Historia natural del Gran Chaco.

Historia natural del Gran Chaco.
Естественная история Гран-Чако.

Historia natural del Gran Chaco. Reseña sobre misioneros y exploradores hasta finales del siglo XIX

1. Resumen
2. Introducción
3. Misioneros jesuitas
4. Otros misioneros, viajeros y expediciones militares
5. Bibliografía citada
6. Ilustraciones

RESUMEN

Se describen los principales viajes y exploraciones que contienen datos de interés naturalístico referidos al Gran Chaco argentino y sus adyacencias desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX. Entre los protagonistas más importantes se destacan algunos misioneros jesuitas como Joseph Jolís, Martín Dobrizhoffer, José Sánchez Labrador y Florián Paucke, entre otros. Después de la expulsión de los jesuitas, recorrieron la región varios misioneros franciscanos. Posteriormente se sucedieron diversas exploraciones y expediciones militares. Sobresale en este sentido la figura de Félix de Azara, por sus numerosos e importantes aportes aparecidos a principios del siglo XIX. En 1881, Jorge Luis Fontana publicó “El Gran Chaco”, obra de indispensable consulta. Poco después, en 1889, Amadeo J. Baldrich, realiza varios viajes a la región, destacándose por sus contribuciones tanto naturalísticas como geográficas.

INTRODUCCIÓN

Desde comienzos de la conquista española se registraron las primeras entradas al Gran Chaco. Alejo García llegó desde el Paraguay por tierra entre 1521 y 1525, Ayolas remontó en 1537 los ríos Paraná y Paraguay (Scunio 1972). Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) fundó en 1585 el pueblo de Concepción de la Buena Esperanza del Río Bermejo, lugar estratégicamente ubicado para servir a las comunicaciones entre el Alto Perú y Asunción del Paraguay. El sitio fue continuamente saqueado por los indios hasta que en 1631 un malón lo destruyó casi por completo. El Teniente de Gobernador de Corrientes Manuel Cabral de Alpoin, escribía en 1632 al gobernador de Buenos Aires las penurias pasadas: “… el socorro se envió al Río Bermejo, el mejor que se pudo, y yo acerca de su despoblación no podré dar a V. S. la cuenta más verdadera por no haber visto el modo que tuvo; sólo digo que por ningún caso se podía conservar y los que se han escapado con las vidas deben dar infinitas gracias a Nuestro Señor”.

A partir de entonces el Gran Chaco sólo fue recorrido por misioneros acompañados a veces por militares, sin haber sido poblado con asentamientos definitivos hasta mediados del siglo XVIII, a tal punto que las ruinas de Concepción del Bermejo fueron redescubiertas en 1943, a la altura del meridiano 62º, en la margen derecha del río Bermejo o, según otros autores cerca del kilómetro 75 del camino entre Presidencia Roque Sáenz Peña y Fortín Lavalle, a considerable distancia del río Bermejo.

La toponimia “Chaco” aparece por primera vez en el siglo XVI. El misionero jesuita Pedro Lozano, destinado a las misiones del Paraguay en 1717, acopió información sobre la historia y la naturaleza de la región (Lozano 1989). El vocablo, de origen quechua, significa dar caza en conjunto a los animales. Al respecto Lozano escribió: “La etimología de este nombre, Chaco, indica la multitud de naciones que pueblan esta región. Cuando salen a cazar los indios y juntan de varias partes las vicuñas y guanacos, aquella muchedumbre se llama chacu, en lengua quechua…”.

Según Lestani y López Piacentini (1947) el “chacú” se realizaba en el altiplano en tiempos del imperio incaico, y la costumbre y su denominación llegaron a las llanuras llevadas por los aimaráes y otros tributarios del imperio. El vocablo degeneró luego en boca de los conquistadores, que llamaron Chaco a la región boscosa. Dichos autores mencionan también que el origen del vocablo “Gualamba” deriva del nombre “Guacane”, quien fuera un lugarteniente del Inca que gobernó la región luego de una invasión del imperio.

En 1733 Lozano publicó “Descripción Corográfica del Gran Chaco Gualamba” y desde entonces el término Chaco Gualamba se generalizó hasta nuestros días. A él se deben también las primeras noticias referentes a las incursiones del capitán Ledesma, el Padre Diego Osorio, Andrés de Manzo y el capitán Lasarte, quienes alrededor de 1638 cruzaron o estuvieron en las cercanías del río Pilcomayo o “río de los pájaros”.

