CARTAS AMERICANAS DIRÍGIDAS POR El CONDE GIAN-RINALDO CARLI. Американские письма Графа Джиан-Риналдо Карли (1777-1779)

Американские письма Графа Джиан-Риналдо Карли (1777-1779).
CARTAS AMERICANAS DIRÍGIDAS POR El CONDE GIAN-RINALDO CARLI

CARTAS AMERICANAS DIRÍGIDAS POR El CONDE GIAN-RINALDO CARLI
A SU SOBRINO
EL MARQUES DE PIETRA-PELOSA,
DESDE EL AÑO DÉ 1777 AL DE 1779
TRADUCIDAS AL ITALIANO
POR D. FERNANDO PIMENTEL
IXTLIULXUCHÍLT
Bajo cuyos nombres, aunque propios de su familia
se ocultaba por algunas razones
JEl Dr. D. Agustín Pomposo Fernandez
de S. Salvador, Rector tercera vez de la
Imperial y Pontificia Universidad.
MÉXICO: 1821.
Imprenta de D. Mariano de- Zúñiga y Ontivero
calle del Espíritu Santo. Todo americano podrá siempre y con mayor razón (que
los antiguos romanos) decir ó los habitantes de las otras
tres partes del mundo: Soy m ciudadano de América,
w ciudadano de, aquélla región que ha engrandecido el”
globo, que ha extendido el- catálogo del género humano,
que ha atraido á si los hombres, acrecentado el poder de
las naciones y metido la Europa en el mas grande fermento de lujo, de conocimientos y de grandeza*
Monseñor Bianchi, en la dedicatoria de
todaja obra al Sr. Franklin.
ADVERTENCIAS.
I.”
Se están traduciendo todas del italiano, y
formaián tres volúmenes en cuarto $i la subscripción fuere suficiente á cubrir los costos
y gastos de la impresión; pero se ha creído
conveniente anticipar en las actuales circunstancias las ocho cartas que saldrán sucesivamente, por contener el plan del gobiernq
paternal capaz solo de hacer felices á todos
los subditos, para que de la felicidad de estos resulte la del Imperio. Plan que no ali canzaron Licurgo ni Solón, Platón ni Aristóteles, Grecia ni Roma, ni algún europeo,
asiático ni africano. Se había observado por
siglos en América, y lo estableció un iridió
cuando ni los americanos sabían que había
otras tres partes ú otra mitad de mundo, ni
los del antiguo creían siquiera posible la existencia del nuestro. Debemos el mas justo agradecimiento al Conde Carli, porque ni el Padre Calancha, ni el Illmo. Palafox, ni el Señor Eguiara, ni el Illmo. Feijoo, ni otro alguno de cuantos he podido ver de los quq
precedieron al Padre Clavijero, hizo jamas
observaciones tan sabias, ni’defensa de los antiguos habitantes de estos países, mas sólidamente sostenida. Ninguno atacó de una níafiera mas irresistible al mentiroso Paw. Si pues
la traducion lograre la aceptación pública de
modo que pueda indemnizar el costo, se con-*
tinuará y publicara, y me atrevo á asegurar
que ninguno que lea la obra entera se arrepentirá.
El traductor no desconoce las dificul-»
tades que los sistemas que han dominado el
orbe y lo dominan hoy, podrán oponer; pero sabe que esta América no es menos feraz
de oro, plata &c, &c. que de talentos subli
aman .y buscan con toda diligencia su felicidad, la de sus semejantes y la de la patria,
hallar sendas capaces de conducirnos á la restauración de tan precioso bien 1
Cuando él no se pueda hoy acomodar
á todas las clases, quizá y sin quizá no hallando dificultad respecto de los indígenas,
afianzará en favor de estos una felicidad que
•todos los demás envidiarán, se esforzarán á
vencer obstáculos por conseguirla para sí, y
en todo caso hará un muro indestruible para
conservar el Imperio en el modo que se es tablezca. Pero si n! para nuestros indios cristianos viejos se quisiere adaptar aquel sistema,
¿”quieii dudará que ninguno, puede ser mejor
para que los Misioneros que se destinen á esas
inmensas turbas que ofrece el gran Cadó, los
atraigan mas fácilmente al cristianismo y al
amor del renaciente Imperio mexicano? ./
Los sabios Padres Jesuítas ¿qué otra
cosa hicieron en el Paraguay para establecer
y conservar aquella inestimable felicidad, que
|a expatriación arrancó á aquellos indios?
¡ Ah! ¡Ellos presentaban el mas cabal traslado* vivo” de los fieles de los primeros dias faustísimos de la Iglesia! ¿Y no es una verdad
que lejos de perjudicar asi á las costumbres y
leyes de la monarquía española, las habían
afianzado el mas sólido cimiento? Yo puedo
engañarme; mas creo que no puede hacerse
bien mayor á nuestros amables indios, “mi ponerse muro mas firme para la subsistencia del
Imperio mexicano. Añadiendo al plan de los
Incas y al de los Jesuítas lo conveniente para
que los indios que tengan vocación, puedan
llegar al Sacerdocio y al Obispado, los qug
tengan talentos puedan cultivarlos, y ascender
á las magistraturas, á todos los honores de la
milicia &c. Ellos serán mas felices, y de su
felicidad resultará la mas permanente felicidad
del Imperio. Los sabios lo reflexionarán y respetaré siempre sus decisiones.
2.a
Empezada ya ta planta de la Gaita XIII
Recibimos de Querétaro una muy atenta de D*
José María Fernandez de Herrera, en que di-*
te que tenia empezada mucho antes la tra-*
duccion de las Cartas de Carli, que asi lo’arnun–*
ció en el tomo III del Semanario político y literario de esta capital página 285. No mienta
la otra obra del gobierno dé los Jesuítas en _ el
Paraguay, y con la mas fina urbanidad exige
solo que por esta nota se cubra su “honor.
Pimentel Ixtliulxuchilt puede probar
que no Ha visto ni uña sola oja del*Semanario.
Si lo hubiera visto no habría emprendido su
traducción; y aunque empieza a publicarla, le
seria muy grato que diera el Sr. Herrera la
suya, cjue seria mas digna del aprecio publico*
:” 3-* ‘■ .’
La, dilación provino de la necesidad dé
esperar subscritores foráneos. Solo han venido
los de Puebla. £1 respetable sugeto de Querétaro á quien se dio el encargo no ha contestado. En Oajaca y Monterrey se recibieron
las cartas.y no los paquetes de impresos que
sé franquearon, sin duda por estravio en las
estafetas del tránsito. De otras partes quizá n!
las cartas llegaron. Nos aventuramos con todo
á perder algo del costo de la impresión.
CARTA XIII DE LA PRIMERA PARTE
JDJS LAS AMERICANAS, . – ” ,
DIRIGIDAS
POR ÉI< SR. CONDE JUAN REYNALDO CAR L MI LAN ES, A SU SOBRINO EL SR. GERÓNIMO GRAVI¿V MARQUES DE PIEDRA-PELOSA. « - 1 1 ■ - ' V—-■-'-Fundación del Imperio del Perú. Primeros fundamento/ de las leyes, y primeras providencias dirigidas á la felicidad de aquellos pueblos. apelas las naciones han ensalzado un héroe autor de su propio gobierno, al cual se confesaron deudora* del buen ser de su origen y existencia, y atribuyendo* se á tal héroe las leyes, las providencias y las acciones mas maravillosas aunque con el adorno de la- fábula, autorizadas por el tiempo y ■ mantenidas bajo lp credulidad de la multitud de los intereses de aquellos á quienes era ventajosa» le dieron honores de divino. Asi los pueblos del Perú ensalzaron al Inca Manco Capac, y á su muger y hermana llamada Coya, Mammá Oello Httaco, por los primeros instituidores de su sociedad civil. Como Inca Capac es titulo 6 sobrenombre de Manco, y significa Gran Señor) asi es cier« temente el sobrenombre de Oello Haaeo la expresión de Coya Mammá, que quiere decir Emperatriz Madre. Estos títulos pasaron á todos sus descendientes. Su tradición era que, estos dos fueroja engendrados por ei Sol poco después del diluvio en la 'isla del lago 7Yf¿caca9 distante ochocientas leguas,de Cuzco. Instruidas 00 fot e^SoNu padre para procurar hacer á< los hombres sociables y felices, y para establecer el asiento del Imperio, les dio una vara de oro, designándoles para lugar de la fundación aquel donde con un solo golpe se hundiera la vara en la tierra. Caminaron hasta el lugar llamado Huanacauti donde se hundió la vara. Desde entonces cada uno por distinta parte caminaron para recoger gente con la cual se formara una ciudad; y habiendo vuelto con multitud en su seguimiento, fabricaron á Cuzco, dividido en dos partes, Harían Cuzco que significa la alta Cuzco, y Hurin Cuz* co, esto es la baja Cuzco. Tal división sirvió después de norma para las otras ciudades y pueblos del Imperio» Manco al patito enseñó á los hombres i hacer las casas, Jos arados, los azadones y otros instrumentos: les enseñó, á arar y sembrar, á . recoger .los granos y legumbres útiles para las necesidades de la vida, no tflenos que'las armas para defenderse y para ofender ¡en su caso á. sus enemigos. Enseñó también la religión Rencilla, las .primeras costumbres, la sumisión á las le-yes, ia custodia y utilidad de los rebajos. Asi la Co^:. •ya Oello instruyó á las. mugeres. del modo de hilar, la lana y el algodón, á teger,v¿ hacer sus vestidos y los de los maridos e hijos, á gobernar tina; familia, Lo$ primeros límites ó confines de éste reino estaban demarcados en el oriente por el rio Vaneartampú, al occidente por el rio Apurimac, por el medip día hasta Quequuana, y en aquel espacio se creían e{i «quellos primeros tiempos edificadas t mas de cien: vi~ -lias, de las cuales las mayores tenían cien casas* Mil fábulas "añadieron á este principio por sí fabuloso en •abundancia, como dice Garcilaso, y que seria obra larga referirlas. Lo que se creta comunmente y fue conducido por la tradición, es que diversas naciones -Se reunieron bajo el gobierno de Manco, á sabe^, CJkyn-.
‘chapuQuyny Rimactampu, del medio día otras diez y
ocho bajo el nombre de Ayarmaca.
Se pretende que cje^de el tiempo de este antH
guo (legislador se dio á algunas familias la nobleza, a
$aber: ct título delinca que signi^ca.. Seppr y descendiente del Sol, con las insignias correspondientes del
adorno de la persona, consistentes en el cabello cortado según losagrados dejando dos ó tres dedos, aretes,
$nuy jgrandes que llegaban hasta la cintura, por cuyp
efecto se estirábanlas orejas, estremadaroente, y se hadan largos abujeros para’pasar el hilo: finalmente, el
ornamento de la cabeza que consistía en una faja de
color negrp con plumas. Las mugeres de los Incas que
eran de sangre real,.se distinguieron siempre, de aquellas; de los, simples íncas^y se llamaban, P’alladi, Pai
lias: al contra rio, s-las mugeres de estos se llamaban
Mammacune Matronas. Pailas quería decir sangre real.
£1 Inca gipperador llevaba1 también el pelo cordado;
¿ero ma,s corto, que cualquiera otro. Todos los Incas
$pmbran4oal Sol:decian siempre nuestro Padre^ yer«¡ú
considerados como inmediatos á la familia real. Las
¡hijas de. los Incas de sangre, real se ofrecían al Sol y
po al Emperador, y permanecían vírgenes en perpetua clausura. Las Palla di después que el Empenrdqjr
¿as tonaaba iPOí^jS^gundas mugeres, tenían ¿V grado
©Üstinto y-superior después de la Emperatriz según
#Q dice; y-sus hijos, en falta de ios de la Emperatriz,
•eran capaces para la corona á diferencia de los dúos
aunque.nacidos de Príncipes curacas ó caciques. La
.¿iferen£iavde los adornos manifestaba el grado de la
.primera^ y^fle ahí el de la segunda y urcera nobleza.
¡Vías r:para penetrar el espíriiu e jndoL de
jaquel gobierno, conviene saber que era ,má*jmá fundamental de aquellos Príncipes obligar á todbi sus
.subditos á .ser. felices.. Ningún Imperio llegó jaipá* á
un fin tan digno y tan átil á fa – humanidad, fuete déf
£eru. Observemos de qué manera lo consiguieron*
Vieron, pues; que los hombres por su natura-*
leza sirven mas á la opinión; ¿jue* á la fuerza. Por esto
los Incas, ante otra cosa, imprirnierbn en el animo áÚ
aquel pueblo la opinión, n6 solamente1 de que había wf
Ente creador y conservador de todo el universo; sihd
también que el Sol era el manantial de los bienes íísfc
eos, de la fecundidad de lá tierra y de todas las producciones vegetales y animadas. Pasando de aquí á la
persuacion de que Manco Capac y Gello habían nacido milagrosamente del Sol, y habían sido enviados
por él para establecer la felicidad de los mortales,
creían firmemente que sus. Emperadores con suecesióa
jamás contaminada, descendían de aquellos primeros
hijos del Sol, porque se casaron siempre con sus jief*
inanas nacidas de su misma madre, y por eso les miraban y respetaban como otras tantas divinidades.
Siendo todas sus leyes dirigidas al bien universal y
particular, eran consideradas como leyes divinas, cuya transgresión llevaba conslgb la peria: éñ’ésta y *a
la otra vida. Radicada esta opinión en’ los ánimos de>
k>s peruanos é inculcada incesantemente por todos
los que eran destinados á presidir al pueblo, fue el
principal fundamento de aquella Constitución.
Por tálnto, cuando se conquistaba wáiquierii
nueva provincia,* se’comenzaba a’ persuadir al pueblo
de tales principios: sé les hacia Ver ia sencillez de uñ
culto puro é inocente sin derramamiento de sangre
^umana¿ se instruían sobre la gran máxima de considerar á los hombres todos como hermanos y de no ha*
ceí á Otro aquello que ninguno quiere sé le hagar después de esto se les ensenaba de modo que cada uno
hiciese aquello que debía hacer por obligación, para
que después proveyese al mantenimiento de toda la fa*
mili* y al sustento de las viudas, de los viejos, de loa.
intyedidoi y de los>Jmpíl*s.. Vos comprenderéis bien
cuan difícil ftieía este proyecto, particularmente, en un
reino monárquico, en el cual convenia proveer á las
necesidades de la corona, á la milicia, á las obras públicas de calles y caminos, de canales, de fortalezas, al
.mantenimiento y decoro de los tqmplos de los sacerdotes, de las’vírgenes, y á las fiestas qu$ se fracian. Ello
es cierto que los losas solos formaron un pían por el
cual regular y diariamente fuese ordenado todo, y todo fuese ejecutado.
