Miguel Estete. LA RELACION DEL VIAJE QUE HIZO EL SENOR CAPITAN HERNANDO PIZARRO

Miguel Estete. LA RELACION DEL VIAJE QUE HIZO EL SENOR CAPITAN HERNANDO PIZARRO POR MANDADO DEL SEÑOR GOBERNADOR, SU HERMANO, DESDE EL PUEBLO DE CAXAMALCA A PARCAMA, Y DE ALLI A JAUJA.

Miércoles, dia de la Epifanía (que se dice vulgarmente la fiesta de los tres Reyes Magos, á 5 de enero del año de 1533, partió el capitán Hernando Pizarro del pueblo de Caxamalca con veinte de caballo y ciertos escopeteros, y el mismo dia fué á dormir á unas caserias que están cinco leguas deste pueblo. Otro dia fué á comer á otro pueblo que se dice Ichoca, donde fué bien recebido y le dieron lo que fué menester para él y para su gente. Aquel dia fué á dormir á otro pueblo pequeño que se dice Cuancasanga, subjecto del pueblo de Guamachuco.

Otro dia de mañana llegó al pueblo de Guamachuco, el cual es grande y está en un valle entre sierras; tiene buena vista y aposentos; el señor dél se llama Guamanchoro, del cual el capitán y los que el iban fueron bien rece­bidos. Allí vino un hermano de Atabalipa que venia de dar priesa a que viniese el oro del Cuzco; dél supo el capitán que veinte jornadas de allí venia el capitán Chilicuchima y traía toda la cantidad que Atabalipa habia mandado.

Visto que el oro venia tan lejos, el capitán hizo mensajero al Gobernador para saber lo que mandaba que hiciese; que él no pasaria de allí hasta ver su respuesta.

En este pueblo se informó de algunos indios si venia tan lejos Chilicuchima; y apremiando á algunos principales, le dijeron que Chilicuchima quedaba siete leguas de allí en el pueblo de Andamarca, con veinte mil hombres de guerra, y que venia á matar á los cristianos y á librar á su señor; y el que esto confesó dijo que habia comido el dia antes con él. Tomado aparte otro compañero deste principal, dijo lo mesmo.

Visto esto por el capitán, determinó de ir á verse con Chilicuchima, y ordenada su gente, tomó el camino en la mano, y aquel dia fué a dormir á un pueblo pequeño que se dice Tam­bo, subjecto de Guamachuco, y allí se tornó á informar, y á todos cuantos indios preguntaba decian lo mismo que los primeros.

En este pueblo hubo buena guarda toda la noche, y otro dia por la mañana continuó su camino con mucho concierto, y antes de me­diodía llegó al pueblo de Andamarca, y no halló al capitan ni nuevas dél, mas de las que primero el hermano de Atabalipa habia dado, que estaba en un pueblo que se dice Jauja con mucho oro y que venia de camino. En este pueblo de Andamarca lo alcanzó la respuesta del señor Gobernador, en que decia que, pues tenia noticia que Chilicuchima y el oro venian tan léjos, que ya sabia que él tenia en su poder al obispo de la mezquita de Pachacama y el mucho oro que habia mandado; que se infor­mase del camino que habia para ir allá, y que si le parecia que seria bueno ir allá por ello, que fuese; porque entre tanto llegaria lo que venia del Cuzco.

El capitan se informó del camino y jorna­das que habia hasta la mezquita; y aunque la gente que llevaba iba mal aderezada de herraje y de otras cosas necesarias para tan largo camino, visto el servicio que su majestad se ha­cia en ir por aquel oro, porque los indios no lo alzasen, y tambien por ver qué tierra era, y si era dispuesta para poblar en ella cristianos; aunque tuvo noticia que habia en ella muchos ríos y puentes de redes, y largo camino y malos pasos, determinó de ir, y llevó algunos principales que hablan estado en aquella tie­rra; y así comenzó su camino á 14 de enero, y el mesmo dia pasó algunos malos pasos y dos ríos, y fue á dormir á un pueblo que se dice Totopamba, que está en una ladera. De los indios fue bien recebido y dieron bien de comer y todo lo que fué menester para aquella noche, y indios para las cargas.

Otro dia salió deste pueblo y fué á dormir á otro pequeño pueblo que se dice Coronga; al medio camino está un gran puerto de nieve, y por todo el camino mucha cuantidad de ganados con sus pastores que los guardan, y tienen sus casas en las sierras al modo de España. En este pueblo dieron comida y todo lo que fué menester, y indios para las cargas; este pueblo es subjecto de Guamachuco.

