta, tomó las armas y
marchó sobre la capital.
£1 haber llegado á las manos, aun saliendo
bien las tropas de la metrópoli, hubiera siem-
pre enseñado ál pueblo á probar sus fuerzas.
Conocióse este peligro y se recurrió al resorte
mas poderoso que tenia á su disposición la
autoridad española. Las piadosas y elocuen-
tes exhortaciones del arzobispo de Bogotá
bastaron para disipar una insurrección que
parecia formidable. En premio de tan seña*
lado servicio se nombró yirey al arzobispo :
y en cuanto á los rebeldes, se agradeció su
sumisión enviándolos á respirar el aire apes-
tado de las sábanas, y diezmando la población
de Socorro que era de cerca de 15o,ooo ha-
bitantes. ‘
Creyó la metrópoli haber hecho así im
escarmiento saludable; pero no hubiera sido
sino un apellido á aumentar su esfuerzo, tra-
tándose con pueblos menos enervados por el
despotismo. Pasaron muchos años, en cuyo
intermedio hizo su explosión la revolución
francesa. Unas de las primeras declaraciones
que esta hizo de los derechos del hombre,
arrojando luces como un relámpago en medio
de aquella masa impenetrable á la libertad,

DE LA COLOMBIA. 73

recibió reverentes homeriages én ta residen-
cia misma del virey. Allí se tradujo, se mul-
tiplicó y se grabó en los ánimos junto con la
monona de la fermentación y del rigor que
se encendió con este motivo; pues muchos
habitantes de Sarita Fé, entre los cuales ya
$e distinguían Narifio y Zea, fueron enviado^
con grillos á los pies á la Península (año de
1794 >
Nariño tuvo maña para engañar la vigilan-
cia de la tropa que le escoltaba: se marchó
á Inglaterra, donde los insurgentes españoles
hallaban en Pitt protección secreta ó mani-
fiesta* En 1796, concertado cierto plan con éste
ministro, bolvio Kariño á la Nuevas-Granada
paca preparar la insurrección; pero abortó su
empresa, y fue segunda vez preso.
A este tiempo la España se habia visto
aun mas amenazada que sus colonias por la
explosión patriótica de los franceses, y al paso
que sus gobernadores de Ultramar enviaban
á ella las primeras víctimas de una libertad
todavía tímida, ella confiaba al cuidado de
aquellos los ciudadanos suyos que pretendían
hacerla participar de los principios revolu-
cionarios. Tres de ellos habían sido encerrados
en La Guaira, militares jóvenes, llenos de valor
v de elocuencia. Allí seducen y ponen de su

74 HISTORIA

parte á los que los guardaban y hacen entre,
los habitantes muchos partidarios : su designio
era vasto, nada menos que de proclamar inme-
diatamente la república; Su atrevida empresa
se desgració y fue castigada, pero áella se debe
el haber quedado desde entonces (1797) esa;
opinión dominante en Venezuela. Los princi-
pales conjurados, á saber, Gual, Cortes Cam-
pomanes, y España habian logrado salvarse
de los rigores del poder; pero habiendo el
último de ellos tenido la imprudencia de de-
jarse ver en La Guaira dos años después, mu-
rió en un patíbulo. Su muger que le había ocul-
tado fue también condenada á cárcel perpetua.
Los ciudadanos hacian aisladamente sus en-
sayos de virtudes cívicas, y el despotismo-se
atolondraba multiplicando los suplicios, cuan-
do en i8o3 hubo un momento en que se
creyó que la metrópoli y los colonos se iban
á ver enredados en una guerra común contra
los naturales del pais. En Guamote, aldea de
Quito, los indios despertaron repentinamente
sus venganzas contra los blancos, con ocasión
también de otro nuevo impuesto. Entraron
en esta conspiración numerosas tribus de las
montañas, teniéndola secreta mucho mas
tiempo del que podía creerse en hombres tan
estúpidos. Su proyecto era coger de impro*

DE LA COLOMBIA. 75

viso á los criollos y degollarlos. En efecto , á
una señal convenida, se derraman como un
torrente llevándolo todo á fuego y sangre;
pero mui luego faltos de concierto, se dis- *
persan ó piden perdón. Los rebelados fueron
aniquilados así ellos como sus lugares, i
Es cierto que no podría condenarse una
insurrección de los naturales que tuviera por
obgeto el volver á aposesionarse de su terri-
torio pero- la independencia salvage que re*
claman todos y que se ha conservado intacta
en las tribus no reducidas, parece privarlos
del interés que inspira la defensa de una pa-
tria. Fuera de esto, el alboroto dé Guamote
no tenia ninguna* relación con los sucesos
que agitaban las colonias.
Miranda se preparaba á dar un nuevo im~
pulso al partido republicano: Este general,
natural de Caracas, habia salido de allí mui
joven en busca de instrucción y de gloria.
Defensor de la libertad en los Estados -Uní*
dos, cortesano desinteresado cerca de Catalina
de Rusia, soldado y aventurero político en
Francia, se habia mostrado celoso patriota
en Londres, en donde habia solicitado por
mucho tiempo socorros para poner en libertad
su país. La retirada momentánea de Pitt, laN
paz de Amiens, la actitud de la Francia bajo

76 HISTORIA

el consulado, y por ultimo varios intereses
particulares en Europa desde el año de 1800 á
i8o5 habían sobrevenido y distraído la afición
que habia mostrado el gabinete inglés acia los
insurgentes españoles. Miranda, que habia visto
ya írsele de entre las manos dos expediciones,,
recelaba nuevos obstáculos;.reunió unos cortos
recursos, y poniéndose de acuerdo con los
colonos españoles que se habían refugiado á
los Estados – Unidos, acometió hacer un de*
sembarco en las costas de Caracas.
Llevaba solo quinientos hombres , pero con?
taba con los progresos de la opinión. Luego
que desembarcó en la Yela de Coro, ptlSQ en
fuga 1300 soldados realistas*, tomó por sorpresa
varios puestos, é hizo un apellido á los repu-r
blicanos. Estos titubean, piérdese el momento
de la libertad; los insurgentes se retiran» Mi-
randa y sus compañeros habian llenad® su
deber, mas el pueblo no compreindia todavía
el suyo.
La idea de separarse de la madre patria
excitaba en el alma de los colonos una in-
quietud igual á la de un niño que por primer*
ves se aleja de su familia. Esa idea les habÍ4
sugerido diversos proyectos de conciliación
que habian transmitido humildemente al pq?
der, cuando se presentó Miranda con Su ar-i

DE LA COLOMBIA. 77

mámente. En ‘ aquella época u¿a sencilla re-
forma hubiera Sido recibida con gratitud;
pero la orgullosa metrópoli no creia deber
conceder nada á sus subditos ni ai tiempo.
Podrá todavía hoy preguntarse si las des-
gracias de la invasión estrangéra la harán
conocer algún dia el precio y los deberes de
una tutela ofrecida con igual generosidad ?
La corte de Madrid, unida á la Francia para
proteger la libertad americana contra la In-
glaterra, en liga después* con él gabinete de
Londres contra ios triunfos de la libertad
en Europa, pero forzada mui luego por la
Frauda república á consentir el tratado’ dfe
paz ofensivo y defensivo de 1796, habia per*-
manecidó aliada de esta potencia que no se
la asoció sino como un instrumento para su
dominación bajo el mando de Napoleón. Esta
precipitada marcha de sucefros, estas alianzas
que se succedieron con la insurrección, con
la república y el imperio, habían dejado á
la España muchos siglos atrás.
Un pueblo de clérigos y de penitentes, de
soldados fanáticos y de nobles sediciosos; un
favorito de la Reina» aventurero sin capacidad’
llevando las riendas del gobierno político; un
principe bueno en* su fondo, contento con el
título de rey que sostenía contra la iropa-

78 HISTORIA

ciencia de su heredero, y que solo le sirvió al fin
para fundar sus protestasen fin una monarquía
sin fuerza en lo interior, sin estimación y
respeto fuera; orgullo y miseria, recuerdos
ilustres sufocados en medio de vanas y ne-
cias supersticiones, esta era entonces la he-
rencia de Carlos V, y ese era su estado cuan-
do los nietos de Luis XIV imploraron el favor
de otro gran rey y entregaron la Península
á una nueva guerra de succesion.
En tales circunstancias aparece Napoleón
concillando á lo menos los vastos proyectos de
su ambición con el honor de un trono que
habia fundado la Francia, y sobre todo con
los intereses de un pueblo que él creía sus-
ceptible de renacer para ser grande. El re-
sultado hizo condenar su política. Mas sí
todos los buenos sucesos no llegan á aclarar
su justicia ante el tribunal de la historia, no
todas las derrotas se presentan tampoco lle-
vando consigo la severa censura de los contem-
poráneos; y ya en el dia es un problema sí
debe echarse en cara á Napoleón una usurpa-
ción contraria á la buena fe, ó compadecer
á los Españoles por haber resistido á una
empresa generosa.
Como quiera que sea, lo cierto es que la
discordia de la familia reinante en España,

DE LA COLOMBIA. 79

provocó la intervención imperial. Carlos IV
pedia venganza contra su hijo, y Fernando un
apoyo para mantenerse sobre el trono de su
padre. Ambos corrieron á Bayona con igual
afán de poner de su parte á su juez, y dieron
á la Europa el lamentable espectáculo de una
familia que hacia pender de unas querellas
vergonzosas la suerte de muchos pueblos. En
esta ocasión pues, y solo con ella, y viendo
ante sí los dueños de la España y de las
– Indias, fue cuando Napoleón concibió la idea
de trasportar á su dinastía el sistema de Luis
XIV; y esta empresa no le parecía mas te-
meraria que otra cualquiera que hubiese te-
nido por obgeto el mantener allí los Borbo-
nes : la moral de los tronos le prohibía re-
conocer á Fernando, y Carlos IV restaurado
no dejaba esperar otra cosa que protestas :
la España con sus príncipes no podia evitar
la guerra civil. Tomó pues el emperador la
resolución de darla una nueva dinastía.
Carlos IV vengó sus canas desheredando.
á sus hijos ; y otro acto de su poder real
proclamaba á Napoleón succesor de sus es-
tados en Europa é Indias, señalándole á sos
pueblos como el único medio de salvación
y de prosperidad que les enviaba la provi-
dencia (Esto sucedió en mayo de 1808.).

8o HISTORIA

Pero como las donaciones entre reyes no
estipulan nunca el consentimiento de los pue-
blos, sucede que los derechos trasmitidos de
este modo son ó desdeñados ó aborrecidos
mientras no adquieren la sanción nacional;
y eista faltó á Napoleón. Sin embargo él lisont
geaba á los grandes; reconocía los derechos
del pueblo y los fijaba en una constitución
liberal; suprimía la percepción de los tributos
que formaba una barrera entre provincia y pro-
vincia ; despertaba el comercio, la industria y
las artes, llamaba á las colonias 4 entrar á
la parte de las luces y del honor que daba
á toda la nación. Pero por otra parte él oeur
paba el territorio con susegércitos y el trono
con un hermano suyo; en fin él forzaba á
recibir sus beneficios, y el mayor de todos,
el mismo en cuya defensa hablaban la ca-
zón y la humanidad, iba á aumentar el es-
panto del sacrilegio al horror del yugo es-
trangero. Napoleón abolía el aborecible tri-
bunal de la inquisición, que solo los españoles
eran capaces de echar de menos.
Exasperados por sus clérigos que peleaban
en persona por la ignorancia y el fanatismo
como si fuera por sus dioses tutelares; sos-
tenidos por la Inglaterra que egereia por su
comercio la venganza del bloqueo continental;

DE LA COLOMBIA. 8t

armados en nombre de sus príncipes que los ha-
bian abandonado, eran aquellos infelices pue-
blos presa de todos los crímenes que tienen
por pretexto la religión, de todas las cala-
midades de la guerra extrangera y de las
discordias civiles; y si se buscan las prime-
ras causas que los hacian destrozar entre la
ambición de un príncipe belicoso, y la po-
lítica de una nación de mercaderes, no se
halla á quien acusar sino al reinado de un
favorito y al prematuro deseo de reinar de un
hijo contra su padre. ¡ Cuan raras veces se
sacrifican los pueblos por su patria!
Enmedio de esta horrible anarquía se habian
erigido muchos poderes. El gobierno de Josef
Napoleón no hacia sino pasar por las ciudades,
y refugiarse á los campos militares. Madrid,
Cádiz, Sevilla y otras ciudades tenían sus juntas
y regencias respectivas que pretendían obrar
en nombre de la nación ó en representación
del hijo de Carlos IV.
Todas conservaban el espíritu de la metró-
poli respecto de las colonias; es decir siempre
él de la misma injusticia, y de las mismas pre-
tensiones ; y no podrá menos de mirarse con
igual admiración que ínteres á aquellos colo-
nos, negándose á recibir la libertad de una mano
estrangera, pidiendo á la madre patria que los
6

fe HISTORIA
asociase á sus desgracias, y hallando todavía
una madrastra que temía que el entrar á la
parte de su infortunio no los elevase hasta
partir sus derechos.
Con la noticia de estos grandes aconteci-
mientos , se empezaron á agitar las provincias
de Colombia en diversos sentidos. En todas ellas
se esperaba algún acaso que mejorase las ga-
rantías civiles y comerciales; pocas personas
se atrevían á ver en todo ello la ocasión ó el
apellido á la independencia; el mayor número
se mantenía incierto entre la obediencia y la
insubordinación, entre los antiguos deberes y
las nuevas ideas. Como quiera, no pueden en-
contrarse en esta conducta, ni movimientos
generosos ni cálculos de previsión; no habia
sino incertidumbre y debilidad, y la imitación
debía ser entonces el punto de las miras de unos
y de otros,puesto que por imitación también se
hallaba ya el pueblo de las colonias en el mis-
mo estado de agitación que el de la metrópoli.
Así pues la resistencia al éstrangero, la afección
á la autoridad derribada y la creación de po-
deres que obrasen en nombre de esta, pareció
que eran el egércicio natural de los derechos,
Cuya comunidad se deseaba con tanta ansia.
Los delegados déla antigua monarquía espa-
ñola se mostraban dispuestos á reconocer la au-

DE LA COLOMBIA. 83

toridad del rey Josef, por cuanto esta afianzaba
sus prerrogativas y los ayudaba á coipprimir la
fermentación de los ánimos. Por el contrario el
pueblo sin querer oir los beneficios políticos que
le prometía el nuevo monarca, quemaba sus pro-
damas y echaba de su territorio á los agentes
franceses. Tampoco los enviados de la junta es-
pañola obtenían la obediencia que reclamaban:
el celo por la metrópoli degeneraba en sedición.
Quito tomó la iniciativa y el 10 de agosto
de 1609, se levantó allí una junta indepen-
diente, pero que reconocía la soberanía de
Fernando VIL Dio principio á su autoridad,
ordenando el arresto del presidente y de los
miembros de la Real Audiencia. Pero el virey de
ta Nueva Granada, concertándose inmediata-
mente con el virey del Perú, rodeó de tropas
aquella población que se mostraba á un mis-
mo tiempo insurgente y fiel, y fue reducida á la
obediencia por las*armas auxiliadas de la trai-
ción. Con menosprecio de una amnistía que ha-
bia jurado el presidente Ruiz del Castillo, vid
Quito á sus mas principales ciudadanos carga-
dos de cadenas y asesinados en sus prisidties,
por los soldados que habian venido de Lima.
Los gefes del movimiento patriótico habian
sido el marques de Selva Alegre, Salinas, Aguí*
lera y D. Manuel Quiroga. • >

84 HISTORIA
Pasáronse muchos meses ya en la incerti-
dumbre y ya en la calma del terror; pero
en 1810 se hizo casi general la insurrección á
consecuencia del gran movimiento de Caracas.
Los habitantes de esta ciudad habian solicitado
mucho tiempo habia del capitán general Em-
paran la formación de una junta por el estilo
de la de España; pero el general habia eludido
esta demanda. De repente se apoderan de la
persona del capitán general, nombran dipu-
tados y forman un cuerpo municipal. También
este poder proclamaba á Fernando, pero al
mismo tiempo egercia derechos que destruían
los del príncipe ; siendo sus primeros he-
chos el abolir la esclavitud, descargar á los
indios de todo tributo, y declarar libres el co-
mercio y la agricultura. Los actores principales
de esta insurrección fueron don Martin Tobar,
don Mariano Montilla, el canónigo Cortés Ma-
dariaga, el marques del Toro y el eclesiástico
Roscio. Hizo su explosión el dia 19 de abril
que era jueves santo, fecha que no quedará sin
interés en la memoria de un pueblo de origen
español.
Casi todas las ciudades de Venezuela se reu-
nieron á este gobierno, el cual dio á conocer
ser el fin de su institución el de ce desechar las
pretensiones de la Europa, y las intrigas del

DE LA COLOMBIA. 85

gabinete francés; sostener en cuanto fuere po-
sible la dinastía legítima; ayudar al rey Fer-
nando cuando saliese de cautiverio, y conser-
var la gloria del nombre español ofreciendo
asilo á los refugiados de esta nación generosa.»
Aunque estas palabras esplicaban ya bastante
bien la intención de una completa indepen-
da, se manifestó muy luego esta misma in-
tención mas fuertemente, por una especie de
declaración de guerra á la metrópoli y en-
viando tropa contra las provincias disidentes.
Santa Fé de Bogotá tomó al principio un
camino mas monárquico, para tantear la po-
sibilidad de ser libre. Se restituyó á la pro-
vincia el antiguo nombre de Cundinamarca ,
conservándola el título de reino y la soberanía
española; y hasta se dejaba la autoridad su-
prema en manos del primer delegado de la
corona. Pero el virey que era entonces el
general Amar, fué muy luego acusado de inte-
ligencias con los agentes del rey Josef, y en-
viado preso á Cartagena, y todos estos su-
cesos que pasaron en pocos días, en julio de
1810, condujeron por último á una especie de
gobierno democrático, menos celoso por la li-
bertad del país que por las prerogativas de la
antigua capital. El movimiento insurreccional
de la Nueva Granada se verificaba sin ninguo

86 HISTORIA
concierto; en todas partes se disputaba la su-
premacía , por todas habia jun tas sin misión
y pequeñas repúblicas sin libertad. Reinaba
la anarquia, mal inevitable y acaso necesario
en todas las naciones que salen de una larga
esclavitud; pero este mal, si por de pronto
excita las pasiones comunes y turbulentas,
también descubre, y hace brillar mas adelante,
ciertas pasiones nobles y desinteresadas; que
confortan y consuelan. Por lo demás, y esto
lo repetimos como un testimonio eterno en
favor de las Clases ilustradas, la aristocracia
fué la que hacia la revolución: de modo que
alo menos la obediencia del pueblo, no pudo
considerarse sino como un homenage á los
que tenían la superioridad moral.
Entretanto la junta central de España asus-
tada de ver los colonos caminar acia su eman-
cipación, quiso á un mismo tiempo alhagarlos
y someterlos. A este fin los declaró por un
decreto solemne iguales eri derechos á los ha-
bitantes de la Península; pero por primera
prenda de esta concesión les mandaba que se
ciñesen á reconocer á Fernando, y que anu-
lasen todas sus otras deliberaciones. Se pidie-
ron á la junta central como consecuencias de
su decreto los puntos siguientes:
CAPÍTULO II.
t.
Temblar de tierra en Caracas. — Nuera ocupación de Venezuela
por los Españoles. — Bolívar.

LA independencia de Venezuela no abrió los
ojos de la metrópoli; la cual no vio en ella
sino una nueva rebelión de una colonia ais-
lada, que no merecía la pena de excitar la
previsión política, ni exigía otra medida que
el uso de la fuerza. Reuniéronse á la voz de
las Cortes algunas tropas y navios, y como
si el fanatismo de todas especies debiera ser
la herencia de las generaciones castellanas, los
gefes de estos armamentos fratricidas se mos-
traban animados del espíritu de los primeros
conquistadores del nuevo mundo; á sus ojos
no eran los colonos hijos de España, sino
indígenas bárbaros que era menester sojuz-
garlo acabar con ellos. De este modo el pueblo
de la Península, ya^apurado por la defensa de
su territorio, hubo de hacer de allí adelante
dos partes de sus esfuerzos y de su sangre:

92 HISTORIA

una para sostener la guerra estrangera en
nombre de sus libertades, y otra para hacer
la guerra civil en América á fin de mantener
allí la esclavitud.
Por su lado la república de Venezuela se dis-
ponía á arrostrar la tempestad que tronaba so-
bre ella desde las costas de Cádiz. Ya se habia
apoderado de algunos buques españoles que
estaban en sus puertos; los Ingleses le habian
vendido armas; organizaba sus legiones; se ha-
cia la guerra al poder que tenia unas provincias
bajo el yugo y amenazaba á las ciudades que
se proclamaban libres; el congreso, reunido
entonces en Valencia según lo prescrito por la
constitución, se ocupaba en regularizar los in-
tereses generales y particulares de la sociedad
nueva; en fin la decisión y la unión de todas
las clases parecía que afianzaban la indepen-
dencia contra los ataques del ¿despotismo.
El general español Monteverde habia reu-
nido en Coro las tropas destinadas á castigar
á Venezuela. Dio principio á su invasión el cha
17 de marzo de 1812 apoderándose de Siqui-
lica y de Carora; pero los independientes avan-
zaron con fuerzas superiores, detuvieron su
marcha y le arrancaron de las manos la victo-
ria. De repente, el día 26 del mismo mes, buelve
esta á ser de los españoles por una de aquella.

DE LA COLOMBIA. 93

espantosas convulsiones de la naturaleza que
confunden en un mismo desastre todas las am-
biciones humanas. En tales casos el espanto
gira por todas partes, pero la devastación y la
muerte parece que van escogiendo sus vícti-
mas.
Caracas, ciudad señalada por sus hermosos
edificios, se hunde casi toda ella, pereciendo
entre sus ruinas doce mil personas (la cuarta
parte á lo menos de su vecindario) y los bata-
llones que debían defenderla : quedando ape-
nas 1200 hombres armados. La Guaira, que es
la fortaleza que defiende Caracas, y la llave ma-
rítima de toda la provincia, conservó solo unos
5oo soldados de su numerosa guarnición. Seis-
cientos milicianos que iban á San Felipe para
auxiliar las tropas acantonadas allí, llegan en el
momento de la catástrofe y son sepultados con
sus hermanos. Un cuerpo de 1200 hombres que
estaba pronto á entrar en campaña, y pasaba
su revista en Barquisimeto, así como algunas
columnas que estaban en marcha y otras á la
vista del enemigo, desaparecen también en esos
abismos de destrucción. Las provisiones, los
parques militares, los recursos y la esperanza
para muchas campañas, son aniquilados en
pocas horas, sin combates por la libertad, sin
derrotas por el despotismo. Por un fenómeno

GoOglC

94 HISTORIA

extraordinario, Móhteverde y los suyos, ro-
deados de los mismos peligros, y testigos de
tal desolación, se miraban y se creian excep-
tuados de todo daño, haciendo poca atención
á estos efectos del acaso, pero llenos de or-
gullo atribuyéndolo á la protección de los san-
tos.
Como los temblores de tierra son bastante
frecuentes en aquellos parages, los habitantes
se han acostumbrado á no llorar tales infortu*
niossino como resultado de causas físicas;pero
en esta ocasión el temblor fue mas fuerte que
nunca, é hizo su explosión en un jueves santo,
en cuyo dia, dos años antes, habian levantado
ios habitantes de Caracas el estandarte de la
insurrección. Esta convinacion que alentaba
los soldados de Monteverde, proporcionó á
este también algunos auxiliares entre los infe-
lices venezuelanos.
Los clérigos, omnipotentes bajo el régimen
colonial, no esperaban en el nuevo orden de
cosas tener en su favor sino la veneración co-
mún , y raras veces sucede que los santos de-
beres del culto llenen los deseos de sus minis-
tros. Así entonces exigieron del dolor público
el respeto á las supersticiones y el homenage al
despotismo. Decían que la cólera divina des*
cargaba sobre la impía Caracas, foco de las

DE LA COLOMBIA. g5

ideas de libertad, sitio de la independencia;
que él cielo ayudaba visiblemente la expedición
de la metrópoli; que ía révoluóiotí era uñ Crí-
men, sus autores habian incurrido eií las penas
del sacrilegio, y que Dios mismo ordenaba el
arrepentimiento y la sumisión…. Estos discur-
sos insidiosos, repetidos por todas partes,
arrastraban la multitud; es tal la fuerza de
una educación de devotos, qué aun algunos
hombres intruidos parecian conmovidos. Las
divisiones y lo odios de partido, el terror y el
fanatismo conspiraban, enmedio de las ruinas,
en favor del triunfo de la tiranía.
Y enmedio de tantas calamidades ^ donde
están los hombres que se atrevan á encar-
garse de la suerte de la nación? Miranda y
Bolívar se habian retirado de los negocios
públicos después de adoptado el sistema fede-
rativo. Presentáronse entonces, y el primero,
nombrado dictador, recibió del congreso la
autorización de tomar todas las medidas que
juzgase necesarias para la salvación común. A
Bolívar se encargó la defensa de Puerto Ca-
bello.
El dictador tenia grande autoridad y mucho
zeio, pero pocos recursos. Lo largo de las
distancias, la inminencia délos peligros, el
temor délas defecciones, no permitían la unión

g6 HISTORIA
de las tropas’ de las plazas fuertes con las que
se haHaban en las ciudades disidentes; y en
la provincia de Caracas : ¿ como era posible
hablar de patria á una población dispersa
entre escombros; de nuevos sacrificios á unos
propietarios que lloraban la pérdida de sus
bienes; de libertad á aquellos hombres alu-
cinados que pedian la absolución de sus vir-
tudes cívicas; de deberes nacionales al hijo,
al esposo, al padre, á quienes los no menos
sagrados deberes de tales, y el mas vivo dolor
tenían constantemente abrazados á los sepul-
cros? Con todo en los anales de la indepen-
dencia se señalará un hecho bien glorioso en
semejantes angustiosas circunstancias : y es,
que á la voz de Miranda se ofrecieron setecien-
tos ciudadanos para salvar el honor de la re-
pública.
Habian opuesto al enemigo una larga y he-
roica resistencia; y Monteverde batido muchas
veces, veía que se le arrebataba por las armas
la ventaja que solo habia conseguido á favor
de la tormenta de los elementos, cuando to-
davía otra vez se halló protegido por medios
bien diversos del valor, á saber por el albo-
roto de los prisioneros de Puerto Cabello, y
por la traición de los esclavos. Debilitados los
independientes por combates, bloqueados es-

DE LA COLOMBIA.

trochamente, mu municiones hi víveres, pare-
cía que no disputaban 3ra la victoria, sino el
precio de su sacrificio, cuando en a5 de julio
capituló el dictador; este se obligó k bolver
i poner en mano de los españoles todas las
plazas, y por su parte Montevertk prometió
que la constitución de las Cortes seria la que
rigiese en Venezuela; que serian respetadas las
propiedades, que á nadie se inquietaria.por su
oonducta ó por sus. opiniones* y por ultimo que
cada cual quedaría libre de emigrar y conté**
vana sus bienes.
Este tratado excitó vehementes censuras
entre los republicanos. Preguntaban si po*
día confiarse de este modo la suerte de todo
un pais á un general que venia para castigar
rebeldes? Un gefe militar, decían, puede aban-.
donar el territorio cuya defensa sea impo-
sible , mas no. puede entregar é discreción los
hombres. Porque sí después el pueblo es re-
ducido por la fuerza, á lo menos no hai con*
sgntiitiiento suyo» Cuando el congreso auto-
rizó. d¿ antemano todas las medidas dq salud
pt&lica, no habia podido comprender la fot-
cuitad de mudar la forma de gobierno en
virtud de la cual él existia, y que era la única
d# quien recibía el mandato para delegar un
tan gran poder. Si el desacuerdo y el aban-
7

g0 HISTORIA

dono del pueblo hubiesen podido parecéis*
á uaa voluntad, general, entonces el dictador
y los ministros con .quienes se asoció para la
capitulación, se hubieran encontrado sin tí-
tulos para contratar. Así era la opinión común
que Miranda habia excedido sus poderes que-»
riendo interpretar el voto general. Es posible
que él mereciese esta reprobación; pero se fué
mas lejos de esto*
Es doloroso añadir que los mismos Colom-
bianos son los que lo entregaron al enemigo.
Fueseffestos patriotas que se exasperaron por
la capitulación, ó fuesen almas bajas que so-
licitaban asi.su perdón de Monteverde, importa
poco el decidir aquí si tal acción fué una des fué
inmediatamente llevado de prisión en prisión
huta Cádiz donde murió en 1816. Los re-
publicanos habian tenido presente la opinión
aristocrática que habia emitido durante la
discusión de la acta constitucional, y les pa-
reció que su falta como dictador era una con-
secuencia de los mismos principios. Sin ern^
bargo 110 puede acusársele sino de debilidad en
el juicio que formó. Su amor intrépido por el
pats, la pureza de su zelo, y últimamente sos
primeros servicios cuando sus conciudadanos

DE LA COLOMBIA.

na miraban sino con espanto la separación de
la metrópoli y le conservan un puesto distin-
guido entre los primeros fundadores de la li-
bertad Colombiana.
Monteverde, mas fiel á las intenciones de
su gobierno que al texto de un tratado con*
sentido como medio de guerra, ocupó todo
Venezuela como pais conquistado; y antes de
acabar el año 181a ya la violencia y la sangre
habian restablecido allí la antigua autoridad
de la metrópoli. La delación.le presentó gran
número de víctimas : es una enfermedad* por
decirlo así, común á todos los pueblos^el
descender cuando cae su fortuna, hasta el
último grado de abyección.
Quedé no obstante un hombre que no ha*
bia desesperado de la repúbüca. Pfecisado Bo-
Kvar á abandonar la defensa de Puerto-Gfe-
bello se habia retirado a La Guaira con algunos
oficiales dignos de él. Obtuvieron de Monte-
verde pasaportes para pais estrangero y favor
que no debe atribuirse sino á la poca impor-
tancia’política que tenían entonces Bolívar y
sus compañeros. Fuéronse á Curasao queesta-
ba ocupada por los Ingleses, y de allí á Car-
tagena, libre á la sazón del yugo español* como
la mayor parte de las ciudades de la Nueva
Granada* :

i*o HISTORIA
Aqui empieza da gloria, dé Simón Bolívar*
Nacido en Caracas en 1786 de familia doble t
habia sido enviado á Madrid paira hacer sus
primeros estudios; pero fue en Francia donde
adquirió el amor y los conocimientos de la
filosofía. En la edad de la frivolidad , y en el
«entro de una capital brillante, se entregaba
á las meditaciones que producen loé legislar
dores, á las ciencias qué forman loa guerreros ‘r
y no bascaba amistades sino erítre los hóín^
bres que ya ?e distínghian por sü celebridad*
Hupibolt y Bohpland le acompañaron en múr
chos viages, y la Italiana Alemania y laln-,
¿latería recibieron al joven estrangero.
El espectáculo del mundo que desarrollaba
ante- sos ojos las miserias del despotismo y^ los
brillos de la libertad, daba á su espíritu la
raátruccioü db las virtudes republicanas. De
nmeho tiempo antes era deseada en ambos
etfrisférios la emancipación de las colonias?
tes gabinetes diplomáticos y las tertulias par**
timbares, aunque movidos por’ diferentes
afeeoioQ&s trataban de ella; especialmente eá
Francia, donde la presencia de todo viagero
americano recuerda sieAipre b memoria dé
Franklin y de los primeros insurgentes. Va-
rias tentativas entonces recientes parecía anun-
ciar también á Bolívar que sus compatrió-

DE LA COLOMBIA. fr

tas üp esperaban sino un libertador. De este
iftodt) ,sé presentaba á stt adoteicencia conti-
nuamente una grande idea; mientras la na-
turaleza y el estudio desplegaban en él las
calidades del hérot. ‘
Bolívar está dotado de mucha actividad y
fiíeraa de alma; sufe faccioües son regulares y
nobles; tiene en su mirar un fuego extraordi-»
nario; benevolencia sin debilidad; el saber,
4Í fenguage y las Virtudes qúfc encantan á ios
hombres; y esta influencia >se halla en* él fei>
tificada con aquellas facultades’ qué thaudan
h la fortuna, a saber .prontitud y ojo certero
en su espíritu *, elevación de pensamientos; la
perseverancia qjié fecunda los granáis desig-
nios, el valor que los iteva ¿colólo, y aquella
especie de inquietud que pide al tiempo futuro
la seguridad db lo présente. •
Boli^r no ha biavueltoá Caracas sino eniSio
^e^JkguOTimeros dias de^^revoluctón^^ Le
hemos visto ya cumpliendo a espenazas*su¿ras
una comisionan Inglaterra, manifestando á
su vuelta el disgusto^gue le causaba la adop-
ción del sistema federativo, negándose á admitir

(i) Acababa de casarse ea Madrid con una hija del-marques
de Ustarizla cual murió poco después en Caracas. Bolívar no
ka vuelto á casarse.

ioa HISTORIA (
ningún empleo público, viviendo Sometido á
las leyes en el mayor retiro, pero saliendo de
él inmediatamente que la patria afligida á un
mismo tiempo, digámoslo así, por los dioses
y por los hombres, reclamó la unión y el
apoyo de todos sus hijos. El la llevaba entonces
para siempre la ofrenda duplicada de sus ri-
quezas y de su brazo.
Desde este punto toma sobre sí Bolívar los
deberes y los destinos del héroe. La independen-
cia colombiana es á sus ojos un depósito sagrado
confiado al valor de todos sus defensores : él
es quien la salva por decirlo así de la invasión
de Venezuela, y la transporta al punto donde
está la libertad : él la seguirá en los desiertos,
él será en todas partes sil punto de reunión,
bien decidido á perecer en defensa de ella, sino
puede vivirj>ara hacerla triunfar.