MISIONEROS JESUITAS

Muchos jesuitas participaron en sucesos históricos o políticos relacionados con la conquista del Chaco y hasta algunos dejaron sus vidas evangelizando a los indios, que temerosos o provocados por los conquistadores respondieron cobrando también vidas inocentes. Por ello a la región se la llamó “el sepulcro de los misioneros2″(Scunio 1972). De este modo el Gran Chaco quedó relegado mucho tiempo a las investigaciones de estudiosos o naturalistas, de quienes recién tendremos observaciones científicas a partir de principios del siglo XX.

Las reducciones que se fundaron estuvieron por lo general en los bordes del Gran Chaco, algunas de ellas se mudaron de lugar y otras desaparecieron o fueron destruidas, destacándose San Jerónimo (actual Reconquista, Santa Fe), San Fernando (actual Resistencia, Chaco) y Rosario del Timbó (actual Herradura, Formosa), todas ubicadas a la vera de los ríos Paraná y Paraguay; dentro de lo que actualmente conocemos como Chaco Húmedo. Por otra parte se encontraban las reducciones de San Esteban de Miraflores, Macapillo o Nuestra Señora del Pilar, Petacas, etc., localizadas en el oeste en cercanías del río Salado del Norte o Juramento.

Unos pocos misioneros jesuitas lograron recorrer aquellas vastedades. Nos referiremos brevemente a algunos, por cuanto de ellos conocemos las primeras noticias relativas a la flora y fauna del Gran Chaco.

Alonso Barzana y Pedro de Añasco

Misionaron entre indios Vilelas y Lules. Como refiere Furlong (1938b): “El primero que con singular intrepidez acometió esta empresa fue el P. Alonso Barzana. En 1593, después de haber trabajado heroica y abnegadamente entre los Lules y Matarás, partió del Tucumán hasta la ciudad de Corrientes, a través de las inmensas llanuras y espesos bosques chaqueños”.

Gabriel Patiño

A este jesuita se debe el topónimo de los grandes esteros formoseños del río Pilcomayo medio que llevan su nombre. Su viaje se inició el 14 de agosto de 1721, en compañía de otros religiosos y una guardia de soldados, los que partierron desde el Paraguay y navegaron el Pilcomayo, (Lista 1998). Anotó este misionero hacia el día 20 que “… El río tiene más de 19 varas de profundidad y como 39 de ancho. Las corrientes del Paraguay rebalsan hasta algunas leguas adentro del Pilcomayo, haciendo subir el nivel de éste. Tierra llana, arboledas, palmeras, lagunas y esteros a ambos lados.” Para los días 7 y 8 de septiembre de 1721 se lee, “… Bosques, esteros y lagunas en ambas orillas… a lo lejos campos limpios y grandes palmeras. Distancia recorrida 78 leguas”. Día 2 de noviembre: “… En las 60 leguas precedentes se crían en las riberas unas cañas fuertes y sólidas, que [los indios] llaman Huybá (Totoras), porque su flor sirve para flechas, son útiles para techos. Muchos tigres en la distancia indicada…” Patiño fue asesinado por los indios a fines de 1721

Antonio Moxi

Misionó entre los Vilelas del sudeste de Salta (Furlong 1939) y describió interesantes notas sobre la fauna, entre las que se destacan “…Tigres en abundancia, Leopardos, Osos Hormigueros, Aguarás, Ciervos, Corsuelas, Antas, por otro nombre la Gran bestia, Jabalíes de tres castas, y a los cuales los indios dan diferentes nombres,…”. Recordemos que recién a fines de los años 70 ya en el siglo XX, la ciencia confirmó que había tres especies de pecaríes o “chanchos” y no dos como hasta ese momento se creyó, (el último en describirse fue el Chancho Quimilero Catagonus wagneri). Además Moxi describió algunas especies de reptiles y aves, de las cuales “… las más ordinarias son Avestruces, Charatas, Chuñas, Perdices de dos especies, Loros, Patos de muchas raleas, Palomas, Tórtolas y otras innumerables.”

