Juan Ruiz Arce. ADVERTENCIAS QUE HIZO EL FUNDADOR DEL VÍNCULO Y MAYORAZGO A LOS SUCESORES DE ÉL.

Juan Ruiz Arce. ADVERTENCIAS QUE HIZO EL FUNDADOR DEL VÍNCULO Y MAYORAZGO A LOS SUCESORES DE ÉL.

Amados hijos:

Por el amor que os tengo y porque querria que ymitaseis a mi y a mis passados, os dexo esta memoria con las demas.

Primeramente os encomiendo el amor de Dios y de su madre, la qual sienpre tengais por abogada, porque ella es todo nuestro bien y rremedio para nuestra saluaçion. Ansimismo os encomiendo los santos y santas de la corte del çielo, espiçialmente a señor San Juan ebangelista. Y ansimismo os encomiendo todos vuestros deudos que agora son y seran, pues que Dios tuuo por bien de me dar que os dexar, y rruegoos que despendais los frutos dellos en seruiçio suyo y de su ma­dre. Y como tal padre os mando que ansi lo hagais, como buenos hijos que agora sois y sereis, y ansi lo hazed.

Y ansimismo os encomiendo los pobres, que con vuestras limosnas los ayudeis y sienpre tengais memoria dellos, porque haziendolo ansi seruireis a Dios. Y Él por su ynfinita bondad os au­mentara vuestros estados por su seruicio, porque creo que Dios paga a cada vno conforme a los seruicios que le haze, porque yo soi hijo de vn homb­re de buena vida y ansimismo de vna muger que en su bida me pareçe que hicieron pecado venial, y eran tan santos y tan buenos, que por sus merecimientos tuuo Dios por bien de me dar seisçientos ducados de rrenta de juros per­petuos, de a treynta mill el millar, situados en las alcaualas de la çiudad de Seuilla y de la çiudad de Xerez, çerca de Badajoz, los quales yo gane en las Yndias del Peru, y la Enperatriz, mi señora, tuuo por bien de me dar li­çençia que los metiesse y hiziesse mayorazgo dellos. El qual mayorazgo lo dexo en cabeça de mi hijo Gonçalo Ruiz de Arçe, porque del goze y lleue los frutos del el, despues del, sus desçendientes. Y ansimismo os encargo y mando el seruiçio del rrey, mi señor, que agora es y sera.

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Y para que sepais como yo le e servido, y mi padre y abuelo, os dexo aquí, por memoria, lo que se a hecho en seruiçio del enperador don Carlos y del rrei catolico don Fernando.

Y pareçiendome que yo avia servido mucho al Enperador, hize ganar nueua merçed, y por los seruiçios que yo hize, la enperatriz, mi senora, me quisso hazer nuebas mercedes, estando el en­perador sobre Tunez. Yo llegue a estos rreinos despaña estando el de partida, y me armo cavallero y me dio por armas vn leon y vn ave fenis y ocho granadas. Y me mando que hiziesse provança de los servidos de mis padres y aguelos, para ponellos en los previlegios que me dio. En la qual provança halle testigos, que mi aguelo murio en la batalla que se dio entre Toro y Çamora, contra el rrey don Alonsso de Portogal, en seruiçio del rrey catolico don Fernando. Y ansimismo halle testigos que mi padre siruio al rrey en todas las guerras passadas de Nauarra y Portogal y Granada.

Y, andando haziendo la provança, halle vn testigo que se dezia Escobero, que conosçia a mi abuelo y padre, que dixo en su dicho: questando el en Santa Fee, quando estava el rreal sobre Granada, este testigo se desmando a buscar fruta por la uega de Granada, y estando ençima de vn arbol, coxendo fruta, vino vn moro a el y con vna lança le començo a picar, y a las bozes y gritos del dicho Escobero acudio mi padre y mato el moro en batalla y libro el cristiano.

Y ansi hallaran que la enperatriz, mi señora, me dixo y dio estas palabras: “Y por los muchos y buenos seruiçios que vos y vuestros passados, aviendo sido leales a la corona rreal, aveis hecho y esperamos de vos y de vuestros deçendientes en seruicio de los rreyes passados e por venir, tenemos por bien, que para que de uos quede per­petua memoria, de os hazer merced.” Que es lo dicho: el previlegio para hazer el mayorazgo y el previlegio de armas, que son las dichas: leon aue fenis y ocho granadas. E porque yo gane estas armas, os las dexo, porque las armas de los Ruizes, mis pasados, son diferentes destas, que son: vn hombre con vn arco y vn manojo de flechas, entre dos montañas. Y el origen destos es en la montaña, y mi abuelo fue natural de Santander y dexo dos hijos y el vno murio en Oran; y el otro fue mi padre, el qual me dexo a mi de diez e ocho años y desta edad pase al Peru.

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Y para que beais como se gano este mi mayorazgo, que os dexo, y por que veais lo que se trauaja en auello y como se vbo y de que manera, yo parti despaña, a seruir al rrei, de hedad de diez e ocho años. Y me enbarque en Sevilla y de Seuilla fui a portar a la Gomera y en ella estuue tres me­ses. Esta tierra es vna tierra misera. Biuen en ella pocos cristianos; biuen de criar ganados.

Y de ai me parti a la ysla de Santo Domingo. Y esta tierra es muy rrica de ganados y muy frutifera de muchas frutas. Ay naranjales en mucha cantidad; ay muchas e muchos puercos e ovejas, no se crian cabras, por ser la tierra muy viçiosa. Ay muchos cauallos, que se crian en la misma ysla. Alli estuue quatro meses.

De ay me enbarque y fui a la ysla de Jamaica. Y alli ay lo mis­mo que ay en Santo Domingo. en es­tas dos yslas biuen de ganados y de criar ganados. Ay muchos yn­genios de açucar; hazen pan de rrai­zes de inca, que se llama caçaui. Proueense muchas partes de las Indias, de estas dos islas, de pan y cauallos y carne porque ay en es­tas yslas tanta, que se hazen monteses muchas vacas y puer­cos e ouejas por aver tantos. Ay en estas dos yslas minas, que son buenas, y, por causa que es de mas ganançia el açucar, danse a los yn­jenios y dexan las minas. De es­tas dos yslas vienen a España muchos cueros de vacas, como en estas dos yslas ay tantas, que las matan para, solamente aprouechar los cueros.

Aqui en esta ysla estuve quatro meses. Y de aqui enbarque a cabo de Honduras, que es tierra firme. Pase por esta mar muchas tormentas, y tantas que muchas vezes nos tuvimos por perdidos. Ay en de cabo de Hon­duras a esta ysla trezientas y tantas leguas, y de esta a Santo Domingo otras trescientas.

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Deste cabo de Honduras esta poblado de cris­tianos, avra çinquenta vezinos. El puerto es bueno lo qual no es la tie­rra, que es la mas mala que ay en lo descubierto. Yndios ay pocos, aque­llos españoles que ai estan biuen con mucha nesçesidad, ansi de comidas como de todo lo demas. El español que alli entra no lo dejan salir. La biuienda que alli tienen es cojer al­gun maiz y esto es poco. Carnes no las tienen sino es quatro leguas de alli, en vna ysla que se dize Los Guana­jos, que pasando por ay vn navio para Mexico, quando lo proveya Cortes, yva cargado de puercos e vna noche dio alli al travez y salieron todos los puercos a tierra y multiplicaron. Y estos sustentan aquellos vezinos que alli estan.

Ay en la tierra mu­chos leones y tigres. Estos an despo­blado mucha parte de aquella tierra de los naturales de ella, que andan tan encarnados, que se cenan en ellos. Frutas ay pocas. Ay vna fructa, y desta ay mucha, que se llaman ma­mellos: son tan gordos como vn men­brillo; tienen cuexco tan gordo como vna nuez; de este cuezco sacan azeite. Comen el mayz, y quando no esta maduro, asado, y muchas vezes pasa este por pan. Ay otra fruta que nasçe en unas palmas pequeñas, tan gordas como nuezes. De aqui sa­can leche. Ay vna temporada, en la costa de la mar, vna manera de huvas. Esta es vna fruta muy de­xativa, de poco mantenimiento.

Es la tierra muy enferma, llueve toda la mas parte del año. Es de muy al­tas sierras; ay mui grandes rrios. En estos rrios ay lagartos; son mui ma­los, son de a veinte y veinte e çinco pies; tienen tan gordo cuerpo co­mo vn hombre, y por algunas partes mas; tienen muy gran cabeça; a­zen mucho daño en los españoles, como en los de la tierra. A las pa­sadas de los rrios ay mui grandes montañas.

En esta tierra estuve dos años. Alli nos rrehezimos. Y hera a la sazon gouernador vno que se dezia Diego Lopez de Salzedo. Estando yo alli, murio. Despues de muerto, juntamonos ochenta compañeros y metimonos la tierra adentro, en demanda de vna prouinçia que se dezia Naco, que estaua çient leguas de cabo de Honduras. Tiene este cabo de Hondu­ras por nombre Trugillo. Estas çient leguas es mui mal camino, todo montañas y rrios y muchas çienegas. Es mui esteril de comida; pa­sase con mucha nesçesidad y trabajo. Este camino fuimos, a parar a vn pueblo, tres leguas çerca de Naco, que se dezia Choloma. Alli salieron los yndios de guerra; mataronnos alli vn español que se dezia Francisco Martin de Lorca; hirieronnos muchos cauallos.

De alli partimos otro dia y fuimos a dormir a Naco. Y antes que entrasemos en el pueblo, nos sa­lieron a rresçibir los yndios de paz, con mucha comida, de la qual lle­vauamos harta nesçesidad. A­quella noche estuvimos todos con mucho rreguzijo, e ansimismo nos despedimos vnos de otros. Y quando otro dia amanesçio, cavalgamos y fuimos por el pueblo, con pensamiento que estuvieran los yndios en sus casas para nos holgar con ellos. Y ellos tenían o­tro pensamiento, que aquella noche se pusieron en cobro y de­xaron el pueblo y subieronse a vnas sierras questauan dos le­guas del pueblo. Alli estuvimos seis meses, que no basto rrazon, por bien ni por mal, a hazellos baxar de las sierras.

Esta tierra es muy esteril. Cojese en ella mayz, que se haze pan, que comen. Ay poca fruta, la mas que ay es maneyes, y esta es poca. Ay otra manera de fruta, que es tamaña como vn pepino; nasçe en vn arbol que tiene la hoja como de higuera. En sabor es como higos, ni mas ni menos. Ay otra fruta que se dize guayavas; esta ay poca.

Ay vna naçion de perros que son como goscos. Estos ceuan los yndios para comer. Y tanbien los comian los españoles, si los podian. Aver despues que no nos podimos sustentar, dexamos el pueblo y fuimo­nos en demanda de Nicaragua.

