Хосе Мануэль Брисеньо Герреро. JOSE MANUEL BRICEÑO GUERRERO. Biografia, Bibliografía, Obras

Хосе Мануэль Брисеньо Герреро. Биография, библиография, произведения.
JOSE MANUEL BRICEÑO GUERRERO. Biografia, Bibliografía, Obras

El sito del autor – http://www.jmbricenoguerrero.com/

DATOS PERSONALES
José Manuel Briceño Guerrero nace en Palmarito, Estado Apure, el 6 de marzo de 1926. Cursa sus primeros estudios en Barinas. Su adolescencia transcurre en Barquisimeto, Estado Lara, donde también cursas sus estudios de secundaria.
ESTUDIOS SUPERIORES
1951: Graduado como Profesor en el Instituto Pedagógico Nacional de Caracas, Venezuela.
1952-1953: Estudios de Postgrado en la Universidad Northwestern, Evanstone, School of Education, Estados Unidos.
1955-1956: Estudios de Lengua y Civilización Francesa, La Sorbona, París, Francia.
1956-1961: Carrera de Filosofía, hasta el Doctorado, en la Universidad de Viena, Facultad de Filosofía, Viena, Austria.
1968-1969: Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma (U.N.A.M.) de México.
1969: Investigador de Historia de las ideas en América, en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, Washington.
1970: Universidad Lomonosov, Escuela de Filosofía, Moscú, Rusia.
1978-1979: Estudios de Filosofía y teología de la Liberación en la Universidad de Granada, Facultad de Teología, España.
TÍTULOS ACADÉMICOS
1951: Profesor de Educación Secundaria. Instituto Pedagógico Nacional, Caracas, Venezuela.
1956: Diploma semestral y Diploma anual del Curso de Lengua y Civilización Francesa, La Sorbona, París, Francia.
1961: Doctor en Filosofía, Universidad de Viena, Austria.
TRABAJO DOCENTE
1951-1952: Profesor de idiomas en los liceos “Lisandro Alvarado” de Barquisimeto, Estado Lara y “Pedro Gual” de Valencia, Estado Carabobo, Venezuela.
1959-1961: Profesor de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Viena, Austria.
Desde 1961: Profesor de Filosofía en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes, Mérida, Estado Mérida, Venezuela. Es profesor titular desde abril de 1977.
1962-1965: Profesor de idiomas y de filosofía en la Escuela Normal “Alberto Carnevalli” y del Liceo Nocturno “Florencio Ramírez”, en Mérida, Estado Mérida, Venezuela.
1968-1969: Profesor visitante de lengua griega antigua y de Filosofía griega en la Universidad Nacional Autónoma (U.N.A.M.) de México.
Representante de la Universidad de Los Andes en la constitución, planificación y reglamentación de la Educación Universitaria a Distancia.
Miembro de la comisión Nacional de Estudios Universitarios Supervisados (E.U.S.).
1971: Fundador del Seminario de Estudios Filosóficos, Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes.
Fundador de la Cátedra de Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes.
Fundador del Seminario de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes.
1974-1976: Miembro de la Comisión Académica de la Universidad de Los Andes, Mérida, Estado Mérida, Venezuela.
1975: Fundador del Seminario Postgrado Lento en Epistemología para Investigadores en la Universidad de Los Andes, Mérida, Estado Mérida, Venezuela.
1979: Fundador del Seminario de Mitología Clásica en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los andes, Mérida, Estado Mérida, Venezuela.
Representante del Consejo Universitario de la universidad de Los andes en el Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (varios períodos).
1983-1984: Miembro de la Comisión Nacional de Ciencias Sociales, Venezuela.
1983-1985: Asesor del Vicerrectorado Académico de la Universidad de Los Andes, Mérida, Estado Mérida, Venezuela.
Profesor en el curso de Postgrado en Filosofía Política de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Aix-en-Provence, Francia.