Otro dia partió deste pueblo y fué á dor­mir á otro pequeño que se dice Pinga, y no se halló en él gente, porque se ausentaron de miedo.

Esta jornada fué muy mala, porque habia una bajada de escaleras hechas de piedra, muy agria y peligrosa para los caballos.

Otro dia á hora de comer llegó á un pueblo grande que está en un valle; en medio del camino hay un rio grande muy furioso; tiene dos puentes juntas hechos de red, desta manera, que sacan un gran cimiento desde el agua y lo suben bien alto, y de una parte del rio a otra hay unas maromas hechas de bejucos á manera de bimbres, tan gruesas como el muslo, y tié­nenlas atadas con grandes piedras, y de la una á la otra hay anchor de una carreta, y atraviesan recios cordeles muy tejidos y por debajo ponen unas piedras grandes para que apesgue la puente.

Por la una destas pasa la gente comun, y tiene su portero que pide portazgo, y por la otra pasan los señores y sus capitanes: esta está siempre cerrada, y abriéronla para que pasasen el capitan y su gente, y los caballos pasaron muy bien.

En este pueblo descansó el capitan dos dias, porque la gente y los caballos iban fatigados del mal camino; en este pueblo fueron los cristianos muy bien recebidos y servidos de comida y de todo lo que fué menester, llamase el señor deste pueblo Pumapaecha. El dia siguiente se partió el capitan deste pueblo y fué á comer a un pueblo pequeño, donde dieron todo lo necesario, y junto á este pueblo se pasó otra puente de red como la otra, y fué á dormir dos leguas de allí á otro pueblo, donde le salieron á recebir de paz y dieron comida para los cristianos y indios para las cargas.

Esta jornada fué por un valle abajo de maizales y pueblos pequeños de una parte y otra de camino.

Otro dia domingo partió deste pueblo, y por la mañana llegó á otro pueblo, donde recibió el capitan y los que con él iban mucho servicio, y á la noche llegaron á otro pueblo, donde asimesmo les fué hecho mucho servicio, y presentaron los indios de aquel pueblo muchas ovejas y chicha y todo lo demás que fué menester.

Toda aquella tierra es muy abundante de ganados y maiz, que yendo los cristianos por el camino vian andar los hatos de ovejas por el camino.

El dia siguiente partió el capitan de aquel pueblo, y por el valle fué á comer á un pue­blo grande que se dice Guarax, y el señor dél Pumacapillay, donde dél y de sus indios fué bien proveido de comida y gente para lle­var las cargas.

Este pueblo está en un llano, pasa un rio junto a él; desde él se parecen otros pueblos, adonde hay muchos ganados y maiz. Solamente para dar de comer al capitan y á su gente que con él iba, tenian en un corral doscientas ca­bezas de ganado.

De aquí salió el capitan tarde, y fué dor­mir a otro pueblo que se dice Sucaracoay, donde le hicieron buen recebimiento; llamase el señor deste pueblo Mareocana. En este pue­blo descansó el capitan un dia, porque la gente y los caballos venian cansados del mal camino. En este pueblo bubo buena guarda, porque era grande y Chilicuchima estaba cerca con cin­cuenta y cinco mil hombres. Otro dia partió deste pueblo por un valle de labranzas y mucho ganado; fué á dormir dos leguas de allí, á un pueblo pequeño que se dice Pachicoto. Aquí dejó el camino real que va al Cuzco y tomó el de los llanos. Otro dia partió deste pueblo, fué á dormir á otro que se dice Marcara; el señor dél se llama Corcora; este es de señores de ga­nado que tienen en él sus pastores, y en cierto tiempo del año los llevan allí a apacentar, co­mo hacen en Castilla, en Extremadura; deste pueblo corren las aguas hacia la mar, y se hace el camino difícil, porque toda la tierra adentro es muy fria y de mucha agua y nieve, y la costa muy caliente, y llueve muy poco, que no basta para lo que siembran, sino que de las aguas que bajan de la sierra riegan la tierra, la cual es muy abundosa de mantenimientos y frutas. Otro dia partió deste pueblo, y por un rio abajo de frutales y labranzas fué á dormir á un pueblo pequeño que se dice Guaracanga, y otro dia fué á dormir á un pueblo grande que se dice Parpunga, que está junto á la mar; tiene una casa fuerte con cinco cercas ciegas, pintada de muchas labores por de dentro y por de fuera, con sus portadas muy bien labradas á la manera de España, con dos tigres a la puerta principal. Los indios deste pueblo anduvieron remontados, de miedo de ver una gente nunca antes vista y los caballos, de los cuales se ma­ravillaban más; y el capitan les hizo hablar por la lengua que llevaban, asegurándolos, y ellos sirvieron bien. En este pueblo tornó á tomar otro camino más ancho, que esta hecho á mano por las poblaciones de la costa, tapiado de paredes de una parte y de la otra. En este pueblo de Parpunga estuvo el capitan dos dias porque la gente descansase y por esperar he­rraje. Partiendo el capitan deste pueblo, pa­saron el y su gente un rio en balsas y los ca­ballos á nado y fué á dormirá un pueblo que se dice Guamamayo, que está en un barranco sobre la mar; junto á este pueblo se pasó otro rio á nado con mucha dificultad, porque iba muy crecido y furioso. En estos ríos de las costas no hay puentes, porque van muy grandes y derramados; el señor deste pueblo y su gente lo hicieron bien en ayudar á pasar las cargas, y dieron muy bien de comer á los cristianos, y gente para las cargas.