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Ay en de Nicaragua a Naco noventa leguas. Esta tierra es yna­bitable y ansi los tres pueblos. En el camino es todo montañas y muy altas sierras; rrios, muchos.

En este camino pasamos mucha neçesidad; sino fuera por los cavallos, pereçie­ramos todos. Comieronse todos, por suertes. En este camino se nos quedo mucha jente de hambre. En toda esta tierra no hallamos cosa de comer, sino fue ocho o nue­ve palmas que hallamos quatro leguas de vn pueblo que se dezia Choletegania. Estas palmas ten­dría cada vna diez libras de pal­mitos, que tienen en lo mas alto: esto se çeno aquella noche, y se dio por rraçion partes yguales.

De alli partimos otro dia y fui­mos a dormir a Cholote Gama­lalaca. Salieronnos los yndios a rresçibir con comida, no mucha. Hallariamos en aquel pueblo veinte casas pobladas. Alli estuvimos tres meses. Dieronnos los yndios maiz, avnque poco. Manteniamonos con pescar con cañas en un rrio que pasa junto al pueblo. Y auia vna manera çirvelas, que no heran en poco tenidas. Lo que alli acaesçio es esto: que quatro cauallos que nos sobraron, que sacandolos a la plaza, se les cay­an las herraduras. Y muchas vezes los herrauamos a posta, y no apro­vechaua nada, que, saliendo a la plaza, luego yncontinente, se le cayan.

Alli huvo muy diferentes opinio­nes: vnos se querian yr a Gutima­la y otros a Nicalagua. Estando en estas diferençias y quando otro dia amaneçio halleme con solos veinte compañeros. Despues de vis­to aquello acordamos, antes que los yndios nos matasen, de nos yr la buelta de Nicalagua, y que esta­ua de alli veinte leguas. Y toma­mos de alli vna guia y con ella dos españoles, para que fuesen a dar mandado a Pedrarias de Auila, el justador, que a la sazon hera go­vernador en Nicaragua. Ellos se fueron delante, y lo hizieron asi. Y Pedrarias de Avila, como supo la nueva, embio diez ombres, con çin­cuenta puercos y mucho pan hecho, al camino por donde veniamos. Con a­quel rrefresco llegamos a Leon, donde estaua Pedrarias Davila, el qual nos dio muy buenas posadas y nos rresçi­bio y aposento muy a nuestro plazer.

Este es vn pueblo y tierra de las fres­cas cosas y abundosas y frutiferas, que yo en mis dias vi su ygual. Y es que ay tantas vacas y puercos y gallinas en abundançia, que es para espantar a quien lo viere. El dia es tamaño como la noche; no haze frio ni calor, llueve todo el año; las aguas, adradas, que no enojan ni hazen pesa­dumbre ninguna. Cojese tres vezes pan en el año. Estan continamente los campos verdes. Bate vna la­guna en el pueblo que moja a la rredonda mas de trezientas leguas. En esta laguna ay eçelentisi­mos pescados. Estan en esta tierra tres bolcanes, en tres sier­ras. Salen tres bocas de fuego, que es maravilla de ver; vna dellas que se llama el ynfierno, de mas aya aclara con la mayor escuri­dad, media legua alrredor de la sierra, como de dia, que se puede leer vna carta y conosçer qual­quiera moneda.

Y las frutas de esta tierra son muy suaves. Ay vna, aventajada de todas las otras, que se dizen nipios. En esta tier­ra se crian muchos cauallos. Echo a perder dos cosas esta tie­rra: el Peru y las minas. El go­vernador, Pedrarias Dauila, porque su governaçion fuese muy abundosa del todo, ponia mu­cha diligençia en sacar oro y a esta causa pereçieron muchos naturales de la tierra en las minas.

Tendria alli Pedrarias de Auila, en Leon, donde el rresidio y en Granada, quinze leguas de allí, mill ombres, todos de a caballo, la gente mas bien adereçada y mas lu­zida que uio en mi vida ni se uio en Yndias. Todos los mas de los dias auia juego de cañas, hordinaria carrera. Hera el tan afiçionado a esto que se hazia lleuar en una çilla, que no podia yr por sus pies, a ver todo esto.

Estuve en esta tierra año y medio, Y durante este tiempo vino al governador Pedrarias de Auila vna nueva: quel señor de las yslas de la Petronilla, que confirma­ua con Guatemala, se auia alçado. Este señor se llamaua Petronilla. Ante que nos fuesemos al Peru, el gover­nador hizo vna armada para las ys­las. Yriamos çient hombres, todos de a pie, con espadas y rrodelas, y al­gunos ballesteros, a desembarcarnos en la primer ysla. E alli saldria a no­sotros dos mill yndios de guerra y los desbaratamos, y matamos muchos. Hirieronnos muchos cristianos, y sa­queamos las yslas. Truximos muchas pieças de esclauos y esclauas, y con aque­llos esclauos y cosas de aquella ysla que truxe me provey de lo nesçesario.

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Estando en esta tierra vino nueua de Peru: como Françisco Piçarro estaua en el, començando a conquistar. Y luego puse por obra mi partida. De la jente que auiamos ydo del puerto de cauallos y de cabo de Honduras esco­gí catorze compañeros, questauan ya encaualgados, y metimonos en vn nauio pequeño yo y mis compañeros. Y dionos Dios tan buen viaje, que en ocho dias trauesamos la mar del sur, que son quatroçientas leguas.

La primera tierra que vimos fue la vara de San Mateo, donde auia desembar­cado el governador Françisco Piçarro. Como el nauio hera pequeño metimonos en la uara. Luego echa­mos el batel fuera y saltarnos en tierra, para saber donde estaua­mos y por ver si hallauamos al­gun rrastro de yndios, para ir a bus­car comida. Y, en saltando en tierra, vi vnos palos hincados y fui a ver que cosa hera, y quando llegue a los palos halle que era ataderos de cauallos. Fue rregozijo el mio y a­legria de los que conmigo yvan porque ninguno de quantos conmigo yvan en la compañia no sabian donde es­tauan ni para donde aviamos de ir llegados alli ni sabiamos de ir para a­baxo si para arriba.

Luego desenbar­camos los cauallos. Y otro dia fui­mos vn rrio arriba que en la bara entraua y dimos en vn pueblezuelo de hasta veinte casas. Alli hallamos prinçipio de nuestra buena ventura e yo entre en una casica pequeña e andando buscando maiz para mi cauallo halle vna tinaja con rropa e otras cosillas entre las quales estaua vna çestica pequeña con vna poca de lana hilada de colores y dos o tres agujas de plata. Entre esto estaua vn poco de algodon y descogí el algodon y halle tres esmeraldas rrazonables. De ay tomamos el maiz que ouimos menes­ter y bolvimos a la mar.

Y otro dia adelante començamos a caminar por el rrastro de los cauallos, y el nauio enbiamos por la costa adelante en busca del governador Françisco Piçarro yendo costeando la costa la jente del governador vieron el navio, hizieron grandes ahumadas y conoçiendo ser de cristianos aquellas señas bolvieron sobre las ahumadas y saltaron en tierra, y fueron donde estaua el governa­dor y dieronle cuenta de lo que pa­saua y luego el governador enbio tres hombres con vna lengua en busca nuestra.

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Partidos nosotros de la bayda de Sant Mateo aquel dia an­duvimos quatro leguas y llegamos a dormir a vna çieneega que estaua en la costa de la mar. Esta çienega hera de mucho pescado pequeño, avia tanto en cantidad que a ma­nos los tomauamos. Avia en esta çienega tantos lagartos que no cabian que se andauan çeuando en el pescado y començamos con las lan­ças a querer matar alguno y heran tan grandes que nos quebra­van las lanças por manera que a­cordamos de no hazelles mal por el daño que nos siguia.

Otro dia partimos de alli y fuimos a dormir a vn pueblo que se dezia Quaqui e alli estuvimos ocho dias rreformando los cauallos que de la mar avian salido fatigados. Este es vn pueblo que tendra hasta çient casas. Este salteo el governador Françisco Piçarro y tomo en el diez y ocho mili castellanos y muchas esmeraldas. Este pueblo se llama Quaqui, esta en medio de la linea hequinoçial. Aqui se pierde el norte y se veen las guardas del sur es tierra de pocas frutas. Es tierra muy caliente. Comen el pan los naturales de la tierra, bizcochado. Es tierra de mucho pescado. Aqui nos ha­llaron los hombres que el gover­nador Françisco Piçarro nos enbio.

Y pasados ocho dias estavan los cauallos que paresçia que no avian entrado en la mar sabi­da la nueva el governador y donde estaua que no fue poca a­legria de todos començamos a caminar y avia treinta leguas de aqui adonde el governador estaua. Esta tierra de estas treinta leguas es vna tierra mui mala muy seca no ay agua duçe. El agua que beuiamos hera que todas las tardes dondequiera que llegauamos a dormir haziamos pozos en la costa de la mar y destos pozos salia vn agua salobre y desta beuiamos en esta costa ay quatro o çinco pueblos de muy mala jente son caribes que se comen vnos a otros.

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Pasada esta jornada llegamos donde estaua el governador y salionos a rresçibir con hasta veyn­te caualgaduras. Y fue tanto su rre­gozijo desque nos vido que lloraua de plazer y preguntandole como estaua el y su jente dixo:

-veis a­qui quanta jente tengo de seisçientos hombres que saque de Es­paña. Llegareis al rreal y vereis lo que nunca vistes.

Llegados que llegamos al rreal vimos tales los españoles y en tal estado que no nos osamos apear y dexamos al gover­nador en su posada y fuimonos a aposentar a vn cabo del pueblo que estaua sin españoles. Avia muchos de los españoles que no los conoçian si no hera en la habla. La dolençia que tenian hera la mas mala que jamas se uido heran vnas berru­gas de la manera de breuas tenian­las por el rrostro y por las manos y por las piernas, Escapauan de esta dolençia pocos.

Esta era vna prouinçia de muchos yndios y pueblos. Cogiase mucho maiz be­uen de pozos y no ay frutas. Es tie­rra de mucho pescado hera señora de esta tierra vna muger y todos la obedeçian y tenianla por señora. Es jente muy vellaca son todos someticos no ay prinçipal que no trayga quatro o çinco pajes mui galanes estos tienen por mançebas. Tra­tan por la mar es jente de mucho trato los navios que tienen son de esta ma­nera juntan diez o doze palos que los ay en aquella tierra que son del arte de corcha, y atanlos con sogas y ponenles sus velas y navegan costa a costa llamanse esta prouinçia Achira, y ansi se llama la señora della.