Bibliografía
Libros
1962: ¿Qué es la Filosofía?, Mérida, Universidad de Los Andes.
1965: Dóulos Oukóon, Caracas, Arte.
1966: América Latina en el Mundo, Caracas, Arte.
1967. Triandáfila, Caracas, Arte.
1970: El Origen del Lenguaje, Caracas, Monte Ávila.
1977: La identificación Americana con la Europa Segunda, Mérida, Universidad de Los Andes.
1980: Elogio de la Ciudad, Mérida, Imprenta del Estado.
Discurso Salvaje, Caracas, Fundarte.
“La Colonia Penal”, en: Unos Cuantos Cuentos (Varios autores), Mérida, La Imprenta.
1981: América y Europa en el Pensar Mantuano, Caracas, Monte Ávila Editores.
Geraldine Saldate, Mérida, Universidad de Los Andes: Talleres Gráficos Universitarios.
1983: Recuerdo y Respeto para el Héroe Nacional (Discurso pronunciado en el Palacio de las Academias, Caracas, con motivo del homenaje de las universidades nacionales al Bicentenario del natalicio del Libertador Simón Bolívar), Mérida, Universidad de Los Andes: Revista Azul.
Reedición de: La Identificación Americana con la Europa Segunda, Mérida, Universidad de Los Andes: Consejo de Publicaciones.
1984: Holadios, Caracas, Fundarte.
Reedición facsimilar del periódico Senderos de la Escuela Federal Graduada “Carlos Soublette” de Barinas, Estado Barinas, Venezuela, de 1943–1945, en el que fue autor de varias colaboraciones.
1985: “Tierra de Nod”, en: El Cuento en Mérida (Varios autores), Mérida, Universidad de Los Andes.
1987: Amor y Terror de las Palabras, Caracas, Mandorla.
1989: “La Legitimidad del Poder” en: Legitimidad y Sociedad (Varios autores), Caracas, Alfadil-Universidad de Los Andes.
1990: El Pequeño Arquitecto del Universo, Caracas, Alfadil.
1992: Anfisbena. Culebra Ciega, Caracas, Editorial Greca.
1993: L’Enfance d’un Magicien (Traducción al francés por Nelly Lhermillier), París, Editions de L’Aube.
1994: Le Discours Sauvage (Traducción al francés por Nelly Lhermillier), París, Editions de L’Aube.
El Laberinto de los Tres Minotauros, Caracas, Monte Ávila Latinoamericana.
1995: “Maracaibo ¿Qué Tengo Yo Contigo?”, en: Visiones del Zulia, Caracas, Oscar Todtmann Editores.
Reedición de: América Latina en el Mundo, Barquisimeto, Fundacultura-Gobernación del Estado Lara.
1996: “Les Droits Humaines et les Practiques de Domination”, en: Qui sommes-nous (Varios autores), París, UNESCO.
Reedición de: El Laberinto de los Tres Minotauros, Caracas, Monte Ávila Latinoamericana.
1997: Diario de Saorge, Caracas, Fundación Polar.
Discours des Lumières suivi de Discours des Seigneurs (Traducción al francés por Nelly Lhermillier), París, Editions de L’Aube – UNESCO.
Reedición de: Amor y Terror de las Palabras, Mérida, Universidad de Los Andes: Consejo de Publicaciones.
1998: Esa Llanura Temblorosa. Cuaderno, Caracas, Oscar Todtmann Editores.
1999: Visión de Portuguesa (coautor junto con Hernán –Chino– Rivera), Caracas, Gobernación del Estado Portuguesa.
Matices de Matisse, Mérida, Universidad de Los Andes: Consejo de Publicaciones.
2000: Reedición de: ¿Qué es la Filosofía?, Mérida, Ediciones Puerta del Sol.
2001: Trece Trozos y Tres Trizas, Mérida, Ediciones Puerta del Sol.
Las dos cabezas de Anfisbena