Vicente Olcina

Misionó en las reducciones de Vilelas y Lules, dejando valiosas descripciones zoológicas, por ejemplo de varias abejas y de árboles típicos como el lapacho, el palo santo y palmeras (Furlong 1939). Maravillado por el paisaje chaqueño, escribió: “A más del espectáculo agradable a la vista, de tanta multitud de palmas, ofrece [el chaco] otro suelo, no menos curioso, y es una increíble multitud de hormigueros, que sobresalen bastante, formados todos de torrecitas piramidales para tener las hormigas donde guarecerse en tiempo de inundaciones…”. El relato no estaría completo si no escribiera sobre los Osos Hormigueros: “… le conviene perfectamente el nombre que le han puesto, porque el cuerpo, la fiereza y garras son de oso, a excepción de la cola, cuyas cerdas son tan largas, que con ellas se cubre todo el cuerpo y, bien atadas en un manojito, son el ordinario peine de las indias infieles. Aún hay más diferencia en la boca, si boca se puede llamar una trompa muy delgada y de más de media vara, que es como la vaina de una lengua sutilísima, y mucho más larga que la trompa…”. En sus textos hay además observaciones sobre los pecaríes “… de estos últimos hay varias especies, diferentes de las de Europa, y en algunos parajes hay tanta multitud de ellos que no se puede creer si no se ve. Se encuentran manadas de cuatrocientas y más, y de muy lejos se oye el ruido que meten los colmillos, que es espantoso…”. Es interesante el relato sobre el urutaú “… me ha parecido extraordinaria, porque remeda tan bien con su canto la voz del hombre, que varias voces oyéndola a lo lejos he creído que eran indios que gritaban dentro del bosque,… sobre una rama de árbol pone sus huevos sin más preparativos ni precauciones y allí los empolla y saca”. “Anda solo de noche y su único ejercicio es buscar para alimentarse una especie de miel clara y sabrocísima llamada Cuales en lengua Lule…”.

Roque Gorostiza

Misionó entre los Lules de Tucumán y recorrió varias veces el Chaco Seco, llegando en 1762 al río Grande o Bermejo (Furlong 1941) pero pasando grandes penurias “… no se encuentra agua [entre el río Grande y el Pasaje o Salado] sino en algunos pocos meses del año… y es preciso dejar a pedazos la ropa y hasta el pellejo…”. En otros pasajes de su relato asegura haberse alimentado solamente con plantas de tasi y chaguar. Según Furlong (1938b), otro misionero, el Padre Castro, dejó más noticias sobre Gorostiza, diciendo al verlo de regreso de un viaje que “… llegaron al fuerte de San Luis de los Pitos más muertos que vivos, pues parecían esqueletos secos… hubo día en que no pudieron recoger sino una boga, siendo así que aquel caudaloso río [Bermejo o Grande] y sus lagunas son tan abundantes en pescar.”

José Jolís

Estuvo en las reducciones del Gran Chaco entre 1762 y 1767, y debe ser considerado junto con Dobrizhoffer, Sánchez Labrador y Paucke (ver más adelante) uno de los más importantes misioneros naturalistas. Aunque sus biógrafos refieren que sus anotaciones están dedicadas al Chaco Seco, sabemos que al menos realizó tres viajes hacia el sector oriental. En marzo de 1767, partiendo desde la reducción de Nuestra Señora del Pilar o Macapillo, recorrió buena parte de las adyacencias del río Bermejo o Grande, llegando hasta el paralelo 60º en procura de campos aptos para establecer nuevas reducciones (Furlong 1920). Su obra cumbre, “Saggio sulla storia naturale della provincia del Gran Chaco”, apareció en 1789 y fue reeditada en 1972 con el título de “Ensayo sobre la Historia Natural del Gran Chaco” por la Universidad Nacional del Nordeste (Furlong 1939). Fue impresa parcialmente debido a la prematura muerte de su autor. No obstante ello, la parte publicada es justamente la que contiene todas las noticias de la naturaleza. Ernesto Maeder, en el estudio preliminar de la obra, nos dice: “…de unos 150 nombres [de personas] citados, la tercera parte son naturalistas, médicos, zoólogos o botánicos” (Jolís 1972). Se conoce además que algunos pliegos del segundo tomo, ya impresos pero sin publicar, fueron usados como envoltura en los mercados de Italia (Furlong 1948). El volumen editado fue dividido en siete libros y 55 artículos. El libro I describe la geografía, ríos, lagunas, clima, suelo, etc. El libro II está dedicado a la botánica, incluyendo plantas medicinales y tintóreas. El libro III comprende los mamíferos, siendo algunos de los artículos más importantes: “De los cuadrúpedos”, “Cuadrúpedos propios del nuevo mundo”, “Del tatú o armadillo”, “Jabalíes del Chaco”,y “Ciervos, gamos y cabras del Chaco”,entre otros. En el libro IV fueron tratadas las aves: “Riqueza de pájaros”, “Belleza y suavidad de su canto”; “Pájaros fisípedos”, “De las aves palmípedas”, etc. El libro V se refiere a los reptiles e insectos: “De los reptiles cuadrúpedos”, “De las serpientes”, “De las serpientes venenosas”, “De los insectos”. El libro VI describe los indígenas del Chaco y en el VII hace mención a las ciudades más importantes de la región.