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Vista la perdiçion de los españoles tuvi­mos notiçia de vna ysla que se dezia La Punan, y que esta ysla era sana. Sabido esto acordamos de mudar el rreal e yrnos alli e todos los españoles que avia enfer­mos mando el governador que se fuesen por la mar en barças e nauios. La otra jente que avia fue por tierra. La tierra por do caminamos hera vna tierra pobre y de pocos yndios, tierra sin frutas pocas aguas. En toda aquella tierra beuen de pozos. Es tierra muy pobre.

Caminando por nuestras jornadas llegamos a vna punta la qual pusimos por nombre de Santa Elena. Dezian los yndios que lleua­vamos que avia dos jornadas de a­lli a la ysla. Quedose alli el go­vernador con toda la jente, y fui­mos çinco españoles a ver si hera asi y nos Ileuo la guia hasta la ysla y no entramos en ella porque no nos hiziesen los yndios alguna vellaqueria llegados al puerto ha­llamos çient yndios con comida que nos estauan esperando y luego vino vn señor que se dezia Cotoyr a vernos, y truxo mu­cha caça y frutas de muchas ma­neras y conejos pequeños y tor­tolas y patos y mucho pan biz­cocho que en toda aquella tierra no se come de otra manera sino bizcochado.

Alli nos despedimos y nos bolvimos donde el governa­dor estaua. Y mandonos aquel señor que tuviese comida para quando viniese el governador y muchas barcas para en que pasasemos aquel braço de mar que çercaua la ysla. Luego nos partimos donde el governador estaua.

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Y otro dia nos pusimos en camino con todo el rreal y los dolientes en las barças y navios y llegamos al puerto de la ysla y hallamos mucha can­tidad de jente de la tierra con mucha comida y muchas barcas para nos pasar avnque era con mui gran cautela que tenian pensada en esta manera que fuesemos de dos en dos de a cauallo y despues que fuesemos en medio del braço del mar que çercaua la isla cortasen los rremadores las barcas rremauan las sogas con que yuan atadas las barcas y ellos echarse a nado y estaua alli vn yndio de la çiudad de Tumbez y auisonos de la tray­çion que tenian hordenada. Sa­bido dixose al governador, y hi­zimos con el que no pasase hasta que viniese Lanpiman que era señor de la isla. Y ansi se dixo a Cotoir que no queriamos pasar a la isla sino viniese alli Lanpiman porque sin su liçençia no queriamos pasar ni entrar en su tierra luego Cotoir le hizo vn mensajero que viniese a gran priesa para efetuar su ma­licia.

Aquel dia nos estuvimos alli e otro dia muy de mañana vino alli Lapuman con hasta veinte barsas con mucha musica en su lengua y estrumentos en muchas ma­neras la barsa en que el venia ve­nia mui entoldada con muchos paños rricos. Llegado que llego al puerto lo sacaron en onbros. El governa­dor lo salio a rresçibir y lo tomo por la mano y lo lleuo a su tienda. Y luego mando Lapuman que se apre­tasen las barças y el governador le dixo que toda la jente pasase y que el se quedase alli con el con çinco espa­ñoles. Y asi españoles como yndios todos los mas pasasen y asi se hizo y de esta manera no huyo lugar de e­fetuar su maliçia. Y asi pasamos to­dos y entramos en la isla.

Esta ysla es mui fresca y abundosa hallamos en ella mucho maiz y mucha rropa, muchos patos y muchos conejos mansos mucho pescado seco. Hallamos diez ovejas. Es tierra de mucha fruta y de muchas maneras alli hallamos vna manera de çerezas; no difie­ren en otra cosa a estas de España sino es en el sabor que es de otro arte. Beuen de posos.

Es muy buena jente, toda creçida; mui grandes fre­cheros; ardiles en la guerra y tenian guerra con la çibdad de Tun­bez dos meses antes que noso­tros llegasemos avia ido a saltear a Tumbez que estaua de alli diez leguas por la mar diose tan buena maña que de aquella vez le truxo entre ombres y niños y mugeres çinco mill. Estos tenian por escla­vos.

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Despues supo Chiromaça que era el señor de Tunbez que noso­tros estauamos en la isla secretamente, vino y se metio en nues­tro rreal y dio rrazon quien hera con el qual nosotros nos holgamos mucho porque aviamos de ir por su tierra, avnque nos valiera mas no ir e otro dia vino Lanpunam al rreal y los hizimos juntar para hazellos amigos tuvieron muchas diferençias vnos prinçipales con otros huyo muchos debates de su guerra pasada desafiauanse vnos a otros y huuo nesçesidad de ha­zer salir a todos los prinçipales fue­ra del aposento donde estauamos y dexar a ambos los señores solos a­lli le rrogamos a vno y a otro que la guerra fuese pasada que tuviesen por bien de ser amigos porque si ansi lo hiziesen nos hartan muy gran pla­zer si no que el que fuese rrebelde que le hariamos la guerra a fuego y sangre con aditamento que bolviese la jente que tenia tomada Lanpuman a Chirimaça señor de Tumbez ellos lo tuvieron por bueno y holgaron dello e ansimismo mandaron a los prinçipales que fuesen amigos luego mando Lampuman que truxe­sen todos los prinçipales toda la jente que tenian de Tunbez y asi se la dieron y se embarco y se paso a su tierra.

Y alli estuvimos tres meses. Murio mucha jente de los enfermos los que escaparon sanaron mui apresto.

Ya que nos queriamos partir alçase la isla y estando abada vinonos vn socorro de veinte e çinco de a cauallo y hizimosle la guerra vn mes. Murieron muchos yndios; ma­taronnos dos cristianos e vn cavallo

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Y desque no nos pudimos sufrir que nos alçaron los mantenimientos y enbiamos a llamar a Chirimasa señor de Tunbez y luego uino con mu­chas barças y con ellas y los nauios pasamos a Tunbez y de todos los en­fermos que auia no nos avian quedado sino tres. Estos se fueron delante que no devieran. Y en el puerto de Tunbez estaua vn rrio llegados al puerto metenlos el rrio arriba y lleuanlos al pueblo, y aquella noche los sacrificaron a sus dioses creese que los comieron. Nunca mas pareçieron cosa alguna dellos.

Otro dia adelante llegamos con todo el rreal, y quando fuimos al pueblo no hallamos jente alguna. Otro dia adelante seguimos por donde yuan y alcançamos la jen­te, y alançearonse muchos tomose plata y oro poca cantidad y tomaronse seis esmeraldas, y prendieronse muchas pieças ansi yndios como yndias. Otro dia ade­lante embia Chirimasa vn men­sajero que dezia esto:

“Chirimasa es amigo de los cristianos, y contino lo fue y el lo desea agora ser y dize ansi que el no fue sabidor de la muerte de los cristianos que vnos prinçipales lo hizieron sin su liçençia, y el los castigara y los rruega que los perdoneis porque el quiere venir de paz y seruiros”.

La rrespuesta que se les dio por la ne­çesidad que del teniamos fue que ansi lo teniamos por çierto todo lo quel dezia, y contino lo tuuimos por tal. Y enbiamosle a dezir que viniese sin temor ninguno, y el ansi lo hizo y de alli adelante fue mu­cho nuestro amigo.

Este pueblo ten­dra mill casas. Dezian los yndios que antes que tuviesen guerra con la ysla que era pueblo de mas de tres mili casas dezian los yndios que ante que tuviesen guerra, y por la guerra se auian perdido muchos y otros ydos huyendo la tierra adentro en este pueblo estaua vna casa fuerte hecha por el mas lindo arte que nunca se uido tenian çinco puertas antes que llegasen a los aposen­tos de puerta a puerta avia mas de çient pasos tenia mu­chas çercas todas de tierra hechas a mano tenia muchos aposen­tos de muchas pinturas en el muro estaua vna plaça de buen tama­ño. Mas adelante estauan otros aposentos los quales tenian vn patio en medio de este patio es­taua vn jardin y junto al jar­din estaua vna fuente. Dezian los yndios que el que hizo aquella casa se dezia Gutima ay vna caua y este dezian que hera señor de toda aquella tierra y el mando hazer aquella casa y estando el alli que seria vn año hizo su­bir aquella fuente por sus ynje­nios agua. Paresçia ser cosa yn­pusible subir alli agua afir­mauan los yndios que era ansi.

Esta es tierra buena de mucha co­mida. Auia muchas ovejas y muchos patos y muchos conejos y faizanes y pauas. Es tierra de oro y plata. Es tierra de muchas frutas. Estuvimos alli quatro meses.

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Y de alli nos partimos para vna prouinçia que se dezia Tangaraya alli poblamos vn pueblo de quarenta vezinos. Es tierra muy llana biuen de rriego, no llueve en aquella tierra. Crianse muchas ovejas crian muchos patos y conejos la carne que comen no la asan ni la cuesen y el pescado hazenlo pedaços y sacanlo al sol y ansimismo la carne. No comen pan el mayz comenlo toz­tado y cozido y este tienenlo por pan. Hazen vino en mucha can­tidad deste maiz. Las mugeres andan vestidas con vnas vestimentas çerradas de arte de capuz llega hasta el suelo andan en cabello. Son mu­geres de buenos rrostros.

Sera desta jente duzientas y çincuenta leguas de largo de travesia, por lo mas an­cho sera diez leguas dende la mar hasta la sierra en toda esta tierra no llueve, biuen de rriego tratan mucho por la mar. Y la tierra aden­tro sirbense de las ovejas: echanles carga hasta peso de dos arrouas en toda aquella tierra no tran armas sonles defendidas por mandado del señor que manda la tierra. Solian en tiempo antiguo hazer sus sacrifi­çios de personas. Viniendo conquis­tando aquella tierra Guainacaua despues que los conquisto, les mando que no sacrificasen mas personas, que si quisiesen sacrificar a sus ydolos que sacrificasen ovejas, y ansi las sacri­ficauan.

Esta tierra es de mucha fruta ay oro y plata en cantidad es jen­te que se huelga mucho ay truanes que biuen dello.

En estando en esta tie­rra tuuimos nueva de Atabalica que el y un su hermano que se llama­ua Guaxcara tenian diferençia sobre la tierra, sobre quien seria señor y supimos que tenia su rreal en Caxa­marca y que alli nos estaua esperando. Sabido esto dexamos poblado nuestro pueblo y rrepartidos los yndios de toda aquella tierra para que les siruiesen dexamos quarenta vezinos. Nosotros heramos çiento se­senta de a cauallo y çiento de a pie.

Y caminando por nuestras jornadas a dos jornadas de donde el rreal de los yndios estaua y embianos Ataba­lica vn mensajero a dezirnos que nos diesemos priesa que Atabalica nos es­taua esperando con mucha comida e con mucho oro y plata, y esto dezialo con cautela porque pensaua tomamos a manos. Ansimismo le enbiamos a dezir con el mismo mensajero que noso­tros yvamos que viese donde manda­ua que nos aposentasemos llegados al pueblo.