José Manuel Briceño Guerrero nuevamente insufla de vida a su heterónimo
Jonuel Brigue y coloca así en manos de los lectores a Anfisbena, la culebra
ciega que prefigura “el ser humano perfecto” para luego dividirse
en “un varón y una hembra” que entenderían al mirarse y entrelazarse
que “la unidad recuperada era más rica que la unidad inicial porque
era autoconsciente”, declara el filósofo a José Gregorio Vásquez,
ahora que la novela ha sido reeditada por la Universidad de Los Andes

¡Qué estrechos límites tiene nuestro día!
Hölderlin

Conté los pasos antes de comenzar con este diálogo, los conté varias veces: un, dos, tres… hasta cincuenta y me paraba a descansar. De pronto vi sus ojos. Afuera los otros seguían esperando. Aquí adentro bailaban a escondidas otras voces que respiraban y nos respiraban. Aquí adentro se desdibujaba otro tiempo. Aquí adentro, también se enrollaba nuevamente la culebra de dos cabezas.
JGV: Se vuelve a publicar la Anfisbena. Culebra ciega. Esa novela que no termina de llegar a los lectores, esa novela que representa su vida, que le hace tatuajes en las manos. Háblenos de la creación de una obra como Anfisbena, de su encuentro con ella.
JB: Fue a los siete años. Fue en la Ciudad de Nutrias… todo comenzó allí con un sueño. Vi un extenso territorio, plano, casi desierto casi tundra, tunas, cardones y cujíes hasta donde alcanzaba la vista y lechos secos de ríos otrora caudalosos. En el centro de ese inmenso territorio había un huerto con corrientes de agua cristalina y toda clase de árboles frutales: mangos, mamones, naranjos, chirimoyos, guanábanos, nísperos, tamarindos, semerucos; con taparos y samanes de ramas aptas para soñadero; con trinitarias, cayenas, magnolias, triandáfilas y orquídeas. A ese huerto lo rodeaba un seto vivo, impenetrable, de arbustos espinosos, y en su centro un ser humano, perfecto y solo, se adormecía en la delicia de su felicidad. No le faltaba nada. No le sobraba nada. Descansaba sobre una colina cubierta de hierba menuda. De debajo de la colina brotaban dos fuentes de agua cristalina, y fluían la una hacia el oeste, la otra hacia el sur. Dos corrientes fluían hacia la colina, la una del este, la otra del norte. Eran corrientes vivas, no movidas por la gravedad sino por su propio impulso voluntario. No vi hasta dónde llegaban las dos primeras ni de dónde manaban las otras dos.
Veía ese inmenso territorio, lejos del mar, lejos de la montaña, y el gran huerto. El ser humano se había dormido sobre la hierba menuda, disfrutando la delicia de ser puro y perfecto; pero algo sorprendente estaba ocurriendo: las cuatro corrientes de agua resultaron ser una sola, anfisbena; salía de su fuente, de su cueva, debajo de la colina, hacia el oeste y hacia el sur y luego regresaba por el este y por el norte hacia su fuente, hacia su cueva debajo de la colina y las dos cabezas se besaban. Me di cuenta de ese prodigio porque ella se salió completa, se elevó y formó el número ocho sobre el ser humano perfecto, sobre todo el huerto, sobre todo el inmenso territorio casi desierto casi tundra, mientras sus dos fauces de dragón se encontraban en el centro de la corriente cristalina, sobre ella, ahora autónoma, independiente de la tierra, fluida y coherente a la vez, y se besaban estrechamente. En el punto donde las dos cabezas se besaban, la corriente que venía del este salía de una boca y entraba en la otra boca; una boca daba, la otra recibía; la corriente continuaba hacia el oeste y luego se doblaba en arco de círculo hacia el norte; desde el norte bajaba hacia el centro, pasaba al lado de las cabezas en ósculo y seguía hacia el sur, luego se doblaba en arco de círculo hacia el este, desde donde se dirigía hacia el centro y volvía a salir de una boca para entrar en la otra y repetir el mismo circuito.