Deste pueblo partió el capitan con su gente á 9 dias del mes de enero, y fué á dormir á otro pueblo sujeto de Guamamayo, que son tres leguas de camino, la mayor parte poblado de labranzas y arboledas y fructales; el camino limpio y tapiado; este dia fué á dormir á un pueblo muy grande que esta cerca de la mar, que se dice Guarna.

Este pueblo está en un buen sitio, tiene grandes edificios de aposentos; los cristianos fueron bien servidos de los señores del pueblo y de sus indios, y dieron toda lo que tuvieron menester en aquel dia. Luego el siguiente dia se partió el capitan y su gente, y fueron á dormir á un pueblo que se llama Llachu, que se le puso nombre el pueblo de las Perdices, porque en cada casa habia muchas perdices puestas en jaulas.

Los indios deste pueblo salieron de paz y holgáronse mucho con el capitan y sirviéronle bien, y el cacique deste pueblo nunca pareció. Otro dia partió el capitan deste pueblo algo de mañana, porque le habian hecho saber que era grande la jornada, y fué á comer á un pue­blo grande que se llama Suculacumbi, que hay cinco leguas de camino.

El señor del pueblo y los indios salieron de paz y dieron todo lo necesario de comida para aquel dia; y á hora de visperas salieron el capitan y su gente deste pueblo por allegar otro dia al pueblo donde estaba la mezquita; y pasó un gran rio á vado y por el camino tapiado, y fué á dormirá un lugar del sobredicho pueblo, legua y media dél. Otro día domingo, á 30 de enero, partió el capitan deste pueblo, y sin salir de arboledas y pueblos llegó a Pa­calcami, que es el pueblo donde está la mez­quita.

A medio camino está otro pueblo, donde el capitan comió. El señor de Pacalcami y los principales dél salieron á recebir á los cristia­nos de par y mostraron mucha voluntad á los españoles.

Luego el capitan se fué á posentar con su gente á unos aposentos muy grandes que están á una parte del pueblo, y luego dijo el capitan que iba por mandado del señor Gobernador por el oro de aquella mezquita, que el cacique había mandado al señor Gobernador, y que luego lo juntasen y se lo diesen, ó lo llevasen adonde el señor Gobernador estaba; y juntandose todos los principales del pueblo y los pajes del ídolo, dijeron que lo darían, y andu­vieron disimulando y dilatando. En conclu­sion, que trujeron muy poco y dijeron que no habia más. El capitan disimuló con ellos, y dijo que quería ir á ver aquel ídolo que tenian y que lo llevasen allá, y así fué llevado.

El ídolo estaba en una buena casa bien pintada, en una sala muy oscura, hidiondá y muy cerrada; tienen un ídolo hecho de palo muy sucio, y aquel dicen que es su dios, el que los cría y sostiene y cria los mantenimien­tos; á los piés dél tenian ofrecidas algunas joyas de oro; tiénenle en tanta veneracion, que solos sus pajes y criados que dicen que él se­ñala, esos le sirven, y otro no osa entrar, ni tienen á otro por digno de tocar con la mano en las paredes de su casa.

Averiguóse que el diablo se reviste en aquel ídolo y habla con aquellos sus aliados, y les dice cosas diabólicas que manifiesten por toda la tierra.

A este tienen por dios y le hacen muchos sacrificios; vienen á este diablo en peregrinacion de trescientas leguas con oro y plata y ropa, y los que llegan van al portero y piden su don, y él entra y habla con el ídolo, y él dice que se lo otorga.