Llegamos vn vier­nes a medio dia a vn pueblo que se dezia Caxamarca, y el estaua apo­sentado vna legua fuera del pueblo a vna halda de vna sierra de vna parte de vn rrio pareçia el rreal de los yndios vna muy hermosa çiudad porque todas tenian sus tiendas.

*

Llegados que lle­gamos al pueblo vino vn mensajero de Atabalica a dezirnos que nos a­posentasemos en la plaça que el no podia venir porque ayunava aquel dia. Visto esto dexamos al governador y fuimos veinte e çinco de a cauallo adonde el estaua es el camino dende el pueblo al rre­al todo hecho de calçada a vna parte y otra del camino es todo agua. Al cabo de la calçada es­taua vn rrio llegaua las calles de las tiendas del rrio el rrio a­rriba dos tiros de ballesta estaua vna casa de plazer donde estaua de dia Atabalica.

Al paso del rrio dexamos veinte de a cavallo y fuimos çinco adonde estaua Atabalica. La casa de plazer hera de esta manera: de quatro quartos tenia dos cubos altos, y en medio tenia vn patio en el patio estaua hecho vn estanque en el qual estanque entrauan dos caños de agua vno caliente otro frio estos dos caños salian de dos fuentes, y es­tas dos fuentes estauan juntas en aquel estanque se lauauan el y sus mugeres. A la puerta de esta casa estaua vn prado.

Estaua el con sus mugeres y alli llegamos de parte del governador y le dixi­mos que fuese que lo estaua espe­rando que no se auia de aposentar ni çenar hasta que el fuese el rrespondio que todos aquellos dias ayunaua que otro dia lo yria a ver y entonçes dicho esto rro­gonos que nos apeasemos que co­meríamos. Nosotros le rrespondi­mos que despues que caualgavamos en aquellos cauallos en nuestras posadas juramos de no nos apear hasta bolver a ellas. El dixo que pues que no queriamos comer que beuiesemos aquello, y diximos que si hartamos.

Luego fueron las mugeres que con el estauan a traer de beuer quedo solamente vn tio suyo que llamaua Mateo Pangui y un señor de Quito. Estos dos heran de su consejo y estos llegauan donde estaua el. Y toda la o­tra jente no se dexaua ver. Vinieron las mugeres cada vna con dos vasos de oro llenos de uino seria cada vaso de alto de vn palmo. Y la usança de a­quella tierra quando se da de beuer es en esta manera: el que da de be­uer traer dos vasos, y antes que lo de al que lo a de beuer le haze salva y daselo y despues a de beuerlo que queda.

Despues que beuimos tenia vna muger los vasos, y ellas vuelvense a asentar junto a el estaua asentado en una çilla baxa tenia vestido vna camisa sin mangas y una manta que le cubria todo. Tenia vna rreata apretada a la cabeça en la frente vna borla colorada no escopia en el suelo quando gar­gajaua o escupia poniale vna mu­ger la mano y en ella escupia todos los cabellos que se le cayan por el ves­tido los tomauan las mugeres y los comian. Sabido porque hazia aquello el escopir lo hazia por grandeza los cabellos lo hazia porque era mui temeroso de hechizos y porque no lo hechizasen los mandaua comer.

A­cabando de beuer pedimos liçençia para yrnos, y el nos rrogo que se quedase vilo de nosotros con el. Nosotros le rres­pondimos que no lo osariamos hazer porque no trayamos liçençia del go­vernador y si tal cosa le hiziesemos que avria enojo entonces nos dixo que nos fuesemos que el yria otro dia a ver el governador y antes que nos fuesemos nos rrogo que arre­metiesemos vn cauallo que deseaua mucho vellos correr luego vno de los compañeros arremetio vn cauallo dos o tres vezes y estauan muchos yndios alrredor de nosotros mirando entre vnas junqueras que auia muy largas y muchas. Ansi como arreme­tio vn cauallo huyeron treinta o quarenta yndios que estaua hazia donde el cauallo yva. Y luego como nosotros nos fuimos mando que hiziesen justiçia dellos e que les cor­tasen las cabeças. E ansimismo se enojo mucho con sus capitanes que por que no nos avian muerto a todos antes que llegasemos donde estaua ellos rrespondieron que porque no huyesen donde el go­vernador estaua no nos avian muerto a nosotros y porque otro dia pensauan a todos tomarnos a manos nos auian dexado pasar donde el estaua. Ellos le rres­pondieron que porque por esto lo hizieron.

*

Y luego comiença a hazer sus esquadrones y de media anoche abaxo comiença a caminar por sus esquadrones. Y se aposentauan en el campo alrredor del pueblo a­quella noche y otro dia no hazian sino venir yndios en tanta manera que jamas se quebro el hilo de la calçada.

El pueblo de Caxamarca es en esta manera: esta en una ladera de vna sierra en la sierra esta vna fortaleza. El pueblo esta entre los a­posentos donde nos aposentamos y la fortaleza. Heran tres aposentos cada aposento seria de duzientos pasos. Estauan en tiangolo entre apo­sento y aposento abaxaua vna ca­lle del pueblo para entrar en la plaça la plaça estaua entre estos aposentos las esquinas que salian de los dos a­posentos que salian al campo y­ua vna muralla hecha de pared esquina de esquina. En el comedio de esta muralla estaua vna torre maçiça. Siruianse por de fuera.

Nosotros llegamos a este pueblo vn viernes a medio dia. Ataba­lica vino otro dia sabado que a­via dos oras de sol por ponerse. Ve­nia de esta manera: en unas andas rrasas, dos señores con el en otras dos andas venian en ombros de yn­dios. Venian delante del mili yndios de librea como de juego de axedrez estos venian delante limpiando el camino y con mucha musica e an­si entro en la plaça por vna puerta que estaua a vna esquina de vn aposento. Nosotros estauamos de esta manera en cada aposento veinte de a cauallo entre vn apo­sento y otro estaua vn cubo en este cubo estaua el governador a pie con veinte peones tenian tomadas las calles que abaxauan del pueblo y la otra puerta que al esquina de otro aposento estaua. Teniamos conçertado como el governador hiziese vna seña saliesemos todos de tropel.

Entra Atabalica en la plaça con tanto poderio que era cosa de ver en medio de la plaça se paro. Como el gouernador vido aquello en­biole vn flaire para que llegase mas adelante a hablar con el governador porque se saliese mas de la jente. El flaire fue y le dixo estas palabras:

-Atabalica, el gouernador te esta es­perando para çenar y te rruega que vayas porque no çenara sin ti.

El respondió:

-Aveisme rrobado la tierra por donde aveis venido y a­gora estame esperando para çenar no e de pasar de aqui si no me traeis todo el oro y plata y esclauos y rro­pa que me traeis y teneis; y no lo tra­yendo tengoos de matar a todos.

Entonces le rrespondio el flaire y le dixo:

-Mira Atabalica que no manda Dios eso sino que nos amemos a no­sotros.

Entonçes le pregunto Ataba­lica:

-¿Quien es ese Dios?

El flaire le dixo:

-El que te hizo a ti y a todos no­sotros, y esto que te digo lo dexo a­qui escripto en este libro.

Entonçes le pidio Atabalica el libro y el flai­re se lo dio. Y como Atabalica uido el libro, arronjolo por ay, burlando del flaire. Toma su libro y buelve donde el governador estaua, llorando y llamando a Dios. Y luego el governador hizo la seña que estaua conçertada y, como uimos la seña, salimos de tropel, con mui gran grito, y dimos en ellos y fue tanto el temor que huuie­ron, que se subieron vnos ençima de otros, en tanta manera, que se hi­zieron sierras, que se ahogavan vnos a otros. Y en la muralla que cercana la plaça cargo tanta jente de indios sobre ella, que la derribaron y hi­zieron vn portillo de hasta treinta pasos. Por alli salio mucha gente huyendo. Y todos los demas de a cavallo salimos al campo tras ellos. Estaua vn campo llano, de vnas vegas. Mataronse muchos yndios, confesado por boca de Atabalica que le auiamos muerto en aquella ba­talla siete mill yndios. Auia dos oras de sol; duro la batalla dos oras.

Estaua acordado que si el governador se tardase con los peones, que se a­peasen los de a cauallo por Atabalica y no le hiziesen mal ninguno, para que sea uida. Yendo los de a cauallo rron­piendo con los yndios, metese el governador con los peones tras e­llos, y llega a las andas donde ve­nia Atabalica y prendelo y lleualo y metelo en un cubo.

*

Andando los de a cauallo alançeando por la vega, hera ya noche; tocan vna trompeta que nos rrecogiesemos al rreal. Y de venida que venimos, fuimos a dalle al governador la norabuena de la vitoria. Y entramos adonde estaua Atabalica y huvo mui grandísimo temor, que penso que lo ybamos a matar. Y estando con aquel miedo, llama a la lengua y di­xole:

-Dile a estos cristianos que no me maten y dallese esta casa en que estamos, de oro.

La casa seria de largo de veinte pies, tenia quin­ze de ancho. Y aquello que dixo se le rrespondio: no solamente le dariamos la uida mas si hiziese aquello que dezia, lo dexariamos yr a su tierra em paz, el dixo:

-Pues si eso hazeis, yo dare vn pal­mo mas arriba de lo que dixe.

Que a­via dicho que daria la casa llena de oro hasta vna rraya que atra­vesaua por la casa, vn estado del suelo. Y el lo qumplio, mui como señor, avnque no se hizo con el como era rra­zon. La causa fue que vnos ofi­çiales del rrei, que alli estauan, acon­sejaron al governador que lo matase y luego estaria la tierra llana. Y para matalle huso el gouernador de vna cautela con los conquistadores: que los enbio a descubrir tierra y quedose con aquellos que fueron en consejo de su muerte. Ansi Ata­balica murio.

Y hizose la fundiçion; diose de quinto al rrey vn millon de pesos de oro, y lo que rrestauan, que eran quatro millones de pesos de oro, se rrepartio por los compa­ñeros, a cada vno como era. Tomose el dia de la batalla muchas esmel­raldas y mucha plata. Huvo quatro çientas partes; a cada parte le cupo, afuera el oro, trezientos marcos de plata.

Aqui estuvimos en este pueblo ocho meses. Aqui tuuimos nueva como en el Cuzco estaua vn capitan de Atabalica, que tenia y señoreaua toda la tie­rra y rrecogido el oro della, de a­llí embiamos çien mill caste­llanos al enperador, em pieças y en cantaros y ollas y vasos y dos costales de oro, tan altos co­mo vn hombre, en que le trayan las yeruas a Atabalica. Y le embia­mos dos atabales de oro.