El cuerpo de la anfisbena no tenía esqueleto, ni estructura interna de ningún tipo, sólo la forma de corriente. Como las cabezas en ósculo no estaban ligadas a columna vertebral alguna, podían desplazarse a lo largo de la corriente que era de agua y hubiera podido ser de luz, ¡quién hubiera podido ser de luz!, y tal vez era de luz líquida, una luz nutricia que aseguraba la lozanía del huerto. La anfisbena se había ampliado. Los ojos del ocho podían contener un hombre, ¿qué digo? cada uno contenía una persona. El ser humano perfecto se había dividido. Ahora eran dos: un hombre y una mujer. Dormían. Las dos cabezas en ósculo de la anfisbena comenzaron a desplazarse lentamente contra el sentido de la corriente. En el encuentro con la anfisbena, ese sueño me sigue impactando.
-¿Qué le recuerda la anfisbena, ese animal que desconocemos tanto?
-Me recuerda al ser humano perfecto ahora dividido en pareja. Es evidente que en un principio había sido andrógino. Era evidente ahora que se trataba de un varón y una hembra, una pareja, un casal. Se despertó, se despertaron. Vio el varón que estaba incompleto, imperfecto, fallo y que su mitad faltante formaba otro cuerpo. Vio la hembra que estaba incompleta, imperfecta, falla y que su mitad faltante formaba otro cuerpo. Sintió vértigo él. Sintió vértigo ella. Como si estuvieran a punto de caer en un abismo.
-¿Qué significa lo perfecto hoy día y cómo se ve representado en nosotros ese anhelo de perfección?
-Si nos acordamos del mito del andrógino, también nos acordaríamos de esa condición que nos constituye. En el mito cayeron el uno hacia el otro mirándose a los ojos con los brazos extendidos, y las manos se entrelazaban. Entonces el ser humano volvía a ser uno y perfecto, pero sólo mientras las manos y las miradas permanecían cruzadas. Cada uno se echó hacia atrás gozoso sostenido de las manos del otro y juntaban los pies formando una A invertida. Una triple corriente salía de él por el ojo derecho, por el brazo derecho, por el pie derecho y se metía en ella por el ojo izquierdo, por el brazo izquierdo, por el pie izquierdo y la inundaba toda. Una triple corriente salía de ella por el ojo derecho, por el brazo derecho, por el pie derecho y se metía en él por el ojo izquierdo, por el brazo izquierdo, por el pie izquierdo y lo inundaba todo. La triple corriente era una sola y la misma para los dos y giraba de derecha a izquierda y los convertía en un solo ser que se exploraba minuciosamente las dos mitades y se hacía consciente de sus perfecciones. Al goce de ser perfecto, se agregaba el goce de saberse perfecto. La unidad recuperada era más rica que la unidad inicial porque era autoconsciente a través de la consciencia de las dos mitades en dos sujetos separados que se volvían a unir por el conocimiento mutuo.
-La presencia de la palabra: ¿cómo se ve reflejada en esa separación y unión del andrógino? En la antigüedad muchas de las tradiciones se vinculan desde la palabra y en la palabra, se ven tejidas allí.
-La consciencia mutua inmediata, la circulación del reencontrarse y compartir debió convertirse en palabra. Sutil velo los separó, la palabra mediaba. Nombres para todas las cosas, discurso articulado. No bastaba ser y tener consciencia de ser; era necesario decir. Restablecer con la palabra la comunicación interrumpida por la palabra. Los pies y las manos se juntaban, las miradas se encontraban, pero la corriente maravillosa no circulaba si no la ponía en acción el discurso. La palabra era la cuerda que hacía bailar el trompo. Largo y difícil aprendizaje; pero el anhelo de unión, de perfección recuperada, agilizaba la lengua. Lograron encontrar la palabra justa para cada pormenor, para cada movimiento, para cada emoción, para cada pensamiento, y crearon así el primer lenguaje. Lenguaje perfecto. Eran perfectos, se conocían a sí mismos perfectamente y podían decir sus perfecciones hasta girar de nuevo en unidad perfecta.
José Gregorio Vásquez. Crítico y poeta