Brimerameate: habiendo dividido las ciudades,
loa mbunbies y villas «a dos «pactes, distinguieron
también las clases 6 tribus de tas .familias, de suerte
que ni por matrimonio, ni por mudanza de habitación
se confundiese una clase ó tribu con otra. Por eso
era prohibido expresamente el tener mas de una mugen esta debía tomarse de lá propia tribu ó par entela, y se castigaba severamente todo libertinage. Aunque cada uno debia casarse con una parienta suya, se
excluía la hermana, y no podía casarse sin pasar los
Aeinte y cinco afios de edad* Entonces hacia por si
casa y proveía á su hueva femüia, separado de la casi paterna*
Estas eran leyes, diréis. Pues asi eran otrasde las
. cuales hablaremos después; pero el punto de la dificultad
está en hacerlas ejecutar por todos uniforme y exactamente: este es el artículo que es necesario esclarecer»
– En cuatro partes, estaba dividido aquel dila-*
tado Imperio] llamadas Tahaanttnsuyu, esto es en las
cuatro partes del horizonte. Cuzco quiere decir ombligo,
. porque de hecho estaba colocada esta ciudad en el
apunto del ombligo de aquel gran cuerpo. Suyu quiere
. < áecir parte ó provincia. La parte oriental de los montes Andes ó Cordilleras se llamaba Antisuyu* Al occi¿dente estaba la' provincia de Cuntí y se llamaba Cuntí* v tuyú. Acia el norte por la provincia de Chinea se decía Chiticasuyu, y aciaía parte de Coila<él üdltutfyú. «En cuatro grandísimas porciones, estaba asi dividido reste Imperio:, qué ttnfo de extensión en los últimos tiempos mas de mil y trescientas leguas desde Pasto á Chile, y de anchó desde el rio Mola hasta el Angas Mayo. „ Cuatro Lugar tenientes ó vireyes estaban des* tinados á presidir aquellas cuatro, pactes del Imperio con varios Consejos; y' en Cuzco cerca del Emperador residía otro Consejo.* Para conocer los enlaces y los hilos de la institución, basta decir, que en cada ciudad, suburbio y villa, las Familias estaban divididas por decenas. Tras ésto había un Géfe 6; decenario qué presidia á diez farnil tais iriclusala suya: cinco de estos' decenarios formaban la Inspección de un decurión* Dos de estos decuriones ó gefes dependían de un tercero que por consecuencia tenia en pjadron apuntadas cien familias con- sus respectivos decuriones, A cinco de estos centenarios presidia otro, dos: de: los cuales constituían después el departamento de aquel que era superintendente de mil familias y era la cabeza ó el gefe suprema de todas ellas. Cada luna, esto es, cida mes, el uno daba cuenta al Otro de su propio oficio hasta llegar al superior de mil, el cual dependía dd Lugarteniente general y delErtipérádor; Toda ciudad tenia un juez para las diferencias privadas, y ademas, lo qué es bien singular, un comisario que por prirhera incumbencia observaba atenta* mente si cada uno de los decuriones ejecutaba bien el propio oficio. Este comisario se llamaba Cucuy Kióc que significa ojo á todo. En las leyes dé Pedro I. en Rusia, el fiscal, 6 sea el procurador del Príncipe, des^ tinado á asistir á-todo consejo ó gobierno de la monarquía, para que nada se hiciera contra* las leyes, se llamaba ojo del Principe. v ■ Esta, suprimido poco, era la tela civil de aquel gobierno. Vereihos adelante sus efectos* A Dios, Julio 30 de 1777. C?) CARTA XIV. Sistema de aquel admirable gobierna, domo se precavían los delitos. Educación de los hijos. Cuidado para el mantenía ■. miento de las familias. Fuerza de la educación eñ la afusacion de los propios errores y delitos. ■ Escuelas públicas* jPuestas en padrón todas las familias distintas en la tribu respectiva, numerados exactamente todos los individuos, y distribuidos por decurias con la vigilancia de los gefes que. hablan debido registrar y dar cuenta de todos los nacidos y de todos los muertos dé mes i mes, como os he dicho en otra carta, queda por ver la incumbencia y el orden, tanto de la administración de la justicia, como de Ja, paternidad respecto á cada subdito', no menos que de la exacción de los tributos" y él uso de las rentas del Soberano. Dos principales incumbencias tenian ios decenarios ó aquellos á quienes se confiaba el cuidado de diez familias. Consistía la primera^
adoración del Sol y de su hijo el Inca, en creer divi*
nos todas las leyes, y en esperar toda desventura eny
esta y en la otra vida, en caso de inobediencia ó fal-;
ta á los deberes que les estaban impuestos. Mas los
hijos debían prestar toda obediencia á las órdenes del
padre hasta cumplir veinte y cinco años, que es cuan* do se casaban, y encaso de transgresión eran castigaddos hasta con pena de muerte,. Este punto era celosa-»*
mente observado, porque de él consideraban que pendía la felicidad no solamente de una familia, sino del
Imperio. -¡
En las ciudades, y principalmente en Cuzco,
había escuelas publicas para la nobleza. La fundaciónde ellas se atribuye al Emperador Inca Roca, asi como*
se tenia como conducida por él la máxima de que los*
dobles solos debían cultivar el espíritu con la aclquisi^
eion de los conocimientos útiles; pero que los, de el
pueblo debían instruirse en los ministerios de sus pa^
dres, debiendo seguir estos y no otra cosa.
Estas escuelas eran dirigidas por los Incas que*
como maestros adquirían el título de Amauti, esto es,
sabios y filósofos. Todos los hijos de los nobles, inclusos los curacas ó caciques, propietarios de provincia, debían acudir á ellas. Se les enseñaba» la religión,
traban los fundamentos y las razones de cada una de las,
leyes, se instruían en la moral, en la política, y se ejer»
citaban para la milicia. Se procuraba que fueran bien.
instruidos’en su historia que por tradición pasaba de,
una generación á otra, en la aritmética, cuyo estudio.
era penosísimo, porque en lugar de caracteres escritos acomodaban los quipos, esto es, cordones con rmdT>s, de los cuales hablaré en otra carta. Finalmente;
los Amauti enseñaban lo poco que sabían dé astronomía, de música y de poesía. De aquí es qué ningún
Inca era ignorante de estas cosas, de las cuales sabían cuál mas, cual menos; pero acerca de la historia
del pais y de la aritmética todos eran igualmente ins*
truidos, y todos persuadidos igualmente de la filiacióndel Sol y de la santidad de las leyes.
De la enseñanza, de los ejercicios y de la pei>v
petua instrucción no eran exceptuados los hijos del
Emperador mismo. Aprendían estos á obedecer para
ser aptos para gobernar. El Emperador comunicaba’
succesivamente á sus hijos, los recuerdos y las mári-*
nías atribuidas á Manco Capác; á saber: qué se acordasen siempre de ser hijos del Sol, y obligados por
eso á adorarlo: que debían hacer obedecer las leyes y
las órdenes establecidas por todos, comenzando sieihpre por obedecer á él mismo: que debían ser humaños y misericordiosos para todos: que debían extender
el Imperio con tas armas de la beneficencia y del
amor; pero jamas con las dé la fuerza: que el puebla
debía ser mantenido por ellos por medio de la justicia
sin permitir jamás que se introdugera un desorden»
é^ue debían, finalmente,, mostrarse ¡siempre verdaderos
hijos del Sol en todas sus acciones, confirmando siempre con ios hechos lo que aseguraban con las palabras,
á fin de que todos tuvieran razón de creer sin alguna
duda cuanto ellos decían, pues de otra suerte seria»
despreciados. Cuando los Emperadores velan que sus
hijos no prometían una conducta irreprensible, los cas*,
tigaban severamente. El Inca Yahuarhuacac conducido.
de ¿al razón, confinó á su hijo primogénito que debía
heredar el Imperio, en el gran parque de Chica, don-,
de se mantenían las fieras recogidas con fuertes nw-.
eos, para que sirviera de pastor de, ios rebaños del Sol.
£ste fue después el famoso Inca Viracocha. .
Tales eran las máximas fundamentales sobre
las cuales se regía aquel Imperio que Paw honró con,
el.titulo de sajvage y bárbaro; pero ^que no solo Gar-.
c^aso^da ja Vega, ma,s el. Padre Acosta, el Padre Va-?,
lera y otros jgue se han detenido muchísimos, años en.
el Perú, poco después de la conquista, y que profundainetne examinaron toda particularidad, son los que
te desmienten. Qs.^iré luego de las leyes, de los tributos y otras cosas. IJntre tanto, á Dios; ó de agosto:
de I777« ., .
: MOTA*
.lEíU^uctor. que fia vis^o. en estos días alguno^
4e kjs muchos papales que abusando de la liberta^
política, de la imprenta tiran á sumergirnos en la^
anarquía, rompiendo ia unión.que la religión católica^
la naturaleza, la pol/tica, el interés público y el indi-?
Vidual, -reclaman imperiosamente; ha creidodeber Han
&ar k. atenuo¿ de, ios lectores de estas cartas de Car-.
ala racional y justísima reflexión de que aunque na
se puede dudar . que los conquistadores de ambas
^mérícas incurrieron en los horrendos crímenes á que
les\Gpnd!BJo: la;, avaricia: aqnque también es cierto, que
enios .tres, siglqs no han faltado gefes ni magistrados
inicuos, hpítft>r#s orgullosos, avaros, prostituios á losf
Vicios, no.es mqnos verdad que jamas han faltado esr
(tañóles piadosos, ejemplares^ misericordiosos^ genero-?
sos y benéficos. No es falso tampoco, que estos hombres de bien han consumido los trabajos de su vida eir
aumentar ios caudales para educar bien y dejar rico*
á sus hijos americanos: su sangre circula en nuestras1
venas: no hay español, americano cuyos blasones no
se jacten, ó sin jactarse ño hayan fluido á el de la nobleza de su padre y abuelos europeos^ Pero ahorrando razones que á ningún despreocupado se ocultan ¿no
han sido españoles europeos los que Dios eligió y desatinó para darnos él bien sólido inestimable de la divina religión que tan cordialmente adoramos? ¿Y qué
culpa podremos atribuir á tantos misioneros-cierta-‘
mente apostólicos por los crímenes de los ‘ conquistadores ó de los otros malos que les siguieron?
¿Pero no nos enseñaron Jesucristo y su Madre;
purísima, con su ejemplo y paciencia á perdonar las
injurias más atroces, hasta olvidarlas y hacer lo sumó
del bien á sus enemigos? • *
Luego cuando la fidelidad de la historia nos
presenta los crímenes de los que los cometieron, debemos tomar lección para precavernos en lo venide*
ro, para no abanzamós á cometer semejantes desafue*
ros; mas debemos juntamente compadecer lá miseria f
corrupción de aquellos hombres, aborrecer sus delitos/
y no solamente perdonar sino olvidar cuantos males
hicieron á nuestros abuelos y cuantos otros hicieran k
nosotros mismos. Para ello ¿no será justo que nos
acordemos de los excesos que hemos cometido, dé las?
horrendas culpas que tal vez hemos incurrido contFat
un Dios tan benéfico, tan amable y tan digno de setf
amado? ¿querríamos que este Dios no nos perdonara,
ño sé olvidase, como lo ha prometido, de todas
nuestras iniquidades, para conducirnos á la unión
eterría, donde tantos pecadores hechos Santos gozan
con su Dios la gloria infinita, que con el odio y la
desunión seria otro infierno? Aborrezcamos, pues, el
pecado de otros y eVniiesJíroj; ;pe$< $amemos á los pecadores y á nosotros, tanto, mas cuanto la fe divina nos perstsade. tntafjustícia tan/inaáifiestá ctfm& es. lá1 de que Dios?tio nos perdonará sino á medida que > hu¿
btéremos perdonado á nuestros hermanos, no nos amar
ra sino por lo que les hayamos amado.- . . ,
¡Divina^ consolador a:.y mi áfixicordiosa^ Religión!
¡Religión católicav apostóHcai, romana,, blanco subüaie
dé la primera garantía del naciente Imperio mexicano!
¡Religión santa y purísima en cuyo regazo plugo á mi
buen Diosa que»yo naciera! Tú dictaste al becoe ortodoxo Iturbide la .garantía tercera que de acuerdo con
tu ley sacrosanta exige la unión; y no hay cerebro sap
no que nó entienda quesm tí, óniía Rejígioiy Ver dadé^
ra, y sin la concordia y unión de tus¿ partidarios, no
pueden lograrse ni la independencia,.;^ Jos,,. tnuftho#
bienes que por ella nos prometenlos^ , ¿. \
•■■ c Cuando louefiexioBObiy. #«o lia jgftOfancáavtnas:
ipie maiicia.de: alguno», muy epocos, d& mis, hermanos*
que alhagando pasiohes; crinwulles se empeñan en. desunirnos, vuelvo á tí mis-consternados ojos y veo^uif
tus abundantes lágrimas sobre tus*,c¿adidas,vmejillas*
Me pa*ece que-oigo ¡tus gemidos¿ y ‘«piisiera >¿e,aer. loa
talentos de;que ciertamentei carezco, para ^ocupar. to>
dos loss instantes de mi vida en proporcionarte el
consuelo de ver á toda la América gozar la paz, fru*

T • – • • >
JL/Os dos objetos fundamentales de un gobierno pat
temál^ sonciettamente, el primero la igualdad de los
bienes, el segundo proveer á todas las necesidades _ dq
los subditos, de modo que no exista entre elb» la
atormentadora desigualdad^ las comodidades, por la
cual utia ^arte del pueblo abunde de tolas las xoop
y la Otra desfallezca en la miseria. Licurgo tuvo estos ü?
fies á la vista, por lo cual desterró el oro y la plata*
distribuyó ja tierra en porciones entre el peeblo, -la
ireliglon y los privados, dando en propiedad i cada
‘ramilla tina «efíalada parte de rerreno, e instituyó Us
mesas públicas donde cada uno viniese á comer en común
conventualmente. Empero creo que aquel sistema estaba
sujeto á grandísimos defectos.’ Era Tel primero^ que de*
jando el terreno en propiedad á las’familias y prohibida su enagenacion por la seguridad, del patwmoniot,
era el padre considerado de sus hijos como un .simple
depositario; mientras que quitado el temor y la esperanza para mantener los vínculos de la naturaleza,
solo quedaban la honestidad y la sensibilidad, subsidios en verdad poderosos y eficaces para las almas
bien formadas; pero frágiles e imbéciles para los espíritus inquietos, perversos y prontos por ja propia
satisfacción á transgredir toda ley, -á despreciar ¿oda
resguardo, á odiar todo obstáculo que se les ■ oponga^
De aquí los desordenes, jneyjtables debían jnducirv a,
los padres, „como de hecjio. sucedió £ cla. jderpgacioiij
de esta ley, y de aqui dadas .por. una^ parte ría :ocfosK
dad y el abandono* y por otra la actividad, ciebia
alterar necesariamente el equilibrio y. conducir f mu-¡
chos á la miseria, mientras otros aumentaban, w par
trimonio;,Qtro defecto después.debía haber eú las mesas públicas, conviene á saber: que con este arbitrio
se quitaba á lá* mugeres el modo de ejercitarse’ en el
proveimiento de la propia, familia; y los hijos entregados á la educación pública, siempre eran mas ágenos V apartados de la consistencia y felicidad doméstica,. ‘■ ■. . i – < • •* Las leyesde Licurgo estaban ciertamente en oposición con las de la naturaleza. De aquí resulta que él tuvo mas bien la mira de constituir una sociedad militar^reducida :4> pocos individuos, que la de
establecer una Nación susceptibíe de aumento, dé ex-»
tensión y grandeza* y. al¡ mismo tiempo- feliz. Creo
también qué Plutarco habia dicho con. sabiduría en- la,
vida de Licurgo, que sus leyes eran suficientes para
la fortaleza y poco dispuestas ;para la ¿usficja-k ; . • De hecho, asi; como, la oajurajpeza.-qo sufre
violencia por largo tiempo, asi en Esparta se intro^u?
jo el oro y la plata; y hecha con?un;lf :.lib¿riad de. lq¿
contratos, cayó en el exceso opuesto del lujo y del
desorden, de modo,.que queriendo Agide, restablecer,
la antigua disciplina, perdió la vida y, se hizo^ víctima.
Cleomenes; intentó el mismo proyecto^ y fue colocado
el primero en lá Usta.de¿íJos tiranos, de^Esparfa; huido
á Egipto terminó miserablemente su vida. Á los^ Incas
fue reservado únicamente este grande proyecto, en
tanto que asi. tóalo/.Licurgo pensó que dej la consistencia del cuerpo d^bia emanar el. bien 4e¿ ^ Pa*te#
‘{«*)
que lo componían, el cual impedía la extensión del do*.
minio, y no quitaba el defecto de la desigual actividad, enlace y constitución de las familias^ los ín*
¿as proveyendo á la córtioda consistencia de cada unopor premio derla industria y del trabajo, y al mante-riímiento de aquella opinión y religión, con la cual todos»
hacían el centro de la potestad legislativa, resolvieron
el gran problema de extender por gradación su Imperio,’ y dííiácer á los hombres contentos y felices -po*.
áitivá y permanentemente. ‘ «
• *’ Éh tres partes estaba dividido el terreno. Una
destinada ala Religión, la segunda al Emperador, yla tercera para las familias*
La división particular era esta^ A cada hom-í
bre se daba una medida de terreno llamada Tupu paw
ra! senibrar el maíz que Jos italianos- llamamos frumériton, mulgon ó gran turco. Este terreno bastaba^
para el sustento de un hombre y una tnuger. Por ca-*
dá hijo que riaciaíse agregaba: oítro tupu, .y por cada?
Jiija la mitad.’: > – A ‘. • 1 >’> – ; . ?
‘ A este fin todo decenario esra&a; obligado ery
cada mes á llevar exacta cuenta de los nacidos y de lo?
¿nuertos, y habia ingenieros ó agrimensores destina-*
dos ¿ ejecutar el’ reparto prontamente. , . .
Cuando uñ hijo sé cáSaba y ¿lacia casa por sí,
le era consignada aquella’ misma medida de terreno
ijue por su*-nacimiento se habiá asignado a su padre.
Las hijas se casaban sin nada, siendo de la
obligación del marido mantenerlas.