DE LA COLOMBIA. io3

CAPÍTULO III.
Situación de la Nuera-Granada. — Congreso de Tunja. —
Guerra CÍYÍI.— Bolrrar en Cartagena.
A fines de 181a, al llegar Bolívar á Cartagena*
se hallaba la Nueva Granada dividida entre el
despotismo y la anarquía : en unas partes y
principalmente en Quito , sangrientas reac-
ciones; en otras la guerra civil provocada por
miserables zelos y envidias; aqui una adhesión
por hábito á la autoridad déla metrópoli; all(
pasiones* de egoísmo á que se daba el nombre
de amor de la libertad. La España conservaba
diez provincias que ponían en sus manos los
puntos extremos del reino y las principales
comunicaciones, y eran á saber, Quixas y Jaén,
Cuenca y Guayaquil, Quito y Popayan, Santa
Marta y Rio Hacha, Panamá y Veraguas. Pero
la insurrección la habia quitado todas las pro-
vincias del centro, y la importante plaza de
Cartagena: unidas hubieran bastado para con-
quistar la independencia, pero sus discordias
dejaban, muchos dias de venganza á los agentes

t*4 • HISTORIA
del poder. Debemos subir al origen de-estas
calamidades.
La antigua capital, Santa Fe, asiento efí-
mero de un nuevo reino de Cundinamarca
que imprudentemente se habia confiado á los
miembros del vireynato cesante, se habia puesto
en franquía respecto á estos últimos represen-
tantes de la metrópoli, y aun sus tropas habian
triunfado de los esfuerzos del gobernador de *
Popayan, * dps TiStoon, que fue dérrotádé y
puesto enfuga p#*r el (general Baraya. Entonce»
convocó á las o^ras ciudades para que nom-
brasen diputados que formasen un congreso
en ella. EL fin se decía ser¿ para deliberar «obre
la mejor forma de gobierno que de podiá adop-
tar durante el cautiverio delrey Fernando.
Ngiha, Tunja, Mariquita, Citara (el Choco),
Antioquia, Socorro, Pamplona, Casanara (los
llanos) y Cartagena, se explicaron franca-
mente ppr la revolución ; y la junta de esta
última ciudad publicó un manifiesto para de*
mostrar las ventajas de una república de pro-»
vínolas confederadas. Pero en el hecho dé
pedir á favor de cada una de ellas la libertad
de gobernarse por leyes particulares, dividía
los medios de resistencia, perpetuaba las ri*
validades? y abría ancha puerta ámil preten*
siones. En efecto inmediatamente se vieron

DE LA COLOMBIA. it>5

varios distrito* separarse de su capital para
elevarse al rango en provincias, y la misma
Cartagena, abandonada por Monpox,.se vio
forzada 4 hacer marchar sus tropas contra el
pequeño gobierno que se habia formado en
esta ciudad.
. El congreso se reunió en Ibague en enero
de i8i*r y varios diputados de distritos se
presentaron aun para ocupar un puesto en él
á nombre ^de sus comitentes. Esta irregulari-r
dad, y eífcasubdivisión del voto nacional, mo-
tivó que se déjase para otro tiempo la asam-
blea, y cada provincia se ocupó en traer á la
razón sus distritos ya perla fuerza ya por la
persuasión. Solo la proposición del sistema
federal, bien que mal entendida, habia dado la
freñal á lia divisiones intestina*; y ya veremos
que este funesto egteinplo no servirá de escar-
miento, en lo succesivo.
La sumisión de los distritos que so obtu\ o
sin desplegar demasiado rigor? permitió de allí
á poco al congreso volver á abrir sus sesiones;
y el vj detfiarzo del mismo año declaró la inde-
pendencia y la un ion de las provincias, eligiendo
á don Camilo de Torres, presidente de la,r*«-
pública, Pero, Santa Fe, asi por orgullo como
por prudencia política, se habia negado á ac-
ceder á este pacto federal, queriendo siempre

io6 HISTORIA

$er el asiento del gobierno; y en consecuencia
el ¿7 de abril se constituyó independiente de
las demás provincias, y dio á Lozano, uno de
sus ciudadanos, la calidad de presidente de
Cundinamarca. Cartagena por su lado, aunque
fiel al principio general de la confederación,
pretendía igualmente ser estado soberano, fun-
dada en que aun bajo el régimen colonial go-
zaba de una distinción análoga, pues que
dependía inmediatamente del vireynato. Así
proclamó su independencia particular el dia 12
de noviembre de 1811, y nombró á Torices por
su presidente. Las provincias que buscaban
algún apoyo, se declaraban unas por el con-
greso, otras por Santa Féy otras por Cartagena.
Roto así el equilibrio, se negociaba para
restablecerlo; pero Lozano que estaba por el
federalismo, ensayó inútilmente atraer Santa
Fé al congreso. Contrariado por sus comiten-
tes dio su dimisión y fue reemplazado por el
elocuente y valiente Nariño, uno de los mas
constantes promovedores de la independencia.
Hacia i5 años que, después de haber tenido
parteen el primer movimiento de Caracas, ha-
bía vuelto á Bogotá para excitar á sus ciudada-
nos á la libertad: víctima de su zelo, habia roto
varias veces sus prisiones, renovado las mismas
tentativas, y encontrado los mismos Calabozos:

DE LA COLOMBIA. 107

y acababa de salir de ellos al momento déla
revolución.
Nariño propuso una constitución sobre lá
base de la unidad. Santa Fé la adoptó, y Ma-
riquita, Socorro yNeiba se conformaron cpn
ella. Iba á imitarlos la provincia de Tunja
cuando se levantó en ella una oposición á favor
de los confederados. Nariño envió tropas para
sostener el partido que aceptaba la nueva acta
constitucional; pero Baraya que las mandaba
las hizo abandonar la causa de Santa Fé y
abrazar la del congreso, el cual se reunió in-
mediatamente, en Tunja. De una y otra parte
se aprestaban para hostilizarse, envenenando
así mas y mas los odios particulares y los in-
tereses personales. Al fin vinieron á las manos.
El egército del congreso mandado por Ba-
raya y Ricante, batió al de Nariño en Palo
blanco, provincia del Socorro, y esta derrota
hizo separar de Santa Fé las provincias de
Neiba y Mariquita. Nariño viéndose perseguido
con un encarnizamiento que parecía no diri-
girse sino contraía dictadura que egercia, ofre-
ció su dimisión que no fue aceptada por sus
conciudadanos. La idea de deber pelear con
hermanos paralizaba su genio marcial, y fue
nuevamente batido en el combate de Venta-
Quemada. Ya los confederados que disponían

■ V* ^5.ubiera”^ido muy feliz íjna expedición en
aquellas orillas; p§ro BolifaWtf tenia bucjues;
y así se iba acercando por el extremo opuesto,
atravesando los Andes de.Pamplona, marcha
larga y difícil, pero que tenia la ventaja de.
llevar sus fuerzas al centro de la dominación
enemiga, esto es, al territorio de Caracas, y
ademas preparaba su unioft con Ribas qué
llevaba 600 hombres de la Nueva Granada*
El congreso de Tunja le imponía como precio
de este socorro el restablecer el sistema fede-
rativo en Venezuela, satisfaciendo así á un
mismo tiempo el orgullo de su propria causa y
su venganza contra Santa Fé. Bolívar aceptó
las tropas, y solo sirvió á la independencia co-
mún. Por.todos los parages por donde pasó se
le habian juntado patriotas y su egército con-*
taba ya dos mil combatientes cuando atacó i
los realistas en Cucuta donde obtuvo una vic-
toria memorable.
Mientras acababa de someter la provincia de
-0

DE LA COLOMBIA. n5

Aterida, un destacamento de su egército, al
mando de Briceño, se hacia dueño de Varinas :
pero este joven coronel tocó muy luego el téis-
mino de sus intrépidos esfuerzos, pues fue
batido, hecho prisionero y pasado pofr las
armas. Fue entonces cuando los españoles
adoptaron contra la insurrección colonial el
horrible medio de guerra con que habian –
manchado la defensa de su territorio de Europa
Contra Napoleón; uso tomado de los caní-
bales , y que no puede adoptar una nación
culta sin cubrirse de eterno oprobrio. Tiscar,
gobernador de Varinas, dio la muerte á todos
Sus prisioneros, y esto después del combate.
Bolívar derramó lágrimas por Briceño, su
caiíiarada y su amigo, y arrebatado de su do*
i jr juraba vengar sus guerreros sacrificando
igual número de prisioneros españoles; pero
al momento después desistió de este proyecto
de represalias indigno de su carácter. Solo una
vez se le verá obedecer al juramento de su
Venganza, y será disculpado por la necesidad
de salvar su egército.
Varios ciudadanos continuaban allegándose
bajo las banderas de la independencia. Bolívar
dividió sus fuerzas en tres cuerpos, y»convinó
su marcha acia la capital de Venezuela; y
siendo feliz en varios reencuentros llegó de-
y
(S00gle

116 HISTORIA
lante de Las Taguanes, que estaba defendida
por Monteverde. Peleóse de una y otra parte
con encarnizamiento, y aunque la victoria
estuvo largo tiempo incierta, quedó al fin por
los defensores de la libertad. Esto fue el dia 3i
de julio. Monteverde se retiró á Puerto Cabello.
Bolívar y sus segundos comandantes se diri-
gieron á Caracas, la cual ya se havia declarado
por el egército libertador, y el gobernador
español de ella estaba capitulando con los
magistrados del pueblo. Al retirarse dejó aban*
donados 15oo prisioneros á la merced del ven-
cedor ; y solo se pactó que no se inquietaría ni
á los empleados, ni á los habitantes realistas
conservándoles sus bienes, y dejándolos libres
de emigrar si lo quisiesen. Los republicanos
se condugeron fielmente en la observancia
de esta capitulación que Monteverde lio quiso
ratificar, declarando que él no debia tratar
nada con rebeldes. Ni aun el peligro’de los pri-i
sioneros le movió á mudar dé resolución.
El dia 4 de agosto de i8f3 hizo Bolívar
su entrada en Caracas en medio de las.acia*
ilaciones y. de la gratitud de todos sus com-
patriotas. Habia dado dos batallas, sostenido
muchos combates, y andado á lo menos tres-
cientas leguas desde su salida de Cartagena.
Sus camaradas, soldados ciudadanos, presen*

DE LA COLOMBIA. 117

tafean aquel estado de desnudez que solo se
sufre en el entusiasmo por la libertad.
Mientras él habia avanzado de victoria en
victoria por los territorios del oeste, Marino
habia llevado á cabo la franquía de las provin-
cias orientales. Pero todavía quedaban á los
realistas muchos puntos importantes, entre
otros Puerto Cabello que les abría las comu-
nicaciones marítimas, y la provincia de Vari-
nas desde donde interrumpían en lo interior
todas las relaciones con la Nueva Granada. Era
pues preciso continuar la guerra. La batalla de
Agua Caliente, sangrienta por ambas partes y
gloriosa para los republicanos, fue fatal para
Monteverde, pues herido gravemente se vio
forzado á dejar el mando de sus tropas á
Salmón , quien las hizo volver á entrar en
Puerto Cabello.
– Esta plaza no cede en seguridad y fuerza
sino á Cartagena. Bolívar se apoderó de la ciu-
dad , pero no creyó deber intentar el asalto de
la ciudadela cuyo éxito era demasiado dudoso;
de suerte que los españoles que se hallaban
provistos de municiones y víveres para mu-
dios meses tenían todavía el recurso de las
salidas, y en efecto fueron estas muy frecuentes.
Después de uno de estos reencuentros fue
cuando Bolívar renovó en el Nuevo Mundo

ti8 HISTORIA

UD egemplo célebre del antiguo. Un cuerpo
de su egército se habia conducido cobarde-
mente, y le castigó desarmándole. Como ver-
daderos valientes no se amotinaron contra la
disciplina ; pero sintieron la afrenta; y esas
mismas tropas, acudiendo espontáneamente al
primer combate que se presentó, se precipi-
tan sobre4 el enemigo con palos y lanzas; le
vencen, le arrancan sus armas y vuelven al
campo gritando ?Ya las hemos encontrado!..».
Al tiempo que tales hechos ilustraban la
audacia republicana, el espíritu de avasalla-
miento aspiraba con envidia á otra clase de
trofeos. Monteverde se habia negado á todo
cange de prisioneros, aunque la conducta de
los españoles hacia que tuviese él muchos me-
nos que los patriotas; y sus succesores mos-
traron una obstinación aun mas cruel. Uno dé
ellos llamado Isueta, instado por Bolívar á con-
sentir en un cange, dio por respuesta el pre-
sentar los prisioneros venezuelanos al fuego
de sus compatriotas, y los que no acabaron
así perecieron sofocados en los pontones. Así
se trabó una lucha de horrores: los sitiadores
colocaron algunos prisionerosal frente de sus
filas; pero constituyéndose siempre maestros
en represalias los generales españoles manda-
ron hacer una descarga de fusilería sobre los

DE LA COLOMBIA. 119

prisioneros colombianos, colocados de modo
que sus compatriotas sufrieran por via de
cfcstigo el espectáculo de verlos morir.
– Por otro lado el general Puy ordenaba una
carnicería aun mas horrible por ser hecha mas
á sangre fría, No temiendo Bolívar nada de
aquellos restos de enemigos refugiados en
Puerto Cabello, acababa de enviar algunas
tropas acia Varinas. Se hizo saber esta marcha
de los independientes al general Puy, digno
instrumento del gobernador Tiscar, é inme-
diatamente mandó arcahucear á todos los que
estaban presos sin distinción. Ya estaban ten-
didos muertos así quinientos habitantes, dete-
nidos solo como sospechosos, cuando llega
corriendo un ayudante y anuncia que la van-
guardia enemiga se acerca. Entonces Puy pre-
gunta ; « tenemos tiempo para acabar con los
setenta y quatro miserables que quedan pre-
sos? — No Señor. — Pues bien dejémoslos
hasta la vuelta.» Y en efecto esta horrible es-
peranza tuvo desgraciadamente todo su cum-
plimiento.
Bolívar se vio precisado á acudir á las costas
ayisado del desembarco qpe hacian en Coro
nuevas tropas españolas. Encuéntrase con estas
y gana la decisiva victoria de Araure, el día 5
de diciembre de 1813. Entonces la ciudad de

iao HISTORIA

Caracas dio á Bolívar el título de Libertador
de Venezuela.
Esta recompensa .nacional le imponía obli-
gaciones que solo él comprendía en toda su
extensión. Porque la mas pura gloria excita
siempre en una república naciente, los in-
quietos temores por la libertad ; esa es la
piedra de toque de los héroes. Desde el mes
de agosto egercia Bolívar una dictadura mili-
tar, que si era prudente y sabia en lo- qué
estaba á su vista, la hacian sus subalternos
sentir á veces demasiado. Entontes se acorda-
ron de la constitución que no habian sabido
defender. Habia dos motivos igualmente hon-
rosos que impedían á Bolívar el volver á po-
nerla en vigor, uno. era la opinión que su
ilustración le habia hecho formar poco favo
rabie al sistema federal en un pais donde los
logares aspiraban á ser distritos, y los distri-
tos á ser provincias; y el otro el no estar des-
lumhrado por la aparente seguridad de sus
conquistas. 4
El consideraba que la independencia estaba
siempre amenazada mientras lá metrópoli pi-
sase el terreno de la república fuese con sus
tropas, fuese con sus partidarios. Efectiva-
mente ademas de estar ocupados por esta los.
puntos militares de Coro y Puerto Cabello, la

DE LA COLOMBIA. 121

-quedaban también muehos partidarios á los
dos extremos de Venezuela, en Guayana y en
Maracaibo. Podían de consiguiente renacer de
un instante á; otro los ataques y el peligro, y
seria bastante un magistrado pusilánime ó
corrompido, un soldado ambicioso ó vil para
restituir al despotismo una victoria comprada
con tantos sacrificios. Los resortes de un go-
bierno regularizado saltan al recibir los sacu-
dimientos : y la unidad, la presteza y el poder
son los que pueden salvar la república. Lle-
gado este caso de verse triunfante de todos sus
enemigos, entonces, y solo entonces abjurará
de la tutela dictatorial.
Egemplos ilustres apoyaban el modo de
pensar y las miras de Bolívar. Sin embargo ya
gritaban algunos acusándole de aspirar á la
tiranía y dando á sus servicios el color de ser
solo los primeros escalones que su atrevimento
habia convinado para llegar á este fin. Así la
república estaba agitada y desunida. En a de
enero de 1814? Bolívar convoca los principales
ciudadanos de Caracas á una junta con los
funcionarios civiles y eclesiásticos : hízoles
una exposición de su conducta y de sus ope-
raciones , trajo á la memoria que ja inde-
pendencia se hallaba sin apoyo,y los patrio-
tas sin punto de reunión y sin gefes, cuando

IM HISTORIA
él tomó iro mando que habia egercido procu-
rando el interés común, y que había sido jus-
tificado por la gratitud nacional, y concluyó
renunciando el poder, dándose por dichoso de
haber sido útil á la patria, y formando votos
por la unión y prosperidad de sus ciudadanos.
Algunos espíritus descontentadizo s no vie-
ron en este discurso sino una petición para
conseguir la autoridad suprema; pero aun
esto hubiera sido una ambición sublime. Bo-
lívar, poseía grandes riquezas y las estaba
sacrificando á un pueblo pobre, y que aun
no tenia ni esplendor ni nombre; y habia
confiado su gloria alas vicisitudes de la guerra
y de la injusticia pública, con la única mira
de guiar la debilidad y la inexperiencia de sus
compatriotas. Es posible que la posteridad le
tenga por mas grande en esta ocasión que
cuando mas tarde tuvo que defender el lustre
de su nombre que ha llegado á ser universal.
Bolívar era indispensable para la república,
y felizmente lo juzgaron así los ciudadanos y
los. magistrados de Caracas. Después de ha-
berle dado gracias por lo que habia emprendido
y ejecutado, volvieron á poner en sus manos
la autoridad dictatorial, que era la que habia 1
dé asegurar la independencia colombiana.

DE LA GOIX>tfBIA. ia3
CAPÍTULO V
• fue cuando
Bolívar dio la orden de pasar por las armas
ochocientos prisioneros. Desde este momento,
tomando los españoles este hecho como una
justificación de su conducta anterior, se exce-
dieron á sí mismos en crueldades.
El incendio llegó á ser muy en breve ge-
neral; los republicanos oponían al mayor
número dé sus enemigos un valor extraor-
dinario. Boves fue batido muchas veces por

DE LA COLOMBIA. i*J

Bolívar á quien ayudaron muy enérgicamente
Marino y Montilla. La intrépida actividad dé
Ribas puso en fuga á Roseta, y Bolívar obr
tuvo una brillante victoria contra Cagigal que
desembarcó con tropas frescas. Este Cagiga!
venia á reemplazar á Monteverde en la ca-
pitanía general. En fin el joven Ricante, sa-
crificándose heroicamente, acabó de sembrar
el espanto en medio de las bandas enemigas.
Se habia mandado á este oficial que se
hiciese fuerte en una casa de San Mateo,
para inquietar desde allí al enemigo con un
fuego perenne. La posición de las tropa*
hacia muy importante este puesto, y Ricante
lo mantuvo cinco días con tanto zelo como)
dicha, aunque no tenia sino cincuenta hom-
bres y Boves le sitiaba cotí mil y doscientos.
Peto ios medios de defensa se acabaron antes
que él valor; la hambre hacia murmurar á
los soldados y todo precisaba á ceder. En¿*
ronces Ricante declara á sus cantaradas qué
él no rendirá el puesto, y que él solo bas-
tará para defenderlo, y les manda que vayatí
á unirse con el egército. Visto que la resis-
tencia cesaba, envía Boves á los suyos para
que se apoderen del puesto, cuando de re-
pente rebienta una explosión; desaparece lá
casa; los soletados de Boves saltan rtmertós

i28 HISTORIA

á larga distancia, y Rítante que Se haba*
encerrado en una sala baja icón un barril de
pólvora,’ muere sepultado en las ruinas de
su pequeña fortaleza. Este héroe. Cuya edad
apenas llegaba á 22 años,; no conocía, sin
duda,’ la historia de la república francesa;
pero en todas partes él entusiasmo por 1;*
libertad inspira iguales hazañas. atacar • Ips
extremos, y debilitándose: siempre, 00 podiá
forzar la masa. Bolívar creyó poder desaten-
der aquellas bandas que marchaban en der-
rota, y emprendió bolverse:á apoderar dé
las plazas ocupadas por’ los españoles. Di-
vidió pues su egército en tres cuerpos, en-
viando á Urdaneta acia’ Coro,’ JJariño fcentra
San Fernando, y quedándose él para resistir
á Boves que era el único que borvia á pre-
sentarse con fuerzas. “Este plan -fue una des-
gracia, pues cada cuerpo aislado fue batido;
Pero lo que sobre todo aumentaba el des*
aliento de los patriotas y la audacia del ene-
migo, era que el mismo Bolívar, después de
muchos reencuentros desesperados, fue der-
rotado por Boves en los llanos de Gura. Quiso

DE LA COLOMBIA. 129

(Hitar la suerte nuevamente en Araqutta, y
también le fue adversa; y un heme cuando
es vencido no halla ya á su lado sino insu-
bordinación.: t ; . • Albarez el cual inspi-
raba en Santa Fé la misma obstinación en sus
pretensiones, sin poderla ofrecer las mismas
garantías militares. Entretanto se recibieron
de Europa noticias amenazadoras : y la res-
tauración del rey Fernando se señalaba por
la orden expresa de rendirse á discreción, orden
que iban á sostener fuerzas considerables. El
congreso de Tunja promovió inmediatamente
un levantamiento enmasa. Santa Fé se negó á
dar su contingente no á{la patria sino al con-
greso; pero el resultado era ^ mismo. Se re-
solvió pues someterla por fuerza.
Bolivar acababa de llegar á Tunja á fines
de I8I4* Se estaba en la incertidumbre acerca
del gefe que se babia de oponer al tío de Na*
riño. El héroe venezuelano fiíe elegido por
aclamación, y no tardó en corresponder á la
esperanza general así con su valor como con
su prudencia. La capitulación que concedió á
Albarez estipulaba quelas provincias disidentes
se unirían á la confederación, pero que de allí
adelante el congreso se juntaría en Santa Fé.
Como éste era el motivo capital de la guerra,
creía la capital triunfar, llegando á ser centro
del gobierno,y los confederados se gloriaban de
esta conquista de sus armas. Diez provincias
de la Nueva Granada, que hacia tres años se

DE LA COLOMBIA. i33

destrozaban reciprocamente, fueron dé este
modo restituidas á combatir seto por la li-
bertad, por la sabia mediación de Bolívar.
‘ El congreso obtuvo desde entonces la fuerza
de la opinión y la confianza entera de los ciu-
dadanos; y hasta el clero quería ayudar á re-
chazar la esclavitud. Los frailes de Santo Do-
mingo ofrecieron una suma considerable, que
era el fruto de muchos años de limosnas reco-
gidas, para equipar los soldados* La virgen de
Chiquinqurra, qué era un cuadro muy malo
pero reliquia muy venerada, habia tentado en
otro tiempo el deseo deposeerlá á los seculares
de Santa Fé; Quisieron hacerse, por la suma de
cuarenta mil duros, con este perpetuo objeto
de ricas ofrendas y qtie atraía muchos pere-
grinos : pero los frailes dominicos se nega-
ron á ello, y su don patriótico vino acaso á
ser el resultado mas eficaz de la intercesión de
la virgen de Chiquinquira.
‘ Está concurrencia de opiniones inspiró va-
rias medidas de entidad. Para precaver la in-
triga y las seducciones se mandó salir de la
república á los españoles que se habian esta-
blecido en su territorio en los últimos años,
permitiéndoles que dispusiesen de sus bienes.
Se enviaron tropas para contener al gobernador^
de Quito. Otro cuerpo, á las órdenes de Uiv

«34 ‘ HISTORIA
daneta, protegía la provincia de Pamplona
contra las bandas qi}e Puy había Organizado
en la provincia de Maracaibo. En fin se resol-
vió hacer una empresa vigorosa hacia Santa
Marta, cuya posesión era de grande importan-
cia para impedir el desembarco de los espa-
ñoles. Esta expedición se encargó á Bolívar,
y aunque su presencia sola era entonces, di-
gámoslo así, toda su patria, recivió al mismo
tiempo el título de capitán general de la Nueva
Granada y de Venezuela; siendo esta la pri*
mera vez que las dos repúblicas se reunieron
bajo nn solo comandante militar; por lo demajs,
se habia confiado el poder egecutivo á tres
hombres cuyo mérito y patriotismo estaban
igualmente experimentados; á saber, Torices,
García Rubio y Pey.
De este modo respondía la Nueva Granada
á la cédula imperativa del monarca español,
cuando los celos y la traición privaron á la
república del héroe á quien se debía este
grande impulso. Los oficiales de la confede-
ración padecían en su amor propio, viendo á
los oficiales estrangeros empleados y saliendo
bien de lo que emprendían. Un venezuelano
era todavía él gefe supremo del egército. El im-
perio de las circunstancias hubiera debilitado
sin duda estas queja/s; pero un hombre coló-

DE L¿ CfítflWBlA. 435
mÍQ m m 4to mando, ocultaba maniobra* for
mfttW bajo la enemistad que manifestaba tener
¿ Bolivar. Este ultimo se presentó muy en
breve delante de C^rtagen*, paxa repjaraar.eij
lumbre del congreso el contingente de esta
ciudad contra £anta Marta: negósele; él insiste*
y se desprecia la autoridad nacional. Bolivar
amenaza emplear la fuerza para exigir la obe-
diencia. Esto era lo que deseaba secretamente
el gobernador militar D. Manuel Castillo, que
se sospechó obraba de inteligencia con los es-
pañoles ; y así dio la señal de las hostilidades.
La guarnición de Cartagena habia hecho
sufrir varios reveses á las tropas del congreso,
Se quiso entrar en negociación, y Castillo de-
claró que no trataría con Bolivar. Entonces la
crisis era inminente de todos lados. Los rea-
listas de Santa Marta á quienes se habia ame-
nazado, se extendian con aire de vencedores
fuera de las fronteras, é interceptaban las co-
municaciones con el centro de la Nueva Gra-
nada. Pero lo que exigía principalmente una
grande determinación era que ya entonces la
formidable expedición de la metrópoli cubríalas
costas de Venezuela, y debía atacar necesaria-
mente muy pronto á Cartagena. Bolivar cedió,
reforzó con sus tropas la guarnición de esta
plaza, y corrió en busca de otras orillas donde

i36

HISTORIA

pudiese preparar pecurso* á la independencia.
La conducta equívoca de la diplomacia in-
glesa dejaba siempre alguna puerta abierta á
las esperanzas de la libertad, y con esta idea
se embarcó para la Jamaica en fines de abril
de I8I5.

*

DE ÍA COLOMBIA. %S7

CAPÍTULO VI.
Vuelta del rey Fernando á España. — Expedición confiada
á Morillo. — Situación en que se encontraba el pueblo co-
lombiano. — Las Guerrillas.