José Manuel Briceño Guerrero, también Jonuel Brigue, ha logrado, como pocos autores venezolanos, constituirse en una referencia autónoma en Latinoamérica. Más conocido en Francia o Alemania que en estas latitudes, su propuesta sigue aguardando, no reconocimientos, que los tiene (ya es Premio Nacional de Literatura), sino lectores. En ocasiones, he llegado a pensar que él está destinado a ser uno de los más influyentes pensadores del siglo XXI. Si alguien lo duda, lo invito a revisar con atención estos libros, algunos de los cuales ya están traducidos a otros idiomas: ¿Qué es la Filosofía? (1962), Dóulos Oukóon (1965), América Latina en el mundo (1966), Triandáfila (1967), La identificación americana con la Europa segunda (1977), Europa y América en el pensar mantuano (1979), Discurso salvaje (1980), Holadios (1984), Amor y terror de las palabras (1987), El pequeño arquitecto del universo (1990), Anfisbena culebra ciega (1992), El laberinto de los tres minotauros (1994), Diario de Saorge (1996), Esa llanura temblorosa (1998), Matices de Matisse (1999), Trece trozos y tres trizas (2001).
La trayectoria del pensamiento de Briceño Guerrero pasa por tres etapas fácilmente (o arbitrariamente) distinguibles: una etapa tratadística, donde busca el origen y la identidad desde el “logos” (década de los ochenta); otra etapa, de carácter más narrativo, donde el “logos” es aprehendido por medio de la relación directa entre origen e identidad; y una tercera etapa, que es la actual, más intimista, donde el “logos” se busca a través de diarios personales, que sirven para que el autor señale la necesaria identidad que nos corresponde rescatar en el origen. Entre estas tres líneas de trabajo está, por supuesto, la poesía como lugar que resguarda la esencia del lenguaje.
Nacido en Palmarito, Estado Apure, el 6 de marzo de 1929, Briceño Guerrero es filósofo y doctor en Filología, profesor titular de la Universidad de Los Andes. A saber, conoce dieciocho idiomas. La última vez que lo visité estaba estudiando persa para poder leer nada menos que a Omar Khayyam sin necesidad de apelar a las traducciones habituales. Semana tras semana, mientras el resto de los intelectuales nuestros pierde su tiempo en actividades burocráticas, Briceño Guerrero lleva a cabo seminarios dedicados al estudio de los clásicos en sus lenguas autóctonas. Año tras año se leen en sus aulas textos de Homero, Heráclito, Parménides, Empédocles, Platón, Aristóteles, Jenofonte, Dante, Cervantes, Shakespeare, Goethe, Kant, Heidegger, la Biblia, el Bhagavad-Gita, por mencionar sólo unos pocos. Tiene un curso dedicado al estudio más sistemático que pueda imaginarse de la Cábala hebrea. No sé de nadie que haya analizado como él a los alquimistas. Alguna vez le preguntaron qué libro llevaría a una isla desierta, pregunta tan necesaria como extravagante, y respondió que ninguno, porque había aprendido de memoria los textos que quería leer. A Jorge Luis Borges, por ejemplo, lo hizo llorar cuando le recitó la Ilíada en griego. Y esto es sólo un detalle, pues lo que es, a mi juicio, más importante está en sus lecciones: ha iniciado una escuela independiente, con discípulos de todas partes del país y del mundo, que acuden a sus clases como hubiera dicho el neoplatónico Olimpiodoro, para buscar lo que hay en sus almas. Hoy en día, alumnos suyos formados en diversas lenguas enseñan en distintas universidades e instituciones, o simplemente escriben o traducen a los clásicos gracias a él.