Las tierras’ no podían venderse ni enagenarse,
hi heredarse en aumento de la propia porción; mas
aquellas que por* la muerte de los hijos podrían so«*
h re abundar á la necesidad de la familia, ó por muerte
del padre de familia que no dejaba hijos y muger*
volvían á la comunidad. Ma% cuando Ja muger que-*
¿aba.viuda ó quedaban pupilos, el terreno permane* .
C*9>
cia^ en aquella- familia y se cultivaban por otros á beneficio de ella. ,
^ Esta división de la tierra proporcionada para,
el cultivo del maíz, se observaba también en la otra
donde se sembrajban las legumbres. !
El padre y los hijos hasta la edad de veinte
y cinco- años estaban obligados á labrar el terreno
propio y hacer las provisiones para el mantenimiento
det la familia, J.as mugeres. hilaban la lana y ej
algo.doa, tegian las telas, hacían los. vestidos, á
excepción de las cajigas y .sandalias , ó sea o calzados con la sqela asegurada con cintas perfectamente semejantes á los que usaban los romanos* hacían
$1 pan-, y se dedicaban k la cocina.
‘.- Bien abastecida la- familiay ^consistiendo én
el padre los actos de la labor y en los hijos dirigidos
por él, ¿eréis que se hubieran dejado á la suerte los
yiejos. imposibilitados, los huérfanos, los pupilos, las
viudas?r¡¿n. cada» población había emisarios destinados
a es^e.objeto,;Se. llamaban JLacta Camay tt^ Estos señalábanle! dia en que se debia trabajar en el terreno de
estos impedidos. La víspera desde una torre alta se
anunciaba por los comisarios el trabajo del dia si-.
guíente, Los parientes, y principalmente los de la tri^
bu se presentaban en el campo indicado,.llevaban á él
su alimento, sembraban y recogían el grano. La ley
que obligaba á este,mutuo socorro, se llamaba ley de,
fraternidad. Si faltaba para esto la semilla que había
de sembrarse, se aprontaba- luego de los almacenes
públicos, de los cuales hablaremos.
Su arado consistía en una carreta con la azada 6 plancha de palo durísimo, con dos timones á los
euales se acomodaban para tirarlo dos^arejas, la una
de -fíete á ocho hombres. Los sulcos eran profundos, las
mugeres esparcían la semilla y el riego del terreno
facilitaba su labor.
4
el primero..En segundo lugar cada uno cultivaba lá
propia,’y acabada esta se labraban las tierras del curaca ó cacique, del Emperador y del Sol. El’Emperador y la Religión-eran pospuestos á las viudas y á
los impedidos, y este orden se observaba escrupulosamente. Garcilaso de la Vega refiere que un comisario prefirió la tierra de un curaca su pariente, ha-r
ciéndola cultivar primero- que la de Una viuda, y Ate
inmediatamente ahorcado cómo violador de- la ley.
. Terminadas ya las labores privadas, cada uno
se hallaba en el dia establecido y en el lugar designado para cultivar las tierras del Sol, ó sea de la Religión y de los Incas. Mas como no se tenia por justa
la ley si primero no era ejecutada por el Emperador,
así él y toda la familia y parentela regia, en un dia
señalado se hallaban en un terreno dedicado al Sol,
situado en el contorno de Cuzco, mirando á la colina
donde estaba la ciudadela llamada Cokumpata, y tomando en la mano el arado de oro y la esteba, no
por ceremonia como los Emperadores de la China,
mas positivamente trabajando, sembraban el grano y
lo cultivaban exactamente con un aparato magnifico y
con una perpetua alegría, cantando á coros himnos y
canciones en alabanza del. bienhechor de la Naturaleza, compuestas por eF intercalar Haylii, que quiere
decir triunfo. Tan armoniosa era esta música que ios
españoles la copiaron, y en el año de 1751 la cantaron con el órgano en las procesiones, de lo cual se
complacieron mucho aquellos pobres desventurados que
habian quedado en la esclavitud.
Con tal ejemplo’todos se adornaban con los
mejores adornos de plumages y vestidos, como que en
el dia de la alegría debían cultivar los terrenos de la
Religión y de los Incas, en cuyo tiempo los trabajadores eran mantenidos á costa de aquella y de estos*
00
La cosecha se reponía en los almacenes y se
transportaba por medio de aquellos anímales que los
españoles llamaron carneros, y es el Llama semejante á
un grandísimo carnero sin giva sobre la espalda, y
capaz de llevar un peso de ciento y cincuenta libras
ppco menos. Estas provisiones servían al mantenimiento de la familia real y de los empleados públicos’
por una parte, y por la otra á las necesidades de los
sacerdotes, de las vírgenes y de los templos.
No era destinado todo el pueblo á la agricultura. Una muy gran porción de rebaños con sus pastores se mantenía tanto para el Emperador como para
el Sol: otra parte del pueblo se. aplicaba á las artes y
a otros trabajos, y sobre estos recaía lo que hacia el
tributo.
Mas estas tierras y estos almacenes no eran
ya un objeto de estanco 6 separación privativa y particular del gobierno 6 de la( Religión; puesto que en
el caso de que la tierra estuviese ya dividida y cultiyada en la tercera parte destinada al pueblo cuando
el pueblo se aumentaba ó por nuevos hijos que nacieran, ó porque otras familias vinieran á establecerse, á
todos estos se les asignaba la correspondiente porción
lie terreno, sacándose de lo que pertenecía al Emperador, y en falta de esto de lo tocante al Sol, por la
máxima siempre constante de que las necesidades del
¿raeblp fueran las primeras que se socorriesen,
. . He dicho que aun hablaría de los almacenes 6
depósitos públicos. Todo cuanto se cosechaba por una
circunferencia de cincuenta leguas en contorno de
Cuzco en las tierras del Emperador y del Sol, se con¿lucia á aquella,ciudad para la provisión inmediata de
la corte y del sacerdocio, exceptuando una señalada
,porqon que a*e lo perteneciente ai Sol se ponía en los
almacenes de las ciudades que estaban comprendidas
en este círculo. En cada ciudad ó villa se hacia un ai*
tmceh con una cantidad de grano proporcionada y
perteneciente al Etnperador y al Sol. En otro almacén*
dividido por la mitad se colocaba otra cantidad de
grano, perteneciente igualmente al sacerdocio y al imperio, i Sabéis á que cosa servia aquel almacén primero % Habéis visto como se proveyó al sustento de
la^ familia, de las viudas y dé los impedidos; mas aquí
se áterídia á otro objeto de providencia de dónde pudiera socorrerse cualquiera contrario acontecimiento.
El granizo, la sequedad, el crecimiento de los rios,
los uracanes, las tempestades y terremotos podian des-*
truir las campiñas, y reducir las familias á la carencia
del alfmento necesario. He aquí para lo que servían aquellos állnacenes. De ellos se socorría tOdo>
aquello que podía ocurrir para el*- mantenimiento del
tales desgraciados; y de esta suerte ninguno había
allí’que sintiera las consecuencias de lá inclemencia:
¿el cielo. El Padre comüin* que er% el Emperador á
todo proveía. – – > > ‘ >
Estos almacenes, en los cuales también se acumulaba una porción de los tributos de vestidos y utensilios para lá .tropa, no menos que grande cantidad de
lana y algodón, servían para subministrar también ta¿
les géneros y tales muebles á tuantos los necesitaban;
Y. asi como en los caminos grandes á cada dos ó tres
leguas estaba erigido un hospicio llamado Cotrapahuasm
c/, asi cada uno que pasaba fueVa por servicio :publir
co ó privado, hallaba en estos toda comodidad para
su descanso y alimentó, y también- para vestirse.de
ello si tenia necesidad. Los españoles convirtieron es*
tos hospicios gratuitos en osterias, donde los pasage1ros eran sacrificados ai arbitrio y avaricia de sus ene*
migos. ‘ ; , t – v
Si él Padre Acosta hubiera sido más filósofo
^y hubiera penetrado el fondo de una tan maravillosa
concatenación de providencias paternales, no se habría
maravillado de que tos pueblos del Perú “se llamaran
felice* bajdsusr soberanos, y .lloraran perpetuamente
bajo la mutación de su estado y gobierno.
‘ £1 con todo ha ensalzado todas estas providencias ; mas habiéndolas hacinado á manera de historia, aisladas y separada la una de la otra, no pudo
ver los enlaces y las consecuencias que de ellos se derivan. Pero esta carta es bastantemente larga. Nos
volveremos á ver en el correo ordinario siguiente. A
Dios: 13 de agosto de 1777*
CARTA XVI. ‘
Pruebas de ¡a verdad de tal sistema de gobierno diferente
de todos los de nuestro continente. De los tributos del
Perú y modo de satisfacerlos: castigos para ,los ociosos;
■ próhibidm de estraúios y libertinagez arreglov.para: :>
el cultivo de los campos y para la milicia. , *.. . Paw que por una estravagante metémpsicosis parece haber heredado la alma de Fr. Vicente Va4’Verde, riéndose de Jos puentes hechos de cordeles ¡ sor
bre los rios del Perú, niega su creencia á cuanto sé
fia dicho de aquel gobierno de los Incas. Mas yo ra*
fcono asi. Aqueí sistema que he manifestado sobre la
•aseguración de los autores españoles y del Inca Garríase de la Vega, es ciertamente el sistema mejor de
lodos los sistemas políticos que se han discurrido y
Seguido en todo nuestro hemisferio; puesto que coa
él los hombres no solamente debian ser felices, mas él
‘era tal qtie necesariamente no podían, aunque quisieran, dejar dé serlo. Ahora ¿esos escritores eran filó*.
sofos tan profundos “que fuesen capaces de imaginar
un proyecto de gobierno cual jamás’fue imaginado por
fiingtm filósofo antiguó ni moderno, ni jathás* intenta*
do por alguna nación del antiguo mundo? ¿Tenían
acaso en España un modelo cualquiera por donde atrt-%
buir á la América lo que no era suyo ? ¿ Acaso eran
ellos adornados de tanta humanidad para con aquellos
pobres desventurados subyugados á su nación, que Ies:
atribuyeran aquella sabiduría y paternidad de gobierno que ellos no tenían siempre, con el solo fin de ex-:
ekar en los lectores á quienes instruían el mayor sentimiento de estima y de amor acerca de aquel pueblo, y de odio y horror contra sus asesinos l Finalmente: ¿los españoles eran tan modestos que confesaran ser bien gobernado un país que no fuera la España, sabios ios hombres que no eran españoles, húrtanos, benéficos y padres ainorosos los soberanos que
no fueran españoles? Puede muy bien idearse un plan
de gobierno á capricho; mas es imposible encadenarlo
en los mas menudos detalles sin la esperiencia de heleno.
Todos han pensado acerca de las leyes generales: ninguno acerca del modo de hacerlas ejecutar
necesariamente; es decir sin la fuerza y el terror, sino
jpor propia persuacion y con satisfacción propia de los
individuos. Tanta verdad es esto que yo digo, que el
Padre Acosta y los otros españoles no han podido en*
tender jamás cómo los pueblos pudieron estar tan
contentos bajo el imperio de los Incas, de los cuales
habla el Paw como de los mas ñeros tiranos, esto es
que los gobernaban con un cetro de hierro. Ved pues
si los escritores podían imaginarse un plan de gobierno que no comprendían, y si Paw sin conocerlo podía
.con razón desacreditarlo.
Han pensado, sí, algunos legisladores en una
-conventual y monástica unión; mas asi como esta no
podía ejecutarse mas que por un numero preciso,
asi en el comercio de los pueblos confinantes debía
atetarse la constitución y perderse de hecho; Pero
un sistema que reduela todos los hombres sin esclu*
sion de uno solo, á una sola persuacion y opinión:
que disminuia la esfera de sus necesidades y las satisfacía enteramente: que á todo proveía y no dejaba un
hueco para la entrada del arbitrio por falta de comodidad, ó sea por los preceptos del gobierno, ó sea
de parte de los subditos, no fue jamás ideado, ni podía idearse sino en aquel país donde con la constante
máxima de hacer felices á los individuos particulares
/se hubiera hallado cen larga esperiencia el modo de
• hacer feliz á la sociedad entera por una necesaria
consecuencia. Provenia de aquí que las naciones circunvecinas, envidiando tan segura y permanente felicidad, se unieron á sus leyes fácilmente; y de aqui
que el Imperio se hiciera sumamente extenso.
Mas hacedme la gracia de permitirme ahora
tana reflexión.
Jamás ha habido gobierno sabio y bien prudente, particularmente al tiempo de la formación de
las repúblicas, que no haya comenzado por el espíritu
de la igualdad en cuanto á la ley agraria. Pero de*jando la propiedad de las porciones fundatrices á las
respectivas familias, y no habiendo proveído á las necesidades de las mismas en sus desventuras anuales, ni
prescrito método para mantener siempre viva la industria y la enseñanza, antes por el contrario dejada
la libertad de los contratos y de las enagenaciones, ha
sucedido entre tanto lo que debía suceder, esto es, la
desigualdad de patrimonios y de comodidades: de
aqui por una parte la prepotente é insultante riqueza,
y de la otra la vil y tímida indigencia y miseria. Tal
ha sido el destino de todos los gobiernos.
Los Incas tuvieron siempre el perfecto equilibrio de las partes , que componen la sociedad; porque lo hicieron resultar como una consecuencia del
06)
bien” privado dé cada uno de los individuos/ y de cada una de las familias: lo cual jamás cayó, en el pensamiento de ningún filósofo ni de algún legislador de
nuestro hemisferio; y por lo mismo ningún europeo
podia imaginar un plan de gobierno totalmente, opuesto á las ideas comunes de los hombres. El resultado
es que los Incas legisladores habiah conocido muy
bien la diferencia que interviene entre el derecho de
la propiedad natural y el derecho de la propiedad le«>
gal. Mientras que asi como el primero es de necesidad
inherente á la subsistencia y existencia del hombre y
por lo mismo inenagenable, asi el segundo que evita
lo superfino, se somete á las modificaciones de la ley*
de la cual trae su fundamento. Por esto ciertamente el
objeto de la subsistencia de cada uno, constituía la
hase fundamental de todo el gobierno económico,, y, se
proveía tanto con los depósitos públicos cuanto con
la ley de la fraternidad á las desgracias ,yá la impo-y
tencia dé cada uno. Más la propiedad de lo superfluo
era absolutamente impedida: ñi los curacas, ni los no?
jbles podían extender sus producciones y su lujo mas
allá de los. confines préscriptos, ni podían jamás po«>
seer Jbien ó comodidad á costa de los otros, absorviendo lo que debía servir para la subsistencia del pueblo*
De aquí es que nunca se dio el caso de la indigencia,
ni hubo jamás alguno que se hubiese hallado en la humillante necesidad de implorar la caridad y demandar
con ruegos su alimento. A penas se posesionaron los
españoles cuando todas las leyes y todas las concatenaciones de ellas, se rompieron, y mudó de aspecto la
condición de aquellos pueblos. Garciiaso al tocar aquí
refiere con cuanto horror se ve en Cuzco, una pobre
viuda obligada á buscar el pan alas puertas de otros,
fio habiendo ya providencia para ella como antes* Con
•que absolutamente en todas sus partes es verdadera f
real la descripción hecha de aquel gobierno, el cual
(*7)
ciertamente no habría existido, si se hubiera omitido
«una sola de aquellas providencias, ó hubiera faltado
alguna*
Dijimos ya que no todos eran obligados a cultivar los campos del Emperador y del Sol. Aquellos que
concurrían á tal función estaban exentos de toda otra
función ó tributo. Eran exentos los príncipes de la
sangre, los oficiales de la armada, los soldados en
tiempo de servicio, los jóvenes que no habían cumplido veinte y cinco anos, y los hombres cuya edad pausaba de cincuenta años. Igualmente eran exentos de
todo tributo los sacerdotes y las vírgenes sacras, todas las mugeres y todos los curacas y caciques.
•Todos los demás estaban obligados á tributar;
pero ninguno podía subrogar ó pagar nada de sus
bienes para substraerse, debiendo satisfacerlo en aquella cosa que estaba establecido.
Este tributo era modificado en obras, en manufacturas, en utensilios, en vestidos, en armas para
la milicia, &c
Estaban ya registrados en cada ciudad y provincia los manufactores, los plateros, los arquitectos,
Jos fabricantes de vasos, de armas, de instrumentos,
&c Por eso en un dia señalado, los jueces, los recep*
tores, los maestros de cuentas ó racioneros á la presencia del curaca ó del gobernador Inca, reunían á todos
aquellos distribuidos por clases, pues cada uno debía
seguir su oficio; sin entrometerse jamas en el de otro.