Antes que ninguno destos sus ministros en­tre a servirle, dicen que ha de ayunar muchos dias y no se ha de allegar á mujer. Por todas las calles deste pueblo y a las puertas princi­pales dél, y á la redonda desta casa, hay mu­chos ídolos de palo, y los adoran a imitacion de su diablo.

Hase averiguado con muchos señores desta tierra que desde el pueblo de Catamez, que es al principio deste gobernamiento, toda la gente desta costa servia a esta mezquita con oro y plata y daban cada año cierto tributo; tenían sus casas y mayordomos adonde echaban el tributo, adonde se halló algun oro y muestra de haber alzado mucho más; averiguase con muchos indios haberlo alzado por mandado del diablo.

Muchas cosas se podrían decir de las ido­latrías que se hacen a este ídolo; mas por evi­tar prolejidad no las digo, mas de cuanto se dice entre los indios que aquel ídolo los hace entender que es su dios y que los puede hun­dir si le enojan y no le sirven bien, y que todas las cosas del mundo están en su mano.

Y la gente estaba tan escandalizada y temerosa de solamente haber entrado el capitan a verle, que pensaban que en yéndose de allí los cristianos los habia de destruir a todos.

Los cristianos dieron á entenderá los indios el gran yerro en que estaban, y que el que hablaba dentro de aquel ídolo es el diablo, que los tenia engañados, y amonestáronles que de allí adelante no creyesen en él ni hiciesen lo que les aconsejase, y otras cosas acerca de sus idolatrías.

El capitan mandó deshacer la bóveda donde el ídolo estaba y quebrarle delante de todos, y les dió á entender muchas cosas de nuestra santa fé católica, y les señaló por armas para que se defendiesen del demonio la señal de la cruz t.

Este pueblo de Xachacama es gran cosa, tiene junto á esta mezquita una casa del sol, puesta en un cerro, bien labrada, con cinco cercas; hay casas con terrados, como en Espa­ña; el pueblo parece ser antiguo, por los edi­ficios caídos que en él hay; lo más de la cerca está caida.

El principal señor dél se llama Taurichumbi. A este pueblo vinieron los señores comarcanos á ver al capitan con presentes de lo que había en su tierra y con oro y plata; maravillaronse mucho de haberse atrevido el capitan á entrar donde el ídolo estaba y haberle que­brantado.

El señor de Malaque, llamado Lincoto, vino á dar la obediencia a su majestad, y trujo pre­sentre de oro y plata; el señor de Hoar, llamado Alincay, hizo lo mesmo; el señor de Gualco, llamado Guarilli, asimismo trujo oro y plata; el señor de Chincha, con diez principales suyos, trujeron presentes de oro y plata; este señor dijo que se llamaba Tambianvea, y el señor de Guarva, llamado Guaxchapaicho, y el señor de Colixa, llamado Aci, y el señor de Satlicai­marca, llamado Ispilo, y otros señores y prin­cipales de las comarcas traian sus presentes de oro y plata, que se juntó, con lo que fué sacado de la mezquita, noventa mil pesos. A todos estos caciques habló el capitan muy bien, agra­desciéndoles su venida; y mandóles, en nombre de su majestad, que siempre lo hiciesen así, y enviólos muy contentos.

En este pueblo de Xachacama tuvo el capitan Hernando Pizarro noticia que Chilicuchima, capitan de Atabalipa, estaba cuatro jorna­das de allí con mucha gente y con el oro, y que no quería pasar de allí, antes decia que venia á dar guerra á las cristianos. El capitan le envió un mensajero asegurándole, y envióle á decir que viniese con el oro, que ya sabia que su señor estaba preso y había muchos días que le esperaba, y que tambien estaba enojado el señor Gobernador de su tardanza, y otras muchas cosas le envió á decir, asegurandole para que viniese; porque él no poda ir á verse con él, porque habia mal camino para los ca­ballos, y que en un pueblo que estaba en el camino, el que mas presto llegase aguardase al otro.

Chilicuchima envió a decir que él haria lo que el capitan mandaba, y que en ello no habria otra cosa.

Y así, el capitan se despachó del dicho pueblo de Xachacama para venir á juntarse con Chilicuchima, y por las mismas jornadas vino hasta el pueblo de Guarva que esta en el llano junto a la mar, y allí dejó la costa y tornó á entrar por la tierra adentro.