EL comercio de la Inglaterra9 no menos que
su política, objetos ambos que con dificultad
pueden andar desunidos, había dado ya mu-
chas veces protección á la independencia co-
lombiana; pero los grandes sucesos que ha-
bian precedido y las nuevas alianzas contraídas,
ai paso que aproximaban á las reglas del de*
recho público la ambición de los gobiernos,
debían comprimir por algún tiempo hasta el
afán mercantil. Los reyes mandaban á la Eu-
ropa el odio de las revoluciones.
Las fuerzas reunidas de todos los reyes ha-
bian hecho pedazos el cetro de Napoleón; y la
España, después de seis años de una guerra
de fanatismo, sostenida con el nombre de sus
libertades, acababa de doblar dócilmente su
cerviz bajo el yugo del despotismo. Los nobles
y el clero se presentaban llenos de orgullo por

i38 HISTORIA

haber conservado á su antigua monarquía un
territorio asolado, un pueblo constantemente
crédulo; y las Cortes por su parte, aun mas en-
vanecidas con su propia conquista, dictaban
imperiosamente una constitución al heredero
del poder absoluto. Pero en vano quisieron
estas dar á su lenguage el carácter de nacio-
nal; el príncipe que temió combatir, sabrá
castigar la victoria y el civismo. Podrá creerse
algún dia que el hijo de Carlos IV quería ven-
garse de la importuna fidelidad de sus subditos.
En efecto, es menester dejar al espíritu de
partido el hablar de las violencias eoniquese
pretende haber sido arrancadas las transaeoior
nes de Bayonna; porque la conducta del rey
en Francia no manifestó nunca ni resentí*
mieóto ni pesar de lo que allí hizo. En su mano
estuvo el tentar fortuna poniéndose en medio
de un pueblo que estaba pronto á todo sacrír
ficío por él; de parte de los Ingleses se le pro-
puso esto mismo durante su permanencia en
Yalengay; pero las satisfacciones de una vida
pacífica, hacian sin duda que no echase met-
ilos el brillante peso de una corona. Ello es que
en los cinco años de su retiro, no cesó de diri-
gir á Napoleón los ruegos de un hijo y las fe-
licitaciones de un amigo; y cuando á fines
de I8I3 el -mismo emperador le repuso en

I

DE LA COLOMBIA. lüg

el trono de su*. padres, se le vio bolver á
sentarse en él con cierta hesitación. Cedió ai
fin á las miras de la política europea qué lo
proclamó rey legítimo de las Españas y de
las Indias, y al momento pareció como, sí
digera á sus pueblos : «Yo el rey, no he
aprendido á gobernar ciudadanos. Volved á ser
#$c}avQS9 puesto que me forzáis á bolver á
tomar el cetro.»
Una orden y algunos verdugos bastaron
para, someter la España. Pero pues que los
pueblos de ultramar no ceden, es menester
organizar egércitos poderosos. Este era el único
pensamiento en que iban de acuerdo el rey
y la península, y el rey debía encontrar aun
mas ardiente el zelo que habia excitado á las
Cortes á mantener la guerra de América. Sí
la España libre quería tener sujetas sus coc-
íanlas, ¿como podía sufrir la independencia
de estas, cuando ella misma abjura su propia
hbertad?
Dos navios^de guerra, cincuenta transportes,
y i8,5oo soldados se pusieron á la disposi-
ción de un gefeque mereció la confianza del
monarca y la afecion del egército. Morillo
habia ascendido desde simple soldado al pri-
mer grado de la milicia; se habia criado en
la obediencia absoluta, y se mostró guerrero

i

■4» HISTORIA

eruel cuando se sacrificaba por su dueño, y-
hombre de honor cuando obraba como ciu-
dadano. Si solo hubiese sido dirigido por el
amor de la patria hubiera sido un héroe. Los
planes de este general eran gigantescos. Debia
apoderarse desde luego de Venezuela, y se
contaba con que inmediatamente se sometería
la Nuera Granada. Desde Santa Fé debia ir á
juntarse con las tropas realistas del gober-
nador Montes en Quito, y después atrave-
sando Lima y el Alto Perú, caer sobre Buenos
Aires La corte y el pueblo ya preparaba sus
aplausos á está marcha triunfante , porqué
los españoles, aunque desheredados del bril-
lante heroísmo de los caballeros de la edad
inedia, habian conservado su loca presunción»
, Era ciertamente el armamento mas formi-
dable que se habia dispuesto contra la inde-
pendencia , y el orgullo de la metrópoli podía
fácilmente engañarla acerca del concepto ge-
neral formado de aquellos colonos. Hasta
entonces no se veían sino algunos puñados
de patriotas que compraban la emancipación
de un. pueblo voluble y flojo que recibía in-
diferentemente la libertad ó la esclavitud, que
va al combate espantado del ruido de sus
cadenas, pero que se tiene por feliz de volver
i ellas cuando así logra que le dejen en ocioso

DE IA COLOMBIA. t{i

descanso. Es verdad que la Nueva Granada y
Venezuela contenían mas de tres millones de
habitantes, la mitad de lofe cuales estaba con-
tenida por las autoridades del rey. Pero aun
por los cálculos mas rigorosos quedaban en
las provincias libres mas de cien mil hom-
bres en estado de llevar las qrmas, y con
todo la independencia tio contaba todavía
veinte mu defensores entre los muertos pe-
leando y los que estaban repartidos en los
puestos amenazados* Para explicar la apatía
de esta población bastarda, es preciso recor-
dar los elementos de que estaba compuesta.
£1 papel que hacian los Indios era entera-
mente pasivo, porque siendo ellos incapaces
de reclamar jamás sos derechos como primeros
poseedores del terreno, no comprendían como
otros defendían allí una patria. Por lo que
hace á los esclavos hubiera sido muy expuesto
el elevarlos á todos mas arriba de sus obli-
gaciones. Los habitantes de los llanos, mes-
tizos, negros libres ó zambos, no eran bien
tratados por ningún partido que venciese, y
así no mostraban adhesión á ninguno. £1
egoísmo natural de la clase traficante y de
los artesano j, cuya mayor parte eran mulatos,
se hacia mas fuerte con los vicios de su edu-
cación; porque el estado de siervos siendo

i4s HISTORIA

largo, marchita las facultades intelectual*»y al
modo que una Substancia mortífera corrompe
los principios vitales. Estas varias castas que
formaban la mayoría de la población sé des-
preciaban unas á otras, y todas detestaban á
los criollas, especie.de patricios que en efecto
no los miraban sino como un pueblo de li-
bertos. La nobleza del color blanco era siempre
un obgeto de odio y un título para la ambi-
ción. £1 alto comercio, las magistraturas ci-
viles y eclesiásticas, estaban en manos de e8t*
aristocracia, la cual tampoco podía de pronto
penetrarse toda bien de los beneficios de la
revolución; los unos temían la pérdida de su
fortuna, y á los otros les importaba poco que
el incienso ofrecido á la divinidad fuese ofre-
cido por un vasallo ó por un ciudadano.
La desigualdad de condiciones, lá difer£ft¿
1 cia y la relajación de costumbres formaban
allí> como en tdd&6 partes, una masa de po*
blacion compuesta de individuos de todas las
demás clases; era en extremo pobre, aun mas
escasa de talentos, sin cuidado alguno acerca
de su estado en la sociedad, y accesible solo
á bajas afecciones. De buena ó mala voluntad,
esta masa daba reclutas á la milicia del poder
español; pero les patriotas no obtenían su
ayuda sino á fuerza de dádivas, y unos mis*

DE LA COLOMBIA. ífi

t*o& individuos militaban alternativamente por
una y otra causa: la voz de la libertad no era
escuchada, y el despotismo encontraba siem-
pre á su favor el hábito de la obediencia.
Así es como los republicanos y los realistas
sellan disputado por mucho tiempo los hom-
bres y el territorio; pudiendo decirse en oierto
modo que habia dos estados mayores para
un solo egército.
Finalmente no olvidemos que la metrópoli
habia condenado á los americanos á no co-
nocer ni la protecion de la industria , ni los
socorros de una agricultura variada. No te-
nían manufacturas* ni artes, ni otros recursos
que los que les permitía la desconfianza del
régimen colonial. Era menester crear todos
tos medies de hacer la guerra, esto e9, las
armas y la decidida voluntad de sacrificarte.
Con todo la regeneración de un pueblo se-
mejante no ha hecho desmayar ni por un mo*
mentó siquiera el valiente espíritu de Bolívar
y de sus cantaradas.
Estos promovieron las primeras insurrec-
ciones y sostuvieron los primeros combates
con hombres medio desnudos y armados de
palos y de horquillas. En mucho tiempo no
pudieron oponer sino el arma blanca á las de
fuego de Europa; y la España admiraba en

tized^C

i44 HISTORIA.

esto la obra de su política que ha3>ia hecho
de sus hijos un pueblo de Indios. Pero estos
ensayos de la multitud y la perseverancia de
los gefes daban grandes egemplos 9 inspiraban
una generosa emulación, y por último ense-
ñaban á vencer. Los ricos dieron honor £su
pais, pagando con el oro que debia afemi-
narlos, el hierro que hace libres las naciones ,
mientras que las reacciones sangrientas del
poder acababan de promover la decisión ab-
soluta de todas la$ clases > especie de educa-
ción política en qOe las provincias del norte
han mostrado adelantar con mayor ardor* Los
españoles decían « que los venezuelanos ap
solo habian, sacado la espada, sino que ha-
bian hecho pedazos la vaina, cuando en la
Nueva Granada se contentaban con hacer le*
«oradores.»
Venezuela continuaba arrancando los elo-
gios de sus opresores. Estaba asolada mas no
sometida. Los compañeros y los svcoesores
de Boves, desdeñándose de restablecer el go-
bierno de la metrópoli, no habian siquiera
establecido una autoridad militar; allí no
habia sino una permanente mortandad de
. víctimas señaladas por la codicia ó sacrifica-
das por el miedo. No hallaban seguridad sinp
sentándose sobre ruinas, porque no consé-

1

DE LA COLOMBIA. ifó

gttian la sumisión sino en medio de cadá-
veres. La guerra se hacia por fin nacional.
Los habitantes tímidos que habian llamado
moderación su tibio valor; otros contenidos
por mucho tiempo por intereses ó por há*-
-bito ó por estar titubeando entre los deberes
domésticos y las virtudes republicanas; todos
heridos ya por la tiranía querían sustraerse
de recibir nuevos golpes. Refugiados á los
bosques con sus familias, tomaban á egemplo
de los salvages aquel género de vida que au-
menta las fuerzas del hombre y disminuye
sus necesidades; iban pidiendo su alimento
á la tierra y la venganza al cielo.
Reunidos muy inmediatamente’ en gran
número, excitados por el cuadro de sus mi-
serias é inspirando por todas partes el temor
de una suerte semejante, hicieron partidarios
de su causa á los fogosos habitantes de las
llanuras, y dé esta mezcla de diferentes castas
se vio salir una multitud de guerrillas inven-
cibles. .
Todo lo” que prepara la derrota dé los
soldados europeos, parece combatir á fervor
de los llaneros. Ellos no tienen necesidad ni
de bagages ni de hospitales; no conocen el
Calzado, y todo su vestido se reduce á unos
calzoncillos. Sus raciones se encuentran he-
10

i46 HISTORIA

chas en cualquier parte donde se paran; asan
la carne y la comen sin pan, y no beben
sino leche ó el jugo del coco. £1 europeo
sondea los pantanos y mide los precipicios,
mas el llanero los ha saltado ya muchas veces.
La lanza de que se vale contra las bestias fero-
ces, lleva la muerte á las filas enemigas; ni
tiene otras armas de fuego que las que toma en
el campo de batalla. Estos hombres disfrutan
de todas las riquezas del clima, y son supe-
riores á todos sus peligros. La mayor parte
montaban en caballos que ellos solos podían
domar. Caían de improviso en medio de los
Españoles, sin dejarles nunca tiempo para dis-
putar la victoria. Sus incursiones repentinas,
la rapidez de sus movimientos, y lo precipitado
de sus retiradas han hecho darles el nombre
de Tártaros de la América.
* En el número desús gefes, que eran todos
ciudadanos pacíficos en otro tiempo, y en-
tonces soldados infatigables, se distinguían
Cedeño y Monagas; Paez decidido al principio
por los Españoles y que habia adquirido sü in-
dignación contra ellos estando en sus filas; Sa-
raza que se negó á las seducciones del poder con
un desinterés digno de la antigüedad. Estos ocu-
paban lo interior del pais, forzando siempre
á los Españoles á refugiarse en las fortalezas

DE LA COLOMBIA. i47

j de las costas. Habian dispersado en gran parte
aquellas bandas que se habian organizado en
enero de 18i4; y ya no existían Puy, Palomo
y Roseto. Enfin estas temibles guerillas son las
que van á oponerse á lo que Morillo llamaba
una pacificación.

HISTORIA

^___^ —–—
f

JLX general Morillo se~présentó en eí mar
de las Antillas á principios de abril de I8I5.
La Margarita presentaba una conquista fácil
para la expedición que iba á someter á toda
la América. Como situada enfrente de Cu-
maná , su posición era importante, pues todos
los buques de Europa que van á la provincia
de Caracas, de la cual depende la isla, pasan
necesariamente por el estrecho de ocho leguas
que la separa del continente. Su extensión es de
veinte leguas por siete; su terreno es en general
pedregoso y estéril; tiene 16,000 habitantes,
la mayor parte mestizos, todos valientes y
enamorados hasta1 del clima rigoroso de su
patria. Arismendi, criollo natural de la misma
isla, habia merecido que sus riquezas y cali-
dad no fuesen sino un título secundario para

DE LA COLOMBIA. i4g

la estimación de qué gozaba; y así tenia sobre
sus compatriotas todo el influjo que.dan.el
valor y las virtudes. Al presentarse las fuerzas
enemigas, y viendo el riesgo y la inutilidad
de una defensa, Arismendi negoció una ca-
pitulación honrosa, que se solemnizó con
la pompa de la religión y con el juramento
de Morillo; y desde el n de abril volvió la
Margarita á entrar bajo las leyes de la me-
trópoli. . t
No costó mayor esfuerzo la sumisión de las
costas de Venezuela. Los. Españoles ocupaban
los puestos militares, y Caracas fatigada al
extremo, debia aceptar como un acto depro^
teccion el restablecimiento de las leyes anti-
guas ; los defensores de la independencia habian
abandonado las. ciudades , y por otra parte
Morillo no hacia hasta entonces aborrecible
sumando. Se mantuvo pues tres meses en esta
provincia, detenido al principio por una epi-
demia que afligía su egército, y precisado des-
pués á reparar la pérdida de uno de sus navios
que se habia volado casualmente con provi-
siones, armas y muchos hombres.
Semejantes acontecimientos no dejaban de
hacerimpresionenlasimaginacioiie&españolas,
y á ellos se debe indudablemente alguna varia-
ción en las primeras disposiciones del general

i5o HISTORIA

engefe; en vez de correr á conquistar la Nueva
Granada, quiso asegurar su buen éxito con pru-
dentes preparativos. Levantó tropas compues-
tas así de criollos como de hombres de color;
puso al mando de Morales, que fue luego uno
de sus mas dignos succesores, los restos del
cuerpo de Boves que pudo juntar; hizo venir
un regimiento de Puerto Rico, y de este modo,
y haciendo abundantes provisiones repuso su
armamento en un estado respetable. Todo así
preparado, Morillo y Morales, el primero con
todas las fuerzas navales, y reuniendo el se-
gundo á sus tropas las que encontrase en Santa
Marta, se proponían sitiar Cartagena por mar
y por tierra; Calzada debia ir con cinco mil
españoles desde Caracas á Santa Fé por el inte-
rior al mismo tiempo que el gobernador de
Quito, que habia mantenido su superioridad
sobre el egército del congreso, debia acabar
la invasión de la Nueva Granada por las pro-
vincias del Medio dia.
Adoptado este plan, se embarcó Morillo de-
jando cuatro mil hombres de sus tropas eu-
ropeas en las ciudades marítimas de Venezuela;
confiando á sus lugartenientes la empresa,
verdaderamente imposible, de pacificar lo inte-
rior. En. esta época (julio de I8I5), Saraza
ocupaba las llanuras de Barcelona; Cedeño y

DE LA COLOMBIA ISI
Mónagas defendían las orillas del Orinoco,
amenazando la Guayána; otros dos gefes de
partidas, Ribero y Baraya peleaban en Cumaná;
y por último Urdaneta que habia salido de la
ífueva Granada, se avanzaba en la provincia
de Varinas,
? La escuadra española se presentó delante
de Cartagena el día 17 de agosto; y este sitio
memorable no puede menos de dar gran mé-
rito á las empresas de Morillo. Los America-
nos tienen como intomable esta .ciudad; y ver-
daderamente puede colocarse entre las plazas
fuertes de Europa de segundo orden. En mu-
chas ocasiones ha resistido á las armas de la
Inglaterra, aunque en 1697 se rindió á las de
Francia. Su posición es admirable. Cartagena
da su nombre al territorio que coz$e desde el
embocadero déla Magdalena hasta$1 golfo de
Darien; y como está situada en el ángulo que
describe en aquel parage la Tierra Firme, do-
mina también el fondo del mar de las Antillas
que baña el istmo de Panamá. Tres leguas de
costa acia el sur sirven de resguardo á uno de
los mas hermosos puertos que ha formado la
naturaleza. Esta extensa ¿bahía tiene muchos
pasos flanqueados con numerosas baterías; y
la que da entrada á los buques está protegida
por la fortaleza de Bocachica. Del lado de tierra

i5* HISTORIA

la plaza está defendida por la Popa, que es una
montaña sobre la cualhái una ciudadelay otras
obras de fortificación, La ciudad y su arrabal de
Xexemani, sitios ambos construidos en unas
penínsulas separadas por un paso muy estre-
cho , defienden el puente que los une, y están
rodeados de sólidas fortificaciones de piedra
sillería : y por todas partes hay obras y en-
calladeros que impiden todo género de apro-
ches. . . ,
– La guarnición no llegaba á tres mil hom-
bres : y aun siendo doble, hubiera habido
bien donde colocarla en tan gran número
de puestos militares. Pero los habitantes y las
tropas estaban unánimemente resueltos, á de-
fenderse hasta el último extremo; la población
de Cartagena era entonces de unas veinte mil
almas. Algunos ingenieros franceses y otros
oficiales de Venezuela componían parte de sú
estado mayor. El comandante en gefe era Ber-
mudez, uno de los primeros que habian armado
las guerillas de Cumaná, y tenia por subalter-
nos á don Mariano Montilla y á Cortes Cam-
pomanes. Don Juan de Dios Amador, hombre
de honor, reemplazaba á Castillo como go-
bernador de la ciudad; pero la tardía separa-
ción de este último no habia destruido todo el
efecto de sus. malas disposiciones anteriores, y

DE LA COLOMBIA.. i53
así los almacenes apenas contenían víveres para
dos meses.
‘ Cartagena fue atacada por mar y por tierra.
Ni las intimaciones, ni las promesas de amnistía
que se la propusieron no hicieron la menor
impresión en los ciudadanos, ni en los solda-
dos. Morillo habia visto la imposibilidad de
tomar la plaza á viva fuerza, y resolvió si-
tiarla por hambre. Los habitantes por su lado
conservaban la esperanza de cansar al enemigo
ó verle ceder á lo insalubre del clima. Pasadas
seis semanas hizo Morillo bombardear la ciu-
dad, y consiguió introducir una flotilla en el
puerto, donde levantó algunas baterías, para
impedir las comunicaciones interiores. £1 ata-
que no se continuó, y muchas salidas vigorosas
no habían tenido otras resultas que perder
gente.
Sin embargo el general español persistía ensu
empresa, y los sitiados comenzaban á padecer
grande escasez. En este estado el gobernador
Amador juntó el dia i3 de octubre con toda
solemnidad las autoridades civiles y militares
y á los principales ciudadanos, les expuso la
situación de la ciudad y acabó proponién-
doles una grande medida que en su opinión
debia salvarla. « No podemos,’ dijo, tratar
con los Españoles, puesto que faltan á sus

i54 HISTORIA
mas sagrados juramentos. Habitantes y sol-
dados todos prefieren morir antes que doblar
la cerviz al yugo. Pero ¿cuál ha sido el ob-
geto de nuestra revolución? La libertad del
comercio y de la industria. Siendo esto así,
ofrezcamos nuestra provincia á una nación
sabia y poderosa que sepa apreciar nuestros
derechos y respetarlos. Pongámonos bajo la
protección de la Inglaterra, enarbolemos la
bandera británica. » El parecer del gober-
nador fue recibido con aclamación, como que
la ciudad era toda comerciante; pero Carta-
gena no hubiera sido la cuna de una repú-
blica. Inmediatamente se armó un barco qufc
escapando de las lineas enemigas, condujo
á la Jamaica los diputados encargados de esta
comisión. Si la lentitud que exigía una ne-
gociación de esta naturaleza se convinaba
mal con la duración de un sitio, tampoco el
respeto de las nuevas alianzas europeas per^
mitia que Cartagena fuese, de un modo ofi-
cial y público, una factoría de la Gran Bre-
taña.
Morillo quería también hablar en sentido
de promover los intereses de’ aquellos habi-
tantes. En una proclama que consiguió es-
parcir por la ciudad ¿ aseguraba las personas
y las propiedades, y la protección al comercio

DE LA COLOMBIA. 155

y á la industria: por último prometía una com-
pleta amnistía, y recompensas y distinciones
á los soldados que viniesen á servir bajo sus
vanderas; todo esto si se rendían pronto, pues
una mas larga resistencia atraería todo el rigor
de la justicia. Varias tentativas secretas no tu-
vieron mejor éxito que esta proclama. En ho-
nor de Cartagena, debe decirse que no se
encontró en ella ni un cobarde ni un traidor.
El i a de noviembre ordenó Morillo un ataque
contra la Popa; fue rechazado con vigor, y se
limitó á estrechar el bloqueo.
Ya hacia tres semanas que los víveres se
habian consumido, y los caballos habian sido
comprendidos en la distribuciou de raciones.
Después de haber devorado los animales do-
mésticos é inmundos, se comió hasta el cuero
de los muebles. A la gravedad de estos males
se anadia la congoja de una epidemia ; las
casas y las calles estaban llenas de cadáveres;
quinientos hombres de la guarnición habian
ya perecido, y las centinelas se caían muertas
en sus puestos. En medio de este dolor pú-
blico consuela el recordar un bello rasgo de
sacrificio generoso; cuatrocientos franceses
negociantes ó artesanos, habian dado ya el
egemplo del heroísmo, y entonces consolaban
á los desgraciados, alentaban el valor, man-

i56 HISTORIA

daban cuando todos se encontraban aba-
tidos.
£1 día 5 de diciembre declararon los habi-
tantes al gobernador que no podian resistir
mas. Los Franceses, la guarnición y sus gefes
coifocian su deber : clavan la artillería de
Los fuertes, arman á toda priesa treze cha-
lupas , y se embarcan en ellas determinados á
foraar el paso que estaba defendido con cinco
baterías y veinte y dos buques. Una calma
absoluta los retiene doce horas á la vista del ene-
migo. £1 día 6 traban el combate, dispersan la
flotilla española, ganan la alta mar, y se alejan de
aquellas orillas donde el vencedor no encontra-
rá sino los espantosos testimonios de una re-
sistencia nacional. En los cuatro meses de sitio
había perdido la heroica Cartagena los dos
tercios de sus ciudadanos, y en tal. estado
tomó Morillo posesión de ella. -1 f;
Al mismo tiempo los generales españoles Cal-
zada y Latorre, que habian partido el uno de
Venezuela y el otro de Santa Marta, sojuzgaban
los territorios de lo interior, invadidos ppr la
parte del medio dia, por el gobernador de
Quito. En todas partes desplegaron los patrio-
tas singular esfuerzo; pero la caida de Carta-
gena dobló las fuerzas y la actividad de los
realistas. Santa Fé se rindió á Latorre el dia 6 de

DE LA COLOMBIA. • i57
mayo de 1816, y Morillo hizo su entrada en
ella el mes siguiente. *
El estandarte de la metrópoli tremolaba en
todas las ciudades como una señal de deses-
peración y de muerte. Se prometía á los pue-
blos su antiguo estado de cosas, y esta tutela,
aunque humillante, les hubiera parecido un
beneficio; pero era menester sufrir antes los
suplicios que merecían cinco años de rebelión :
política usada mas de una vez por las monar-
quías restauradas, y que en todas dá ocasión á
revoluciones. ; . ;
Santander, ciudadano de SantaFe, que man-
daba un cuerpo de partidarios, habia hecho
su retirada á los llanos de Casanaro, al N. E.
de Cundinamarca; allí se le unieron todos los
compatriotas suyos que se exasperaban con
tales rigores, y allí únicamente se conservaba la
independencia de la Nueva Granada, que jura*
ron algunos centenares de patriotas.
Algunos habitantes de Santa Fé hacian
también servicios á la libertad desde el centró
mismo de la opresión. Uno de ellos, precisado
á entrar en el estado mayor de los realistas,
fue favorecido por. mucho tiempo por una
muchacha soltera que afrontaba la fatiga de
los caminos mas ásperos para hacer saber á los
independientes el movimiento delegército y el

i58 HISTORIA

estado de la opinión. Estos dos individuos
dieron materia á un episodio tierno de la his-
toria de la independencia*
El joven oficial fue cogido con una carta
destinada para Santander, é iba á ser senten-
ciado. Su querida corre á echarse á los pies
del virey; le declara ser ella la única culpable,
y que el acusado, habiéndose dejado vencer
de sus ruegos, ignoraba enteramente de que
calidad eran los papeles que llevaba consigo.
Interrogado después el oficial acusa el delirio ,
de su enamorada, sostiene que nunca la habia
confiado sus relaciones con los independientes,
y afirma que todos los cargos deben recaer
sobre él. Puestos en careo, se traba entre ellos
una nueva lucha, sobre quien ha de merecer
la palma del martirio; convencido el juez no
trataba ya sino de descubrir sus cómplices,
ofreciéndoles la vida si los declaran. Ambos
quieren morir. El oficial fue pasado por las
armas á la vista de su amante; y á esta se la
bol vio á la cárcel, en donde se ultrajó de
nuevo su dolor ofreciéndola perdón com-
pleto si señala los delincuentes. ¿ Gomo podia
pensarse que una alma llena délas dos grandes
pasiones que la agitaban, podia afear su des*
gracia con la delación, aun cuando todavía hu-
biera podido estimar en algo su existencia?

DE LA COLOMBIA. 169

Al llegar al paragedel suplicio pidió uu vaso
de agua: mas al ver que era un soldado espa-
ñol el que se la presentaba, exclamó: no quiero
nada de nn enemigo de mi patria. Entonces se
la propuso que designase otra persona, mas
ella replicó : « Muchas gracias; porque temo
comprometer al que me hiciese este último
servicio. » Continuó exhortando al pueblo á
aborrecer la tiranía, á amar la libertad : mas al
fin se acerca el verdugo, y ella exclama con
una»yftz esforlada. « Mi ipu^ríe seaá vengada;
llamada Pohcarpa Salavanetá, y que no rabia
cumplido los veinte años de edad.
La junta de purificación ahogó toda mani-
festación de afecciones por la independencia.
Morillo habia restablecido el vireynato; el •
comercio se habia restituido á la compañía de
Filipinas; las obras públicas, suspendidas por
tan largo tiempo, se pusieron en actividad, y
hasta la antigua legislación de Indias recibía
algunas mejoras : en tiempo ordinario se hu-
biera tenido todo esto por conocidos benefi-
cios ; pero ¿ como podía agradecer nada una
población oprimida, y diezmada?
Cuando la Nueva Granada, pacificada por
el terror, parecía no reclamar ya el apoyo de
la autoridad militar, la independencia conse-

160 HISTORIA *
guia grandes ventajas en Venezuela. Morillo,
que habia enviado delante al general Latorre,
emprendió someter esta provincia segunda
vez, á cuyo fin partió de Santa Fé en noviem-
bre de 1816. Este general subdito consagrado
al servicio de su rey, y juez severo, no habia
comprendido bien ni lo que era la insurrec-
ción , ni la clemencia. •

DE LA:COLOMBIA. 161

CAPITULO VIII.