Aquí, en primer lugar, se hacia el balance de los almacenes y se registraba lo que había en ellos de
provisiones de boca, de vestuarios, de calzados, de
armas, de oro, de cobre, de piedras preciosas, de
-plata, &c, y hecho el cálculo del sobrante, se trasladaba todo, exceptuando el oro, la plata y las
piedras preciosas, á los almacenes públicos para ocurrir á las necesidades de los particulares. De los
S
OS)
metales reducidos á manufacturas, de ^asos, 65c.
el Emperador tomaba para sí todo lo que podía
necesitar, y se servia de lo sQbrante para regalar
á los gobernadores, á los curacas, &c.
Cada provincia debia contribuir en proporción
del numero de sus habitantes y de sü situación, un
señalado genero de tributo. Una, por ejemplo, tantos
cántaros, tantos comales, otra tantas astas, otra tantas
achas para cortar madera, tantas camisas de algodón,
tantos vestidos de lana, tantos calzados, &C; pero ninguna era obligada á dar lo que no poseía. La contratación ó comercio que conduce á la desproporción 6
á la privación de Yb necesario para satisfacer á lo superfluo, es de aquello que solo tiene valor en ta fantasía, opinión ó extravagancia de los hombres, y de
esta manera estaba exterminada de raíz.
Todos los’ trabajadores tenían señalado el
tiempo del trabajo y el género de manufactura, de
modo que uno no fuera fatigado mas que otro, y á lo
mas eran obligados por el espacio de tres lunas. Los
primeros trabajos eran los de las calles y caminos, de
los acueductos, de los puentes, de los templos, de las
casas para ios jueces y gobernadores y de los almacenes, &c. / ‘ »
A los fabricantes de oro y plata y á todos los
otros manufactureros, se les ministraba la materia de
la labor, como lana y algodón á los tejedores, colores
á los tintoreros y á los pintores, y asi de lo demás.
Sobre esto, todo el tiempo que sé ocupaban en trabajar para satisfacer el tributo, eran mantenidos de alimento’y vestidos de los depósitos ó almacenes públicos. Las provincias qué estaban obligadas á dar los
individuos idóneos para cada trabajo, debían distribuirlo por turno ó alternativa á tantos trabajadores
por ves ó por cuadrilla, para que el trabajo succesfvamente fuera* continuado. La ley que asi lo ordenaba
(a9)
se llamaba ñfitacfia Kacany, que quiere decir cambiar
pot familias ó alternar. Todos los oficios estaban ordenados: cual era soldado, cual correo llamado Casquj,
t\ pastor de los rebaños, el que de una u otra suerte
con la obra de sus propias manos ó bien con su personal servicio satisfacía el tributo debido al curaca, al
gobernador, al Emperador y á la familia real. Era
estimado mas rico que los otros el que tenia mas hí-.
jos,, y esta era la verdadera riqueza, puesto que á.
proporción de la mayor cantidad de terreno que go~
zafe* la familia, los hijos hasta la edad ‘ de veinte y,
cin$o añp.s¿ esto es, hasta que eran exentos, casándose
en erta edad hacían familia por si, podían y debían
ayudar ál padre en el trabajo de que estaba encargado; asi mas presjto quedaba el relevado, puesto que no
epra permitido gravar á uno mas que á otro en la clav
se que se hallaba; y habría sido castigado de muerto
e\ comisario ó el gobernador que hubiera osado gravarlo*
El tributo era también distinto en tiempo y
en cantidad. Los correos, los albañiies, los acomodadores de caminos y calles, de acueductos y obras semejantes, trabajaban tres meses; las manufacturas es-,
taban distribuidas por cantidad. Tantos pares de calzados, tantos vestidos, tantos comales, tantos cántaros,
&c, y asi de todo cuanto servia para la comodidad
de la vida y para, el servicio del gobierno y del,
estado.
.. Dije que cada uno debía seguir el ministerio ú
oficio,de su padre; mas entre estos oficios, no se comprenda la, agricultura, puesto que cada uno debía
cultivar y trabajar la porción de terreno que le estaba asignada. Cada uno debía demás de esto, fabricar
su casa, sus propios «utensilios y todo aquello que pudiera necesitar la familia.. Tampoco podía permitir
que otro trabajase j>or él, sino en caso de enfermedad
O)
ó impotencia, ó por tratarse de las viudas y de loí;
pupilos, en cuyos casos los comisarios, como queda
dicho, tenían obligación de proveer á todo.
Fluía por consecuencia que ios ociosos fuera»
castigados severamente, y que los extrangeros vagamundos fuesen arrojados y conducidos hasta fuera
de los coafines. Por esto que proveía á la indigencia
natural y accidental de cada uno, la ociosidad se
veia como un vicio, y el vicio debia ser y de hecho
era castigado con la mayor severidad. Estos ociosos
eran castigados públicamente con azotes, y se envilecían con el nombre de Mezquitulluz Mezqui significa
delicado: Tullu, hueso: delicado de hueso, lo cual era
la mas grande injuria entre todas.
Por esta razón estaba desterrada toda suertede libertinage: las meretrices eran desterradas al
campo, y jamas podían entrar en la ciudad. Se llamaban Pampauruna, mugeres de plaza. Los hombres las
trataban con todo el desprecio, y ninguna muger honesta podía hablar con ellas, sin quedar deshonrada.
Tierte razón el Padre Acosta para decir én él
cap. 6 de su libro, que los Peruanos en el modo de vi-vir, se acercaban mucho á el de los antiguos eremitas, de
los-cuales se habla en las vidas de los Santos. De hecho á mas de cuanto queda observado, estaba indicada por Garcilaso una ó otra ley qtíe tasaba el gasto,
es decir, el consumo dé cada familia, y prohibía td*
da superfluidad en los banquetes y diversiones con
motivo de los matrimonios, ó én otra ocasión y solemnidad: asi estaba prohibido todo uso del oro y de
la plata, y apenas se permitían algunos vasos á loa
principales qué eran los curacas y los nobles. Aun estos vasos eran limitados en el número y en el uso,
pues solamente debían servir para beber.
Tan aborrecido era entre ellos aquello que nosotros solemos llamar el placer de no hacer nada¡ que
(30
Jamas se veían las mugeres por las calles y caminos,’
sin hilar ó torcer lana y algodón; y visitándose recíprocamente, al punto que entraban se ponían á trabajar. Pero en las visitas que las inferiores hacían á
las nobles ó Mamacunes ó Pallades, llevaban otro es^
tito; conviene á- saber, que tales mugeres de inferiorcondición creían debido á las matronas el honor de
que ellas las mandaran aquello en que habían de ocuparse en el tiempo dé su visita,. y estaban contentas
de conseguir el participar de cualquier trabajo. Gar«*
cilaso de la Vega describe asi las visitas que tenia su
madre, á las cuales se hallaba presente.
¿Y qué mas queréis que os diga para examinar la prolijidad 4 que llegó el cuidado y la provi- ”
dencia de aquel gobierno en favor del bien estar de
cada uno de los individuos? Os diré que no solamente había comisario y visitadores para las ciudades y,
villas, mas también para los campos. Estos observaban si las tierras eran bien cultivadas, si las mojone-ras se conservaban, si las aguas eran bien conducidas
por los canales, si se cuidaban bien. >los rebaños» Asi’
como de estos había gran’cantidad, tanto de los pertenecientes al Emperador y al Sol cuanto de los particulares, asi los pastores estaban distribuidos por
grados, dependiendo el uno del otro, y como lo estaban los decenarios y decuriones de las poblaciones*.
Los animales sclvages eran el llama, el paco,
la vicuña, esto es, camellos, cabras y carneros; pero
de lana y estructura muy diferente y mejor que las
de nuestras ovejas.
Ellos las domesticaron (lo cual afecta ignorar Mr. Paw) é hicieron de ellas numerosos rebaños.
(i) Si no eran los viejos y los impedidos, ninguno es (i) Es dignísima de leer la exacta descripción’que de cada
uno Aq estos animales (y de otros muchos) y sus varias clases, M (32)
taba exento de aquellos trabajos á que podía prestarse, Por 16 mismo los ciegos debían limpiar y deshuesar el algodón y desgranar las mazorcas del maíz:
los otros impedidos ó viejos debían ocuparse en atar
en manojos el Tlazole, que es la caña seca y foliage
ó la paja del maíz, y los colocaban en las arcin&s,
&c, y si mas no podían, debían limpiarse de los
piojos (pues no todo el país era Quito) y de que lo
hacían quería el Emperador estar positivamente asegurado. .
i La misma disciplina se practicaba en Ja mili-*
cja. El decurión de brigada’mandaba á diez soldados: otro’oficial á cincuenta: el capitán a ciento* y
lo el Abate D. Juan Ignacio- Molina, Es-jesuíta, en.sg Ensayo
S$bre la biitoria natural del reino de Chile. Ignoro que se haya
traducido á nuestro idioma, como se tradujo su historia civil del
mismo reino, eri que-se vé la hábil dad, el -valor y Id constancia’
con que aquellas indios, asi domo los de las provincias i ternas
del Oriente y Occidente del Imperio mexicano, han defendido y
conservado su. iñdependenc’a por la extensa serie de tres siglos*
¿«ta traducion se imprimió en* Madrid en casa de Sancha en 179$.
ÍA historia nuural en italiano se estampó en Bolonia en 1782. tin«
éj>ta, lib. 4- pá¿. 308., empieza á tratar de dichos xmmales. Nota que el vicuña, el cbtlibuequi y el guaca, son especies subalternas del género de los camellos, y que á ellas pertenecen el Al”
pacay llamado también paco, y el. llama del Perú.’ Que todos es*
tos se parecen mucho al camello, excepto que son de menor tamaño y de figura mas elegante y muy bien conformada: que asemejan á los de África y Asia por su genio y modo de vivir, y
son igualmente dotados de una Índole dulce y capaces de edd. catión: que el paco y el llama sirven como los camellos para
ltevar carga, echándose como dios para recibirla y dejarla, sin
necesitar aparejo por la abundancia de su lana: que el vicuña es’
del tamaño de los -chivos y cabras, pero el cuello mas largo; el
paco poco mas corpulento: sus finísimas lañas son bien conocidas
y apreciadas. No ha todavía diez años que nuestros mercaderes mexicanos exigían dos onzss de oro por una vara de parlo de vicuña, y si dieron algunas por treinta pesos lo ponderaban por
gran fóvorr hoy han bajado «1 precio. Debe sentirse que Ja barbarle mas que brutal de los cazadores de los vicuñas, los matan
(33)
era superior* *de- esos -dos subalternos:’el maestre–dé
campo llamado Aúpu gobernaba de cuatro a cinco mil,
y el general llamado Hatun*Apa comandaba hasta die«
mil. Tenían sus insignias,’ y lo que era mas notable*
4os capitanes y. los subalternos lo tenían por cargo
hereditario, por la rázon de que cada Uno debía ser
guir.el ministerio u oficio de su padre. Empero se
castigaba irremisiblemente con pena de muerte toda
violencia 6 estorcion que los soldados hicieran á los
subditos, pues estaban provistos y mantenidos de to*
do cuanto habían menester, de los almacenes públicos.
Dejadme que termine con el sentimiento del
Padre Blas Valera, conservado por Garcilaso de la
síeDdo timdis’mos y dócilísimos para quitarles después Ja precio*
sa lana, que trasquilándolos y dejándolos volver á sus albergues,
no disminuirla la especie, ansiaría mas y les enriquecería mas.
Hoy no atinan los habitantes de aquellos países el modo de domesticarlos y reducirlos á rebaños por mas que lo procuran. Observa también el autor las grandes equivocaciones en que per falta de instrucción cayó el Conde de Bufroncuando estampó la historia de estos animales.
¡Cuantos bienes de snmo “precio’ han hecho desaparecer o\e
nuestro sueio la avaricia, la fiereza ó la ignorancia! Cerca de México todavía en los principios del siglo i8 se cosechaban cacao y
grana en abundancia: la cruel avaricia de un al; alde mayor caujsó qun obstigados los misera bles indios, quemaran una noche, basta
las raices de los ar oles de aquella almendra, y de las finas nopaleras donde con suma paciencia criaban los insectos,?que sóri la-cochinilla ó grana. fclcy nos vienen los cacaos de mas de cien y de
doscientas leguas de* distancia los- eV T&basco y Guatemala, y de < mucho mas lejos los de Catscas, Maracaibo y Guayaquil, haciendo estes el mayor consumo. La grara se conserva so!b en el OmV pado de Oajaca, y quizá ya no existiría ni alJÍ si tos conccimientos del pais y la sabiduría de ios mintst;os de esta Audiencia hubieran concedido que pagara diezmo como pocos afios ha se pretendía H»n una sola-noche estos indios inutilizaron, cansados de sufrir la du-ezi de «tro avaro, mi lia íes de magueyes, con arbitrio tan fácil corro nacfá costoso. Pero estos hechos íarot prueban justamente, que tales avarientos por lo común, no son en grande número, ni tampoco tales venganzas de los humildes indios* G00gk J34) Vega. 5/ por ¡os españoles se hubiera tenido el cuidada. de educar los hijos en sus antiguos oficios y seguido lat ordenanzas de los Incas, el Perú estaría mas floreciente de lo que ahora se vé, (cerca del año de i $6o dijo esto)^ las provisiones de todas clases abundarían como abunda•han antes. Pero antes de concluir quiero deciros otra pro* videncia de aquellos verdadera y justamente padres de la patria. Era permitido á todos proverse para sus "necesidades de sal de la mar 6 de fuentes en que la hacían: la pesca de los ríos, de los lagos y del mar era libre para todos, y lo era también la caza, la cosecha de las frutas de los arboles, del algodón, del cáñamo, &c, con todo el que quería plantar árboles. "frutales y cultivarlos, hacia suya toda la cosecha, sin "participio de otro alguno. Jamas acabaría si lo hubiera de decir todo* Conviene acabar esta. A Dios: 20 de ajgosto de 1777. CARTA XVII. Como los Incas mantuvieron la opinión pública en favor 'suyo y de las leyes. Era una Monarquía teocrática. Leyes para la herencia del Imperio. Diferencias entre las leyes .¡del México y las del Perú. De los monasterios de las vírgenes en varias clases y de sus labores* Oro y plata sepultados en los lagos por te* mor de los españoles* l. mas sólida basa de un gobierno bien ordenado es la opinión/favorable y constantemente decididar co«10 la base del despotismo es el terror. Mas asi como los hombres están sujetos al entusiasmo, al acaloramiento y á la inflamación de la fantasía, asi hay momentos en los cuales tal extremado sentimiento pierde su actividad, y viene luego el tiempo de aquella cri VjUUVLL do la del pueblo, pasa y penetra hasta los útimos escondrijos del corazón del déspota. En esto se ve aque-' lio que S. Bernardo escribió en sus libros de la consideración á Eugenio III, conviene á saber: quem muíti timent9 tnultos quoque timeat necesse est. Es preciso que tema á muchos aquel á quien muchos temen. Por lo contrario una opinión bien establecida y diligentemente conservada en favor de la soberanía, tiene siempre igualmente convencido el entendimiento del hombre, y de aqui se hacen como naturaleza la docilidad^ la subordinación y el respeto á las leyes. Debe ser por tanto la primera máxima de un gobierno la de establecer y mantener una buena y se» gura opinión en el pueblo á favor de las leyes. Si puede mucho la opinión para la seguridad de la persona,del soberano que no es eterno ¿cuanto mas no obrará la que se dirige á venerar la santidad de las leyes que son perpetuas é inmutables? Mas cuando se reúnen estos dos objetos, esto es, la opinión en seguridad del soberano y de las leyes, me concederéis fácilmente que esta reunión será la corona de la obra de la humana política, y de la pública felicidad. En nuestro hemisferio todos los primeros legisladores hicieron creer al pueblo que habían re* cibido las leyes de alguna divinidad para interesar la religión en la observancia de ellas: sus sucesores introduciendo después su voluntad y haciéndose autores de las leyes, aunque tal vez dirigidas al solo fia del bien público, han disminuido la opinión de ellas y sostituido en su lugar el sentimiento del terrorismo en la prescripción de las penas. El Gran Lama del Tibet que permanece casi invisible, que reproduciéndose en sus hijos mantiene la creencia de que es eterno, que jamás muda constumbres ni leyes, con* serva unida la opinión de la persona á la de sus le (36) yes y príncipe y sacerdote al mismo tiempo, tiene bajo su obediencia un pais inmenso. Las fórmulas de asi lo queremos, asi lo mandamos &c* hacen que el pueblo se acuerde de ía diferencia que hay entre las primitivas constituciones y la voluntad viviente de un soberano. ¡ Felices serian los pueblos y los soberanos si todas estas voluntades se dirigieran al bien á y la felicidad de los particulares y de la sociedad universal! En este caso el objeto y el fin justificarían la voluntad, y esta respetada como una ley inviolable, mantendría en los pueblos la opinión de que hablamos. Antioco llamado el Grande fue el modelo de reyes hasta la edad de cincuenta años: la inconsiderada invasión en la Grecia, la desventurada guerra con los romanos y los desórdenes en que cayó, oscurecieron su primera virtud. A él atribuyen los historiadores la gloria de haber mandado á los pueblos con público edicto que no obedecieran sus decretos y órdenes cuando fuesen contrarios á las leyes establecidas y á la justicia. Tal edicto era sin embargo ilusorio, porque no había un censor legítimo, ni podía hallarse alguno que tuviera tanta fortaleza que protestase ai Rey que no quería obedecerle porque su mandato era contrario á las leyes y á la justicia. La senda de la verdad es pisada por los hombres honestos ; mas en Siria en aquellos tiempos tumultuosos é inciertos no era ella la de la fortuna. Los Incas anduvieron por otra senda. La opinión de que el primer legislador Manco Capac y su hermana y muge? Mammá Oello fueron nacidos del Sol, excitó la veneración acerca de la persona y de las leyes, como hicieron ios antiguos pueblos de la Ática acerca de Ogiges, los Aquivós acerca de Foroneo, los Cretences acerca de Minos, los Espartanos por Licurgo, los Romanos por Numa &c, porque hicieron creer que habían recibido sus leyes de la mano de la dei ÜJ7) dad. Empero después caminaron mas y encima de todos, los legisladores peruanos, puesto que conservaron en el pueblo la opinión de la directa descendencia del Sol, casándose siempre el Emperador con su prompía hermana; y ademas, después en toda la sucesión de. los soberanos no se publicó jamás una ley que Helara el carácter de la voluptad particular del Inca reinante, sino únicamente como decretada por el primer legislador. Asi la Religión que mantenía el culto al Criador del universo y al Sol, contenia en sí también la veneración siempre constante á los descendientes de Manco Capac y afirmaba la opinión de res* peto á la santidad de las leyes como si fueran emanadas de la misma deidad, para el único fin de la felicidad de los pueblos. El único gobierno que en nuestro hemisferio se ha acercado al de los Incas ha sido el de Inglaterra bajo el reinado de Alfredo. David Hume en su historia desde Julio César hasta Enrique VII. al año novecientos y uno, y Rapin Thoiras en el tomo i.°de su compendio á la página 102 nos dan una idea bien precisa* Dicen pues que aquel rey dividió la Inglaterra en provincias* Cada provincia por centenas de familias ó porciones llamadas Hundreds^ y cada centenar en decenas llamadas Tythings. Por cada decena de familias presidia un gefe ó inspector llamado Ty~ thingman. Cada familia debía estar registrada en una decena y no se la permitja mudar de situación. Este sistema ciertamente constituía el orden y la disciplina en el pueblo; pero la propiedad de los terrenos, el uso de la moneda, una ley política separada de la eclesiástica, la ninguna providencia para los impedidos, para las viudas, para los huérfanos y para las calamidades de las estaciones y de los fenómenos de la naturaleza: en fin ,1a falta de una fraternidad radicada en la naturaleza
49nacido de cualquiera muger de la primera ciase, y
asi sucesivamente.