A 2 dias del mes de marzo salió el capitan Hernando Pizarro del dicho pueblo de Guarva, y caminó por un rio arriba, cercado de muchas arboledas, todo aquel dia, y á la noche fué á dormirá un pueblo que está en la ribera deste rio; este pueblo donde el capitan fué a dor­mir está subjecto al sobredicho pueblo de Guarva, y llamase Guaranga. El dia siguiente partió el capitan deste pueblo, y fué á dormir á otro pueblo pequeño que se dice Aillon, que está situado junto a la sierra, el cual es subjec­to á otro pueblo mas principal llamado Aratambo, de muchos ganados y maíz.

Otro dia, 5 dias de dicho mes, fué á dor­mir á otro pueblo subjecto de Caxatambo, que se dice Chincha. En el camino está un puerto de nieve muy agro, la nieve daba a las cinchas de los caballos; este pueblo es de muchos ganados; aqui estuvo el capitan dos dias.

Sábado, á 7 del dicho mes, partió deste pue­blo y fué á dormir á Caxatambo; este es un muy gran pueblo, situado en un valle hondo, donde hay muchos ganados, y por todo el camino hay muchos corrales de ovejas.

Llámase el señor deste pueblo Sachao; hízolo bien en el servicio de los españoles.

En este pueblo torna á tomar el camino ancho por donde el dicho Chilicuchima habia de ir; hay tres dias de traviesa.

Aquí se informó el capitan si habia pasado á juntarse con él, como habia quedado; todos los indios le decian que habia pasado y lle­vaba todo el oro; y segun despues pareció, ellos estaban avisados que lo dijesen así, porque el capitan se viniese, y él quedaba en Jauja sin pensamiento de venir; y como se cree destos indios que pocas veces dicen verdad, el capitan determinó, aunque fué gran trabajo y peligro, de salir al camino real por donde Chili­cuchima habia de venir, para saber si habia pasado, y si no fuese pasado, ir á verse con él do quiera que estuviese; así por traer el oro como por deshacer el ejército que tenia y atraerlo por bien, y si no quisiese, dar en él y prenderlo.

Y así, el capitan con su gente tornó la via de un pueblo grande, llamado Pombo, que está en el camino real.

Lúnes, á 9 de dicho mes, fué á dormir á un pueblo que está entre sierras, que se dice Oyu.

El Cacique salió de paz, y dió á los cristia­nos todo lo que tuvieron menester para aque­lla noche.

Otro dia de mañana fué el capitan á dormir á un pueblo chico de pastores que está cerca de una laguna de agua dulce, que tiene tres le­guas de circúito, en un llano donde hay muchos ganados medianos como los de España y de lana muy fina.

Otro dia miércoles por la mañana llegó el capitan con su gente al pueblo de Pombo, y saliéronle á recebir todos los señores del pue­blo y algunos capitanes de Atabalipa que estaban allí con cierta gente.

Allí halló el capitan ciento y cincuenta arro­bas de todo oro que Chilicuchima enviaba, y él quedaba con su gente en Jauja.

Luego como el capitan se aposentó y pre­guntó á los capitanes de Atabalipa qué era la causa que Chilicuchima enviaba aquel oro, y no venia él, como había prometido, ellos respon­dieron que porque él tenia mucho miedo de los cristianos no habia venido, y tambien porque esperaba mucho oro que venia del Cuzco y no osaba ir con tan poco.

El capitan Hernando Pizarro hizo un men­sajero desde este pueblo a Chilicuchima asegurandole, y haciéndole saber que, pues él no ha­bía venido, que él iba adonde estaba, que no tuviese miedo. En este pueblo descansó un dia, por llevar los caballos algo aliviados para si fuese menester pelear.

Viernes, a 14 dias de dicho mes de Marzo, se partió el capitan con toda su gente de pié y de caballo, y del dicho pueblo de Pombo para ir á Jauja, y este dia fué a dormir y un pueblo llamado Xacamalca, seis leguas de tierra llana del pueblo de donde partió; hay en el campo una laguna de agua dulce que comienza de junto a este pueblo, y tiene de circúito ocho ó diez leguas, toda cercada de pueblos, y cerca della hay muchos ganados, y hay en ella aves de agua de muchas maneras y pescados pe­queños,

En esta laguna tuvo el padre de Atabalipa y él muchas balsas traidas de Túmbez para su recreación. Sale desta laguna un rio que va al pueblo de Pombo, y pasa de una parte dél muy sesgo y hondable, y pueden venir por él á desembarcar á un puente que esta junto al pueblo; los que pasan pagan portazgo, como en España.