Insurrecciones dé Venezuela. — Primera expedición naval de los
> independientes. —Acciones-en la Margarita , Ocumeta, Bar-
celona , etc.—: Conquista de La GuayansLBOj- LasreniiMifinnos..

jjA. cunuucia -oesannaaanrente cruel ae ios
delegados de Morillo habia convertido las guer-
rillas de Venezuela en un egército temible. La
administración tal cual la habia restablecido
este general; su voluntad, sus juramentos, la
fé prometida ante Dios, todo habia sido des-
truido, violado y borrado con sangre.
Huía la gente de las ciudades. Desde el dia
2 de agosto de 1815, pocos después de la salida
de Morillo, el gobernador de la Margarita habia
publicado una orden que decía: «Los deserto-
res y sus cómplices serán pasados por las armas,
y quintada toda su parentela hasta la quinta
generación. Se arcabuceará igualmente una
persona de cada distrito, en donde se verifique
la deserción; el distrito donde habite el cóm-
11

161 HISTORIA

plice pagará una multa de mil duros, y la pro-
vincia otra de diez mil.»
Arismendi, primera víctima de la capitula-
ción de Morillo, se habia librado de la muerte:
solo su muger sabia su guarida que era una
caverna; las persecuciones, y los ultrages han
dado toda la sublimidad posible al extraño
de afecto de esta esposa. Con las noticias qne
ella le daba del estado de ja isla, preparaba
Arismendi la libertad de su patrj^ y los exce~
hizo llamar algunos amigos^yosylSe)i decidí-
do* ¿orno él, á todo; y en una noche suble-
varon la capital, y muy luego toda la isla corre
á las armas.
Con la primera noticia de este movimiento,
el capitán general de Caracas, Moxó, escribía
con fecha l5 de noviembre de 1815 A Urez*
ticta, gobernador de la Margarita ■: « Yo os
mando que depongáis todo sentimiento de
humanidad….. » y Urezticta explicaba esta
orden recomendando á sus subalternos que
no diesen cuartel á nadie, y quemasen los
lugares amotinados; añadiendo la espantosa
expresión de «Volvereis allá cuando todo
esté tranquilo. » Semejantes medidas y se**
mejantes contrarios no lograron intimidar á
los patriotas de la Margarita; y atacados por

DE LA COLOMBIA. i63

todas partes, batidos, perseguidos no guar-
daron los Españoles én su poder sino la for-
taleza de Pampatar. Arismendi restableció
inmediatamente la junta republicana ( di-
ciembre de I8I5).
Esta insurrección presentaba un nuevo
punto de ünion á los defensores de la inde-
pendencia. Bolivar había consumido efi vano
f8 ttiéses; en su solicitud de socorros en la
Jamaica, y habia ido á pedirlos á la repú-
blica de loS negros. Los emigradas de Vene-
zuela y de Cartagena se habian acogido tam-
bién al territorio de Haití. Entre estos últimos
se hallaban Brion, negociante, natural de Cu-
rasao, pero adoptado por Cartagena como
uno de sus* ciudadanos en atención á varios
servicios que habia hecho. La reunión de
tantos valientes era ya por sí sola un buen
suceso; y la victoria de Arismendi encendió
aun mas su esforzado aliento.
Pero era menester buscar medios pecu-
niarios para los inmensos gastos de una ex-
pedición. Entonces fue cuando Brion se
manifestó grande, imitando á Bolivar, y pre-
1 cediendo al lord Byron en el sacrificio menos
común de los que suelen hacerse , porque
mas fácilmente se expone la vida que las
riquezas. Las de Brion eran considerables,

164 HISTORIA

y las consagró todas al triunfo de la libertad.
Así pudo Bolivar armar dos navios de guerra
y trece transportes, donde se embarcaron
35oo hombres, de los cuales i5oo eran ne-
gros que le habia concedido el presidente
Petion. Brion fue encargado de las funciones
de almirante*
La expedición partió de los Cayos el dia
3o de marzo de 1816, precediéndola una pro-
clama de Bolivar, del tenor siguiente:
« Venezuelanos, la isla de la Margarita, al
mando del intrépido Arismendi, ha dado
nuevo ser á la independencia. El resto de
nuestros hermanos y de nuestros amigos que
se dispersaron después de la pérdida de Car-
tagena, se halla reunido en Haití. Con ellos
y con nuestro magnánimo Brion estamos for-
mando un armamento bastante fuerte para
derribar para siempre jamas la dominación
de los tiranos. Venezuelanos, el congreso
será restablecido luego que lo queráis. Ha-
biéndome honrado el pueblo independiente
con el supremo mando, yo os autorizo para
nombrar vuestros diputados sin necesidad de
otra convocación que la presente. No voy á
dictaros leyes, pero sí os ruego que oigáis
mis consejos. Os recomiendo la unidad de
gobierno y la mas coYnpleta libertad. Cuidad

DE LA COLOMBIA. i65

de que no se cometa ningún absurdo ni
ningún crimen, porque no podéis ser á un
mismo tiempo libres y esclavos. Si no for-
máis sino una masa de pueblo, si establecéis
un gobierno central, si os unís á nosotros,
contad* por segura la victoria. Españoles que?
ocupáis Venezuela, decid uña palabra, y se
acaba la guerra; sino seréis exterminados.
Venezuelanos, no temáis la espada de vuesí-
tros libertadores; vosotros seréis siempre
inocentes á los ojos de vuestros hermanos. »
La escuadra republicana no se presentó
delante, de las costas de Venezuela hasta los
primeros días de mayo. El dia 9, después de
una victoria conseguida contra muchos bu-
ques españoles que bloqueaban la Margarita,
se reunieron los camaradas de Bolivar en
esta isla con los de Arismendi. Tomáronse
entonces disposiciones para apoderarse de
Carupano, puerto pequeño de Cumaná, pero
puesto fortificado, y de bastante importancia
por estar situado en el estrecho que separa
la Margarita de la tierra firme. El dia i° de
junio se hizo la intimación al gobernador
de Carupano; este quiso correr la suerte de
un asalto, y pocos dias después se apodera-
ron á viva fuerza los independientes de la

iG6 HISTORIA

ciydadela. No fueron tan felices en una ten-
tativa que hicieron contra Cumaná,
BpUvar dejó á Carupano y se dirigió acia
Qcumaro con i5 buques, 700 hombres, y
muchas armas. Este es otro puerto situado
entre La Guayra y Puerto Cabello, á siete
leguas de este último; y Bolívar contaba
abrirse así la entrada en el territorio de Ca-
racas, é ir desde allí á juntarse con las par-
tidas que ocupaban las llanuras de Barcelona.
Ayudábale en el mando el escoces Mac Gregor,
de familia noble, pero ciudadano de todo el
mundo, soldado de todas las causas en que
se trata de la libertad, hombre instruido y
va^nte, aventurado como un caballero de
los antiguos.
Luego que Bolivar desembarcó en Ocumara,
que fue en 5 de julio, hizo ún apellido ai
patriotismo, anunciando cómo próxima la
libertad de todas las clases. Esta proclama
espantó á los criollos ricos; porque estando
los alrededores de Ocumara llenos de plan-
taciones cultivadas por gran número de es-
clavos , parecía que la promesa de su libertad
era proclamar la ruina de sus2 dueños» Es cierto
que el salario que en tal caso habría de pa-
garse á los jornaleros estaría ampliamente

DE hk OWiOlIBIA. tbj
recompensado ton la franquía’ de tributo para
la metrópoli, con la facultad de poderse de-
dicar á todo género de cultivos y ádualquier
ramo de comercio. Si los esclavos llegan ásér
«propietarios por la violencia, puede que-
darles $u inclinación á la pereza y bolver á
«ser pobres; a¿ contrario^ Jos horrps ¿libertos,
después de haber trabajado por necesidad,
trabajan todavía por orgullo*«Pero los habi-
tantes de Ocumara no habian hecho estas
observaciones, y el egoísmo pudo mas que
?el amor á la libertad.
Inmediatamente después del desembarco*»
JBolivar habia dirigido sus fuerzas al territorio
de Caracas. Mac Gregor que mandaba la
vanguardia, se habia apoderado ya de Mar
racay y de la Cabrera, cuando se dejó ver
un cuerpo do Españoles que habia juntado
.Morales entre Valencia y. La Güayra. Falta»-
doles la cooperación de aquellos con quienes
habian creído poder contar, los dos coman-
dantes republicanos se hallaron cortados por
el enemigo.. Mac Gregor se salvó yéndose acia
Barcelona; Bolivar esperó á Morales. El ataque
fue violento, y la victoria incierta por mucho
tiempo: los patriotas resistían al mayor nú-
mero de sus contrarios con el valor que da
la desesperación. La mayor parte de ellos

168 HISTORIA

quedaron en el campo de bataHa; los demás
fueron asesinados por sus propios conciuda-
danos. La vileza política no abraza nunca
sino el furor de los partidos.
Otro crimen amenazaba la independencia
en la persona de Bolivar. Este logró bolverse
á embarcar; pero un asesino le siguió hasta
la Jamaica/y solo se salvó de la muerte por
una equivocación del asesino, el cual mató
en su cama al generoso ciudadano que daba
asilo á Bolivar.
Entretanto la vanguardia de los patriotas
reparaba por sí sola las derrotas y .la traición
de Ocumara. Perseguida y picada por los Es-
pañoles , se defendía contra ellos aprovechando
las asperezas del terreno insuperables para
tropas europeas, y que no eran sino peli-
grosas para los hombres que componían esta
vanguardia. Asi seles veía subir á gatas por los
Andes y otras veces dispersarse en los llanos,
engañando siempre al enemigo, y mostrán-
dose en todas partes infatigables y aguerridos
contra toda especie de privaciones. Mac Gregor
rodando de este modo al rededor de Caracas,
venció dos veces á los Españoles en Alacrán
y en Juncal. Su retirada le dejaba libre .el’ca-
mino de Barcelona; ataca precipitadamente esta
ciudad, se hace dueño de ella después de un

DE LA COLOMBIA. t6$

combate tenazmente sostenido, y se pone desde
allí en comunicación con las guerrillas de Cu-
maná.
Esta marcha tuvo las resultas de una cam-
paña dichosa. Arismendi acababa de tomar á los
Españoles la última fortaleza que les quedaba
en la isla de la Margarita é inmediatamente
voló á socorrerá Mac Gregor con una parte de
sus guerreros. Muy luego también se volvió á
poner Bolivar á su frente, llevando nuevos re*
cursos y sobre todo dando aliento á la con-
fianza general. Estaba cumplido el proyecto
formado en Carupano; y una ciudad marítima
de Venezuela esto es Barcelona, situada 4
cuarenta y cinco leguas de Caracas y á quince
de Cu maná, iba á ser el asiento de un gobierno
provisional. Tal era el estado en que se halla-
ban los independientes, cuando Morillo volvió
á aparecer en Venezuela á principios de 18×7.
Inmediatamente se dirigió contra Barcelona
con todas sus fuerzas navales, y cuatromil hom-
bres de todas armas. Bolivar voló precipitada-
mente á su encuentro y los dos egércitos que
eran al poco mas ó menos iguales en número,
empezaron la pelea el dia 15 de fehrero. Cuatro
dias duró el combate, y no se pudo calcular el
éxito, sino por la cantidad de las pérdidas ro»
cíprocas; los patriotas cedieron solo á la falta

*tp HISTORIA;

de fuerzas, pero una parte de la flota española
fué quemada, y Morillo forzado en su propio
campo, desistió de su empeño á la vista de
. tanta mortalidad.
El enemigo á quien habiá sido imposible
perseguir, se reunía en ios llanos de Banco-
largo , cuando Paez que acababa de vencer á
Latorre, cayó sobre Morillo con su caballea-
ría. Esta victoria hubiera sido completa si los
furores de una guerra á muerte hubieran per*
mitido dejar las armas mientras quedaba vivo un
enemigo; pero los realistas atacaron de nuevo
á Barcelona, que los independientes no podían
ya defender, y la abandonaron el dia 7 de
abril.
Habian llegado al mas altó grado de exas-
peración dos afecciones opuestas entre sí*
pero que se manifestaban no obstante muy
semejantes en sus efectos ¿ de un lado la obe*
diencia á Un amo y de otro el sacrificio por lá
patria. Seria menester haberlas experimear
tado una después de. otra á un mismo grado
para comprender sus excesos ó su delirio. No se
conocía ya pueblo ni sexo, ni edad; no se veia
sino enemigos ó hermanos. Las ciudades aban-
donadas ó,destruidas, los campos incultos, la
hambre en todos los partidos, pero en todos
igual necesidad de venganzas y de mortandad;

DE LA COLOMBIA. 171

igual conMatocta en las derrotas, igual orgullo
cuando triunfaban sobre ruinas.ir tal es. el
cuadro de esta guerra. El realista había jurado
morir fiel, el republicano quiere quedar libre,
y uno y otro tienen por benéfica la tierra
mientras les presenta un campo de batalla.
Los Españoles dueños de la mayor parte de
las costas, mantenían esta lucha de extermina-
ción, con los socorros que recibían de Quito
y del Perú, de Cuba, de Puerto Rico, y aun
de la metrópoli. Los independientes esparcidos
en las llanuras iban á verse privados de todo
recurso,, cuando un plan osado y prudente sos*
tuvo sü fortuna.
Bolivar puso á Paez y su indomable caba-
llería en contraposición dé los generales Mo-
rillo y Latorre, y confiando en las guerrillas
para la defensa de los llanos, emprendió el
mudar de sitio el teatro de* la guerra. Cinco
años de combates y de suplicios habian dis-
minuido la población, y con todo eso el egér-
cito republicano se aumentaba de dia en dia;
el que no se hallaba en sus filas habia sido
traidor ó víctima. Esta turba belicosa vino
á caer sobre La Guayana, provincia rica y
extensaf sumisa todavía al yugo español, y
débilmente tocada del entusiasmo revolucio-
nario.

t7s HISTORIA

La Guayana española está bañada por la
parte del N. E. por el Atlántico, al N. y O. por
el Orinoco, y tiene por limites al S.y ai E. las
Guayarías del Brasil é inglesa; formando una
península de cerca de mil leguas de circunfe-;
rencia cortada por altas montañas que la pro-
porcionan diversos temples; pero el aire es^
en muchas partes corrompido por las exhala-
ciones de los pantanos. Por esta razón las ciu-
dades están colocadas á las orillas del rio; y
la tierra adentro está todavía habitada por
tribus salvages. La Guayana da pasto á gran
número de. ganados, y sus principales pro-
ducciones son el tabaco, el añil y el algodón.
San Tomé de Angostura, que es la capital^
tiene un puerto sobre el Orinoco, cuyo rio la
separa en este.sitio de los llanos de Barce-
lona y de Cumaná.
Piar abría la marcha, y Bolivar le seguía con
el grueso del egército. Mientras estos atrave-
saban el Orinoco, el almirante Brion, que
venia desde Margarita, subía rio arriba con una
escuadra. Los Españoles echados y persegui-
dos por tierra, se ven muy luego precisados
á encerrarse en la capital, y Brion les cortó
toda comunicación marítima desde ella. Allí
estuvieron bloqueados rigorosamente por es-
pacio de tres meses, pasados los cuales la guar-

DE LA COLOMBIA. 17J

nicion y los habitantes realistas, queriendo
salvarse de los horrores del hambre, se mei
tieron en unas flecheras, barcos largos y lige*
ros,armados con uno ó dos agriones y capaces
ijada,uno de llevar, cuarenta ó cincuenta .hom-
bres. Solo una parte de ellos pudo abrirse; paso
por la flotilla republicana. La evacuación de
San Tómese verificó el dia 17 de julio. En pocos
díasse acabó la conquista de La Guayana, donde
tenian los independientes muchos recursos en
víveres, armas y municiones. –
Otros buenos sucesos, aunque menos im-
portantes, obtenidos en varios puntos, aproxi* –
maban las fuerzas y facilitaban así el mejor
uso de ellas. En i° de agosto de 1817, Bo-
lívar y Piar tenian seis mil hombres en La
Guayana; el general Marino mandaba dos mil
en Cumaná; otro cuerpo, á las órdenes de
Bazas, ocupaba también en esta provincia la
ciudad de Maturin; Monagas y Saraza corrían
los llanos con dos ó tres mil indios y zambos^
la gente de á caballo de Paez, que eran unos
tres mil, contenían la provincia de Varinas*
y estaban á mano para sostener, los patriotas
que Pérez habia juntado en los llanos vecinos
á Casanaro.
La ausencia de Morillo favorecía esta sitúa*
cion de cosas.5 Por otra parte los Españoles,

i74 HISTORIA.

batidos muchas veces por Paéz, é inquietados
por las guerrillas, pero manteniéndose en po+
sesión de las fortalezas y ciudades marítimas,
no habian abaritonado sino campos asolados;
y aunque todas sus fuerzas reunidas no llegan
bani 13,000 hombres, podían conservar una
respetable defensiva contra los grupos depa»
triotafc *que se precipitaban desde centenares
de leguas para atacarlos en sus posiciones. Por
nuestras guerras de Europa no podemos for-
marnos sino muy ligera idea de estos moví*-
tiientos hostiles, que son una especie de cor-
derías en un desierto.
i La isla de la Margarita, arsenal de los repu-
blicanos, y foco de sus relaciones exteriores j
agotaba sus esfuerzos y ajaba el orgullo de
(VIorillo. A mediado julio habia ido este contra
^Ua con veinte buques y 3,5oo hombres, de los
buales perdió parte en el desembarco. Luego
jpie se apoderó de los primeros puestos,quiso
negociar, pero fueron desechadas sus propo-
siciones. Gobernaba la isla Gómez, y los Mar-
pantanos habian jurado no dejar al enemigo
lino un terreno cubierto de sangre, y así se
presentaban de dia en dia mas esforzados y
mas violentos. Sus falanges .disminuidas es-
peraban una batalla decisiva, cuando varios
gritos de alegría anuncian que habia salido al

DE LA. COLOMBIA. t75

mar la flotilla española; sin duda que Morillo
sorprendido de una resistencia tan desesperada,
abandonaba esta segunda Esparta, después de
un mes de heroísmo y de carnicería, (17 de
agosto-)

LiOOQle

176 HISTORIA

CAPITULO IX. ,
. dirigiéndose acia el
Sombrero, lugar á 18 leguas á la parte del
norte, atravesando un camino áspero y res-
pirando un aire abrasador; muchos murieron
de sed y de fatiga. Perseguidos por los in-
dependientes, se rehicieron el dia 17 entre
dos caminos muy estrechos, teniendo por
delante un rio vadeabie, pero cuyas orillas
parecían inaccesibles. Esta posición fue ata-
cada y defendida con una intrepidez extra-
ordinaria , y al fin tomada por la guardia de
Bolívar, y los dos cuerpos principales se bá-

ifc HISTORIA

rieron con igual furor. La noche puso fin á
la carnicería, y el éxito hubiera quedado
dudoso, si al dia siguiente no hubiera con-
tinuado Morillo su retirada.
Este principio brillante deslumhró á los
gefes del egército republicano. La acción de el
Sombrero los colocaba á igual distancia de
San Fernando y de la capital de Venezuela.
Por eso dividieron sus tropas: Paez y Cedeno
bolvieron á emprender el sitio de San Fer-
nando, y Bolivar corrió grandes riesgos en
las llanuras de Caracas,’centro de las fuerzas
españolas. Precisado muy luego á hacer frente
á los cuerpos de Calzada , de Morales y de
Latorre, vencedor en muchos reencuentros,
pero vivamente atacado y perseguido por Mo-
rillo que se aprovechaba de la falta cometida
por su enemigo, sostuvo al fin el dia 16 de
marzo, la célebre batalla de la Puerta, largo
tiempo indecisa, y cuya victoria todavía hoy
se reclama por uno y otro egército. Lo que
admite menos disputa es la gloria de Morillo
y la buena dicha de Bolivar: pues habiendo
sido el primero gravemente herido, no pudo
inquietar la retirada de su rival.
Bolivar bolvió á Calabozo en donde le es-
peraba gran número de recursos de provi-
siones y hombres : Paez y Cedeño habian

DE LA COLOMBIA. i83

completado el primer plan de campaña apo-
derándose de San Fernando, y acababan de
llegar para incorporarse bajo las banderas
de la independencia cuatro regimientos de
auxiliares ingleses enviados desde la Marga-
rita y Angostura. La guarnición de San Fer-
nando se había rendido como prisionera des-
pués de una larga y brillante resistencia; pero
su gefe, el joven y valiente Quero, no había
podido obtener su gracia de parte de los de-
fensores de la patria, porque había nacido
colombiano.
No tardó el egército republicano en bolver
á tomar el camino de Caracas, en el cual
halló nuevos peligros y estuvo á pique de
perder á su libertador. Estaba el egército á
corta distancia del enemigo. Un prisionero
español que el capellán de Bolívar había to-
mado por criado suyo, se escapa una noche
y corre á indicar al coronel realista López, el
parage donde descansaba el general sin mas
compañía que tres personas. Inmediatamente
se da la orden á algunos soldados para ir á
apoderarse del gefe de los rebeldes. Ya iban
á entrar en la tienda cuando Bolívar se des-
pierta al ruido de las pisadas, se sale sin ves-
tirse por el lado opuesto seguido de dos ayu-
dantes y el capellán, que caen alternativamente

i84 HISTORIA

bajo el fuego del enemigo; pero Bolivar se
salvó. Inmediatamente se ponen en pie los
dos campos, se traba la pelea sin ningún pre-
parativo, se lucha, se degüella, y la victoria
queda por los Españoles : el coronel López
murió en la acción.
Sin desmayar por eso los patriotas, se re-
hacen, y marchan adelante acia la capital
consiguiendo ventajas sobre los tenientes de
Morillo : pero este, mal curado todavía de sus
heridas, se presenta de nuevo, y después de
una acción desastrosa para uno y otro egér-
cito el dia a de mayo, buelven los Españoles
á ocupar á Calabozo; evacuándolo pocos días
después para disputarlo todavía. Después de
cuatro meses de obstinada lucha, los dos
cuerpos principales se encontraban en sus
primeras posiciones: Bolivar bolvió á Angos-
tura en julio; mas en su ausencia bolvieron
los patriotas á tomar la ofensiva, y la cam-
paña se terminó ocupando estos todo el ter-
ritorio de Varinas, que por fin abandonó en
agosto el general Calzada á Paez. Al mismo
tiempo Morillo por ir á contener los insur-
gentes de Coro, dejaba los posiciones infe-
riores de la provincia de Caracas. En todos los
otros puntos de Venezuela, habian estado equi-
librados los buenos sucesos y los reveses.

DE LA COLOMBIA. i«5

Solo estuvo constante la victoria á favor
de la flota del almirante Brion. Dueña del
Orinoco, y siempre en comunicación con
la isla de la Margarita y la ciudad de Angos-
tura, suministraba víveres á los patriotas de
lo interior, y cruzaba al mismo tiempo en
las costas septentrionales, teniendo en una
especie de bloqueo los puertecillos situados
entre Cumaná y Puerto Cabello. El 216 de
agosto coronó sus expediciones apoderándose
de Guiria, plaza bastante importante por su
posición en el golfo de Paria. #
La estación de las lluvias había suspendido
las operaciones militares en Venezuela, y ara-
bospartidos igualmente fatigados, ponderaban
sus triunfos. Frecuentemente el orgullo man-
tiene el valor, pero siempre desfigura la verdad.
El resultado mas positivo de toda esta cam-
paña estaba limitado á la toma de San Fer-
nando por los independientes. Por lo que
hace á Morillo había podido convencerse de
que ni el talento, ni el heroísmo, ni aun el
mayor número bastan para vencer un pue-
blo; las guerras de exterminación solo son fa-
tales para los egércitos, especialmente cuando
el territorio, el clima y las costumbres pueden
desbaratar las mas sabias convinaciones mili-

186 HISTORIA

tares. La resolución de sacrificarse por la pa-
tria es indomable.
Es preciso no obstante confesar que todavía
por mucho tiempo hubieran luchado los Co-
lombianos «contra la opresión, si no hubiesen
venido algunos estrangeros á engrosar sus
filas, dirigir bienios golpes/afrontar las en-
vidias , y hasta á padecer la ingratitud de una
multitud ignorante y vana, que no oponía 4 la
táctica española sino una ciega temeridad,
la desesperación ó la fuga. Los Ingleses auxi-
liares, que habían sido llevados los unos por
la codicia, otros por amor de la gloria, y todos
deseosos de encontrar gratitud, se encontraron
por de pronto engañados.Tero la prudencia
y la buena fé de Bolívar han conseguido la
educación de sus conciudadanos : notado él
mismo de haber cometido algunas faltas, se
apresuraba á confesar altamente la superiori-
dad europea, y á elevar á los primeros grados
los estrangeros que se señalaban. A su vuelta
el pueblo justificó las palabras que el presi-
dente Zea habia dirigido el dia 6 de marzo á
varios de los auxiliares irlandeses é ingleses,á sa-
ber : « Seáis bienvenidos, ilustres defensores de
la libertad! Nuestros marinos han salido á reci-
biros, y su gefe Brion que es estrangero como

DE LA COLOMBIA. 187

vosotros, puede decir si sabemos apreciar á
los valientes de todos los paises asociados á
la causa de la independencia.» Bolívar buscaba
también el modo de hacer perder á las hostili-
dades su carácter atroz, prohibiendo á sus sol-
dados , bajo severas penas, el matar á ningún
enemigo después del combate. Los Españoles
no le imitaron. El les envió muchas veces sus
prisioneros, sin poder nunca conseguir un
cange.
Así es como esta campaña de 1818, califi-
cada de brillante por ambos egérciios, tuvo
consecuencias morales mucho mas importan-
tes que la toma ó el abandono de algunas ciu-
dades; despertó la atención del mundo ci-
vilizado , y dio á los Colombianos una opinión
pública, un orgullo nacional. Los succesores
de Felipe IIa, y del duque de Alba, llevando
en su mano el hierro y el fuego, encontraban
allí otras Provincias Unidas que defendían y
proclamaban su libertad sobre ruinas; en to-
das partes había espectadores atentos á este
drama, y cualquier pueblo se hace grande *
cuando el universo lo está mirando.
El presidente Zea decía en una proclama:
« Yo no concibo porque fatalidad permite la
Europa que subsista un gobierno que tiene la
estúpida insolencia de insultarla, restable-

188 HISTORIA

riendo la inquisición y otras instituciones in-
humanas á la presencia de la Sociedad Real de
Londres, del Instituto de Paris, y de cien aca-
demias y universidades…» Esta frase, que por
desgracia parecerá demasiado ingenua en el
antiguo continente, prueba al menos, cuanta
emulación y cuanta confianza inspiraba á los.
Americanos el considerar que la Europa tenia
los ojos puestos en ellos.
En fin comenzaban á poderse contar entre
las naciones. En julio del mismo año recibie-
ron en Angostura á M. Irving, enviado oficial
de los Estados Unidos, y poco después dos
comisarios venezuelanos, que solo estaban tole-
rados en Nueva York, fueron reconocidos por
el gobierno de este pais. Ya empezaba Mén-
dez, que hacia tiempo estaba como agente
secreto en Londres, á tomar el título de en-
cargado de negocios de Venezuela y de la
Nueva Granada. Las reclutas, las compras de
armas y equipages de egército que se hicie-
ron entonces por cuenta de la república, han
constituido una gran porción de su deuda,
pero la han salvado.
Desde la buelta de Bolivar á Angostura rei-
naba una actividad prodigiosa en todos los
ramos de la administración, y las operaciones
exteriores tenian los sucesos mas felices. El

DE LA COLOMBIA. 189

almirante que acababa de desembarcar ocho
mil fusiles, municiones, y soldados, solo es-
peraba una señal para hacer salir de la Marga-
rita una flotilla bien armada. Bolivar creyó
estaba en el caso de intentar una segunda
campaña en aquel mismo año. Su proyecto
era continuar el sitio dé Cumaná comenzado
por Bermudez, y estrecharle con vigor ayu-
dado de Marino, mientras duraban las inun-
daciones de los llanos; con esto el enemigo
seria llamado acia las costas por el almirante
Brion, y el infatigable Paez, dueño del Apure,
favorecía la marcha de los patriotas sobre
Nueva Granada, cuya libertad era fácil, aten-
dido el gran número de descontentos y la
intrepidez de sus guerrillas. La interceptación
de una correspondencia descompuso estos
planes; el gobernador español de Cumaná
se previno contra la marcha de los indepen-
dientes, los atacó de improviso, y aun les
hizo sufrir un descalabro. Con esto ya hu-
biera sido largo el sitio de esta ciudad, se
hubiera mudado el teatro de la guerra, y pe-
ligraban los recursos para la campaña próxima:
por eso Bolivar que había salido de Angos-
tura el dia 26 de octubre, volvió á ella en
ao de noviembre.
Los Españoles por su parte se encerraron en

t$o HISTORIA

sus plazas fuertes, sin recibir socorros de la
metrópoli y luchando, después de los combates,
contra las enfermedades y el desaliento. Solo
Morillo estaba en pie cuand? los restos de
las legiones que habia llevado de Europa lle-
naban los hospitales. Se le veía alternativa-
mente en el cuartel general ó en la capital,
en los pueblos pequeños, y en medio de los
llanos, recordando á sus soldados sus jura-
mentos; y ya por persuasión, ya por fuerza
obtenía las contribuciones de las ciudades, y
alistaba bajo sus vanderas algunos naturales
del pais. De este modo se ponía en estado
de bolver á emprender las hostilidades con
seis mil hombres, fuera de las guarniciones
cuyo efectivo ascendía al mismo número poco
mas ó menos; y para pagar sus tropas hacia
acuñar en Caracas una moneda que solo tenia
curso en la provincia. Cuba, Puerto Rico, y
el virey de la Nueva Granada le subminis-
traban víveres y pertrechos militares. Morillo
servia á su rey con el mismo abandono de
si mismo que el que mostraban los defensores
de la libertad.

DE LA COLOMBIA. 191

CAPITULO X.

Congreso* de Angostura 5 ideas constitucionales de Bolivar.
Libertad de la Nuera Granada y su unión con Venezuela.
Lei fundamental.—Sucesos militares «n 1819 y 1820.

EN el mes de diciembre rompieron las hos-
tilidades en todos los puntos, y en esta oca»
sion los independientes siguieron un sistema
de guerra desastroso para el enemigo, pro-
vocándole continuamente y no empeñando
combate sino después de haberle cansado con
marchas y contramarchas penosísimas, y cuan»
do eran dueños de las posiciones : si el éxito
del reencuentro era dudoso, su inagotable
caballería cargaba á grupa con la infantería
y escapaba. Paez, Cedeño y Monagas, Sa-
raza , Bermudez y Marino, manteniendo siem-
pre sus comunicaciones, ó dispersándose sin
retirarse, maniobraban de este modo desde
ios llanos de Varinas hasta las bocas del Ori-
noco, y desde las riberas del Apure hasta las
montañas de Caracas, formando una linea de
cerca des 200 leguas.