Joaquín Camaño

Nacido en la provincia de La Rioja, fue uno de los pocos jesuitas argentinos miembro de la orden. Dejó escritas obras de etnografía y un “Diccionario de lenguas” de los indios chaqueños. Como cartógrafo compuso algunos mapas de la región, destacándose el “Mapa de la Región del Chaco”, publicado por Jolís en 1789. Además escribió la relación “Noticias del Gran Chaco”, que contiene copiosa información sobre la fauna, flora y geografía de la región (Furlong 1955 y 1969).

José Cardiel

Fue quizás el jesuita que más viajó, recorriendo desde el Guairá (al norte de Asunción) hasta las costas patagónicas. Así lo encontramos en las reducciones de los abipones y mocobíes de Santa Fe, junto a Martín Dobrizhoffer y Florián Paucke, o en la llanura pampeana describiendo talares, rumbo al río Sauce (hoy río Negro), en compañía de Tomás Falkner, Matías Strobel y otros. Además navegó junto al Padre Quiroga y Strobel hacia las costas patagónicas. Según Félix Outes “de cuanto vio y supo en sus viajes nos dejó Cardiel relaciones y cartas geográficas, unas y otras de tanto valor…” (Furlong 1953). Realizó algunas piezas cartográficas, entre ellas un mapa del Gran Chaco.(Figura 1)

Martín Dobrizhoffer

Al destacar su labor debemos considerarlo uno de los más importantes misioneros naturalistas, especialmente al referirnos al Chaco Húmedo. Fue autor de la célebre obra “Historia de los Abipones” publicada en latín en el año 1784. Por su importancia se tradujo al inglés y más tarde al castellano (Dobrizhoffer 1967). Fundó las reducciones de San Fernando, San Jerónimo y Rosario del Timbó. Esta última fue levantada en los alrededores de la actual localidad de Herradura, en el sudeste de Formosa, no lejos de la Reserva El Bagual, dejándonos además una ilustración de la misma (Figura 2). En su obra pueden hallarse muchísimas descripciones del paisaje chaqueño y sus anotaciones brindan detalles significativos sobre la vida y el comportamiento de los animales y plantas. Titula la parte zoológica “De algunas fieras singulares, tales como el tigre, el león, el anta, el oso hormiguero, guanacos etc.”. Demostrando humildad y sabiduría en el primer párrafo de ese capítulo comenta que “Con razón podría reprocharse a mi historia de insuficiente si yo no mencionara brevemente y como al pasar por lo menos las propiedades más memorables de los cuadrúpedos, anfibios, aves, peces, plantas, árboles y sus frutas. Sin duda yo habría contemplado de más cerca y con mayor atención estos espectáculos de la naturaleza en Paraquaria, si hubiera previsto que escribiría acerca de ellos en Austria”. Al ocuparse de las aves escribe: “Paracuaria no tiene aves Europeas fuera de golondrinas, pero en cambio tiene aves indígenas que en Europa se desconocen por completo… He de describir sólo algunas de esta gran cantidad”. Con el título de “Picaflores, Cóndores o buitres” escribe “Pasemos desde la ave más pequeña a la más grande”. Trata en su libro otras especies: “Avestruz, Cardenal, varias palomas silvestres, géneros de loro, etc”.

En la introducción a la parte botánica recuerda a su amigo Tomás Falkner, diciendo que era “…inglés, uno de los médicos más expertos y botánico que ha conquistado los méritos más importantes durante muchos años entre los bárbaros del Sud cerca del Estrecho de Magallanes, decía frecuente y públicamente que la Naturaleza benéfica habría brindado a Paracuaria tantas plantas, raíces, resinas, maderas y frutas que si se conocieran todas sus fuerzas y cualidades, no se necesitarían para ninguna enfermedad las farmacias europeas pues, según el testimonio de Séneca, la ciencia médica consistió en tiempos antiguos en el conocimiento de unas pocas hierbas de modo que recién poco a poco ha sido ampliada a este grado su inmensidad actual”. Reconocidos naturalistas del siglo XIX como Charles Darwin y Alcides d´Orbigny, destacan la importancia de la obra de Dobrizhoffer.

Agustín Castañares

Este misionero navegó un tramo del río Pilcomayo en el año 1740. Lista (1998) en su capítulo “Antecedentes históricos” [del Chaco] dice que: “Observó muchas lagunas a uno y otro lado del río, siendo generalmente dulces sus aguas. La bajante del río le obligó a volverse.”