Por todo este rio hay muchos ganados, y púsose por nombre Guadiana, porque le parece mucho.

Sábado, á 15 dias del dicho mes, partió el capitan del pueblo de Xacamalca, y fué á comer á una casa que está tres leguas de allí, donde tenia buen recebimiento de comida, y fué á dormir otras tres leguas adelante, á un pueblo llamado Carma, que está en una ladera de una sierra.

Allí le llevaron á aposentar en una casa pin­tada que tiene muy buenos aposentos. El señor deste pueblo lo hizo bien, así en el dar de comer como en dar gentes para las cargas. Domingo por la mañana se partió el capitan deste pueblo, porque era algo grande la jorna­da, y comenzó á caminar su gente puesta en orden, recelando que Chilicuchima estaba de mal arte, porque no le habia hecho mensajero. A hora de vísperas llegó á un pueblo llamado Yanaimalca; del pueblo le salieron á recebir; allí supo que Chilicuchima estaba fuera de Jauja, de donde tuvo más sospecha, y porque estaba una legua de Jauja, en acabando dé comer caminó, y llegando a vista della y desde un cerro, vieron muchos escuadrones de gente, y no sabian si eran de guerra ó del pueblo. Llegado el capitan con su gente á la plaza principal del dicho pueblo. vieron que los escuadrones eran de gente del pueblo, que se habian jun­tado para hacer fiestas.

Luego como el capitan llegó, ante de apearse, preguntó por Chilicuchima, y dijéronle que era ido á otros pueblos y que otro día se vernia.

So color de ciertos negocios, él se había ausentado hasta saber de los indios que venian con el capitan el propósito que los españoles llevaban; porque, como él via que había hecho mal en no cumplir lo que habia prometido, y que el capitan habia venido ochenta leguas a verse con él, y por estas causas sospechó que iba a prenderle ó matarle, y por el miedo que este capitan tenia los cristianos, especialmente a los de caballo, por eso se ausentó. El capitan llevaba consigo a un hijo del Cuzco viejo, el cual, como supo que Chilicuchima se habia ausentado, dijo que quería ir á donde él estaba; y así, fué en unas andas. Toda aquella noche estuvieron los caballos ensillados y enfre­nados, y mandó a los señores del pueblo que ningun indio pareciese en la plaza, porque los caballos estaban enojados y los mataran. Otro dia siguiente vino aquel hijo del Cuzco, y con él Chilicuchima, los dos en andas bien acompañados; y entrando por la plaza se apeó, y dejó toda la gente, y con algunos que le acom­pañaban fué á la posada del capitan Hernando Pizarro á verle y á desculparse por no haber ido, como lo había prometido, y como no le habia salido á recebir, diciendo que no habia podido más con sus grandes ocupaciones; y preguntándole el capitan cómo no habia ido á juntarse con él, segun lo habia prometido, Chilicuchima respondió que su señor Atabalipa le habia enviado á mandar que se estuvie­se quedo; el capitan le respondió que ya no te­nia nengun enojo dél; pero que se aparejase, que habia de ir con él adonde estaba el Gober­nador, el cual tenia preso á su señor Atabalipa, y que no le habia de soltar hasta que diese el oro que habia mandado, y que él sabia como tenia mucho oro; que lo allegase todo, y que se fuesen juntos, y que le seria hecho buen tratamiento.

Chilicuchima respondió que su señor le habia enviado á mandar que se estuviese quedo; que si no le enviase á mandar otra cosa que no osaría ir; porque, como aquella tierra era nuevamente conquistada, si él se fuese tor­naríase a rebelar.

Hernando Pizarro estuvo porfiando con él mucho; en conclusion, quedó que él se vería en ello aquella noche, y por la mañana le hablaría. El capitan lo queria atraer por buenas razones por no alborotar la tierra porque pudiera ve­nir daño a tres españoles que eran idos á la ciu­dad del Cuzco.