Ahora bien, hace unos meses fue reeditado un libro suyo, titulado El origen del lenguaje (2002), el cual supone una magnífica oportunidad para rescatar una discusión que no puede dejar de interesarnos. Conviene, en ese sentido, dedicar las líneas que restan a este aspecto. Es obvio que la pregunta por el origen del lenguaje es, de alguna manera, también la pregunta por el origen del ser, puesto que sólo es lo que puede ser dicho y sólo se dice lo que es. Hay muchas ontologías, pero todas son verbales. El origen mismo se hace lenguaje en las dimensiones más plenas del devenir. El lenguaje mismo no deja de ser origen si se considera su manifiesta intención de hacer que las cosas sean lógicas y sean asimilables.
El pensador alemán Inmanuel Kant sostenía que el tiempo y el espacio no existen independientemente del hombre, pues son parte de su facultad de conocer. Decía que el hombre proporcionaba las bases del conocimiento. Dentro de esa relación, el lenguaje, sin duda, es el que hace posible el conocimiento. Ser, pensar, decir: esta es la trinidad más radical de la vida. No hay conocimiento donde no hay lenguaje. No hay pensamiento donde no hay lenguaje. El lenguaje, entendido como el sistema de sonidos articulados que sirven al hombre para expresar lo que piensa, define los límites más estrechos de la comunicación y esa hendija conceptual es el soporte más eficaz para ser y hacer. Donde hay lenguaje, hay devenir. Donde hay devenir, hay lenguaje.
¿Cuándo comenzó el lenguaje? Hay distintas visiones que proponen tesis alternativas para responder este enigma. Briceño Guerrero, en su ensayo, menciona las más importantes: la mitológica, la evolucionista y la filosófica. Todas, como es bien sabido, han fracasado, pero no es un fracaso total, sino, tal vez, paradigmático. Briceño es claro al afirmar:
“Preguntar por el origen del lenguaje significa intentar un salto sobre la propia sombra, querer transgredir el “círculo no se pasa” del conocimiento humano. Sin embargo, es propio del hombre emprender imposibles” (Ob. cit., p. 9).
Los caminos cerrados que reserva la pregunta por el origen, y denunciados por Briceño en su libro, no han impedido que el mismo pensador haya buscado una conclusión que desde todo punto de vista es modesta, pero significativa: el origen del lenguaje es simplemente un milagro, inexplicable e inaprensible para quien lo aborda sólo desde el lenguaje. Si el lenguaje se origina monogenética o poligenéticamente, es difícil pronunciarse. Acaso hay una correlación que espera ser revelada entre ambas posiciones.
En la obra de José Manuel Briceño Guerrero hay diversos momentos. Todos se relacionan. Todos, acaso, son uno solo. Y todos coinciden en hacer del lenguaje un centro, un punto que no se agota en ninguna de sus orillas. Hasta la fecha, sus libros, uno tras otro, han abordado el problema de nuestros orígenes, de nuestra más profunda esencia, y la idea que subyace es la de que somos lo que somos por el lenguaje. No es extraño que una tesis suya es la de que son los poetas quienes definen la identidad de una nación. Somos desde esa morada que es el lenguaje:
“El lenguaje es el lugar de lo humano, en él vivimos, nos movemos y somos”.
La primera edición de El origen del lenguaje fue en 1970. Increíblemente, sólo 32 años después, la Fundación Cultural Barinas se animó a reeditar este clásico. A pesar de la distancia en el tiempo, releerlo ha supuesto para mí, y no sé por qué, un recuerdo magnífico. Tal vez porque el origen el lenguaje que busca es una de las raíces más hondas de mi propia condición de escritor. El origen es uno de los postulados más radicales del ser en el mundo. Y no su explicación o reducción esquemática, sino su asunción o vivencia como problema vital, es lo que interesa.
Fernando Báez. Ensayista

OBRAS

1 ANFISBENA, CULEBRA CIEGA
2 EL ORIGEN DEL LENGUAJE
3 QUÉ ES LA FILOSOFÍA
4 TRECE TROZOS Y TRES TRIZAS
5 América Latina en el mundo

KUPRIENKO