Vos veis bien la diferencia que había entre .el
gobierno de México y este de los Incas. Aquel era
electivo: los bienes eran propiedad: por eso la ambición era el estímulo por el cual el hombre que tenia
mayores riquezas conspiraba con animosidad para colocarse hasta el ministerio y hasta el trono. El despotismo fue en los tiempos de Moctezuma el efecto de
)a ambición misma: por eso el pueblo estaba oprimido,
esclavo y descontento; por consecuencia fácil de ser
«educido y pronto á la sedición por la esperanza de
mudar de estado* Por otra parte una religión sanguinaria que alimentaba el despotismo con la superstición,
y autorizaba la inhumanidad. AÍ contrario los Incas,
príncipes y gefes de una religión sencilla y humana,
considerados como los verdaderos descendientes del
Sol que adoraban; y en favor de sus pueblos padres
atentos y benéficos como el Sol mismo, proveyendo á
la subsistencia y á las necesidades de cada uno, castigando el ocio, el libertinage y hasta los primeros ea*
travios de la juventud y de la educación, arribaron á
tal altura que arrancaron del corazón del hombre todo espíritu de interés y de ambición, y exterminaron
de raíz la gran peste que destruye la sociedad, que
son las necesidades facticias. Por eso no se halló siquiera uno que no amase y venerase al soberano, que
no estuviera contentísimo de su suerte, y’que no ere-y era que á diferencia de cualquiera otra nación del
mundo gozaba una completa felicidad.
De tal manera estaba mezclada y consolidada
la Religión con la veneración del soberano que reputaban por sagrada y religiosa hasta la mas mínima y
cualquiera cosa que les perteneciera, como sus vestidos y utensilios.
Se ha dicho ya que estando infinitamente pro*
(4o)
pagada la familia real, las hijas que no se casaban co»
sus propios parientes, dedicaban ordinariamente sü
virginidad al Sol, y se encerraban en el gran monas-»*
terio de Cuzco. Estas eran reputadas como sagradas,
asi porque eran de la progenie real, es decir, del Sol,’
como porque se dedicaban por lo mismo á una perpetua castidad. Ora ni el Emperador ni la Emperatriz;
usaban otros vestidos ni adornos que los hechos por
las manos de las vírgenes sacras, y estas no se empleaban en otros trabajos que en el de aquellas cosas
que eran destinadas para el Emperador y para el servicio del Sol en los templos.
Él vestido del Emperador era sencillo. En la
cabeza tenia el Llanta, esto es, una cinta del ancho
de un pólice de figura casi cuadrada, en tres ó cuatro vueltas con una franja y bordado de varios colores de una y otra faz ó por ambos lados y adornada
de plumas. Tenia en contorno una vestidura que llegaba hasta las rodillas, llamada Uncu, y sobre la espalda á manera de manto una casaca llamada Racolla*
Después pendiente á manera de bolsa de un cinto
‘muy bien hecho de dos dedos de ancho, llevaba una
bolsa cuadrada que se llamaba Chuspa, en la que estaba la cuca, esto es un vegetal muy raro que mascaba cómo los indios orientales el betel. Los botánicos,
y* particularmente Mr. Jussieur, halló que la cuca no
es otra cosa que el betel. Los calzados eran con suelas y asegurados con cintas y cordones desde arriba
del pie hasta el talen. Sus insignias ó escudos lleva»
ban la figura del Iris.
A mas de las vírgenes sacras en el retiro, otras
hijas de los Incas reusaban el matrimonio y profesaban virginidad; lo cual aumentaba respecto de ellas
el respeto y la veneración, y eran por excelencia llamadas Oello* La madre de Garcilaso de la Vega tejiiajina tiá que profesó virginidad, y hace el diseño
C4i)
de las ceremonias ‘> con que era recibida en su casa
cuando hacia visita á la sobrina. Yo suelo decir que
para cumplir las leyes de la naturaleza bastan el pan
y la muger, esto es, el alimento y la propagación; pe»
ro que para la sociedad, civil se requiere la cultura y
la galantería. La una y la otra de estas cualidades estaban fundadas en la constitución del Perú. Era por ,
tanto aquella sociedad mas civilizada y pulida que
cualquiera otra; y en algún modo igual á los Chi«*
neses.
Era costumbre que ninguno visitase á un sujferior sin llevarle cualquiera regalo. Asi todos los
que visitaban al Emperador, y particularmente los señores y los curacas, fuera en el tiempo que por obligación debían presentarse, como en las fiestas anuales,
especialmente en las solemnes á honra del Sol, ó fuera
cuando destetaba el príncipe heredero, 6 cualquier
victoria, ó en las visitas que el Emperador hacia á las
provincias, no se le postraban en el suelo ni sacaban
jamás sus manos sin presentarle un regalo de manufactura de oro ó de plata, de piedras preciosas, de
maderas esquisitas, ó de animales feroces para su
parqué. El oro y la plata en un país tan abundante
de minerales, habían venido á ser un simple objeto de
devoción. Se escavaban y labraban estos metales únicamente para adornar los templos y para el uso p!e la
familia real y de las vírgenes sacras. Los templos estaban embutidos de láminas de oro y plata, y tanto
las vírgenes como los Incas no tenían vasos, ¿órnales y
utensilios de algún otro metal que de oro y de plata*
Esta es la razón porque Atahuallpa dio á los españoles tanta cantidad de vasos y de utensilios de estos
metales. El Paw juzgó poca la cantidad que los* españoles hallaron, con todo que como advertimos fue sorr
préndente; pero el omite, como tiene de costumbre, advertir que los peruanos, luego que observaron que so*
lamente el oro era ei motivo de la carnicería que de
ellos hacían los españoles, arrojaron en las lagunas
iodo aquello que pudieron arrancar de los templos y
de otros lugares donde se hallaba. El templo mas
rico de. todo el Perú era el de la Isla en la laguna,
de Titicaca, lugar como dijimos del nacimiento de
Manco Capac, al cual contribuía todo el Imperio
anualmente cantidad tal de oro y de plata, que á
mas de cubrir todas las paredes, y de los vasos y es->
tatúas y hasta de árboles y frutas [artificiales, estaba*
vestidas de le mismo las columnas que ellos llamaban.
¡Mitmac. Todos estos inmensos tesoros fueron arrojados en la laguna, testigos el Padre Valera y Garcila«o. Así en el lago del valle de Orco á seis leguas de
Cuzco arrojaron todo cuanto pudieron conducir de la
ciudad: entré otras cosas una gran cadena de oro.
que hizo fabricar el Inca Huayna Capac con motivo
del nacimiento del primogénito Huesear, gruesa mas
de un dedo y larga mas de trescientos cincuenta pa•sos, la cual había servido para la danza con el fin de
encrucijarse en ella. Los españoles sabían bien todo
esto: asi que, trece mercaderes españoles el año de
1577 intentaron ía grande empresa de desaguar la
laguna; mas no pudieron conseguirlo porque es muy
profunda y ci repodada de montes. Tenido pues el
oro, la plata y las piedras preciosas como objeto de
la Religión solamente, se estimaba por sacrilegio servirse de ellos para usos profanos: y este ha sido el
mas feliz, de todos los hallazgos para alejar á los mortales de la ambición y de la riqueza. Solo el Emperador hacia partícipe de algún vaso á los curacas, y
era recibido con tal veneración, como una gracia emanada de la misma divinidad. (1)
(1) De la cadena dice el Padre Calancha en el núm. 9. cip.
‘ *6 lib. 1. de lá Crónica de San Agustín en el Per*, lo siguiente.
+>Cu$i Guascar Inga quiere decir la sog# del contento, y llamaros \No asi el uso del cobre: que era permitido á¿
todos y del hacían todos sus utensilios é instrumentos*
de los cuales quiero hablaros ea otra carta. A Dios;
27 de agosto de 1777. :
– CARTA XVIII. !
Dados los medios para satisfacer á las necesidades y á las,
comodidades de todos los individuos y de todas las familias^
no se conocía ni propiedad de terreno ni uso de contratos.
Verdadera felicidad de los peruanos. Los trabajos públicos eran objetes de religión. Canales para conducir agua
é los campos. Artes de industria perfeccionadas solo por
espíritu de religión. Labores de lana y paños. Labores de
plata y oro sumamente perfeccionadas. Lo mismo
. las labores de mármoles y esmeraldas.
‘J^odos los anales de la humanidad demuestran que hay.
en la naturaleza dos singulares principios, á saber, el
espíritu de intemperancia y la fuerza de inercia ó sea,
el amor al ocio. Aquella conduce al hombre á no estar jamás contento con su propia suerte, y este lo impele á procurar que en su lugar sean otros cargados.
»>Je asi, porque el dia que nació se acabó aquella tan nombrada
>>50ga de oro, de cuyo largo y grueso, dicen los escritores, era tal,
nque seiscientos indios orejones que eran los de mas tuerzas, no la
«podían alzar. Si la laguna de Chuquito, donde dicen la echaron
«porque les españoles no la gozasen, nos la echara- fuera, lo creye»?xan los que la desean rr
Diré yo también: si las lagunas de Chalco, de Tescuco, Lerma, Chápala, &c. si el mar también arrojaran Jas inmensas sumas
de oro, plata, perlas, rubíes, diamantes, &. que les mexicanos sumergieron, ¡con qué pasmo veríamos tanto cúmulo de riqueza! ¡Ah!
los conquistadores enfierecidos causaron tanta pérdida \ pero no hay
uno de sus descendientes, tampoco de los españoles europeos que
hoy viven con nosotros, que por ningún camino pueda ser culpable
de aquellos destrozos y pérdidas. . .
7
(44)
de aquellas fatigas que resulten en su utilidad y pro-,
vecho sin su trabajo. Estas pasiones se aguzan y crecen á proporción que se aumentan los medios de satisr
facerlas, y á h consecución de este medio se aspira
con el ejemplo de otros que hace nacer y mantiene la
esperanza de con&eguirJo. La propiedad de los terrenos ha formado siempre la desigualdad de fortunas
entre los hombres. De una parte la superabundancia”
ha aumentado á algunos la comodidad, y por la’ con-,
traria, la falta ha producido á otros la indigencia y
la miseria. El recurso hallado con la idea o> equüi-.
brarse, se ha colocado en una medida común;-esto.
es, en ios muchos metales de oro y plata. Estos me*
tales han adquirido la representación de todos los valores y de todas las cosas, de donde cada uno dirige
sus miras á procurarse la mayor cantidad posible de
tai recomendación. De aqui nació el contraste que
dura todavía y durará hasta la eternidad, entre la*
necesidades reales y las facticias, entre la prepotencia y la industria, entre el poseedor y el operario*
entre el artí6ce y el comerciante, en fio, entre la va-»
labilidad y la moderación, entre la inercia y el regiro, entre el vicio y la virtud. Asit es. qiue no se
haya uno que crea tener lo suficiente, ninguno se llama
contento, ninguno se haya en otro estado que el de la
violencia y opresión.
No sé si los Incas habrían proveído á todos los
males en que habría caklo su pueblo, si lo hubieran
dejado en el abandono de sus apetitos y de la común confusión de acciones y pasiones como ha sucedido en los otros países. Lo cierto es que ellos mucho
mejor que cualquiera otra nación han proveído radi*
cálmente á la felicidad universal, quitando á cada uno
el derecho de propiedad y de comercio; pero dando
al mismo tiempo los medios de satisfacer á todas las
necesidades posibles de la subsistencia. La poikia los
gidas á hacer lá felicidad de cada uno, tenían el poder de reducir la esfera de las necesidades y de pre-.
venir hasta el deseo de satisfacerlas.
De hecho ¿que cosa debia desear unr peruano?
¿Tener terreno? tenia cuanto bastaba para mantenerse?
á sí y á su familia. ¿Tenia hijos? se le acrecentaba la
porción del terreno. El uso de ellos era suyo, mas solamente á proporción de su necesidad, y lá propiedad
era dé la comunidad, á la cual volvían en falta de los
usufructuarios.
La pesca, la caza, la fruta eran libres como
precio de la industria. ¿Quería vestidos? la lana y él
algodón se le aprontaban por el príncipe. ¿Estaba enfermo? ¿Era impedido? Tertia todos los auxilios y socorros necesarios. La perpetua vigilancia de los comisarios y decuriones le aseguraba de la perpetua atención
de la mugér, del acatamiento y subordinación de los
hijos y del socorro pronto de todas las necesidades,.
fuesen por desgracia áe granizo, de incendio, de crecientes de los rios^ 6 por cualquiera otra desventura
que pudiera imaginarse. No podia temer que alguno:
le usurpara lo suyo. Estaba muy lejos de toda necesidad, de tener 6 desear loque era de otro. Adoraba
al Sol y á sus hijos que eran sus soberanos, y el objeto que le hacia merecer las bendiciones de las deidad,
era el que lo animaba á los trabajos extraordinarios.’
La industria empero entre aquéllos hombres no
aumentaba sus comodidades ni sus riquezas, pues cada,
uno estaba obligado indispensablemente á seguir el ministerio á oficio de su padre y á permanecer en la clase
é tribu en que había nacido. ¿Como, pues, en tal sistema podia perfeccionarse la industria, si la faltaba el
objeto del propio provecho, y únicamente se’dirigia
á la satisfacción del culto y al recinto de la religión?