Este es vn pueblo, esta al pie de vna sierra tiene vna vega mui grande, es vna tierra mui fria, cojese vna vez pan en el año, ay muchas ovejas, no ay fruta ninguna. Es gente de buena estatura las mugeres tienen buenos rrostros. Ay muchas sierras, son todas peladas, no ay leña. Queman carvon traenlo de mui lexos.

*

De aqui nos partimos en demanda del Cuzco. Como los yndios supieron que eramos partidos de Caxamarca, vienen sobre ella y no dexan piedra so­bre piedra. El natural que podian ayer de aquella tierra, la pena que le dauan hera quemallo. Desente­rraron a Atabalica y lleuaronlo a su tierra.

De alli venimos a vna çibdad que se dize Ponbo. Y esta está en unos llanos. Es ni mas ni menos que Caxamarca en calidad; todo lo que en ella ay es conforme. Esto, y todo lo demas que ay dende Caxamarca hasta el Cuzco es tierra que nieua y llueve mucho. Ay venados pequeños, ay muchas ovejas monteses.

De aqui fuimos a parar a vna çibdad que se dize Xauxa. Es­taua de Xauxa seis leguas la jente de guerra, seria hasta quinze mill yndios. Como esta jente supo que nosotros yvamos, enbian mill yndios, que no deuieran, a quemar el bastimento que en la çiudad a­via y los aposentos donde nos auia­mos de aposentar. Començado a poner fuego, llegamos nosotros y dimos tras ellos. Alançearonse muchos.

Otro dia por la mañana, nos partimos, adonde estaua el rreal de los yndios fuimos ocho ochenta de a caballo. Llegariamos a las diez al rreal de los yndios. He­ran ya partidos, avria media ora. Como supieron que estauamos en Xauxa, huuieron temor, y toman la buelta del Cuzco, a juntarse con mas jente de guerra que alla estaua. Nosotros, llegados alla, dixeronnos que auia poco que heran partidos. Sabido, segui­mos tras ellos. Alançeamoslos media legua de donde auian par­tido. Dimos en la rretaguarda, que yva vn esquadron de jente bueno; desbaratose aquel y to­dos los demas. Caminan en esqua­drones de çiento en çiento; en­tre esquadron y esquadron yvan las mugeres y jente de seruiçio. Siguiose el alcançe quatro le­guas; alançearonse muchos yndios, tomamosle toda la jente de seruiçio y las mugeres. Llama­vase el capitan de esta jente Quizquiz y era capitan de Ata­balica. Hizonos noche en un campo; huvose buen despojo, ansi de oro como de plata.

*

Otro dia boluimos a dormir adon­de el rreal de los yndios auia estado. Y otro adelante bolvimos al rreal donde el gover­nador estaua. Alli nos aposen­tamos y estuuimos ocho dias. Alli se hizo vn pueblo y se quedo en el el governador, con la jente mal dispuesta, y fuimos quarenta de a cauallo y veinte peo­nes en seguimiento de los yndios.

Este Xauxa es vn pueblo grande; esta en una vega muy llana y grande. En esta vega ay muchos pueblos. Criase solamente en esta tierra ovejas y maiz; otra cosa ninguna no se cria. Es tierra muy fria; llue­ve y nieua muchas vezes.

Y fuimoslos a alcançar a vn pueblo que se dize Vircas. La tierra que esta entre Xauxa y Vircas es tie­rra doblada, de muchas sierras y campos. No ay monte ninguno. Es tierra de muchos rrios en estos rrios ay puentes son de be­juco. Este bejuco es como xar­mientos; destos bejucos hazen vnas triznejas, juntas muchas y hazen la puente en esta manera: de vna parte y de otra del rrio ha­zen dos pilares y de vn pilar a otro van las triznejas, y ençima mucha rrama texida. Va hecha de tal arte que pasamos a cauallo por çima dellas.

Es tierra de mu­chas ovejas; ay muchas monteses. Ay muchos venados, son pequeños.

Y fuimos vn dia a amanesçer a Bircas do hallamos todo el carrua­je de la jente de guerra, con mill yn­dios de guarda; todos los demas eran ydos esotro dia antes que nosotros llegamos. Legua y media del rreal tomamosle todo el carruaje tomose mucho oro y plata y to­da quanta jente de seruiçio tenia. Yda la nueua a la jente de guerra, vienen sobre nosotros. Y salimos a ellos tres dias, digo, tres tiros de ballesta del rreal. En una loma se dio la batalla, duro buen rrato, alançearonse muchos yndios, hirieron tres cristianos, mataron vn cauallo y hirieronnos tres. Y desbaratamoslos y huyeron y bolvimos al rreal, a curar los heridos. Y luego se tornaron los yndios a rrehazer. Y vienen sobre nosotros, y tornamoslos a des­baratar y alançearonse muchos. Huyeron y seguimos el alcançe me­dia legua.

Es la tierra muy mala de muchas sierras y tierra aspera, que por ser tan mala tierra no nos dexo pasar adelante. Bolui­monos al rreal. Estuuimos alli quatro dias, esperando a que me­jorasen los heridos. Supimos como la jente de guerra yva la buelta del Cuzco, a juntarse con la que en ella estaua. Sabido esto, fuimos en seguimiento della. Y de los que fueron y de los que estauan y jente de la tierra juntaronse mucha cantidad de yn­dios, que al paresçer de todos podria ayer veinte e çinco mill yndios de guerra.

E yendo camino, sin pensamiento de jente de guerra, por lo que nos auian dicho, topamos vn puerto que se dize Vericacunca. Este puerto es muy aspero; tiene vna guerra de subida. Y como auiamos dado muy grandes jornadas a los caballos, lleuauamoslos de dieztro, el puerto arriba, y desta manera caminauamos de quatro en quatro. Yendo asi, caminando el puerto a­rriba, dio la jente de guerra en no­sotros. Y antes que caualgasemos nos mataron çinco españoles y hirie­ron muchos, ansimismo nos hirieron muchos cauallos. Avria de sol tres oras; peleamos hasta que la noche nos partio.

Despues que fue de noche, nos rre­cogimos a vn alto, con poca uitoria y harto miedo. E ansimismo se rre­cogieron los indios a vna sierra, sobre nosotros a vna sierra dandonos mucha grita y diziendo:

-Dexa venir a mañana y vereis lo que se os haze.

Y diziendo que no auia de quedar ombre de nosotros. Entre nosotros a­via mucho miedo. Lo vno por ser po­cos y muchos heridos, y ansimis­mo los caballos; teniamos conoçida la Vitoria. Estando en esto, vna ora de la noche, como no durmiamos, oy­mos vna trompeta y rreconoçi­mos ser nuestra, que no fue poca alegria de todos. Y de ay a quarto de ora llegaron veinte e çinco de a cauallo que el governador nos en­biaua, que yua en seguimiento nuestro. Llegado este socorro, la trizteza que nosotros teniamos se paso a los con­trarios y su alegria a nosotros.

Otro dia por la mañana nos a­perçebimos para yr a dar en los yndios, y ellos se pusieron en hu­yda y no nos esperaron. Y nosotros no los seguimos por vna niebla que vino sobre nosotros, mui escura, y por no saber la tierra los dexa­mos. Y alli en aquel puerto de Vericanunca, esperamos al governador, que venia quatro leguas jornadas de alli. Venido, seguimos nuestro camino adelante en demanda del Cuzco.

*

Hallamos toda la jente de guerra, que nos estavan esperando a la entrada de la çibdad, dimos en ella; alançearonse muchos yndios, peleamos mucha parte del dia, hasta que la noche nos partio. Mataron-nos tres cauallos entre los quales fue el mio, que me auia costado mill y seisçientos castellanos, y hirieronnos muchos cristianos. Y aquella noche nos rrecogimos y hizosenos noche en un campo, vn quarto de legua de la çiudad. E ansimismo se rrecogio la jente de guerra a vna sierra, junto a nosotros. Alli estuvieron hasta media noche y de media noche adelante començaron a caminar y dexarnos la çiudad y el puerto que tomado nos tenian, que estaua vn quarto de legua de la çiudad. E ansi se fueron asentar a vn lugar con su rreal que se llama Condesuyo. Y o­tro dia en amanesçiendo, començamos a caminar para la çiudad, con harto temor, con pensamiento que los yn­dios estauan esperandonos en el puerto. Y ansi subimos el puerto y entramos en la çiudad, sin defensa ninguna.

La çibdad es de esta manera: tendra qua­tro mill casas de aposento, Esta entre dos rrios, que la çercan, y esta en un rrepecho de vna sierra. Y al cabo de la çibdad, en la misma sierra, tiene vna fortaleza buena, de muchos apo­sentos; esta muy fuerte. Y para entrar en ella es menester guia, que de otra manera pierdense los que en ella en­tran. Llamanle Calisto.

En la çiudad ay muchas casas buenas. La causa por donde son tan buenas es que el señor de la tierra mandaua a to­dos los señores della que hiziesen casas en la çiudad y quatro meses del año viniesen a rresidir en la çib­dad donde el estaua, que era el Cuzco. Avia señor que tenia su tierra de alli seisçientas leguas, y le hazia ve­nir a rresidir como dicho es. Te­nian los señores, aquellos que tenian sus tierras lexos, esta orden: de sus tierras hazian venir jentes y poblauan vn pueblo çerca del Cuzco, para que le sirviese, estando el en la corte.

Este señor se llamaua Guaxcara; era hermano de Atabalica, el que nosotros prendimos; hera hermano mayor. Este eredaua todo el rreyno. Tuuieron estos dos her­manos mucha guerra sobre qual avia de ser señor. La causa de su guerra fue esta: su padre que era señor de toda la tierra, que se llamaua Guaynacaua, siendo señor, alçosele Quito; fuele forçado yr a hazelle venir a su seruiçio y, para yr, dexo al hijo mayor, que eredaua el rreyno, por governador y señor de la tierra, y hizo a todos los señores que lo obedesçiesen. Y asi fue a poner em paz a Quito. Y, es­tando en Quito, alçosele vna pro­vinçia que se dize Los Caraques. Fuele forçoso dexar la tierra e yr Alla, dexo por governador della a su hijo Atabalica. Yendo caminando en deman­da de los Caraques, vn dia amanesçio muerto. Como los hijos supieron de su muerte, alçose cada vno con la tierra que tenia.

Guaxcara que era el mayorazgo, embia vn mensajero Ataba­lica, a saber por quien tenia la tierra. El le enbio a dezir que era hijo de Guaynacaua, y su padre lo auia dexado alli, que tuviese por bien de dexalle aquel rrincon. El le embio a dezir que los hijos bastardos de los rreyes que no a­vian de eredar los rreynos, que luego saliese de su tierra, porque el hera hijo ligitimo de Guayna­caua y mayorazgo y el heredaua todos los rreynos de su padre, y el hera hijo bastardo que luego se sa­liese de su tierra; si no, que le auia luego de hazer la guerra a fuego y a sangre. Atabalica le embio vn mensajero rrogandole, que era su hermano, que tuuiese por bien de dexalle vn rrinconçillo que su padre le auia dexado. Oydo el mensajero manda hazer justiçia luego del, sabido por Atabalica y su jente, el hera tan bienquisto en su tierra que fue mui ynportunado todos quantos en ella avia que le hiziese la guerra. E ansi lo hizo. Y el dia que prendimos a Atabalica, aquel dia prendio vn capitan suyo a su hermano, que hera el señor de la tierra.