José Sánchez Labrador y Florián Paucke

Otros dos de los más importantes integrantes de la compañía de Jesús. Desde el Paraguay y desde el centro de Santa Fe, respectivamente, realizaron varias excursiones, alcanzando en algunas de ellas posiblemente las cercanías del Chaco Húmedo. Sánchez Labrador, quizás el más prolífico de todos, escribió unos treinta volúmenes entre los que se destacan “El Paraguay Natural”, “El Paraguay Cultivado” y “El Paraguay Catholico”. También dejó ilustraciones destacándose muchos dibujos sobre flora y fauna (Figura 3). Paucke dejó sus crónicas que fueron traducidas en 1942-44 al castellano como “Hacia allá y para acá. Una estada entre los indios mocobies 1749-1767”, publicada en cuatro tomos por la Universidad Nacional de Tucumán y el Instituto Cultural Argentino-Germano. Incluye más de cien láminas a color (Figura 4), las que del punto de vista iconográfico constituyen el primer conjunto de ilustraciones sobre las ciencias naturales reunidas por un naturalista para esta región del mundo. Las obras de estos misioneros, más aún la de Paucke, son de indispensable consulta porque contemplan en su contenido gran parte de las riquezas naturales de la región (Furlong 1938a, Aguilar 2004).

OTROS MISIONEROS, VIAJEROS Y EXPEDICIONES MILITARES

Fray Antonio Lapa

Este procurador del orden seráfico y cura de la reducción de Macapillo, fue el sucesor del jesuita Jolís. En el diario de la expedición encontramos párrafos relacionados con la descripción de los paisajes chaqueños (De Angelis 1972). El día 2 de julio de 1774 se lee: “… se caminaron 4 leguas, todas por un dilatado palmar, en que hallamos 20 a 24 varas de altura, y algunas en particular, que conceptuamos llegasen a 30, tan iguales al principio en su grosor son al final y tan derechos como pudieran desearse; y habiendo derribado algunas, comimos de sus cogollos, que hallamos de buen gusto imitando en este al de las nueces verdes.” “… el 16 caminamos como 12 leguas por fértiles y amenos campos abiertos, con algunas cejas de monte de algarrobos y otras especies, que se crían frondosos a las orillas del río Bermejo, por cuyas mágenes seguimos la marcha…”

Además hay un capítulo dedicado a la naturaleza, titulado “Hácese relación del río Grande y Bermejo; virtudes de sus aguas, del temperamento de los países del Gran Chaco Gualamba, de los pájaros, de los árboles, de las yerbas, de los animales y de las naciones que ocupan las riberas de dichos ríos.”

Adrián Fernández Cornejo, Mariano Sánchez de Velasco y Francisco Morillo

Realizaron una expedición al Chaco en el año 1780, llegando al río Bermejo, publicándose sus diarios por separado (De Angelis 1972). En el diario de Cornejo y Sánchez de Velasco se detalla lo sucedido cada día con abundantes noticias sobre los campos, algunas aves, yaguaretés y tapires. El día 6 de septiembre de 1780, mientras navegaban el Bermejo, anotaron: “…Las arenas y costas siguen en la forma dicha, pobladas en partes de cañaverales, cortaderales, sauces, tipas y canelones, dejándose ver dentro de las arboledas altas unos sitios verdaderamente deleitosos… En el propio sitio de la barranca roja, encontraron los que iban en el segundo buque la Esperanza con unos lobos tan atrevidos que se les llegaron muy cerca. Las pavas y patos siguen con abundancia… Por la costa se vieron rastros de antas y tigres en abundancia”. El día 9 “… Las pavas, patos y loros siguen como arriba…”

En el diario del misionero franciscano Morillo hay numerosas notas sobre paisajes y naturaleza, con un capítulo titulado “Noticias de las leguas, maderas, géneros de peces, animales terrestres y acuáticos que se observan en los ríos de Tarija, Centa, Jujuy y Bermejo.” “… En las márgenes del Bermejo y sus campos se hallan vinales, palo santo, algarrobos y palmas. Se hallan en dichos ríos pescados con abundancia, como son dorados, pacúes, róbalos, surubíes, armados, rayas, patíes, sábalos, palometas y bagres. En la misma forma se hallan animales acuáticos, como son lobos blancos, negros y bermejos, nutrias, capivaras: y de los terrestres, tigres, leones, osos hormigueros, corzos, venados, jabalíes y liebres.”

Félix de Azara

Este ingeniero español llegó al país a fines del siglo XVIII para demarcar los límites entre Argentina, Paraguay y Brasil. En su tiempo libre se ocupó de estudiar la naturaleza y escribió varios libros sobre geografía, aves, mamíferos, etc. Recorrió parte del río Pilcomayo en agosto de 1785 (Azara 1941), y en el diario de viajes escribió: “Considerando las grandes utilidades que podían seguirse a esta provincia y al Estudio, de la comunicación directa con el Perú, y habiendo oído que el río Pilcomayo, llamado aquí Araquuai, era navegable hasta las inmediaciones de Potosí, resolví hacer una formal expedición por este río…”.