\

rg* HISTORIA

Las partidas se habian engrosado con muchos
millares de Indios, disciplinados y mandados
por oficiales ingleses. Es muy de observar que
los naturales mostraron mas docilidad y ap-
titud mandados por estos estrangeros que
mandados por gefes de origen español; acaso
la vista de un antiguo colono les traía á la
memoria tristes recuerdos, al paso que era
aquella la primera vez que se unían con los
Ingleses, con quienes habian conservado ex-
clusivamente un comercio constante de per-
mutas durante el régimen colonial á pesar de
las mas severas prohibiciones.
En la Nueva Granada los delegados espa-
ñoles parecía que precipitaban una insurrec-
ción general. Los habitantes á quiénes daban
el nombre de gentes de razón, esto es, fieles
á la metrópoli, eran tratados y tenidos por
sospechosos de rebelión; de suerte que una
multitud de criollos, que hasta entonces ha-
bían servido en el egército realista, viéndose
excluidos de sus grados y empleos, se iban
á formar guerrillas. Unos colocándose á las
orillas de la Magdalena cortaban las comuni-
caciones entre Cartagena y Santa Fé; otros
tenian en agitación las provincias de Socorro,
Tunja, Pamplona y Popayan. El atrapamiento
que habia comenzado á juntar Santander en

DE LA COLOMBIA. 19Í

los llanos de: Casanaro, tenia, ya tal consis-
tencia, que Donato Pérez y el coronel-clérigo
Marino, al frente de dos mil hombres bien
armados, acababan de apoderarse de Poro,
capital de la provincia, y de establecer allí
un gobierno provisional. Por todas partes ame?
nazaba el incendio al vireynato. La situación
y. los nuevos recursos de Venezuela debían
hacer decisiva la campaña de 1819.
Bolivar dirigía todos estos movimientos des-
de la ciudad de Angostura, en donde se ha-
llaba ocupado en los preparativos de «ta
grande solemnidad. Después de haber orga-
nizado todos los ramos del servicio público,
y aplicado sus cuidados á la agricultura, la
navegación y el comercio, únicos medios de
reparar los males de la guerra, había que-
rido fundar la libertad pública. A este fin se
había convocado un congreso general y el
héroe meditaba pagar el tributo de legislador.
Las repúblicas de Venezuela y de la
•Nueva Granada quedan desde hoy reunidas en
un solo estado, bajo el nombre glorioso de
República de Colombia.
ce a° Su territorio comprenderá la antigua
capitanía general de Venezuela y el vireynato
de la Nueva Granada, cuya extensión* total es
.de 115,ooo leguas cuadradas. Se determinarán
sus coafines con toda exactitud.
«3° Las deudas contraidas por ambas re-
públicas se reconocen por la presente ley
.comodeuda nacional insolidum de Colombia^
siendo su hipoteca todas las propiedades na-
cionales, y destinándose á su pago los ramos
mas productivos de las rentas públicas.
¿ « 4° El poder egeeutivo de la república se
ejercerá por un presidente, y en ausencia de

DE LA COLOMBIA. att

este por un vicepresidente. Ambos serán nom-
brados provisionalmente por este congreso.
ce 5° La república de Colombia se dividirá
en tres departamentos principales, Venezuela,
Quito y Cundinamarca, comprendiendo este
último las provincias de la Nueva Granada,
cuyo nombre queda suprimido. Las capitales
de estos tres departamentos serán Caracas,
Quito y Bogotá; queda suprimida la adición
de Santa Fé.
ce 6° Cada departamento tendrá una admi-
nistración superior, y un gefe que provisional-
mente nombrará el presente congreso con el
título de vicepresidente.
a 7° Una nueva ciudad con el nombre del
Kbertador £ofcvz/’, será la capital de la repú-
blica de Colombia; su planta y situación se
determinará por el primer congreso general,
con atención á las necesidades é intereses de
los tres departamentos, y al alto destino que
debe caber á esta rica comarca.
« 8° El congreso general de Colombia se jun-
tará el dia i° de enero de I8?I,en la ciudad de
Rosario de Cucuta, sitio de reunión, que bajo
todos aspectos es el mas conveniente para los
intereses de las ciudades de la república. El
dia i» de enero de i8ao, el presidente de la
república hará la convocación, explicando el

ai a HISTORIA

modo de hacer las elecciones, el cual se arre-
glará por una junta especial y obtendrá la
aprobación del congreso.
« 9? La constitución de la república de Colom-
bia se decretará por el congreso general, al cual
el presente congreso presentará el proyecto.
Esta constitución, así como las leyes promulga-
das por el actual congreso serán puestas inme-
diatamente en egecucion por vía de ensayo.
c io° Las armas y la bandera de Colombia
serán determinadas por el congreso general.
Hasta entonces se usarán las de Venezuela
como mas conocidas.
« ii° El presente congreso suspenderá sus
sesiones el dia i5 de enero de 1820, y desde
entonces comenzarán las elecciones para el
congreso general de Colombia.
« 1 a° Al cesar el congreso quedará una junta
de seis miembros, cuyas atribuciones se fija-
rán por un decreto.
« 13o La república de Colombia será solem-
nemente proclamada en las ciudades y en los
egércitos con fiestas y regocijos públicos. Esta
ceremonia se verificará en esta capital el dia
s5 de este mes, que es la fiesta del nacimiento
del Salvador del mundo, bajo cuya protección
se verifica la unión tan deseada que regenera
el estado.

DE LA COLOMBIA. ai3

• « i4° El aniversario de esta regeneración se
celebrará en adelante como una fiesta nacio-
nal , en la cual, á la manera de los juegos
olímpicos, se darán premios á la Virtud y á
la Instrucción.»
Sin embargo los generales españoles, man-
teniéndose dueños de los ricos territorios de
Quito, así como de Cartagena y de todas las
plazas marítimas del Oeste, mandaban en los
dos extremos del territorio, cuya reunión se ce-
lebraba. Habían convinado sus marchas y sus
esfuerzos contra las provincias centrales, que
si bien animadas del entusiasmo dé una li-
bertad de pocos días, no estaban aun sino
muy poco instruidas en la guerra, y poco
experimentadas en sus vicisitudes. Cundina-
marca se veia amenazada á principios de enero
de i8ao por cinco cuerpos de egército, y dos
generales hábiles, Latorre y Calzada, dirigían
la invasión.
Un hombre superior, Santander, daba ala
muchedumbre atemorizada el egemplo de la
actividad, de la constancia y del verdadero
heroísmo. Habia establecido fabricas de pól-
vora, comprado ó reparado armas, discipli-
nado las tropas, organizado las milicias na-
cionales y creado todos los medios para resistir.
Pero el ataque fue general, y los independien-

ai4 HISTORIA

tes no pudieron en todas partes sostenerlo con
iguales ventajas. La ciudad de Bogotá se aban*
donaba ya á aquel terror funesto que ha hecho
sacrificar tantos imperios á la vanidad de las
capitales. Entonces dio Santander un decreto
que salvó la república, ofreciendo la libertad á
los esclavos que permaneciesen siendo soldados
tres años seguidos* Con esto consiguió el Estado
tener diez mil defensores, y el enemigo les su-
ministró las armas. A fines de marzo ya habian
sido echado á los Españoles mas allá de sus pri-
meras posiciones.
La guerra de las partidas se continuaba vi-
gorosamente en Venezuela, pero sin grandes
resultados. Una victoria de Bolivar, que forzó
á Morales á retirarse desde Calabozo á Valencia,
era la única que habia señalado aquella cam-
paña. Por lo demás los diversos cuerpos se
hallaban en situación aun mas favorable que
al comenzar las hostilidades, y se preparaba
una empresa convinada contra Caracas * mien-
tras el almirante Brion armaba una ilota des-
tinada á bloquear los puertos septentrionales
de la Nueva Granada.
. Pero la independencia adquiría siempre
mayores fuerzas y solidez mas segura que la
de las armas; porque tenia á» su favor la opi-
nipn pública aun en donde dominaban los

DE LA COLOMBIA. »i5

Españoles. En la provincia de Valencia se formé
un proyecto de libertad, dirigido por el alcalde
Guevara, y sostenido por algunas familias de
las mas ricas y principales. Las mugeres coo-
peraban con todo el influjo que ellas tienen
sobre el valor, señalándose entre otras proteo*
toras declaradas la-señora Sandovaly sus hijas,
en cuya casa se tenian las juntas, y la señora
Zavaleta, por cuya mano pasaban los fondos
para pagar los subalternos. Un tal Rosales.,
natural de aquel país., puesto á la cabeza:de
cien hombres arrestados á todo, intercep*
taba la correspondencia de la metrópoli, y
mantenía la comunicación con el estado mayor
republicano. >
A fines de febrero se descubrió que existia
este proyecto, mas no todos los conjurados;
porque los acusados guardaron esforzadamente
el secreto. Morillo, que no podia despreciar
estos nuevos enemigos de la causa real, probó
á conciliar los deberes de la justicia con.los
deseos de la opinión, dando largas al proceso
con toda prudencia y sin pasión. La falta de
pruebas legales hizo poner en libertad muchas
personas, dejando otras bajo la vigilancia de
las autoridades. De veinte y seis acusados de-
clarados culpables, catorze habian sido senten-
ciados á muerte, y los demás á presidio ó

ai6 HISTORIA

destierro perpetuo; pero Morillo conmutó la
mayor parte de las sentencias, y solo hubo
seis víctimas.
£1 alcalde Guevara, cuando ya iba á salir
al suplicio, escuchaba con el mayor sosiego
á los magistrados que le instaban para que
revelase el plan dé una conjuración maqui-
nada contra la autoridad del rey que es una
emanación de la autoridad divina, asegurán-
dole con los mas sagrados juramentos su per-
don y el de sus cómplices. Guevara parecía
estar entregado á una profonda meditación,
y se esperaba que diese algunas luces : pero
él recibió los socorros espirituales y dijo:
Conducidme á la muerte.

DE LA COLOMBIA.

V%i«ri/V> ‘» l\^litT1”l V—11-1-11*1— f–.’^r»-^- » ……fci.ii.»’…
CAPÍTULO XI.
Restauración de la Constitución en España en 1890; — Nego-
ciaciones j armisticio. — Entrevista en Santa Ana.

IsA disposición de los ánimos, la buena
suerte de las armas, la sanccion de una lei
fundamental, todo publicaba el triunfo de la
revolución, cuando un suceso inesperado vino
á consagrar el principio sobre que se fundaba*
La España bolvia á ponerse, aunque parapoco
tiempo, bajo el imperio de las leyes consti-
tucionales.
Seis años de humillaciones y de castigos
no habian logrado sufocar en la Península la
memoria de las instituciones nacionales; y
seis años de esfuerzos impotentes contra las
.colonias no desengañaban todavía el gobierno
de Fernando VII que establecía su política
invariable sobre dos ideas. Quería aquel go-
bierno á un mismo tiempo desterrar de la
metrópoli las virtudes cívicas, y dar un golpe

218 HISTORIA

decisivo á la independencia americana; y á
este fin ordenó el armamento de sus escua-
dras. Se hallaban ya reunidos veinte y dos
mil hombres al rededor de Cádiz; pero estos
hombres estaban mas inflamados del amor de
la libertad que de aquel valor ciego que habia
conservado la España con todas sus supers-
ticiones. La mayor parte de ellos contaban
muchas campañas contra las tropas de Na-
poleón , y parece que podria decirse que la
Francia tiene el glorioso privilegio de dar á
sus mismos enemigos cierta instrucción pa-
triótica.
Bolivar tuvo noticia de estos preparativos
en diciembre de 1819. Inmediatamente dirige
una alocución á los soldados españoles exhor*
tándolos á libertar su patria del yugo en que
yacia, mas bien que dejarse conducir á des*
truir á sus hermanos. Estos estímulos, la pro4
mesa de una alianza y la ambición de ana
nueva nombradia, decidieron el egército; se
insurreccionó y resucitó la constitución hecha
por las Cortes de 1812.
Los ciudadanos salieron con esta ocasión
de su entorpecimiento, y el mismo príncipe
que la víspera castigaba con pena de muerte í
cualquiera que invocaba el pacto social, se
halló imposibilitado de castigar á toda la na*

DE LA COLOMBIA. 219

cion y parecía tener á honor el tomar el tí-
tulo de rey constitucional; dio pues su palabra
de serlo, y reiteró sus juramentos ante los
hombres y ante Dios. La desgraciada España
estaba ya agitada por varias conspiraciones
secretas, por partidos y aun por la guerra
civil; ya habia un egército con el nombre
de la Fe que peleaba por e\ absolutismo,
cuando Riego, Quiroga y otros hombres ge-
nerosos se*sacrificaban poruña muchedumbre.
servil y fanática.
Sin embargo se habia puesto en vigor la!
constitución, y convocado las Cortes; y el
trono inspirado por nuevos ministros confe-
saba publicamente sus faltas y hacia protestas
de su amor por el bien y por la justicia. Se
llamó á los desterrados; se dio libertad á todo*
los presos por opiniones políticas; varias ilus-
las costumbres de las naciones civilizadas. »
Entristece sin duda el oir reclamar de una
manera tan solemne las obligaciones que im-
pone la humanidad; pero los pueblos cultos
deben meditar á su vez varios de los princi-
pios de esta memorable convención, que efec ó por falta de tiempo no sea
posible sepultarlos. Los vencedores están obli-
gados á llenar este sagrado deber, sin poderse
escusar de ello sino en circunstancias graves y
extraordinarias; y entonces deberán avisar á
las autoridades locales para que lo cumplan
por ellos. No se podrán negar los cadáveres que

*3a HISTORIA

reclamase el uno ó el otro gobierno ó los par-
ticulares, y se concederá el permiso necesario
para trasportarlos.
Morillo quiso poner el sello á estas nego-
ciaciones teniendo una entrevista con Bolivar,
quien se prestó á ello inmediatamente, y se
señaló para ella el dia siguiente en el lugar
de Santa Ana, que estaba situado á igual dis-
tancia de los cuarteles generales : el de los
realistas estaba en Caracho, y el de los inde-
pendientes en Trugillo. El gefe castellano fue
el primero que llegó, y aun adelantó la reunión
saliendo á encontrar al presidente de la re-
pública.
Los dos héroes, que poco hace se hallaban
prontos á encontrarse en los combates, llenos
hoy de ardor e¿i la efusión de sus almas, ape-
nas se ven cuando un movimiento simultaneo
los precipita en brazos el uno del otro; y
como hombres dignos de entenderse y de
apreciarse, se dan con sus abrazos mutuos el
mas sincero omenage de estimación y de ad-
miración. Ayudantes, soldados, ciudadanos,
todos se enternecen y se ven arrastrados á la
imitación; cada uno de ellos encuentra un
hermano en el que era su enemigo, y le estre-
cha en su seno; sus lágrimas se confunden; y
no se ve sino una familia. Lloran juntos las

DE LA COLOMBIA. a33

desgracias comunes, se echan al olvido y á
nadie se acusa de ellas.
En la narración de los combates con que se
animó el banquete se alababan con igual fran-
queza las hazañas del uno y del otro partido;
solo se habla de victorias, y como que Se
ignora y no se quiere saber que ha habido ven-
cidos. El odio del despotismo inflama los co-
razones de todos; y se brinda por la libertad.—
Amigo mió, exclama Latorre apretando la mano
de Bolivar, yo bajaria contigo hasta el infierno
en persecución de la tiranía. — Brindóse con
vivas aclamaciones á uña proposición de Mo-
rillo : se levanta este, todo el mundo se apre-
sura á seguirle, y los dos gefes se paran en el
parage donde se habian dado el primer abrazo,
y donde resuelven que se levante una pirá-
mide. Ponen juntos la piedra que debe servir
de base á este monumento de la reconciliación
que se jura en aquel mismo instante, y se pro-
clama por las voces de la felicidad y de la ale-
gría. La noche, que hacia cesar el furor de las
batallas, no pudo poner fin á estos generosos
desahogos. Bolivar y Morillo, á egemplo de
los caballeros sus antepasados , la pasan acos-
tados en un mismo aposento. Por último se se-
paran, y fundados en la inviolable amistad que
mutuamente se juran, anuncian y prometen á

234 HISTORIA

los pueblos unir todos sus esfuerzos para
conjurar 1^ renovación de la guerra, y para
obtener y cimentar la paz.
« Acabo de llegar de Santa Ana (decia Mo-
rillo al señor Pino, miembro de la junt& de
Caracas ). Allí he pasado ayer el mejor dia de
mi vida con el general Bolivar y sus oficiales,
á quienes hemos abrazado todos cordialraente.
Todo el mundo estaba lleno de gozó y felici-
dad. Ni Vm. ni nadie puede imaginarse cuan
interesante ha sido esta entrevista, ni que
grado de cordialidad íntima ha reinado en
ella. El entusiasmo no podía llegar á mas;
estábamos todos como en éxtasis sin poder
dar crédito á tanta unión y fraternidad. Nos
hemos abrazado mil veces : y hemos resuelto
erigir un monumento para perpetuar la me-
moria de tal dia.
Y Bolivar, escribiendo á Morillo tres dias
después de su entrevista, le dice : « Parece,
estimado amigo mió, que se ha hecho una
mudanza total en nuestros sentimientos. Por
mi parte, no hai momento que no me traiga
á la memoria algunas ideas y recuerdos agrá-*
dables por consecuencia de nuestra entrevista.
Me. doy la enhorabuena de haber conocido
sugetos tan dignos de mi estimación. Todos
los míos que han tenido la dicha de conocer

DE LA COLOMBIA. a35

á Vm. y á sus compañeros de armas bar* expe-
rimentado las mismas afecciones. Bjileido con
gusto el manifiesto que Ym. habia publicado,
porque es el elogio de un hombre benemérito
de. s* patria. En nada me ha ofendido porque
sé que el lenguage de la guerra es de etiqueta,
y está recibido coiqo lenguage de convención
para dañar al partido contrario : solólas malas
acciones deben incomodar á los hombres que
piensan bien. »
Sin embargo el pueblo y el egército no to-
maban parte sino débilmente en la satisfac-
ción del libertador. Se experimentaba cierto
disgusto al pensar que estos dulces desahogos
del espíritu eran condenados por ia severidad
de los deberes. El entusiasmo, que es una
especie de enagenacion del ánimo, es princi-
palmente fatal á los representantes de los pue+
blos á quienes rara vez les es lícito el ser
hombres. Arrastrado de sus agradables re-*
cuerdos, Heno de estimación acia las altas
prendas de su adversario, algo.engreído quizá
de tratar de igual á igual con un delegado de la
metrópoli, habia Bolivar concedido á sus an-
tiguos compatriotas un armisticio evidente-
mente contrario á los intereses de una nueva
república. Muy inmediatamente se empezó á
hablar en Santa Ana de sus grandes deseos

a36 HISTORIA

de la reconciliación y de la paz. Restaba sa-
ber á que precio se conseguirla.
Toda la diplomacia de la independencia se
puso de manifiesto en aquella respuesta, dada
unánimemente á la primera apertura hecha
por Morillo :« No se admitirá negociación al-
guna sino tiene por base el reconocimiento
de la república » ; y si bien el pueblo colom-
biano apenas habia tomado su lugar entre las
naciones, percibía ya sin embargo que hay en
política un puntillo de honor, que quizá es
una preocupación, pero que es tan poderoso
como el que conduce en un desafio la espada
de un amigo al corazón de su amigo, de quien
se considera ofendido. Hubiera sido indigno
de la metrópoli el reconocer la independencia
en fuerza de un ultimátum semejante, y toda-
vía mas indigno de parte de los republicanos,
él solicitarla de otro modo. La independencia
no se estipula; se conquista.
Así pues, cuando era inevitable la continua-
ción de la guerra, se invocaba una paz que no
podia ser sino la reunión de ambos pueblos,
bajo la constitución de las Cortes : y tal era el
único pensamiento de Morillo y de todos losEs-
pañoles, los cuales celebraban como un triunfo
común la restauración de la libertad constitu-
cional, al paso que los republicanos guarda-

DE LA COLOMBIA. *37

ban en el fondo de su corazón él juramento de
una separación eterna. No se apuraba pues la
cuestión con lo hecho hasta allí; pero ade-
mas de haberse salvado los realistas con la
suspensión de las hostilidades de un desastre
inevitable, se les dejaba también por resultas
de la intimidad de las relaciones la ventaja de
explicar intenciones mas rectas.
Es indudable que no habia habido incerti-
tumbreni hesitación en la voluntad de una in-
dependencia nacional y soberana; pero la en-
trevista de Santa Ana tan tierna y tan honrosa,
aunque tan imprudente como el armisticio, dio
á las operaciones succesivas toda la debilidad
propia de las reconciliaciones domésticas. Pa-
reció cosa estraña que el presidente de la repú-
blica escribiese al general Morillo : « Yo me
lisongeo que Ym. contribuirá mucho á acla-
rar los negocios de América, y que los informes
que Ym. dará producirán algún resultado bene-
ficioso á la desgraciada provincia de Yenezuela.
Vm. ha sido nuestro enemigo; y hoy os im-
porta ser nuestro mas fiel amigo; porque de
otro modo nosotros abandonaríamos nuestras
promesas de Santa Ana, y echaríamos por tierra
hasta sus mas hondos cimientos el monumento
de nuestra amistad. Nuestros enviados tienen
todos los poderes necesarios; y si el gobierno

238 HISTORIA

de S. M. quiere la paz, puede esta concluirse
de un modo satisfactorio para todos , aun an-
tes del mes de junio. Yo me he tomado la li-
bertad de dirigir al rey una carta felicitándole
de su subida al trono del amor y de la ley, y por
el feliz dia en que se ha dejado ver la gloria
de los monarcas del mundo, presentando á
los Españoles el cetro de la justicia, y á los
Americanos el iris de la paz. Le ruego que
escuche con indulgencia la voz de-Colombia
que pide una existencia política. »
Al fin cedió el entusiasmo $ la razón polí-
tica. Como sucede siempre en semejantes cir-
cunstancias, se suscitaron muchas dificultades
en la egecucion del armisticio, y el pueblo
mismo hizo que sus intereses hablasen mas
fuerte que las afecciones particulares. Solo se
perdió una campaña.
Conociendo Morillo la situación respectiva
de uno y otro partido, y viendo que se veria
precisado á volver á desenvainar la espada
contra el héroe que habia llegado á ser sn
amigo, había solicitado que se le exonerase de
aquel mando; y habiéndolo conseguido, dejó
la América el dia 17 de diciembre de % 8ao,
después de haber dado honor por espacio de
cinco añosa su título de subdito con las pren-
das y abandono de sí iitismo, propias de un

DE LA COLOMBIA. a3g

hombre libre. El general Latorre, que le habia
ayudado muy dignamente, quedó encargado
solo de dirigir los nuevos esfuerzos de la me-
trópoli, y de ser el testigo de sus últimas é
irreparables derrotas.

a4« HISTORIA

CAPITULO XII.

Nueras reuniones de territorios á la República.—Rompimiento
del armisticio. — Batalla de Car abobo, decjg$^«en favor de
■ la independencia de Venezuela.—Deliberaciones? del Con-
h\g¡£$o ^ pjJ)(¿cafiion del Acta cqnstit^Qi^l^

NmGüir cálculo humano presentaba ya re*
sultados favorables á la metrópoli : en los
parages donde^c^v^^gercia su poder, se
iba extinguiendo este conlq si estuviera con-
denado por Solo el tiempo, y sin merecer
que los pueblos se pusiesen en insurrección
contra él. …
El general San Martin y el almirante Co~
chrane combatían á este tiempo para dar la
libertad al Perú, y se encontraron por lo
mismo en posición conveniente para estable-
cer algunas inteligencias en las provincias de
la Nueva Granada, situadas al sur de la línea.
El dia 9 de octubre de 1820 la opulenta
Guayaquil, fiel hasta entonces á la España
así por egoísmo como por afición, distante

DE LA COLOMBIA. i^x

cerca de cuatrocientas leguas del principal tea-
tro de la guerra, y protegida por Quito contra
los movimientos de Cundinamarca, proclamó
su independencia; verificándose este aconte-
cimiento bajo la dirección de los patriotas
– Villamil y Toro, sin alteraciones, sin sangre,
y por la fuerza de la opinión pública.
Cuenca, situada al sud-este de Guayaquil^
dio tres meses después igual egemplcv
• Por lo que hace á Quito, que habia sido el
primer punto donde habia habido una junta
insurreccional en 1809, como habia sido des-
pués asolado aquel territorio por el terror y
reacciones sangrientas, no podia bolverse á en-
cender, allí el espíritu de libertad sino lenta-
mente; y ademas esta rica y extensa provincia
á que se habia conservado el título y prero-
gatávas de reyno, la conservaban y defendían
los Españoles como su última esperanza. Sin
embargo, al enviarse algunas tropas de Guaya-
quil; pais que por su propia conservación
empezaba á ser belicoso, perdió también la
metrópoli los distritos de Quaronda, de Rio-
bamba y de Hambato, que eran las fronteras
meridionales de la provincia de Quito.
No se conocía el armisticio en estos parages
como que todavía no se habia hecho l£ guerra
en ellos; pero la opinión pública que hacia
16

HISTORIA

también conquistas durante la suspensión de
armas, forzaba al mismo Bolivar á bolver á
reflexionar sobre este tratado oneroso. Que
utilidades, le decian, sacamos nosotros dé él ?
Mas bien debemos temer sus consecuencias.
Porque el reconocernos como nación sufrirá
una resistencia invencible departe del gobierno
español, el cual no hace sino ganar tiempo

estado de continuar la^guerra.

Los habitantes, los oficiales y soldados, los •
legisladores, todos están asustados con nuestra
inacción. Todos ellos saben que á la parte del
sur podiamos tener ventajas incalculable?; que
Cartagena, cuyos almacenes se están llenand*
actualmente, iba á rendirse cuando se ha
cesado en la pelea; que las provincias de Rio
Hacha y de Maracaibo estaban prontas á re*
Cibir nues’tros soldados; y todos ellos ven que
á la parte del este, nuestras tropas padecen
hambre, y que así en las costas como en las
márgenes del Apure, perecen por lo insalubre
del clima; y en fin todos estamos convencidos
de que este lamentable tratado no es benefi-
cioso sino á los Españoles.
Bolivar comunicó estas quejas y murmura-
ciones á Latorre, manifestándole que le era im-
posible acallar á sus camaradas y á sus con*
ciudadanos, sino se les concedía por vía de

DE LA COLOMBIA. ¿43

indemnización la entera ocupación de las pro-
vincias de Cumaná, de Rio Hacha y de Mará*
caibo. Pero Bolivar que firmaba en Bogotá el
dia *5 de enero esta proposición, ignoraba
que en? aquél misino instante se conseguía á
ciento cincuenta leguas de ftHfyla mayor parte
de lo que pedia, sin que interviniese encello
fe! general español.
A mediados del año anterior, tazando «1
alboroto’de tos Irlandeses por sus pagas habia
obligado á abandonar la ciudad de Rio Hácha^
se habian propuesto k>s patriotas volver tetífere
éSa por Santa Marta, plaza marítima qqe de-»
ftetode toda aquélla costa, y una de las ¿h**
dades que mas tiempo permaneció decidid^
por la causa real. Algunos meses después,ha-
biendo puesto el almirante Brion bloqueo á
Santa Marta, y amenazándola por tierra el
general Montilla, abrió esta ciudad sus puertas
á la primera intimación que se la hizo el
dia f 1 de noviembre; y solo el fuerte de la
Etenega, situado á cuatro ó cinco leguas de
la ttiudad:, iósttrfo el asalto de los patriotas.
Entonces se disponían estos á apoderarse de
Rio Hacha, en donde el partido de la inde-
pendencia solo esperaba un ataque’de la parte
dé afuera para declararse, cuándo se hizo el
armisticio. Mas esta novedad no produjo efecto

¿44 HISTORIA

ninguno en el espíritu del pueblo, y toda esta
provincia se entregó libremente á la república
fen enero de I8*I«
Siguióse la notable defección de Maracaibo,
el dia 28 del mismo mes, la cual era mas di-
rectamente opuesta al armisticio. Los cauda-
danos protestaron en su nombre contraía au-
toridad española, poniéndose al frente de este
movimiento algunos oficiales y magistrados
realistas. Invocaron la protección de los pa-
triotas , quienes estaban prontos á conce-
dérsela 2 el coronel Heras, destacado del cuerpo
del egército que mandaba Urdaneta en aquellas
inmediaciones, vino inmediatamente i tomar
posesión de Maracaibo, ciudad rica y comer-
ciante, que tenia veinte mil almas de pobla-
ción : esta era la primera vez que entraba en
la unión republicana. v
Bolivar desaprobó de ofioio la conducta de
sus generales; pero satisfecho en su interior
de una infracción que se justificaba por la
salud pública, añadió á los otros motivos
de rompimiento la proposición de arreglar el
tratado según las nuevas posiciones. El gene*»
ral español, que no se hallaba en estado de
sostener de pronto las hostilidades, dio mues-
tras de querer negociar; de una y otra parte
se nombraron comisarios-, se dieron explica-

DE LA COLOMBIA. *£5

ciones sobre lo ocurrido en Maracaibo, y se
entabló una correspondencia, que si bien era
útil por el tiempo que dejaba para continuar
los preparativosera con todo muy expuesta
por cuanto enredaba á un guerrero de buena
fe en las sutilezas de’la diplomacia; Por lo que
hace á las culpas que se echaban en cara á los
Españoles, ninguna podia atribuirse á Latorre
mediante su notorio honrado carácter. Estaban
reducidas A que» algunas bandas realistas ha-
bían incendiado los campos de Varinas, que se
habia preso y -pasado por las armas á un tal
Villasana, acusado de haber querido asesinar
al heroico Paez; pero en todos los egércitos
hay vagabundos 9 y todos los partidos tienen
fanáticos que los deshonran.
* En fin el dia lo de mareo de i*8ai, hizo
saber Bolivar al succesor de Morillo el argu-
mento mas cierto contra subsistencia del
tratado. « Como la necesidad,- le dijo, es la
ley primitiva y la mas obligatoria, me encuen-
tro* forzado» á sugetarme á ella bien á pesar
mió. Entre los dudosos resultados de una cam-
paña, y la certeza del sacrificio-del egército
por el hambre y las enfermedades, no queda
lugar á la elección, y me veo* en la obligación
indispensable de ó hacer la paz; ó pelear. Si el
gobierno español desea la paz ha tenido ya

a¿6 HISTORIA

tiempo bastante para decidirse, autorizando
comisarios para tratar de ella sobre la única
condición que es admisible, y que hemos pro*-
clamado de diez años á esta parte.;’ esto¡ es,
la independencia. Estamos en el caso previsto
en el tratado de armisticio, y yo os lo notifico
con dolor, á contar desde la facha en 7

4*8 BKmOHUx
necesidades de la república. Ni habrá otras
que Ja* que hayan sido propuestas y conseno
tidas por vuestros representantes.
« £1 poder egecutivo, colocado de cuatro
en cuatro años en las manos del masdignot,
velará por ta seguridad interior y exterior» dé
la república. E» él se ponen todos lo& are*
dios para ser útil y benéfico, y ninguno pana
oprimir. La agricultura, el .comercio y la in-
dustria, la educación publicarlas ciencias y la*
artes, en fin todos los.manantiales-de la pros*
peridad pública serán abundantes bajo una>
administración prudente y sabia. . i
« Ant* el poder judicial ni k intriga tendré
feterza* ni la riqueza valimiento1 En él hallará
el iiwcente-su salvaguardia, y el cuipablesiteas?
tigo. Él hará que todo preste omcnage a laleyui
« El congreso general cree haber fundad»
la grandeza de la nación; pera los miembros
del gobierno serán elegidos- por vosotros. MCH
ditad bien, Colombianos, vuestras ^lecbioñes;
tomad por bases ¿mnutahlei del edificio qtiebw
beis levantado, el valor, eloaber, y las vúrtudes.»
El mismo congreso, al llenar e| encargo qué
le hacia la constitución de elegir los primeros
senadores, dio el egemplo de la prudencia en
sus elecciones. Todos los elegidos habian me-
recido la gratitud nacional. Entre ellos se das-