*

Este capitan que le prendio se dezia Chiicuchiman. Hera un hombre alto rrebusto; hera muy ardid en la gue­rra. Prendio al señor del Cuzco, desta manera: el fue con treinta mili hombres de guerra sobre el Cuzco; Salieron a el la jente de Guax­cara, que era el señor del Cuzco. Y como el lleuase su ardid de guerra, pen­sando pelear muy poco y rrecojerse con su jente, y ponerse en huida. Y era ya sobre tarde. Y por ser noche, bol­vieronse al Cuzco. La jente de aquella tierra tienen por costumbre que, co­mo an vitoria y huyen sus enemi­gos, hazen mui grandes rreguzijos y enborrachanse. Y como Chicharran­chiman supiese la costumbre dellos, en siendo noche buelvese sobre el Cuzco, al quarto del alua, y dar en ellos y prende a Guxcara y matale mucha jente. Otro dia, desque los de la tierra vieron el señor preso y mucha jente muerta, apellidanse y juntanse tanta jente en cantidad, que auia çiento para vno. Y vienen sobre Chiranchiraman y ponerle çerco. Y desquel conosçio la ventaja, vido que no tenia rremedio. Vase adonde estaua Guaxcara que lo tenia preso en la fortaleza, y dizele:

-Guax­cara: ¿que te pareçe de lo que e hecho?

Res­pondiole Guaxcara:

-Ase hecho lo que tu señor te mando.

Respondiole Chiriman­chiman:

-No lo e hecho por eso, por ha­zer lo que Atabalica me a mandado, que es vn traidor y el mayor tirano que hasta oy se uido. Lo que e hecho a sido para que veas quien yo soy y para que te siruas de mi y de toda esta jente que yo traygo de Atabalica, porque si ansi no fuera no la pudiera yo traer aca. como la traxe. Yo bien se que eres mi señor natural y que eredas estos rreynos y que Atabalica, tiranamente, los tiene y te quiere tomar quanto tienes. Yo, sabido esto, y porque te crie, vengo a seruirte y a ofreçerme de traerte aqui preso a Atabalica muy presto. Para esto yo te pido, por la cri­ança que me deves y por lo que deseo seruirte, que tu me otorgues la vida y me hagas tu capitan jeneral.

Y en­tonçes se leuanto Guaxcara y le dixo:

-No digo yo hazerte capitan jene­ral. Si tu hazes esto traerme Atabalica preso tu seras señor de toda mi tierra.

Entonçes le dixo Chirimanchiman:

-Pues conviene que mandes a todos tus yndios que dexen de pelear y vengan aqui todos los capitanes y señores prinçipales que aqui estan contigo y me obe­descan por jeneral suyo.

Luego Guax­cara mando llamar y entrar todos en la fortaleza donde Guaxcara estaua. Y como Chirimanchiman los uido dentro, mando luego a su jente que los descabezasen. Y muertos los capitanes y señores da tras la jente menuda, y ellos, como se uieron sin capitan ni quien los mandase, hu­yeron. Mato mucha jente y aseñoreo­se en la çibdad y mandava toda la tierra. Y luego enbio con diez mill hombres a Guaxcara, preso a su señor Atabalica. Y lleuando­lo preso, en el camino, le fue la nueua como los cristianos tenian preso Atabalica y que auian mandado vna casa de oro a los cristianos porque lo soltasen. Y como el fuese muchacho, soltosele vna necedad, la qual hizo mal a el y a nosotros. Y dixo a quien se lo dixo que Atabalica avia mandado vna casa de oro.

-¿Que oro tiene el para dar a los cristianos? ¿No sabe el que es todo eso mio y no se lo puede dar? Mas yo yre alla, y si el a mandado una casa de oro, yo le dare dos y los cristianos sabran la verdad de todo.

Dicho esto, tiran luego por la posta y hazenlo saber a Atabalica todo lo que Guaxcara avia dicho. Sabido por Atabalica, manda luego a gran priesa al capi­tan que lo trayga que le cortase la ca­beça y lo echase vn rrio abaxo, Y ansi murio y perdimos nosotros har­ta cantidad de oro. Mandaua Atabalica a su capitan Chiran­chiman que no tocasen en cosa de su padre ni en las casas de sol que ellos tienen por monasterios.

*

Y en esta tierra tienen esta horden: el señor que fuere, se manda en­terrar en el Cuzco. Alli en el Cuzco, tienen vn monasterio, donde todos los señores se entierran. Alli estan muchas hijas de señores, retraídas. La costumbre que tienen es esta: cada vna tiene su çelda y sus mu­geres de seruiçio. En el medio del monesterio esta vn patio grande; en el medio del patio esta vna fuente y junto a la fuente esta vn escaño. Este escaño hera de oro, peso diez y ocho mill castellanos. Junto al escaño estaua vn ydolo. A mediodia quitauan el cobertor que tenia el escaño, lleuaua cada monja vn pla­to de maiz y otro de carne y otro de vn jarro de vino, y ofreçianlo al ydolo. Y desque auian acabado todas de ofreçer sus sacrificios, venian dos yndios, que tenian cargo de a­quello, que trayan vn brasero de pla­ta, grande, ençendido; echavan el maiz y la carne, y el vino echauanlo en la fuente. De que acabauan de quemar, e hazian su sacrifiçio y alçauan las manos al sol y dauanle graçias. En esta tierra adoran al sol.

Y como Atabalica mandase que no tocasen en cosa de su padre ni en los monasterios, hallamos el oro y plata que su padre tenia. Hallamos muchas ovejas de oro y mugeres y cantaros y jarros y otras pieças muchas. Hallamos en todos los apo­sentos del monasterio, alrrededor del, junto a las tejas, vna plancha de oro, tan ancha como vn palmo. Esto lo tenian todos los aposentos del monesterio. Juntose aqui mu­cho oro y plata, y fue tan buena esta fundiçion como la primera. Cupole a su majestad, de oro y plata, otro millon de pesos. De oro, huvo mu­chos compañeros que, desta fun­diçion y de la otra, quedaron con quarenta mill castellanos, y otros a treinta e otros a veinte e otros a quinze; no baxo ninguno de diez hecha la fundición.

Poblamos alli vn pueblo, en la mesma çibdad, de sesenta vezinos. Repartioseles toda aquella tierra que estaua en comarca de la ciudad del Cuzco. Hu­vo conquistador que le dieron de rrepartimiento quarenta mill vasallos; todos quantos alli quedaron por vezinos se les dieron muy largos rrepartimientos que no baxo ninguno de çinco mill vasallos.

*

Esta tierra es muy doblada, de mu­chas sierras, llueve mucho y nie­ua, ay muchas ovejas. No se cria otra cosa sino maiz y este se coje cada vn año vna vez. Esta es tierra, y to­da quanta Atabalica señoreaua, que no comen pan, sino es en la costa de la mar, en dos o en tres prouinçias que comen bizcocho. El pan que comen es en esta manera: el maiz tostado o cosido.

En toda esta tierra visten y calçan de vna manera, a fuera la costa de la mar, que ay diferençia en el vestir de las mugeres. Las de la costa visten como dicho es: vnas vestimentas hasta el suelo; y las de la tierra adentro visten en esta manera: vna manta larga, cosida por mui lindo arte, en los ombros presa con dos arfileres de plata, gor­dos, y algunas los traen de oro. Çinense con vnas rreatas de colores tan anchas como tres dedos; rreatanse desde el ombligo hasta las tetas. Este vestido llega hasta el suelo; ençima desto se ponen vna man­tillina, que le cubija todo lo rreatado y toda la cabeza; prendenla por de­lante con vn arfiler gordo de oro o plata. Andan todas las mugeres en cabello.

Los yndios de toda la tierra, ansi los de la costa como los de la tierra adentro, visten de vna manera: visten vnas cami­solas que les llega hasta la rrodilla; por capas, unas mantas grandes. En el vestido no ay diferençia, porque todos visten de vna manera e andan descalços. En lo que traen en la cabeça se co­nosçen y diferençian cada vno de la tierra donde es. Algunos se ponen vna rreata angosta, rrebuelta a la cabeza; otros traen vna madexa colorada, otros traen blanca, otros traen un rrodete, otros andan tresquilados, otros traen las coronas hechas, otros traen el cabello cortado, otros lo traen mui largo en estas dife­rençias.

En cada prouinçia tienen su lengua. Ay vna lengua entre ellos que es mui general, y esta procuran todos de deprender porque era esta la lengua de Guainacaua padre de Atabalica. Este fue vn rrey mui querido en todos; este conquisto y paçifico mas de o­choçientas leguas. Este fue el pri­mero que hizo pieças de oro y de plata. Y la causa por donde las hizo fue esta.

Sabido por otro señor de mui lexos tierra que Guay­nacaua hera tan gran señor, deter­mino de venille a ver. Y ansi vino, con mucho poderio de jen­te. Este señor traya cantaros y ollas y otras muchas pieças de oro y plata. Vistos y juntos estos dos señores, dizen los yndios que dio Guaynacaua al otro señor muchas pieças de pluma y de lana; el otro señor le dio muchas pie­ças de oro y plata. Visto por Guainacaua estas pieças, pidiole que le dexase dos o tres maestros y asi se los dexo. Luego hizo sacar oro y plata por toda su tierra para hazer su baxilla. Y ansi la hizo la mas rrica que jamas se vido. Ponia por armas en to­das quantas hazia, vn leon maçiço, pegado a la pieça. El hijo, su heredero, ponia en su ba­xilla la cabeça del leon. Destas hallamos pocas pieças porque era mandado por Atabalica que todo lo de su hermano lo deshizie­sen y tomasen y en lo de su padre no tocasen en ello.

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Sabido que los yndios y la jente de guerra se a­vian ydo a hazer fuertes a cassa, y en el camino, antes que llegase­mos al rreal de los yndios, halla­mos vn esquadron de jente de gue­rra. Dimos en ella alançearonse muchos; los que escaparon lluaron la nueua. Sabido como yvamos luego començaronse a poner en huida. Quando noso­tros llegamos ya eran pasados de vn rrio que junto al rreal es­taua. Pasaron el rrio por vna puente, y en acabando de pasar, quemaron la puente. No pudimos pasar, porque era un rrio grande, asi que nos boluimos al Cuzco. De a­quella vez no pararon en toda la tierra; fueronse a Quito, donde heran naturales.