El 8 de agosto se lee: “La supuesta aboca del río era una especie de callejuela, formada con las copas de los árboles delgados y espesos, llamados alisos, algunos sauces y enredaderas…” Dia 9: “… Rara vez vimos por entre los matorrales de la orilla algún campo con islas de bosque alto, y carandays. También vimos capivaras, o lobos de río, y muchos yacú, caaraguata, o pavitas. A la una nos largamos, y a poco rato notamos que, junto a una isla de bosque inmediata, volaban alrededor muchos iribús,…” (ver De Angelis 1972). Sin dudas las conocidas obras de Azara “Apuntamientos para la Historia Natural de los quadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata” y “Apuntamientos para la Historia Natural de los Páxaros del Paraguay y Río de la Plata”, incluyen valiosa información recopilada durante los viajes del autor en la región.

Manuel Rodríguez Margariños, Enrique W. Van Nivel y José Giannely

Margariños en 1843 y luego Van Nivel en 1844 se propusieron navegar el río Pilcomayo desde Bolivia hasta el Paraguay, aunque no obtuvieron grandes resultados. En sus diarios de viajes hay pocos datos relacionados con naturaleza del lugar y sólo reflejan grandes sacrificios. Lo mismo puede decirse del padre franciscano José Giannely, quién intentó lo propio en 1863 (ver Lista 1998).

Julio Creveaux

Fue un explorador francés que realizó en 1882 un viaje con 15 hombres y 3 canoas desde Tarija rumbo al Pilcomayo (Lista 1998). En sus notas apuntó “Lo que más me preocupa es la existencia de las grandes lagunas de que hablan los antiguos viajeros… creo que tendremos que cruzar regiones pantanosas donde la navegación será muy difícil y tal vez imposible…”. Además dentro de sus planes tenía la idea de realizar un mapa de la región (Scenna 1976). Lamentablemente él y sus soldados fueron muertos por los indios. Para rescatar sus restos, Francia envió a Arthur Thouar y la Argentina al comandante Luis Fontana.

Luis Jorge Fontana

Este destacado militar y naturalista comenzó a trabajar en 1866 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales bajo la dirección de Germán Burmeister, quién comentó: “El joven argentino Luis Jorge Fontana fue colocado bajo mi dirección por el Exmo. Gobierno de Buenos Aires para seguir la carrera de naturalista, donde permaneció tres años…”. Convertido en naturalista supo aprovechar sus destinos militares para ampliar sus conocimientos. Entre 1870 y 1871 publicó algunas notas sobre ciencias naturales. En 1875 es designado secretario de la gobernación del territorio del Chaco y en el mismo año hizo un viaje de exploración al Pilcomayo dejando un prolijo diario con anotaciones sobre flora y fauna (Fontana 1977).

En 1880 preparó una expedición para abrir un camino desde Resistencia hasta Salta. En 1881 publicó “El Gran Chaco” obra en la cual quedan asentados todos los resultados de sus observaciones y experiencias. Si bien no formó parte de su libro, en 1882 se editó en Buenos Aires el “Plano general del Gran Chaco Argentino” donde se aprecia la rica toponimia de la región y el itinerario de sus viajes. Fruto de sus brillantes actuaciones militares, en 1884 Fontana fue designado gobernador de Chubut.

Arthur Tohuar

Era miembro de la Sociedad Geográfica de París y en 1883 se integró a la expedición que dirigió Daniel Campos. Tuvo además la misión de encontrar los restos del infortunado Julio Creveaux. Como consecuencia de este viaje se formó en Europa una comisión internacional para crear una compañía de navegación entre Buenos Aires y Bolivia, que no llegó a alcanzar sus objetivos (Thouar 1997). Vuelto a América del Sur en 1885 hizo tres exploraciones más: la primera al delta del Pilcomayo; la segunda de Buenos Aires a Sucre y la tercera al Chaco Boreal. Según sus palabras “Desde la misión de San Francisco hasta el río Paraguay, el Pilcomayo serpentea a través de un país de escaso declive, y que su lecho cambiante se enlaza y se derrama formando enormes y profundos bañaos en sus orillas”

Juan Page

Este marino navegó junto al naturalista británico Graham Kerr (ver más adelante) las aguas del río Pilcomayo hasta las Juntas en el año 1889. Esta expedición terminó trágicamente con el fallecimiento del capitán Page.