Otro dia por la mañana Chilicuchima fué á su posada, y dijo que, pues él queria que fuese con él, que no podia hacer otra cosa de lo que mandaba; que él se queria ir con él, y que dejaria otro capitan con la gente de guerra que allí tenia; y aquel dia juntó hasta treinta cargas de oro bajo, y concertaron de irse desde a dos dias; en los cuales vinieron hasta treinta ó cuarenta cargas de plata; en estos dias se guardaron mucho los españoles, y de dia y de noche estaban los caballos ensillados, porque aquel capitan de Atabalipa se vido tan poderoso de gente, que si hobiera dado de noche en los cristianos, hiciera gran daño. Este pueblo de Jauja es muy grande y está en un hermoso valle; es tierra muy templada, pasa cerca del pueblo un rio muy poderoso; es tierra abundosa; el pueblo está hecho á la manera de los de España, y las calles bien trazadas; á vista dél hay otros pueblos subjectos á él; era mucha la gente de aquel pueblo y de sus comarcas, que, al parecer de los españoles, se juntaban cada dia en la plaza principal cien mil personas, y estaban los mercados y calles del pueblo tan llenos de gentes, que parecia que no faltaba persona.

Había hombres que tenían cargo de contar toda esta gente, para saber los que venían á servir á la gente de guerra; otros tenian cargo de mirar lo que entraba en el pueblo.

Tenia Chilicuchima mayordomos que te­nían cargo de proveer de mantenimientos á la gente; tenia muchos carpinteros que labraban madera, y otras muchas grandezas tenia acerca de su servicio y guarda de su persona; tenia en su casa tres ó cuatro porteros.

Finalmente, en su servicio y en todo lo demás imitaba á su señor; este era temido en toda aquella tierra porque era muy valiente hombre, que había conquistado, por mandado de su señor, mas de seiscientas leguas de tie­rra, donde hubo muchos recuentros en el campo y en pasos malos, y en todos fué vence­dor, y ninguna cosa le quedó por conquistar en toda aquella tierra.

Viernes á 20 dias del mes de marzo, partió el capitan Hernando Pizarro del dicho pueblo de Jauja para dar la vuelta al pueblo de Caxamalca, y con él Chilicuchima, y por las mesmas jornadas vino hasta el pueblo de Pombo, adonde viene á salir el camino real del Cuzco; donde estuvo el dia que llegó y otro.

Miércoles partieron del dicho pueblo de Pombo, y por unos llanos, donde había mu­chos hatos de ganado, fueron a dormir á unos aposentos grandes. Este dia nevó mucho. Otro dia fueron á dormir á un pueblo que está en­tre unas sierras, que se dice Tambo; hay junto á él un hondo rio, donde hay una puente, y para bajar al rio hay una escalera de piedra muy agra, que habiendo resistencia de arriba, harían mucho daño.

El capitan fué bien servido del senor deste pueblo de todo lo que fué menester para él, y hicieron gran fiesta por respecto del capitan Hernando Pizarro, y tambien porque venia con él Chilicuchima, á quien solian hacer fiestas.

Otro dia fueron á dormir á otro pueblo llamado Tonsucancha, y el cacique principal dél se llama Tillima; aqui tuvieron buen rece­bimiento, y hubo mucha gente de servicio; porque, aunque el pueblo era pequeño, acudieron allí los comarcanos á recebir y ver á los cristianos.

En este pueblo hay muchos ganados pequeños de muy buena lana, que parece á la de España.

Otro dia fueron á dormir á otro pueblo que se dice Guaneso, que habia de allí cinco leguas de camino, lo más dél enlosado y empe­drado, y hechas sus acequias por do va el agua. Dicen que fué hecho por causa de las nieves que en cierto tiempo del año caen por aquella tierra. Este pueblo de Guaneso es grande y está en un valle cercado de sierras muy agras; tiene el valle tres leguas de circúito, y por la una parte, viniendo á este pueblo de Caxamal­ca, hay una gran subida muy agra; en este pue­blo hicieron buen recebimiento al capitan y á los cristianos, y dos dias que allí estuvieron hicieron muchas fiestas.

Este pueblo tiene otros comarcanos que le son subjectos; es tierra de muchos ganados.

El postrimero dia del sobredicho mes partió el capitan con su gente deste pueblo, y llegaron á una puente de un rio caudal, hecha de maderos muy gruesos, y en ella habia porteros que tenían cargo de cobrar el portazgo, como entre ellos es costumbre.

Este dia fueron á dormir á cuatro leguas de aqueste pueblo donde Chilicuchima tuvo pro­veido de todo lo que fué menester para aque­lla noche.

Otro dia, 1º. del mes de abril, partieron deste pueblo, y fueron á dormir á otro que se llama Pincosmarca; este pueblo está en la lade­ra de una sierra agra; llámase el cacique Parpay.

Otro dia partió el capitan deste pueblo, y fué á dormir tres leguas de allí, á un buen pueblo llamado Guari, donde hay otro rio grande y hondo, donde hay otra puente. Este lugar es muy fuerte, porque tiene por las dos partes hondos barrancos.