DE LA COLOMBIA. ¿5g

tinguían Tíariño, uno de los veteranos dé lá
independencia y el primer libertador de Cun-
dí namarca, que habia salido de las cárceles
de Cádiz en i8aó, y era entonces vicepresi-‘
dente de la república; Paez, héroe* de loé
tiempos maravillosos; Marino, general ilustre;
y gran ciudadano después que hubo recono-
cido la falta en que incurrid por su ambición;
Urdaneta y Sucre, ambos los cuales encontrad
batí la gloria en ios consejos y en él campo de?
batalla; los eclesiásticos Cuervo,, Ramón Men-*
dez, María Briceñó, Manuel Rebollo, que* sa-
bias unir la religión con la filosofía. Pero fal-
taban ya dos hombres que hubieran’ dado ho-
nor á este cuerpo:’ la patria* acababa de perder
al presidente Rosció y ai almirante Brion;
aquél célebre por sus Virtudes* cívicas, y eüttí
inmortal por sfei sacrificio generoso á favor del
pata q-ue fe habia adoptado. -..>«•■.: t
Bolivar, pi-esidente* de la república desdé
ía fundación de esta, egercia ya’con impa-
ciéntete: una dictadura, que Consideraba peK-*’
grosa para-sus conciudadanos r tío porque él
se tuviese por bástante débil ^paftrá oprimirlos
en ningún tienlpo; smo porque su generosa1
previsión le hacia temer siempre que habi-
tuándose el pueblo á la autoridad détm hoinbre
sold,se ‘descuidase en atender á otros hom-

GoOgl
mismo que él hubiera propuesto. Muy ten breve
parecía que las preocupaciones y los tenores
se. habian disipado en los ánimos de .la mu-
chedumbre , los criollos qu$ formaban paste
de la guarnición .pidieron pasar á servir bajo
las banderas de la república, y los habitan-
tes se mostraban ufanos con el* título de ciu*-
dactanos libres.
No obstante el pueblo de Pasto, joven para
la revolución, se dejó seducir por algunas
frailes sediciosos, y á pocos meses de su reu-
nión , afectaba echar menos las leyes de la
metrópoli. El mismo obispo que habia predi*
cado la concordia, empleaba entonces todo

GQOgl el héroe de la América subecua-
torial, tan grande, pero menos feliz, comotíl
héroe de Venezuela, habia comenzado la edu-
cación patriótica de Buenos Aires, de Chile y
del Perú; pero afligido demasiadamente con
las disensiones y las injusticias que son tan
comunes en naciones nuevas, resolvió Confiar
á Bolivar el dar cabo á sus nobles designios.
Estos por otra parte tenian intimo enlaze con
la política del libertador, porque nadie podia
estar seguro mientras pisase el suelo ameri-
cano un egército español. Consiguiente.á una
entrevista que tuvo San Martin en Guayaquil
con el presidente de Colombia, y con el con-
sentimiento del congreso de cada cual de estog
dos países, el general Sucre, que acababa de
vencer en Quita y fué áLima ai.freríte dé tres
mil hombres. Bolívar, habiéndose detenido al-
gún tiempo por los sucesos de Pasto, se juntó
con él el año siguiente, en septiembre de
i8i3, con tin cuerpo de tropas mas consi4
derable , y que recibió después varios re-
fuerzos.
Varia fue á los principios la fortuna de esta
otra guerra de la libertad, porque las turbu-

DE LA COLOMBIA. 271

ferias’interiores favorecíanmucho á las fuer*
aas del enerriigo. Pero el congreso peruano,
anteponiendo la salvación común á las rivali-
dades particulares, y penetrado de lá verdad
de que los pueblos se deciden enteramente
cuando hay entusiasmo por los hombres de
gran nombradla, se resolvió á poner la dic-
tadura suprema en manos del presidente de
la república colombiana, y muy luego el an-
tiguo imperio de los Incas sacudió el yugo
que le oprimía. Su independencia fué procla-
mada definitivamente el dia 9 de diciembre
de ifc*4 en d campo de ¡batalla de Ayacucho,
donde ‘ seis mil patriotas aliados, y mandados
por el general Sucre, quedaron Vencedores de
diefc mil realistas. kodil, qué era el Morales
del Perú-, ya iaose defendía sinOenelCallao,
fortaleza que mantuvo; sin hacer caso de los
tratados^ -hasta principios de 1816. . .
• – Bolivar pintaba las diversas situadories del
territorio que acababa: deponer en libertad y
en los términos siguientes:
‘ « PertiatiOS; ha llegado el tiempo ‘en qué
debo cumplir la palabra que os tengo dada
de abdicar la dictadura- en el mismo dia>en
que la victoria hubiese fijado vuestra suerte.
El Congreso del Peni se juntará el dia 10 de
febrero próximo, aniversario del dia en que

27* HISTORIA

por decreto vuestro se me dio la autoridad
suprema. Yo bolveré entonces al seno de la
asamblea legislativa que me ha honrado con
su confianza. Mis palabras no son vanas
jamás.
a Peruanos; vuestro pais ha sufrido grandes
desastres militares. Las tropas que le defendían
ocuparon las provincias libres del Norte é hi-
cieron la guerra al congreso. La marina no qui-
so obedecer al gobierno. El expresidente Riva
Agüero, alternativamente usurpador, rebelde y
traidor, peleó contra su patria y contra vuestros
aliados. Las tropas auxiliares de Chile, aban-
donándonos malamente, nos privaron de su so-
corro, Las de Buenos Aires, amotinándose con-
tra sus gefes en la plaza del Callao, entregaron
al enemigo esta fortaleza. El presidente Torre-
tagle, excitando á los Españoles á ocupar esta
capital (Lima), consumó la destrucción del
Perú. La discordia, la miseria, el descontento
y los intereses personales habian extendido á
todas las partes del territorio su funesto in-
flujo. Parecía no existir ya el Perú : todos sus
lazos sociales estaban disueltos.
« En tan terribles circunstancias fué cuando
el congreso me nombró dictador para salvar
sus últimas esperanzas. La buena fé, la cons-
tancia y el valor del egército de Colombia han

DE LA COLOMBIA. 273

concluido esta admirable empresa. Los Pe-
ruanos , enmedio de esta guerra civil, reco-
nocieron el gobierno legítimo é hicieron in-
mensos servicios á su patria, mientras que las
tropas que los protegían se cubrieron de. glo-
ria en los campos de Junin y de Ayacucho. Las
facciones han desaparecido para siempre del
territorio .peruano. Esta capital ha recobrado
para siempre su libertad. La plaza del Callao
está atacada, y se nos debe entregar según
lo estipulado en la capitulación;
, «Peruanos, la paz ha succedido á la guerra,
la unión á la discordia, el orden á la anarquía,
la felicidad Á la mala ventura. Pero no olvi-
déis nunca, os lo ruego, que todos estos bienes
los debéis á los ilustres vencedores de Aya-
cucho.
a Peruanos, el dia en que se junte vuestro
congreso será un dia de gloria; será él día que
coronará cuanto mi ambición pudiera desear;
No exijáis mas de mi. »
Sin embargo Bolivar deseado por todos á –
competencia con los Colombianos, como, el
único americano á quien la gratitud de los
pueblos no permitía ya vivir para sí solo, se
Vio por decirlo así forzado á conservar toda-
. via por algún tiempo en su manó el poder
supremo : porque los Peruanos querían tam- •
18

>

a74 HISTORIA

bien que el legislador afianzase la obra del
héroe. Por su parte el general Sucre, que ha-
bia quedado al frente de sus indomables fa-
langes, marchó acia el Alto Perú, arrojó de allí
el enemigo, proclamó la independencia; y allí
fue donde, por una especie de homenage
filial, los pueblos consagraron su nacimiento
como nación, dando al territorio el nombre
de sus libertadores (i).
De estemodOjla unión republicana que había
sido fundada por las armas, se fortificaba con
tratados. Los estados de Washington, Mégico,
Goatemala, el Perú, Chile y Buenos Aires,
hechos ya aliados respectivamente de Colom-
bia , sentaban ya las bases de ese otro acto
mas solemne y augusto, en que todos los pue-
blos de América se afianzarán unos á otros su
independencia de cada uno de ellos y de todos:
hablo del congreso de Panamá, grande y noble
idea del libertador, donde se renovará para
el Nuevo Mundo la asamblea antigua de los
Amphictiones.
Pero no podia llevarse á efecto este designio

(i) Seis provincias de cerca de un millón de habitantes, y
que dependían antiguamente de Buenos Aires, forman la re-
pública de Bolívar. Su capital llevará el nombre de Sucre
(I8Q6).

DE LA COLOMBIA. 375

de una alta política, sino después déla libertad
total de las provincias americanas ; y Cuba,
Puerto Rico y las islas de Chiloe (1), sufrían aun
el yugo español, y al mismo tiempo el Brasil
estaba sumiso á un príncipe portugués (a)«
De esta manera Colombia, constante en los
dos obgetos de que se había encargado, y
acaso llevada demasiado pronto de su celo,
continuaba armándose para afirmar su líber-
tad por medio de la conquista de la indepen-
dencia general, al mismo tiempo qué nego-
ciaba, en los otros países, los medios de
vengarse todo un emisferio del desprecio con
que le miraba el antiguo continente.
El rey de Inglaterra, cabeza de una nación
libre, se ha declarado públicamente el aliado

(1) El archipiélago de Chiloe, puesto en libertad á princi-
pios de 1826, ha agregado á la república de Chile al rededor
de cien mil habitantes. A esta época no habia ya un solo
etpañol armado en el continente del sur; pero el gobierno de
Madrid enviaba fuerzas á Cuba, y aun amenazaba á Carta-
gena.
(2) Acia la misma época (mayo de 1826), el emperador
del Brasil daba una constitución liberal á sus pueblos. Pero
aquel senador colombiano, que poco antes de publicarse esta
carta DO veia sino una anomalía en la existencia de un trono
en medio de tantos estados libres, podría acaso decir hoy que
la constitución de don Pedro no puede producir sino una tregua
en la lucha del sistema republicano ‘contra el monárquico.

276 HISTORIA

de la república, y ha recibido- sus embaja-
dores. Otros monarcas de Europa dejan que
las necesidades comerciales vayan preparan-
do las concesiones de una rancia política (i).
Por lo que hace á la España , humillada ,
pobre y dividida intestinamente, inferior á
sí misma desde que en i8a3 se rindió al po-
der y despotismo monacal, impotente ‘ en
armas, y llevada al punto de no conservar
sino el idioma castellano por único testimonio
de su dominio de ultramar, implora en vano
los auxilios estrangeros contra sus pretendidas
colonias: cuando un imperio está derrocado,
no puede contar con aliados ningunos, y si
la gloria española, ya apagada tiempo hace en
Europa, puede renacer mas grande y mas pura,
ha de ser en los parages mismos adonde la lle-
varon sus primeros fundadores : sus hijos, es-
forzados como ellos, pero magnánimos, honran
por fin la memoria de Colon, ensalzando esta
república ya poderosa, admirada en el mundo
antiguo, y respetada en el nuevo, cuya gloria

(i) El reconocimiento de oficio de la república por la Ingla-
terra fue en a de enero de I8Ü5- La Holanda hito r*a en i8?4
un tratado de comercio con Colombia. La Francia y varias
otras monarquías tienen agentes comerciales acreditados cerca
de la república.

DE LA COLOMBIA. 1177

resplandece en ella, y cuya suerte futura de-
pende de ella también.
Entonces mismo, cuando la guerra de la
independencia se hacia allá lejos por el ilustre ‘
libertador, este modelo tan nuevo del verda-
dero heroísmo, ufano siempre con el título
de ciudadano, demasiado grande para aspirar
al de dueño, entonces es cuando se presenta
Colombia fortalecida con unas instituciones
que no hacen depender la salud del estado de
la fortuna de un hombre, feliz en su interior,
y anhelando los triunfos de la paz; la ins-
trucción se extiende á todas las clases; las
costumbres se purifican; se disipan las preo-
cupaciones ; una noble emulación inspira las
virtudes públicas y privadas; y la agricultura,
el comercio y la industria, hacen conocer á
todos el secreto en que consiste el poder na-
cional. Es cierto que todo está allí en su prin-
cipio , y nada pertenece todavía á la historia;
pero por todas partes se desarrollan á porfía
los gérmenes de una larga prosperidad fecun-
dada con emulación por los ciudadanos y por
el gobierno; y aquellos ricos territorios que
poco há eran el suelo de la esclavitud, y hoy
son la patria floreciente de un pueblo que
sabria defender su libertad como ha sabido
conquistarla, no esperan ya de la Europa otro

278 HISTORIA

beneficio que el de sus mayores luces. A esté
modo Roma llamó las artes de la Grecia cuando
ya no tuvo enemigos que vencer (i).

(i) Varias ocurrencias habian retardado la publicación de
este libro, que estaba ya impreso en diciembre de i8a5. En-
tonces los diarios hicieron recelar algunas mudanzas próximas
en el sistema político de^la América del sur, y se aguardó
algún tiempo t%n el fin de hacer excusable la temeridad de
una historia contemporánea, en cambio del mérito de su opor-
tunidad. Pero no se ha verificado nada notable, y el con-
greso de Panamá, que anunciaba grandes páginas para la
historia, parece que se ha diferido para otro tiempo indefini-
damente ; y las lentitudes y dificultades de su reunión no
son todavía dignas sino de pequeños folletos.
El periodo que hemos descrito está completo , y se presenta
con la claridad que le conviene.
Pero al determinarnos á publicar esta historia de Colombia,
no debemos omitir la especie de insurrección que acaba de
manifestarse en Venezuela contra la ley fundamental del pais.
El ilustre general Paez, como si estuviese cansado de llevar
sobre si una gloria sin tacha, se presenta hoy como un ins-
trumento dócil de una facción de federalistas. Colombia padece
también los errores del patriotismo. Este movimiento sostenido
por pequeñas ambiciones, y envenenado por los zelos y re-
sentimientos personales , no proviene sino de dos causas fáciles
de destruir : la primera es la estraña indiferencia del liberta-
dor que hace tres años tiene abandonadas las altas funciones
de que la patria le ha revestido por estarse egerciendo una
dictadura estrangera$ la segunda es el descuido que ha tenido
en dar cumplimiento al decreto de 1819, que ordenaba cons-
truir una ciudad capital en el límite medio de las dos grandes
porciones que componen la república $ de modo que Bogotá
habiendo quedado como el asiento del gobierno, parece que

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DE LA COLOMBIA. 279
se ha vuelto á apoderar de sus antiguas prerogativas , al paso
que Caracas, cuna de la revolución, se cree desheredada de
los beneficios de ella.
El interés nacional no permitirá que se desenvuelva el ger-
men de disolución que amenaza al edificio común. Vuelva
Bolivar, mostrándose mas colombiano que ciudadano del
mundo, á dar firmeza á lo que él ha fundado, ó si haciendo
el papel de héroe aventurero después de haber sido un hombre
grande, adopta otros imperios, póngase’ la presidencia del
estado en manos mas aplicadas’ á Ütcaptaa .róblica; y el res-
peto á la l^Vj^^j^^yhj^^aerlas armas di -{jfc^Lanos de los
disidentes. Estos recordaran ^^^?frWeh^,d^os^stritos ,
la guerra civil y los triunfos del despotismo nacieron de la
división federal que se adoptó en los primeros dias de la
independencia. Iluminados con estos dolorosos recuerdos , y
juntándose en breve con toda solemnidad en la ciudad que
debe hacer pasar á los siglos futuros la gloria del liberta-
dor , no dudarán – los Colombianos de proclamar con nuevos
juramentos , y juramentos unánimes , aquella constitución
que tiene por base la unidad que ha votado , digámoslo así,
la experiencia como el principio mas favorable al pais , y
del que les ha venido tanta fuerza y tanta gloria. (Julio de
i8a6.)

ACTA DE INDEPENDENCIA
DE VENEZUELA.
/ & DE JULIO 1811.)

EN HOMBRE DE DIOS TODOPODEROSO , IN oso tros ios represmiucuu,**
de las provincias unidas de Caracas , Cumaná, Varinas Mar-
garita , Barcelona, Mérida y Trugillo, que forman la confe-
deración americana de. Venezuela en el continente del sur, juntos
en congreso;
Considerando la plena y entera posesión de nueatros «derechos
que hemos recobrado justa y legalmente desde el 19 de agosto
de 181 o por consecuencia de los sucesos de Bayona y de la
ocupación por conquista del trono de España , como igualmente
por haberse constituido en él una nueva diuastia sin consen-
timiento nuestro $ es nuestra voluntad, antes*de hacer uso de
nuestros derechos de que hemos estado privados por fuerza ya
hace tres siglos , dar á conocer a\ inundo loa’molidos que por
un efecto de los mismos sucesos, nos autorizan para hacer
de nuestra soberanía el libre uso que estamos dispuestos á
hacer.
Con todo no queremos comenzar por alegar los derechos
inherentes á todo país conquistado, de recobrar su estado de
propiedad y su independencia : damos por olvidada toda la
larga serie de desgracias, injurias y privaciones que aquella
conquista ha acarreado á todos los descendientes de los que
descubrieron , conquistaron, y pusieron por primera vez en
cultivo estos territorios , conduciéndolos á una situación em-
peorada por la causa misma que hubiera debido favorecerlos.
Tendiendo pues un velo sobre los trescientos años de la domina-
ción española en América , solo queremos hoy presentar algunos
hechos auténticos y bien sabidos, que hubieran debido quitar
á uno de los dos mundos su derecho sobre el otro por conse-
cuencia del trastorno , desorden y conquista que ha puesto en
disolución la nación española.
Este desorden ha acrecentado las desgracias de la América,
haciendo inútiles su reclamación y sus representaciones , po-

HISTORIA DE LA COLOMBIA. 381

niéndo á los gobernadores españoles en estado de insultar y de
oprimir esta parte de la nación , y dejándola asi sin el socorro y
la garantía de la ley.’
Es una cosa contraria al orden, imposible para el gobierno
de España, y -fatal para el bienestar de la América, el qne la
que posee un territorio infinitamente.mayor, y una población
mas numerosa, dependa y esté sugeta á un rincón peninsular
del continente europeo.
‘ Las cesiones y las abdicaciones hechas en Bayona, las revo-
luciones del EscuTial y Aranjuez,. y las órdenes del lugar
teniente real, el duque de Berg , enviadas a América, bastan
para dar fuerza á los derechos que hasta hoy habian los Ame-
ricanos sacrificado por no romper la unidad y la integridad
españolas.
Venezuela ha sido la primera á reconocer y defender gene-
rosamente esta integridad , á no abandonar la causa de sus her-
manos mientras ha podido conservar la menor esperanza de
salvarse.
La América ha sido llamada á una nueva existencia desde
que pudo y debió tomar sobre sí misma el cuidado de su pro-
pia suerte, y defensa , y la España puede reconocer ó no lbs
derechos de un rey que ha preferido su propia existencia a la
dignidad de la nación en que reinaba..
Todos los Borbones ( de España), han concurrido á las in-
válidas estipulaciones de Bayona, y han abandonado la España
contra la voluntad del pueblo $ .han violado, menospreciado y
hollado los sagrados deberes que, habian contraído para con
los Españoles de ambos mundos , cuando estos , á costa de su
sangre y sus tesoros , ios habian colocado sobre el trono á
pesar de la casa de Austria. Una conducta semejante les ha
hecho perder sus tí tulos , haciéndose incapaces de gobernar un
– pueblo libre que ellos han entregado como si fuera un rebaño
de esclavos.
Los gobiernos intrusos que se han alzado con la representa-
ción naoional se han prevalido de las disposiciones que.la
buena fé, la distancia, la opresión y la ignorancia habian creado
en América contra la nueva dinastía que ha entrado por fuerza
en España* Contra los propios principios que ellos adoptaban,
han mantenido entre nosotros la ilusión en favor de Fernando,
sin otro fin que el de devorarnos y oprimirnos impunemente ; con
discursos pomposos y frases estudiadas nos han. ofrecido tam-
bién la libertad , la igualdad y la fraternidad, cubriendo el
lazo que nos tendían , ofreciéndonos una representación ilusoria,
inútil y dependiente de ellos.
Disuelta su junta central, y destruidas entre ellos las varias
‘ formas de gobierno de España, y desde que la imperiosa ley de
la necesidad dictó á Venezuela la urgencia que tenia de salváis*:
por si misma, para conservar y mantener el derecho de su rey
– y tener abierto un asilo para sus hermanos de Europa contra

HISTORIA

las desgracias óptelos amenazaban, se ha manifestado á las claras
cual fue sn primera conducta : ellos han mudado de principios
y han dado el nombre de insurrección, de perfidia y de ingra-
titud á los hechos mismos que habian servido de modelos á
los gobiernos de España. La verdadera razón es , que estos actos
cerraban la puerta al monopolio de la administración, mono-
polio que ellos querían perpetuar en nombre de un rey imagi-
nario.
Sin consideración ninguna á nuestras protestas , á nuestra
moderación, á nuestra generosidad, á la inviolabilidad de nues-
tros principios, y contra los deseos de nuestros hermanos de
Europa, hemos sido declarados rebeldes, se nos ha bloqueado
y se nos ha declarado la guerra. Varios agentes han sido en-
viados para sembrar la discordia entre nosotros y hacernos
perder nuestra opinión en las otras naciones de Europa, y se ha
llegado hasta á implorar su asistencia para oprimirnos.
Sin haberse querido enterar de las razones que nos movían,
sin permitir que las presentásemos al juicio imparcial de las
gentes, sin oíros jueces que nuestros propios enemigos, nos
vemos condenados a una dolorosa separación de nuestros her-
manos ; y para aumentar el desprecio á la calumnia , han nom-
brado varios agentes dándoles poderes para representarnos,
contra nuestra expresa voluntad; y esos agentes disponen en las
Cortes á su arbitrio de nuestros intereses siguiendo el influjo de
nuestros enemigos.
Con el designio de anonadar é impedir los efectos de nuestra
representación, cuando se vieron obligados á concedernos al-
guna , se nos ha sugetado á una escala muy pequeña y mezquina;
se ha dejado la forma de la elección su ge ta á la voz pasiva
de los cuerpos municipales degradados por el despotismo de
los gobernadores; y esta conducta ha sido mas bien un insulto
hecho á nuestra franqueza, y á nuestra buena fe, que una aten-
ción á nuestra incontestable importancia política.
Sordos constantemente á los gritos de nuestra justicia, los go-
biernos de España han tratado de desacreditar nuestros esfuerzos;
y han declarado criminal é infame y han castigado con la pena
de muerte y la confiscación, todo cuanto en diversas épocas han
emprendido los Americanos por la felicidad de su patria. Con
esta atroz política han conseguido hacer á nuestros hermanos in-
sensibles á nuestros males, armarlos contra nosotros, borrar de
sus corazones las dulces afecciones de la amistad y del paren-
tesco, y han convertido en enemigos una parte de nuestra gran
familia.
En el tiempo en que fieles á nuestras promesas sacrificábamos
nuestra seguridad y nuestra dignidad de ciudadanos por no
abandonar los derechos que nosotros habíamos conservado á
Fernando de Borbon , hemos visto que este á sus relaciones íor~
zadas con el emperador de los Franceses habia añadido los lazos
de la sangre y de la amistad; y hasta los gobiernos de Es-

DE LA COLOMBIA.

*83

paña habian ya declarado sn resolución de no reconocerlo sino
condicionalmente (i).
Durante esta cruel alternativa, hemos permanecido tres años
en un fatal y peligroso estado de indecisión y de ambigüedad
política; y esta situación hubiera bastado por sí sola para
autorizar la resolución que por consideración á nuestras pro*
mesas y á los lazos de la fraternidad habíamos dilatado, hasta
que la necesidad nos obligó á ir mas allá de donde al principio
/ nos habíamos propuesto llegar. Nos vimos impelidos á ello por
la conducta hostil de los gobiernos de España, los cuales nos
han descargado de nuestro juramento condicional: y estas cir-
cunstancias son las que nos han llamado á formar la augusta
representación que egercemos en el dia.
Pero nosotros, que damos por bases de nuestro proceder otros
mejores principios, y que no pretendemos establecer nuestra
felicidad sobre las desgracias de’ nuestros semejantes , aten-
demos y tratamos como amigos á los compañeros de nuestra
‘ suerte, y queremos hacer que participen de nuestra felicidad
todos aquellos que, unidos con nosotros por los lazos de la
sangre, del idioma y de la religión, han padecido iguales infor*-
tunios en el orden interior de las cosas. Basta que reconozcan nues-
tra absoluta independencia de ese tal orden de cosas , ó de todo
otro cualquier poder; que nos ayuden con* sus vidas, su for-
tuna y su afecto; y los declaramos y los reconocemos, como
á otra cualquier nación, enemigos durante la guerra, y ami-
gos , hermanos y compatriotas naciendo la paz.
En consecuencia, pues, de todos los motivos políticos so-
lidos é incontestables que nos han obligado con tanta fuerza á
recobrar nuestra dignidad natural que nos han facilitado los
sucesos mismos; según los derechos imprescriptibles que tienen
las naciones de destruir todo pacto, convenio ó asociación que
no corresponden á los designios para los cuales fueron esta-
blecidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos
conservar los lazos que hasta ahora nos unían con el gobierno
de España; y que, como todas las naciones del mundo, somos
libres y estamos autorizados á no depender de otra autoridad
que la nuestra, y á tomar entre las potencias de la tierra el
puesto de igualdad que nos señalan el ser supremo y la natu-
raleza, y al cual somos llamados por la serie de los sucesos
humanos para nuestro bien y nuestra utilidad.
Bien conocemos las dificultades que nos esperan , y las obli-
gaciones que debe imponernos el rango que vamos á ocupar
en el orden político del mundo; no ignoramos el poderoso in-
flujo de las formas y hábitos á que por desgracia nos hemos

(«) Hubo una época en que se supuso que Femando se habia casado con*
una pártanla de Bonaparie.

a84 HISTORIA DE LA COLOMBIA.

acostumbrado : sabemos también que una vergonzosa sumisión
a estas formas y hábitos, cuando podemos desecharlos, seria
mas ignominiosa para nosotros, y mas fatal para nuestra pos-
teridad , que la larga y penosa esclavitud anteriormente sufrida,
y que es una obligación indispensable el proveer á nuestra
conservación , á nuestra seguridad, y á nuestra felicidad, cam-
biando en su esencia todas las formas de nuestra antigua
constitución.
Considerando que con las razones alegadas hasta aquí hemos
dado satisfacción al respeto que debemos á las opiniones del
genero humano y á la dignidad de las demás naciones, en cuyo
número vamos á entrar, y con cuyo trato y amistad contamos ;
nosotros los representantes de las provincias unidas de Vene-
suela , poniendo al ser supremo por testigo de la justicia de
nuestras acciones y de la rectitud de nuestras intenciones , im-
ploramos su socorro divino y celestial; y en el mismo momento
en qne somos llamados á la dignidad qne la divina providencia
nos restituye, ratificamos nuestro deseo de vivir y morir libres,
y de profesar y defender la santa religión católica y apostólica
de Jesn Christo : y en nombre y en uso de la autoridad que
tenemos del virtuoso pueble de Venezuela, declaramos solem-
nemente al mundo todo, que estas provincias unidas son y
deben ser desde este dia, de hecho y de derecho, estados li-
bres , soberanos é* independientes, y que se separan de toda
sumisión y dependencia del trono de España: declaramos tam-
bién que nosotros somos y debemos ser tenidos como los agentes
y representantes de las mismas provincias; que un estado libre
é independiente, una vez constituido tal, tiene entero poder
de adoptar la forma de gobierno que conforma con la volun-
tad general del pueblo, de declarar la guerra ó hacer la pa%,
de contraer alianzas, hacer tratados de comercio, de limites ,
ó de navegación, y toda especie de actos ó transacciones que
. hacen los demás estados libres é independientes. Y á fin que
esta nuestra solemne declaración sea tenida por válida, firme
y durable, ligamos mutuamente cada una de las provincias á
las otras, y obligamos nuestras vidas , nuestros bienes, y el sa-
grado nudo de nuestro honor nacional.

ACTA DIPLOMÁTICA.