Graham Kerr

Este médico británico, especializado en embriología, acompañó como naturalista al capitán Page en su expedición al río Pilcomayo. Allí observó y colectó aves, confeccionando una lista de 173 especies clasificadas en familias, géneros y especies. El listado fue publicado en prestigiosa revista Ibis, incluyendo además el dibujo de un carpintero. Las aves colectadas se incorporaron a la colección del Museo Británico. Posiblemente ésta sea la primera expedición de la que se dan a conocer resultados científicos concretos inherentes a la región (Kerr 1891 y 1892).

Leopoldo Arnaud

Recorrió el Chaco como jefe de la comisión científica (Expedición Victorica). En su trabajo da a conocer algunos análisis pormenorizados de los distintos suelos que recolectó en el trayecto, y confeccionó una lista sistemática de los árboles más comunes de la región (Arnaud 1885). En otro trabajo encontramos los siguientes párrafos referidos a la recolección de materiales para estudio “… la flora y la fauna presentadas hasta la fecha [1881] son muy poco variadas, observándose constantemente las mismas especies ya coleccionadas y preparadas por esta comisión. En lo que atañe a la fauna se colectaron 8.000 insectos, 500 arácnidos, en su mayor parte de raras y hermosas especies y 25 reptiles, … la colección de mamíferos y aves que con gran trabajo se había podido adquirir sufrió con las últimas lluvias una casi total descomposición … aprovechando tan sólo 17 aves … las plantas presentadas ascienden a 84…” (Arnaud 1889)

Amadeo J. Baldrich

Este capitán del Ejército de Línea y miembro correspondiente del Instituto Geográfico Argentino recorrió en varias oportunidades la región chaqueña. En su libro se esmera por dar a conocer los datos que tuvo a su alcance, incluyendo clima, suelo y descripciones de razas indígenas. El capítulo VIII lo dedicó a “La flora regional” y en la breve introducción anotó que consultó para las clasificaciones las obras de Hieronimus, Lorentz y Grisebach. Al capítulo siguiente lo titula “Apuntes sobre la fauna territorial” y se ocupa de describir mamíferos, aves, reptiles y anfibios para el cual consultó al “sabio Burmeister”.

Respecto a la clase aves comenta que “… para mayor seguridad hemos comparado la colección de dibujos coloreados a la acuarela (que pintamos directamente del natural en el Chaco con ejemplares a la vista [comparándolos] con los ejemplares existentes en la rica colección del Museo Nacional”. Este párrafo abre las posibilidades de que alguien busque y encuentre estos dibujos y los de a conocer. Otros datos de interés netamente ornitológico son los párrafos donde Baldrich (1889) menciona avistajes de guacamayos. Por un lado, bajo el nombre de M. Hyacinthinus dice “… una sola vez hemos visto el guacamayo azul descrito por Azara. Fue en el Pilcomayo por los 23º de latitud y se trataba de una pareja aislada”. Es interesante comentar que el paralelo 23 º cruza el río Pilcomayo en la provincia de Formosa, al norte de Gral. Mosconi, en el departamento Ramón Lista. Más adelante agrega “…en los bosques al Sud de Caiza [unos 30 km al norte de Tartagal, en el noreste de la provincia de Salta, en el departamento Gral. José de San Martín] vimos un loro de gran tamaño, probablemente un guacamayo, pero nos fue imposible darle caza ni acercarnos á él.”

Es importante mencionar también a algunos exploradores o naturalistas que dejaron en sus obras interesantes anotaciones referidas al Gran Chaco, u otros que en sus viajes alcanzaron las proximidades de esta vasta región, como Alcides D´Orbigny, Eduardo L. Holmberg, Enrique Lynch Arribálzaga, Víctor Martín De Moussy, Tomás Salvadori, Arnaldo de Winkelried Bertoni y Aimé Bompland.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Aguilar, H. A. 2004. Los misioneros jesuitas y las ciencias naturales. Iconografía Pauckense. Ed. del autor. Buenos Aires, 15 pp.

Arnaud, L. 1885. Expedición al Chaco. Informe sobre las observaciones efectuadas en el Chaco, por el Jefe de la Comisión Científica. BIGA 6: 201-210.

Arnaud, L. 1889. Del Timbó al Tartagal, impresiones de un viaje a través del Gran Chaco. Imprenta del Río de La Plata. Buenos Aires, 306 pp.

Azara, F. 1941. Viajes por la América Meridional. Tomos 1 y 2. Ed. Espasa Calpe S. A., Viajes Clásicos. Madrid, 328 y 253 pp.

Baldrich, A. 1889. Las comarcas vírgenes. El chaco central norte. Ed. Peuser. Buenos Aires, 292 pp.

De Angelis, P. 1972. Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata. Tomo 5. Ed. Plus Ultra. Buenos Aires, 803 pp.