Aquí dijo Chilicuchima que habia habido un recuento con la gente del Cuzco, que le había aguardado en este paso, y se le defen­dieron dos ó tres dias; y cuando los del Cuzco iban de vencida, ya que era pasada alguna gente, quemaron la puente, y Chilicuchima y su gente pasaron nadando, y mataron muchos de los del Cuzco.

Otro dia partió el capitan deste pueblo, y fué á dormir á otro pueblo que se dice Pisco-bomba; este pueblo es muy grande y está en la ladera de una sierra; llamase el cacique dél Tanguame; deste cacique y de sus indios fué el capitan bien recebido, y los cristianos bien servidos.

En el medio del camino deste pueblo á Guacacamba hay otro rio bondable, y en él otras dos puentes juntas, hechas de red, como las que arriba dije, que sacan un cimiento de piedra de junto al agua, y de una parte á otra hay unas maromas tan gruesas como el muslo, hechas de bimbres, y sobre ellas atraviesan muchos cordeles gruesos y muy tejidos, y ha­cen sus bordos altos; y por debajo están unas piedras muy grandes atadas, para tener recia la puente, y los caballos pasaron muy bien la puente, aunque se andaba, que es una cosa muy temerosa de pasar para quien no ha pasado; pero no hay peligro, porque está muy fuerte. En todas estas puentes hay guardas como en España, y tienen la misma orden que arriba dije.

Otro dia partió el capitan con su gente deste pueblo; y fué á dormir á unas caserías que están á cinco leguas dél.

Otro dia partió el capitan con su gente deste pueblo, que se dice Agoa, subjecto de Piscobamba; es buen pueblo y de muchos maiza­les; está entre sierras; el cacique y sus indios dieron lo que fué menester aquella noche, y á la mañana dieron la genie de servicio que fué menester.

Otro dia fueron el capitan y su gente á dor­mir á otro pueblo que se dice Conchucho, que son cuatro leguas de camino muy agrio.

Este pueblo está en una hoya; media legua antes que lleguen á el va camino muy ancho cortado por peña, hechos en la peña escalones; hay muchos malos pasos, y fuertes si hubiese defensa. Partiendo de allí el capitan y su gente, fueron á dormir á otro pueblo, llamado Andamarca, que es donde se apartó para ir á Pachamaca; á este pueblo se vienen á juntar los dos caminos reales que van al Cuzco. Del pueblo de Pombo á éste hay tres leguas de camino muy agrio; en las bajadas y subidas tiene hechas sus escaleras de piedra; por la parte de la la­dera tiene su pared de piedra porque no pue­dan resbalar, porque por algunas partes po­drian caer, que se harian pedazos; para los ca­ballos es gran bien, que caerian si no hobiese pared. En medio del camino hay una puente de piedra y madera muy bien hecha, entre dos peñoles, y á la una parte de la puente hay unos aposentos bien hechos y un patio empedrado, donde dicen los indios que cuando los seño­res de aquella tierra caminaban por allí, les te­nían hechos banquetes y fiestas.

Deste pueblo vino el capitan Hernando Pizarro por las mesmas jornadas que llevó hasta la dudad de Caxamalca, donde entró, y con él Chilicuchima, á 25 dias del mes de mayo año de 1533. Aquí se ha visto una cosa que no se ha visto después que las Indias se descubrieron y aun entre españoles es bien de notar, que al tiempo que Chilicuchima entró por las puertas donde estaba preso su señor, tomó á un indio de los que consigo llevaba y una carga media­na, y echósela encima, y con él otros muchos principales de aquellos que consigo llevaba; y así cargado él y los otros, entró donde su señor estaba, y cuando lo vió, alzó las manos al sol, y dióle gracias porque se lo habia dejado ver; y luego con mucho acatamiento, llorando, se llegó a él y le besó en el rostro y las manos y los piés, y asimismo los otros principales que venian con él. Atabalipa mostró tanta majestad, que, con no tener en todo su reino a quien tanto quisiese, no le miró á la cara ni hizo dél .más caso que del más triste indio que viniera delante dél; y esto de cargarse para entrar á ver á Atabalipa es cierta cerimonia que se hace á todos los señores que han reinado en aquella tierra. La cual dicha relacion, yo Miguel de Estete, veedor que fuí en el viaje que el dicho capitan Hernando Pizarro hizo, truje de todo lo susodicho, de la manera que sucedió. — Miguel Estete

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