C4<5) ‘
¿Qué maravilla es después de esto que no se :haHarafr
estofas de oro y de plata, muebles de lujo y de vanidad, en fin, comercio y riquezas como en nuestro be^v
mis fe rio? Mas bien debemos maravillarnos de no haber hallado en un .Imperio tan. dilatado un solo infe< ? liz ó descontento, y de haber conocido allí tales leyes que harán siempre el elogio de la humanidad y de un gobierno verdaderamente padre de sus pueblos. Demás de esto asi como en todos los gobiernos de nuestro hemisferio las miras de los legisladores se bao. dirigido á la generalidad de las naciones, pretendiendo que la felicidad privada ó individual debiera ser el resultado del bien universal; asi el Imperio de los Incas fundado como he demostrado y de muy buen grado lo repito, sobre principios enteramente opuestos á aquellos, proveyó en toda la forma mas segura y firme al bien délos individuos, y de cada familia en particular; de donde por resultado de todas las partes encadenadas por sí mismas, el constituyó el bien universal y la pública felicidad. Un proyecto tan sublimemente sorprendente ne vino al pensamiento de alguno de cuantos existieron, en el antiguo mundo. Consecuencia de tal gobierno era el fuerte amor y adoración acia el propio soberano, por el cual no había empresa á la cual aquellos pueblos oo estuvieran prontos, ni trabajo de industria á que no se dedicaran* La mas importante de todas las obras después de las grandes calles y caminos y de las fortalezas construidas, fue ciertamente la de los acueductos, con* ductores de la agua por dilatado espacio de países y fuentes lejanas para el riego de los campos y prados» que sin tal socorro en la situación que se hallaban de la zona tórrida bajo el ecuador y el trópico de Capricornio, habrían quedado áridos é infecundos. Ei us<$ délos riegos artificiales había sido frecuentísimo en Asia hasta los tiempos de Darío. Xenofonte escribió' que en la retirada délos diez mil tuvieron grande faV tjga gara, pasar sobre tantos canales de arquitectura que servían ¿>ara el riego. Érodoto lib* 3. 9. asegura
también que los Árabes condujeron del rio Cori, que
derrama en. el mar rojo por medio de canales ó acueductos y por el espacio de doce jornadas, las aguas
necesarias á ¿os lugares mas áridos de ~ aquellas abrasadas. regiones. En Italia conocíamos éste uso como
antiquísimo y conservado hasta nuestros días, y partí*
qularmente en el ducado de Mantua, trayendolo Virgilio por figura de traslación en la Égloga.
Claudite jam\ rivos, pueri, sat pratabiherunt*
Cerrad ya los arroyos, niños: bastante han bebido
los prados.
En el Perú asi mismo por cuidado particular
de los Incas, se condujeron al mismo fin muchísimos
acueductos para regar los campos y prados sembrados
de maíz, que sin tal agua habrían sido estériles. Uno
de los canales mas maravillosos fue el que atravesaba
la provincia de Quechua, conducido por mas de cien*»
to y cincuenta leguas sobre las montañas del Sur al
Norte, con el solo fin de regar las pasturas de aquella
provincia. Me acuerdo,- dice Garcilaso lib. f. pag.
% ¿_ hablando de este acueducto, que después de. haberlo
considerado atentamente, hallé su estructura toda mará”:
. yi líos a. Conviene confesar que estas obras maestras son
tan admirables, que tío es posible describirlas justamente*
Entre tantoK los españoles no han cuidado de prevenir su
ruina*»* A la vista está que las han dejado perecer con
celeridad…. Los canales para el maíz no. han logrado mejor suertex han perecido mas de dos tercias partes de ellos:
lo poco que ha quedado se repara por la necesidad. Garcilaso describe, en varios otros lugares tales canales no
meaos gu* el suodo con gue se aeryian de ellos en loi
…, cW …. . .
campos del raaiz; que nivelaban varios planos para;.
retener la agua cuando ocurría. Los españoles que handejado perecer los canales que los’ moros habían he-‘
eho en sus propios países, no podían ciertamente Conocer su precio y conservarlos en America, donde no
buscaban agua, sino plata y oro. La agua de estos canales se distribuía por horas con proporción al terreno, sin alguna predilección. Si alguno dejaba.de regar
él campo donde debía sembrar éi máiz ó donde era
necesario, era azotado como ocioso, castigo que entre
ellos era el supremo de todos1. Francisco Correal, dé
cuyo viage haré uso, añade, que á mas de los canales
se hacían pozos ó cisternas y conservatorios de agua,
celebrando’ como bellísimos los de Cárangua que él
examinó. Fueron reconocidas y vistas ciertamente las*
ruinas de estos acueductos y los que aun existen por
los matemáticos franceses y españoles, y elSeñor Ulloa
hace de ellos particular mención. Los canales, dice,
son obras que se deben á los cuidados y á la industria délos Incas.
Asi también el Padre Acosta escribe acerca de
la educación de los peruanos por lo tocante alas artes:
»Se instruían en la juventud de todo lo que era necesario
para la comodidad de 1$ vida. Si bien no había ciertos
artífices de profesión para el uso publico, con todo, elloi
hacían los oficios necesarios para la familia. De la lana
hacían los vestidos, cultivaban ta tierra…. Se hallaban
entre ellos fabricantes de oro, pintores, alfareros, músicos^
maestros de cuentas, arquitectos, tejedores, 4?c.
Ya os dije en ofra carta como los españoles
quedaron pasmados de lá habilidad con que rundían jr
separaban el oro y la plata, lo cual aventajaba en sumo grado el modo con que ellos lo hacían. Entre las
tras artes tenían una desconocida de nosotros, que es
°a de dar al cobre el temple de acero. Lo llamaban
*Ánta: con este hacían todos sus utensilios ;pata U
agricultura;, los cuchíUps,.tes sierras* los clavos*» lo*
martillos^ sumido iíj mas admirable, y, lo que elevaba
uo pulimienío extremado,, que hacían, espejos: por esto
justamente lo estimaban mas que al oro.
-: ; Kq creáis jajmas^ que todo lo que salta de las
manos de estos artífices era grosero y vil. JDe- la lana„
por ejemplo, bacian tres separaciones^. La mas inferior
qjue servia para los; vertidos del pueblo,; se llamaba.
Añasca. La segunda era nías fina, se tenia de diversos,
colores y se decía Campizal esta se hacían paños, como dice Garcilaso en el capf 6 del lib. iguales a,
los de Flandes, y servían para los Señores. La tercera,
era la superfina, se llamaba Qompa, y servia únicamente
para los de la familia real. De hecho el autor de la re-,
lacion impresa por Ramusio, repetidamente asegura,
que habia una. gran cantidad, de rebocos pequeños con bue»
na lana- semejante á, ta: de t Espgñp* Estos rebaños son
de los famosos vicuñas*, de cuya lana hasta hoy se hacen pianos de una superfina morvidez. El llama es mas,
grande y so,lana inferior. Mejor que esta es la del
haccanacco ó pacco. EJi algodón se trabajaba igualmente, y lo que es mas notable, teñido de varios colores,, lo cual, hasta ahora no se ha hecho bien en la
culta Europa. He aqui como se explica el autor de tet
citada relación, describiendo el despojo hecho por los
españoles de los almacenes de Caxamarca. »Los nuestros tomaron (de i< $ vestidos) todos los que .quisieron; y.con.todo, todavía* quedaron las casas tan llenas^ que parecía que nada faltaba..Los vestidos eran los mejores».*. La mayor parte de lana demaciadamente sutil y fina: las demás eran de algodón de diversos colores y muy finos." Hasta el tiempo de Francisco Correal, is decir, ciento, y cuarenta apos después, se halló que Jos pueblos de Saguanchi,.entre los cuales está Jaén su capital al pie de la cordillera, conservaban su antigua industria, y por eso hacían todavía las labores de1 tapicería íiias delicadas y bordador qué no ceden á los mas bellos de Europa, los cuales serVian para, las Indas.' Asi Francisco Xerez nombrado arriba, asegura que entre los regalos enviados por Atahuallpa á Francisco Pizarro, había vestidos de lana hechos eh Cajas que eran una cosa nueva y variada digna de ser -vista, por que se crería que eran da seda, sobre los cuales había muchas labores y figuras de oro de martillo demasiadamente bien puestas. Para conocer después de esto con cuanta industria se trabajaba el oro y la plata en el Perú, bastaba saber que aquéllos artífices hacían de estos meta* íes estatuas y figuras y toda suerte de flores y dé frutas. El autor de la relación de la conquista que era el intendente ó inspector de la fundición, asegura que antes de la muerte de Atahuallpa entre muchos vasos y copas llevados de su orden á los españoles, se hallé una estatua de un pastor con sus ovejas todo de oro* excelentemente trabajado. Después que marchó de álli aquel inspector con la primera conducción de tesoro para España, se prosiguió el saqueo de todos los templos y casas reales, y Francisco Xerez hizo la reía¿ion al Emperador Carlos V. firmada de Francisco Pizarro, Alvaro Riquelme, Antonio Navarro y García de Saltego (ó Salcedo) en la ciudad de Jauja en ir de julio de 15*34. PQes en esa relación se lew verdaderamente era cosa digna dé verse esta casa donde se fundía, llena de tanto oro en barras de diez y de ocho libras cada una, y en vasos y comales y pedazos de que se servían aquellos señores; y «entre las demás cosas singulares, eran de ver cuatro carnea ros castrados de oro fino y muy grandes, y diez ó do* ce estatuas de mugeres del tamaño regular de las de éste pais, todas de oro (fino, tan bellas y bien hechas como si fueran vivas. Había otras muchas de plata de la misma estatura," L»ooQle . Csí) ~ Había dicho antes que de Cuzco ttevaron teas dé quinientas láminas de oro, de las cuales las mas pequeñas pesaban las unas de cuatro á cinco libras, y otras de pilastras de diez y doce libras, con las cuales estaban cubiertas todas las paredes de a juel templo. Pero debe notarse que en el mismo tiempo Ue< varón una fuente de oro labrada muy sutilmente y dignísima de versé, considerado el artificio, la labor y una delicadeza con que estaba hecha. En otra ocasión llevaron una silla hecha de oro puro, solo la cubierta "del asiento pesa el valor de diez y ocho mil pesos. - La inmensa cantidad de oro y de plata que ^e todas partes se llevaba á Cuzco en señal de devociot>al Sol y para los Incas en una serie de siglos,
excedía de tal modo, que á mas de la encostratura de
los templos y á -mas de todos los vasos y utensilios de
los mismos templos, de la casa real y del monasterio
de las vírgenes, sobraban montes, de los cuales por no
«saber otra cosa, se servían para labrar estatuas, figuras de animales, ya mas de esto, arboles con sus frutas y con flores al natural, granos en sus cañas y cok
“las espigas, y mil otras cosas de este género, con las
cuales hacían pequeños jardines artificiales, en los cua*
‘les se veía el oro y la plata tomar la figura de las
•plantas y vegetales y el arte en emulación de la naturaleza. Garcilaso hizo de todo una descripción exacta. Paw no lo cree; mas en la relación de Xerez, citada tantas veces, claramente ha asegurado que entre
las manufacturas de oro traídas de Cuzco, vinieron
‘-algunas cañuelas hechas de oro macizo con su espiga encima del mismo modo que nacen en el campo.
,?ta finura de las labores de aquellos pueblos, no solo
*-há sido reconocida por los españoles, que ciertamente
no tenían ningún ínteres en ponderarla, mas también
“ha sido admirada por nuestro siglo iluminado. El Sr.
La Condamme describió en las actas de Berlín aU?11
8
nos idoüllos adquiridos por él, en los cuales aparece
Ja industria del artífice y la delicadeza del trabajo»
A mas de esto el refiere de un vaso de plata de tres
pólices de diámetro y cerca de nueve de alto, tan bien
construido y tan sutil, que su grueso no excedía el de
dos ojiS de papel exactamente unidas. Después en la
nota que dá de las cosas enviadas á París y que perecieron por el naufragio (a) numera vasos de tierra
con figuras hechas con tal arte, que fluyendo el agua
hacia un abanico. También el Sr. Ulloa nos dá el bello
diseño de los instrumentos campestres, espejos, barrenas, martillos y vasos, y ademas de una estatua de
oro de una figura de hombre, agrupada ó encogida,
sentada sobre una base con las rodillas paradas, teniendo con una mano un pajar i lio y con otra un
vaso excelentemente diseñado. ¿Y qué os diré de sus
vasos de tierra? Eran fabricados con figuras al modo
que usaban los Etruscos, de una tierra que no se sabe donde la hallaron, muy ligera y negrusca, y otros
de tierra roja, ordinariamente con una ó dos manchas, y con las dos manos y cabezas de hombre, de
relieve excelentemente trabajadas. Dejad ahora después de tales testigos, que yo os traiga la descripción
hecha por Xerréz, siguiendo la numeración de las cosas traídas de Cuzco. »Vino (dice) un pedazo de oro
.de tilla ó asiento que pesó doscientas libras de oro.
Vinieron fuentes grandes con sus canales por donde
corría el agua en un laguillo ó pila hecha en la mis,ma fuente, y en ella había varios pájaros de varias
clases y figuras de hombres que sacaban la agua de
la fuente, y todas estas cosas eran hechas de oro.”
Aquellos príncipes se deleitaban mucho con es*
. tas fuentes portátiles; y como la industria se extendía
(a) Journal du Voy age etc. pág. 104 tom, z. pág. 38a.
C53)
í las piedras, asi se nota en la misma relación que el
primer regalo de manufacturas que Atahuallpa envió
á Pizarro, fue una fuente de piedra hecha a manera
de dos fortalezas, de la cual ampliamente se hebia.
La Condamine en las citadas actas de Berlín, mostró
bastantemente la paciente industria de ios peruanos
en la labor de los mármoles; mas lo que le sorprendió justamente y á Mr. Bonguer en su compañía, fue
ver en las paredes de granito esculpidas cabezas de
animales, y lo que es mas, observaron que tenían ahaje ra das las orejas, de las que pendían anillos movibles
hechos del mismo pedazo. (*) A mas: en lo grueso de
los quicios de las puertas de la fortaleza de Cañar
observaron maravillándose mucho, que estaban es*
cabadas de canales por lo común curbos, los que
(dice Condamine) el escultor mas hábil de la Europa
no es capaz de imitar, con todos los auxilios del
fierro y del acero. Francisco Correal el mas diligente y paciente de todos los viageros, midió palmo á
palmo todo el Perú el año de 1670. El describe las
ruinas de las muchas fabricas de los Incas. Las del
templo del Sol en Tomebaroba, son de piedra negra y
verde especie de diaspro. Dice que las puertas estaban adornadas de figuras de pájaros, de cuadrúpedos
y de otros animales con máscaras movibles (1) escul (*) El traductor tiene tiestos ó macetas de barro hechas en
México con anillos mo.edizos en las asas del mismo barro, y con
el mismo vidriado negro muy brillante. Cualquier indio ollero las
hace} pero también ha visto tales anillos en piezas de piedra trabajadas por indios: ha visto cascabeles de barro, cuya bola dentro
-del hueco ha sido cosida en el horno al mismo tiempo, y ha quedado suelta para dar el sonido.
(1) £1 traductor posee una máscara de tal piedra que tiene el
grueso de cinco ó seis líneas, y figura la parte exterior o un de
hombre con sus dos «hugeros, con los cuales metiendo por ellos un
cordel, las afianzaban en sus cabezas los guerreros mexicanos.
(54)
pidas con una maestría sorprendente. Se ignora c*os
mo las hicieron; pero es cierto que no solamente los
metales y los mármoles se trabajaban con excelencia
de arte, sino también las mismas piedras durísimas y
las esmeraldas. Resta, dice Mr. La Condamine, otro
problema mas difícil aun, de resolver por nuestros .lapidarios. iCómo los mismos indios han podido redondear y
pulir las esmeraldas, y ahugere arlas con dos lados cónicos
diametralmente opuestos sobre un ege común, tales cuales
se hayan aun el día de hoy en el Verú% ;
Es ciertamente admirable la industria de los
peruanos; pero á mi juicio es mas sorprendente el sa*»
berse que esta no era hija ni de la codicia ni de la esr
peranza; pues un peruano ni podia mudar de condición ni podia desear tener mas comodidades que las
que tenia. La fuerza de un sistema público encadena-*
do maravillosamente y mantenido con la constancia de
los siglos, producía la emulación: la sola esperanza
que animaba y los impelía á obras grandes y á labores tan penosas, era la de complacer al soberano y .al
mismo tiempo merecer de la divinidad toda la felicidad mayor en esta vida y en la venidera. ¿En cual
parte del orbe se halló jamas un ejemplo semejante,
respecto á los efectos de una educación pública y de
un gobierno bien establecido como en el Perú en tiempo de los Incas? Por lo que á mi toca estoy extremadamente sorprendido por la confrontación de los sis*»
temas políticos y de las leyes hechas por tantas naciones de nuestro hemisferio, y corregidas, vueltas á
corregir, reformadas, modificadas y derogadas por la
serie de muchos siglos, no han podido jamás conseguir el fin á que debe suponerse que fueron dirigidas.