Poblado nuestro pueblo y la tierra sin jente de guerra y hecha la fundición, vinose el go­vernador a Xauxa, y los que nos a­viamos de venir a España, con el. Venimos sesenta conquistadores. En­tre estos conquistadores avian en ellos quien traya a quarenta mill castella­nos y otros a treinta e otros a veinte y çinco; no abaxaua ninguno de veinte. Ansi nos venimos con el governador a Xauxa y en Xauxa lo dexamos, en el pueblo que avia­mos poblado a la yda.

Y de alli nos partimos a la mar, al puerto que se dize Pachamama, donde los navios estauan. Y alli nos enbarcamos en dos navios, a desenbarcar a Pa­nama. Y alli estuvimos vn mes y de alli venimos en nombre de Dios y alli nos enbarcamos en tres naos y venimos a parar a Santa Marta. Alli estuvimos quarenta dias ha­ziendo matalotaje para nuestro viaje y tomando rrefresco. Y de alli nos enbarcamos y venimos a tomar el puerto de la Yaguana. A alli estu­vimos quarenta dias haziendo ma­talotaje para nuestro viaje. Alli nos enbarcamos y venimos hasta España, sin tocar en puerto nin­guno, y entramos en España por el rrio de Seuilla. Tardamos dende que nos enbarcamos en el Peru hasta entrar en España, vn año; de yda y buelta y estado, yo estuve diez años.

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Venidos a España, avia tomado Barva­rroxa el rreino de Tunez. Y el rrei de Tunez embio a pedir socorro al emperador, para que le boluie­sen a rrestaurar en su rreino. El emperador, para yr este uiaje, nos pidio dineros prestados; no­sotros se los dimos. Prestamosle se­senta que veniamos, ochoçientos mill ducados. El nos dio en rrentas en sus rreinos, todo lo que se montaua en el prestado. Ansi mismo hizo muchas merçedes a todos los conquistadores. Truximosle de sus quintos çient mill cas­tellanos.

Algunos de los conquis­tadores fuimos a la corte, a besar las manos a la emperatriz. Ella nos resçibio muy bien agradeçien­donos mucho los seruiçios que se auian hecho y ofreçiendo mercedes, las quales ella hizo mui qunplida­mente, que ningun conquistador le pidio cosa que no se la diese, y ansi, a todos quantos se hallaron a la sazon en la corte, de los conquis­tadores, ninguno salio descontento. Hallamonos en Madrid doze conquistadores, los quales gastaron muchos dineros. Como el rrey estaua avsente, estaua la corte sin caualleros y los dias los fes­tejauan tanto, que algunos se ui­nieron sin dineros. Huuo justas y sortija e juego de cañas, y tan cos­tosos, que fueron cosa de admira­çion. Y despues de acabados los negoçios que cada vno tenia, se fue cada vno a su tierra, y no con tantos dineros como metio en la corte.

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Hizo su magestad su uiaje, suçediole bien, que gano a Tunez y boluiolo a rrestaurar al mismo rrei de Tunez, que lo tenia perdi­do y estaua em poder de Barba­rroxa. Y despues que su magestad vino rreposo e no mucho, porque ansi lo tenia de costumbre que de su condiçion es bellicoso. Manda ha­zer jente de guerra, con gran cantidad de la que estaua en Ytalia y algu­na en España. Y, sin saber para que mandala juntar toda em Barcelona. E alli se embarcaron en la mayor fuera del ynvierno. Yva en deman­da de Argel. Y antes que llegase a Ar­gel le hizo mui buen tiempo. Él se desembarco con la mas de la jente, y, estando ya en tierra, se leuanto vna mui braua tormenta, por donde no se pudo desembarcar bastimento ninguno, antes se perdieron muchas naos, en las quales se perdio la rreca­mara del emperador y todas las de los señores que yvan con el. Fue la perdida muy grande, que avia muchos hombres que dezian, y ansi lo afir­maron, que valia tanto lo que alli se perdio como el rreyno de Toledo. El emperador con todos los demas vinieron en calças y en jubon.

Y vinose en España y rreposo poco, que como el rrey de Françia estaua lastimado de la prision, busco maneras para se quexar del emperador, por ver si se podria vengar. Y como supo que de Argel vino perdido, paresçiole que tenia a Castilla en las manos. Manda a pregonar guerra a fuego y a sangre; el em­perador, como supo que el rrey de Françia venia sobre Castilla con mucho poderio de jente de guerra, mando a pregonar por todos estos rreynos y señorios que todos los caualleros le fuesen a seruir en esta guerra contra el rrey de Françia, y el que no fuese que perdiese las libertades y todos quantos bie­nes tuviese.

El qual pregon mando hazer el rrey de Françia porque de­zia que el emperador le avia prometido, con madaua Leonor en ca­samiento, y a Milan que agora no se la querian dar. Y tanbien porque enbiaua tres embaxadores al turco y que jente del emperador se los avian muerto. Y por estas causas apregonava guerra a fuego y sangre. Y como el empe­rador hizo pregonar lo que dicho es, y como lo que mando es de tanta calidad, yvan como moxcas; yvamos tantos que por los cami­nos no cabiamos. Puso su magestad en Almaçan, çerca de Aragon, vn cauallero, que se dezia Her­nando de Vega, para que tuvie­se cuenta y rrazon de los que yvan y como yvan y quienes heran y como se llamauan. Y si caso fuere que en algun tiempo tuvieredes neçesidad de mis seruiçios, en el libro de Hernan­do de Vega los hallareis, como yva y de que manera.

E ansi fuimos hasta Çaragoça. Y el emperador, a la sazon, esta­ua haziendo cortes. Y conpensar todos los caualleros que ay veniamos que avia de yr a Çaragoça, nos fuimos a ella, para es­peralle, y él, como tenga que qum­plir tanto, toma la posta y fuese a Barçelona, a proveer cosas nesçesarias de Ytalia, porque como supo el rrey de Françia la mucha jente que yva, huyo, como siempre lo a hecho, y dexo a Perpiñan, que lo tenia çercado. Y el emperador enbio a su hijo, el prinçipe don Feli­pe, a Çaraguça, para que alli a­vian de jurar y para que agradesçie­se la yda de los que yvan alli. Juraron y fue cosa maravillosa de ver las çerimonias que se hizieron y las fiestas y el rresçebimiento. Y alli estuvo ocho dias y se despidio, y se fue en seguimiento del em­perador y nosotros nos venimos.