CÜABDO el gobierno español solicita la mediación de las altas
potencias europeas con el fin de restablecer, bajo el título de
reconciliación, su autoridad sobre los pueblos libres é inde-
pendientes de la América., conviene declarar á la faz del mundo
los sentimientos y la resolución de Venezuela ; y si bien estos
sentimientos v esta resolución ya se manifestaron por la república
el dia 5 de julio de 1811 y mas particularmente después que
se tuvieron los primeros indicios de las intenciones del gabi-
nete de Madrid, es obligación del gobierno en quien reside la
representación nacional, el reproducirlos,y declararlos legal y
solemnemente.
Considerando que no solo es debida .esta declaración franca
y sincera á las altas potencias en muestra de consideración y
respeto, sino que es ademas indispensable para calmar la in-
quietud de los ciudadanos.de Venezuela; . ,t
Hallándose congregados en junta nacional, el consejo de’
estado, la alta corte de justicia, el gobernador, el .vicario
general del obispado, el estado mayor general, y las autori-
dades civiles, y militares, después de haber examinado aten-
tamente la conducta del gobierno español, se ha tenido por
cierto :
i° Que jamas ha entrado en las miras del gobierno español
la idea de una reconciliación cordial;
ao Que desde las primeras discordias se ha negado dos veces
á admitir la mediación de la Gran Bretaña ;
3° Que al tiempo mismo que se trataba de reconciliación
bloqueaba nuestros puertos, enviaba egércitos contra nosotros
y tramaba conspiraciones para destruirnos ;
4° Que habiéndose sometido Venezuela por una capitula-
ción solemnemente jurada (en 181 a), apenas dejó este pais
las armas , violó el gobierno español todas las condiciones del
tratado y sacrificó mulares de ciudadanos , cuyos derechos
habia prometido respetar;
5o Que haciéndonos una guerra de exterminación, sin res-
petar sexos, edad ni clase, ha roto todo lazo social y excitado
un odio justo é implacable;
6° Que este odio se ha aumentado por las atrocidades que
ha cometido , y por la mala fé con que se ha conducido cons-
tantemente para con nosotros;
7o Que toda la América, y principalmente Venezuela , está
intimamente convencida de la absoluta imposibilidad en que
está España de restablecer su autoridad en este continente ;

386 HISTORIA DE LA COLOMBIA.

8° Que la América conoce hoy dia sus fuerzas y recursos,
las ventajas naturales que posee, y que no hay en la tierra
poder capaz para volverla á poner bajo la dominación de
Lspaña ;
9° Que aun cuando existiera tal poder, está resuelta la
América á perecer antes que someterse de nuevo á un gobierno
de sangre, de fuego y de exterminio$
i o° Que hallándonos en posesión de la libertad y dé la in- •
dependencia que la naturaleza nos ha concedido, y que las
mismas leyes de Esptffca, y los egemplos de su historia nos
autorizan a recobrar por fuerza de armas , seria un acto de
demencia el someternos á un gobierno español bajo condición
de ninguna especie.
Por todas estás consideraciones el gobierno de Venezuela ,
intérprete de la voluntad nacional, ha resuelto hacer á la faz
del mundo la declaración siguiente :
i° La república de Venezuela está por derecho divino y
humano libre de la autoridad de la nación española , y se
halla constituida en un estado independiente, libre y so-
berano ;
2° La España no tiene derecho de reclamar la obediencia
á su autoridad, ni la Europa el de someterla por fuerza al
gobierno español;
3° Venezuela no ha solicitado, ni solicitará nunca, sn in-
corporación con la nación española ;
4© Tampoco ha solicitado la mediación de las demás poten-
cias para reconciliarse con la España;
5° No tratará jamas con la España, sino de igual á igual»
así en paz como en guerra, del mismo modo que las demás
naciones se tratan unas con otras $
6° Venezuela no desea la mediación de las potencias estran-
geras, sino á fin de que interpongan sus buenos oficios en
favor de la humanidad 3 exhortando á la España á concluir
un tratado de paz y’ amistad, y reconocer Venezuela como
una nación libre, independiente y soberana;
7° Por último la república de Venezuela declara que desde
el dia 19 de abril de 1810 está combatiendo en defensa de sus
derechos; que ha derramado la mayor parte de la sangre de
sus hijos ; que ha sacrificado sus bienes, su reposo , y todo
cnanto hay de mas amado y sagrado entre los hombres , por
recobrar su independencia tal cual la naturaleza se la ha
concedido.
Que por consiguiente el pueblo de Venezuela está resuelto
á sepultarse en medio de sus ruinas aun en el caso de que la
España, la Europa y el mundo entero se reuniese para vol-
verle á poner bajo el yugo de la metrópoli.
Fecho en Angostura el dia ao de noviembre de 1818 , octavo
año de la independencia.

CONSTITUCIÓN
DE LA REPÜBLICA DÉ COLOMBIA.

EN EL HOMBRE DE DIOS , autor y legislador del Universo;
Nos los representantes de los pueblos de Colombia, reunidos en- %
congreso general, cumpliendo con los deseos de nuestros comitentes
en orden.a fijar las reglas fundamentales de su unión , y resta-
blecer una forma de gobierno que les afiance los bienes de su
libertad, seguridad , propiedad é igualdad , cuanto es dado á
una nación que comienza su carrera política, y que todavía
lucha por su independencia; ordenamos y acordamos la si-
guiente
CONSTITUCIÓN.
TÍTULO PRIMERO.
BE LA NACIÓN COLOMBIANA T BE LOS COLOMBIANOS.
SECCIÓN PRIMERA. — De la nación Colombiana.
ARTÍCULO PRIMERO. La nación colombiana es para siempre,
é irrevocablemente libre é independiente de la monarquía espa-
ñola , y de cualquiera otra potencia ó dominación estrangera :
y no es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni
persona.
ART. a. La soberanía reside esencialmente en la nación. Los
magistrados y oficiales del gobierno, investidos de cualquiera
especie de autoridad, son sus agentes ó* comisarios, y responsables
a ella de su conducta pública.
ART. 3. Es un deber de la nación proteger por leyes sabias
y equitativas la libertad, la seguridad, la propiedad y 1»
igualdad de todos los Colombianos. ^ ■ \ ‘ ■

J¡{ ///’«
288 HISTORIA
SECCIÓN II. — De los Colombianos.
ART. 4* Son colombianos :
1. Todos los hombres libres nacidos en el territorio de Co*
lombia y los hijos de estos.
2. Los que estaban radicados en Colombia al tiempo de su tras-
formacion política; con tal que permanezcan fíeles ala causa
de la independencia.
3. Los no nacidos en Colombia que obtengan carta de na-
turaleza.
AIT. 5. Son deberes de cada colombiano .vivir sometido á
nsjhucftn va las leyes ; sespetaa^y onwtoer á las auto-
t{!s^|RVw%uaJkganO&aro ;
y estar prontos en todo tiempoTrs’e^ff^B^n^tw*a#Ía pa-
tria , haciéndole el sacrificio de sus bienes y de su vida, si
fuere necesario.
TÍTULO II.

DEL TERRITORIO DE COLOMBIA T DE SU GOBIERNO.

SECCIÓN PRIMERA.—JM territorio de Colombia.
ART. 6. El territorio de Colombia es el mismo que compran^
dian el antiguo vi rey nato de la Nueva Granada y capitanía
general de Venezuela.
ART. 7. Los pueblos de la extensión espresada, que están
aun bajo el yugo español, en cualquier tiempo que se liberten ,
harán parte de la república , con derechos y representación
iguales á todos los demás que la componen.
ART. 8. El territorio de la república seta dividido en depar-
tamentos , ó provincias ; las provincias en cantones , y los can-
tones en parroquias.
SECCIÓN II.— Del gobierno de Colombia.
ART. 9. El gobierno de Colombia es popular representativo.
ART. 10. El pueblo-no egercerá por sí mismo otras atribu-
ciones de la soberanía que la de las elecciones primarias; ni
depositará el egercicio de ella en unas solas manos. El poder
supremo estará dividido para su administración en legislativo,
egecutivo y judicial.
ART. I 1. Él poder de dar leyes corresponde al congreso $ el
de hacer que se egecuten, al presidente de la república; y el
de aplicarlas en causas civiles y criminales , á los tribunales
y juzgados.

DE LA. COLOMBIA.

ai*

TÍTULO III.
DE LAS ASAMBLEAS PARROQUIALES Y ELECTORALES.
SECCIÓN PRIMERA, — De las asambleas parroquiales y
escrutinio de sus elecciones.
ART. i3. En cada parroquia, cualquiera que sea su población,
habrá uua asamblea parroquial el último domingo de julio de
cada cuatro anos.
ART. >3. La^samblea parroquial so compondrá* de los sufra-,
gantes parroquiales no suspensos , vecinos de dada parroquia,
y será presidida JfOr el juez ó* jueces de ella con asistencia de
cuatro testigos de buen crédito, en quienes concurran las cua-
lidades de sufragante parroquial.
ART. I 4* Los jueces , sin necesidad de esperar ningunas
órdenes , deberán convocarla indispensablemente en dichos pe-
riodos para el dia señalado en la constitución.
ART. I 5. Para ser sufragante parroquial se necesita :
i. Ser colombiano.
a. Ser casado 6 mayor de veintiún años.
3. Saber leer y escribir; pero esta condición no tendrá lugar
hasta el año de i84o.
4. Ser dueño de alguna propiedad raíz que alcance al valor
libre de cien pesos. Suplirá este defecto el egercitar algún
oficio, profesión, comercio, o industria útil con casa 6 taller
abierto, sin dependencia de.otro en clase de jornalero 6 sir-
viente.
ART. 16. La calidad de sufragante parroquial se pierde :
1. Por admitir empleo de otro gobierno sin licencia del con-
greso , teniéndole con renta ú egerciendo otra confianza en el
de Colombia.
s. Por sentencia en que se impongan penas aflictivas ó in-
famantes , si no se obtiene rehabilitación.
3. Por haber vendido su sufragio, ó comprado el de
otro para sí 6 para un tercero; bien sea en las asambleas
primarías, en las electorales ó en otras.
ART. .17. El egercicio de sufragante parroquial se sus-
pende :
1. En los locos furiosos 6 dementes.
3. En los deudores fallidos y en los vagos declarados por
Ules.
3. En los que tengan causa criminal abierta , hasta que sean
declarados ab su el tos 6 condenados á pena no aflictiva ni infa-
matoria.
4. En los deudores á caudales públicos con plazo cum-
plido.
*9

*9°

HISTORIA

ART. I 8. El objeto de las asambleas parroquiales es votar por
el elector ó electores que corresponden al cantón.
ART. 19. La provincia á quien corresponda un solo represen-
tante nombrará diez electores j distribuyendo su nombramiento
entre los cantones que tenga, con proporción á la población
de cada uno.
ART. 20. La proyincia que deba nombrar dos ó mas repre-
sentantes , tendrá tantos electores cuantos correspondan á los
cantones de que se compone ; debiendo elegir cada cantón, un
elector por cuatro mil almas , y otro mas por un residuo de
tres mil. Todo cantón, aunque no alcance á aquel número ,
tendrá siempre un elector.
‘ ART. 21. Para ser elector se requiere : %
1. Ser sufragante 00 suspenso. ,
2. Saber leer y escribir.
3. Ser mayor de veinticinco años cumplidos, y vecino de cual-
quiera de las parroquias del cantón que ya á hacer las elec-
ciones.
4. Ser dueño de una propiedad raíz que alcance al valor
libre de quinientos pesos, o gozar de un empleo de trecientos
pesos de renta anual, o ser usufructario de bienes que produz-
can una renta de trecientos pesos anuales, ó profesar alguna
cienoia, ó tener un grado científico.
ART. 22. Cada sufragante parroquial votará por el elector Q
electores del cantón, esprtÑando-HPublicamente ios nombres de
otros tantos ciudadanos vecinos del mismo cantón , los cuales
serán indispensablemente asentados en su presencia en un re-
gistro destinado a este solo fin.
ART. 23. Las dudas ó controversias que hubiere sobre cuali-
dades ó formas en los sufragios parroquiales, y las quejas que
se suscitaren sobre cohecho ó soborno, se decidirán por loa
jueces y testigos asociados , y su resolución se llevará á efecto
Sor entonces; pero quedando salva la reclamación al cabildo
el cantón.
ART. 24. Las elecciones serán públicas, y ninguno podrá pre-
sentarse armado en ellas.
ART. 25. Las elecciones estarán abiertas por el, término de
ocho días, concluido el cual la asamblea queda disuelta ; y
cualquiera otro acto mas allá de lo que previene la Constitu-
ción ó la ley , no solamente es nulo , sino atentado” contra la
seguridad pública. f
ART. 26. Apenas esté concluido el acto de elecciones, el
juez ó jueces que hayan presidido la asamblea , remitirán al
cabildo el registro de las celebradas en su parroquia , en
pliego cerrado y sellado.
ART. 27. Luego que estén recogidos los pliegos de las
asambleas parroquiales , el cabildo del cantón, presidido por
alguno de los alcaldes ordinarios y en- su defecto por uno de
los regidores, se reunirá en sesión pública. En su presencia

DE LA COLOMBIA.

SARÁN’ abiertos los pliegos de las asambleas PARROQUIALES’, r se
kan FORMANDO LISTAS Y COTEJOS DE TODOS LOS rotos, MENTÁNDOLOS
EN NN REGISTRO.
ART. 38. Los CIUDADANOS QUE RESULTEN con el MAYOR NÚ-
MERO DE VOTOS, SE DECÍA RARÁU CONSTITUCIONALMENTE NOMBRADOS
S ara ELECTORES. Cuando OCURRIERE ALGUNA duda POR IGUALDAD
E* SUFRAGIOS , se DECIDIRÁ POR LA SUERTE.
ART. 39. El CABILDO DEL CANTÓN REMITIRÁ al de la capital DE LA
PROVINCIA EL RESULTADO Ael ESCRUTINIO que HA VERIFICADO; Y dará
TAMBIÉN PRONTO AVISO Á LOS NOMBRADOS, para QUE CONCURRAN
á la CAPITAL de la PROVINCIA EN el dia PREVENIDO por la cons-
titución.
SECCIÓN II. — Délas asambleas electorales ó de provincia.
ART. SO. La ASAMBLEA ELECTORAL SE COMPONE DE LOS ELECTORES,
NOMBRADOS POR LOS CANTONES.
ART. 3I. El DIA PRIMERO DE OCTUBRE DE CADA CUATRO AÑOS, SE
REUNIRÁ LA ASAMBLEA ELECTORAL EN la CAPITAL DE LA PROVINCIA, Y
PROCEDERÁ á HACER TODAS LAS ELECCIONES QUE le CORRESPONDAN, es-
TANDO PRESENTES Á LO MENOS LAS dos TERCERAS PARTES DE los elec-
TORES. PRESIDIRÁ SU REUNIÓN EL CABILDO DE LA CAPITAL , MIENTRAS
la ASAMBLEA ELIGE UN PRESIDENTE DE ENTRE SUS MIEMBROS QUE SERÁ
EL QUE OBTENGA MAYOR NÚMERO DEVOTOS.
ART. 33. Los ARTÍCULOS S{ Y *5 SON COMUNES á LAS ASAMBLEAS
ELECTORALES.
ART. 33. El EARGO DE ELECTOR DURARÁ POR CUATRO AÑOS. Las VA-*
CANTES SE LLENARÁN, CUANDO SEA NECESARIO, por LOS que sigan
EN VOTOS.
ART. 34. Son FUNCIONES DE las ASAMBLEAS ELECTORALES, SU-
FRAGAR :
1, Por EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA.
S. Por EL VICEPRESIDENTE DE la MISMA,
3. Por los SENADORES DEL DEPARTAMENTO.
4. Por el REPRESENTANTE 6 REPRESENTANTES -DIPUTADOS DE LA PRO-
VINCIA.
‘ ART. 35. Los VOTOS DE ESTAS CUATRO CLASES DE ELECCIONES SE ASEN-
TARAN EN CUATRO REGISTROS DIVERSOS; Y la MISMA ASAMBLEA ELEC-
TORAL PROCEDERÁ Á HACER EL ESCRUTINIO DE LA ÚLTIMA.
ART. 3& Para ser REPRESENTANTE DE una PROVINCIA SE REQUIERE
HABER OBTENIDO LA PLURALIDAD ABSOLUTA; ESTO ES, UN VOTO mas
SOBRE LA MITAD DE TODOS LOS ELECTORES QUE HAN ASISTIDO Á LA
ELECCIÓN.
ART. 37. Los REPRESENTANTES SERÁN NOMBRADOS de NNO EN UNO
EN SESIÓN PERMANENTE; Y SE DECLARARÁN ELEGIDOS los QUE OBTENGAN
LA INDICADA MAYORÍA. Si NINGUNO LA HUBIERE ALCANZADO, LOS DOS
QUE HAYAN TENIDO EL MAYOR NÚMERO ENTRARÁN en SEGUNDO es-
CRUTINIO , Y SERÁ REPRESENTANTE EL QUE REÚNA LA PLURALIDAD. Los
casos DE IGUALDAD se DECIDIRÁN POR LA SUERTE.

*9*

HISTORIA.

Ata4 38. Perfeccionadas de etu manera laa elecciones del
representante ó representantes, el presidente de la asamblea
electoral avisará sin demora alguna á los nombrados, – para
que asistan á la próxima reunión $ y los registros se remitirán
en pliego cerrado y sellado á la camera de representantes.
AIT. 39. Con igual formalidad y sin hacer escrutinio, serán
remitidos al cabildo de la capital del departamento los registros
de las votaciones para presiónente de la república; para vicepre-
sidente de la misma; y para senadores, á fin de que luego
qne se hayan reunido allí los pliegos de todas las asambleas
provinciales, los dirija oportunamente á la cámara del senado ,
—para qne tenga lugar lo prevenido en la sección V del titulo IV♦
TÍTULO IV.
DEL PODER LEGISLATIVO.
SECCIÓN PRIMERA. — De la división, límites y funciones
de este poder.
ART. 4. El congreso de Colombia estará dividido en dos cá-
maras, que serán la del senado y la de representantes.
ART. 41* En cualquiera de las dos podran tener origen las
leyes y cada una respectivamente podrá poner á la otra re-/
paros, altercaciones ó adiciones para que ios examine, 6 reu-
sará á la ley propuesta su consentimiento por una negativa
absoluta.
ART. Se exceptúan las leyes sobre contribuciones ó ira-
Suestes, las cuales no pueden tener origen sino en la cámara
e representantes, pero quedando al senado el derecho ordinario
de adicionarlas, alterarlas ó reusarlas.
ART. 43. Los proyectos ó proposiciones de ley que fuesen
aceptados conforme á las reglas de debate, sufrirán tres dis-
cusiones en sesiones distintas, coa el intervalo de un dia
cuando menos entre unas y otras , sin cuyo requisito no se po-
drá determinar.
ART. 44* E° el caso de que la proposición sea urgente podrá
dispensarse esta última formalidad precediendo una discusión
y declaración de la urgencia en la misma cámara donde tenga
su principio. Esta declaración y las razones que la motivaron se
pasarán á la otra cámara junto con el proyecto de ley para que
sea examinado. Sí esta cámara no cree justa la urgencia, de-
vuelve el proyecto para que se delibere con las formalidades
legales.
ART. 45. Ningún proyecto ó proposición de ley rechazado por
una cámara podrá ser presentado de nuevo hasta la sesión del

DE LA COLOMBIA.

año siguiente. Pero esto no impedirá que algunos dé sus artículos
compongan parte de otras proposiciones no rechazadas»
AIT. 4&. Ningún proyecto o proposición de ley constitución
naluiente aceptado, discutido y determinado en ambas cámaras,
podrá tenerse por ley de la república, hasta que no haya sido
firmado por el poder egecutivo. Sí este no creyere conveniente
hacerlo, devolverá el proyecto á la cámara de su origen, acom-
pañándole sus reparos, sea sobre falta en las fórmulas, ó en
lo sustancial, dentro del término de diez días contados desde su
recibo.
ART. 47* Los reparos presentados por el poder egecutivo, se
asientan en el registro cíe las sesiones de la cámara donde tuvo
la ley su origen. Si no queda esta satisfecha, discute de nuevo
la materia, y resultando segunda vez aprobada por una mayoría
de las dos terceras partes de los miembros presentes, la pasa con
los reparos á la otra cámara. El proyecto tendrá fuerza de ley,
y deberá ser firmado por el poder egecutivo, siempre que en
esta otra cámara lo aprueben también las dos terceras partes de
los miembros presentes.
ART. 4**- Sí pasados los diez dias que señala el artículo 46 ,
no hubiere sido devuelto el proyecto con las obgeciones, tendrá
fuerza de ley y será promulgado como tal ; á menos que, cor-
riendo este termino, el congreso se haya suspendido ó puesto
en receso, en cuyo caso deberán presentársele las obgeciones en
la primera próxima sesión.
ART. 49* La sanción del poder egecutivo es también necesaria
para que tengan fuerza las demás resoluciones, decretos, es-
tatutos y actos legislativos de las cámaras; esceptuando los que
sean de suspensión y emplazamiento de sus sesiones; los de-
cretos , en que pidan informes, ó den comisiones en los nego-
cios de sú incumbencia; las elecciones que les corresponden;
los juicios sobre calificación de sus miembros; las órdenes para
llenar algunas vacantes en las cámaras; las reglas de sus de-
bates y policía interior; el castigo de sus miembros y de cuantos
las falten al debido respeto; y cualesquiera otros actos en que
no sea necesaria la concurrencia de ambas.
ART. 5O. Las proposiciones que hayan pasado-como urgentes
en las dos cámaras , serán sancionadas o devueltas por el poder
egecutivo, dentro de dos dias sin mezclarse en la urgencia.
ART. 5I. Al pasarse las deliberaciones de una cámara a otra
y al poder egecutivo, se espresaran los dias en que se discutió
la materia; la fecha de las respectivas resoluciones inclusa lá de
urgencia cuando la haya : y la exposición de las razones y fun-
damentos que las han motivado. Cuando se omita alguno de
estos requisitos, deberá volverse el acto dentro de dos dias á
la cámara c\onde se note la omisión, ó a la del origen si hu-
biere ocurrido en ambas.
ART. 5a. Siempre que una ley haya de pasarse al poder ege-
cutivo para su sanción, 3e es tendera por duplicado en la forma.

194 HISTORIA

eorrespoodieiite, y se leerá en las dos cámaras. Ambos- origi-
nales serán firmados por sus respectivos presidentes y secreta-
rio* , T se presentarán luego al presidente de la república por
una diputación.
ART. 53. Sancionada ú obgetada la 1er por el presidente de la
república, con arreglo al artículo , devolverá á las cámaras,
con el secretario del despacho respectivo, uno de los Originales
con su decreto para que se dé cuenta en ellas. Este original se
conservará en el archivo de la cámara donde 14 lev* tuvo su
origen.
ART. 54. Para la promulgación de la ley se usará siempre de
esta fórmula : El senado y cámara de representantes de la repú-
blica de Colombia, reunidos en congreso, etc., decretan.
SECCIÓN II. De las atribuciones especiales del congreso.
Art. 55. Son atribuciones eselusivamente propias del con-
greso :
i. Fijar cada año los gastos públicos en vista de los presu-
puestos qne le presentará el poder egecutivo.
a. Decretar 10 conveniente para la administración, conserva^
cion y enagenacion de los bienes nacionales..
3. Establecer toda suerte de impuestos , derechos ó contribu-
ciones ; velar sobre su inversión; y tomar cuenta de ella al poder
egecutivo y demás empleados de la república.
4. Contraer deudas sobre el crédito de Colombia.
5. Establecer un banco nacional.
6. Determinar y uniformar el valor» peso, typo y nombre de
la moneda..
7. Fijar y uniformarlos pesos y medidas.
8. Crear las cortes de justicia y juagados inferiores de la re-
pública.
9. Decretar la creación ó supresión de los empleos públicos j
y señalar los sueldos, disminuirlos ó aumentarlos.
10. Establecer reglas de naturalización.
11. Conceder premios y recompensas personales á los qne
hayan hecho grandes servicios á Colombia.
13. Decretar honores públicos á la memoria de los grandes
hombres.
i3. Decretar la conscripción y organización de los egércítos }
determinar su fuerza en paz y en guerra; y señalar el tiempo
qne deben existir.
14. Decretar la construcción y equipamento de la marina 5
aumentarla ó disminuirla.
15. Formar las ordenanzas que deban regir las fuerzas de mar
y de tierra.
16. Decretar la guerra en vista de los datos que le presente
el poder egecutivo.

DE LA GQLOMBIA.

17. Requerir ai podar ejecutivo para que negocie la paz. ,
ift. Prestar ai» consentimiento y «probación a los tratados d?
paz, de alianza, de amistad r ÓW comercio, de neutralidad y
cualesquiera otros que celebre el poder egecutivo*
19. Promover por leyes la educación pública y el progreso»
de las ciencias,. artas y establecimientos útiles; y conceder por
fiempo limitado derechos esdusivos para su estímulo y fo-
mento.
3o. Conceder indultos generales cuando lo exija algún grande
motivo de conveniencia pública.
31. Elegir la ciudad que deba servir de residencia al gobierno,
y variarla cuando lo juzgue conveniente.
33. Fijar los límites de los departamentos, provincias y de-
mas divisiones del territorio de Colombia, como sea mas conve-
niente para su mejor administración.
33. Permitir, o no-, ei pase de tropas de otro estado por el’
territorio de Colombia.
34. Permitir, ó no, la estación de escuadras de otro estado .
en los puertos de Colombia por mas de un mes.
‘ *£. Conceder, durante la presente guerra de independencia,
si poder egecutivo, aquellas facultades extraordinarias que so-
juzguen indispensables en los lugares que inmediatamente están
sirviendo de teatro á las operaciones militares , y en los recien
libertados del enemigo 1 pero detallándolas en cuanto sea po-
sible , y circunscribiendo el tiempo, que solo será el muy ne-
cesario.
36. Decretar todas las demás leyes y ordenanzas de cualquier
naturaleza que sean; y alterar, reformar 6 derogar las estable-
cidas. El poder egecutivo’ solo podrá presentarle ‘ alguna ma-
teria usara que la tome en consideración; pero nunca bajo 1*
fórmula de ley.
SECCIÓN III. — De las funciones económicas y prerogativas
comunes á ambas cámaras y a sus miembros.’
, ABT. 56. Cada cámara tiene el derecho de establecer los regla-
mentos que deba obser. ir en sus sesiones, debates y delibera-
ciones. Conforme á ellos podrá castigar á cualquiera de sus1
miembros que los infrinja, ó que de otra manera se hace cul-
pable con las penas que establezca ¿ hasta espelerlos de su seno
declararlos indignos de obtener otros oficios de confianza ó
e honor en la república ; cuando así se decida por el voto uná-
nime de los dos tercios de los miembros presentes.
ABT. 57. Ninguna de ellas podrá abrir sus sesiones, sin la
concurrencia de la pluralidad absoluta de sus miembros; pero
en todo caso el número existente, cualquiera que sea , deberá
reunirse, y compeler a los ausentes a que concurran, del modo y
bajólas penas que las mismas cámaras establezcan.

HISTORIA

ART. 98. Una res abiertas las sesiones de cada, año, bastará
la concurrencia de las dos terceras partes de los miembros
presentes para qne continúen las sesiones, con tal de qne es-
tas dos terceras partes nunca sean menos de la pluralidad ab-
soluta.
ART. 5p. Las cámaras en la casa de sus sesiones de cada año,
gozaran del derecho esclusivo de policía; y fuera de ella, en
todo lo que conduzca al libre ejercicio de sus atribuciones.. En
uso de este derecho podrán castigar, ó hacer que se castigue con
las penas que hayan acordado a todo el que íes falte al debido
respeto, ó que amenace atentar contra el cuerpo , ó contra la
inmunidad de sus individuos, ó que de cualquiera.otro.modo
desobedezca ó embarace sus órdenes y deliberaciones.
ART. 6O. Las sesiones de ambas cámaras serán públicas;
pero podrán ser secretas cuando lo crean necesario.
ART. 61. El proceder de cada cámara constará solemnemente
de un registro diario en que se asienten, sus debates y resolu-
ciones; el cual se publicará de tiempo en tiempo, esceptuando
aquellas cosas que deben reservarse, según el acuerdo de cada
una 5 y siempre que lo reclame la quinta parte de los miembros
presentes, deberán espresarse nominal mente los votos de sus
individuos sobre toda moción ó deliberación.
ART. &». Cada cámara elige de entre sus miembros un presi-
dente y un vicepresidente , cuyas funciones serán anuales
desde una sesión ordinaria hasta otra, y nombrará de dentro
ó fuera de su seno, un secretario para el desempeño de sus
trabajos , asignando á estos empleados las correspondientes
gratificaciones.
ART. 63. Las comunicaciones entre las cámaras y el poder
egecutivo, ó entre si mismas , se harán por el conducta de loa
respectivos presidentes, ó por medio de diputaciones –
ART. 64. Los senadores y representantes tienen este carácter
por la nación , y por el departamento ó provincia que los
nombra : ellos no pueden recibir órdenes ni instrucciones par-
ticulares de las asambleas electorales , que solo podrán presen-
tarles peticiones.
ART. 65. No podran ser senadores ni representantes, el presi-
dente y vice presidente de la república, los ministros de la alta
corte de justicia, los secretarios del despacho, los intendentes, los
gobernadores y los demás empleados públicos á quienes se pro-
hiba por ley : los otros podran serlo , con tal que suspendan el
personal egercicio de sus empleos mientras duren las sesiones.
Cuando un senador ó representante sea nombrado para otro
destino publico , quedara á su elección admitirle ó rehu-
sarle.
ART. 66. Los miembros del congreso gozan de inmunidad en»
sus personas y bienes, durante las sesiones y mientras van á
ellas o vuelven á sus casas : eseepto en los casos de traición, ó
ae otro grave delito contra el orden social; y no son responsables

!

DE LA COLOMBIA.

por los discursos y opiniones que hayan manifestado en ras
cámaras, ante ninguna autoridad ni en ningún tiempo.
ART. 67. Los senadores y representantes obtendrán del te-
soro nacional una indemnización determinada por la ley. com-
putándose el tiempo que deben haber invertido en venir de
sus casas al lugar de la reunión, y volver á ellas concluidas
las sesiones.
SECCIÓN IV.— Del tiempo, duración jr lugar de las sesiones
del congreso.
ART. 68. El congreso se reunirá cada año precisamente ,
verificando la apertura de sus sesiones ordinarias el a de
enero.
ART. 69. Cada reunión ordinaria del congreso durará no-
venta dias. En caso necesario podrá prorogarla hasta por treinta
dias mas.
ART. 70. Las cámaras residirán en una misma parroquia;
y mientras se hallen reunidas, ninguna podrá suspender sus
sesiones por mas de dos dias, ni emplazarse para otro lugar
distinto de aquel en que residieren sin su’ mutuo consenti-
miento ; pero si conviniendo en la traslación difiriesen respecto
del tiempo y lugar, el poder egecutivo tendrá la intervención
de fijar un término medio entre los estremos de la disputa.
SECCIÓN V. — Del escrutinio jr elecciones correspondientes al
congreso.
ART. 71. En los años de elecciones se reunirá el congreso en
la cámara del senado : en su presencia se abrirán’los pliegos de
las elecciones del presidente y vicepresidente de la república
y de los senadores de los departamentos : y se formarán listas
de todos los sufragios de las asambleas electorales, asentándo-
los en el registro correspondiente á cada clase de elecciones. El
escrutinio se hace publicamente por cuatro miembros del con-
greso y los secretarios.
ART. 7a. Para ser presidente de la república se necesitan
las dos terceras partes de los votos de los electores que concur-
rieron á las asambleas provinciales. Se declarará pues presi-
dente al que resulte con esta mayoría.
ART. 73. Siempre que falte la mayoría indicada , el congreso
separa los tres que reúnan mas sufragios y procede á elegir
uno de ellos. El que obtuviere en esta elección los votos de
las dos terceras partes de los miembros presentes, será el
presidente de la república.
ART. 74. Si hecho el escrutinio ninguno resultase electo, el
congreso contrae la votación á los doS que hayan alcanzado
mayor número de votos en el acto antecedente.