Empero desafio á todos los legisladores antiguos y
modernos incluso Mr Paw, á que me hagan ver un
código dé leyes y un plan de gobierno mas exacto y
mejor que el de los Incas. A Dios? (i) 3 de setiem*
bre dt 1777. (2)
CARTA XIX
Fiestas de los peruanos. Templo del Sol. Observación re*
ligiosa de los Solsticios. Instrumentos de música. Representaciones teatrales»
(yomo la esponja se penetra toda de la agua, asi estoy tan empapado de la idea del antiguo gobierno del
Perú, que me parece que soy un peruviano: permitidme á lo menos desear que en cualquier otro lugar de
(1) De la escultura de los mexicanos y de los tultecas y de
otras mas antiguas naciones, trata largamente el Abate CJavigero
tom. 4 pág 154 El asegura que nacían estatuas de madera, de
barro y de piedra que representaban no solo los ídolos, mas todos
los afectos de les hombres y de las mugeres que querían .expresar,
aunque efl figuras gigantescas, con perfección de diseñó y con delicadeza de labor: luego describe sos obras de grillos de oro y de
plata; y una especie de mosaico, es decir, una obra hecha de va-t
rías plumas (pero cortadas minutísimamente) unidas y colocadas
de manera que representaban cualquiera figura como lo hace el
mosaico. La labor de las perlas y el arte de los albafiiles, arquitectos, carpinteros, &c. se hallan allí bien descriptos.
(a) El traductor tiene un San Agustín y un San Cayetano he*
fchó en Paztcuaro once o doce años ha. Prueba de que los naturales
no han perdido esta habilidad. Lajs plumas doradas del Sinsún hacen un papel distinguido en tales obras, y en México hay colibrí*
ó chupaflores, cuyas plumas pueden servir para lo mismo.
Tiene también una cabeza de pavo y un zapatito hechas de la
laba volcánica negra y muy brillante que abunda en la serranía que
sigue á TulancingO. dé la cual (en estado de mayor cristalización)
hacían las puntas cuadradas de sus macanas y flechas los mexicanos.
La cabeza es menor que una nuez, en ella tiene una culebra enroscada y embutidos los ojos de concha de nácar muy blanco con la
pupila encarnada de alguna tinta muy firme, pues siendo del tamaño de un punto de imprenta de entredós, no se ha despintado. El
zapatito señala las hevillas y orejas, su tamaño de media pulgada
y su figura denota que fue copiado de los primeros que los indios
vieron á los españoles.
<5¿)
nuestro globo se constituyera un sistema igual para;
poder yo marchar á gozar una completa felicidad eriel resto de vida que me quedare, lejos de los túmulo
tos populares, y it cubierto de aquellas tempestades
que en el proceloso mar de la política, Heno de escollos y de sirtes, son inevitables, tal vez aun-á los.
mas diestros navegantes. . ,
Una cosa sola me incomodaría y es la prueba
de la carrera, de la lucha y de la propia habilidad en
Ja labor del calzado que ellos llamaban usuta, y de
los otros utensilios. A la verdad, en cuanto á, jas primeras, la fuerza y la destreza que ja juventud subministra y perfecciona el ejercicio, no son ya para m*
edad en la cual
£1 espíritu ef ta pronto,
. mas la carne fatigada:
y por lo tocante á las segundas pruebas, sería el mas
ignorante de todos. Ciertamente fue tanta la previ*
sion y prudencia de los Incas, que para armar caballero á un noble, aun el mismo Anquí, es decir, el in?
fante real ú otro de k>s hijos del Emperador, debian
esponerse publicamente á todas las pruebas susodichas;
Asi se premiaban los hijos que habían cumplido sus,
deberes con sus propios padres, y se castigaban los
que los habían quebrantado»
Ya que estamos en función quiero deciros al*
go de las fiestas que hacían» Si hubiera faltado á los
Príncipes la previsión y buena política, si no hubie-»
ran facilitado por medio de fiestas populares la diversión, la alegría, la jovialidad entre sus subditos y
aquel esparcimiento agradable que hace que el hombre olvide todas las incomodidades y males que le
cercan, crería yo hallarme oprimido. El terrorismo
despótico en los países Asiáticos no consiente la unión
(S7)
“del pueblo* porque en medio de su alegría puede ser
peligroso; pero en los países Ubres, principalmente en
los republicanos, son otros tantos medios para ase-,
gurar la tranquilidad de la nación.
Pan y circenses gritaban los romanos, y esta*
ban contentos cuando no faltaba una ni otra de estas
cosas. La medida de los espectáculos podría servir de
regla para conocer y definir los grados del despotismo
en cada país* La historia nos enseña que á proporción
que se disminuyeron los espectáculos públicos, créci6
la fuerza y el rigor del gobierno; y que á proporción
que se aumentaron creció la disolución y el desorden
de la multitud. La templanza de los espectáculos de-r
muestra la templanza de los gobiernos y la cultura del
pueblo. Pero vamos al Perú.
Se hacían fiestas por los matrimonios en la solemnidad de reunir la fe de los esposos, como se dice,
lo cual hacia el mismo Emperador por toda la numerosísima extirpe del Sol, y entre los otros, los Incas y
los gobernadores todos los demás, tanto en los cuartep
les de la capital cuanto en las otras ciudades. Debe
aqui notarse que los esponsales se hacían todos en un
dia señalado; y esto por < \o$ razones principales; la primera, porque tanto el Emperador como los Incas y los gobernadores, pudieran conocer; á los esposos, ver rificar sq edad, y; no consentir la mezcla de laie se halló muchas veces necesitado á esperar que un < .ri.iau fiel que le •acompaño con el machete abriera camino entre tales bejucos. (74) Pero ¿sabéis como los hacia»? de'aquellos mint* bres hacían las sogas destinadas para puentes gruesas como los mayores cables. Las habia del grueso de un hombre. De una. y otra parte del parapeto levantaban una gruesa y alta muralla que servia de basa de apoyo, y de afianzar estos grandes cables de mimbres. Unían entre sí muchos paralelos á proporción del lar* go á que quefian poner el puente. Después los tren» zaban con bejucos transversales á manera dé esteras ó «de costales para que el paso sobre ellos fuera seguro. Hasta hoy se conservan algunos de estos puentes; pero los españoles ó los indianos los han hecho dege* nerar mucho de los antiguos,' con menor industria. Condamine pasó sobre ellos en su gran viaje de Qui* ¿to hasta la boca del rio de las Amazonas cerca de mil leguas 6 tres mil millas de occidente á oriente; fácilmente, dice, se juzgará que un puente de esta especie que algunas veces es mas de treinta toezas, esto es, mas de ciento y ochenta pies de largo, tiene algo de admirable á primera vista. Sin embargo, tos indios que no son nada mas que intrépidos de su naturaleza, pasan por el corriendo cargados y riyendose de la timidez que ordir .nanamente al principio muestran los europeos* Garcilaso en el cap. 7 del Mb. 5 describe con exactitud el modo con que se hacían tales puentes, y particularmente el de Apurimac sobre la gran calzada de Cuzco. Singularmente merece observación lo bien que aseguraban los extremos de diches puentes con palos y anillos ó asas en la muralla. El suelo era tan firme y bien construido, que los animales grandes y pequeños lo pasaban con seguridad, y alguno de ellos como el de Apurimac largo mas de doscientos pasos, tenían el parapeto á manera de gradas para mayor seguridad de los pasageros. Fernando Pizarro que en el dia de la Epifanía de 15$$ marchó por orden de su hermano de Ca* Digitized, by jamfca pafa Jauja, describe uno de estos puentes de la misma manera. Dice-que sobre el rio había dpstpuen-, tes vecinos, que de ma .rivera a la otra hay dos murallas. buenos. cimientos^ y tienen, ligadas y bien aseguradas ciertas cuerdas gruesas como un muslo, bien encadenadas de: modo* que a caballo, y 4 pie se pasa cómodamente* Anadie que por el uno de estos puentes pasan las bes-* tias y el común de gentes, y por el otro los Señores, y. que están custodiados por sus respectivos guarda*dores;y se reparan cuando se :necesita. Se confirma tanto mas tal descripción* y principalmente donde habla del puente de Jauja, «cuanto Garcilaso afirma acerca del fuerte suelo de dichos? puentes, y (de sus. paredes ó muros laterales, á modo de escaleras 6 gradas' para mayor seguridad del que pasaba. - . La invención de tales puentes fue en tiempo dej inca Mayta Capac, en el paso del rio Apurimac, puesto que anteare ese tiempo se servían de barcos como no na mucho lo: hacíamos, nosotros sobre los rios grandes* Este puente aun existe, y los matemáticos ffáaceses y españoles.que,fueron á medir el grado del meridiano .pasaron por él. El $r. Ulloa lo describe y añade que por Al se mantenía todo el comercio del Pera. El puente del desagüe de Titicaca se conserva igualmente, y los espadóles, no supieron hacer uno mejor. ¿Os parece ahora que esta obra sea digna de ridiculizarse, como si se tratara de los pueblos del monte Beni-Tasca en África, los cuales pasan los rios en un saco-Á.red, atado con cuerdas de bejucos, las cuales pasando sobre carretillas atadas á palos altos de una y otra parte del parapeto transportan el saco con la gente que va dentro? Aunque se salve el peligro de que rompiéndose alguna cuerda se caiga enmedio, tal invención es poco ingeniosa. Empero no debo esconderos que en alguna parte de América se hacia poco ii (?&) ha este mismo juego. Tales puentes se llamaban Tara* bitu £1 citado Sr. Ulloa los describe y pone su diseno. Se reducen á una soga tirada de un parapeto al otro y afianzada de palos altos, y un corbetor de cuero afianzado en los garfios de que pende, y en el cual se acuesta un hombre: con otras, dos cnerdas se estira de uno y otro lado el corbetor por hombrea destina* dos á ello* Los matemáticos vieron tales ta ra vitos sobre el rio Alchipichi extremadamente rápido. De este modo, dice Ulloa, pasan también las bestias, con la deferencia de que en vez de una maroma á cable se ponen dos. Sobre rios pequeños de cinco ó seis pies detravesía, refiere que hay puentes de maderos y tánv» >
bien de piedra. Veis aquí los puentes del Perú. Algunos franceses, particularmente jóvenes rellenos de entusiasmo por París, cuentan en tono.de desprecio cuanto ven especialmente en Italia, como si en Paris hu-*’
biese alguna cosa mejor que las fábricas y las pía*
zas antiguas y modernas de Roma, de Florencia, de
Venecia, de Genova, &c. De aqui es que por ésto» *
jovencitos aturdidos que viajan por reír y hacerse risibles, se dice que llevan siempre á París en la bolsa
de la chaqueta. No de otra manera Paw cree bárbaro
y salvage todo lo que no es Bíeslaw ni Berlín» Mas
quiero concluir esta carta* A Dios*
(77)
traductor entiende que aunque cuando se imprima la carta XXI haya de repetirse su párrafo primero,
se le disimulará, que aqui k> ponga para concluir lo
tocante al gobierno, con el laconismo enérgico y sabio del Conde Carli* Asi comienza:
»Yo no quiero que examinemos cuales son los
»*bienes de ía civilización y cultura de Europa, con
*íios cuales nosotros y otros sabios y doctos héroes
n rabiamos sacado aquellos pueblos de la barbarie. Yo
»sé que ellos na tenían necesidad ni de nuestras leyes,
»ni de nuestras artes, ni de nuestra cultura, ni de noesotros, y que nosotros por el contado habíamos crei»>do hacernos felices don sus productos, que á fuerza
»de injusticias, de crueldad y de iniquidad^ que. des*
»honran la especie humana, nos apropíateos. Diré so«*
m lamente que si nosotroa liemos enseñado alguna cosa
»& la América, es fuera de duda, que nosotros hemos
«¿aprendido’ de ella . muchísimas cosas, y de muchas
»otra$ nos habríamos’ quedado á obscuras pot mas
wque 4uisleramos haberlas conseguido.”
Hasta aqui el autor*, el cual aqui no toca el
hien inestimable sobre todos los otros reales é imaginables, que debemos á Dios y después al celo, de ios
¿fgfes y>
los y* na de ¿«machos buenos españoles que jamas han
/altado, estrechemos cordialísimaroente la fraternidad,
el amor y la unión que para hacer la felicidad de todos necesitamos: ahora mas que nunca, si que reñios, co*
(7*)
mo nadie puede dudarlo, conservar la independencia
•que Dios pdr medio del héroe sin’igual Itúrbáde nos
acaba de conceden
No es fuera de propósito trasladad aqui 4o
que el Dr. y Mtro. Fr. Antonio de la Calancba dice
en su Crónica de San Agustín’del Perú’lib. u cap.
i y. núm. 4. pág. 97., y es lo siguiente:^
»Verdaderamente pocas naciones7 hubo en el
«mundo á mi ver que tuvieran mejor gobierno que
»íos Ingas. Luego diré aqcioufes memorables de este
«Inga, que quiero que se sepa cuan bien gobernada estaba esta monarquía antes que entrasen los
«españoles cuando la gobernaban estos Ingas; y será
«con una cláusula de testamento de aquel valerosa-ca9% pitan MahcioSierra de Leguisamo que vino con IX
«Francisco Pizarro, é hizo memorables hazañas ea
«Tumbes cuando la guerra, en Cajamarca cuando la
«prisión del Inga, en el Cuzco cuando las guerras
«civiles, y en. todo «1 Pera cuando jéi alzamiento ge*
«ineral: decios Indios, Ebté es el; que cogió ven el tem«plo del Cuzco* el-Sol de oro que* adoraban los in*«dios, y lo jugó una noche y le perdió aotes que
«amaneciese; por quien quedé en el ¡Péru él ctfdtná«rio refrán^ cuando de alguri jugador se quiere hacer
«gran’ppndéiadoc,,dicen,pega d Sol:ajntrt que salgak
a’Esce, puesy puso «n<5u testamento^ ana nila^áula px>
«ia deseargoide su rcohcienchi y .paraiqbc^se-ie die>«se á nuestro Rey Frli^o;*:Otorgóse*icíl iél. Cua» .eia
«diez y ocho de setiembre de mil. quinientos cachea*
«ta y .nueye¿ ante Gerárümo Sánchez” de Quesada, es*
«crioánó^puidko^y Ala dáésula lá^la Jetraydice©^ jR»r?