Laus deo

En el nombre de Dios padre hijo y es­piritu santo y un solo Dios verdadero a­mados hijos para que no pregunteis a nadie lo que se en esto os lo quiero dexar escripto porque me paresçe que se algo. Primeramente si quisiere desdomar algun potro y hazerlo cauallo y saber lo demas aveis de hazer lo siguiente: el potro que quisiere desdomar antes que le echeis el freno echalde la xa­quima e vn moço que lo tome por ella y poner dos moços çincuenta pa­sos vnese otro cada vno con su açote o vara, y que el mono corra de vno en otro con el potro que le den tanta prie­sa de vna parte y de otra hasta que el potro se cubra de agua. Y desque vie­redes que esta cansado echalde el freno y la çilla y con el freno y la çilla pa­sealdo gran rrato y despues lleualde a la caualleriza y quitalde el freno y la çilla. Otro dia siguiente donde le quitaredes el freno y la çilla bolved­sela a echar y si os paresçiere que no consiente bolveldo açotar para que consienta que caualguen y en caual­gando tomelo vn moço por el cabresto y paseaos en el. Y desta manera se a de hazer vn dia y dos y todo lo que fuere menester para que pierda el miedo. En dexando el moço el cabresto enpa­reallo con otro cauallo para que sal­ga porque no tomen maliçias que son mui naturales en cauallos conviene traello todo vn año hecho galoche para que pierda el temor de matas y arroyos e otras cosas de que sue­len rreçelar y si oviere aparejo en el que sera algo meterlo en la caua­lleriza. Antes que se meta siendo ga­loche se a de auisar a andar y a tro­tar y el galope y ganalle el rrostro se a de avezar a correr a lo largo y procurar de rrompello y como digo si fuere para ello metello en la ca­valleriza y dalle vn verde y parallo ancho y de tres a tres dias o quatro a quatro pasealle y mostralle la carrera, la primera vez al galope la segunda mas que a galope la terçera mas, de alli en adelante to­do lo que pudiere. Si acaso fuere que no quisiere bolver sobre la ma­no yzquierda con la varita dalle en la oreja yzquierda y llamallo con la espuela y el volvera. Si qui­siere deshazello bolver sobre la mano derecha hazed lo mismo con la varita en la oreja derecha y es­puela y el lo hara a potro ni a cauallo no os discuideis en la rrienda porque no se os salga a parte ninguna. Ansimismo a potro ni a cauallo que huvieredes de dar con vara a de ser de la çincha para ade­lante y no de la çincha para tras porque dandole de la çincha para tras es vezallos a dar coçes al parar a se de llamar vna vez y otra a la otra para si fuere cauallo hovero a­veisle de echar freno que sabran dado muchas coscojas porque por la ma­yor parte son boquimuelles. Y si no hallaredes freno gascon que tenga muchas coscojas tengan vna en cada asiento, los tiros no sean largos sino en buena manera, no a de tener paleta. Si fuere castaño, estos son mas naturales de boca que no los otros, qualquiera freno les arma de esotras colores que es yayo y rruçio y rruzillo y melado y tordillo, estas çinco colores si fueren quixarudos y tuvieren las bocas pequeñas los frenos sean rrezios de asiento y largos de tiros tengan paleta. Si abrieren la boca estos y los demas echalles armartega. Y los cauallos morzi­llos son casi de la condiçion de los hoveros. No quieren los frenos tan rrezios ni tanpoco tan blandos. Antes que se le eche el freno al potro se le mire la boca y quexada y conforme a como la tuviere se le eche el freno y el freno que se le e­chare al prinçipio no se le mude porque son de condiçion los cauallos espiçial siendo potros parar vna vez y otra no. Y avnque le e­chen mili frenos no quieren desen­frenarse con ninguno sino fuere con el primero. A todos los ca­vallos de qualquier color que sean si fuere quexarudo y la boca pe­queña y abierto de la quexada se a de echar el freno de la condi­çion dicha. Tened por costumbre echalle buenas rriendas an­chas. Son de condiçion los caua­llos por la mayor parte en frenar-se el freno sobre los dientes. Los cauallos blancos son de condiçion de los hoveros todo cauallo que tuviere la boca negra por la mayor parte son tiestos de boca como no sean morzillos porque los morzi­llos como digo son casi de la condiçion de los hoveros por la ma­yor parte. Si caso fuere que tuvie­redes cauallos sean pobres de casco y si tuvieren quarto para que salga presto, tomad vn torrezno y asaldo, y tomad vna parte de agua en una escudilla y pingad sobre el agua hasta que salga y se deshaga y de alli se haze vn vnguento y mientra mas viejo fuere el toçino es mejor. Y con aquello le vntad los cascos, y en breue saldra el quarto y tendra rrazonable casco. Es cosa mui sigura los caballos vernallos de potros algunos tienen por opinion que se les saquen los cascos si los desgoviernan. No es ansi porque yo lo tengo mui espirimentado el estilo que se a de tener con el cauallo de ca­valleriza para que engorde el mejor pienso es hartalle y oluidalle en la caualleriza. Vn cauallo de caua­lleriza caualgando en el a menudo no puede estar gordo. Lo que quiere es como digo cauagalle de tarde en tarde a lleualle a la carrera de ocho a ocho dias o a siete o a seis y pasarsela y paseallo en escaramuça y hazelle poco mal para que se desenhade, dos o tres bueltas a vna mano y a otra y poco, porque si es mucho vn cauallo viçioso, hazele mucho daño que llegando vn cauallo al cabo no puede dexar de haronear o dar roçes o encabritarse o haronear el cauallo a de ayer mie­do del cauallero y no el cauallero del cavallo. Jamas entreis donde estuviere vuestro cauallo sino rriñendo y con vn palo en la mano por la mayor parte todos los mas de los cauallos no ha­zen cosa por virtud porque son yn­clinados a mal y no bien. Y el moço que lo emare este quiere que le haga mucho rregalo al cauallo porque todo lo que vn cauallo haze es por miedo de las espuelas y del palo. Las demas sircustançias husa y seras ma­estro. E le pasar de la carrera yo la huso a pasar de esta manera: los es­tribos no mui largos ni mui cortos sino conforme al cuerpo y piernas aveis de pasealle la carrera a vuestro cauallo y a la buelta asiros al copete con la mano derecha, por es­tar zumido el cauallo sale mas en­tero y vos ansimismo ayu­dais a endereçar y enhiestar so­bre los estriuos no os aveis de arar mucho ni tanpoco yr sen­tado sino que quepan quatro dedos entre vos y la çilla toda la fuera aveis de poner entre las rrodillas porque de las rrodillas abaxo a de ir suelta la pierna para poder batir. Ni aveis de batir mui a menudo ni mui rraro sino con el cojer del cauallo aveis­os de guardar de abrir los pies por delante mui mejor es abrillos de los carcañares y las puntas de los pies metidas en el codillo. El picar a de ir mui llano, porque no piqueis en la coraça. El cuerpo procurad de lo lleuar mui derecho dalle graçia con meter el hombro yzquierdo y dexar caer el braço derecho arrimado a la pierna el rrostro alto derecho con la cabeça del cauallo la mano de la rrienda como la quisiere el cauallo que vnos la quieren alta e otros la quieren baxa. Si el cavallo fuere tiesto de boca aveislo de lla­mar tres vezes antes que lo pareis llamallo vna y luego otra a la otra derribara las ancas por el suelo avnque sea sierpe a las postreras piernas. Aveis de sacar vuestro braço ni mui alto ni mui alto derecho de vuestra oreja. Si caso fuere que se os quebrare alguna vez la rrienda y quedardes con otra echarsela por delante para que cruze y parara y si no quisiere parar sacad los pies de los estribos y con vuestras manos a­yudaos, y salios por el arçon tra­sero y poneos en las ancas del cauallo y de las ancas caereis façilmente en el suelo, sin os hazer daño. Si quisieredes pasar la carrera con lan­ça aveisla de pasar en esta manera la falda de la capa yzquierda e-challa sobre el ombro yzquierdo y la falda derecha echalla de­baxo del braço y cojella con el braço yzquierdo, quando pasearedes la carrera la lança con el hombro dere­cho o compasar el cuento para adelante sobre el oydo derecho del cauallo, el quento mas alto quel hierro, el codo de vuestro braço sa­lido para fuera al partir batir las piernas a vuestro cauallo e ansi como el cauallo fuere corriendo y vos sacando la lança por çima de vuestra cabeza mui de espaçio y lleualda hasta la ca­beça del cauallo mas alta que baxa en derecho del oydo del cauallo, del oydo derecho al pa­rar, dalle vna graçia que es con dalle vna abaxada para abaxo y bolvella para arriba blandiendola. Quando pasaredes la carrera procurar de pasalla vna vez y no dos que si la primera se pasa mal la segunda peor. Quando entraredes en algun juego de cañas aveis de hazer lo siguiente: mirar la çincha y los clauos della, y el latigo las a­çiones el pretal, las rriendas, las cabeçadas, tornillos y alacranes y esto visto en vuestra casa mui de espaçio que mas vale salir tarde que no en­baraçaros en el juego adereçar qualquiera cosa de estas dos o tres dias antes. Si el cauallo no fuere uestro salir al campo dos o tres vezes por ver lo que teneis en el quando salieredes al juego procurar de tomar la mano derecha, lleuar mui gran cuidado en la rrienda mui gran sentido en el companero. Si ntraredes con adarga que pase la mano de las braçeras del a­darga, la lama mas baxa vn poco del hombro, el hierro para adelante alto derecho de la oreja derecha del cauallo pasando las carreras dalle graçia a la lança con alçalla y aba­xalla dos o tres vezes a cada carrera acabadas las carreras si huvieredes de mudar cauallo, mui de espaçio al salir con vuestra quadrilla, con mui gran conçierto si acometieredes llegar hasta las camas de los frenos contrarios e­chad vuestra vara, parad muy deespaçio y bolver mui mas guardaos de bolver en arco porque es buelta mui pe­ligrosa. Buelto echad vuestra darga so­bre las ancas del cauallo, no atraveçada sino mui derecha. No metais la cabeça luego debaxo, echad la bar-va sobre el arquillo para que veais quien viene tras vos porque si no viene nadie no teneis que a­dargar visto braçear al contrario meted la cabeça debaxo del adarga y no la saqueis hasta vuestro puesto en llegando al puesto bolved luego el rrostro a los contrarios. Jamas quiteis los ojos de ellos porque en el puesto e visto hazer en Yndias y en España, y por lo mucho que e vis­to bien puede hazer lo dicho e visto ojos quebrados y caualleros descala­brados. Como digo aveis de tener los ojos en ellos y en los que vienen para ver las varas que vienen para que os guardeis dellas que la vara que viene mala no la hagais vos ser bue­na. Avisad a los moços de espuelas que llegando al puesto os metan la vara en la mano para rrebatir las que vienen y desvialla de vos o guar­daos vos della. Avisa a vuestros com­pañeros que salido que salga el que acometistes por de la otra quadrilla que a de salir luego en rrespuesta de la que salio se ponga do salio la primera y asi todas las demas se an de poner do salio la quadrilla primera y saliendo de esta manera no se en­contraran en el camino, porque sa­liendo cada quadrilla donde pri­mero se pone, es cosa peligrosa y fea y de ombres que saben poco quando salieredes tras los contraríos tened aviso que ay algunos tan chocarreros que por desbara­tar el juego y por otras muchas ma­liçias que los hombres tienen no hazen sino salir de su puesto quatro pasos y bolverse luego a el tened abisada a vuestra quadrilla que si no los quisieredes alcançaar para hazer vuestras varas no pareis hasta su puesto y hazed las varas en el puesto, y como digo bolved mui de espaçio y si ellos se dieren mucha priesa no os de pena que suyo es el daño que si se dieren mucha priesa y no os dexaren bolver vendreis todos juntos y la fealdad es dellos y lo escripto y lo de arriba conte­nido no se puede dexar de mostrar adonde ay amigos y a las quadri­llas quando huviere rregozijo lo de y uso que es lo que se sigue no se a de mostrar a nadie sino fuere a hijo o a nietos o a milanos con encargalle el secreto y si menes­ter fuere dalle juramento en Es­paña y fuera della donde se a­costumbra la gineta tienen vn huso mui simple, y lo hazen co­mo hombres que saben poco de gineta. Es que si dos hombres se desafian con lanças y dargas no hazen mas de baxar la lança y enrristrar y encontrarse. Si se asiertan vno cae para vn cabo y otro para otro es mui gran boveria y aquella no la tengo por valentia mas la tengo por necedad que no por animo. No a de ser ansi si os acaesçiere lo que Dios no permita salir al campo con alguno acuerdeseos de esto. Enbraçad vuestra adarga y con la mano de la rrienda terçia vuestra lança y con la mano derecha to­mad el quento y acometeldo con escaramuça. Trabajad por ganalle el lado derecho porque ganando­selo no podeis dexar de alançea­llo a el o al cauallo y si fuere tan dieztro que no lo pudieredes alan­çear hazed que huis ydlo çeuando de manera que el se codiçie. Como el si­ga tras vos siguiendoos es vuestro por-que el no puede dexar de lleuar la lan­ça torçida y vos avisaos como os pu­sieredes en huida aveis de quitar la lama de la mano yzquierda y pasalla detras del adarga sobre el bra­ço ençima del codo entre vos y el adarga desta manera es mui faci1 de alançear al enemigo. Si caso fuere que fuere armado alançealde el cauallo y antes que el cauallo caiga bolved sobre el antes que se apee porque si se a-pea tiene lança larga como la vuestra del encontraros guardaros no lo hagais porque haziendolo yd per­dido porque el encontrar es para los hombres de armas y no para los ginetes. Estando el en el suelo tiene os ventaja por tanto tened cui­dado de bolver sobre el, y como el cavallo se desangre a de caer y si no cayere podreis mejor escaramuçar con el y sojuzgallo mas a vuestro sabor. Acordandoos todavia de ganalle el lado derecho y ansimis­mo lo aveis de hazer con adarga o sin ella porque todo es vna quenta encargoos este secreto que lo guardeis que si no fuere a vuestros hermanos o hijos o nietos que a otra persona ninguna no lo vea y esto con juramiento y ansimismo tened cargo de la guar­da de esto que digo de verdad que si lo sentis que lo tengais en tanto como lo que os quedo porque os dexo estos avisos mando que tengais y en fin de vuestros dias a vuestro hijo mayor y los que vinieredes y presentes y en gastandose este papel trasla­dallo como este continuamente nuevo de manera que se pueda leer la guar­da de el siempre sea en el caxon donde dexo los preuillegios. Hijos por lo que soy obligado os dexo esta memo­ria para que veais que el tiempo que estuve en Yndias no me ocupe en cosas ylliçitas, porque creo que lo que aqui os dexo lo exerçitareis rrazonablemente y lo que escripto medianamente lo e entendido plega al y/n/menso Dios que vosotros seais tales que paseis adelante

Jesus

KUPRIENKO