Dobrizhoffer, M. 1967. Historia de los Abipones. 3 tomos. Universidad Nacional del Noroeste, Facultad de Humanidades, Departamento de Historia. Resistencia, 568 pp.

Fontana, L. J. 1977. El Gran Chaco. Ed. Solar / Hachette Buenos Aires, 200 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1920. Diario o entrada que hizo el Padre José Jolís de la Compañía de Jesús a lo interior del Chaco. Año 1767. Revista Estudio XVIII: 294-302

Furlong, G. (S. J.). 1938a. Entre los Mocobíes de Santa Fe. Sebastián Amorrortu e hijos. Buenos Aires, 333 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1938b. Entre los Abipones del Chaco. Talleres Gráficos San Pablo. Buenos Aires, 202 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1939. Entre los Vilelas de Salta. Academia Literaria del Plata. Buenos Aires, 178 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1941. Entre los Lules de Tucumán. Buenos Aires. Talleres Gráficos San Pablo. Buenos Aires, 178 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1948. Naturalistas Argentinos durante la dominación Hispánica. Cultura Colonial Argentina VII. Ed. Huarpes S.A. Buenos Aires, 438 pp

Furlong, G. (S. J.). 1953. José Cardiel, S. J. y su Carta – Relación (1747). Escritores Coloniales Rioplatenses II. Librería del Plata S. R. L. Buenos Aires, 217 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1955. Joaquín Camaño S.J. y su Noticia del Gran Chaco (1778). Escritores Coloniales Rioplatenses VIII. Librería del Plata S.R.L. Buenos Aires, 186 pp.

Furlong, G. (S. J.). 1969. Historia Social y Cultural del Río de la Plata. 1536-1810 – El Trasplante Cultural: tomo Ciencia. T.E.A. Buenos Aires, 505 pp.

Jolís, S. J. 1972. Ensayo sobre la Historia Natural del Gran Chaco. Universidad Nacional del Nordeste. Facultad de Humanidades, Instituto de Historia. Resistencia, 393 pp.

Kerr, J. G. 1891. Extracts from the letters of Mr. J. Graham Kerr, naturalist to the Pilcomayo expedition. Ibis (1891): 13-15, 266-272.

Kerr, J. G. 1892. On the Avifauna of the Lower Pilcomayo. Ibis (1892): 120-152.

Lestani, J. R. y C. P. López Piancentini. 1947. “Chaco” Etimología del vocablo. Antecedentes históricos, geográficos y políticos. Antecedentes Históricos del Chaco Cuaderno 1: 1-12

Lista, R. 1998. Obras Completas. Tomos 1 y 2. Ed. Confluencia. Buenos Aires, 501 y 455 pp.

Lozano, P. S. J. 1989. Descripción Corográfica del Gran Chaco Gualamba. Universidad Nacional de Tucumán. San Miguel de Tucumán, 486 pp.

Scenna M. A. 1976. La expedición Feilberg al Pilcomayo. Todo es Historia 113:52-73.

Scunio, A. D. H. 1972. La Conquista del Chaco. Círculo Militar. Buenos Aires, 460 pp.

Thouar, A.1997. A través del Gran Chaco 1883-1887. Ed. Amigos del Libro. Cochabamba, Bolivia, 477 pp.

Citación sugerida del Capítulo:

Aguilar, H. A. 2005. Historia Natural del Gran Chaco. Reseña sobre misioneros y exploradores hasta finales del siglo XIX. Pp. 519-529 en Di Giacomo, A. G. y S. F. Krapovickas eds. (2005). Historia natural y paisaje de la Reserva El Bagual, Formosa, Argentina. Inventario de la fauna de vertebrados y de la flora vascular de un área protegida del Chaco Húmedo. Temas de Naturaleza y Conservación 4:1-592. Aves Argentinas / Asociación Ornitológica del Plata, Buenos Aires.

ILUSTRACIONES

1

2

Fig. 1. Mapa del Gran Chaco, según dibujo de José Cardiel en 1772.

Fig. 2. Misión del Timbó, según dibujo de Martín Dobrizhoffer .

Fig. 3. Oso Hormiguero y Oso Melero, según dibujo de José Sanchez Labrador.

Fig. 4. Plantas de “Caraguatás u ananáes”, según dibujo de Florián Paucke.

3

4

Agradecimientos:

Agradezco a Julio Contreras por sus valiosos comentarios y a Claudio Bertonatti por la revisión crítica del manuscrito.

Autor:

Horacio A. Aguilar Barzana

1583 (1431). Ciudad de Buenos Aires, Argentina

biblionatura[arroba]datafull.com

KUPRIENKO