« meramente ames de [empezmc- el- disto nri\ tejí amento de*
»claro, que ka mttefíosífine $qwe $c* Jte deseado.ltaner: ór±
»den de adveriiryáiUicttÓiico real magcsiad del Rey lh
« Felipe nuestro’.Sener^viendo-ifuancajetreo y cristianésí^
r>mo essy **ari¡ cctaso debscrvim sfoDiot mcstm’Señoi*
.99 haber yo sido mucha parte eñ el descubrimiento y. con•9> quiste y población de estos reinos, cuando los quitaron ó
*>los que eran Señores Ingas que los poseían y regían ca<9>mo suyos± y los pusimos debajo de la real corona. Que
.99entienda S. M. Católica que hallamos estos reinos de tal
99masera, que.los dichos Ingas los tenían gobernados de
»iai manera,-.que en. todos ellos no había un ladrón, ni
.9>hombre vicioso,.ni holgazán, ni:una muger adúltera ni
>9%mala, ni se permitía entre ellos,.ni gente de mal vivir
\99en lo moral. Que los hombres tenían sus ocupaciones ho99 nestas y provechosas, y que las tierras y montes y nñ-9í ñas, pastos y casas y maderas, y todo genero de apro»
9>vechamientos, estaba gobernado y repartido de suerte
f> que cada uno, conocía y tenia su hacienda, sin que otra
«9>ninguno se la ocupase ni. tomase, ni. sobre ello había
«9tpleitos; y que las cosas de la guerra, aunque eran mu»99 chas, no impedían á las del comercio, ni estas á las COJIJOS de la labranza¿é cultivar de las tierras ni otra co~
v« sa alguna i y que en todo desde lo mayor hasta lo mas
:99snenudo tenia su orden y concierta con mucho asiento. T
•9rque los Ingas eran temidosyy obedecidos, y respetados
*9 de sus subditos, como gente muy capaz y de mucho gobierno, y que lo mesmo eran sus gobernadores y capitaK9>nes;.y que como en estos hallamos la fuerza y el man’
99do y la resistencia para poderlos sujetar é oprimir al
-99 servicio de y Dios nuestro Señor y quitarles j»t tierra y
9>ponerla. debaja de. su real corona, fue necesario quitarles
9\ totalmente el poder y mando y los bienes, como sé Us
99.quitamos ú fuerza de armas-, y que mediante haberlo
\9>permitido nuestro Señor, nos fue posible sujetar este
•99reina de tanta multitud de gente y riqueza, y de Seño- 9Ytes tos hicimos siervos tan sujetos como se vé: y < que »entienda S. M* que el intento qué me mueve á hacer 99 esta relación es. por el descargo de mi conciencia y por x»hallarnse culpado en el(o, pues habernos destruido con *> nuestro mal ejemplo gente de tanto gobierno como eicm
»estos naturales, y tan quitados de cometer delitos ni ex»
99 ce sos asi Itombres como mugeres: tanto que el indio que
99 tenia cien mil pesos de oro y plata en su casa y otros
99 indios, la dejaban abierta, puesta una escoba 6 un palo
9>pequeño atravesado en la puerta para seña que no esta»*
99 ba alli su dueño, y con esto, según su costumbre, no podia entrar nadie dentro, ni tomar cosa de las que alli
*9 habió. T cuando ellos vieron que nosotros poníamos puefr
¿ytas y llaves en nuestras casas, entendieron que era de
99miedo de ellos por que no nos matasen; pero no porqué
99creyesen que ninguno hurtase ni tomase otro su hacien*
99 da; y asi cuando vieron que había entre nosotros ladrones y hombres que incitaban á pecado á sus mugeres é
ahijas, nos tuvieron en poco, y han venido á tal rotura
99tn ofensa de Dios estos naturales por el mal ejemplo
99qtue les habernos dado en todo, que aquel estremo de no
99 hacer cosa mala, se ha convertido en que hoy ninguna 4
99pocas hacen buenas; y requiere remedio, y este toca á 8*
y>M. para que descargue su conciencia; y se lo advierto
99pues no soy parte paramas* T con esto suplico á mi
.99 Dios me perdone, y muéveme á decirlo por ver que soy
0>el postrero que muere de todos los descubridores y conaquistadores, que como es notorio, ya no hay ninguno si^
99no.yo en este reino ni fuer a de él; y con esto hago h
99 fue puedo para descargo de mi conciencia.
9} Antes y después de esta c’áusnla hay otras deaclaraciones que ahora no son ó propósito, si bien eran
9> dignas de ponderación. Entre otras restituciones, para
¡99 que mandó tomar bulas de composición, dice: E yo hube
&una figura del Sol que tenían hecha de oro los Ingas
99 en la casa del Sol en el Cuzco, que ahora es conven*
pf9to de Santo Domingo, donde hacían sus idolatrías,.que
99 me parece valdría hasta dos mil pesos, y con lo fue
99 me cupo en Cajamarca y en el Cuzco seré en cargo de
9?doce mil pesos. Muero pobre y con muchos hijos:, pido á
(81)
>*5* M* re duela de ellas y Á Dios que se duela de mi
ȎnimaS*
¡Qué diluvio de reflexiones presenta este solo
testamento á un juicio imparcial y justo! £1 traductor
empero solo pregunta ¿quién combinando estas cláusulas dignas de la mas seria reflexión con aquella ley de
tres reyes de España que dejo citada, (r) dejará de conocer que este conquistador que murió cristianamente,
vivia y murió acrivillado del remordimiento de la
conciencia, tanto por los asesinatos, robos y otros crí«
menes, como principalmente por haber despojado á los
peruanos del bien mas precioso que todos los demás
en que abundaba, cual era su gobierno y sus virtudes!
¡Falsa filosofía que á guiza del fuego soterrado de los volcanes socavas las entrañas de ¿la tierra,
ya veces vomitas tus labas y llamas ardientes sobre
la misma, destruyendo cuanto hacia su felicidad y su
hermosura! ¡Falsa filosofía que atribuyes á preocupaciones supersticiosas los gritos fieles de la conciencia,
ski embargo de haber visto y palpado ella, sin poderlo dudar, cuanto amargaron ios últimos periodos
de tu gefe y corifeo Volter! ¡Ilurainismo que te jactas
de haber hecho de tus sectarios otros tantos materialistas, deístas ó atheos! Mira con reflexión esta»
efusiones del arrepentimiento de un conquistador que
aunque abandonado un tiempo á pecados horribles,
(i) Ley 6. tít. i. lib. 4. de Indias. Por justas causas y consideraciones conviene que en todas las capitulaciones que se hicieren
para nuevos descubrimientos, se escuse esta palabra conquista, y ea
su lugar se use de las de pacificación y población; pues habiéndose
de hacer con toda paz y caridad, es nuestra voluntad que aun este
nombre interpretado contra nuestra intención, no ocasione ni dé co«*
k>r a lo capitulado para que se pueda hacer fuerza ni agravio a los.
indios. Los Reyes que la repitieron fueron Felipe II, (¿sabría- algo
de la conciencia de su p?dr¿?) Felipe IÍI y Cá’los ti. Las mas
reces toda la maldad es de los ejecutores^ no 4s las leyes ni de loa
legisladores».
(82)
jamás cayó en. tus redes, antes bien satiendo que sin-.
arbitrio para escapar habia de verse su alma en eh
momento* imperceptible que dcbia mediar entre su
tiempo y su eternidad ante Dios, su criador, su conservador, su juez y su pridoso redentor, cotejaba la.
Inmensidad del mal, de haber hecho á los peruanos!
asesinos, ladrones, fornicarios, vengativos, &c. con els
incalculable bien de no conocer tales crímenes, ó para;
decirlo mas bien con el torrente caudaloso de inapre-»
eiables, insignes y singulares bienes de que ayudó á
privarles. Oid el, grito -de la alma inmortal que allá
en el fondo mas-íntimo reclama los derechos de su
Dios á quien ofendió, y de cuya beneficencia espera*
sin embargo conseguir el perdón y la gloria.
, . ¡O vosotros, engañados hermanos míos! £jamas>
mi pluma mancillará el mérito.de los sensatos dignos
por su cristiandad y honradez del aprecio de Dios y
de los hombres) vosotros.los que sin tener un pelo siquiera de alguno de esos conquistadores, os erguís so-j
bre un orgullo estupido, é imagináis que este suelo y*
los nacidos sobre él, os.pertenecen como una herencia’

bitro de todos los imperios de la tierra, los quita y
dá ó los restituye á sus antiguos dueños, ó los entrega á otros cuando le place: que debemos venerar su*
sapientísimas y justísimas disposiciones, y observando
su íey santa y benéfica, obedecer á la potestad emanada inmediatamente de su mano todopoderosa á los que,
gobiernan provisionalmente y á los que gobernarán ea
‘(Sí)
adelante el Imperio que vemos renacer eh la Amérr*
ca del Septentrión.
¡Potentados nuevos! No olvidéis que este mismo Dios os ha dicho: por mi reinan los reyes y los le*
gisladores disciernen lo justo: Que el mismo Señor criando á Eva porque convenia que el hombre no estuviera
solo, enlazando las necesidades recíprocas de los hijos
y de los padres, ordenando el universo todo, las estaciones del año, el dia, la noche y todos los seres en
subordinación y diferencia; manifestó copiosamente
euan absurdo es querer xonvertir la libertad natural y
civil del hombre, eii insubordinación á la ley y en libertad sin freno de todas las pasiones: que Dios estableció la sociedad humana desde la creación y le dejó
todos los medios y necesidades que conducen á su con*
servacioo: que soa delirios1 de hombres degradados de
su nobilísimo ser las hipótesis que suponen al hombre
mas ignorante que los brutos, puesto que pretenden
persuadir que de los brutos fue aprendido á desenvolver su razón. Restituid un gobierno tan paternal que
tenia en el Perú á» los indios en la feliz ignorancia
del robo, del adulterio, del asesinato, de la mohatra,
Ja ‘usura y de tantos otros males…. Restituidlo siquiera en los humildes indios, ya que no podáis hacer taluadQ bien á cuantos hemos nacido en estos países ó
elegidoles por patria. El cielo y la tierra os admi«*
jrarán entonces y os colmarán dev bendiciones, tanto
mas cuanto podéis sublimarlo con las verdades puras y torrentes de luz que surte.la pura y benéfica fi«
losofia del evangelio.
– Mi suma insuficiencia nó me permite mas que
presentaros ahora este modelo. En seguida si los suscritorescontinuaren su auxilio, os presentaré casi, el
mismo establecido por los Jesuítas apostólicos en el
Paraguay, cotejado con lo practicable de las teorías de
Platón, y sobre todo perfeccionado con la práctica de
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esa fildsofiá del «vangelio. Para opróbrio de; un hóm-,
bre que di sé ni quiero saber quien, es, .viraos en una
de ios folletos que se han impreso en esta época, la
pregunta de ¿cual es la filosofía del evangelio? y á má
quizá se dirigió. ¡Cuanto y cuan nervioso pudiera
responder! Pero baste decir que la filosofía del evangelio es la única verdadera y sólida, la mas conforme
á la naturaleza: es aquella cuya sublimidad no pudieron dejar de confesar unos incrédulos , tan impíos y
osados como Volter y Rousseau. Volter que no cesaba de repetir »aplastad al infame” entendiendo por
tal epíteto á Jesús el maestro y singular bienhechor
de los hombres; y Juan Jacobo el que tanto afanó pop
quitar á todos los hombres la racionalidad, las potencias, y reducirlos á tal insensates cual no se advierta
en ninguno de los irracionales, ni aun dej insectilló
mas invisible.
Necesitamos constitución y legislación, adaptables á la religión, al estado actual, al carácter, costumbres y talentos de los Americanos, al clima, á las
riquezas, &c. Pararan grande obra necesitamos tam¿
fcien no olvidar ni por un minuto. qué Josespañoleé’
detestando hasta la execración con los labios á .los
franceses malos, quisieron hablar, andar, menearse*
vestirse,; labarse y hasta escupir como ellos. Tanta
razón dieron á los demás Europeos j>ara qaé tés lia-*
maran monos de los franceses. Estos malos españolea
cerrando las bocas délos buenos con la transgresión
mas patente de los principios liberales qqe ellos mis*
mos establecieron, estos malos, conducidos de tal es*
píritu de monería, destruyeron en vez de enmendar
en parte la antigua constitución española para coló-*
car en su lugar la mayor parte de la franeesa de 1791,*
con la ventaja de haberla empeorado en lo malo,
abriendo puertas mas amplias á la irreligión y al
desorden universal de todas, las pasiones que precipitan
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á los hombres en’ todos jos,delitos* No son por esta*
despreciables todos sus artículos: contiene algunos que
Jamás deben alejarse de los ojos de usa buena constitución. Por eso los que no lo hayan leído deberán leer
la Apología del Altar y del Trono que publicó elIllmo. Obispo de Ceuta D. Fr. Rafael de Velez, y
señaladamente el cotejo de las constituciones francer
sa y española en el tomo i capitulo 9 y cien otros
libros luminosos y siempre católicos, cuyos autores
jamas olvidaron aquella verdad experimentado en todas las naciones y reducida por Cicerón á estas importantes palabras: Non consilium in vulgo, non discrimen,
non. ratio. No hay consejo en el vulgo, discernimiento
ni razón.
No suceda pues que los americanos sean monos.de los malos españoles y por imitarles nos vendan
la, constitución francesa ó la de Cádiz, peor que
aquella para descatolizarnos, conducirnos á la anar-,
fula y- sumirnos en los abismos de los horrendos
.males que por ser los españoles monos de los fran-,
ceses han hecho padecer á la España toda. Si lo,
hicieran nos aplastarían bajo las ruinas de la independencia misma que tan felizmente habernos conseguido. ¡Ah! Los franceses (por ejemplo) solo
se atrevieron á asentar en su constitución que
n el principio de la soberanía reside esencialmente
en la nación.w Sus monos de Cádiz quisieron excederles, y por eso pusieron en la constitución gaditana 99 no el principio, sino la soberanía reside en Ja
nación esencialmente.” Por no haber distinguido la
saliéronla misma de su principio y quizá también
por haber empleado el adverbio ^esencialmente en
ves de originariamente, ¡cuantos errores, cuantos extragos, cuanta sangre vertida, cuanta miseria, cuan
horrenda anarquía causaron á la España! ¡Cuando
podrán cesar las inagotables fuentes de lágrimas que
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hoy mismo derraman los muchos buenos españoles?;
¡Que no me sea dado grabar en todos los cora-1
zones siquiera los capítulos 29 hasta el 37 de esa*
obra verdaderamente sabia, titulada: Examen de
los delitos de infidelidad á la patria! ¡Ahí ¿”De
cuanto bien me privo por no tener caudal paradar graciosamente siquiera dos mil ejemplares dé>
esta obra insigne?,
¿Será cordura imitar las obras de los malos, adoptar sus plane3, sus doctrinas, sus decisiones sin el mas prolijo examen? Díganlo el sabio
Jovellanos, el Padre Arévalo, el español en Lon^
dres en no pocos lugares, el citado: Capuchino Ve>*
léz, &c. &c. La falsa filosofía derramadamente hacundido y contaminado su pestilencial1 pos – á algunos que abusando de la libertad política de lar
imprenta, lo vierten en sus papeles, -tal vez» sim
conocerlo y solo por copiar sin discernimiento tío*
escritos envenenados. Ya que se lean éstos por ¿ los*
que^tengan para ello la licencia correspondiente,, tó*;
mese de ellos solamente aquellas verdades *y .má*imas que el consentimiento universal calificó de ta-*
les. Las que infaliblemente lo son sea cual fuere* la>
calificación del hombre miserable, sé hallan > en la
biblia, el antiguo y nuevo testamento. Bossuet en su
política y miliares de sabios ortodoxos enseñan si»
peligro el derecho natural y de gentes y cuanto
hay de sólido sobre el derecho’imprescriptible de
las naciones y de cada hombre en sociedad? la pu-^
ra y verdadera filosofía moral, en el alto grado á que.
jamas pudieron Hegar Sócrates, Séneca, ni otro alaguno de los que no conocieron la verdadera redi^
gion, que es solamente la católica, apostólica, romana»
Quien ignore que el derecho natural se ha*
Ha en la biblia y quisiere saberlo, lea los dos to«
mitos preciosísimos del Abate fey, canónigo de Pa (87)
ris, titulados: La ley natural manifestada y perfeccionada por la ley evangélica. Dígnese de leerlo el que
hizo la pregunta de ¿cual era la filosofía del evangelio? Y si no fuere tan estúpido como los que Dios
abandonó á su consejo reprobo, nos agradecerá que
le demos esta lectura por respuesta, ya que no le
damos lá muy lacónica que otro le daría, y es
que su pregunta prueba que ignora de todo punto la doctrina del evangelio, ó lo que significa la
palabra filosofía.
Empero aun entre los escritores católicos que
lie indicado, se hallarán alguna vez doctrinas políticas que no sean adaptables al carácter, costumbres sanas, talento &c. de los americanos. La buena crítica es sola quien podrá discernirlas. ¡Cuanto
mas se necesita esta brújula para sondear los abismos que la falsa filosofía cubre con los hechizos y
encantos de la elocuencia, del chiste, del sarcasmo
&c«! Sobre todo que se rinda el sumo respeto que
tanto merece de nosotros la religión católica; y si
por desgracia se nos diere una constitución civil
que sea dañosa, esta misma religión nos dará resignación para obedecerla, y ser tan fieles á las potestades temporales, que presentemos siempre al universo aquel espectáculo de unión, de paz y subordinación á las leyes civiles que los católicos presentaron en todos los siglos.
Con este pliego se completan á los Señores subscriptores de México, que solo anticiparon un peso, los i %
que se les ofrecieron por él, y con el 10 les ofrecidos á
los foráneos. Para continuar se les suplica ocurran anticipando cada uno lo mas que pueda en consideración á que
el papel sube de precio de dia en dia, y á que sin un número de suscritores que sufrague los costos, no podrán continuarse obras tan útiles en las actuales circunstancias.

KUPRIENKO