HISTORIA

Aat. 7$. La eJeooioa del presidenta se hará en vita sola se-
sión que serápermanente.
AIT. 76. El vicepresidente de la república sari elegido con
las mismas formalidades que el presidente.
ART. 77. El congreso declarara senadores á los que hayan
alcanzado la pluralidad absoluta de votos de los electores do
cada departamento que concurrieron á la elección.
ART. 78. Si no concurriese á favor de ninguno 6 de algunos la
mayoría indicada, el congreso tomará nn número igual, 6 si
no lo hubiese, aproximado al triple de los que falten entre los
que tengan mas votos. Hecha esta separación procederá á elegir
entre estos uno por uno, los que hayan de nombrarse. Cuando
en el escrutinio 00 resulte elección, le repetirá el acto conforma
al art.’74.
ART. 79. En loa casos de duda por cansa de igualdad en ma-
teria de elecciones, la suerte decide.
ART. 80. Cuando falte algún senador ó representante por
muerte, renuncia, destitución ú otra causa, se llenarán las
vacantes por el congreso, escogiendo uno entre los tres que en
los registros de las asambleas electorales se sigan con mayor
número de votos \ pero si en dichos registros no quedare este
número, la respectiva cámara espedirá ordenes para que so-
nombre otra persona de la manera prevenida en esta constitu-
ción. La duración del así nombrado solo será hasta las próxi-
mas elecciones ordinarias.
ART. 81. Si una misma persona fuere nombrada á la ves por
el departamento de su naturaleza y por el de su vecindad, ó
por la provincia de su naturaleza y la de su vecindad, subsistirá
el nombramiento por razón de la naturaleza.
ART. 8a. El congreso pasará aviso á los que resulten nom-
brados en los destinos de presidente, vicepresidente y sena-
dores , para qne ocurran á posesionarse en el dia que se les
asigne.
ART. 83. En esta primera vez nombra el actual congreso
el presidente, el vicepresidente de la república y los sena-
dores.
SECCIÓN VI. — De la cámara de represéntame».
ART. 84 • La cámara de representantes se compone de los di—
putados nombrados por todas las provincias de la república
conforme á esta constitución.
ART. 85. Cada provincia nombrará un representante por
cada treinta mil almas de su población; pero si calculada esta ,
quedare un esceso de quinze mil almas, tendrá un represen-
tante mas : y toda provincia , cualquiera que sea su población ,
nombrará por lo menos ün representante. El actual congreso
señalará , por medio de nn decreto, el número de representante»

DE LA COLOMBIA. 399

que deba nombrar cada provincia hasta tanto qne se formen
censos de la población.
ART. 86. Esta proporción de uno por treinta mil continuará
siendo la regla de la representación, hasta que el número de
representantes llegue á ciento ¡ y aunque se aumente la pobla-
ción no se aumentará por eso el número, sino que se elevara la
proporción hasta que corresponda un representante á cada cua-
renta mil almas. En este estado continuará la proporción de
uno por.cuarenta mil, hasta que lleguen á ciento y cincuenta
los representantesj y entonces , como en el caso anterior, se
elevará la proporción á cincuenta mil por uno.
ART. 87. No podrá ser representante el que, ademas de las
cualidades de elector, no tenga :
1. La calidad de natural 6 vecino de la provincia que le
«üge. .
1. Dos anos de residencia en el territorio de la república in-
mediatamente antes de la elección. Este requisito no escluye á
los ausentes en servicio de la república, o con permiso del go-
bierno j ni á los prisioneros, desterrados ó fugitivos del pais
por su amor ó servicios á la causa de la independencia.
3. Ser dueño de una propiedad raiz que alcanze al valor libre
de mil pesos j ó tener una renta ó usufructo de quinientos pesos
anuales, 6 ser profesor de alguna ciencia.
ART. 88. Los no nacidos en Colombia necesitan para ser re-
presentantes tener ocho años de residencia en la república y
diez mil pesos en bienes raices : se esceptuan los nacidos en cual-
quiera parte del territorio de América, que el año de 1810
dependía de la España, y que no se ha unido á otra nación
estrangera; á quienes bastará tener cuatro años de residencia
y cinco mil pesos en bienes raices.
ART. 89. La cámara de representantes tiene el derecho esclu-
sivo de acusar ante el senado, al presidente de la república , al
vicepresidente y á los ministros de la alta corte de Justicia, en
todos los casos de una conducta manifiestamente contraria al bien
de la república y á los deberes de sus empleos, 6 de delitos graves
contra el orden social.
ART. 90. Los demás empleados de Colombia también están
sugetos á la inspección de la cámara de representantes ; y podrá
acusarlos ante el senado por el mal desempeño de sus funciones,
ú otros graves crímenes. Pero esta facultad no deroga , ni dis-
minuye la de otros gefes y tribunales para velar en la obser-
vancia de las leyes , y juzgar , deponer y castigar según ellas
á sus respectivos subalternos .
ART. 91. El tiempo de las funciones de representante será de
cuatro años.
ART. 92. A la cámara de representantes corresponde la cali-
iicacion de las elecciones y cualidades de sus respectivos miem-
bros , su admisión y la resolución de las dudas que sobre esto
puedan ocurrir,

3oo

HISTORIA

SECCIÓN VII. — Déla cámara del senado.
ART. Q3. El senado de Colombia se compone de los senadores
nombrados por los departamentos de la república , conforme
á esta constitución. Cada departamento tendrá cuatro sena-
dores.
ART. 94. El tiempo de las funciones de los senadores será de
ocho anos. Pero los senadores de cada departamento serán di-
vididos en dos clases; los de la primera quedarán vacantes al
fin del cuarto año, y los de la segunda al fin del octavo: dé
modo que cada cuatro años se haga elección de la mitad de
ella. En esta vez la cámara en su primera reunión, sacará á
la suerte los dos senadores de cada departamento cujas fun-
ciones hayan de espirar al fin del primer periodo.
ART. 95. Para ser senador se necesita ademas de las calidades
de elector:
E . Treinta años de edad.
a. Ser natural ó vecino del departamento que hace la
elección.
3. Tres años de residencia en el territorio de la república
inmediatamente antes de la elección con las escepciones del
artículo 87.
4. Ser dueño de una propiedad que alcance al valor libre de
cuatro mil pesos en bienes raices; ó en su defecto tener el usu-
fruto ó renta de quinientos pesos anuales, o ser profesor de
alguna ciencia.
ART. 96. Los no nacidos en Colombia no podrán ser senadores,
sin tener doce años de residencia y diez y seis mil pesos en
bienes raices : se esceptuan los nacidos en cualquiera parte del
territorio de la América, que en el año de 1810 dependía de
España y que no se ha unido á otra nación estrangera; á quienes
bastará tener seis años de residencia y ocho mil pesos de bienes
raices.
ART. 97. Es una atribución especial del senado egercer el
poder natural de una corte de justicia para oir , juzgar y sen-
tenciar á los empleados de la república acusados por la cá-
mara de representantes en los casos de los artículos 89 y 90.
ART. 98. En los casos en que el senado hace las funciones de
corte de justicia, la cámara de representantes escoge uno de sus
miembros para que haga las veces de acusador; el cual proce-
derá conforme á las órdenes é instrucciones que le comunique la
cámara.
ARR. 99. El senado instruye el proceso por sí mismo , ó por
comisión emanada de su seno, reservándose la sentencia que la
pronunciara él mismo.
ART. 100. Siempre que una acusación propuesta ante el
senado es admitida por él, queda de hecho suspenso de su

DE LA COLOMBIA.

empleo el acusado, y la autoridad a quien corresponde pro-
vee la plaza interinamente.
ART. IOI. Nadie podrá ser condenado en estos juicios sin el
voto unánime de las dos terceras partes de los senadores pre-
sentes.
ART. IOI. Las determinaciones del senado en estos casos,
no podrán estenderse á otra cosa que á deponer de su empleo
al convencido, y declararle incapaz de obtener otros honorí-
ficos , lucrativos, ó de confianza en Colombia ; pero el culpado
quedará sin embargo sugeto á acusación, prueba, sentencia y
castigo según la ley.
ART. I O3 . En los casos en que el senado lo juzgue conveniente,
. asistirá á sus juicios para informar é instruir en el derecho ,
el presidente. de la alta corte de justicia, ó alguno de sus
miembros.
ART. 104. LOS decretos , autos y sentencias que pronuncie el
senado en estos juicios , deben egecutarse siu la sanción del
poder egecutivo.
TÍTULO V.
DEL PODER EGECUTIVO.
SECCIÓN PRIMERA. — De la naturaleza r duración de
este poder.
ART. IO5. El poder egecutivo déla república estará deposi-
tado en una persona con la denominación de presidente de la
república de Colombia,
ART. 106. Para ser presidente se necesita ser ciudadano de
Colombia por nacimiento, y todas las otras cualidades que para
ser senador.
ART. 107. La duración del presidente será de cuatro años :
y no podrá ser reelegido mas de una vez sin intermisión.
ART. 100. Habrá un vicepresidente que egercerá las funciones
del presidente en los casos de muerte, destitución 6 renuncia
hasta que se nombre el sucesor, que será en la próxima reunión
de las asambleas electorales. También entrara en las mismas
funciones por ausencia, enfermedad ó cualquiera otra falta tem-
poral del presidente.
ART. 109. El vicepresidente de la república debe tener las
mismas calidades que el presidente.
ART. I 10. El presidente del senado suple las faltas del pre-
sidente y vicepresidente de la república; pero cuando estas
sean absolutas, se procederá inmediatamente á Henar las va-
cantes conforme á esta constitución,
ART. 111. La duración del presidente y vicepresidente nom-

HISTORIA

brados fuera de los periodos constitucionales, tolo será hasta la
próxima reunión ordinaria de las asambleas constitucionales.
ART. 119. £l presidente y vicepresidente reciben por sus ser-
vicios los sueldos que la ley les sefiala; los cuales nunca serán
aumentados ni disminuidos en su tiempo.
SECCIÓN II. — De las funciones , deberes y prerogatipos del
presidente de la república.
ART. II 3. El presidente es gefe de la administración general
de la república. La conservación del orden y tranquilidad en lo
interior, y de la seguridad en lo esterior le está especialmente
cometida.
ART. I I 4- Promulga, manda egecutar y cumplir las leyes ,
decretos, estatutos y actos del congreso, cuando, conforme queda
establecido por la Sección I del Título IV de esta constitución,
tengan fuerza de talesj y espide los decretos, reglamentos é
instrucciones que sean convenientes para su egecucion.
ART. I I 5. Convoca al congreso en los periodos señalados por
esta constitución, y en los demás casos extraordinarios en que
lo exija la gravedad de alguna ocurrencia.
ART. II6. Dicta todas las órdenes convenientes para que
oportunamente se hagan las elecciones constitucionales.
ART. 117. Tiene en toda la república el mando supremo de
las fuerzas de mar y tierra, y esta esclusivamente encargado
de su dirección; pero no podra mandarlas en persona, sin previo
acuerdo y consentimiento del congreso.
ART. 118. Cuando, conforme al artículo anterior, el presi-
dente mande en persona las fuerzas de la república ó alguna
parte de ellas, las funciones del poder egecutivo recaerán por
el mismo hecho en el vicepresidente.
ART, 119. Declara la guerra en nombre de la república,
después que el congreso la haya decretado, y toma todas las me-
didas preparatorias.
ART. I tí O. Celebra los tratados de paz, alianza, amistad,
treguas, comercio, neutralidad y cnalesquiera otros, con los
principes , naciones ó pueblos estrangeros5 pero sin el consen-
timiento y aprobación del congreso, no presta ni deniega su
ratificación a los que estén ya concluidos por los píen i poten*
ciarlos.
ART. 121. Con previo acuerdo y consentimiento del senado,
nombra toda especie de ministros y agentes diplomáticos y
los oficiales militares desde coronel inclusive arriba.
ART. 132. En los recesos del senado, puede dar en comisión
dichos empleos, cuando urgiere su nombramiento, hasta que
en la próxima reunión ordinaria ó extraordinaria del senado,
sean provistos conforme al artículo anterior.
ART. IÍ3 También le corresponde el nombramiento de los

DE LA COLOMBIA.

3o3

demás empleados civiles y militares que no reserve á otra au-
toridad la constitución ó la ley.
ART. ia4« Cuida de que la justicia se administre pronta y
cumplidamente por los tribunales y juzgados de la república y
de que sus sentencias se cumplan y egecuten.
ART. I 25. Puede suspender de sus destinos á los empleados
ineptos ó que delincan en razón de su oficio; pero avilara al
mismo tiempo al tribunal que corresponda, acompañándole el
espediente ó documentos que motivaron su procedimiento, para
que siga el juicio con arreglo á las leyes.
ART. I 26. No puede privar á ningún individuo de su libertad ,
ni imponerle pena alguna. En caso de que el bien y seguridad
de la república exijan el arresto de alguna persona, podrá el
presidente espedir órdenes al efecto; pero con la condición de
que dentro de cuarenta y ocho horas , deberá hacerla entregar á
disposición del tribunal ó juez competente.
ART. 127. En favor de la humanidad puede, cuando lo exija
algún grave motivo, conmutar las penas capitales de acuerdo
con los jueces que conozcan de la causa $ bien sea á su propuesta
ó á la de aquellos.
ART. 128. En los casos de conmoción interior á mano armada,
que amenace la seguridad de la república, y en los de una in-
vasión esterior y repentina, puede, con previo acuerdo y con-
sentimiento del congreso, dictar todas aquellas medidas estra-
ordinarias que sean indispensables, y que no estén comprendidas
en la esfera natural de sus atribuciones. Si el congreso no es-
tuviese reunido, tendrá la misma facultad por si solo; pero le
convocará sin la menor demora para proceder conforme á sus
acuerdos. Esta estraordinaria autorización será limitada úni-
camente á los lugares y tiempo indispensablemente necesarios.
ART. 129. El presidente de la república, al abrir el congreso
sus sesiones anuales, le dará cuenta en sus dos cámaras del
estado político y militar de la nación; de sus rentas, gastos y
recursos ; y le indicara las mejoras ó reformas que pueden ha-
cerse en cada ramo.
ART. I3O. También dará á cada cámara cuantos informes le
pida; pero reservando aquellos cuya publicación no convenga
por entonces , con tal que no sean contrarios á los que presenta.
A»” . El presidente de la república, mientras dura en
este solo puede ser acusado y juzgado ante el senado en
los d – aeV artículo 89.
ART. i3a/ El presidente no puede salir del territorio de la
república Jurante su presidencia, ni un año después, sin per-
miso del Congreso. ,

3o4

HISTORIA

SECCIÓN III. — Del consejo de gobierno.
ART. I 33. El presidente de la república tendrá un consejo de
gobierno, que será compuesto del vicepresidente de la república,
de un ministro de la alta corte de justicia nombrado por él
mismo, y de los secretarios del despacho.
ART. I34. El presidente oirá el dictamen del consejo en todos
los casos de los artículos Sfi, 119, iso, íai, 133, is3, 135,
137, 138, y en los demás de gravedad que ocurran, ó que le
parezca; pero no será obligado á seguirle en sus delibera-
ciones.
ART. I 35. El consejo llevará un registro de todos sus dic-
támenes , y pasará cada año al senado un testimonio exacto de
él, esceptuando solamente los negocios reservados mientras haya
necesidad de la reserva.
SECCIÓN IV. — Délos secretarios del despacho.
ART. I 36. Se establecen para el despacho de los negocios
cinco secretarios de estado; á saber : de relaciones estertores;
del interior; de hacienda; de marina y de guerra. El poder ege-
cutivo puede reunir temporalmente dos secretarias en una.
ART. 137. El congreso nará en el número de ellas las varia-
ciones que la esperiencia muestre , ó las circunstancias exijan;
y por un reglamento particular que hará el poder egecutivo
sometiéndole á su aprobación, se asignarán á cada secretaria
los negocios que deben pertenecerle.
ART. I 38. Cada secretario es el órgano preciso é indispen-
sable por donde el poder egecutivo libra sus órdenes á las auto-
ridades que le están subordinadas. Toda orden que no este
autorizada por el respectivo secretario, no debe ser egecutada
por ningún tribunal ni persona pública ó privada.
ART. 139. Es de la obligación de los secretarios del despacho
dar á cada cámara, con anuencia del poder egecutivo, cuantos
informes se les pidan por escrito ó de palabra en sus respec-
tivos ramos, reservando solamente lo que no convenga pu-
blicar.
TÍTULO VI.
DEL PODER JUDICIAL.
SECCIÓN PRIMERA. — De las atribuciones de la alta corle
de justicia , elección jr duración de sus miembros.
ART. 140. La alta corte de justicia de Colombia se compondrá
de cinco ministros por lo menos.

DE LA COLOMBIA.

3o5

ART. I4I* Para ser ministro de la alta corte de justicia se
necesita :
i. Gozar de los derechos de elector.
3. Ser abogado no suspenso.
3. Tener la edad de treinta años cumplidos.
ART. 142. Los ministros de la alta corte de justicia serán
propuestos por el presidente de la república á la cámara de
representantes, en número triple. La cámara reduce aquel nú-
mero al doble, y lo presenta al senado para que este nombre
los que deben componerla. El mismo orden se seguirá siempre
que por muerte, destitución ó renuncia, sea necesario reem-
plazar toda la alta corte, ó* alguno de sus miembros-, pero si el
congreso no estuviere reunido, «1 poder egecutivo proveerá in-
terinamente las plazas vacantes hasta que se haga la elección
en la forma dicha. En esta vez serán nombrados por el actual
congreso.
ART. I43. Corresponde á la alta corte de justicia el conoci-
miento :
1. De los negocios contenciosos de embajadores, ministros.
cónsules , ó agentes diplomáticos.
2. De las controversias que resultaren en los tratados y ne-
gociaciones que haga el poder egecutivo.
3. De las competencias suscitadas, ó que se suscitaren en
los tribunales superiores.
ART. I44* La ley determinará el grado, forma y casos en que
deba conocer de los negocios espresados, y de cualesquiera otros
civiles y criminales que se le asignen.
ART. I45. Los ministros de la alta corte de justicia durarán
en sus empleos todo el tiempo de su buena conducta.
ART. I4*>- En periodos fijos determinados por la ley, reci-
birán por este servicio los sueldos que se les asignaren.
SECCIÓN 12* — De las cortes superiores de justicia y juzgados
inferiores,
ART. 147. Para la mas pronta y fácil administración de
justicia, el congreso establecerá en toda la república las cortes
superiores que juzgue necesarias, ó que las circunstancias per-
mitan crear desde ahora, asignándoles el territorio á que se es-
tienda su respectiva jurisdicción, y los lugares de su residencia.
ART. 148. Los ministros de las cortes superiores serán nom-
brados por el poder egecutivo, á propuesta en terna de la alta ,
corte de justicia. Su duración será la espresada en el artí-
culo i45.
ART. 149. Los juzgados inferiores subsistirán por ahora en
los términos que se prescribirá por ley particular, hasta tanto
que el congreso varíe la administración de justicia.
20

3o6

HISTORIA

TÍTULO VII.

DE LA ORGANIZACIÓN INTERIOR DE LA REPÚBLICA.
SECCIÓN PRIMERA. — Déla administración de los departa-
mentos.
ART. I 5O. El congreso dividirá el territorio de la república
ep seis ó mas departamentos, para su mas faoil y cómoda ad-
ministración .
ART. 161. El mando político de cada departamento residirá
en un magistrado, con la denominación de intendente, sugeto
al presidente de la república, de quien será el agente natural
e inmediato. La ley determinara sus facultades.
ART. I5a. Los intendentes serán nombrados por el presidente
de la república, conforme á lo que prescriben los artículos 111
y iaa. Su duración sera de tres años.
SECCIÓN II. — De la\ administración de las provincias y
cantones.
ART. I 53. En cada provincia habrá un gobernador que ten-
drá el régimen inmediato de ella, eon subordinación al inten-
dente del departamento, y las facultades que detalle la ley.
Durará y sera nombrado en los mismos términos que los in-
tendentes.
ART. I 54. El intendente del departamento es el gobernador
de la provincia en cuya capital reside. v Y
ART. i55. Subsisten los cabildos ó municipalidades de los
cantones. El congreso arreglara su número, sus limites y atri-
buciones , y cuanto conduzca á su mejor administración.
TÍTULO VJIJ.
DISPOSICIONES GENERALES.
ART. I56. Todos los Colombianos tienen el derecho de es-
cribir, imprimir y publicar libremente sus pensamientos y
opiniones, sin necesidad de examen, revisión ó censura alguna
anterior ala publicaciop. Pero los que ab|gen de esta preciosa
facultad sufrirán los castigos á que se hagan acreedores con*.
forme á las leyes.
ART. 157. La libertad que tienen los ciudadanos de reclamar
sus derechos ante los depositarios de la autoridad pública, con la

“1

DE LA COLOMBU. 307
moderación y respeto debidos, en ningún tiempo sera impedida
ni limitada. Todos por el CONTRARIO deberán hallar un remedio
pronto y seguro, con arreglo a las leyes, de las injurias y daños
que sufrieren en sus personas, en SUS propiedades, en su honor
y estimación.
ART. 158. Todo hombre debe, presumirse inocente hasta que
se le declare culpado con arreglo a la ley. Si antes de esta ele-*
claratoria se jusga necesario arrestarle Ó prenderle, no debe
emplearse ningún rigor que no sea indispensable para asegu-
rarse de su persona.
ART. 159. En negocios criminales ningún colombiano puede
ser preso sin que preceda información sumaria del hecho, por
el que merezca , según la ley, ser castigado con pena corporal.
ART. 160. En fraganti todo delincuente puede ser arrestado,
y todos pueden ARRESTARLE y conducirle Á la presencia del juez ,
para que se proceda inmediatamente á lo prevenido en el arti-
culo ANTERIOR.
ART. 161. Para que un ciudadano pueda ser preso, se necesita:
1. Una orden de arresto firmada por la autoridad a quien la
ley confiere este poder.
2. Qué la orden esprese los motivos para la prisión.
3. Que se le intime y dé una copia de ella.
ART. 163. Ningún alcayde ó carcelero puede admitir ni de-
tener en la prisión á ninguna persona, sino después de haber
recibido la orden de prisión 6 arresto, de QUE HABLA el articulo
anterior.
ART. I 63. El alcayde 6 carcelero no podrá prohibir al preso
la comunicación con persona alguna, sino en el caso DE que
la orden de prisión contenga la cláusula de incomunicación.
Esta no puede durar mas de tres dias : y nunca usará de otros
apremios Ó prisiones que los que espr esamen te le haya preve-
nido el juez.
ART. 164.’ 60a culpables y están sujetos Á las penas de deten-
ción arbitraria :
1. Los que sin poder legal arrestan, hacen Ó mandan arres-
tar á cualquiera persona.
2. Los QUE con dicho poder abusan de él, arrestando Ó man*
dando arrestar, Ó continuando en arresto á cualquiera persona
fuera de los casos determinados por la ley, Ó contra las formas
que haya prescrito , Ó en lugares que no estén pública > y le-
galmente conocidos por cárceles.
3. Los alcaydes, Ó carceleros que contravengan á lo dispuesto
en los artículos 162 y i63.
ART. I65. En cualquier tiempo en que parezcan desvaneci-
dos los motivos que hubo para el arresto , detención Ó prisión,
el arrestado será puesto en libertad. También la obtendrá dando
fianza , en cualquier estado de la.causa en que se vea que no
puede imponerse pena corporal. Al tiempo DE tomar la confe-
sión al procesado, que deberá ser á lo mas dentro de tercero

3o8

HISTORIA

dU, se le leerán integramente todos los documentos y declara-
ciones de los testigos, con los nombres de estos , y si por ellos
no los conociere, se le darán todas las noticias posibles para
croe Tenga en conocimiento de quienes son.
AST. 166. Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales,
sino por los tribunales á quienes corresponda el caso por las
leyes.
AST. 167. Nadie podrá ser juzgado y mucha menos casti-
gado , sino en virtud de una ley anterior a su delito ó* acción,
y después de habérsele oido ó citado legalmente: y ninguno será
admitido ni obligado con juramento, ni con otro apremio á dar
testimonio contra si mismo en causa criminal; ni tampoco lo
serán reciprocamente entre sí, los ascendientes y descendientes*
y los parientes hasta el cuarto grado civil de consanguinidad
y segundo de afinidad.
ART. 166. Todo tratamiento que agrave la pena determinada
por la ley, es un delito.
ART. 169. Nunca podrá ser allanada la casa de ningún colom-
biano ; sino en los casos determinados por la ley, y bajo la
responsabilidad del juez que espida la orden.
ART. 170. Los papelea particulares de los ciudadanos; lo
mismo que sus correspondencias epistolares., son inviolables; y
nunca podra hacerse su registro, examen ó interceptación,
fuera de aquellos casos en que la ley espresamente Jo pres-
criba.
ART. 171. Todo juez y tribunal debe pronunciar sus sen-
tencias con espresion de la ley, ó fundamento aplicable al
caso.
ART. 17a. En ningún juicio habrá mas de tres instancias ; y
los jueces que hayan fallado en una , nunca podrán asistir á la
vista del mismo pleito en otra.
ART. 173. La infamia que afecta á algunos delitos, nunca
será trascendental á la familia ó descendencia del delincuente.
ART. 174. Ningún colombiano, escepto los que estuvieren em-
pleados en la marina, o en las milicias que se hallasen en
actual servicio, deberá sujetarse á las leyes militares, ni sufrir
castigos provenidos de ellas.
ART. 175. Una de las primeras atenciones del congreso , será
introducir en cierto genero de causas el juicio por jurados;
hasta que bien conocidas prácticamente las ventajas de esta
institución, «se estienda á todos los casos criminares y civiles á
que comunmente se aplica en otras naciones, con todas las for-
mas propias de este procedimiento.
ART. I 76. Los militares en tiempo de paz no podrán acuar-
telarse , ni tomar alojamiento en las casas de los demás ciu-
dadanos , sin el consentimiento de sus dueños; ni en tiempo
de guerra , sino por orden de los magistrados civiles conforme á
las leyes. ♦
ART. 177. Ninguno podrá ser privado de la menor porción

DE LA COLOMBIA.

3og

de su propiedad; ni esta será aplicada á usos públicos sin su
proprio consentimiento, ó el del cuerpo legislativo : cuando
alguna pública necesidad legalmente comprobada , exigiere
que la propiedad de algún ciudano se aplique á usos seme-
jantes , la condición de una justa compensación debe presu-
ponerse.
ART. 178. Ningún género de trabajo, de cnltura, de in-
dustria , ó de comercio será prohibido á los colombianos ,
escepto aquellos que ahora son necesarios para la subsistencia
de la república, que se libertarán por el congreso cuando lo
juegue oportuno y conveniente.
ART. 179. Se prohibe la fundación de mayorazgos y toda
clase de vinculaciones.
% ART. 180. NO se estraerá del tesoro común cantidad alguna en
oro, plata, papel ú otra forma equivalente, sino para los
objetos é inversiones ordenados por la ley; y anualmente se
publicará un estado y cuenta regular de las entradas y gas-
tos de los fondos públicos para conocimiento de la dación.
ART. 181. Quedan estinguidos todos los títulos de honor con-
cedidos por el gobierno español; y el congreso no podrá conceder
otro alguno de nobleza, honores 6 distinciones hereditarias, ni
crear empleo ú oficio alguno, cuyos sueldos ó emolumentos
puedan durar mas tiempo que el de la buena conducta de los que
los sirvan.
ART. I 8a. Cualquiera persona que egerza algún empleo de
confianza ú honor bajo la autoridad de Colombia, no podrá
aceptar regalo, titulo ó emolumento de algún rey, príncipe, ó
estado estrangero sin el consentimiento del congreso.
ART. 183. Todos los estrangeros de cualquiera nación , serán
admitidos en Colombia : ellos gozarán en sus personas y propie-
dades de la misma seguridad que los demás ciudadanos, siem-
pre que respeten las leyes de la república.
ART. I84- LOS no nacidos en Colombia que, durante la guerra
de la independencia, han hecho ó hicieren una ó mas campa-
bas con honor, ú otros servicios muy importantes en favor de la
república. quedan igualados con los naturales del pais en su
aptitud para obtener todos los empleos, en que no se exija ser
ciudadano de Colombia por nacimiento, siempre que concurran
en ellos las mismas cualidades.
TÍTULO IX.
DEL JURAMENTO DE LOS EMPLEADOS.
ART. I85. Ningún empleado de la república podrá egercer
sus funciones sin prestar el juramento de sostener y defender
la constitución, y de cumplir fiel y exactamente los deberes de
su empleo.

3io HISTORIA 1% LA COLOMBIA.

AIT. I 86. El presidente y vicepresidente de la república pres-
taran este jaramente en presencia del congreso, en manos del
5 residente del senado. Los presidentes del senado, de la cámara
e representantes y de la alta corte de jasticia, le prestarán en
S resencia de sns respectivas corporaciones \ y los individuos
e estas lo baran a su vez en mano de sus presidentes»
AIT. 187. Los secretarios del despacho , los ministros de las
cortes superiores de justicia f los intendentes departamentales ,
los gobernadores de provincia , los generales de egército y de»
mas autoridades principales, juran ante el presidente de la
república, ó ante la persona á quien él cometa esta función.
TÍTULO X.
DB LA OBSERVANCIA BE LAS LEYES ANTIGUAS,
INTERPRETACIÓN T REFORMA DE ESTA CONSTTTUCION.
ART. 188. Se declaran en su fuerza y vigor las leyes que
hasta aquí han regido en todas las materias y puntos , que di-
recta ó indirectamente no se opongan á esta constitución, ni á
los decretos y leyes que espidiere el congreso.
AIT. 189. El «congreso podrá resolver cualquiera duda que
ocurra sobre la inteligencia de algunos artículos de esta cons-
titución.
ART. 190. En cualquier tiempo en que las dos terceras partes
de cada una de las cámaras , juzguen conveniente la reforma de
algunos artículos de esta constitución, podra el congreso pro-
ponerla para que de nuevo se tome en consideración, cuande
se haya renovado, por lo menos t la mitad de los miembros
de las cámaras que propusieron la reforma : y si entonces fuere
también ratificada por los dos tercios de cada una, procedióu-
dose con las formalidades prescritas en la Sección I del Tí-
tulo IV, será valida y hará parte de la constitución; pero nunca
podrán alterarse das bases contenidas en la Sección I del Tí-
tulolo, y en la II del Título II.
ART. 191. Cuando ya libre toda ó la mayor parte de aquel
territorio de la república, que hoy está bajo del poder español,
S ueda concurrir con sus representantes a perfeccionar el edificio
e su felicidad, y después que una práctica de diez ó mas
anos, haya descubierto todos los inconvenientes ó ventajas de
la presente constitución ; se convocará por el congreso una gran
convención* de Colombia, autorizada para examinarla q refor-
marla en totalidad.
FIN.

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